AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
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Nicolei Santillán
Ruggero Rosso
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Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
Amanecía como todos los días, su esposa entre sus brazos y su mano en su vientre, así era como Ruggero despertaba, juguetearía con ella un poco y luego se levantaría. Pero ese día algo cambiaría, Ruggero Rosso iría a la zona comercial, estaba comprando propiedades en América, plantaciones y abriría una tienda.
Y aunque le gustaría llevarse a su esposa, ella recibiría visitas, su ahora amiga Crystall Van Wijs iría a verla. Ruggero ya se había acostumbrado a ver a la bruja en su casa, le costó trabajo pero su amor por su esposa era tan grande que hizo sumiso el resentimiento y la manía asesina, desapareciendo ésta última.
El corazón de Ruggero estaba purificado, Chiara era la responsable de que él fuera feliz después de tantos años, después de la muerte de Jade, un amor que creyó era insuperable, que equivocado estaba.
Ruggero recordó aquella mañana en el jardín botánico, la tarde y después la noche, la primer unión de ellos, el momento en el que supo que el amor de Jade no se asemejó al que unida a su esposa vivió.
Y ahora Chiara llevaba en su vientre un hijo de él, su felicidad no podría ser mayor, había encontrado el verdadero amor, había abandonado la vida del asesino que más tarde o más temprano lo guiarían a una muerte, se había enseñado a convivir con sobrenaturales, con aquellos seres que él mataba. Estaba en equilibrio y solo deseaba algo, tener a su amada junto a él, no perderla, envejecer junto a ella y ver a su hijo crecer.
En estado su amada dormía más fue por eso que Ruggero no la despertó, la dejó dormir. Se apresuró a vestirse y se fue, pues quería regresar pronto y de ser posible antes de que ella se levantase.
Bajó y montando a Gyarreth galopó a la zona comercial.
Y aunque le gustaría llevarse a su esposa, ella recibiría visitas, su ahora amiga Crystall Van Wijs iría a verla. Ruggero ya se había acostumbrado a ver a la bruja en su casa, le costó trabajo pero su amor por su esposa era tan grande que hizo sumiso el resentimiento y la manía asesina, desapareciendo ésta última.
El corazón de Ruggero estaba purificado, Chiara era la responsable de que él fuera feliz después de tantos años, después de la muerte de Jade, un amor que creyó era insuperable, que equivocado estaba.
Ruggero recordó aquella mañana en el jardín botánico, la tarde y después la noche, la primer unión de ellos, el momento en el que supo que el amor de Jade no se asemejó al que unida a su esposa vivió.
Y ahora Chiara llevaba en su vientre un hijo de él, su felicidad no podría ser mayor, había encontrado el verdadero amor, había abandonado la vida del asesino que más tarde o más temprano lo guiarían a una muerte, se había enseñado a convivir con sobrenaturales, con aquellos seres que él mataba. Estaba en equilibrio y solo deseaba algo, tener a su amada junto a él, no perderla, envejecer junto a ella y ver a su hijo crecer.
En estado su amada dormía más fue por eso que Ruggero no la despertó, la dejó dormir. Se apresuró a vestirse y se fue, pues quería regresar pronto y de ser posible antes de que ella se levantase.
Bajó y montando a Gyarreth galopó a la zona comercial.
Ruggero Rosso- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/08/2012
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
Había llegado el momento de visitar a mi hermano. Recibí noticias de que su esposa se encontraba en estado y lo quería averiguar. Tal vez fastidiarlo o jugarle una broma a ambos, seducir a la esposa de mi hermano, ignorando ella que tiene un gemelo. Hahahaha, de pensarlo me parto.
Francia no era una ciudad muy atractiva para mí, y París, un coñazo. No eran los licanos la razón que me trajo a esta asquerosa ciudad, era mi hermano y la curiosidad que tenía sobre él. Según mi madre yo soy el mayor, aunque sé que eso no se distingue, si el padre que nunca conocí hubiera dicho a Ruggero que tenía un hermano y que Ruggero era el mayor, ¿cómo comprobar quién era el mayor? Seguir pensando en ello era una perdida de tiempo.
Sabía donde vivía y he de reconocer que tiene gustos muy finos y exóticos, en eso se parece a mi, lastima que sea un moñas sino, fijo que sería mi compañero en borrachera... mmm, ¿cuándo fue mi última borrachera? los malditos lycans me habían hecho que perdiera la cuenta, menudos peludos.
Desde lejos esperé a que saliera, observé cada prenda que llevaba, - SI - era ropa que tenía en mi maleta, hacerme pasar por Ruggero sería cojonudo, ya ansiaba ver a mi cuñada, tenerla en mis brazos y quizás porque no, robarle un beso y después decirle, - cuñada besáis muy bien - y reiría, si posiblemente Ruggero buscara golpearme, pero era su hermano la curiosidad lo doblegaría. Yo voy a cambiar su vida, su destino. No me interesa salvarlo de las amenazas que sé lo rodean, simplemente divertirme con él.
Me cambié tan rápido como pude y cabalgué en un caballo similar, o pero sabía que Juan reconocería al caballo por lo que lo dejé afuera, nunca había visto a mi cuñada, si a Estella, por lo que no me sorprendería.
Me abrí paso entre el jardín y antes de llegar a la puerta Estella abrió la puerta, ahora sólo quedaba poner el plan en marcha.
Francia no era una ciudad muy atractiva para mí, y París, un coñazo. No eran los licanos la razón que me trajo a esta asquerosa ciudad, era mi hermano y la curiosidad que tenía sobre él. Según mi madre yo soy el mayor, aunque sé que eso no se distingue, si el padre que nunca conocí hubiera dicho a Ruggero que tenía un hermano y que Ruggero era el mayor, ¿cómo comprobar quién era el mayor? Seguir pensando en ello era una perdida de tiempo.
Sabía donde vivía y he de reconocer que tiene gustos muy finos y exóticos, en eso se parece a mi, lastima que sea un moñas sino, fijo que sería mi compañero en borrachera... mmm, ¿cuándo fue mi última borrachera? los malditos lycans me habían hecho que perdiera la cuenta, menudos peludos.
Desde lejos esperé a que saliera, observé cada prenda que llevaba, - SI - era ropa que tenía en mi maleta, hacerme pasar por Ruggero sería cojonudo, ya ansiaba ver a mi cuñada, tenerla en mis brazos y quizás porque no, robarle un beso y después decirle, - cuñada besáis muy bien - y reiría, si posiblemente Ruggero buscara golpearme, pero era su hermano la curiosidad lo doblegaría. Yo voy a cambiar su vida, su destino. No me interesa salvarlo de las amenazas que sé lo rodean, simplemente divertirme con él.
Me cambié tan rápido como pude y cabalgué en un caballo similar, o pero sabía que Juan reconocería al caballo por lo que lo dejé afuera, nunca había visto a mi cuñada, si a Estella, por lo que no me sorprendería.
Me abrí paso entre el jardín y antes de llegar a la puerta Estella abrió la puerta, ahora sólo quedaba poner el plan en marcha.
Nicolei Santillán- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 20/01/2013
Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
Despertó con un suave suspiro, el sol entraba por el cristal del ventanal que daba al balcón, abrió lentamente los ojos y giró buscando el calor de su amado, pero no estaba y las sabanas están frías, hacía rato que su esposo había salido o estaba en la biblioteca. Se incorporó con dificultad, aunque estaba en el tercer mes, su vientre ya se asomaba como si fueran más, - como si en vez de uno fueran dos - pensó, acariciando al bebé, - sabes que cada día haces que tu madre se parezca más a una ¿vaca? - Le reprochó mientras caminaba hasta el cuarto de baño donde ya le habían preparado la bañera, sonrió complacida, recordando los besos y caricias que su esposo le había prodigado en aquella habitación.
Se soltó los lazos del camisón de gaza y dejó que la suave caricia de la tela inundara su cuerpo de sensaciones, entró con cuidado a la bañera y se sentó en el escalón, de allí se dejó mover por el agua, sentía que estando dentro de ella su criatura se y se acomodaba mejor, comprobó que sus pecho habían aumentado mucho su volumen y eso la hizo reír, ya que fue una de las cosas que su esposo se sorprendió al volver a verla desnuda.
Se terminó de bañar y luego de secarse, se vistió con ayuda de Estella, decidieron que era mejor no usar el corsé ya que podía dejarla sin aire y eso hacerle daño al bebé. Se vistió con un traje de color azul lavanda que era uno de los que más le gustaba a su esposo y que él le había traído de regalo. El cabelló lo dejó apenas peinado en una trenza suelta, con un lazo de color azul que hacía juego con su vestimenta. – ¿El señor está en la biblioteca? – Preguntó a Estella antes de que abandonara la alcoba – no señora salió, creo que al centro – dijo sin mucha convicción, eso a Chiara no la tranquilizaba, saber que sus amigos corrían peligro y una sensación extraña de incertidumbre le daba vueltas en la cabeza. Se miró al espejo del tocador y su rostro mostraba preocupación, - eso no queremos que papá vea – le dijo al bebé, mientras con sus dedos borraba las arrugas que se marcaban por el desasosiego.
