AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una luz en la oscuridad. Episodio III [Privado]
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Una luz en la oscuridad. Episodio III [Privado]
...El destino...Siempre vil y cruel destino, nos depara cosas que jamas imaginamos. Y así como esta noche había comenzado con sangre, ahora continuaba con la charla de dos desconocidos que de una forma u otra intentaban entenderse, mientras a su alrededor, les rodeaba el mas profundo caos de una casa en completo desorden...
Escuche en silencio a aquella joven, mirándole con atención y fijándome en sus gestos y en su expresión corporal.
Además de cansada y asustada -aun- . Si…Parecía algo triste, aunque su sonrisa fuese realmente buena.
Seguramente su vida habría sido realmente dura, puesto que en mi estancia en Japón había tenido la oportunidad de conocer una de las casas de geishas al verme involucrado en una de mis primeras misiones y podía afirmar con certeza que aquella vida, no era en absoluto fácil.
Así que eso implicaba que tenía delante de mí a una persona que se tendría que ser, paciente, disciplinada, trabajadora e impecable en cuanto al protocolo que ellas seguían con sus superiores…
Asentí en silencio ante su gesto.
Ya que va a trabajar para mí…Quizás deberíamos empezar otra vez…Ya sabe, desde el principio. Comente de forma amistosa ante su mirada interrogante.
Sentado en el suelo con las piernas cruzadas como me hallaba, incline mi cabeza hacia ella en señal de respeto, puesto que aunque ella fuese a ser mi sierva, le pensaba tratar como a una igual.
Es un placer señorita Aya Yuuki Kuran…Mi nombre es Diétrich Der Kláuseen. Explique con una sonrisa mientras volvia a elevar el rostro hacia ella. He llegado hace un mes desde Italia, pues he estado residiendo allí los tres últimos años…Pero soy de Alemania. Me quede un tanto pensativo al pensar en ello...Bueno, la verdad es que eso no lo sé con certeza Comencé a explicarme incluso gesticulando con las manos al ver la mirada confusa de mi nueva sierva. Es que no…ahmm. No tengo familia. Veras, me dejaron en un templo budista cuando tenía casi un año. Y luego de eso me llevaron a Italia a los nueve, allí comenzaron a instruirme y estuve a punto de ordenarme como religioso…Pero supongo que ese no era mi camino a seguir. Puede que el destino tenga otros planes para mí. Reí un tanto nervioso. Puesto que contar mi vida siempre era un tanto…”violento” Por decirlo de algún modo. Y en fin, aquí estoy. El vaticano me ha enviado a Paris, y de momento no tengo fecha de retorno, lo cual me hace pensar que desearan que mi estancia aquí dure unos cuantos años…Pensaba ahorrarme momentáneamente las partes sanguinarias de mi vida para evitar asustar a aquella joven, ya que aun temía que saliera huyendo.
Mire un momento a mi alrededor y tome una bota de estilo militar que había cerca mío. La contemple arqueando una ceja.
Mein gott…Menudo desastre...ni siquiera se como ha llegado esto hasta aqui Subí la mirada a aquella joven que esperaba en silencio y parpadee.
Es que he estado fuera de casa gran parte de estos días y no he tenido mucho tiempo para nada...Tengo un trabajo "absorbente".... Indique dando un resoplido...Mas que absorbente era incluso desquiciante, pues no había parado ni un solo "bendito" dia.... Parecía que habia sobrepoblacion de entes sobrenaturales en París, y ahora entendía porque me habían destinado hasta aqui. Definitivamente no exageraban, en la ciudad pasaba algo.
Me centre nuevamente en mi acompañante y caí en que ella estaría quizás aburrida de charlar.¿Quieres que te enseñe el resto de la casa? Si vas a quedarte tendrás que verla, pues este será tu hogar tambiéncomente en tono amistoso mientras le hacia un gesto para que me acompañase.
Nos levantamos y comenzamos a caminar por el pasillo.
Esta casa antiguamente un templo budista, por eso es tan espaciosa,tiene tres plantas. En la primera hay dos habitaciones, además del salón uno de los baños, la cocina, la biblioteca, un despacho y el almacén.
En la segunda hay tres habitaciones y el segundo baño…Y en la tercera planta hay un espacio libre que de momento estoy usando para guardar cajas...
Comenzamos a subir las amplias escaleras de madera a oscuras, puesto que no habia puesto las luces, y vi entre las sombras que aun había dejado unas cajas a medias en los escalones, que no había alcanzado a subir a la tercera planta.
Oh, cuidado aquí, se me han quedado dos cajas comente tomándole del brazo para conducirla hacia un lado, subí unos escalones yo primero y alargue la mano para tomar la suya y tirar de ella escaleras arriba, aunque al subir, me di cuenta de que aquel gesto podría haberla ofendido.
…
Esta es la segunda planta! Comente precipitadamente mientras señalaba el amplio pasillo. Hay una habitación principal a este lado y al otro las otras dos que son casi del mismo tamaño, había pensado subir mi habitación actual hasta aquí ya que es más amplio.Entre la penumbra me acerque a una de las puertas del pasillo. Pues habían cinco puertas, tres eran de habitaciones, una era un baño…y esa quinta puerta? Me acerque hacia ella y gire el pomo, pero parecía atascado.
Serias tan amable de abrir una ventana, por favor? Quizás así nos entra un poco de luz y puedo ver qué pasa con …esta…dichosa...puerta!..Comente mientras miraba como ella se conducía hacia el enorme ventanal mientras yo forcejeaba con el pomo dándole cada vez mas tirones. Hasta que esta cedió y se abrió de golpe
Pero qué?...AAAAH!! Un montón de sabanas viejas además de unas cinco cajas cayeron sobre mí, volteando su contenido que no era otro que pintura -seguramente el se habría utilizado en la fachada de la casa- cayéndome encima y dejandome con algunas sabanas alojadas sobre mis hombros, cuales túnicas griegas improvisadas.
Parpadeando, por aquel armario que no conocía, note como una sonrisa comenzaba a aflorar sutil y nerviosamente, haciendome reír y terminar estallando en carcajadas. Había sido una noche larga, muuuuy larga. Había matado a un licántropo, había rescatado a una joven, después ella me había amenazado con una de mis katanas, luego yo le había vuelto a salvar…Y ahora, para rematar la noche, terminaba lleno de pintura y medio sepultado en sabanas. Definitivamente estaba siendo una noche entretenida…y delirante.
Escuche en silencio a aquella joven, mirándole con atención y fijándome en sus gestos y en su expresión corporal.
Además de cansada y asustada -aun- . Si…Parecía algo triste, aunque su sonrisa fuese realmente buena.
Seguramente su vida habría sido realmente dura, puesto que en mi estancia en Japón había tenido la oportunidad de conocer una de las casas de geishas al verme involucrado en una de mis primeras misiones y podía afirmar con certeza que aquella vida, no era en absoluto fácil.
Así que eso implicaba que tenía delante de mí a una persona que se tendría que ser, paciente, disciplinada, trabajadora e impecable en cuanto al protocolo que ellas seguían con sus superiores…
Asentí en silencio ante su gesto.
Ya que va a trabajar para mí…Quizás deberíamos empezar otra vez…Ya sabe, desde el principio. Comente de forma amistosa ante su mirada interrogante.
Sentado en el suelo con las piernas cruzadas como me hallaba, incline mi cabeza hacia ella en señal de respeto, puesto que aunque ella fuese a ser mi sierva, le pensaba tratar como a una igual.
Es un placer señorita Aya Yuuki Kuran…Mi nombre es Diétrich Der Kláuseen. Explique con una sonrisa mientras volvia a elevar el rostro hacia ella. He llegado hace un mes desde Italia, pues he estado residiendo allí los tres últimos años…Pero soy de Alemania. Me quede un tanto pensativo al pensar en ello...Bueno, la verdad es que eso no lo sé con certeza Comencé a explicarme incluso gesticulando con las manos al ver la mirada confusa de mi nueva sierva. Es que no…ahmm. No tengo familia. Veras, me dejaron en un templo budista cuando tenía casi un año. Y luego de eso me llevaron a Italia a los nueve, allí comenzaron a instruirme y estuve a punto de ordenarme como religioso…Pero supongo que ese no era mi camino a seguir. Puede que el destino tenga otros planes para mí. Reí un tanto nervioso. Puesto que contar mi vida siempre era un tanto…”violento” Por decirlo de algún modo. Y en fin, aquí estoy. El vaticano me ha enviado a Paris, y de momento no tengo fecha de retorno, lo cual me hace pensar que desearan que mi estancia aquí dure unos cuantos años…Pensaba ahorrarme momentáneamente las partes sanguinarias de mi vida para evitar asustar a aquella joven, ya que aun temía que saliera huyendo.
Mire un momento a mi alrededor y tome una bota de estilo militar que había cerca mío. La contemple arqueando una ceja.
Mein gott…Menudo desastre...ni siquiera se como ha llegado esto hasta aqui Subí la mirada a aquella joven que esperaba en silencio y parpadee.
Es que he estado fuera de casa gran parte de estos días y no he tenido mucho tiempo para nada...Tengo un trabajo "absorbente".... Indique dando un resoplido...Mas que absorbente era incluso desquiciante, pues no había parado ni un solo "bendito" dia.... Parecía que habia sobrepoblacion de entes sobrenaturales en París, y ahora entendía porque me habían destinado hasta aqui. Definitivamente no exageraban, en la ciudad pasaba algo.
