No hay rosa sin espinas [Axel]

Artemis tuvo que sonreír. Entendía cómo Axel podía llevarse a quien quisiera entre sus sábanas, porque escuchándolo podía darse cuenta. El halago en sus palabras, la forma de encantarte con ellas. No podía negarlo.

-Por supuesto que reconoces la belleza, Axel, no eres ningún ciego

Su forma de decirlo llevaba ese filo peculiar con el que nadie se molestaba incluso si lo notaba. Estaba consciente de que Axel no le veía por su atractivo, eso era para ella tan halagador o frustrante según lo viera. Cuando escuchaba todo eso, le hubiese gustado ser tan ingenua para creer que era solo verdad. Claro que la mayoría lo eras, su belleza hacía palidecer las cosas más bellas, tal como el decía, pero sabía que al Quinto no le importaba de esa manera. Era un arma a su favor, una que podía usar con cualquiera.

Con cualquiera que no fuese él. Axel era la única persona que no podía engatusar con algo como su rostro o la forma en que podía atraer las miradas. Eso no hería su orgullo, sabía que él era diferente y era la razón por la cual ella le tenía en ese pedestal. No podía controlarlo y estaba arrepintiéndose de haberle pedido que la tratara de esa forma, porque no podía tragarse aquella mentira, pero no iba a retractarse.

De todos modos tal como había dicho, no podía hacer eso de otra manera. Y su ego estaba agradecido por escuchar frases tan aduladoras de parte del Quinto. Por ese lado y porque sabía que el era todo un caballero con sus conquistas, valía la pena seguir el juego. Pero el llevaba la ventaja en eso, Artemis jugaba con las personas mientras obtenía lo que quería, no se involucraba demasiado, más que nada porque nadie merecía tener a alguien como ella. Pero Axel, había podido tener a quien quisiera por mero capricho o lo que fuera.

Por eso ella se sentía celosa d esas personas que caían en sus redes. Ella no podía ser una de ellas. El roce en su mano era diferente a lo que había sentido en sus gestos antes. Algo tan simple como el toque de su mano le hizo verle y sonreírle, sin esa clásica prepotencia que pocos notaban al estar deslumbrados por su hermosura.

-Axel V d’Este… Eres el único hombre que no puedo tener a mis pies

Eso fue más un comentario que se dirigió a ella misma. Esperaba que él no le hubiese escuchado y solo hubiese visto el movimiento de sus labios. Si eso iba a ser una puesta en escena ella podía comportarse como él no la había visto antes. Eficiente, tal como en una misión. Las cuales rara vez eran vistas directamente por Axel, para eso estaban Hades y ella. Se levantó de su silla con cuidado, movimientos delicados y gráciles. Se inclinó hacia él en un gesto de coquetería al acercarse a besar la comisura de aquellos labios, que quisiera o no, había querido probar antes también, pero no iba a apresurarse.

-Eres encantador, sin duda, Axel. Podrías enamorar a cualquiera con tus palabras tan hermosas

Le dedicó una tierna y dulce sonrisa, si él iba a comportarse de esa forma, ella podía hacerlo de esta, esperaba al menos que no pudiese ver a través de ella, la conocía y vería lo que era real en sus acciones, pero ocultar entre eso una que otra cosa, debía ser posible.

Le hubiera gustado responderle a esas palabras. Claro que no lo tenía, era como esas cosas que aunque puedes tenerlas por un momento fugaz, no serán tuyas nunca. Él solo estaba postrándose a sus pies por el bien de un trato y por mantenerla en línea cuando le diera las buenas nuevas sobre sus planes. Pero no iba a decir que no, todas sus palabras podían ser mentira en parte, porque claramente cuando hablaba de su belleza se quedaba corto.

-Qué gentil eres, pero no necesitas protegerme

Rumores se habían esparcido antes y el que menos le preocuparía sería uno que involucrara a Axel, eso le resultaba hasta conveniente. El sentir sus labios sin embargo le hizo detener su palabrería y solo mirar a aquel hombre. Más engañoso que ella todavía. Le hubiera gustado también ver al verdadero Axel, incluso si no terminara en nada de lo que ella había querido ese día, pero no podía pedir el sol y las estrellas al mismo tiempo. El Quinto sabía bien como actuar con cada persona para obtener lo que quería y ella no iba a ser una excepción, lo cual no sabía si le daba cierto alivio o una sensación de fracaso porque sería ella quien terminara siendo manipulada por su jefe.