Bajó las escalera y en el comedor ya le habían preparado un suculento desayuno – Querida, si sigo comiendo así me pondré como una vaca de concurso – le dijo riendo a la mujer que con tanto esmero le traía más comida por si se le antojaba. Estuvo tentada en pedirle algo que le fuera a costar conseguirlo, decirle que era un antojo y que sino el niño nacería con una mancha por no comerlo, pero solo sonrió pensando en la gracia. Sabía que, el que saldría como alma que la lleva el diablo sería Ruggero, en busca de los benditos antojos y no quería que estuviera lejos de ella.
Luego de comer, se dirigió a su lugar favorito, al jardín bajo una pérgola de Jazmin del cielo, un hermoso descubrimiento, en tantos días de esperar la llegada de su amado. Además el color de aquellas florecitas de un celeste azulado le recordaban los ojos de Ruggero. Caminó con paso lento hasta la sheslong y se recostó, la brisa jugaba con sus cabellos haciéndole cosquillas en la mejilla, Cerró los ojos y suspiró. ¿Había algo más hermoso que disfrutar del ser amado y de la llegada de su primer hijo? – No – se respondió. Esperaría allí a que su pareja llegara y la buscara para darle mimos y consentirla, hoy no tenía ganas de salir, además su amiga Crystall llegaría pronto para hacerle compañía, sonrió feliz de poder tener una amistad tan bella.
Se soltó los lazos del camisón de gaza y dejó que la suave caricia de la tela inundara su cuerpo de sensaciones, entró con cuidado a la bañera y se sentó en el escalón, de allí se dejó mover por el agua, sentía que estando dentro de ella su criatura se y se acomodaba mejor, comprobó que sus pecho habían aumentado mucho su volumen y eso la hizo reír, ya que fue una de las cosas que su esposo se sorprendió al volver a verla desnuda.
Se terminó de bañar y luego de secarse, se vistió con ayuda de Estella, decidieron que era mejor no usar el corsé ya que podía dejarla sin aire y eso hacerle daño al bebé. Se vistió con un traje de color azul lavanda que era uno de los que más le gustaba a su esposo y que él le había traído de regalo. El cabelló lo dejó apenas peinado en una trenza suelta, con un lazo de color azul que hacía juego con su vestimenta. – ¿El señor está en la biblioteca? – Preguntó a Estella antes de que abandonara la alcoba – no señora salió, creo que al centro – dijo sin mucha convicción, eso a Chiara no la tranquilizaba, saber que sus amigos corrían peligro y una sensación extraña de incertidumbre le daba vueltas en la cabeza. Se miró al espejo del tocador y su rostro mostraba preocupación, - eso no queremos que papá vea – le dijo al bebé, mientras con sus dedos borraba las arrugas que se marcaban por el desasosiego.
Bajó las escalera y en el comedor ya le habían preparado un suculento desayuno – Querida, si sigo comiendo así me pondré como una vaca de concurso – le dijo riendo a la mujer que con tanto esmero le traía más comida por si se le antojaba. Estuvo tentada en pedirle algo que le fuera a costar conseguirlo, decirle que era un antojo y que sino el niño nacería con una mancha por no comerlo, pero solo sonrió pensando en la gracia. Sabía que, el que saldría como alma que la lleva el diablo sería Ruggero, en busca de los benditos antojos y no quería que estuviera lejos de ella.
Luego de comer, se dirigió a su lugar favorito, al jardín bajo una pérgola de Jazmin del cielo, un hermoso descubrimiento, en tantos días de esperar la llegada de su amado. Además el color de aquellas florecitas de un celeste azulado le recordaban los ojos de Ruggero. Caminó con paso lento hasta la sheslong y se recostó, la brisa jugaba con sus cabellos haciéndole cosquillas en la mejilla, Cerró los ojos y suspiró. ¿Había algo más hermoso que disfrutar del ser amado y de la llegada de su primer hijo? – No – se respondió. Esperaría allí a que su pareja llegara y la buscara para darle mimos y consentirla, hoy no tenía ganas de salir, además su amiga Crystall llegaría pronto para hacerle compañía, sonrió feliz de poder tener una amistad tan bella.
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/08/2012
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
- La señora está en el jardín mi señor, ya se ha levantado - pero Estella parecía desconfiar de mí, si no pareciera imposible que después de tantos años apareciera un hombre idéntico a su amo, me reconocería como un impostor, y se veía que ya dudaba de mi la vieja.
Agradecí con un movimiento de cabeza y me pire de ahí. Tomé un camino empedrado y la vi, al fin. Estaba recostada, vaya que mi hermano era muy selectivo era hermosa y mucho, oh, pero esa cosa en su estomago la hacía ver gorda. Ni de coña seguiría con una mujer en ese estado, perder una silueta torneada para convertirse en una pelota de playa. Ay, pobre de mi hermano lo compadezco ya ni ganas tengo de besar esos exquisitos labios que desde donde estoy se ven.
Pero ya me vio, no estaba seguro si vio a su esposo vestido, pero el peinado era el mismo, ya los estaba vigilando desde días atrás y aunque odie cortar mi larga mata, el sacrificio valdría la pena.
Me acerqué lentamente, sonriendo pero no pude dejar de ver su bombo y me la imaginé con estrías, ¿cómo quedará después de la labor de parto? Yo dudo que tenga de nuevo su cuerpo. Mi hermano sería muy idiota si no busca a otra para saciar los apetitos que ella no le brinde, puede quedar gorda, oh que horror. Vamos ya, deja de pensar Nicolei que nos descubrirá antes de siquiera llegar hasta ella.
Por cierto, ¿a dónde habrá ido?, hahahaha, ya ha de empezar engañándola, fijo fue a una casa de putas, se.
Llegué hasta ella y le tomé de la mano, se la besé con ternura, en sus ojos vi el mismo reflejo de Estella... La duda y eso me irritó, aunque claro, no se lo demostré.
Agradecí con un movimiento de cabeza y me pire de ahí. Tomé un camino empedrado y la vi, al fin. Estaba recostada, vaya que mi hermano era muy selectivo era hermosa y mucho, oh, pero esa cosa en su estomago la hacía ver gorda. Ni de coña seguiría con una mujer en ese estado, perder una silueta torneada para convertirse en una pelota de playa. Ay, pobre de mi hermano lo compadezco ya ni ganas tengo de besar esos exquisitos labios que desde donde estoy se ven.
Pero ya me vio, no estaba seguro si vio a su esposo vestido, pero el peinado era el mismo, ya los estaba vigilando desde días atrás y aunque odie cortar mi larga mata, el sacrificio valdría la pena.
Me acerqué lentamente, sonriendo pero no pude dejar de ver su bombo y me la imaginé con estrías, ¿cómo quedará después de la labor de parto? Yo dudo que tenga de nuevo su cuerpo. Mi hermano sería muy idiota si no busca a otra para saciar los apetitos que ella no le brinde, puede quedar gorda, oh que horror. Vamos ya, deja de pensar Nicolei que nos descubrirá antes de siquiera llegar hasta ella.
Por cierto, ¿a dónde habrá ido?, hahahaha, ya ha de empezar engañándola, fijo fue a una casa de putas, se.
Llegué hasta ella y le tomé de la mano, se la besé con ternura, en sus ojos vi el mismo reflejo de Estella... La duda y eso me irritó, aunque claro, no se lo demostré.
Nicolei Santillán- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 20/01/2013
Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
El coche, se dirigía a la mansión Rosso, era la segunda vez que visitaría a su “Querida Hermanita” y la verdad lo hacía, porque la carta que llegó de Roma no estaba dirigida a ella y quería saber que cuernos le tenía que decir Girolamo a Chiara que no me pudiera enterarse. – Santa Chiara del Buen Socorro – pensó mientras miraba por la ventanilla, las casas señoriales iban pasando una más elegante y suntuosa que la otra, suspiró cansada mientras pensaba cuanto más debería esperar para llegar a la dichosa mansión.
