AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La mente juega con nosotros [priv]
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La mente juega con nosotros [priv]
El silencio comenzaba a matarme, no sabía exactamente donde estaba, mi cabeza comenzaba a andar en recuerdos mientras yo en mi forma perruna me disponía a poder descansar en una pequeña choza destrozada por el paso de los años y por el abandono. Como siempre, el mismo, sueño el mismo resultado. Al menos había algunas diferencias que podría gratificarme, sabía que estaba en Japón, un lugar exacto no podría describirlo, tal vez si podría saber el nombre de aquella aldea pudiera ir y así terminar con todo aquel sufrimiento ¿alguna vez podría encontrar a aquella mujer que en mis recuerdos asomaba? Tal vez nunca… aquello nunca sucedería. La ausencia de mi pasado era algo que me hería de sobremanera, el no recordar el donde nací y viví mis primeros años era para mí un motivo para no vivir más. Deseaba poder recordar sin tener que ser doloroso. Mi dolor era físico, tal vez si fuera sentimental seria otro lado de ver las cosas, pero cuando buscaba poder dibujar el rostro de aquella mujer mi cabeza dolía y debía dejar de pensar en ella… si no una migraña amenazaba por atacarme.
No había podido trasformare en humano, así que me dispuse a dormir en aquel lugar en donde podría considerar seguro, pero mi mente estaba entre las sombras que llenaban todas las esquinas y centros, estaba con la soledad misma. Hubiera deseado estar con ella, pero no, aquella mujer de mis recuerdos vagaba en aquel oscuro sueño, no la podía sentir, parecía como si fuera un fantasma que vagaba sin rumbo por mi conciencia. Se encontraba tan lejos pero a la vez la podía sentir tan cerca que me hacía sentir un gran temor. Se habían formado dos caminos, uno me acercaba a ella y otro me alejaba. ¿Deseaba intensamente saber quién era? Parecía que mi conciencia me estaba dando una oportunidad de conocerla, pero si también me daba una salida para alejarme de ella debía ser porque el resultado sería más doloroso.
Un sonido fue el que me despertó, abrí los ojos ampliamente mientras aun estaba en mi forma canina, parecía que comenzaría a llover, una gota estaba cerca de mi hocico así que simplemente la moví hacia otro lugar mientras aun mi cuerpo estaba tumbado en el piso, no tenia ánimos de levantarme para alejarme de la brisa que comenzaba a traer góticas que caían en mi rostro canino, deje salir un suspiro desanimado. Todo me recordaba a aquella persona que nunca podría alcanzar, ¿la noche tendría su mismo color de ojos?. Me había acomodado, tumbándome a otro rincón que estaba más fresco, en donde estaba ya comenzaba a humedecerse por culpa de las gotas de lluvia que comenzaban a hacerse más intensas. Tal vez nada bueno sucedería hoy… tal vez mis respuestas nunca serian solucionadas…
No había podido trasformare en humano, así que me dispuse a dormir en aquel lugar en donde podría considerar seguro, pero mi mente estaba entre las sombras que llenaban todas las esquinas y centros, estaba con la soledad misma. Hubiera deseado estar con ella, pero no, aquella mujer de mis recuerdos vagaba en aquel oscuro sueño, no la podía sentir, parecía como si fuera un fantasma que vagaba sin rumbo por mi conciencia. Se encontraba tan lejos pero a la vez la podía sentir tan cerca que me hacía sentir un gran temor. Se habían formado dos caminos, uno me acercaba a ella y otro me alejaba. ¿Deseaba intensamente saber quién era? Parecía que mi conciencia me estaba dando una oportunidad de conocerla, pero si también me daba una salida para alejarme de ella debía ser porque el resultado sería más doloroso.
Un sonido fue el que me despertó, abrí los ojos ampliamente mientras aun estaba en mi forma canina, parecía que comenzaría a llover, una gota estaba cerca de mi hocico así que simplemente la moví hacia otro lugar mientras aun mi cuerpo estaba tumbado en el piso, no tenia ánimos de levantarme para alejarme de la brisa que comenzaba a traer góticas que caían en mi rostro canino, deje salir un suspiro desanimado. Todo me recordaba a aquella persona que nunca podría alcanzar, ¿la noche tendría su mismo color de ojos?. Me había acomodado, tumbándome a otro rincón que estaba más fresco, en donde estaba ya comenzaba a humedecerse por culpa de las gotas de lluvia que comenzaban a hacerse más intensas. Tal vez nada bueno sucedería hoy… tal vez mis respuestas nunca serian solucionadas…
Matsumoto Takanori- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 16/12/2011
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Re: La mente juega con nosotros [priv]
Se había convertido un fantasma, lánguido y transparente, o más bien en una sombra que se paseaba por los rincones de su casa. Ya había perdido la noción del tiempo que llevaba así, y todo por culpa de ese muchacho con que compartía aquel rasgo de los ojos almendrados. No lo había vuelto a ver. De nuevo se le escapaba de entre las manos, quien sabe si por otro siglo más.
