AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Only the good die young [Privado]
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Only the good die young [Privado]
El venia de tierras inhóspitas, aquellas en las que el invierno azotaba a los pobres y a los ricos por igual sobrevivir cada día en la nieve de las montañas. Recuerdos cansados, recuerdos felices, recuerdos abandonados, recuerdos forzados, todos venían a su mente con el aroma del fresco invierno, aun cuando las temperaturas de Francia no alcanzaban los grados bajo cero que caracterizaban a su vieja Rusia si llegaba al punto de revivir la nostalgia que poco le caracterizaba. La quietos de las noches, el sonido del mirlo cantando en la ventana de su descuidada habitación y la luz de la luna daban la sensación de que cuando despertara estaría en la puerta de su cuarto el viejo hombre al que llamaba padre, enfurecido porque no estaba limpiando las mesas y ya era medio día, el sonido de las botellas rompiéndose cuando trataba de preparar alguna bebida o el silencio del sótano donde leía los viejos escritos que fuereños entregaban a su madre por los favores y el buen servicio del hotel
- Cállate Anastajisia!!! -Le había gritado a su amiga muchas veces cuando su padre, cansado de tocar a la puerta mandaba a la muchacha a que montara guardia en la puerta hasta que el saliera, en ese entonces tenía solamente 12 años, Anastajisia era su mejor amiga en todo el mundo, era la única muchachita del pueblo que según las habladurías de los mirones igualaba la belleza de la dama de la mansión de los Romanov, la aclamada Elizabeth, sin embargo en ese entonces los tres no eran otra cosa más que pequeños mocosos y Dmitry no alcanzaba a comprender porque tanto alboroto hacia la apariencia de las chicas, el no alcanzaría a comprenderlo hasta mucho tiempo después, cuando cegada por el dolor Anastajisia salto hacia el agua helada y murió de hipotermia.
La imagen de la muchacha, con los labios azules, piel fría y cabellos adornados por los restos de hielo que dejo el agua abandonados jamás desaparecería de su cabeza. En especial, porque la belleza de la muerta no se comparaba con ella cuando estuvo viva, un dulce dolor le recorría el cuerpo hasta la fecha cada vez que llegaban el tiempo vistiendo al pueblo entero de blanco para recordar la trágica noche de la novia muerta.
Ahora en parís la soledad le invadía más que nunca, el recuerdo de Anastajisia, el recuerdo de su madre muerta, de su padre y madre adoptivos, de los chismosos del pueblo, todo aquello que al menos una vez en su vida quiso olvidar se clavaba en su pecho como dagas afiladas cortándole la carne, desangrando su cuerpo mientras sus huesos eran aplastados por una gran mole de piedra, porque extrañaba vivir allá, extrañaba las mañanas luminosas de su infancia cuando se puede decir fue completamente feliz, ese tiempo tan corto de apenas un mes, en el que tuvo conciencia de las cosas y noto que lo tenía todo.
Ahora poco a poco había visto desaparecer todo lo que una vez amo de forma ridículamente rápida y fácil, incluso su apacible vida como camarero de una posada se fue al cuerno cuando Fernando llego y termino de esclavo en un país extraño, con apenas y algunas nociones del habla francesa y sin ni una sola persona con la cual hablar, excepto claro, el mismo Fernando, quien le libero permitiéndole quedarse con él. Ahora el mismo había decidido por su cuenta quedar ahí buscando un algo que jamás sabría con seguridad que era, esperando que el destino llegase a sus pies entregándole su papel en el mundo aun cuando esa era una ridícula esperanza.
Cerro los ojos mordiendo suavemente la carne de sus manos, con la piel casi desprovista de color se tornó rojiza de inmediato, él se encontraba ahora sentado sobre el suelo frio de uno de los viejos callejones de la ciudad del amor, mirando la desgracia a su alrededor para sentirse menos desgraciado, comparado con los otros de su clase el simplemente era de los que tenían el vaso medio lleno, pues sufría todo tipo de males y sí que él lo pidiese siquiera llegaba alguien a arreglarlo, después todo se iba por las tubería y volvía empezar
- Cállate Anastajisia!!! -Le había gritado a su amiga muchas veces cuando su padre, cansado de tocar a la puerta mandaba a la muchacha a que montara guardia en la puerta hasta que el saliera, en ese entonces tenía solamente 12 años, Anastajisia era su mejor amiga en todo el mundo, era la única muchachita del pueblo que según las habladurías de los mirones igualaba la belleza de la dama de la mansión de los Romanov, la aclamada Elizabeth, sin embargo en ese entonces los tres no eran otra cosa más que pequeños mocosos y Dmitry no alcanzaba a comprender porque tanto alboroto hacia la apariencia de las chicas, el no alcanzaría a comprenderlo hasta mucho tiempo después, cuando cegada por el dolor Anastajisia salto hacia el agua helada y murió de hipotermia.
La imagen de la muchacha, con los labios azules, piel fría y cabellos adornados por los restos de hielo que dejo el agua abandonados jamás desaparecería de su cabeza. En especial, porque la belleza de la muerta no se comparaba con ella cuando estuvo viva, un dulce dolor le recorría el cuerpo hasta la fecha cada vez que llegaban el tiempo vistiendo al pueblo entero de blanco para recordar la trágica noche de la novia muerta.
Ahora en parís la soledad le invadía más que nunca, el recuerdo de Anastajisia, el recuerdo de su madre muerta, de su padre y madre adoptivos, de los chismosos del pueblo, todo aquello que al menos una vez en su vida quiso olvidar se clavaba en su pecho como dagas afiladas cortándole la carne, desangrando su cuerpo mientras sus huesos eran aplastados por una gran mole de piedra, porque extrañaba vivir allá, extrañaba las mañanas luminosas de su infancia cuando se puede decir fue completamente feliz, ese tiempo tan corto de apenas un mes, en el que tuvo conciencia de las cosas y noto que lo tenía todo.
Ahora poco a poco había visto desaparecer todo lo que una vez amo de forma ridículamente rápida y fácil, incluso su apacible vida como camarero de una posada se fue al cuerno cuando Fernando llego y termino de esclavo en un país extraño, con apenas y algunas nociones del habla francesa y sin ni una sola persona con la cual hablar, excepto claro, el mismo Fernando, quien le libero permitiéndole quedarse con él. Ahora el mismo había decidido por su cuenta quedar ahí buscando un algo que jamás sabría con seguridad que era, esperando que el destino llegase a sus pies entregándole su papel en el mundo aun cuando esa era una ridícula esperanza.
Cerro los ojos mordiendo suavemente la carne de sus manos, con la piel casi desprovista de color se tornó rojiza de inmediato, él se encontraba ahora sentado sobre el suelo frio de uno de los viejos callejones de la ciudad del amor, mirando la desgracia a su alrededor para sentirse menos desgraciado, comparado con los otros de su clase el simplemente era de los que tenían el vaso medio lleno, pues sufría todo tipo de males y sí que él lo pidiese siquiera llegaba alguien a arreglarlo, después todo se iba por las tubería y volvía empezar
Dmitry Romanov- Humano Clase Baja
- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 12/03/2012
Re: Only the good die young [Privado]
Cuatro eran los años aproximadamente que Kallisté llevaba en esa condición. Apenas llevaba un mes comenzando a entender su realidad. El tiempo restante se la pasaba creyendo que estaba aun viva, que la habían abandonado, pero no sabía quien, o quienes, tampoco entendía porque algunas personas pasaban de largo sin ni siquiera regalarle una mirada, quizás la manera en que había muerto le impedía ver la realidad. Nadie sabía la forma en que le habían robado la vida, ni siquiera ella lo sabía todo el tiempo, sólo le venían episodios de lo acontecido, y cuando entendía que estaba muerta, toda la película de su muerte aparecía ante sus ojos. Esa escena era bastante cruda, y cuando se veía ahí, tirada y bañada en sangre, comenzaba a confundirse, lo que la hacía caer al abismo de la tristeza, era presenciar a Rudd, si antiguo esposo, abrazándola con culpa, con amor, deseando que volviera la vida, pero eso nunca pasaría.
