AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Órgano [Libre]
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Órgano [Libre]
La joven miró a ambos lados, asegurándose de que nadie estuviera a su alrededor.
No sabía de dónde había surgido esa idea tan descabellada, pero el asunto era que Larisa Navratinova se había quedado en el teatro, prácticamente escondida, esperando que todos se fueran. ¿La razón? Un órgano. Más específicamente, el majestuoso órgano que se exhibía en uno de los rincones del teatro. En el momento en el que oyó las graves notas del instrumento, la muchacha Rusa sintió el irrefrenable deseo de tocarlo.
Al principio no había querido entrar en aquel lugar abarrotado de gente, donde todos conversaban y se conocían desde siempre. Pero, por órdenes de su madre, no podía evitar a la sociedad, así que tuvo que acumular toda la valentía que pudo e ingresar con la cabeza en alto.
La obra era soberbia. Los actores tenían un excelente manejo de los roles, y las piezas musicales incluídas eran una maravilla musical. Pero lo que terminó de conquistar a Larisa fue el órgano. ¡Soberbio!¡Magnífico!- se decía mentalmente, a la vez que repasaba las notas interpretadas con sus delicados dedos, tratando de seguir el paso del instrumento.
Cuando el espectáculo terminó, lamentó mucho que el enorme órgano dejara de emitir ese sonido característico. Su curiosidad y su sentido del decoro fueron puestos a prueba. Pero, lamentablemente para la joven, cuando la música se interponía entre sus problemáticas, simplemente se dejaba llevar. Al final, la curiosidad ganó. Mintió a su madre, y sigilosamente se escondió mientras esperaba que todo el mundo se fuera, somnoliento, a sus respectivos hogares.
En un período de tiempo que resultó bastante corto, el Teatro fue completamente despejado. Y Larisa pudo salir, no sin cierto cuidado, de su escondite. Miró hacia ambos lados, asegurándose de que estaba sola y se dirigió, rauda, al instrumento.
No sabía de dónde había surgido esa idea tan descabellada, pero el asunto era que Larisa Navratinova se había quedado en el teatro, prácticamente escondida, esperando que todos se fueran. ¿La razón? Un órgano. Más específicamente, el majestuoso órgano que se exhibía en uno de los rincones del teatro. En el momento en el que oyó las graves notas del instrumento, la muchacha Rusa sintió el irrefrenable deseo de tocarlo.
Al principio no había querido entrar en aquel lugar abarrotado de gente, donde todos conversaban y se conocían desde siempre. Pero, por órdenes de su madre, no podía evitar a la sociedad, así que tuvo que acumular toda la valentía que pudo e ingresar con la cabeza en alto.
La obra era soberbia. Los actores tenían un excelente manejo de los roles, y las piezas musicales incluídas eran una maravilla musical. Pero lo que terminó de conquistar a Larisa fue el órgano. ¡Soberbio!¡Magnífico!- se decía mentalmente, a la vez que repasaba las notas interpretadas con sus delicados dedos, tratando de seguir el paso del instrumento.
Cuando el espectáculo terminó, lamentó mucho que el enorme órgano dejara de emitir ese sonido característico. Su curiosidad y su sentido del decoro fueron puestos a prueba. Pero, lamentablemente para la joven, cuando la música se interponía entre sus problemáticas, simplemente se dejaba llevar. Al final, la curiosidad ganó. Mintió a su madre, y sigilosamente se escondió mientras esperaba que todo el mundo se fuera, somnoliento, a sus respectivos hogares.
En un período de tiempo que resultó bastante corto, el Teatro fue completamente despejado. Y Larisa pudo salir, no sin cierto cuidado, de su escondite. Miró hacia ambos lados, asegurándose de que estaba sola y se dirigió, rauda, al instrumento.
Larisa Navratinova- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/09/2012
Localización : San Petersburgo, Imperio Ruso
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Re: Órgano [Libre]
Caía la noche sobre París cuando acabó la función.
Mis compañeros y yo nos quedamos charlando por los pasillos mientras el teatro se iba quedando progresivamente vacío.
Los invitados parecían contentos. Encantados con nuestro trabajo, cuando nos veían nos elogiaban con palabras amables y gentiles y después se marchaban con una sonrisa en los labios.
El reconocimiento de grandes horas de esfuerzo, no creo que exista en este mundo sensación más dulce.
Eso entusiasmaba a los músicos y actores que, aquella noche, estaban especialmente animados.
Entre risas y alborozo, propusieron ir a tomar algo todos juntos para celebrar el final de este ciclo de teatro y el comienzo del siguiente, algo así como reponer fuerzas para los duros ensayos que estaban por venir.
Sin embargo, yo no estaba de humor.
Rehusé la apetecible invitación con un “No, lo siento, pero esta noche tengo cosas que hacer. Prometo que a la próxima me apunto y os invito a algo”.
Una violinista con la que simpatizaba bastante me miró con cara de circunstancias, como si me preguntara en silencio “¿Te encuentras bien?”.