No quería sentirse así, lo detestaba, y el clima de inminente lluvia primaveral no ayudaba en absoluto, solo recalcaba aún más la melancolía que había en el ambiente, que al igual que su desesperación, estaban a punto de estrellarse contra el suelo. Y fue por esto que decidió salir, ya era hora de que se alimentara, y de hecho lo intentó, pero no soportó encontrarse con el rostro humano de nadie. Le causaba repulsión y lástima al mismo tiempo.
No porque en un afán autocontemplativo viese lo efímera y frágil de la existencia humana, sino que por lo aburrida y monótona en que se había vuelto la suya. Porque aparte de ese día en que fue asediado por aquel Coronel y su pupilo, no había pasado absolutamente nada. Y si no quería llegar a extremos peligrosos, debía buscar el éxtasis del que casi no recordaba el sabor.
Así fue como pateando ramas y piedras, fue a dar a un bosque. El lugar menos indicado e interesante al que pudo haber ido a parar, porque aparte de los animalillos y los árboles, no habría nada para que el muchacho malcriado se entretuviera. Y para peor fue cuando un par de gotitas de agua cayeron sobre su rostro, y no fue por la vanidad de no ver sus ropas malogradas por la inminente lluvia, que acabó buscando refugio en una destartalada cabaña, sino porque un inconfundible pero tenue aroma a perro mojado había llegado hasta su olfato.
Entonces un tonto e infantil entusiasmo lo asedió hasta el punto de hacerlo correr por el lugar hasta encontrarlo. Nunca había podido tener uno, cuando pequeño por esas tontas reglas de los adultos y ya siendo él mismo uno de ellos, porque ni siquiera se le había pasado por la cabeza.
Habiendo divisado a la criatura que yacía adormilada en un rincón, sonrió como un chiquillo que planea una travesura y se acercó a él de la forma más silenciosa posible, porque era bien sabido de los agudos sentidos de los canes, y si se daba cuenta el chiste no tendría gracia alguna. Con cuidado levantó la blanca cola del can, para que éste no se despertase, y fuera de toda lógica, le dio una suave pero contundente mordida.
Quizás era signo de que la soledad lo estaba volviendo loco, o tal vez un desesperado intento por volver a su despreocupada inmadurez de siempre, el caso es que lo hecho no tenía sentido alguno, y tampoco necesitaba tenerlo, porque sin darse cuenta, y aun con la cola del can entre los labios, había sonreído como no lo había hecho en un buen tiempo.
No quería sentirse así, lo detestaba, y el clima de inminente lluvia primaveral no ayudaba en absoluto, solo recalcaba aún más la melancolía que había en el ambiente, que al igual que su desesperación, estaban a punto de estrellarse contra el suelo. Y fue por esto que decidió salir, ya era hora de que se alimentara, y de hecho lo intentó, pero no soportó encontrarse con el rostro humano de nadie. Le causaba repulsión y lástima al mismo tiempo.
No porque en un afán autocontemplativo viese lo efímera y frágil de la existencia humana, sino que por lo aburrida y monótona en que se había vuelto la suya. Porque aparte de ese día en que fue asediado por aquel Coronel y su pupilo, no había pasado absolutamente nada. Y si no quería llegar a extremos peligrosos, debía buscar el éxtasis del que casi no recordaba el sabor.
Así fue como pateando ramas y piedras, fue a dar a un bosque. El lugar menos indicado e interesante al que pudo haber ido a parar, porque aparte de los animalillos y los árboles, no habría nada para que el muchacho malcriado se entretuviera. Y para peor fue cuando un par de gotitas de agua cayeron sobre su rostro, y no fue por la vanidad de no ver sus ropas malogradas por la inminente lluvia, que acabó buscando refugio en una destartalada cabaña, sino porque un inconfundible pero tenue aroma a perro mojado había llegado hasta su olfato.
Entonces un tonto e infantil entusiasmo lo asedió hasta el punto de hacerlo correr por el lugar hasta encontrarlo. Nunca había podido tener uno, cuando pequeño por esas tontas reglas de los adultos y ya siendo él mismo uno de ellos, porque ni siquiera se le había pasado por la cabeza.
Habiendo divisado a la criatura que yacía adormilada en un rincón, sonrió como un chiquillo que planea una travesura y se acercó a él de la forma más silenciosa posible, porque era bien sabido de los agudos sentidos de los canes, y si se daba cuenta el chiste no tendría gracia alguna. Con cuidado levantó la blanca cola del can, para que éste no se despertase, y fuera de toda lógica, le dio una suave pero contundente mordida.
