AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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400 patadas altas y 350 golpes.... (LIBRE)
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400 patadas altas y 350 golpes.... (LIBRE)
Recuerdo del primer mensaje :
Esa mañana Anatole se había levantado a las 5 en punto. Los ojos se le habían pegado por un buen rato y hubiera preferido seguir durmiendo plácidamente cuando la voz de barítono del abuelo lo despertó de un brinco. El abuelo era un anciano al que no se le podía dar un NO como respuesta, era un hombre acostumbrado a conseguir lo que quería con su autoritaria actitud y aún cuando estuviera en una silla de ruedas, podía hacer sentir a Anatole un hormigueo en la espalda.
El abuelo conocido en los bajos mundos como Media Luna, le había ordenado hacer una sesión de entrenamiento antes del medio día y el joven Dufort sabía lo que eso significaba. Que no podría almorzar hasta que no terminara los mil ejercicios físicos que este le imponía. Sin demostrar pereza alguna (aunque en el fondo deseara poder quedarse entre las viejas cobijas de su cama) Anatole había salido esa mañana a los campos para entrenar.
Habían pasado varias horas y el sol ya se perfilaba en lo alto de su cabeza, el sudor resbalaba por su rostro y había empapado completamente su camisa blanca que se volvía traslucida bajo la luz primaveral. Había hecho 200 abdominales, 500 saltos, 400 patadas altas y 350 golpes al viejo sauce que tenía ya las marcas de sus nudillos en la corteza. Con el aliento agitado, Anatole decidió descansar un poco, pues su cuerpo no daba más, especialmente por que desde la mañana sólo había tomado un vaso con agua y un pedazo de pan.
Se recostó en el enorme sauce cerrando los ojos y sintiendo como las gotas de sudor resbalaban desde su cabeza, haciendo que su cabello húmedo se pegara contra su piel y caían por los costados de su rostro para perderse por el cuello dentro de la camisa. La idea de buscar un río y darse un chapuzó le pareció infinitamente tentadora.
((Por favor, no respondas al tema si crees que te vas a ausentar por un tiempo o no entras al foro con frecuencia :3 ))
Esa mañana Anatole se había levantado a las 5 en punto. Los ojos se le habían pegado por un buen rato y hubiera preferido seguir durmiendo plácidamente cuando la voz de barítono del abuelo lo despertó de un brinco. El abuelo era un anciano al que no se le podía dar un NO como respuesta, era un hombre acostumbrado a conseguir lo que quería con su autoritaria actitud y aún cuando estuviera en una silla de ruedas, podía hacer sentir a Anatole un hormigueo en la espalda.
El abuelo conocido en los bajos mundos como Media Luna, le había ordenado hacer una sesión de entrenamiento antes del medio día y el joven Dufort sabía lo que eso significaba. Que no podría almorzar hasta que no terminara los mil ejercicios físicos que este le imponía. Sin demostrar pereza alguna (aunque en el fondo deseara poder quedarse entre las viejas cobijas de su cama) Anatole había salido esa mañana a los campos para entrenar.
Habían pasado varias horas y el sol ya se perfilaba en lo alto de su cabeza, el sudor resbalaba por su rostro y había empapado completamente su camisa blanca que se volvía traslucida bajo la luz primaveral. Había hecho 200 abdominales, 500 saltos, 400 patadas altas y 350 golpes al viejo sauce que tenía ya las marcas de sus nudillos en la corteza. Con el aliento agitado, Anatole decidió descansar un poco, pues su cuerpo no daba más, especialmente por que desde la mañana sólo había tomado un vaso con agua y un pedazo de pan.
Se recostó en el enorme sauce cerrando los ojos y sintiendo como las gotas de sudor resbalaban desde su cabeza, haciendo que su cabello húmedo se pegara contra su piel y caían por los costados de su rostro para perderse por el cuello dentro de la camisa. La idea de buscar un río y darse un chapuzó le pareció infinitamente tentadora.
((Por favor, no respondas al tema si crees que te vas a ausentar por un tiempo o no entras al foro con frecuencia :3 ))
Anatole Dufort- Cazador Clase Baja
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Re: 400 patadas altas y 350 golpes.... (LIBRE)
El día comenzaba a caer, pronto el sol se escondería en el horizonte ¿Tanto tiempo había pasado ya? Se preguntó observando como había cambiado el ángulo del sol y como la iluminación comenzaba a cambiar también, definitivamente era cierto eso de que cuando te divertías el tiempo se iba volando. Escuchó a la mujer y reflexionó al respecto, hasta el momento él no había sido engañado por una bella mujer que ocultara una terrible personalidad o embaucado por un hombre que aparentase ser un fino caballero, así que no estaba muy seguro, lo que si había visto eran muchos hombres amables y de buen corazón intentar ganarse la vida honestamente en el mercado.
- Wow...¡Que trabajo tan interesante! - Exclamó emocionado con la boca llena de pan, algunas harinas cayeron al pasto y se cubrió la boca avergonzado por su modales - Perdón... - Murmuró, mascando mejor el pan y tragándolo - Es usted como la Robin Hood de nuestros tiempos- Agregó con la mirada llena de ilusión - Es decir... por supuesto que usted no roba a los ricos... pero intercede por los pobres para que tengan una mejor economía - Explicó, tal vez la analogía resultara algo extraña, pero era lo que se le había ocurrido.
Iba agregar algo más cuando, escuchó un ruido bajo que le distrajo por unos momentos, se quedó quieto y en primer lugar pensó que era el viento o algo en el rio, pero entonces un segundo sonido se hizo más notorio, ahora lo reconocía era un gruñido, el gruñido de un animal que no parecía pequeño. Giró la cabeza en dirección a donde creía había escuchado al animal, parecía provenir por la derecha, hacía donde el bosque se volvía más espeso, contrario al sendero por el que habían llegado. Le hizo un gesto a Galatea para que se quedara quieta y no hiciera ningún sonido, entonces todo pasó tan rápido que le tomó por sorpresa.
Un enorme lobo negro con gris asomó su hocico por entre los arbustos y dio un salto para quedar frente a ellos, exhibía sus largos colmillos con fiereza, el gruñido parecía comerse todo a su alrededor, el pelo lo traía herizado como un gato y las patas las tenías recogidas un poco hacía atrás, dando a entender que estaba a punto de atacar.
(( A partir de ahora, manejaré al lobo también ))
Anatole Dufort- Cazador Clase Baja
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Re: 400 patadas altas y 350 golpes.... (LIBRE)
En ocasiones la bruja solía reprimir su sentir, lo mantenía aislado para no tener mayor emoción que la que su delicada mente le permitía tener. Es como si tuviera una clase de sensor que le impidiera sentirse mal por algún suceso de su existir. Hasta cierto punto le gustaba ser así, dejar todo aquel sentimiento que no le sirviera para superar todos malos momentos. Quizá por ello ahora se le veía fresca y feliz pese a que aún las penumbras de algún extraño sentmiento se ocultaba tras de sí, un lado oscuro que quería salir, luchaba en cada segundo contra esta Galatea. Pero, la bruja mantenía su fuerza de voluntad intacta..., por ahora.
Hubiera soltado una risotada, o incluso darle un golpe con alguna varita de madera sobre el hombro igual que su abuela solía hacer -salvo que era su bastón-, por hablar cuando se tiene comida en la boca. No obstante para la bruja solo le pareció divertido. Esto se debía al encanto del muchacho que lograba parecer inocente a los verdes ojos de la pelirroja. Habían pocas cosas que lograban cautivarle, en su mayoría eran las cosas que tenían que ver con la naturaleza, pero por hazares del destino hoy tenía que ver con un ser humano. Se le antojó divertido pensar en él como un ser humano común y corriente.
