AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Its always 3 am somewhere [Libre]
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Its always 3 am somewhere [Libre]
Tres de la mañana. Una hora inusual para que una señorita estuviera andando por las calles. Miré alrededor con un gesto de burla hacia mi propia persona: Menos mal que yo no era ninguna señorita. Por fin volvía ¿A dónde había ido? Eso no importaba. ¿Porqué regresaba? Porque París era mi hogar, o al menos eso creía yo, porque hogar siempre era donde estaba el corazón y yo tenía trocitos de corazón regados por todos lados. Cortesana débil. Chasqueé la lengua mientras continuaba a paso rápido por las calles desoladas a estas horas imprudentes, taconeando sobre el pavimento, elevando el eco del ruido que iba haciendo tanto con mis zapatos, como con mi vestido que esa noche era todo menos provocativo. Hoy no trabajaba.
Llevaba en la mano una maleta, apenas con pocas pertenencias porque había viajado ligera, de ida y de regreso no había cargado con más de lo necesario, había repetido los vestuarios dos o tres veces, encargándome de lavarlos cada dos puestas porque mi repertorio de vestidos decentes era limitado. Fui un poco la vergüenza de la gente con la que hablé, hubiera causado más emoción al ir vestida como normalmente iba al burdel, al menos hubiera sido el tema favorito de conversación. Había ido como pobre y eso, en algunos estratos sociales, y con algunas personas era mucho peor que trabajar en un burdel. Menos mal que hacía mucho no me importaba lo que dijera de mi la gente.
Tres de la mañana. Los párpados me pesaban y el cansancio parecía haber formado una placa de metal sobre mis hombros que yo iba cargando y que se hacía más pesada a cada paso que daba. Y sin embargo no perdía el porte, espalda erguida, pasos firmes y ojos atentos. ¿La mente? La mente estaba encerrada en un despacho, reviviendo las palabras de un hombre que se había negado a cualquier tipo de explicación, súplica o petición de ayuda, un hombre que había tenido suficiente sangre fría como para deshacerse de su propia sangre por pura conveniencia. Había perdido la poca elegancia que me quedaba al gritarle, él había dicho que el burdel había hecho "maravillas" en mi, palabras que iban cargadas de desdén, yo le había dado las gracias y había azotado la puerta en un intento de huida un tanto patético. Y luego de mucho tiempo, después de estar dando vueltas por Viena, después de estar devanándome los sesos tratando de decidir si era mejor quedarme allá o volver aquí, había regresado a París. Una de las mejores decisiones que había tomado.
Y aquí estaba, a las tres de la mañana, habiendo bajado del tren con una maleta de mano y la vestimenta más decente que tenía, caminando entre charcos y esperando con ansias el momento en que yo pudiera echarme en mi cama a dormir. Y justo pensaba exactamente eso cuando un carruaje salió de algún lado. Tal vez haya sido mi propio despiste, o tal vez era mi hora de morir, o tal vez solamente era la bienvenida. El carruaje se detuvo, haciendo que el caballo que lo guiaba levantara los cuartos delanteros. Un grito escapó de mi garganta y sólo atiné a cubrirme la cara con las manos. Ahí estaba, la adrenalina corriendo por mi torrente sanguíneo, el temblor en las manos, el nudo en la garganta y la incapacidad de moverme de en medio por mucho que el conductor estuviera gritándome. Y París parecía gritarme: "Hola, Magnolia. Bienvenida otra vez."
Llevaba en la mano una maleta, apenas con pocas pertenencias porque había viajado ligera, de ida y de regreso no había cargado con más de lo necesario, había repetido los vestuarios dos o tres veces, encargándome de lavarlos cada dos puestas porque mi repertorio de vestidos decentes era limitado. Fui un poco la vergüenza de la gente con la que hablé, hubiera causado más emoción al ir vestida como normalmente iba al burdel, al menos hubiera sido el tema favorito de conversación. Había ido como pobre y eso, en algunos estratos sociales, y con algunas personas era mucho peor que trabajar en un burdel. Menos mal que hacía mucho no me importaba lo que dijera de mi la gente.
