AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Me quitas el frío? [Privado Aemon, + 18]
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¿Me quitas el frío? [Privado Aemon, + 18]
Recuerdo del primer mensaje :
No podía dejar de frotarme los brazos ni aún después de ese par de ardientes clientes que habían pasado por mi cama horas atrás. Me había tomado un vaso de vodka al empezar mi jornada pero el frío era demoledor. Llovía a cántaros dsede la mañana y la temperatura seguía bajando conforme lo hacía el Astro Rey, y ni la delgada tela que me habían pasado fue de ayuda, por eso ahora estaba en una de las sillas interiores. No nos podían dar un abrigo de cuero, piel o lana porque debíamos constantemente enseñar nuestro cuerpo para que el cliente escogiera a su gusto, y eso lo entendía a la perfección...pero si las cosas seguían así, el primer estornudo llegaría y Laisha, quien hace rato estaba encerrada en su habitación con un cliente, me regañaría no de buena forma, sino que de la mejor forma; porque esos regaños se convertían en cuidados, y los cuidados en caricias. Y las caricias, bueno...eso es historia conocida.
Para colmo, no había mucha gente requiriendo servicios y mis compañeros de labores lentamente comenzaron a encontrarse en el salón principal, iniciando conversaciones. Yo, por mi parte, seguía acariciándome los brazos apoyada en una de las paredes más alejadas de la puerta de entrada para que no me llegara de golpe la congelada brisa al ingresar alguien y no provocara el primer estornudo. Independiente de los beneficios que me traía con Laisha...¿A quién le gustaría tener los servicios de una cortesana resfriada?
No podía dejar de frotarme los brazos ni aún después de ese par de ardientes clientes que habían pasado por mi cama horas atrás. Me había tomado un vaso de vodka al empezar mi jornada pero el frío era demoledor. Llovía a cántaros dsede la mañana y la temperatura seguía bajando conforme lo hacía el Astro Rey, y ni la delgada tela que me habían pasado fue de ayuda, por eso ahora estaba en una de las sillas interiores. No nos podían dar un abrigo de cuero, piel o lana porque debíamos constantemente enseñar nuestro cuerpo para que el cliente escogiera a su gusto, y eso lo entendía a la perfección...pero si las cosas seguían así, el primer estornudo llegaría y Laisha, quien hace rato estaba encerrada en su habitación con un cliente, me regañaría no de buena forma, sino que de la mejor forma; porque esos regaños se convertían en cuidados, y los cuidados en caricias. Y las caricias, bueno...eso es historia conocida.
Para colmo, no había mucha gente requiriendo servicios y mis compañeros de labores lentamente comenzaron a encontrarse en el salón principal, iniciando conversaciones. Yo, por mi parte, seguía acariciándome los brazos apoyada en una de las paredes más alejadas de la puerta de entrada para que no me llegara de golpe la congelada brisa al ingresar alguien y no provocara el primer estornudo. Independiente de los beneficios que me traía con Laisha...¿A quién le gustaría tener los servicios de una cortesana resfriada?
Reika Roux- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Me quitas el frío? [Privado Aemon, + 18]
Con el tiempo y la experiencia había aprendido que no necesariamente era el sexo bruto y por mera calentura el que causaba más placer en desmedro de los demás. No siempre lo hacíamos por petición de nuestros clientes, pero el sexo “romántico” era también una muy buena alternativa para conseguir gemidos fuertes y roncos de los hombres e intensos y provocativos de las mujeres, con también muy buenos resultados monetarios, por cierto. Ahora, en ese preciso momento el dinero me daba igual, prefería disfrutar toda la noche con ese hombre que ya me había llevado al cielo una vez, y prometía repetir aquella experiencia en ese mismo momento.
Yo le dejaba hacer a Aemon con toda calma lo que desease en mi cuerpo (¿Y quién no? Que te mimen así es lo mejor que podría sucederle a una mujer, además de casarse con un viejo millonario), y cuando al parecer una idea surcó su mente no pude hacer más que asentir a la par que mis párpados se cerraban cual compuerta medieval, pensando ansiosamente en lo que se le había ocurrido – nada “bueno”, supuse-. Me removí un poco por sus caricias, incluso riéndome por el pequeño roce en mi pulgar y me quedé de piernas abiertas por mucho que me costase, aguantándome las ganas de meterme un par de dedos mientras esperaba.
Repentinamente, una suave oscuridad adicional cubrió mis ojos, además de cierta humanidad junto con cierto duro “detalle” que se posó entre mis senos y se empezó a rozar. Sonreí picarona dejando que amarrara y suponiendo un tanto lo que quería hacerme y esos pensamientos se convirtieron en una obsesión nerviosa ante su silencio, multiplicándose mis ideas y mi excitación. Y cuando empecé a sentir su lengua en mi entrepierna gemí como gata en celo, moviendo la cadera en complemento para sentir más placer aún. Pasaron los minutos y yo ya me revolcaba bajo él, diciendo su nombre en repetidas ocasiones y moviendo mis brazos inútilmente, porque lo único que quería era enterrarle la cabeza en mi coño y que no volviera a salir de allí.
