Your Skin +18 [Gene]

Los años de soledad no pasan simplemente por pasar, existe todo aquello que llamamos placeres, mismos que hacen de la humanidad lo más delicioso del mundo, si de elegir se trata sin dudas tener a una mujer bajo la piel seria lo más exquisito, lamer todo ese escultural material sobre el cual un demonio o un ángel trabajo hasta hacer lo más perfecto del mundo, no tiene comparación, sentir la desnudes tal cual y los pasos del baile seductor dentro de una habitación, ¡Ah!, que delicia…

Es por eso que aunque algo represente la unión de un ferviente amor, uno no queda satisfecho del todo, por eso los pasos se dirigen lentos y coquetos por todas las calles, con elegancia abriéndose paso a una noche que sin dudas promete ser de lo más caliente, unas horas que se convierten en eternidad que tientan al pasar del tiempo, salir con la excusa de trabajo es una de las mentiras más comunes, pero es cierto, es trabajo, un maldito asesino busca su presa, quiere trabajar bajo el lienzo de una mujer.

…Mujeres, divinas, hermosas, baratas, caras, descaradas, sumisas, violación, arremeter, que fogoso se siente aquello sobre el cuerpo, las sensaciones se vuelven una contra las miles que existen y las prostitutas son el paso, hay nuevas, el tiempo en el burdel ha culminado. Esa luna se asoma y se tinta en color carmín llevando mi respiración inexistente al límite de algo que se llama pasión…

No es mi imaginación, por primera vez en cientos de años, en milenios mi cuerpo esta fuera de control, busco aquel sendero oscuro que parece traficar con las esquinas, hombres de etiqueta, que son de la realeza entrando y saliendo del lugar, mujeres que coquetean con un simple gesto de boca, o el bamboleo de sus senos, el olor de sangre se olfatea en todas partes y el lujoso letrero aparece ‘Burdel’, obsceno como siempre, busco con la mirada el mismo taburete en el cual me sentaba.

Hombre y mujeres ofreciéndose, ¡Esto es la vida y miseria humana! Y hoy vengo dispuesto a sentirme uno, cuyos deseos se reflejan hasta en las pupilas, y empieza la caza, una tras otra acercándose y rodeándome, sus manos sucias tocando mi espalda, aquel traje fino, la camisa de seda que sigue con los volantes ridículos y el cantinero ofreciéndome su mejor vino.

La primera en coquetear lleva un lunar el la comisura izquierda y es de senos pequeños y caderas angostas la que se ubica detrás de mi esta embarazada sin siquiera saberlo, delgada y pálida por las nauseas que ha tenido, la otra por supuesto parece tener el rostro más carismático de la noche, pero ninguna pone la libido de mi cuerpo en un mil por ciento, ni siquiera al ochenta y hombre, ¡Por Lucifer!, sino estoy en casa para joderme su culo, he venido aquí, no importa si me ven con el anillo que representa una boda que no tiene significado para mi.

Y como si fuera cuento, la princesa baja de los escalones, cruzando mirada con el apuesto príncipe, así es, mis orbes se tornan de un color ambarino al mirarle de pies a cabeza, sencilla, la piel pálida como la misma nieve, sonrío al ver que esa mirada mía aun es magnética pero tengo más bajo la manga – Ven y bebe conmigo – murmuro sin dejarle de ver… aunque las palabras correctas son otras.

‘Ven y disfruta esta noche de un mar de sensaciones que te llevaran a gritar mi nombre y recordarlo por el resto de tu vida, deja que mis manos te arrastren aun punto sin retorno, donde sentirás tocar el cielo y desfallecer como nunca antes alguien lo ha hecho contigo’

El burdel no era lo de antes me dieron ganas de preguntar quien estaba a cargo del burdel, por el amor de lo que sea esos estaba cambiando y las mujeres eran cada vez más atrevidas, el coqueteo de lejos con una miradita con la invitación a la piel era el mejor, tuve que levantarme apenas había escuchado el murmullo de la joven rubia cruzar en mi mente, me quite a las mujeres con palabras frías por estarme tocando, ¡Ya ni mi esposa hacía eso!, la busque con la mirada pero a pesar de ello estaba tan lejos de poder lograrlo es decir, era inconfundible que la perdí de vista…