Tres de la mañana. Los párpados me pesaban y el cansancio parecía haber formado una placa de metal sobre mis hombros que yo iba cargando y que se hacía más pesada a cada paso que daba. Y sin embargo no perdía el porte, espalda erguida, pasos firmes y ojos atentos. ¿La mente? La mente estaba encerrada en un despacho, reviviendo las palabras de un hombre que se había negado a cualquier tipo de explicación, súplica o petición de ayuda, un hombre que había tenido suficiente sangre fría como para deshacerse de su propia sangre por pura conveniencia. Había perdido la poca elegancia que me quedaba al gritarle, él había dicho que el burdel había hecho "maravillas" en mi, palabras que iban cargadas de desdén, yo le había dado las gracias y había azotado la puerta en un intento de huida un tanto patético. Y luego de mucho tiempo, después de estar dando vueltas por Viena, después de estar devanándome los sesos tratando de decidir si era mejor quedarme allá o volver aquí, había regresado a París. Una de las mejores decisiones que había tomado.
Y aquí estaba, a las tres de la mañana, habiendo bajado del tren con una maleta de mano y la vestimenta más decente que tenía, caminando entre charcos y esperando con ansias el momento en que yo pudiera echarme en mi cama a dormir. Y justo pensaba exactamente eso cuando un carruaje salió de algún lado. Tal vez haya sido mi propio despiste, o tal vez era mi hora de morir, o tal vez solamente era la bienvenida. El carruaje se detuvo, haciendo que el caballo que lo guiaba levantara los cuartos delanteros. Un grito escapó de mi garganta y sólo atiné a cubrirme la cara con las manos. Ahí estaba, la adrenalina corriendo por mi torrente sanguíneo, el temblor en las manos, el nudo en la garganta y la incapacidad de moverme de en medio por mucho que el conductor estuviera gritándome. Y París parecía gritarme: "Hola, Magnolia. Bienvenida otra vez."
Magnolia Velvet- Mensajes : 575
Fecha de inscripción : 17/01/2011
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Re: Its always 3 am somewhere [Libre]
Evangeline me había citado a su mansión para llevarle aquel pedido uno que tenía mis sentidos todos opacados, normalmente me acostumbraba a caminar por las calles de Paris, ya llevaba mucho tiempo caminando por aquellos lugares, sabía que tenía cierta protección de uno de mis fieles clientes que agraciado con una gran herencia había dejado a mi unos guardianes ya que no sabía que el trabajo del relojero era más nocturno y como los vampiros perdían la cabeza el tiempo era lo único que les hacia llevar algo de vida, el tic tac de cada uno según me habían dicho se parecía al de un corazón. Evangeline, me prestó su carruaje, no lo negué era tarde más de lo común y tenía que llegar a mi negocio para terminar un reloj cucú con una melodía en especial eso llevaba trabajo y necesitaba el silencio de la noche para trabajar, hacia ya muchos años que mi trabajo lo hacía de noche al igual que mi padre.
Me subí al carruaje, logre ver al chofer que con su elegancia demostraba que aquella dama tenía más dinero de lo que se veía a simple vista. Me había pagado demasiado bien y con eso podría comprar nuevos accesorios y joyas para las incrustaciones de los codiciados relojes de bolsillo que me pedían las damas para sus esposos. Me acomode en el asiento de aquel oscuro carruaje cheque la hora las tres de la madrugada, Paris a esa hora parecía vivir, la vida nocturna era tan o más que la diurna. Me quede pegado observando mi reloj había sido el primero hacía muchos años atrás era el reloj mas imperfecto que existía o de los que había creado. Pero era mío y solo yo sabía el valor que tenia aquella pieza mi pequeña obra de arte.
El carruaje salió de aquel lugar, el cambio se noto cuando el camino se volvió un poco más duro, los adoquines que adornaban las calles de la ciudad hacían del viaje un poco mas incomodo, había ordenado al chofer que me llevara al “Reloj de Arena” (Mi negocio) ahí tenía una habitación donde podría dormir cuando terminara el sonajero que debía. Moví mi cabeza de un lado hacia otro sentí como uno de mis huesos hacia un sonido bastante notorio sonreí con la idea y el carruaje doblo por la calle que ya conocía iba a una gran velocidad, mejor para mi pensé.
Pero los hechos cambian cuando uno menos lo espera, sentí como mi cuerpo choco en el interior despertando al que habitaba dentro de mí, al hombre que tenía guardado entre los tic tac de algún reloj olvidado. Di un suspiro y el caballo bramo el grito de una mujer me alerto y sin pensarlo abrí la puerta intentando ver caí del carruaje mientras el chofer intentaba esquivar a la dama, no lo lograría eso lo sabia así que como pude me levante y corrí hasta ella para tomarla entre mis brazos con todas mis fuerzas y caer nuevamente al suelo pero ahora en compañía. El chofer logro detener al caballo y por ultimo al carruaje. No solté a la dama sino hasta que todo estuvo en calma. – ¿Está bien Madeimoselle? – pregunte mientras me levantaba y la ayudaba a ella, sentía un dolor y con el dolor venia lo que no deseaba esa noche.
