AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Brisas Veraniegas +18 (Analeigh Leisser)
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Brisas Veraniegas +18 (Analeigh Leisser)
-Una noche así no se debía desperdiciar al contrario debe aprovecharse en su totalidad…no lo crees Diègue-
Negué con la cabeza para evitar pensar un poco y evitar sentir aquello que sentía cuando dormía…al menos antes de salir a una misiva que se me había encomendado pero no era el único que tenía algo que hacer; en este caso una doble petición…y doble trabajo (si ya para uno era suficiente ahora los dos debíamos de hacerlo)
-Vamos hombre no te quedes ahí tirado en la cama además es mejor salir porque tengo muchas cosas que hacer para su excelencia y para ya sabes quién y no precisamente agradables así que con permiso-
Otra vez la sensación de mareos y la punzadas en mi cabeza además del revuelto en mi estomago
-otra vez lo hiciste no…porque me haces esto Theodor…si ambos íbamos a salir para ya sabes qué…porque no puedes esperar-
-No me dejas elección además ya te dije que tengo doble trabajo que hacer y no me gusta hacer solo trabajo también me quiero divertir y tú solo tienes medio trabajo así que andando-
Suspiré tratando de calmarme y quedarme en segundo plano solo observando por sus ojos siendo participe a sus acciones, sí ese era el trato con una que otra excepción pero esta vez él tenía las de ganar (casi siempre ganaba) aunque siempre nos escuchaban a los dos a la vez o nos miraban por medio de espejos debidamente preparados por magia.
-A dónde vamos y por qué la prisa por ir a aquel bar…que hay allá-
-Cállate me eres más útil cuando estas calladito Diègue, solo te diré que te mentí…este trabajo no es para su excelencia sino para uno de los tuyos de los reyes de cierto lugar me han llamado por una niña a la que debo ver esta noche…y aparte esta comitiva que ya leíste así que como ya te lo dije quédate satisfecho y cállate, déjame continuar con lo mío-
No me quedó más que guardar silencio y esperar o más bien silenciar la mente y esperar hasta llegar al lugar…la noche se veía más oscura tal vez era porque él estaba cerca o anda fuera rondando como un colector de almas acechando en las sombras esperando por ahí callado a que un inocente pasara por su camino y el pudiera echar mano de él con sus enseñanzas sacando beneficio propio de ello algo que iba en contra de la magia que yo practicaba
El aroma a ron y a vino mezclado con la fuerte sensación del apio vino a donde estaba…a donde me encontraba la mirada de las calles con aquellas mujeres acercándose a Theodor para ofrecerles sus servicios…los borrachos fornicando con ellas ahí en las sucias calles y dándoles luego su dinero…me parecía algo inapropiado para aquella jovencitas y damas…todo tan vulgar para denigrarlas…
-Vulgar, crees que es vulgar que traten así a una cortesana, vamos Die no seas imbécil son cortesanas, prostitutas, putas, como las quieras llamar menos damas o doncellas, déjate de idioteces y deja de pensar que si piensas también pienso-
-No son putas son cortesanas porque no tienen de otra solo eso…mmm…doncellas no pero igual son mujeres…está bien está bien dejaré de pensar y solo veré lo que debo ver-
Las calles se volvían más sombrías…cada vez más oscuras hasta que nos acercamos a una mujer algo andrajosa poco agradable a la vista y al olfato pero la sonrisa de Theodor y la forma de que encienda el cigarrillo delataba que era la mujer…
-Hola pequeña tu padre te busca y pide que no salgas más, si reincides tendrá que encerrarte en otro lugar que ya conoces y que no te gustará regresas, además no me obligues a tocarte ya que tú conoces como soy capaz de llevarte donde ellos, así que ándate tan rápido como puedas y espero no ser llamado de nuevo o para la próxima te cargaré-
La chica se alejaba caminando rápido e insultándole tal parecía que la joven había entendido aunque esa forma de Theodor de tratarlas no la compartía…al contrario lo detestaba más cuando me confundían con él…como si nuestras voces fueran las mismas…en eso siento el mover de sus pies…acaso iremos de otra cacería…sus ojos estaban cerrados, pero aun así podía ver el camino las calles y el pasar de la gente…en eso un letrero enorme que decía “Bienvenidos al Lapin Agile” era un burdel muy famoso y claro Theo al parecer sabía muy bien cómo llegar allí sin siquiera ver el camino…pero acaso será que ese lugar era el que teníamos que visitar…nuestra mente trabajaba ya sea individual o colectivamente…
-Die hermanito claro que este es el lugar, además aquí llegan la mayoría de las put, no cierto no te gusta que las llamé así, aquí llegan la mayoría de mujeres para ser cortesanas, y si es verdad, no creo que la mujer que buscamos este trabajando por su cuenta o en un burdel de mala muerte incluso en una taberna de último recurso, si es joven debe trabajar en los más vistosos pero si es vieja ahí si se irá a su último recurso; eso lógica hermanito solo lógica-
-Que lógica hay en eso…si lo que quieres es tener una noche…no le veo lógica…aunque puedes tener razón…la joven debe ser una muchacha de edad promedia, mucho más bella que nosotros juntos verdad?-
Sonreímos y seguimos adelante con el plan de “lógica” de Theodor
-Si no es así como dices, tomaré el control e iremos al más oculto de todos…solo por una corazonada-
Entramos al lugar, al parecer un lugar con clase y estilo uno de aquellas casas en donde el placer no era un plato de primera mesa…sino más bien la compañía y la vista y como no, sino habían mujeres desnudas en el centro representando el nacimiento de Athenea, otras mujeres en cambio representaban a Elena presentada a los troyanos, otras con ropa provocativa que deja ver sus piernas y senos, mientras que otras un poco más recatadas aunque sea un poco no más.
-Hermosas-
Que bellezas las mujeres estaban en todo su esplendor en toda su naturaleza de creación, como no admirar semejantes pilares de perfección…como no quedarse estupefactos ante semejantes figuras…mirara como las mirara siempre me parecerán las mejores criaturas de este mundo
-Manjares de perfección ante nuestros ojos incultos-
-No digas imbecilidades Die que son solo mujeres y nada más, mujeres con bellas figuras dispuestas a ser folladas o tomadas a gusto y paciencia de forma sutil o de forma atrevida-
Una sonrisa muy malvada se dibuja en los labios de nuestro cuerpo y el cigarro consumiéndose en sus manos…caminamos a una de las mesas para ver el espectáculo de actuación de una de las muchachas del lugar…una jovencita de apenas unos 16 años nos atendió dejando un bourbon en nuestra mesa…una vela en medio de esta y su costado un cenicero…otra silla enfrente nuestro…
-Ahora solo esperar y observar a todas las “damiselas” de este lugar-
-Observar…eso es fácil…-
En eso una hermosa muchacha de cabellos oscuros se nos acerca…muy guapa y con unos labios rosados muy fuertes…atrayentes…se sentó enfrente de nosotros…
-¿Que querrá?- pensamos juntos…
Negué con la cabeza para evitar pensar un poco y evitar sentir aquello que sentía cuando dormía…al menos antes de salir a una misiva que se me había encomendado pero no era el único que tenía algo que hacer; en este caso una doble petición…y doble trabajo (si ya para uno era suficiente ahora los dos debíamos de hacerlo)
-Vamos hombre no te quedes ahí tirado en la cama además es mejor salir porque tengo muchas cosas que hacer para su excelencia y para ya sabes quién y no precisamente agradables así que con permiso-
Otra vez la sensación de mareos y la punzadas en mi cabeza además del revuelto en mi estomago
-otra vez lo hiciste no…porque me haces esto Theodor…si ambos íbamos a salir para ya sabes qué…porque no puedes esperar-
-No me dejas elección además ya te dije que tengo doble trabajo que hacer y no me gusta hacer solo trabajo también me quiero divertir y tú solo tienes medio trabajo así que andando-
Suspiré tratando de calmarme y quedarme en segundo plano solo observando por sus ojos siendo participe a sus acciones, sí ese era el trato con una que otra excepción pero esta vez él tenía las de ganar (casi siempre ganaba) aunque siempre nos escuchaban a los dos a la vez o nos miraban por medio de espejos debidamente preparados por magia.
-A dónde vamos y por qué la prisa por ir a aquel bar…que hay allá-
-Cállate me eres más útil cuando estas calladito Diègue, solo te diré que te mentí…este trabajo no es para su excelencia sino para uno de los tuyos de los reyes de cierto lugar me han llamado por una niña a la que debo ver esta noche…y aparte esta comitiva que ya leíste así que como ya te lo dije quédate satisfecho y cállate, déjame continuar con lo mío-
No me quedó más que guardar silencio y esperar o más bien silenciar la mente y esperar hasta llegar al lugar…la noche se veía más oscura tal vez era porque él estaba cerca o anda fuera rondando como un colector de almas acechando en las sombras esperando por ahí callado a que un inocente pasara por su camino y el pudiera echar mano de él con sus enseñanzas sacando beneficio propio de ello algo que iba en contra de la magia que yo practicaba
El aroma a ron y a vino mezclado con la fuerte sensación del apio vino a donde estaba…a donde me encontraba la mirada de las calles con aquellas mujeres acercándose a Theodor para ofrecerles sus servicios…los borrachos fornicando con ellas ahí en las sucias calles y dándoles luego su dinero…me parecía algo inapropiado para aquella jovencitas y damas…todo tan vulgar para denigrarlas…
-Vulgar, crees que es vulgar que traten así a una cortesana, vamos Die no seas imbécil son cortesanas, prostitutas, putas, como las quieras llamar menos damas o doncellas, déjate de idioteces y deja de pensar que si piensas también pienso-
-No son putas son cortesanas porque no tienen de otra solo eso…mmm…doncellas no pero igual son mujeres…está bien está bien dejaré de pensar y solo veré lo que debo ver-
Las calles se volvían más sombrías…cada vez más oscuras hasta que nos acercamos a una mujer algo andrajosa poco agradable a la vista y al olfato pero la sonrisa de Theodor y la forma de que encienda el cigarrillo delataba que era la mujer…
-Hola pequeña tu padre te busca y pide que no salgas más, si reincides tendrá que encerrarte en otro lugar que ya conoces y que no te gustará regresas, además no me obligues a tocarte ya que tú conoces como soy capaz de llevarte donde ellos, así que ándate tan rápido como puedas y espero no ser llamado de nuevo o para la próxima te cargaré-
La chica se alejaba caminando rápido e insultándole tal parecía que la joven había entendido aunque esa forma de Theodor de tratarlas no la compartía…al contrario lo detestaba más cuando me confundían con él…como si nuestras voces fueran las mismas…en eso siento el mover de sus pies…acaso iremos de otra cacería…sus ojos estaban cerrados, pero aun así podía ver el camino las calles y el pasar de la gente…en eso un letrero enorme que decía “Bienvenidos al Lapin Agile” era un burdel muy famoso y claro Theo al parecer sabía muy bien cómo llegar allí sin siquiera ver el camino…pero acaso será que ese lugar era el que teníamos que visitar…nuestra mente trabajaba ya sea individual o colectivamente…
-Die hermanito claro que este es el lugar, además aquí llegan la mayoría de las put, no cierto no te gusta que las llamé así, aquí llegan la mayoría de mujeres para ser cortesanas, y si es verdad, no creo que la mujer que buscamos este trabajando por su cuenta o en un burdel de mala muerte incluso en una taberna de último recurso, si es joven debe trabajar en los más vistosos pero si es vieja ahí si se irá a su último recurso; eso lógica hermanito solo lógica-
-Que lógica hay en eso…si lo que quieres es tener una noche…no le veo lógica…aunque puedes tener razón…la joven debe ser una muchacha de edad promedia, mucho más bella que nosotros juntos verdad?-
Sonreímos y seguimos adelante con el plan de “lógica” de Theodor
-Si no es así como dices, tomaré el control e iremos al más oculto de todos…solo por una corazonada-
Entramos al lugar, al parecer un lugar con clase y estilo uno de aquellas casas en donde el placer no era un plato de primera mesa…sino más bien la compañía y la vista y como no, sino habían mujeres desnudas en el centro representando el nacimiento de Athenea, otras mujeres en cambio representaban a Elena presentada a los troyanos, otras con ropa provocativa que deja ver sus piernas y senos, mientras que otras un poco más recatadas aunque sea un poco no más.
-Hermosas-
Que bellezas las mujeres estaban en todo su esplendor en toda su naturaleza de creación, como no admirar semejantes pilares de perfección…como no quedarse estupefactos ante semejantes figuras…mirara como las mirara siempre me parecerán las mejores criaturas de este mundo
-Manjares de perfección ante nuestros ojos incultos-
-No digas imbecilidades Die que son solo mujeres y nada más, mujeres con bellas figuras dispuestas a ser folladas o tomadas a gusto y paciencia de forma sutil o de forma atrevida-
Una sonrisa muy malvada se dibuja en los labios de nuestro cuerpo y el cigarro consumiéndose en sus manos…caminamos a una de las mesas para ver el espectáculo de actuación de una de las muchachas del lugar…una jovencita de apenas unos 16 años nos atendió dejando un bourbon en nuestra mesa…una vela en medio de esta y su costado un cenicero…otra silla enfrente nuestro…
-Ahora solo esperar y observar a todas las “damiselas” de este lugar-
-Observar…eso es fácil…-
En eso una hermosa muchacha de cabellos oscuros se nos acerca…muy guapa y con unos labios rosados muy fuertes…atrayentes…se sentó enfrente de nosotros…
-¿Que querrá?- pensamos juntos…
Diègue Theodor Döhler- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 09/11/2011
Localización : Silicia
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Re: Brisas Veraniegas +18 (Analeigh Leisser)
La noche en el Burdel había comenzado nuevamente. Pero para todas las que trabajamos allí el trabajo comenzaba mucho antes que las puertas de la casa de placer –como algunas le llamaban- se abriesen a todo público –bueno, a todo el que pudiese costearlo-.
La recamara donde todas las chicas solían alistarse comenzaba a verse invadida desde horas de la tarde. Un escenario lleno de espejos, vestimentas, perfumes y mas cosas que activaban todos y cada uno de los sentidos de cualquiera que se adentrase allí. Pero para fortuna de nadie, solamente las trabajadoras del Burdel teníamos acceso a aquel espacio.
La cotidianeidad del lujoso establecimiento no solamente se veía renovada por los nuevos rostros que arribaban cada día, o por las curiosas peticiones que llegaban a receptivos oídos de las cortesanas. También existían diferentes tipos de shows por parte de algunas chicas del lugar, generalmente aquellas que poseían aptitudes o gajes de bailarinas, cantantes o actrices.
Entremeses para que los clientes disfrutasen de una copa y se distendiesen de sus problemas al compas de la música y los bailes can-can. Después de todo, dentro del Burdel no solamente se vendía sexo, había muchas mas opciones que eran claramente opacadas por el negocio principal, pero no por eso dejaban de existir.
Era normal que llegasen clientes con la simple intención de disfrutar de un momento ameno en buena compañía, compartiendo risas y una agradable charla. También existían aquellos que más que eso, solo deseaban descansar un poco entre los tersos brazos de una mujer. Y nunca faltaban aquellos que teniendo en mente una noche de sexo salvaje, eran consumidos por los nervios y terminaban yéndose tras pagar algo que ni siquiera eran capaces de concretar. Oh sí, en el Burdel había espacio para mucho más que simple sexo.
Y hablando sobre cotidianeidad, había alguien que estaba muy enlazada con ese concepto; yo.
Desde que había ingresado al Burdel, tras no conseguir empleo en ningún otro sitio –tal vez por el simple hecho de no ser parisina- siempre esperaba a que los clientes se me acercasen. Quizás todo radicaba en que confiaba demasiado en que la belleza poseída traería siempre la presa hacia mí. Pero la realidad era otra, algo compleja de asumir.
Llevaba tantos meses siendo cortesana sin sentirme una. Y no era por el simple hecho de querer sentirme diferente a las demás, no. Es que si lo era. Desde las costumbres adoptadas en la infancia, hasta la forma de expresarme con los demás, pasando por el sentir interno y la atadura al oficio que solo se debía para conseguir un mejor bienestar y finalmente comenzar a palpar cada una de las metas añoradas en mi cabeza. Esas que se centraban en la estabilidad económica, con un esposo e hijos a los cuales servir y muy distantes eran de vivir para siempre complaciendo a los hombres por dinero y codicia.
“Hoy debería ser el día del cambio” sentencie mentalmente. Y era cierto. Las metas se alcanzaban a través de acciones y no solamente de fe. Si quería ahorrar el dinero suficiente para marcharme del Burdel debía conseguirlo. Y precisamente sentada esperando a que algún cliente se me acercase no era la forma. Yo debía dar el paso y abordar con mis atributos a quien se me antojase. Porque era capaz de eso y más, sobre todo cuando en mente y alma tenía grabado el porqué de aquellas acciones. Todo sea por un bien mayor, así que manos a la obra.
Acomode el ajustado corset negro que vestía a la par que mis ojos contemplaban el panorama general del Burdel. Algunas de las chicas ya yacían en las faldas de aquellos que gastarían su dinero en todos y cada uno de los fetiches que desearan saciar. Otras despojaban resonantes risas, adulando los incomprensibles chistes de aquellos que se situaban en las barras.
¿Y yo? Yo había puesto mis esmeraldinos orbes sobre un solitario joven recién arribado, que tomaba asiento en una de las mesas, acompañado solamente de una botella de vino.
Serenamente me acerque a su ubicación y llenando los pulmones de aire me atreví finalmente a dar el paso y abordarle antes de que otra lo hiciera.
Tomé asiento frente a sí y con una leve sonrisa pose mis ojos en lo suyos - Buenas noches Monsieur – proferí con aquel tono generalmente utilizado en las presentaciones protocolares de las clases altas. Si tenía que poner todas las cartas en la mesa para reflejar que era el mejor partido de aquel lugar, lo haría sin temor alguno. Y sin duda la delicadez y refinamiento en cada uno de mis accionares era algo que me caracterizaba.
- Me atrevería a suponer que ha venido con intención de disfrutar el espectáculo de danza Can-Can que se dará esta noche ¿O simplemente me equivoco en esta ocasión? – cuestioné serenamente, acariciando con leve sensualidad aquella larga cabellera negra que recaía grácilmente sobre mis blanquecinos y tersos hombros desprotegidos. Mis ojos se mantenían inocentemente sobre el caballero esperando su reacción. Si todo salía como lo planeado, estaba a un paso menos de aquella añorada meta personal.
La recamara donde todas las chicas solían alistarse comenzaba a verse invadida desde horas de la tarde. Un escenario lleno de espejos, vestimentas, perfumes y mas cosas que activaban todos y cada uno de los sentidos de cualquiera que se adentrase allí. Pero para fortuna de nadie, solamente las trabajadoras del Burdel teníamos acceso a aquel espacio.
La cotidianeidad del lujoso establecimiento no solamente se veía renovada por los nuevos rostros que arribaban cada día, o por las curiosas peticiones que llegaban a receptivos oídos de las cortesanas. También existían diferentes tipos de shows por parte de algunas chicas del lugar, generalmente aquellas que poseían aptitudes o gajes de bailarinas, cantantes o actrices.
Entremeses para que los clientes disfrutasen de una copa y se distendiesen de sus problemas al compas de la música y los bailes can-can. Después de todo, dentro del Burdel no solamente se vendía sexo, había muchas mas opciones que eran claramente opacadas por el negocio principal, pero no por eso dejaban de existir.
Era normal que llegasen clientes con la simple intención de disfrutar de un momento ameno en buena compañía, compartiendo risas y una agradable charla. También existían aquellos que más que eso, solo deseaban descansar un poco entre los tersos brazos de una mujer. Y nunca faltaban aquellos que teniendo en mente una noche de sexo salvaje, eran consumidos por los nervios y terminaban yéndose tras pagar algo que ni siquiera eran capaces de concretar. Oh sí, en el Burdel había espacio para mucho más que simple sexo.
Y hablando sobre cotidianeidad, había alguien que estaba muy enlazada con ese concepto; yo.
Desde que había ingresado al Burdel, tras no conseguir empleo en ningún otro sitio –tal vez por el simple hecho de no ser parisina- siempre esperaba a que los clientes se me acercasen. Quizás todo radicaba en que confiaba demasiado en que la belleza poseída traería siempre la presa hacia mí. Pero la realidad era otra, algo compleja de asumir.
Llevaba tantos meses siendo cortesana sin sentirme una. Y no era por el simple hecho de querer sentirme diferente a las demás, no. Es que si lo era. Desde las costumbres adoptadas en la infancia, hasta la forma de expresarme con los demás, pasando por el sentir interno y la atadura al oficio que solo se debía para conseguir un mejor bienestar y finalmente comenzar a palpar cada una de las metas añoradas en mi cabeza. Esas que se centraban en la estabilidad económica, con un esposo e hijos a los cuales servir y muy distantes eran de vivir para siempre complaciendo a los hombres por dinero y codicia.
“Hoy debería ser el día del cambio” sentencie mentalmente. Y era cierto. Las metas se alcanzaban a través de acciones y no solamente de fe. Si quería ahorrar el dinero suficiente para marcharme del Burdel debía conseguirlo. Y precisamente sentada esperando a que algún cliente se me acercase no era la forma. Yo debía dar el paso y abordar con mis atributos a quien se me antojase. Porque era capaz de eso y más, sobre todo cuando en mente y alma tenía grabado el porqué de aquellas acciones. Todo sea por un bien mayor, así que manos a la obra.
Acomode el ajustado corset negro que vestía a la par que mis ojos contemplaban el panorama general del Burdel. Algunas de las chicas ya yacían en las faldas de aquellos que gastarían su dinero en todos y cada uno de los fetiches que desearan saciar. Otras despojaban resonantes risas, adulando los incomprensibles chistes de aquellos que se situaban en las barras.
¿Y yo? Yo había puesto mis esmeraldinos orbes sobre un solitario joven recién arribado, que tomaba asiento en una de las mesas, acompañado solamente de una botella de vino.
Serenamente me acerque a su ubicación y llenando los pulmones de aire me atreví finalmente a dar el paso y abordarle antes de que otra lo hiciera.
Tomé asiento frente a sí y con una leve sonrisa pose mis ojos en lo suyos - Buenas noches Monsieur – proferí con aquel tono generalmente utilizado en las presentaciones protocolares de las clases altas. Si tenía que poner todas las cartas en la mesa para reflejar que era el mejor partido de aquel lugar, lo haría sin temor alguno. Y sin duda la delicadez y refinamiento en cada uno de mis accionares era algo que me caracterizaba.
- Me atrevería a suponer que ha venido con intención de disfrutar el espectáculo de danza Can-Can que se dará esta noche ¿O simplemente me equivoco en esta ocasión? – cuestioné serenamente, acariciando con leve sensualidad aquella larga cabellera negra que recaía grácilmente sobre mis blanquecinos y tersos hombros desprotegidos. Mis ojos se mantenían inocentemente sobre el caballero esperando su reacción. Si todo salía como lo planeado, estaba a un paso menos de aquella añorada meta personal.
