AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Sueño, premonición o producto del hambre y la fatiga? [Privado]
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¿Sueño, premonición o producto del hambre y la fatiga? [Privado]
El sol acababa de salir en la lejanía mi cuerpo estaba tenso, el barco a penas había llegado a Paris y más de un tripulante se había dado cuenta, me fui en excusas no me gustaba tratar con aquellas personas que se creían que por ser acomodados y poder viajar en tan lujoso barco podían venir a enojarse con el Capitán. Sonreí ampliamente mientras me dedicaba hacer lo que mejor me salía, mandar a mis subordinados. Mande a preparar un desayuno para la tripulación, nunca compartía con ellos en realidad amigos y trabajo no era nada bueno, el viejo me había enseñado a nunca mezclar aquellos dos factores, ya que podía pasar cualquier cosa. Y como no era el ser mas sociable de la tierra.
Pasaron largas horas los portuarios ayudaron con la descarga del navío, un grupo minoritario de marinos mercantes de mi tripulación ayudo con los equipajes, me habían comentado que venía un grupo de vampiros así que eso empeoraba las cosas y me retrasaría mas días de lo esperado en Paris, tendrían que esperar hasta la noche. Mande a llamar al cuarto de mando al segundo al mando, un vampiro claro estaba que fuera a dar la noticia que habíamos encallado pero que el sol ya estaba en lo alto así que tendrían que esperar hasta el anochecer. No me gustaba la idea pero no había nada que hacer, las horas pasaron y por fin el navío estaba desolado, solo los sirvientes en el gran salón de servicio comiendo y yo recorriendo el lugar con hambre los intestinos rugían pero no aguantaría a demás le había enviado una carta a mi amiga Deirdre.
En el mensaje dejaba escrita la fecha cuando llegaría hoy, aun no recordaba como la había llegado a conocer del todo, sabía que había sido en el barco en uno de mis tantos viajes por el mundo, me quede en la popa del barco apoyado en una baranda mirando como el puerto seguía con tanta vida como siempre, era uno de los pocos lugares que de día y noche se trabajaba de igual manera.
Cerré mis ojos dejándome llevar por lo que sentía, el sonido de las aguar moverse me relajaba y eso era lo que necesitaba…
“El cielo destellaba en lo alto con el grandioso sol, el Midnight , abriéndose paso por las aguas del océano una tripulación tranquila, el capitán en su cabina manejando aquel navío que caprichoso esconde más de un secreto – Te estoy observando Petrova – una voz femenina se hizo presente el capitán busco en el lugar quien le había hablado pero nadie había a su alrededor – Soy todo y soy nada… - volvió hablar singular voz en el interior de aquella cabina - ¿Quién eres?- la voz ronca del capitán se hizo presente – Soy un pasado, un presente y claramente tu futuro… - el capitán descolocado sale del cuarto de mandos buscando a la mujer que hablaba, pero… no encontró a nadie. – Podrás buscarme, pero nunca sabrás de mí hasta que llegue el momento… El viejo ¿no te conto de mi? – Paralizado el capitán se quedo plantado en ese mismo lugar – Petrova… mi padrastro no… - las risas se multiplicaron por todo el lugar, pero ya no estaba en el océano sino mas bien en un cuarto oscuro donde no se observaba nada – Todo barco tiene una leyenda… averigua que oculta este navío que tanto quieres...- el frio en el lugar se intencifico… y solo gritos con su apellido escucho- ¡Petrova! ¡Petrova!...”
Mis ojos se abrieron tan rápido como si el mismísimo demonio se hubiera poseído de mí, la fatiga se estaba apoderando de mis sentidos pero algo no olvidaría aquel sueño… aquella visión ¿Qué era?, no pude pensar mas y sentí como todo se daba vueltas en mi cabeza, di un paso hacia atrás ¿Hace cuanto no comía?... hace demasiado tiempo. Comencé a avanzar medio mareado por el navío necesitaba mi cama, o comida, lo primero que llegara…
Pasaron largas horas los portuarios ayudaron con la descarga del navío, un grupo minoritario de marinos mercantes de mi tripulación ayudo con los equipajes, me habían comentado que venía un grupo de vampiros así que eso empeoraba las cosas y me retrasaría mas días de lo esperado en Paris, tendrían que esperar hasta la noche. Mande a llamar al cuarto de mando al segundo al mando, un vampiro claro estaba que fuera a dar la noticia que habíamos encallado pero que el sol ya estaba en lo alto así que tendrían que esperar hasta el anochecer. No me gustaba la idea pero no había nada que hacer, las horas pasaron y por fin el navío estaba desolado, solo los sirvientes en el gran salón de servicio comiendo y yo recorriendo el lugar con hambre los intestinos rugían pero no aguantaría a demás le había enviado una carta a mi amiga Deirdre.
En el mensaje dejaba escrita la fecha cuando llegaría hoy, aun no recordaba como la había llegado a conocer del todo, sabía que había sido en el barco en uno de mis tantos viajes por el mundo, me quede en la popa del barco apoyado en una baranda mirando como el puerto seguía con tanta vida como siempre, era uno de los pocos lugares que de día y noche se trabajaba de igual manera.
Cerré mis ojos dejándome llevar por lo que sentía, el sonido de las aguar moverse me relajaba y eso era lo que necesitaba…
“El cielo destellaba en lo alto con el grandioso sol, el Midnight , abriéndose paso por las aguas del océano una tripulación tranquila, el capitán en su cabina manejando aquel navío que caprichoso esconde más de un secreto – Te estoy observando Petrova – una voz femenina se hizo presente el capitán busco en el lugar quien le había hablado pero nadie había a su alrededor – Soy todo y soy nada… - volvió hablar singular voz en el interior de aquella cabina - ¿Quién eres?- la voz ronca del capitán se hizo presente – Soy un pasado, un presente y claramente tu futuro… - el capitán descolocado sale del cuarto de mandos buscando a la mujer que hablaba, pero… no encontró a nadie. – Podrás buscarme, pero nunca sabrás de mí hasta que llegue el momento… El viejo ¿no te conto de mi? – Paralizado el capitán se quedo plantado en ese mismo lugar – Petrova… mi padrastro no… - las risas se multiplicaron por todo el lugar, pero ya no estaba en el océano sino mas bien en un cuarto oscuro donde no se observaba nada – Todo barco tiene una leyenda… averigua que oculta este navío que tanto quieres...- el frio en el lugar se intencifico… y solo gritos con su apellido escucho- ¡Petrova! ¡Petrova!...”
Mis ojos se abrieron tan rápido como si el mismísimo demonio se hubiera poseído de mí, la fatiga se estaba apoderando de mis sentidos pero algo no olvidaría aquel sueño… aquella visión ¿Qué era?, no pude pensar mas y sentí como todo se daba vueltas en mi cabeza, di un paso hacia atrás ¿Hace cuanto no comía?... hace demasiado tiempo. Comencé a avanzar medio mareado por el navío necesitaba mi cama, o comida, lo primero que llegara…
Última edición por Alekséi Petrova el Mar Ago 21, 2012 9:28 pm, editado 1 vez
Alekséi Pávlov- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 20/08/2012
Re: ¿Sueño, premonición o producto del hambre y la fatiga? [Privado]
"Y aunque somos tan diferentes, siempre he deseado que te quedes,
pero al quererte tanto, siempre he dejado que marches,
ahora que has vuelto, lo único que deseo es sorprenderte"
pero al quererte tanto, siempre he dejado que marches,
ahora que has vuelto, lo único que deseo es sorprenderte"
La mañana había pasado más rápido de lo que hubiese querido. Deirdre temía que su madre la rechazara por ese detalle nuevo de su vida, su humanidad había cambiado, y con ella sabía que muchas cosas también, por ejemplo sus costumbres, su alimentación, pero sobretodo el trato que debía de tener con sus amistades, la joven temía lastimar todo aquel que estuviera a su alrededor, pues su temperamento cambiaba con rapidez, temía que un ataque de ira lastimara a cualquiera que se le cruzara enfrente, se tenía miedo propio, y aunque su madre la calmó por completo, y le dio su apoyo, sabía que lo correcto era exiliarse de todos, vivir en completa soledad en el bosque, eso quizás, no cambiaría de su vida, pues siempre fue muy solitaria, en medio de sus descubrimientos, de sus aprendizajes.
La licántropo ahora tenía un secreto, uno que no sabía si rayaba en el pecado, en ocasiones se sentía parte de una maldición, pero otras veces se sentía bastante privilegiada, eso era lo que había deseado siempre, algo diferente, nuevo, que se comparara con los cuentos de hada que siempre había leído, el problema que ella veía en ese instante, es que aún no conocía por completo los limites, sus limites, y como siempre, volvía a surgir su miedo por hacer el mal.