Kallisté pocas veces aceptaba ya no pertenecer al mundo de los vivos, lo aceptaba después de gritar al viento ayuda, auxilio, y no ser auxiliada. Lo aceptaba cuando en vez de golpearse la cabeza, traspasaba las pareces, lo aceptaba cuando el vació de su interior, no era generado por hambre, sino por la tristeza que llevaba sobre sus hombros. Había deseado en muchas ocasiones, volver a sentir el sabor de un pastel de chocolate, pero mientras no supiera como volverse corpórea, no gozaría de esos privilegios. Con el paso del tiempo, aprendió a soltar penas, culpas, y deseos negativos al aire de los vivos. Y su alma, o espíritu, como quieras llamarle, se sentía ligero, y no sólo eso, comenzaba a vibrar como si de una vela se tratase. Un alma pura, que en su vida ha predicado el bien, y la palabra de un Dios al que cree, sólo puede brillar, y si la luz se va extinguiendo, sólo queda sacudir el polvo que le ha caído encima, para volver a brillar como antes.
Con el paso del tiempo, la fantasma comenzó a robar por mera necesidad las energías y emociones de todo aquel que pasaba a su alrededor, se dio cuanta que mientras más energías se impregnaban en su esencia fantasmal, más fuerte se sentía, y eso le daban sensaciones humanas, como alegría, amor, hambre, e incluso deseo. Era extraño sentir deseo en ese estado, pero lo atribuía a las sensaciones que su nuevo estado comenzaba a conocer. Conforme pasó el tiempo, pudo irse materializando, y notaba el color de su piel (con más palidez, claro) el color de sus labios, el largo de su cabello, y su aun conservada y hermosa figura. A pesar de haber tenido un hijo, se había cuidado, para ella todos los días debía verse igual o más bella, sólo par Rudd… De verdad extrañaba esos tiempos de humana, su vida perfecta. La fantasma también aprendió que las energías negativas son más fáciles de absorber, pero en su estado, y los sentimientos que siempre manejaba, la hacían perturbarse, e incluso ponerse agresiva, dependiendo de los deseos del principal portador, por eso había aprendido a diferenciar las energías y sentimientos, para que su alma errante no comenzara a oscurecer.
Aquel primer mes de reconocimiento y aceptación, la llevaron a a viajar por varias partes del mundo, se había abrazado a cuerpos humanos, a almas diferentes, y ellas la traían de un lugar a otro. Por fin había vuelto a Paris, ese sería su segundo día la ciudad de la luz, y aún no sabía donde meterse o que hacer. Kallisté viajaba de un lado a otro, en su estado espiritual, en ocasiones brillaba para iluminar el camino de algunas personas, por extraño que pareciera, ellos no temían a la luz que emanaba, más bien la seguían, y después agradecían sin más para llegar al destino necesario. Aquel día deseaba probar el pastel de chocolate, por eso robaría toda la energía necesaria. En los teatros, en las calles, en los restaurantes, en dónde fuera, porque lo necesitaba, necesitaba más razones para aguantar hasta que su meta quedará hecha y poder ir a la luz. Estaba a mitad de camino hasta que se metió a uno de los callejones, y observó una figura doblada. Se pegó a una de las paredes para observarlo. - La noche es muy fría para estar en el suelo, y no en un techo - Le susurró, escondida bajo las sombras, buscando energía en el aire para materializarse. Lo pudo hacer, su forma corpórea se asomaba. - ¿Qué haces ahí? - Preguntó con inocencia, Kallisté había olvidado la diferencia de clases en ese nuevo estado.
Kallisté pocas veces aceptaba ya no pertenecer al mundo de los vivos, lo aceptaba después de gritar al viento ayuda, auxilio, y no ser auxiliada. Lo aceptaba cuando en vez de golpearse la cabeza, traspasaba las pareces, lo aceptaba cuando el vació de su interior, no era generado por hambre, sino por la tristeza que llevaba sobre sus hombros. Había deseado en muchas ocasiones, volver a sentir el sabor de un pastel de chocolate, pero mientras no supiera como volverse corpórea, no gozaría de esos privilegios. Con el paso del tiempo, aprendió a soltar penas, culpas, y deseos negativos al aire de los vivos. Y su alma, o espíritu, como quieras llamarle, se sentía ligero, y no sólo eso, comenzaba a vibrar como si de una vela se tratase. Un alma pura, que en su vida ha predicado el bien, y la palabra de un Dios al que cree, sólo puede brillar, y si la luz se va extinguiendo, sólo queda sacudir el polvo que le ha caído encima, para volver a brillar como antes.
Con el paso del tiempo, la fantasma comenzó a robar por mera necesidad las energías y emociones de todo aquel que pasaba a su alrededor, se dio cuanta que mientras más energías se impregnaban en su esencia fantasmal, más fuerte se sentía, y eso le daban sensaciones humanas, como alegría, amor, hambre, e incluso deseo. Era extraño sentir deseo en ese estado, pero lo atribuía a las sensaciones que su nuevo estado comenzaba a conocer. Conforme pasó el tiempo, pudo irse materializando, y notaba el color de su piel (con más palidez, claro) el color de sus labios, el largo de su cabello, y su aun conservada y hermosa figura. A pesar de haber tenido un hijo, se había cuidado, para ella todos los días debía verse igual o más bella, sólo par Rudd… De verdad extrañaba esos tiempos de humana, su vida perfecta. La fantasma también aprendió que las energías negativas son más fáciles de absorber, pero en su estado, y los sentimientos que siempre manejaba, la hacían perturbarse, e incluso ponerse agresiva, dependiendo de los deseos del principal portador, por eso había aprendido a diferenciar las energías y sentimientos, para que su alma errante no comenzara a oscurecer.
Aquel primer mes de reconocimiento y aceptación, la llevaron a a viajar por varias partes del mundo, se había abrazado a cuerpos humanos, a almas diferentes, y ellas la traían de un lugar a otro. Por fin había vuelto a Paris, ese sería su segundo día la ciudad de la luz, y aún no sabía donde meterse o que hacer. Kallisté viajaba de un lado a otro, en su estado espiritual, en ocasiones brillaba para iluminar el camino de algunas personas, por extraño que pareciera, ellos no temían a la luz que emanaba, más bien la seguían, y después agradecían sin más para llegar al destino necesario. Aquel día deseaba probar el pastel de chocolate, por eso robaría toda la energía necesaria. En los teatros, en las calles, en los restaurantes, en dónde fuera, porque lo necesitaba, necesitaba más razones para aguantar hasta que su meta quedará hecha y poder ir a la luz. Estaba a mitad de camino hasta que se metió a uno de los callejones, y observó una figura doblada. Se pegó a una de las paredes para observarlo. - La noche es muy fría para estar en el suelo, y no en un techo - Le susurró, escondida bajo las sombras, buscando energía en el aire para materializarse. Lo pudo hacer, su forma corpórea se asomaba. - ¿Qué haces ahí? - Preguntó con inocencia, Kallisté había olvidado la diferencia de clases en ese nuevo estado.
Kallisté- Fantasma
- Mensajes : 56
Fecha de inscripción : 23/04/2012
Edad : 34
Re: Only the good die young [Privado]
Una noche oculta entre la fatalidad y la decadencia, teñida con las risas de la bruja habían robado completamente su sueño, lejos de aquellas tierras frías había dormido tranquilamente la primera noche sin embargo a pesar de que la demoniaca vieja de duros dientes consiguió partir a más de cien personas durante el tiempo que llevaba habitando el pueblo no se comparaba con el número de muertos que probablemente descansaban en las cloacas de parís, personas sin rostros que fueron víctimas de la locura que vivía en las paredes de la ciudad. Dimitri no era un hombre supersticioso, se había cerrado a las posibilidades de que existiese algo mas escondiéndose en la oscuridad pero la incertidumbre le comía la cabeza en ocasiones, a veces el muchacho se sentía como una especie de perro cuando el instinto le decía algo siempre debía escucharlo, gracias a ello jamás en su vida se había accidentado, era normal tener una o dos cicatrices en el cuerpo gracias a las andadas que eran comunes durante la niñez, pero el jamás había sufrido alguna caída o siquiera chocado con alguien a menos que aquello le trajera beneficios.