Analeigh Leisser- Mensajes : 180
Fecha de inscripción : 28/06/2011
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Re: Brisas Veraniegas +18 (Analeigh Leisser)
La voz de la joven era cálida y dulce…una voz angelical…fina y culta demostraba ser al menos para nuestros ojos…
--¿Qué? Estás loco, para mi no es más que una puta más eso es todo deja de decir imbecilidades Die--
Y como iba diciendo…la joven mujer tenía una figura hermosa, una voz melodiosa, una piel de seda, un cabello atrayente como la noche y las penumbras que su hermosa mente puede albergar y unos ojos llamativos tan llamativos y resplandecientes como la misma luna, como si fueran los alumbradores para cualquier hombre que en tinieblas se hallara…
--Es solo una mujer, nada más, deja de verlas como si fueran ángeles o criaturas perfectas--
-No lo ves…son unos ángeles y a la vez son las criaturas más perfectas…quien no quisiera poseer semejante obra de la creación…con semejante cuerpo…con su hermosa alma por debajo de su tersa y dulce piel, tan solo hecha para recibir los besos más cálidos de todos…que sea tratada como una flor delicada y dulce y así ser depositada en una cama llena de petalos que adornaría al mayor pétalo hermoso, su figura…contrastada con la delicadeza de sus manos y la finura de sus piernas…dejando atrás así su hermosa silueta que sin duda debe estar plasmada en alguna obra de arte…-
-Creo que tengo ganas de vomitar por todo, acaso habrá alguna, una sola vez que no poetices con respecto a las mujeres, además quien la tomará tu o yo, o mejor dicho porque no nos turnamos-
Arqueas las cejas mientras sonríes a la joven…nuestras voces las escuchamos solo nosotros quedando como eso…pensamientos mutuos…pero la pregunta era…¿la voz de quien se dejaría escuchar? Si era la Theodor sería un poco directo…por no decir que sería muy directo en proponer cualquier cosa a la joven arruinando así nuestra “misión” así que eso suponía…
--…solo por esta vez ganas--
Entonces sí sería yo quien tendría el control, al menos por unos momentos hasta que consideremos necesario cambiar o hasta que Theo deseara salir…cerramos los ojos para sentir el cambio de almas…mi cuerpo…¡oh mi cuerpo! con cada intercambio se sentía la desconexión de almas dejándolo inerte por cuestión de segundos…solo hasta sentir el alma del nuevo titiritero…que lleva al cuerpo a su estado normal sin que nadie lo note…
-Buena noche señorita…bueno digamos que se equivoca y a la vez no se equivoca…, he venido porque no quería pasar en casa haciendo lo de siempre y tampoco quise trabajar así que escuché por ahí que anunciaban un gran show esta noche en el burdel…así que vine a admirar la belleza humana en el cuerpo de las bellas damas-
Sonreímos amablemente y tomamos su mano dejando un beso en el dorso de ella, mirándole a los ojos haciendo una ligera pleitesía con el rostro mientras los instrumentos y el maestro de la orquesta anunciaba el inicio de la música…los hombres se acomodaban junto a sus acompañantes hombres y mujeres…mi mirada iba y venía entre el escenario y mi nueva acompañante…
-Una belleza digna de admirar-
Oh no….lo dije en voz alta que tonto de mi parte dejarme llevar por el momento pero al menos la joven creería que me refería al show…sonreí tontamente tomando mi bebida…para evitar algún mal entendido
--Que tonto eres, dejar que tus pensamientos salgan por tu boca, que bocaza que eres Die, dame solo 5, cinco minutos y verás que me la llevo a la cama--
-No…porque ser groseros y atrevidos cuando podemos ser dulces y pacientes-
La música comenzó a sonar más fuerte dando inicio a la presentación de las jovencitas con sus faldas tomadas por sus manos, sus tocados tan bellos con plumas adornado entre sus cabellos, su labios rojos intensos, sus piernas blancas, negras, doradas, simplemente hermosa piel que se deja ver a los ojos de los hombres y mujeres que buscan más que un placer un deseo inacabado e irremplazable…que nunca acaba ni cesa más bien siempre pedirá más y más de esos deseos…
-Cierto disculpe mi falta de caballerosidad Señorita…-
--Porque callas, no dirás tu nombre--
-Cual digo…si lo sé…sé que ahora soy Diègue…pero cuando tu salgas que dirá de Diègue…?-
--Por qué siempre debo hacer todo por los dos dime, si salgo es fácil que se dará cuenta por nuestra voz, la tuya es más aguda, como suave, pero la mía es más grave y no solo eso recuerda nuestros ojos, azules y miel, no seas tonto no pasará nada di tu nombre--
-Pero si no se da cuenta…-
--Fácil le diré mi nombre y listo y le explico lo que somos ya no seas imbécil y dile tu maldito nombre--
-Me llamo Diègue Döhler señorita…mucho gusto…puedo invitarle esta noche una copa de bebida para poder apreciar mejor el show…claro si no lo ve impertinente de mi parte incluso el preguntar el nombre de la hermosa flor que me acompaña esta noche-
Le guiñamos el ojo y nos relamemos los labios pero…espera…no…no era yo, era Theodor los dos juntos en ese momento….
-Oye que te pasa que haces-
--Lo que tú no haces idiota, acelerando todo y dándole a entender lo que puede ganar con nosotros--
-hmmm…si tú lo dices…pero no lo hagas tan…tan…tan tú de acuerdo-
--Maldito--
El show continua los hombres aplauden…las mujeres se relamen los labios…algunos sobrenaturales observan expectantes a las muchachas…como una cazador ante la presa…las meseras y meseros dejando bebidas e insinuaciones quedándose unos y unas sobre las piernas de quien requiera sus servicios…sonreímos otra vez haciendo un movimiento con la muñeca a manera de saludo reverencial…esperando a que aquella diosa de la perfección nos deje ver que más oculta tras su hermosa piel…
--¿Qué? Estás loco, para mi no es más que una puta más eso es todo deja de decir imbecilidades Die--
Y como iba diciendo…la joven mujer tenía una figura hermosa, una voz melodiosa, una piel de seda, un cabello atrayente como la noche y las penumbras que su hermosa mente puede albergar y unos ojos llamativos tan llamativos y resplandecientes como la misma luna, como si fueran los alumbradores para cualquier hombre que en tinieblas se hallara…
--Es solo una mujer, nada más, deja de verlas como si fueran ángeles o criaturas perfectas--
-No lo ves…son unos ángeles y a la vez son las criaturas más perfectas…quien no quisiera poseer semejante obra de la creación…con semejante cuerpo…con su hermosa alma por debajo de su tersa y dulce piel, tan solo hecha para recibir los besos más cálidos de todos…que sea tratada como una flor delicada y dulce y así ser depositada en una cama llena de petalos que adornaría al mayor pétalo hermoso, su figura…contrastada con la delicadeza de sus manos y la finura de sus piernas…dejando atrás así su hermosa silueta que sin duda debe estar plasmada en alguna obra de arte…-
-Creo que tengo ganas de vomitar por todo, acaso habrá alguna, una sola vez que no poetices con respecto a las mujeres, además quien la tomará tu o yo, o mejor dicho porque no nos turnamos-
Arqueas las cejas mientras sonríes a la joven…nuestras voces las escuchamos solo nosotros quedando como eso…pensamientos mutuos…pero la pregunta era…¿la voz de quien se dejaría escuchar? Si era la Theodor sería un poco directo…por no decir que sería muy directo en proponer cualquier cosa a la joven arruinando así nuestra “misión” así que eso suponía…
--…solo por esta vez ganas--
Entonces sí sería yo quien tendría el control, al menos por unos momentos hasta que consideremos necesario cambiar o hasta que Theo deseara salir…cerramos los ojos para sentir el cambio de almas…mi cuerpo…¡oh mi cuerpo! con cada intercambio se sentía la desconexión de almas dejándolo inerte por cuestión de segundos…solo hasta sentir el alma del nuevo titiritero…que lleva al cuerpo a su estado normal sin que nadie lo note…
-Buena noche señorita…bueno digamos que se equivoca y a la vez no se equivoca…, he venido porque no quería pasar en casa haciendo lo de siempre y tampoco quise trabajar así que escuché por ahí que anunciaban un gran show esta noche en el burdel…así que vine a admirar la belleza humana en el cuerpo de las bellas damas-
Sonreímos amablemente y tomamos su mano dejando un beso en el dorso de ella, mirándole a los ojos haciendo una ligera pleitesía con el rostro mientras los instrumentos y el maestro de la orquesta anunciaba el inicio de la música…los hombres se acomodaban junto a sus acompañantes hombres y mujeres…mi mirada iba y venía entre el escenario y mi nueva acompañante…
-Una belleza digna de admirar-
Oh no….lo dije en voz alta que tonto de mi parte dejarme llevar por el momento pero al menos la joven creería que me refería al show…sonreí tontamente tomando mi bebida…para evitar algún mal entendido
--Que tonto eres, dejar que tus pensamientos salgan por tu boca, que bocaza que eres Die, dame solo 5, cinco minutos y verás que me la llevo a la cama--
-No…porque ser groseros y atrevidos cuando podemos ser dulces y pacientes-
La música comenzó a sonar más fuerte dando inicio a la presentación de las jovencitas con sus faldas tomadas por sus manos, sus tocados tan bellos con plumas adornado entre sus cabellos, su labios rojos intensos, sus piernas blancas, negras, doradas, simplemente hermosa piel que se deja ver a los ojos de los hombres y mujeres que buscan más que un placer un deseo inacabado e irremplazable…que nunca acaba ni cesa más bien siempre pedirá más y más de esos deseos…
-Cierto disculpe mi falta de caballerosidad Señorita…-
--Porque callas, no dirás tu nombre--
-Cual digo…si lo sé…sé que ahora soy Diègue…pero cuando tu salgas que dirá de Diègue…?-
--Por qué siempre debo hacer todo por los dos dime, si salgo es fácil que se dará cuenta por nuestra voz, la tuya es más aguda, como suave, pero la mía es más grave y no solo eso recuerda nuestros ojos, azules y miel, no seas tonto no pasará nada di tu nombre--
-Pero si no se da cuenta…-
--Fácil le diré mi nombre y listo y le explico lo que somos ya no seas imbécil y dile tu maldito nombre--
-Me llamo Diègue Döhler señorita…mucho gusto…puedo invitarle esta noche una copa de bebida para poder apreciar mejor el show…claro si no lo ve impertinente de mi parte incluso el preguntar el nombre de la hermosa flor que me acompaña esta noche-
Le guiñamos el ojo y nos relamemos los labios pero…espera…no…no era yo, era Theodor los dos juntos en ese momento….
-Oye que te pasa que haces-
--Lo que tú no haces idiota, acelerando todo y dándole a entender lo que puede ganar con nosotros--
-hmmm…si tú lo dices…pero no lo hagas tan…tan…tan tú de acuerdo-
--Maldito--
El show continua los hombres aplauden…las mujeres se relamen los labios…algunos sobrenaturales observan expectantes a las muchachas…como una cazador ante la presa…las meseras y meseros dejando bebidas e insinuaciones quedándose unos y unas sobre las piernas de quien requiera sus servicios…sonreímos otra vez haciendo un movimiento con la muñeca a manera de saludo reverencial…esperando a que aquella diosa de la perfección nos deje ver que más oculta tras su hermosa piel…
Diègue Theodor Döhler- Hechicero/Realeza
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Re: Brisas Veraniegas +18 (Analeigh Leisser)
Siempre había de aquellos clientes que, cuando se veían obstaculizados en sus labores –generalmente relacionadas a los campos de la creatividad, tales como la escritura y otras artes- se acercaban al Burdel con la simple intención de despejar sus mentes. Esos pasantes casualmente hacían algo más que beber, observar el espectáculo y luego marcharse a sus hogares, esperando la distracción les sirviese de algo para al otro día continuar con su estancada labor de forma mas fluida.
- Puedo asegurarle que aquí disfrutará mucho más de lo que en su hogar hoy, moniseur – conteste a aquellos vocablos ajenos que me daban aviso de que el particular caballero posiblemente era uno de aquellos atascados artistas.
Ahí es donde nuevamente la plena convicción entraba en juego.
Sí asumía que el hombre solamente buscaba una copa y un poco de entretenimiento meramente visual, debía ponerme en campaña nuevamente para buscar a alguien que ofreciera unos cuantos francos más que me acercarían al escape, al ahorro necesario para abandonar el Burdel.
Por otra parte, si lo que valía esa noche era demostrar el cambio al que deseaba someterme en son de mejorar mis ganancias para hacer mas cercanas mis metas a futuro, lo mas conveniente era llevar de alguna forma a aquel hombre a pensar que la decisión mas certera para fomentar su distracción era gastar una buena suma con y para conmigo.
Moví los maquillados labios de un lado a otro en una tonta mueca reflejante de mi indecisión. Posteriormente sonreí, cuando las palabras de aquel caballero advertían de su interés por la belleza del espectáculo, o eso había creído entender entre el poderoso resonar de la orquesta que anunciaba el comienzo del corto show, donde la carne, la elegancia, el brillo y la femineidad se mezclaban majestuosamente con la música y el arte de la danza pecaminosa, esa que dejaba
entrever la picardía de las chicas en sus provocativos atuendos llenos de brillantes y plumas.
La cortina de terciopelo bordeaux del escenario se cerro al preciso instante que la música ceso y también con ello mi tiempo para decidir que hacer. Pose nuevamente mi mirada en aquel bien parecido hombre, recordándole no había olvidado su presencia en absoluto. Ya era más que sabido que a los clientes les gustaba sentir esa cosa de ser el centro de atención de las chicas que le acompañasen.
Su presentación llamo mi atención, pocos de los arribados al establecimiento promovían sus nombres con tanta simplicidad. A veces por el simple temor a que les chantajeamos. Otras por aquella persecución interna que les hace pensar que solo pronunciar sus nombres, proporcionara tal acto de magia capaz de hacerles aparecer frente a si a la viva imagen de sus esposas o mujeres. ¡Ay los hombres! Tan valientes para engañar el sagrado juramento de matrimonio y tan cobardes para pronunciar su verdadero nombre frente a una extraña cualquiera.
Pero no, aquel gallardo no era como otros y eso fue la cuota que me hizo seguir allí sentada, confiada en que de él podría adquirir eso que deseada, cambios –paradójicamente- de lo que el deseara.
- Un verdadero placer conocerle Monsieur Döhler. Mi nombre es Analeigh, pero bien puede llamarme Ana. Y con todo gusto acepto su invitación, más me atrevería a recomendarle un espectáculo que quizás capte mas su atención y que lo lleva usted y a mi como únicos protagonistas – tras la presentación, aquellas otras palabras afloraron sin ser reflexionadas, de lo contrario nunca hubiesen escapado de mis labios ¡Vaya Analeigh! Me estaba tomando muy en serio aquello del cambio, que a esas alturas parecía ser todo lo contrario a lo que en verdad era. Pero todo ya sea por un bien mayor.
Recibí aquel guiño con una picara sonrisa que servía como mero validador hacia el caballero de que éste podría entrar tomar confianza conmigo sin ningún problema. Creo su sinceridad había ganado aquella recompensa. Ahora yo tenia que ganar la suya.
- Puedo asegurarle que aquí disfrutará mucho más de lo que en su hogar hoy, moniseur – conteste a aquellos vocablos ajenos que me daban aviso de que el particular caballero posiblemente era uno de aquellos atascados artistas.
Ahí es donde nuevamente la plena convicción entraba en juego.
Sí asumía que el hombre solamente buscaba una copa y un poco de entretenimiento meramente visual, debía ponerme en campaña nuevamente para buscar a alguien que ofreciera unos cuantos francos más que me acercarían al escape, al ahorro necesario para abandonar el Burdel.
Por otra parte, si lo que valía esa noche era demostrar el cambio al que deseaba someterme en son de mejorar mis ganancias para hacer mas cercanas mis metas a futuro, lo mas conveniente era llevar de alguna forma a aquel hombre a pensar que la decisión mas certera para fomentar su distracción era gastar una buena suma con y para conmigo.
Moví los maquillados labios de un lado a otro en una tonta mueca reflejante de mi indecisión. Posteriormente sonreí, cuando las palabras de aquel caballero advertían de su interés por la belleza del espectáculo, o eso había creído entender entre el poderoso resonar de la orquesta que anunciaba el comienzo del corto show, donde la carne, la elegancia, el brillo y la femineidad se mezclaban majestuosamente con la música y el arte de la danza pecaminosa, esa que dejaba
entrever la picardía de las chicas en sus provocativos atuendos llenos de brillantes y plumas.
La cortina de terciopelo bordeaux del escenario se cerro al preciso instante que la música ceso y también con ello mi tiempo para decidir que hacer. Pose nuevamente mi mirada en aquel bien parecido hombre, recordándole no había olvidado su presencia en absoluto. Ya era más que sabido que a los clientes les gustaba sentir esa cosa de ser el centro de atención de las chicas que le acompañasen.
Su presentación llamo mi atención, pocos de los arribados al establecimiento promovían sus nombres con tanta simplicidad. A veces por el simple temor a que les chantajeamos. Otras por aquella persecución interna que les hace pensar que solo pronunciar sus nombres, proporcionara tal acto de magia capaz de hacerles aparecer frente a si a la viva imagen de sus esposas o mujeres. ¡Ay los hombres! Tan valientes para engañar el sagrado juramento de matrimonio y tan cobardes para pronunciar su verdadero nombre frente a una extraña cualquiera.
Pero no, aquel gallardo no era como otros y eso fue la cuota que me hizo seguir allí sentada, confiada en que de él podría adquirir eso que deseada, cambios –paradójicamente- de lo que el deseara.
- Un verdadero placer conocerle Monsieur Döhler. Mi nombre es Analeigh, pero bien puede llamarme Ana. Y con todo gusto acepto su invitación, más me atrevería a recomendarle un espectáculo que quizás capte mas su atención y que lo lleva usted y a mi como únicos protagonistas – tras la presentación, aquellas otras palabras afloraron sin ser reflexionadas, de lo contrario nunca hubiesen escapado de mis labios ¡Vaya Analeigh! Me estaba tomando muy en serio aquello del cambio, que a esas alturas parecía ser todo lo contrario a lo que en verdad era. Pero todo ya sea por un bien mayor.
Recibí aquel guiño con una picara sonrisa que servía como mero validador hacia el caballero de que éste podría entrar tomar confianza conmigo sin ningún problema. Creo su sinceridad había ganado aquella recompensa. Ahora yo tenia que ganar la suya.
Analeigh Leisser- Mensajes : 180
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Re: Brisas Veraniegas +18 (Analeigh Leisser)
--Joder esto es de lo que hablaba, esta chica es fuego, dinamita pura Die, déjame, déjame, joder déjame salir, déjame ser yo quien la tome--
-Cálmate Theo…solo está siendo amable…- sonrío
--Joder, si eso es amable déjame que sea yo quien se lo retribuya, no me digas que no ves, no hueles o sientes el aroma de la mujer--
-Lo que siento es una Dama frente a un lobos con dos rostros…la vamos a asustar…cálmate ya-
--auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu--
Las palabras de la mujer nos habían inquietado y más a Theodor que estaba loco por salir y ser el primero en tomar la mano de la dama y dejar el beso que dejé en su dorso…las cosas que había que ver, la música terminó…el encantó cayo de repente pero aún con el ritmo de la noche se mantuvo gracias al maestro que no dejaba de tocar las melodía más ansiadas del lugar…que hacían que el cuerpo de uno se sienta a gusto, en confianza con la energía de las bellas compañías que se tenía…
La música sonaba fuerte…notando el estado de animo de ambos…confuso y agitado, deseoso pero calmado…sus ojos eran devorados por los nuestros en un intento por mantener a la bestia encerrada (y no metafóricamente hablando sino porque tenía a la bestia en mi mente tratando de salir a todo costo)…pero aun así me acerqué a la joven mirándole tomando más entre mis manos su hermosa mano cual regalo de los dioses…mis labios se fueron acercando hasta llegar un poco más arriba de su dorso casi hasta al mitad del recorrido de piel.
-No lo hagas-
--¿Porque no?, ella quiere ganar dinero y tengo para gastarlo--
El color de los ojos había cambiado, ya no eran aquellos azules cristalinos, eran más bien negros…pero en este caso estaba el color de la miel…dispuesto para atraer a la inocente presa que se cruce en el camino de estas almas insufribles que no encuentras el camino del sendero de la paz. YA NO ERA YO, ERA ÉL...
Su voz era más gruesa…grave…más dura…sus gestos más directos menos sutiles menos dulces…aun cuando estaba al control podía controlar parte del cuerpo, como el contacto de sus manos con las nuestras…
--Que show sería más agradable que el de tocar tu piel hasta poder besarla, tocarla, adorarla y acabarla por completo--
El cigarro encendido apuntando hacia arriba…todos sabemos que si algo está apuntando así es porque uno se esta tan agradable con la compañía o con el momento que uno está pasando en ese momento.
Por segundos los cambios se daban sin previo aviso…ya no sabíamos quien estaba al mando…solo podíamos decir que ambos lo estábamos en el momento exacto, con las palabras justas y con la galantería que nos caracterizaba a ambos…su voz mis manos, sus pies buscando el contacto de la piel ajena y mi cuerpo quieto en su sillón. Ambos en una encrucijada de honor y deseo, el deseo de tener y saborear aquel objeto de placer, belleza de monumento…pero el honor de la caballerosidad de ser cortes y atento.
-Que dilema-
-Que hacemos-
--Jugamos con el dulce manjar de todos además es la fruta que debemos explorar y créeme que muero por explorar todo su hermoso árbol de frutos prohibidos y que fruto benditos--
Su mirada lujuriosa la recorre desde los pies, unos hermosos pies, sube más sus ojos por sus piernas tan bellas y delicadas pero firmes precisas para lo que desee hacer con ellas…sube más su mirada para deleitarse con una caderas no pequeñas ni anchas sino justas que sujeta un trasero redondo, firme, deseable y apetecible…su cintura tan fina como para ser toma por sendas manos y se sostenida durante una agradable faena…sube más sus ojos hasta encontrarse con los atributos que resaltan en toda mujer…sus senos…en este caso unos senos tan túrgidos, con curvas precisas para deshacerse en las manos con un centro enmarcado de placer para que unos labios junto a su lengua traviesa jueguen con aquel pedazo de carne...un poco más arriba un cuello fino, elegante como si de una obra maestra se tratara el más fino cuadro de pintura…sigue subiendo su mirar y se topa con unos labios rojos, cual fuego de los infiernos pidiendo ser calmados o tomados por otros labios que estén sedientos de sus llamas, más arriba la vista unos ojos enigmáticos, atrevidos y fugaces que muestran su deseo y pasión frenada, su cabeza dueña de unos cabellos negros como la noche que enredarían a cualquiera a tomarlos. Bueno todo su cuerpo enredaría a tomarlo con sus piernas pegadas al cuerpo, sus senos siendo mimados por unos labios y sus brazos jugando con una cabeza.
-Ya me interrumpes-
--Ya me aburres, dejemos que ella decida con quien estar--
Se acerca sigiloso pero con mi cautela…tomando aquella mano y acercando el cuerpo de la joven para estar más cerca de ella…mientras yo me tengo que quedar sonrojado en mi segundo plano.
--Muñeca porque no me das una muestra más fehaciente de aquel paraíso o al menos una muestra de los manjares que se ofrecen por ahí, quizás me anime y seas tú Ana querida quien me lleve a ese auge de delirios para conocer luego mi mundo de locuras y torturas--
Dentro de la mente me asombro aún por sus palabras y por la tan inesperada reacción del momento…acaso el juego sería tomado para ese rumbo…confundir, equivocar, errar…matar, desquiciar…no pero si ella no tenía la culpa de ser tan bella para los ojos de este hombre que busca saciar su hambre.
-Estás loco que haces solo mira su cuerpo nada más-
--Eso hago, buscar mirar su cuerpo--
-Pervertido-
--Pervertido--
La mano zurda metiéndose bajo la mesa tocando la piel de la joven en su pierna…él la subía y yo la bajaba un poco manteniendo el juego…
-y que juego será-
-Cálmate Theo…solo está siendo amable…- sonrío
--Joder, si eso es amable déjame que sea yo quien se lo retribuya, no me digas que no ves, no hueles o sientes el aroma de la mujer--
-Lo que siento es una Dama frente a un lobos con dos rostros…la vamos a asustar…cálmate ya-
--auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu--
Las palabras de la mujer nos habían inquietado y más a Theodor que estaba loco por salir y ser el primero en tomar la mano de la dama y dejar el beso que dejé en su dorso…las cosas que había que ver, la música terminó…el encantó cayo de repente pero aún con el ritmo de la noche se mantuvo gracias al maestro que no dejaba de tocar las melodía más ansiadas del lugar…que hacían que el cuerpo de uno se sienta a gusto, en confianza con la energía de las bellas compañías que se tenía…
La música sonaba fuerte…notando el estado de animo de ambos…confuso y agitado, deseoso pero calmado…sus ojos eran devorados por los nuestros en un intento por mantener a la bestia encerrada (y no metafóricamente hablando sino porque tenía a la bestia en mi mente tratando de salir a todo costo)…pero aun así me acerqué a la joven mirándole tomando más entre mis manos su hermosa mano cual regalo de los dioses…mis labios se fueron acercando hasta llegar un poco más arriba de su dorso casi hasta al mitad del recorrido de piel.
-No lo hagas-
--¿Porque no?, ella quiere ganar dinero y tengo para gastarlo--
El color de los ojos había cambiado, ya no eran aquellos azules cristalinos, eran más bien negros…pero en este caso estaba el color de la miel…dispuesto para atraer a la inocente presa que se cruce en el camino de estas almas insufribles que no encuentras el camino del sendero de la paz. YA NO ERA YO, ERA ÉL...
Su voz era más gruesa…grave…más dura…sus gestos más directos menos sutiles menos dulces…aun cuando estaba al control podía controlar parte del cuerpo, como el contacto de sus manos con las nuestras…
--Que show sería más agradable que el de tocar tu piel hasta poder besarla, tocarla, adorarla y acabarla por completo--
El cigarro encendido apuntando hacia arriba…todos sabemos que si algo está apuntando así es porque uno se esta tan agradable con la compañía o con el momento que uno está pasando en ese momento.
Por segundos los cambios se daban sin previo aviso…ya no sabíamos quien estaba al mando…solo podíamos decir que ambos lo estábamos en el momento exacto, con las palabras justas y con la galantería que nos caracterizaba a ambos…su voz mis manos, sus pies buscando el contacto de la piel ajena y mi cuerpo quieto en su sillón. Ambos en una encrucijada de honor y deseo, el deseo de tener y saborear aquel objeto de placer, belleza de monumento…pero el honor de la caballerosidad de ser cortes y atento.
-Que dilema-
-Que hacemos-
--Jugamos con el dulce manjar de todos además es la fruta que debemos explorar y créeme que muero por explorar todo su hermoso árbol de frutos prohibidos y que fruto benditos--
Su mirada lujuriosa la recorre desde los pies, unos hermosos pies, sube más sus ojos por sus piernas tan bellas y delicadas pero firmes precisas para lo que desee hacer con ellas…sube más su mirada para deleitarse con una caderas no pequeñas ni anchas sino justas que sujeta un trasero redondo, firme, deseable y apetecible…su cintura tan fina como para ser toma por sendas manos y se sostenida durante una agradable faena…sube más sus ojos hasta encontrarse con los atributos que resaltan en toda mujer…sus senos…en este caso unos senos tan túrgidos, con curvas precisas para deshacerse en las manos con un centro enmarcado de placer para que unos labios junto a su lengua traviesa jueguen con aquel pedazo de carne...un poco más arriba un cuello fino, elegante como si de una obra maestra se tratara el más fino cuadro de pintura…sigue subiendo su mirar y se topa con unos labios rojos, cual fuego de los infiernos pidiendo ser calmados o tomados por otros labios que estén sedientos de sus llamas, más arriba la vista unos ojos enigmáticos, atrevidos y fugaces que muestran su deseo y pasión frenada, su cabeza dueña de unos cabellos negros como la noche que enredarían a cualquiera a tomarlos. Bueno todo su cuerpo enredaría a tomarlo con sus piernas pegadas al cuerpo, sus senos siendo mimados por unos labios y sus brazos jugando con una cabeza.