Me centre nuevamente en mi acompañante y caí en que ella estaría quizás aburrida de charlar.¿Quieres que te enseñe el resto de la casa? Si vas a quedarte tendrás que verla, pues este será tu hogar tambiéncomente en tono amistoso mientras le hacia un gesto para que me acompañase.
Nos levantamos y comenzamos a caminar por el pasillo.
Esta casa antiguamente un templo budista, por eso es tan espaciosa,tiene tres plantas. En la primera hay dos habitaciones, además del salón uno de los baños, la cocina, la biblioteca, un despacho y el almacén.
En la segunda hay tres habitaciones y el segundo baño…Y en la tercera planta hay un espacio libre que de momento estoy usando para guardar cajas...
Comenzamos a subir las amplias escaleras de madera a oscuras, puesto que no habia puesto las luces, y vi entre las sombras que aun había dejado unas cajas a medias en los escalones, que no había alcanzado a subir a la tercera planta.
Oh, cuidado aquí, se me han quedado dos cajas comente tomándole del brazo para conducirla hacia un lado, subí unos escalones yo primero y alargue la mano para tomar la suya y tirar de ella escaleras arriba, aunque al subir, me di cuenta de que aquel gesto podría haberla ofendido.
…
Esta es la segunda planta! Comente precipitadamente mientras señalaba el amplio pasillo. Hay una habitación principal a este lado y al otro las otras dos que son casi del mismo tamaño, había pensado subir mi habitación actual hasta aquí ya que es más amplio.Entre la penumbra me acerque a una de las puertas del pasillo. Pues habían cinco puertas, tres eran de habitaciones, una era un baño…y esa quinta puerta? Me acerque hacia ella y gire el pomo, pero parecía atascado.
Serias tan amable de abrir una ventana, por favor? Quizás así nos entra un poco de luz y puedo ver qué pasa con …esta…dichosa...puerta!..Comente mientras miraba como ella se conducía hacia el enorme ventanal mientras yo forcejeaba con el pomo dándole cada vez mas tirones. Hasta que esta cedió y se abrió de golpe
Pero qué?...AAAAH!! Un montón de sabanas viejas además de unas cinco cajas cayeron sobre mí, volteando su contenido que no era otro que pintura -seguramente el se habría utilizado en la fachada de la casa- cayéndome encima y dejandome con algunas sabanas alojadas sobre mis hombros, cuales túnicas griegas improvisadas.
Parpadeando, por aquel armario que no conocía, note como una sonrisa comenzaba a aflorar sutil y nerviosamente, haciendome reír y terminar estallando en carcajadas. Había sido una noche larga, muuuuy larga. Había matado a un licántropo, había rescatado a una joven, después ella me había amenazado con una de mis katanas, luego yo le había vuelto a salvar…Y ahora, para rematar la noche, terminaba lleno de pintura y medio sepultado en sabanas. Definitivamente estaba siendo una noche entretenida…y delirante.
Diétrich Von Kraft- Inquisidor Clase Media
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Re: Una luz en la oscuridad. Episodio III [Privado]
Ahogué las carcajadas que arañaban mi garganta en busca de una vía de escape que amenizara aquella caricaturizada situación, tan impropia de mi día a día. Tras carraspear unos momentos, recorté las distancias que nos separaban y pasé las yemas de mis dedos por sus ojos, pues la pintura había manchado sus párpados y probablemente le resultaría incómodo el intentar mirar con el peso de la pintura.
Sin decir nada todavía y recordando el primer lugar de la casa en el que había estado desde mi llegada, conduje a mi amo por los pasillos de la vivienda, bajando unas escaleras y caminando a tientas hasta que el olor a quemado me advirtió de la cercanía.
Cuando llegué frente al baño, encendí una vela y la deposité junto a la gran bañera, arrodillándome entonces mientras prendía el grifo y graduaba la cantidad de agua fría y agua caliente. Puse el tapón en el desguace y me erguí hacia un pequeño armario en busca de algunas sales aromáticas y jabones espumosos.
- Le prepararé el baño, señor. Sólo deme un par de minutos.- anuncié con una media sonrisa tras echarle una fugaz mirada, pues él permanecía junto a la puerta con el rostro algo extrañado.- Oh, disculpe, ¿prefiere el agua fría o caliente? Yo le aconsejaría caliente, dado que tras una noche larga y agitada como esta, podría destensar sus músculos y relajarle para acostarse luego sintiéndose más tranquilo. Y si me permite, verteré sobre el agua esencias florales para que sus sentidos se diluyan junto al vaho, propiciando de nuevo, su máxima relajación. ¿Le parece bien, mi amo?- inquirí entonces con cierto rubor, pues me había dado cuenta que había hablado demasiado, no siendo eso algo común en mí.
Agaché la mirada y mordí mi labio inferior mientras tomaba unos frascos de distintos colores y olores, volviendo mi atención a la bañera humeante, empañando el único cristal de la habitación. Cerré el grifo y mezclé en el agua el jabón que pronto se convirtió en espuma, alternando algunas pulverizaciones de sales con aroma a hierba recién cortada, a jazmín, a rosas y a algunas flores más, incluyendo el olor de la flor del cerezo, mi favorito.
Dispuse una toalla en el suelo, junto a la bañera, corriendo las cortinas para que se mantuviera el calor el tiempo que tardara Diétrich en disfrutar de su baño. Dejé otra toalla sobre una mesita para cuando él decidiera salir y secar su piel ya limpia y purificada. No obstante, algo faltaba allí para que estuviera listo.
- Iré a buscar algo de ropa para vos, señor. No tardo. Puede si quiere ir pasando mientras yo…
De nuevo, el sonrojo sin sentido se apoderó de mí y me empujó a salir del cuarto sin siquiera mirarle, subiendo de nuevo las escaleras en busca de su habitación.
Sin decir nada todavía y recordando el primer lugar de la casa en el que había estado desde mi llegada, conduje a mi amo por los pasillos de la vivienda, bajando unas escaleras y caminando a tientas hasta que el olor a quemado me advirtió de la cercanía.
Cuando llegué frente al baño, encendí una vela y la deposité junto a la gran bañera, arrodillándome entonces mientras prendía el grifo y graduaba la cantidad de agua fría y agua caliente. Puse el tapón en el desguace y me erguí hacia un pequeño armario en busca de algunas sales aromáticas y jabones espumosos.
- Le prepararé el baño, señor. Sólo deme un par de minutos.- anuncié con una media sonrisa tras echarle una fugaz mirada, pues él permanecía junto a la puerta con el rostro algo extrañado.- Oh, disculpe, ¿prefiere el agua fría o caliente? Yo le aconsejaría caliente, dado que tras una noche larga y agitada como esta, podría destensar sus músculos y relajarle para acostarse luego sintiéndose más tranquilo. Y si me permite, verteré sobre el agua esencias florales para que sus sentidos se diluyan junto al vaho, propiciando de nuevo, su máxima relajación. ¿Le parece bien, mi amo?- inquirí entonces con cierto rubor, pues me había dado cuenta que había hablado demasiado, no siendo eso algo común en mí.
Agaché la mirada y mordí mi labio inferior mientras tomaba unos frascos de distintos colores y olores, volviendo mi atención a la bañera humeante, empañando el único cristal de la habitación. Cerré el grifo y mezclé en el agua el jabón que pronto se convirtió en espuma, alternando algunas pulverizaciones de sales con aroma a hierba recién cortada, a jazmín, a rosas y a algunas flores más, incluyendo el olor de la flor del cerezo, mi favorito.
Dispuse una toalla en el suelo, junto a la bañera, corriendo las cortinas para que se mantuviera el calor el tiempo que tardara Diétrich en disfrutar de su baño. Dejé otra toalla sobre una mesita para cuando él decidiera salir y secar su piel ya limpia y purificada. No obstante, algo faltaba allí para que estuviera listo.
- Iré a buscar algo de ropa para vos, señor. No tardo. Puede si quiere ir pasando mientras yo…
De nuevo, el sonrojo sin sentido se apoderó de mí y me empujó a salir del cuarto sin siquiera mirarle, subiendo de nuevo las escaleras en busca de su habitación.
Edgar Dagson- Vampiro Clase Alta
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Re: Una luz en la oscuridad. Episodio III [Privado]
Medio cielo, lleno de pintura y aun con unas sabanas colgando de mis hombros, contemple a aquella joven. Parpadee algo confuso mientras le miraba dirigirse de un lado a otro en el baño, pues no estaba acostumbrado a que se tomaran tantas molestias para atenderme. Normalmente procuraba hacer mis cosas solo, pues siempre lo estaba. No podía evitar pensar que se me haría raro ahora convivir con una mujer.
Le miré aun medio ciego, apoyándome en el borde de la puerta. Escuchando lo que ella decía, y respondiendo a sus preguntas.
Agua caliente…
Esencias?...De acuerdo…De cerezo si puede ser.
Oh.Sisi…me parece bien.
