AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Las mañanas en las que se me olvidó morirme. {Libre}
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Las mañanas en las que se me olvidó morirme. {Libre}
Domingo 7 de enero
Alrededor de las 16 horas de la tarde.
El tiempo nos está mostrando piedad y ofreciendonos unos pequeños rayos de sol que disfrazan el caos en el que vivimos,aunque las temperaturas sigue siendo bastantes bajas.La nieve ya casi se ha derretido y lo único que queda de ella son unos charcos sucios que desprenden un olor repugnante,pero no tanto como en verano.
Alrededor de las 16 horas de la tarde.
El tiempo nos está mostrando piedad y ofreciendonos unos pequeños rayos de sol que disfrazan el caos en el que vivimos,aunque las temperaturas sigue siendo bastantes bajas.La nieve ya casi se ha derretido y lo único que queda de ella son unos charcos sucios que desprenden un olor repugnante,pero no tanto como en verano.
Apenas me había levantado.Mi criada tenía preparado el desayuno especial del Domingo,pero mi apetito estaba ausente.Me informó de su asistencia a la misa,y eso me hizo recordar que debía visitar a los que antes en vida me habían amado.
Después de preparame,baje los últimos peldaños de mi casa y subí la cuesta que llevaba al cementerio.Una cuesta que parecía estar puesta alli para impedir el acceso a tal lugar.Sentía como la respiración se me hacía cada vez más difícil haciendo que de mi boca saliese el tipico “humo de cigarrillos de invierno” con el que tanto fingían los niños pequeños fumar.
Me pareció que de un instante a otro alguien me llamaría.-”¿Y si no les gusta que los extraños anden sobre la cabeza de su querido tatarabuelo?Bah,no debía ser así,con lo viejos que eran los linajes por aquí,debían sentirse orgullosos de esas cosas.”
Tenía ante los ojos una pequeña lápida blanca pulida por los años.
EprhaimLindt,qué murió en 1787 en el año 63 de si vida./center]
Había esperado algo mas antiguo pero estaba claro que no debía fiarme de las piedra,las blancas se desgastaban mas aprisa.Más atrás había una fila de sauces y un seto de aspecto descuidado al que me acerqué subiendome las faldas y soltando unas gotas amarillas sobre la raíz de un árbol.Un humito de vapor se hizo visible por la diferencia de temperatura entre el charco que acababa de dejar y la tierra aún gélida.A la derecha había un grupo de lápidas que parecían observarme.Mi público (Buckhalter,Van Meer y Stoudemaire).No,nadie me veía,salvo los fantasmas de los muerto y éstos debían ser tolerantes.Volví a bajarme las faldas del vestido y regresé a las tumbas.
Anduve lentamente por entre las hileras lápidas,deteniendome a veces para leer alguna inscripción realmente vieja.La quietud de aquellos cuerpos y almas en reposo me habían vuelto a dar sueño.Muchas piedras tenían cabezasde ángeles o cráneos y algunas,mas modernas,sauces cómo el que acababa de regar y había también lápidas mas pequeñas para los niños.Los matrimonios compartían una sola lápida,pero había algunos que estaban separados,una para el marido y otra para la mujer,como si en vida hubiesen dormido en camas separadas y no viesen razón para cambiar después de muertos.
Aquí yacían los Van Meer,Rachel y Jan,una lápida junto a la otra como dos cabeceras de cama.En la de ella de 1645-1712:
Como yo soy ahora,
Así serás tú.
“-Un alegre recordatorio,desde luego-” Y su amado esposo,de 1626 – 1706:
[center]Sírvate esto de aviso.
Pues no has de tardar en seguirme.
Había esperado algo mas antiguo pero estaba claro que no debía fiarme de las piedra,las blancas se desgastaban mas aprisa.Más atrás había una fila de sauces y un seto de aspecto descuidado al que me acerqué subiendome las faldas y soltando unas gotas amarillas sobre la raíz de un árbol.Un humito de vapor se hizo visible por la diferencia de temperatura entre el charco que acababa de dejar y la tierra aún gélida.A la derecha había un grupo de lápidas que parecían observarme.Mi público (Buckhalter,Van Meer y Stoudemaire).No,nadie me veía,salvo los fantasmas de los muerto y éstos debían ser tolerantes.Volví a bajarme las faldas del vestido y regresé a las tumbas.
Anduve lentamente por entre las hileras lápidas,deteniendome a veces para leer alguna inscripción realmente vieja.La quietud de aquellos cuerpos y almas en reposo me habían vuelto a dar sueño.Muchas piedras tenían cabezasde ángeles o cráneos y algunas,mas modernas,sauces cómo el que acababa de regar y había también lápidas mas pequeñas para los niños.Los matrimonios compartían una sola lápida,pero había algunos que estaban separados,una para el marido y otra para la mujer,como si en vida hubiesen dormido en camas separadas y no viesen razón para cambiar después de muertos.