Me limité a asentir con una sonrisa sincera, para que se fuera tranquila.
Ella sabía que, cuando estaba así, lo único que necesitaba era perderme en mis pensamientos, en soledad.
Di media vuelta y me dirigí a mi camerino.
Estaba recogiendo mis cosas cuando me pareció oír de lejos el sonido tenue de las teclas del órgano.
Me puse alerta.
Había dado por hecho que estaba sola en aquel sitio.
Por un momento me temí lo peor: que sería alguien que me estaba esperando para hacerme daño o algo así, pero mientras caminaba hacia la sala en cuestión me dije que aquello no tenía sentido alguno.
No seas paranoica.
Fuera quien fuese, sabía lo que hacía, y la pieza era preciosa.
Quizás fuera algún otro músico que, como yo, se había escabullido de la multitud para quedarse en el teatro a solas. Puede que sólo quisiera practicar antes de los ensayos del día siguiente, aunque lo cierto es que nunca había oído la obra que estaba interpretando.
Me asomé a la puerta con sigilo y vi a una chica de cabellos dorados completamente concentrada en las teclas del órgano, tanto que no se percató de mi presencia allí.
Nunca antes la había visto, por lo que supuse que era una invitada infiltrada. En cualquier caso parecía inofensiva.
Apoyé mi espalda en el marco de la puerta, cruzada de brazos, y esperé a que acabara la pieza.
Estaba completamente entregada a la canción y parecía sentirla con cada fibra de su ser, como si hubiera creado una burbuja a su alrededor y el resto del mundo hubiese dejado de existir.
Se notaba que amaba la música, y eso me conmovió.
Cuando separó sus manos de las teclas y respiró, no pude evitar aplaudir.
Ella se giró hacia mí sobresaltada. Yo me limité a sonreír.
Obviamente no esperaba que hubiera nadie allí, escuchándola.
— ¿Quién te enseñó a tocar así?
Mis compañeros y yo nos quedamos charlando por los pasillos mientras el teatro se iba quedando progresivamente vacío.
Los invitados parecían contentos. Encantados con nuestro trabajo, cuando nos veían nos elogiaban con palabras amables y gentiles y después se marchaban con una sonrisa en los labios.
El reconocimiento de grandes horas de esfuerzo, no creo que exista en este mundo sensación más dulce.
Eso entusiasmaba a los músicos y actores que, aquella noche, estaban especialmente animados.
Entre risas y alborozo, propusieron ir a tomar algo todos juntos para celebrar el final de este ciclo de teatro y el comienzo del siguiente, algo así como reponer fuerzas para los duros ensayos que estaban por venir.
Sin embargo, yo no estaba de humor.
Rehusé la apetecible invitación con un “No, lo siento, pero esta noche tengo cosas que hacer. Prometo que a la próxima me apunto y os invito a algo”.
Una violinista con la que simpatizaba bastante me miró con cara de circunstancias, como si me preguntara en silencio “¿Te encuentras bien?”.
Me limité a asentir con una sonrisa sincera, para que se fuera tranquila.
Ella sabía que, cuando estaba así, lo único que necesitaba era perderme en mis pensamientos, en soledad.
Di media vuelta y me dirigí a mi camerino.
Estaba recogiendo mis cosas cuando me pareció oír de lejos el sonido tenue de las teclas del órgano.
Me puse alerta.
Había dado por hecho que estaba sola en aquel sitio.
Por un momento me temí lo peor: que sería alguien que me estaba esperando para hacerme daño o algo así, pero mientras caminaba hacia la sala en cuestión me dije que aquello no tenía sentido alguno.
No seas paranoica.
Fuera quien fuese, sabía lo que hacía, y la pieza era preciosa.
Quizás fuera algún otro músico que, como yo, se había escabullido de la multitud para quedarse en el teatro a solas. Puede que sólo quisiera practicar antes de los ensayos del día siguiente, aunque lo cierto es que nunca había oído la obra que estaba interpretando.
Me asomé a la puerta con sigilo y vi a una chica de cabellos dorados completamente concentrada en las teclas del órgano, tanto que no se percató de mi presencia allí.
Nunca antes la había visto, por lo que supuse que era una invitada infiltrada. En cualquier caso parecía inofensiva.
Apoyé mi espalda en el marco de la puerta, cruzada de brazos, y esperé a que acabara la pieza.
Estaba completamente entregada a la canción y parecía sentirla con cada fibra de su ser, como si hubiera creado una burbuja a su alrededor y el resto del mundo hubiese dejado de existir.
Se notaba que amaba la música, y eso me conmovió.
Cuando separó sus manos de las teclas y respiró, no pude evitar aplaudir.
Ella se giró hacia mí sobresaltada. Yo me limité a sonreír.
Obviamente no esperaba que hubiera nadie allí, escuchándola.
— ¿Quién te enseñó a tocar así?
