AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Verona: Revelaciones de una triste historia
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Verona: Revelaciones de una triste historia
Había pasado casi un mes desde el día en el que decidí entregar mi sangre a Ash. Había sido cuanto menos inesperado. Pensé que morirá, que resentiría el dolor si conseguía salir ilesa de aquella situación, pero en vez de eso, me gustó. No sabía decir porque aquella sensación resultó ser agradable, tan placentera en realidad que abolió todo dolor posible por supuesto. Había sido la única vez que me había sentido tan unida al joven. Sobre lo ocurrió después de aquello solo sé que Ash consiguió deshacerse de Bathory, pues segundos después de que el vampiro terminase de beber, la vista comenzó se tornó difusa y me desmayé. No pregunté al joven sobre lo que pasó en aquella casa mientras me encontraba inconsciente, y tampoco pensaba hacerlo. A pesar de todo, desde aquel día había empezado a temer más al porvenir y a los vampiros que a otra cosa, por lo que alguna veces, me sentía arrepentida de todo lo que estaba haciendo.
-¡Pronto llegaremos a Italia!- gritó Mikah desde su puesto de cochero. Nuestro destino era el asegurado por Elizabeth de encontrar a ese ``Padre´´. Durante todo el viaje no había dicho palabra alguna, solo quería pensar. Me encontraba sentada junto a Ash y tampoco me había despejado de aquella posición en todo el tiempo. Cada vez tenía menos esperanzas de encontrar la solución a nuestros problemas, por lo que la tristeza cada vez era más marcada en mi rostro y actitud. Me incorporé un poco en el asiento, para despejar la camisa de la zona donde los colmillos del joven quedaban marcados –A partir de ahora, si necesitas beber…hazlo de mi- dije en voz baja, en realidad, deseaba que lo volviese a hacer pronto y que aquella sensación durarse mas. -¿A dónde vamos a ir primero esta vez? Me niego a entrar en una casa desconocida de nuevo…no quiero que vuelva a pasar nada parecido- el solo recordar del peligro que habíamos llegado a correr ambos hacia que me estremeciese. –Ahora que recuerdo…Italia es el lugar donde se desarrolla la historia de Romeo y Julieta- suspiré con una sonrisa pequeña –Si, ese lugar me gusta más que Hungría- Tenia la esperanza de encontrar las similitudes con el libro como si fuese una niña pequeña. –Ash… ¿sabe bien mi sangre? Se…se que no pudiste…saborearla a penas, por eso te dije lo de antes. De verdad que ya no me importa, pensé que dolería, pero no es eso lo que siento-
En poco tiempo cruzamos las fronteras y llegamos a Italia, mas concretamente a Verona, ciudad del amor cortés literario por excelencia y lugar del que lo quería conocer todo. Las vistas eran mucho más animadas que las de aquellos homogéneos árboles de camino a Hungria, en Verona había cientos de personas con ropajes modernos y elegantes paseando tranquilamente por cualquier lugar aunque fuese de noche. Era sorprendente ¿A estos paisanos no les atemorizaba la oscuridad? –Esa mujer te ha engañado, aquí no puede haber vampiros, hay demasiada gente- dije mientras curioseaba por la ventanilla –Aunque acabe de caer la noche…en Paris no había tanta gente, es sorprendente- parecía una niña pequeña asombrada al ver un juguete nuevo. Era la primera vez que viajaba y como lugar de destino solo podía nombrar a este -¿Podemos bajar ya? ¿Podemos? ¿Podemos?- me giré y casi me tiré encima del joven para suplicarle que fuésemos a pie el camino que quedaba –Que Mikah lleve el coche al hostal mas cercano, mas tarde iremos, pero por favor demos un paseo ¿Si? Tiene que haber algún lugar precioso por aquí para pasear ¡Vamos!-
Acabé arrastrando al joven dirección a puerto sin darme cuenta. Había un paseo lujosamente decorado a pie de mar. Las lámparas del camino, de aceite, estaban hechas de un cristal que le daba un aspecto totalmente relajado al lugar al crear una luz suave y tenue. Las personas paseaban elegantemente vestidas. Pude ver como muchas personas caminaban tranquilas con sus respectivas parejas, lo cual me pareció tan romántico y tan nostálgico y deseado a la vez… me dio cierta envidia. Al ver aquella escena no pude evitar desear una vida normal, recuperar la vida que antes tuve, volver a cantar, a trabajar con Biggs, volver a ver a Hayley, pasear por Paris como lo estaba haciendo ahora…pero todo con Ash. Él, para mi era lo único bueno que todos los problemas habían traído. Le quería, le amaba, y aunque no me atreviese a tomarle de la mano o abrazarle en ese mismo momento como todos a nuestro alrededor hacían, aunque no tuviese la valentía de dejar las vergüenzas atrás y repetir aquellos momentos de besos mágicos cada vez que quisiese, aunque fuese un vampiro y por ello nuestro futuro fuese indeciso, no quería separarme ni un segundo de el. Me sentía a veces como una tonta al pensar el cambio de parecer que había dado yo sola en poco tiempo. En una vida pasada jamás hubiese consentido pasear con un hombre, mucho menos tratarle como un amigo… y sin embargo ahora, ardía en deseos de que los buenos momentos que pasábamos juntos se prolongasen eternamente. Me atemorizaba el hecho de que el fuese distinto a mi, pero no le temía a el, sino a las consecuencias de nuestras diferencias y lo peor era que para aquello no había solución aparente. Paré en seco durante aquel paseo en el que apenas se intercambiaron palabras y me posicioné frente a Ash mirándole fijamente a los ojos con expresión triste –Ash…el otro día, temí que te fuera a perder, sentí que iba a morirme si tu me faltases…Si a mi me pasase algo ¿Qué harías?-
-¡Pronto llegaremos a Italia!- gritó Mikah desde su puesto de cochero. Nuestro destino era el asegurado por Elizabeth de encontrar a ese ``Padre´´. Durante todo el viaje no había dicho palabra alguna, solo quería pensar. Me encontraba sentada junto a Ash y tampoco me había despejado de aquella posición en todo el tiempo. Cada vez tenía menos esperanzas de encontrar la solución a nuestros problemas, por lo que la tristeza cada vez era más marcada en mi rostro y actitud. Me incorporé un poco en el asiento, para despejar la camisa de la zona donde los colmillos del joven quedaban marcados –A partir de ahora, si necesitas beber…hazlo de mi- dije en voz baja, en realidad, deseaba que lo volviese a hacer pronto y que aquella sensación durarse mas. -¿A dónde vamos a ir primero esta vez? Me niego a entrar en una casa desconocida de nuevo…no quiero que vuelva a pasar nada parecido- el solo recordar del peligro que habíamos llegado a correr ambos hacia que me estremeciese. –Ahora que recuerdo…Italia es el lugar donde se desarrolla la historia de Romeo y Julieta- suspiré con una sonrisa pequeña –Si, ese lugar me gusta más que Hungría- Tenia la esperanza de encontrar las similitudes con el libro como si fuese una niña pequeña. –Ash… ¿sabe bien mi sangre? Se…se que no pudiste…saborearla a penas, por eso te dije lo de antes. De verdad que ya no me importa, pensé que dolería, pero no es eso lo que siento-
En poco tiempo cruzamos las fronteras y llegamos a Italia, mas concretamente a Verona, ciudad del amor cortés literario por excelencia y lugar del que lo quería conocer todo. Las vistas eran mucho más animadas que las de aquellos homogéneos árboles de camino a Hungria, en Verona había cientos de personas con ropajes modernos y elegantes paseando tranquilamente por cualquier lugar aunque fuese de noche. Era sorprendente ¿A estos paisanos no les atemorizaba la oscuridad? –Esa mujer te ha engañado, aquí no puede haber vampiros, hay demasiada gente- dije mientras curioseaba por la ventanilla –Aunque acabe de caer la noche…en Paris no había tanta gente, es sorprendente- parecía una niña pequeña asombrada al ver un juguete nuevo. Era la primera vez que viajaba y como lugar de destino solo podía nombrar a este -¿Podemos bajar ya? ¿Podemos? ¿Podemos?- me giré y casi me tiré encima del joven para suplicarle que fuésemos a pie el camino que quedaba –Que Mikah lleve el coche al hostal mas cercano, mas tarde iremos, pero por favor demos un paseo ¿Si? Tiene que haber algún lugar precioso por aquí para pasear ¡Vamos!-
Acabé arrastrando al joven dirección a puerto sin darme cuenta. Había un paseo lujosamente decorado a pie de mar. Las lámparas del camino, de aceite, estaban hechas de un cristal que le daba un aspecto totalmente relajado al lugar al crear una luz suave y tenue. Las personas paseaban elegantemente vestidas. Pude ver como muchas personas caminaban tranquilas con sus respectivas parejas, lo cual me pareció tan romántico y tan nostálgico y deseado a la vez… me dio cierta envidia. Al ver aquella escena no pude evitar desear una vida normal, recuperar la vida que antes tuve, volver a cantar, a trabajar con Biggs, volver a ver a Hayley, pasear por Paris como lo estaba haciendo ahora…pero todo con Ash. Él, para mi era lo único bueno que todos los problemas habían traído. Le quería, le amaba, y aunque no me atreviese a tomarle de la mano o abrazarle en ese mismo momento como todos a nuestro alrededor hacían, aunque no tuviese la valentía de dejar las vergüenzas atrás y repetir aquellos momentos de besos mágicos cada vez que quisiese, aunque fuese un vampiro y por ello nuestro futuro fuese indeciso, no quería separarme ni un segundo de el. Me sentía a veces como una tonta al pensar el cambio de parecer que había dado yo sola en poco tiempo. En una vida pasada jamás hubiese consentido pasear con un hombre, mucho menos tratarle como un amigo… y sin embargo ahora, ardía en deseos de que los buenos momentos que pasábamos juntos se prolongasen eternamente. Me atemorizaba el hecho de que el fuese distinto a mi, pero no le temía a el, sino a las consecuencias de nuestras diferencias y lo peor era que para aquello no había solución aparente. Paré en seco durante aquel paseo en el que apenas se intercambiaron palabras y me posicioné frente a Ash mirándole fijamente a los ojos con expresión triste –Ash…el otro día, temí que te fuera a perder, sentí que iba a morirme si tu me faltases…Si a mi me pasase algo ¿Qué harías?-
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Verona: Revelaciones de una triste historia
Largo, larguísimo y arduo viaje hasta llegar a las malditas tierra de Italia. El vampiro se sintió de vuelta a la vida cuando pudo oir los bramidos de alegría de Mikah avisando la llegada al país -Maldita sea... pensé que nunca llegaríamos- comentaba para sí mirando por la ventana. Su aspecto había retomado de nuevo ese proceso de declive tras tanto tiempo sin volver a beber sangre digna, pero le sorprendió muy gratamente el comentario que Keira le hizo ofrecíendole su sangre después de tantos silencios soportados en el mismo habitáculo. Parecía ser que la llegada a un nuevo lugar la había animado pues comenzó a preguntar, mostrando su reticencia a pasar la noche en un hogar desconocido después de lo ocurrido con Bathory -No te preocupes, ahora estamos en un país... no en una mansión en mitad del camino. No terminamos de llegar a Hungría, pero ahora sí estamos en Italia.- observaba las calles que parecian aproximarse al coche, repletas de gente alegre paseando -No es necesario saborear tu sangre para saber que es la mejor que una criatura como yo pueda tomar jamás- sonrió mirándola -Y no nos ha engañado nadie, en Italia existen tantos vampiros como en París, Hungría, España, Inglaterra, América... ¿Crees realmente que solo somos dos o tres en el mundo? Deambulamos entre los humanos como si fuesemos vuestras sombras, nos deleitamos con vuestra ignorancia tanto como con vuestra sangre... somos así. Muy simpáticos y con un ácido sentido del humor- bromeó Ash antes de que la muchacha manifestara sus necesidades de bajar del transporte para dar un bonito paseo por las calles de Verona -Está bien... ¡Mikah, bajamos aquí!-
Ambos descendieron del carruaje y Ash envió al muchacho a una posada no muy lejana a la plaza en la que se encontraban. Echaron a andar en silencio, quizá disfrutando de la compañía mutuamente. Las calles estaban adornadas con unas lámparas de aceite que daban una agradable atmósfera romántica, muy típico del país de los pilluelos ladrones de corazones. En mitad de un círculo alejado de la plaza, un enorme árbol se alzaba, centenario, inmenso, regalando un cobijo magnifico para los día soleados rodeado de bancos donde las personas pudieran descansar. En las raices de este crecían unos preciosos lirios blancos seguramente plantados a propósito para embellecer el lugar -Este lugar...- fue a reflexionar cuando la chica se detuvo ante él. Los transeuntes que continuaban su existencia parecían sombras a su alrededor, nada más importante que la mirada que compartían.
Keria se aventuró a formular una pregunta tras afirmar lo que Ash significaba para ella. El vampiro no supo cómo debía reaccionar ¿Qué podía decirle que no haya hecho ya con sus acciones? Ella era importante sin duda, tanto que no existían palabras para hacérselo saber. Posó su mano en el rostro de la joven y se acercó despacio a ella con intenciones de besarla... pero una extraña quietud apesadumbró el ambiente.