él era una persona prejuiciosa de nacimiento, tenía todos los defectos que alguien de su clase no debería tener mientras que al mismo tiempo no los poseía, la arrogancia no entraba en su vocabulario pero comúnmente su comportamiento lograba que el resto del mundo pensase que lo era, la piedad no era uno de sus rasgos, no era una persona dada a sentir lastima por nadie pero a menudo se encontraba ayudando a aquellos que tuviesen algún problemas pues sus principios morales le indicaban que así debía hacerlo, era una persona que se sometía fácilmente ante una entidad más fuerte que él y obedientemente trabajaba siguiendo cualquier orden por incoherente que le sonase, sin embargo tendía a dirigirse a sus superiores con un tono de superioridad involuntario además de que aunque jamás le había desagradado realmente nadie tendía mirar a todo el mundo de una manera hosca, casi mordaz. En pocas palabras era un decadente ser humano sin dinero ni influencia que se dedicaba comúnmente a gruñir y quejarse mientras deja llevar por la corriente.
El frio se volvió mayor sin razón aparente, una escalofrió recorrió la nuca de Dmitry antes de levantar el rostro súbitamente ante la sensación de algo extraño, su sistema estaba acostumbrado a dicho frio sin embargo algo en sus huesos se sentía extraño, su piel no se enfrió pero se le calaban los huesos, era como poner la mano cerca de un hielo despidiendo vapor a 0°c, la figura suave y difusa de una mujer que aparecía entre la oscuridad del callejón lo tomo por sorpresa levantándose de un salto ante la presencia de la extraña, parecía una mujer de clase alta con el viento soplándole silenciosamente en el rostro, moviendo sus ropas y sus cabellos en una ligera danza, hermosamente iluminada por la luz de la luna, sin embargo algo iba mal con aquella escena sin embargo el ruso no podía deducir que era.
- El frio no es cosa que pueda amedrentarme madeimoselle-dijo suspirando mientras se dejaba caer en el suelo de nuevo, su tono era monótono y distraído pues su mirada se había perdido en algún lugar muy lejos de la mujer, sin embargo enseguida la miro nuevamente, no encontraba inconvenientes en contestar la pregunta así que sonriendo un poco comenzó a hablar- La troje vieja esta ya ocupada y mi piso se encuentra muy lejos, además, la noche es muy divertida como para desperdiciarla no??...-ladeo la cabeza, a pesar de todo seguía sin haber perturbaciones en su palabra, estuvo tentado a recortar de tajo la conversación pero en esos precisos instantes no tenía nada mejor que hacer- Y usted?? No debería andar sola por los callejones sin escolta…-continuo andando sobre terreno arenoso pues había supuesto enseguida que se trataba de alguien de clase alta
él era una persona prejuiciosa de nacimiento, tenía todos los defectos que alguien de su clase no debería tener mientras que al mismo tiempo no los poseía, la arrogancia no entraba en su vocabulario pero comúnmente su comportamiento lograba que el resto del mundo pensase que lo era, la piedad no era uno de sus rasgos, no era una persona dada a sentir lastima por nadie pero a menudo se encontraba ayudando a aquellos que tuviesen algún problemas pues sus principios morales le indicaban que así debía hacerlo, era una persona que se sometía fácilmente ante una entidad más fuerte que él y obedientemente trabajaba siguiendo cualquier orden por incoherente que le sonase, sin embargo tendía a dirigirse a sus superiores con un tono de superioridad involuntario además de que aunque jamás le había desagradado realmente nadie tendía mirar a todo el mundo de una manera hosca, casi mordaz. En pocas palabras era un decadente ser humano sin dinero ni influencia que se dedicaba comúnmente a gruñir y quejarse mientras deja llevar por la corriente.
El frio se volvió mayor sin razón aparente, una escalofrió recorrió la nuca de Dmitry antes de levantar el rostro súbitamente ante la sensación de algo extraño, su sistema estaba acostumbrado a dicho frio sin embargo algo en sus huesos se sentía extraño, su piel no se enfrió pero se le calaban los huesos, era como poner la mano cerca de un hielo despidiendo vapor a 0°c, la figura suave y difusa de una mujer que aparecía entre la oscuridad del callejón lo tomo por sorpresa levantándose de un salto ante la presencia de la extraña, parecía una mujer de clase alta con el viento soplándole silenciosamente en el rostro, moviendo sus ropas y sus cabellos en una ligera danza, hermosamente iluminada por la luz de la luna, sin embargo algo iba mal con aquella escena sin embargo el ruso no podía deducir que era.
- El frio no es cosa que pueda amedrentarme madeimoselle-dijo suspirando mientras se dejaba caer en el suelo de nuevo, su tono era monótono y distraído pues su mirada se había perdido en algún lugar muy lejos de la mujer, sin embargo enseguida la miro nuevamente, no encontraba inconvenientes en contestar la pregunta así que sonriendo un poco comenzó a hablar- La troje vieja esta ya ocupada y mi piso se encuentra muy lejos, además, la noche es muy divertida como para desperdiciarla no??...-ladeo la cabeza, a pesar de todo seguía sin haber perturbaciones en su palabra, estuvo tentado a recortar de tajo la conversación pero en esos precisos instantes no tenía nada mejor que hacer- Y usted?? No debería andar sola por los callejones sin escolta…-continuo andando sobre terreno arenoso pues había supuesto enseguida que se trataba de alguien de clase alta
Dmitry Romanov- Humano Clase Baja
- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 12/03/2012
Re: Only the good die young [Privado]
Por un momento llegó a pensar que el hombre estaba muerto, pero el movimiento que su respiración le proporcionaba le alejó toda idea. Sintió una especie de alivió al notar que la muerte no acompañaba a la figura frente a él, pequeños susurros siempre le decían que la parca estaba por venir por ella, que estaba tras sus pasos, y que llevaría su alma al purgatorio, y no es que huyera en realidad, simplemente no entendía como ese ser "supremo" no podía localizarla, quizás le mentían y tenía más tiempo para poder cumplir su meta, quizás Dios no la había abandonado del todo y estaba a su lado, muchas cosas podrían ser posibles pero mientras que ni una ni otra ocurriera ella podría seguir deambulando por las calles, volverse corpórea y abrazar la calidez que no tenía en las almas y los cuerpos de los vivos, eso le daba una gran sensación de alivio, lo cual no encontraba todo el tiempo.
- ¿Frío? ¿Qué es el frío? Hace mucho tiempo no sé como se siente tener frío, ¿Puedes decirme como se siente? Escucho algunas voces que dicen sobre el frío, todos dicen que duele, antes me gustaba pues solía usar ropa que me protegía y recibir abrazos que lo alejaban, pero poco a poco estoy perdiendo la idea de lo que es, y ya no lo siento, ¿Podrías decirme que es el frío? Espero no te espantes por lo que digo, quizás pueda explicarte después ¿Puedes decirme entonces? - Sus labios habían formado una delicada sonrisa, fina, "cálida" y hermosa, dejando ver la bondad que su espíritu aun poseía, dejando en claro también su deseo por escuchar y ser acompañada, las almas como ella necesitan compañía para no sentirse desamparadas, pero sobretodo para no encontrar la locura con rapidez, pues su dolor las consume, y las hace volverse almas errantes dispuestas a eliminar todo rastro de luz en su paso lleno de oscuridad, algo extraño pero completamente cierto, y ella estaba aún a tiempo de poder ser guiada por el sendero de la paz y la prosperidad.