-Ya me interrumpes-
--Ya me aburres, dejemos que ella decida con quien estar--
Se acerca sigiloso pero con mi cautela…tomando aquella mano y acercando el cuerpo de la joven para estar más cerca de ella…mientras yo me tengo que quedar sonrojado en mi segundo plano.
--Muñeca porque no me das una muestra más fehaciente de aquel paraíso o al menos una muestra de los manjares que se ofrecen por ahí, quizás me anime y seas tú Ana querida quien me lleve a ese auge de delirios para conocer luego mi mundo de locuras y torturas--
Dentro de la mente me asombro aún por sus palabras y por la tan inesperada reacción del momento…acaso el juego sería tomado para ese rumbo…confundir, equivocar, errar…matar, desquiciar…no pero si ella no tenía la culpa de ser tan bella para los ojos de este hombre que busca saciar su hambre.
-Estás loco que haces solo mira su cuerpo nada más-
--Eso hago, buscar mirar su cuerpo--
-Pervertido-
--Pervertido--
La mano zurda metiéndose bajo la mesa tocando la piel de la joven en su pierna…él la subía y yo la bajaba un poco manteniendo el juego…
-y que juego será-
Diègue Theodor Döhler- Hechicero/Realeza
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Re: Brisas Veraniegas +18 (Analeigh Leisser)
Repentina fue la sorpresa que me abordo al notar los repentinos e inesperados accionares del atento caballero ante mis ojos ¿Acaso toda aquella galantería y sensibilidad anteriores solamente eran una mera actuación para tomar la confianza de las cortesanas con mas facilidad? Pues aquel que se demostraba recatado y deseoso de aclarar su bloqueada mente ahora se proyectaba lujurioso y provocativo sin disimulo. Desde su particular mirar hasta los lentos y cálidos besos sobre mi delicada mano reflejaban esa intención de dar un paso adelante, de adentrarse en el terreno carnal. Su fachada había cambiado brusca y fugazmente. Efecto del vino quizás.
Sonreí levemente ante sus maniobras, a la par que mi mente debatía entre si continuar con aquel papel de femme fatale o simplemente retornar a lo que en verdad era; una cortesana algo introvertida y vergonzosa de sus haceres. La conveniente y aclamada respuesta no se hizo desear. Lentamente me acerque al caballero, llevando mi rostro hacia el suyo, desviándolo justo antes de un inminente contacto, tan solo para posar mis carmesíes y templados labios sobre una de sus orejas, con la clara y simple intención de comunicarle algo por sobre la resonante y animada orquesta
- Sí desea averiguar que puede llegar a ser más interesante que el show, lo que le sugiero hacer es seguirme hasta mi habitación – despoje cálidamente sobre su oído en forma de susurro, impregnado en misterio y provocación. Sí el final era conseguir aquel dinero necesitado, lo previo a la paga era satisfacer al cliente de turno. Y a ello iba, sin titubeo, sin arrepentimiento, sin ningún rastro de la antigua Analeigh, aquella que no se hubiese atrevido siquiera a acercársele al hombre con el que ahora se encontraba flirteando tan liberadamente cuan experta en el arte de la seducción.
- Si es capaz de tolerar el desafío, le recomiendo no hacerme esperar demasiado – adherí tras tomar con firmeza su mano, aquella que por debajo de la maderada y lustrosa mesa rozaba mis tersas piernas, alejándola de éstas con brusquedad, como un reflejo de que sí el Monsieur deseaba hacerse con el premio, no sería testeando la mercancía frente el publico presente. La privacidad en aquellos casos, personalmente, era primordial. Me daba esa seguridad y paz de saber que todo lo hecho solo sería presenciado por aquel que me seguía y mi propia mente, aquella que con la conveniente habilidad de poseer una obligada amnesia selectiva, olvidaría fugazmente todo lo que se había hecho con y sobre mi cuerpo.
- Segunda habitación a la derecha tras subir las escaleras, señor Döhler – añadí finalmente tras levantarme de mi asiento y mirarle fijamente, percatándome de una extraña sensación que me abordo tras observar el mirar ajeno. Me pareció curioso no haber denotado aquella sensación anteriormente, mientras dialogaba con el apuesto hombre. Tal vez era una de aquellas peculiares ideas que se me venían a la mente tras observar por mucho tiempo a los ojos a una misma persona. Pero juraría haber vislumbrado aquellos ojos de una forma diferente a la actual.
Tras una cordial sonrisa, acomode el negro y ajustado corset que revestía la parte superior de mi cuerpo y voltee grácilmente, ondeando aquella larga y azabache cabellera que tanto cepillaba. Partí lentamente en dirección al sitio que se me había asignado para atender íntimamente a los arribados al Burdel. Subí cautelosa las escaleras esperando aquel con el que había intercambiado palabras me siguiera. Me detuve frente a la puerta de la habitación correspondiente, apoyando suavemente mi espalda sobre el brillante pórtico de cedro, a la par que otras de las chicas pasaban de la mano con sus respectivas conquistas en vías de hacer lo mismo que yo; procurar un seguro e inolvidable momento a solas con quien, entre tantas, nos había escogido.
Sonreí levemente ante sus maniobras, a la par que mi mente debatía entre si continuar con aquel papel de femme fatale o simplemente retornar a lo que en verdad era; una cortesana algo introvertida y vergonzosa de sus haceres. La conveniente y aclamada respuesta no se hizo desear. Lentamente me acerque al caballero, llevando mi rostro hacia el suyo, desviándolo justo antes de un inminente contacto, tan solo para posar mis carmesíes y templados labios sobre una de sus orejas, con la clara y simple intención de comunicarle algo por sobre la resonante y animada orquesta
- Sí desea averiguar que puede llegar a ser más interesante que el show, lo que le sugiero hacer es seguirme hasta mi habitación – despoje cálidamente sobre su oído en forma de susurro, impregnado en misterio y provocación. Sí el final era conseguir aquel dinero necesitado, lo previo a la paga era satisfacer al cliente de turno. Y a ello iba, sin titubeo, sin arrepentimiento, sin ningún rastro de la antigua Analeigh, aquella que no se hubiese atrevido siquiera a acercársele al hombre con el que ahora se encontraba flirteando tan liberadamente cuan experta en el arte de la seducción.
- Si es capaz de tolerar el desafío, le recomiendo no hacerme esperar demasiado – adherí tras tomar con firmeza su mano, aquella que por debajo de la maderada y lustrosa mesa rozaba mis tersas piernas, alejándola de éstas con brusquedad, como un reflejo de que sí el Monsieur deseaba hacerse con el premio, no sería testeando la mercancía frente el publico presente. La privacidad en aquellos casos, personalmente, era primordial. Me daba esa seguridad y paz de saber que todo lo hecho solo sería presenciado por aquel que me seguía y mi propia mente, aquella que con la conveniente habilidad de poseer una obligada amnesia selectiva, olvidaría fugazmente todo lo que se había hecho con y sobre mi cuerpo.
- Segunda habitación a la derecha tras subir las escaleras, señor Döhler – añadí finalmente tras levantarme de mi asiento y mirarle fijamente, percatándome de una extraña sensación que me abordo tras observar el mirar ajeno. Me pareció curioso no haber denotado aquella sensación anteriormente, mientras dialogaba con el apuesto hombre. Tal vez era una de aquellas peculiares ideas que se me venían a la mente tras observar por mucho tiempo a los ojos a una misma persona. Pero juraría haber vislumbrado aquellos ojos de una forma diferente a la actual.
Tras una cordial sonrisa, acomode el negro y ajustado corset que revestía la parte superior de mi cuerpo y voltee grácilmente, ondeando aquella larga y azabache cabellera que tanto cepillaba. Partí lentamente en dirección al sitio que se me había asignado para atender íntimamente a los arribados al Burdel. Subí cautelosa las escaleras esperando aquel con el que había intercambiado palabras me siguiera. Me detuve frente a la puerta de la habitación correspondiente, apoyando suavemente mi espalda sobre el brillante pórtico de cedro, a la par que otras de las chicas pasaban de la mano con sus respectivas conquistas en vías de hacer lo mismo que yo; procurar un seguro e inolvidable momento a solas con quien, entre tantas, nos había escogido.
Analeigh Leisser- Mensajes : 180
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Re: Brisas Veraniegas +18 (Analeigh Leisser)
--Vamos--
-Quieres ir?-
--No, que va, quiero quedarme y joderme solito, no seas idiota que no ves, que esta mujer es fuego y yo tengo el agua para calmar ese fuego--
-Grosero…Theo la vas a asustar…vámonos con calma…disfruta el momento…disfrútala al máximo…no vayas solo al cometido…haz que se sienta bien y se sienta una dama-
--WHAT THAT HELL, quieres hacer sentir a una cortesana una dama--
-O lo haces o no vamos- me cruzo de brazos
--la madre que te parió--
-…-
--Está bien-- te enojas por eso y yo sonrío por ganarte
La dama había dejado sutiles palabras a nuestro oído compartido palabras de las cuales puso más ferviente a Theo…más deseoso…sus finas manos alejaron las nuestras de sus piernas…acaso le había molestado…si sabía que eso le molestaría ya que ante todo era una mujer y no le gustaría ser manoseada por debajo de la mesa por un extraño que va directo a la presa…
-Te lo dije-
--Cierra la boca--
Pero a pesar de su entrega ante lo inevitable…ante lo que buscaba… ¿por qué lo buscaba? Si lo podía obtener solo con una plática conmigo y luego mostrar solo su cuerpo para que pueda ver su marca…obviamente le hubiera dicho que era pintor y no de la realeza…que era un emisario del arte en busca de una hermosa inspiración como la creación de su presencia y no un inquisidor (Theodor) pero no…
--Estás demente, no voy a desaprovechar la oportunidad de dar una probada a ese escultural cuerpo--
Entorno los ojos…
Más sus palabras hicieron y provocaron dos sonrisas que se pudo vislumbrar la mía tímida y algo apenada por las caricias bajo la mesa y la otra la del lobo hambriento anheloso por sus palabras de búsqueda…un juego empezó…ella era el trofeo y nosotros los jugadores…pero no, no era un trofeo, era una mujer que buscaba una noche como cualquiera otra…pero esa noche no le daríamos una noche común o normal…sería diferente, sería una nueva experiencia…para ella…para nosotros
--Jugamos--
-Juguemos pues…-
--auuuuuuuuu--
-en que me meto-
-en la pasión con el deseo--
Su cuerpo tan delicioso, escultura de lo prohibido, de lo anhelado por muchos dioses…una perfecta figura quela hacía dueña de un bamboleo de caderas…oh que caderas dignas de ser acariciadas y tomadas con delicadeza…por unos instantes…por segundos pensé “me gustaría tocar su cuerpo sin ropa…sentir sus suspiros y verla disfrutar de las caricias sin lastimarla para que vea que también puede ser amada más que solo deseada”…que había pensado…acaso estar los dos al mismo tiempo lastimaba mi mente…eso debía ser…pero las risas de Theo por escuchar mis pensamientos era inminente…trate de mirar a otro lado pero él mantuvo casi el control mirando a la joven relamiéndose los labios de deseo por ella aflojando con la mano derecha la corbata mientras que mi mano izquierda tenía entre sus dedos el cigarro que se iba consumiendo poco a poco, como un reflejo de lo que entre ambos cuerpos se cosía…
Dejamos el cigarro para seguir su aroma…para seguir sus pasos, el juego fue marcado por ella pero tendría sus sorpresas…sorpresas que se las daría para que no se sienta usada…subimos por aquellas escaleras desgatas con el subir y bajar de hombres y mujeres, el lugar era de primera mano, pero sus escaleras solo contaban el sin número de veces que las jovencitas atendían a los deseosos humanos que entraban al burdel…bueno casi todos ya que otros eran atendidos en los rincones oscuros del lugar y otros en las callejones de la ciudad…todo para sacias sus fantasías…¿fantasías? Eso me hizo pensar en la fantasía de ambos…mientras subíamos…tomé con mi mano izquierda el barandal para detenernos solo segundos…
--Que te pasa idiota sube y no hagas problema o te golpearé--
-Espera…espera…-
--Que quieres--
-Cual es nuestra mayor fantasía?...-
--Tomar a la mujer y hacerle sentir el cielo y el infierno después, ya sube--
-No es enserio…cual es tu fantasía…y cual es la mía y lo más importante cual es la fantasía de la dama…de la Señorita Analeigh-
--Y lo mío también va enserio, joder yo que sabré y poco me importa, pero ya que quieres saber mi fantasía te la diré--
--FANTASÍAS--
-Eso no es fantasía eso es…no tiene ni palabras- te ríes sínicamente….- Mi fantasía es poder ver su cuerpo sin tocarla o lastimarla como la tuya-
Su carcajada y sus ojos entornados…me suelto del barandal para seguir el camino del pecado…del deseo…pero algo en mi no cambiaba…esa idea de saber cual sería la fantasía de la señorita Analeigh…
-Theo…-
--Que quieres, déjame disfrutar de mi trabajo--
-Porque no hacemos algo-
--Que--
-IDEAS-
--Y luego dices que yo la asustaré, esta bien, que sea así--
Mis ojos vuelven a su estado original…mi color de siempre…una sonrisa dulce y cálida cuando llegamos a la puerta…mire su cuerpo esperando sobre aquella puerta me acerque pero cerrando la puerta dejando que mis labios tocaran su frente y dejen un beso en ella…no un beso posesivo…sino cálido y de comprensión…mis manos no se quedaron atrás y tocaron aquella cintura hecha con gran deleite y entusiasmo subiendo…delineando su cuerpo…sus curvas…sintiendo como Theo se volvía loco en mi interior por salir y tomarla…pero no…no lo dejaría…no por el momento…
-Señorita Analeigh- la miro a los ojos tomando sus manos -Esta segura de que desea hacer esto…esta es su fantasía…-
--No preguntes eso y ve directo a lo que quiero, QUIERO TOMAR SU CUERPO--
-Shhhh-
Y como iba en aquella conversación…
-Dígame señorita…cual es su mayor fantasía no realizada…si para usted puede sonar inesperado estas preguntas, estas palabras pero…quiero saber….déjeme saber…permita que es brujo pueda cumplir su fantasía….-
--Antes de romper su hermosa ilusión--
-Shhh no te metas eh…y deja de reírte-
--Bueno ya me callo--
Y como iba diciendo a la joven…
-Deje que antes de ser vista como una mera cortesana…la pueda ver como lo que es una dama que hace un trabajo excepcional…porque sin duda al ver sus atributos puedo decir que su trabajo debe ser el mejor del lugar…-
--aburrido--
-Última vez que te digo shhh o nos largamos-
--Bueno, bueno ya--
Ahora solo faltaba escuchar su voz y saber lo que pensaba…encontrar respuestas a mis preguntas y sobre todo hacerme de un recuerdo más…un recuerdo que nadie nunca jamás podrá tener…
-Quieres ir?-
--No, que va, quiero quedarme y joderme solito, no seas idiota que no ves, que esta mujer es fuego y yo tengo el agua para calmar ese fuego--
-Grosero…Theo la vas a asustar…vámonos con calma…disfruta el momento…disfrútala al máximo…no vayas solo al cometido…haz que se sienta bien y se sienta una dama-
--WHAT THAT HELL, quieres hacer sentir a una cortesana una dama--
-O lo haces o no vamos- me cruzo de brazos
--la madre que te parió--
-…-
--Está bien-- te enojas por eso y yo sonrío por ganarte
La dama había dejado sutiles palabras a nuestro oído compartido palabras de las cuales puso más ferviente a Theo…más deseoso…sus finas manos alejaron las nuestras de sus piernas…acaso le había molestado…si sabía que eso le molestaría ya que ante todo era una mujer y no le gustaría ser manoseada por debajo de la mesa por un extraño que va directo a la presa…
-Te lo dije-
--Cierra la boca--
Pero a pesar de su entrega ante lo inevitable…ante lo que buscaba… ¿por qué lo buscaba? Si lo podía obtener solo con una plática conmigo y luego mostrar solo su cuerpo para que pueda ver su marca…obviamente le hubiera dicho que era pintor y no de la realeza…que era un emisario del arte en busca de una hermosa inspiración como la creación de su presencia y no un inquisidor (Theodor) pero no…
--Estás demente, no voy a desaprovechar la oportunidad de dar una probada a ese escultural cuerpo--
Entorno los ojos…
Más sus palabras hicieron y provocaron dos sonrisas que se pudo vislumbrar la mía tímida y algo apenada por las caricias bajo la mesa y la otra la del lobo hambriento anheloso por sus palabras de búsqueda…un juego empezó…ella era el trofeo y nosotros los jugadores…pero no, no era un trofeo, era una mujer que buscaba una noche como cualquiera otra…pero esa noche no le daríamos una noche común o normal…sería diferente, sería una nueva experiencia…para ella…para nosotros
--Jugamos--
-Juguemos pues…-
--auuuuuuuuu--
-en que me meto-
-en la pasión con el deseo--
Su cuerpo tan delicioso, escultura de lo prohibido, de lo anhelado por muchos dioses…una perfecta figura quela hacía dueña de un bamboleo de caderas…oh que caderas dignas de ser acariciadas y tomadas con delicadeza…por unos instantes…por segundos pensé “me gustaría tocar su cuerpo sin ropa…sentir sus suspiros y verla disfrutar de las caricias sin lastimarla para que vea que también puede ser amada más que solo deseada”…que había pensado…acaso estar los dos al mismo tiempo lastimaba mi mente…eso debía ser…pero las risas de Theo por escuchar mis pensamientos era inminente…trate de mirar a otro lado pero él mantuvo casi el control mirando a la joven relamiéndose los labios de deseo por ella aflojando con la mano derecha la corbata mientras que mi mano izquierda tenía entre sus dedos el cigarro que se iba consumiendo poco a poco, como un reflejo de lo que entre ambos cuerpos se cosía…
Dejamos el cigarro para seguir su aroma…para seguir sus pasos, el juego fue marcado por ella pero tendría sus sorpresas…sorpresas que se las daría para que no se sienta usada…subimos por aquellas escaleras desgatas con el subir y bajar de hombres y mujeres, el lugar era de primera mano, pero sus escaleras solo contaban el sin número de veces que las jovencitas atendían a los deseosos humanos que entraban al burdel…bueno casi todos ya que otros eran atendidos en los rincones oscuros del lugar y otros en las callejones de la ciudad…todo para sacias sus fantasías…¿fantasías? Eso me hizo pensar en la fantasía de ambos…mientras subíamos…tomé con mi mano izquierda el barandal para detenernos solo segundos…
--Que te pasa idiota sube y no hagas problema o te golpearé--
-Espera…espera…-
--Que quieres--
-Cual es nuestra mayor fantasía?...-
--Tomar a la mujer y hacerle sentir el cielo y el infierno después, ya sube--
-No es enserio…cual es tu fantasía…y cual es la mía y lo más importante cual es la fantasía de la dama…de la Señorita Analeigh-
--Y lo mío también va enserio, joder yo que sabré y poco me importa, pero ya que quieres saber mi fantasía te la diré--
--FANTASÍAS--
-Eso no es fantasía eso es…no tiene ni palabras- te ríes sínicamente….- Mi fantasía es poder ver su cuerpo sin tocarla o lastimarla como la tuya-
Su carcajada y sus ojos entornados…me suelto del barandal para seguir el camino del pecado…del deseo…pero algo en mi no cambiaba…esa idea de saber cual sería la fantasía de la señorita Analeigh…
-Theo…-
--Que quieres, déjame disfrutar de mi trabajo--
-Porque no hacemos algo-
--Que--
-IDEAS-
--Y luego dices que yo la asustaré, esta bien, que sea así--
Mis ojos vuelven a su estado original…mi color de siempre…una sonrisa dulce y cálida cuando llegamos a la puerta…mire su cuerpo esperando sobre aquella puerta me acerque pero cerrando la puerta dejando que mis labios tocaran su frente y dejen un beso en ella…no un beso posesivo…sino cálido y de comprensión…mis manos no se quedaron atrás y tocaron aquella cintura hecha con gran deleite y entusiasmo subiendo…delineando su cuerpo…sus curvas…sintiendo como Theo se volvía loco en mi interior por salir y tomarla…pero no…no lo dejaría…no por el momento…
-Señorita Analeigh- la miro a los ojos tomando sus manos -Esta segura de que desea hacer esto…esta es su fantasía…-
--No preguntes eso y ve directo a lo que quiero, QUIERO TOMAR SU CUERPO--
-Shhhh-
Y como iba en aquella conversación…
-Dígame señorita…cual es su mayor fantasía no realizada…si para usted puede sonar inesperado estas preguntas, estas palabras pero…quiero saber….déjeme saber…permita que es brujo pueda cumplir su fantasía….-
--Antes de romper su hermosa ilusión--
-Shhh no te metas eh…y deja de reírte-
--Bueno ya me callo--
Y como iba diciendo a la joven…
-Deje que antes de ser vista como una mera cortesana…la pueda ver como lo que es una dama que hace un trabajo excepcional…porque sin duda al ver sus atributos puedo decir que su trabajo debe ser el mejor del lugar…-
--aburrido--
-Última vez que te digo shhh o nos largamos-
--Bueno, bueno ya--
Ahora solo faltaba escuchar su voz y saber lo que pensaba…encontrar respuestas a mis preguntas y sobre todo hacerme de un recuerdo más…un recuerdo que nadie nunca jamás podrá tener…
Diègue Theodor Döhler- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 09/11/2011
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Re: Brisas Veraniegas +18 (Analeigh Leisser)
Creo que en mayor o menor medida todo el mundo es conocedor de aquella popular frase que dice que los ojos de las personas son un fiel reflejo de lo que sus alma sienten. Y aunque como cortesana me veía diariamente obligada a ejercer un papel cuan excelsa actriz, me fue inevitable anular aquel particular brillo que inundo mis ópalos al momento que aquel caballero confirió tan particulares palabras, despojantes de un sentimiento de preocupación, de interés, de singular atención.
¿Acaso en todo aquel tiempo me había topado con alguien con aquella peculiar característica? La respuesta clara era un no. Pues lo normal, lo esperado era que el cliente se viese abocado en conseguir aquello por lo que pagaba; placer y solamente placer. Y de ahí el despertar de la sorpresa, del no saber como reaccionar concretamente ante un detalle tan especial, tan humano.
Sonreí tiernamente al sentir los varoniles labios sobre mi frente al tiempo que las manos ajenas acariciaban lentamente los perímetros de mi figura, finalizando suavemente sobre mis blanquecinas y delicadas manos, que de alguna forma parecían perderse dentro de aquellas proyectantes de una masculinidad única.
En aquel instante no me sentía un objeto y de alguna forma, eso fue reconfortante.
- Mo… Monsieur Döhler… - proferí entrecortada, no sabiendo con claridad como reaccionar, como actuar de forma inmediata ante el cuestionamiento del considerado hombre.
Liberé mis manos de entre las suyas y volteando algo intranquila me acerque hacia un pequeño mueble que, detrás un traslucido portal de cristal labrado resguardaba algunas copas y botellas. Serví unos sorbos de cognac en una copa limpia y tomándola con suma delicadeza se la ofrecí a mi extraordinario cliente, procurando en ese intervalo de tiempo aclarar mi mente con la intención de encontrar la respuesta mas adecuada a su interrogante.
- Pues mis fantasías radican lejanas del ámbito pasional, mi señor… - me atreví a responder algo avergonzada, temiendo el interés del caballero no fuese trasladarse al plano personal, sino al sexual, donde también existía un abanico interminable de fantasías a llevarse a cabo. Pero en mi caso y ante tal sorpresiva pregunta me era imposible mentir.
Dejé entrecaer mis finos y maquillados parpados, vislumbrando imaginariamente aquella postal con la que fantaseaba desde hacía años; la extensión verde de las praderas de Montepellier, arropadas con el colorido espectacular de las flores de primavera a juego con el despejado cielo azul, vislumbrado desde los suelos por mi fallecida madre, mi padre y yo, juntos, como una familia feliz, unida.
La angustia propia que la realidad demarcaba imponía un nudo en mi garganta, consciente de que aquello jamás iba a poder cumplirse por obvias y múltiples razones. Respire hondo, intentando disipar todos aquellos sentimientos que erizaban sutilmente las partes expuestas de mi cuerpo. Nada tenía que ver la visita de aquel caballero con lo que en mi mente transitase.
Pose nuevamente la mirada en el con una sonrisa amena, esperando disfrutase del trago amablemente ofrecido.
- Sería interesante usted me contase de las suyas, si algún mantiene alguna en pie - adherí con la voz al borde del quiebre. Llene nuevamente mis pulmones de aire para anular cualquier vestigio de tristeza, misma que podría generar incomodidad en el ojo ajeno. Y como buena actriz, dibuje en mi rostro el gesto mas intrigante y atento hacia el caballero, cuando note mis ojo se recubrían por una cristalina capa acuosa. Trate de no pestañar, suplicándole a quien sabe ninguna lagrima se formase en aquel preciso instante.