…
-Ahm….señorita Aya no se preocupe, yo me encargo de esas cosas, usted estara cansada. Ella me miro un momento antes de marchar y negó con la cabeza. De acuerdo, pero tenga cuidado en mi habitación, tengo armas entre las ropas, y tambien en algunos cajones…Ahm…Puse mis dedos sobre mis labios y preferí ahorrarme lo de nombrar aquella arma experimental que me habían pasado los tecnólogos. Ya que no creo que a aquella joven le hiciera gracia saber que incluso en mi propia habitación tenia un arma de calidad destructora de tal calibre.
Solté un suspiro y entré en el baño, sacándome las botas, desabotonando la camisa, y dejando mis pantalones a un lado.
Toque el agua espumosa y me metí con calma en ella, sentándome en la bañera y procurando enjuagar mi cara, ya que no veía aun nada.
Las aguas comenzaron a teñirse de los pigmentos que me habían caído encima, y yo sonreí al ver el agua de todos colores. Contemple la espuma y el vapor que subia con suavidad llenando de una calida neblina todo el baño.
Mmmm…Al fin un poco de paz. Apoye la espalda en la enorme bañera y deje que mi cuerpo se deslizara quedando nada más que mi cabeza sobre las aguas.
Fuera del baño se escuchaban unos pasos que iban de aquí para alla.
Señorita Aya…La puerta esta abierta, aunque si lo desea deje la ropa ahí fuera…No se preocupe, ahora saldré y si quiere le preparo un té antes de dormir…
Indique desde la bañera con calma, notando como los ojos se me entrecerraban por culpa de aquel baño.Vaya…esto es muy relajante. Contemple mis brazos y observe algunos rasguños que me había hecho aquella misma noche. Mas cicatrices que “decorarían mi cuerpo” Lo bueno es que los tatuajes que llevaba taparían muchos de ellos.
Comencé a mirar hacia el techo y note entre parpadeos lentos que el sueño parecía venir a mi, seria porque la noche había sido larga…quizás porque estaba cansado…quizás porque hacia muchas noches que no dormía bien. Fuese como fuese note que alguien comenzaba a tocar la puerta y posteriormente giraba el pomo. Pero mi mente estaba algo lejos de ahí. ya que sin poder evitarlo me había comenzado a dormir aun sumergido en las calidas y fragantes aguas, dejándome llevar por el aroma del cerezo...
Le miré aun medio ciego, apoyándome en el borde de la puerta. Escuchando lo que ella decía, y respondiendo a sus preguntas.
Agua caliente…
Esencias?...De acuerdo…De cerezo si puede ser.
Oh.Sisi…me parece bien.
…
-Ahm….señorita Aya no se preocupe, yo me encargo de esas cosas, usted estara cansada. Ella me miro un momento antes de marchar y negó con la cabeza. De acuerdo, pero tenga cuidado en mi habitación, tengo armas entre las ropas, y tambien en algunos cajones…Ahm…Puse mis dedos sobre mis labios y preferí ahorrarme lo de nombrar aquella arma experimental que me habían pasado los tecnólogos. Ya que no creo que a aquella joven le hiciera gracia saber que incluso en mi propia habitación tenia un arma de calidad destructora de tal calibre.
Solté un suspiro y entré en el baño, sacándome las botas, desabotonando la camisa, y dejando mis pantalones a un lado.
Toque el agua espumosa y me metí con calma en ella, sentándome en la bañera y procurando enjuagar mi cara, ya que no veía aun nada.
Las aguas comenzaron a teñirse de los pigmentos que me habían caído encima, y yo sonreí al ver el agua de todos colores. Contemple la espuma y el vapor que subia con suavidad llenando de una calida neblina todo el baño.
Mmmm…Al fin un poco de paz. Apoye la espalda en la enorme bañera y deje que mi cuerpo se deslizara quedando nada más que mi cabeza sobre las aguas.
Fuera del baño se escuchaban unos pasos que iban de aquí para alla.
Señorita Aya…La puerta esta abierta, aunque si lo desea deje la ropa ahí fuera…No se preocupe, ahora saldré y si quiere le preparo un té antes de dormir…
Indique desde la bañera con calma, notando como los ojos se me entrecerraban por culpa de aquel baño.Vaya…esto es muy relajante. Contemple mis brazos y observe algunos rasguños que me había hecho aquella misma noche. Mas cicatrices que “decorarían mi cuerpo” Lo bueno es que los tatuajes que llevaba taparían muchos de ellos.
Comencé a mirar hacia el techo y note entre parpadeos lentos que el sueño parecía venir a mi, seria porque la noche había sido larga…quizás porque estaba cansado…quizás porque hacia muchas noches que no dormía bien. Fuese como fuese note que alguien comenzaba a tocar la puerta y posteriormente giraba el pomo. Pero mi mente estaba algo lejos de ahí. ya que sin poder evitarlo me había comenzado a dormir aun sumergido en las calidas y fragantes aguas, dejándome llevar por el aroma del cerezo...
Diétrich Von Kraft- Inquisidor Clase Media
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Re: Una luz en la oscuridad. Episodio III [Privado]
Abrí muy sigilosamente aquella puerta, cerrándola tras mi paso para que la sala no evacuara el calor contenido por el agua caliente. Agaché entonces la mirada, aunque la cortina salvaguardaba la intimidad de mi amo, disponiendo la ropa sobre otra mesa próxima a la bañera de porcelana. Pasé mis manos por aquella sencilla túnica negra de bordes blancos y un pequeño bordado a la altura del pecho que, con letras plateadas y una grafía exquisita, señalaba el nombre del dueño de aquella pieza textil. Ordené un par de getas de color negro y sus tabis, siendo estos de un pulcro blanco.
- Señor, prepararé en breve la cena. ¿Es Katsudon de su agrado?
Mantuve mientras hablaba, una posición sumisa y obediente, entrelazando mis manos a la altura de mi cintura, con la mirada baja y la cabeza inclinada hacia la bañera, esperando su última orden para retirarme hacia la cocina. Mis pensamientos, pues, empezaron a inundarse de elementos culinarios, incluso se me ocurrió preparar un par de daifuku para acompañar el té posterior a la cena…
- ¿Señ..or?- inquirí de nuevo, sin haber obtenido respuesta alguna a la primera petición.
Las manos empezaron a sudarme y me puse un tanto nerviosa, preguntándome si le sucedería algo, pues su figura sombría traspasaba las cortinas y sin embargo, no se inmutó ante mis palabras. Tragué saliva y decidí avanzar hacia él, rezando para que no se molestara ante mi intromisión.
- Mi amo… ¿se encuentra bien? Me estoy acercando… comprobaré que va todo bien…- balbuceé antes de tomar la cortina y, con delicadeza, tirar de ella hasta comprobar atónita, cómo el su cuerpo flotante mantenía los ojos cerrados y la boca entreabierta.- ¡SEÑOR DIÉTRICH!- grité antes de meter mis piernas en la bañera, arrodillándome sobre su cadera mientras rápidamente y usando los carpos de mis manos para ejercer presión sobre su pecho un par o tres de veces consecutivas a un ritmo establecido, prestando luego la atención a su rostro con la intención de abrir su boca y traspasarle el aire de mis pulmones…- ¡Aaah!- grité de pronto, dando un salto hacia atrás completamente aterrada al ver sus ojos abiertos y su rostro descompuesto.
Mis jadeos fueron el único sonido que podía escucharse en el baño, bloqueando incluso cualquier pensamiento coherente de mi mente. Ni siquiera recordaba dónde me hallaba: en una bañera de aguas espumosas y cálidas, frente a mi amo desnudo y de mirada desencajada, con mis ropajes mojados y mis cabellos desordenados. Si mis maestras geishas me hubieran visto en aquella situación, de bien seguro que aquella noche no me hubiera salvado de unos buenos azotes. ¿Cómo pensaba castigarme el señor Diétrich? Tragué saliva y antes de ejercer cualquier movimiento para salir de allí corriendo, mis labios empezaron a rezar súplicas, disculpas y arrepentimientos.
- Señor, prepararé en breve la cena. ¿Es Katsudon de su agrado?
Mantuve mientras hablaba, una posición sumisa y obediente, entrelazando mis manos a la altura de mi cintura, con la mirada baja y la cabeza inclinada hacia la bañera, esperando su última orden para retirarme hacia la cocina. Mis pensamientos, pues, empezaron a inundarse de elementos culinarios, incluso se me ocurrió preparar un par de daifuku para acompañar el té posterior a la cena…
- ¿Señ..or?- inquirí de nuevo, sin haber obtenido respuesta alguna a la primera petición.
Las manos empezaron a sudarme y me puse un tanto nerviosa, preguntándome si le sucedería algo, pues su figura sombría traspasaba las cortinas y sin embargo, no se inmutó ante mis palabras. Tragué saliva y decidí avanzar hacia él, rezando para que no se molestara ante mi intromisión.
- Mi amo… ¿se encuentra bien? Me estoy acercando… comprobaré que va todo bien…- balbuceé antes de tomar la cortina y, con delicadeza, tirar de ella hasta comprobar atónita, cómo el su cuerpo flotante mantenía los ojos cerrados y la boca entreabierta.- ¡SEÑOR DIÉTRICH!- grité antes de meter mis piernas en la bañera, arrodillándome sobre su cadera mientras rápidamente y usando los carpos de mis manos para ejercer presión sobre su pecho un par o tres de veces consecutivas a un ritmo establecido, prestando luego la atención a su rostro con la intención de abrir su boca y traspasarle el aire de mis pulmones…- ¡Aaah!- grité de pronto, dando un salto hacia atrás completamente aterrada al ver sus ojos abiertos y su rostro descompuesto.