Cuando estuvimos nuevamente de pie, note que el chofer se acercaba hacia nosotros preguntando si estábamos bien – Vete, con cuidado… creo que a tu Ama no le gustara saber que casi cometes un atropello – si era una amenaza, estaba cerca de la relojería así que no me importaba caminar y por ultimo acompañar a la dama a su destino, no era una persona mal educada pero todo había ocurrido muy rápido, mi corazón aun bombeaba con fuerzas en mi interior, ya mañana le mandaría una nota a Evangeline con lo ocurrido ya que al parecer el caballo se había lastimado.
Off: Espero no le moleste que me haya metido al tema
Me subí al carruaje, logre ver al chofer que con su elegancia demostraba que aquella dama tenía más dinero de lo que se veía a simple vista. Me había pagado demasiado bien y con eso podría comprar nuevos accesorios y joyas para las incrustaciones de los codiciados relojes de bolsillo que me pedían las damas para sus esposos. Me acomode en el asiento de aquel oscuro carruaje cheque la hora las tres de la madrugada, Paris a esa hora parecía vivir, la vida nocturna era tan o más que la diurna. Me quede pegado observando mi reloj había sido el primero hacía muchos años atrás era el reloj mas imperfecto que existía o de los que había creado. Pero era mío y solo yo sabía el valor que tenia aquella pieza mi pequeña obra de arte.
El carruaje salió de aquel lugar, el cambio se noto cuando el camino se volvió un poco más duro, los adoquines que adornaban las calles de la ciudad hacían del viaje un poco mas incomodo, había ordenado al chofer que me llevara al “Reloj de Arena” (Mi negocio) ahí tenía una habitación donde podría dormir cuando terminara el sonajero que debía. Moví mi cabeza de un lado hacia otro sentí como uno de mis huesos hacia un sonido bastante notorio sonreí con la idea y el carruaje doblo por la calle que ya conocía iba a una gran velocidad, mejor para mi pensé.
Pero los hechos cambian cuando uno menos lo espera, sentí como mi cuerpo choco en el interior despertando al que habitaba dentro de mí, al hombre que tenía guardado entre los tic tac de algún reloj olvidado. Di un suspiro y el caballo bramo el grito de una mujer me alerto y sin pensarlo abrí la puerta intentando ver caí del carruaje mientras el chofer intentaba esquivar a la dama, no lo lograría eso lo sabia así que como pude me levante y corrí hasta ella para tomarla entre mis brazos con todas mis fuerzas y caer nuevamente al suelo pero ahora en compañía. El chofer logro detener al caballo y por ultimo al carruaje. No solté a la dama sino hasta que todo estuvo en calma. – ¿Está bien Madeimoselle? – pregunte mientras me levantaba y la ayudaba a ella, sentía un dolor y con el dolor venia lo que no deseaba esa noche.
Cuando estuvimos nuevamente de pie, note que el chofer se acercaba hacia nosotros preguntando si estábamos bien – Vete, con cuidado… creo que a tu Ama no le gustara saber que casi cometes un atropello – si era una amenaza, estaba cerca de la relojería así que no me importaba caminar y por ultimo acompañar a la dama a su destino, no era una persona mal educada pero todo había ocurrido muy rápido, mi corazón aun bombeaba con fuerzas en mi interior, ya mañana le mandaría una nota a Evangeline con lo ocurrido ya que al parecer el caballo se había lastimado.
Off: Espero no le moleste que me haya metido al tema
Isaac Southey- Humano Clase Media
- Mensajes : 26
Fecha de inscripción : 08/08/2012
Re: Its always 3 am somewhere [Libre]
No era precisamente que yo intentara morir esa noche, definitivamente no era yo la clase de personas que se suicidaría alguna vez, me faltaba el coraje y la determinación. Lo que había sucedido era una mera coincidencia, ir despistada, un carruaje a las tres de la mañana, el encuentro entre ambas situaciones, fue como si dos destinos se colapsaran y soltaran chispas de pronto, o tal vez yo alucinaba y no había pasado nada, sólo un conjunto de coincidencias entrelazadas que nos habían dejado a los dos ahí. A los tres. A los cuatro si contamos al caballo.
