Una noche bastante larga... [Mar Santini, privado]

¡ No ! me he quedado dormida - vaciló unos segundos al mirar el reloj con una sonrisa juguetona ya que no había precisamente horarios en su agenda, solo hombres a los que debía de asistir más no esta noche, se había permitido algunos vestidos que habían supuesto un gasto elevado de su economía por lo que una vez más tuvo que hablar con la madame de aquel burdel para que le permitiese trabajar al menos una semana más en lo que finalmente hacía de ese gasto un auténtico beneficio. Entre sus hombres, los regalos que le hacían así como al gente del burdel era obvio que estaría de nuevo sin preocupaciones hasta que visitara una de las tiendas nuevamente.

Se levantó finalmente de su cama dejando a un lado el camisón de color negro, de hecho, ni siquiera le prestó más atención que la necesaria para depositarlo sobre la mesa dándose una larga ducha, ya llegaba tarde de todos modos asi que no era dificil escuchar la voz de la madame bramar en contra de ella mientras la llevaba a un sitio en privado. Salió de la ducha maldiciendo entre dientes cuando resbaló debido a las gotas de agua que todo su cuerpo iba dejando por no estar suficientemente seca o mejor dicho por no tener una toalla al lado en el momento que tenía que salir de la ducha, sacó un vestido rápidamente del armario, la tela parecía una mezcolanza entre el tono violáceo y el tono rosado con algun que otro brillante justo en el escote que apretaba sus senos favoreciendo de ese modo su tamaño, como en su cintura, colocados estratégicamente para enloquecer a algunos hombres.

Sin más demora marchó de la casa con unos tacones que hacían resonar fuertemente sus pasos, pisaba fuerte sin preocuparse por esconder o no su presencia, sus mechones hacían lo mismo moverse según el ritmo de la cortesana mientras se mecían sensualmente en el aroma a perfume que la envolvía, no era un perfume de aquestos caros por eso mismo era por lo que el olor de éste era discreto pero también presumido. Cuando llegó al burdel a la hora indicada, por la tarde cuando habian algunos hombres que se entretenían viendo a las mujeres ir y venir.

La mirada estricta que le ofreció la madame fue como una bienvenida algo ruda, ella le dedicó una sonrisa coqueta que pareció endurecerla más, ella no era una de sus chicas eso lo recordaba perfectamente igual que el hecho de que la pelirroja fuera a su vez una fuente de ingresos para ella porque atendía perfectamente a sus clientes incluyendo a aquellos que las otras chicas ni se querían acercar. Se sentó en la barra o esa era su intención cuando un hombre se acercó a ella- Bonjour monsiur -le miró sin rastro de la confusión que antes había poseido ¿donde estaba sentado ese hombre? no era por merecer el título de descortesía pero siempre vigilaba a los hombres nada más entrar, de ese modo ella misma podía escoger a su cliente, sin tener que pelear por él o sin apartar a alguna de las muchachas de su lado-

Si es ese vuestro deseo no tengo reparos en cumplirlo -sonrió cuando le guiñó un ojo con sensualidad, el hombre sin duda era atractivo, cualquier mujer se habría sentido halagada de haberle tenido por una noche entre sus piernas, la cortesana alzó la vista hacia la madame que ya no parecía enojada sino con una juguetona sonrisa en los labios ocasionando una pequeña sonrisa en mar que negaba con lentitud- Usted dirá, monsieur ¿en qué puedo servirle? -pidió dos copas del mejor vino, hizo una señal poco femenina pero a su vez de advertencia de que el vino no estuviera aguado, según la presencia de su cliente al cortesana podía pedir la calidad del vino según el bolsillo que éste tuviera-