Quería invitarle a un baile donde el sudor de su cuerpo se confundiera con mis ganas de poseerle, de morder su cuello y de hacerla mía hasta que el amanecer llegará, pensar en sus caderas chocar contra las mías, en sus besos responder a aquellos estímulos, mi cuerpo no puede sentir, pero si mi mente, quería ahogarme en esas sensaciones carnales, si, esos besos querida mía, apenas vislumbre la silueta femenina, los pechos bien formados mostrándose con ese jugo apetecible, morder su entrepierna, esa vena que estaba ahí… sería de lo más delicioso, quería que todos en el burdel escucharan sus gemidos al estarle complaciendo.

Los pasos sensuales me llevaron a esa mirada color cielo, a esos deseos, ella me deseaba tanto como yo a su piel y a sus placeres…-¿Tendré que repetirlo? –Murmure casi fue algo apagado pero si la mirada fueran mis manos, ella estaría ya desnuda ante todos y yo le haría salvajemente el amor con esa fuerza que solo un vampiro poseía…-Si te invite una copa era porque debíamos tomarla en privado –Susurre lo bastante al caminar hasta donde ella, tomar fuerzas e inclinarme dejando un susurro sensual que invadiera su sistema, mi lengua se fue a su lóbulo buscando juguetear para después separarme y mirar sus curvas.

¿Entonces, podrías tomar esa copa de vino a solas conmigo? –señale con la mirada la planta alta, bien, esa noche los placeres de la riqueza y pobreza los probaría en su piel deliciosamente deslizándose entre sabanas, entre nuestros cuerpo juntándose poco a poco en un baile sensual sin frenos, llegaríamos a un orgasmo más allá del experimentado, por primera vez alguien estaría dispuesta a complacerme y ser complacida por estas manos.

La clausura de la lujuria es la peor, la noche comienza con lamentos de sensualidad despacio, fuertes, desgarradores que te invitan a más y más, escucho los rumores de esa respiración afectada, aquellos suspiros que hacen fluir la cutre ciudad, pero aquella cortesana, lenta y dura como una piedra cree que no puedo sentir el calor, quisiera que la hiciera ceniza con el calor de mi cuerpo, que sus huesos se incineren con el calor de mi piel, que congele esos deseos candentes con los que se mueven, quisiera pasar las fronteras de su cuerpo, e incluso un abuso sería de lo más placentero, salvaje y golpeado sintiendo como la sangre recorre sus nalgas, como mis manos la azotan, eso la haría gemir sin dudas.

-Te recuerdo, que he venido a verte, que el atrevimiento esta en tu mirada y la mía que se vuelven cómplices, -con un tono bajo de voz pero sensual bastante audible –Tu carne pide el sabor salvaje de esta pasión incandescente, quieres que desate los demonios que se adentren en tu cuerpo que recorran con lasciva tu piel hasta que mueras de placer. –Ahora quiero que grite, no me muevo de la barra, sabe bien lo que quiero y deseo esos ojos la vigilan que si fueran caricias estaría desnuda, las sombras apenas gobiernan la ciudad, en un arrebato besaré esos labios los llevare a conocer esos placeres que mis amantes experimentan en otro nivel.

Incluso si espero como un loco enamorado de ese cuerpo y esas curvas cadenciosas, quiero que derrita el frío de mis manos con su cuerpo, que aquella dureza entre y salga de aquel cuerpo que lleva por dentro el sabor de la pasión, el deseo hecho realidad, quiero que sus gemidos inunden el lugar, por lo difícil vale la pena esperar, que sus manos recorran mi espalda que me inviten a más que saque esos gruñidos, que mis manos recorran esos vértices cuyas curvas invitan a la pasión.