Había gritado, de eso estaba muy segura, todavía sentía el roce de la voz sacada a la fuerza de mi garganta, y todo había ocurrido en un segundo, ver el carruaje, gritar y cubrirme, fui lo suficientemente lenta como para no utilizar la energía sobrante en salir del camino, lanzarme hacia un lado y ser mi propio príncipe azul. Pero no. Había sido un segundo después, unos brazos rodeándome, un cuerpo empujándome, el dolor del piso estampándose contra mi rodilla, y ahí estaba yo, tirada en el suelo, en los brazos de un hombre desconocido como otras tantas veces, sólo que esta vez la que tendría que pagar por los servicios era yo. Servicios de rescate. Un grito por parte de Paris que me daba la bienvenida. Y yo que pensaba que quería desilusionarme de la vida, al parecer todavía existían los caballeros.
Estaba un poco en shock, por lo que tardé un poco en entender que la pregunta era para mi. Disculpen, no estaba acostumbrada a que me llamaran así, no en estos casos. Y cuando me di cuenta ya estábamos los dos de pie y él amenazaba al chofer con decirle a su Ama que casi me atropella y yo seguía callada mirando al que había arriesgado su pellejo por sacarme del camino. Me aclaré la garganta y negué con la cabeza, tenía que buscar mi voz en las profundidades de mi ser porque después del grito parecía haber huido para esconderse y no volver a salir hasta estar completamente segura de que estaríamos a salvo. Luego asentí con la cabeza y traté de llamar la atención del caballero con el toque de mi dedo en su hombro, una vez que su mirada estuvo en mi me acerqué un poco para hablar en "privado" -Fue mi culpa en realidad, venía caminando distraída y no escuché el carruaje acercarse- No podría con la culpa. ¿Y si despedían al pobre hombre?, ¿Y si ese hombre tenia familia?, ¿Mujer, hijos, una abuela que no podía moverse por alguna enfermedad? Suspiré. -He quedado en deuda con usted o habría salido muy mal de la situación. Dígame cómo puedo hacer para agradecer su acto de valentía?- Intenté que aflorara una sonrisa, una pequeña que tal vez salió como una mueca, o tal vez salió bien y yo estaba tan atolondrada que no me daba cuenta.
Sacudí sus solapas con cuidado de que no pasara por un gesto atrevido y más bien como mera preocupación por su integridad física, y luego recordé que había pasado algo por alto. Algo importante. -¿Está usted bien, Monsieur?-
Había gritado, de eso estaba muy segura, todavía sentía el roce de la voz sacada a la fuerza de mi garganta, y todo había ocurrido en un segundo, ver el carruaje, gritar y cubrirme, fui lo suficientemente lenta como para no utilizar la energía sobrante en salir del camino, lanzarme hacia un lado y ser mi propio príncipe azul. Pero no. Había sido un segundo después, unos brazos rodeándome, un cuerpo empujándome, el dolor del piso estampándose contra mi rodilla, y ahí estaba yo, tirada en el suelo, en los brazos de un hombre desconocido como otras tantas veces, sólo que esta vez la que tendría que pagar por los servicios era yo. Servicios de rescate. Un grito por parte de Paris que me daba la bienvenida. Y yo que pensaba que quería desilusionarme de la vida, al parecer todavía existían los caballeros.
Estaba un poco en shock, por lo que tardé un poco en entender que la pregunta era para mi. Disculpen, no estaba acostumbrada a que me llamaran así, no en estos casos. Y cuando me di cuenta ya estábamos los dos de pie y él amenazaba al chofer con decirle a su Ama que casi me atropella y yo seguía callada mirando al que había arriesgado su pellejo por sacarme del camino. Me aclaré la garganta y negué con la cabeza, tenía que buscar mi voz en las profundidades de mi ser porque después del grito parecía haber huido para esconderse y no volver a salir hasta estar completamente segura de que estaríamos a salvo. Luego asentí con la cabeza y traté de llamar la atención del caballero con el toque de mi dedo en su hombro, una vez que su mirada estuvo en mi me acerqué un poco para hablar en "privado" -Fue mi culpa en realidad, venía caminando distraída y no escuché el carruaje acercarse- No podría con la culpa. ¿Y si despedían al pobre hombre?, ¿Y si ese hombre tenia familia?, ¿Mujer, hijos, una abuela que no podía moverse por alguna enfermedad? Suspiré. -He quedado en deuda con usted o habría salido muy mal de la situación. Dígame cómo puedo hacer para agradecer su acto de valentía?- Intenté que aflorara una sonrisa, una pequeña que tal vez salió como una mueca, o tal vez salió bien y yo estaba tan atolondrada que no me daba cuenta.