Nói Runa Hauksdóttir- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 15/09/2012
Localización : Akureyri, Islandia
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Re: Órgano [Libre]
La joven se sobresaltó tanto que pegó un cómico salto desde su silla. Al parecer no se había fijado lo suficiente en su entorno. Apoyada en la pared, estaba una joven mujer de piel muy blanca, ojos de un color azul verdoso y cabello muy oscuro, haciendo contraste. Al parecer le había gustado su interpretación, ya que aplaudía bastante entusiasmada. Larisa no sabía en dónde meterse. Hasta ahora nadie había aplaudido ante sus dotes musicales, a excepción de su familia cercana.
-¿Quién te enseñó a tocar así?- preguntó la mujer, interesada.
Esa pregunta se le hizo difícil. Cuando tenía cuatro años se dio cuenta de que amaba la música, pero nadie parecía hacerle caso, así que tuvo que ser su propia maestra hasta los doce. A esa edad sus padres escucharon- por accidente- una de las sonatas que estaba practicando, y quedaron tan impresionados que pidieron al maestro Muzio Clementi que la adiestrara todo lo posible. Aquel ilustrado del piano no tuvo mucho trabajo que hacer, porque Larisa había alcanzado, por su cuenta, un nivel nada despreciable, que sólo necesitaba pulir un poco. A los quince, la joven ya era una intérprete eximia, y desde entonces se dedicó más que nada a no bajar su nivel y a pulir sus habilidades con un arduo entrenamiento.
Era un gran discurso, en verdad. Lamentablemente, esas palabras no pudieron salir de su boca. A cambio, dijo una corta oración como un murmullo atropellado.
-Eh… eh… Mu-Muzio Clementi fue mi maestro de los doce a los quince, pero aprendí a tocar sola… Esto… ¡Perdón! ¡No quise molestar o causar algún problema! Yo sólo…
Detuvo su apresurada explicación al ver que la joven mujer no parecía molesta. Tomó un poco de aire y habló, esta vez más calmadamente.
-¿Es mi imaginación, o eras una de las intérpretes musicales? Los sonidos que lograbas con el arpa eran preciosos- sonrió al recordarlo. De hecho, le habían arrebatado una pequeña lágrima de alegría.
-¿Quién te enseñó a tocar así?- preguntó la mujer, interesada.
Esa pregunta se le hizo difícil. Cuando tenía cuatro años se dio cuenta de que amaba la música, pero nadie parecía hacerle caso, así que tuvo que ser su propia maestra hasta los doce. A esa edad sus padres escucharon- por accidente- una de las sonatas que estaba practicando, y quedaron tan impresionados que pidieron al maestro Muzio Clementi que la adiestrara todo lo posible. Aquel ilustrado del piano no tuvo mucho trabajo que hacer, porque Larisa había alcanzado, por su cuenta, un nivel nada despreciable, que sólo necesitaba pulir un poco. A los quince, la joven ya era una intérprete eximia, y desde entonces se dedicó más que nada a no bajar su nivel y a pulir sus habilidades con un arduo entrenamiento.
Era un gran discurso, en verdad. Lamentablemente, esas palabras no pudieron salir de su boca. A cambio, dijo una corta oración como un murmullo atropellado.
-Eh… eh… Mu-Muzio Clementi fue mi maestro de los doce a los quince, pero aprendí a tocar sola… Esto… ¡Perdón! ¡No quise molestar o causar algún problema! Yo sólo…
Detuvo su apresurada explicación al ver que la joven mujer no parecía molesta. Tomó un poco de aire y habló, esta vez más calmadamente.
-¿Es mi imaginación, o eras una de las intérpretes musicales? Los sonidos que lograbas con el arpa eran preciosos- sonrió al recordarlo. De hecho, le habían arrebatado una pequeña lágrima de alegría.
Larisa Navratinova- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/09/2012
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Re: Órgano [Libre]
Noté muy nerviosa a la pobre muchacha, así que opté por acercarme a ella y así acortar distancias.
Apoyé una mano en su hombro en ademán tranquilizador y perdí la vista en el órgano.
— Así que aprendiste a tocar sola, ¿eh?... —murmuré, con aire distraído. Y tras una breve pausa, proseguí. — No sé por qué no me sorprende. Se nota que tienes talento para esto, es como si hubieras nacido sabiendo tocar el pianoforte. Imprimes parte de tu alma en lo que tocas, es evidente que te encanta, y eso hace que le encante a quien te escucha…
Hablaba como abstraída en mis pensamientos y me percaté de que, quizás, le extrañaba lo que decía o cómo lo decía.
No quería ponerla más nerviosa, así que la miré, sonreí con sinceridad y me aparté un poco de ella.
— Si de verdad te gustó tanto mi actuación como dices, debes creerme, sé de lo que hablo, madmoiselle. —Hice una reverencia teatral que pretendía ser algo cómica y le guiñé un ojo. — Ahora dime, ¿cuál es tu nombre? ¿Y cómo has llegado hasta aquí? Nunca antes te había visto por el teatro, supongo que no trabajas aquí… Aunque deberías planteártelo, sinceramente.
Apoyé una mano en su hombro en ademán tranquilizador y perdí la vista en el órgano.