La vez anterior, no había estado su cuñado, así que hoy, sería el momento de las presentaciones, por fin conocería al responsable de que su hermana tirara todo por la borda y se fuera de un día para el otro, a vivir en su casa como si estuvieran casados - Porque, que yo sepa, ni una ceremonia con un mísero cura, fue capaz de organizar – reflexionó, - ¿o será que éste granuja quiere dejar a Chiara tirada como un trapo viejo?, puedo tener mucha bronca o celos con ella, pero es mi hermana y si el zopenco, ese tal Ruggero, le hace tamaña afrenta, pues tendrá que vérselas conmigo, si todavía no vuelve Girolamo – concluyó golpeando un puño sobre la palma enguantada de su mano izquierda, resopló por darse cuenta que aunque quisiera odiarla, quería mucho a esa condenada y le encantaba saber que sería tía, ya tenía pensado malcriar a su sobrino, pero… - ¿Justo te tenías que llamarte Ruggero, como el hijo de puta que me apartó de mi madre? – pensó, acordándose del nombre del esposo de Chiara. La ira se le estaba subiendo a la cabeza, de solo pensar en el maldito padre de Chiara. En verdad que se alegraba que los vampiros le hubieran dado una muerte tan horrible, - lástima que también acabaron con mi madre – suspiró – aún tenía mucho por preguntar y ya es demasiado tarde -.
Miró la carta que llevaba en el regazo, la caligrafía hermosa de su hermano y el nombre de Chiara Di Moncalieri, estampado en mitad de la hoja con el selló lacrado del escudo de los Di Moncalieri, sonrió al pensar que su hermano tampoco estaba muy convencido con la unión, ya que no había puesto su apellido de casada, - hay cuñadito, te quiero ver cuando enfrentes al cabezotas de Girolamo – meneó la cabeza riendo.
El carruaje aminoró su velocidad y se dio cuenta que estaba por llegar. Bajó del coche y pagó al cochero, después le pediría a Ruggero que le preste un caballo, odiaba esos vehículos de niñatas, Subió los escalones hasta la puerta principal y tocó, esperó que le abrieran. Estella contestó son celeridad como siempre – hola, busco a mi hermana – dijo sin siquiera esperar que le permitiera el paso – me imagino, que estará donde siempre ¿verdad? – La mujer hizo un gesto de desaprobación y se apresuró a ponerse delante de Giulia, refunfuño por lo bajo porque odiaba la servidumbre zalamera.
De lejos los vio, ella incorporándose y él, se suponía era Ruggero, besándole la mano – pero que par de… ¿no son esposos?, porque no le rompe la boca de un beso -, dijo en voz baja y la mujer carraspeó ante el comentario, - pero dime si eso no es extraño, o acaso tú y Juan no… bueno… - le giño un ojo y se hecho a reír sin más, llamando la atención de los supuestos tortolitos.
- Hola Chiara-, dijo pasando por detrás de Ruggero y mirando su trasero – nada mal – pensó mientras la sonrisa nacía en su rostro y su hermana se ponía colorada como un tomate. La miró con cara de – y que quieres que haga siesta para darle – rodó sus ojos y volvió a largar el aire en un corto suspiro.
Se puso a examinar al hombre que tenía enfrente - así que tú debes ser el condenado Ruggero – le dijo mientras extendía su mano para que la estrechara, mientras lo miraba a los ojos, en ellos percibió un cierto aire taimado y se puso tensa, - este tipo esconde algo - se dijo mientras imperceptiblemente, llevaba una de sus manos a su daga escondida entre los pliegues de su vestido mañanero y se ponía entre medio de su hermana y el hombre.
La vez anterior, no había estado su cuñado, así que hoy, sería el momento de las presentaciones, por fin conocería al responsable de que su hermana tirara todo por la borda y se fuera de un día para el otro, a vivir en su casa como si estuvieran casados - Porque, que yo sepa, ni una ceremonia con un mísero cura, fue capaz de organizar – reflexionó, - ¿o será que éste granuja quiere dejar a Chiara tirada como un trapo viejo?, puedo tener mucha bronca o celos con ella, pero es mi hermana y si el zopenco, ese tal Ruggero, le hace tamaña afrenta, pues tendrá que vérselas conmigo, si todavía no vuelve Girolamo – concluyó golpeando un puño sobre la palma enguantada de su mano izquierda, resopló por darse cuenta que aunque quisiera odiarla, quería mucho a esa condenada y le encantaba saber que sería tía, ya tenía pensado malcriar a su sobrino, pero… - ¿Justo te tenías que llamarte Ruggero, como el hijo de puta que me apartó de mi madre? – pensó, acordándose del nombre del esposo de Chiara. La ira se le estaba subiendo a la cabeza, de solo pensar en el maldito padre de Chiara. En verdad que se alegraba que los vampiros le hubieran dado una muerte tan horrible, - lástima que también acabaron con mi madre – suspiró – aún tenía mucho por preguntar y ya es demasiado tarde -.
Miró la carta que llevaba en el regazo, la caligrafía hermosa de su hermano y el nombre de Chiara Di Moncalieri, estampado en mitad de la hoja con el selló lacrado del escudo de los Di Moncalieri, sonrió al pensar que su hermano tampoco estaba muy convencido con la unión, ya que no había puesto su apellido de casada, - hay cuñadito, te quiero ver cuando enfrentes al cabezotas de Girolamo – meneó la cabeza riendo.
El carruaje aminoró su velocidad y se dio cuenta que estaba por llegar. Bajó del coche y pagó al cochero, después le pediría a Ruggero que le preste un caballo, odiaba esos vehículos de niñatas, Subió los escalones hasta la puerta principal y tocó, esperó que le abrieran. Estella contestó son celeridad como siempre – hola, busco a mi hermana – dijo sin siquiera esperar que le permitiera el paso – me imagino, que estará donde siempre ¿verdad? – La mujer hizo un gesto de desaprobación y se apresuró a ponerse delante de Giulia, refunfuño por lo bajo porque odiaba la servidumbre zalamera.
De lejos los vio, ella incorporándose y él, se suponía era Ruggero, besándole la mano – pero que par de… ¿no son esposos?, porque no le rompe la boca de un beso -, dijo en voz baja y la mujer carraspeó ante el comentario, - pero dime si eso no es extraño, o acaso tú y Juan no… bueno… - le giño un ojo y se hecho a reír sin más, llamando la atención de los supuestos tortolitos.
- Hola Chiara-, dijo pasando por detrás de Ruggero y mirando su trasero – nada mal – pensó mientras la sonrisa nacía en su rostro y su hermana se ponía colorada como un tomate. La miró con cara de – y que quieres que haga siesta para darle – rodó sus ojos y volvió a largar el aire en un corto suspiro.
Se puso a examinar al hombre que tenía enfrente - así que tú debes ser el condenado Ruggero – le dijo mientras extendía su mano para que la estrechara, mientras lo miraba a los ojos, en ellos percibió un cierto aire taimado y se puso tensa, - este tipo esconde algo - se dijo mientras imperceptiblemente, llevaba una de sus manos a su daga escondida entre los pliegues de su vestido mañanero y se ponía entre medio de su hermana y el hombre.
Giulia Di Moncalieri- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/12/2012
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
Escuché una voz juvenil, de mujer, una voz segura. Y luego esos ojos retadores - así que tú debes ser el condenado Ruggero - se expresó sin más. Me divertí de hecho, por un momento casi lo echaba a perder... Esto se pondría mucho mejor, no le contesté por su puesto, sólo dejé que mis ojos se expresaran, como diciendo, el mismo guapa.
Estreché su mano sin poder contener mi sonrisa maliciosa, a tomar por saco mi cuñada y su bombo. Esa mujer era una pariente. Me acerqué a ella acortando la distancia y descubrí lo que escondía entre su falda y que sostenía con firmeza. Le besé la mano y me eché a reír, no podía más, estaba por partirme, - no necesitaréis eso que sostiene vuestra mano, cariño - ya me había reincorporado para ver su reacción y el de su cuñada.
Vi de reojo a la mujer recostada, a la mujer de mi hermano. Parecía dolida y la otra cabreada o lo estaría. - Así que, sois alguna pariente de mi querida flor silvestre - y la rodeó hasta ubicarse detrás de Chiara. - Debo de reconocer que me prendes, sí mírame de esa forma, enciende mis llamas apagadas con vuestros ojos cabreados, quiero avivarlo con las palabras que deseéis, de cualquier forma mi esposa me ama y haga lo que haga ella lo aceptara, verdad amor mío - me eché a reír, - si tenéis a un perro desgraciado como pariente, pero ay que desdichado soy - dramatice - por ese motivo estaba en la iglesia, para controlar a la otra persona que vivía dentro de mí, aquel galante hombre que os enamoró, ese moñas que abandonó a la iglesia por ti, o al menos eso cree la niña, misteriosamente sobreviví a mi entrevista con el Papa - hahahaha, ¿no me estaré excediendo qué puedo perder? Yo nada, pobre hermano pero le hago un favor, te hago un favor Ruggero querido, os mostraré la lealtad de vuestra esposa.