¿Acaso en todo aquel tiempo me había topado con alguien con aquella peculiar característica? La respuesta clara era un no. Pues lo normal, lo esperado era que el cliente se viese abocado en conseguir aquello por lo que pagaba; placer y solamente placer. Y de ahí el despertar de la sorpresa, del no saber como reaccionar concretamente ante un detalle tan especial, tan humano.
Sonreí tiernamente al sentir los varoniles labios sobre mi frente al tiempo que las manos ajenas acariciaban lentamente los perímetros de mi figura, finalizando suavemente sobre mis blanquecinas y delicadas manos, que de alguna forma parecían perderse dentro de aquellas proyectantes de una masculinidad única.
En aquel instante no me sentía un objeto y de alguna forma, eso fue reconfortante.
- Mo… Monsieur Döhler… - proferí entrecortada, no sabiendo con claridad como reaccionar, como actuar de forma inmediata ante el cuestionamiento del considerado hombre.
Liberé mis manos de entre las suyas y volteando algo intranquila me acerque hacia un pequeño mueble que, detrás un traslucido portal de cristal labrado resguardaba algunas copas y botellas. Serví unos sorbos de cognac en una copa limpia y tomándola con suma delicadeza se la ofrecí a mi extraordinario cliente, procurando en ese intervalo de tiempo aclarar mi mente con la intención de encontrar la respuesta mas adecuada a su interrogante.
- Pues mis fantasías radican lejanas del ámbito pasional, mi señor… - me atreví a responder algo avergonzada, temiendo el interés del caballero no fuese trasladarse al plano personal, sino al sexual, donde también existía un abanico interminable de fantasías a llevarse a cabo. Pero en mi caso y ante tal sorpresiva pregunta me era imposible mentir.
Dejé entrecaer mis finos y maquillados parpados, vislumbrando imaginariamente aquella postal con la que fantaseaba desde hacía años; la extensión verde de las praderas de Montepellier, arropadas con el colorido espectacular de las flores de primavera a juego con el despejado cielo azul, vislumbrado desde los suelos por mi fallecida madre, mi padre y yo, juntos, como una familia feliz, unida.
La angustia propia que la realidad demarcaba imponía un nudo en mi garganta, consciente de que aquello jamás iba a poder cumplirse por obvias y múltiples razones. Respire hondo, intentando disipar todos aquellos sentimientos que erizaban sutilmente las partes expuestas de mi cuerpo. Nada tenía que ver la visita de aquel caballero con lo que en mi mente transitase.
Pose nuevamente la mirada en el con una sonrisa amena, esperando disfrutase del trago amablemente ofrecido.
- Sería interesante usted me contase de las suyas, si algún mantiene alguna en pie - adherí con la voz al borde del quiebre. Llene nuevamente mis pulmones de aire para anular cualquier vestigio de tristeza, misma que podría generar incomodidad en el ojo ajeno. Y como buena actriz, dibuje en mi rostro el gesto mas intrigante y atento hacia el caballero, cuando note mis ojo se recubrían por una cristalina capa acuosa. Trate de no pestañar, suplicándole a quien sabe ninguna lagrima se formase en aquel preciso instante.
Analeigh Leisser- Mensajes : 180
Fecha de inscripción : 28/06/2011
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Re: Brisas Veraniegas +18 (Analeigh Leisser)
//--Bostezo--//
//-…-//
//--no me culpes de lo aburrido que resulta esto--//
//-te equivocas…su fantasía no es para nada aburrida al contrario…-//
//--QUÉ? Tú qué sabes de fantasías--//
//-Mi fantasía es volver a los campos de Silesia donde nuestra madre solía pasar-//
//--A.B.U.R.R.I.D.O--//
//-… y el tuyo-//
//--Mi fantasía es una sola en este momento--// levanta las cejas
//-Note hablo de fantasías de momento, de fantasías corporales…sino de un sueño, un anhelo-//
//--bostezo--//
//-…-//
//--Una fantasía así es fácil, poder ser dueño de cierto cuerpo--// mira a Diègue entrecerrando los ojos
//-silbido-//
//--jajajajajajajajajaja--//
//-…-//
//-- ¬¬ --//
La fantasía cálida y llena de luz de la joven señorita
//--cofcofcortesanacofcof--//
//- ¬¬ -//
//--carcajadas--//
Como iba diciendo…aquel deseo, aquella fantasía que no solo era una idea o un recuerdo, era algo vívido de aquella dama, algo enmarcado y lleno de sentimientos que a cualquiera partiría el alma, bueno a cualquiera que tenga alma no como otros…
//--a mí no--//
//-tú no tienes alma-//
//-- ¬¬, y que tengo, Idiota--//
//-eres otra esencia que comparte mi cuerpo-//
//-- ¬¬, y eso no es alma--// zape
//-ouch-// se soba el golpe
Las palabras de la dama fueron como un faro para aquel debate que tenía con mi hermano…pero el faro se volví las siete puertas del infierno donde tres de ellas eran las primeras a mi mundo...como una es igual a otras…como explicar por qué del cielo llueve y cuantas gotas trae la lluvia…así pasó aquello…como si un rayo me partía en dos pero a su vez me dejaba unido a cada mitad…
Dilema…Dilema…Dilema…
//--YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO--//
//-…-//
//--YOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO--//
//-Shhhh-//
//--mis fantasías, mis fantasías, mis fantasías, mis fantasías, mis fantasías, mis fantasías--//
//-La vas a asustar…Shhh-//
//-- ¬¬, más las asustarás cuando me la lleve a la cama y lo que tu creaste se rompa, su ilusión desaparecerá--//
//-¿?-//
//--Sabes, mejor sí, sigamos así--//
//- ¬¬ -//
Y ahora quien saldría…él o me quedaría yo, quien lo diría…nadie… ¿Entonces?
--Señorita Analeith-
El cambio era notorio…tuve que cerrar los ojos para evitar aquello tomando mi pañuelo y así ofrecérselo mirando a un lado…carraspeando para tomar de nuevo el control…
-Señorita…tengo dos fantasías…una de ellas alberga parte de mí…la otra es extraña y ajena a mi…-
--Cuál crees que podrás escuchar mi Petit--
Su zurda jugaba ahora con algunos mechos de sus cabellos mientras mi diestra tocaba sus finas manos
--Mon Cherrie porque en vez de hablar, mejor te demuestro mis fantasías más gloriosas--
//-Qué crees que haces Theo-//
//--Lo que tú haces--// carcajadas
//-No lo hagas-//
//--Shhh--//
Se acercaba sigilosamente a sus rojos y sugerentes labios…pero no…no iba a dejar que lastimara a la joven…le pediría ver su cuerpo sin lastimarlo. Tres pasos más su zurda acariciaba su mejilla…dos pasos sus labios ya rozaban los de la dama…un paso levanté la diestra quitando sus posibles lágrimas…pero el beso fue inevitable, su zurda bajó hasta su cintura apresándola…
//--Vamos Diè, mete la mano bajo sus faldas, mira que lo pasaras bien entre sus suculentas carnes húmedas, hazla gozar con el danzar de los dedos en sus puntos más erógenos y apetitosos--//
//-No…se puede molestar…puede pensar que soy un vil mentiroso que engaño a las mujer solo para eso-//
//--es solo una cortesana, no seas idiota, ella lo quiere, siente su cuerpo vibrar con este beso--//
La lengua de Theodor buscaba deseoso la ajena pero similar de la Dama…buscando aquel abrazo febril y deseoso tocándose y enrollándose para buscar el deleite y disfrute carnal de ambos cuerpos
-Disculpe señorita- inquirí -Mi fantasía es llegar a Silisia y poder regresar al campo…a aquel bosque hermoso y frondoso donde entre el espeso follaje hay un lago creado por pequeños riachuelos que bajan de la montaña que cubre el bosque…-
Sonreí poniéndome de pie…pero algo mareado ya que recibí un golpe mental de mi querido inquilino de cuerpo…
//--IDIOTA, ya estaba por tocar más su cuerpo y ahora se dará cuenta--//
//-Prefiero eso que dañarla…-//
//--Y que le dirás “Señorita, Dama, me deja ver su puto cuerpo por unas putas monedas” no seas payaso--//
//-No es mala idea-//
//--WTF. ¬¬ --//
//-…-//
Otro dilema se presentó…la dama nos miraba confusa por la doble reacción…el deseo y el arrepentimiento…el peligro y la seguridad…
-Señorita disculpe…no era mi intención incordiarla…no soy un engañador de Señoritas o buenas damas al contrario…-
Una pausa, un mareo, un nuevo color de ojos…de aquel color ambarino que salía del alma de Theodor
--Dejémonos de cosas y ven a mis brazos para buscar la fantasía de tu cuerpo y el mío, dejemos que la pasión inunde tu belleza, que mis manos te hagan llegar al cielo eterno y sean los causantes de que sientas la calidez de las nubes para que grites a tu dios de tanto placer, deja que mi boca busque tus puntos más ocultos y secretos, aquellos puntos privados y ansiados de cariños y mimos, haciéndote así llegar al clímax más profundo de todos y que todos en ese lugar te escuchen gritar ronroneante y placentera, deja que te convierta en la envidia de las mujerzuelas por ser la única en sentir la gloria y te vean como un ángel dentro de un infierno, deja que te haga la lujuria personificada haciéndote desear por cuantos hombres y mujeres te lleguen a ver--
//-O.O-//
//--¿Qué?--//
//-Sin palabras…-//
//--carcajadas, Pensaste que no podría ser dulce, te equivocas, no me subestimes--//
//-Tú si eres un actor al que me le debo quitar el sombrero-//
//--Gracias, gracias este premio se lo dedico a todas las mujeres que padecieron en mis manos--//
//-ególatra-//
//-Tú no sabes a donde puedo llegar por conseguir lo que quiero--//
Theodor ahora era quien controlaba el cuerpo y más que eso, el cuerpo le ayudaba a evitarme…dejándome pequeñas acciones…me sentí impotente por no poder hacer algo…Theo se acercaba a la dama que nos miraba sorprendida por el cambio…le tomo de la mano levantándola algo brusco, pegándole a su cuerpo…sintiendo sus senos oprimidos contra nuestro torso…las grandes manos tocando su espalda, bajando sinuosamente por ella hasta llegar a su final…a su trasero tocándolo y apretujándolo…aquel suave y firme redondez que era dueña.
--Hagamos realidad nuestras fantasías, y creemos más fantasías, déjame ser quien satisfaga todas ellas, ser el dueño de tus gritos--
Mi corazón se corrugaba al pensar en las fantasías de Theodor…
--Mi fantasía eres tú, es el hacerte sentir…--
Sus labios se apegaron al oído de la joven lamiendo su lóbulo susurrante
--Hacerte sentir mujer--
Su labio mordió el lóbulo femenino con sensualidad y excitación previa…
Oh virgen mía…da salvación a esta alma perdida, lleva a la cúspide de la gloria a dos almas encontradas y perturbadas…a tu gratia plena mater mia.
//-…-//
//--no me culpes de lo aburrido que resulta esto--//
//-te equivocas…su fantasía no es para nada aburrida al contrario…-//
//--QUÉ? Tú qué sabes de fantasías--//
//-Mi fantasía es volver a los campos de Silesia donde nuestra madre solía pasar-//
//--A.B.U.R.R.I.D.O--//
//-… y el tuyo-//
//--Mi fantasía es una sola en este momento--// levanta las cejas
//-Note hablo de fantasías de momento, de fantasías corporales…sino de un sueño, un anhelo-//
//--bostezo--//
//-…-//
//--Una fantasía así es fácil, poder ser dueño de cierto cuerpo--// mira a Diègue entrecerrando los ojos
//-silbido-//
//--jajajajajajajajajaja--//
//-…-//
//-- ¬¬ --//
La fantasía cálida y llena de luz de la joven señorita
//--cofcofcortesanacofcof--//
//- ¬¬ -//
//--carcajadas--//
Como iba diciendo…aquel deseo, aquella fantasía que no solo era una idea o un recuerdo, era algo vívido de aquella dama, algo enmarcado y lleno de sentimientos que a cualquiera partiría el alma, bueno a cualquiera que tenga alma no como otros…
//--a mí no--//
//-tú no tienes alma-//
//-- ¬¬, y que tengo, Idiota--//
//-eres otra esencia que comparte mi cuerpo-//
//-- ¬¬, y eso no es alma--// zape
//-ouch-// se soba el golpe
Las palabras de la dama fueron como un faro para aquel debate que tenía con mi hermano…pero el faro se volví las siete puertas del infierno donde tres de ellas eran las primeras a mi mundo...como una es igual a otras…como explicar por qué del cielo llueve y cuantas gotas trae la lluvia…así pasó aquello…como si un rayo me partía en dos pero a su vez me dejaba unido a cada mitad…
Dilema…Dilema…Dilema…
//--YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO, YO--//
//-…-//
//--YOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO--//
//-Shhhh-//
//--mis fantasías, mis fantasías, mis fantasías, mis fantasías, mis fantasías, mis fantasías--//
//-La vas a asustar…Shhh-//
//-- ¬¬, más las asustarás cuando me la lleve a la cama y lo que tu creaste se rompa, su ilusión desaparecerá--//
//-¿?-//
//--Sabes, mejor sí, sigamos así--//
//- ¬¬ -//
Y ahora quien saldría…él o me quedaría yo, quien lo diría…nadie… ¿Entonces?
--Señorita Analeith-
El cambio era notorio…tuve que cerrar los ojos para evitar aquello tomando mi pañuelo y así ofrecérselo mirando a un lado…carraspeando para tomar de nuevo el control…
-Señorita…tengo dos fantasías…una de ellas alberga parte de mí…la otra es extraña y ajena a mi…-
--Cuál crees que podrás escuchar mi Petit--
Su zurda jugaba ahora con algunos mechos de sus cabellos mientras mi diestra tocaba sus finas manos
--Mon Cherrie porque en vez de hablar, mejor te demuestro mis fantasías más gloriosas--
//-Qué crees que haces Theo-//
//--Lo que tú haces--// carcajadas
//-No lo hagas-//
//--Shhh--//
Se acercaba sigilosamente a sus rojos y sugerentes labios…pero no…no iba a dejar que lastimara a la joven…le pediría ver su cuerpo sin lastimarlo. Tres pasos más su zurda acariciaba su mejilla…dos pasos sus labios ya rozaban los de la dama…un paso levanté la diestra quitando sus posibles lágrimas…pero el beso fue inevitable, su zurda bajó hasta su cintura apresándola…
//--Vamos Diè, mete la mano bajo sus faldas, mira que lo pasaras bien entre sus suculentas carnes húmedas, hazla gozar con el danzar de los dedos en sus puntos más erógenos y apetitosos--//
//-No…se puede molestar…puede pensar que soy un vil mentiroso que engaño a las mujer solo para eso-//
//--es solo una cortesana, no seas idiota, ella lo quiere, siente su cuerpo vibrar con este beso--//
La lengua de Theodor buscaba deseoso la ajena pero similar de la Dama…buscando aquel abrazo febril y deseoso tocándose y enrollándose para buscar el deleite y disfrute carnal de ambos cuerpos
-Disculpe señorita- inquirí -Mi fantasía es llegar a Silisia y poder regresar al campo…a aquel bosque hermoso y frondoso donde entre el espeso follaje hay un lago creado por pequeños riachuelos que bajan de la montaña que cubre el bosque…-
Sonreí poniéndome de pie…pero algo mareado ya que recibí un golpe mental de mi querido inquilino de cuerpo…
//--IDIOTA, ya estaba por tocar más su cuerpo y ahora se dará cuenta--//
//-Prefiero eso que dañarla…-//
//--Y que le dirás “Señorita, Dama, me deja ver su puto cuerpo por unas putas monedas” no seas payaso--//
//-No es mala idea-//
//--WTF. ¬¬ --//
//-…-//
Otro dilema se presentó…la dama nos miraba confusa por la doble reacción…el deseo y el arrepentimiento…el peligro y la seguridad…
-Señorita disculpe…no era mi intención incordiarla…no soy un engañador de Señoritas o buenas damas al contrario…-
Una pausa, un mareo, un nuevo color de ojos…de aquel color ambarino que salía del alma de Theodor
--Dejémonos de cosas y ven a mis brazos para buscar la fantasía de tu cuerpo y el mío, dejemos que la pasión inunde tu belleza, que mis manos te hagan llegar al cielo eterno y sean los causantes de que sientas la calidez de las nubes para que grites a tu dios de tanto placer, deja que mi boca busque tus puntos más ocultos y secretos, aquellos puntos privados y ansiados de cariños y mimos, haciéndote así llegar al clímax más profundo de todos y que todos en ese lugar te escuchen gritar ronroneante y placentera, deja que te convierta en la envidia de las mujerzuelas por ser la única en sentir la gloria y te vean como un ángel dentro de un infierno, deja que te haga la lujuria personificada haciéndote desear por cuantos hombres y mujeres te lleguen a ver--
//-O.O-//
//--¿Qué?--//
//-Sin palabras…-//
//--carcajadas, Pensaste que no podría ser dulce, te equivocas, no me subestimes--//
//-Tú si eres un actor al que me le debo quitar el sombrero-//
//--Gracias, gracias este premio se lo dedico a todas las mujeres que padecieron en mis manos--//
//-ególatra-//
//-Tú no sabes a donde puedo llegar por conseguir lo que quiero--//
Theodor ahora era quien controlaba el cuerpo y más que eso, el cuerpo le ayudaba a evitarme…dejándome pequeñas acciones…me sentí impotente por no poder hacer algo…Theo se acercaba a la dama que nos miraba sorprendida por el cambio…le tomo de la mano levantándola algo brusco, pegándole a su cuerpo…sintiendo sus senos oprimidos contra nuestro torso…las grandes manos tocando su espalda, bajando sinuosamente por ella hasta llegar a su final…a su trasero tocándolo y apretujándolo…aquel suave y firme redondez que era dueña.
--Hagamos realidad nuestras fantasías, y creemos más fantasías, déjame ser quien satisfaga todas ellas, ser el dueño de tus gritos--
Mi corazón se corrugaba al pensar en las fantasías de Theodor…
--Mi fantasía eres tú, es el hacerte sentir…--
Sus labios se apegaron al oído de la joven lamiendo su lóbulo susurrante
--Hacerte sentir mujer--
Su labio mordió el lóbulo femenino con sensualidad y excitación previa…
Oh virgen mía…da salvación a esta alma perdida, lleva a la cúspide de la gloria a dos almas encontradas y perturbadas…a tu gratia plena mater mia.
Diègue Theodor Döhler- Hechicero/Realeza
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Re: Brisas Veraniegas +18 (Analeigh Leisser)
Inesperadamente, una extraña sensación comenzó a invadir mi interior, tomando aquel síntoma mayor notoriedad con cada segundo que transcurría, con cada palabra y cada acción que el caballero frente a mis ojos despojaba.
Como si de un rompecabezas se tratase, pequeñas ideas iban tomando la forma de piezas que lentamente, atadas por deducciones propias del pensamiento, conformaban aquel borroso paisaje que no tomaba nitidez absoluta por el simple hecho de la duda.
¿Acaso era posible que un hombre proyectase una dualidad tan singular sin siquiera notarlo? No habiéndole prestado atención antes, sus últimos accionares y vocablos fueron los que me sumergieron en aquella vacilación que más que asustarme, me derivo a un estado de atención innegable hacia el hombre, pero no en el buen sentido.
Y lejos estaba de creer que aquella conducta era merecedora de repudio, pues más que clara era mi posición como para juzgar a otra persona sin estar al tanto del porqué de su forma de ser, de sus acciones, de sus contradictorias palabras. No me gustaba ser conceptualizada a priori por nadie y menos por mi labor, así que claramente no lo haría por la extraña actitud del ambivalente individuo que me acompañaba.
Agridulce. Así podía describirse aquel vaivén de acciones que se oponían de momento a momento. Si estuviese fuera de mis cabales, hasta creería que en aquel estilizado cuerpo residían dos personas completamente distintas una a la otra. Una mente atenta y dulce que engalana con el poder de la retorica y el tacto por una parte. La otra, una faceta más carnal, pasional y directa, sin titubeos a la hora de expresar lo que desease.
Día y noche. Sol y Luna. Eso expresaba aquel, a quien me negaba creer los efectos de una leve copa de alcohol le hicieran actuar de ese lioso modo.
¿Sería todo un perverso juego del que se esperaba fuese participe? No tenía intención de hacerlo ni siquiera por la paga, pues la incomodidad comenzaba a aflorar en mi delicada piel, aquella que bajo el tacto de aquel hombre no proyectaba deseo alguno, sino cierta repulsión.
Me apeno la idea de haber compartido un anhelo real con alguien que vislumbraba ser algo que no era. Parece que aún no aprendía a perder aquella inocente credibilidad en la gente que siempre terminaba por jugarme malas pasadas.
- Creo que… creo que debería marcharse - proferí entrecortada tras un leve suspiro, despojado al sentir el cálido aliento del hombre sobre mi oreja, acompañado de aquellas extrañas palabras, a mi parecer, tan insensatas como las que me habían llevado a invitarle a la habitación, cosa de la que me arrepentía tras todo este confuso circo de expresiones.
Le aparte delicadamente con las manos, solicitando espacio, desligue. Le mire a los ojos fijamente, mas sin perder ese dejo de delicadeza y opacada simpatía.
- Me siento mujer desde el día en que hago respetar mis decisiones, como esta que le acabo de comentar - desglose sin titubeo, pero con el lamento de haber caído en una situación tan infortunada. Había pasado por momentos peores sin dudas, pero creo que lo que más me afecta de aquella escena es el haberme abierto hacia un individuo que parecía diferente al resto.
Tomé una sedosa bata color purpura que yacía sobre la adornado y perfumado catre de la recamara y me envolví en ella, ocultando la piel, así como cualquier intención de mantener contacto alguno con quien se situaba frente a mi persona.
No sentía la necesidad de llamar a los encargados de la seguridad del Burdel, podía manejar la situación por mis propios medios. Por lo menos en aquellos instantes.
Como si de un rompecabezas se tratase, pequeñas ideas iban tomando la forma de piezas que lentamente, atadas por deducciones propias del pensamiento, conformaban aquel borroso paisaje que no tomaba nitidez absoluta por el simple hecho de la duda.
¿Acaso era posible que un hombre proyectase una dualidad tan singular sin siquiera notarlo? No habiéndole prestado atención antes, sus últimos accionares y vocablos fueron los que me sumergieron en aquella vacilación que más que asustarme, me derivo a un estado de atención innegable hacia el hombre, pero no en el buen sentido.
Y lejos estaba de creer que aquella conducta era merecedora de repudio, pues más que clara era mi posición como para juzgar a otra persona sin estar al tanto del porqué de su forma de ser, de sus acciones, de sus contradictorias palabras. No me gustaba ser conceptualizada a priori por nadie y menos por mi labor, así que claramente no lo haría por la extraña actitud del ambivalente individuo que me acompañaba.
Agridulce. Así podía describirse aquel vaivén de acciones que se oponían de momento a momento. Si estuviese fuera de mis cabales, hasta creería que en aquel estilizado cuerpo residían dos personas completamente distintas una a la otra. Una mente atenta y dulce que engalana con el poder de la retorica y el tacto por una parte. La otra, una faceta más carnal, pasional y directa, sin titubeos a la hora de expresar lo que desease.
Día y noche. Sol y Luna. Eso expresaba aquel, a quien me negaba creer los efectos de una leve copa de alcohol le hicieran actuar de ese lioso modo.
¿Sería todo un perverso juego del que se esperaba fuese participe? No tenía intención de hacerlo ni siquiera por la paga, pues la incomodidad comenzaba a aflorar en mi delicada piel, aquella que bajo el tacto de aquel hombre no proyectaba deseo alguno, sino cierta repulsión.
Me apeno la idea de haber compartido un anhelo real con alguien que vislumbraba ser algo que no era. Parece que aún no aprendía a perder aquella inocente credibilidad en la gente que siempre terminaba por jugarme malas pasadas.
- Creo que… creo que debería marcharse - proferí entrecortada tras un leve suspiro, despojado al sentir el cálido aliento del hombre sobre mi oreja, acompañado de aquellas extrañas palabras, a mi parecer, tan insensatas como las que me habían llevado a invitarle a la habitación, cosa de la que me arrepentía tras todo este confuso circo de expresiones.
Le aparte delicadamente con las manos, solicitando espacio, desligue. Le mire a los ojos fijamente, mas sin perder ese dejo de delicadeza y opacada simpatía.
- Me siento mujer desde el día en que hago respetar mis decisiones, como esta que le acabo de comentar - desglose sin titubeo, pero con el lamento de haber caído en una situación tan infortunada. Había pasado por momentos peores sin dudas, pero creo que lo que más me afecta de aquella escena es el haberme abierto hacia un individuo que parecía diferente al resto.
Tomé una sedosa bata color purpura que yacía sobre la adornado y perfumado catre de la recamara y me envolví en ella, ocultando la piel, así como cualquier intención de mantener contacto alguno con quien se situaba frente a mi persona.
No sentía la necesidad de llamar a los encargados de la seguridad del Burdel, podía manejar la situación por mis propios medios. Por lo menos en aquellos instantes.