Quizás era signo de que la soledad lo estaba volviendo loco, o tal vez un desesperado intento por volver a su despreocupada inmadurez de siempre, el caso es que lo hecho no tenía sentido alguno, y tampoco necesitaba tenerlo, porque sin darse cuenta, y aun con la cola del can entre los labios, había sonreído como no lo había hecho en un buen tiempo.
Nosferatu L. de Beauchamp- Vampiro Clase Alta
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Re: La mente juega con nosotros [priv]
Toda persona era un mundo discreto que deambulaba entre las oscuridad sin saber exactamente a donde iban. no había podido notar la presencia de aquel ser que en esos momentos me acompañaban, estaba disfrutando de mi soledad, de mi tranquilidad, mis orejas si se movieron advirtiendo que había algo más cerca de mí, pero mi sueño era pesado y mi cuerpo estaba muy a gusto estando en esa posición, luego como si fuera yo un muñeco de felpa que un pequeño se gano en la ferias gitanas fui molestado. Deje salir un chillido al sentir mi cola siendo mordida “qué demonios?” pensé mientras daba un salto hacia adelante y buscaba alejarse de aquello, estaba seguro que no había sido una pulga o garrapata ellos no pican tan duro
-Grr…- me senté gruñendo lamiendo mi cola mientras veía una figura joven cerca de mi–Guafff…- ladre buscando regañarlo olvidando por un momento mi estado, pero apenas salió aquel ladrido me di cuenta que aun era un animal, mis orejas bajaron y mi cabeza se movió hacia un lado mirando hacia atrás apenado, que patético era ser un cambiaformas que no podía controlar sus cambios, pero bueno estaba seguro que lo lograría.
Alce la mirada oliendo algo extraño, aquel chico parecía estar mojado y por su culpa también mi cola, la humedad no me gustaba, significaba frio y enfermedades y lo menos que en este momento deseaba era enfermedades, así que le levante para mover mi cuerpo y sacudirlo. Si pensaba que me iba a ir, no estaba equivocado, me acerque a otro lugar seco y fresco echándome en ese lugar pero ahora con mis ojos puestos en aquel extraño ser que olía a humedad y cadáveres. Había dos opciones:
Una de ellas era que se había revolcado en la tierra del cementerio antes de venir aquí; algo más que ilógico en solo pensarlo. La otra era que fuera un cadáver… no como un zombie o algo así, más bien como un vampiro, pero eso no era lo interesante para mí, lo más interesante, eran sus rasgos asiáticos como los míos cuando era un humano, que es este momento no lo era… y que por cierto ¿Dónde habían quedado mis ropas? Deje salir un suspiro mirando hacia otro lugar, apartando la mirada de él para acomodar mi cabeza en el frio suelo para luego suspirar… que difícil era ser un cambiante que no sabía quién exactamente era…
-Grr…- me senté gruñendo lamiendo mi cola mientras veía una figura joven cerca de mi–Guafff…- ladre buscando regañarlo olvidando por un momento mi estado, pero apenas salió aquel ladrido me di cuenta que aun era un animal, mis orejas bajaron y mi cabeza se movió hacia un lado mirando hacia atrás apenado, que patético era ser un cambiaformas que no podía controlar sus cambios, pero bueno estaba seguro que lo lograría.
Alce la mirada oliendo algo extraño, aquel chico parecía estar mojado y por su culpa también mi cola, la humedad no me gustaba, significaba frio y enfermedades y lo menos que en este momento deseaba era enfermedades, así que le levante para mover mi cuerpo y sacudirlo. Si pensaba que me iba a ir, no estaba equivocado, me acerque a otro lugar seco y fresco echándome en ese lugar pero ahora con mis ojos puestos en aquel extraño ser que olía a humedad y cadáveres. Había dos opciones:
Una de ellas era que se había revolcado en la tierra del cementerio antes de venir aquí; algo más que ilógico en solo pensarlo. La otra era que fuera un cadáver… no como un zombie o algo así, más bien como un vampiro, pero eso no era lo interesante para mí, lo más interesante, eran sus rasgos asiáticos como los míos cuando era un humano, que es este momento no lo era… y que por cierto ¿Dónde habían quedado mis ropas? Deje salir un suspiro mirando hacia otro lugar, apartando la mirada de él para acomodar mi cabeza en el frio suelo para luego suspirar… que difícil era ser un cambiante que no sabía quién exactamente era…
Matsumoto Takanori- Cambiante Clase Media
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Re: La mente juega con nosotros [priv]
Era una reacción esperada, y de no ser por el ladrido que lo sorprendió, se hubiese quedado prendido al animal como si se tratara de una garrapata. ¿Por qué demonios lo había hecho? Lo único que atinó a hacer fue a reír silenciosamente, más que nada porque era extraño que el animal no se le hubiese tirada encima, enfadado por aquella triquiñuela.