Por encima del rostro de la chica, Ash pudo descernir una figura sentada bajo las raices del árbol. Una figura conocida y temida... era él, era Norbert. El ansiado beso tuvo que hacerse esperar, pues el muchacho no culminó su objetivo, quedando a escasos centímetros de los labios de la hermosa mujer, con la mirada clavada en aquel hombre que sujetaba uno de esos lirios entre sus manos. -Por favor, que no sea mi presencia óbice para detener tal hermosa escena de amor...- dijo el hombre desde su asiento, alzando la mirada, furibunda, clavándola en la pareja -Eres persistente...- apartó a la muchacha y se adelantó un par de pasos para protegerla, pero Norbert no iba armado. Solamente portaba su bastón, su sombrero siempre perfectamente colocado y aquel lirio que aferraba con tristeza -¿Nos has seguido hasta aquí?- interrogó con el ceño fruncido y nervioso, estaban rodeados de gente por doquier, no era el lugar adecuado para un enfrentamiento entre ellos dos -Oh, memorias...- Norbert se levantó de su banco, lúgubre. Se aproximó a la pareja un poco más y les dio la espalda para observar el árbol -Vosotras que ayudais en los momentos de tristeza, de añoranza. Vosotras, memorias, que apuñalais almas y atenazais corazones con la nostalgia... Vosotras, memorias, perdidas en un mar de ensoñaciones, olvidadas, ultrajadas por el tiempo. El bien que un día otorgais lo recuperais con lágrimas en noches solitarias... Vosotras, memorias, nuestras memorias...- recitó con la voz quebrada -Muy bonito ¿Lo has escrito tú mientras abrías en canal a alguna muchacha?- se burló Ash, apartando un poco más a Keira.
Norbert mantuvo la compostura y observó a la pareja dándose media vuelta. Sus ojos estaban empañados por un vidrioso manto de lágrimas que no terminaban de abandonar sus cavidades oculares. Su barbilla parecía temblar cuando abría la boca para replicar al joven muchacho, pero terminaba cerrándola. ¿Su expresión? La viva imagen de la desesperación -Esas palabras... están compuestas especialmente para ti, señor Ravnos. Aquí estás, refulgente como una estrella, titilante junto a la que parece ser tu amada. Una antigua protegida a la que ahora adorarás con toda tu pútrida alma ¿Verdad? Toda una belleza digna del mejor de los regalos, vencedora sobre la mayor y majestuosa gema jamás extraida de la tierra... Ella...- a medida que hablaba su voz iba tornándose más y más cavernosa, alzándose cual pájaro libre de una jaula hacia el cielo, enfurecido -No dejaré que te la lleves...- pasó de apartarla a simplemente agarrarla de un brazo, aferrándola con la suficiente fuerza para no lastimarla, transmitiéndole su compañía y seguridad -No... No es ese ahora mismo mi objetivo. Estoy aquí para conmemorar a la mujer que una vez amé y sigo amando ¿Crees que no tengo corazón?- dejó caer el lirio despacio al suelo, observándolo -¿O más bien no lo recuerdas, Benvolio?- aquel nombre hizo que Ash perdiese la noción del tiempo y viajara siglos atrás -¿Qué... has dicho?- Norbert sonrió mientras que el joven no hacía más que parpadear para salir de su asombro -Oh... ¿Ves como las memorias son victimas del tiempo? Lo has olvidado todo... o quizá casi todo ¿Verdad, "amigo"?- sus palabras rezumaban odio visceral -Honraremos a la señorita Keira con una vieja historia de amor condenada por el hombre al que ahora ella ama ¿De acuerdo? Así que vamos... ¡Cuéntale cómo me traicionaste! ¡Me abandonaste a mí y a mi amada esposa después de todo lo que sufrimos por estar juntos!- calló unos minutos para que Ash asimilara lo que estaba a punto de revelar -Cuéntale cómo fuiste el culpable de la muerte de Julieta...-
Ambos descendieron del carruaje y Ash envió al muchacho a una posada no muy lejana a la plaza en la que se encontraban. Echaron a andar en silencio, quizá disfrutando de la compañía mutuamente. Las calles estaban adornadas con unas lámparas de aceite que daban una agradable atmósfera romántica, muy típico del país de los pilluelos ladrones de corazones. En mitad de un círculo alejado de la plaza, un enorme árbol se alzaba, centenario, inmenso, regalando un cobijo magnifico para los día soleados rodeado de bancos donde las personas pudieran descansar. En las raices de este crecían unos preciosos lirios blancos seguramente plantados a propósito para embellecer el lugar -Este lugar...- fue a reflexionar cuando la chica se detuvo ante él. Los transeuntes que continuaban su existencia parecían sombras a su alrededor, nada más importante que la mirada que compartían.
Keria se aventuró a formular una pregunta tras afirmar lo que Ash significaba para ella. El vampiro no supo cómo debía reaccionar ¿Qué podía decirle que no haya hecho ya con sus acciones? Ella era importante sin duda, tanto que no existían palabras para hacérselo saber. Posó su mano en el rostro de la joven y se acercó despacio a ella con intenciones de besarla... pero una extraña quietud apesadumbró el ambiente.
Por encima del rostro de la chica, Ash pudo descernir una figura sentada bajo las raices del árbol. Una figura conocida y temida... era él, era Norbert. El ansiado beso tuvo que hacerse esperar, pues el muchacho no culminó su objetivo, quedando a escasos centímetros de los labios de la hermosa mujer, con la mirada clavada en aquel hombre que sujetaba uno de esos lirios entre sus manos. -Por favor, que no sea mi presencia óbice para detener tal hermosa escena de amor...- dijo el hombre desde su asiento, alzando la mirada, furibunda, clavándola en la pareja -Eres persistente...- apartó a la muchacha y se adelantó un par de pasos para protegerla, pero Norbert no iba armado. Solamente portaba su bastón, su sombrero siempre perfectamente colocado y aquel lirio que aferraba con tristeza -¿Nos has seguido hasta aquí?- interrogó con el ceño fruncido y nervioso, estaban rodeados de gente por doquier, no era el lugar adecuado para un enfrentamiento entre ellos dos -Oh, memorias...- Norbert se levantó de su banco, lúgubre. Se aproximó a la pareja un poco más y les dio la espalda para observar el árbol -Vosotras que ayudais en los momentos de tristeza, de añoranza. Vosotras, memorias, que apuñalais almas y atenazais corazones con la nostalgia... Vosotras, memorias, perdidas en un mar de ensoñaciones, olvidadas, ultrajadas por el tiempo. El bien que un día otorgais lo recuperais con lágrimas en noches solitarias... Vosotras, memorias, nuestras memorias...- recitó con la voz quebrada -Muy bonito ¿Lo has escrito tú mientras abrías en canal a alguna muchacha?- se burló Ash, apartando un poco más a Keira.
Norbert mantuvo la compostura y observó a la pareja dándose media vuelta. Sus ojos estaban empañados por un vidrioso manto de lágrimas que no terminaban de abandonar sus cavidades oculares. Su barbilla parecía temblar cuando abría la boca para replicar al joven muchacho, pero terminaba cerrándola. ¿Su expresión? La viva imagen de la desesperación -Esas palabras... están compuestas especialmente para ti, señor Ravnos. Aquí estás, refulgente como una estrella, titilante junto a la que parece ser tu amada. Una antigua protegida a la que ahora adorarás con toda tu pútrida alma ¿Verdad? Toda una belleza digna del mejor de los regalos, vencedora sobre la mayor y majestuosa gema jamás extraida de la tierra... Ella...- a medida que hablaba su voz iba tornándose más y más cavernosa, alzándose cual pájaro libre de una jaula hacia el cielo, enfurecido -No dejaré que te la lleves...- pasó de apartarla a simplemente agarrarla de un brazo, aferrándola con la suficiente fuerza para no lastimarla, transmitiéndole su compañía y seguridad -No... No es ese ahora mismo mi objetivo. Estoy aquí para conmemorar a la mujer que una vez amé y sigo amando ¿Crees que no tengo corazón?- dejó caer el lirio despacio al suelo, observándolo -¿O más bien no lo recuerdas, Benvolio?- aquel nombre hizo que Ash perdiese la noción del tiempo y viajara siglos atrás -¿Qué... has dicho?- Norbert sonrió mientras que el joven no hacía más que parpadear para salir de su asombro -Oh... ¿Ves como las memorias son victimas del tiempo? Lo has olvidado todo... o quizá casi todo ¿Verdad, "amigo"?- sus palabras rezumaban odio visceral -Honraremos a la señorita Keira con una vieja historia de amor condenada por el hombre al que ahora ella ama ¿De acuerdo? Así que vamos... ¡Cuéntale cómo me traicionaste! ¡Me abandonaste a mí y a mi amada esposa después de todo lo que sufrimos por estar juntos!- calló unos minutos para que Ash asimilara lo que estaba a punto de revelar -Cuéntale cómo fuiste el culpable de la muerte de Julieta...-
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Verona: Revelaciones de una triste historia
Cerré los ojos dispuesta a recibir un nuevo beso de Ash, pero por una razón que no llegué a imaginar, esta acción quedo totalmente pausada. Una voz temerosamente familiar hizo que me girase hacia mis espaldas con la cara blanca y descompuesta ¡No podía ser! ¡En Italia, él! Norbet, de alguna forma, nos había encontrado.
Ash dio un par de pasos hacia delante, dejándome a sus espaldas de forma protectora, lo cual agradecí, no porque creyese que iba a atacarme, sino que por alguna razón la presencia de aquel hombre me estaba volviendo débil. Era extraño, que con cada palabra que mi perseguidor arrojaba, mas asustada me encontraba y lo que me daba miedo de todo aquello era que la ultima vez que nos encontramos no me había encontrado de tal manera. Mis manos, que agarraban con fuerza la camisa del vampiro inconscientemente, temblaban acompañadas del resto del cuerpo. ¿Por qué? ¿Por qué esa sensación tan horrible? Sin duda, los últimos hechos tales como el de Bathory habían dejado mella en mí marcando un resentimiento que se estaba pagando con el peor de los temores. Quería huir, me sentía cansada, harta de todo aquello, quería volver a Paris y… tenia miedo de Norbet y no quería mirarle.
De repente, hubo algo en las palabras del hombre que me apartaron de mi sopor, y es que nombró con un nombre que no era el suyo al joven y después se atrevió a dirigirse a el como amigo, afirmando que una vez mas, había algo que el joven debía de rebelarme. Además, prosiguió con sus juicios afirmando que el vampiro fue el responsable de la muerte de una tal Julieta, su amada. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. ¿Benvolio? ¿Muerte de Julieta? Todo era extremadamente familiar, tanto, que no quise ni pensarlo. Esto hizo que me aterrorizase aun mas ¿Qué iba a pasar? La última vez que algo parecido ocurrió fue cuando Ash confesó ser un vampiro ¿Qué había estado ocultándome hasta ahora?
Ash dio un par de pasos hacia delante, dejándome a sus espaldas de forma protectora, lo cual agradecí, no porque creyese que iba a atacarme, sino que por alguna razón la presencia de aquel hombre me estaba volviendo débil. Era extraño, que con cada palabra que mi perseguidor arrojaba, mas asustada me encontraba y lo que me daba miedo de todo aquello era que la ultima vez que nos encontramos no me había encontrado de tal manera. Mis manos, que agarraban con fuerza la camisa del vampiro inconscientemente, temblaban acompañadas del resto del cuerpo. ¿Por qué? ¿Por qué esa sensación tan horrible? Sin duda, los últimos hechos tales como el de Bathory habían dejado mella en mí marcando un resentimiento que se estaba pagando con el peor de los temores. Quería huir, me sentía cansada, harta de todo aquello, quería volver a Paris y… tenia miedo de Norbet y no quería mirarle.
De repente, hubo algo en las palabras del hombre que me apartaron de mi sopor, y es que nombró con un nombre que no era el suyo al joven y después se atrevió a dirigirse a el como amigo, afirmando que una vez mas, había algo que el joven debía de rebelarme. Además, prosiguió con sus juicios afirmando que el vampiro fue el responsable de la muerte de una tal Julieta, su amada. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. ¿Benvolio? ¿Muerte de Julieta? Todo era extremadamente familiar, tanto, que no quise ni pensarlo. Esto hizo que me aterrorizase aun mas ¿Qué iba a pasar? La última vez que algo parecido ocurrió fue cuando Ash confesó ser un vampiro ¿Qué había estado ocultándome hasta ahora?
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Verona: Revelaciones de una triste historia
La mente de Ash se sumía en un profundo oceano de recuerdos extraviados como castigo por el paso de los años. Las palabras de Norbert habían hecho de él todo un amasijo de imagenes que se sucedían una tras otra hasta que alcanzó aquel nombre con el que el malvado hombre lo había calificado, "Benvolio".