Mis jadeos fueron el único sonido que podía escucharse en el baño, bloqueando incluso cualquier pensamiento coherente de mi mente. Ni siquiera recordaba dónde me hallaba: en una bañera de aguas espumosas y cálidas, frente a mi amo desnudo y de mirada desencajada, con mis ropajes mojados y mis cabellos desordenados. Si mis maestras geishas me hubieran visto en aquella situación, de bien seguro que aquella noche no me hubiera salvado de unos buenos azotes. ¿Cómo pensaba castigarme el señor Diétrich? Tragué saliva y antes de ejercer cualquier movimiento para salir de allí corriendo, mis labios empezaron a rezar súplicas, disculpas y arrepentimientos.
Edgar Dagson- Vampiro Clase Alta
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Re: Una luz en la oscuridad. Episodio III [Privado]
El aroma del cerezo inundaba mis pulmones. Era como estar en mi jardín, donde aquellos arboles decoraban parte del lugar. Me hallaba tan tranquilo y en calma que casi podía visualizar las hojas de cerezo cayendo poco a poco sobre las terrazas o adornando las ventanas de mi habitación…Aunque de pronto un susurro llego a mi mente: "katsudon?" lo ignore y seguí con mi calma…
Pero la paz…Nunca dura tanto como uno piensa.
¿¿¿¿Pero qué!!!!???
Fue entonces cuando en la mas completa paz, alguien salto encima mio! Di un salto al notar el peso sobre mi y abrí los ojos rápidamente mientras el agua me salpicaba y también se desbordaba de la bañera mojándolo todo. Moví mis brazos para agarrar el borde e intentar estabilizarme, pero antes de hacerlo me encontré a menos de un palmo de mi rostro con el semblante angustiado de mi nueva sierva, que con un brillo de miedo me miraba con los cabellos revueltos y los ropajes empapándose cada vez más al comenzar a absorber el agua.
Aya pero que…que pasa???? Sentia el pulso por las nubes. Mire hacia mi pecho, pues sus manos seguían ahí presionando sobre él.
El silencio se hizo y yo note cierto tic nervioso en la comisura del labio. Eleve el rostro hacia el techo.
-Dios…¿me castigas por algo que he hecho?...Si es así, intentare enmendar mis errores…Pero por favor ten piedad de mi! son un buen hombre! Comente en voz alta ignorando a mi sierva que ante mi seguramente me miraría perpleja, solté un suspiro antes de dejar mis manos sobre mi abdomen Bueno…me queda el consuelo de que ya nada mas me puede pasar esta noche…Comente negando con la cabeza antes de comenzar a notar que el agua de la bañera bajaba con rapidez. Como si hubiese sido una “respuesta divina” de …Si…aun te pueden pasar mas cosas “pecadoooor”…. Parpadee confuso hasta que entendí que al moverme habia quitado el tapón de la bañera, haciendo que el desagüe se llevase con rapidez la suciedad…el vapor…la espuma…Y el agua.
Mire hacia un lado, mire hacia el otro…y después mordiéndome los labios, mire con calma a la joven delante de mi comenzaba a enrojecer.
Iba a moverme un poco, después de todo habría que salir de ahí. Pero al moverme, note que Aya se tapaba el rostro con ambas manos, le observé preocupado. A ver qué diantres había hecho yo ahora! Y entonces al mirarle y mirarme a mí. Note que ella estaba sentada sobre mi cadera. Si me movía no iba a estar precisamente presentable delante de la dama.
...
Katsudon!!...Seguro que es un plato maravilloso pero me temo que no puede ser…soy vegetariano! Ajá…Es que me he criado con budistas y conservo muchas de sus tradiciones y dogmas, y…ehm….Pues sí. aja…Soy vegetariano! Jajajajaajajaja. Reí nerviosamente y seque con el dorso de mi mano mi frente, que aun seguía llena de gotas de agua -como todo el resto de mi cuerpo.-
Tenia que pensar en otro tema para seguir hablando. Cualquier cosa menos el silencio sería bueno en ese momento, ya que el tono rojizo del rostro de ella me empezaba a preocupar. Seria mejor distraerla mientras pensaba en cómo íbamos a salir de ahí de forma digna...
Pero la paz…Nunca dura tanto como uno piensa.
¿¿¿¿Pero qué!!!!???
Fue entonces cuando en la mas completa paz, alguien salto encima mio! Di un salto al notar el peso sobre mi y abrí los ojos rápidamente mientras el agua me salpicaba y también se desbordaba de la bañera mojándolo todo. Moví mis brazos para agarrar el borde e intentar estabilizarme, pero antes de hacerlo me encontré a menos de un palmo de mi rostro con el semblante angustiado de mi nueva sierva, que con un brillo de miedo me miraba con los cabellos revueltos y los ropajes empapándose cada vez más al comenzar a absorber el agua.
Aya pero que…que pasa???? Sentia el pulso por las nubes. Mire hacia mi pecho, pues sus manos seguían ahí presionando sobre él.
El silencio se hizo y yo note cierto tic nervioso en la comisura del labio. Eleve el rostro hacia el techo.
-Dios…¿me castigas por algo que he hecho?...Si es así, intentare enmendar mis errores…Pero por favor ten piedad de mi! son un buen hombre! Comente en voz alta ignorando a mi sierva que ante mi seguramente me miraría perpleja, solté un suspiro antes de dejar mis manos sobre mi abdomen Bueno…me queda el consuelo de que ya nada mas me puede pasar esta noche…Comente negando con la cabeza antes de comenzar a notar que el agua de la bañera bajaba con rapidez. Como si hubiese sido una “respuesta divina” de …Si…aun te pueden pasar mas cosas “pecadoooor”…. Parpadee confuso hasta que entendí que al moverme habia quitado el tapón de la bañera, haciendo que el desagüe se llevase con rapidez la suciedad…el vapor…la espuma…Y el agua.
Mire hacia un lado, mire hacia el otro…y después mordiéndome los labios, mire con calma a la joven delante de mi comenzaba a enrojecer.
Iba a moverme un poco, después de todo habría que salir de ahí. Pero al moverme, note que Aya se tapaba el rostro con ambas manos, le observé preocupado. A ver qué diantres había hecho yo ahora! Y entonces al mirarle y mirarme a mí. Note que ella estaba sentada sobre mi cadera. Si me movía no iba a estar precisamente presentable delante de la dama.
...
Katsudon!!...Seguro que es un plato maravilloso pero me temo que no puede ser…soy vegetariano! Ajá…Es que me he criado con budistas y conservo muchas de sus tradiciones y dogmas, y…ehm….Pues sí. aja…Soy vegetariano! Jajajajaajajaja. Reí nerviosamente y seque con el dorso de mi mano mi frente, que aun seguía llena de gotas de agua -como todo el resto de mi cuerpo.-
Tenia que pensar en otro tema para seguir hablando. Cualquier cosa menos el silencio sería bueno en ese momento, ya que el tono rojizo del rostro de ella me empezaba a preocupar. Seria mejor distraerla mientras pensaba en cómo íbamos a salir de ahí de forma digna...
Diétrich Von Kraft- Inquisidor Clase Media
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Re: Una luz en la oscuridad. Episodio III [Privado]
- ¿Vegetariano? Oh, ahora entiendo su delgadez y fragilidad aparente…- se me escapó ante su comentario, dejándome envolver por el aura nerviosa que mi amo me transmitía a cada gota de agua que, colándose en espiral, se desvanecía el agua de la bañera por el desguace, siendo ambos testigos de cómo el nivel empezaba a marcar una zona peligrosa y que probablemente, Diétrich querría seguir manteniendo como un secreto bien guardado, no siendo pues, expuesto a mi agitada mirada que, pese a estar teñida de curiosidad, eso no supuso inconveniente alguno para no fijar la vista hacia aquél bulto que ahora parecía hacerse más notorio, alzando entonces mi mentón hacia mi amor y siguiéndole la conversación como si estuviésemos situados en un paraje completamente distinto a aquél, hasta que, como una metáfora del tiempo que se cuela por entre nuestros dedos, escuchamos el sonido de los últimos litros bajar por aquella garganta de metal, quedando en aquella cuna de porcelana el cuerpo desnudo de Diétrich y el mío, que aunque vestido, las ropas húmedas poco ocultaban ya mis formas físicas.- Oh, discúlpeme, no pretendía parecer osada con mi comentario… no se preocupe, señor, ¡le prepararé entonces un ramen que se chupará los dedos…!- exclamé jovialmente, una actitud que no podía tener con mi superior aunque, por supuesto, tampoco es que aquella situación transgrediera en exceso lo que significaban los patrones de mi vida como sierva –nótese el sarcasmo-.
Sonrojada y nerviosa, sabía que debía salir de ahí lo antes posible para poder olvidarlo en cuanto cruzase aquella puerta que ahora parecía tan lejos de mi alcance.
