Baltic István Tauhou

Baltic es un hombre que se define por su determinación. Una vez centra toda su atención sobre un objetivo o actividad que esté realizando o pensando en realizar, deja de lado cualquier hecho que pueda ser capaz de interferir y hacerlo errar. No es de extrañar que lo veas aislado, escuchando las conversaciones que flotan a su alrededor sin nunca tomar la iniciativa de querer o estar interesado en participar. No cometas el error de llamarlo un instigador, pues István es como una antigua radio, capta aquello que es relevante para la guerra que enfrenta noche tras noche. De vez en cuando va a necesitar que alguien golpee el viejo aparato para que deje de funcionar, sacándolo de sus pensamientos más profundos para obligarlo a interactuar. Incluso un ser solitario necesita mezclarse con los suyos para reforzar esos muros que le niegan ceder a la locura. Es de la vieja escuela, sabe que su lugar es luchar a lado de la resistencia. ¿Recuerdas su entereza y su poder de concentración? Baal se toma muy en serio el papel que juega. Sin embargo, aunque él forma parte de un grupo de cazadores, está empeñado en que Dima - su sobrino de 8 años -, no siga sus pasos. No ha habido, no espera, ni busca una relación que ensombrezca su resolución. Amistad es todo lo que puede llegar a ofrecer pero ganársela es todo un reto. ¿Por qué? Una vez que entres en su pequeño círculo, él hará lo que sea para brindarte su ayuda. Es muy selectivo. Eso sí, siempre pensará en Dimitri antes que en ti, antes que en él. Falló una vez a su hermana, no volverá a hacerlo, sin importar quién resulte afectado en el proceso. Dado que no es afectuoso, espera lo mismo de terceros. Puede ser extremadamente frío si quiere mantenerte lejos de sus asuntos pero por regla general, ofrece el beneficio a la duda.

1774. Un grito de dolor despertó a todo sirviente en la mansión. No hubo tiempo para desenmarañarse, el jefe de familia descendía las escaleras dando órdenes – como era su costumbre – para que todo aquél bajo su techo se pusiera en movimiento. ¡¿Quién podía desautorizarlo?! Excitación, orgullo y miedo recorrían su rostro. Los sirvientes sabían exactamente cuando había empezado aquél despliegue de emociones, cinco meses atrás Sergey era conocido por su frialdad. Cansado de consolar a su esposa cuando concebía y perdía a su hijo antes de que el tercer mes terminara, había dejado de creer que llegaría el día en que tendría entre sus brazos a su primogénito. Por supuesto, aquéllo había cambiado cuando el embarazo siguió su curso. Después de arduas horas de trabajo de parto, Baltic y Shirn nacieron. El señor Tauhou no podía estar más feliz aquélla noche. Finalmente Dios los había bendecido - con con uno - sino con un par de hijos.

1780. El sexto cumpleaños de los mellizos empezó a celebrarse desde muy temprano. Sergey había llevado un sinfín de regalos (entre ellos, dos relicarios) para Baltic - su pequeño hombrecito – y Shirn, - su pequeña princesa -, como solía llamarlos. Como hacía cada cumpleaños, no había ido al trabajo. Su esposa se encontraba dando vueltas por toda la casa, supervisando la cocina y los preparativos de la fiesta que mas tarde daría comienzo. La celebración duró incluso después de que todos los invitados se fueron. Baltic y Shirn estaban tan entusiasmados con sus regalos que ninguno de sus padres soportó mandarlos a sus respectivos cuartos. István nunca olvidaría lo que se suscitó aquélla noche después de que las risas se apagaron. Un hombre que irradiaba poder, con la mirada de un demonio y la sonrisa de un depredador irrumpió en la mansión. Su madre fue la primera que cayó. El pequeño se había quedado en estado de shock, observando con horror la escena. Su padre les había contado sobre aquéllas criaturas para dormir, pero era solo eso ¿cierto? Historias para dormir. – Baal. Baal. La voz de su padre le alertó. – Sabes lo que tienes que hacer, hijo. Protege a Shirn. Los ojos del pequeño se agrandaron. Aún podía recordar aquél juego que su padre y él practicaban. No importaba que fuera muy pequeño para entender, había encontrado fascinante aquél túnel la primera vez que su padre le había mostrado. Más tarde comprendería, por el diario de su padre, que éste había sido el líder de un grupo de cazadores. Protege a Shirn. Esas fueron las últimas palabras que escuchó de su padre antes de verlo arremeter contra el demonio.

1791. No fue una infancia fácil. Pasaron de tenerlo todo a nada. Los vampiros, quienes habían matado a sus padres, se habían vuelto una constante en su vida. Shirn había llegado a la conclusión de que debían luchar contra esos monstruos, luchar al lado de aquéllos que resistían. Baltic también lo creía así. Con algunos vampiros creando clanes, sus posibilidades de sobrevivir en las solitarias y frías calles desaparecía. Fue en su decimoséptimo cumpleaños que tomaron aquélla decisión definitiva. Se entrenaron y, aunque István odiaba ver a su hermana entre las filas, sabía que no podía hacer otra cosa que dejarle defenderse. El asesinato de sus padres los había marcado y él había jurado cuidar siempre de ella, no le fallaría a su padre, moriría antes de perderla. Al cabo de un año, Shirn se embarazó. Baltic nunca supo quién había sido el infeliz que la había tomado. Cuando le cuestionaba, ella simplemente se cerraba. Se alejaron, la relación que por mucho tiempo los había unido comenzó a fragmentarse. Él no obtenía las respuestas que buscaba y ella le odiaba por no desistir en su búsqueda. Sin embargo, Dimitri auguraba el volver fortificar ese vínculo. Baal amaba a su hermana, no podía hacer otra cosa que aceptar y también amar a su sobrino.

1800. Los traicionaron. En el pequeño grupo que viajaban, alguien los había entregado a los vampiros. Dimitri se encontraba vagando por los alrededores, Baltic lo vigilaba de cerca mientras ayudaba a uno de sus compañeros a reunir leña. Cuando escuchó el grito de alarma, su primer pensamiento fue poner a su sobrino a salvo. Todo pasó demasiado rápido. La muerte ya había reclamado a la mayoría de los suyos cuando regresó a ayudarlos, Shirn se encontraba entre las bajas, su sangre había sido drenada. ¿Debía odiarse por su elección? ¿De haber ido primero a por su hermana, los habría salvado a ambos? La única respuesta, lo único que importa era que les había fallado.