No necesito la ropa, ni la tuya ni la mía, solo estos cuerpos, con esta desnudes con la que hemos sido creados, solo ese pedazo rico de sensualidad al ver tu piel nívea y fría lista para ser probada por mis labios, quiero dejar la humedad y el perfume en ellos, que aquel silencio se llene de vértigo y de vigor mientras nos hacemos dueños de la pasión, yo sé que quieres sentir mis manos recorrer tu cuerpo, hazme esperar pero atente al perro disfrazado de paciencia…

La noche era una rapsodia, como un baile de mascaras, algo que la fantasía desarrollaba a través de los deseos carnales, este pájaro negro llamado el cuervo había encontrado sus propio tesoro, un pajarillo hermoso, de color pálido que tenía un encanto que solo las diosas más hermosas le habían dado como disfrazas de ese cuerpo tan seductor, no, la culpa no era de aquel cuervo de tratar de seducir a su victima, para después saborearla entre un ritmo y vaivén tan excitante del cual ambos no podrían salir, era única la manera en la que las miradas se entrelazaban, ese azul cielo con ese verde naturaleza, quejumbrosos a un sueño del cual no podrían salir impugnes.

Una mirada, solo una mirada y la podía ver desmoronarse, entregarse a las provocaciones que su mente provocaba en aquellos deseos, deseaba tocar esa tersa piel y entregarse esa noche como nunca con nadie lo había hecho, el timbre de su voz masculino susurrando algo podía seducir incluso de esa manera, simplemente el verle atentamente, la poesía aquí jugaba un rol importante en sus palabras… Poco a poco fue siguiendo aquella figura que se escondía entre las telas, la piel que se dejaba ver estaba sudorosa, temblorosa y el aroma de aquel perfume ligero y seductor le hicieron cerrar los ojos de manera lenta, sintiendo que su seriedad era aquel punto erótico para tomar a alguien, saco una rosa color rojo de aquel abrigo blanco y comenzó a jugar con ella, desmoronándola entre sus manos, sintiendo la suavidad de sus pétalos, el como su fragancia se desprendía, era la simulación de aquel acto que deseaba emprender, escribir sobre aquel cuerpo, sentir que el deseo se enciende con unos besos…

Lentamente dibujo una sonrisa, delicada, sus orbes azules mostraban el ligero tinte de un depredador que no se daría por vencido, podía seducir a cualquiera de las mujeres que ahí estaban, podía hacer lo que se le diera la gana, incluso de iniciar una orgia sin hacer nada más que mirar, con el timbre de voz y misticismo en su persona podía lograr más de una cosa, incluso hoy la luna tintaba ese rojo pasión que deseaba en el cuerpo de alguien. La escuchó con atención, guardo sus palabras y su voz en lo más recóndito de su ser, mientas le veía, su torpeza, hizo que deseara un poco más aquella piel, dejo que los pétalos se esparcieran, enarcó una ceja por ese ultimo comentario, no dijo nada, asintió como resignado, pero de inmediato sus planes comenzaron a tomar ese color peculiar, cuando algo deseaba debía obtenerlo a toda costa.

Casi en lo que fue un parpadeo de un hombre él había subido aquellas escaleras, hasta esa habitación, guiado solo por el perfume de la cortesana, sus movimientos eran más rápidos que cualquier animal, que cualquier vampiro, pues sus milenios valían la pena, le observó cambiar aquella sabanas, siendo más silencioso que el viento, la luz era preciosa, en ese momento, simplemente se introdujo lentamente a la habitación, ella había encerrado esos deseos en un tocador barato, cerró la puerta pero el ruido no se escuchó, pues sorprenderla como una sombra escurridiza era la idea, de la nada, entro a aquel tocador, claro que se podía ver en el espejo, se acercó casi sin que ella se jactara de su presencia…-Te deseo, deseo tocar el punto exacto de la pasión que se desbordara en ti –Musito con pasión, con esa voz que invitaba al acto, mientras cubría sus ojos con la corbata que portaba, mientas la tomaba con fuerza por la cintura y el peso de su cuerpo se recargaba en el ajeno…-Te lo dije, no me hagas esperar, no ahora, no ahora que deseo que las mieles de tus curvas de deslicen en mi boca…-Hizo presión por su ella intentaba algo y su lengua siguió el camino de una traviesa gota que resbalaba por aquel cuello hasta su escote…