Analeigh Leisser- Mensajes : 180
Fecha de inscripción : 28/06/2011
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Re: Brisas Veraniegas +18 (Analeigh Leisser)
//-La asustamos-//
//--bah, no soporta, te dije que la tratemos como lo que era--//
//-ja ja ja…no seas idiota si se asustó fue por ese doble cambio…te dije que me dejes manejar esto…-//
//--y que le dirás ahora, “Zorra muéstrame tu cuerpo y te dejo en paz” no seas iluso Die, déjame que yo lo soluciono--//
//-No tú te quedarás aislado de esto al menos hasta que la joven no quede más perturbada de lo que ya parece estar-//
//--y como siempre el lobo se guarda y sale la oveja--//
Sabía, sabía que la joven se asustaría…y no era para menos, casi nadie nos conocía…por no decir que nadie en este mundo sabía la historia de la familia y lo que pasó tras de ella, y para que saberlo si ya de por si era todo loco, para que más locura dentro de la inanidad…si bien era cierto que la joven tenía derecho a estar confundida y más que eso molesta por los cambios bruscos entre él y yo…también era cierto algo que Theo dijo, no podíamos irnos sin ver su cuerpo…sin saber si aquella señorita tenía la marca y si la tenía pues la escoltaría directo a allá…pero si no, pues la dejaría en paz…
//--Claro claro, eso es lo que tú crees--//
//-Se la dejará en paz y punto-//
//--y que haremos--//
Eso estaría a mis manos, deje su cuerpo y me arregle la corbata del traje, me había excedido, así que no quedaba más que hacer lo de siempre…
-Señorita Leisser, os ruego nos disculpe…no hemos tratado de asustarla, al contrario, solo…-
Negué con la cabeza…como explicar una situación algo extraña y sobre todo poco creíble…hay de nosotros que buscábamos las palabras idóneas para la dama…para que no se sienta utilizada y sobre todo no se sienta amenazada por un par de locos que como siempre esta vez tocaba retroceder pues se había adelantado el ser oscuro de las tinieblas en aparecer…
-Señorita Leisser, no ha sido mi intención asustarla ni mucho menos incordiarla, olvide por favor aquellas palabras que de esta boca ha salido, que no ha sido la mía-
//--Que estás loco, como vas a decir eso, ash como siempre yo lo haré--//
--Muñeca porque tan reacia ante mi presencia, es que acaso te da miedo lo que te pueda llegar a hacer y que estas te lleguen a gustar tanto que desmayarías entre las nubes del cielo-- se relame los labios
¿Qué…cómo…cuándo…? Que pasó…en que momento mi hermano había tomado el control del cuerpo y se había manifestado de esa forma tan abrupta y casi imperceptible…acaso el control de mi mente se cedía tan fácil al control del cuerpo de Theo…sus pies caminaban alrededor de la joven admirando su cuerpo…que era esto…no podía ni moverme…me sentía atado… ¿atado? Como…como podía ser eso no podía hacer nada está atado…pero no iba a dejarlo…
//-que crees que haces…que dijimos de dejarla en paz y marcharnos-//
//--te quieres marchar, bueno márchate, déjame esto a mi, o quieres que le diga que nos vea, ah eso es lo que quieres, quieres participar, que pillin que eres Die, no te conocía esas mañas--//
//-de que hablas no seas idiota//
Te ríes como si fuera un chiste…acaso lo era para ti…podía la joven llamar a los gorilas del burdel y nos veríamos en líos…bueno claro está que para las peleas debía admitir Theo era mejor que yo y si algo se saldría de control a ese punto, el sería el más diestro para manejarlo pero no debíamos llegar hasta esos puntos verdad…
--Que sucede muñeca, acaso crees que los gorilas del lugar son algo para mí, no me hagas reir, tú tienes mejores armas que ellos--
Su diestra…su diestra tan confianzuda se fue al trasero de la joven agarrándolo, sintiendo lo suave y terso de su piel, y que piel tenía, tan dulce como para dejar tiernos besos…no, no, debía pensar aquello…retiré rápido la mano de su cuerpo y lo estaba obligando a retroceder…
//--que prentendes--//
//-lo mismo que tú, solo que al revés, yo pretendo alejarme- //
//---jajajajajajaja--//
El lobo aullaba…deseaba salir y destruir todo lo que tenía a su paso…pero la consciencia del lobo no podía hacer nada o tal vez si…quizás si…
-Lo lamento, esto que ve no es lo que es, no le haré nada más solo por una cantidad grande de dinero déjeme ver su cuerpo, solo eso y nada más…-
Proferí lo más rápido que pude antes que el saliera y lo arruinara todo…
//--tonto, lo has echado a perder--//
//-…- //
Se sienta en el sillón mirando a la joven de pies a cabeza, sacando un cigarro, para encenderlo y consumirlo; la primera bocanada es profunda y pausada incluso cuando expulsa el aire es lento, pensado…como si necesitara tiempo para reaccionar a los cambios que hacíamos…
--No me digas que esperas que lo común de los aristócratas que te dicen palabras dulces y bonitas, y luego te tratan como un zapato en la cama, no me digas que eso es lo que buscas, porque me desilusionarías por completo--
Subes los pies a la mesilla, te abres el botón de la chaqueta y extiendes los brazos a tus anchas…¿Qué esperas conseguir con todo eso, acaso perturbar más a la pobre joven que nos mira como si diéramos miedo?
--Qué, acaso esperas que salga la dulzura de mi cuerpo, el otro ser que ves y te diga que todo es un sueño y que nada de lo que digo es real, pues te equivocas, no vendrá no ahora, ya que el control lo tengo mua, y no dejaré salga ya que todo lo estropea--
Entorno los ojos en el centro de la mente, siendo solo un ente observador mirando con desesperación las acciones tuyo y las de la joven…y si…y si…no, mejor olvidar y dejar que todo surja según lo planeado…al menos así ahora ya no me sentiría tan mal…
--Si, lo que escuchaste en esa estúpida súplica era verdad, el solo quiere ver tu cuerpo y así que me pueda cerciorar de algo, pero he porque hacerlo tan fácil cuando en lo difícil esta lo más delicioso, cuando tu fantasía y deseo te lo puedo hacer cumplir, ah claro olvidaba que le habías dicho a Di..,--
Haces una pausa y buscas retomar la bebida…
--Que informaste tu fantasía, pero te olvidaste decir la fantasía de tu cuerpo, aquella que buscas, aquella aventura que esperas que haga a tu cuerpo estremecer por completo y lo haga acabar de una forma única, que te haga sentir realizada como mujer no como prostituta--
Y sigues pero en eso no puedo dejar que le faltes el respeto a una dama así que dentro de nuestro cuerpo me auto golpeo para que sientas, un golpe duro en las costillas izquierdas y parte del vientre…haciéndote mover por el dolor, haciendo que apretaras los dientes y cerraras un poco los ojos por el dolor…
//--Que haces idiota--//
//-buscando parar esto-//
//--Claro ve a parar tus idioteces--//
Idioteces…como parar las idioteces de un cuerpo compartido y que hace según su conductor, y según su reacción propia…casi imposible, casi difícil…el deseo que la joven había despertado en Theodor lo hacía más difícil, y el deseo de guarda que despertó en mí me hacía poder evitar ciertas conductas de él hacia la dama en cuestión…
Pero…será que la dama ya entendió con quien se había topado…había comprendido y aceptado…estábamos a punto de averiguarlo…
//--bah, no soporta, te dije que la tratemos como lo que era--//
//-ja ja ja…no seas idiota si se asustó fue por ese doble cambio…te dije que me dejes manejar esto…-//
//--y que le dirás ahora, “Zorra muéstrame tu cuerpo y te dejo en paz” no seas iluso Die, déjame que yo lo soluciono--//
//-No tú te quedarás aislado de esto al menos hasta que la joven no quede más perturbada de lo que ya parece estar-//
//--y como siempre el lobo se guarda y sale la oveja--//
Sabía, sabía que la joven se asustaría…y no era para menos, casi nadie nos conocía…por no decir que nadie en este mundo sabía la historia de la familia y lo que pasó tras de ella, y para que saberlo si ya de por si era todo loco, para que más locura dentro de la inanidad…si bien era cierto que la joven tenía derecho a estar confundida y más que eso molesta por los cambios bruscos entre él y yo…también era cierto algo que Theo dijo, no podíamos irnos sin ver su cuerpo…sin saber si aquella señorita tenía la marca y si la tenía pues la escoltaría directo a allá…pero si no, pues la dejaría en paz…
//--Claro claro, eso es lo que tú crees--//
//-Se la dejará en paz y punto-//
//--y que haremos--//
Eso estaría a mis manos, deje su cuerpo y me arregle la corbata del traje, me había excedido, así que no quedaba más que hacer lo de siempre…
-Señorita Leisser, os ruego nos disculpe…no hemos tratado de asustarla, al contrario, solo…-
Negué con la cabeza…como explicar una situación algo extraña y sobre todo poco creíble…hay de nosotros que buscábamos las palabras idóneas para la dama…para que no se sienta utilizada y sobre todo no se sienta amenazada por un par de locos que como siempre esta vez tocaba retroceder pues se había adelantado el ser oscuro de las tinieblas en aparecer…
-Señorita Leisser, no ha sido mi intención asustarla ni mucho menos incordiarla, olvide por favor aquellas palabras que de esta boca ha salido, que no ha sido la mía-
//--Que estás loco, como vas a decir eso, ash como siempre yo lo haré--//
--Muñeca porque tan reacia ante mi presencia, es que acaso te da miedo lo que te pueda llegar a hacer y que estas te lleguen a gustar tanto que desmayarías entre las nubes del cielo-- se relame los labios
¿Qué…cómo…cuándo…? Que pasó…en que momento mi hermano había tomado el control del cuerpo y se había manifestado de esa forma tan abrupta y casi imperceptible…acaso el control de mi mente se cedía tan fácil al control del cuerpo de Theo…sus pies caminaban alrededor de la joven admirando su cuerpo…que era esto…no podía ni moverme…me sentía atado… ¿atado? Como…como podía ser eso no podía hacer nada está atado…pero no iba a dejarlo…
//-que crees que haces…que dijimos de dejarla en paz y marcharnos-//
//--te quieres marchar, bueno márchate, déjame esto a mi, o quieres que le diga que nos vea, ah eso es lo que quieres, quieres participar, que pillin que eres Die, no te conocía esas mañas--//
//-de que hablas no seas idiota//
Te ríes como si fuera un chiste…acaso lo era para ti…podía la joven llamar a los gorilas del burdel y nos veríamos en líos…bueno claro está que para las peleas debía admitir Theo era mejor que yo y si algo se saldría de control a ese punto, el sería el más diestro para manejarlo pero no debíamos llegar hasta esos puntos verdad…
--Que sucede muñeca, acaso crees que los gorilas del lugar son algo para mí, no me hagas reir, tú tienes mejores armas que ellos--
Su diestra…su diestra tan confianzuda se fue al trasero de la joven agarrándolo, sintiendo lo suave y terso de su piel, y que piel tenía, tan dulce como para dejar tiernos besos…no, no, debía pensar aquello…retiré rápido la mano de su cuerpo y lo estaba obligando a retroceder…
//--que prentendes--//
//-lo mismo que tú, solo que al revés, yo pretendo alejarme- //
//---jajajajajajaja--//
El lobo aullaba…deseaba salir y destruir todo lo que tenía a su paso…pero la consciencia del lobo no podía hacer nada o tal vez si…quizás si…
-Lo lamento, esto que ve no es lo que es, no le haré nada más solo por una cantidad grande de dinero déjeme ver su cuerpo, solo eso y nada más…-
Proferí lo más rápido que pude antes que el saliera y lo arruinara todo…
//--tonto, lo has echado a perder--//
//-…- //
Se sienta en el sillón mirando a la joven de pies a cabeza, sacando un cigarro, para encenderlo y consumirlo; la primera bocanada es profunda y pausada incluso cuando expulsa el aire es lento, pensado…como si necesitara tiempo para reaccionar a los cambios que hacíamos…
--No me digas que esperas que lo común de los aristócratas que te dicen palabras dulces y bonitas, y luego te tratan como un zapato en la cama, no me digas que eso es lo que buscas, porque me desilusionarías por completo--
Subes los pies a la mesilla, te abres el botón de la chaqueta y extiendes los brazos a tus anchas…¿Qué esperas conseguir con todo eso, acaso perturbar más a la pobre joven que nos mira como si diéramos miedo?
--Qué, acaso esperas que salga la dulzura de mi cuerpo, el otro ser que ves y te diga que todo es un sueño y que nada de lo que digo es real, pues te equivocas, no vendrá no ahora, ya que el control lo tengo mua, y no dejaré salga ya que todo lo estropea--
Entorno los ojos en el centro de la mente, siendo solo un ente observador mirando con desesperación las acciones tuyo y las de la joven…y si…y si…no, mejor olvidar y dejar que todo surja según lo planeado…al menos así ahora ya no me sentiría tan mal…
--Si, lo que escuchaste en esa estúpida súplica era verdad, el solo quiere ver tu cuerpo y así que me pueda cerciorar de algo, pero he porque hacerlo tan fácil cuando en lo difícil esta lo más delicioso, cuando tu fantasía y deseo te lo puedo hacer cumplir, ah claro olvidaba que le habías dicho a Di..,--
Haces una pausa y buscas retomar la bebida…
--Que informaste tu fantasía, pero te olvidaste decir la fantasía de tu cuerpo, aquella que buscas, aquella aventura que esperas que haga a tu cuerpo estremecer por completo y lo haga acabar de una forma única, que te haga sentir realizada como mujer no como prostituta--
Y sigues pero en eso no puedo dejar que le faltes el respeto a una dama así que dentro de nuestro cuerpo me auto golpeo para que sientas, un golpe duro en las costillas izquierdas y parte del vientre…haciéndote mover por el dolor, haciendo que apretaras los dientes y cerraras un poco los ojos por el dolor…
//--Que haces idiota--//
//-buscando parar esto-//
//--Claro ve a parar tus idioteces--//
Idioteces…como parar las idioteces de un cuerpo compartido y que hace según su conductor, y según su reacción propia…casi imposible, casi difícil…el deseo que la joven había despertado en Theodor lo hacía más difícil, y el deseo de guarda que despertó en mí me hacía poder evitar ciertas conductas de él hacia la dama en cuestión…
Pero…será que la dama ya entendió con quien se había topado…había comprendido y aceptado…estábamos a punto de averiguarlo…
Diègue Theodor Döhler- Hechicero/Realeza
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Re: Brisas Veraniegas +18 (Analeigh Leisser)
¿Qué era todo aquello que acontecía frente a mis ojos? ¿Acaso una prueba para testear cuán paciente, cuan serena podría llegar a ser frente a una situación indescriptible? Porque sí contara a otros lo que estaba sucediendo en aquella habitación seguramente me tomarían por loca, no creyendo absolutamente nada de aquella pura y sincera realidad. Así que nada cambiaría en que solicitara el auxilio de los guardias del Burdel, además, quien sabe, tal vez que aquel accionar podría llegar a despertar un comportamiento violento en aquel hombre que pese a tener un solo cuerpo, un solo rostro, proyectaba momentáneamente dos comportamientos, dos conductas, dos ideales completamente contrastantes uno de otro.
Y yo, yo vislumbraba todo sin proferir palabra alguna. Y no por miedo, sino por no tener la certeza de cómo reaccionar ante algo que jamás había vivido ni pensaba vivir en absoluto.
Lentamente, mi mente parecía guiarse por los diálogos de aquellos dos que residían en un solo físico, identificando así cuando se manifestaba uno y luego el otro. Detalles minimalistas que antes había dejado pasar por alto ahora comenzaban a tomar sentido. Aquellos sutiles cambios de tono en la voz, el variado matiz en el iris de sus ojos, todo ahora denunciaba la presencia de dos mentes en una sola humanidad.
¿Y aquello debería ser tomado como algo espeluznante? ¿Cómo un suceso de ese calibre debería de ser digerido? Esa era la principal cuestión en mi cabeza, que a duras penas trataba de mantenerse enfocada en que todo estaba bien para no caer en un pánico que solamente complicaría las cosas.
Y lo que menos añoraba en aquel instante, se dio. El tacto de aquel hombre sobre mi cuerpo me hizo cerrar los ojos con fuerza, mantener la respiración y desear silenciosamente que el momento transcurriera lo más fugazmente posible. Y para mi suerte, así pasó.
Por más que quisiera ya no veía vestigio alguno de aquel hombre que astutamente me había encandilado con respeto y caballerosidad singulares. Posiblemente esos caracteres residían en una de aquellas dos facetas las cuales despertaban una extraña dualidad en mi persona; querer saber más de ellos por el mero sentimiento de curiosidad que radica en todo ser humano, y el repudio completo, típica reacción de una persona hacia aquello que le genera miedo, simplemente por ser algo desconocido, incomprendido.
Los tajantes vocablos de aquel que se manifestaba directo y algo agrio terminaron por acabar con la amena sensación que antes había generado su otro yo. Su posicionar en el sillón también hablaba de aquella conducta déspota que parecía caracterizarle. Sus intenciones no tenían rodeos ni interés de ser camufladas. El hombre tenía un apego claro hacia lo carnal. Y también hacia aquello que lo había traído hasta el Burdel; cerciorase sobre algo que podría estar presente en mi cuerpo.
¿Una mancha de nacimiento? ¿Algo que me hiciera especial físicamente por sobre las otras chicas del Burdel? No tenía respuesta exacta ante aquel enigma que aquellos dos querían esclarecer. Pero sabía que lo mejor en aquella situación, sería acceder a lo que ambos parecían solicitar de formas muy diferentes, pero al fin y al cabo solicitando lo mismo.
- No tengo interés de ser mujer ni prostituta con ustedes… con usted. Así que vea si lo que busca esta en mi y por favor, váyase de aquí - conferí con la mirada clavada en los orbes de cómodo hombre de rostro algo perdido por el constante humeo de su hediendo cigarrillo. No le estaba desafiando ni mucho menos, pero si remarcando la necesidad en que lo solicitado se cumpliera. Sería lo más beneficioso para ambos.
Respiré hondo, y llenándome de coraje, deje caer sobre el suelo la sedosa bata que cubría mi cuerpo. Acto seguido continúe con el despojo tanto del corsé que envolvía mi torso, así como con las finas bragas de encaje que ocultaban mis partes bajas. Solo largas medias de un tono negro traslucido recubrían parte de mis piernas, llegando mínimamente a tocar los muslos. La piel blanca, desnuda era adornada por la caída el mi oscuro cabello, sobre uno de mis hombros. EL tono cálido de los labios parecía hacer juego con el rosa de los redondeados pezones al descubierto.
Mis ojos se posaron al frente, en un punto fijo que no destacaba por nada en particular. Solo anulaba mi atención de lo que aquellos ojos ajenos vislumbraban.
Estaba lista para someterme a aquella misteriosa inspección. Mordí mi lengua para desahogar alguna tensión de forma imperceptible.
Dado la forma del comienzo de la velada, nunca pensé que pasaría que la misma terminase de una forma tan extraña, tan perturbadora. Fuese como fuese, mi mente solo deseaba que aquel momento llegase a su fin.
Y yo, yo vislumbraba todo sin proferir palabra alguna. Y no por miedo, sino por no tener la certeza de cómo reaccionar ante algo que jamás había vivido ni pensaba vivir en absoluto.
Lentamente, mi mente parecía guiarse por los diálogos de aquellos dos que residían en un solo físico, identificando así cuando se manifestaba uno y luego el otro. Detalles minimalistas que antes había dejado pasar por alto ahora comenzaban a tomar sentido. Aquellos sutiles cambios de tono en la voz, el variado matiz en el iris de sus ojos, todo ahora denunciaba la presencia de dos mentes en una sola humanidad.
¿Y aquello debería ser tomado como algo espeluznante? ¿Cómo un suceso de ese calibre debería de ser digerido? Esa era la principal cuestión en mi cabeza, que a duras penas trataba de mantenerse enfocada en que todo estaba bien para no caer en un pánico que solamente complicaría las cosas.
Y lo que menos añoraba en aquel instante, se dio. El tacto de aquel hombre sobre mi cuerpo me hizo cerrar los ojos con fuerza, mantener la respiración y desear silenciosamente que el momento transcurriera lo más fugazmente posible. Y para mi suerte, así pasó.
Por más que quisiera ya no veía vestigio alguno de aquel hombre que astutamente me había encandilado con respeto y caballerosidad singulares. Posiblemente esos caracteres residían en una de aquellas dos facetas las cuales despertaban una extraña dualidad en mi persona; querer saber más de ellos por el mero sentimiento de curiosidad que radica en todo ser humano, y el repudio completo, típica reacción de una persona hacia aquello que le genera miedo, simplemente por ser algo desconocido, incomprendido.
Los tajantes vocablos de aquel que se manifestaba directo y algo agrio terminaron por acabar con la amena sensación que antes había generado su otro yo. Su posicionar en el sillón también hablaba de aquella conducta déspota que parecía caracterizarle. Sus intenciones no tenían rodeos ni interés de ser camufladas. El hombre tenía un apego claro hacia lo carnal. Y también hacia aquello que lo había traído hasta el Burdel; cerciorase sobre algo que podría estar presente en mi cuerpo.
¿Una mancha de nacimiento? ¿Algo que me hiciera especial físicamente por sobre las otras chicas del Burdel? No tenía respuesta exacta ante aquel enigma que aquellos dos querían esclarecer. Pero sabía que lo mejor en aquella situación, sería acceder a lo que ambos parecían solicitar de formas muy diferentes, pero al fin y al cabo solicitando lo mismo.
- No tengo interés de ser mujer ni prostituta con ustedes… con usted. Así que vea si lo que busca esta en mi y por favor, váyase de aquí - conferí con la mirada clavada en los orbes de cómodo hombre de rostro algo perdido por el constante humeo de su hediendo cigarrillo. No le estaba desafiando ni mucho menos, pero si remarcando la necesidad en que lo solicitado se cumpliera. Sería lo más beneficioso para ambos.
Respiré hondo, y llenándome de coraje, deje caer sobre el suelo la sedosa bata que cubría mi cuerpo. Acto seguido continúe con el despojo tanto del corsé que envolvía mi torso, así como con las finas bragas de encaje que ocultaban mis partes bajas. Solo largas medias de un tono negro traslucido recubrían parte de mis piernas, llegando mínimamente a tocar los muslos. La piel blanca, desnuda era adornada por la caída el mi oscuro cabello, sobre uno de mis hombros. EL tono cálido de los labios parecía hacer juego con el rosa de los redondeados pezones al descubierto.
Mis ojos se posaron al frente, en un punto fijo que no destacaba por nada en particular. Solo anulaba mi atención de lo que aquellos ojos ajenos vislumbraban.
Estaba lista para someterme a aquella misteriosa inspección. Mordí mi lengua para desahogar alguna tensión de forma imperceptible.
Dado la forma del comienzo de la velada, nunca pensé que pasaría que la misma terminase de una forma tan extraña, tan perturbadora. Fuese como fuese, mi mente solo deseaba que aquel momento llegase a su fin.
Analeigh Leisser- Mensajes : 180
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Re: Brisas Veraniegas +18 (Analeigh Leisser)
/ Suspiros de alivio /
// ¬¬- //
/ Se hará así, veremos su cuerpo y nos iremos sin más ni más /
// Eres un estúpido aburrido, mejor te dejo y me voy por otra puta//
/ ¿Qué? O.o /
// ¿Qué? Acaso crees que no puedo usar la proyección, tú poder de ilusión y buscar a otra mujer con quien gozar //
/ Te creo muy capaz de ello…pero enserio te irás /
// Risas malvadas, tú crees que te dejaré ver todo ese jugoso cuerpo a ti solo, no inventes idiota //
/ ruedo los ojos…ya me lo suponía /
Mis pies caminan donde la joven tomando sus hombros alzando la vista para no ver sus atributos más de lo que mis condiciones morales me permitían, tome algo de aire y suspire, en verdad mis manos temblaban por tocar la piel de la dama…pero más que eso era el miedo de no controlar al lobo en mi interior, a mi hermano.
// TOCALA, TOCALA, TOCALA, TOCALA, TOCALA, COMELA, COMELA, COMELA, COMELA//
/…/
No podía negar que su cuerpo era perfecto y que cualquiera desearía tener, pero no, no haría lo mismo que los demás hombres hacen, ante todo el respeto a la dama y a su cuerpo, así que, tomé mi chaqueta dejándole hacia delante de ella para que cubriera, no deseaba que se sienta más incómoda por lo que estaba pasando, mi diestra toco suavemente su hombro diestro bajando mis dedos por su omoplato bajando ahora con mi zurda a su correspondiente….cada vez más mi piel se erizaba por ese contacto, bajando y bajando por su fina cintura con mis pulgares mirando su espalda con detalle, sin dejar de sentirme algo nervioso por la situación.
Que pesadilla aquella
// Quieres que te deje la puerta abierta eh, ya vas sintiendo calor no //
/cállate quieres /
//uuuhy que molesto no, vamos bésala, uno aunque sea, no me digas que esa piel excitante y chispeante no te excita //
La verdad era que Theo tenía razón…por unos instantes, solo por unos pequeños y minúsculos segundos un pensamiento pasó por mi mente “deseo probar su piel por completa hasta tener siempre ese sabor en mi” pero que idioteces estaba diciendo yo no era como Theo no podía ser así…no me había percatado pero sin quererlo, cuando discutía con Theo y pensaba aquella babosada mi cuerpo por inercia se acercó al de la joven tanto como para dejar un beso sobre su zona cervical.