Hace unas semanas atrás, la joven de largos cabellos negros había recibido una carta, de esas que le llegaban cada mes, un nombre que conocía de memoria, y al leer un rostro que se dibujaba en su cabeza. Alekséi, su amigo de hace mucho tiempo estaba por llegar, y deseaba verla, ella por supuesto sentía una gran felicidad por esos deseos, ya que eran mutuos. Tanto tiempo era que se habían dejado de ver, que lo único que ahora necesitaba era un abrazo suyo. De nadie más que de él. Estaba aun arreglada con ese vestido blanco ceñido a su cuerpo que su madre le había dado, se veía hermosa, y resaltaban sus rasgos, su belleza, y sobretodo su inocencia. La joven no sabía si era correcto ir de esa manera a verlo, pues muchos marineros estarían a su alrededor, y eso la ponía por completo de nervios. Le importó poco, y tomando una charola en mano, salió de casa, con el sol a todo lo que daba, caminando con tranquilidad, y buscando el barco del marino que más había querido, quizás porque era su único y verdadero amigo.
No tardó en reconocer el navío, era grande, un poco descuidado por los viajes, pero muy hermoso, sin es que el más hermoso de todos. Avanzó sintiendo su pulso acelerarse, incluso su estomago se revolvió, estaba casi por vomitar de la emoción, pero se contuvo. A su paso varias miradas masculinas se clavaron en su figura. Deirdre ignoró un poco pero después de algunos gritos se sintió pequeña, incomoda, y deseando salir de ahí. Sin pedir permiso, caminó por la madera que conectaba el puerto con el navío, y se adentro. En su mano había una pequeña canasta cubierta. Deirdre no tardó mucho tiempo en desesperarse, preguntó con algunos marineros el paradero del capitán, algunos recibieron cachetadas por las respuestas impropias que le daban, y sólo uno le dijo el lugar dónde se encontraba Alekséi, la licántropo salió corriendo en la dirección dada, y sin soltar la canasta en mano, se adentro a la oscuridad buscando una figura que sobrepasaba la suya, con éxito gracias a sus nuevas habilidades lo encontró, sintiendo un alivio en su interior.
- ¡Alek…! ¡Alekséi por Dios! ¿Estás bien? - La licántropo aprovechó de su fuerza sobrehumana para poder sostenerlo, cualquiera que lo viera juraría que estaba por caer al suelo desmayado. - No es una manera correcta para recibirme, no te enfermes, no me hagas eso - Deirdre estaba completamente alterada. Lo colocó en el suelo, y dejó que su espalda estuviera recargada contra la fría estructura del barco. Su mano acaricio sus mejillas, y ambas sostuvieron su mentón dejando un camino de besos de su mejilla hasta su frente - No podrás comprarme frutas para la tripulación enfermo, reacciona Alek - La castaña mostró en su rostro una gran preocupación, lo que le pareció extraño, fue sentir que el frío se apoderaba de su figura cándida, algo andaba mal en ese lugar, quizás era lo que tenía de esa manera a su amigo. "Oh, te ves más atractivo de lo que estabas" Dijo en sus pensamientos, y sintió una especie de opresión en el pecho, siempre que estaban juntos, una especie interruptor se accionaba, y aunque nunca había palabras o actos reveladores, ambos sabían que entre ellos existía una especie de… ¿amor? No, lo de ellos era conocido como una verdadera amistad
La licántropo ahora tenía un secreto, uno que no sabía si rayaba en el pecado, en ocasiones se sentía parte de una maldición, pero otras veces se sentía bastante privilegiada, eso era lo que había deseado siempre, algo diferente, nuevo, que se comparara con los cuentos de hada que siempre había leído, el problema que ella veía en ese instante, es que aún no conocía por completo los limites, sus limites, y como siempre, volvía a surgir su miedo por hacer el mal.
Hace unas semanas atrás, la joven de largos cabellos negros había recibido una carta, de esas que le llegaban cada mes, un nombre que conocía de memoria, y al leer un rostro que se dibujaba en su cabeza. Alekséi, su amigo de hace mucho tiempo estaba por llegar, y deseaba verla, ella por supuesto sentía una gran felicidad por esos deseos, ya que eran mutuos. Tanto tiempo era que se habían dejado de ver, que lo único que ahora necesitaba era un abrazo suyo. De nadie más que de él. Estaba aun arreglada con ese vestido blanco ceñido a su cuerpo que su madre le había dado, se veía hermosa, y resaltaban sus rasgos, su belleza, y sobretodo su inocencia. La joven no sabía si era correcto ir de esa manera a verlo, pues muchos marineros estarían a su alrededor, y eso la ponía por completo de nervios. Le importó poco, y tomando una charola en mano, salió de casa, con el sol a todo lo que daba, caminando con tranquilidad, y buscando el barco del marino que más había querido, quizás porque era su único y verdadero amigo.
No tardó en reconocer el navío, era grande, un poco descuidado por los viajes, pero muy hermoso, sin es que el más hermoso de todos. Avanzó sintiendo su pulso acelerarse, incluso su estomago se revolvió, estaba casi por vomitar de la emoción, pero se contuvo. A su paso varias miradas masculinas se clavaron en su figura. Deirdre ignoró un poco pero después de algunos gritos se sintió pequeña, incomoda, y deseando salir de ahí. Sin pedir permiso, caminó por la madera que conectaba el puerto con el navío, y se adentro. En su mano había una pequeña canasta cubierta. Deirdre no tardó mucho tiempo en desesperarse, preguntó con algunos marineros el paradero del capitán, algunos recibieron cachetadas por las respuestas impropias que le daban, y sólo uno le dijo el lugar dónde se encontraba Alekséi, la licántropo salió corriendo en la dirección dada, y sin soltar la canasta en mano, se adentro a la oscuridad buscando una figura que sobrepasaba la suya, con éxito gracias a sus nuevas habilidades lo encontró, sintiendo un alivio en su interior.
- ¡Alek…! ¡Alekséi por Dios! ¿Estás bien? - La licántropo aprovechó de su fuerza sobrehumana para poder sostenerlo, cualquiera que lo viera juraría que estaba por caer al suelo desmayado. - No es una manera correcta para recibirme, no te enfermes, no me hagas eso - Deirdre estaba completamente alterada. Lo colocó en el suelo, y dejó que su espalda estuviera recargada contra la fría estructura del barco. Su mano acaricio sus mejillas, y ambas sostuvieron su mentón dejando un camino de besos de su mejilla hasta su frente - No podrás comprarme frutas para la tripulación enfermo, reacciona Alek - La castaña mostró en su rostro una gran preocupación, lo que le pareció extraño, fue sentir que el frío se apoderaba de su figura cándida, algo andaba mal en ese lugar, quizás era lo que tenía de esa manera a su amigo. "Oh, te ves más atractivo de lo que estabas" Dijo en sus pensamientos, y sintió una especie de opresión en el pecho, siempre que estaban juntos, una especie interruptor se accionaba, y aunque nunca había palabras o actos reveladores, ambos sabían que entre ellos existía una especie de… ¿amor? No, lo de ellos era conocido como una verdadera amistad
Última edición por Deirdre Cárthaigh el Jue Ago 23, 2012 3:08 am, editado 1 vez
Deirdre Cárthaigh- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 14/07/2012
Edad : 34
Re: ¿Sueño, premonición o producto del hambre y la fatiga? [Privado]
Los destellos comenzaron a pasar por mi cabeza, si pronto caería desmayado en realidad tenía que poner más cuidado con mi alimentación, pero el dinero no me alcanzaba todo se lo daba al navío que me habían dejado como herencia, no me gustaba comer con los marinos eran demasiado confianzudos y me gustaba tachar la raya de jefe y empleado, era lo que siempre Petrova me pedía como máximo requisito para ser capitán marino. Al parecer seguía muy bien las ordenes que me había dado el viejo antes de morir. Mi estomago volvió a rugir la saliva en mi boca se torno dulce, mas destellos en forma de bellas sirenas aparecieron delante de mí, en la lejanía podía sentir más ligero mi cuerpo y ya simplemente no pude observar todo lo que pasaba a mi alrededor. Una voz, diferente a la de mi sueño invadía mis sentidos alertando que algo había pasado, ¿tenia los ojos abiertos? En realidad yo pensaba que si o tal vez no era lo correcto, no sabía en qué parte de la realidad estaba si aun en mi sueño o sobre el barco.
Cuando por fin logre ver quien era la fémina que tomaba mi cuerpo, parecía un ángel, ¿y si estaba en el cielo? -Deirdre, cuando llegaste al cielo- le pregunte mientras abría y cerraba los ojos con gran fuerzas para volver en sí - ¿Deirdre? – repetí un poco confuso mientras la veía ahí tan pura y angelical como siempre, quien más que ella sería si prácticamente de blanco se veía como un ángel - ¡Deirdre! – di un grito de asombro mientras intentaba levantarme, ¿en qué momento llegue al suelo?, el intento fue en vano por que todo se me dio vueltas y el sabor dulce se amplifico por mil – Viniste a salvarme – bromee, estirando mi brazo para alcanzar su rostro. – ¿Me traes algo para comer? Llevo no sé cuantos días sin probar bocado alguno – sabia que se molestaría por eso, pero ella conocía la pasión por mi barco, era mi vida y como tal la cuidaba más que mi mismo.
Ahí tirado en el suelo intente poner todo en orden, mi amiga no tenia la fuerza necesaria para recostarme, no la subestimaba para nada pero a final de cuentas era una pequeña damita – Me desmaye, me encontraste tirado ¿cierto? – era necesario hacer esas preguntas, aun todo se me daba vueltas. El aire parecía no entrar por mil pulmones y aun recordaba la voz de aquella mujer – ¿No había nadie conmigo? ¿Una mujer? – en realidad no sabía si había sido un sueño o la realidad. Que mierda me estaba pasando justo ese día cuando había llegado a Paris, para verla a ella. Me quede callado como el enfermo que era con ambos brazos apoyados en el suelo tal como todo mi cuerpo lo hacía.