¿Por qué parecía… triste… o avergonzado, quizás? Cerró los ojos de golpe antes de que aquellas diminutas gotas de agua le cayeran en su rostro, y cuando dejó de sentirlas se dio cuenta de que había sido su culpa. Estaba casi empapado, y había mojado al pobre – Lo siento – dijo sonriendo estúpidamente, dando por hecho que el can no lo entendería, pero que aun así, para él contaba como disculpa.
Se desabotonó el abrigo, y terminó tirándolo a un lado. Y para cuando volvió a poner la vista en su improvisado compañero, éste se había vuelto a acurrucar cómodamente en el suelo. Por un momento lo envidió, quiso cambiar de lugar con él para tener una vida lejos de mayores complicaciones. O al menos eso era lo que parecía en un principio. Suspiró cuando se resignó a que no existía una magia que hiciera eso posible, y se volvió a acercar a él, lentamente para no sobresaltarlo.
- ¿Te gustaría cambiar de lugar conmigo? – preguntó al tiempo que se quitaba también el vestón que llevaba y que gracias al abrigo estaba completamente seco, y cubrió con él al blanco animal – Puedes vivir en mi casa, comer mi comida, dormir en mi cama – dijo mientras se imaginaba tal escena, con el can disfrazado de caballero, y el mismo durmiendo plácidamente en un cojín cerca de la chimenea.
El invierno podía ser muy cruel, pero sabía que las personas podían ser peores ¿Era él una mala persona? Nunca se había cuestionado aquello hasta ahora, y solo el dios ese al que rezaban en la catedral sabía todas las cosas que había hecho, y que distaban bastante de ser una mera travesura como morderle la cola a un perro. Suspiró. ¿Qué más podía hacer? Y se acurrucó al lado de su peludo amigo, hasta que por fin se decidió a abrazarlo.
- Lo siento mucho, Señor Perro – musitó, para luego frotar su rostro en su suave pelaje – He sido una persona muy mala, incluso te he mordido por nada – agregó antes de volver a suspirar profundamente, aspirando un poco de ese aroma a canino mojado – Supongo que fue por aburrimiento… Soy una persona lamentable – terminó.
Entonces comenzó a reír de nuevo, honesta y liberadoramente, pero estando también al borde del llanto, creyéndose loco por estar confesándole aquellas cosas a un animal, pero que a estas alturas de si existencia, probablemente sería el único capaz de soportarlo.
¿Por qué parecía… triste… o avergonzado, quizás? Cerró los ojos de golpe antes de que aquellas diminutas gotas de agua le cayeran en su rostro, y cuando dejó de sentirlas se dio cuenta de que había sido su culpa. Estaba casi empapado, y había mojado al pobre – Lo siento – dijo sonriendo estúpidamente, dando por hecho que el can no lo entendería, pero que aun así, para él contaba como disculpa.
Se desabotonó el abrigo, y terminó tirándolo a un lado. Y para cuando volvió a poner la vista en su improvisado compañero, éste se había vuelto a acurrucar cómodamente en el suelo. Por un momento lo envidió, quiso cambiar de lugar con él para tener una vida lejos de mayores complicaciones. O al menos eso era lo que parecía en un principio. Suspiró cuando se resignó a que no existía una magia que hiciera eso posible, y se volvió a acercar a él, lentamente para no sobresaltarlo.
- ¿Te gustaría cambiar de lugar conmigo? – preguntó al tiempo que se quitaba también el vestón que llevaba y que gracias al abrigo estaba completamente seco, y cubrió con él al blanco animal – Puedes vivir en mi casa, comer mi comida, dormir en mi cama – dijo mientras se imaginaba tal escena, con el can disfrazado de caballero, y el mismo durmiendo plácidamente en un cojín cerca de la chimenea.
El invierno podía ser muy cruel, pero sabía que las personas podían ser peores ¿Era él una mala persona? Nunca se había cuestionado aquello hasta ahora, y solo el dios ese al que rezaban en la catedral sabía todas las cosas que había hecho, y que distaban bastante de ser una mera travesura como morderle la cola a un perro. Suspiró. ¿Qué más podía hacer? Y se acurrucó al lado de su peludo amigo, hasta que por fin se decidió a abrazarlo.
- Lo siento mucho, Señor Perro – musitó, para luego frotar su rostro en su suave pelaje – He sido una persona muy mala, incluso te he mordido por nada – agregó antes de volver a suspirar profundamente, aspirando un poco de ese aroma a canino mojado – Supongo que fue por aburrimiento… Soy una persona lamentable – terminó.
Entonces comenzó a reír de nuevo, honesta y liberadoramente, pero estando también al borde del llanto, creyéndose loco por estar confesándole aquellas cosas a un animal, pero que a estas alturas de si existencia, probablemente sería el único capaz de soportarlo.