- Ah…Aemon…sé mi demonio…llévame al infierno y no me saques de allí…- gemí enloquecida, perdiendo la cabeza tras unos minutos que me parecieron eternos. Me arqueé completa con un grito y me dejé caer en la cama de nuevo, respirando muy agitada. Me sentía en paz como en el cielo, pero tan caliente como en el infierno.
Yo le dejaba hacer a Aemon con toda calma lo que desease en mi cuerpo (¿Y quién no? Que te mimen así es lo mejor que podría sucederle a una mujer, además de casarse con un viejo millonario), y cuando al parecer una idea surcó su mente no pude hacer más que asentir a la par que mis párpados se cerraban cual compuerta medieval, pensando ansiosamente en lo que se le había ocurrido – nada “bueno”, supuse-. Me removí un poco por sus caricias, incluso riéndome por el pequeño roce en mi pulgar y me quedé de piernas abiertas por mucho que me costase, aguantándome las ganas de meterme un par de dedos mientras esperaba.
Repentinamente, una suave oscuridad adicional cubrió mis ojos, además de cierta humanidad junto con cierto duro “detalle” que se posó entre mis senos y se empezó a rozar. Sonreí picarona dejando que amarrara y suponiendo un tanto lo que quería hacerme y esos pensamientos se convirtieron en una obsesión nerviosa ante su silencio, multiplicándose mis ideas y mi excitación. Y cuando empecé a sentir su lengua en mi entrepierna gemí como gata en celo, moviendo la cadera en complemento para sentir más placer aún. Pasaron los minutos y yo ya me revolcaba bajo él, diciendo su nombre en repetidas ocasiones y moviendo mis brazos inútilmente, porque lo único que quería era enterrarle la cabeza en mi coño y que no volviera a salir de allí.
- Ah…Aemon…sé mi demonio…llévame al infierno y no me saques de allí…- gemí enloquecida, perdiendo la cabeza tras unos minutos que me parecieron eternos. Me arqueé completa con un grito y me dejé caer en la cama de nuevo, respirando muy agitada. Me sentía en paz como en el cielo, pero tan caliente como en el infierno.
Reika Roux- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Me quitas el frío? [Privado Aemon, + 18]
Entre sus piernas me sentía como un niño con una piruleta. Estaba relajado, cómodo y en paz. No tenía que preocuparme más que de lamer y chupar para saborearla y no puedo negar que estaba deliciosa. Había pasado sus piernas sobre mis hombros para estar más cómodo, apoyando mis manos, tras rodear sus muslos con los brazos, sobre sus pechos, acariciandolos. Podía apreciar su dureza, su tamaño y su vitalidad. Acariciarlos era como una terapia relajante y apretarlos me daba una paz casi indescriptible, aunque cierta parte de mi anatomía más que relajarse se despertase cada vez más. No dudaba en atrapar sus pezones entre mis dedos o atraparlos entre las yemas y frotarlos, no me privaba de nada.
Podía notar como mis manos subían y bajaban, aferradas a aquellos montecitos, al ritmo de la respiración de Reika. A veces, cuando quería calmarme, pues creía que me correría solo con olerla, sentirla y escucharla, bajaba las manos a su vientre para acariciarlo, tan liso y fuerte. Otras las llevaba a sus muslos, acariciándolos al notar como me apretaba entre sus piernas. Me hacía gracia notar como se revolvía y gemía, incapaz de apartarse pero demostrándome que aquello era lo último que quería.
Yo no tenía problema ahí abajo. Por raro que pareciese no me importaba tener la boca húmeda de ella. Estaba abocado al paraiso y no iba a dejar rincón sin degustar. Cualquiera que entrase por la puerta juraría a las autoridades que me la estaba comiendo por la entrepierna entre gritos de dolor de ella, atada e indefensa... la pobre. Mi lengua recorría sus labios menores hasta su clítoris, golpeándolo y saboreándolo cual caramelo y, de vez en cuando al principio y con más asiduidad al final, introduciendose en su sexo, rebañando sus paredes, buscando esas contracciones que denotaban el placer de la morena y saboreando cada gota que de allí escurría. Ahora me arrepentía de haberle atado las manos, me habría encantado sentir sus manos tirándome del pelo, obligándome a quedarme allí, haciéndome feliz con esa obligación. Hacerme sentir lo que ella sentía con fuertes tirones, que aunque dolorosos eran muestra de su gozo.
Se podría decir que iba improvisando sobre la marcha y realmente era así, con una sola diferencia. Mientras me comía a Reika ya estaba pensando otra forma de hacerla gemir, de hacerla olvidar todo lo demás e incluso de desear quedarse entre esas cuatro paredes hasta que la vejez o el agotamiento pudiesen con nosotros. Eso me pasaba muy pocas veces y muchas menos tras tan poco tiempo transcurrido desde conocer a la otra persona. De cualquier manera esto seguía siendo el principio. No sabía cuantas veces habría acabado ella y me daba igual si yo solo había acabado una, solo quería seguir allí, como una ratita que prefiere una descarga placentera a un bocado que la mantenga viva. Ella era mi descarga y a lo demás... lo podían dar bien por saco.