Sacudí sus solapas con cuidado de que no pasara por un gesto atrevido y más bien como mera preocupación por su integridad física, y luego recordé que había pasado algo por alto. Algo importante. -¿Está usted bien, Monsieur?-
off: No, para nada. Gracias por contestar ^^
Magnolia Velvet- Mensajes : 575
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Re: Its always 3 am somewhere [Libre]
La caballerosidad no debía agradecerse, si algo había aprendido de mi padre era que todo hombre tenía que ser respetuoso y leal a sus conocimientos, yo lo era, me gustaba el buen trato para con las personas, si quieres que te respeten respeta tu antes, aunque a veces a algunos no se les aplicaba pero era en esos momentos donde uno podía jugar un poco con las personalidades del otro. Pocos conocían un lado mío que iba de la mano del dolor que a veces me causaba por puro placer, no por nada recibía el apodo del “Relojero Maldito” ¿Quién me lo había puesto? Nada más ni nada menos una mujer de apariencia angelical que me enseño que Sexo-dolor-placer eran el trió perfecto. Moví la cabeza de un lado a otro, quería salir a relucir mi némesis, yo mismo. Pase saliva un poco inquieto por la situación, inspire profundamente y pegue mis ojos en la dama de cabellera rubia.
No se preocupe, no le diré nada a la Ama de aquel chofer y no se eche toda la culpa, de seguro aquel también iba distraído por las calles. – Realmente no le diría a Evangeline, luego y la muerte de aquel hombre caería en mis hombros y no estaba dispuesto a vivir con semejante culpa… “La culpa seria de ella, por atravesarse” dijo mi cabeza y apreté con fuerzas mis ojos para que se callara, no, no necesitaba un cambio justo ahora. Empuñe mi mano con fuerzas intentando no irme del lugar, mis ojos perfectamente abiertos de par en par observaban a la dama buscando en ella el escape para no perder la conciencia. La sangre corría a gran velocidad, y me decía para mí –No me abandones… no… estoy bien en las calles de Paris, acabo de socorrer a una mujer y tengo que llegar al Reloj de arena – necesitaba que mi cabeza se callara y la única forma existente era que relatara en mi mente lo que estaba viviendo. Poco a poco y tras lo que ella decía mí cuerpo se fue relajando aunque sabía que en lo más recóndito de mí ser aun estaba el otro buscando el momento para salir. – Madeimoselle su vida no tiene precio y no tiene nada que agradecer y mucho menos tener que hacer algo al respecto, cualquier hombre hubiera hecho lo mismo para socorrerla.
El carruaje se puso en marchar, luego del gesto que le había hecho – Bien, solo me golpee un poco el codo – mentí, en realidad uno de los adoquines que estaba suelto me había golpeado con fuerzas en las costillas y ese era el detonante de todo que parecía hasta ahora calculado. Volví a suspirar, en realidad estaba algo nervioso y necesitaba despejar un poco la cabeza - ¿Desea que la acompañe a su destino? No la dejare sola y no deseo que le ocurra nada malo – no la deje responder, andaba acelerado, hiperactivo y si no me podía en movimiento en este momento, no quería saber que pasaría después. Tome la maleta de ella que había caído cerca – ¿Viene llegando a Paris? – doble un poco mi cabeza para mirarla nuevamente, en realidad a primeras no me había percatado de nada en ella. Ahora que la miraba con mas determino, podía apreciar su belleza, la curvatura de sus labios perfectos, sus ojos dos perlas que en la oscuridad resaltaban, su complexidad era de una mujer no muy delgada si no de cuervas perfectas y cuerpo esbelto, una verdadera obra de arte. – ¿Vamos? – comencé a caminar en la que supuse era la dirección en al que ella iba hacia escasos momentos.