Rememoró entonces todas sus andanzas en aquel siglo, donde efectivamente, se estableció en Italia durante un largo periodo de tiempo. -Ese nombre... yo...- balbuceaba cambiando su mirada, alternándola entre Norbert y Keira -¿Entonces eres tú?- Norbert asintió con una mueca de tristeza y dolor en su faz -Sí... ya sabes que los cuentos no siempre son totalmente verídicos- observó al joven con rabia -Hoy estoy aquí para rememorar a aquella hermosa mujer que perdí por tu culpa. El día de hoy es un aniversario más de tantos que llevo viniendo a Italia, de vuelta a mi hogar, a traer uno de sus estimados lirios blancos en su memoria- sus manos aferraron el bastón con cólera -Si otrora fui tu enemigo... ahora comprenderás por qué lo soy más de lo que tu corta mente podría asimilar-
Ash permanecía mudo sin llegar a fiarse realmente de Norbert ¿Y si era un truco para que descuidase a Keira y llevársela? No iba a permitirlo bajo ningún concepto -Puedes relajarte, Ravnos. Solo quiero que le cuentes a la muchacha lo que fuiste, lo que eres de verdad. Si los humanos nunca cambian, mucho menos cambia un vampiro...- suspiró el anciano con pesar -Enséñale quien eres ¿O volverás a mentirle?- sonrió al contemplar el rostro de Ash, que se descomponía más y más a cada palabra que pronunciaba aquel hombre. Apesadumbrado, el vampiro bajó la guardia y arrastró con cuidado a Keira hasta su lado, sin dejar de mirar a Norbert -Yo... una vez fui conocido como Benvolio. Mis "amigos"... por llamarlos así, con los que me codeaba en nocturnos locales y callejones me llamaban Ben a secas. Mantuve ese nombre durante decenas de años, hasta que una afortunada noche conocí a un muchacho llamado Romeo, Romeo Montesco- hizo una pausa para rememorar un poco más. Norbert por su parte sonreía con satisfacción, aunque también con pesar -Me convertí en su mejor amigo... o así me llamaba él. Le daba consejos, le enseñaba truquillos callejeros. Él me hablaba de su amor imposible, una chica de una familia enemiga. Esa mujer que ya conoces, Keira; Julieta Capuleto- la miró con tristeza en los ojos. -Las historias... cambiaron tanto con el paso de los años...- Norbert se limpió una cristalina lágrima que emanó de su ojo izquierdo -Pero el libro, la historia tan conocida... ¡Se suponía que también habías muerto!- Ash no entendía, sus ojos no sabían a donde mirar ¿Qué estaría pensando Keira?[/color][/b]-
Norbert caminaba despacio de un lado para otro esperando a que Ash recordara todo lo sucedido, aunque parecía que ese hecho no terminaba de cumplirse -Me confesaste tu identidad, me lo mostraste con un acto deleznable ¡Acabaste con la vida de un hombre ante mí aquella noche! Como amigo que te consideraba, confié en que tu naturaleza no fuese un peligro para mi día a día...- esbozó una sonrisa -Hasta te pedí un enorme favor...-Me pediste que os hiciera inmortales a ti y a Julieta- Ash terminó la frase que Norbert no llegó a concluir -Sí, ahora lo recuerdo...- cerró los ojos despacio -Aceptaste, vampiro. Hicimos un trato... Avisé a Julita del plan de que me haría pasar por muerto y ella fingiría suicidarse por amor con una herida mortal, pero ahí estaría yo, siendo una nueva criatura de la noche para salvar su vida otorgándole este nuestro don... ¡Pero me fallaste, Ash Ravnos!- la mirada del anciano se tornó rojiza como la sangre -Envié aquella carta a Julieta y en pocas horas llegaron a mis oidos que habían hallado su cuerpo ensangrentado con una daga atravesando su estómago. Ahí estuve esperando tu aparición, tus labios, tu abrazo oscuro para poder salvarla... y nunca apareciste- casi parecía que Norbert se echaría a llorar. Por otro lado, Ash permanecía con los ojos cerrados escuchando la historia solemnemente, agarrado a Keira -Julieta murió al cabo de unas horas debido a la pérdida de sangre... Entrada la noche, rapté su cadaver y la enterré cerca de la iglesia donde nos casamos en secreto. A partir de entonces desaparecí, vagué tristemente por toda Italia con la esperanza de hallarte y hacer justicia. Conté la historia actualmente escrita para que la memoria de mi amada nunca desapareciese ¡Que llegase a ser conocida por las generaciones venideras como el ángel más puro que jamás halla existido en este mundo infecto repleto de negras tinieblas! ...Pero aún debo quedar en paz conmigo mismo.- señaló a Keira -Ella... es especial. Su linaje es tan puro, brillante... Ella es pariente de mi querida Julieta, proviene del mismo clan Capuleto ¡Por sus venas corre la misma sangre que corría por las de Julieta! Me cercioré de que a esa familia jamás la ensuciara una sangre marchita como la tuya, "Ash"... ¡Como la nuestra! Ella es el mejor catalizador para mis planes, podré llamar a los Dioses, podré traer a Julieta de vuelta a mí... y te arrebataré lo que más quieres en este mundo como tú hiciste conmigo.- Ash terminó de escuchar aquellas palabras abriendo de nuevo sus párpados, observando al hombre -Si tanto me odiabas ¿Por qué ceder tu alma al diablo?- el anciano echó a reir -¿Bromeas? ¿Cómo si no podría encontrarte? ¡Míranos! Poco más de doscientos años han pasado hasta que he podido encontrarte ¡Eres una especie superior al tiempo! Y necesitaba serlo yo también para dar contigo...- la voz de aquel hombre sonaba rota, como si la rueda de un carruaje estuviese astillada. Le temblaba como si llorase sin llorar, pero la profunda tristeza que supuraban sus ojos rojizos no podía disimularse.
Tras aquel discurso, Ash volvió a ponerse ante Keira -Ya he dicho que no me la vas a arrebatar, no lo permitiré- hablaba de forma sosegada, tranquilo, sin dejarse llevar por sus emociones -Tendrás que pasar sobre mi cadaver, Norbert.- éste negó con la cabeza -¡Esa es la idea, Ash! Pasar sobre tu cadaver, pero antes la llevaré lejos de ti. Sufrirás y morirás, es mi voluntad. La sentirás lejos, la oirás gritar y sufrir... pero tranquilo, morirás antes que ella, no soy tan malo en el fondo.- sonrió irónico antes de darse media vuelta y echarse a andar -Haced lo que tengáis que haced, pues esta vez estoy aquí por Julieta... La próxima vez que nos encontremos será para que comience mi venganza Ravnos, no podrás detenerme..- su voz se apagaba a medida que se mezclaba con el gentío que pululaban por las calles.
El ambiente parecía retornar a su normalidad con la ausencia de aquel vampiro, aquella atmosfera asfixiante desaparecía lentamente. Incluso daba la sensación de que el mundo se había detenido durante todo aquel instante, pero no era así realmente.
Ash se giró y tomó a Keira por los hombros -...Siento que hayas tenido que escuchar esto- la miró fijamente a los hombros -Ya me has conocido, sabes qué soy y sabes cómo era antes de enamorarme de ti- confesó -Pero hay un motivo por el que no acudí a su cita ¡Existe ese maldito motivo! Pero no entrará en razón, además de que su objetivo no es solamente acabar conmigo...- Ash suspiró -Debemos encontrar a Padre lo antes posible o Norbert puede ponernos en grave peligro... Vamos... terminemos el paseo...- tomó a Keira de la mano y echó a andar -¿Qué piensas tú de todo lo que has oido? ¿Crees que puedo llegar a ser tan desalmado?- hizo una pausa -Realmente sí, lo soy... pero aquel joven llamado Romeo no quería ser un vampiro para hacer mal a nadie. Solamente quería vivir un amor eterno y yo quise concedérselo, pues tenía lo que yo nunca pude encontrar hasta que te hallé en mi mundo- las calles estaban vivas a pesar de ser aquellas horas nocturnas. Parejas mil deambulaban por la zona e incluso había algunos espectáculos callejeros que quitaban importancia a la escena que acababan de vivir -Supongo que tendrás más preguntas en mente... ten presente que las responderé. Además, avísame también cuando quieras regresar a la posada, este es el punto más crucial... es nuestra última noche de diversión hasta que pongamos fin a este asuntillo... Diviértete, por favor.- haciendo acto de algo poco común en él, frenó a Keira, la giró y la besó intensamente sin que lo esperara tras aquella petición. Quería que la chica se divirtiese, que fuese feliz y disfrutara mientras podía ¿Quién sabe lo que les deparaba el poco futuro que Ash podía vislumbrar? Era última oportunidad de tener un remanso de paz y algo de intimidad... Debían aprovecharlo.
Rememoró entonces todas sus andanzas en aquel siglo, donde efectivamente, se estableció en Italia durante un largo periodo de tiempo. -Ese nombre... yo...- balbuceaba cambiando su mirada, alternándola entre Norbert y Keira -¿Entonces eres tú?- Norbert asintió con una mueca de tristeza y dolor en su faz -Sí... ya sabes que los cuentos no siempre son totalmente verídicos- observó al joven con rabia -Hoy estoy aquí para rememorar a aquella hermosa mujer que perdí por tu culpa. El día de hoy es un aniversario más de tantos que llevo viniendo a Italia, de vuelta a mi hogar, a traer uno de sus estimados lirios blancos en su memoria- sus manos aferraron el bastón con cólera -Si otrora fui tu enemigo... ahora comprenderás por qué lo soy más de lo que tu corta mente podría asimilar-
Ash permanecía mudo sin llegar a fiarse realmente de Norbert ¿Y si era un truco para que descuidase a Keira y llevársela? No iba a permitirlo bajo ningún concepto -Puedes relajarte, Ravnos. Solo quiero que le cuentes a la muchacha lo que fuiste, lo que eres de verdad. Si los humanos nunca cambian, mucho menos cambia un vampiro...- suspiró el anciano con pesar -Enséñale quien eres ¿O volverás a mentirle?- sonrió al contemplar el rostro de Ash, que se descomponía más y más a cada palabra que pronunciaba aquel hombre. Apesadumbrado, el vampiro bajó la guardia y arrastró con cuidado a Keira hasta su lado, sin dejar de mirar a Norbert -Yo... una vez fui conocido como Benvolio. Mis "amigos"... por llamarlos así, con los que me codeaba en nocturnos locales y callejones me llamaban Ben a secas. Mantuve ese nombre durante decenas de años, hasta que una afortunada noche conocí a un muchacho llamado Romeo, Romeo Montesco- hizo una pausa para rememorar un poco más. Norbert por su parte sonreía con satisfacción, aunque también con pesar -Me convertí en su mejor amigo... o así me llamaba él. Le daba consejos, le enseñaba truquillos callejeros. Él me hablaba de su amor imposible, una chica de una familia enemiga. Esa mujer que ya conoces, Keira; Julieta Capuleto- la miró con tristeza en los ojos. -Las historias... cambiaron tanto con el paso de los años...- Norbert se limpió una cristalina lágrima que emanó de su ojo izquierdo -Pero el libro, la historia tan conocida... ¡Se suponía que también habías muerto!- Ash no entendía, sus ojos no sabían a donde mirar ¿Qué estaría pensando Keira?[/color][/b]-
Norbert caminaba despacio de un lado para otro esperando a que Ash recordara todo lo sucedido, aunque parecía que ese hecho no terminaba de cumplirse -Me confesaste tu identidad, me lo mostraste con un acto deleznable ¡Acabaste con la vida de un hombre ante mí aquella noche! Como amigo que te consideraba, confié en que tu naturaleza no fuese un peligro para mi día a día...- esbozó una sonrisa -Hasta te pedí un enorme favor...-Me pediste que os hiciera inmortales a ti y a Julieta- Ash terminó la frase que Norbert no llegó a concluir -Sí, ahora lo recuerdo...- cerró los ojos despacio -Aceptaste, vampiro. Hicimos un trato... Avisé a Julita del plan de que me haría pasar por muerto y ella fingiría suicidarse por amor con una herida mortal, pero ahí estaría yo, siendo una nueva criatura de la noche para salvar su vida otorgándole este nuestro don... ¡Pero me fallaste, Ash Ravnos!- la mirada del anciano se tornó rojiza como la sangre -Envié aquella carta a Julieta y en pocas horas llegaron a mis oidos que habían hallado su cuerpo ensangrentado con una daga atravesando su estómago. Ahí estuve esperando tu aparición, tus labios, tu abrazo oscuro para poder salvarla... y nunca apareciste- casi parecía que Norbert se echaría a llorar. Por otro lado, Ash permanecía con los ojos cerrados escuchando la historia solemnemente, agarrado a Keira -Julieta murió al cabo de unas horas debido a la pérdida de sangre... Entrada la noche, rapté su cadaver y la enterré cerca de la iglesia donde nos casamos en secreto. A partir de entonces desaparecí, vagué tristemente por toda Italia con la esperanza de hallarte y hacer justicia. Conté la historia actualmente escrita para que la memoria de mi amada nunca desapareciese ¡Que llegase a ser conocida por las generaciones venideras como el ángel más puro que jamás halla existido en este mundo infecto repleto de negras tinieblas! ...Pero aún debo quedar en paz conmigo mismo.- señaló a Keira -Ella... es especial. Su linaje es tan puro, brillante... Ella es pariente de mi querida Julieta, proviene del mismo clan Capuleto ¡Por sus venas corre la misma sangre que corría por las de Julieta! Me cercioré de que a esa familia jamás la ensuciara una sangre marchita como la tuya, "Ash"... ¡Como la nuestra! Ella es el mejor catalizador para mis planes, podré llamar a los Dioses, podré traer a Julieta de vuelta a mí... y te arrebataré lo que más quieres en este mundo como tú hiciste conmigo.- Ash terminó de escuchar aquellas palabras abriendo de nuevo sus párpados, observando al hombre -Si tanto me odiabas ¿Por qué ceder tu alma al diablo?- el anciano echó a reir -¿Bromeas? ¿Cómo si no podría encontrarte? ¡Míranos! Poco más de doscientos años han pasado hasta que he podido encontrarte ¡Eres una especie superior al tiempo! Y necesitaba serlo yo también para dar contigo...- la voz de aquel hombre sonaba rota, como si la rueda de un carruaje estuviese astillada. Le temblaba como si llorase sin llorar, pero la profunda tristeza que supuraban sus ojos rojizos no podía disimularse.