Dejó escapar una risita divertida al escucharle. —No lo creo caballero— alisó su delicado mandil blanquesino que adornaba su vestido —Robin Hood, no esperaba nada a cambio, yo, sin embargo, necesito de un...— llegó su índice hacia sus labios pensando una idea mejor para expresarse —honorario— concluyó no encontrando satisfactoria dicha palabra —es decir, ellos, los campesinos deben pagarme, claro, en su mayoría, solo me pagan con especie— sonrió —no hay mejor pago que un buen queso y una hogaza de pan— volvió a tomar su durazno y le plantó un mordisco con toda sutileza.
Los sentidos sensoriales de la bruja se avivaron cuando el chico comenzaba a dar una esplicación de tal analogía. Era un ruidito producido por animal, lo supo cuando se escuchó el crujir de las pocas hojas secas a su paso. Ella se alertó con todos sus sentidos brincando cual alerta roja, intermitente..., Iba a ponerse de pie pero el furtivo cazador salió a relucir en las acciones de Dufort con ese aire profesional dotando madurez en sus facciones. Le sorprendió en sobremanera que él pudiera mostrar un cambio tan repentino en su postura.
De pronto un enorme lobo salió caprichoso y sensual de entre los arbustos, con el hocico arrugado en finas franjas al emitir un sonoro gruñido desde el fondo de su garganta cuyos labios se retraían enseñando sus feroces colmillos. ¿Sonreía? Probablemente al saber que pronto tendría que comer. No obstante se llevaría una gran desilusión pues no sabía con quien se metía; un joven que estaba a nada de convertirse un flamante cazador y una bruja terrenal cuyo elemento se movía a su alrededor.
—Tenga cuidado caballero— murmuró bajando su mano lentamente para dejar el durazno sobre el mantelillo y se quedó quieta por unos instantes alternando su mirada entre el lobo gris que volvía a gruñir y el joven que se mostraba sereno ante su próximo ataque... ¿quién ganaría? La bruja no querría hacerle daño al lobo, se imaginó siendo un cambiaformas, pero tampoco gustaba del dolor para con Dufort, así que sería una clase de intermediario... si es que tuviera que elegir.
Hubiera soltado una risotada, o incluso darle un golpe con alguna varita de madera sobre el hombro igual que su abuela solía hacer -salvo que era su bastón-, por hablar cuando se tiene comida en la boca. No obstante para la bruja solo le pareció divertido. Esto se debía al encanto del muchacho que lograba parecer inocente a los verdes ojos de la pelirroja. Habían pocas cosas que lograban cautivarle, en su mayoría eran las cosas que tenían que ver con la naturaleza, pero por hazares del destino hoy tenía que ver con un ser humano. Se le antojó divertido pensar en él como un ser humano común y corriente.
Dejó escapar una risita divertida al escucharle. —No lo creo caballero— alisó su delicado mandil blanquesino que adornaba su vestido —Robin Hood, no esperaba nada a cambio, yo, sin embargo, necesito de un...— llegó su índice hacia sus labios pensando una idea mejor para expresarse —honorario— concluyó no encontrando satisfactoria dicha palabra —es decir, ellos, los campesinos deben pagarme, claro, en su mayoría, solo me pagan con especie— sonrió —no hay mejor pago que un buen queso y una hogaza de pan— volvió a tomar su durazno y le plantó un mordisco con toda sutileza.
Los sentidos sensoriales de la bruja se avivaron cuando el chico comenzaba a dar una esplicación de tal analogía. Era un ruidito producido por animal, lo supo cuando se escuchó el crujir de las pocas hojas secas a su paso. Ella se alertó con todos sus sentidos brincando cual alerta roja, intermitente..., Iba a ponerse de pie pero el furtivo cazador salió a relucir en las acciones de Dufort con ese aire profesional dotando madurez en sus facciones. Le sorprendió en sobremanera que él pudiera mostrar un cambio tan repentino en su postura.
De pronto un enorme lobo salió caprichoso y sensual de entre los arbustos, con el hocico arrugado en finas franjas al emitir un sonoro gruñido desde el fondo de su garganta cuyos labios se retraían enseñando sus feroces colmillos. ¿Sonreía? Probablemente al saber que pronto tendría que comer. No obstante se llevaría una gran desilusión pues no sabía con quien se metía; un joven que estaba a nada de convertirse un flamante cazador y una bruja terrenal cuyo elemento se movía a su alrededor.
—Tenga cuidado caballero— murmuró bajando su mano lentamente para dejar el durazno sobre el mantelillo y se quedó quieta por unos instantes alternando su mirada entre el lobo gris que volvía a gruñir y el joven que se mostraba sereno ante su próximo ataque... ¿quién ganaría? La bruja no querría hacerle daño al lobo, se imaginó siendo un cambiaformas, pero tampoco gustaba del dolor para con Dufort, así que sería una clase de intermediario... si es que tuviera que elegir.
Galatea Mozambique- Mensajes : 193
Fecha de inscripción : 05/08/2010
Re: 400 patadas altas y 350 golpes.... (LIBRE)
Iba a decir algo sobre lo del tributo, pero la conversación iba a quedar para luego, si es que claro, había un 'luego'. El lobo era un espécimen precioso, enorme y musculoso, fácilmente podría tener un metro cincuenta de altura y las patas eran tan enormes como las de un tigre. Los lobos no eran tan comunes en esas áreas cercanas a las poblaciones, Anatole tenía entendido de que ellos merodeaban las montañas rocosas pero raramente se atrevían a acercarse a los pueblos. Seguramente este era un lobo comehombres como le solían llamar los aldeanos, lobos que, se habían acostumbrado a la carne humana y ahora veían a las personas como presas para cazarlas.
Anatole no quería darse el chance de estar en lo correcto, pues las fauces abiertas del animal dotadas de sendos colmillos y filosos dientes no auguraban nada bueno, además su fija mirada desafiante daba a entender que estaba muy seguro y que no tenía miedo.
- Tranquilo... tranquilo - Murmuró Anatole, intentando moverse despacio sin quitarle la mirada al lobo, alguna vez su abuelo había dicho que a los lobos había que mirarlos a los ojos, el animal le siguió con la mirada conforme el se incorporaba lentamente y seguía gruñendo. De pronto, pareció perder el interés en el joven y de hecho esto pasó en segundos, el animal se lanzó en ataque hacía Galatea, quizás con la idea de que la mujer era un contrincante más débil o talvez porque al estar ella sentada, el lobo creía que era más pequeña, de cualquier modo, el animal saltó con sus garras extendidas hacía ella y las fauces abiertas de par en par en un sólo rugido que estremeció el lugar.
Fueron segundos de confusión y locura absoluta, Anatole no tuvo tiempo de pensar en que hacer o como reaccionar, pero su instinto fue el que le movió automáticamente, sin esperar a una orden consciente del cerebro. El cazador se lanzó hacía atrás, cayendo cuan largo era entre Galatea y el lobo, para protegerla con su cuerpo ¿Cómo demonios se le había ocurrido hacer algo tan inútil? No lo sabía, había sido simplemente el impulso. El lobo por supuesto, no se retractó ni detuvo su avance, por el contrario enterró las fauces en el hombro de Anatole y por poco le agarra del cuello. Los largos tiendes entraron con la facilidad con la que un cuchillo entra en la mantequilla en la piel y músculo del cazador y este no pudo más que soltar un grito de dolor, el animal que quizás pesaba unos 70 kilos, quedó sobre él, apoyando sus patas delanteras en el pecho de Anatole inmovilizándolo...
(( muahahah, me vi la película con liam neeson "they grey" y quedé traumado con la fuerza de los lobos salvajes *O* ))
Anatole no quería darse el chance de estar en lo correcto, pues las fauces abiertas del animal dotadas de sendos colmillos y filosos dientes no auguraban nada bueno, además su fija mirada desafiante daba a entender que estaba muy seguro y que no tenía miedo.