- Se que contradije mis palabras, que quizás te mencioné lo frío de la noche, pero los seres humanos siempre lo hacemos ¿No es correcto? Preguntar por los estados y las incomodidades de los demás, eso veo, y he escuchado unas personas decir que estaba helado ¿Me entiendes? ¿Hablo de manera correcta? - Podría notarse que la fantasma comenzaba a desesperarse, a veces se le iba la cordura, y muchas veces sus palabras no eran bien dichas, quizás por eso con los pocos que había hablado decidían todo el tiempo marcharse, o quizás no, ella tenía muchas ideas distintas que procesar, y pocas energías para poder analizarlas. Su bondad la hacía también sentir el doble de la desesperación normal que comúnmente podría sentir, pues el no querer infringir miedo y dolor a otras personas hacía que infringiera el propio, si, todo era contradictorio, quizás por eso pensaba mucho al acercarse y al hablar, para no lastimar aquellos que no conocieran su situación. Sonrió al notar que el silencio había reinado el pequeño callejón, y se encogió de hombros - Por favor, no te espantes - Suplicó.
- No es correcto que esté aquí, el peligro puede acecharlo y volverle un ser como yo, por favor levántese, si desea yo puedo acompañarlo hasta su piso, y espantaré a todo aquel que quiera hacerle daño - Su mano traslúcida entre las sombras tomó su forma humana, o la que era humana estirándola para poder dirigirla a su nuevo acompañante - ¿Qué tiene de divertida la noche? Hace mucho tampoco me divierto ¿Qué es diversión? ¿Me enseñaría a tenerla? - Su rostro pálido impuso un color carmín, asimilando la realidad humana de la vergüenza, de verdad no deseaba espantar al joven que de manera amable le había correspondido el saludo. - No necesito que alguien me escolte, puedo cuidarme sola, hace mucho tiempo nadie ve por mi - Se quedó simulando un pensamiento - Si cree que está muy lejos su hogar puedo prestarle el mío, no está muy lejos, y tendrá una cama caliente para poder dormir ¿Qué le parece? - Kallisté sabia que su casa estaba abandonada, sucia quizás, pero desde su catastrófica muerte nadie se había atrevido a asomarse ahí, su padre la había comprado con el afán de guardar la memoria de su hija, y esperanzado en que quizás Freddy podría reconocerla de más grande, no le importaba compartir ese lugar con un desconocido, le gustaba poder llevar vida a la casa que se moría con ella.
- ¿Frío? ¿Qué es el frío? Hace mucho tiempo no sé como se siente tener frío, ¿Puedes decirme como se siente? Escucho algunas voces que dicen sobre el frío, todos dicen que duele, antes me gustaba pues solía usar ropa que me protegía y recibir abrazos que lo alejaban, pero poco a poco estoy perdiendo la idea de lo que es, y ya no lo siento, ¿Podrías decirme que es el frío? Espero no te espantes por lo que digo, quizás pueda explicarte después ¿Puedes decirme entonces? - Sus labios habían formado una delicada sonrisa, fina, "cálida" y hermosa, dejando ver la bondad que su espíritu aun poseía, dejando en claro también su deseo por escuchar y ser acompañada, las almas como ella necesitan compañía para no sentirse desamparadas, pero sobretodo para no encontrar la locura con rapidez, pues su dolor las consume, y las hace volverse almas errantes dispuestas a eliminar todo rastro de luz en su paso lleno de oscuridad, algo extraño pero completamente cierto, y ella estaba aún a tiempo de poder ser guiada por el sendero de la paz y la prosperidad.
- Se que contradije mis palabras, que quizás te mencioné lo frío de la noche, pero los seres humanos siempre lo hacemos ¿No es correcto? Preguntar por los estados y las incomodidades de los demás, eso veo, y he escuchado unas personas decir que estaba helado ¿Me entiendes? ¿Hablo de manera correcta? - Podría notarse que la fantasma comenzaba a desesperarse, a veces se le iba la cordura, y muchas veces sus palabras no eran bien dichas, quizás por eso con los pocos que había hablado decidían todo el tiempo marcharse, o quizás no, ella tenía muchas ideas distintas que procesar, y pocas energías para poder analizarlas. Su bondad la hacía también sentir el doble de la desesperación normal que comúnmente podría sentir, pues el no querer infringir miedo y dolor a otras personas hacía que infringiera el propio, si, todo era contradictorio, quizás por eso pensaba mucho al acercarse y al hablar, para no lastimar aquellos que no conocieran su situación. Sonrió al notar que el silencio había reinado el pequeño callejón, y se encogió de hombros - Por favor, no te espantes - Suplicó.
- No es correcto que esté aquí, el peligro puede acecharlo y volverle un ser como yo, por favor levántese, si desea yo puedo acompañarlo hasta su piso, y espantaré a todo aquel que quiera hacerle daño - Su mano traslúcida entre las sombras tomó su forma humana, o la que era humana estirándola para poder dirigirla a su nuevo acompañante - ¿Qué tiene de divertida la noche? Hace mucho tampoco me divierto ¿Qué es diversión? ¿Me enseñaría a tenerla? - Su rostro pálido impuso un color carmín, asimilando la realidad humana de la vergüenza, de verdad no deseaba espantar al joven que de manera amable le había correspondido el saludo. - No necesito que alguien me escolte, puedo cuidarme sola, hace mucho tiempo nadie ve por mi - Se quedó simulando un pensamiento - Si cree que está muy lejos su hogar puedo prestarle el mío, no está muy lejos, y tendrá una cama caliente para poder dormir ¿Qué le parece? - Kallisté sabia que su casa estaba abandonada, sucia quizás, pero desde su catastrófica muerte nadie se había atrevido a asomarse ahí, su padre la había comprado con el afán de guardar la memoria de su hija, y esperanzado en que quizás Freddy podría reconocerla de más grande, no le importaba compartir ese lugar con un desconocido, le gustaba poder llevar vida a la casa que se moría con ella.