Estreché su mano sin poder contener mi sonrisa maliciosa, a tomar por saco mi cuñada y su bombo. Esa mujer era una pariente. Me acerqué a ella acortando la distancia y descubrí lo que escondía entre su falda y que sostenía con firmeza. Le besé la mano y me eché a reír, no podía más, estaba por partirme, - no necesitaréis eso que sostiene vuestra mano, cariño - ya me había reincorporado para ver su reacción y el de su cuñada.
Vi de reojo a la mujer recostada, a la mujer de mi hermano. Parecía dolida y la otra cabreada o lo estaría. - Así que, sois alguna pariente de mi querida flor silvestre - y la rodeó hasta ubicarse detrás de Chiara. - Debo de reconocer que me prendes, sí mírame de esa forma, enciende mis llamas apagadas con vuestros ojos cabreados, quiero avivarlo con las palabras que deseéis, de cualquier forma mi esposa me ama y haga lo que haga ella lo aceptara, verdad amor mío - me eché a reír, - si tenéis a un perro desgraciado como pariente, pero ay que desdichado soy - dramatice - por ese motivo estaba en la iglesia, para controlar a la otra persona que vivía dentro de mí, aquel galante hombre que os enamoró, ese moñas que abandonó a la iglesia por ti, o al menos eso cree la niña, misteriosamente sobreviví a mi entrevista con el Papa - hahahaha, ¿no me estaré excediendo qué puedo perder? Yo nada, pobre hermano pero le hago un favor, te hago un favor Ruggero querido, os mostraré la lealtad de vuestra esposa.
Nicolei Santillán- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 20/01/2013
Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
Chiara todavía miraba a su esposo con cierta incertidumbre, algo en él había cambiado, no era el mismo que por la noche la había cubierto de besos y caricias cuidadosas para no dañar a su hijo. Aquel hombre que estaba delante de ella, tenía un aura pesada, malvada, obviamente la no podía ver eso, pero sí lo sentía, como un cambio notorio en el hombre. Trató de mirar a sus ojos, pero éstos eran esquivos y de mirar taimado, - el mismo color de océano pero de aguas turbulentas – se dijo, mientras trataba de incorporarse para darle un beso, pues había sido demasiado frio.
En esos momentos vio que Estella venía con visitas, - ¿Giulia? – murmuró casi en su susurro, ella le había hablado a su esposo de su pequeña hermana y habían acordado de que cuando pudieran hacer la boda, por supuesto la invitarían junto con Girolamo y su mujer Maryeva. Ruggero por el viaje no había podido conocerla personalmente pero pensó que ya llegaría el momento.
Como siempre aquella muchachita venía algo enojada, Chiara no entendía por qué, sabía su historia pero si era por eso todos habían tenido pasados dolorosos y había que mirar al futuro. La contempló como decía algo a su ama de llaves, que hizo molestar a la mujer y una sonrisa taimada se dibujó en el dulce rostro de la joven – ¿se está refiriendo a nosotros?, que descarada esta niña – pensó mientras se acercaba a ellos.
La saludó fríamente – como siempre – caviló, pero la actitud grosera de Giulia, de mirar el cuerpo de su amado de esa forma insolente hizo que se pusiera pálida de la ira, estuvo a punto de darle una bofetada, pero la frase que salió de sus labios fue tan cruel que no lo podía creer, - como te atreves – le dijo y cuando iba a seguir reprendiendo a Giulia, su esposo la sorprendió aún más, la forma en que Ruggero miró a Giulia a los ojos con descaro, lujuria, y picardía mientras besaba su mano – este no puede ser mi amado – pensó, inspiró profundamente, cerró los ojos esperando que al abrirlos todo aquello fuera un mal sueño, pero en vez de mejorar la situación fue para peor.
Su amado esposo habló con su hermana, - Así que, sois alguna pariente de mi querida flor silvestre – las palabras estaban cargadas de ironía y sarcasmo, se oyó decir – es mi hermana, Ruggero – pero su voz era débil por la impresión desagradable que estaba viviendo, la siguiente frase fue como sentir una puñalada en mitad de su pecho. - Debo de reconocer que me prendes, sí mírame de esa forma, enciende mis llamas apagadas con vuestros ojos cabreados, quiero avivarlo con las palabras que deseéis, de cualquier forma mi esposa me ama y haga lo que haga ella lo aceptara, verdad amor mío – aunque riera, sus palabras no eran de broma y su forma de decirle amor había salido de su boca con la misma ironía y mordacidad anterior, decir que le doliera la continuación de aquella pequeña disertación era mentira porque ya tenía una herida en su pecho, lo demás fue confirmar lo anterior.
Bajó su cabeza y sintió unas manos fuertes intentar asirla de los brazos, una repulsión que nunca pensó que sentiría por el hombre que amaba la hizo esquivarlo y zafarse. Se dio vuelta y lo enfrentó – ¿así que dejaría que hagas lo que se te plazca? – le espetó – pues puedes hacer lo que quieras porque no me quedaré un segundo más en esta casa – sin saber en qué segundo su mano se disparó al rostro de su esposo y le plantó un bofetón que le quedó doliendo la mano, tomándose con la otra mano el brazo y el puño cerrado, se dio media vuelta y se alejó rumbo a la casa – y olvídate que tendrás un hijo – le gritó mientras iba llegando a la sala de recibo.
De pronto le pareció que había sido una estúpida y se había enamorado de una ilusión, ¿acaso su amor no se concretó de forma fulminante, a pesar de que varios, con malicia o no le dijeron que él era un hombre de muchas mujeres y que ella sería una más en la lista?, sus lágrimas corrían por sus mejillas, Estella la encontró – mi señora - , ella no la escucho, - por favor, has que Juan prepare el coche y ayúdame a acomodar una maleta – subió las escaleras y en el descanso se dobló de dolor, pegando un grito de sufrimiento, su vientre estaba duro como una piedra y sentía dolores en su bajo vientre.
En esos momentos vio que Estella venía con visitas, - ¿Giulia? – murmuró casi en su susurro, ella le había hablado a su esposo de su pequeña hermana y habían acordado de que cuando pudieran hacer la boda, por supuesto la invitarían junto con Girolamo y su mujer Maryeva. Ruggero por el viaje no había podido conocerla personalmente pero pensó que ya llegaría el momento.
Como siempre aquella muchachita venía algo enojada, Chiara no entendía por qué, sabía su historia pero si era por eso todos habían tenido pasados dolorosos y había que mirar al futuro. La contempló como decía algo a su ama de llaves, que hizo molestar a la mujer y una sonrisa taimada se dibujó en el dulce rostro de la joven – ¿se está refiriendo a nosotros?, que descarada esta niña – pensó mientras se acercaba a ellos.
La saludó fríamente – como siempre – caviló, pero la actitud grosera de Giulia, de mirar el cuerpo de su amado de esa forma insolente hizo que se pusiera pálida de la ira, estuvo a punto de darle una bofetada, pero la frase que salió de sus labios fue tan cruel que no lo podía creer, - como te atreves – le dijo y cuando iba a seguir reprendiendo a Giulia, su esposo la sorprendió aún más, la forma en que Ruggero miró a Giulia a los ojos con descaro, lujuria, y picardía mientras besaba su mano – este no puede ser mi amado – pensó, inspiró profundamente, cerró los ojos esperando que al abrirlos todo aquello fuera un mal sueño, pero en vez de mejorar la situación fue para peor.
Su amado esposo habló con su hermana, - Así que, sois alguna pariente de mi querida flor silvestre – las palabras estaban cargadas de ironía y sarcasmo, se oyó decir – es mi hermana, Ruggero – pero su voz era débil por la impresión desagradable que estaba viviendo, la siguiente frase fue como sentir una puñalada en mitad de su pecho. - Debo de reconocer que me prendes, sí mírame de esa forma, enciende mis llamas apagadas con vuestros ojos cabreados, quiero avivarlo con las palabras que deseéis, de cualquier forma mi esposa me ama y haga lo que haga ella lo aceptara, verdad amor mío – aunque riera, sus palabras no eran de broma y su forma de decirle amor había salido de su boca con la misma ironía y mordacidad anterior, decir que le doliera la continuación de aquella pequeña disertación era mentira porque ya tenía una herida en su pecho, lo demás fue confirmar lo anterior.