No se preocupe, no le diré nada a la Ama de aquel chofer y no se eche toda la culpa, de seguro aquel también iba distraído por las calles. – Realmente no le diría a Evangeline, luego y la muerte de aquel hombre caería en mis hombros y no estaba dispuesto a vivir con semejante culpa… “La culpa seria de ella, por atravesarse” dijo mi cabeza y apreté con fuerzas mis ojos para que se callara, no, no necesitaba un cambio justo ahora. Empuñe mi mano con fuerzas intentando no irme del lugar, mis ojos perfectamente abiertos de par en par observaban a la dama buscando en ella el escape para no perder la conciencia. La sangre corría a gran velocidad, y me decía para mí –No me abandones… no… estoy bien en las calles de Paris, acabo de socorrer a una mujer y tengo que llegar al Reloj de arena – necesitaba que mi cabeza se callara y la única forma existente era que relatara en mi mente lo que estaba viviendo. Poco a poco y tras lo que ella decía mí cuerpo se fue relajando aunque sabía que en lo más recóndito de mí ser aun estaba el otro buscando el momento para salir. – Madeimoselle su vida no tiene precio y no tiene nada que agradecer y mucho menos tener que hacer algo al respecto, cualquier hombre hubiera hecho lo mismo para socorrerla.
El carruaje se puso en marchar, luego del gesto que le había hecho – Bien, solo me golpee un poco el codo – mentí, en realidad uno de los adoquines que estaba suelto me había golpeado con fuerzas en las costillas y ese era el detonante de todo que parecía hasta ahora calculado. Volví a suspirar, en realidad estaba algo nervioso y necesitaba despejar un poco la cabeza - ¿Desea que la acompañe a su destino? No la dejare sola y no deseo que le ocurra nada malo – no la deje responder, andaba acelerado, hiperactivo y si no me podía en movimiento en este momento, no quería saber que pasaría después. Tome la maleta de ella que había caído cerca – ¿Viene llegando a Paris? – doble un poco mi cabeza para mirarla nuevamente, en realidad a primeras no me había percatado de nada en ella. Ahora que la miraba con mas determino, podía apreciar su belleza, la curvatura de sus labios perfectos, sus ojos dos perlas que en la oscuridad resaltaban, su complexidad era de una mujer no muy delgada si no de cuervas perfectas y cuerpo esbelto, una verdadera obra de arte. – ¿Vamos? – comencé a caminar en la que supuse era la dirección en al que ella iba hacia escasos momentos.
Isaac Southey- Humano Clase Media
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Re: Its always 3 am somewhere [Libre]
Parecía que no era yo la que estaba ahí parada sacudiendo su traje, la que era yo antes del susto había salido corriendo y sólo había dejado la cáscara de lo que era yo en realidad, por eso precisamente cuando la realidad de lo que estaba haciendo me golpeó, me vi a mi misma invadiendo el espacio vital de un hombre que apenas conocía. Retiré en cámara lenta las manos de su ropa, di un paso atrás un tanto cohibida y me reñí mentalmente por no pensar antes de actuar. Luego recordé que en el burdel, eso no hubiera sido inapropiado, hubiera sido bastante normal, incluso monótono. Al final entrelacé mis dedos de ambas manos y me dediqué a mantener una distancia prudente. Al menos había logrado que no delatara al pobre hombre que no tenía la culpa de nada.
Yo no creía que cualquier hombre me hubiera rescatado y el pensamiento provocó que me mordiera el labio inferior. En primera, no cualquier hombre anda paseando por las calles a las tres de la mañana, sólo él, lo que ya era bastante raro. En segunda, aunque me hubieran visto, no cualquier hombre pudo haber sido tan ágil para tomarme en brazos y lanzarse con todo y mi cuerpo hacia el otro lado de la calle. Pero tal vez no era un buen momento para discutir todo eso, tal vez sería mejor agradecerle y seguir mi camino. Pero él seguía hablando y apenas me dejaba hablar y al final mi plan de agradecerle y seguir con mi camino se destrozaba ante mis ojos. Una vez que te enseñan a ser un caballero, es muy difícil dejar de serlo, es una cuestión de ser lo que eres y tratar de arrancarte tu propio ser es como querer arrancarte la piel. Duele.
Asentí a su propuesta, al menos así estaría a salvo de ser atropellada otra vez pero tenía que poner mucha atención a partir de ahora. -Está bien, pero con la condición de que cuando lleguemos me deje echarle un vistazo a su codo- No, no sabía nada de medicina, ni siquiera sabría si había algo mal con la articulación pero podía al menos asegurarme de que no sangrara y darle un té para los nervios. Al menos. Volví a morder mi labio por mi incapacidad de ayudarle como él lo había hecho pero eché a andar junto a él. Mirándolo llevar mi maleta y recordando otra de sus preguntas que nunca contesté. -Tuve que viajar a visitar a mi familia- Si un abuelo enojón y cero cooperativo podría llamarse "familia".