Aquí yacían los Van Meer,Rachel y Jan,una lápida junto a la otra como dos cabeceras de cama.En la de ella de 1645-1712:
Como yo soy ahora,
Así serás tú.
“-Un alegre recordatorio,desde luego-” Y su amado esposo,de 1626 – 1706:
[center]Sírvate esto de aviso.
Pues no has de tardar en seguirme.
No me apetecía mucho pensarlo.Al final de la hilera me detuve.Había una especie de banquillo de piedra.Al sentarme,a pesár de mi abrigo,pude sentir aquel frío cortante que únicamente un material así podría transmitir.Estaba sucio.Todo lo que me rodeaba me daba cierto asco,pena y nostalgía.No sabía muy bien que tipo de sensación era la que estaba viviendo en ese instante.Bajé la cabeza y dejé caer las rosas que llevaba en la mano.Eran cuatro.Como siempre tenía que ser numero par.Me tumbé en el incómodo banco apoyando la cabeza en los brazos y suspiré.Delante mío se hallaba la tumba de Sandro.
Sandro Molyneaux 1774 – 1800
"Aquí yace uno cuyo nombre fue escrito en agua.
El Amor Nos Desgarrará"
"Aquí yace uno cuyo nombre fue escrito en agua.
El Amor Nos Desgarrará"
Sentimientos de remordimiento,pena y autodestructivos inundaban mi cabeza.¿Era que estaba empezando a arrepentirme de lo que había hecho o únicamente el estar en aquél lugar rodeada de tantas historias y sentimientos inmortales me hacían caer en aquella pequeña depresión y reprimirme a mi misma mis actos? Algo sucedía,ya que nisiquiera tenía el valor de ir y disculparme ante su tumba,aunque de nada servía,y ese pensamiento a la vez me tranquilizaba y atormentaba.
"No son muertos los que yacen en la tumba fría, muertos son los que tienen el alma muerta y viven todavía."
Este epitafio logró hacerme extremecer.
Me dormí leyendo los demás nombres de las lápidas.
El mundo se había oscurecido y una voz ronca pronunciaba unas palabras que no logré entender ya que no estaba segura si las estaba soñando o de verdad las escuchaba.Desperté de pronto,irritable y algo asustada,para descubrir una sombra sobre mi cabeza y por un momento no supe qué era.Algo estaba de pie junto a mi tapándome el espéctaculo del sol que nos estaba ofreciendo con su salida de la función diurna.
Samira Von Schestedt- Humano Clase Alta
- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 25/03/2012
Re: Las mañanas en las que se me olvidó morirme. {Libre}
No tenía idea de donde estaba, pero eso era algo normal en su vida que le sucedía de forma muy común y recurrente. Cuando se viajaba tanto como él, la gente pensaba que dejabas de perderte, al contrario, te perdías mas, pero al menos ahora ya no te preocupaba tanto, todos los caminos te llevaban a un lugar y si querías ir a uno en especifico, como él, simplemente tenias que preguntar. Aquí el problema es que habia preguntado hacia dos días en donde estaba la mejor entrada a Paris y se habia vuelto a perder.
Loki caminaba a su lado distrayéndose con cualquier cosa, que si paso una ardilla que si un pájaro carpintero esta por allá, la verdad es que para ayudar a orientarse el perro no estaba sirviendo de mucho y se lo reprochaba mirándolo de reojo, Loki era bastante inteligente pero en esos momentos solamente quería jugar y moviendo el rabo se lo daba a entender a su dueño, tendría que arreglárselas solo si quería salir de ese bosque y llegar a Paris.
Tras caminar unas horas más, cuando el sol estaba ya metiéndose, a lo lejos entre los arboles pudo por fin divisar lo que parecía el final del bosque. Avanzo aliviado pues ya estaba harto de dormir en el bosque y cuando llego al borde de un cementerio suspiro, a lo lejos podía ver la ciudad y no era de la clase de personas que se asusta con un cementerio por la noche. Avanzo dispuesto a avanzar el trecho que lo separaba de la primera calle cuando Loki comenzó a ladrar en una dirección, un ladrido amistoso, después de tanto tiempo Sieg ya era capaz de diferenciarlos.
Miro en aquella dirección y pudo identificar a una mujer dormida sobre uno de los bancos de piedra que estaban ahí dispuestos para los familiares en pena suponía. Avanzo hacia ella y la observo con atención, Loki solamente movía el rabo así que no se trataba de ninguna criatura sobrenatural.
-Mi lady...se encuentra bien? señorita?-
No iba a tocarla, no le gustaba tocar a la gente, se preguntaba si estaría muerta, si llevaba mucho tiempo con el frio afuera y dormida probablemente lo estuviera, pero poco a poco comenzó a dar señales de vida y al despertarse pudo notar que estaba malhumorada, retrocedió un paso y la miro a los ojos.