Cuando la noté tensarse de esa manera no me detuve sino que seguí lamiendo, eso sí, más lentamente, para alargarle el orgasmo un poco más y acabando con un bocadito en su clítoris tan hinchado y sensible. Sonreí mirándola desde allí abajo, viendo subir y bajar sus pechos, sin poder evitar que mis manos los hubiesen estrujado cuando ella alcanzaba el clímax y ahora siguiesen allí, embrujados, acariciando. Pasé los brazos de nuevo por debajo de sus piernas para salir de allí y despacio subí con besos por su cuerpo. Sexo, bajo vientre, ombligo, abdominales, esternón, pechos, clavícula, cuello bajo, mandíbula, boca...
Allí me entretuve, puesto sobre ella, notando su cuerpo bajo el mío alterado y buscando aire, dándoselo pues la besaba con besos cortos y alguno más largo, en desatarle las muñecas del cabecero de la cama. Dejé las telas a un lado y bajé mis manos hasta la cintura de ella, sobre la que descansaba la mía. Metí una de mis manos entre ambas, buscando su encharcado coño para acariciarlo, separando sus labios mayores con dos dedos -índice y meñique- y acariciar entre ellos con otro dos -anular y corazón- dejando el pulgar para su clítoris. No dudé en introducir los dedos que acariciaban su sexo en el mismo cada vez que llegaba a ese agujerito que ya me había hecho correrme una vez y en sacarlos para acariciala de nuevo. Finalmente, volviendo a llevar esa mano a la cintura de Reika y sin quitarle la tela de los ojos, giré llevándola conmigo y acostándola sobre mí, quedando ahora yo abajo y ella encima. Mis manos ahora se entretenían en apretar sus nalgas, tan fantásticas como sus senos mientras la besaba. Era su turno y le estaba pidiendo que disfrutase de mi cuerpo con los ojos cerrados, la guiaría si lo necesitaba pero quería ver su cara cuando reconociese mi cuerpo a tientas, algo que distorsionaba ciertamente la realidad y los sentidos.
No hacía falta hablar e incluso era mejor reservar energías... Era tanto lo que iba a darle y lo que quería de ella que un suspiro de más me parecía un despilfarro imperdonable.
Podía notar como mis manos subían y bajaban, aferradas a aquellos montecitos, al ritmo de la respiración de Reika. A veces, cuando quería calmarme, pues creía que me correría solo con olerla, sentirla y escucharla, bajaba las manos a su vientre para acariciarlo, tan liso y fuerte. Otras las llevaba a sus muslos, acariciándolos al notar como me apretaba entre sus piernas. Me hacía gracia notar como se revolvía y gemía, incapaz de apartarse pero demostrándome que aquello era lo último que quería.
Yo no tenía problema ahí abajo. Por raro que pareciese no me importaba tener la boca húmeda de ella. Estaba abocado al paraiso y no iba a dejar rincón sin degustar. Cualquiera que entrase por la puerta juraría a las autoridades que me la estaba comiendo por la entrepierna entre gritos de dolor de ella, atada e indefensa... la pobre. Mi lengua recorría sus labios menores hasta su clítoris, golpeándolo y saboreándolo cual caramelo y, de vez en cuando al principio y con más asiduidad al final, introduciendose en su sexo, rebañando sus paredes, buscando esas contracciones que denotaban el placer de la morena y saboreando cada gota que de allí escurría. Ahora me arrepentía de haberle atado las manos, me habría encantado sentir sus manos tirándome del pelo, obligándome a quedarme allí, haciéndome feliz con esa obligación. Hacerme sentir lo que ella sentía con fuertes tirones, que aunque dolorosos eran muestra de su gozo.
Se podría decir que iba improvisando sobre la marcha y realmente era así, con una sola diferencia. Mientras me comía a Reika ya estaba pensando otra forma de hacerla gemir, de hacerla olvidar todo lo demás e incluso de desear quedarse entre esas cuatro paredes hasta que la vejez o el agotamiento pudiesen con nosotros. Eso me pasaba muy pocas veces y muchas menos tras tan poco tiempo transcurrido desde conocer a la otra persona. De cualquier manera esto seguía siendo el principio. No sabía cuantas veces habría acabado ella y me daba igual si yo solo había acabado una, solo quería seguir allí, como una ratita que prefiere una descarga placentera a un bocado que la mantenga viva. Ella era mi descarga y a lo demás... lo podían dar bien por saco.
Cuando la noté tensarse de esa manera no me detuve sino que seguí lamiendo, eso sí, más lentamente, para alargarle el orgasmo un poco más y acabando con un bocadito en su clítoris tan hinchado y sensible. Sonreí mirándola desde allí abajo, viendo subir y bajar sus pechos, sin poder evitar que mis manos los hubiesen estrujado cuando ella alcanzaba el clímax y ahora siguiesen allí, embrujados, acariciando. Pasé los brazos de nuevo por debajo de sus piernas para salir de allí y despacio subí con besos por su cuerpo. Sexo, bajo vientre, ombligo, abdominales, esternón, pechos, clavícula, cuello bajo, mandíbula, boca...
