Noche inesperada [Privado]

por **Lilith Hawke** Jue Sep 27, 2012 6:55 pm

Para la dama de la casa"
Eso decía la nota con la que había venido una entrada para un teatro especial, un teatro que ella no conocía, al menos la dirección se hallaba en el reverso de la notita la cual olía a especias dulces. La chica de cabellos rubios se había pensado durante el día si debería ir o no, simplemente por el hecho de que el remitente era desconocido y porque tendría que ir a un lugar por el cual nunca había pasado en horas diurnas, desviaba varias veces sus ojos azules de la lectura posándolos en la entrada en una mesita junto a una taza de té.

Suspiro y le dijo a su tía Margerit que iría a ver una obra de teatro, al parecer esta no se negó y se veía bastante contenta, y claro conociéndola ella pensaba que conocería a un hombre elegante y lo traería como prometido en un par de días, pero según Lilith las ideas de su tía iban equivocadas. Se puso un vestido color negro con destellos de purpurina brillante, era elegante, sencillo y bonito, no tenia que arreglarse mucho esa noche, decidió llevar el cabello medio recogido, suelto con un pequeño moño. Le pidió amablemente al chofer de su tía que la llevara a la dirección del papel, no tardaron mucho en llegar y por lo visto la función no había comenzado, un acomodador al que le pregunto la llevo a un palco donde solo se sentaban la gente de posición o con dinero, pero a ella le extraño de que alguien se hubiera tomado las molestias de darle esa entrada y encima en un sitio bueno para ver la función, aunque…aquel teatro y toda la gente le resultaba extraña, ella no se imaginaba en que clase de sitio había ido a parar esa noche…

por **Tarik Pattakie** Jue Sep 27, 2012 8:15 pm

Las sombras se bañaban con su presencia, inquietas, lastimeras, ansiando tocarlo y, a la misma vez, repudiarlo. Eran conscientes de que la oscuridad que emanaba de él solo podía competir contra la arrogancia y frivolidad que mostraba su semblante. Ellas no eran más que unas simples espectadoras en un escenario donde encajar significaba seguir cada uno de sus movimientos sin molestarlo. Le rodeaban. Le acariciaban. Le devoraban. La devoción que se podía encontrar en su compañía era simplemente exquisita. El conde enarcó una ceja ante ese último pensamiento. Una mueca, que casi podía pasar como una sarcástica sonrisa – quizás lo era – apareció en su boca. La bestia en su interior gruñó ante la expectativa de saberse rodeada de sangre, mortal e inmortal. La curiosidad siempre orillaba a los humanos a aventurarse a su teatro. ‘¿Serán ciertas las historias que la envuelven?’ ‘¿Todos ellos son vampiros?’ ‘¿Es tan espeluznante como se rumorea?’ Las razones por las que entraban eran infinitas, las razones por las que no salían eran… Bien. Todas las historias tienen un origen. El Theatre Des Vampires también. Desde su aventajada posición, podía observarlos a todos. Nadie notaba su presencia. El palco en el que se encontraba no solo estaba sumido entre las sombras, estaba completamente silencioso. Iam se encontraba tras él, con la mirada clavada en un punto entre la multitud. Lucern sabía lo que estaba buscando. Esa noche no se había alimentado. No porque no pudiera, simplemente no había querido. ¿Qué tiene de ‘divertido’ ser un vampiro de más de seiscientos años si no aprendes a alargar esos pequeños momentos de placer? El ardor en su garganta era un recordatorio de quién y qué era. El predador entre los depredadores. No un jodido humano. Asesinaba porque tenía la fuerza, el poder para jugar a la Muerte. Sin apartar la mirada del escenario, percibió a tres humanos. El miedo era como hilos invisibles para los suyos, atrayéndolos al abismo, susurrándoles oscuras promesas, invitándolos a saciarse. ¿De qué? ¿Solo de sangre? Su sonrisa se amplió en todo su esplendor. Ahí estaba ella. Ignorante de su situación. Rodeada de vampiros, pero solo a su disposición. Caminó entre las sombras, consciente de que esa noche también él jugaría a ser un actor.