Kallisté- Fantasma
- Mensajes : 56
Fecha de inscripción : 23/04/2012
Edad : 34
Re: Only the good die young [Privado]
Muchas cosas afectaban a Dmitry quien de vez en vez amanecía con su vena fatalista al máximo, sin embargo el frio era algo que hasta cierto punto le agradaba mucho más que el calor sofocante que vivió durante el viaje de Rusia a Francia pues algunas veces la tripulación paraba a descansar o a reabastecerse en pequeñas islas tropicales situadas a mitad del camino, incluso creía que había sufrido un poco de claustrofobia los meses que permaneció en cautiverio pues muy a pesar de que de vez en cuando les visitaban y algunos rayos de luz se filtraban dentro de aquella insipiente mazmorra no era suficiente para saciar el hambre de libertad que llenaba el alma del ruso, de modo que podía darse por bien servido con el simple hecho de dormir en la troje vieja o permanecer en los callejones vagando hasta tarde en busca de una respuesta a las preguntas no formulas dentro de su cabeza
La extrañeza llego a el rápidamente mientras escuchaba a la mujer hablar, existía una cierta melancolía en sus palabras que le hacían sentir desganado, aun así no podía dejar de escuchar a sus armas que le gritaban que había algo extraño en aquella presencia tan poco usual que la rodeaba, como siempre se sintió igual que una especie de animal que olía el peligro en la naturaleza de la gente aunque en este caso no era precisamente peligro lo que sentía sino algo más que no alcanzo a descifrar enseguida, aun así parpadeo un par de veces para después abrir la boca en busca de una respuesta, por primera vez costo un poco que se le soltara la lengua sin embargo enseguida recobro la vida que durante algunos segundos le había abandonado
- Como puede haberlo olvidado??-negó con la cabeza rápidamente contestando a su pregunta con una respuesta que algunas situaciones podía ser correcta, aunque este no era el precisamente el caso-En realidad es probable que ocurría si viene usted de las tierras frías al igual que yo, aunque mi caso aún no es tan crónico por así decirlo mi padre solía decir que lo inviernos ya no eran nada para el cuándo ya se había acostumbrado tanto al frio que hasta había olvidado como se sentía tenerlo…supongo que es un sentimiento que no se puede describir a menos que se halla sentido alguna vez el calor, a su pregunta me temo que no hallo la respuesta pues no encuentro un concepto que logre abarcar la sensación, aunque podría decirlo como…la ausencia del calor o la alta temperatura en el cuerpo-mientras soltaba otra de sus descargas de palabras miraba atentamente a la mujer tratando de encontrar aquel algo que le hacía permanecer alerta ante su presencia
Ladeo el rostro escuchándola hablar, a cada palabra su cerebro comenzaba a hacer la conexión entre él y lo ocurría a su alrededor, las piezas comenzaban a encajar bastante lentamente sin embargo durante unos segundos se negaron a juntarse con las piezas faltantes, aquella figura fantasmagórica podía ser que tuviese de fantasmagórico algo más que su figura sin embargo la negación en su cabeza le gritaba que estaba siendo tremendamente irracional con respecto a la mujer, quizá la oscuridad de la noche le estaba haciendo ver monstruos en donde no los había confundiendo el ulular del búho con los gritos de los muertos siendo arrastrados al infierno, fuese lo que fuese Dmitry se negaba a caer en aquella ridiculez aun cuando sus ojos se encontraban bien abiertos por la impresión aun cuando su ceño permanecía fruncido y sus labio apretados esperando no hacer gala de su brutalidad al hablar hasta el punto de cometer más de una indiscreción si llegaba a abrir la boca más de 5 segundos.
- Soy una vergüenza pero supongo que por hoy dejare que una dama me escolte hasta mi cuarto-exclamo con una sonrisa tensa levantándose del suelo, sinceramente quería quitar de su cabeza todas las implicaciones ocultas, o tal vez no tan ocultas que había descubierto en las palabras de la mujer, a pesar de que su cuerpo no temblaba su corazón latía fuerte con algún sentimiento que no llego a procesar por mucho que analizo-hay muchas cosas que no ha hecho últimamente cierto??-pregunto simplemente por preguntar pues no tenía intención de entrar en detalles cuando podía simplemente así de fácil enterarse de cosas o seres que probablemente hubiese preferido no saber así que antepuso su sentido común explicando la manera extraña de la mujer con una perfecta negación “Ella está cansada y por ello su memoria falla” aquella afirmación le hizo sentir un poco mejor y sonrió ahora de modo más suelto- Ah…supongo que puedo dar un par de vueltas por la ciudad antes de volver a mi aburrido sitio, seguramente me encantara su compañía-su tono sonaba un poco huraño pero eso era algo característico en el.
La extrañeza llego a el rápidamente mientras escuchaba a la mujer hablar, existía una cierta melancolía en sus palabras que le hacían sentir desganado, aun así no podía dejar de escuchar a sus armas que le gritaban que había algo extraño en aquella presencia tan poco usual que la rodeaba, como siempre se sintió igual que una especie de animal que olía el peligro en la naturaleza de la gente aunque en este caso no era precisamente peligro lo que sentía sino algo más que no alcanzo a descifrar enseguida, aun así parpadeo un par de veces para después abrir la boca en busca de una respuesta, por primera vez costo un poco que se le soltara la lengua sin embargo enseguida recobro la vida que durante algunos segundos le había abandonado
- Como puede haberlo olvidado??-negó con la cabeza rápidamente contestando a su pregunta con una respuesta que algunas situaciones podía ser correcta, aunque este no era el precisamente el caso-En realidad es probable que ocurría si viene usted de las tierras frías al igual que yo, aunque mi caso aún no es tan crónico por así decirlo mi padre solía decir que lo inviernos ya no eran nada para el cuándo ya se había acostumbrado tanto al frio que hasta había olvidado como se sentía tenerlo…supongo que es un sentimiento que no se puede describir a menos que se halla sentido alguna vez el calor, a su pregunta me temo que no hallo la respuesta pues no encuentro un concepto que logre abarcar la sensación, aunque podría decirlo como…la ausencia del calor o la alta temperatura en el cuerpo-mientras soltaba otra de sus descargas de palabras miraba atentamente a la mujer tratando de encontrar aquel algo que le hacía permanecer alerta ante su presencia
Ladeo el rostro escuchándola hablar, a cada palabra su cerebro comenzaba a hacer la conexión entre él y lo ocurría a su alrededor, las piezas comenzaban a encajar bastante lentamente sin embargo durante unos segundos se negaron a juntarse con las piezas faltantes, aquella figura fantasmagórica podía ser que tuviese de fantasmagórico algo más que su figura sin embargo la negación en su cabeza le gritaba que estaba siendo tremendamente irracional con respecto a la mujer, quizá la oscuridad de la noche le estaba haciendo ver monstruos en donde no los había confundiendo el ulular del búho con los gritos de los muertos siendo arrastrados al infierno, fuese lo que fuese Dmitry se negaba a caer en aquella ridiculez aun cuando sus ojos se encontraban bien abiertos por la impresión aun cuando su ceño permanecía fruncido y sus labio apretados esperando no hacer gala de su brutalidad al hablar hasta el punto de cometer más de una indiscreción si llegaba a abrir la boca más de 5 segundos.
- Soy una vergüenza pero supongo que por hoy dejare que una dama me escolte hasta mi cuarto-exclamo con una sonrisa tensa levantándose del suelo, sinceramente quería quitar de su cabeza todas las implicaciones ocultas, o tal vez no tan ocultas que había descubierto en las palabras de la mujer, a pesar de que su cuerpo no temblaba su corazón latía fuerte con algún sentimiento que no llego a procesar por mucho que analizo-hay muchas cosas que no ha hecho últimamente cierto??-pregunto simplemente por preguntar pues no tenía intención de entrar en detalles cuando podía simplemente así de fácil enterarse de cosas o seres que probablemente hubiese preferido no saber así que antepuso su sentido común explicando la manera extraña de la mujer con una perfecta negación “Ella está cansada y por ello su memoria falla” aquella afirmación le hizo sentir un poco mejor y sonrió ahora de modo más suelto- Ah…supongo que puedo dar un par de vueltas por la ciudad antes de volver a mi aburrido sitio, seguramente me encantara su compañía-su tono sonaba un poco huraño pero eso era algo característico en el.
Dmitry Romanov- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 12/03/2012
Re: Only the good die young [Privado]
Su misión era sencilla, no tenía mucha ciencia en realidad. Bastante con encontrar a su ex marido, hacer que recuperara la memoria, y después juntos poder recuperar a su pequeño Freddy, el problema era que, la fantasma seguía viendo a su pequeño como ese niño de cinco años, no se había atrevido a guardar en su memoria como iría creciendo. Tenía grandes ventajas, por ejemplo, que las luces blancas la guiaban para así poder ir con ellas después de su misión, pero no sólo las luces la buscaban, también sombras de figuras demoniacas. Todo sería más fácil para ella de seguir con vida, pero aunque deseara llorar en ese momento con todas sus fuerzas de nada le servía. La inutilidad de unas lagrimas que quizás podrían ser imaginarías, y que lo demás no podía importar, quizás ella solo era imaginaría, quizás alguien la inventaba y la trataba de proyectar para no sentir sólo, todo era una probabilidad buena, pero la única verdad que existía era que ella no de desvanecería hasta encontrar un propósito, o más bien para cumplir su propósito.