Quien era, aquella voz que deseaba de mí, porque ahora venia hablarme y no cuando apenas había muerto el viejo. Demasiadas preguntas comenzaban a formular en mi cabeza mientras mis ojos se quedaban quietos en la silueta de ella, seguía tan impecable como siempre, ella no cambiaba por el contrario yo sí, el mar a veces me rejuvenecía y otras me envejecían, no sabía cómo era mi apariencia en ese momento pero de seguro similar a la de un enfermo. Necesitaba comer, esa era lo único que me recomponía y comenzar a cuidarme de alguna forma tendría que alimentarme en alta mar, por ultimo mandaría hacer algo especial para el capitán, debía tener algún beneficio del cual nunca había abusado en lo absoluto, no bebía, no fumaba, no comía, pero en tierra firme era todo diferente, aquí podía alimentarme, escaparme con ella para que me acompañara a las compras, o quien sabe ella era mujer sabia más que yo mismo lo que a mí me hacía falta.
Cuando por fin logre ver quien era la fémina que tomaba mi cuerpo, parecía un ángel, ¿y si estaba en el cielo? -Deirdre, cuando llegaste al cielo- le pregunte mientras abría y cerraba los ojos con gran fuerzas para volver en sí - ¿Deirdre? – repetí un poco confuso mientras la veía ahí tan pura y angelical como siempre, quien más que ella sería si prácticamente de blanco se veía como un ángel - ¡Deirdre! – di un grito de asombro mientras intentaba levantarme, ¿en qué momento llegue al suelo?, el intento fue en vano por que todo se me dio vueltas y el sabor dulce se amplifico por mil – Viniste a salvarme – bromee, estirando mi brazo para alcanzar su rostro. – ¿Me traes algo para comer? Llevo no sé cuantos días sin probar bocado alguno – sabia que se molestaría por eso, pero ella conocía la pasión por mi barco, era mi vida y como tal la cuidaba más que mi mismo.
Ahí tirado en el suelo intente poner todo en orden, mi amiga no tenia la fuerza necesaria para recostarme, no la subestimaba para nada pero a final de cuentas era una pequeña damita – Me desmaye, me encontraste tirado ¿cierto? – era necesario hacer esas preguntas, aun todo se me daba vueltas. El aire parecía no entrar por mil pulmones y aun recordaba la voz de aquella mujer – ¿No había nadie conmigo? ¿Una mujer? – en realidad no sabía si había sido un sueño o la realidad. Que mierda me estaba pasando justo ese día cuando había llegado a Paris, para verla a ella. Me quede callado como el enfermo que era con ambos brazos apoyados en el suelo tal como todo mi cuerpo lo hacía.
Quien era, aquella voz que deseaba de mí, porque ahora venia hablarme y no cuando apenas había muerto el viejo. Demasiadas preguntas comenzaban a formular en mi cabeza mientras mis ojos se quedaban quietos en la silueta de ella, seguía tan impecable como siempre, ella no cambiaba por el contrario yo sí, el mar a veces me rejuvenecía y otras me envejecían, no sabía cómo era mi apariencia en ese momento pero de seguro similar a la de un enfermo. Necesitaba comer, esa era lo único que me recomponía y comenzar a cuidarme de alguna forma tendría que alimentarme en alta mar, por ultimo mandaría hacer algo especial para el capitán, debía tener algún beneficio del cual nunca había abusado en lo absoluto, no bebía, no fumaba, no comía, pero en tierra firme era todo diferente, aquí podía alimentarme, escaparme con ella para que me acompañara a las compras, o quien sabe ella era mujer sabia más que yo mismo lo que a mí me hacía falta.
Alekséi Pávlov- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 20/08/2012
Re: ¿Sueño, premonición o producto del hambre y la fatiga? [Privado]
¿Quién eres?
¿De dónde vienes?
¿Por qué no te quedas conmigo?
Volemos juntos, querido amigo
¿De dónde vienes?
¿Por qué no te quedas conmigo?
Volemos juntos, querido amigo
Sus ojos estudiaban con detenimiento la figura masculina, notó que se veía bastante atractivo ¿Cómo no? Si él lo era, pero también notó su rostro pálido, las ojeras que se cargaba, su cabello poco brillaba, la barba la tenía mal cortada, pero lo que más llamó su atención fue la perdida de peso notoria de la última vez que se vieron hasta ese momento. Sus manos se deslizaron por el rostro, no deseaba besarlo, deseaba golpearlo, regañarlo, echarle en cara lo mal cuidado que estaba. La joven incluso notó lo maltratado de sus ropajes, pero a pesar de todo ese descuido, el aspirar su esencia la hizo sentir tranquila, él no había cambiado, pero ella si, y no sólo disfrutaba el olor de hombre que provenía de su figura, también del alimento que podía llegar a ser para ella. Arrugó su nariz repetidas veces, guardó la respiración unos segundos, que casi se vuelven un minuto, y cerró los ojos, esperando que así todo volviera a la normalidad, que no llegaran tales pensamientos, debilidades de nuevo a su cuerpo. Dejó que el aire saliera, y luego volvió a inhalar con profundidad, notó que el deseo de morderlo se había ido por donde vino, sonrió, y volvió a sostener su rostro.
- No estamos en el cielo - La castaña soltó una risita burlona, y pronto dio un golpecito cariñoso en su frente con la palma de su mano. - Caíste sobre mi por eso no sentiste el golpe - Se apresuró a mentir, se sorprendió de la manera tan natural en la que aquella mentira piadosa le había salido, no era una chica que acostumbrara a engañar a sus seres queridos, pero dado que su nueva naturaleza lo demandaba, lo mejor sería comenzar a hacerlo. Ella temía que su único amigo se alejara, temía de verdad, y por eso guardó silencio. - No es que peses mucho, así que no me lastimaste, pero fue sorpresivo encontrarse así, deberías tener más cuidado, y traer una lampara de aceite para que veas por dónde caminas, aunque te sepas este navío de memoria, eres humano, y puedes tener accidentes - Lo recriminó, y aunque su rostro era bastante suave, la furia de su voz era evidente. - No me vueltas a espantar de esa manera, por favor - Susurró bajo, quedo, de manera tan suplicante era imposible poder rechazar sus pedidos.
- ¿Una mujer? - Deirdre no pudo ocultar el desagrado cuando Alekséi le hizo esa pregunta. ¿Acaso ya había encontrado a alguien? Sintió una especie de punzada en su pecho. Si ella se hubiese decidido por permanecer en el barco, quizás estarían juntos, pero dado que su decisión fue otra, debía afrontar las consecuencias - ¿Estabas de meloso con una chica? ¿Y por eso te desmayaste? ¡Seguro la hiciste correr por eso! - Bromeó, pero sus palabras era acidas, con cierta zalamería de por medio. Se mordió la lengua para no decir más tonterías, y para no descubrir sus celos ante él. No es que se tuvieran un amor de cuentos de hada, o que quisieran ser los amantes, los enamorados, porque quizás nunca lo serían, quizás nunca sentirían ese amor, pero había algo de por medio, siempre lo había entre ellos.
- Uhmm - Dobló sus rodillas, y después se sentó en posición de flor de loto. Por unos pequeños huecos, entraba la luz del sol, era bastante rojiza, eso indicaba que la noche estaba por entrar, colocando a la luna en lo alto, faltaban dos semanas para la luna llena, por lo que eso la tenía tranquila, a él no podía lastimarlo, a él lo quería bien, sin un rasguño. - Traje frutas del bosque - Jaló la canasta, colocándola entre sus piernas. - Están recién cortadas, como la última vez, te darán energía porque son dulces, pero le darán también fuerza a tu cuerpo que comienza a notarse lo mal que lo tratas - Suspiró, de entre sus manos sacó una pequeña fresa, sus colores eran bastante vivos a pesar de la poca visibilidad de ese lugar. No se la dio en las manos - Abra la boca capitán… - Le sonrió con ternura, mostrando sus hoyuelos. - ¿Me explicarás por que no te cuidas bien? - Sin perder la sonrisa del rostro, su mirada se perdió en la ajena. Suspiró un par de veces más, intentando que su parte temperamental no saliera a flote, no estaba dispuesta a discutir, mucho menos cuando lo veía mal, además, hace tanto tiempo que no se veían, que lo único que deseaba era sacarle una sonrisa.
- No estamos en el cielo - La castaña soltó una risita burlona, y pronto dio un golpecito cariñoso en su frente con la palma de su mano. - Caíste sobre mi por eso no sentiste el golpe - Se apresuró a mentir, se sorprendió de la manera tan natural en la que aquella mentira piadosa le había salido, no era una chica que acostumbrara a engañar a sus seres queridos, pero dado que su nueva naturaleza lo demandaba, lo mejor sería comenzar a hacerlo. Ella temía que su único amigo se alejara, temía de verdad, y por eso guardó silencio. - No es que peses mucho, así que no me lastimaste, pero fue sorpresivo encontrarse así, deberías tener más cuidado, y traer una lampara de aceite para que veas por dónde caminas, aunque te sepas este navío de memoria, eres humano, y puedes tener accidentes - Lo recriminó, y aunque su rostro era bastante suave, la furia de su voz era evidente. - No me vueltas a espantar de esa manera, por favor - Susurró bajo, quedo, de manera tan suplicante era imposible poder rechazar sus pedidos.