Nosferatu L. de Beauchamp- Vampiro Clase Alta
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Re: La mente juega con nosotros [priv]
Aquel vampiro estaba loco, pero me quede escuchando sus incoherencias hasta que me dio mucha curiosidad y lo mire de reojo con cierta necesidad de mirar su rostro acomplejado, reí un poco para mis adentros mientras repasaba lo que él había dicho. Debía recordar que él pensaba que yo era un simple animal, algo que no era cierto, yo era un cambiante, un humano que tiene la habilidad de cambiar en animales, en ciertos tipos. Debía admitir que no sabía ese dato hasta que una persona me lo dijo, si fuera por mí aun seguiría sin saber lo que era exactamente.
Desplome mi hocico en el suelo, sintiendo que estaba demasiado duro, demasiado frio para mi gusto, mire al chico que estaba cerca mío y me levante pesadamente hasta dar los pasos necesarios para llegar a lo que era las piernas de este. Podía sentir como estaba entrando el calor a mi cuerpo gracias a lo que me había puesto encima. Con los ojos entrecerrados suspire mientras mi hocico se acomodaba entre una pierna del vampiro.
Alce la mirada -Guaff- ladre moviendo mi cola. ¡Anímate! Busque decirle, pero era inútil, lamí una de sus mejillas y volví a poner en la misma posición que estaba mientras este que aferraba a mi cuerpo perruno mojado. Deseaba ser humano, tal vez era seria mi jugarreta y así lo asustaría. Volví a reír para mis adentros, mi cola solamente se movió.
Debía aceptar la realidad, hasta que no despejara mi mente y no me relajara o hasta que al maldito cuerpo no se dignara a cambiara por su cuenta, yo seguiría siendo un perro mojado blanco en una casa abandonada con un vampiro que al pareces estaba peor que yo aferrado a mi pelaje, tal vez pensaba que sus lagrimas podrían ocultarse bien en mi pelaje húmedo, quien sabe, yo solamente tenía sueño y en realidad estaba agradeciendo ser un perro porque recibía ciertos mimos gracias al joven que tenia encima
Desplome mi hocico en el suelo, sintiendo que estaba demasiado duro, demasiado frio para mi gusto, mire al chico que estaba cerca mío y me levante pesadamente hasta dar los pasos necesarios para llegar a lo que era las piernas de este. Podía sentir como estaba entrando el calor a mi cuerpo gracias a lo que me había puesto encima. Con los ojos entrecerrados suspire mientras mi hocico se acomodaba entre una pierna del vampiro.
Alce la mirada -Guaff- ladre moviendo mi cola. ¡Anímate! Busque decirle, pero era inútil, lamí una de sus mejillas y volví a poner en la misma posición que estaba mientras este que aferraba a mi cuerpo perruno mojado. Deseaba ser humano, tal vez era seria mi jugarreta y así lo asustaría. Volví a reír para mis adentros, mi cola solamente se movió.
Debía aceptar la realidad, hasta que no despejara mi mente y no me relajara o hasta que al maldito cuerpo no se dignara a cambiara por su cuenta, yo seguiría siendo un perro mojado blanco en una casa abandonada con un vampiro que al pareces estaba peor que yo aferrado a mi pelaje, tal vez pensaba que sus lagrimas podrían ocultarse bien en mi pelaje húmedo, quien sabe, yo solamente tenía sueño y en realidad estaba agradeciendo ser un perro porque recibía ciertos mimos gracias al joven que tenia encima
Matsumoto Takanori- Cambiante Clase Media
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Re: La mente juega con nosotros [priv]
Tal vez irse a otro país. Otro continente. O de ser posible a otro planeta. Probablemente eso era lo que necesitaba en estos momentos, retozar un tiempo en un lugar dónde nadie lo conociera y dónde el tedio de una vida sin emociones no pudiese alcanzarlo, no sería para siempre, pero si el tiempo necesario para que su cuerpo y su alma se limpiaran. Se podía comparar con aquellos que tenían los pulmones atestados del viscoso y negro alquitrán del tabaco, que no podían respirar con facilidad. Pero también se podría comparar con la sensación de madurar, algo que no había hecho en más de un siglo y pese a todas las vicisitudes que había atravesado.
¿Qué pasaría por la cabeza del animalillo que ahora parecía intentar animarlo? Pensar en ello le distraía de lo que pasaba por la suya propia, aliviándolo un poco. Pero aún no lo suficiente, lamentablemente ni siquiera esas torpes caricias del can consiguieron algo más que una tierna sonrisa de su parte – Gracias por intentarlo – dijo al tiempo que le acariciaba el lomo – Pero hace falta más que eso para hacer que un corazón muerto vuelva a latir – dijo ya para sí mismo – Si solo supiera lo que hace falta… - agregó desesperanzado al tiempo que se levantaba.
Sus ropas estaban polvorientas, empapadas y claro, con aroma a perro mojado, por lo que no hizo intento alguno por limpiarlas. No. Tenía una idea mucho mejor.