-Me parece una perfecta idea, es un hermoso lugar pero sin duda apreciaría estar a solas contigo

Se dejó guiar, justo como pretendía en otras ocasiones con Hades, el hermoso vestido que llevaba solo era símbolo de esa dualidad de la cual dependía. Había algo en todo esto, era como si no fuera ninguna de las dos caras que solía ser. Seguía siendo el Quinto, no importaba si fingía esa normalidad. Seguía viéndole de esa forma. Tomó su brazo, sonriendo a quien se cruzaba en su camino solo por demostrar que incluso así, ella era lo suficientemente hermosa para que nada la opacara. Estando dentro del carruaje hizo un gesto, entre un claro y fingido asombro, que era más una ironía.

-No esperaba menos, Axel

La sonrisa en sus labios, dulce pero con ese toque de malicia era solo la prueba de que ella sola estaba debatiéndose. Su perfecta actuación de una encantadora muchacha que no rompe un plato se iba por momentos a la basura. Pero realmente no esperaba menos, no tratándose de alguien como ella. Axel, si bien trataba a sus amantes de buena manera, a ella tendría que tratarla aún mejor, porque contrario a esas personas, no había duda que ella estaba en un escalafón diferente, no solo su físico, que si le preguntaban era algo que le hacía sentir con ese aire de prepotencia que claramente demostraba a veces.

Aquellas miradas las había visto antes, pero verlas en él era tan contradictorio hasta que llegó al punto de importarle poco si estaba fingiendo o no. Lo que le hizo pensar eso fue por el roce de su pulgar en su rostro. Artemis podía usar cada truco contra lo que serían sus víctimas, podía coquetear con quien estuviese cerca, pero había algo cuando se trataba de Axel.

Su admiración por él le hacía olvidar por momentos aquella arrogancia que era la causante de que no estuviera con nadie ni les dejara llegar a donde querían sino hasta donde ella consideraba merecían. Pero su comparación siempre era su primo, cualquiera no estaría a la altura, tal vez Hades, pero era totalmente diferente. Hades era solo alguien que era digno de pasearse junto a ella. Y un excelente compañero cuando se trataba del trabajo de la mafia. Pero Axel, además de ser su superior, era su ideal más alto como hombre. Podía tener cosas que se considerara negativo, pero a su modo de ver, en medio del mundo que vivían, era más que perfecto. Esa inteligencia y ese carácter que tenía era ya algo que admiraba desde que le conoció.

Solo había que ntar su propia reacción cuando se trataba de él cuando se acercó y tuvo sus labios sobre los suyos, viendo ese rostro con los ojos cerrados. No cedió a sus labios solo por orgullo, incluso si era Axel no iba a ser fácil. Lo que no pudo controlar el rubor que tiñó sus mejillas por ese beso.

-¿Crees que soy alguien que se arrepiente, Axel?

No podía hacerlo, incluso si quería. No iba a tener esa oportunidad de nuevo. Había que admitir que no había creído que alguna vez sucdería y no se había permitido ilusionarse o soñar con algo así. Eso era de tontos, pero no iba a negar que había sentido atracción por él y que si iba a permitirse estar con alguien por gusto, solo podría ser él.

Aún no aparecía nadie en su vida a quien deseara lo suficiente como para dejar que tuviesen una noche con ella. Podía jugar con ellos, hacerles disfrutar un rato, dejar que le tocaran, pero siempre había algo que obtener de por medio y siempre lo obtenía antes de que alguien pudiese decir que ella se había entregado a alguno de ellos. Y si alguno hablaba de más, simplemente terminaba muerto.

Lo que no había sucedido con ninguno, era justo eso, que apenas un roce le hicera querer probar un poco más. No era ninguna niña santa sin ningún experiencia, pero tenía una reputación que cuidar siendo condesa. Bajó del carruaje con la ayuda de su primo. Le dedicó una linda sonrisa. No podía evitar querer ocultarse aún de él, pero no podría hacerlo mucho más. Había cosas que no se podían fingir o reacciones que no podía controlar. En esos terrenos, Axel era superior a ella.