Osé mirarle a los ojos fugazmente, mordiéndome el labio inferior antes de carraspear y decidirme a dar el vergonzoso paso de alzarme de su cadera, con lo que eso supondría para él, imaginaba. Así, posé mis manos sobre el borde de la bañera y empecé a levantarme con parsimonia, pues mis manos temblaban por la incómoda situación de la que era coprotagonista y para más inri, la porcelana seguía cubierta por gotas de agua que si se lo proponían, y unido a mi torpeza, podrían desestabilizarme y… bueno, aquella suposición no dio muchas vueltas por mi cabeza, pues antes de contar hasta tres, mi cuerpo se inclinó en exceso y por el espanto, mi boca se abrió para exclamar quizás un sonoro ¡AH! Pero tampoco tuvo tiempo, pues mis dientes pronto de anclaron en el cuello de Diétrich, mis manos empujaron su pectoral hacia atrás y una de mis rodillas se aposentó muy cómodamente sobre su… bueno, ¡sobre aquél pajarito cantor que poseen los varones! Sí… aquello era un desastre y tenía todas las papeletas para ser despedida aquella misma noche de mi contratación. Pese a mantener aquella extraña posición sobre Diétrich, no pude evitar que un suspiro escapara de mi boca y erizara la piel de su nuca.
Sonrojada y nerviosa, sabía que debía salir de ahí lo antes posible para poder olvidarlo en cuanto cruzase aquella puerta que ahora parecía tan lejos de mi alcance.
Osé mirarle a los ojos fugazmente, mordiéndome el labio inferior antes de carraspear y decidirme a dar el vergonzoso paso de alzarme de su cadera, con lo que eso supondría para él, imaginaba. Así, posé mis manos sobre el borde de la bañera y empecé a levantarme con parsimonia, pues mis manos temblaban por la incómoda situación de la que era coprotagonista y para más inri, la porcelana seguía cubierta por gotas de agua que si se lo proponían, y unido a mi torpeza, podrían desestabilizarme y… bueno, aquella suposición no dio muchas vueltas por mi cabeza, pues antes de contar hasta tres, mi cuerpo se inclinó en exceso y por el espanto, mi boca se abrió para exclamar quizás un sonoro ¡AH! Pero tampoco tuvo tiempo, pues mis dientes pronto de anclaron en el cuello de Diétrich, mis manos empujaron su pectoral hacia atrás y una de mis rodillas se aposentó muy cómodamente sobre su… bueno, ¡sobre aquél pajarito cantor que poseen los varones! Sí… aquello era un desastre y tenía todas las papeletas para ser despedida aquella misma noche de mi contratación. Pese a mantener aquella extraña posición sobre Diétrich, no pude evitar que un suspiro escapara de mi boca y erizara la piel de su nuca.
Edgar Dagson- Vampiro Clase Alta
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Re: Una luz en la oscuridad. Episodio III [Privado]
Auch…
Fue el sutil -y casi como un susurro- quejido que escapo de mi. Me mordí los labios y cerré los ojos, apretando los parpados por aquel golpe bajo inesperado. No había sido un gran golpe, pero lo suficiente para recordarme mi hombría, además ella se había quedado con su rodilla ahí y…aquello ponía nervioso a cualquiera!!!
Baje mi mano derecha hacia la zona afectada pero al hacerlo -ya que ella estaba encima- me di cuenta que estaba rozando algo… algo que no era parte de mi cuerpo.
...
Vale, ahora sí que sentía que mi sierva me había contagiado su rubor, pues note que mi rostro se acaloraba de forma desmedida.
Seria porque ella estaba encima mío….quizás porque me había mordido….quizás porque su aliento cálido acariciaba mi mejilla….quizás porque su cuerpo se había amoldado con facilidad encima del mío…quizás porque podía sentir su pulso agitado…quizás por la posición de su rodilla, que se hallaba francamente en una parte un poco….”sensible”…o quizás porque al bajar mi mano estaba tocando algo que...no era mío!
Abrí los ojos y gire el rostro para mirar a Aya que ahora se había quedado pasmada.
Aaaaaaaaaaaaaaaaahh!!!!!
Entre el nerviosismo, y la tensión por aquel momento, me moví violentamente girándome y quedando ahora sobre ella. Pero al menos ahora mis manos estaban apoyadas en el fondo de la bañera, por encima de sus hombros, por lo que ahora ella había quedado un poco atrapada debajo de mi, pero al menos mis manos ya no hurgaban en ningún lugar "inapropiado".
El Ramen!!! Si…Hace muchísimo que no como ramen…La verdad es que el ultimo que probé fue en Japón. Claro que allí lo hacen de maravilla. A mí no me queda ni por asomo tan bueno…aunque reconozco que se me da bien preparar dulces!…
Solte de sopeton. Me quede mirando su rostro enrojecido debajo d mi, contemplando sus ojos clavados en los mios. Las gotas de agua de mi cuerpo resbalaron por mis músculos goteando y cayendo sobre su camisón humedecido que marcaba ahora sus curvas. Trague saliva y entonces sentí un pequeño escozor en el cuello.
Mmm!! Me lleve la mano derecha a él y me palpe un poco dolorido, pues aun sentía aquel mordisco que me acaban de dar, pero al hacer ese gesto no tuve en cuenta que la superficie de la bañera seguía jabonosa…Mi mano izquierda resbalo y yo quede apoyado sobre ella, quedando con mi rostro a pocos centímetros del suyo.
…
Chocolate! …Me encanta. A ti te gusta el chocolate? A mi me encanta el chocolate! Ajá! El chocolate…que cosa tan estraña,eh? sabias que no se saben sus orígenes? Se supone que vienen de america del sur. Pero no se sabe con certeza de donde viene el árbol del cacao. Aunque yo proble uno en mexico una vez ,que tenia picante y aun asi estaba buenísimo!! Mira después de cenar podríamos tomarnos uno! si te apetece claro…
Tome aliento despues de tal parrafada y comencé a sonreír, ya entre el nerviosismo y lo absurdo de tal situación, desvié la mirada hacia la puerta, parecía tan lejana. Tan tan lejana…tan lejana como las toallas. Entonces mire a mi sierva con una sonrisa aun sintiéndome acalorado.
-Sabes. Puede que algún día recordemos este momento y nos riamos cual dementes…Claro que ahora mismo no tiene ninguna gracia. Comente carraspeando y frunciendo el ceño, ya que la risa nerviosa aun intentaba traicionarme, impidiendo que pudiera pensar en la “huida digna” de allí.
Fue el sutil -y casi como un susurro- quejido que escapo de mi. Me mordí los labios y cerré los ojos, apretando los parpados por aquel golpe bajo inesperado. No había sido un gran golpe, pero lo suficiente para recordarme mi hombría, además ella se había quedado con su rodilla ahí y…aquello ponía nervioso a cualquiera!!!
Baje mi mano derecha hacia la zona afectada pero al hacerlo -ya que ella estaba encima- me di cuenta que estaba rozando algo… algo que no era parte de mi cuerpo.
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Vale, ahora sí que sentía que mi sierva me había contagiado su rubor, pues note que mi rostro se acaloraba de forma desmedida.
Seria porque ella estaba encima mío….quizás porque me había mordido….quizás porque su aliento cálido acariciaba mi mejilla….quizás porque su cuerpo se había amoldado con facilidad encima del mío…quizás porque podía sentir su pulso agitado…quizás por la posición de su rodilla, que se hallaba francamente en una parte un poco….”sensible”…o quizás porque al bajar mi mano estaba tocando algo que...no era mío!
Abrí los ojos y gire el rostro para mirar a Aya que ahora se había quedado pasmada.
Aaaaaaaaaaaaaaaaahh!!!!!
Entre el nerviosismo, y la tensión por aquel momento, me moví violentamente girándome y quedando ahora sobre ella. Pero al menos ahora mis manos estaban apoyadas en el fondo de la bañera, por encima de sus hombros, por lo que ahora ella había quedado un poco atrapada debajo de mi, pero al menos mis manos ya no hurgaban en ningún lugar "inapropiado".
El Ramen!!! Si…Hace muchísimo que no como ramen…La verdad es que el ultimo que probé fue en Japón. Claro que allí lo hacen de maravilla. A mí no me queda ni por asomo tan bueno…aunque reconozco que se me da bien preparar dulces!…
Solte de sopeton. Me quede mirando su rostro enrojecido debajo d mi, contemplando sus ojos clavados en los mios. Las gotas de agua de mi cuerpo resbalaron por mis músculos goteando y cayendo sobre su camisón humedecido que marcaba ahora sus curvas. Trague saliva y entonces sentí un pequeño escozor en el cuello.
Mmm!! Me lleve la mano derecha a él y me palpe un poco dolorido, pues aun sentía aquel mordisco que me acaban de dar, pero al hacer ese gesto no tuve en cuenta que la superficie de la bañera seguía jabonosa…Mi mano izquierda resbalo y yo quede apoyado sobre ella, quedando con mi rostro a pocos centímetros del suyo.
…
Chocolate! …Me encanta. A ti te gusta el chocolate? A mi me encanta el chocolate! Ajá! El chocolate…que cosa tan estraña,eh? sabias que no se saben sus orígenes? Se supone que vienen de america del sur. Pero no se sabe con certeza de donde viene el árbol del cacao. Aunque yo proble uno en mexico una vez ,que tenia picante y aun asi estaba buenísimo!! Mira después de cenar podríamos tomarnos uno! si te apetece claro…
Tome aliento despues de tal parrafada y comencé a sonreír, ya entre el nerviosismo y lo absurdo de tal situación, desvié la mirada hacia la puerta, parecía tan lejana. Tan tan lejana…tan lejana como las toallas. Entonces mire a mi sierva con una sonrisa aun sintiéndome acalorado.