- Tranquilo... tranquilo - Murmuró Anatole, intentando moverse despacio sin quitarle la mirada al lobo, alguna vez su abuelo había dicho que a los lobos había que mirarlos a los ojos, el animal le siguió con la mirada conforme el se incorporaba lentamente y seguía gruñendo. De pronto, pareció perder el interés en el joven y de hecho esto pasó en segundos, el animal se lanzó en ataque hacía Galatea, quizás con la idea de que la mujer era un contrincante más débil o talvez porque al estar ella sentada, el lobo creía que era más pequeña, de cualquier modo, el animal saltó con sus garras extendidas hacía ella y las fauces abiertas de par en par en un sólo rugido que estremeció el lugar.
Fueron segundos de confusión y locura absoluta, Anatole no tuvo tiempo de pensar en que hacer o como reaccionar, pero su instinto fue el que le movió automáticamente, sin esperar a una orden consciente del cerebro. El cazador se lanzó hacía atrás, cayendo cuan largo era entre Galatea y el lobo, para protegerla con su cuerpo ¿Cómo demonios se le había ocurrido hacer algo tan inútil? No lo sabía, había sido simplemente el impulso. El lobo por supuesto, no se retractó ni detuvo su avance, por el contrario enterró las fauces en el hombro de Anatole y por poco le agarra del cuello. Los largos tiendes entraron con la facilidad con la que un cuchillo entra en la mantequilla en la piel y músculo del cazador y este no pudo más que soltar un grito de dolor, el animal que quizás pesaba unos 70 kilos, quedó sobre él, apoyando sus patas delanteras en el pecho de Anatole inmovilizándolo...
(( muahahah, me vi la película con liam neeson "they grey" y quedé traumado con la fuerza de los lobos salvajes *O* ))
Anatole Dufort- Cazador Clase Baja
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Re: 400 patadas altas y 350 golpes.... (LIBRE)
"—Era una tarde de verano, la pequeña jugaba en un hermoso prado, cortaba flores mientras entonaba una hermosa melodía. Sus manitas apenas podían sostener las miles de florecillas que había recolectado. Estaba muy feliz en su burbuja. Pero, de pronto— la abuela de preciosos rizos ahora tildados de blanco abrió mucho los ojos, golpeando ligeramente la cama de la pequeña pelirroja que le miraba expectante, —un ruido la paralizó. Un aullido atroz que le hizo pegar un salto dejando caer sus florecillas y cesar su canto.
—¿Un hombre lobo?— inquirió la infante con carita curiosa.
La abuela negó.
—No, era algo peor— murmuró —era un lobo salvaje— la carita de Galatea cambió mostrando una palpable decepción.
—Pero abuela, los lobos comunes dan menos miedo que un hombre lobo— suspiró —no me daría miedo un lobo "salvaje".
—Pues deberías, porque a diferencia de un hombre lobo, los lobos salvajes no tienen conciencia, ni una pizca de raciocinio. Bajo su pelaje y esa fuerza sobrenatural de los hombres lobo se esconde el alma de un ser humano. En algunas ocasiones su lado pensante sale a relucir, pero, los lobos salvajes siempre son animales, no son seres pensantes..., siempre te atacarán y no serán capaces ni querran serlo para detenerse..."
Para nada los recuerdos se paseaban por su mente, en este momento otra cosa más interesante le ocupaba totalmente. Y no es que estuviera desarrollando un nivel de pensamiento alto, porque no había nada que pensar cuando un lobo le observaba con esos espeluznantes ojos oscuros que parecían absorber las sombras de las profundidades del bosque, tan grandes como el manto estelar salvo que las estrellas habían colapsado como una supernova en aquella garganta suya que había dejado de emitir un gruñido suave a ser un sonido sordo y estremecedor.
La pelirroja se sintió abrumada por una marea de poder que se agolpó en su cuerpo en el momento en que se sintió amenazada por aquel animal. Sin embargo, nada parecía tener más amenaza que un par de colmillos a pocos centímetros de su garganta. Seguramente se creyó que era el final para la dulce y tierna Galatea, pues no había más erróneo que ello, porque sí, en efecto, esa mujer estaba cambiando para convertirse en la bruja que estaba a punto de crear una ilusión tan fuerte que crearía una clase de vértigo a los ojos del lobo; no obstante se vio lenta gracias a que un cuerpo cayó sobre de ella con fuerza.
Mozambique soltó un gritito de sorpresa y un poco de dolor al sentir un cuerpo grande y fuerte sobre de ella que le hizo caer de costado mientras que sus oídos experimentaban el horror de un gruñido feroz que rompía toda tranquilidad de su día de campo -con un extraño-. —No!— gritó viendo al decidido lobo arremeter contra ellos. Los dos entorpecían sus pasos, puesto que al estar el joven sobre la bruja impedía que sus pensares estuviesen en orden y mientras ella sujetaba el brazo del joven para sostenerse le imposibilitaba para defenderse. Eran un caso perdido, atolondrados para hacer contra un animal salvaje, sin duda su abuelo se burlaba de ella.
La piedra verde de su sortija brilló al acto uniéndose a la parpadeante esmeralda de su cuello. Su poder se había esfumado en el momento en que Dufort en su intento por defenderle, se tiró sobre de ella. Pero, ya comenzaba a acumularse en sus piedras preciosas parecido a lo que los brujos llamaban un vínculo sensorial, se suponía que debía ser con un gato pero, cualquier cosa podría servir. Ahora solo quedaba actuar... pero, ¿cómo?
—¿Un hombre lobo?— inquirió la infante con carita curiosa.
La abuela negó.
—No, era algo peor— murmuró —era un lobo salvaje— la carita de Galatea cambió mostrando una palpable decepción.
—Pero abuela, los lobos comunes dan menos miedo que un hombre lobo— suspiró —no me daría miedo un lobo "salvaje".
—Pues deberías, porque a diferencia de un hombre lobo, los lobos salvajes no tienen conciencia, ni una pizca de raciocinio. Bajo su pelaje y esa fuerza sobrenatural de los hombres lobo se esconde el alma de un ser humano. En algunas ocasiones su lado pensante sale a relucir, pero, los lobos salvajes siempre son animales, no son seres pensantes..., siempre te atacarán y no serán capaces ni querran serlo para detenerse..."
Para nada los recuerdos se paseaban por su mente, en este momento otra cosa más interesante le ocupaba totalmente. Y no es que estuviera desarrollando un nivel de pensamiento alto, porque no había nada que pensar cuando un lobo le observaba con esos espeluznantes ojos oscuros que parecían absorber las sombras de las profundidades del bosque, tan grandes como el manto estelar salvo que las estrellas habían colapsado como una supernova en aquella garganta suya que había dejado de emitir un gruñido suave a ser un sonido sordo y estremecedor.
La pelirroja se sintió abrumada por una marea de poder que se agolpó en su cuerpo en el momento en que se sintió amenazada por aquel animal. Sin embargo, nada parecía tener más amenaza que un par de colmillos a pocos centímetros de su garganta. Seguramente se creyó que era el final para la dulce y tierna Galatea, pues no había más erróneo que ello, porque sí, en efecto, esa mujer estaba cambiando para convertirse en la bruja que estaba a punto de crear una ilusión tan fuerte que crearía una clase de vértigo a los ojos del lobo; no obstante se vio lenta gracias a que un cuerpo cayó sobre de ella con fuerza.
Mozambique soltó un gritito de sorpresa y un poco de dolor al sentir un cuerpo grande y fuerte sobre de ella que le hizo caer de costado mientras que sus oídos experimentaban el horror de un gruñido feroz que rompía toda tranquilidad de su día de campo -con un extraño-. —No!— gritó viendo al decidido lobo arremeter contra ellos. Los dos entorpecían sus pasos, puesto que al estar el joven sobre la bruja impedía que sus pensares estuviesen en orden y mientras ella sujetaba el brazo del joven para sostenerse le imposibilitaba para defenderse. Eran un caso perdido, atolondrados para hacer contra un animal salvaje, sin duda su abuelo se burlaba de ella.
