Jugando al escondite se me olvidó preguntarte. ¿Te gustan los tipos malos? -Libre-

" Cuando la naturaleza del hombre se vuelve amarga, se tiende a pensar que un sorbo de alcohol nos volverá a la niñez para encontrar el problema...Claro que, al pensar que necesitamos más dosis, acabamos frustrados y borrachos "

-No cedas tan fácilmente a sus caprichos- Difícilmente parecía entenderse cada una de las palabras que el más joven de la compañía masculina profería de sus labios, indicaba que había bebido demasiado pues al tomar el vaso con la diestra, (cuando lo conseguía), hacía temblar el brebaje de Dionisio que estaba ya se adhería con celeridad a todas las manchas pegajosas que cubrían la madera de mala calidad, podía escuchar ese irritante sonido de ésta al crujir cuando apoyaba su peso, ya fuese un dedo o los codos para acercar más su figura a los hombres que estaban riendo. Solo alguien experto u observador, se habría percatado que todo era una sutil broma, Lieu estaba todo menos borracho, en su trabajo, había aprendido que tener habilidad para no emborracharse era más útil de lo que aparentaba.

Podía, darles la sensación con sus poderes de que los demás estaban borrachos pero nunca le habían gustado las cosas sencillas. Por eso, tenía su plan trazado desde el comienzo; Él era un buen bebedor, tenía vinos de todas clases pero su caprichosa naturaleza puso el ojo en los buenos vinos del burdel, no solo los vinos, sino todo el alcohol que podía desear para una noche aburrida de invierno; Las veces que había ido, no se llevó a ninguna mujer a la cama, más bien se quedó en el bar, volvió a su hogar con el hedor de las mujeres perfumadas con negligente excesivo así como los tintineos del hielo en una de las múltiples copas que había tomado en ese sitio. El hombre con quien había cenado esa noche, un hombre de grandes influencias pero de instintos lascivos iba a ayudarle a no gastar demasiado dinero.

Un plan, quizás estúpido, demasiada elaboración para unas cuantas botellas, pero...¿No había dicho ya, que no le gustaba lo difícil?. Tuvo que reprimir, fallando por unos segundos en el intento una mueca de asco, aquel hombre tocaba los pechos de una de las chicas, metía las manos bajo las faldas, gracias a eso, tuvo que aparentar que estaba bebido. Si se le acercaba alguna mujer, podía actuar de forma torpe, no se vería obligado a tocar a nadie, lo que levantaría sospechas de haberlo hecho de otro modo, siendo él, quien propuso con tanta insistencia ir a ese sitio.  El hombre, escogió finalmente a su "víctima" de esa noche, una mujer esbelta de cabellos rizados, demasiado delgada, para gusto personal de Lieu. Se levantó, con una sonrisa de oreja a oreja, de la comitiva, los demás estaban con sus respectivas prostitutas, una vez que se había ido, pudo abandonar la fachada de borracho condescendiente.

Seguro que esperarían encontrarlo borracho en la mesa, mientras ellos disfrutaban; Ilusos, Lieu se acercó a la barra, agradecido de que nadie le prestase atención, ya que debido a su atuendo así como su innegable soberbia, destacaban entre todos los hombres vulgares y clientes varios que había en ese sitio-Disculpa- La mejor de las sonrisas, como bien estudiada se exteriorizó, dando la sensación de que él era un hombre que nunca habría roto un plato- Aquel hombre de allí, el que se acaba de ir-

Esperó al asentimiento de aquel hombre- Bueno, deseaba hacer un pedido algo distinto, es para un regalo...a - Tuvo que soportar que le interrumpiesen, por si lo que quería era que alguna de las chicas fuese a su casa, en este caso, la mirada gélida que Lieu, (harto de aparentar ser un hombre paciente ), con la que había mirado al hombre, se obligó a detener, escuchando la petición- Botellas, alcohol, vino de primera calidad-Antes de que objetase o que indicara que estaba fuera de su control, posó una bolsa bastante grande de dinero, su tamaño era importante, bueno la había tomado "prestada" de aquel hombre. El camarero asintió casi de inmediato, tomando la bolsa, también la dirección, incluso le dijo que esa misma noche lo tendría en su hogar. Lieu asintió, esta vez no sonreía, la mueca de repugnancia brotó de sus labios, ¿no limpiaban nunca esas mesas?, Por lo visto no, se sentó en la barra, se desabrochó dos botones de la camisa mientras esperaba, de reojo, el regreso de aquel hombre...esperaba que no fuese como los conejos, mucho deseo pero durante tan solo diez minutos, por eso estaba alerta y con los sentidos, hacía los dormitorios de las prostitutas.