-Sabes. Puede que algún día recordemos este momento y nos riamos cual dementes…Claro que ahora mismo no tiene ninguna gracia. Comente carraspeando y frunciendo el ceño, ya que la risa nerviosa aun intentaba traicionarme, impidiendo que pudiera pensar en la “huida digna” de allí.
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Re: Una luz en la oscuridad. Episodio III [Privado]
Debía admitir que sus modales dejaban mucho que desear… ¿Qué forma había sido aquella de cambiar posiciones? Y lo más importante… ¿qué buscaba con eso? Por que lo cierto era… que ahora la cercanía se había estrechado más todavía, que su respiración se había convertido en la mía, que las gotas de agua que empañaban su cuerpo caían sobre mi piel y mis ropajes empapados, que ahora, desde aquella posición, tenía una mejor percepción de su entera anatomía… hasta que me obligaba a alzar la vista y clavar mis ojos en los suyos, en los que podía ver mi propio reflejo, mi sonrojo, la parálisis de los músculos que conformaban mi cuerpo. Y él me hablaba como si estuviéramos tomando el té. ¿Chocolate? La verdad era que no le escuchaba ni una palabra, más pendiente de urdir un plan de escape que de escuchar sus desvaríos. Pero mi amo estaba nervioso, ansioso casi, probablemente para salir de allí, así que busqué sosegarle posicionando mis manos a cada una de sus mejillas, sonriéndole con dulzura, inspirándole confianza y paz mediante una mirada pulcra, brillante, abierta de par en par, demostrando que no había nada que temer, nada por lo que salir corriendo, realmente.
- Shhhh…- proferí en un susurro como si quisiera acunarle casi con mi simple voz, notando sobre mí, cómo sus músculos se destensaban levemente. ¡Misión cumplida!- Me apetecería probar uno de sus postres, señor.- comenté manteniendo la serenidad e incluso tomándome la libertad de reír sutilmente ante su mirada estupefacta que me miraba como si estuviese hipnotizado.- No obstante, la bañera no es un lugar demasiado propicio para degustar semejante manjar, ¿no le parece?- reí ya sin contenerme, dejando que la yema de mi dedo índice se deslizara por su mejilla hasta sostener su mentón, obligándole de algún modo, a que no bajara la vista y sostuviese la mía.- Cerraré los ojos para que pueda salir sin pudor… prometo que no miraré.- anuncié, sonriéndole por última vez antes de dejar caer mis manos sobre mi pecho y, manteniendo aquella extraña postura en la que había terminado, me limité a dejar caer mis párpados por su mismo peso, esperando movimientos que me indicaran que por parte de Diétrich, ya había iniciado las labores de desalojo de mi anatomía.
Pero pasaban los segundos y nadie se movió, tentándome a abrir por lo menos uno de mis ojos y visualizar aquello que aconteciera de reojo. Pero me contuve y seguí esperando…
- Shhhh…- proferí en un susurro como si quisiera acunarle casi con mi simple voz, notando sobre mí, cómo sus músculos se destensaban levemente. ¡Misión cumplida!- Me apetecería probar uno de sus postres, señor.- comenté manteniendo la serenidad e incluso tomándome la libertad de reír sutilmente ante su mirada estupefacta que me miraba como si estuviese hipnotizado.- No obstante, la bañera no es un lugar demasiado propicio para degustar semejante manjar, ¿no le parece?- reí ya sin contenerme, dejando que la yema de mi dedo índice se deslizara por su mejilla hasta sostener su mentón, obligándole de algún modo, a que no bajara la vista y sostuviese la mía.- Cerraré los ojos para que pueda salir sin pudor… prometo que no miraré.- anuncié, sonriéndole por última vez antes de dejar caer mis manos sobre mi pecho y, manteniendo aquella extraña postura en la que había terminado, me limité a dejar caer mis párpados por su mismo peso, esperando movimientos que me indicaran que por parte de Diétrich, ya había iniciado las labores de desalojo de mi anatomía.
Pero pasaban los segundos y nadie se movió, tentándome a abrir por lo menos uno de mis ojos y visualizar aquello que aconteciera de reojo. Pero me contuve y seguí esperando…
Edgar Dagson- Vampiro Clase Alta
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Re: Una luz en la oscuridad. Episodio III [Privado]
Le contemple atónito, parpadeando y arqueando una de mis cejas. Aquella joven, que tenía unas cuantos años menos que yo, parecía ahora más tranquila e incluso mas sabia de lo yo habría podido imaginar.
Seria por su tacto cálido, o quizás por su voz dulce que de alguna forma u otra deje de desvariar tanto y me tranquilice.
Solté un resoplido y sin poderlo evitar observe a aquella chica que bajo mi, esperaba con los ojos cerrados.
En aquella noche extraña jamás hubiese imaginado que alguien acabase viviendo conmigo. Y menos en calidad de sierva.
Le sonreí a aquella joven y me levante poco a poco de encima suyo. Sentándome mientras me percataba al fin del hambre que tenia.
Poco a poco me levante y salí de la bañera, caminando con la calma hacia aquella mesa donde se hallaban las toallas. La "lejana mesa de las toallas” Tome una de ellas y me seque un momento el rostro antes de envolverla en mi cintura. Mire hacia la salida, Iba a salir de allí pero algo me lo impidió. Y es que de alguna forma no podía dejar aquella joven allí sin más!
Tome otra toalla,camine hacia bañera y me acuclillé allí delante de ella. Toque su hombro, para hacerle entender que estaba allí.
-Señorita Aya…ahm…Lamento haberla incomodado. La verdad es que esto es un tanto raro para mi. Me acaricie la nuca mientras hablaba, pues aquello seguía siendo incomodo. Tendra que disculparme, Yo nunca he vivido antes con una dama. Francamente siempre he estado solo, desde pequeño. Asi que la soledad no es algo que me preocupe como ve. Pero igualmente intentare que su estancia aquí sea grata, será su casa y en fin. Una sonrisa surgió de entre mis labios. Solo le pido que tenga paciencia conmigo.
En el fondo no soy una persona complicada, aunque no estoy mucho en casa, por la mañana si tengo tiempo procuro meditar antes de hacer ejercicio o practicar con las armas. Aunque a veces mi horario se ve alterado y me ausento toda la noche o todo el dia…Espero que no se preocupe usted si algun dia me ausento demasiado o si por el contrario llego un tanto…”magullado” comente intentando que sonara lo mas suave posible. Puesto que muchas veces llegaba a casa medio moribundo y por eso casi siempre iba lleno de vendajes, que no se veían porque iban bajo la ropa... pero eso no era necesario que ella lo supiera.
Comencé a reir ante lo absurdo de aquello. Note que mi estomago ahora comenzaba a rugir con fiereza, me estaba muriendo de hambre. Oh por cierto, puedo llamarle por su nombre? si vamos a vivir ambos aquí, no creo que haga falta tanta cortesía.
Tome la toalla entre mis manos y la extendí sobre ella, que aun seguía con los ojos cerrados, incluso teniendo la osadía de acariciar su mejilla y limpiar asi las gotas de agua que seguían depositadas sobre su piel.
Señorita Aya?...
...Aya??
Seria por su tacto cálido, o quizás por su voz dulce que de alguna forma u otra deje de desvariar tanto y me tranquilice.
Solté un resoplido y sin poderlo evitar observe a aquella chica que bajo mi, esperaba con los ojos cerrados.
En aquella noche extraña jamás hubiese imaginado que alguien acabase viviendo conmigo. Y menos en calidad de sierva.
Le sonreí a aquella joven y me levante poco a poco de encima suyo. Sentándome mientras me percataba al fin del hambre que tenia.
Poco a poco me levante y salí de la bañera, caminando con la calma hacia aquella mesa donde se hallaban las toallas. La "lejana mesa de las toallas” Tome una de ellas y me seque un momento el rostro antes de envolverla en mi cintura. Mire hacia la salida, Iba a salir de allí pero algo me lo impidió. Y es que de alguna forma no podía dejar aquella joven allí sin más!
Tome otra toalla,camine hacia bañera y me acuclillé allí delante de ella. Toque su hombro, para hacerle entender que estaba allí.
-Señorita Aya…ahm…Lamento haberla incomodado. La verdad es que esto es un tanto raro para mi. Me acaricie la nuca mientras hablaba, pues aquello seguía siendo incomodo. Tendra que disculparme, Yo nunca he vivido antes con una dama. Francamente siempre he estado solo, desde pequeño. Asi que la soledad no es algo que me preocupe como ve. Pero igualmente intentare que su estancia aquí sea grata, será su casa y en fin. Una sonrisa surgió de entre mis labios. Solo le pido que tenga paciencia conmigo.