Allí me entretuve, puesto sobre ella, notando su cuerpo bajo el mío alterado y buscando aire, dándoselo pues la besaba con besos cortos y alguno más largo, en desatarle las muñecas del cabecero de la cama. Dejé las telas a un lado y bajé mis manos hasta la cintura de ella, sobre la que descansaba la mía. Metí una de mis manos entre ambas, buscando su encharcado coño para acariciarlo, separando sus labios mayores con dos dedos -índice y meñique- y acariciar entre ellos con otro dos -anular y corazón- dejando el pulgar para su clítoris. No dudé en introducir los dedos que acariciaban su sexo en el mismo cada vez que llegaba a ese agujerito que ya me había hecho correrme una vez y en sacarlos para acariciala de nuevo. Finalmente, volviendo a llevar esa mano a la cintura de Reika y sin quitarle la tela de los ojos, giré llevándola conmigo y acostándola sobre mí, quedando ahora yo abajo y ella encima. Mis manos ahora se entretenían en apretar sus nalgas, tan fantásticas como sus senos mientras la besaba. Era su turno y le estaba pidiendo que disfrutase de mi cuerpo con los ojos cerrados, la guiaría si lo necesitaba pero quería ver su cara cuando reconociese mi cuerpo a tientas, algo que distorsionaba ciertamente la realidad y los sentidos.
No hacía falta hablar e incluso era mejor reservar energías... Era tanto lo que iba a darle y lo que quería de ella que un suspiro de más me parecía un despilfarro imperdonable.
Aemon- Prostituto Clase Baja
- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 17/03/2012
Re: ¿Me quitas el frío? [Privado Aemon, + 18]
¡Ese infeliz de Aemon! Había vuelto a mermar temporalmente mis fuerzas, aunque ahora de manera más prolongada por el desgaste y el esfuerzo que llevaba acumulado en el cuerpo y me tenía nuevamente entregada – más aún – a sus pies. Y el roce de sus manos en mis senos sólo me relajaba más, al punto de suspirar largamente por el cansancio momentáneo hasta que los labios de él bañado s de mí se encontraron en un intercambio que pareció el de una auténtica pareja por la suavidad de los roces. Sonreí sobre sus labios robándole un beso de agradecimiento implícito al sentir sus manos libres, aunque tanta ternura se volvió un regaño cariñoso con esos dedos traviesos que insatisfechos me hicieron gemir un poco más – Travieso… - susurré bajito mientras me dejaba mover, percibiéndome encima de él por lo que me informaban mis sentidos más atentos a la causa de la privación temporal de la vista.
- Eres todo un pillo – le dije con una sonrisa traviesa atravesando mi rostro, suponiendo que tenía su rostro en frente – Yo debería vendarte para esto…pero será divertido de todas formas – Reí e intentando evocar mi memoria visual besé con la boca bastante abierta su mejilla creyendo que era su cuello, y no pude evitar morder ésta junto con una risotada – Espero que no te deje una marca tan notoria – Ronroneé en su mentón (o lo que se suponía que era) y comencé a bajar guiándome sólo por el tacto de mi nariz aún teniendo mis manos disponibles. Así sería más divertido.
Bajé por su cuello – no sin antes dejarlo bien mordido -, clavícula y pecho, hallando sus tetillas con la lengua y devorándomelos con la boca hasta que el movimiento agitado de su abdomen me hizo ver que mi misión estaba más abajo. Guiándome por su musculatura seguí bajando entre besos y lamidas, hasta que “algo” chocó con mi garganta por fuera. Mi picardía no se hizo esperar y mordisqueé suavemente el tronco de ese “algo”, acomodándome con manos y torso para poder tener todo aquello a disposición de mi boca. Con una sonrisa perversa inicié una serie de lamidas por el alrededor, subiendo con seguridad hasta encontrar la punta de lo que sabía estaba estimulando. Unas cuantas lamidas rápidas sumadas al movimiento de mi derecha en la base y sin decir nada más me lo llevé a la boca, chupándolo golosamente como tomando un helado en pleno desierto. Le tocaba a él “sufrir” un poco de mi habilidad para hacer sentir placer.
- Eres todo un pillo – le dije con una sonrisa traviesa atravesando mi rostro, suponiendo que tenía su rostro en frente – Yo debería vendarte para esto…pero será divertido de todas formas – Reí e intentando evocar mi memoria visual besé con la boca bastante abierta su mejilla creyendo que era su cuello, y no pude evitar morder ésta junto con una risotada – Espero que no te deje una marca tan notoria – Ronroneé en su mentón (o lo que se suponía que era) y comencé a bajar guiándome sólo por el tacto de mi nariz aún teniendo mis manos disponibles. Así sería más divertido.
Bajé por su cuello – no sin antes dejarlo bien mordido -, clavícula y pecho, hallando sus tetillas con la lengua y devorándomelos con la boca hasta que el movimiento agitado de su abdomen me hizo ver que mi misión estaba más abajo. Guiándome por su musculatura seguí bajando entre besos y lamidas, hasta que “algo” chocó con mi garganta por fuera. Mi picardía no se hizo esperar y mordisqueé suavemente el tronco de ese “algo”, acomodándome con manos y torso para poder tener todo aquello a disposición de mi boca. Con una sonrisa perversa inicié una serie de lamidas por el alrededor, subiendo con seguridad hasta encontrar la punta de lo que sabía estaba estimulando. Unas cuantas lamidas rápidas sumadas al movimiento de mi derecha en la base y sin decir nada más me lo llevé a la boca, chupándolo golosamente como tomando un helado en pleno desierto. Le tocaba a él “sufrir” un poco de mi habilidad para hacer sentir placer.