Tras aquel discurso, Ash volvió a ponerse ante Keira -Ya he dicho que no me la vas a arrebatar, no lo permitiré- hablaba de forma sosegada, tranquilo, sin dejarse llevar por sus emociones -Tendrás que pasar sobre mi cadaver, Norbert.- éste negó con la cabeza -¡Esa es la idea, Ash! Pasar sobre tu cadaver, pero antes la llevaré lejos de ti. Sufrirás y morirás, es mi voluntad. La sentirás lejos, la oirás gritar y sufrir... pero tranquilo, morirás antes que ella, no soy tan malo en el fondo.- sonrió irónico antes de darse media vuelta y echarse a andar -Haced lo que tengáis que haced, pues esta vez estoy aquí por Julieta... La próxima vez que nos encontremos será para que comience mi venganza Ravnos, no podrás detenerme..- su voz se apagaba a medida que se mezclaba con el gentío que pululaban por las calles.
El ambiente parecía retornar a su normalidad con la ausencia de aquel vampiro, aquella atmosfera asfixiante desaparecía lentamente. Incluso daba la sensación de que el mundo se había detenido durante todo aquel instante, pero no era así realmente.
Ash se giró y tomó a Keira por los hombros -...Siento que hayas tenido que escuchar esto- la miró fijamente a los hombros -Ya me has conocido, sabes qué soy y sabes cómo era antes de enamorarme de ti- confesó -Pero hay un motivo por el que no acudí a su cita ¡Existe ese maldito motivo! Pero no entrará en razón, además de que su objetivo no es solamente acabar conmigo...- Ash suspiró -Debemos encontrar a Padre lo antes posible o Norbert puede ponernos en grave peligro... Vamos... terminemos el paseo...- tomó a Keira de la mano y echó a andar -¿Qué piensas tú de todo lo que has oido? ¿Crees que puedo llegar a ser tan desalmado?- hizo una pausa -Realmente sí, lo soy... pero aquel joven llamado Romeo no quería ser un vampiro para hacer mal a nadie. Solamente quería vivir un amor eterno y yo quise concedérselo, pues tenía lo que yo nunca pude encontrar hasta que te hallé en mi mundo- las calles estaban vivas a pesar de ser aquellas horas nocturnas. Parejas mil deambulaban por la zona e incluso había algunos espectáculos callejeros que quitaban importancia a la escena que acababan de vivir -Supongo que tendrás más preguntas en mente... ten presente que las responderé. Además, avísame también cuando quieras regresar a la posada, este es el punto más crucial... es nuestra última noche de diversión hasta que pongamos fin a este asuntillo... Diviértete, por favor.- haciendo acto de algo poco común en él, frenó a Keira, la giró y la besó intensamente sin que lo esperara tras aquella petición. Quería que la chica se divirtiese, que fuese feliz y disfrutara mientras podía ¿Quién sabe lo que les deparaba el poco futuro que Ash podía vislumbrar? Era última oportunidad de tener un remanso de paz y algo de intimidad... Debían aprovecharlo.
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Verona: Revelaciones de una triste historia
No daba crédito a ninguna de las afirmaciones que allí estaba oyendo. Lo que más temía, lo que más imposible era de cumplirse lo estaba haciendo. Había sido una estupidez pensar tan siquiera un instante que la situación que comentaban recordaban a aquel libro que hacia poco había terminado de leer, y lo hubiera sido si también hubiese pensado lo mismo sobre la existencia de los vampiros y hubiese obviado toda veracidad sobre la esencia del joven que se colocaba frente a mi, protegiéndome en todo momento. Pero, ¿Protegerme de que? Había quedado mas que claro que Norbet se había presentado totalmente desarmado y sin ánimos de formar un escándalo, de lo único que el vampiro podría protegerme en aquel momento era de mi irremediable pánico que estaba acabando poco a poco con mi paciencia y dudaba que, por muy poderoso que fuese, lo llegase a conseguir.
A pesar de todo, no pude evitar sentir un poco de pena por la autentica verdad que a medida que pasaba el tiempo entre ambos hombres me iban desvelando. Cuan trágica resultaba ser la historia original comparada con la que relataban los libros. No paraba de mirar y dejar de mirar al joven de forma expectante. Todo resultaba golpeante para mi mente y necesitaba una forma rápida de transformar toda aquella información en pensamientos ya guardados. Pero no había forma. Y mucho menos cuando, tras parecer ocultar con toda sus fuerzas la tremenda pena que sentía, Norbet, acabó por desvelar la descendencia que nunca supe que tenia –Eso…eso es imposible. Nadie de mi familia a pisado tierras europeas hasta mis padres. Yo, además de mi madre, he sido la única mujer de mi familia que ha partido desde América- Mi voz sonaba nerviosa y rápida, pero en realidad, lo que me exaltaba no era el hecho de pertenecer a la familia Capuleto – pues bastantes sorpresas imposibles había ya como para negarlas- sino el hecho de que por serlo, ya era más especial para el hombre de lo que yo pensaba además de ser el método perfecto para su venganza. Llego un momento en el que solo tuve ganas de romper a gritos, pues cada indirecta referente a la muerte de Ash que Norbet lanzaba mas miedo me producía ¿Tendríamos alguna escapatoria de todo aquello? Mis esperanzas se desvanecían con el pasar de los segundos y mis ánimos de seguir desaparecían por completo. Era inevitable. Todo lo que había sufrido durante este tiempo estaba acabando conmigo.
El hombre acabó su charla y se marchó mezclándose con las demás personas que paseaban tranquilamente por el paseo. El vampiro no dudó ni un solo instante en girarse para analizar mi situación e intentar tranquilizarme con sus suaves palabras, pero esta vez, no me encontraría como siempre. Me tomó por los hombros y no vaciló en repetir lo que mis pensamientos me gritaban: Norbet no tardaría en encontrarnos. En vez de preocuparse y buscar una solución rápida, Ash sugirió seguir con el paseo y no me negué. Me tomó de la mano, la cual se encontraba todo lo contrario a tensa. Mi mirada estaba totalmente perdida en pensamientos y apenas oía lo que el joven me contaba, solo presté atención a sus ultimas palabras, las cuales no me ofendieron, pero si me extrañaron y quedé en total desacuerdo con ellas. Inesperadamente, el joven tiró de mi cuando frenó sus pasos y con gracia, me llevó hasta el e intentó besarme. Correspondí sin ánimos y rápidamente me aparté para proseguir con mis posibles soluciones en la mente, aquel fue un acto del que en realidad me arrepentí, pues había rechazado prácticamente lo que mas me gustaba de el, aquella forma de tomarme desprevenida y demostrarme lo que yo quería saber, haciendo que desapareciese cualquier tormento…excepto aquel. Caminé intentado evitar toda pregunta al respecto de mi reacción y acabé por parar frente a un espectáculo de marionetas que varios niños estaban aplaudiendo. Hice como si me estuviese fijando en ellas, pero seguí pensando. El miedo no se marchaba, se aumentaba por instantes al igual que la desesperación. Llegó un momento en el que los nervios casi ni me dejaron respirar –Vámonos. Tengo que salir de aquí- dije en tono desesperado, casi de llanto a la vez que reanudé la marcha esta vez a un paso mas ligero.
Anduve todo el tiempo junto al vampiro esperando a aquel este me guiase hasta la taberna. Toda pregunta que me hiciese no iba a ser respondida. Acababa de tomar una decisión y sabía que él estaría totalmente en contra de ella. Me dolía imaginarla, pero no encontraba otro modo de salir de aquel mundo en el que me había metido. Al llegar al hostal subí rápidamente hacia la habitación y para mi disgusto, Mikah había hecho bien su trabajo de peón. Habia sacado la ropa de los bolsos, incluido a Atem, que jugaba tontamente con las cortinas, a el si que no podía afectarle nunca nada. – ¡Maldita sea! Mikah podría haberse ahorrado todo esto, me esta entorpeciendo todo- hablaba sulfurada, como si no fuese yo quien se encontraba en la habitación junto a Ash. Estaba empezando a prepararme para la oposición del muchacho. Tomé toda la ropa que se encontraba en la habitación y la metí rápidamente en la bolsa sin esperar a que alguien reaccionase. –Tengo que irme. Me vuelvo a Paris. No puedo aguantar más en este lugar. No, no puedo divertirme como dices. Me niego a pensar que halla que disfrutar esta noche porque quizá sea la ultima de nuestras vidas. ¡Estoy harta!- Tomé a Atem entre mis brazos y me dirigí hacia la puerta. Cuanto antes me marchase, antes de acabaría todo.
A pesar de todo, no pude evitar sentir un poco de pena por la autentica verdad que a medida que pasaba el tiempo entre ambos hombres me iban desvelando. Cuan trágica resultaba ser la historia original comparada con la que relataban los libros. No paraba de mirar y dejar de mirar al joven de forma expectante. Todo resultaba golpeante para mi mente y necesitaba una forma rápida de transformar toda aquella información en pensamientos ya guardados. Pero no había forma. Y mucho menos cuando, tras parecer ocultar con toda sus fuerzas la tremenda pena que sentía, Norbet, acabó por desvelar la descendencia que nunca supe que tenia –Eso…eso es imposible. Nadie de mi familia a pisado tierras europeas hasta mis padres. Yo, además de mi madre, he sido la única mujer de mi familia que ha partido desde América- Mi voz sonaba nerviosa y rápida, pero en realidad, lo que me exaltaba no era el hecho de pertenecer a la familia Capuleto – pues bastantes sorpresas imposibles había ya como para negarlas- sino el hecho de que por serlo, ya era más especial para el hombre de lo que yo pensaba además de ser el método perfecto para su venganza. Llego un momento en el que solo tuve ganas de romper a gritos, pues cada indirecta referente a la muerte de Ash que Norbet lanzaba mas miedo me producía ¿Tendríamos alguna escapatoria de todo aquello? Mis esperanzas se desvanecían con el pasar de los segundos y mis ánimos de seguir desaparecían por completo. Era inevitable. Todo lo que había sufrido durante este tiempo estaba acabando conmigo.
El hombre acabó su charla y se marchó mezclándose con las demás personas que paseaban tranquilamente por el paseo. El vampiro no dudó ni un solo instante en girarse para analizar mi situación e intentar tranquilizarme con sus suaves palabras, pero esta vez, no me encontraría como siempre. Me tomó por los hombros y no vaciló en repetir lo que mis pensamientos me gritaban: Norbet no tardaría en encontrarnos. En vez de preocuparse y buscar una solución rápida, Ash sugirió seguir con el paseo y no me negué. Me tomó de la mano, la cual se encontraba todo lo contrario a tensa. Mi mirada estaba totalmente perdida en pensamientos y apenas oía lo que el joven me contaba, solo presté atención a sus ultimas palabras, las cuales no me ofendieron, pero si me extrañaron y quedé en total desacuerdo con ellas. Inesperadamente, el joven tiró de mi cuando frenó sus pasos y con gracia, me llevó hasta el e intentó besarme. Correspondí sin ánimos y rápidamente me aparté para proseguir con mis posibles soluciones en la mente, aquel fue un acto del que en realidad me arrepentí, pues había rechazado prácticamente lo que mas me gustaba de el, aquella forma de tomarme desprevenida y demostrarme lo que yo quería saber, haciendo que desapareciese cualquier tormento…excepto aquel. Caminé intentado evitar toda pregunta al respecto de mi reacción y acabé por parar frente a un espectáculo de marionetas que varios niños estaban aplaudiendo. Hice como si me estuviese fijando en ellas, pero seguí pensando. El miedo no se marchaba, se aumentaba por instantes al igual que la desesperación. Llegó un momento en el que los nervios casi ni me dejaron respirar –Vámonos. Tengo que salir de aquí- dije en tono desesperado, casi de llanto a la vez que reanudé la marcha esta vez a un paso mas ligero.
Anduve todo el tiempo junto al vampiro esperando a aquel este me guiase hasta la taberna. Toda pregunta que me hiciese no iba a ser respondida. Acababa de tomar una decisión y sabía que él estaría totalmente en contra de ella. Me dolía imaginarla, pero no encontraba otro modo de salir de aquel mundo en el que me había metido. Al llegar al hostal subí rápidamente hacia la habitación y para mi disgusto, Mikah había hecho bien su trabajo de peón. Habia sacado la ropa de los bolsos, incluido a Atem, que jugaba tontamente con las cortinas, a el si que no podía afectarle nunca nada. – ¡Maldita sea! Mikah podría haberse ahorrado todo esto, me esta entorpeciendo todo- hablaba sulfurada, como si no fuese yo quien se encontraba en la habitación junto a Ash. Estaba empezando a prepararme para la oposición del muchacho. Tomé toda la ropa que se encontraba en la habitación y la metí rápidamente en la bolsa sin esperar a que alguien reaccionase. –Tengo que irme. Me vuelvo a Paris. No puedo aguantar más en este lugar. No, no puedo divertirme como dices. Me niego a pensar que halla que disfrutar esta noche porque quizá sea la ultima de nuestras vidas. ¡Estoy harta!- Tomé a Atem entre mis brazos y me dirigí hacia la puerta. Cuanto antes me marchase, antes de acabaría todo.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Verona: Revelaciones de una triste historia
Aquel gélido beso ignorado por parte de la mujer indicó con claridad que no estaba a disposición para olvidar los temas que acababan de tratarse ante su presencia. El vampiro dudaba si sería oportuno preguntar por cómo se sentía, pues su tenebrosa mirada parecía perdida cuando observaba aquel teatrillo de marionetas -¿Te encuentras bien, querida?- no recibió ninguna respuesta una vez más, solo silencio e indiferencia hasta que pidió marcharse de allí con tono desesperado ¿Qué le ocurriría?