- ¿Una mujer? - Deirdre no pudo ocultar el desagrado cuando Alekséi le hizo esa pregunta. ¿Acaso ya había encontrado a alguien? Sintió una especie de punzada en su pecho. Si ella se hubiese decidido por permanecer en el barco, quizás estarían juntos, pero dado que su decisión fue otra, debía afrontar las consecuencias - ¿Estabas de meloso con una chica? ¿Y por eso te desmayaste? ¡Seguro la hiciste correr por eso! - Bromeó, pero sus palabras era acidas, con cierta zalamería de por medio. Se mordió la lengua para no decir más tonterías, y para no descubrir sus celos ante él. No es que se tuvieran un amor de cuentos de hada, o que quisieran ser los amantes, los enamorados, porque quizás nunca lo serían, quizás nunca sentirían ese amor, pero había algo de por medio, siempre lo había entre ellos.
- Uhmm - Dobló sus rodillas, y después se sentó en posición de flor de loto. Por unos pequeños huecos, entraba la luz del sol, era bastante rojiza, eso indicaba que la noche estaba por entrar, colocando a la luna en lo alto, faltaban dos semanas para la luna llena, por lo que eso la tenía tranquila, a él no podía lastimarlo, a él lo quería bien, sin un rasguño. - Traje frutas del bosque - Jaló la canasta, colocándola entre sus piernas. - Están recién cortadas, como la última vez, te darán energía porque son dulces, pero le darán también fuerza a tu cuerpo que comienza a notarse lo mal que lo tratas - Suspiró, de entre sus manos sacó una pequeña fresa, sus colores eran bastante vivos a pesar de la poca visibilidad de ese lugar. No se la dio en las manos - Abra la boca capitán… - Le sonrió con ternura, mostrando sus hoyuelos. - ¿Me explicarás por que no te cuidas bien? - Sin perder la sonrisa del rostro, su mirada se perdió en la ajena. Suspiró un par de veces más, intentando que su parte temperamental no saliera a flote, no estaba dispuesta a discutir, mucho menos cuando lo veía mal, además, hace tanto tiempo que no se veían, que lo único que deseaba era sacarle una sonrisa.
Deirdre Cárthaigh- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 14/07/2012
Edad : 34
Re: ¿Sueño, premonición o producto del hambre y la fatiga? [Privado]
Aun sentía la saliva extra dulce en mi boca, pero mis pulmones me ayudaban a respirar y contener lo que fuera, a final de cuentas era un hombre de mar no me podía andar mareando y menos en tierra firme o mejor dicho delante de aquella bella mujer que siempre venia a mi encuentro con algo más que solo frutas y comida, con su entera amistad. Yo era bastante mayor que ella, pero sin lugar a dudas eso a mí no me importaba, ¿o alguien si? Continué observándola, y estaba casi seguro que ahora estaba mucho más bella que de la última vez que la había visto. Sus mejillas rosadas, sus labios carnosos parecían latir ante mi pidiéndome un beso, no, es mi amiga no podría hacerle algo así, tome aire y enderezando mi cuerpo apoye mi espalda en la pared de aquel lugar, tome una fruta y en completo silencio me la lleve a la boca, todo se me hizo agua y el estomago pareció crujir ante la ingesta de aquel alimento.
Tu eres como mi cielo – si era un alago, esperaba que lo recibiera de buena manera – prometo que para la próxima vez estaré mas rellenito y hasta con las mejillas rosadas como las tienes tu ahora – sonreí guiñándole un ojo y en menos de cuatro mascadas me termine aquel fruto. Pase mi mano por mi cabellera sin dejar de mirarla, de seguro mi apariencia era la de un féretro todo mal oliente y sucio, no era precisamente el ser más elegante de la tierra prefería que todo los lujos los tuviera mi navío y no yo y eso… todos los que me conocían lo sabían de ante mano. Sin quitarle la vista de encima vi como sus reacciones cambiaron mínimas pero parecía molesta su broma parecía una mentira y estaba seguro que el hecho de hablar de otra mujer le habría molestado, sonreí moviendo la cabeza – No estaba con nadie, un fantasma… solo un fantasma… del viejo Petrova, tengo que investigar – las palabras las solté al azahar, por ahora no le daría mayor importancia a ese asunto, solo por ahora.
No me cuido por que el que necesita de cuidados y de toda mi atención en es el Midnight, sabes cómo soy los días en alta mar se me pasan y las horas vuelan se me olvida comer pero ya estoy aquí para que cierta persona me cuide un día y los otros nos divirtamos haciendo lo que sea – levante los hombros hasta de manera inocente con una amplia sonrisa en los labios mientras me llevaba a la boca otro fruto silvestre para que el azúcar me devolviera la fuerza que necesitaba - hoy estas más hermosa y hasta pareciera que tus brazos están más fuertes que los míos – bromee, lo que mostraba de piel se veía que estaba demasiado cuidada.
Me acerque a ella para dejarle una caricia en el rostro y luego mi rostro se movió hacia ella tan solo deposite un beso en la comisura de sus labios, su piel parecía arder y se sintió bien – Me da gusto estar en tierra firme, pero necesito una ducha no ando digno de que me veas así todo harapiento – ser pobre era una cosa, ser sucio era otra totalmente diferente. Me levante con nuevas energías y extendí mi mano para que me acompañara a mi habitación, no era la primera vez que ella entraba y aunque cualquiera pensara que el lugar seria una pocilga no lo era, tenia de lujos un perfecto orden y mapas colgados por todos lados no cerré la puerta por qué sabia que nadie se atrevería a molestar al capitán en su “primer día libre” – Ponte cómoda – le ofrecí que tomara asiento en uno de los sofás que había en el lugar – Prometo no demorarme mucho y vuelvo contigo para que conversemos y demos un paseo por la ciudad.
De un cajón saque ropa limpia y elegante, siempre a los pasajeros se les quedaba algo de ropa y era de ahí donde me abastecía, el traje era bastante simple pero me vería bien para ella, la mire y sonreí, ¿Por qué éramos amigos? Pensé y me adentre al cuarto donde estaba el baño, no tenia agua caliente así que eche a correr el agua fría tome un jabón y quitándome la ropa me metí bajo el chorro – Esto está demasiado frio – dije casi en un grito mientras me enjabonaba par aquedar limpio y perfumado, mis extremidades, mi pecho, mi espalda, mi rostro, cabello y todo lo que necesitara una limpieza. Al cabo de unos minutos enjuagado y perfumado cubrí mi cuerpo con la toalla, seque mis parte inferior y me puse el interior con el pantalón, camine hasta la habitación secándome el cabello – Ahora si parezco yo – sonreí y la quede mirando con curiosidad algo habia de extraño en ella.
Tu eres como mi cielo – si era un alago, esperaba que lo recibiera de buena manera – prometo que para la próxima vez estaré mas rellenito y hasta con las mejillas rosadas como las tienes tu ahora – sonreí guiñándole un ojo y en menos de cuatro mascadas me termine aquel fruto. Pase mi mano por mi cabellera sin dejar de mirarla, de seguro mi apariencia era la de un féretro todo mal oliente y sucio, no era precisamente el ser más elegante de la tierra prefería que todo los lujos los tuviera mi navío y no yo y eso… todos los que me conocían lo sabían de ante mano. Sin quitarle la vista de encima vi como sus reacciones cambiaron mínimas pero parecía molesta su broma parecía una mentira y estaba seguro que el hecho de hablar de otra mujer le habría molestado, sonreí moviendo la cabeza – No estaba con nadie, un fantasma… solo un fantasma… del viejo Petrova, tengo que investigar – las palabras las solté al azahar, por ahora no le daría mayor importancia a ese asunto, solo por ahora.
No me cuido por que el que necesita de cuidados y de toda mi atención en es el Midnight, sabes cómo soy los días en alta mar se me pasan y las horas vuelan se me olvida comer pero ya estoy aquí para que cierta persona me cuide un día y los otros nos divirtamos haciendo lo que sea – levante los hombros hasta de manera inocente con una amplia sonrisa en los labios mientras me llevaba a la boca otro fruto silvestre para que el azúcar me devolviera la fuerza que necesitaba - hoy estas más hermosa y hasta pareciera que tus brazos están más fuertes que los míos – bromee, lo que mostraba de piel se veía que estaba demasiado cuidada.
Me acerque a ella para dejarle una caricia en el rostro y luego mi rostro se movió hacia ella tan solo deposite un beso en la comisura de sus labios, su piel parecía arder y se sintió bien – Me da gusto estar en tierra firme, pero necesito una ducha no ando digno de que me veas así todo harapiento – ser pobre era una cosa, ser sucio era otra totalmente diferente. Me levante con nuevas energías y extendí mi mano para que me acompañara a mi habitación, no era la primera vez que ella entraba y aunque cualquiera pensara que el lugar seria una pocilga no lo era, tenia de lujos un perfecto orden y mapas colgados por todos lados no cerré la puerta por qué sabia que nadie se atrevería a molestar al capitán en su “primer día libre” – Ponte cómoda – le ofrecí que tomara asiento en uno de los sofás que había en el lugar – Prometo no demorarme mucho y vuelvo contigo para que conversemos y demos un paseo por la ciudad.