Luego vino otra disyuntiva, una duda que nunca, durante mi estancia en Paris había sentido. No fue hasta que fui a ver al abuelo y regresé que mi cerebro me jugaba malas pasadas. ¿Porqué dudaba del nombre con el que debía presentarme? Yo había sido Magnolia desde hacía mucho tiempo, Olivia estaba enterrada en lo más profundo de mi alma, por muchas promesas que me hubieran hecho de regresar a ser lo que era antes, en realidad sólo la habían alborotado pero Olivia ya no era alguien que fuera yo. Yo era Magnolia. Magnolia Velvet. Nadie más. -Soy Magnolia, ¿Y usted?- Y sentí que algo se me rompía dentro, algo que se despedía de mi. Tal vez para siempre.
Yo no creía que cualquier hombre me hubiera rescatado y el pensamiento provocó que me mordiera el labio inferior. En primera, no cualquier hombre anda paseando por las calles a las tres de la mañana, sólo él, lo que ya era bastante raro. En segunda, aunque me hubieran visto, no cualquier hombre pudo haber sido tan ágil para tomarme en brazos y lanzarse con todo y mi cuerpo hacia el otro lado de la calle. Pero tal vez no era un buen momento para discutir todo eso, tal vez sería mejor agradecerle y seguir mi camino. Pero él seguía hablando y apenas me dejaba hablar y al final mi plan de agradecerle y seguir con mi camino se destrozaba ante mis ojos. Una vez que te enseñan a ser un caballero, es muy difícil dejar de serlo, es una cuestión de ser lo que eres y tratar de arrancarte tu propio ser es como querer arrancarte la piel. Duele.
Asentí a su propuesta, al menos así estaría a salvo de ser atropellada otra vez pero tenía que poner mucha atención a partir de ahora. -Está bien, pero con la condición de que cuando lleguemos me deje echarle un vistazo a su codo- No, no sabía nada de medicina, ni siquiera sabría si había algo mal con la articulación pero podía al menos asegurarme de que no sangrara y darle un té para los nervios. Al menos. Volví a morder mi labio por mi incapacidad de ayudarle como él lo había hecho pero eché a andar junto a él. Mirándolo llevar mi maleta y recordando otra de sus preguntas que nunca contesté. -Tuve que viajar a visitar a mi familia- Si un abuelo enojón y cero cooperativo podría llamarse "familia".
Luego vino otra disyuntiva, una duda que nunca, durante mi estancia en Paris había sentido. No fue hasta que fui a ver al abuelo y regresé que mi cerebro me jugaba malas pasadas. ¿Porqué dudaba del nombre con el que debía presentarme? Yo había sido Magnolia desde hacía mucho tiempo, Olivia estaba enterrada en lo más profundo de mi alma, por muchas promesas que me hubieran hecho de regresar a ser lo que era antes, en realidad sólo la habían alborotado pero Olivia ya no era alguien que fuera yo. Yo era Magnolia. Magnolia Velvet. Nadie más. -Soy Magnolia, ¿Y usted?- Y sentí que algo se me rompía dentro, algo que se despedía de mi. Tal vez para siempre.
Magnolia Velvet- Mensajes : 575
Fecha de inscripción : 17/01/2011
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Re: Its always 3 am somewhere [Libre]
¿Como le explicas a una mujer que un caballero ande a esas horas de la noche, que aparezca y le salve la vida? No hay que explicar tú no tienes que dar explicaciones, ¡vamos Isaac! y ahí estaba mi cabeza hablando sin mi permiso, gire para verle el rostro en realidad cualquiera que la viera pensaría que andaba perdida, ella aquella mujer parecía estar en un trance, pero al cabo de unos segundo y cuando ella comenzó hablar me quedo claro que ya la tenía de vuelta por las calles de Paris – A veces hablo mucho, lo lamento. – Mentí, no acostumbraba hablar mucho salvo que fuera sobre la relojería, pero si permanecía callado a esas horas saldría mi pesadilla a flote, el hombre que he tratado de ocultar del mundo, aquel ser que siente el poder de apoderarse de todo lo que me rodea.