La piedra verde de su sortija brilló al acto uniéndose a la parpadeante esmeralda de su cuello. Su poder se había esfumado en el momento en que Dufort en su intento por defenderle, se tiró sobre de ella. Pero, ya comenzaba a acumularse en sus piedras preciosas parecido a lo que los brujos llamaban un vínculo sensorial, se suponía que debía ser con un gato pero, cualquier cosa podría servir. Ahora solo quedaba actuar... pero, ¿cómo?
Off: jhaaa se nota, pero que genialoso, así le pones un poco de drama al rol jheee. Solo no hagas que el lobo feroz se coma a mi brujita jhajha xDD
Galatea Mozambique- Mensajes : 193
Fecha de inscripción : 05/08/2010
Re: 400 patadas altas y 350 golpes.... (LIBRE)
((Me gusta que haya acción en mis roles *-* ))
Resultaba difícil pensar con una presión de 70 kilos sobre ti y unos colmillos de 3 centímetros de largo enterrándose en tu carne una y otra vez, desgarrándola para volver a arremetería con otro mordisco, a este paso, ese animal alcanzaría el hueso y todo estaría perdido, si le desgarraba el brazo, la hemorragia que saldría a continuación lo dejaría seco en un par de minutos y perdería toda posibilidad de vivir. Estaba arriesgando su vida por una completa extraña y aunque pareciera estúpido actuar de esa manera, eso era lo que consideraba correcto y la vida se trataba de eso, de hacer lo que era correcto sin importar que.
El dolor era insoportable, pero ese dolor no se comparaba al miedo que sentía, iba a morir, ese animal le arrancaría la cara de un mordisco y no habría nada que pudiera hacer, Anatole no solía cargar armas y ese día había ido a entrenar sin ellas, ¿Quien se iba a esperar que un lobo aparecería en un lugar tan cercano a las fincas de campesinos? Generalmente los lobos no hacían algo así, ellos se limitaban a las montañas.
Entonces la idea de que ese animal le materia y que después iría por el cuello de la doncella de Jade lo estremeció, cierto que era que no le unía un lazo de compromiso más fuerte con ella, pero seguía siendo su deber como caballero, estaba en el código de honor, el era un cazador ¡Por Dios! Si no podía luchar contra un simple amimal ¿Cómo podría enfrentar criaturas sobrenaturales?. Reunió todas sus fuerzas y con sus piernas libres empujó la panza del animál propinándole un fuerte patadón, para alejarlo de su hombro. El lobo chilló y retrocedió con el impacto un par de metros, pero su determinación continuó y volvió a gruñir y ladrar con el cabello erizado, preparándose para un segundo ataque.
Anatole se levantó como pudo, el hombro dolía como nunca antes le había dolido otra cosa y sangraba abundantemente. No tenía idea de como derrotaría al animal y lo único que se le ocurrió fue tomar el frasco de vidrio donde estaba la miel, lo quebró contra el suelo y se quedó con un pedazo del mismo en la mano, pretendiendo usar el filo contra el animal cuando este volviera atacar.
Anatole Dufort- Cazador Clase Baja
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Re: 400 patadas altas y 350 golpes.... (LIBRE)
Ya la tarde no traía buenos augurios. Desde tiempos antiguos se había anunciado la caída de los imperios. Galatea creía en los viejos cuentos que sus ancestros solían contar entre canciones sin rimas. Fuegos y magias ocultas eran las que siempre se envolvían al cuerpo de frágiles senderos que recorrían la vida como si todo pudiese ser posible de concebir. Bajo la señal y signo de un abismo, se colaban y transitaban consumiendo cual lengüetazos de fuego todo a su paso. Nada de vida habría de quedar después de que esa magia terminara su recorrido…
Seis lunas atrás, la bruja había caminado las mismas calzadas. Se había detenido justamente donde Dufort ahora enfrentaba al colosal lobo. Tomó su bolso que contenía un sinfín de probabilidades para convertirse en brebajes de diferentes índoles. Miró a todos lados por prevenir posibles mirones. No habiendo nadie continuó su caminar hasta llegar a una de las partes más escabrosas del bosque. Volvió a dar un vistazo y sintiéndose conforme comenzó a sacar todo cuanto llevaba. Las pesadas telas de su ropaje no le permitían hacer movimientos fluidos por lo que entorpecida colocaba las parafinas en su sitio encendiéndolas con sumo cuidado. Las plegarias de una noche sin fin se elevaban canturreadas por los animales nocturnos que intuitivamente sabían el acto que presenciarían. Un par de hojas cayeron sobre el brebaje oscuro que Mozambique vaciaba en una pequeña olla de acero. ”Maldición” musitó retirándolas con una varita al tiempo que una suave brisa rozaba su mejilla. La verde mirada de la joven se elevó admirando la única estrella peregrina de la noche; acto seguido tomó el grueso libro con el apoyo de ambas manos, se sentó y lo colocó sobre su regazo. El idioma era antiguo cuyas letras eran alargadas y gruesas con trazos irregulares en las esquinas. Le dieron una sensación de náuseas en cuanto tocó la hoja corroída por el correr del tiempo. Leyó el encanto en voz alta e inmediatamente sintió el entumecer de su lengua. Las notas oscuras inmediatamente comenzaron a cobrar por adelantado aquella pizca de su alma que debía ser manchada bajo el yugo de la espina negra. Cortó su mano una pequeña navaja y la sangre se derramó presurosa hacia el calderito, inmediatamente humo verde comenzó a salir. La bruja se asustó al ver el primer rostro aparecer. Era Zachary, su esposo... Ya no eran ilusiones sencillas, era algo más, algo turbulento, atróz. Había comprobado una cosa, Zach, estaba muerto...
Se puso en pie tambaleante tomándole del brazo. Le dio un pequeño jalón hacia ella. Galatea sabía que ese no era un lobo común y corriente, era una ilusión que su propia mente diseñaba, pero que a diferencia de las tantas veces que jugó con su don, este estaba fuera de control. Su abuela le había dicho que nunca se debía jugar con las ciencias ocultas, porque estas ya no dejan que salgas, te arrastran hacia ellas y poco a poco terminas por convertirte en un simple títere de la magia negra. La bruja terrenal había cometido un error aquella luna menguante en la que se enfrascó en esa magia antigua y oscura, y es que su círculo jamás se selló. Aún ahora en plena luz, los poderes salían a relucir intentando consumirle. ¿Qué pasaría si el joven humano se interponía? ¿Y si le mataban? ¿Perdería su alma?...
—Un pago— murmuró y el gran lobo ya estaba abriendo sus fauces en un claro signo de ataque. Lo peor del asunto es que Mozambique no tenía ni idea de como detener toda esa magia oscura a la que nunca había controlado y menos sabía si Dufort podría hacer algo contra ello cuando se estaba saliendo de su protección. —Señor Dufort, por favor no...— intentaba sostenerle el brazo, la bruja desesperada buscó a su alrededor algún vestigio de sal o algo que pudiera ayudarle. Asustada cogió una ramita de cedro y comenzó a trazar un círculo pero su vestido le impedía moverse con facilidad, y ella perdía concentración con todo. Su esmeralda brillando que casi le cegaba, el lobo gruñiendo haciendo que el miedo le paralizaba, al joven que no podía ver del todo porque estaba trazando el círculo y su ropa que le hacia todo más difícil. Tuvo que hincarse y manchar todo su vestido, su matelito y demás. Maldita bruja tonta un gruñido más y ella se giró su mirada hacia el joven...