/ ¿qué, que estoy haciendo? /
// WAJUUUUUUUUUUUUUU SABE A GLORIA //
/ CALLATE /
// oh por los santos demonios que habitan en su cuerpo, que delicia, vamos Die déjame tomar ese cuerpo, joder, déjame que sea yo quien presione esas manos y le haga el amor como se debe //
/ Que te calles hombre, vete a pasear con otra /
// maldito ¬¬//
Me sentí nervioso, acojonado, me sentí…no me sentí yo, una gota de un sudor frío cayó por mi sien y otra recorrió toda mi espalda…me sentía un idiota y un patán
-Señorita yo, lo siento…en verdad…no quise besarla, lo…lo lamento…-
-- Vamos seamos honestos, con la, oh si, con la “dama”, mira niña, somos dos en este cuerpo, yo te deseo llevar a la cama a gozar de un sinfín de placeres y con una buena bolsa de dinero, solo haz tu trabajo y listo, pero el otro que te beso tan dulcemente, puaj, el quiere conversar contigo, conocerte y tratarte bien, puedes tener los dos, pero no soy capaz de aguantar mucho las babosadas de mi hermano así que cuando quieras verme pequeña muñeca, di mi nombre-- acercó sus labios al oído de la joven --Me llamo Theodor preciosa.--
Y así como vino, desapareció…aquello fue extraño y muy aturdidor se iría…me dejaría aquella noche para calmar lo que ha pasado…
/ Theo /
// Sin respuestas ni vestigios //
La dama me miraba extrañada por lo que paso, mis ojos se fueron a esos labios rojos, que tenía, unos labios tan llamativos como fuego que buscaban el agua para apagar ese fuego, y mis nervios que me estaban traicionando, no puede evitar levantar mi mano zurda acercándome a tres pasos de ella, toque su mejilla dos pasos más, sentí su respiración sobre la mía, un paso….
-Señorita lamento este pequeño inconveniente pero creo que no puedo resistirme a esto-
Mis labios tocaron aquellos labios rojos aun con la expectativa de recibir una bofetada bien merecida de parte de la dama, y sí que era bien merecida porque mi lengua abrió su boca buscando su ajena, tocando con la punta de mi lengua la lengua de la señorita, jugando con ella tomando con ambos manso sus mejillas…aleje mis labios mirándola
-Lo siento pero no podía dejar pasar ese beso, sus labios me han llamado desde que la vi, son el fuego que todo hombre desearía ser el que apague, lo lamento mucho, no volverá a pasar y lamento los inconvenientes con mi hermano, no nos volverá a ver-
Mi zurda bajó de su mejilla y se metió al bolsillo correcto buscando aquella bolsa de francos, la diestra en cambio acariciaba la otra mejilla, me parecía una pintura fina, en el lienzo más suave y puro que jamás se había presentado. Tome la bolsa como dieciséis mil francos, entregándosela a la dama.
-Esto es por los problemas causados, y por el trauma que paso, además del beso que le robé-
Acerque mis labios a su frente dejando un beso, alejándome hacia la planta baja para tomar asiento y esperar que la fogosidad de la noche bajara por si sola y luego al viaje a Silisia
Con el pesar de mi cuerpo me aleje de la tentación de mis dos mentes…
// ¬¬- //
/ Se hará así, veremos su cuerpo y nos iremos sin más ni más /
// Eres un estúpido aburrido, mejor te dejo y me voy por otra puta//
/ ¿Qué? O.o /
// ¿Qué? Acaso crees que no puedo usar la proyección, tú poder de ilusión y buscar a otra mujer con quien gozar //
/ Te creo muy capaz de ello…pero enserio te irás /
// Risas malvadas, tú crees que te dejaré ver todo ese jugoso cuerpo a ti solo, no inventes idiota //
/ ruedo los ojos…ya me lo suponía /
Mis pies caminan donde la joven tomando sus hombros alzando la vista para no ver sus atributos más de lo que mis condiciones morales me permitían, tome algo de aire y suspire, en verdad mis manos temblaban por tocar la piel de la dama…pero más que eso era el miedo de no controlar al lobo en mi interior, a mi hermano.
// TOCALA, TOCALA, TOCALA, TOCALA, TOCALA, COMELA, COMELA, COMELA, COMELA//
/…/
No podía negar que su cuerpo era perfecto y que cualquiera desearía tener, pero no, no haría lo mismo que los demás hombres hacen, ante todo el respeto a la dama y a su cuerpo, así que, tomé mi chaqueta dejándole hacia delante de ella para que cubriera, no deseaba que se sienta más incómoda por lo que estaba pasando, mi diestra toco suavemente su hombro diestro bajando mis dedos por su omoplato bajando ahora con mi zurda a su correspondiente….cada vez más mi piel se erizaba por ese contacto, bajando y bajando por su fina cintura con mis pulgares mirando su espalda con detalle, sin dejar de sentirme algo nervioso por la situación.
Que pesadilla aquella
// Quieres que te deje la puerta abierta eh, ya vas sintiendo calor no //
/cállate quieres /
//uuuhy que molesto no, vamos bésala, uno aunque sea, no me digas que esa piel excitante y chispeante no te excita //
La verdad era que Theo tenía razón…por unos instantes, solo por unos pequeños y minúsculos segundos un pensamiento pasó por mi mente “deseo probar su piel por completa hasta tener siempre ese sabor en mi” pero que idioteces estaba diciendo yo no era como Theo no podía ser así…no me había percatado pero sin quererlo, cuando discutía con Theo y pensaba aquella babosada mi cuerpo por inercia se acercó al de la joven tanto como para dejar un beso sobre su zona cervical.
/ ¿qué, que estoy haciendo? /
// WAJUUUUUUUUUUUUUU SABE A GLORIA //
/ CALLATE /
// oh por los santos demonios que habitan en su cuerpo, que delicia, vamos Die déjame tomar ese cuerpo, joder, déjame que sea yo quien presione esas manos y le haga el amor como se debe //
/ Que te calles hombre, vete a pasear con otra /
// maldito ¬¬//
Me sentí nervioso, acojonado, me sentí…no me sentí yo, una gota de un sudor frío cayó por mi sien y otra recorrió toda mi espalda…me sentía un idiota y un patán
-Señorita yo, lo siento…en verdad…no quise besarla, lo…lo lamento…-
-- Vamos seamos honestos, con la, oh si, con la “dama”, mira niña, somos dos en este cuerpo, yo te deseo llevar a la cama a gozar de un sinfín de placeres y con una buena bolsa de dinero, solo haz tu trabajo y listo, pero el otro que te beso tan dulcemente, puaj, el quiere conversar contigo, conocerte y tratarte bien, puedes tener los dos, pero no soy capaz de aguantar mucho las babosadas de mi hermano así que cuando quieras verme pequeña muñeca, di mi nombre-- acercó sus labios al oído de la joven --Me llamo Theodor preciosa.--
Y así como vino, desapareció…aquello fue extraño y muy aturdidor se iría…me dejaría aquella noche para calmar lo que ha pasado…
/ Theo /
// Sin respuestas ni vestigios //
La dama me miraba extrañada por lo que paso, mis ojos se fueron a esos labios rojos, que tenía, unos labios tan llamativos como fuego que buscaban el agua para apagar ese fuego, y mis nervios que me estaban traicionando, no puede evitar levantar mi mano zurda acercándome a tres pasos de ella, toque su mejilla dos pasos más, sentí su respiración sobre la mía, un paso….
-Señorita lamento este pequeño inconveniente pero creo que no puedo resistirme a esto-
Mis labios tocaron aquellos labios rojos aun con la expectativa de recibir una bofetada bien merecida de parte de la dama, y sí que era bien merecida porque mi lengua abrió su boca buscando su ajena, tocando con la punta de mi lengua la lengua de la señorita, jugando con ella tomando con ambos manso sus mejillas…aleje mis labios mirándola
-Lo siento pero no podía dejar pasar ese beso, sus labios me han llamado desde que la vi, son el fuego que todo hombre desearía ser el que apague, lo lamento mucho, no volverá a pasar y lamento los inconvenientes con mi hermano, no nos volverá a ver-
Mi zurda bajó de su mejilla y se metió al bolsillo correcto buscando aquella bolsa de francos, la diestra en cambio acariciaba la otra mejilla, me parecía una pintura fina, en el lienzo más suave y puro que jamás se había presentado. Tome la bolsa como dieciséis mil francos, entregándosela a la dama.
-Esto es por los problemas causados, y por el trauma que paso, además del beso que le robé-
Acerque mis labios a su frente dejando un beso, alejándome hacia la planta baja para tomar asiento y esperar que la fogosidad de la noche bajara por si sola y luego al viaje a Silisia
Con el pesar de mi cuerpo me aleje de la tentación de mis dos mentes…
Diègue Theodor Döhler- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 09/11/2011
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Re: Brisas Veraniegas +18 (Analeigh Leisser)
¿Cómo accionar debidamente cuando una y otra vez aquellas dos personalidades presentes en el caballero cambian sus posiciones sin aviso previo? ¿A quién le hablaba en realidad? ¿A aquel que parecía ser más directo, dejando atrás los protocolos y el respeto, o al otro, que se reflejaba en perfecto contraste con el primero, siendo la cordialidad y la delicadeza características notorias de su persona?
Cerré los ojos, estática, inmóvil y aun desnuda frente aquel par de ojos que parecían mirar por mas de un solo dueño.
Ligeramente me sentí inspeccionada. El frio recorría mi espalda, mientras que el frente era arropado por la templada y perfumada chaqueta del caballero. No tardé en sentir sobre mi piel el recorrido de aquella mano, de aquellos dedos tibios, sutiles y tímidos. Mi mente los relaciono con uno de aquellos dos comportamientos a los que había tenido la extrañeza de conocer. Curiosa e inesperadamente, había algo en ese lado del caballero que llamaba mi atención. Pero no era momento de expresarlo, no me sentía segura. Y tampoco sabía como afrontar a la otra mitad de aquel hombre, en absoluto.
No sabía que buscaba en mi cuerpo, tampoco quería informarme al respecto. Anulaba toda sensación de incertidumbre en cuanto a aquella singular examinación ¿Me encontraba frente a un enfermo mental acaso? Tenía bases para decir que sí y algunas otros para oponerme a mi propia deducción. Parecía que después de todo, toda persona tenia dos lados con los cuales lidiar en sus pensamientos a la hora de tomar decisiones.
Sus labios se mostraron amables, cálidos, húmedos con precisión como para dejar una huella, un recuerdo físico sobre mi piel. Pero esa sensación no radicaba en el beso en si, sino en como éste fue dado. Los labios de todo un caballero se habían plasmado sobre mí, como lo haría un pincel refinado sobre un lienzo en blanco.
Pero aquel momento se truncó bruscamente. Nuevamente la mirada en él había cambiado y consigo su voz, su forma de accionar y expresarse. Podría decir que hasta su porte se hacía distinto, irreconocible.
Mis ojos dejaron en claro la molestia que esa variación me generaba. Entrecerré los parpados, trato de anular los comentarios, las acciones, la respiración de aquella faceta irrespetuosa, agresiva a mi parecer.
No hubo necesidad de responder, solo de recordar aquel nombre descaradamente susurrado, “Theodor”. Me prometí jamás en mi vida pronunciarlo.
Y de repente, como llegó, se expresó, así se desvaneció. No había dejos de su presencia en los ocelos del caballero frente a mí. Su voz se había vuelta clara, limpia otra vez. Liberé un suspiro de alivio, de tranquilidad ante lo ocurrido. Y aunque la particularidad, la extrañeza y la confusión siguieran presentes aún en mi interior, creía que todo era más fácil de sobrellevar ante el hombre atencioso y cordial en vez de su contraparte.
La sorpresa me abordó ante las acciones ajenas. Parecería ser que con aquel individuo las conmociones jamás acabarían, pues se daban una tras otra sin descanso alguno y ha decir verdad, yo no estaba para nada acostumbrada a tanto sobresalto.
Pero no podía negarlo. Sus labios finos, suaves y cálidos se deslizaban tan dulcemente sobre los míos que no me atreví a detenerlo. Su beso parecía avanzar con una permisividad que su misma boca manifestaba. Su lengua jugueteo con la mía, entre el calor propio de la cavidad y la humedad presente en aquellos músculos que interactuaban entre sí gustosamente.
Finalmente sus labios se despegaron de los míos, y mirándolo a los ojos recibí sus disculpas por el arrebatado accionar. No le dije nada, no podía.
Sentí la suavidad de su tacto sobre mi rostro antes de que sobre una de mis manos cayera la generosa bolsa de tela que resguardaba una cantidad innumerable de francos en aquel momento.
Y sin agregar más que disculpas y vocablos de pena por todo lo sucedido, partió.
Me mantuve inmóvil por unos instantes más después que la puerta cerró. Mi cabeza trataba de ordenar de forma coherente todo lo que en aquella habitación había acontecido, cuando denoté que aún mantenía sobre mi cuerpo la chaqueta que tan amablemente me había cedido. No pude evitar reflexionar sobre porque debería castigar a un hombre que solamente había sido amable y atento conmigo. Y sí, era consciente que todo radicaba en lo que su otra faceta manifestaba ¿Peor habría decidido él convivir con aquella contraparte en su mente? ¿Sería una herencia familiar o algo proveniente de un deterioro de su salud mental? No tenía respuesta certera, suponía que solo él entendía lo que le sucedía. O ni siquiera eso.
Me abrigué nuevamente con la sedosa bata que yacía en el suelo y dejando caer la pesada bolsa de monedas sobre la intacta cama, tomé la chaqueta del caballero y me decidí a buscarle antes de que partiera por completo.
Descalza, bajé apresuradamente las escaleras, pechándome hasta con alguna que otra compañera de labor del Burdel, después me excusaría por la repentina brutalidad.
Para mi dicha le encontré aún dentro del establecimiento, sentado y algo agobiado. No era para menos.
- No se olvide de su chaqueta - confería tras acercármele, posando mis ojos sobre los de él, extendiendo uno de mis brazos para facilitarle su abrigo.
- Ojalá pueda conocerle mejor en otra ocasión, señor Diègue. Usted parece ser un buen hombre, dejando de lado todo esto ocurrido - aquellas palabras eran sinceras sin dudas. Jamás me atrevería a pronunciar cosas que no creía fueran así.
Sonreí amenamente con intención de amenizar la situación, no podía hacer otra cosa.
Finalmente dejé caer el abrigo en las piernas del hombre y bruscamente me voltee, perdiéndome fugazmente por las escaleras.
Solo deseaba encerrarme a solas por unos instantes. Desahogarme de aquella extraña situación, retocar mi maquillaje y creer que estaría lo suficientemente calmada como para continuar con la larga noche que aún yacía sobre los cielos parisinos.
Cerré los ojos, estática, inmóvil y aun desnuda frente aquel par de ojos que parecían mirar por mas de un solo dueño.
Ligeramente me sentí inspeccionada. El frio recorría mi espalda, mientras que el frente era arropado por la templada y perfumada chaqueta del caballero. No tardé en sentir sobre mi piel el recorrido de aquella mano, de aquellos dedos tibios, sutiles y tímidos. Mi mente los relaciono con uno de aquellos dos comportamientos a los que había tenido la extrañeza de conocer. Curiosa e inesperadamente, había algo en ese lado del caballero que llamaba mi atención. Pero no era momento de expresarlo, no me sentía segura. Y tampoco sabía como afrontar a la otra mitad de aquel hombre, en absoluto.
No sabía que buscaba en mi cuerpo, tampoco quería informarme al respecto. Anulaba toda sensación de incertidumbre en cuanto a aquella singular examinación ¿Me encontraba frente a un enfermo mental acaso? Tenía bases para decir que sí y algunas otros para oponerme a mi propia deducción. Parecía que después de todo, toda persona tenia dos lados con los cuales lidiar en sus pensamientos a la hora de tomar decisiones.
Sus labios se mostraron amables, cálidos, húmedos con precisión como para dejar una huella, un recuerdo físico sobre mi piel. Pero esa sensación no radicaba en el beso en si, sino en como éste fue dado. Los labios de todo un caballero se habían plasmado sobre mí, como lo haría un pincel refinado sobre un lienzo en blanco.
Pero aquel momento se truncó bruscamente. Nuevamente la mirada en él había cambiado y consigo su voz, su forma de accionar y expresarse. Podría decir que hasta su porte se hacía distinto, irreconocible.
Mis ojos dejaron en claro la molestia que esa variación me generaba. Entrecerré los parpados, trato de anular los comentarios, las acciones, la respiración de aquella faceta irrespetuosa, agresiva a mi parecer.
No hubo necesidad de responder, solo de recordar aquel nombre descaradamente susurrado, “Theodor”. Me prometí jamás en mi vida pronunciarlo.
Y de repente, como llegó, se expresó, así se desvaneció. No había dejos de su presencia en los ocelos del caballero frente a mí. Su voz se había vuelta clara, limpia otra vez. Liberé un suspiro de alivio, de tranquilidad ante lo ocurrido. Y aunque la particularidad, la extrañeza y la confusión siguieran presentes aún en mi interior, creía que todo era más fácil de sobrellevar ante el hombre atencioso y cordial en vez de su contraparte.
La sorpresa me abordó ante las acciones ajenas. Parecería ser que con aquel individuo las conmociones jamás acabarían, pues se daban una tras otra sin descanso alguno y ha decir verdad, yo no estaba para nada acostumbrada a tanto sobresalto.
Pero no podía negarlo. Sus labios finos, suaves y cálidos se deslizaban tan dulcemente sobre los míos que no me atreví a detenerlo. Su beso parecía avanzar con una permisividad que su misma boca manifestaba. Su lengua jugueteo con la mía, entre el calor propio de la cavidad y la humedad presente en aquellos músculos que interactuaban entre sí gustosamente.
Finalmente sus labios se despegaron de los míos, y mirándolo a los ojos recibí sus disculpas por el arrebatado accionar. No le dije nada, no podía.
Sentí la suavidad de su tacto sobre mi rostro antes de que sobre una de mis manos cayera la generosa bolsa de tela que resguardaba una cantidad innumerable de francos en aquel momento.
Y sin agregar más que disculpas y vocablos de pena por todo lo sucedido, partió.
Me mantuve inmóvil por unos instantes más después que la puerta cerró. Mi cabeza trataba de ordenar de forma coherente todo lo que en aquella habitación había acontecido, cuando denoté que aún mantenía sobre mi cuerpo la chaqueta que tan amablemente me había cedido. No pude evitar reflexionar sobre porque debería castigar a un hombre que solamente había sido amable y atento conmigo. Y sí, era consciente que todo radicaba en lo que su otra faceta manifestaba ¿Peor habría decidido él convivir con aquella contraparte en su mente? ¿Sería una herencia familiar o algo proveniente de un deterioro de su salud mental? No tenía respuesta certera, suponía que solo él entendía lo que le sucedía. O ni siquiera eso.
Me abrigué nuevamente con la sedosa bata que yacía en el suelo y dejando caer la pesada bolsa de monedas sobre la intacta cama, tomé la chaqueta del caballero y me decidí a buscarle antes de que partiera por completo.
Descalza, bajé apresuradamente las escaleras, pechándome hasta con alguna que otra compañera de labor del Burdel, después me excusaría por la repentina brutalidad.
Para mi dicha le encontré aún dentro del establecimiento, sentado y algo agobiado. No era para menos.
- No se olvide de su chaqueta - confería tras acercármele, posando mis ojos sobre los de él, extendiendo uno de mis brazos para facilitarle su abrigo.
- Ojalá pueda conocerle mejor en otra ocasión, señor Diègue. Usted parece ser un buen hombre, dejando de lado todo esto ocurrido - aquellas palabras eran sinceras sin dudas. Jamás me atrevería a pronunciar cosas que no creía fueran así.
Sonreí amenamente con intención de amenizar la situación, no podía hacer otra cosa.
Finalmente dejé caer el abrigo en las piernas del hombre y bruscamente me voltee, perdiéndome fugazmente por las escaleras.
Solo deseaba encerrarme a solas por unos instantes. Desahogarme de aquella extraña situación, retocar mi maquillaje y creer que estaría lo suficientemente calmada como para continuar con la larga noche que aún yacía sobre los cielos parisinos.
Analeigh Leisser- Mensajes : 180
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Re: Brisas Veraniegas +18 (Analeigh Leisser)
Durante aquel descenso no pude…no quería dejar la imagen de su cuerpo, era...no, no es un era, es un ES porque es perfecto, su piel, su aroma, todo es tan perfecto en ella y todo puesto en su lugar, sus labios cual latido de pasiones acabadas y renacidas, su espalda fina y deseable al tacto humano, sus…bueno lo que sigue más debajo de su espalda…tan tan…mejor dejarlo ahí que luego se puede crear olas de calor y no son buenas las olas de calor en un lugar como en el que se está…¿o sí?...bueno pero al menos la imagen de la joven la tendría en mi mente grabada cual pergaminos antiguos de historia…
--Hey hey quieres que te abra la puerta, ya se va sintiendo calor--
-Largate y no me molestes-
--huy el conejito se enojó verdad--
-no que te ibas a desaparecer-
--Si pero, me faltaba algo--
Solo había regresado por aquello, la ilusión del cuerpo creado por mis habilidades, su risa se creó y se puso diestro para ser visto…era la primera vez que hacía eso y porque no decir, que aquello me hacía agotar más por ello me mantuve sentado en aquella silla que estuve primero, mirando a las jóvenes que se ofrecían a otros y al mismo Theo, incluso una salió del burdel con él…suerte para mal o bien…ya estaba él contento…
Más cuando aún se piensa que se puede olvidar ciertas cosas la misma flor de dama regreso con este…maldito ser, que le había causado tanta repulsión, su mirada tierna y dulce, embriagadora de marinos…cual sirena en alta mar que te invita a pecar entres su aguas, a pedirle el favor de la salvación y a la vez al condena de su cuerpo…su cuerpo que se movía en el viento y el que sí debía admitir, deseaba ser su viento para moverla suave y dulce por el resto de la velada, un sonrojo pude sentir en mi rostro cuando se sentó a mi lado de nuevo
-Danke señorita, muchas gracias pero creo que se verá mejor en usted-
La sonrisa era aquella dulce y tímida por lo que había pasado con la mujer, era fuerte y decidida y eso era de admirar, cual rosa que crece entre maleza.
-Señorita, una noche quizás, esta tal vez, tal vez no, quizás la señora fortuna nos favorezca a ambos tocar uno de los tantos cielos con nuestras manos, a mi la de su sola compañía y a usted con un historia que quizás le asuste o le cause terror, pero para eso son ciertas historias verdad-
Traté de sonríe y miré como se marchaba, en serio, en serio aquella dama es la hermosura en carnada, era la mismísima Helena de Troya aquella beneficiada por los dioses con la belleza más grande de todos, haciendo que ningún mortal se pues resistir a sus encantos , y quien podría hacerlo.
-Señorita yo…-
No pude terminar la frase, se había marchado subiendo las escaleras, suspiré y sonríe, no era de esperar más de mí, siempre anteponía a los demás antes que a mi propio ser, y en ese instante no era la excepción…así me levanté busque entre mis bolsillos otra bolsita de dinero con al menos diez mil francos, subí por las escaleras…una de las jovencitas se acercó a mi insinuando ser mi compañera de esa noche, pero no deseaba que se sienta aburrida, así que con magistral dote de soflamas que solo hacían despliegue de mi rechazo a verla como un objeto sexual, a la joven pareció molestarle tanto que se fue.
Seguí mi camino y me detuve ante la puerta de la dama, suspire un poco mirando a todos lados, mi mente me decía que tocara, dejara la bolsita en el piso y me fuera de ahí corriendo, pero mi mente también me decía que la menos una explicación debía a la dama por el mal rato que había pasado…y que más rato…y así sin más ni menos toque su puerta, la cual hizo un ruido, le faltaba aceite en las bisagras, suspire y esperé atento.
-Señorita, soy yo, el ser que la asustó esta noche, tranquila no soy un ogro que viene a comer lo que dejó a mitad del camino- Eché a reír un poco, al menos el sentido del humor no se me había opacado… -Solo vengo a dejarle algo que le debo, si esta noche creo que le deberé muchas cosas, pero bueno, la noche es joven, usted es joven, yo soy joven aunque no lo aparente mucho pero sigo siendo joven- hice una pose de joven esperando que abriera la puerta, temía que no lo hiciera
–Le prometo que no morderé el lobo se pondrá cinta en sus fauces es una promesa- sonreí, bueno mejor dicho reí mucho más porque el aroma de la joven era fuerte y la tenía cerca, si aquella dama me hacía desvariar, quizás por querer remediar mis errores, o por querer mostrarle al verdadero Diègue, sea cual sea la opción, la señorita tenía una presencia muy fuerte que se notaba incluso con esa puerta cerrada.