De un cajón saque ropa limpia y elegante, siempre a los pasajeros se les quedaba algo de ropa y era de ahí donde me abastecía, el traje era bastante simple pero me vería bien para ella, la mire y sonreí, ¿Por qué éramos amigos? Pensé y me adentre al cuarto donde estaba el baño, no tenia agua caliente así que eche a correr el agua fría tome un jabón y quitándome la ropa me metí bajo el chorro – Esto está demasiado frio – dije casi en un grito mientras me enjabonaba par aquedar limpio y perfumado, mis extremidades, mi pecho, mi espalda, mi rostro, cabello y todo lo que necesitara una limpieza. Al cabo de unos minutos enjuagado y perfumado cubrí mi cuerpo con la toalla, seque mis parte inferior y me puse el interior con el pantalón, camine hasta la habitación secándome el cabello – Ahora si parezco yo – sonreí y la quede mirando con curiosidad algo habia de extraño en ella.
Alekséi Pávlov- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 20/08/2012
Re: ¿Sueño, premonición o producto del hambre y la fatiga? [Privado]
Le fue inevitable poder mostrar una sonrisa cuando lo vio tomar un fruto y comenzar a alimentarse, para ella era importante verlo retomar el alimento. La vez que había viajado con su madre para tomar camino a Paris, pasó un día entero sin comer, y sabía lo que era no tener alimento, de hecho quizás por eso le preocupaba demás, porque si un día había sufrido tanto, no imaginaba como sería estar sin alimentarse dos días, o tres, o quizás una semana. Se colocó un mechón de cabello detrás de su oreja, le estaba interrumpiendo la vista, y deseaba poder contemplar a su frío amigo. Algo que verdaderamente deseaba era abrazarlo y así poder aliviar el frío que su cuerpo había capturado al estar en aquel estado. Simplemente se limitó a estar en silencio por un rato, dejándolo comer con tranquilidad, siguiendo con la mirada sus facciones, buscando el alivio de que su alma necesitaba al verlo tan distinto, tan débil, mucho más que en otras ocasiones. Por último le sacó la lengua de forma infantil, como queriendo refutar alguna de sus palabras, pero no decía nada con el afán de no sacar más platica y ocasionar que dejara de comer.
- No estoy más hermosa, estoy exactamente igual que la última vez que me viste, sabes bien que no me considero una belleza andando, quizás me defiendo un poco pero no puedo llegar a encerrarme en la palabra hermosa - Sonrió con burla, Deirdre en ocasiones podía ser un poco egocéntrica, pero no lo hacía con mala intención, quizás era por todos esos cuentos que había leído, y porque sus padres la habían tratado desde pequeña como la princesa más amada y deseada del planeta, pero al parecer a su amigo, el capitán del barco no le importaba. Le sondó ahora de forma coqueta, mordaz, queriendo sacar la mejor y más seductora de sus sonrisas, sólo para él, porque aunque pudiera ser tímida, simplemente con ese hombre que tenía enfrente podía ser un poco más espontánea, sin tener el miedo de ser juzgada, tantas veces la habían tachado de loca, de extraña y con ese apodo que le habían puesto y que quizás podría resurgir. No es que le molestara, le gustaba pues le recordaba a su padre, pero la parte mala es que también le recordaba a su muerte.
-Alek… - Maike no pudo terminar su nombre, sabía lo que vendría a continuación y eso le volteó todo el panorama, Sintió su cuerpo erizarse, sus mejillas sonrosarse, y su pulso acelerarse, pero sintió más aquel calor que su nueva condición le daba, incrementarse. Nunca antes su amigo le había hecho ese tipo de roces, aquello le sorprendió, ella juraba que él no podría sentir alguna especie de atracción hacía su persona, pero quizás un poco tendrían. No dijo nada cuando la llevó a su camarote, prefirió seguir con el pensamiento de aquel beso que creyó imposible, pero no notó el tiempo que había pasado pensando, incluso no pudo descifrar en que momento se había sentado en la cama de Alekséi, estaba demasiado sorprendida con las cosas. Suspiró profundamente, y en un abrir y cerrar de ojos lo tenía frente a ella, goteando de su cabello, sin camisa, y eso la puso aún más nerviosa, pues notaba lo bien trabajado que su amigo estaba, y eso, era digno de admirarse.
- Deberías... - Desvió su mirada, y buscaba de manera atenta algo por el camarote, hasta que por fin encontró lo indicado y le arrojó la playera con fuerza - Vestirte, no seas inapropiado - Le reto, de manera bastante graciosa en realidad, ambos sabían que no existía problema alguno en verlo así, pero dado que Deidre sentía algo raro e indescifrable por él lo mejor sería poner distancia. - ¿Cuánto tiempo estarás en tierra firme? - Preguntó curiosa, y luego lanzó palabras claves - Estaba pensando, solo si te parece la idea claro, en dar un paseo contigo - Hizo una pausa - Me refiero a acompañarte por el mar, vivir en tu mundo un tiempo, tengo curiosidad de verlo como si los viera a través de tus ojos - Se encogió de hombros, se puso de pie, caminó un poco hasta llegar a la ventana circular del lugar - ¿Podría conocer un poco de la historia del fantasma? - Se quedó mirando el mar azul, y suspiró, deseando escuchar la verdad escondida en aquel navío.
- No estoy más hermosa, estoy exactamente igual que la última vez que me viste, sabes bien que no me considero una belleza andando, quizás me defiendo un poco pero no puedo llegar a encerrarme en la palabra hermosa - Sonrió con burla, Deirdre en ocasiones podía ser un poco egocéntrica, pero no lo hacía con mala intención, quizás era por todos esos cuentos que había leído, y porque sus padres la habían tratado desde pequeña como la princesa más amada y deseada del planeta, pero al parecer a su amigo, el capitán del barco no le importaba. Le sondó ahora de forma coqueta, mordaz, queriendo sacar la mejor y más seductora de sus sonrisas, sólo para él, porque aunque pudiera ser tímida, simplemente con ese hombre que tenía enfrente podía ser un poco más espontánea, sin tener el miedo de ser juzgada, tantas veces la habían tachado de loca, de extraña y con ese apodo que le habían puesto y que quizás podría resurgir. No es que le molestara, le gustaba pues le recordaba a su padre, pero la parte mala es que también le recordaba a su muerte.
-Alek… - Maike no pudo terminar su nombre, sabía lo que vendría a continuación y eso le volteó todo el panorama, Sintió su cuerpo erizarse, sus mejillas sonrosarse, y su pulso acelerarse, pero sintió más aquel calor que su nueva condición le daba, incrementarse. Nunca antes su amigo le había hecho ese tipo de roces, aquello le sorprendió, ella juraba que él no podría sentir alguna especie de atracción hacía su persona, pero quizás un poco tendrían. No dijo nada cuando la llevó a su camarote, prefirió seguir con el pensamiento de aquel beso que creyó imposible, pero no notó el tiempo que había pasado pensando, incluso no pudo descifrar en que momento se había sentado en la cama de Alekséi, estaba demasiado sorprendida con las cosas. Suspiró profundamente, y en un abrir y cerrar de ojos lo tenía frente a ella, goteando de su cabello, sin camisa, y eso la puso aún más nerviosa, pues notaba lo bien trabajado que su amigo estaba, y eso, era digno de admirarse.
- Deberías... - Desvió su mirada, y buscaba de manera atenta algo por el camarote, hasta que por fin encontró lo indicado y le arrojó la playera con fuerza - Vestirte, no seas inapropiado - Le reto, de manera bastante graciosa en realidad, ambos sabían que no existía problema alguno en verlo así, pero dado que Deidre sentía algo raro e indescifrable por él lo mejor sería poner distancia. - ¿Cuánto tiempo estarás en tierra firme? - Preguntó curiosa, y luego lanzó palabras claves - Estaba pensando, solo si te parece la idea claro, en dar un paseo contigo - Hizo una pausa - Me refiero a acompañarte por el mar, vivir en tu mundo un tiempo, tengo curiosidad de verlo como si los viera a través de tus ojos - Se encogió de hombros, se puso de pie, caminó un poco hasta llegar a la ventana circular del lugar - ¿Podría conocer un poco de la historia del fantasma? - Se quedó mirando el mar azul, y suspiró, deseando escuchar la verdad escondida en aquel navío.