-Si te detuvieras, estaría decepcionada de tu falta de carácter.

Dijo con ese tono provocador, eso no era fingido, ese era su carácter. Lo falso era cuando se comportaba como una joven inocente. Sus palabras normalmente llevaban ese sentido diferente, sacando a relucir aquel carácter frío y calculador, su forma de ser tenía algo de arrogante, cuando se comportaba como era en realidad resultaba una persona difícil de tratar. Veía a los demás como si valieran menos que ella, y dada que su belleza no era sino de admirar, jamás se pondría en un nivel más bajo del que creía merecer. El problema es que siempre veía a Axel como la única persona que estaba sobre ella y en esta situación, eso no ayudaba a hacerle sentirse superior o capaz de negarse a su persona.

Cada gesto y cada detalle en aquel comportamiento parecía ponerle como si estuviese buscando una reacción en él, pero ante la poca de su primo tuvo que tranquilizarse, la verdad era que mostrarse vulnerable frente a él era algo contradictorio en su mente. Le estaba ganando una especie de nerviosismo que no solía sentir mientras él daba instrucciones como ya estaba acostumbrado, no solo con los sirvientes, sino con toda la Familia tenía ese porte que ella tanto admiraba. Si algo le regresó a la línea en la que estaba, fue justo el comentario de sus propias manos. Le miró en silencio con una sonrisa llena de confianza. Tuvo paciencia antes de hacer cualquier cosa.
-No hay ningún lugar que quiera ver Axel
Y acortó la distancia entre ambos, poniendo la mano que él no sostenía sobre la de él con delicadeza.
-En algo estamos de acuerdo. No quiero alejarme un segundo de tu lado. Y una cosa más, Quinto…
Ya no importaba cómo le llamase, para ella no importaba lo que fuera, era él y eso era lo que valía.
-Puedes acapararme tanto como desees, pues eso mismo es lo que quiero
La coquetería en sus gestos, tenue, sin ningún tipo de descaro que pudiera llegar a ser molesto. Acarició con suavidad una de esas mejillas antes de hacer un movimiento soltando su mano de las firmes de su primo. Lo hizo solo para poder quitarse los guantes. Sin prisas, sabiendo que incluso un gesto como ese podía atraer la mirada de alguien sobre ella. Usaría cualquier cosa en ese instante, por acaparar a Axel V, porque probablemente no tendría una oportunidad mejor que esa. Volvió a acariciarle dejando que el él sintiera el contacto con su tersa piel.

Claro que se cuidaba, Hades se había quejado alguna vez cuando le pidió ayuda un par de veces tras algún trabajo, pero alguien como ella, una condesa, no podía permitirse un fallo como ese. Fuesen sus manos, su rostro o cualquier cosa que otros pudieran ver en ella, simplemente sería perfecta ante sus ojos, jamás pensando lo que hacía detrás de aquel escenario que era para ellos la realeza. Incluso más importante que su lealtad a la corona, estaba la lealtad con la Familia. Y Axel era el que estaba en la cima. La Mafia Italiana no era algo que tomar a la ligera, solo había que ver a Axel y sus movimientos. La visión del Quinto, su semblante sereno y frío, que había visto en más de una ocasión era lo que le hacía verle aún más atractivo.

-Axel. Por este día, puedes reclamar a esta Rosa de Hielo únicamente como tuya

Susurró acercándose para rodearle en un abrazo. Había escuchado que así le llamaban algunos, no le importaba, uno de ellos había dicho "Porque la señorita Artemis posee una belleza imperecedera, una rosa de cristal que es tan fría como el hielo" De algún modo le había terminado por alzar el ego, asíq ue les dejo seguir con ello.

No iba a admitir que en realidad lo que sucedía era lo contrario. Por lo que durara ese día, ella lo estaba reclamando como suyo. No podía engañarlo, desde que le había jurado lealtad, ella le pertenecía por completo. Si él le decía que quería que como prueba se quitase a sí misma la vida o la de hades, siendo a quien más apego le tenía de las personas que estaban cerca, sin duda alguna ella lo haría sin ni siquiera pestañear.