— Así que aprendiste a tocar sola, ¿eh?... —murmuré, con aire distraído. Y tras una breve pausa, proseguí. — No sé por qué no me sorprende. Se nota que tienes talento para esto, es como si hubieras nacido sabiendo tocar el pianoforte. Imprimes parte de tu alma en lo que tocas, es evidente que te encanta, y eso hace que le encante a quien te escucha…
Hablaba como abstraída en mis pensamientos y me percaté de que, quizás, le extrañaba lo que decía o cómo lo decía.
No quería ponerla más nerviosa, así que la miré, sonreí con sinceridad y me aparté un poco de ella.
— Si de verdad te gustó tanto mi actuación como dices, debes creerme, sé de lo que hablo, madmoiselle. —Hice una reverencia teatral que pretendía ser algo cómica y le guiñé un ojo. — Ahora dime, ¿cuál es tu nombre? ¿Y cómo has llegado hasta aquí? Nunca antes te había visto por el teatro, supongo que no trabajas aquí… Aunque deberías planteártelo, sinceramente.
Nói Runa Hauksdóttir- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 15/09/2012
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Re: Órgano [Libre]
Larisa se sintió más segura ante esa muestra de confianza, y sonrió abiertamente.
-Mi nombre es Larisa Navratinova. Es la primera vez que vengo al teatro… bueno, es la primera vez que vengo a París. Nunca pensé en encontrar lugares tan hermosos como éste…
La joven se detuvo a considerar la oferta de trabajo. Sinceramente le hubiera encantado tocar aquel órgano todos los días que le quedaran de vida, pero su madre pondría el grito en el cielo ante tal idea. No. No podía. Lo lamentaba desde el fondo de su alma, pero no podía preocupar a su madre más de lo que pudiera soportar.
-En cuanto a plantearme tocar aquí… No podría. Mi madre no lo consideraría prudente- dejó escapar un suspiro que mostraba toda la resignación que sentía en aquel momento. Miró el instrumento con añoranza, para luego dirigirse a su acompañante.
-Ya que yo me he presentado, ¿Sería tan amable de decirme su nombre?
-Mi nombre es Larisa Navratinova. Es la primera vez que vengo al teatro… bueno, es la primera vez que vengo a París. Nunca pensé en encontrar lugares tan hermosos como éste…
La joven se detuvo a considerar la oferta de trabajo. Sinceramente le hubiera encantado tocar aquel órgano todos los días que le quedaran de vida, pero su madre pondría el grito en el cielo ante tal idea. No. No podía. Lo lamentaba desde el fondo de su alma, pero no podía preocupar a su madre más de lo que pudiera soportar.
-En cuanto a plantearme tocar aquí… No podría. Mi madre no lo consideraría prudente- dejó escapar un suspiro que mostraba toda la resignación que sentía en aquel momento. Miró el instrumento con añoranza, para luego dirigirse a su acompañante.
-Ya que yo me he presentado, ¿Sería tan amable de decirme su nombre?
Larisa Navratinova- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/09/2012
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Re: Órgano [Libre]
Las palabras de la chica me conmovieron de algún modo.
Me trasladaron a otro tiempo, años atrás, a la época en la que yo llegué a París, siendo aún más joven que ella, con una familia disgregada y una madre loca. Recuerdo que estaba asustada, sentía que la ciudad se me quedaba grande mientras yo me hacía pequeña por momentos, y percibir parte de esa inseguridad en Larisa me inspiró cierta ternura.
Supuse que se sentiría algo perdida los primeros días, que no tendría a quién acudir en caso de que surgiera algún problema y eso era bastante desalentador.
Es la misma sensación siempre que dejas una ciudad para empezar a vivir en otra. Al principio es como si todos se conocieran entre ellos, aunque realmente no sea así, simplemente porque a ellos les une un idioma, una cultura de la que tú estás a una distancia abismal. Sientes que es muy difícil conectar con alguien, pues ¿por qué iban a malgastar su tiempo en intentar comprenderte, cuando entre ellos la comunicación es tan sencilla?
Pero yo la comprendía. Y pensé que podría ayudarla, aunque fuera con un detalle mínimo que quizás le hiciera ilusión y le infundiera confianza, un punto de partida.
— Me llamo Nói Runa, aunque puedes llamarme Nói a secas —comencé por el final. — Verás, Larisa, se me acaba de ocurrir una idea y me gustaría que me dieras tu opinión al respecto, a ver qué te parece…
Fui interrumpida por unos pasos que resonaban desde el pasillo, cada vez más cerca, seguidos por la entrada triunfal del bedel del teatro, un hombre bajito, encorvado y gruñón. Carraspeó para hacerse notar y anunció:
— Señoritas, es hora de cerrar el edificio. Si no quieren quedarse aquí toda la noche les aconsejo que se marchen a casa. Ya es tarde.
Lancé una mirada rápida al reloj de pared que había en la sala y lo corroboré.