Seis lunas atrás, la bruja había caminado las mismas calzadas. Se había detenido justamente donde Dufort ahora enfrentaba al colosal lobo. Tomó su bolso que contenía un sinfín de probabilidades para convertirse en brebajes de diferentes índoles. Miró a todos lados por prevenir posibles mirones. No habiendo nadie continuó su caminar hasta llegar a una de las partes más escabrosas del bosque. Volvió a dar un vistazo y sintiéndose conforme comenzó a sacar todo cuanto llevaba. Las pesadas telas de su ropaje no le permitían hacer movimientos fluidos por lo que entorpecida colocaba las parafinas en su sitio encendiéndolas con sumo cuidado. Las plegarias de una noche sin fin se elevaban canturreadas por los animales nocturnos que intuitivamente sabían el acto que presenciarían. Un par de hojas cayeron sobre el brebaje oscuro que Mozambique vaciaba en una pequeña olla de acero. ”Maldición” musitó retirándolas con una varita al tiempo que una suave brisa rozaba su mejilla. La verde mirada de la joven se elevó admirando la única estrella peregrina de la noche; acto seguido tomó el grueso libro con el apoyo de ambas manos, se sentó y lo colocó sobre su regazo. El idioma era antiguo cuyas letras eran alargadas y gruesas con trazos irregulares en las esquinas. Le dieron una sensación de náuseas en cuanto tocó la hoja corroída por el correr del tiempo. Leyó el encanto en voz alta e inmediatamente sintió el entumecer de su lengua. Las notas oscuras inmediatamente comenzaron a cobrar por adelantado aquella pizca de su alma que debía ser manchada bajo el yugo de la espina negra. Cortó su mano una pequeña navaja y la sangre se derramó presurosa hacia el calderito, inmediatamente humo verde comenzó a salir. La bruja se asustó al ver el primer rostro aparecer. Era Zachary, su esposo... Ya no eran ilusiones sencillas, era algo más, algo turbulento, atróz. Había comprobado una cosa, Zach, estaba muerto...
Se puso en pie tambaleante tomándole del brazo. Le dio un pequeño jalón hacia ella. Galatea sabía que ese no era un lobo común y corriente, era una ilusión que su propia mente diseñaba, pero que a diferencia de las tantas veces que jugó con su don, este estaba fuera de control. Su abuela le había dicho que nunca se debía jugar con las ciencias ocultas, porque estas ya no dejan que salgas, te arrastran hacia ellas y poco a poco terminas por convertirte en un simple títere de la magia negra. La bruja terrenal había cometido un error aquella luna menguante en la que se enfrascó en esa magia antigua y oscura, y es que su círculo jamás se selló. Aún ahora en plena luz, los poderes salían a relucir intentando consumirle. ¿Qué pasaría si el joven humano se interponía? ¿Y si le mataban? ¿Perdería su alma?...
—Un pago— murmuró y el gran lobo ya estaba abriendo sus fauces en un claro signo de ataque. Lo peor del asunto es que Mozambique no tenía ni idea de como detener toda esa magia oscura a la que nunca había controlado y menos sabía si Dufort podría hacer algo contra ello cuando se estaba saliendo de su protección. —Señor Dufort, por favor no...— intentaba sostenerle el brazo, la bruja desesperada buscó a su alrededor algún vestigio de sal o algo que pudiera ayudarle. Asustada cogió una ramita de cedro y comenzó a trazar un círculo pero su vestido le impedía moverse con facilidad, y ella perdía concentración con todo. Su esmeralda brillando que casi le cegaba, el lobo gruñiendo haciendo que el miedo le paralizaba, al joven que no podía ver del todo porque estaba trazando el círculo y su ropa que le hacia todo más difícil. Tuvo que hincarse y manchar todo su vestido, su matelito y demás. Maldita bruja tonta un gruñido más y ella se giró su mirada hacia el joven...
Galatea Mozambique- Mensajes : 193
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Re: 400 patadas altas y 350 golpes.... (LIBRE)
Muerto del miedo como estaba, porque tenía que aceptarlo, aunque los entrenamientos tenían como fin, forjar su carácter y hacerle fuerte y decidido, uno en una situación así, se asustaba. Quizás con muchos años de experiencia Anatole podría enfrentar bestias así y permanecer frío y apático, pero faltaría mucho tiempo para que ese día llegara, por ahora, le temblaban las piernas y las manos mientras sostenía el pedazo de vidrio filoso, era una lástima que el resto del contenido de la miel se hubiese regado en el mantel y desperdiciado, (Anatole odiaba desperdiciar comida por obvias razones) pero necesitaba un arma, con sus manos desnudas sería imposible derrotar a tan poderoso animal.
- ¡Ahhhg! - Gritó el cazador, un grito de guerra, una exclamación que buscaba enardecer su alma, el abuelo le había dicho que, ayudaba a intimidar al enemigo y sacar la fuerza interior, Anatole deseaba que fuera así, aunque el lobo no pareció intimidado y volvió a arremeter con otro mordisco. Esta vez Anatole movió su brazo izquierdo rápidamente con el pedazo de vidrio, para aruñar con este la cabeza del lobo, alcanzándole una mejilla y parte de la oreja derecha. El animal chilló como lo haría un perro y sacudió la cabeza, llevándose una pata al hocico de manera inconsciente.
La herida no fue muy profunda, tampoco detendría al lobo, pero lo intimidó por unos momentos en los que el cazador intentó idear una estrategia, los Lobos eran animales muy inteligentes, lo había leído una vez en un libro. Sin embargo era muy extraño que estuviera solo y a plena luz del día, pues los lobos solían cazar en manada y entrada la noche, su comportamiento tan agresivo también le parecía exagerado y le desconcertaba.
Mientras todo esto pasaba, notó que la mujer hacía algo en el suelo, desvió la mirada unos segundos sin dejar de estar alerta frente al lobo, notó que ella hacía algo parecido a un circulo en el suelo ¿De todas las cosas posibles que uno haría frente a una amenaza, porqué haría ella un circulo en el suelo?, se desconcertó, pero entonces... la revelación llegó a su cabeza como un relámpago. Anatole abrió mucho los ojos ¿Esa mujer... sabía magia? ¿Sería acaso que ella...?
El lobo volvió a ponerse en posición de ataque y atacó por tercera vez, pero esta vez, cuando sus patas estuvieron a punto de tocar la línea trazada por Galatea, frenó en seco y se quedó mirándola fijamente a los ojos y gruñéndose.
(( Me gustó mucho el giro que le diste a la situación :3 ))
- ¡Ahhhg! - Gritó el cazador, un grito de guerra, una exclamación que buscaba enardecer su alma, el abuelo le había dicho que, ayudaba a intimidar al enemigo y sacar la fuerza interior, Anatole deseaba que fuera así, aunque el lobo no pareció intimidado y volvió a arremeter con otro mordisco. Esta vez Anatole movió su brazo izquierdo rápidamente con el pedazo de vidrio, para aruñar con este la cabeza del lobo, alcanzándole una mejilla y parte de la oreja derecha. El animal chilló como lo haría un perro y sacudió la cabeza, llevándose una pata al hocico de manera inconsciente.
La herida no fue muy profunda, tampoco detendría al lobo, pero lo intimidó por unos momentos en los que el cazador intentó idear una estrategia, los Lobos eran animales muy inteligentes, lo había leído una vez en un libro. Sin embargo era muy extraño que estuviera solo y a plena luz del día, pues los lobos solían cazar en manada y entrada la noche, su comportamiento tan agresivo también le parecía exagerado y le desconcertaba.
Mientras todo esto pasaba, notó que la mujer hacía algo en el suelo, desvió la mirada unos segundos sin dejar de estar alerta frente al lobo, notó que ella hacía algo parecido a un circulo en el suelo ¿De todas las cosas posibles que uno haría frente a una amenaza, porqué haría ella un circulo en el suelo?, se desconcertó, pero entonces... la revelación llegó a su cabeza como un relámpago. Anatole abrió mucho los ojos ¿Esa mujer... sabía magia? ¿Sería acaso que ella...?