Bajó su cabeza y sintió unas manos fuertes intentar asirla de los brazos, una repulsión que nunca pensó que sentiría por el hombre que amaba la hizo esquivarlo y zafarse. Se dio vuelta y lo enfrentó – ¿así que dejaría que hagas lo que se te plazca? – le espetó – pues puedes hacer lo que quieras porque no me quedaré un segundo más en esta casa – sin saber en qué segundo su mano se disparó al rostro de su esposo y le plantó un bofetón que le quedó doliendo la mano, tomándose con la otra mano el brazo y el puño cerrado, se dio media vuelta y se alejó rumbo a la casa – y olvídate que tendrás un hijo – le gritó mientras iba llegando a la sala de recibo.
De pronto le pareció que había sido una estúpida y se había enamorado de una ilusión, ¿acaso su amor no se concretó de forma fulminante, a pesar de que varios, con malicia o no le dijeron que él era un hombre de muchas mujeres y que ella sería una más en la lista?, sus lágrimas corrían por sus mejillas, Estella la encontró – mi señora - , ella no la escucho, - por favor, has que Juan prepare el coche y ayúdame a acomodar una maleta – subió las escaleras y en el descanso se dobló de dolor, pegando un grito de sufrimiento, su vientre estaba duro como una piedra y sentía dolores en su bajo vientre.
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
Ruggero no había llegado al centro cuando extrañó a su amada esposa, - no quiero alejarme de ella, si ellos tienen interés pueden esperar. Vendré con mi esposa y la presentaré, verá por su propios ojos nuestro negocio... Amor espero sigas dormida en nuestro lecho - sonrió y cabalgó de nuevo a la mansión.
Cabalgó como lo había hecho en su viaje al Vaticano, como si el tiempo de su ausencia fueran meses y no horas.
Cuando llegó descubrió un caballo cerca de la entrada, Ruggero se desconcertó, no le pertenecía. No importaba, ya Juan le explicaría, dudaba que perteneciere a Crystall, no parecía una mujer que montara. Pero todo podía ser.
Se bajó y abrió la puerta, tomó por las cuerdas a Gyarreth y entraron, - ve muchacho, ahorita voy a atenderte, sabes que alguien me espera - sonrió y sin esperar corrió a la mansión, la puerta estaba abierta.
- Estella - llamó Ruggero pero ella no respondió, se asomó a la sala de estar pero no vio a nadie, subió las escaleras y llegó hasta la alcoba de ambos, abrió la puerta con sutileza, Chiara no estaba en ella, - ya te levantaste amor - cerró la puerta y entonces escuchó a su esposa. - ¿se va, qué ha sucedido? - se preguntó y caminó por el pasillo, rumbo las escaleras. Se detuvo al escuchar un desgarrador grito, era su amada. Ruggero corrió y la vio tirada en las escaleras, - no - y bajó tan rápido como pudo.
- Estella, te había dicho que cuidaras de ella - le gritó mientras tomaba una de las manos de su amada.
- Usted provocó esto señor - encaró furiosa Estella y miró a Ruggero con un desprecio que él nunca había visto en sus ojos.
- Pero de que demonios hablas, yo acabo de llegar - pero Chiara empujó a Ruggero, alejándolo, dolido y sin saber que sucedía la miró. - ¿Qué sucede amor? - los ojos de su amada lo miraban como nunca esperó que lo hiciesen, con odio, - no me miréis así - los ojos del ex inquisidor se entristecieron y unas lágrimas se le escaparon de los ojos, - no me fulminéis de esa forma, no sin decirme el por qué - se resistió a continuar llorando y buscó las manos de ella.
- Estella manda a llamar al doctor - ordenó.
Cabalgó como lo había hecho en su viaje al Vaticano, como si el tiempo de su ausencia fueran meses y no horas.
Cuando llegó descubrió un caballo cerca de la entrada, Ruggero se desconcertó, no le pertenecía. No importaba, ya Juan le explicaría, dudaba que perteneciere a Crystall, no parecía una mujer que montara. Pero todo podía ser.
Se bajó y abrió la puerta, tomó por las cuerdas a Gyarreth y entraron, - ve muchacho, ahorita voy a atenderte, sabes que alguien me espera - sonrió y sin esperar corrió a la mansión, la puerta estaba abierta.
- Estella - llamó Ruggero pero ella no respondió, se asomó a la sala de estar pero no vio a nadie, subió las escaleras y llegó hasta la alcoba de ambos, abrió la puerta con sutileza, Chiara no estaba en ella, - ya te levantaste amor - cerró la puerta y entonces escuchó a su esposa. - ¿se va, qué ha sucedido? - se preguntó y caminó por el pasillo, rumbo las escaleras. Se detuvo al escuchar un desgarrador grito, era su amada. Ruggero corrió y la vio tirada en las escaleras, - no - y bajó tan rápido como pudo.
- Estella, te había dicho que cuidaras de ella - le gritó mientras tomaba una de las manos de su amada.
- Usted provocó esto señor - encaró furiosa Estella y miró a Ruggero con un desprecio que él nunca había visto en sus ojos.
- Pero de que demonios hablas, yo acabo de llegar - pero Chiara empujó a Ruggero, alejándolo, dolido y sin saber que sucedía la miró. - ¿Qué sucede amor? - los ojos de su amada lo miraban como nunca esperó que lo hiciesen, con odio, - no me miréis así - los ojos del ex inquisidor se entristecieron y unas lágrimas se le escaparon de los ojos, - no me fulminéis de esa forma, no sin decirme el por qué - se resistió a continuar llorando y buscó las manos de ella.
- Estella manda a llamar al doctor - ordenó.
Ruggero Rosso- Inquisidor Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
Decir que Giulia se sorprendió con la reacción de su hermana, era decir poco, sus ojos se habían abierto desmesuradamente, esa mujer que estaba delante de ella era una leona y no la niñata que ella creía. Se sintió orgullosa, por primera vez en todo el tiempo que la había conocido, la veía seguramente como era y se sintió mal por todas las veces que la había despreciado, sus ojos se centraron en la cara del hombre – No puede ser su esposo – lo miró con desprecio, las palabras que él había pronunciado, tratándolas a las dos como si fueran un poco más que basura. Que insinuara que ella era una buscona poco le importaba porque solo había sido para fastidiar a Chiara, pero tratar a su esposa de esa manera, cuando supuestamente la amaba y por quien había dejado todo atrás, era despreciable.
El bofetón no se dejó esperar, y en vez de que aquel reflexionara lo oyó reír de placer acariciándose la cara – es un sádico – pensó, solo en algunos seres como los vampiros había visto ese sadismo y si no fuera que estaban en mitad del día y a la intemperie, podría haber pensado que se trataba de una ilusión de las que estos utilizaban para confundir a sus enemigos. Chiara no esperó, no la volvió a mirar, a ninguno de los dos, por el contrario pasó a su lado como si de una columna se tratase y se fue gritando amenazas al aire mientras entraba a la construcción.
-Eres un patán miserable- le gritó y estuvo a punto de escupirlo, si no fuera que sus modales de dama no se lo hubieran permitido, arrugó entre sus manos el papel y recordó para que había ido. Se dio media vuelta y corrió levantando sus faldas para llegar al lado de su hermana y poder cumplir el encargo, luego, le pediría perdón y la acompañaría a la mansión Moncalieri. Dejó a ese hombre solo, no quería estar un segundo a solas con él, porque le habría clavado la daga en el estómago, - de ser posible… en sus testículos – pensó enfurecida con Ruggero.
Estaba cruzando la puerta de la sala de estar cuando escuchó primero voces de la servidumbre y su hermana, llegó al pasillo desde donde pudo ver a la mujer dirigirse a buscar a su marido y entonces el grito desgarrador de su hermana, no lo pensó, corrió para tratar de socorrerla y mientras su punto visual se abría a la escalera la vio doblada en dos y dejándose caer en el descanso. Un frio recorrió su espina dorsal, el embarazo corría riesgo por el desgraciado de su cuñado y por la broma de ella, si a su sobrino le pasaba algo por su culpa no se lo podría perdonar. Para poder subir a la mitad de la escalera, se abalanzó a la base de éstas, entonces lo vio bajando desde lo alto de la escalera, era Ruggero pero vestido de forma un poco diferente, la expresión de angustia y desesperación de ese hombre, era el de un esposo amante que nunca diría las palabras que había expresado anteriormente.
Giró la cabeza cuando sintió unos pasos entrando al pasillo por el mismo lugar donde ella había ingresado, su sorpresa fue mayúscula, un Ruggero se acercaba despreocupado, irónico y sádico y al lado de su hermana otro, sufría el rechazo de su amada. Volvió a mirar en ambas direcciones - maldita seas, hijo de puta, que has hecho – le gritó al que se dirigía a ella. Sacó su pistola del bolsillo secreto de la falda, una pequeña arma de culata de marfil, no lo mataría pero si le dejaría un lindo recuerdo, claro si era humano, de ser un tipo de sobrenatural la bala de plata lo pondría en serios peligros.