Me dispuse a seguirle, no sin antes dirigirme a Larisa:
— Vamos, te acompaño a casa, no quiero vuelvas sola. París es más inseguro de lo que parece a estas horas y a mí nadie me espera.
Me trasladaron a otro tiempo, años atrás, a la época en la que yo llegué a París, siendo aún más joven que ella, con una familia disgregada y una madre loca. Recuerdo que estaba asustada, sentía que la ciudad se me quedaba grande mientras yo me hacía pequeña por momentos, y percibir parte de esa inseguridad en Larisa me inspiró cierta ternura.
Supuse que se sentiría algo perdida los primeros días, que no tendría a quién acudir en caso de que surgiera algún problema y eso era bastante desalentador.
Es la misma sensación siempre que dejas una ciudad para empezar a vivir en otra. Al principio es como si todos se conocieran entre ellos, aunque realmente no sea así, simplemente porque a ellos les une un idioma, una cultura de la que tú estás a una distancia abismal. Sientes que es muy difícil conectar con alguien, pues ¿por qué iban a malgastar su tiempo en intentar comprenderte, cuando entre ellos la comunicación es tan sencilla?
Pero yo la comprendía. Y pensé que podría ayudarla, aunque fuera con un detalle mínimo que quizás le hiciera ilusión y le infundiera confianza, un punto de partida.
— Me llamo Nói Runa, aunque puedes llamarme Nói a secas —comencé por el final. — Verás, Larisa, se me acaba de ocurrir una idea y me gustaría que me dieras tu opinión al respecto, a ver qué te parece…
Fui interrumpida por unos pasos que resonaban desde el pasillo, cada vez más cerca, seguidos por la entrada triunfal del bedel del teatro, un hombre bajito, encorvado y gruñón. Carraspeó para hacerse notar y anunció:
— Señoritas, es hora de cerrar el edificio. Si no quieren quedarse aquí toda la noche les aconsejo que se marchen a casa. Ya es tarde.
Lancé una mirada rápida al reloj de pared que había en la sala y lo corroboré.
Me dispuse a seguirle, no sin antes dirigirme a Larisa:
— Vamos, te acompaño a casa, no quiero vuelvas sola. París es más inseguro de lo que parece a estas horas y a mí nadie me espera.
Nói Runa Hauksdóttir- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 15/09/2012
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Re: Órgano [Libre]
La joven aceptó la oferta con una sonrisa, y le indicó dónde quedaba su hogar. La familia se había instalado en una de las viviendas del área residencial, en una construcción que tenía un aire extranjero innegable, tal como sus ocupantes. De hecho, en esa casa nadie hablaba francés.
A medida que dejaban el Teatro, Larisa comenzó a sentir curiosidad por la idea que se le había ocurrido a Nói. Sentía muchos deseos de preguntar, pero a la vez no quería parecer demasiado grosera. Se sonrió al recordar una de las frases que su padre tanto decía: “Nosotros los Rusos somos terriblemente directos, no tenemos ese tacto especial del que tanto alardean los Franceses en las conversaciones. Si estamos convencidos de algo, lo decimos sin miramientos. Si tenemos curiosidad, preguntamos. Así de simple”.
Y ella había heredado más actitudes de su padre que de su madre. La parte francesa de su sangre era claramente opacada por una vida en Rusia.
-Y dime, Nói, ¿Cuál era la idea de la que estabas hablando?
A medida que dejaban el Teatro, Larisa comenzó a sentir curiosidad por la idea que se le había ocurrido a Nói. Sentía muchos deseos de preguntar, pero a la vez no quería parecer demasiado grosera. Se sonrió al recordar una de las frases que su padre tanto decía: “Nosotros los Rusos somos terriblemente directos, no tenemos ese tacto especial del que tanto alardean los Franceses en las conversaciones. Si estamos convencidos de algo, lo decimos sin miramientos. Si tenemos curiosidad, preguntamos. Así de simple”.
Y ella había heredado más actitudes de su padre que de su madre. La parte francesa de su sangre era claramente opacada por una vida en Rusia.
-Y dime, Nói, ¿Cuál era la idea de la que estabas hablando?
Larisa Navratinova- Humano Clase Alta
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Re: Órgano [Libre]
Nos fuimos acercando a la zona residencial, lo que me daba pistas innegables de la clase social a la que pertenecía Larisa. Esto explicaba muchas cosas, como que tuviera la posibilidad de practicar en un buen piano o que sus padres no la dejaran hacer ciertas cosas a pesar de que ella quisiera, pues es bien sabido que la gente de alta cuna suele ser muy estricta, especialmente con las hijas, a las que educan para ser perfectas, como si se trataran de muñequitas de porcelana.
Esto hizo que la proposición que quería hacerle cobrara más sentido (la cual, por cierto, había olvidado por completo hasta que ella misma me lo recordó).