El lobo volvió a ponerse en posición de ataque y atacó por tercera vez, pero esta vez, cuando sus patas estuvieron a punto de tocar la línea trazada por Galatea, frenó en seco y se quedó mirándola fijamente a los ojos y gruñéndose.
(( Me gustó mucho el giro que le diste a la situación :3 ))
Anatole Dufort- Cazador Clase Baja
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Re: 400 patadas altas y 350 golpes.... (LIBRE)
Un miedo que pudiera ser infundado. Era tal vez el suceso más terrorífico que había presenciado. Cuando tu propia mente juega con tu cordura, se alianza con todos esos temores que una vez te paralizaron y te volvieron vulnerable, para atacar la fragilidad de tu ser. No había podido presenciar algo más siniestro que el hecho de tener a su poder contra ella. ¿Por qué justamente ahora salía a relucir todo ello con esta clase de ilusiones? ¿Acaso andaba algo mal en su cabeza, o simplemente era que no estaba aceptando alguna realidad? No entendía. Pero estaba dispuesta a intentar entender las trampas egoístas de su mente. Seguramente algo podría hacer. Como ahora…
Detenía la mirada en el grotesco animal cuyas expresiones cambiaban. El muchacho había logrado tomar un momento de ventaja, mismo que Galatea aprovechó al terminar de trazar su círculo, mientras que de sus labios salía uno de las pocas homilías que recordaba en estos instantes. Su mente parecía haberse perdido en algún lugar de su propia ilusión. Para ser sinceros regresaba ese malestar que le recordaba que era incompetente a la hora de actuar. Sin embargo, por ahora esto serviría para enfrascar su poder, o ¿es que lo estaba liberando? Ya ni lo sabía.
El lobo se quedó gruñendo a la nada, mientras los dos jóvenes se mantenían dentro del círculo. Hubiera funcionado mejor si tuviese sal o incluso secuoya, pero vamos que no era el momento de ponerse exigentes cuando casi lograban controlar la situación. Todavía murmuraba la letanía para que no olvidara lo que estaba haciendo, –un caso extraño para una bruja que ha pasado toda su vida memorizando encantamientos–, pero en momentos como este solía desaparecer todo a su alrededor y gustaba realmente de perderse entre sus ilusiones, salvo que esta ilusión no era nada agradable para dejarse caer en ella. Ya que ahora que estaba pensando mejor había algo que no entraba del todo en su entendimiento.
–Usted– susurró esperando no perder el hilo de sus cavilaciones. El lobo aún se mostraba reacio a irse y daba la impresión de estarse planteando que hacer, por donde atacar. Comenzó a caminar con lentitud por el contorno del círculo, que era bastante pequeño. La bruja siguió al espécimen con la mirada confiada de que no encontraría el punto ciego en el ridículo conjuro, –lo ha golpeado– de pronto un clic sonó en su cabeza. ”¡Eso es!” pensó con cierta euforia. ”¡Lo golpeó!”.
–Logró golpearle, pero,– negó. ”Imposible” mordió su labio. Quizá ella había querido que lo golpeara y entonces imitó la reacción. –es imposible. Ni siquiera lo estaba mirando– ¿cómo iba a poder su mente imitar tal reacción cuando ni siquiera se había percatado cuando Dufort golpeó al lobo? Entonces, se planteaba otra cosa en la mente de la bruja. Su poder de ilusión por fin se había perfeccionado, o casi. Casi, porque no tenía por qué crearse una ilusión cuando ella no lo deseaba y menos un animal que pudiera hacerle daño. Porque… el lobo la miraba con intensidad. –Quiere hacerme daño…– intentaba pensar rápido pero nada se le ocurría. ”Dios” suspiró mirando al joven a su lado ”¡Qué estará pensando de mí?”
Qué importaba ya. Después de todo ya se había dado cuenta de lo que ella era. Una bruja. La delataría. La llevaría ante la iglesia. La inquisición se encargaría de ella y la quemaría en la hoguera. Su más grande temor se volvería realidad. Le dio un miedo profundo al reconocer que había cometido un error. Un fatídico error. Nunca debió haberse acercado al joven Antole.
–Yo– volvió a negar. ¿Para qué dar explicaciones cuando sabía lo que le escucharía decir? Dufort lo sabía… obvio.
Bajó su mirada hacia la piedra sobre su pecho que aún resplandecía, acto seguido el lobo arremetió…
Off: Oops lamento la mega tardanza. Me alegro que te haya gustado, no podías llevarte toda la diversión jiji. Por cierto, me detuve, me acordé que el lobo lo controlas tu jejeje. Saluditos x3
Detenía la mirada en el grotesco animal cuyas expresiones cambiaban. El muchacho había logrado tomar un momento de ventaja, mismo que Galatea aprovechó al terminar de trazar su círculo, mientras que de sus labios salía uno de las pocas homilías que recordaba en estos instantes. Su mente parecía haberse perdido en algún lugar de su propia ilusión. Para ser sinceros regresaba ese malestar que le recordaba que era incompetente a la hora de actuar. Sin embargo, por ahora esto serviría para enfrascar su poder, o ¿es que lo estaba liberando? Ya ni lo sabía.
El lobo se quedó gruñendo a la nada, mientras los dos jóvenes se mantenían dentro del círculo. Hubiera funcionado mejor si tuviese sal o incluso secuoya, pero vamos que no era el momento de ponerse exigentes cuando casi lograban controlar la situación. Todavía murmuraba la letanía para que no olvidara lo que estaba haciendo, –un caso extraño para una bruja que ha pasado toda su vida memorizando encantamientos–, pero en momentos como este solía desaparecer todo a su alrededor y gustaba realmente de perderse entre sus ilusiones, salvo que esta ilusión no era nada agradable para dejarse caer en ella. Ya que ahora que estaba pensando mejor había algo que no entraba del todo en su entendimiento.
–Usted– susurró esperando no perder el hilo de sus cavilaciones. El lobo aún se mostraba reacio a irse y daba la impresión de estarse planteando que hacer, por donde atacar. Comenzó a caminar con lentitud por el contorno del círculo, que era bastante pequeño. La bruja siguió al espécimen con la mirada confiada de que no encontraría el punto ciego en el ridículo conjuro, –lo ha golpeado– de pronto un clic sonó en su cabeza. ”¡Eso es!” pensó con cierta euforia. ”¡Lo golpeó!”.
–Logró golpearle, pero,– negó. ”Imposible” mordió su labio. Quizá ella había querido que lo golpeara y entonces imitó la reacción. –es imposible. Ni siquiera lo estaba mirando– ¿cómo iba a poder su mente imitar tal reacción cuando ni siquiera se había percatado cuando Dufort golpeó al lobo? Entonces, se planteaba otra cosa en la mente de la bruja. Su poder de ilusión por fin se había perfeccionado, o casi. Casi, porque no tenía por qué crearse una ilusión cuando ella no lo deseaba y menos un animal que pudiera hacerle daño. Porque… el lobo la miraba con intensidad. –Quiere hacerme daño…– intentaba pensar rápido pero nada se le ocurría. ”Dios” suspiró mirando al joven a su lado ”¡Qué estará pensando de mí?”
Qué importaba ya. Después de todo ya se había dado cuenta de lo que ella era. Una bruja. La delataría. La llevaría ante la iglesia. La inquisición se encargaría de ella y la quemaría en la hoguera. Su más grande temor se volvería realidad. Le dio un miedo profundo al reconocer que había cometido un error. Un fatídico error. Nunca debió haberse acercado al joven Antole.
–Yo– volvió a negar. ¿Para qué dar explicaciones cuando sabía lo que le escucharía decir? Dufort lo sabía… obvio.