Rápidamente se quitó la corbata y la ya no tan impoluta camisa, y las tiró descuidadamente en un rincón de la arruinada cabaña que de momento los cobijaba. Debía estar loco. Pero era divertido estarlo de vez en cuando. Se acercó para darle un par de palmaditas al can en la cabeza, y se dispuso a salir a la lluvia que ya había dejado de consistir solo en unos cuantos goterones aislados o una suave llovizna, para pasar a convertirse en un espeso y torrencial manto de agua.
Así fue como se paró en medio de la nada, dejando que el agua envolviese su pálida piel en algo que se asemejaba a una sinfonía. Podía sentir cada una de las gotitas que caían sobre él, y como una se juntaba a otra y a otra hasta formar un pequeño caminito que tarde o temprano desembocaba en el lodo que tenía a sus pies.
Aspiró unas grandes bocanas de aire, sintiendo por fin que podía respirar de nuevo, como si su pecho ya no se sintiera presionado por nada. Era una sensación liberadora, pero sabía que no duraría demasiado.
¿Qué pasaría por la cabeza del animalillo que ahora parecía intentar animarlo? Pensar en ello le distraía de lo que pasaba por la suya propia, aliviándolo un poco. Pero aún no lo suficiente, lamentablemente ni siquiera esas torpes caricias del can consiguieron algo más que una tierna sonrisa de su parte – Gracias por intentarlo – dijo al tiempo que le acariciaba el lomo – Pero hace falta más que eso para hacer que un corazón muerto vuelva a latir – dijo ya para sí mismo – Si solo supiera lo que hace falta… - agregó desesperanzado al tiempo que se levantaba.
Sus ropas estaban polvorientas, empapadas y claro, con aroma a perro mojado, por lo que no hizo intento alguno por limpiarlas. No. Tenía una idea mucho mejor.
Rápidamente se quitó la corbata y la ya no tan impoluta camisa, y las tiró descuidadamente en un rincón de la arruinada cabaña que de momento los cobijaba. Debía estar loco. Pero era divertido estarlo de vez en cuando. Se acercó para darle un par de palmaditas al can en la cabeza, y se dispuso a salir a la lluvia que ya había dejado de consistir solo en unos cuantos goterones aislados o una suave llovizna, para pasar a convertirse en un espeso y torrencial manto de agua.
Así fue como se paró en medio de la nada, dejando que el agua envolviese su pálida piel en algo que se asemejaba a una sinfonía. Podía sentir cada una de las gotitas que caían sobre él, y como una se juntaba a otra y a otra hasta formar un pequeño caminito que tarde o temprano desembocaba en el lodo que tenía a sus pies.
Aspiró unas grandes bocanas de aire, sintiendo por fin que podía respirar de nuevo, como si su pecho ya no se sintiera presionado por nada. Era una sensación liberadora, pero sabía que no duraría demasiado.
Nosferatu L. de Beauchamp- Vampiro Clase Alta
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Re: La mente juega con nosotros [priv]
El era un vampiro, yo un cambiaformas. Claro el aun no se había dado cuenta de ese detalle, solamente pensaba que era un perro blanco que trataba de dormir, pero que quiso molestar entre sus impulsividades incoherentes. No podía culparlo, pero tampoco quería perdonarlo por haber mordido mi pobre cola, ella no tenía la culpa de nada. Había intentado animarlo pero nada había funcionado, ese joven estaba muy deprimido, en realidad no sabía porque estaba en ese estado. ¿Alguna mujer lo había dejado? Tal vez ya se había aburrido de vivir tantos años. Él para mí era un desconocido, no lo podía juzgar aunque quisiera, no sabía su historia, no sabía su procedencia, para mí solamente era una persona que estaba peor que yo, pues al menos yo no estaba deprimido.
Aun yo estaba cansado, deseaba reposar un poco hasta que la lluvia parara, pero parecía que eso no sucedería hoy, el joven me sorprendió cuando salió de la comodidad de aquel lugar para volver a mojarse en la lluvia que parecía un poco mas torrencial, yo me levante y dio unos pasos hasta quedar en lo seco, era una línea que no quería pasar. El agua, significaba que me mojaría y el mojarme significaba humedad y la humedad traía enfermedades Maldito vampiro que no te enfermas. Bufe sentándome en la entrada mientras miraba tranquilamente como este parecía desear que el agua que recorría su cuerpo lo purificara como si se tratara de un bautizo se tratara –o así yo lo veía- me rasque una de mis orejas por culpa de alguna pulga que hacia fiesta dentro de mi pelaje.
Si crees que te acompañare como perro lindo que soy, estas equivocado. Me di media vuelta para acomodarme en algún rincón cerca de la puerta, aunque parecía desinteresado en mojarme, alzaba mi cabeza para ver danzar al vampiro, tal vez tarde o temprano se cansaría y se iría a su gran mansión mientras yo me quedaría en aquel cuerpo de animal por unos días más, tal vez otras semanas. Por culpa de aquel infeliz me había deprimido, baje mi rostro sintiendo el suelo polvoriento en el, mientras mis orejas caían también tocando con sus punta el suelo seco. ¿Quién tiene más suerte? ¿El o yo?