— Ah sí, perdona, es que soy un poco despistada. —Me rasqué la nariz inconscientemente y sonreí para mis adentros.— Mira… entiendo lo duro que es llegar a un sitio en el que no conoces a absolutamente nadie y tener que ir haciéndote hueco. Sé que te puedes llegar a sentir muy sola, porque yo sentí lo mismo cuando llegué aquí, y me gustaría evitarlo, si puedo. Antes te vi tan a gusto tocando el órgano que se me había ocurrido que vinieras de vez en cuando, siempre que tengas algún rato y yo esté en el teatro, preferiblemente los días que no hay actuaciones y sólo ensayamos. Podría hacerte pasar por un familiar mío y así nadie se quejará, menos aún si te escuchan tocar. Puedes ponerle cualquier excusa a tu madre para “escaparte”, te aseguro que no se enterará. Y si me sobra tiempo, cuando salga, podemos dar una vuelta y te enseño los entresijos de París, ¿qué te parece?
Cuando formulé esta última pregunta, ya habíamos llegado a las inmediaciones de la casa. Qué casa, qué jardín.
En comparación con el antro en el que me había tocado vivir, esto parecía una mansión.
Me recordaba mucho a las grandes casas de Europa del Este, con esas decoraciones tan coloridas y detalladas.
Esto es peor de lo que esperaba —me dije.
Pues en ese momento fui consciente de que me podría meter en un buen lío, o a ella.
No creo que a su familia le hiciera mucha gracia que tratara cara a cara con una persona como yo, de una clase inferior y que no entiende de protocolos ni educación, y menos aún si la incitaba a que les ocultase cosas.
Pero qué sería la vida sin un poco de emoción.
Esto hizo que la proposición que quería hacerle cobrara más sentido (la cual, por cierto, había olvidado por completo hasta que ella misma me lo recordó).
— Ah sí, perdona, es que soy un poco despistada. —Me rasqué la nariz inconscientemente y sonreí para mis adentros.— Mira… entiendo lo duro que es llegar a un sitio en el que no conoces a absolutamente nadie y tener que ir haciéndote hueco. Sé que te puedes llegar a sentir muy sola, porque yo sentí lo mismo cuando llegué aquí, y me gustaría evitarlo, si puedo. Antes te vi tan a gusto tocando el órgano que se me había ocurrido que vinieras de vez en cuando, siempre que tengas algún rato y yo esté en el teatro, preferiblemente los días que no hay actuaciones y sólo ensayamos. Podría hacerte pasar por un familiar mío y así nadie se quejará, menos aún si te escuchan tocar. Puedes ponerle cualquier excusa a tu madre para “escaparte”, te aseguro que no se enterará. Y si me sobra tiempo, cuando salga, podemos dar una vuelta y te enseño los entresijos de París, ¿qué te parece?
Cuando formulé esta última pregunta, ya habíamos llegado a las inmediaciones de la casa. Qué casa, qué jardín.
En comparación con el antro en el que me había tocado vivir, esto parecía una mansión.
Me recordaba mucho a las grandes casas de Europa del Este, con esas decoraciones tan coloridas y detalladas.
Esto es peor de lo que esperaba —me dije.
Pues en ese momento fui consciente de que me podría meter en un buen lío, o a ella.
No creo que a su familia le hiciera mucha gracia que tratara cara a cara con una persona como yo, de una clase inferior y que no entiende de protocolos ni educación, y menos aún si la incitaba a que les ocultase cosas.
Pero qué sería la vida sin un poco de emoción.
Nói Runa Hauksdóttir- Hechicero Clase Media
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Re: Órgano [Libre]
Antes de que Nói terminara la frase, Larisa estaba en plena batalla campal. Otra vez los valores fundamentales y su amor por la música se enfrentaban. Trató de suavizar la contienda haciendo una lista mental de ventajas y desventajas.
Estaba la enorme desventaja de que era una pésima mentirosa, y si trataba de encubrirse no tardarían mucho en descubrirla. Era una muchacha que destilaba verdad alrededor de ella, y nadie con tres dedos de frente era capaz de creerse sus embustes. Tampoco pasaba por alto el hecho de que se sentiría una intrusa en aquel lugar donde sus dotes musicales no serían nada nuevo.
Pero por otra parte, a su madre no le molestaría que saliera a tomar aire fresco y a divertirse, pues a eso habían venido a Francia. Se supone que era una visita larga, para olvidar los días oscuros de su tierra natal y volver a tener una vida más o menos normal. Además, tendría una oportunidad para mejorar, y la posibilidad de tener un público entendido en el tema y que la instruyera. No era de mucha ayuda el practicar encerrada siempre en una habitación y con la melodía como única acompañante. Para lo único que le servía era para estancarse y seguir en el mismo círculo vicioso que tenía en casa y que quería dejar a toda costa.
Considerándolo así, hay más ventajas que desventajas, ¿no?
Cuando le respondió, lo hizo con toda la seguridad del mundo.
-Por supuesto que acepto tu oferta, Nói. ¿Hay algún lugar donde pueda encontrarte y ponernos de acuerdo?