Ash la tomó de la mano nuevamente y la condujo hasta el hostal, que afortunadamente no se encontraba muy lejos del lugar en el que se hallaban. Durante toda la travesía no cruzaron ni una sola palabra, solamente miradas dirigidas hacia la mujer que tan profundamente estaba preocupando al vampiro ya que nunca la había visto actuar de esa forma -Keira...- ni una sola palabra por parte de la muchacha, por lo que el egipcio consideró rendirse hasta llegar a la habitación.
En la posada, Mikah señaló una habitación con su mano hacia la que se dirigió el muchacho con Keira, pero al entrar se encontró con una reacción que no esperaraba ni mucho menos.
La chica montó en cólera al ver toda la habitación perfectamente colocada además de estar el pequeño animalito correteando y juganto a su antojo con las cortinas. Realmente estaba extraordinariamente rara y aquellas palabras parecieron herir las buenas intenciones del joven Ghoul que estaba tras ellos, cerrando la puerta despacio dándoles la espalda -¿Se puede saber qué demonios te pasa de pronto?- se cruzó de brazos y la observó despacio, analizando sus gestos, contemplando como guardaba la ropa antes de que estallase -¿Crees que yo no estoy cansado, Keira?- se acercó a ella y la detuvo, impidiendo que guardase la ropa -Todo esto está más que terminado, solo hemos de "encontrarle". Una vez le hallemos todo habrá terminado, Norbert será castigado... te lo prometo- al ver que la chica hacía caso omiso a sus palabras al tomar a Atem y marchar hacia la puerta, este se colocó ante la misma para impedir su huida -¿Después de todo ahora vas a marcharte? ¡Maldita sea, Keira! ¿¡Vas a tirar por tierra todos mis intentos de protegerte?!- indignado por la reacción de la muchacha, Ash golpeó la puerta tan fuerte que atascó la cerradura, quedándose ambos encerrados dentro sin posibilidad de usar la llave -Magnífico...- suspiró y enfiló la cama hasta sentarse en ella, mirando a la mujer -Es el final del camino... no puedes abandonar ahora ¿Es que no lo comprendes? Afronta con un último esfuerzo lo que eres... quien eres...- murmuró intentando hacerla entrar en razón, pero en el fondo la comprendía totalmente.
Analizó rápidamente todo lo que había ocurrido desde que apareció Norbert por primera vez... tantas noches habían pasado juntos y tantos altercados que había tenido que soportar la joven mujer por culpa de su estirpe -Prometí que te protegería y eso pienso hacer... no voy a permitir que te marches- se puso en pie y la tomó de las manos con suavidad -Te guste o no, a partir de ahora, serás mi prisionera mientras tengas esas ideas de huir- con un veloz y certero movimiento alzó los brazos de la mujer apegándola contra la pared para sujetarle las muñecas con una mano mientras que con la otra sujetaba su rostro, forzándola a mirarle -No es necesario todo este teatro... no es necesario que discutamos, que nos enfademos. Basta solo con que mires a tu alrededor, piensa en lo que has sentido, tus propias ideas... Si desciendes de esa familia no cambiará nada para que Norbert tenga mayor o menor influencia sobre ti, su plan fracasará elija a la mujer que elija ¡La diosa no existe! Le haremos abrir los ojos ¿De acuerdo?- Ash aflojó un poco las muñecas de la muchacha para que pudiese soltarse si quería, además de que no le gustaba comportarse así con ella ¿Pero qué hacer si la muchacha se hacía indomable? Debía de comprender cuanto antes la situación en la que se encontraban... o tendrían serios problemas.
Ash la tomó de la mano nuevamente y la condujo hasta el hostal, que afortunadamente no se encontraba muy lejos del lugar en el que se hallaban. Durante toda la travesía no cruzaron ni una sola palabra, solamente miradas dirigidas hacia la mujer que tan profundamente estaba preocupando al vampiro ya que nunca la había visto actuar de esa forma -Keira...- ni una sola palabra por parte de la muchacha, por lo que el egipcio consideró rendirse hasta llegar a la habitación.
En la posada, Mikah señaló una habitación con su mano hacia la que se dirigió el muchacho con Keira, pero al entrar se encontró con una reacción que no esperaraba ni mucho menos.
La chica montó en cólera al ver toda la habitación perfectamente colocada además de estar el pequeño animalito correteando y juganto a su antojo con las cortinas. Realmente estaba extraordinariamente rara y aquellas palabras parecieron herir las buenas intenciones del joven Ghoul que estaba tras ellos, cerrando la puerta despacio dándoles la espalda -¿Se puede saber qué demonios te pasa de pronto?- se cruzó de brazos y la observó despacio, analizando sus gestos, contemplando como guardaba la ropa antes de que estallase -¿Crees que yo no estoy cansado, Keira?- se acercó a ella y la detuvo, impidiendo que guardase la ropa -Todo esto está más que terminado, solo hemos de "encontrarle". Una vez le hallemos todo habrá terminado, Norbert será castigado... te lo prometo- al ver que la chica hacía caso omiso a sus palabras al tomar a Atem y marchar hacia la puerta, este se colocó ante la misma para impedir su huida -¿Después de todo ahora vas a marcharte? ¡Maldita sea, Keira! ¿¡Vas a tirar por tierra todos mis intentos de protegerte?!- indignado por la reacción de la muchacha, Ash golpeó la puerta tan fuerte que atascó la cerradura, quedándose ambos encerrados dentro sin posibilidad de usar la llave -Magnífico...- suspiró y enfiló la cama hasta sentarse en ella, mirando a la mujer -Es el final del camino... no puedes abandonar ahora ¿Es que no lo comprendes? Afronta con un último esfuerzo lo que eres... quien eres...- murmuró intentando hacerla entrar en razón, pero en el fondo la comprendía totalmente.
Analizó rápidamente todo lo que había ocurrido desde que apareció Norbert por primera vez... tantas noches habían pasado juntos y tantos altercados que había tenido que soportar la joven mujer por culpa de su estirpe -Prometí que te protegería y eso pienso hacer... no voy a permitir que te marches- se puso en pie y la tomó de las manos con suavidad -Te guste o no, a partir de ahora, serás mi prisionera mientras tengas esas ideas de huir- con un veloz y certero movimiento alzó los brazos de la mujer apegándola contra la pared para sujetarle las muñecas con una mano mientras que con la otra sujetaba su rostro, forzándola a mirarle -No es necesario todo este teatro... no es necesario que discutamos, que nos enfademos. Basta solo con que mires a tu alrededor, piensa en lo que has sentido, tus propias ideas... Si desciendes de esa familia no cambiará nada para que Norbert tenga mayor o menor influencia sobre ti, su plan fracasará elija a la mujer que elija ¡La diosa no existe! Le haremos abrir los ojos ¿De acuerdo?- Ash aflojó un poco las muñecas de la muchacha para que pudiese soltarse si quería, además de que no le gustaba comportarse así con ella ¿Pero qué hacer si la muchacha se hacía indomable? Debía de comprender cuanto antes la situación en la que se encontraban... o tendrían serios problemas.
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Verona: Revelaciones de una triste historia
-¿Cómo puedes decir que cuando encontremos a ese hombre del que hablas conseguiremos acabar con Norbet? ¡Si ni siquiera sabemos si existe esa persona de verdad! Norbet nunca se irá y lo único que puedo hacer es marcharme y evitar que me encuentre cuando vuelva ¿No lo entiendes?- El joven se interpuso entre la salida de la habitación y mi trayectoria de escapada. Intenté esquivarle un par de veces pero fue imposible - ¿Tirar por tierra que, Ash? ¡Lo se! Si no fuera por ti yo seguramente no estaría aquí ¿Pero que hemos conseguido? Vamos de un peligro a otro y tengo miedo ¡Miedo! Miedo porque no se si mañana conseguiré salir viva de lo que nos encontremos en nuestro camino ¿No me comprendes? ¡Estoy harta, Ash! ¡Harta de ver como mi vida y la tuya corre peligro por la cosa más imposible del mundo! ¡Para vivir así prefiero marcharme y que si tiene que llegar el final de mis días que llegue!- Enfurecido, el vampiro dio un golpe en la puerta y temí el desastre que provocó. La cerradura se había encajado y no había forma alguna de salir de aquella habitación.
Cuando el joven se apartó de la puerta dirigiéndose a la cama intenté forcejear varias veces la cerradura, todas en vano -¡Maldita sea!- di varios portazos y una serie de patadas esperando a que alguien nos oyese, pero no hubo respuesta. Ash, siguió hablando como si no entrase en razón ante mis palabras, lo que conllevo a que me sulfurase aun mas. Me acerqué hacia el con los brazos cruzados pero sin el valor de mirarle a la cara. En realidad, la mayor parte de mis miedos eran por el. Lo único que podía hacer era marcharme de su lado, para que el tuviese al menos una mínima posibilidad de salvarse. -¡Ya no se trata de protegerme o no Ash! No puedes protegerme siempre. Por muy fuerte y poderoso que seas llegará el día en el que Norbet se presente con más de los suyos y no podrás hacer nada. Tengo que irme. Tengo que evitar que eso pase- el hombre se puso en pie con tranquilidad y me tomó de las manos, para afirmarme que seria su prisionera si seguía con esas ganas de huir. Quizá en un momento mas contrario a aquel, aquella afirmación habría sonado de otra forma seguro que mas agradable, pero no lo era, así que aquello solo aumentaba mi sensación de ahogo entre aquellas cuatro paredes –Ni lo sueñes- antes de que pudiese reaccionar el joven me tomó de las muñecas y tiró de mi hasta colocarme contra la pared. Con la mano que tenía libre tomó mi cara para que le mirase directamente a los ojos. Puse todas mis fuerzas para que no lo consiguiese, pero no pude evitar quedar en la posición que a el se le antojaba. Su voz sonó suave y tranquila cuando me aseguró el poder conseguir acabar con nuestro oponente, y cuando terminó, cedió la fuerza que imponía en mis muñecas para dejarme reaccionar. Aquellas palabras acabaron por rendirme a suspirar para relajarme –Mira Ash, todas estas marcas que han quedado en mi piel, aunque sean pocas, marcan lo que he sufrido por algo de lo que no tengo la culpa.- desabroché un par de botones de la camisa y la falda para enseñar varias cicatrices, que se hallaban casi en su desaparición la mayoría, sin vergüenza alguna –Y me dio igual ¿sabes? Aunque te tuve miedo al principio cuando supe lo que realmente eras, para mi aquello era la escusa perfecta para estar contigo y que no te separaras de mí… Y me enamoré…y ahora es cuando prefiero alejarme de ti para…aunque sea prácticamente imposible, que al menos tengas tú una oportunidad de salvarte. Una vez me dijiste que no querías volver a ver como nadie importante moría ante tus ojos, y pienso hacer que así sea. Norbet tarde o temprano vendrá a por mí y hará lo que quiera pero no sin antes matarte, por eso tienes que huir tú, Ash- no pude evitar que un par de lágrimas se escapasen a medida que hablaba, pues era verdad que el dolor que sentía se estaba haciendo inmenso con solo recordar la realidad – Y por ahora…mi sangre no es eterna- acaricié las marcas que habían dejado sus colmillos sobre mi piel bajando un poco mas la camisa –Por eso es mejor que sigas tu vida… yo he supuesto lo peor para ti en la vida ¿verdad? Si yo no hubiese aparecido nada de esto estaría pasándote- avergonzada por no poder parar el llanto que ya quedaba claro en mi rostro, abracé a Ash rodeando su cuerpo con mis brazos y hundiendo mi cara entre su hombro y su pecho –Aunque es curioso…que a pesar de todo, lo hemos pasado bien a veces…he compartido los mejores momentos de mi vida contigo y… incluso hemos cambiado nuestra forma de ser juntos. Fíjate, que hace ya medio año, seguramente hubieses sido tu el que se habría sulfurado y cabreado con todo esto y yo la que estaría callada aguantándome las ganas de golpearte –reí forzosamente, intentando animar al joven, aunque aquello solo provocó que el llanto llegase a oírse con gemidos y sollozos. Las lagrimas humedecieron el pecho de Ash y yo me abracé a el con mas fuerza. –Lo siento…lo siento muchísimo-
Me separe de el en cuanto pude contener un poco las lagrimas y tomé de nuevo la bolsa con Atem decidida a hacer lo que tenia propuesto rápidamente para que el vampiro no pudiese detenerme –Tengo que irme-
Cuando el joven se apartó de la puerta dirigiéndose a la cama intenté forcejear varias veces la cerradura, todas en vano -¡Maldita sea!- di varios portazos y una serie de patadas esperando a que alguien nos oyese, pero no hubo respuesta. Ash, siguió hablando como si no entrase en razón ante mis palabras, lo que conllevo a que me sulfurase aun mas. Me acerqué hacia el con los brazos cruzados pero sin el valor de mirarle a la cara. En realidad, la mayor parte de mis miedos eran por el. Lo único que podía hacer era marcharme de su lado, para que el tuviese al menos una mínima posibilidad de salvarse. -¡Ya no se trata de protegerme o no Ash! No puedes protegerme siempre. Por muy fuerte y poderoso que seas llegará el día en el que Norbet se presente con más de los suyos y no podrás hacer nada. Tengo que irme. Tengo que evitar que eso pase- el hombre se puso en pie con tranquilidad y me tomó de las manos, para afirmarme que seria su prisionera si seguía con esas ganas de huir. Quizá en un momento mas contrario a aquel, aquella afirmación habría sonado de otra forma seguro que mas agradable, pero no lo era, así que aquello solo aumentaba mi sensación de ahogo entre aquellas cuatro paredes –Ni lo sueñes- antes de que pudiese reaccionar el joven me tomó de las muñecas y tiró de mi hasta colocarme contra la pared. Con la mano que tenía libre tomó mi cara para que le mirase directamente a los ojos. Puse todas mis fuerzas para que no lo consiguiese, pero no pude evitar quedar en la posición que a el se le antojaba. Su voz sonó suave y tranquila cuando me aseguró el poder conseguir acabar con nuestro oponente, y cuando terminó, cedió la fuerza que imponía en mis muñecas para dejarme reaccionar. Aquellas palabras acabaron por rendirme a suspirar para relajarme –Mira Ash, todas estas marcas que han quedado en mi piel, aunque sean pocas, marcan lo que he sufrido por algo de lo que no tengo la culpa.- desabroché un par de botones de la camisa y la falda para enseñar varias cicatrices, que se hallaban casi en su desaparición la mayoría, sin vergüenza alguna –Y me dio igual ¿sabes? Aunque te tuve miedo al principio cuando supe lo que realmente eras, para mi aquello era la escusa perfecta para estar contigo y que no te separaras de mí… Y me enamoré…y ahora es cuando prefiero alejarme de ti para…aunque sea prácticamente imposible, que al menos tengas tú una oportunidad de salvarte. Una vez me dijiste que no querías volver a ver como nadie importante moría ante tus ojos, y pienso hacer que así sea. Norbet tarde o temprano vendrá a por mí y hará lo que quiera pero no sin antes matarte, por eso tienes que huir tú, Ash- no pude evitar que un par de lágrimas se escapasen a medida que hablaba, pues era verdad que el dolor que sentía se estaba haciendo inmenso con solo recordar la realidad – Y por ahora…mi sangre no es eterna- acaricié las marcas que habían dejado sus colmillos sobre mi piel bajando un poco mas la camisa –Por eso es mejor que sigas tu vida… yo he supuesto lo peor para ti en la vida ¿verdad? Si yo no hubiese aparecido nada de esto estaría pasándote- avergonzada por no poder parar el llanto que ya quedaba claro en mi rostro, abracé a Ash rodeando su cuerpo con mis brazos y hundiendo mi cara entre su hombro y su pecho –Aunque es curioso…que a pesar de todo, lo hemos pasado bien a veces…he compartido los mejores momentos de mi vida contigo y… incluso hemos cambiado nuestra forma de ser juntos. Fíjate, que hace ya medio año, seguramente hubieses sido tu el que se habría sulfurado y cabreado con todo esto y yo la que estaría callada aguantándome las ganas de golpearte –reí forzosamente, intentando animar al joven, aunque aquello solo provocó que el llanto llegase a oírse con gemidos y sollozos. Las lagrimas humedecieron el pecho de Ash y yo me abracé a el con mas fuerza. –Lo siento…lo siento muchísimo-
Me separe de el en cuanto pude contener un poco las lagrimas y tomé de nuevo la bolsa con Atem decidida a hacer lo que tenia propuesto rápidamente para que el vampiro no pudiese detenerme –Tengo que irme-
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Verona: Revelaciones de una triste historia
Ash escuchaba algunas de las palabras de Keira con la misma ilusión del que ve llover. La escuchaba, pero algunas de sus excusas eran tan insignificantement estúpidas que no podía evitar que le sonaran huecas en los oidos. Solo podía verla llorar.