- ¿Cuántos años tienes? - Preguntó de manera curiosa, incluso bastante testaruda e insistente. Le daba curiosidad, quizás por querer relacionarlo con su pequeño Freddy. Ante los demás ojos aquellas comparaciones podían ser muy malas, pero para ella era lo único que le quedaba, refugiarse en una idea de lo que ahora podía ser su bebé, y pensándolo bien, nunca antes se había puesto a pensar en lo mucho que podría haber crecido su hijo. Si aún tenía los cabellos negros como los de ella, y cortos como los de un buen soldadito, se preguntaba si tendría los grandes y expresivos ojos de su padre, o la piel pálida que ambos poseían, pero de algo si estaba segura, se vería tan guapo como si padre, pues su parecido era inclinado al hombre de la casa, y no es que le molestara, al contrario, estaba segura que cuando padre e hijo se reunieran, ambos se reconocerían cuando sus ojos se cruzaran después de mucho tiempo. - No te ves muy grande, tienes cara de apenas tener catorce años, o quizás yo estoy exagerando un poco - Bromeó, pero su sonrisa no sólo mostraba ternura, también tristeza. ¿Cómo olvidar que podría estar frente a su hijo? Todo le llevaba a un remordimiento, a una especie de sentimiento de culpa que no podía soportar, o lo haría lo que fuera necesario.
- Tú padre seguramente era un hombre muy fuerte, para poder aguantar altas temperaturas y creer que no pasa nada, recuerdo que cuando vivía de manera normal, cualquier pequeño viendo que chocara contra mi cuerpo me escandalizaba, y mi marido me cubría con sus brazos para darme de su calor, y olvidar mis malestares, era una época muy buena - Hizo una pequeña pausa, soltando sonrisas cómplices al recordar esos tiempos, que nunca volverían más. - ¿Entonces estás bien acostumbrado? Yo creo que ya me acostumbre, no me queda de otra, el frío es el que siempre cuida los andares de las criaturas distintas - Palabras que salían de manera natural, sin tener alguna especie de miedo por ser descubierta, y aunque fuera descubierta nadie podría hacerle nada, sólo bastaba volver a hacerse transparente como el aire para escapar del lugar. Quizás por eso no tenía miedo, y también porque Dmitry no le causaba alguna especie de desconfianza, al contrario, aunque eso si, le conocía poco para poder conocer por completo como era por dentro.
- He descubierto que estás calles siempre guardan secretos, incluso los animales pueden ser traidores y guardar los más atroces, ¿Pero cómo hacer que te digan algo? Ellos no pueden hablar a caso que cambien como lo che el sol y la luna para dar día o noche ¿Me entiendes? - Kallisté le compartía parte de lo que había aprendido en su vida como fantasma. -¿Te gusta éste lugar? ¿Por qué viniste a éste lugar? ¿De dónde eres? - Su curiosidad incrementaba a cada paso que daba, porque se había adelantado al camino, buscando salir de aquel callejón oscuro y mal oliente, le recordaban al olor de su cuerpo ya en putrefacción. Cuando recién había muerto, sin poder comprender se había materializado para percibirse, lo malo fue que se sintió tan asqueada de su propio recipiente que no deseaba recordarse como tal, sólo en las imágenes reflejadas en los espejos.
- ¿Cuántos años tienes? - Preguntó de manera curiosa, incluso bastante testaruda e insistente. Le daba curiosidad, quizás por querer relacionarlo con su pequeño Freddy. Ante los demás ojos aquellas comparaciones podían ser muy malas, pero para ella era lo único que le quedaba, refugiarse en una idea de lo que ahora podía ser su bebé, y pensándolo bien, nunca antes se había puesto a pensar en lo mucho que podría haber crecido su hijo. Si aún tenía los cabellos negros como los de ella, y cortos como los de un buen soldadito, se preguntaba si tendría los grandes y expresivos ojos de su padre, o la piel pálida que ambos poseían, pero de algo si estaba segura, se vería tan guapo como si padre, pues su parecido era inclinado al hombre de la casa, y no es que le molestara, al contrario, estaba segura que cuando padre e hijo se reunieran, ambos se reconocerían cuando sus ojos se cruzaran después de mucho tiempo. - No te ves muy grande, tienes cara de apenas tener catorce años, o quizás yo estoy exagerando un poco - Bromeó, pero su sonrisa no sólo mostraba ternura, también tristeza. ¿Cómo olvidar que podría estar frente a su hijo? Todo le llevaba a un remordimiento, a una especie de sentimiento de culpa que no podía soportar, o lo haría lo que fuera necesario.
- Tú padre seguramente era un hombre muy fuerte, para poder aguantar altas temperaturas y creer que no pasa nada, recuerdo que cuando vivía de manera normal, cualquier pequeño viendo que chocara contra mi cuerpo me escandalizaba, y mi marido me cubría con sus brazos para darme de su calor, y olvidar mis malestares, era una época muy buena - Hizo una pequeña pausa, soltando sonrisas cómplices al recordar esos tiempos, que nunca volverían más. - ¿Entonces estás bien acostumbrado? Yo creo que ya me acostumbre, no me queda de otra, el frío es el que siempre cuida los andares de las criaturas distintas - Palabras que salían de manera natural, sin tener alguna especie de miedo por ser descubierta, y aunque fuera descubierta nadie podría hacerle nada, sólo bastaba volver a hacerse transparente como el aire para escapar del lugar. Quizás por eso no tenía miedo, y también porque Dmitry no le causaba alguna especie de desconfianza, al contrario, aunque eso si, le conocía poco para poder conocer por completo como era por dentro.
- He descubierto que estás calles siempre guardan secretos, incluso los animales pueden ser traidores y guardar los más atroces, ¿Pero cómo hacer que te digan algo? Ellos no pueden hablar a caso que cambien como lo che el sol y la luna para dar día o noche ¿Me entiendes? - Kallisté le compartía parte de lo que había aprendido en su vida como fantasma. -¿Te gusta éste lugar? ¿Por qué viniste a éste lugar? ¿De dónde eres? - Su curiosidad incrementaba a cada paso que daba, porque se había adelantado al camino, buscando salir de aquel callejón oscuro y mal oliente, le recordaban al olor de su cuerpo ya en putrefacción. Cuando recién había muerto, sin poder comprender se había materializado para percibirse, lo malo fue que se sintió tan asqueada de su propio recipiente que no deseaba recordarse como tal, sólo en las imágenes reflejadas en los espejos.
Kallisté- Fantasma
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Re: Only the good die young [Privado]
"Todos estamos muertos cuando nacemos, el final esta decidido antes del comienzo, sí vivir significa seguir aprendiendo, entonces la muerte es cuando aprendemos la ultima cosa, finalmente descubrir el fin y entenderlo por completo es lo que la muerte es, no se nos esta permitido aprender algo, aquellos que no pueden transcender la muerte no deberían aprender nada"
Un pensamiento que lo persiguió desde pequeño ¿Cuál era el significado de morir? Aun no lo había encontrado, sabia lo que era la muerte, sabia lo que era la vida, pero no sabia lo que era morir o lo que era vivir, el existía y sobrevivía pero no estaba “vivo”, había visto en los ojos de la muerte desde que el primer aliento de vida lo toco, supo lo que era mirar los profundos ojos negros de la parca cuando Anna agonizo en sus brazos esa tarde de frio invernal, había sabido lo que era matar cuando durante su adolescencia se vio encargado de desollar a los animales para la obtención de pieles con los que se confeccionaban los abrigos, su vida estaba rodeada de “vida y muerte” pero saber las cosas y comprenderlas eran dos cosas completamente diferentes, de ser así él hubiese notado algo mas que extraño en la mujer con la que estaba hablando, hubiese probablemente entendido cosas que su mente no alcanzaba a captar en ese instante, quizá él hubiese sido consiente de las inconsistencias en aquel encuentro, pero no era así, el simplemente se mantuvo impasible ante la reunión con una dama tardía, eso de lo que se convencía fácilmente. Quizá si el entendiese la muerte podría haber olvidado sus prejuicios y permitirse creer en lo que tenia frente a sus narices.