Estaba la enorme desventaja de que era una pésima mentirosa, y si trataba de encubrirse no tardarían mucho en descubrirla. Era una muchacha que destilaba verdad alrededor de ella, y nadie con tres dedos de frente era capaz de creerse sus embustes. Tampoco pasaba por alto el hecho de que se sentiría una intrusa en aquel lugar donde sus dotes musicales no serían nada nuevo.
Pero por otra parte, a su madre no le molestaría que saliera a tomar aire fresco y a divertirse, pues a eso habían venido a Francia. Se supone que era una visita larga, para olvidar los días oscuros de su tierra natal y volver a tener una vida más o menos normal. Además, tendría una oportunidad para mejorar, y la posibilidad de tener un público entendido en el tema y que la instruyera. No era de mucha ayuda el practicar encerrada siempre en una habitación y con la melodía como única acompañante. Para lo único que le servía era para estancarse y seguir en el mismo círculo vicioso que tenía en casa y que quería dejar a toda costa.
Considerándolo así, hay más ventajas que desventajas, ¿no?
Cuando le respondió, lo hizo con toda la seguridad del mundo.
-Por supuesto que acepto tu oferta, Nói. ¿Hay algún lugar donde pueda encontrarte y ponernos de acuerdo?
Larisa Navratinova- Humano Clase Alta
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Re: Órgano [Libre]
Sonreí abiertamente.
Era la respuesta que esperaba y que, por otra parte, deseaba.
Sabía que le iba a sentar bien estar rodeada de más músicos, y que una vez empezara a descubrir París se haría con la ciudad rápidamente. Falta de encanto no está, precisamente.
— Me alegra mucho oír eso —confesé con toda mi sinceridad.— ¿Qué te parece mañana a las doce de la mañana en la puerta del teatro? Los ensayos suelen empezar a las diez, pero a esa hora me suelo tomar un descanso. Así te puedo mostrar el edificio y presentarte a algún compañero.
Antes de que me diera una respuesta, reflexioné unos segundos, pensando rápidamente en darle un plan B por si no le venía bien.
— De todas formas, si algún día por lo que sea no puedes venir, no te preocupes, yo siempre estoy allí a esa hora, sólo tienes que preguntar por mí en conserjería. ¿Cuento contigo pues?
Era la respuesta que esperaba y que, por otra parte, deseaba.
Sabía que le iba a sentar bien estar rodeada de más músicos, y que una vez empezara a descubrir París se haría con la ciudad rápidamente. Falta de encanto no está, precisamente.
— Me alegra mucho oír eso —confesé con toda mi sinceridad.— ¿Qué te parece mañana a las doce de la mañana en la puerta del teatro? Los ensayos suelen empezar a las diez, pero a esa hora me suelo tomar un descanso. Así te puedo mostrar el edificio y presentarte a algún compañero.
Antes de que me diera una respuesta, reflexioné unos segundos, pensando rápidamente en darle un plan B por si no le venía bien.
— De todas formas, si algún día por lo que sea no puedes venir, no te preocupes, yo siempre estoy allí a esa hora, sólo tienes que preguntar por mí en conserjería. ¿Cuento contigo pues?
Nói Runa Hauksdóttir- Hechicero Clase Media
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Re: Órgano [Libre]
Larisa sonrió de la manera más abierta que su corazón se lo permitía. Parecía destilar felicidad.
- ¡Por supuesto que cuentas conmigo! Y mañana a esa hora es perfecto. Ojalá no moleste a nadie…- reflexionó, un poco asustada.
Su mayor miedo era ser una molestia para aquellos que la rodeaban. Ya había sido una carga en Rusia, cuando tuvo que sufrir el miedo de ver morir a su hermano mayor al frente de sus ojos, y no había sido una experiencia agradable. De hecho, sentía que era su culpa, y sólo su culpa, que ella y su madre tuvieran que moverse a Francia, mientras el resto de sus familiares se quedaba en casa. Ellos habían sobrellevado la muerte de Vladimir mejor que ella, ¿no?
Claro, pero eso fue porque ellos no vieron en persona cómo lo descuartizaban vivo… Oh, aleja ese pensamiento. No es momento.
Suspiró. No le gustaba pensar en ese incidente, y menos con personas a su lado. Ya había tenido que incomodar a su madre a todas horas con las pesadillas que…
-¡Cielos, mi madre! Debe estar preocupada… Será mejor que entre, o se pondrá histérica. ¿Nos vemos mañana, pues?- preguntó, con una sonrisa.
- ¡Por supuesto que cuentas conmigo! Y mañana a esa hora es perfecto. Ojalá no moleste a nadie…- reflexionó, un poco asustada.
Su mayor miedo era ser una molestia para aquellos que la rodeaban. Ya había sido una carga en Rusia, cuando tuvo que sufrir el miedo de ver morir a su hermano mayor al frente de sus ojos, y no había sido una experiencia agradable. De hecho, sentía que era su culpa, y sólo su culpa, que ella y su madre tuvieran que moverse a Francia, mientras el resto de sus familiares se quedaba en casa. Ellos habían sobrellevado la muerte de Vladimir mejor que ella, ¿no?