Observó sin remordimiento las cicatrices que la mujer mostraba en su piel, heridas curadas sobre recuerdos dolorosos sin duda ¿Pero eran realmente un motivo válido para marcharse y dejarlo todo atrás? O peor aún ¿Realmente consideraba que la vida de Ash estaba en peligro? El vampiro esbozó una media sonrisa mientras ella hablaba y sollozaba, como si le divirtiese verla así, aunque no era el auténtico caso.
La sintió hundirse en su pecho con un cálido abrazo mientras se disculpaba por todo y explicaba comparaciones obvias, pues realmente no le faltaban ganas de atizarle un buen coscorrón para hacerla entrar en razón... pero no entraban en sus planes hacerle ni el más mínimo daño a esa indefensa mujer.
Una vez terminó, la chica reiteró su intención de irse -Parece que te has tomado a broma lo de que serás mi prisionera ¿Eh? Está bien, tendré que comportarme entonces como lo que soy para hacerte entrar un poco en razón...- Ash la tomó de los brazos y la arrastró de la misma forma que había hecho antes hacia la cama, la empujó a la misma dejándola caer en el -algo duro- colchón y se posicionó sobre ella. Con un movimiento sutil a la par que veloz descubrió de nuevo aquellas cicatrices, las cuales repasó con la punta de la lengua, muy despacio, hasta llegar a su oido -Esta vez, no nos interrumpirán- susurró mientras la despojaba de su camisa. La observó durante unos instantes, realmente admiraba la belleza de su cuerpo desnudo ¿Pero cómo podía aderezar aquel momento? "Ah, claro..." pensó.
Una vez despojado su torso de sus propias ropas mirando a la muchacha como si estuviese hipnotizándola, se desplomó sobre ella con la misma gracilidad de una sombra o como la hoja de un árbol en otoño, profundizando en la piel de su cuello con sus agudos colmillos, sin beber demasiado, solo quería provocarle ese curioso y místico placer. Quería arrastrarla con él, a su abismo de secretos deseos que mantenía por ella desde hacía mucho tiempo... y lo hacía como mejor sabía. Mientras llevaba acabo aquel ritual sanguineo, sus manos danzaban bajo las faldas de la muchacha, desvistiéndola apasionadamente a la par que con una extraña delicadeza para luego hacerse cargo de las propias. Sus labios se separaron de la mujer unos instantes para recorrer a besos, cual riachuelo descendiendo por una montaña, su desnudo e indefenso pecho, ascendiendo nuevamente hasta alcanzar la cima de aquella colina que eran sus labios, fundiéndose en el mismo apasionado beso que hacia unos momentos con frialdad le negó.
Ash se dejaba seducir por el sabor de su sangre, la calidez de la misma recorriendo su cuerpo haciéndole perder la noción del tiempo, el control de sí mismo. A la vez, la dulzura de su boca, la amargura distancia que sentía entre ellos a pesar de estar en aquella situación... era maravilloso a la par que insufrible. -Debes recordar... que no eres la única que se ha enamorado- susurró sin separar sus labios de los de la mujer, dejándose llevar por aquella vorágine de besos insaciables, caricias que recorrían cada milímetro de piel que había en el cuerpo de la chica, del roce de la mutua sexualidad que tanto bienestar, placer y sudor impregnaba en su cuerpo ¿Qué sentiría ella? ¿Qué pensaría? Aquellas preguntas era lo único que le despertaba de ese tentador sueño que estaba viviendo ¡Se sentía humano! Se sentía vivo, renacer, deslumbrar... estar compartiendo el lecho de Keira era deleite superior a contemplar el más bello de los atardeceres que jamás recordaría de su vida pasada. No sabía si debían parar, no sabía si alguien estaría acechándoles... pero él solo quería devorarla, tenerla para sí por toda la eternidad, besarla, abrazarla, hacerle el amor contra todo pronostico durante los siglos venideros. Él solo quería cumplir el deseo que la chica le confesó en Hungría, la haría suya... para siempre
Observó sin remordimiento las cicatrices que la mujer mostraba en su piel, heridas curadas sobre recuerdos dolorosos sin duda ¿Pero eran realmente un motivo válido para marcharse y dejarlo todo atrás? O peor aún ¿Realmente consideraba que la vida de Ash estaba en peligro? El vampiro esbozó una media sonrisa mientras ella hablaba y sollozaba, como si le divirtiese verla así, aunque no era el auténtico caso.
La sintió hundirse en su pecho con un cálido abrazo mientras se disculpaba por todo y explicaba comparaciones obvias, pues realmente no le faltaban ganas de atizarle un buen coscorrón para hacerla entrar en razón... pero no entraban en sus planes hacerle ni el más mínimo daño a esa indefensa mujer.
Una vez terminó, la chica reiteró su intención de irse -Parece que te has tomado a broma lo de que serás mi prisionera ¿Eh? Está bien, tendré que comportarme entonces como lo que soy para hacerte entrar un poco en razón...- Ash la tomó de los brazos y la arrastró de la misma forma que había hecho antes hacia la cama, la empujó a la misma dejándola caer en el -algo duro- colchón y se posicionó sobre ella. Con un movimiento sutil a la par que veloz descubrió de nuevo aquellas cicatrices, las cuales repasó con la punta de la lengua, muy despacio, hasta llegar a su oido -Esta vez, no nos interrumpirán- susurró mientras la despojaba de su camisa. La observó durante unos instantes, realmente admiraba la belleza de su cuerpo desnudo ¿Pero cómo podía aderezar aquel momento? "Ah, claro..." pensó.
Una vez despojado su torso de sus propias ropas mirando a la muchacha como si estuviese hipnotizándola, se desplomó sobre ella con la misma gracilidad de una sombra o como la hoja de un árbol en otoño, profundizando en la piel de su cuello con sus agudos colmillos, sin beber demasiado, solo quería provocarle ese curioso y místico placer. Quería arrastrarla con él, a su abismo de secretos deseos que mantenía por ella desde hacía mucho tiempo... y lo hacía como mejor sabía. Mientras llevaba acabo aquel ritual sanguineo, sus manos danzaban bajo las faldas de la muchacha, desvistiéndola apasionadamente a la par que con una extraña delicadeza para luego hacerse cargo de las propias. Sus labios se separaron de la mujer unos instantes para recorrer a besos, cual riachuelo descendiendo por una montaña, su desnudo e indefenso pecho, ascendiendo nuevamente hasta alcanzar la cima de aquella colina que eran sus labios, fundiéndose en el mismo apasionado beso que hacia unos momentos con frialdad le negó.
Ash se dejaba seducir por el sabor de su sangre, la calidez de la misma recorriendo su cuerpo haciéndole perder la noción del tiempo, el control de sí mismo. A la vez, la dulzura de su boca, la amargura distancia que sentía entre ellos a pesar de estar en aquella situación... era maravilloso a la par que insufrible. -Debes recordar... que no eres la única que se ha enamorado- susurró sin separar sus labios de los de la mujer, dejándose llevar por aquella vorágine de besos insaciables, caricias que recorrían cada milímetro de piel que había en el cuerpo de la chica, del roce de la mutua sexualidad que tanto bienestar, placer y sudor impregnaba en su cuerpo ¿Qué sentiría ella? ¿Qué pensaría? Aquellas preguntas era lo único que le despertaba de ese tentador sueño que estaba viviendo ¡Se sentía humano! Se sentía vivo, renacer, deslumbrar... estar compartiendo el lecho de Keira era deleite superior a contemplar el más bello de los atardeceres que jamás recordaría de su vida pasada. No sabía si debían parar, no sabía si alguien estaría acechándoles... pero él solo quería devorarla, tenerla para sí por toda la eternidad, besarla, abrazarla, hacerle el amor contra todo pronostico durante los siglos venideros. Él solo quería cumplir el deseo que la chica le confesó en Hungría, la haría suya... para siempre
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Verona: Revelaciones de una triste historia
Antes de que tan si quiera fuera a buscar una solución para conseguir deshacerme del problema que hacia que aquella puerta que nos mantenía presos al vampiro y a mi, este me volvió tomar por los brazos, pero esta vez no para situarme contra la pared para hacerme oír lo que quería decir, esta vez eran otras sus intenciones, pues de un hábil movimiento me llevó hacia la cama e hizo que me tendiese en esta sin poder evitarlo. Mi corazón comenzó de pronto a latir con fuerza al comprender que era lo que el joven pretendía hacer en aquel momento, algo deseado y a la vez temido por mí parte. Se situó sobre mí y descubrió la zona donde sus colmillos habían marcado el día en el que me ofrecí a ser su fuente sanguínea para conseguir salir de un aprieto del que no vi fin. Comenzó a lamer aquella zona con suavidad hasta llegar a mi oído para susurrar unas palabras que me llevaron a la perdición casi total del sentido común. Era evidente, que íbamos a retomar aquello que fue interrumpido y que nos causó una conmoción agradable, y por ello, fueron tales los pensamientos e imaginaciones que en un momento se pasaron por mi cabeza que obvie cualquier problema que la situación acarrease. Mi respiración poco a poco se fue acelerando a la vez que entrecortando cuando, sin esperarlo, antes de retirar sus labios de mi oído me despojó de la camisa por completo, dejándome ante el en una situación de semidesnudez. Mis mejillas re enrojecieron y el calor se hizo presa de mi cuerpo. Pasé mis brazos por los senos presa de una incondicional vergüenza, incluso llevé la mirada a un punto de la habitación que no abarcase la figura del joven que sin vacilar me observaba como quien admiraba la belleza de una obra de arte. Al final, acabé por cerrar los ojos. Era tanto el agrado que sentía, que la cortedad no me dejaba expresarlo y acababa siendo presa de un estancamiento que no me dejaba ni disfrutar de sus ojos. Solo quería que hiciese, y que aunque mi mente gritase lo contrario, me mirase.
Pensé, al notar que el también dejaba su torso desnudo y caía sobre mi cuerpo me besaría, pero en vez de eso, recorrió mi cuello con su boca y clavó suavemente los colmillos en este, haciéndome sentir uno de los mayores placeres que había conocido, y duplicándolo. Le abracé uniendo mi torso con el suyo. Acaricié su espalda e incluso sin querer la arañe inconscientemente. Aquel mordisco que procedente de un humano causaba dolor, estaba haciendo que me sintiese efectivamente prisionera del vampiro. Cuando las manos del joven se aventuraron bajo mi falda y me despojaron de ella, la respiración dejo de ser el mínimo de profunda que era para pasar a casi no ser más que una sucesión de espiraciones de milésimas de segundo. Había quedado completamente desnuda ante el y el lo estaba quedando frente a mi. Sentía como el cuerpo me ardía y se hacia esclavo de la excitación cuando Ash decidió juguetear con sus besos por mi desabrigado pecho. Gemí y me morí de la timidez por ello. Estaba mostrándole todo lo que jamás había mostrado a ningún hombre y en realidad, era tan novata, que no sabia como reaccionar, ni si quiera tenia la valentía de mirar más allá de su torso.