Seguí cambiando mientras ella decía aquello de curarme el codo – Esta bien, aceptare que revise mi brazo – estaba seguro que estaba sangrando, pero no dije nada, podía sentir como se impregnaba en la tela del traje así que para no asustarla y mucho menos para que no se sintiera culpable calle, mejor hacer como si no sentí nada. – Magnolia, como la flor – sonreí – Mucho gusto, Yo soy Isaac – para que decir mi apellido era irrelevante y además ella tampoco lo había pronunciado así que no veía el problema en cordialidades que no venían al caso, ya que no era ni una fiesta, ni una reunión política donde los apellidos decían más que los nombres.
Suerte tiene que su familia vive lejos de usted – suspire luego me arrepentí – no, mejor dicho… no… es que a veces la familia presiona más de lo que debería – dije al fin bajando un poco la mirada, pero no, esa noche no me afectaría lo que se me había sido revelado por manos de aquella vampira. Era algo que iba mas allá de lo que mis manos podían hacer – Yo toda mi vida he estado en Paris, mi familia es dueña de una relojería yo soy el relojero – suspire, mientras la miraba para seguirla a final de cuentas ella sabia donde estaba su hogar – ¿Vamos bien? – pregunte mientras un dolor de cabeza se hacía presente, necesitaba relajarme, necesitaba pensar algo, distraer al que quería salir, necesitaba ser un caballero de pies a cabeza.
Mire mi reloj de bolsillo algo nervioso, un pequeño temblor comenzaba a subir por mi brazo derecho y me detuve para cambiar la maleta de mano – Paris está muy silenciosa – era cierto pero eso solo tenía una respuesta, la luna llena estaba en los cielos muchos vampiros iban a la caza de las bestias peludas, por eso quizás era que el silencio reinaba a esas horas – Ha llegado bastante tarde de su viaje – me apronte a decir, mientras no me separaba del lado de ella, íbamos camino por calles desoladas, algunos perros comenzaron a ladrar a nuestro paso pero al cabo que los dejamos atrás se callaron por completo. ¿Toda la noche lucharas contra tu destino Isaac…? lleve mi mano hacia mi cabellera y le di un pequeño tirón para luego terminar rascando la nuca.
Off: Lamento la demora, estaba con ausencia.
Seguí cambiando mientras ella decía aquello de curarme el codo – Esta bien, aceptare que revise mi brazo – estaba seguro que estaba sangrando, pero no dije nada, podía sentir como se impregnaba en la tela del traje así que para no asustarla y mucho menos para que no se sintiera culpable calle, mejor hacer como si no sentí nada. – Magnolia, como la flor – sonreí – Mucho gusto, Yo soy Isaac – para que decir mi apellido era irrelevante y además ella tampoco lo había pronunciado así que no veía el problema en cordialidades que no venían al caso, ya que no era ni una fiesta, ni una reunión política donde los apellidos decían más que los nombres.
Suerte tiene que su familia vive lejos de usted – suspire luego me arrepentí – no, mejor dicho… no… es que a veces la familia presiona más de lo que debería – dije al fin bajando un poco la mirada, pero no, esa noche no me afectaría lo que se me había sido revelado por manos de aquella vampira. Era algo que iba mas allá de lo que mis manos podían hacer – Yo toda mi vida he estado en Paris, mi familia es dueña de una relojería yo soy el relojero – suspire, mientras la miraba para seguirla a final de cuentas ella sabia donde estaba su hogar – ¿Vamos bien? – pregunte mientras un dolor de cabeza se hacía presente, necesitaba relajarme, necesitaba pensar algo, distraer al que quería salir, necesitaba ser un caballero de pies a cabeza.
Mire mi reloj de bolsillo algo nervioso, un pequeño temblor comenzaba a subir por mi brazo derecho y me detuve para cambiar la maleta de mano – Paris está muy silenciosa – era cierto pero eso solo tenía una respuesta, la luna llena estaba en los cielos muchos vampiros iban a la caza de las bestias peludas, por eso quizás era que el silencio reinaba a esas horas – Ha llegado bastante tarde de su viaje – me apronte a decir, mientras no me separaba del lado de ella, íbamos camino por calles desoladas, algunos perros comenzaron a ladrar a nuestro paso pero al cabo que los dejamos atrás se callaron por completo. ¿Toda la noche lucharas contra tu destino Isaac…? lleve mi mano hacia mi cabellera y le di un pequeño tirón para luego terminar rascando la nuca.
Off: Lamento la demora, estaba con ausencia.
Isaac Southey- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 08/08/2012
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