Bajó su mirada hacia la piedra sobre su pecho que aún resplandecía, acto seguido el lobo arremetió…
Off: Oops lamento la mega tardanza. Me alegro que te haya gustado, no podías llevarte toda la diversión jiji. Por cierto, me detuve, me acordé que el lobo lo controlas tu jejeje. Saluditos x3
Galatea Mozambique- Mensajes : 193
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Re: 400 patadas altas y 350 golpes.... (LIBRE)
Además de hacer un circulo extraño alrededor de ellos, Anatole escuchó las incomprensibles palabras que salían de los labios de ella, parecía un idioma desconocido o algo por el estilo, inclusive tenía una entonación que se asimilaba a un cántico. En medio de la confusión y la emoción del momento, la idea de que aquello fuera un conjuro, vino a su mente. No quedaba duda, esa mujer tenía que ser una bruja. ¡Una bruja de verdad! Nunca había conocido una.
El lobo no parecía muy intimidado frente a ese hecho y parecía muy decidido a atacarla a ella, Anatole notó que el animal no se había atrevido a tocar el circulo que ella había dibujado ¿Un circulo mágico de protección quizás? Pensó y recordó que el abuelo alguna vez algo le había dicho sobre eso, el dolor en su brazo seguía punzando y era muy real, no podía distraerse más con lo que la bruja estuviese haciendo.
- Te protegeré - Exclamó, aún cuando la situación se le salía de las manos, no quería que ella estuviera también asustada.
Aprovechó la confusión del momento, para lanzar un golpe con la mano que no estaba herida, empuñando el vidrio contra el hocico del lobo, el lobo no logró retroceder a tiempo y se llevó una buena rasguñada por lo que chilló y lanzó otro mordisco enfurecido hacía el chico, esta vez, sus patas tocaron el circulo y su trompa también y ocurrió algo muy extraño. Fue como si la realidad se hubiese vuelto líquida, como si existiera una especie de panel invisible protegiéndolos. El lobo chilló y sacudió la cabeza con brío, un humo negro indoloro, salía del hocico como si se hubiera quemado con algo, de igual forma las patas parecían haberse quemado porque lucían enegrecidas.
- ¡Ven aquí lobo tonto! - Exclamó con la voz quebrada por el miedo y la emoción - ¡A que no puedes enfrentar a una bruja y un cazador juntos! - Agregó en tono desafiante, el lobo pareció bastante afectado por lo que fuera que le había tocado, Anatole no comprendía realmente, pero fuera lo que fuera que ella había hecho, había logrado que el lobo retrocediera. El animal sacudió la cabeza gimiendo como un cachorro y se ponía las patas en el hocico, luego dio un salto hacía atrás y huyó corriendo hacía los arbustos por donde había salido inicialmente.
Anatole cayó de rodillas exhausto, aún empuñaba el vidrio y este le había cortado la palma de la mano, pero no era nada comparado a la herida que ahora ostentaba en el hombro, la sangre resbalaba por su brazo caliente y suave, de repente hacía mucho calor.
El lobo no parecía muy intimidado frente a ese hecho y parecía muy decidido a atacarla a ella, Anatole notó que el animal no se había atrevido a tocar el circulo que ella había dibujado ¿Un circulo mágico de protección quizás? Pensó y recordó que el abuelo alguna vez algo le había dicho sobre eso, el dolor en su brazo seguía punzando y era muy real, no podía distraerse más con lo que la bruja estuviese haciendo.
- Te protegeré - Exclamó, aún cuando la situación se le salía de las manos, no quería que ella estuviera también asustada.
Aprovechó la confusión del momento, para lanzar un golpe con la mano que no estaba herida, empuñando el vidrio contra el hocico del lobo, el lobo no logró retroceder a tiempo y se llevó una buena rasguñada por lo que chilló y lanzó otro mordisco enfurecido hacía el chico, esta vez, sus patas tocaron el circulo y su trompa también y ocurrió algo muy extraño. Fue como si la realidad se hubiese vuelto líquida, como si existiera una especie de panel invisible protegiéndolos. El lobo chilló y sacudió la cabeza con brío, un humo negro indoloro, salía del hocico como si se hubiera quemado con algo, de igual forma las patas parecían haberse quemado porque lucían enegrecidas.
- ¡Ven aquí lobo tonto! - Exclamó con la voz quebrada por el miedo y la emoción - ¡A que no puedes enfrentar a una bruja y un cazador juntos! - Agregó en tono desafiante, el lobo pareció bastante afectado por lo que fuera que le había tocado, Anatole no comprendía realmente, pero fuera lo que fuera que ella había hecho, había logrado que el lobo retrocediera. El animal sacudió la cabeza gimiendo como un cachorro y se ponía las patas en el hocico, luego dio un salto hacía atrás y huyó corriendo hacía los arbustos por donde había salido inicialmente.
Anatole cayó de rodillas exhausto, aún empuñaba el vidrio y este le había cortado la palma de la mano, pero no era nada comparado a la herida que ahora ostentaba en el hombro, la sangre resbalaba por su brazo caliente y suave, de repente hacía mucho calor.
Anatole Dufort- Cazador Clase Baja
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Re: 400 patadas altas y 350 golpes.... (LIBRE)
Eran esas emociones que se agolpaban dentro de su pecho las que le hacían querer desaparecer en ese momento. Nada podría ir peor. No, mejor dejaría ese pensamiento atrás que estaba más que comprobado que cuando se dice “Nada puede irme peor” caían sobre tu cabeza los eventos desafortunados. Solía pasarle tan a menudo. Como fuese ahora sentía que esto era lo peor que le había sucedido. Aquella vez que Dutuescu se enteró de su secreto, aún eran “bien” vistos por la sociedad. Bueno no hay que exagerar, pero al menos no eran tan perseguidos como hoy en día, e intentó guardar celosamente su secreto y por las tonterías que hacía –como el intento de un hechizo oscuro- ahora tenía sus terribles consecuencias, su posible extinción. Fue tan horrible pensarlo que un escalofrío recorrió su cuerpo haciéndola tiritar.
Con un suspiro dejó de recitar. Hasta allí llegaban sus palabras. No había más. Le dio miedo comprobar que el lobo seguía con sus ansias de ataque; y lo que le daba más temor era el hecho de que el joven cazador estaba herido y se disponía ir con su ataque. Ninguno de los tres quería ceder. Quién lo diría. Incluso Anatole ya mencionaba palabras de alianza. Que sin duda sorprendió a Mozambique. Pese a ello, todavía conservaba la duda de que él iría con los inquisidores. Sin embargo, no restó el hecho de que la pelirroja se sintiera aliviada y feliz por saber que no había asustado –del todo- al cazador. Bah, ¿qué clase de cazador sería si se asustaba con una brujita tonta?
Dufort tan rápido como su entrenamiento le permitió atacó cuando el majestuoso lobo fue por ellos. Le dio de lleno en el hocico, cosa que Galatea agradeció y de pronto su hechizo resultó. ¿Cómo lo supo? Por la pequeña luz que se desprendió del círculo que procedía de alguna otra dimensión y que solo los brujos eran capaz de verlo. El lobo comenzó a gruñir entre chillidos una vez que tanto el humano como la bruja dieron un ataque conjunto.
El lobo con una apariencia extraña regresó a los bosques. –No, espera– Si, de verdad era extraño. ¿Qué no se supone que se desintegraría y regresaría al fondo de la mente de la bruja? En lugar de ello regresó por donde había salido. Debía investigar ese suceso. Que tal y seguiría afuera, haciendo de las suyas como un ente independiente. ”Jah, no juegues Mozambique, ni que tuvieras una magia tan fuerte” mordió su labio reconfortada por saber que así era, su magia no era poderosa como para dejar fuera a un ser oscuro salido de su inexperta mente.