-está bien?-
Loki caminaba a su lado distrayéndose con cualquier cosa, que si paso una ardilla que si un pájaro carpintero esta por allá, la verdad es que para ayudar a orientarse el perro no estaba sirviendo de mucho y se lo reprochaba mirándolo de reojo, Loki era bastante inteligente pero en esos momentos solamente quería jugar y moviendo el rabo se lo daba a entender a su dueño, tendría que arreglárselas solo si quería salir de ese bosque y llegar a Paris.
Tras caminar unas horas más, cuando el sol estaba ya metiéndose, a lo lejos entre los arboles pudo por fin divisar lo que parecía el final del bosque. Avanzo aliviado pues ya estaba harto de dormir en el bosque y cuando llego al borde de un cementerio suspiro, a lo lejos podía ver la ciudad y no era de la clase de personas que se asusta con un cementerio por la noche. Avanzo dispuesto a avanzar el trecho que lo separaba de la primera calle cuando Loki comenzó a ladrar en una dirección, un ladrido amistoso, después de tanto tiempo Sieg ya era capaz de diferenciarlos.
Miro en aquella dirección y pudo identificar a una mujer dormida sobre uno de los bancos de piedra que estaban ahí dispuestos para los familiares en pena suponía. Avanzo hacia ella y la observo con atención, Loki solamente movía el rabo así que no se trataba de ninguna criatura sobrenatural.
-Mi lady...se encuentra bien? señorita?-
No iba a tocarla, no le gustaba tocar a la gente, se preguntaba si estaría muerta, si llevaba mucho tiempo con el frio afuera y dormida probablemente lo estuviera, pero poco a poco comenzó a dar señales de vida y al despertarse pudo notar que estaba malhumorada, retrocedió un paso y la miro a los ojos.
-está bien?-
Siegfried Winter- Cazador Clase Media
- Mensajes : 53
Fecha de inscripción : 29/03/2012
Localización : Donde menos te lo esperas bestia...
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Las mañanas en las que se me olvidó morirme. {Libre}
Yo nado en el vacío, del sol tiemblo en la hoguera, palpito entre las sombras y floto con las nieblas.
Sentía frío... mucho.El hecho de que mi alma hubiera estado dormida durante unos instantes me hizo pensar que había abandonado este mundo en el que me sentía tan...sola.¡Cómo odiaba esa palabra!
Pero en estos momentos mi orgullo pesaba mas que mi propio cuerpo como para admitirlo.
Había soñado.Un sueño extraño,sin sentido.Miles y miles de pajaros dando vueltas alrededor de una casa,que no conocía.Después,se marchaban dejando paso al infinito humo que se elevaba hasta las cumbres del palacio de los dioses del Olimpo.
Llevé la mano a los ojos frotandomelos para poder ver mejor al hombre que se había dirigido a mi,de manera muy educada la verdad.Consideré que no era apropiado seguir en esa postura tan relajada.Me incorporé de inmediato,pero lentamente.Mi cuerpo parecía llevarme la contraria.Fruncí un poco los labios y recordé donde estaba y porqué había venido.Un suspiro se coló en mi boca, mas sonoro que nunca,o al menos eso pensaba yo.
-Yo...esto... si.Disculpe.Estoy bien- respondí bajando la mirada por el pudor que me daba el haberme quedado dormida en tal sitio.
Observé mejor al caballero y noté que no estaba solo.Iba acompañado de un perro,no muy común en los franceses.No era el tipico perro pequeño y cariñoso,eso parecía a primera vista.
El movimiento de su rabo me hizo sonreir.Me gustaban los animales,ademas,los perros se suponía que eran los mejores amigos del hombre.
Estaba anocheciendo,y eso creaba en mí un estado de miedo,frustración y nuevamente,soledad.La sentía mas presente que nunca.Miré alrededor y después al perro.Volví a sonreir.
-¿Muerde?-pregunté a su dueño con cierto temblor en la voz.No sabía muy bien si el
perro tenía alguna enfermedad,por lo tanto,no me arriesgaba,aunque parecía muy bien cuidado.Tenía intención de acariciarle.Esos ojos grandes y simplemente su exprensión causaban una ternura en mi y ganas de achucharlo.Sólo con los animales y los niños me pasaba eso.Quizas por que sabía perfectamente como eran las personas,cosa que me daba cierto asco.
-¿Si no estoy siendo indiscreta,viene a visitar a alguien?-
Esa pregunta iba dirigida al señor que había impedido que yo muriera de frío sin que nadie llegue a enterarse jamas.
Quizas se había perdido,o era lo que yo había preguntado.No encontraba otra razón para estar en ese lugar.El anochecer amenazaba mi seguridad,pero el miedo no estaba en mi vocabulario.Eso no era una cosa buena.Es mas era insensata.Confiaba demasiado en mí,una mujer que no pesaba que un saco de patatas.
Samira Von Schestedt- Humano Clase Alta
- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 25/03/2012
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