"Nobody is prepared for war" [Libre]

por **Ørn Fridrikson** Miér Mayo 23, 2012 6:19 am

Los días pasaban y los pacientes recobraban el sentido cada vez más deprisa. Pero ella sabía que todo aquello no se limitaría a unas semanas, aquello era como la calma antes de la tempestad.

Despacio... miro alrededor
pienso en las cosas pequeñas
que hacen la vida grandiosa
No cambiaría ni una cosa de ésto.
Éste es el mejor sentimiento.
Inocencia.

Las cosas ocurrían las cosas pasaban por diversos motivos pero todos y cada uno de ellos podrían ser remediables. Pero ahí deberíamos de estar, impasibles frente a lo que se nos avecinaba, sanar heridos como en guerras pasadas, así se sentía ella, preocupada de sobremanera, alguien demasiado arraigada a sus raices, aquello la sumía en un estado de neblina mental constantemente. Ella era dulce, pasiva, actuaba según su razonamiento lo creía correcto. Aun así, en sus encuentros pasados aquello no la hacía bien alguno. Debía abrir su mente al mundo dejando de creer en cuentos de hadas como los que su mamá le contaba en aquellas noches de verano, mientras miraban las estrellas en el porche de casa.

Christinne Carrie De Fer.

Así la llamaban desde el día de su cristiano bautizo. Su segundo nombre pertenecía a un linaje aun más extenso del que ella creía, así era como se llamaba su doble personalidad: Carrie. Quizás ella era la elegida par adoptar su cuerpo, su compostura, como si una encarnación se tratase pero una vida infinitamente distinta.

Eran como el agua y el aceite.
Como el dia y la noche.
Como el agua y el fuego.

Christinne despertó aquel instante de sus más enrevesados pensamientos. Tomó la libertad de sentarse unos minutos tras tres altas, una operación y dos bajas por fallecimiento. Ella jamás había pensado en que llegaría a ver tanta sangre y sufrimiento como el que allí veía, pero al menos la idea de sanar a quienes lo merecían o lo necesitaban la hacían proseguir en su cometido.
Allí estaba, aferrada a un trozo de gasa en sus manos, en aquel mísero momento de tranquilidad en los pasillos del hospital.

por **Ashly Toreto** Miér Mayo 30, 2012 8:27 pm

La casa era magnifica y aquel primer día, habían gozado de un buen descanso, poco antes de llegarse la noche habían salido para ir al centro de la ciudad, hasta aquel momento solo habían visto el esplendor de París. Necesitaban comenzar a comprar a visitar lugares, a socializar, era menester antes de incluso fijar la ruta que seguirían para su alimentación, era indispensable para mantenerse útiles a la profesión que habían optado por ahora .

Vagaba por el centro mientras Alastor se encargaba de asuntos monetarios, un par de doncellas la acompañaban. La mísera se olía por la calle, muerte, sangre, nuevamente por su mente vagaron escenas que había visto en otros en otros países con monarquías capitalistas. Un par de niños se acercaron a ella para pedirle monedas, las doncellas les miraron con repulsión, y la mente de la joven no daba crédito a que alguien no pudiera ver debajo de esos pies negros de tierra, de esos rostros marcados por hambre y de esa ropa hedionda, al par de querubines franceses de piel clara y ojos azules que les miraban con cautela, se coloco en cuclillas y saco de su bolso dos monedas de plata, sabia que de darles mas podrían los mayores robarles o atraer a mas lo que no seria bien visto.

Caminaba con la vista perdida, en el ambiente se respiraba ira, pasando por cerca de un lugar concurrido agudizo oído y mente, varios temas rondaban entre los ciudadanos parisinos, sin embargo dos eran concurrentes: La monarquía y la rebelión.

Miro el esplendor de la biblioteca, el conservatorio lleno de gente fina. De la avenida principal al centro la vista cambiaba abruptamente, incluso daba la impresión de haber salido de la nada, era como cruzar el un portal invisible, había jardines, caballeros y damas sonrientes, miro de reojo como las doncellas ajustaban y alineaban su atuendo. No cabía duda alguna de los niveles todo muy marcado como solía ser costumbre.

Miro sobre la acera el hospital y el orfanato, recordó años atrás a aquel joven de hermosa aspecto que conoció en el hospital. Aquella fachada le traía memorias –vayan y digan a mi hermano donde me encuentro, y que me he quedado para presentarme- les dijo sin mirarles, tenia fija la mirada en al fachada del hospital- pero My lady ¿esta bien que se quede sola?- salió de su concentración para mirarles y decirles sonriente – Por supuesto, vayan y hagan como les digo, Alastor vendrá estoy segura- Entro a aquel lugar que parecía abandonado, lo ecos de personas en pisos superiores le traían a la mete las clínicas de su padre, un llanto mezclado con el flujo del aire, risas y voces; camino adentrándose sin perder de vista ningún detalle, las puertas, ventanas y las jóvenes que pasaban y le hacían alguna reverencia fugaz. Subió las escaleras principales y avanzo a su izquierda sobre un pasillo largo de proporciones adecuadas para un quirófano, se adentro siguiendo el intenso aroma a sangre- sin duda el quirófano- dijo para si serenamente- afuera de una puerta abatible de doble hoja había una banca y sentada en ella, había una joven de rasgos hermosos, piel blanca y cabello castaño, se mantenía recargada en la pared con los ojos cerrados, pero aquella respiración le decía que estaba despierta, la observo un momento sin interrumpir su descanso “La calma antes de la tempestad” –pensaba la joven, y aquel momento fue buen momento para interrumpir –disculpe my lady, buena noches- espero a ver la reacción de la joven – mi nombre es Ashly, Ashly Toreto vengo en busca del director del hospital ¿usted podría ayudarme?- le sonrió amablemente mientras le hacia una reverencia.

Aquella joven desprendía un aroma exquisitamente variado, un perfume suave, el aroma que las mujeres desprenden ante la adrenalina, morfina, y sin lugar a dudas sangre, no cabía duda era un médico – vengo a presentarle mis servicios y los de mi hermano- sonrió y espero escuchar la voz de aquella joven.

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