Claro, pero eso fue porque ellos no vieron en persona cómo lo descuartizaban vivo… Oh, aleja ese pensamiento. No es momento.
Suspiró. No le gustaba pensar en ese incidente, y menos con personas a su lado. Ya había tenido que incomodar a su madre a todas horas con las pesadillas que…
-¡Cielos, mi madre! Debe estar preocupada… Será mejor que entre, o se pondrá histérica. ¿Nos vemos mañana, pues?- preguntó, con una sonrisa.
Larisa Navratinova- Humano Clase Alta
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Re: Órgano [Libre]
De repente, Larisa no tenía buena cara.
Se había enfrascado en sus pensamientos al acabar la última frase, y éstos no parecían positivos precisamente.
No sabía si se debía a mi propuesta (quizás estaba considerando las consecuencias) o había algo más.
Estaba a punto de preguntarle qué ocurría cuando, de pronto, saltó con que debía irse ya.
Era realmente tarde y me preocupó que sus padres se enfadasen con ella. No quería causarle ningún problema.
— ¡Ah! Sí, sí, será mejor que entres ya. Perdona si te he entretenido demasiado. —Me apresuré un poco, pues no quería hacerle perder más tiempo. Asentí y dije con una pequeña sonrisa— Nos vemos mañana en el teatro, a las doce. Ha sido un placer conocerte, Larisa, de verdad. Que pases una buena noche, y hasta mañana.
Hice una reverencia de las mías, torpe y forzada, en un intento de hacerla reír y despedí a la joven con la mano.
Esperé a que cruzara la puerta y se perdiera en el umbral de la casa.
Entonces di media vuelta y caminé calle abajo, sin rumbo fijo, a donde mis pies me llevasen.
Se había enfrascado en sus pensamientos al acabar la última frase, y éstos no parecían positivos precisamente.
No sabía si se debía a mi propuesta (quizás estaba considerando las consecuencias) o había algo más.
Estaba a punto de preguntarle qué ocurría cuando, de pronto, saltó con que debía irse ya.
Era realmente tarde y me preocupó que sus padres se enfadasen con ella. No quería causarle ningún problema.
— ¡Ah! Sí, sí, será mejor que entres ya. Perdona si te he entretenido demasiado. —Me apresuré un poco, pues no quería hacerle perder más tiempo. Asentí y dije con una pequeña sonrisa— Nos vemos mañana en el teatro, a las doce. Ha sido un placer conocerte, Larisa, de verdad. Que pases una buena noche, y hasta mañana.
Hice una reverencia de las mías, torpe y forzada, en un intento de hacerla reír y despedí a la joven con la mano.
Esperé a que cruzara la puerta y se perdiera en el umbral de la casa.
Entonces di media vuelta y caminé calle abajo, sin rumbo fijo, a donde mis pies me llevasen.
Nói Runa Hauksdóttir- Hechicero Clase Media
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Re: Órgano [Libre]
Cuando Larisa se volvió a ver a una de las ventanas más cercanas, Nói ya se había ido. Soltó un pequeño suspiro. Había sido toda una aventura, la verdad.
Nunca se le ocurrió pensar que por el tonto impulso de tocar un órgano al que ni siquiera tenía derecho, habría de conocer a una persona tan interesante. No sabía por qué, pero tenía la sensación de que había un misterio encerrado en torno a su nueva amiga. La joven podía pecar de ingenuidad, pero a veces podía percibir algunas cosas que el resto, en sus arrebatos, pasaba olímpicamente por alto.
Como los pasos de su madre saliendo a su encuentro para darle un sermón de proporciones, por ejemplo.
- ¡Bozhe Moy! ¡Larisa Sergeievna! ¡¿Qué horas de llegar son éstas?! ¡¿Sabes lo preocupada que estaba?! ¡Dijiste que no demorarías nada! ¡¿Se puede saber qué estabas haciendo?!
Larisa solo le sonrió a su madre, tratando de tranquilizarla.
-No te preocupes, matʹ. Me han invitado a tocar el órgano.
Nunca se le ocurrió pensar que por el tonto impulso de tocar un órgano al que ni siquiera tenía derecho, habría de conocer a una persona tan interesante. No sabía por qué, pero tenía la sensación de que había un misterio encerrado en torno a su nueva amiga. La joven podía pecar de ingenuidad, pero a veces podía percibir algunas cosas que el resto, en sus arrebatos, pasaba olímpicamente por alto.
Como los pasos de su madre saliendo a su encuentro para darle un sermón de proporciones, por ejemplo.
- ¡Bozhe Moy! ¡Larisa Sergeievna! ¡¿Qué horas de llegar son éstas?! ¡¿Sabes lo preocupada que estaba?! ¡Dijiste que no demorarías nada! ¡¿Se puede saber qué estabas haciendo?!
Larisa solo le sonrió a su madre, tratando de tranquilizarla.
-No te preocupes, matʹ. Me han invitado a tocar el órgano.
Larisa Navratinova- Humano Clase Alta
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