El chico que vino de ningun sitio [privado]

Bufón era como un perro callejero, acostumbrado a dormir en las calles, acostumbrado a dormir en el suelo, acostumbra a no comer y acostumbrado también a robar, cualquier cosa que Bufón quisiese tomar podía tomarla sin que nadie se diese cuenta, pero él no era un niño que simplemente extendiese las manos para agarrar algo que no le perteneciese, mucho menos uno acostumbrado a hacer cosas que consideraba malas con demasiada frecuencia, en realidad a pesar de su corta edad ya sabia muchas cosas de la vida, por lo tanto diferenciaba perfectamente cuando hacia algo malo o bueno, y tenia cargos de conciencia por ello, él había visto en medio de los oscuros callejones amores que se perdían en el olvido, crímenes que se quedarían sin pagar y vidas que desaparecerían en un suspiro, a su propio parecer lo único que tenia en su defensa era que los hombres nacían con el pecado, de modo que tenia que aprender a sobrellevarlo.

Pero a pesar de semejante pensamiento aun de vez en cuando su buena naturaleza le ganaba, muchas situaciones fueron las que le orillaron a vivir de aquella manera, la soledad a la que fue condenado se la gano a pulso, el salir de la pobreza no estaba en sus planes, ser adoptado por alguien tampoco, él no quería la ayuda porque esto significaría que había sido tan débil que no fue capaz de tomar la oportunidad de expiar sus pecado en vida, odiar no estaba en su sistema, sentir tristeza estaba prohibido para el, lamentarse también, porque si alguna vez se dejaba seducir por esos sentimientos terminaría corriendo a la parroquia mas cercana a pedir auxilio, por eso mismo también se mantenía alejado de esos lugares.

Sin embargo ahora el elfo que vivía en su cabeza lo había guiado hasta terminar delante de la catedral tan desmayado que no había manera que despertará durante el día, que es cuando la gente plaga las escaleras del lugar impidiéndole acercarse demasiado, no, alguien intentaba tentarlo para que ahora, cubierto por el manto de la noche y con un panorama completamente despejado el decidiera finalmente dejar esa vida, pero ¿Acaso estaba dispuesto a dejar aquello por lo que había trabajado tan duro? Bufón era un niño pequeño, apenas once años de edad, pero como ocurría con los niños pequeños cuando eran arrojados a la calle el había madurado demasiado rápido, la tragedia marco su vida en el momento en que la abrió las puertas a ese grupo de bestias que terminaron arrasándolo todo, ahora el expiaría las almas de aquellos que murieron por su culpa.

- Gracias-contesto por instinto sin siquiera mirar a quien le hablaba, durante un segundo permaneció aun desorientado hasta que su vista alcanzo a enfocarse correctamente en la figura que tenia delante, se trataba de una niña pequeña, apenas de la misma edad que el, con la piel morena y grandes ojos, era hermosa, como una muñeca de porcelana, no es que bufón hubiese visto muñecas de porcelana antes, sin embargo se parecía mucho a la descripción que le había dado el obispo

- ¿De que hablas? Yo nunca e visto a una iglesia levantarse para cazar a nadie-Bufón había entendido perfectamente a lo que se refería la pequeña, o al menos la parte importante, sin embargo su respuesta también había sido bastante literal, en general no tenia un dialogo muy fluido, pero cuando quería decir algo lo decía, pues era su deber como oveja del señor guiar y guiarse por el resto del rebaño- Yo no le veo nada de malo a la biblia, en realidad pienso que es algo realmente agradable, si pudiese tener una en donde vivo ahora la tendría-Los ojos del pequeño, llenos del asombro que nunca se fue contemplaron el edificio con una cierta añoranza muy propia de el cuando miraba en dirección de la casa del señor.

- Me llamo…Bufón, y vivo en este lugar y mucho mas lejos-Dijo sonriendo de esa manera tenue con la acostumbraba expresarse, él era como una suave briza de verano, no había nada que lograse exaltarlo realmente, era muchas veces como un cascaron vacío y otras como una flor recibiendo los rayos del sol, con una mueca parecida a la de una canción cuando flotaba en el ambiente y un aura comparable con la de los duendes del bosque- ¿Tu también eres una colorina? Puedo verlo, esta arriba de tu cabeza-dijo señalando aquella especie de humo prácticamente rojo que solamente aparecía sobre el cabello de aquellos humanos diferentes del resto. Bufón podía reconocerlos, había hablado con un par y ninguno le había hecho daño, por eso el no tenia miedo, en realidad, Bufón no le temía a nada, porque por sobre todas las cosas creía que aquello sucedido en la tierra eran designios de dios, y dios no se equivocaba.