Tentación... [Privado]

por **Amy Von Bennewitz** Dom Mayo 27, 2012 7:12 pm

Entre a la joyería con una capa de tul azul mar, ocultando mi rostro aun cuando el mudo me conocía, sabía muy bien de mi presente y mi pasado, le sonreí bajando la cabeza como una reverencia y en completo silencio me abrió la puerta del espejo que me llevaría al mismísimo infierno donde mis placeres eran de la carne, porque mi espíritu estaba opacado por las tantas noches de llanto, por los tantos golpes ofrecidos por mi esposo. Suspire y mis pulmones se llenaron del humo de los cigarrillos prendidos era momento cambiar mi semblante, por uno más sublime para la ocasión. Mire el lugar, las cortesanas más caras de todo París se encontraban en ese lugar, los caballeros más distinguidos eran complacidos, una cantante estaba en el escenario con un pequeño traje que mostraba las piernas y sus prominentes curvas. En la barra el cantinero tan leal a Gaspar como a mí. Y Gaspar monitoreando todo desde la barra no se le escapaba nada, tomaba los minutos como lo más preciado, y así era ese trabajo una hora era más que suficiente decía él, pero mientras pagasen lo que costaba cada mujer todo era bienvenido, me acerque a mi socio que con un fuerte abrazo lo estreche hacia mi – Querido – dije tan suave como el halo de un niño.

Los minutos con el siempre eran valiosos él se encargaba de darme la energía que necesitaba para seguir con todo esto. El señor Giustozzi nunca me había mirado con otros ojos más que con los de una bella dama cumpliendo con su parte del trato. Tome lo que siempre bebía Champagne, ese vino ferveciente me fascinaba más que cualquier otro lujo, hacia que todo en mi cambiara del cielo a la tierra. Sonreí al cantinero y bebí de mi carísima copa – Tienes algo para mí – le pregunte brindando por el éxito de nuestro negocio, el miro el lugar parecía buscar a alguien e hizo una seña, por el humo no alcance a ver de quien se trataba, pero el siempre me daba lo mejor, aun cuando yo pensaba lo contrario siempre me tocaban hombres de buen vivir que necesitaban sentirse amados, pero ¿Quién me amaba a mi?, pensé en Angst, el parecía amarme pero me costaba creer en un hombre tan frio como él. Suspire y sonriendo de medio lado – Iré pues a mi habitación – Dije sonriendo y le guiñe el ojo a Gaspar.

El me había decorado una habitación con las paredes de tul rojo como la sangre, era mi color favorito, mostraba la parte de mi alma herida, camine entre un pasillo largo hasta ver las letras de bronce que decían Amy, nada mas no hacía falta apellidos o apodos, mi nombre ya era mi apodo de todos modos. Abrí la puerta, adentro estaría ya mi cliente, siempre era así, el llegaba primero y luego la cortesana que había pedido, suspire dos veces y gire la manilla con una sonrisa en mi rostro quede paralizada cuando adentro no vi precisamente lo que deseaba ver. En silencio entre y cerré la puerta, no la conocía, no la había visto ¿Qué hacía en mi lugar? Me pregunte mientras tragaba saliva – Creo que se ha equivocado Señorita – susurre.