Dio un par de pasos queriendo seguir al lobo, pero Dufort se desplomó producto del stress mental al que se había sometido, sin contar que estaba herido. ”Pero, debo ir…” miró al bosque en la dirección que el lobo había seguido, luego regresó la mirada al joven. ”¿debo recordarte que está herido por intentar protegerte” soltó un suspiro apesadumbrado y regresó junto a Anatole. No es que no le importara, pero realmente quería comprobar que ese monstruo no iba a estar afuera, así, sin más. ”Quizá no sea producto de mi mente” se alentó mientras se dejaba caer con agilidad junto al cazador.
–¿Caballero?– tocó suavemente su hombro. Por suerte para ambos, Galatea había trabajado en el hospital, su habilidad con los medicamentos (pociones), le habían hecho ganar un puesto en el deprimente lugar. Había gustado de ayudar a la gente, pero, el sufrimiento era tal que pronto comenzó a torturarle. Con el dolor de su corazón, decidió dejarlo para intentar ser alguien más. –No es una herida tan profunda – miró con ojo experto su hombro del que chiporreaba sangre pero de una forma peculiar. No podía ser una infección, no tan rápido.
Se fue a gatas donde su canasta, sacó uno de los pañuelos y regresó junto al muchacho, precionó la blanca tela que rápidamente se tiñó de rojo. –Debemos llevarte a un hospital, al menos para que suturen, o– continuó con la mirada fija en la tela, no quería verlo a los ojos, –podría ayudarte, con.., con una pócima– mordió su labio sabiendo que se negaría.
Con un suspiro dejó de recitar. Hasta allí llegaban sus palabras. No había más. Le dio miedo comprobar que el lobo seguía con sus ansias de ataque; y lo que le daba más temor era el hecho de que el joven cazador estaba herido y se disponía ir con su ataque. Ninguno de los tres quería ceder. Quién lo diría. Incluso Anatole ya mencionaba palabras de alianza. Que sin duda sorprendió a Mozambique. Pese a ello, todavía conservaba la duda de que él iría con los inquisidores. Sin embargo, no restó el hecho de que la pelirroja se sintiera aliviada y feliz por saber que no había asustado –del todo- al cazador. Bah, ¿qué clase de cazador sería si se asustaba con una brujita tonta?
Dufort tan rápido como su entrenamiento le permitió atacó cuando el majestuoso lobo fue por ellos. Le dio de lleno en el hocico, cosa que Galatea agradeció y de pronto su hechizo resultó. ¿Cómo lo supo? Por la pequeña luz que se desprendió del círculo que procedía de alguna otra dimensión y que solo los brujos eran capaz de verlo. El lobo comenzó a gruñir entre chillidos una vez que tanto el humano como la bruja dieron un ataque conjunto.
El lobo con una apariencia extraña regresó a los bosques. –No, espera– Si, de verdad era extraño. ¿Qué no se supone que se desintegraría y regresaría al fondo de la mente de la bruja? En lugar de ello regresó por donde había salido. Debía investigar ese suceso. Que tal y seguiría afuera, haciendo de las suyas como un ente independiente. ”Jah, no juegues Mozambique, ni que tuvieras una magia tan fuerte” mordió su labio reconfortada por saber que así era, su magia no era poderosa como para dejar fuera a un ser oscuro salido de su inexperta mente.
Dio un par de pasos queriendo seguir al lobo, pero Dufort se desplomó producto del stress mental al que se había sometido, sin contar que estaba herido. ”Pero, debo ir…” miró al bosque en la dirección que el lobo había seguido, luego regresó la mirada al joven. ”¿debo recordarte que está herido por intentar protegerte” soltó un suspiro apesadumbrado y regresó junto a Anatole. No es que no le importara, pero realmente quería comprobar que ese monstruo no iba a estar afuera, así, sin más. ”Quizá no sea producto de mi mente” se alentó mientras se dejaba caer con agilidad junto al cazador.
–¿Caballero?– tocó suavemente su hombro. Por suerte para ambos, Galatea había trabajado en el hospital, su habilidad con los medicamentos (pociones), le habían hecho ganar un puesto en el deprimente lugar. Había gustado de ayudar a la gente, pero, el sufrimiento era tal que pronto comenzó a torturarle. Con el dolor de su corazón, decidió dejarlo para intentar ser alguien más. –No es una herida tan profunda – miró con ojo experto su hombro del que chiporreaba sangre pero de una forma peculiar. No podía ser una infección, no tan rápido.
Se fue a gatas donde su canasta, sacó uno de los pañuelos y regresó junto al muchacho, precionó la blanca tela que rápidamente se tiñó de rojo. –Debemos llevarte a un hospital, al menos para que suturen, o– continuó con la mirada fija en la tela, no quería verlo a los ojos, –podría ayudarte, con.., con una pócima– mordió su labio sabiendo que se negaría.
Galatea Mozambique- Mensajes : 193
Fecha de inscripción : 05/08/2010
Re: 400 patadas altas y 350 golpes.... (LIBRE)
Anatole había recibido muchos golpes en la vida por supuesto, el entrenamiento para convertirse en cazador no era algo fácil , su abuelo siempre era duro con él y por supuesto terminaba con los miembros adolorados todas las noches, pero esto era distinto, recibir un ataque directo de un lobo salvaje era otra cosa, además ese lobo parecía más inteligente que un lobo común, había algo raro en el que le hacía pensar que no era del todo normal. Pero reflexionaría sobre eso más tarde, ahora el dolor en su brazo estaba cegando su consciencia y con cada segundo que pasaba tenía la impresión de que iba desfallecer.
Su nueva amiga (por que luego de una aventura como aquella era preciso que ella fuera denominada como amiga) se había acercado y sus palabras habían sonado cada vez más como un eco distante, al parecer iba a desmayarse.
¡Genial! por primera vez que voy a salvar a una bella jovencita, me desmayo.
Pero lo que dijo ella lo obligó a mantenerse despierto, la palabra pócima seguramente lo despertó, después de todo, la chica si era una bruja de verdad, como las que abundaban en la historia y la mitología desde el comienzo de los tiempos. ¿podía confiar en ella como para beber de su pócima? se preguntó, ella parecía una buena chica, pero claro, todos parecían buenos al comienzo y aunque Anatole no era de esas personas que dudaban de otros sin razón alguna, tenía que aceptar que sentía dudas sobre las intenciones de ella debido a la extraña situación en la que se encontraban.
- Si me tomo esa pócima no me saldrán orejas de conejo ¿verdad? - Murmuró con una sonrisa cansada, aquello era una afirmación, o algo así - Mientras no me salga una cola de gato… creo que aceptare tu oferta -
(( ciento la demora, estaba en ausencia ))
Su nueva amiga (por que luego de una aventura como aquella era preciso que ella fuera denominada como amiga) se había acercado y sus palabras habían sonado cada vez más como un eco distante, al parecer iba a desmayarse.
¡Genial! por primera vez que voy a salvar a una bella jovencita, me desmayo.
Pero lo que dijo ella lo obligó a mantenerse despierto, la palabra pócima seguramente lo despertó, después de todo, la chica si era una bruja de verdad, como las que abundaban en la historia y la mitología desde el comienzo de los tiempos. ¿podía confiar en ella como para beber de su pócima? se preguntó, ella parecía una buena chica, pero claro, todos parecían buenos al comienzo y aunque Anatole no era de esas personas que dudaban de otros sin razón alguna, tenía que aceptar que sentía dudas sobre las intenciones de ella debido a la extraña situación en la que se encontraban.
- Si me tomo esa pócima no me saldrán orejas de conejo ¿verdad? - Murmuró con una sonrisa cansada, aquello era una afirmación, o algo así - Mientras no me salga una cola de gato… creo que aceptare tu oferta -
(( ciento la demora, estaba en ausencia ))
Anatole Dufort- Cazador Clase Baja
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Fecha de inscripción : 16/07/2012
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