Deirdre Cárthaigh- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 14/07/2012
Edad : 34
Re: ¿Sueño, premonición o producto del hambre y la fatiga? [Privado]
No me sorprendió mucho mu actuar al verme así medio desnudo y me causo tanta gracia que no tuve otra que largarme a reír intensamente, mientras tomaba la polera que ella me había lanzado, con cuidado me la puse sobre mis hombros y lleno hacia el baño me vestí, como era debido, al cabo de un minuto volví ante ella en ningún memento la había dejado de escuchar, ese timbre de voz que tenia me fascinaba, tan dulce pero a la vez tan decidido. Me apoye en mi escritorio mirándola con los brazos cruzados, pensando en lo que ella decía sobre el paseo, sobre conocer mi mundo en el mar, en realidad tenía mis dudas que le gustara a final de cuentas cuando era completamente un capitán era un bastardo y no me gustaría que ella conociera aquel faceta mía, pensé seriamente mientras buscaba ideas que se escapaban por mi cabeza – Estaré mas menos un Mes en tierra firme, todo depende de si logran para ese tiempo reparar los calderos del Navío, ya que por eso fue el retraso navegamos al cuarenta y cinco por ciento y no al cien como es de costumbre – No me gustaba la idea de estar tanto tiempo en tierra pero debido a los problemas tenía que hacerlo por obligación.
Me tendrás todo un mes aquí contigo y podremos ir de paseo por todo Paris – si era la mejor respuesta que podía darle, definitivamente no quería que ella viviera por lo que yo tenía que pasar día a día en el navío suspire profundamente y me encamine hasta llegar a su lado tome asiento y la quede mirando – Aunque digas que no, estas más bellas y hasta pareces mas fuerte – torcí mi labio para formular una sonrisa – estas mucho mejor de cómo lo imagine – solté una pequeña sonrisa mientras mis ojos divagaban por la habitación.
El fantasma se llama Novalle - ¿Cómo sabia eso? Intuición o simplemente parecía que no era la primera vez que la veía, o escuchaba su voz –Novalle fue la primera amante del capitán Pávlov pero claramente no la ultima, según recuerdo ella vivía en este navío pero el Viejo la desterró, algo ocurrió en realidad no lo es del todo. Supongo que en algún lugar en todos sus diarios de capitán debió escribir algo sobre aquella mujer, no la vi solo oí sus palabras… quiere algo de mí y – me quede en silencio mientras me concentraba en lo poco que sabia e intentaba unir las piezas que parecían distantes en ese momento – Supongo que la volveré a ver y podre saber más de ella, de Novalle – pase mi mano por mi cabellera moviendo mis pelos para que cayeran algunas gotas de agua que aun quedaban ahí – Pero no hablemos de mi, quiero saber de ti, que has hecho, como está tu familia, ¿algún pretendiente? Supongo debes tener muchos – le cerré un ojo mientras intentaba recordar como la había conocido, pero realmente era difuso, ella aun era muy joven ¿o no? Estaba seguro que algo había cambiado en ella, y ese algo pronto lo sabría no por nada era un brujo con ciertos poderes, reí para mi ante mi propio pensamiento.
En ese momento me puse a pensar en que si alguna vez le conté o mencione a ella sobre mis poderes, mi memoria de pez no me ayudaba mucho así que mejor aguarde silencio, a veces era bueno tener ciertos secretos con tus amigos, al final todo siempre se sabía pero no sería ese día el de aquella revelación. – ¿Vamos a caminar? Necesito pisar tierra firme e ir donde los portuarios para hacer papeleo y dejar en constancia y firmar el contrato de reparo del navío – suspire no me gustaban los papeleos pero ahora era necesario y si iba con una buena compañía de seguro me atenderían más rápido, los portuarios eran quisquillosos con las mujeres, como todo hombre de mar sabían que traían esa mala suerte de la cual yo aun no tenía conocimiento. Me levante tomándole de la mano para salir de aquel oscuro lugar. [/b]
Me tendrás todo un mes aquí contigo y podremos ir de paseo por todo Paris – si era la mejor respuesta que podía darle, definitivamente no quería que ella viviera por lo que yo tenía que pasar día a día en el navío suspire profundamente y me encamine hasta llegar a su lado tome asiento y la quede mirando – Aunque digas que no, estas más bellas y hasta pareces mas fuerte – torcí mi labio para formular una sonrisa – estas mucho mejor de cómo lo imagine – solté una pequeña sonrisa mientras mis ojos divagaban por la habitación.
El fantasma se llama Novalle - ¿Cómo sabia eso? Intuición o simplemente parecía que no era la primera vez que la veía, o escuchaba su voz –Novalle fue la primera amante del capitán Pávlov pero claramente no la ultima, según recuerdo ella vivía en este navío pero el Viejo la desterró, algo ocurrió en realidad no lo es del todo. Supongo que en algún lugar en todos sus diarios de capitán debió escribir algo sobre aquella mujer, no la vi solo oí sus palabras… quiere algo de mí y – me quede en silencio mientras me concentraba en lo poco que sabia e intentaba unir las piezas que parecían distantes en ese momento – Supongo que la volveré a ver y podre saber más de ella, de Novalle – pase mi mano por mi cabellera moviendo mis pelos para que cayeran algunas gotas de agua que aun quedaban ahí – Pero no hablemos de mi, quiero saber de ti, que has hecho, como está tu familia, ¿algún pretendiente? Supongo debes tener muchos – le cerré un ojo mientras intentaba recordar como la había conocido, pero realmente era difuso, ella aun era muy joven ¿o no? Estaba seguro que algo había cambiado en ella, y ese algo pronto lo sabría no por nada era un brujo con ciertos poderes, reí para mi ante mi propio pensamiento.
En ese momento me puse a pensar en que si alguna vez le conté o mencione a ella sobre mis poderes, mi memoria de pez no me ayudaba mucho así que mejor aguarde silencio, a veces era bueno tener ciertos secretos con tus amigos, al final todo siempre se sabía pero no sería ese día el de aquella revelación. – ¿Vamos a caminar? Necesito pisar tierra firme e ir donde los portuarios para hacer papeleo y dejar en constancia y firmar el contrato de reparo del navío – suspire no me gustaban los papeleos pero ahora era necesario y si iba con una buena compañía de seguro me atenderían más rápido, los portuarios eran quisquillosos con las mujeres, como todo hombre de mar sabían que traían esa mala suerte de la cual yo aun no tenía conocimiento. Me levante tomándole de la mano para salir de aquel oscuro lugar. [/b]
Alekséi Pávlov- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 20/08/2012
Re: ¿Sueño, premonición o producto del hambre y la fatiga? [Privado]
El tema de aquel fantasma la puso bastante curiosa, seguramente sería algo interesante, siempre había sabido sobre ellos gracias a libros, pero al igual que lo vampiros o los de su misma condición los creía ficticios. ¿Y si en realidad si existían también? Ella se pondría a investigar al respecto. Podía ser un buen fantasma, uno que cuidaría a su amigo, pero si había tenido una muerte trágica seguramente no quería algo bueno. La simple idea de que alguien pudiera hacerle daño a su brujo le ponía de malas, sin duda se pondría a investigar un poco más antes de que él se fuera, además podría confrontarlo, al fantasma claro, ella al ser más fuerte por su nueva condición no tendría problemas, podrían hacerle el daño que quisieran y ella se repondría si, estaba segura, se arriesgaría por él. Sin duda el tema no se quedaría ahí, ella no lo cancelaría, lo tendría en su mente sin importar qué, aunque quizás no le diría, porque de hacerlo él se preocuparía un poco más, y no quería darle más molestias.
- Sabes bien que mi papá murió hace mucho tiempo, antes incluso que me mudara a París - Hablarlo ya no le dolía, de hecho recordaba a su papá con una amplia sonrisa en el rostro. Hablar de él la hacía sentir muy orgullosa, él hombre había sido bueno, uno de los mejores - Mi madre trabaja en una casa de un hombre rico, es ama de llaves, y se nota bastante feliz a su lado, me gusta verla tan sonriente, cómo si ese lugar le hubiera devuelto la vida, es extraño verla tan feliz pero sin duda es demasiado bueno para mi, eso me tiene bastante tranquila, y m hace poder seguir la vida cotidiana sin problema - Volvió a sonreírle a su amigo de forma amplia, sin duda su vida no era para nada mala. - Y los pretendientes, sólo conozco a uno, trabaja con mi madre, siempre me da muchas atenciones, pero dado que trabaja con mi madre, ella lo mantiene bastante lejos de mi, ya la conoces cómo es de celosa - Se encoge de hombros, pero no deja de sonreír, el tema del amor no le roba el sueño.
- Un buen paseo no nos viene mal - Enrolla su brazo en el de su amigo, y salen de aquel barco. Salen, sus zapatos se entierran en la arena, aquella sensación era pesada, pues al caminar le costaba trabajo, pero rápidamente llegan al piso principal de Paris, las calles parisinas eran demasiado hermosas, algunas sucias y apestosas, pero si sabias el buen andar, amabas la ciudad de pies a cabeza. - Dime, ¿Acaso no has encontrado el mar entre sus tripulantes? - Lo mira de reojo, pero no pretende perder la sonrisa, no lo hace porque ella es feliz sonriendo con él, o más bien él la hace sonreír sin importar nada. Con Alekséi nunca había peleado, ni discutido ni nada, era de sus personas favoritas, de las dos personas favoritas, la primera su mamá claro. Lo estrechó con fuerza, dando un medio abrazo, pero igual de cálido. Era tan confortante tener con quien hablar.