--Hey hey quieres que te abra la puerta, ya se va sintiendo calor--
-Largate y no me molestes-
--huy el conejito se enojó verdad--
-no que te ibas a desaparecer-
--Si pero, me faltaba algo--
Solo había regresado por aquello, la ilusión del cuerpo creado por mis habilidades, su risa se creó y se puso diestro para ser visto…era la primera vez que hacía eso y porque no decir, que aquello me hacía agotar más por ello me mantuve sentado en aquella silla que estuve primero, mirando a las jóvenes que se ofrecían a otros y al mismo Theo, incluso una salió del burdel con él…suerte para mal o bien…ya estaba él contento…
Más cuando aún se piensa que se puede olvidar ciertas cosas la misma flor de dama regreso con este…maldito ser, que le había causado tanta repulsión, su mirada tierna y dulce, embriagadora de marinos…cual sirena en alta mar que te invita a pecar entres su aguas, a pedirle el favor de la salvación y a la vez al condena de su cuerpo…su cuerpo que se movía en el viento y el que sí debía admitir, deseaba ser su viento para moverla suave y dulce por el resto de la velada, un sonrojo pude sentir en mi rostro cuando se sentó a mi lado de nuevo
-Danke señorita, muchas gracias pero creo que se verá mejor en usted-
La sonrisa era aquella dulce y tímida por lo que había pasado con la mujer, era fuerte y decidida y eso era de admirar, cual rosa que crece entre maleza.
-Señorita, una noche quizás, esta tal vez, tal vez no, quizás la señora fortuna nos favorezca a ambos tocar uno de los tantos cielos con nuestras manos, a mi la de su sola compañía y a usted con un historia que quizás le asuste o le cause terror, pero para eso son ciertas historias verdad-
Traté de sonríe y miré como se marchaba, en serio, en serio aquella dama es la hermosura en carnada, era la mismísima Helena de Troya aquella beneficiada por los dioses con la belleza más grande de todos, haciendo que ningún mortal se pues resistir a sus encantos , y quien podría hacerlo.
-Señorita yo…-
No pude terminar la frase, se había marchado subiendo las escaleras, suspiré y sonríe, no era de esperar más de mí, siempre anteponía a los demás antes que a mi propio ser, y en ese instante no era la excepción…así me levanté busque entre mis bolsillos otra bolsita de dinero con al menos diez mil francos, subí por las escaleras…una de las jovencitas se acercó a mi insinuando ser mi compañera de esa noche, pero no deseaba que se sienta aburrida, así que con magistral dote de soflamas que solo hacían despliegue de mi rechazo a verla como un objeto sexual, a la joven pareció molestarle tanto que se fue.
Seguí mi camino y me detuve ante la puerta de la dama, suspire un poco mirando a todos lados, mi mente me decía que tocara, dejara la bolsita en el piso y me fuera de ahí corriendo, pero mi mente también me decía que la menos una explicación debía a la dama por el mal rato que había pasado…y que más rato…y así sin más ni menos toque su puerta, la cual hizo un ruido, le faltaba aceite en las bisagras, suspire y esperé atento.
-Señorita, soy yo, el ser que la asustó esta noche, tranquila no soy un ogro que viene a comer lo que dejó a mitad del camino- Eché a reír un poco, al menos el sentido del humor no se me había opacado… -Solo vengo a dejarle algo que le debo, si esta noche creo que le deberé muchas cosas, pero bueno, la noche es joven, usted es joven, yo soy joven aunque no lo aparente mucho pero sigo siendo joven- hice una pose de joven esperando que abriera la puerta, temía que no lo hiciera
–Le prometo que no morderé el lobo se pondrá cinta en sus fauces es una promesa- sonreí, bueno mejor dicho reí mucho más porque el aroma de la joven era fuerte y la tenía cerca, si aquella dama me hacía desvariar, quizás por querer remediar mis errores, o por querer mostrarle al verdadero Diègue, sea cual sea la opción, la señorita tenía una presencia muy fuerte que se notaba incluso con esa puerta cerrada.
Diègue Theodor Döhler- Hechicero/Realeza
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Re: Brisas Veraniegas +18 (Analeigh Leisser)
Sentada frente al espejo observaba mi reflejo en aquel pequeño espacio donde solía maquillarme cada día para armonizar todo sentimiento que no fuese interés de los clientes. Toda pena, toda negatividad debía desaparecer entre las sombras oscuras y los rouges de labios.
¿Acaso había obrado de la manera correcta? La pregunta repicaba en mi cabeza una y otra vez. Apoye uno de los codos sobre la pequeña mesilla frente a mi persona y luego encime mi mentón a la palma de mi mano en una pose completamente reflexiva. Lentamente iba perdiendo la nitidez de mi propia imagen en el brilloso espejo puesto que mi atención paulatinamente se iba abocando al pensar que surcaba mi mente sin solución encontrada.
El caballero no lucía como una persona enlazada a algún tipo de malicia o perversión llamativa. Mis ojos habían presenciado muchos de esos hombres y él particularmente no se proyectaba como uno de esos, pero la realidad había revelado que éste sin dudas llevaba algo consigo que era todo menos típico. Era como si dos personas viviesen dentro de su cuerpo y yo estaba segura que con una de ella no deseaba tratar en absoluto. En el fondo hubiese deseado que toda la noche transcurriera con aquel educado y respetuoso moniseur con el que había entablado charla. Diègue, sí, así se llamaba.
No obstante su otra faceta era la que se manifestaba cada tanto generando esa incomodidad que me era imposible de disimular. Siempre guste de ser sincera con los clientes, algo que de por sí es muy complicado en un negocio como la prostitución, pero el tiempo ya me había dejado hacerme con cierta clientela que gustaba de ese toque en mi persona. Jamás era respetuosa, pues mis palabras salían desde un ángulo donde la verdad sonaba bien, de forma delicada pero no por eso menos real, pero sin dudas el caso era que aquella manera de explicar las cosas nunca ofendía a sus oyentes y de paso les esclarecía muchas cosas que a veces éstos mismos no veían solos.
Relamí mis labios mientras me preguntaba si alguien le había comentando alguna vez a Diègue de lo molesta que era su otra cara. Si la respuesta fuese un no, tal vez debería hacerlo yo y no con mala intención sino todo lo contrario, pues el hombre merecía no pasar por una experiencia como la de esa noche con otra dama.
Repentinamente un golpeteo quebró aquel estado de sumisión en el que me encontraba. Mi imagen se hizo nuevamente en el espejo y la voz masculina del otro lado de la puerta llegó a mis oídos.
Era él.
¿Qué debía hacer? ¿Acercarme y escuchar todas y cada una de sus excusas o simplemente mantener el silencio y con ello dejar claro que el caballero no me interesaba en absoluto? Mi preocupado genio, ese que gusta de escuchar y aconsejar a todo el mundo no pudo mantener la calma y me obligó a arrimarme hacia la puerta, donde apoyé ambas manos acercando así lentamente mi rostro sobre la madera lustrada del pórtico. Aún yacía ahí, lo percibía. Su perfume, su esencia masculina parecía colarse por entre los poros de la rígida madera, o eso creía yo.
Llené mis pulmones de oxigeno mientras analizaba sus palabras, y tras liberar en un sonoro suspiro aquel aire contenido, mi mano derecha se hizo con el pestillo de la puerta de la habitación, la que se abrió lentamente, como si aquel movimiento reflejase cierta timidez.
- Usted no me debe nada Monsieur, ni siquiera explicaciones. Pero si su deseo es platicar un momento, no tengo razón alguna para no negarle que se adentre a la habitación y dialogue conmigo aquello que guste - le proferí lo mas serena posible, observándole no por mucho tiempo la mirada pues cierta pena mezclada con algo de confusión aun permanecían dentro de mi persona. Y sí no podía cambiar de un instante a otro todo aquel suceso anterior con la otra personalidad del hombre. No deseaba que aquel irrespetuoso ser aflorara nuevamente de él y de allí partía mi temor, mi deseo de no verme nuevamente en aquella atípica y desconcertante escena. Sin embargo pensaba que todas las personas merecen oportunidades para explicarse, retractarse o en su caso, demostrar control sobre otra cosa. Abrí la puerta en su totalidad y con un gesto de mi mano le invite a pasar. La acción ya había sido ofrecida y seria de muy mal gusto echarla atrás. Si algo salía mal sería mi estúpida atención hacia los demás la que aprendería una nueva lección, pero en aquel instante, en aquel momento había optado por creer en la promesa de un lobo domado que no me revelaría ninguna amenaza.
¿Acaso había obrado de la manera correcta? La pregunta repicaba en mi cabeza una y otra vez. Apoye uno de los codos sobre la pequeña mesilla frente a mi persona y luego encime mi mentón a la palma de mi mano en una pose completamente reflexiva. Lentamente iba perdiendo la nitidez de mi propia imagen en el brilloso espejo puesto que mi atención paulatinamente se iba abocando al pensar que surcaba mi mente sin solución encontrada.
El caballero no lucía como una persona enlazada a algún tipo de malicia o perversión llamativa. Mis ojos habían presenciado muchos de esos hombres y él particularmente no se proyectaba como uno de esos, pero la realidad había revelado que éste sin dudas llevaba algo consigo que era todo menos típico. Era como si dos personas viviesen dentro de su cuerpo y yo estaba segura que con una de ella no deseaba tratar en absoluto. En el fondo hubiese deseado que toda la noche transcurriera con aquel educado y respetuoso moniseur con el que había entablado charla. Diègue, sí, así se llamaba.
No obstante su otra faceta era la que se manifestaba cada tanto generando esa incomodidad que me era imposible de disimular. Siempre guste de ser sincera con los clientes, algo que de por sí es muy complicado en un negocio como la prostitución, pero el tiempo ya me había dejado hacerme con cierta clientela que gustaba de ese toque en mi persona. Jamás era respetuosa, pues mis palabras salían desde un ángulo donde la verdad sonaba bien, de forma delicada pero no por eso menos real, pero sin dudas el caso era que aquella manera de explicar las cosas nunca ofendía a sus oyentes y de paso les esclarecía muchas cosas que a veces éstos mismos no veían solos.
Relamí mis labios mientras me preguntaba si alguien le había comentando alguna vez a Diègue de lo molesta que era su otra cara. Si la respuesta fuese un no, tal vez debería hacerlo yo y no con mala intención sino todo lo contrario, pues el hombre merecía no pasar por una experiencia como la de esa noche con otra dama.
Repentinamente un golpeteo quebró aquel estado de sumisión en el que me encontraba. Mi imagen se hizo nuevamente en el espejo y la voz masculina del otro lado de la puerta llegó a mis oídos.
Era él.
¿Qué debía hacer? ¿Acercarme y escuchar todas y cada una de sus excusas o simplemente mantener el silencio y con ello dejar claro que el caballero no me interesaba en absoluto? Mi preocupado genio, ese que gusta de escuchar y aconsejar a todo el mundo no pudo mantener la calma y me obligó a arrimarme hacia la puerta, donde apoyé ambas manos acercando así lentamente mi rostro sobre la madera lustrada del pórtico. Aún yacía ahí, lo percibía. Su perfume, su esencia masculina parecía colarse por entre los poros de la rígida madera, o eso creía yo.
Llené mis pulmones de oxigeno mientras analizaba sus palabras, y tras liberar en un sonoro suspiro aquel aire contenido, mi mano derecha se hizo con el pestillo de la puerta de la habitación, la que se abrió lentamente, como si aquel movimiento reflejase cierta timidez.
- Usted no me debe nada Monsieur, ni siquiera explicaciones. Pero si su deseo es platicar un momento, no tengo razón alguna para no negarle que se adentre a la habitación y dialogue conmigo aquello que guste - le proferí lo mas serena posible, observándole no por mucho tiempo la mirada pues cierta pena mezclada con algo de confusión aun permanecían dentro de mi persona. Y sí no podía cambiar de un instante a otro todo aquel suceso anterior con la otra personalidad del hombre. No deseaba que aquel irrespetuoso ser aflorara nuevamente de él y de allí partía mi temor, mi deseo de no verme nuevamente en aquella atípica y desconcertante escena. Sin embargo pensaba que todas las personas merecen oportunidades para explicarse, retractarse o en su caso, demostrar control sobre otra cosa. Abrí la puerta en su totalidad y con un gesto de mi mano le invite a pasar. La acción ya había sido ofrecida y seria de muy mal gusto echarla atrás. Si algo salía mal sería mi estúpida atención hacia los demás la que aprendería una nueva lección, pero en aquel instante, en aquel momento había optado por creer en la promesa de un lobo domado que no me revelaría ninguna amenaza.
Analeigh Leisser- Mensajes : 180
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Re: Brisas Veraniegas +18 (Analeigh Leisser)
Una mirada más de la joven, sabía que no podía o mejor dicho me decía que no debía entrar a su habitación pero… ¿Qué se hace cuando la vergüenza de un sujeto cae sobre otro, sin tener la mera culpa? Pues bien no se tiene más que aceptar la invitación que se presenten y explicar con mejor calma lo que puede quedar de dudas en la mente de los demás participantes
Pero qué hacer cuando ante todo lo ocurrido no queda más que la simple idea de pagar por los malos ratos de ambos seres, que aunque comparten cuerpo no es la misma mente y eso no lo entendían y siempre le costaba problemas ya sea en el imperio como fuera de él ya sea incluso en la iglesia o en sus haberes de ella…todo un caos formado por simple palabras que al final no son más que solo eso palabras que se espera que se las lleve el viento o al menos se las lleve el tiempo, pues para la dama sería mucho pedir el olvido y le perdón.
-Madame, claro que le debo, le debo esto y más por el mal rato que paso con mi presencia, planeada o no, pero ahí estuvo para causar los líos que causó y que sobre todo le hizo pensar mal de nosotros…digo de mi…digo de todo esto…por eso vine a pagar por el mal sabor en su boca por esta noche, quizás así compense en algo el daño…claro que esto no quiere decir que usted tenga un precio ni que la estoy comprando- me estaba poniendo nervioso así que agache mi mirada y pasé mi mano por mi cuello –porque claro una mujer nos e compra y menos tiene un precio pues sería tonto y estúpido pensar en ello, usted es libre, hermosa, deseable y sobre todo muy inteligente y eso no tiene precio y esta bolsa de dinero no por su persona sino por mi….- mis nervios me atacaban más que ya estaba con las incoherencias –no digo que yo sea un descarado imbécil que se deja comprar o que compra o que…- la miré y sonreí pues no sabía explicarme con ciertas cosas con mujeres hermosas –dejémoslo que es solo una pequeña gratificación por su mal momento, y disculpe no suelo ser muy elocuente frente a damas hermosas más que solo con cosas técnicas, discúlpeme enormemente ha sido una tontería mía.-
Me estaba costando mucho, no sabía porque, o mejor dicho si sabía peor no quería asimilarla, aquella dama despertaba un interés en mi que no sabía explicar, frotaba mis manos contra si…las tenía sudorosas y sobre todo impaciente pues no sabía que hacer o cómo actuar así que solo sonreí y pasé la palma de mi mano por mi cabello lentamente tratando de volver a tener mi porte de gentleman seguro de lo que hacía e iba, ya tenía la certeza de algo que se nos había pedido, ahora tan solo quedaba arreglar el daño de mi hermano y sería todo de la deuda que quedaba por saldar
Ingresé a la habitación, no había estado en una habitación de una dama ya desde hace mucho tiempo, desde que era un chicuelo y entraba a la de mi hermana sin permiso ahora no era así, en palacio no entraba a ninguna porque no había, solo las de las doncellas de servicio nada más, y no era prudente que anduviera por sus aposentos tampoco, aunque degustar las cenas con ellas si que lo era muy apropiado para mí, pero bueno eso es otra historia, su habitación olía femeninamente, el aroma a pino y lavando de mi madre vino a mi memoria, las cosas ordenadas todo en su lugar, ni un ápice salido de este, perfección ante todo, la peinadora con sus cepillos, perfumes, un cofrecito (de joyas supuse), una foto de la dama…deje de observar, sabía o mejor dicho presumí que no le agradaría aquello así que centré mi vista a la ventana para evitar otra incomodidad…de reojo miré un pequeño mueble alejado a la esquina de la habitación, tomé asiento cerrando mis ojos con mi mano derecha sosteniendo mi rostro, tratando de centrar mi locura y la de mi hermano en una sola para explicar…
-Señorita lo que pasó hace rato…mmm…como explicarlo, es una tentativa de la mala fortuna que viven ciertas personas que toman caminos para bien y para el mal a la vez, digamos que es como una moneda en el cual si la paramos queda un centro pero dos caras distintas-
Saque una moneda de mis bolsillos y la coloque sobre una pequeña mesita que había delante de mí y la gire haciendo notar un pequeño juego que tenía con mi nana, aquel del pajarillo con la jaula, si no me gustaba ver a nadie oprimido por algo como yo lo estaba…por eso mis mascotas nunca estaban atadas a algo sino libres como lo que eran seres de vida y dueños de su propia vida ya que no muchos gozamos de eso, porque también los humanos esclavizamos a otros y los condenamos a eternas vidas de dolor, sufrimiento y pesar que solo se compensa con el remordimiento, el temor y la soledad.
-Así como esta moneda gira y gira, así es mi vida, no es para asustarla, sino más bien indicarle que no todo es como uno planea, que a veces solo a veces, las cosas se salen un poco de su curso –
Esa mirada, la dama estaba asustada…la miré y fueron sus labios los que vi, sí, siempre miraba a las damas a sus labios, ojos y frente, era lo que más me llamaba la atención de ellas, por el juego que hacía en su ser, sus labios de colores, sus ojos distintos y su frente tan natural y lista para mostrar emociones…emociones que ahora no lograba cifrar en el rostro de la joven me enviaba múltiples respuestas que ahora deseaba descifrar…acercándome lentamente me arrodille ante la joven tomando su mano dejando un beso en su dorso…
-Madame no ha sido nunca mi intención más bien espero que hasta el beso que le di no lo haya tomado como una osadía, aunque si lo fue…pero fue sincero solo eso-
Las expresiones en los rostros humanos que viven en dos mundos opresores solo se puede comparar a los rostros de ambos humanos en aquella oscura habitación…
Pero qué hacer cuando ante todo lo ocurrido no queda más que la simple idea de pagar por los malos ratos de ambos seres, que aunque comparten cuerpo no es la misma mente y eso no lo entendían y siempre le costaba problemas ya sea en el imperio como fuera de él ya sea incluso en la iglesia o en sus haberes de ella…todo un caos formado por simple palabras que al final no son más que solo eso palabras que se espera que se las lleve el viento o al menos se las lleve el tiempo, pues para la dama sería mucho pedir el olvido y le perdón.
-Madame, claro que le debo, le debo esto y más por el mal rato que paso con mi presencia, planeada o no, pero ahí estuvo para causar los líos que causó y que sobre todo le hizo pensar mal de nosotros…digo de mi…digo de todo esto…por eso vine a pagar por el mal sabor en su boca por esta noche, quizás así compense en algo el daño…claro que esto no quiere decir que usted tenga un precio ni que la estoy comprando- me estaba poniendo nervioso así que agache mi mirada y pasé mi mano por mi cuello –porque claro una mujer nos e compra y menos tiene un precio pues sería tonto y estúpido pensar en ello, usted es libre, hermosa, deseable y sobre todo muy inteligente y eso no tiene precio y esta bolsa de dinero no por su persona sino por mi….- mis nervios me atacaban más que ya estaba con las incoherencias –no digo que yo sea un descarado imbécil que se deja comprar o que compra o que…- la miré y sonreí pues no sabía explicarme con ciertas cosas con mujeres hermosas –dejémoslo que es solo una pequeña gratificación por su mal momento, y disculpe no suelo ser muy elocuente frente a damas hermosas más que solo con cosas técnicas, discúlpeme enormemente ha sido una tontería mía.-
Me estaba costando mucho, no sabía porque, o mejor dicho si sabía peor no quería asimilarla, aquella dama despertaba un interés en mi que no sabía explicar, frotaba mis manos contra si…las tenía sudorosas y sobre todo impaciente pues no sabía que hacer o cómo actuar así que solo sonreí y pasé la palma de mi mano por mi cabello lentamente tratando de volver a tener mi porte de gentleman seguro de lo que hacía e iba, ya tenía la certeza de algo que se nos había pedido, ahora tan solo quedaba arreglar el daño de mi hermano y sería todo de la deuda que quedaba por saldar
Ingresé a la habitación, no había estado en una habitación de una dama ya desde hace mucho tiempo, desde que era un chicuelo y entraba a la de mi hermana sin permiso ahora no era así, en palacio no entraba a ninguna porque no había, solo las de las doncellas de servicio nada más, y no era prudente que anduviera por sus aposentos tampoco, aunque degustar las cenas con ellas si que lo era muy apropiado para mí, pero bueno eso es otra historia, su habitación olía femeninamente, el aroma a pino y lavando de mi madre vino a mi memoria, las cosas ordenadas todo en su lugar, ni un ápice salido de este, perfección ante todo, la peinadora con sus cepillos, perfumes, un cofrecito (de joyas supuse), una foto de la dama…deje de observar, sabía o mejor dicho presumí que no le agradaría aquello así que centré mi vista a la ventana para evitar otra incomodidad…de reojo miré un pequeño mueble alejado a la esquina de la habitación, tomé asiento cerrando mis ojos con mi mano derecha sosteniendo mi rostro, tratando de centrar mi locura y la de mi hermano en una sola para explicar…
-Señorita lo que pasó hace rato…mmm…como explicarlo, es una tentativa de la mala fortuna que viven ciertas personas que toman caminos para bien y para el mal a la vez, digamos que es como una moneda en el cual si la paramos queda un centro pero dos caras distintas-
Saque una moneda de mis bolsillos y la coloque sobre una pequeña mesita que había delante de mí y la gire haciendo notar un pequeño juego que tenía con mi nana, aquel del pajarillo con la jaula, si no me gustaba ver a nadie oprimido por algo como yo lo estaba…por eso mis mascotas nunca estaban atadas a algo sino libres como lo que eran seres de vida y dueños de su propia vida ya que no muchos gozamos de eso, porque también los humanos esclavizamos a otros y los condenamos a eternas vidas de dolor, sufrimiento y pesar que solo se compensa con el remordimiento, el temor y la soledad.
-Así como esta moneda gira y gira, así es mi vida, no es para asustarla, sino más bien indicarle que no todo es como uno planea, que a veces solo a veces, las cosas se salen un poco de su curso –
Esa mirada, la dama estaba asustada…la miré y fueron sus labios los que vi, sí, siempre miraba a las damas a sus labios, ojos y frente, era lo que más me llamaba la atención de ellas, por el juego que hacía en su ser, sus labios de colores, sus ojos distintos y su frente tan natural y lista para mostrar emociones…emociones que ahora no lograba cifrar en el rostro de la joven me enviaba múltiples respuestas que ahora deseaba descifrar…acercándome lentamente me arrodille ante la joven tomando su mano dejando un beso en su dorso…
-Madame no ha sido nunca mi intención más bien espero que hasta el beso que le di no lo haya tomado como una osadía, aunque si lo fue…pero fue sincero solo eso-
Las expresiones en los rostros humanos que viven en dos mundos opresores solo se puede comparar a los rostros de ambos humanos en aquella oscura habitación…
Diègue Theodor Döhler- Hechicero/Realeza
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Re: Brisas Veraniegas +18 (Analeigh Leisser)
Finalmente había optado por no arrepentirme de tener a aquel hombre dentro de mi habitación nuevamente por el simple hecho de que algo en mi, alguna esquirla de mi corazón me decía que después de todo, en el fondo de esa personalidad con la que trataba ahora, él era una buena persona. O por lo menos eso quería creer yo para no sentirme tan incomoda.
Cerré la puerta tras escuchar sus palabras, vocablos enredados que reflejan más que cierta sumisión, el completo nerviosismo de aquel individuo que no encontraba la forma certera de expresarse. Y le comprendía ¿Quién podría explicar sencillamente aquellos sucesos que partían de su persona? El asunto era complejo de detallar y de ser comprendido. Mi mente no era cerrada para la época, estaba demás decirlo pues de lo contrario la culpa abarcaría cada centímetro de mi consciencia por el oficio que cargaba a mis espaldas y por el que había conocido al señor o los señores Döhler, pero de ahí a entender con facilidad la convivencia de dos personas en un solo cuerpo, bueno eso ya era una historia mucho mas engorro de descifrar y asimilar.
Debía visualizar su vida como aquella moneda que giraba y giraba sobre la mesa de cedro lustrada junto a la ubicación de mi acompañante. Entender que su existencia conllevaba a la presencia constante o más bien alternada de aquellos dos seres, completamente diferentes uno del otro –por lo menos a mi percepción- aunque seguramente deberían poseer factores en común, de lo contrario no subsistirían con tanta facilidad.
Aparte la mirada de su persona mientras él continuaba hablando para denotar cuanta confusión había generado un hombre solo en aquella noche. Estaba tan acostumbrada a las historias enredadas y complejas que ya había generado en mi cabeza una especie de mecanismo de anulación en cuanto al peso de las historias que llegaban a mis oídos cada noche por medios de mis clientes, pero este caso no tenia precedentes, no tenia defensa conocida por mi para salir airosa. El asunto dejaría sus rastros lo quisiera o no, y era comprensible, pues jamás me había cruzado con una cosa igual e internamente ya deseaba con no volver a presenciar otra ocasión igual, no por molestia, sino por no saber como sobrellevar aquel accionar dual que cambiaba sin previo aviso salvo minuciosos detalles que una mente sumamente analítica podría captar en un pestañeo del ojo. Pero yo era una simple cortesana, no una profunda contempladora.