En el fondo no soy una persona complicada, aunque no estoy mucho en casa, por la mañana si tengo tiempo procuro meditar antes de hacer ejercicio o practicar con las armas. Aunque a veces mi horario se ve alterado y me ausento toda la noche o todo el dia…Espero que no se preocupe usted si algun dia me ausento demasiado o si por el contrario llego un tanto…”magullado” comente intentando que sonara lo mas suave posible. Puesto que muchas veces llegaba a casa medio moribundo y por eso casi siempre iba lleno de vendajes, que no se veían porque iban bajo la ropa... pero eso no era necesario que ella lo supiera.
Comencé a reir ante lo absurdo de aquello. Note que mi estomago ahora comenzaba a rugir con fiereza, me estaba muriendo de hambre. Oh por cierto, puedo llamarle por su nombre? si vamos a vivir ambos aquí, no creo que haga falta tanta cortesía.
Tome la toalla entre mis manos y la extendí sobre ella, que aun seguía con los ojos cerrados, incluso teniendo la osadía de acariciar su mejilla y limpiar asi las gotas de agua que seguían depositadas sobre su piel.
Señorita Aya?...
...Aya??
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Re: Una luz en la oscuridad. Episodio III [Privado]
El sentir su tacto sobre mi mejilla me desarmó por un momento, pero me relajé cuando me avisó que ya podía abrir mis ojos, sonriéndole con complicidad antes de fijarme que seguía sin estar vestido completamente. Carraspeé un momento y me incorporé en la bañera, quedándome sentada con la mirada fija en mis manos juguetonas.
- Mi señor, puede vos llamarme del modo que mejor guste, pues es vos mi amo.-coincidí con la mirada gacha, pues quería recuperar mis costumbres serviles para contentarle y quizás, hacerle olvidar los turbulentos incidentes de aquella noche causados por mi.- No obstante, le imploro que me permita seguir tratándole con el respeto que vos merecéis por su posición sobre mí, pues yo me sentiría más cómoda de tal modo, señor.- pedí en un susurro, mordiéndome luego el labio inferior a la espera de su respuesta que, como no llegó, osé mirarle de reojo para comprobar que llevaba consigo otra toalla. Tras un pequeño escalofrío producido por mi piel recubierta de agua sin secar, llevé mi mano hacia dicha prenda sin arrebatársela aun.- ¿Me... permite? Oh, y no se preocupe en absoluto por mí, yo cuidaré su residencia durante sus períodos de ausencia y no tendrá que sentirse obligado a excusarse conmigo, señor, es vos libre y yo su sierva.
Deslicé entonces la toalla por mis hombros, poniéndome luego en pie y saliendo de la bañera con cuidado de no resbalar, posicionandome junto a la puerta del baño para girarme hacia el señor Diétrich.
- Le prepararé la cena, mi amo.- anuncié con una reverencia tras abandonar la estancia que había puesto a prueba todos mis pudores y mi paciencia, superando cada reto mejor de lo que podría haber imaginado.
Llegué a la cocina y tras prender unas cuantas velas que iluminaran la encimera, me dispuse a preparar unos buñuelos de mi tierra nipona, por lo que ante todo, puse sobre la mesa un par de pepinos que corté en rodajas, unos cincuenta gramos de harina integral que encontré en un armario bastante alejado de mi alcance y por el que por poco pierdo una mano, también encontré jengibre en polvo, aceite, huevos, aceite, salsa roja y por supuesto, agua. Tras ponerme el delantal blanco que colgaba de tras la puerta de la cocina, empecé a ponerme manos a la obra, mezclando la harina con el jengibre, el aceite, el agua y la yema de huevo mientras, a parte, batía la clara de dicho huevo a punto de nieve para mezclarla con la parta con cuidado. Previamente, había dejado las rodajas de pepino espolvoreadas con sal a fin de que soltaran el agua retenida y secarlas, impregnandolas en las pasta hasta moldear los buñuelos, echándolos entonces en el aceite caliente para dorarlos, secándolos luego sobre una superficie absorvente.
- ¡Señor, la cena está servida!- grité, vertiendo la salsa roja por encima de los buñuelos ya depositados en sus respectivos platos y ultimando una ensalada para acompañar el manjar.
Llevé los platos con cuidado por los pasillos en busca del salón en el que había estado antes, equivocándome de puerta y percatándome de ello cuando me vi de nuevo en el jardín de la mansión, justo frente a un enorme y precioso cerezo que me robó el aliento por unos momentos.
- Mi señor, puede vos llamarme del modo que mejor guste, pues es vos mi amo.-coincidí con la mirada gacha, pues quería recuperar mis costumbres serviles para contentarle y quizás, hacerle olvidar los turbulentos incidentes de aquella noche causados por mi.- No obstante, le imploro que me permita seguir tratándole con el respeto que vos merecéis por su posición sobre mí, pues yo me sentiría más cómoda de tal modo, señor.- pedí en un susurro, mordiéndome luego el labio inferior a la espera de su respuesta que, como no llegó, osé mirarle de reojo para comprobar que llevaba consigo otra toalla. Tras un pequeño escalofrío producido por mi piel recubierta de agua sin secar, llevé mi mano hacia dicha prenda sin arrebatársela aun.- ¿Me... permite? Oh, y no se preocupe en absoluto por mí, yo cuidaré su residencia durante sus períodos de ausencia y no tendrá que sentirse obligado a excusarse conmigo, señor, es vos libre y yo su sierva.
Deslicé entonces la toalla por mis hombros, poniéndome luego en pie y saliendo de la bañera con cuidado de no resbalar, posicionandome junto a la puerta del baño para girarme hacia el señor Diétrich.
- Le prepararé la cena, mi amo.- anuncié con una reverencia tras abandonar la estancia que había puesto a prueba todos mis pudores y mi paciencia, superando cada reto mejor de lo que podría haber imaginado.
Llegué a la cocina y tras prender unas cuantas velas que iluminaran la encimera, me dispuse a preparar unos buñuelos de mi tierra nipona, por lo que ante todo, puse sobre la mesa un par de pepinos que corté en rodajas, unos cincuenta gramos de harina integral que encontré en un armario bastante alejado de mi alcance y por el que por poco pierdo una mano, también encontré jengibre en polvo, aceite, huevos, aceite, salsa roja y por supuesto, agua. Tras ponerme el delantal blanco que colgaba de tras la puerta de la cocina, empecé a ponerme manos a la obra, mezclando la harina con el jengibre, el aceite, el agua y la yema de huevo mientras, a parte, batía la clara de dicho huevo a punto de nieve para mezclarla con la parta con cuidado. Previamente, había dejado las rodajas de pepino espolvoreadas con sal a fin de que soltaran el agua retenida y secarlas, impregnandolas en las pasta hasta moldear los buñuelos, echándolos entonces en el aceite caliente para dorarlos, secándolos luego sobre una superficie absorvente.
- ¡Señor, la cena está servida!- grité, vertiendo la salsa roja por encima de los buñuelos ya depositados en sus respectivos platos y ultimando una ensalada para acompañar el manjar.
Llevé los platos con cuidado por los pasillos en busca del salón en el que había estado antes, equivocándome de puerta y percatándome de ello cuando me vi de nuevo en el jardín de la mansión, justo frente a un enorme y precioso cerezo que me robó el aliento por unos momentos.
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Re: Una luz en la oscuridad. Episodio III [Privado]
Aquella joven me hizo sonreír por su actitud tan humilde y servicial, sorprendiéndome gratamente.
Observe como marchaba hacia la cocina aun con la toalla sobre sus hombros medio empapada, negué con la cabeza, pues aun no se había secado y ya planeaba ir a cocinar. Pero, ¿qué le iba a decir? simplemente le deje hacer sin replicarle nada mas.
Me preocuparía de instalarle la habitación lo antes posible. puesto que, Ya que iba a quedarse conmigo tendría que procurar que se encontrase cómoda. Eso me hacia pensar que tendría que procurar dejarle indicaciones para que comprase las cosas que le hicieran falta…
Parpadee confuso, ¿una mujer necesitaría muchas cosas? Mi noción y conocimientos sobre las féminas se reducía a los puntos débiles que debía usar cuando luchase con alguna de ellas, o las tácticas de acercamiento y manipulación para cuando necesitase información…Mis nociones se reducían a cosas técnicas y tácticas…Pero realmente no tenia ni la mas minima idea de cómo eran en verdad y aquello me preocupaba un poco.
Me dirigí hacia mi habitación y cerré la puerta tras de mi, deshaciéndome de la toalla que cubría mi cintura. Saque algunos de los vendajes de mis cajones y me vende parte del tórax además del antebrazo derecho y el tobillo izquierdo. Aun seguía dolorido del ultimo combate que había tenido con un cambiaformas, -desventajas de tener que luchar-matar a un oso, y de caer de espaldas de un puente de cincuenta metros sobre un rio, pero bueno…¿Que le iba a hacer? ese era mi trabajo. Ser un completo kamikaze-
Después de vendarme abrí los grandes armarios rebuscando entre mis ropajes, saque unos pantalones de lino negro, holgados y cómodos. Y tome una camisa blanca que no abroche del todo, remangué las mangas y tome algunos de los colgantes que solia llevar, los guarde bajo la camisa, percatándome de un medallón que apenas usaba, pues lo tenia guardado como un pequeño recuerdo, lo mire con nostalgia sonriendo en la oscuridad de mis aposentos, y lo guarde el bolsillo de mi pantalón antes de salir de alli, caminando descalzo por la casa.