Reika Roux- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Me quitas el frío? [Privado Aemon, + 18]
Cada vez me creía menos que aquello fuese realmente la realidad. Cuando la miré a los ojos, vendados por aquella fina tela, estaba completamente convencido de que estaba soñando. ¿Cómo sino iba a tener a una Diosa como aquella tan entregada? ¿Cómo sino iba a haber conseguido probar el sabor de su placer tantas veces en tan "poco" tiempo? ¿Cómo sino era posible estar con alguien que daba incluso más de lo que podía pensar, y eso que en estos aspectos mi mente daba para mucho... y más? Estaba completamente convencido, como digo, de que era un sueño.
No pude evitar reirme cuando ella mordió mi mejilla y luego mi cuello, quedando clara su equivocación con una leve risilla que solo hizo que me sintiese más libre allí dentro. Cerré los ojos pero no pude mantenerlos así por mucho tiempo puesto que no quería perderme como una Diosa se ponía a mis pies (debería decir entre mis piernas pero bastante tenía con creerme que aquella noche no desaparecía con un despertar que odiaría siempre). La observé bajar lentamente, jugando con mi cuerpo, haciéndome estremecerme, y aunque mi pene estaba relajado y comenzando a llenarse de nuevo para estar listo para ella consiguió que el proceso se acelerase.
Quería tocarla, acariciarla, pero ahora me tocaba a mi ser su "muñeco" así que me dejaría llevar por el placer. Cuando llegó al abdomen ya respiraba algo agitado, disfrutaba haciendo sufrir así a mis compañías pero odiaba que me lo hiciesen a mí. Es insoportable desear una cosa y saber que va a llegar pero ver que, por el contrario, nunca llega. Aun así, finalmente llegó, y de que manera. Sentir aquellos besos y mordidas, sobretodo las de los pezones, no tenían comparación con lo que su lengua hizo en mi enhiesto miembro. Podía notar mis propias pulsaciones por la presión de su mano en la base y como toda mi sangre se iba a lo que su lengua acariciaba porque perdía paulatinamente pero sin pausa mis sentidos. Solo pude emitir un gemido ahogado para después respirar entrecortada y profundamente cuando vi desaparecer aquél trozo de carne entre sus labios. Aquello si que era el paraiso y todavía no sabría decidirme si lo decía por sus labios o por toda ella pues cada vez que me hacía algo... el paraíso estaba allí.
No se el tiempo que pasaría desde que empezó aquello pero se que mis manos estaban blancas de agarrar las sábanas cuando una idea cruzó mi mente. Era algo que ella había dicho y que yo quería probar. Sin molestarla, al menos intentándolo, me incliné lo justo para empezar a deshacerle el nudo del pañuelo. Era algo bastante dificil puesto que a cada lamida se me encogía el cuerpo entero.- "Estate quieta pero no pares." -Le dije a modo de broma, poniendo el broche con una jadeo y mordiéndome una mano para controlar mi cuerpo. Despacio destapé los ojos de Reika.- "Miramé." -Le pedí. Quería verle los ojos mientras me la chupaba, quería ver si de verdad lo disfrutaba, aunque ya me lo había demostrado más de una vez. Tras aquello, tras quedarme embobado en su mirada y en como mi cuerpo perdía fuerza entre sus labios, me puse el pañuelo en los ojos y me dejé caer despacio de nuevo en la cama. Piernas abiertas, brazos en cruz, ocupando casi toda la cama, respirando agitado hasta que finalmente se me tensaron las facciones y mi cintura subió ligeramente antes de bajar por falta de fuerza. Esa fuerza escapó en forma de semen, de climax, de placer que ella había conseguido dejándome agotado, ciego -por el pañuelo- y tratando de recuperar un aliento que no sabía si recuperaría alguna vez.
No pude evitar reirme cuando ella mordió mi mejilla y luego mi cuello, quedando clara su equivocación con una leve risilla que solo hizo que me sintiese más libre allí dentro. Cerré los ojos pero no pude mantenerlos así por mucho tiempo puesto que no quería perderme como una Diosa se ponía a mis pies (debería decir entre mis piernas pero bastante tenía con creerme que aquella noche no desaparecía con un despertar que odiaría siempre). La observé bajar lentamente, jugando con mi cuerpo, haciéndome estremecerme, y aunque mi pene estaba relajado y comenzando a llenarse de nuevo para estar listo para ella consiguió que el proceso se acelerase.