- Le suplico que olvide el tema del dinero, ya le dije que no es necesario. Y por favor, póngase de pie, jamás me ha gustado ver a un hombre de rodillas - conferí con una leve sonrisa, esperando ésta sanara la pena yaciente en los ópalos de aquel caballero que solamente quería redimir lo que su naturaleza le llevaba a hacer. Tomé su mano luego que éste se levanto y lo dirigí nuevamente sobre el sillón de terciopelo tono bordeaux presente en la recamara que a su lado contaba con una pequeña mesilla, aquella donde había girado incansablemente la moneda ajena. Ya ubicado el caballero camine unos pasos hacia atrás, acercándome a un pequeño mueble que poseía una simple licorera de cristal con algunos vasos. Serví un trago de whisky y se lo ofrecí al nervioso moniseur - Beba un poco, respire hondo y trate de relajarse. Quien debería encontrarse en su estado a estas alturas debería ser yo y como ve, me he tranquilizado bastante - mantuve la sonrisa para que tales comentarios no fuesen tomados tan en serio, pues la idea era amansar al caballero no hacerlo enojar o algo por el estilo, pues no sabia que tipo de reacción podían hacer aparecer a su otro yo.
Me dejé caer sobre la cama, sentándome de forma que mis ojos quedasen alineados directamente con la ubicación de él. Respire profundo como quien busca llenarse de aire para enfocarse en algo y sin más nuevamente me dirigí oralmente hacia él - Espero algún día pueda controlar, por su propio bien pueda controlar esa naturaleza suya que aun trato de asimilar - lo deseaba con sinceridad, pues aquella perturbación ajena seguramente no era nada beneficiosa para el caballero al cual estaba segura, altercados como el presente no le habían pasado solamente una vez - Ahora si me promete que será usted el que este junto a mi el resto de la velada… Pues le invito a finalizar lo que en algún momento deseo de comenzar - me cruce de piernas, dejando entrever por la bata de seda parte de mis blancas, largas y estilizadas piernas, mismas que delicadamente parecían invitar sigilosamente al caballero al juego, a la travesía que no había podido concretar anteriormente.
Moví el cabello hacia un lado, las ondas azabaches cayeron sobre el hombro escondido en la seda. Los ópalos verdosos y los labios rojizos, el semblante terso y serio. Ya no había bromas en mis palabras, sino un sentimiento nuevo a descifrar, a ser descubierto y desglosado ¿Se atrevería finalmente el caballero a dar el paso de inicio? SI lo hacia, solo esperaba que aquella cara de la moneda se quedase conmigo, nada quería saber con el otro lado de su mundo, de su particular existencia.
*Lamento mucho la demora :3
Cerré la puerta tras escuchar sus palabras, vocablos enredados que reflejan más que cierta sumisión, el completo nerviosismo de aquel individuo que no encontraba la forma certera de expresarse. Y le comprendía ¿Quién podría explicar sencillamente aquellos sucesos que partían de su persona? El asunto era complejo de detallar y de ser comprendido. Mi mente no era cerrada para la época, estaba demás decirlo pues de lo contrario la culpa abarcaría cada centímetro de mi consciencia por el oficio que cargaba a mis espaldas y por el que había conocido al señor o los señores Döhler, pero de ahí a entender con facilidad la convivencia de dos personas en un solo cuerpo, bueno eso ya era una historia mucho mas engorro de descifrar y asimilar.
Debía visualizar su vida como aquella moneda que giraba y giraba sobre la mesa de cedro lustrada junto a la ubicación de mi acompañante. Entender que su existencia conllevaba a la presencia constante o más bien alternada de aquellos dos seres, completamente diferentes uno del otro –por lo menos a mi percepción- aunque seguramente deberían poseer factores en común, de lo contrario no subsistirían con tanta facilidad.
Aparte la mirada de su persona mientras él continuaba hablando para denotar cuanta confusión había generado un hombre solo en aquella noche. Estaba tan acostumbrada a las historias enredadas y complejas que ya había generado en mi cabeza una especie de mecanismo de anulación en cuanto al peso de las historias que llegaban a mis oídos cada noche por medios de mis clientes, pero este caso no tenia precedentes, no tenia defensa conocida por mi para salir airosa. El asunto dejaría sus rastros lo quisiera o no, y era comprensible, pues jamás me había cruzado con una cosa igual e internamente ya deseaba con no volver a presenciar otra ocasión igual, no por molestia, sino por no saber como sobrellevar aquel accionar dual que cambiaba sin previo aviso salvo minuciosos detalles que una mente sumamente analítica podría captar en un pestañeo del ojo. Pero yo era una simple cortesana, no una profunda contempladora.
- Le suplico que olvide el tema del dinero, ya le dije que no es necesario. Y por favor, póngase de pie, jamás me ha gustado ver a un hombre de rodillas - conferí con una leve sonrisa, esperando ésta sanara la pena yaciente en los ópalos de aquel caballero que solamente quería redimir lo que su naturaleza le llevaba a hacer. Tomé su mano luego que éste se levanto y lo dirigí nuevamente sobre el sillón de terciopelo tono bordeaux presente en la recamara que a su lado contaba con una pequeña mesilla, aquella donde había girado incansablemente la moneda ajena. Ya ubicado el caballero camine unos pasos hacia atrás, acercándome a un pequeño mueble que poseía una simple licorera de cristal con algunos vasos. Serví un trago de whisky y se lo ofrecí al nervioso moniseur - Beba un poco, respire hondo y trate de relajarse. Quien debería encontrarse en su estado a estas alturas debería ser yo y como ve, me he tranquilizado bastante - mantuve la sonrisa para que tales comentarios no fuesen tomados tan en serio, pues la idea era amansar al caballero no hacerlo enojar o algo por el estilo, pues no sabia que tipo de reacción podían hacer aparecer a su otro yo.
Me dejé caer sobre la cama, sentándome de forma que mis ojos quedasen alineados directamente con la ubicación de él. Respire profundo como quien busca llenarse de aire para enfocarse en algo y sin más nuevamente me dirigí oralmente hacia él - Espero algún día pueda controlar, por su propio bien pueda controlar esa naturaleza suya que aun trato de asimilar - lo deseaba con sinceridad, pues aquella perturbación ajena seguramente no era nada beneficiosa para el caballero al cual estaba segura, altercados como el presente no le habían pasado solamente una vez - Ahora si me promete que será usted el que este junto a mi el resto de la velada… Pues le invito a finalizar lo que en algún momento deseo de comenzar - me cruce de piernas, dejando entrever por la bata de seda parte de mis blancas, largas y estilizadas piernas, mismas que delicadamente parecían invitar sigilosamente al caballero al juego, a la travesía que no había podido concretar anteriormente.
Moví el cabello hacia un lado, las ondas azabaches cayeron sobre el hombro escondido en la seda. Los ópalos verdosos y los labios rojizos, el semblante terso y serio. Ya no había bromas en mis palabras, sino un sentimiento nuevo a descifrar, a ser descubierto y desglosado ¿Se atrevería finalmente el caballero a dar el paso de inicio? SI lo hacia, solo esperaba que aquella cara de la moneda se quedase conmigo, nada quería saber con el otro lado de su mundo, de su particular existencia.
*Lamento mucho la demora :3
Analeigh Leisser- Mensajes : 180
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Re: Brisas Veraniegas +18 (Analeigh Leisser)
Tomando el vaso con whisky y la sonrisa de la dama podría decir que me sentí intimidado, no era de estar en la habitación de las damas así por así y mucho menos verlas como objetos sexuales al contrario siempre me habían parecido como seres dignos de admirar, contemplar, conquistar, mimar, dar especial interés en todo lo que pidan pues son la creación perfecta.
Pero también era hombre rudo que no dejaba pasar las cosas, ser un miembro de la realeza te deja con la mente muy abierta y con ciertos gustos cuando de mujeres se trata y no podía decir que la dama en cuestión no provocó una erección en mi cuerpo pues mentiría y mentiría vilmente ya que en realidad su figura sentada sobre aquella cama con sus hermosos pilares de seducción hacían sentir sediento a todo ser humano e inhumano a desearlas poseer.
-Olvidaré el dinero si me permite un baile con usted, además así compensaré las locuras que ah tenido que soportar…al hombre de dos caras oculta por una máscara partida a la mitad de los cuales cada lado es opuesto a su real rostro-
Sonreí mientras me levantaba del sillón tomando la mano de la dama dejando un beso en su dorso que bien podría haber durado menos de lo que para mi mente asumió.
-un hombre en rodillas debe estar ante una mujer por dos motivos, para admirar su belleza impoluta y para pedir el santo acto de matrimonio, en mi caso me debo delatar que me inclino a la primera opción pues su belleza no pasa desapercibida, es más, me atrevo a decir…que usted es la rosa más elegante y perfumada de este jardín-
El aroma de sus cabellos era tan dulce y embriagante como el apetitoso carmesí de sus labios…mi mano diestra subió a su mejilla acariciando con mis dedos la mejilla de la dama, suave, muy suave su piel tanto que mis ojos bajaron por su rostro mirando aquellas hermoso par de valles que debían ser al tacto lo más placentero de sentir, acariciando lentamente el centro de su ser como si fuera una muñeca de porcelana, dejando que la lengua fuera la que tomara las delicadezas de su cuerpo probando lo suave y delicioso que es aquella joven. Mis labios se acercaban a su rostro peligrosamente pero en vez de besar sus labios se fueron a su mejilla derecha dejando un ósculo dulce recorriendo hacia arriba por su oído lentamente.
-Con una hermoso bucket de rosas me gustaría hacerle llover sobre su cuerpo, que los pétalos toquen su piel desnuda lentamente y con una, una sola rosa en mi mano pasar por su cuerpo recorriéndole desde la punta de sus dedos hasta la ultima hebra de su cabello para luego tomar con mis labios el dulce manjar de su ser-
Susurré lentamente apartando mi rostro del de ella mirando a sus ojos, mi mano que yacía en su mejilla izquierda bajo y colando por el curva entre su cuello y su clavícula con los dedos paseando lentamente hasta su hombro dejando caer la tira de su camisón descubriendo más de su piel que haría quebrar por completo a cualquier imperio llevándolos a cada miembro de la sociedad a pelear por tener la oportunidad de tocar la piel de un ángel perfecto.
-Tranquila digamos que entre mi hermano y yo un trato nos une y separa a la vez…controlo lo que controlo y el controla lo otro, pero lo controlo y el me controla a la vez. Somos el control del otro sin uno el otro no existe ya- sonrisas – No se asuste, ahora esta conmigo y créame que ningún mal correrá esta noche eso se lo puedo jurar-
Con aquellos mis labios se acercaron a los de la joven lentamente mimándolos –No haré nada para lastimar a tan bella dama- se volvieron a unir en un dulce beso –Pues la verdad usted más que mujer de burdel es una Dama de sociedad digna de admirar- con esa ultima palabra mis labios besaron los de la joven dejando escapar la lengua para buscar la de ella lentamente empujando con delicadeza su tierno y delicado cuerpo para que toque su espalda las sábanas de aquella cama mi diestra bajo por su brazo mientras nuestras lenguas se unían…toco el perfil de su seno, seno que deseaba mimar, delineo su cintura, su cadera, hasta colocar su pierna en arco para acariciar mejor la piel de sus muslos. ¡Qué delicadeza, que belleza!...eso me ponía más erecto el miembro pues la verdad, su piel era única. Separe mis labios de aquella ambrosía mirándola a los ojos con mi mano todavía a la mitad de su muslo izquierdo detenido.
-No quiero hacerle el amor, como si fuera un cliente más, quiero estar con usted porque usted quiere, porque yo quiero, no por el placer del sexo cliente y cortesana, no se sienta así, siéntase mujer que siente, que puede ser tratada como una dama incluso en el acto sexual-
La miré a tan solo centímetros de aquellos labios, labios de locura y maldición para cualquiera menos para un loco que solo vive en un castillo solo con su espejo reflejando a su hermano muerto…en su propio cuerpo.
Pero también era hombre rudo que no dejaba pasar las cosas, ser un miembro de la realeza te deja con la mente muy abierta y con ciertos gustos cuando de mujeres se trata y no podía decir que la dama en cuestión no provocó una erección en mi cuerpo pues mentiría y mentiría vilmente ya que en realidad su figura sentada sobre aquella cama con sus hermosos pilares de seducción hacían sentir sediento a todo ser humano e inhumano a desearlas poseer.
-Olvidaré el dinero si me permite un baile con usted, además así compensaré las locuras que ah tenido que soportar…al hombre de dos caras oculta por una máscara partida a la mitad de los cuales cada lado es opuesto a su real rostro-
Sonreí mientras me levantaba del sillón tomando la mano de la dama dejando un beso en su dorso que bien podría haber durado menos de lo que para mi mente asumió.
-un hombre en rodillas debe estar ante una mujer por dos motivos, para admirar su belleza impoluta y para pedir el santo acto de matrimonio, en mi caso me debo delatar que me inclino a la primera opción pues su belleza no pasa desapercibida, es más, me atrevo a decir…que usted es la rosa más elegante y perfumada de este jardín-
El aroma de sus cabellos era tan dulce y embriagante como el apetitoso carmesí de sus labios…mi mano diestra subió a su mejilla acariciando con mis dedos la mejilla de la dama, suave, muy suave su piel tanto que mis ojos bajaron por su rostro mirando aquellas hermoso par de valles que debían ser al tacto lo más placentero de sentir, acariciando lentamente el centro de su ser como si fuera una muñeca de porcelana, dejando que la lengua fuera la que tomara las delicadezas de su cuerpo probando lo suave y delicioso que es aquella joven. Mis labios se acercaban a su rostro peligrosamente pero en vez de besar sus labios se fueron a su mejilla derecha dejando un ósculo dulce recorriendo hacia arriba por su oído lentamente.
-Con una hermoso bucket de rosas me gustaría hacerle llover sobre su cuerpo, que los pétalos toquen su piel desnuda lentamente y con una, una sola rosa en mi mano pasar por su cuerpo recorriéndole desde la punta de sus dedos hasta la ultima hebra de su cabello para luego tomar con mis labios el dulce manjar de su ser-
Susurré lentamente apartando mi rostro del de ella mirando a sus ojos, mi mano que yacía en su mejilla izquierda bajo y colando por el curva entre su cuello y su clavícula con los dedos paseando lentamente hasta su hombro dejando caer la tira de su camisón descubriendo más de su piel que haría quebrar por completo a cualquier imperio llevándolos a cada miembro de la sociedad a pelear por tener la oportunidad de tocar la piel de un ángel perfecto.
-Tranquila digamos que entre mi hermano y yo un trato nos une y separa a la vez…controlo lo que controlo y el controla lo otro, pero lo controlo y el me controla a la vez. Somos el control del otro sin uno el otro no existe ya- sonrisas – No se asuste, ahora esta conmigo y créame que ningún mal correrá esta noche eso se lo puedo jurar-
Con aquellos mis labios se acercaron a los de la joven lentamente mimándolos –No haré nada para lastimar a tan bella dama- se volvieron a unir en un dulce beso –Pues la verdad usted más que mujer de burdel es una Dama de sociedad digna de admirar- con esa ultima palabra mis labios besaron los de la joven dejando escapar la lengua para buscar la de ella lentamente empujando con delicadeza su tierno y delicado cuerpo para que toque su espalda las sábanas de aquella cama mi diestra bajo por su brazo mientras nuestras lenguas se unían…toco el perfil de su seno, seno que deseaba mimar, delineo su cintura, su cadera, hasta colocar su pierna en arco para acariciar mejor la piel de sus muslos. ¡Qué delicadeza, que belleza!...eso me ponía más erecto el miembro pues la verdad, su piel era única. Separe mis labios de aquella ambrosía mirándola a los ojos con mi mano todavía a la mitad de su muslo izquierdo detenido.
-No quiero hacerle el amor, como si fuera un cliente más, quiero estar con usted porque usted quiere, porque yo quiero, no por el placer del sexo cliente y cortesana, no se sienta así, siéntase mujer que siente, que puede ser tratada como una dama incluso en el acto sexual-
La miré a tan solo centímetros de aquellos labios, labios de locura y maldición para cualquiera menos para un loco que solo vive en un castillo solo con su espejo reflejando a su hermano muerto…en su propio cuerpo.
Off: Tranquila, igual creo que me he tardado
Diègue Theodor Döhler- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 09/11/2011
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Re: Brisas Veraniegas +18 (Analeigh Leisser)
El balanceo de sensaciones que aquel hombre despertaba en mi era un tanto indescriptible de expresar. De un momento a otro, como si de un parpadear simple e involuntario se tratase, la situación había tomado un giro rotundo, totalmente distintos a los que en forma de incomodos baches se habían presentado anteriormente bajo el protagonismo del hermano de aquel verdadero caballero que ahora mis ojos esmeraldinos vislumbraban con enigma, como si los mismos quisieran descifrarle enteramente aunque fueran consciente de antemano que eso seria casi imposible. Pero me acercaría lo más posible a lo que el hombre era, de eso no habia duda ya en mi mente.
Sus palabras me indicaban dos cosas, su estatus social y su exquisita educación. Un hombre dueño de una retorica tan refinada no podía ser un individuo cualquiera en la sociedad. Bueno, después de todo él ya había demostrado ser todo menos alguien simple. Su persona resguardaba muchas mas complejidades que las que se advertían a simple vista. No pude evitar preguntarme que hacía él en el Burdel ¿Todo recaería en esa dualidad existente en su interior que no le permitiría el trato normal con otras damiselas? Quizás todo desembocaba en la distracción necesaria, en el escape de lo habitual. Él lo había pronunciado anteriormente así que opté silenciosamente por creerle una vez más, aunque no estaba consciente de porque lo hacia ¿La sinceridad que despojaban sus ojos? No, era la calidez de sus caricias, de sus palabras embadurnadas en cortesía, propia y única de un verdadero hombre en el claro sentido de la palabra. Había tenido que lidiar con bestias en muchas ocasiones y podía decir sin titubeos que este caballero era completamente diferente al resto, desde los pies a la cabeza, pasando sosegadamente por cada milímetro de su existencia interior.
- De ser así, atrevámonos a danzar al compás que nuestros cuerpos nos dicten - pronuncié casi murmurando, con mis ojos entreabiertos, observándole con suavidad, como si la rigidez típica de las esmeraldas verdosas que representaban mis ojos hubiesen adquirido el tacto propio de la seda.
Bajo la promesa del control, de su completa estancia en aquel momento a ser compartido, me atreví a adentrarme el paisaje que el caballero tenía ofrecido para ser explorado. Un bosque frondoso, conteniente de innumerables novedades seguramente. Y yo allí, como la indagadora más valiente comenzaría la travesía propuesta.
Sus caricias eran cálidas, suaves y delicadas, como si con su tacto este registrase sobre mi piel mucho mas allá que el simple contacto. Él imprimía en cada uno de mis poros recorridos su encanto, su misterio indescifrable. Sus palabras, sumergidas en un aliento envolvente hacían lo mismo a través del sentido auditivo. Y sus labios, sus labios contenían un gusto especial a partir del momento en que confesó verme como una dama y no como un objeto donde desahogar su deseo contenido. SI su intención era hacerme sentir cómoda, olvidando todo lo anteriormente sucedido, debía confesar que contra mi voluntad él lo estaba logrando de forma maravillosa. En un abrir y cerrar de ojos las herramientas bajo su posesión me habían cautivado de forma completa. Jamás había presenciado tal sensación, lo que me hacia verme en terrenos desconocidos nuevamente, pero no sentía miedo, todo lo contrario, bajo sus besos creía que todo iba a estar bien.
Dejé lentamente caer mi espalda sobre las hiladas y perfumadas sabanas que llevaban plasmada mi fragancia. Sumergirse en aquel lecho era como anexarse a otra parte de mí que contenía aquel aroma peculiar, característico de mi persona, de mi piel. Mis labios se fusionaban momentáneamente con los suyos, separándose intermitentemente para compartir miradas y suspiros. Sus manos transitaban mi anatomía, las mías delineaban el centro de su espalda de arriba hacia abajo, acariciando los lados de su torso, aprisionándolo dulcemente en abrazos temporales que finalmente morían nuevamente en caricias curiosas. Una de mis piernas le abrazo sutilmente, apoyándose el talón del pie sobre su coxis, invitando a su pelvis a apoyarse sobre la mía, a transmitir la calidez que ambos poseíamos en nuestras zonas bajas. Podía sentir su hombría a través de sus ropajes, rígida, firme, resguardando deseo y lujuria pura, camuflada tras aquellos caballerismos exquisitos. Pero ambos sabíamos que en determinado instante, aquellos protocolos quedarían de lado, los dos nos cegaríamos en los mares de la pasión, donde el instinto florece y la razón se pierde.
- Seré una dama, si usted me toma como tal. Eso es lo que deseo, ser tomada por usted ahora, hasta lo más profundo de mí ser - confesé mirándolo fijamente a los ojos, para luego cerrarlos y encestarle un cálido y profundo beso que me dejó conocer la humedad de su cavidad bucal, de su lengua traviesa y delicada. Lentamente nos sumergíamos en aguas de éxtasis y por primera vez, no sabia con certeza si había algo que pudiese detenernos de ello.
Sus palabras me indicaban dos cosas, su estatus social y su exquisita educación. Un hombre dueño de una retorica tan refinada no podía ser un individuo cualquiera en la sociedad. Bueno, después de todo él ya había demostrado ser todo menos alguien simple. Su persona resguardaba muchas mas complejidades que las que se advertían a simple vista. No pude evitar preguntarme que hacía él en el Burdel ¿Todo recaería en esa dualidad existente en su interior que no le permitiría el trato normal con otras damiselas? Quizás todo desembocaba en la distracción necesaria, en el escape de lo habitual. Él lo había pronunciado anteriormente así que opté silenciosamente por creerle una vez más, aunque no estaba consciente de porque lo hacia ¿La sinceridad que despojaban sus ojos? No, era la calidez de sus caricias, de sus palabras embadurnadas en cortesía, propia y única de un verdadero hombre en el claro sentido de la palabra. Había tenido que lidiar con bestias en muchas ocasiones y podía decir sin titubeos que este caballero era completamente diferente al resto, desde los pies a la cabeza, pasando sosegadamente por cada milímetro de su existencia interior.
- De ser así, atrevámonos a danzar al compás que nuestros cuerpos nos dicten - pronuncié casi murmurando, con mis ojos entreabiertos, observándole con suavidad, como si la rigidez típica de las esmeraldas verdosas que representaban mis ojos hubiesen adquirido el tacto propio de la seda.
Bajo la promesa del control, de su completa estancia en aquel momento a ser compartido, me atreví a adentrarme el paisaje que el caballero tenía ofrecido para ser explorado. Un bosque frondoso, conteniente de innumerables novedades seguramente. Y yo allí, como la indagadora más valiente comenzaría la travesía propuesta.
Sus caricias eran cálidas, suaves y delicadas, como si con su tacto este registrase sobre mi piel mucho mas allá que el simple contacto. Él imprimía en cada uno de mis poros recorridos su encanto, su misterio indescifrable. Sus palabras, sumergidas en un aliento envolvente hacían lo mismo a través del sentido auditivo. Y sus labios, sus labios contenían un gusto especial a partir del momento en que confesó verme como una dama y no como un objeto donde desahogar su deseo contenido. SI su intención era hacerme sentir cómoda, olvidando todo lo anteriormente sucedido, debía confesar que contra mi voluntad él lo estaba logrando de forma maravillosa. En un abrir y cerrar de ojos las herramientas bajo su posesión me habían cautivado de forma completa. Jamás había presenciado tal sensación, lo que me hacia verme en terrenos desconocidos nuevamente, pero no sentía miedo, todo lo contrario, bajo sus besos creía que todo iba a estar bien.
Dejé lentamente caer mi espalda sobre las hiladas y perfumadas sabanas que llevaban plasmada mi fragancia. Sumergirse en aquel lecho era como anexarse a otra parte de mí que contenía aquel aroma peculiar, característico de mi persona, de mi piel. Mis labios se fusionaban momentáneamente con los suyos, separándose intermitentemente para compartir miradas y suspiros. Sus manos transitaban mi anatomía, las mías delineaban el centro de su espalda de arriba hacia abajo, acariciando los lados de su torso, aprisionándolo dulcemente en abrazos temporales que finalmente morían nuevamente en caricias curiosas. Una de mis piernas le abrazo sutilmente, apoyándose el talón del pie sobre su coxis, invitando a su pelvis a apoyarse sobre la mía, a transmitir la calidez que ambos poseíamos en nuestras zonas bajas. Podía sentir su hombría a través de sus ropajes, rígida, firme, resguardando deseo y lujuria pura, camuflada tras aquellos caballerismos exquisitos. Pero ambos sabíamos que en determinado instante, aquellos protocolos quedarían de lado, los dos nos cegaríamos en los mares de la pasión, donde el instinto florece y la razón se pierde.
- Seré una dama, si usted me toma como tal. Eso es lo que deseo, ser tomada por usted ahora, hasta lo más profundo de mí ser - confesé mirándolo fijamente a los ojos, para luego cerrarlos y encestarle un cálido y profundo beso que me dejó conocer la humedad de su cavidad bucal, de su lengua traviesa y delicada. Lentamente nos sumergíamos en aguas de éxtasis y por primera vez, no sabia con certeza si había algo que pudiese detenernos de ello.
Analeigh Leisser- Mensajes : 180
Fecha de inscripción : 28/06/2011
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