El bofetón no se dejó esperar, y en vez de que aquel reflexionara lo oyó reír de placer acariciándose la cara – es un sádico – pensó, solo en algunos seres como los vampiros había visto ese sadismo y si no fuera que estaban en mitad del día y a la intemperie, podría haber pensado que se trataba de una ilusión de las que estos utilizaban para confundir a sus enemigos. Chiara no esperó, no la volvió a mirar, a ninguno de los dos, por el contrario pasó a su lado como si de una columna se tratase y se fue gritando amenazas al aire mientras entraba a la construcción.
-Eres un patán miserable- le gritó y estuvo a punto de escupirlo, si no fuera que sus modales de dama no se lo hubieran permitido, arrugó entre sus manos el papel y recordó para que había ido. Se dio media vuelta y corrió levantando sus faldas para llegar al lado de su hermana y poder cumplir el encargo, luego, le pediría perdón y la acompañaría a la mansión Moncalieri. Dejó a ese hombre solo, no quería estar un segundo a solas con él, porque le habría clavado la daga en el estómago, - de ser posible… en sus testículos – pensó enfurecida con Ruggero.
Estaba cruzando la puerta de la sala de estar cuando escuchó primero voces de la servidumbre y su hermana, llegó al pasillo desde donde pudo ver a la mujer dirigirse a buscar a su marido y entonces el grito desgarrador de su hermana, no lo pensó, corrió para tratar de socorrerla y mientras su punto visual se abría a la escalera la vio doblada en dos y dejándose caer en el descanso. Un frio recorrió su espina dorsal, el embarazo corría riesgo por el desgraciado de su cuñado y por la broma de ella, si a su sobrino le pasaba algo por su culpa no se lo podría perdonar. Para poder subir a la mitad de la escalera, se abalanzó a la base de éstas, entonces lo vio bajando desde lo alto de la escalera, era Ruggero pero vestido de forma un poco diferente, la expresión de angustia y desesperación de ese hombre, era el de un esposo amante que nunca diría las palabras que había expresado anteriormente.
Giró la cabeza cuando sintió unos pasos entrando al pasillo por el mismo lugar donde ella había ingresado, su sorpresa fue mayúscula, un Ruggero se acercaba despreocupado, irónico y sádico y al lado de su hermana otro, sufría el rechazo de su amada. Volvió a mirar en ambas direcciones - maldita seas, hijo de puta, que has hecho – le gritó al que se dirigía a ella. Sacó su pistola del bolsillo secreto de la falda, una pequeña arma de culata de marfil, no lo mataría pero si le dejaría un lindo recuerdo, claro si era humano, de ser un tipo de sobrenatural la bala de plata lo pondría en serios peligros.
Giulia Di Moncalieri- Cazador Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
El dolor era tan agudo que las lágrimas corrían por sus mejillas a raudales, un sudor le cubrió de perlas el rostro y trató de serenarse mientras respiraba corto, trataba que su vientre se destensara – por favor bebé, no me abandones ahora – dijo en voz baja, acarició su estómago y sintió un leve alivio, como si él pequeño intentara hacer recapacitar a su madre. Deseó respirar más profundamente, y cerró sus ojos, no perdía la conciencia pero intentaba hacer contacto con aquel niño que asustado en su nido no sabía que pasaba.
La voz de su esposo, le hizo abrir sus ojos, el corría escaleras abajo, a encontrarse con ella, venía gritando - Estella, te había dicho que cuidaras de ella – Chiara lo miró desconcertada por un segundo, pero luego volvió a fulminarlo con su mirada de desprecio, Estella le gritó con odio, nunca la había escuchado dirigirse así a su amo, giró la cabeza al escuchar que la mujer lo culpaba y volvía a mirarlo cuando el casi gritando dijo - Pero de qué demonios hablas, yo acabo de llegar –.
Cuando se acercó a auxiliarla no quiso que la tocara apartaba sus manos y se escabullía de su contacto aunque eso hiciera que su vientre se tensara nuevamente, le miraba con sus ojos de siempre, cargados de amor, - no me miréis así – aquellos orbes azul celeste, estaban tristes y lágrimas se escapaban de ellos. Dudó, no quería que la abrasara pero a la vez lo necesitaba, sufría por que el hombre que amaba había desaparecido tras esos ojos fríos que la lastimaron en el jardín - no me fulminéis de esa forma, no sin decirme el por qué -las palabras de él, provocaron que se fijara mejor en aquellos ojos, éste Ruggero no esquivaba su mirada, le entregaba su alma por completo, supo que quien estaba a su lado era el amor de su vida, y simplemente se dejó serenar por el océano en calma que la acogía.
Lloró mientras lo abrazaba y se aferraba clavándole las uñas en los brazos, en su espalda, quería que la librara de aquella pesadilla, que la despertara ya, la voz de él pidiendo por el medico la hizo sonreír – gracias a Dios que has vuelto – le susurró casi en los labios.
En el pié de la escalera la voz de su hermana bramó, escuchó que llamaba a alguien con el término que Chiara sabía, Giulia mas odiaba, - maldita seas, Hijo de Puta que has hecho - y luego el estruendo de un disparo, Chiara volvió a gritar angustiada y aunque se encontraba en los brazos de su amado, el susto fue demasiado y se desvaneció.
La voz de su esposo, le hizo abrir sus ojos, el corría escaleras abajo, a encontrarse con ella, venía gritando - Estella, te había dicho que cuidaras de ella – Chiara lo miró desconcertada por un segundo, pero luego volvió a fulminarlo con su mirada de desprecio, Estella le gritó con odio, nunca la había escuchado dirigirse así a su amo, giró la cabeza al escuchar que la mujer lo culpaba y volvía a mirarlo cuando el casi gritando dijo - Pero de qué demonios hablas, yo acabo de llegar –.
Cuando se acercó a auxiliarla no quiso que la tocara apartaba sus manos y se escabullía de su contacto aunque eso hiciera que su vientre se tensara nuevamente, le miraba con sus ojos de siempre, cargados de amor, - no me miréis así – aquellos orbes azul celeste, estaban tristes y lágrimas se escapaban de ellos. Dudó, no quería que la abrasara pero a la vez lo necesitaba, sufría por que el hombre que amaba había desaparecido tras esos ojos fríos que la lastimaron en el jardín - no me fulminéis de esa forma, no sin decirme el por qué -las palabras de él, provocaron que se fijara mejor en aquellos ojos, éste Ruggero no esquivaba su mirada, le entregaba su alma por completo, supo que quien estaba a su lado era el amor de su vida, y simplemente se dejó serenar por el océano en calma que la acogía.
Lloró mientras lo abrazaba y se aferraba clavándole las uñas en los brazos, en su espalda, quería que la librara de aquella pesadilla, que la despertara ya, la voz de él pidiendo por el medico la hizo sonreír – gracias a Dios que has vuelto – le susurró casi en los labios.
En el pié de la escalera la voz de su hermana bramó, escuchó que llamaba a alguien con el término que Chiara sabía, Giulia mas odiaba, - maldita seas, Hijo de Puta que has hecho - y luego el estruendo de un disparo, Chiara volvió a gritar angustiada y aunque se encontraba en los brazos de su amado, el susto fue demasiado y se desvaneció.
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
Joder reaccionó como cualquiera, esperaba más de ella. Pero tengo que reconocer que golpea muy bien la niña, menuda bofetada.
La vi irse, - has lo que quieras - le hubiera dicho yo, pero mi interpretación debía de ser otra. Mierda lo había echado todo a perder, pero todo era culpa de esa mujer de cabello negro, la tal Giulla menuda tía inoportuna.
- Eres un patán miserable - gritó como si eso fuera a ser temblar mi corazón, le mandé un beso desde donde estaba y la vi irse. Si era mejor que corriera a auxiliar a hermana, joder, espera un momento... ¿Aquel no es el caballo de Ruggero? hahahahaha, coño ya llegó esto se pondrá más interesante.
Corrí a donde sería el espectáculo, Dios Ruggero no había podido llegar en un momento más oportuno.
Y ahí estaban, su esposa rechazándolo, sin mirar la diferencia de nuestras prendas. - Ay que conmovedor - exclamé, - maldita seas, hijo de puta, que has hecho – dijo Giulla y me amenazó con una linda pistola. - Huy - ladee mi cabeza un poco para que el sarcasmo fuera mayor, y disparó, con la esperanza de herirme, mas no contaba que soy un viejo lobo de mar, mierda, lobo no, mejor un hombre de mucha experiencia, me giré a un lado y fingí haber salido herido, reí.
Mi hermano se levantó, Estella había tomado a Chiara entre sus brazos y furioso bajó las escaleras, ignoró a Giulla, sólo me miraba a mi, la gran estrella del lugar y realmente me hubiera ofendido si no era así.