Quería tocarla, acariciarla, pero ahora me tocaba a mi ser su "muñeco" así que me dejaría llevar por el placer. Cuando llegó al abdomen ya respiraba algo agitado, disfrutaba haciendo sufrir así a mis compañías pero odiaba que me lo hiciesen a mí. Es insoportable desear una cosa y saber que va a llegar pero ver que, por el contrario, nunca llega. Aun así, finalmente llegó, y de que manera. Sentir aquellos besos y mordidas, sobretodo las de los pezones, no tenían comparación con lo que su lengua hizo en mi enhiesto miembro. Podía notar mis propias pulsaciones por la presión de su mano en la base y como toda mi sangre se iba a lo que su lengua acariciaba porque perdía paulatinamente pero sin pausa mis sentidos. Solo pude emitir un gemido ahogado para después respirar entrecortada y profundamente cuando vi desaparecer aquél trozo de carne entre sus labios. Aquello si que era el paraiso y todavía no sabría decidirme si lo decía por sus labios o por toda ella pues cada vez que me hacía algo... el paraíso estaba allí.
No se el tiempo que pasaría desde que empezó aquello pero se que mis manos estaban blancas de agarrar las sábanas cuando una idea cruzó mi mente. Era algo que ella había dicho y que yo quería probar. Sin molestarla, al menos intentándolo, me incliné lo justo para empezar a deshacerle el nudo del pañuelo. Era algo bastante dificil puesto que a cada lamida se me encogía el cuerpo entero.- "Estate quieta pero no pares." -Le dije a modo de broma, poniendo el broche con una jadeo y mordiéndome una mano para controlar mi cuerpo. Despacio destapé los ojos de Reika.- "Miramé." -Le pedí. Quería verle los ojos mientras me la chupaba, quería ver si de verdad lo disfrutaba, aunque ya me lo había demostrado más de una vez. Tras aquello, tras quedarme embobado en su mirada y en como mi cuerpo perdía fuerza entre sus labios, me puse el pañuelo en los ojos y me dejé caer despacio de nuevo en la cama. Piernas abiertas, brazos en cruz, ocupando casi toda la cama, respirando agitado hasta que finalmente se me tensaron las facciones y mi cintura subió ligeramente antes de bajar por falta de fuerza. Esa fuerza escapó en forma de semen, de climax, de placer que ella había conseguido dejándome agotado, ciego -por el pañuelo- y tratando de recuperar un aliento que no sabía si recuperaría alguna vez.
Aemon- Prostituto Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/03/2012
Re: ¿Me quitas el frío? [Privado Aemon, + 18]
Con la calma que se establecía progresivamente en la habitación, pude darme cuenta que había empezado un espectáculo musical en el salón principal por el volumen de los instrumentos y de la euforia que algunos manifestaban con gritos seguramente dirigidos a mis compañeras. Recordé fugazmente el verlas ensayando, y quizás, si yo estuviera allí, también estaría gritando, o quizás silbando. Unas cuantas copas de más harían aquel efecto en mí, sin embargo.
De todas formas, mi presente y mi atención principal estaban en aquel pedazo de músculo duro y palpitante que me estaba sirviendo desde hace largo rato –aunque no recuerde exactamente cuánto -, y que me llenaba hasta la garganta cada vez que decidía torturar a su dueño mientras acariciaba, apretaba e incluso tiraba de sus testículos para arrancarle más de esos estremecimientos que me encantaban. Eso sin contar los gemidos que se repetían incontables veces y que causaban efecto en mi entrepierna que pronto fue satisfecha con mi mano izquierda.
Repentinamente, sentí que el peso de la cama se aligeró por unos momentos, y así fue con mi vista también, ya que el pañuelo desapareció y pude volver a ver –por fin- lo que tenía en frente, cuya punta lamía con ahínco. Sonreí con toda la amplitud pervertida que me permitió mi rostro y con esa sonrisa le miré con atención tal y como quiso a la vez que me metía el miembro a la boca y succionaba la punta con insistencia sólo para incrementar el placer ajeno hasta el punto de hacerlo entregarse por completo a mí. Amaba esa sensación triunfante, y de haber tenido más fuerzas me hubiera vuelto a sentar encima de él para hacerme notar como la leona que era en la cama…pero apenas y me alcanzaba para meter y sacar mis dedos de mi interior y gemir con los labios pegados a la carne que parecía cada vez más tensa a pesar del paso de los minutos.
Reí sutilmente al verle tan vulnerable y continué mi placentera tarea hasta que el delicioso líquido blanco visitó mi boca contenida por los gemidos causados por mi autoplacer, corriéndome fuerte, tanto que parecía que me iba a derrumbar en cualquier momento. Entre jadeos me arrodillé lo suficiente para que un poco de su semen cayera entre mis pechos y luego me moví con esfuerzo hasta caer encima de él, quitándole más aire por unos segundos. Lo realizado durante la noche por fin hacía efecto en nuestros cuerpos, pudiendo predecir que serían largas horas de descanso las que nos esperaban. Pero antes de eso, me acerqué a sus labios, y le besé con una lenta sensualidad que de haber sido hace unas horas, hubiera sido suficiente para empalmar cualquier polla. Pero ahora no quería eso, aunque fuera extraño viniendo de mí; sólo quería…respirar un poco entre sus brazos.