- Si quieres puedo utilizar mis encantos femeninos para ayudarte con tú papeleo, puedo ser bastante útil, apuesta eso conmigo - Le guiña un ojo de forma bastante coqueta, después lo jala hasta el lugar. Los hombres voltean a verlos, no son disimulados cuando pasan la mirada a la figura diminuta y perfecta de la licántropo. Ella bufa, se siente incomoda, lo que hace es refugiarse en los brazos de su amigo, él no se negaría a eso, ella lo sabía bien. Además era incomodo que la vieran cómo si quisieran desnudarla, pero era normal, muchos de esos hombres pasaban meses en alta mar, sin ninguna mujer - ¿Acaso no se meten con sirenas? - Bromeó cerca de su oído, parecían una pareja de verdaderos enamorados.
- Sabes bien que mi papá murió hace mucho tiempo, antes incluso que me mudara a París - Hablarlo ya no le dolía, de hecho recordaba a su papá con una amplia sonrisa en el rostro. Hablar de él la hacía sentir muy orgullosa, él hombre había sido bueno, uno de los mejores - Mi madre trabaja en una casa de un hombre rico, es ama de llaves, y se nota bastante feliz a su lado, me gusta verla tan sonriente, cómo si ese lugar le hubiera devuelto la vida, es extraño verla tan feliz pero sin duda es demasiado bueno para mi, eso me tiene bastante tranquila, y m hace poder seguir la vida cotidiana sin problema - Volvió a sonreírle a su amigo de forma amplia, sin duda su vida no era para nada mala. - Y los pretendientes, sólo conozco a uno, trabaja con mi madre, siempre me da muchas atenciones, pero dado que trabaja con mi madre, ella lo mantiene bastante lejos de mi, ya la conoces cómo es de celosa - Se encoge de hombros, pero no deja de sonreír, el tema del amor no le roba el sueño.
- Un buen paseo no nos viene mal - Enrolla su brazo en el de su amigo, y salen de aquel barco. Salen, sus zapatos se entierran en la arena, aquella sensación era pesada, pues al caminar le costaba trabajo, pero rápidamente llegan al piso principal de Paris, las calles parisinas eran demasiado hermosas, algunas sucias y apestosas, pero si sabias el buen andar, amabas la ciudad de pies a cabeza. - Dime, ¿Acaso no has encontrado el mar entre sus tripulantes? - Lo mira de reojo, pero no pretende perder la sonrisa, no lo hace porque ella es feliz sonriendo con él, o más bien él la hace sonreír sin importar nada. Con Alekséi nunca había peleado, ni discutido ni nada, era de sus personas favoritas, de las dos personas favoritas, la primera su mamá claro. Lo estrechó con fuerza, dando un medio abrazo, pero igual de cálido. Era tan confortante tener con quien hablar.
- Si quieres puedo utilizar mis encantos femeninos para ayudarte con tú papeleo, puedo ser bastante útil, apuesta eso conmigo - Le guiña un ojo de forma bastante coqueta, después lo jala hasta el lugar. Los hombres voltean a verlos, no son disimulados cuando pasan la mirada a la figura diminuta y perfecta de la licántropo. Ella bufa, se siente incomoda, lo que hace es refugiarse en los brazos de su amigo, él no se negaría a eso, ella lo sabía bien. Además era incomodo que la vieran cómo si quisieran desnudarla, pero era normal, muchos de esos hombres pasaban meses en alta mar, sin ninguna mujer - ¿Acaso no se meten con sirenas? - Bromeó cerca de su oído, parecían una pareja de verdaderos enamorados.
Deirdre Cárthaigh- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 14/07/2012
Edad : 34
Re: ¿Sueño, premonición o producto del hambre y la fatiga? [Privado]
Deirdre, ¿en que momento había crecido tanto? Fue aquella la interrogante que me salto en el momento que se afirmo de mi brazo, en realidad y aunque dije que no pensaría en eso ella había cambiado, la sentía más segura, más bella con otra aura con un sentido extraordinario, en realidad debían ser locuras mías, estar tanto tiempo en el mar me afectaba en la vida en tierra firme, pensé mientras no le quitaba los ojos de encima no podía dejar de admirarla y me importaba muy poco que ella se diera cuenta que prestaba más atención a su belleza, en ese momento, que a sus palabras, pestañee reiteradas veces cuando menciono al pretendiente, sonreí de lado pero sentí como un golpe en el estomago era cierto ella podría tener a cualquiera y mientras fuera feliz, yo también lo sería ¿o no? – No sé como tu madre no siente celos de mi – pase mi mano por su rostro para quitarle un mechón de cabello que se posaba por su rostro – Yo podría cortejarte – no era la palabra pero yo era así un bruto de pecho y lomo, suspire ayudando a que caminara por la arena, unos metros más allá las miradas se posaron sobre ella, me sentí inseguro como una hormiga en ese momento y sin pedir permiso la rodee con mi brazo, que supieran que estaba en ese momento conmigo y nadie tocaría a mi bella flor.
Amor en alta mar – pensé ella lo había preguntado y no tenía mucho que ocultar – No, no suelo conversar poco con los tripulantes, mas solo voy a las ceremonias de viaje y a uno que otro evento que hacen en los salones del navío – suspire – No me gustan las mujeres refinadas y creo que yo no soy de su tipo, ya sabes soy un bruto y cerrado en mi mismo – ella me conocía, aun no sabía el porqué aquel viaje me había acercado a su mesa para darles la bienvenida, algo en ella me había cautivado… ¿cautivado? Moví mi cabeza en negativa ante mis pensamientos y a la misma vez a lo que ella decía – No señorita claro que no – dije con un deje de seriedad – exponerte a esos cerdos ni aunque estuviera muerto, conozco a los portuarios y son unos frescos de primera que ven una falda y ahí andan vociferando atrocidades- seguí moviendo la cabeza – No, solo serás mi acompañante… - no quería que nadie se pasara de listo menos con mi amiga, a final de cuentas era demasiado sobreprotector .
Sonreí cuando me hablo al oído, en realidad teníamos esa confianza que nos permitía ser aquello que no éramos una pareja, quizás de lejos parecíamos unos enamorados que se venían a reencontrar luego de un largo tiempo distanciado, tal vez uno nunca sabía que podía pensar los terratenientes – ¿Sirenas? – suspire - solo he oído su cantico enloquecedor que te hacen perder el rumbo y solo te llevan a la desgracia – aquello era muy conocido por piratas y marineros quien no las haya escuchado no tenia alma de altamar – te enloquecen y te llevan a la muerte… gracias… a mi extraño poder mental aun no he caído en esa trampa, pero si conozco de quienes han desaparecido siguiendo aquellas musas cantar – Yo creía de aquellas leyendas, cuentos e historias de las sirenas aun cuando nunca había visto alguna era un marino y el viejo Pávlov desde pequeño me había contado de esas leyendas.
Mientras hablaba las miradas seguían en mi bella acompañante, mi rostro se prestó tenso y ya fuera de la oficina de los portuarios mire a mi amiga, le tome de la mano apretándola con fuerzas y la hice entrar conmigo, el lugar olía a mar, sudor y otros aromas que no me pondría a buscar arrugue la nariz y busque con la mirada a Russô el manda mas de aquel puerto, las miradas se giraron al minuto que pusimos un pie ahí, mis ojos pasaron amenazantes por cada uno, ya sabía yo que aquellos pensarían quizás que perversiones con Deirdre, avance haciendo sonar mis botas con fiereza en el piso de madera y llegue hasta el escritorio mas grande, más ancho y mas acumulado de papeles – Un mes, eso se tardara la reparación del Midnight – le mire sin darle tregua, sin un saludo cordial, no era necesario entre marinos todo era demasiado diferente Russô timbro los papeles, levanto una ceja dirigió la mirada hacia mi acompañante y soltó lo que tenia atragantado en su garganta – No pierdes el tiempo Pávlov… igual al viejo… no vaya hacer una loca como Novalle – no espere aquello, mire a mi Deirdre y apreté con mas fuerzas su mano – En un mes nos vemos – me gire y salí de ese lugar que parecía sofocarme…
Amor en alta mar – pensé ella lo había preguntado y no tenía mucho que ocultar – No, no suelo conversar poco con los tripulantes, mas solo voy a las ceremonias de viaje y a uno que otro evento que hacen en los salones del navío – suspire – No me gustan las mujeres refinadas y creo que yo no soy de su tipo, ya sabes soy un bruto y cerrado en mi mismo – ella me conocía, aun no sabía el porqué aquel viaje me había acercado a su mesa para darles la bienvenida, algo en ella me había cautivado… ¿cautivado? Moví mi cabeza en negativa ante mis pensamientos y a la misma vez a lo que ella decía – No señorita claro que no – dije con un deje de seriedad – exponerte a esos cerdos ni aunque estuviera muerto, conozco a los portuarios y son unos frescos de primera que ven una falda y ahí andan vociferando atrocidades- seguí moviendo la cabeza – No, solo serás mi acompañante… - no quería que nadie se pasara de listo menos con mi amiga, a final de cuentas era demasiado sobreprotector .
Sonreí cuando me hablo al oído, en realidad teníamos esa confianza que nos permitía ser aquello que no éramos una pareja, quizás de lejos parecíamos unos enamorados que se venían a reencontrar luego de un largo tiempo distanciado, tal vez uno nunca sabía que podía pensar los terratenientes – ¿Sirenas? – suspire - solo he oído su cantico enloquecedor que te hacen perder el rumbo y solo te llevan a la desgracia – aquello era muy conocido por piratas y marineros quien no las haya escuchado no tenia alma de altamar – te enloquecen y te llevan a la muerte… gracias… a mi extraño poder mental aun no he caído en esa trampa, pero si conozco de quienes han desaparecido siguiendo aquellas musas cantar – Yo creía de aquellas leyendas, cuentos e historias de las sirenas aun cuando nunca había visto alguna era un marino y el viejo Pávlov desde pequeño me había contado de esas leyendas.