El joven ascendió con su camino de besos que dejaban marcas de placer para fundirse con mis labios. Y le besé con tanta pasión que mi corazón iba a salirse por completo. Iba tan rápido…tan desenfrenado que incluso me preocupé. Mi cuerpo se estremecía con cada movimiento suyo y yo reaccionaba con caricias que se arriesgaban por sus cabellos, sus hombros, su pecho, su espalda…no quería dejarme ni una milésima parte de su cuerpo por recorrer. Entonces, noté que nuestros cuerpos se estaban uniendo y acariciando demasiado y temí lo que llegase a suceder, no porque no lo quisiese, sino porque seria la primera vez que haría algo así. Mis piernas rodeaban su cuerpo y rápidamente las uní y aproveche que el joven se separaba un poco de mis labios para tragar saliva e intentar no pensar, pues sabia que si lo hacia, nada acabaría como quisiese. Pero Ash, susurró tales palabras, que a conjunto con esa mirada de la que me había enamorado y que me envolvía tanto que no podía dejar de mirar, que acabaron por relajar mi cuerpo y ceder un hueco al joven de vez en cuando.
Pasaron varios minutos de caricias en las que todo nuestro cuerpo al completo había entrado en contacto con el otro. No sabría explicar que punto de placer llegaba a sentir en las ocasiones en las que mas me dejaba llevar y mas rodeaba a Ash con todo mi cuerpo. Hubo tantos besos, tantas caricias, susurros, roces y rasguños inconscientes por mi parte…Me encontraba en un punto de excitación en el que ya el tiempo se había detenido, en el que solo estábamos el y yo, en el que los gemidos que comenzaban a salir por segundos de entre mis labios se hacían cada vez mas ruidosos… y en el que el calor y el descontrol empezaban a pedir que me uniese totalmente a el –Protégeme…haz que no olvide esta noche…haz que pase lo que pase, yo siempre sea tuya-
Pensé, al notar que el también dejaba su torso desnudo y caía sobre mi cuerpo me besaría, pero en vez de eso, recorrió mi cuello con su boca y clavó suavemente los colmillos en este, haciéndome sentir uno de los mayores placeres que había conocido, y duplicándolo. Le abracé uniendo mi torso con el suyo. Acaricié su espalda e incluso sin querer la arañe inconscientemente. Aquel mordisco que procedente de un humano causaba dolor, estaba haciendo que me sintiese efectivamente prisionera del vampiro. Cuando las manos del joven se aventuraron bajo mi falda y me despojaron de ella, la respiración dejo de ser el mínimo de profunda que era para pasar a casi no ser más que una sucesión de espiraciones de milésimas de segundo. Había quedado completamente desnuda ante el y el lo estaba quedando frente a mi. Sentía como el cuerpo me ardía y se hacia esclavo de la excitación cuando Ash decidió juguetear con sus besos por mi desabrigado pecho. Gemí y me morí de la timidez por ello. Estaba mostrándole todo lo que jamás había mostrado a ningún hombre y en realidad, era tan novata, que no sabia como reaccionar, ni si quiera tenia la valentía de mirar más allá de su torso.
El joven ascendió con su camino de besos que dejaban marcas de placer para fundirse con mis labios. Y le besé con tanta pasión que mi corazón iba a salirse por completo. Iba tan rápido…tan desenfrenado que incluso me preocupé. Mi cuerpo se estremecía con cada movimiento suyo y yo reaccionaba con caricias que se arriesgaban por sus cabellos, sus hombros, su pecho, su espalda…no quería dejarme ni una milésima parte de su cuerpo por recorrer. Entonces, noté que nuestros cuerpos se estaban uniendo y acariciando demasiado y temí lo que llegase a suceder, no porque no lo quisiese, sino porque seria la primera vez que haría algo así. Mis piernas rodeaban su cuerpo y rápidamente las uní y aproveche que el joven se separaba un poco de mis labios para tragar saliva e intentar no pensar, pues sabia que si lo hacia, nada acabaría como quisiese. Pero Ash, susurró tales palabras, que a conjunto con esa mirada de la que me había enamorado y que me envolvía tanto que no podía dejar de mirar, que acabaron por relajar mi cuerpo y ceder un hueco al joven de vez en cuando.
Pasaron varios minutos de caricias en las que todo nuestro cuerpo al completo había entrado en contacto con el otro. No sabría explicar que punto de placer llegaba a sentir en las ocasiones en las que mas me dejaba llevar y mas rodeaba a Ash con todo mi cuerpo. Hubo tantos besos, tantas caricias, susurros, roces y rasguños inconscientes por mi parte…Me encontraba en un punto de excitación en el que ya el tiempo se había detenido, en el que solo estábamos el y yo, en el que los gemidos que comenzaban a salir por segundos de entre mis labios se hacían cada vez mas ruidosos… y en el que el calor y el descontrol empezaban a pedir que me uniese totalmente a el –Protégeme…haz que no olvide esta noche…haz que pase lo que pase, yo siempre sea tuya-
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Verona: Revelaciones de una triste historia
Sonriendo al escuchar aquellas palabras que le había dedicado la mujer que tenía a su merced, continuó aquel hermoso juego de besos y caricias con diversos tipos de contacto. No obstante el momento más ansiado por ambos no se hizo esperar cuando con delicadeza además de un suave movimiento terminó de cumplir aquella comunión apoderándose de ella, arrebatándole su esencia, guardándose para sí su virginal virtud. Arrastró su propio cuerpo hacia el de la joven, adentrándose en su más profundo secreto, volviéndose un cuerpo entre dos almas y dos corazones. La perfecta unión entre la vida y la muerte.
Proseguían entonces los besos extasiados entre leves jadeos de inmenso placer al igual que pequeño esfuerzo físico para mantener aquel ritmo pausado pero candente, apasionado, hirviente tal y como eran sus más íntimos deseos para con Keira. Buscaba someterla entre sus brazos, la acariciaba, recorría su cuerpo gozando de cada poro que repasaba con sus dedos; de sus brazos, su cara, sus pechos, sus caderas y sus piernas... El vampiro se había convertido en un delirio viviente cuya meta no era más que pasar a cumplir lo imposible, ser realmente uno con ella. Que dejasen de existir ambos para dar vida a un nuevo ser, una nueva existencia... A partir de ese momento ambos iban a perecer entre la más perversa de las lujurias, perdiéndose juntos, cogidos de la mano, en los torrentes de calor del sexo más placentero que Ash podía haber imaginado nunca... y volverían de ese viaje siendo otros, o así lo creía aquel hombre que parecía brillar con luz propia al observar a su chica, al verla junto a él, haciendo el amor, tocándose, besándose. Disfrutando.
Era el tiempo el que parecía deleitarse más que ninguno de aquella escena bañada de gemidos rebosantes de éxtasis carnal cuando no se podía oir ni la más mínima nota musical que dibujaban las manecillas del reloj al pasar los segundos. En efecto, el flujo temporap se había detenido para él. Solo soñaba con volver a la vida, abandonar su condición suprahumana para existir junto a esa dama blanca bajo la misma luz del sol ¡Cuan imposible eran sus deseos! Esperaba poder suprimir aquellos pensamientos tan lúgubres a pesar de estar bañados por la incandescencia astral apretándose más si cabía con la muchacha. Sus cuerpos colisionaban en el espacio, compactados el uno con el otro. La deliciosa sensación de los senos perfectos de aquella mujer buscando el calor en su pecho le abstraía de toda razón. El va y ven de sus caderas se acentuaba con rítmos más marcados, más ansiosos, más rápidos y contundentes sin necesidad de hacer fuerza. Le arrastraba la pasión y la lujuria, se dejaba arrastrar por la corriente más magnetica que jamás se le podría haber ocurrido a otro ser que no fuese el creador de los pecados.
Aquella insaciable sed y hambre que sentía de la mujer se acrecentaba por momentos. Sus manos casi temblorosas no podían controlarse buscando un refugio bajo su piel. La anhelaba con tanto ahinco que se aferraba a su piel con fuerza como si temiese que algo o alguien los pudiese separar repentinamente... y no lo podía permitir. Mas de pronto algo se agitaba en su interior, como una bomba que estallaba tras siglos dormitando escondida bajo tierra, como un volcán en erupción. Era increible para él, se sentía tan vivo, tan joven y a la vez tan mayor. Se sentía la criatura más afortunada de la tierra solamente por poder enredar sus dedos en los cabellos de esa hermosa mujer que le entregaba su cuerpo que la única forma que tenía para demostrarlo y desquitarse era sumirse en aquel frenesí que lo obligaba a acelerar cada vez más aunque sin obviar la delicadeza. La fuerza y contundencia se hacían uno con la armonía de los compases que marcaba a cada golpe que su instinto al igual que su corazón le obligaban a propinar. La tocaba, la apretaba, la recorría de nuevo una y mil veces con su boca. Besaba sus labios, su cuello, sus pechos. Surcaba cual barco en mal bravío sus piernas, caderas y se atrevía a jugar con sus manos y los gluteos de la muchacha que tan loco le traía desde tiempo atrás.
No cabía ninguna duda, siempre lo había esperado, casi desde que la conoció. Era su secreto mejor guardado, un amor callado, silente. Un sentimiento prohibido para él, para su condición, para su vida. Un amor que una vez desvelado lo llevó a ser más de lo que nunca podía llegar a ver sido. Una razón para luchar, un motivo para seguir a delante con sus noches eternas... alguien a quien amar y proteger. Todo una cascada de sentimientos que pesaban sobre su espalda, sobre cada uno de sus músculos cuando su cuerpo alcanzó el clímax de aquel acto puro y a la vez tan lleno de malicia juvenil, picante. Jadeó y gimió, sintinió un placer como nunca antes la sangre le había otorgado ¿Se podría comparar quizá con la presencia de Dios dentro de uno mismo? Nunca lo sabría, pues detestaba aquellas ideas bíblicas y teistas. La realidad era diferente, era que había descubierto un nuevo mundo junto a un ser querido tras milenios de vacua existencia.
Con resentimiento, se dejó caer con suavidad junto a la muchacha, observándola mientras acariciaba su rostro con dulzura y suavidad, algo no visto nunca hecho por él. Sus ojos se inundaban de su imagen, su mente volaba lejos de su cuerpo para soñar, su corazón muerto y frio se transladava al de la mujer donde podría vivir en paz. Reinó el silencio por su parte, no dijo ninguna palabra, aguardó quizá alguna por parte de la mujer. Los minutos parecían eternos nuevamente cuando sus voces unidas se ahogaron tras consumar tan divino ritual. Él... solamente quería mirarla y no volver a apartar la vista de ella -A partir de entonces... serás mía para siempre...- susurró en muy baja voz mientras una sonrisa maliciosa se dibujaba en su rostro mientras la abrazaba.
Proseguían entonces los besos extasiados entre leves jadeos de inmenso placer al igual que pequeño esfuerzo físico para mantener aquel ritmo pausado pero candente, apasionado, hirviente tal y como eran sus más íntimos deseos para con Keira. Buscaba someterla entre sus brazos, la acariciaba, recorría su cuerpo gozando de cada poro que repasaba con sus dedos; de sus brazos, su cara, sus pechos, sus caderas y sus piernas... El vampiro se había convertido en un delirio viviente cuya meta no era más que pasar a cumplir lo imposible, ser realmente uno con ella. Que dejasen de existir ambos para dar vida a un nuevo ser, una nueva existencia... A partir de ese momento ambos iban a perecer entre la más perversa de las lujurias, perdiéndose juntos, cogidos de la mano, en los torrentes de calor del sexo más placentero que Ash podía haber imaginado nunca... y volverían de ese viaje siendo otros, o así lo creía aquel hombre que parecía brillar con luz propia al observar a su chica, al verla junto a él, haciendo el amor, tocándose, besándose. Disfrutando.
Era el tiempo el que parecía deleitarse más que ninguno de aquella escena bañada de gemidos rebosantes de éxtasis carnal cuando no se podía oir ni la más mínima nota musical que dibujaban las manecillas del reloj al pasar los segundos. En efecto, el flujo temporap se había detenido para él. Solo soñaba con volver a la vida, abandonar su condición suprahumana para existir junto a esa dama blanca bajo la misma luz del sol ¡Cuan imposible eran sus deseos! Esperaba poder suprimir aquellos pensamientos tan lúgubres a pesar de estar bañados por la incandescencia astral apretándose más si cabía con la muchacha. Sus cuerpos colisionaban en el espacio, compactados el uno con el otro. La deliciosa sensación de los senos perfectos de aquella mujer buscando el calor en su pecho le abstraía de toda razón. El va y ven de sus caderas se acentuaba con rítmos más marcados, más ansiosos, más rápidos y contundentes sin necesidad de hacer fuerza. Le arrastraba la pasión y la lujuria, se dejaba arrastrar por la corriente más magnetica que jamás se le podría haber ocurrido a otro ser que no fuese el creador de los pecados.