- ¿Mi edad? Pues…Tengo 21 años recién cumplidos-Contesto con algo de diversión grabado en su voz ante la perspectiva de verse tan joven, quizá debía ser el hecho de que era delgado el que le restaba edad sin embargo no podía fiarse en las palabras que estaban dichas en modo de broma, siguió mirándola un instante con la misma expresión dura y desafiante que lo caracterizaba, esa que le trajo problemas de pequeño con los niños mas grandes, la que logro que se ganara muchos regaños o azotes por parte de los adultos, la que convenció al traficante de que podía llegar a ser un buen material para la venta de esclavos y la misma que logro que Fernando lo reconociera en medio de todo el cargamento sacándolo de ahí en cuanto sus miradas se cruzaron
La voz de la mujer le recordaba al sonido del pasado, era como un simple eco en el callejón, diferente a todo lo que había escuchado en el pasado, parpadeó un par de veces, en realidad estaba equivocado, si había escuchado ese tipo de voces antes, no sabia exactamente donde, cuando, o porque, pero lo había olvidado, el nunca olvidaba nada, sin embargo cada una de las voces parecidas que había escuchado se perdieron en su cabeza de una manera u otra, como si el mismo se hubiese obligado a olvidar, volvió a parpadear quitándose la idea de la cabeza, cualquier cosas que hubiese olvidado no debía ser tan importante como para recordarlo, y si lo era entonces debía haber una razón de peso que le ordenase a si mismo no saber nada, cualquiera de las dos opciones le decían que no volviese a escudriñar en su propio pasado tan indiscriminadamente.
- Tiene razón, él nos ayudo a mi madre y a mi cuando apenas era un bebe a salir de la ventisca, a menudo ayudaba en los rescates cuando alguna persona se quedaba atrapada en el hielo, sin embargo ahora ya no hace muchas cosas, se la pasa atendiendo su negocio sin fijarse demasiado en lo que hacen los jóvenes, siempre dice que ya esta viejo y que ya debe haber llegado alguien que tome su lugar, pero de vez en cuando regresa a hacer su antiguo trabajo…-Comento casualmente mientras escucha a la mujer, él había dejado su labor aquella vez, con la muerte de Anna, pues él fue el único que se atrevió a entrar a las aguas heladas-Su marido debe ser un buen hombre…-Continuo llenando los huecos que salían en el hablar de la mujer, “Criaturas distintas” seguramente se refería a los animales nocturnos, esos que salían a molestar a las personas cuando la luz se ocultaba, murciélagos, lobos, búhos, cualquier tipo de cosas que aparecían de noche, o eso era lo que se quería creer el ruso pues la extraña manera en la que se expresaba denotaba algo mas-Creo que si... ¿Yo? Provengo de Rusia, no de la capital, sino de una pequeña población perdida en una cuenca, este lugar es bueno, no es tan frio como mi pequeño pueblecito pero no tengo quejas acerca de hipotermia ni mucho menos, hay mucha mas gente que allá, no es que me moleste, en realidad el piso donde vivo se parece mucho al ático que ocupaba cuando vivía allá, claro que si tuviese que elegir entre las dos…Bueno, no sabría que contestar, soy una persona que se acostumbra fácil a los cambios, no importa que tan drásticos sean… ¿Y usted? ¿Es de aquí o viene de algún otro lugar?-Hablo con confianza de su vida porque sinceramente no encontraba nada de maravilloso en ella, de hecho se veía a si mismo como una persona común y corriente…Mas común que corriente pero ese no era el punto que estaba tratando en ese instante.
Un pensamiento que lo persiguió desde pequeño ¿Cuál era el significado de morir? Aun no lo había encontrado, sabia lo que era la muerte, sabia lo que era la vida, pero no sabia lo que era morir o lo que era vivir, el existía y sobrevivía pero no estaba “vivo”, había visto en los ojos de la muerte desde que el primer aliento de vida lo toco, supo lo que era mirar los profundos ojos negros de la parca cuando Anna agonizo en sus brazos esa tarde de frio invernal, había sabido lo que era matar cuando durante su adolescencia se vio encargado de desollar a los animales para la obtención de pieles con los que se confeccionaban los abrigos, su vida estaba rodeada de “vida y muerte” pero saber las cosas y comprenderlas eran dos cosas completamente diferentes, de ser así él hubiese notado algo mas que extraño en la mujer con la que estaba hablando, hubiese probablemente entendido cosas que su mente no alcanzaba a captar en ese instante, quizá él hubiese sido consiente de las inconsistencias en aquel encuentro, pero no era así, el simplemente se mantuvo impasible ante la reunión con una dama tardía, eso de lo que se convencía fácilmente. Quizá si el entendiese la muerte podría haber olvidado sus prejuicios y permitirse creer en lo que tenia frente a sus narices.
- ¿Mi edad? Pues…Tengo 21 años recién cumplidos-Contesto con algo de diversión grabado en su voz ante la perspectiva de verse tan joven, quizá debía ser el hecho de que era delgado el que le restaba edad sin embargo no podía fiarse en las palabras que estaban dichas en modo de broma, siguió mirándola un instante con la misma expresión dura y desafiante que lo caracterizaba, esa que le trajo problemas de pequeño con los niños mas grandes, la que logro que se ganara muchos regaños o azotes por parte de los adultos, la que convenció al traficante de que podía llegar a ser un buen material para la venta de esclavos y la misma que logro que Fernando lo reconociera en medio de todo el cargamento sacándolo de ahí en cuanto sus miradas se cruzaron
La voz de la mujer le recordaba al sonido del pasado, era como un simple eco en el callejón, diferente a todo lo que había escuchado en el pasado, parpadeó un par de veces, en realidad estaba equivocado, si había escuchado ese tipo de voces antes, no sabia exactamente donde, cuando, o porque, pero lo había olvidado, el nunca olvidaba nada, sin embargo cada una de las voces parecidas que había escuchado se perdieron en su cabeza de una manera u otra, como si el mismo se hubiese obligado a olvidar, volvió a parpadear quitándose la idea de la cabeza, cualquier cosas que hubiese olvidado no debía ser tan importante como para recordarlo, y si lo era entonces debía haber una razón de peso que le ordenase a si mismo no saber nada, cualquiera de las dos opciones le decían que no volviese a escudriñar en su propio pasado tan indiscriminadamente.
- Tiene razón, él nos ayudo a mi madre y a mi cuando apenas era un bebe a salir de la ventisca, a menudo ayudaba en los rescates cuando alguna persona se quedaba atrapada en el hielo, sin embargo ahora ya no hace muchas cosas, se la pasa atendiendo su negocio sin fijarse demasiado en lo que hacen los jóvenes, siempre dice que ya esta viejo y que ya debe haber llegado alguien que tome su lugar, pero de vez en cuando regresa a hacer su antiguo trabajo…-Comento casualmente mientras escucha a la mujer, él había dejado su labor aquella vez, con la muerte de Anna, pues él fue el único que se atrevió a entrar a las aguas heladas-Su marido debe ser un buen hombre…-Continuo llenando los huecos que salían en el hablar de la mujer, “Criaturas distintas” seguramente se refería a los animales nocturnos, esos que salían a molestar a las personas cuando la luz se ocultaba, murciélagos, lobos, búhos, cualquier tipo de cosas que aparecían de noche, o eso era lo que se quería creer el ruso pues la extraña manera en la que se expresaba denotaba algo mas-Creo que si... ¿Yo? Provengo de Rusia, no de la capital, sino de una pequeña población perdida en una cuenca, este lugar es bueno, no es tan frio como mi pequeño pueblecito pero no tengo quejas acerca de hipotermia ni mucho menos, hay mucha mas gente que allá, no es que me moleste, en realidad el piso donde vivo se parece mucho al ático que ocupaba cuando vivía allá, claro que si tuviese que elegir entre las dos…Bueno, no sabría que contestar, soy una persona que se acostumbra fácil a los cambios, no importa que tan drásticos sean… ¿Y usted? ¿Es de aquí o viene de algún otro lugar?-Hablo con confianza de su vida porque sinceramente no encontraba nada de maravilloso en ella, de hecho se veía a si mismo como una persona común y corriente…Mas común que corriente pero ese no era el punto que estaba tratando en ese instante.