De todas formas, mi presente y mi atención principal estaban en aquel pedazo de músculo duro y palpitante que me estaba sirviendo desde hace largo rato –aunque no recuerde exactamente cuánto -, y que me llenaba hasta la garganta cada vez que decidía torturar a su dueño mientras acariciaba, apretaba e incluso tiraba de sus testículos para arrancarle más de esos estremecimientos que me encantaban. Eso sin contar los gemidos que se repetían incontables veces y que causaban efecto en mi entrepierna que pronto fue satisfecha con mi mano izquierda.
Repentinamente, sentí que el peso de la cama se aligeró por unos momentos, y así fue con mi vista también, ya que el pañuelo desapareció y pude volver a ver –por fin- lo que tenía en frente, cuya punta lamía con ahínco. Sonreí con toda la amplitud pervertida que me permitió mi rostro y con esa sonrisa le miré con atención tal y como quiso a la vez que me metía el miembro a la boca y succionaba la punta con insistencia sólo para incrementar el placer ajeno hasta el punto de hacerlo entregarse por completo a mí. Amaba esa sensación triunfante, y de haber tenido más fuerzas me hubiera vuelto a sentar encima de él para hacerme notar como la leona que era en la cama…pero apenas y me alcanzaba para meter y sacar mis dedos de mi interior y gemir con los labios pegados a la carne que parecía cada vez más tensa a pesar del paso de los minutos.
Reí sutilmente al verle tan vulnerable y continué mi placentera tarea hasta que el delicioso líquido blanco visitó mi boca contenida por los gemidos causados por mi autoplacer, corriéndome fuerte, tanto que parecía que me iba a derrumbar en cualquier momento. Entre jadeos me arrodillé lo suficiente para que un poco de su semen cayera entre mis pechos y luego me moví con esfuerzo hasta caer encima de él, quitándole más aire por unos segundos. Lo realizado durante la noche por fin hacía efecto en nuestros cuerpos, pudiendo predecir que serían largas horas de descanso las que nos esperaban. Pero antes de eso, me acerqué a sus labios, y le besé con una lenta sensualidad que de haber sido hace unas horas, hubiera sido suficiente para empalmar cualquier polla. Pero ahora no quería eso, aunque fuera extraño viniendo de mí; sólo quería…respirar un poco entre sus brazos.
Reika Roux- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/10/2011
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Re: ¿Me quitas el frío? [Privado Aemon, + 18]
Hasta que no me derrumbé en la comodidad de aquella desecha cama no volví al mundo de los vivos, no había estado en el de los muertos, sino en un mundo hecho especialmente para Reika y para mí. En ese momento reconocí que eran esas pequeñas vibraciones que me hacían estremecer. Eran sus gemidos, se estaba tocando mientras engullía mi miembro. Me habría gustado ser yo quien lo hiciese pero me era imposible pensar ya. De fondo se escuchaban risas, cánticos y frases a medias dirigidas a nuestras compañeras en su mayoría. No me gustaba estar en aquellas fiestas y solía quedarme en la barra cuando coincidía en ellas o como mucho animaba a alguna conocida. De todos modos, poco a poco llenaban mis oidos aquellos cánticos alegres que quise pensar que eran dedicados a nosotros, habría estado bien, incluso estoy seguro de que si nos hubiesen visto ahora mismo gritarían todavía más.
Entonces la noté sobre mí, con algo viscoso sobre sus pechos que resbaló hasta mi torso, supuse que sería mi "regalo" a sus atenciones, al igual que supuse que la humedad que embadurnó una de mis piernas era su "regalo" a toda esta noche. Apoyé una mano en su espalda mientras se colocaba mejor y una vez los hizo dejé la otra sobre su cintura en un abrazo cariñoso. Estaba sudada, como yo, pero me parecía la cosa más perfecta en ese mismo momento. Había olvidado mi pene por completo, que en otra ocasión no estaría flacido si tuviese las caricias de la pierna de Reika sobre él.
Cuando la vi acercar sus labios a los míos no dudé en recibirlos y responder su beso de la misma forma. Me calentó por dentro, pero estaba demasiado agotado como para reaccionar más allá de aquello. Juguetee con su lengua sin prisas y terminé por tirar ligeramente de su labio inferior. Mi mano, la de la baja espalda, había subido hasta casi sus hombros y la de la cintura un poquito más, entre la cintura y sus pechos, la tenía prácticamente abrazada y acomodada. La miré a los ojos sonriendo como un quinceañero en su primera vez.- "Más te vale no olvidar esta noche, Reika." -Y la besé de nuevo, sin prisas, con algo más de aliento y haciendo desaparecer la mano de su espalda en su pelo mientras acariciaba su cuerpo con la otra. No necesitaba abrir los ojos para recordarla ni hacía falta. Pronto caeríamos dormidos por el agotamiento pero había merecido la pena. Fue una de esas noches que no quieres que se acaben y a su vez quieres repetir una y otra y otra y otra vez.
Entonces la noté sobre mí, con algo viscoso sobre sus pechos que resbaló hasta mi torso, supuse que sería mi "regalo" a sus atenciones, al igual que supuse que la humedad que embadurnó una de mis piernas era su "regalo" a toda esta noche. Apoyé una mano en su espalda mientras se colocaba mejor y una vez los hizo dejé la otra sobre su cintura en un abrazo cariñoso. Estaba sudada, como yo, pero me parecía la cosa más perfecta en ese mismo momento. Había olvidado mi pene por completo, que en otra ocasión no estaría flacido si tuviese las caricias de la pierna de Reika sobre él.