por **Lilith Hawke** Vie Sep 28, 2012 9:27 am

La función pronto comenzaría y sentía por alguna razón…nervios, notaba que algunos ojos la observaban, ¿Desde abajo del palco?, ¿Cómo?, si estaba muy alto, era imposible, deberían ser imaginaciones de la joven, pues últimamente se había sentido algo nerviosa y estresada por el ir y venir de la gente al hogar de su tía, ahora se podría relajar si se dejaba claro…
Percibió un perfume en el ambiente, no estaba lejos y le recordaba al mismo aroma que desprendía la nota que había recibido, la embriagaba ligeramente por alguna razón y aparecía un leve sonrojo en sus mejillas por el calor, suspiro y se hizo aire con la mano estuvo pendiente del escenario ya que la función iba a comenzar, un mozo se acerco sirviéndole una copa la cual ella no había pedido, pero cuando iba a preguntarle este ya se había ido, era vino y parecía dulce, tomo un pequeño sorbo aunque no acostumbraba a beber.

Miro el palco de al lado por curiosidad con un ligero giro de cabeza, pero no podía ver bien quien se encontraba allí. Solo vio medio cuerpo, las cortinas le impedían ver, pero sacudió la cabeza, era grosero curiosear así que bebió otro pequeño sorbo y suspiro mirando al escenario. Ya no era una niña debía madurar, nunca tuvo padres así que aun debía estar al cuidado de su tía, pero a veces pensaba que era mejor ser completamente libre sin ataduras, poder ser una mujer moderna como siempre quiso, ella quería aprender cosas, viajar, conocer gente que no fuera concertada por Margerit….
Quizás algún día cuando tuviera valor para ello…

por **Tarik Pattakie** Dom Oct 28, 2012 2:13 am

- Parecemos tan libres ¡y estamos tan encadenados! Las puntas de sus colmillos asomaron fugazmente en su sonrisa blasfema cuando pronunció las últimas palabras tras la espalda de la humana. Los latidos en su yugular era una abierta invitación para cualquier vampiro alrededor. Los humanos que entraban a su teatro no podían esconder las emociones que derivaban del peligro, de lo desconocido. La sorpresa solo daba paso a la curiosidad, la curiosidad al atrevimiento. Nadie escapaba. Todos eran prisioneros. Actores y actrices dentro y fuera de los escenarios. El telón cayendo demasiado rápido. En cuestión de minutos la obra daría inicio, atrayendo con sus oscuros versos, seduciendo con sus atrevidos argumentos. No existían tabúes. No existían límites. La muerte había sido representada cientos de veces en formas macabras, pero la mente humana prefería fingir que se trataba de solo una farsa. Nada era falso en su teatro. Los vampiros adoptaban su propio concepto. ¡¿Por qué no habrían de hacerlo?! Eran mejores que los humanos. La oscuridad, el mal, ¡la pasión! Estaban de su lado. Ese era el motivo por el que había comprado el teatro. Los humanos que se aventuraban a cruzar el umbral, dejaban tras ellos sus máscaras. No podían fingir que la muerte, el sexo o la sangre eran aborrecibles, no cuando la excitación y el miedo recorrían sus cuerpos. Se preguntó cuánto más tendría que esperar para que la dama que había elegido como acompañante lo exteriorizara. Había penetrado en sus pensamientos. Libertad. Oh. Esa maldita libertad que no era más que un engaño. La deseaba. La anhelaba. ¿Era valor lo que le faltaba? La ceja del vampiro se elevó, la arrogancia que destilaba ese simple gesto competía contra sus palabras. El conde era conocido por su egocentrismo, por su seguridad en sí mismo. - Condenados, chérie. ¿No lo estamos todos? Ahí estaba de nuevo, esa sonrisa amenazadora, que prometía oscuros senderos y un final nada placentero.

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