Dmitry Romanov- Humano Clase Baja
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Re: Only the good die young [Privado]
Entonces el sonido de la voz masculina se le hizo lejana, cómo si estuvieran del otro lado de la calle, con miles de personas murmurando, no lo entendía del todo, se perdía, divagaba, luchaba para poder comprender las palabras del joven, pero le era casi imposible, en su cabeza imágenes iban, venían, aparecían y se escondían, como si fuera una especie de visión interrumpida. Cerró lo que creía eran sus ojos, intentando no pensar en nada, simplemente hundiéndose en la obscuridad para poder llegar al fondo de su confusión, y así poco a poco volver. Se talló las manos, como si sintiera que le picaban, pero cosa demasiado imposible ¿Quizás posible? Kalisté no entendía todavía del todo su nuevo estilo de "vida", tenía que aprender demasiado de ser un alma en pena, eso era una muerta viviente, alguien que podía pasar desapercibida cuando quisiera, al mismo tiempo aparecerse como si se tratara de alguien común y corriente. Se tranquilizó, porque alterarse no le ayudaba del todo, más bien la hundía más, lo bueno de todo es que se estaba conociendo, sus nuevas reacciones, eso le ayudaría en futuros encuentros, bueno, a todo eso, si es que llegaba a tenerlos, porque su inseguridad no ayudaría en nada.
- La edad, la linda edad de la vida, de la juventud, del amor, no, tú no debes estar en el suelo, no debes perecer, ¿cómo hago para ayudarte? ¿Tienes alguna idea? Quiero ayudarte, dime, anda, dime como - Le comentó, como una pequeña chiquilla aferrada a sacar de la historia de terror a alguien, todo para volverlo un cuento de hadas. Se sintió desesperada, pero para su buena suerte ya no se sentía lejana. Ahora se daba cuenta de nuevo que estaba al lado del joven, deseaba con todo su corazón poder darle un fuerte abrazo, pero aquella mirada desafiante, y ese cuerpo a la defensiva la mantenían muy alejada de él, sin querer hacer nada más en realidad. Sus ojos viajaron entonces del joven al cielo, disfrutando de lo estrellado del mismo, estaba tan tranquila, tan a gusto sin importar que apenas se hubieran conocido. Guardó silencio por unos momentos, ¿qué podría decir? Ella no podía unir en ese momento frases, ni palabras, nada, sólo necesitaba tranquilidad. ¿Existía la tranquilidad en un alma en pena?
Para su buena suerte el chico comenzó con su relato, entonces en su cabeza miles de cosas iban y venían, lo imaginó a él, a su padre, imaginó la vida del chico en aquel lugar, pero no se lo imaginaba a como le decía, lo imaginaba con ella, con Rudd, con su pequeño Freddy, y entonces recordar a su pequeño la hizo sentir dolor, lo cual es demasiado extraño al ser ella una fantasma, pero si, ella sentía, sufría, amaba, añoraba, se desesperaba, todo eso y más, ¿qué le hacía? Nada, simplemente seguir con todo y dolores encima, porque incluso cargando el sufrimiento nada se iría, llorar más de cuarenta días y cuarenta noches no le traería a la vida, no borraría el pasado duro, oscuro y lastimero. Su vida, o no vida, o lo que quiera que fuera seguiría por siempre de esa forma, a menos que quisiera hacerle caso al vampiro ese de tiempo atrás, al que conoció cuando se le pegó al alma de un vivo, y que la llevó a una puerta entre la vida y la muerte, pero no lo visitaría, no al menos en un tiempo.
- Yo era de aquí - Para ella, era inevitable dejar en claro que hablaba del pasado, para ella el presente era inexistente, se esfumaba, de igual manera que el futuro. - Vivía con mi marido y mi hijo, y éramos muy felices, tengo mi casa cerca, si, ahí dónde paso todo, mi vida fue buena, demasiado, siempre hubo amor, sonrisas, y demasiada armonía, pero no puede existir la felicidad o la perfección absoluta en una vida ¿No lo cree? Todo cambia, si, debe de cambiar para que el mundo tenga un equilibrio, pero ¿Qué pasa con el equilibrio de los perturbados? Quisiera poder comprender eso, no lo sé, ¿cree que estoy loca? Quizás lo éste ¿Cómo dice que se llama? - Preguntó, como quien no quiere la cosa, pues la fantasma no recordaba si le había preguntado o no aquel pequeño detalle.
- La edad, la linda edad de la vida, de la juventud, del amor, no, tú no debes estar en el suelo, no debes perecer, ¿cómo hago para ayudarte? ¿Tienes alguna idea? Quiero ayudarte, dime, anda, dime como - Le comentó, como una pequeña chiquilla aferrada a sacar de la historia de terror a alguien, todo para volverlo un cuento de hadas. Se sintió desesperada, pero para su buena suerte ya no se sentía lejana. Ahora se daba cuenta de nuevo que estaba al lado del joven, deseaba con todo su corazón poder darle un fuerte abrazo, pero aquella mirada desafiante, y ese cuerpo a la defensiva la mantenían muy alejada de él, sin querer hacer nada más en realidad. Sus ojos viajaron entonces del joven al cielo, disfrutando de lo estrellado del mismo, estaba tan tranquila, tan a gusto sin importar que apenas se hubieran conocido. Guardó silencio por unos momentos, ¿qué podría decir? Ella no podía unir en ese momento frases, ni palabras, nada, sólo necesitaba tranquilidad. ¿Existía la tranquilidad en un alma en pena?
Para su buena suerte el chico comenzó con su relato, entonces en su cabeza miles de cosas iban y venían, lo imaginó a él, a su padre, imaginó la vida del chico en aquel lugar, pero no se lo imaginaba a como le decía, lo imaginaba con ella, con Rudd, con su pequeño Freddy, y entonces recordar a su pequeño la hizo sentir dolor, lo cual es demasiado extraño al ser ella una fantasma, pero si, ella sentía, sufría, amaba, añoraba, se desesperaba, todo eso y más, ¿qué le hacía? Nada, simplemente seguir con todo y dolores encima, porque incluso cargando el sufrimiento nada se iría, llorar más de cuarenta días y cuarenta noches no le traería a la vida, no borraría el pasado duro, oscuro y lastimero. Su vida, o no vida, o lo que quiera que fuera seguiría por siempre de esa forma, a menos que quisiera hacerle caso al vampiro ese de tiempo atrás, al que conoció cuando se le pegó al alma de un vivo, y que la llevó a una puerta entre la vida y la muerte, pero no lo visitaría, no al menos en un tiempo.
- Yo era de aquí - Para ella, era inevitable dejar en claro que hablaba del pasado, para ella el presente era inexistente, se esfumaba, de igual manera que el futuro. - Vivía con mi marido y mi hijo, y éramos muy felices, tengo mi casa cerca, si, ahí dónde paso todo, mi vida fue buena, demasiado, siempre hubo amor, sonrisas, y demasiada armonía, pero no puede existir la felicidad o la perfección absoluta en una vida ¿No lo cree? Todo cambia, si, debe de cambiar para que el mundo tenga un equilibrio, pero ¿Qué pasa con el equilibrio de los perturbados? Quisiera poder comprender eso, no lo sé, ¿cree que estoy loca? Quizás lo éste ¿Cómo dice que se llama? - Preguntó, como quien no quiere la cosa, pues la fantasma no recordaba si le había preguntado o no aquel pequeño detalle.
Kallisté- Fantasma
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