Cuando la vi acercar sus labios a los míos no dudé en recibirlos y responder su beso de la misma forma. Me calentó por dentro, pero estaba demasiado agotado como para reaccionar más allá de aquello. Juguetee con su lengua sin prisas y terminé por tirar ligeramente de su labio inferior. Mi mano, la de la baja espalda, había subido hasta casi sus hombros y la de la cintura un poquito más, entre la cintura y sus pechos, la tenía prácticamente abrazada y acomodada. La miré a los ojos sonriendo como un quinceañero en su primera vez.- "Más te vale no olvidar esta noche, Reika." -Y la besé de nuevo, sin prisas, con algo más de aliento y haciendo desaparecer la mano de su espalda en su pelo mientras acariciaba su cuerpo con la otra. No necesitaba abrir los ojos para recordarla ni hacía falta. Pronto caeríamos dormidos por el agotamiento pero había merecido la pena. Fue una de esas noches que no quieres que se acaben y a su vez quieres repetir una y otra y otra y otra vez.
Aemon- Prostituto Clase Baja
- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 17/03/2012
Re: ¿Me quitas el frío? [Privado Aemon, + 18]
Mis labios y mi lengua actuaron por inercia, casi por instinto cuando sentí los suyos presionando y pidiendo un poco de permiso para una de las últimas exploraciones, sino la última, de aquella noche que se aprestaba a terminar con un giro tremendo a como había empezado el día. Sus dedos parecían estarme inyectando una poderosa anestesia que hacía efecto de inmediato y me hacía perder mi capacidad de mantenerme despierta por más tiempo del que hubiera querido, aunque con el grado de agotamiento que mi cuerpo tenía, lo mejor era que mis ojos se cerraran de forma involuntaria.
Estaba totalmente acurrucada contra su cuerpo, cercada por sus brazos y amansada por sus manos, domada por sus palabras que realzaban su propio contenido en mi cabeza. ¿Cómo olvidar lo que habíamos hecho, aún con la cantidad de alcohol que habíamos bebido? Me iba a acordar de una u otra forma: ya fuera por la resaca por los tragos o por el placentero dolor que percibiría apenas despertase e intentara levantarme de la cama. Y precisamente esas dos posibilidades harían que lo recordara una y otra vez como de esos recuerdos “imborrables”, aunque nunca estaría de más volver a construir aquellos recuerdos. Esperaba que fuera así en el futuro.
Tras largos minutos de contacto que parecía más el de una pareja consagrada que el de dos cortesanos, me separé mordiéndole el labio inferior y acomodé la cabeza en el hueco entre su hombro y su cuello, para tener la posibilidad de sentir la misma almohada que él, aún con el colchón perfecto que era su cuerpo. Suspiré con una sonrisa de quien ha sido ampliamente complacida, y chasqueé los labios tras relamérmelos, ya que no quería dormirme con la sensación de que mi boca se quedaba seca…aunque Aemon seguro se encargaría de humedecérmelos si eso pasaba. – Creo…que me será muy difícil olvidarla. Gracias por quitarme el frío. – Le besé la mejilla alzando un poco el cuello, y luego de eso no recordé nada más hasta casi doce horas después.
La había pasado de maravilla, y sin recibir regaño de mis jefes. El no tener clientes a veces no era tan malo después de todo.
Estaba totalmente acurrucada contra su cuerpo, cercada por sus brazos y amansada por sus manos, domada por sus palabras que realzaban su propio contenido en mi cabeza. ¿Cómo olvidar lo que habíamos hecho, aún con la cantidad de alcohol que habíamos bebido? Me iba a acordar de una u otra forma: ya fuera por la resaca por los tragos o por el placentero dolor que percibiría apenas despertase e intentara levantarme de la cama. Y precisamente esas dos posibilidades harían que lo recordara una y otra vez como de esos recuerdos “imborrables”, aunque nunca estaría de más volver a construir aquellos recuerdos. Esperaba que fuera así en el futuro.
Tras largos minutos de contacto que parecía más el de una pareja consagrada que el de dos cortesanos, me separé mordiéndole el labio inferior y acomodé la cabeza en el hueco entre su hombro y su cuello, para tener la posibilidad de sentir la misma almohada que él, aún con el colchón perfecto que era su cuerpo. Suspiré con una sonrisa de quien ha sido ampliamente complacida, y chasqueé los labios tras relamérmelos, ya que no quería dormirme con la sensación de que mi boca se quedaba seca…aunque Aemon seguro se encargaría de humedecérmelos si eso pasaba. – Creo…que me será muy difícil olvidarla. Gracias por quitarme el frío. – Le besé la mejilla alzando un poco el cuello, y luego de eso no recordé nada más hasta casi doce horas después.
La había pasado de maravilla, y sin recibir regaño de mis jefes. El no tener clientes a veces no era tan malo después de todo.
Reika Roux- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/10/2011
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