- ¡Hermano! - y le extendí los brazos, pero el desgraciado me dio su puño, en mi bello rostro. Bueno bien merecido, me eché a reír. - ¿Quién demonios eres? - gritó y me tomó de la cabeza y volvió a golpearme.
Hahahaha, - ya te lo he dicho, acaso estáis sordo -
- Yo no tengo ningún hermano - me espetó y me dio la espalda con la clara intención de atender a su esposa.
- ¿Eso fue lo que te dijo el hijo de puta de vuestro padre? No lo culpo, no tenía huevos para decir que me abandonó ignorando los deseos de nuestra madre. Las gracias deberías de darme, vuestra esposa no tuvo la capacidad de distinguir que yo era otro hombre. No te conoce después de todo - y volví a reír, aunque esta vez no era una risa burlona, ni sarcástica era pura satisfacción de lograr lo que deseaba.
Se giró y volvió a golpearme.
La vi irse, - has lo que quieras - le hubiera dicho yo, pero mi interpretación debía de ser otra. Mierda lo había echado todo a perder, pero todo era culpa de esa mujer de cabello negro, la tal Giulla menuda tía inoportuna.
- Eres un patán miserable - gritó como si eso fuera a ser temblar mi corazón, le mandé un beso desde donde estaba y la vi irse. Si era mejor que corriera a auxiliar a hermana, joder, espera un momento... ¿Aquel no es el caballo de Ruggero? hahahahaha, coño ya llegó esto se pondrá más interesante.
Corrí a donde sería el espectáculo, Dios Ruggero no había podido llegar en un momento más oportuno.
Y ahí estaban, su esposa rechazándolo, sin mirar la diferencia de nuestras prendas. - Ay que conmovedor - exclamé, - maldita seas, hijo de puta, que has hecho – dijo Giulla y me amenazó con una linda pistola. - Huy - ladee mi cabeza un poco para que el sarcasmo fuera mayor, y disparó, con la esperanza de herirme, mas no contaba que soy un viejo lobo de mar, mierda, lobo no, mejor un hombre de mucha experiencia, me giré a un lado y fingí haber salido herido, reí.
Mi hermano se levantó, Estella había tomado a Chiara entre sus brazos y furioso bajó las escaleras, ignoró a Giulla, sólo me miraba a mi, la gran estrella del lugar y realmente me hubiera ofendido si no era así.
- ¡Hermano! - y le extendí los brazos, pero el desgraciado me dio su puño, en mi bello rostro. Bueno bien merecido, me eché a reír. - ¿Quién demonios eres? - gritó y me tomó de la cabeza y volvió a golpearme.
Hahahaha, - ya te lo he dicho, acaso estáis sordo -
- Yo no tengo ningún hermano - me espetó y me dio la espalda con la clara intención de atender a su esposa.
- ¿Eso fue lo que te dijo el hijo de puta de vuestro padre? No lo culpo, no tenía huevos para decir que me abandonó ignorando los deseos de nuestra madre. Las gracias deberías de darme, vuestra esposa no tuvo la capacidad de distinguir que yo era otro hombre. No te conoce después de todo - y volví a reír, aunque esta vez no era una risa burlona, ni sarcástica era pura satisfacción de lograr lo que deseaba.
Se giró y volvió a golpearme.
Nicolei Santillán- Cazador Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
- Y no me iré amor - le susurré y le besó la frente, - Te amo amor, nunca dudes de mi amor - y antes de que dijera algo se escuchó un disparo, Chiara perdió el conocimiento y Estella llegó hasta ellos.
Ruggero miró en dirección del disparó y vio ¿a él?
Dejó que Estella cuidara de su esposa y fue bajando la escaleras, pasó junto a la autora del tiro y vio reincorporarse al hombre que se asemejaba a él, se paró frente a él, era como si fuera su reflejo, como si se mirase en el espejo. Aquel hombre lo llamó hermano y sin perder tiempo Ruggero le atinó un golpe, el hombre se dobló pero no respondió, sólo se rió y eso irritó más al ex inquisidor. Lo volvió a tomar y lo volvió a golpear. Estaba furioso.
- ¿Quién demonios eres? - le gritó Ruggero, no creía ser su hermano, su padre nunca se lo había dicho y su madre, Ruggero no la había visto desde que a los cinco años se fue a España. Pero la respuesta del farsante puso más furioso a Ruggero. - ¿Acaso te estáis burlando de mi, desgraciado? ¡Yo no tengo ningún hermano! - le espetó Ruggero, todo le parecía una idiotez, tenía que ser un brujo con una gran habilidad ilusoria.
Ruggero le dio la espalda, sólo le importaba algo, su amada, temía por ella, sabía que en su estado corría mucho peligro las crisis como las que ese infeliz había causado.
- ¿Eso fue lo que te dijo el hijo de puta de vuestro padre? No lo culpo, no tenía huevos para decir que me abandonó ignorando los deseos de nuestra madre. Las gracias deberías de darme, vuestra esposa no tuvo la capacidad de distinguir que yo era otro hombre. No te conoce después de todo - de pronto dijo y Ruggero detuvo su andar, su cuerpo se tensó, volvió a reír aquel infeliz y el ex inquisidor lo reprendió con dos golpes más.
- Maldito impostor, di lo que quieras de mi padre, de mi madre. Pero no te permitiré que habléis de mi amada esposa, deben existir motivos a esa reacción, hicisteis algo desgraciado y si le pasa algo a ella o a mi hijo, no esquivaréis la daga que clavaré en vuestro corazón despreciable -
- ¿Se llamáis esposos cuando ni siquiera habéis contraído matrimonio? - seguí provocando aquel vil hombre, pero tenía razón, Ruggero miró sus manos no poseía anillo. - ¿Sois un desertor, servisteis a la Iglesia por mucho tiempo, debéis de saber lo sagrado que es pronunciar esa palabra, piensa en nuestros padre, estaban casados antes de que naciéramos, y vosotros tendréis un hijo sin haber tocado el arco nupcial? - rió y Ruggero agradeció que su amada estuviera inconsciente y no escuchara las venenosas pero ciertas palabras de aquel hombre, que en tampoco tiempo ya les había causado tanto daño.
Ruggero miró en dirección del disparó y vio ¿a él?
Dejó que Estella cuidara de su esposa y fue bajando la escaleras, pasó junto a la autora del tiro y vio reincorporarse al hombre que se asemejaba a él, se paró frente a él, era como si fuera su reflejo, como si se mirase en el espejo. Aquel hombre lo llamó hermano y sin perder tiempo Ruggero le atinó un golpe, el hombre se dobló pero no respondió, sólo se rió y eso irritó más al ex inquisidor. Lo volvió a tomar y lo volvió a golpear. Estaba furioso.
- ¿Quién demonios eres? - le gritó Ruggero, no creía ser su hermano, su padre nunca se lo había dicho y su madre, Ruggero no la había visto desde que a los cinco años se fue a España. Pero la respuesta del farsante puso más furioso a Ruggero. - ¿Acaso te estáis burlando de mi, desgraciado? ¡Yo no tengo ningún hermano! - le espetó Ruggero, todo le parecía una idiotez, tenía que ser un brujo con una gran habilidad ilusoria.
Ruggero le dio la espalda, sólo le importaba algo, su amada, temía por ella, sabía que en su estado corría mucho peligro las crisis como las que ese infeliz había causado.
- ¿Eso fue lo que te dijo el hijo de puta de vuestro padre? No lo culpo, no tenía huevos para decir que me abandonó ignorando los deseos de nuestra madre. Las gracias deberías de darme, vuestra esposa no tuvo la capacidad de distinguir que yo era otro hombre. No te conoce después de todo - de pronto dijo y Ruggero detuvo su andar, su cuerpo se tensó, volvió a reír aquel infeliz y el ex inquisidor lo reprendió con dos golpes más.
- Maldito impostor, di lo que quieras de mi padre, de mi madre. Pero no te permitiré que habléis de mi amada esposa, deben existir motivos a esa reacción, hicisteis algo desgraciado y si le pasa algo a ella o a mi hijo, no esquivaréis la daga que clavaré en vuestro corazón despreciable -
- ¿Se llamáis esposos cuando ni siquiera habéis contraído matrimonio? - seguí provocando aquel vil hombre, pero tenía razón, Ruggero miró sus manos no poseía anillo. - ¿Sois un desertor, servisteis a la Iglesia por mucho tiempo, debéis de saber lo sagrado que es pronunciar esa palabra, piensa en nuestros padre, estaban casados antes de que naciéramos, y vosotros tendréis un hijo sin haber tocado el arco nupcial? - rió y Ruggero agradeció que su amada estuviera inconsciente y no escuchara las venenosas pero ciertas palabras de aquel hombre, que en tampoco tiempo ya les había causado tanto daño.