Aun yo estaba cansado, deseaba reposar un poco hasta que la lluvia parara, pero parecía que eso no sucedería hoy, el joven me sorprendió cuando salió de la comodidad de aquel lugar para volver a mojarse en la lluvia que parecía un poco mas torrencial, yo me levante y dio unos pasos hasta quedar en lo seco, era una línea que no quería pasar. El agua, significaba que me mojaría y el mojarme significaba humedad y la humedad traía enfermedades Maldito vampiro que no te enfermas. Bufe sentándome en la entrada mientras miraba tranquilamente como este parecía desear que el agua que recorría su cuerpo lo purificara como si se tratara de un bautizo se tratara –o así yo lo veía- me rasque una de mis orejas por culpa de alguna pulga que hacia fiesta dentro de mi pelaje.
Si crees que te acompañare como perro lindo que soy, estas equivocado. Me di media vuelta para acomodarme en algún rincón cerca de la puerta, aunque parecía desinteresado en mojarme, alzaba mi cabeza para ver danzar al vampiro, tal vez tarde o temprano se cansaría y se iría a su gran mansión mientras yo me quedaría en aquel cuerpo de animal por unos días más, tal vez otras semanas. Por culpa de aquel infeliz me había deprimido, baje mi rostro sintiendo el suelo polvoriento en el, mientras mis orejas caían también tocando con sus punta el suelo seco. ¿Quién tiene más suerte? ¿El o yo?
Matsumoto Takanori- Cambiante Clase Media
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Re: La mente juega con nosotros [priv]
Libertad. Eso era todo lo que había ahora en su cabeza. Pero era un sentimiento tan puro como efímero. Por eso en cuanto acabó de dar un par de vueltas sobre sí mismo, volvió a caer en el desolador panorama. No era más que un demente dando vueltas bajo la lluvia, quizás esperando que un rayo lo partiera por la mitad, y que acabara por fin con una existencia sin significado. Dejó salir un suspiro y con la mano peinó hacia atrás los mechones de cabello que insistían en pegársele en el rostro, mientras que un “¿Y ahora qué?” amenazaba con volver a estancarlo, hundiéndolo en el mismo lodo que había disfrutado sentir bajo sus pies.
Dio un vistazo atrás para ver si el can lo había seguido, y no pudo reír al ver que el pequeño era muchísimo más sensato que él. Se había devuelto a la seguridad de la cabaña para echarse en el piso nuevamente y mirar más cómodamente el ridículo espectáculo del vampiro. Que no duró mucho más, porque en ese afán de resignación acabó por sentarse en el umbral de la puerta, con la espalda apoyada en el marco de la misma, para así poder apreciar al animal en todo su esplendor.
- Un baño de vez en cuando no hace mal – dijo mientras lo miraba de reojo, recordando como hace nada se estaba rascando una de sus orejas – Aunque seguro te gustaría más una bañera con agua caliente – agregó al sentir las frías gotas de agua deslizarse por su piel – Y comida, claro. Desearía poder vivir con cosas tan simples como esas – dijo antes de reír nuevamente – Ojalá eso bastara siempre –
Se dio un par de pausados golpecitos en la nuca contra el marco de la puerta, como si tratara de que su cerebro volviese a funcionar apropiadamente, y de la nada, una de esas ideas que rebotaron alcanzó a llegar a sus labios - ¿Quieres ir a casa conmigo, Señor Perro? – le preguntó al animal, con la misma seriedad con que se lo hubiese pedido a alguien más, a un amigo – Creo que casi cualquier lugar sería mejor que esta cabaña que parece que en cualquier momento se va a venir abajo – agregó, sin creer que en su locura había llegado al punto de tratar de convencer al can con argumentos racionales – No tienes por qué quedarte para siempre ¿Qué dices? – insistió, esperando cualquier gesto, cualquier señal que hiciera las veces de una respuesta.
Dio un vistazo atrás para ver si el can lo había seguido, y no pudo reír al ver que el pequeño era muchísimo más sensato que él. Se había devuelto a la seguridad de la cabaña para echarse en el piso nuevamente y mirar más cómodamente el ridículo espectáculo del vampiro. Que no duró mucho más, porque en ese afán de resignación acabó por sentarse en el umbral de la puerta, con la espalda apoyada en el marco de la misma, para así poder apreciar al animal en todo su esplendor.