Aquella insaciable sed y hambre que sentía de la mujer se acrecentaba por momentos. Sus manos casi temblorosas no podían controlarse buscando un refugio bajo su piel. La anhelaba con tanto ahinco que se aferraba a su piel con fuerza como si temiese que algo o alguien los pudiese separar repentinamente... y no lo podía permitir. Mas de pronto algo se agitaba en su interior, como una bomba que estallaba tras siglos dormitando escondida bajo tierra, como un volcán en erupción. Era increible para él, se sentía tan vivo, tan joven y a la vez tan mayor. Se sentía la criatura más afortunada de la tierra solamente por poder enredar sus dedos en los cabellos de esa hermosa mujer que le entregaba su cuerpo que la única forma que tenía para demostrarlo y desquitarse era sumirse en aquel frenesí que lo obligaba a acelerar cada vez más aunque sin obviar la delicadeza. La fuerza y contundencia se hacían uno con la armonía de los compases que marcaba a cada golpe que su instinto al igual que su corazón le obligaban a propinar. La tocaba, la apretaba, la recorría de nuevo una y mil veces con su boca. Besaba sus labios, su cuello, sus pechos. Surcaba cual barco en mal bravío sus piernas, caderas y se atrevía a jugar con sus manos y los gluteos de la muchacha que tan loco le traía desde tiempo atrás.
No cabía ninguna duda, siempre lo había esperado, casi desde que la conoció. Era su secreto mejor guardado, un amor callado, silente. Un sentimiento prohibido para él, para su condición, para su vida. Un amor que una vez desvelado lo llevó a ser más de lo que nunca podía llegar a ver sido. Una razón para luchar, un motivo para seguir a delante con sus noches eternas... alguien a quien amar y proteger. Todo una cascada de sentimientos que pesaban sobre su espalda, sobre cada uno de sus músculos cuando su cuerpo alcanzó el clímax de aquel acto puro y a la vez tan lleno de malicia juvenil, picante. Jadeó y gimió, sintinió un placer como nunca antes la sangre le había otorgado ¿Se podría comparar quizá con la presencia de Dios dentro de uno mismo? Nunca lo sabría, pues detestaba aquellas ideas bíblicas y teistas. La realidad era diferente, era que había descubierto un nuevo mundo junto a un ser querido tras milenios de vacua existencia.
Con resentimiento, se dejó caer con suavidad junto a la muchacha, observándola mientras acariciaba su rostro con dulzura y suavidad, algo no visto nunca hecho por él. Sus ojos se inundaban de su imagen, su mente volaba lejos de su cuerpo para soñar, su corazón muerto y frio se transladava al de la mujer donde podría vivir en paz. Reinó el silencio por su parte, no dijo ninguna palabra, aguardó quizá alguna por parte de la mujer. Los minutos parecían eternos nuevamente cuando sus voces unidas se ahogaron tras consumar tan divino ritual. Él... solamente quería mirarla y no volver a apartar la vista de ella -A partir de entonces... serás mía para siempre...- susurró en muy baja voz mientras una sonrisa maliciosa se dibujaba en su rostro mientras la abrazaba.
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Verona: Revelaciones de una triste historia
Cuando pensé que un cuerpo tan humano como el mío no podría sentir más placer del que estaña sintiendo, quedé callada, sin aire, sin aliento, cuando nuestros cuerpos se unieron por completo haciendo que llegase a tal punto de excitación , que acabé por marearme tontamente. Sentí dolor sin embargo en la zona más delicada. El vampiro se había hecho con ella totalmente pero quise que así fuera, pues sabía, que el daño en pocos segundos quedaría eclipsado con el placer absoluto que nos proporcionábamos mutuamente. Las piernas quedaron elevadas entre el cuerpo de Ash y comenzaron a temblar a medida que el tiempo pasaba y nuestro sudor se hacia notable al tacto, y no sabia por qué, pero tampoco podía pensar en ello. Los movimientos del joven me alejaban a un mundo mágico totalmente distinto al real. Los gemidos se acentuaban, se elevaban de tono y no podría controlar ya ninguno de mis actos. Le acaricié ardientemente, entrelacé mis manos con las suyas, me apegué lo más posible a su torso para aumentar aquel goce y acabé por rodear su cuerpo con mis piernas. No iba a permitir por nada del mundo que se alejase de mí.
Con cada segundo que pasaba, mas obnubilada me sentía. Hasta que llegué a un punto en el que comencé a notar dentro de mí un remolino de sentimientos mezclados con el placer que parecían querer estallar, querían salir de mi cuerpo para demostrarle al joven lo que verdaderamente sentía por el de la mejor manera posible. Y a la vez no quise, pues aquella sensación presagiaba el final de aquel acto que tan agradable se me antojaba, supondría la separación de nuestros cuerpos y el fin de encontrarle placer a estar totalmente sometida al vampiro. Pero era inevitable, algo que no se podía retener. Estaba totalmente segura de que había algo en el, que si fuese humano, no me daría tanto deleite y eso me encantaba. Mis ojos se cerraron, quería saborear más aquella sensación inundadas de gemidos que salían de mis labios demasiado rápidos, pero no pude soportarlo más. Mis músculos se tensaron y mi espalda se irguió quedándose en una pose tremendamente sensual, abracé a Ash con todas mis fuerzas y alcancé el clímax de aquel acto.
Ash se dejó caer a mi lado, me acarició y le dediqué la sonrisa mas dulce que podría expresar, o al menos eso recordé, pues acto seguido caí rendida en sueños. Si me hubiese visto mientras dormida me hubiese avergonzado totalmente de mi conducta, pues me hallaba boca arriba, con los brazos colocados sobre la almohada a la altura de mi rostro, totalmente despeinada, semidesnuda a cualquier visión y con la cara de una niña pequeña mientras duerme. Me había quedado completamente dormida sin dedicarle ni una palabra al joven…aunque bueno, tampoco hubiese podido decir nada con aquella falta de aliento. Sin duda, Ash me dejaba siempre sin palabras…fuese la situación que fuese.
Con cada segundo que pasaba, mas obnubilada me sentía. Hasta que llegué a un punto en el que comencé a notar dentro de mí un remolino de sentimientos mezclados con el placer que parecían querer estallar, querían salir de mi cuerpo para demostrarle al joven lo que verdaderamente sentía por el de la mejor manera posible. Y a la vez no quise, pues aquella sensación presagiaba el final de aquel acto que tan agradable se me antojaba, supondría la separación de nuestros cuerpos y el fin de encontrarle placer a estar totalmente sometida al vampiro. Pero era inevitable, algo que no se podía retener. Estaba totalmente segura de que había algo en el, que si fuese humano, no me daría tanto deleite y eso me encantaba. Mis ojos se cerraron, quería saborear más aquella sensación inundadas de gemidos que salían de mis labios demasiado rápidos, pero no pude soportarlo más. Mis músculos se tensaron y mi espalda se irguió quedándose en una pose tremendamente sensual, abracé a Ash con todas mis fuerzas y alcancé el clímax de aquel acto.
Ash se dejó caer a mi lado, me acarició y le dediqué la sonrisa mas dulce que podría expresar, o al menos eso recordé, pues acto seguido caí rendida en sueños. Si me hubiese visto mientras dormida me hubiese avergonzado totalmente de mi conducta, pues me hallaba boca arriba, con los brazos colocados sobre la almohada a la altura de mi rostro, totalmente despeinada, semidesnuda a cualquier visión y con la cara de una niña pequeña mientras duerme. Me había quedado completamente dormida sin dedicarle ni una palabra al joven…aunque bueno, tampoco hubiese podido decir nada con aquella falta de aliento. Sin duda, Ash me dejaba siempre sin palabras…fuese la situación que fuese.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Verona: Revelaciones de una triste historia
Sumido en un profundo sueño y aferrado al cuerpo desnudo de la mujer con la que compartía su lecho, pudo evadir un día más la luz de aquel mortífero sol que al cabo de varias horas comenzaba su declive en el horizonte, cuyos rayos, que se filtraban a través de una lejana ventana que afortunadamente no alcanzaba a iluminar la cama mientras se apagaban para dejar paso a la maravillosa visión de una nueva noche.
Cuando la luz de la luna, prestada del mayor asesino de vampiros jamás existente, hizo gala en la oscuridad, Ash despertó de golpe como si hubiese tenido una horrible pesadilla. Se levantó lo suficiente para quedar sentado en la cama y observó a la muchacha durante unos segundos; parecía estar bien ¿Qué era lo que le inquietaba? Se sentía observado.
Se puso en pie y se vistió tan aprisa como pudo, aunque solamente se había cubierto sus partes pudendas con los pantalones, manteniendo el torso desnudo. Asomó un ojo por aquella pequeña ventana, pues la suave brisa nocturna de italia, por primera vez en mucho tiempo, le hacía sentir frio. Las calles estaban aún atestadas de personas, como si fuese el mismo día que el anterior, sin haber dormido. No había muestras de que alguien hubiese intentado abrir la puerta en todo el día que llevaban durmiendo ¿Estaría bien el Ghoul? Quizá estaría divirtiéndose con alguna ramera o puede que incluso se haya cansado de esperar y obedecer, optando por soportar la agonía del mono de sangre vampírica a seguir bajo el yugo del vampiro.
Finalmete optó por alejarse de aquella abertura en la pared, andubo hacia la puerta y con un suave tirón desencajó la cerradura para que la puerta estuviese nuevamente utilizable. -Ya pagaré los daños...- musitó para sí retornando hacia la cama, recostándose junto a la mujer no para dormir, sino para asegurarse de que estaría a salvo. Aunque no consiguese saber qué era aquella misteriosa esencia que lo rodeaba, desconfiaba, sabía que algo o alguien acechaba ¿Sería Norbert? No, no podía ser él, lo delataría aquel horrible hedor a perro. Era otro tipo de aroma, elegante, cautivador... lo suficientemente poderoso para nublar sus sentidos y adormecerlo dócilmente junto a su protegida, cuidando de ella hasta que despertase.
No obstante, más allá de unos metros, en las mismas calles inundadas de transeuntes nocturnos, un par de figuras elegantemente vestidas no quitaban el ojo a aquella ventana donde el hombre se había asomado -¿Estás perdiendo facultades? Es muy extraño que hayas querido aventurarte tú hasta él... te estás volviendo un blando, querido- decía la mujer de hermoso traje blanco, bebiendo una copa de un delicado y embriagador nectar rojizo a juego con el color de sus labios -Para nada... es solo que lleva un tiempo buscando al "Padre" de toda su raza, me intriga el motivo. Además, es realmente torpe, aún es muy, muy joven para arriesgarse a rastrear espíritus distintos al suyo ¿O quizá sea esa mujer?... Pero bueno, realmente no importa. Nos encontrará, estoy seguro... si no, le echaré una manita. Quizá sea interesante...- aquel hombre imitó a la doncella que tenía a su lado, bebiendo de la misma copa elegante fabricada de fino y frágil cristal.
Cuando la luz de la luna, prestada del mayor asesino de vampiros jamás existente, hizo gala en la oscuridad, Ash despertó de golpe como si hubiese tenido una horrible pesadilla. Se levantó lo suficiente para quedar sentado en la cama y observó a la muchacha durante unos segundos; parecía estar bien ¿Qué era lo que le inquietaba? Se sentía observado.
Se puso en pie y se vistió tan aprisa como pudo, aunque solamente se había cubierto sus partes pudendas con los pantalones, manteniendo el torso desnudo. Asomó un ojo por aquella pequeña ventana, pues la suave brisa nocturna de italia, por primera vez en mucho tiempo, le hacía sentir frio. Las calles estaban aún atestadas de personas, como si fuese el mismo día que el anterior, sin haber dormido. No había muestras de que alguien hubiese intentado abrir la puerta en todo el día que llevaban durmiendo ¿Estaría bien el Ghoul? Quizá estaría divirtiéndose con alguna ramera o puede que incluso se haya cansado de esperar y obedecer, optando por soportar la agonía del mono de sangre vampírica a seguir bajo el yugo del vampiro.
Finalmete optó por alejarse de aquella abertura en la pared, andubo hacia la puerta y con un suave tirón desencajó la cerradura para que la puerta estuviese nuevamente utilizable. -Ya pagaré los daños...- musitó para sí retornando hacia la cama, recostándose junto a la mujer no para dormir, sino para asegurarse de que estaría a salvo. Aunque no consiguese saber qué era aquella misteriosa esencia que lo rodeaba, desconfiaba, sabía que algo o alguien acechaba ¿Sería Norbert? No, no podía ser él, lo delataría aquel horrible hedor a perro. Era otro tipo de aroma, elegante, cautivador... lo suficientemente poderoso para nublar sus sentidos y adormecerlo dócilmente junto a su protegida, cuidando de ella hasta que despertase.
No obstante, más allá de unos metros, en las mismas calles inundadas de transeuntes nocturnos, un par de figuras elegantemente vestidas no quitaban el ojo a aquella ventana donde el hombre se había asomado -¿Estás perdiendo facultades? Es muy extraño que hayas querido aventurarte tú hasta él... te estás volviendo un blando, querido- decía la mujer de hermoso traje blanco, bebiendo una copa de un delicado y embriagador nectar rojizo a juego con el color de sus labios -Para nada... es solo que lleva un tiempo buscando al "Padre" de toda su raza, me intriga el motivo. Además, es realmente torpe, aún es muy, muy joven para arriesgarse a rastrear espíritus distintos al suyo ¿O quizá sea esa mujer?... Pero bueno, realmente no importa. Nos encontrará, estoy seguro... si no, le echaré una manita. Quizá sea interesante...- aquel hombre imitó a la doncella que tenía a su lado, bebiendo de la misma copa elegante fabricada de fino y frágil cristal.
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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