Llegue hasta el salón y me dirigi hacia la cocina, dispuesto a echarle una mano a mi nueva inquilina. Pero allí no había nadie.
¿Donde andará?
Volví al salón y continúe mi camino por el pasillo, abriendo las puertas e incluso los armarios, ya que la ultima vez se había escondido en uno…Pero ¿por qué habría de esconderse en un armario?. Puse los ojos en blanco y me dirigí hacia el patio, mirando extrañado a la joven que parecía absorta mirando el enorme cerezo del jardín, que con la brisa se movía dejando que los pétalos rosados cayesen con suavidad, llegando incluso hasta el borde de madera del jardín donde nos encontrábamos.
Camine hacia ella y sonreí arrebatándole uno de los platos para ayudarla.
Desvié la mirada hacia el cerezo.
-Es hermoso verdad?...me encanta sentarme aquí en la terraza a contemplarlo antes de meditar. Me ayuda a desconectar…
La lluvia había amainado, así que ahora el jardín se encontraba tranquilo y las hojas dejaban caer sus gotas de agua con calma, mostrándose con sutileza ante nosotros, pues a pesar de la hora que era se mostraba iluminado gracias a las estrellas y la luna. Le hice una señal a Aya para que se viniera conmigo, y ambos nos acercamos a una mesa baja, en la cual depositamos los platos. Encendí algunas velas que habían en la terraza del jardín y nos sentamos allí. Observe los platos deleitándome con su aroma.
Vaya esto tiene una pinta exquisita! Probé un poco notando como se deshacían en mi paladar.
Mmmmmmmmmm Mein Gott…Hacia demasiado tiempo que no probaba algo tan exquisito. Comente a la joven, notando como bajaba un poco la mirada.
Deje el plato a un lado al recordar algo.
Oh! Aya…quisiera darte algo. Indique sacando el medallón de mi bolsillo, lo extendí hacia ella depositándolo sobre sus manos. Observe sus ojos confusos, así que comencé a explicarme.
Cuando era pequeño, los monjes con los que me crie me dieron ese medallón. Ellos tenían como tradición darle uno a cada uno de los recién llegados…que normalmente no eran muchos. Ves esos símbolos? Hacen referencia a la familia. Cada recién llegado era considerado un nuevo miembro en la familia, se nos contaba que aquel recuerdo seria algo que tendríamos que dar tarde o tempano a alguien que apareciera en nuestras vidas. Pues según sus ritos le aportaría dicha y esperanza…Sonreí ante aquel recuerdo, pues aquellos momentos de mi niñez habían sido los mas alegres de mi infancia. Después de aquello los miembros del vaticano me habían reclutado y a partir de entonces ya no me quedaban recuerdos precisamente agradables…Deje de pensar en eso y observe a mi acompañante, continuando con la charla. Por eso yo quisiera que tu tuvieras esto. Yo no tengo a nadie más…Y ya que tu vivirás conmigo, quiero que lo tengas tu. Es mi forma de decirte que te doy la bienvenida a casa. Comente con una sonrisa antes de notar como la brisa volvía a mecer los arboles, trayendo las hojas de los cerezos con nosotros.
Oh por cierto…Esta noche dormirás en mi cama, y yo dormiré en el sofá. Ah ah! Comente alzando el dedo índice al ver por su gesto que quería protestar. No es que me agradara darle ordenes, pero si tenía que obligarla a descansar bien lo iba a hacer.
Reí divertido ante mi pequeño golpe bajo.
Algo me hacia entender que todo sería distinto a partir de ahora…Y quién sabe, puede que fuese incluso mejor de lo que yo esperaba.
Observe como marchaba hacia la cocina aun con la toalla sobre sus hombros medio empapada, negué con la cabeza, pues aun no se había secado y ya planeaba ir a cocinar. Pero, ¿qué le iba a decir? simplemente le deje hacer sin replicarle nada mas.
Me preocuparía de instalarle la habitación lo antes posible. puesto que, Ya que iba a quedarse conmigo tendría que procurar que se encontrase cómoda. Eso me hacia pensar que tendría que procurar dejarle indicaciones para que comprase las cosas que le hicieran falta…
Parpadee confuso, ¿una mujer necesitaría muchas cosas? Mi noción y conocimientos sobre las féminas se reducía a los puntos débiles que debía usar cuando luchase con alguna de ellas, o las tácticas de acercamiento y manipulación para cuando necesitase información…Mis nociones se reducían a cosas técnicas y tácticas…Pero realmente no tenia ni la mas minima idea de cómo eran en verdad y aquello me preocupaba un poco.
Me dirigí hacia mi habitación y cerré la puerta tras de mi, deshaciéndome de la toalla que cubría mi cintura. Saque algunos de los vendajes de mis cajones y me vende parte del tórax además del antebrazo derecho y el tobillo izquierdo. Aun seguía dolorido del ultimo combate que había tenido con un cambiaformas, -desventajas de tener que luchar-matar a un oso, y de caer de espaldas de un puente de cincuenta metros sobre un rio, pero bueno…¿Que le iba a hacer? ese era mi trabajo. Ser un completo kamikaze-
Después de vendarme abrí los grandes armarios rebuscando entre mis ropajes, saque unos pantalones de lino negro, holgados y cómodos. Y tome una camisa blanca que no abroche del todo, remangué las mangas y tome algunos de los colgantes que solia llevar, los guarde bajo la camisa, percatándome de un medallón que apenas usaba, pues lo tenia guardado como un pequeño recuerdo, lo mire con nostalgia sonriendo en la oscuridad de mis aposentos, y lo guarde el bolsillo de mi pantalón antes de salir de alli, caminando descalzo por la casa.
Llegue hasta el salón y me dirigi hacia la cocina, dispuesto a echarle una mano a mi nueva inquilina. Pero allí no había nadie.
¿Donde andará?
Volví al salón y continúe mi camino por el pasillo, abriendo las puertas e incluso los armarios, ya que la ultima vez se había escondido en uno…Pero ¿por qué habría de esconderse en un armario?. Puse los ojos en blanco y me dirigí hacia el patio, mirando extrañado a la joven que parecía absorta mirando el enorme cerezo del jardín, que con la brisa se movía dejando que los pétalos rosados cayesen con suavidad, llegando incluso hasta el borde de madera del jardín donde nos encontrábamos.
Camine hacia ella y sonreí arrebatándole uno de los platos para ayudarla.
Desvié la mirada hacia el cerezo.
-Es hermoso verdad?...me encanta sentarme aquí en la terraza a contemplarlo antes de meditar. Me ayuda a desconectar…
La lluvia había amainado, así que ahora el jardín se encontraba tranquilo y las hojas dejaban caer sus gotas de agua con calma, mostrándose con sutileza ante nosotros, pues a pesar de la hora que era se mostraba iluminado gracias a las estrellas y la luna. Le hice una señal a Aya para que se viniera conmigo, y ambos nos acercamos a una mesa baja, en la cual depositamos los platos. Encendí algunas velas que habían en la terraza del jardín y nos sentamos allí. Observe los platos deleitándome con su aroma.
Vaya esto tiene una pinta exquisita! Probé un poco notando como se deshacían en mi paladar.
Mmmmmmmmmm Mein Gott…Hacia demasiado tiempo que no probaba algo tan exquisito. Comente a la joven, notando como bajaba un poco la mirada.
Deje el plato a un lado al recordar algo.
Oh! Aya…quisiera darte algo. Indique sacando el medallón de mi bolsillo, lo extendí hacia ella depositándolo sobre sus manos. Observe sus ojos confusos, así que comencé a explicarme.
- medallon:
Cuando era pequeño, los monjes con los que me crie me dieron ese medallón. Ellos tenían como tradición darle uno a cada uno de los recién llegados…que normalmente no eran muchos. Ves esos símbolos? Hacen referencia a la familia. Cada recién llegado era considerado un nuevo miembro en la familia, se nos contaba que aquel recuerdo seria algo que tendríamos que dar tarde o tempano a alguien que apareciera en nuestras vidas. Pues según sus ritos le aportaría dicha y esperanza…Sonreí ante aquel recuerdo, pues aquellos momentos de mi niñez habían sido los mas alegres de mi infancia. Después de aquello los miembros del vaticano me habían reclutado y a partir de entonces ya no me quedaban recuerdos precisamente agradables…Deje de pensar en eso y observe a mi acompañante, continuando con la charla. Por eso yo quisiera que tu tuvieras esto. Yo no tengo a nadie más…Y ya que tu vivirás conmigo, quiero que lo tengas tu. Es mi forma de decirte que te doy la bienvenida a casa. Comente con una sonrisa antes de notar como la brisa volvía a mecer los arboles, trayendo las hojas de los cerezos con nosotros.
Oh por cierto…Esta noche dormirás en mi cama, y yo dormiré en el sofá. Ah ah! Comente alzando el dedo índice al ver por su gesto que quería protestar. No es que me agradara darle ordenes, pero si tenía que obligarla a descansar bien lo iba a hacer.
Reí divertido ante mi pequeño golpe bajo.
Algo me hacia entender que todo sería distinto a partir de ahora…Y quién sabe, puede que fuese incluso mejor de lo que yo esperaba.
Diétrich Von Kraft- Inquisidor Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/10/2011
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