- Un baño de vez en cuando no hace mal – dijo mientras lo miraba de reojo, recordando como hace nada se estaba rascando una de sus orejas – Aunque seguro te gustaría más una bañera con agua caliente – agregó al sentir las frías gotas de agua deslizarse por su piel – Y comida, claro. Desearía poder vivir con cosas tan simples como esas – dijo antes de reír nuevamente – Ojalá eso bastara siempre –
Se dio un par de pausados golpecitos en la nuca contra el marco de la puerta, como si tratara de que su cerebro volviese a funcionar apropiadamente, y de la nada, una de esas ideas que rebotaron alcanzó a llegar a sus labios - ¿Quieres ir a casa conmigo, Señor Perro? – le preguntó al animal, con la misma seriedad con que se lo hubiese pedido a alguien más, a un amigo – Creo que casi cualquier lugar sería mejor que esta cabaña que parece que en cualquier momento se va a venir abajo – agregó, sin creer que en su locura había llegado al punto de tratar de convencer al can con argumentos racionales – No tienes por qué quedarte para siempre ¿Qué dices? – insistió, esperando cualquier gesto, cualquier señal que hiciera las veces de una respuesta.
Nosferatu L. de Beauchamp- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/06/2012
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Re: La mente juega con nosotros [priv]
Las personas eran extrañas, el era una persona extraña. ¿Por qué simplemente no se despedía de aquel animal y seguí su camino? No era que me molestaba su presencia, simplemente me molestaba que por ser un can, me trataran mejor que siendo humano, se había sentado en el umbral de la puesta mientras yo aun estaba con los ojos entrecerrados tranquilo, como siempre parecía estar. Escuche sus palabras, eso estaría tan bien, aunque en realidad nunca me había agradado el baño, no importaba si era agua caliente o fría, el agua era mojada y mojarme no me gustaba.
Escucho los golpes que se daba y le mire preocupado. Había olvidado que era un vampiro, tendría que hacer algo mucho mejor para terminar con su vida. Escuche sus palabras y quise reír, en realidad en mi interior me estaba riendo como nunca ¿Qué haría yo en una casa? Era un cambiante y en cualquier momento podría hacer eso: cambiar. Deje salir un leve suspiro para luego quedarme quieto sin darle la respuesta que él quería escuchar. Pronto… ¿tan pronto? No me había imaginado que fuera a suceder, pero los dolores comenzaban, mí más pequeña célula comenzaba a cambiar para convertirme en un humano, quise quejarme, pero lo único que hice fue darme media vuelta mientras mi piel comenzaba a hacerse más pálida más humana, y mi pelaje se desvanecía hasta quedar mi cabello moreno en la cabeza, las patas se convertían en manos y pies, mi desnudez de hacia presente, esa era la única parte que no me gustaba.
Sentía mis huesos crujir mientras mi trasformación se estaba dando, era un poco dolorosa, pero no era algo para morirse del dolor, deje salir un suspiro cuando pude estirarme completamente como humano, moví mi cabeza de un lado a otro escuchando como los huesos del cuello se acoplaban mejor, gire mi cabeza para mirar al hombre que estaba detrás mío –Mi nombre no es “señor perro”- dijo sonriendo ampliamente –Me llamo Matsumoto Takanori y lo siento, no puedo ir contigo, pues en realidad no soy un perro- me alce de hombros para darle completamente la espalda, aunque debía admitir que la proposición de la comida y un techo mejor era interesante, pero nadie querría en su casa un perro que podría convertirse en humano cuando menos lo esperara.
Escucho los golpes que se daba y le mire preocupado. Había olvidado que era un vampiro, tendría que hacer algo mucho mejor para terminar con su vida. Escuche sus palabras y quise reír, en realidad en mi interior me estaba riendo como nunca ¿Qué haría yo en una casa? Era un cambiante y en cualquier momento podría hacer eso: cambiar. Deje salir un leve suspiro para luego quedarme quieto sin darle la respuesta que él quería escuchar. Pronto… ¿tan pronto? No me había imaginado que fuera a suceder, pero los dolores comenzaban, mí más pequeña célula comenzaba a cambiar para convertirme en un humano, quise quejarme, pero lo único que hice fue darme media vuelta mientras mi piel comenzaba a hacerse más pálida más humana, y mi pelaje se desvanecía hasta quedar mi cabello moreno en la cabeza, las patas se convertían en manos y pies, mi desnudez de hacia presente, esa era la única parte que no me gustaba.
Sentía mis huesos crujir mientras mi trasformación se estaba dando, era un poco dolorosa, pero no era algo para morirse del dolor, deje salir un suspiro cuando pude estirarme completamente como humano, moví mi cabeza de un lado a otro escuchando como los huesos del cuello se acoplaban mejor, gire mi cabeza para mirar al hombre que estaba detrás mío –Mi nombre no es “señor perro”- dijo sonriendo ampliamente –Me llamo Matsumoto Takanori y lo siento, no puedo ir contigo, pues en realidad no soy un perro- me alce de hombros para darle completamente la espalda, aunque debía admitir que la proposición de la comida y un techo mejor era interesante, pero nadie querría en su casa un perro que podría convertirse en humano cuando menos lo esperara.
Matsumoto Takanori- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 72
Fecha de inscripción : 16/12/2011
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