Mientras hablaba las miradas seguían en mi bella acompañante, mi rostro se prestó tenso y ya fuera de la oficina de los portuarios mire a mi amiga, le tome de la mano apretándola con fuerzas y la hice entrar conmigo, el lugar olía a mar, sudor y otros aromas que no me pondría a buscar arrugue la nariz y busque con la mirada a Russô el manda mas de aquel puerto, las miradas se giraron al minuto que pusimos un pie ahí, mis ojos pasaron amenazantes por cada uno, ya sabía yo que aquellos pensarían quizás que perversiones con Deirdre, avance haciendo sonar mis botas con fiereza en el piso de madera y llegue hasta el escritorio mas grande, más ancho y mas acumulado de papeles – Un mes, eso se tardara la reparación del Midnight – le mire sin darle tregua, sin un saludo cordial, no era necesario entre marinos todo era demasiado diferente Russô timbro los papeles, levanto una ceja dirigió la mirada hacia mi acompañante y soltó lo que tenia atragantado en su garganta – No pierdes el tiempo Pávlov… igual al viejo… no vaya hacer una loca como Novalle – no espere aquello, mire a mi Deirdre y apreté con mas fuerzas su mano – En un mes nos vemos – me gire y salí de ese lugar que parecía sofocarme…
Alekséi Pávlov- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 20/08/2012
Re: ¿Sueño, premonición o producto del hambre y la fatiga? [Privado]
Prefería no volver a verlo, podía sentir los ojos de su amigo sobre ella. ¿Acaso había algo malo en su persona? ¿Estaría manchada? Recordó que que antes de salir de casa se había revisado a la perfección, por eso descartó aquella posibilidad. ¿Entonces por qué la veía de forma tan insistente? Algo había ahí, esa relación era diferente a todo lo que hubiera tenido, y no es que fuera la chica más sociable del mundo, pero de acuerdo a lo aprendido, y a lo que la sociedad misma le pedía, las cosas se tornaban distintas. Su amistad basaba en algo extraño, en el contraste del agua y el aceite. Alekséi era un hombre completamente galante, con un porte, con presencia, con un gran atractivo, o al menos eso era lo que ella veía, por otro lado Deirdre era delicada, frágil, temerosa, y muchas veces invisible, con todo y su nuevo estado de licántropo, él siempre la abrazaba de tal manera que la hacía sentir protegida y muy querida, pero por otro lado lo sabía, existía una gran tensión sentimental, e incluso sexual entre ellos.
- Sin duda alguna tus palabras siempre me sorprenden, pero en está ocasión lo que más me sorprende es lo qué acabas de decir… - Lo volteó a ver de reojo - ¿Cortejarme? ¿Lo estás pensando en serio, Pávlov? - Soltó una risita, más que de burla, era cómplice, llena de nervios y revelaciones. - No tiene celos de ti, porqué te veo pocas veces al año, ya sabes, estás siempre en alta mar, y claro, porqué frente a ella has sido un completo caballero - Se encogió de hombros - Según ella puede ver en tus ojos el gran afecto que me tienes, pero en ocasiones las madres exageran, y creen que todo el mundo quiere a sus hijos cómo ellas mismas ¿No lo crees? - Lo estrechó con suavidad, y pegó un poco el costado de su cuerpo al suyo, buscando un poco más de cercanía, y también para hacer más emocionante el momento. Ella podría ser tímida, nerviosa, y reservada, pero cuando se sentía en completa confianza podía en ocasiones hasta coquetearle, pero sólo a él. - Vamos, capitán, enséñeme sus mejores armas de cortejo - Le incitó sin dejar de sonreír.
- Eso fue incomodo - Deirdre hizo una mueca, estaba muy enfadada por la situación con el mandamás, haber pasado a esa oficina le cambió el humor, quiso darle un gran golpe al hombre, pero se darían cuenta de su fuerza ahora sobrenatural, así que se contuvo. Salió abrazada de su amigo, rodeándolo por el pecho con ambos brazos. Quiso decir un par de groserías pero no era apropiado en ella. Prefirió morderse la lengua, tragarse su veneno, y avanzar fuera del lugar. Las miradas que le habían dedicado esos hombres la hicieron sentir incomoda, nadie había sido tan descarado con ella. - Me alegra que tú no seas así conmigo, habría estado muy desilusionada, o lo estaría al escucharte con tales palabras, y con esas miradas - Lo soltó. Comenzó a caminar con lentitud, pensativa, y mirando todo lo que se encontraba frente a ella. La brisa del mar podía llegar arrastrada del viento hasta acariciar sus mejillas. La realidad es que no visitaba esa zona de Paris, sólo lo hacía cuando el llegaba a tierra firme.
- Dado que no hemos traído los alimentos que lleve al barco. ¿Qué deseas hacer? ¿A dónde quieres ir a comer? ¿Quieres ir a mi casa? Puedo prepararte un gran trozo de carne, con ensalada, y puré - Sonrió. Está vez de forma autentica - Puedo llevarte con mi mamá si deseas, la has mencionado, quizás la extrañas más que a mi - Lo volvió a mirar de reojo. Sus mejillas se volvieron a encender, recordando las miradas y las sutiles palabras de cortejo de hace rato. Jamás había llegado a pensar que su amigo podría decirle algo así, algo relacionado entre ambos, aunque pensándolo bien, se habían dado un beso, uno muy inocente en realidad. ¿Por qué no dejaba de pensar en esas cosas? Ya habían llegado a las calles empedradas de la ciudad, tomando la ruta hacía la pequeña casa de Deirdre, el problema es que no sabía los planes que su amigo tenía. Se esperaría a que le dijera algo más para seguir hablando.
- Sin duda alguna tus palabras siempre me sorprenden, pero en está ocasión lo que más me sorprende es lo qué acabas de decir… - Lo volteó a ver de reojo - ¿Cortejarme? ¿Lo estás pensando en serio, Pávlov? - Soltó una risita, más que de burla, era cómplice, llena de nervios y revelaciones. - No tiene celos de ti, porqué te veo pocas veces al año, ya sabes, estás siempre en alta mar, y claro, porqué frente a ella has sido un completo caballero - Se encogió de hombros - Según ella puede ver en tus ojos el gran afecto que me tienes, pero en ocasiones las madres exageran, y creen que todo el mundo quiere a sus hijos cómo ellas mismas ¿No lo crees? - Lo estrechó con suavidad, y pegó un poco el costado de su cuerpo al suyo, buscando un poco más de cercanía, y también para hacer más emocionante el momento. Ella podría ser tímida, nerviosa, y reservada, pero cuando se sentía en completa confianza podía en ocasiones hasta coquetearle, pero sólo a él. - Vamos, capitán, enséñeme sus mejores armas de cortejo - Le incitó sin dejar de sonreír.
- Eso fue incomodo - Deirdre hizo una mueca, estaba muy enfadada por la situación con el mandamás, haber pasado a esa oficina le cambió el humor, quiso darle un gran golpe al hombre, pero se darían cuenta de su fuerza ahora sobrenatural, así que se contuvo. Salió abrazada de su amigo, rodeándolo por el pecho con ambos brazos. Quiso decir un par de groserías pero no era apropiado en ella. Prefirió morderse la lengua, tragarse su veneno, y avanzar fuera del lugar. Las miradas que le habían dedicado esos hombres la hicieron sentir incomoda, nadie había sido tan descarado con ella. - Me alegra que tú no seas así conmigo, habría estado muy desilusionada, o lo estaría al escucharte con tales palabras, y con esas miradas - Lo soltó. Comenzó a caminar con lentitud, pensativa, y mirando todo lo que se encontraba frente a ella. La brisa del mar podía llegar arrastrada del viento hasta acariciar sus mejillas. La realidad es que no visitaba esa zona de Paris, sólo lo hacía cuando el llegaba a tierra firme.
- Dado que no hemos traído los alimentos que lleve al barco. ¿Qué deseas hacer? ¿A dónde quieres ir a comer? ¿Quieres ir a mi casa? Puedo prepararte un gran trozo de carne, con ensalada, y puré - Sonrió. Está vez de forma autentica - Puedo llevarte con mi mamá si deseas, la has mencionado, quizás la extrañas más que a mi - Lo volvió a mirar de reojo. Sus mejillas se volvieron a encender, recordando las miradas y las sutiles palabras de cortejo de hace rato. Jamás había llegado a pensar que su amigo podría decirle algo así, algo relacionado entre ambos, aunque pensándolo bien, se habían dado un beso, uno muy inocente en realidad. ¿Por qué no dejaba de pensar en esas cosas? Ya habían llegado a las calles empedradas de la ciudad, tomando la ruta hacía la pequeña casa de Deirdre, el problema es que no sabía los planes que su amigo tenía. Se esperaría a que le dijera algo más para seguir hablando.
Deirdre Cárthaigh- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 14/07/2012
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