Ruggero Rosso- Inquisidor Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
Se quedó allí lista para atacarlo nuevamente – maldición – dijo cuándo vio que había fallado, pero no le fue difícil estar lista para disparar nuevamente, y esta vez no fallaría. Su cuñado pasó como una exhalación delante de ella, que tenía el brazo extendido y listo para desarrajarle un balazo en la cabeza, pero se interpuso entre ella y aquel hombre, sin darse cuenta el peligro que estaba corriendo si se le llegaba a escapar un tiro. Volvió a maldecir – ¿porque no me dejáis matarlo? – pensó embravecida por ver a su hermana peor que antes, asustada por el disparo. Cuando estuvieron los dos hombres uno a la par del otro se dio cuenta que en verdad eran idénticos, dos gotas de agua – es una ilusión – bramó, pero entonces el impostor le dijo hermano a Ruggero, que inmediatamente lo negó.
Giulia no sabía qué hacer, si quedarse a cuidarle las espaldas al esposo de su hermana, o correr tras ella y ayudar a Estela y Juan, este último llevaba en sus brazos a una inconsciente Chiara, otra vez volvía a verla tan frágil y delicada como siempre, demasiado pálida y desmadejada. Pero decidió quedarse, sabía que no podría hacer nada mejor por ella y que en cambio era buena con la lucha cuerpo a cuerpo si era necesario – aunque ese engendro piense que soy una débil mujercita – se dijo mientras volvía a poner atención a lo que los hombres estaban discutiendo.
Ruggero volvió a decir que no tenía hermanos, entonces escuchó como aquél que se presentara como esposo de Chiara le espetó - ¿Eso fue lo que te dijo el hijo de puta de vuestro padre? No lo culpo, no tenía huevos para decir que me abandonó ignorando los deseos de nuestra madre. – Su torpe discurso seguía pero ella se quedó en la primera parte de la frase – ¿acaso él también fue separado de su familia como yo? – caviló, no lo quería aceptar pero comprendió que el rencor que aquel tenía por su hermano Ruggero se parecía mucho al suyo con Chiara y se sintió fatal.
Cuando Ruggero le preguntó que había hecho para que Chiara se pusiera así, ella desde atrás del hombre dejo escapar la verdad en voz baja – que mi cuerpo te encendía y que tu no sentías ninguna atracción ante el de tu mujer, que no importara nada de lo que hicieras que ella te perdonaría siempre – repitió, sarcástica, lo que el engreído hermano del dueño de casa había dicho. Era verdad su hermana corría peligro y el niño también por culpa de aquel patán.
Mientras la discusión se desarrollaba, vio descender por las escaleras a Juan, iba apresurado, seguramente a buscar al médico, para que revisara si el embarazo de su hermana seguía corriendo peligro, giró la cabeza para ver la expresión que tenía, - por Dios que no pierda la criatura- rogó en silencio. El hombre al verla angustiada, hizo una leve sonrisa y el alma le volvió al cuerpo – Gracias, Padre Eterno – pensó mientras volvía su atención nuevamente a los hombres.
- ¿Se llamáis esposos cuando ni siquiera habéis contraído matrimonio? – Giulia hizo un gesto – touche – exclamó, era lo que ella había estado pensando en el camino a la mansión. Si debía reprocharle algo a ese hombre, que decía amar a su hermana, era no haber reparado la situación apenas volver de Roma, debería haberse casado como Dios y la Iglesia mandaba. Pero todo en ella se volvió ira cuando el impostor puso en palabras sus miedos más grandes, diciendo que aquel pequeño sería considerado un Bastardo, ella que sobrellevaba esa carga, no permitiría que ese desgraciado hablara así de su sobrino. – Como te atreves, tú eres el maldito bastardo – le espetó mientras se le iba encima con ganas de sacarle los ijares por la boca, pero su cuñado la detuvo, se zafó y trató de tranquilizarse – no dejaré que hables así de mi hermana y mi sobrino hijo de… - se frenó para no insultar a la madre de Ruggero, pero ganas lo faltaban, en especial por seguir viendo la sonrisa sarcástica en ese rostro que comenzaba a despreciar cada vez más.
Giulia no sabía qué hacer, si quedarse a cuidarle las espaldas al esposo de su hermana, o correr tras ella y ayudar a Estela y Juan, este último llevaba en sus brazos a una inconsciente Chiara, otra vez volvía a verla tan frágil y delicada como siempre, demasiado pálida y desmadejada. Pero decidió quedarse, sabía que no podría hacer nada mejor por ella y que en cambio era buena con la lucha cuerpo a cuerpo si era necesario – aunque ese engendro piense que soy una débil mujercita – se dijo mientras volvía a poner atención a lo que los hombres estaban discutiendo.
Ruggero volvió a decir que no tenía hermanos, entonces escuchó como aquél que se presentara como esposo de Chiara le espetó - ¿Eso fue lo que te dijo el hijo de puta de vuestro padre? No lo culpo, no tenía huevos para decir que me abandonó ignorando los deseos de nuestra madre. – Su torpe discurso seguía pero ella se quedó en la primera parte de la frase – ¿acaso él también fue separado de su familia como yo? – caviló, no lo quería aceptar pero comprendió que el rencor que aquel tenía por su hermano Ruggero se parecía mucho al suyo con Chiara y se sintió fatal.
Cuando Ruggero le preguntó que había hecho para que Chiara se pusiera así, ella desde atrás del hombre dejo escapar la verdad en voz baja – que mi cuerpo te encendía y que tu no sentías ninguna atracción ante el de tu mujer, que no importara nada de lo que hicieras que ella te perdonaría siempre – repitió, sarcástica, lo que el engreído hermano del dueño de casa había dicho. Era verdad su hermana corría peligro y el niño también por culpa de aquel patán.
Mientras la discusión se desarrollaba, vio descender por las escaleras a Juan, iba apresurado, seguramente a buscar al médico, para que revisara si el embarazo de su hermana seguía corriendo peligro, giró la cabeza para ver la expresión que tenía, - por Dios que no pierda la criatura- rogó en silencio. El hombre al verla angustiada, hizo una leve sonrisa y el alma le volvió al cuerpo – Gracias, Padre Eterno – pensó mientras volvía su atención nuevamente a los hombres.
- ¿Se llamáis esposos cuando ni siquiera habéis contraído matrimonio? – Giulia hizo un gesto – touche – exclamó, era lo que ella había estado pensando en el camino a la mansión. Si debía reprocharle algo a ese hombre, que decía amar a su hermana, era no haber reparado la situación apenas volver de Roma, debería haberse casado como Dios y la Iglesia mandaba. Pero todo en ella se volvió ira cuando el impostor puso en palabras sus miedos más grandes, diciendo que aquel pequeño sería considerado un Bastardo, ella que sobrellevaba esa carga, no permitiría que ese desgraciado hablara así de su sobrino. – Como te atreves, tú eres el maldito bastardo – le espetó mientras se le iba encima con ganas de sacarle los ijares por la boca, pero su cuñado la detuvo, se zafó y trató de tranquilizarse – no dejaré que hables así de mi hermana y mi sobrino hijo de… - se frenó para no insultar a la madre de Ruggero, pero ganas lo faltaban, en especial por seguir viendo la sonrisa sarcástica en ese rostro que comenzaba a despreciar cada vez más.
Giulia Di Moncalieri- Cazador Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
Estella, le sostenía la espalda en el momento en que Ruggero bajaba las escaleras y se enfrentaba al impostor. La cabeza de Chiara reposaba en el pecho de la mujer, desde la puerta abierta de la entrada apareció Juan, quien al sentir el estruendo del disparo, había dejado todo y corrido a defender a sus amos. Vio a dos Ruggeros discutiendo, y a la hermana de la Señora, con un arma en la mano, elevó su vista y contempló a su esposa que socorría a la señora que se encontraba inconsciente en mitad del descanso de la escalera. Rápidamente se dio cuenta que más o menos la situación estaba controlada allí abajo, pero que la Señora Chiara debía ser llevada urgentemente a su recamara y de allí buscar lo antes posible al médico.
Subió las escaleras lo más rápido que pudo y se arrodilló al lado de su mujer – ¿como esta? – la miró a los ojos sabía que fuera la respuesta que le diera, siempre se dirían la verdad – está muy débil, casi no le encuentro el pulso – dijo la mujer con el semblante marcado por la preocupación. Juan asintió y se hizo el lugar para cargar en sus brazos a la joven – no pesa casi nada – caviló pensando en lo gruesa y saludable que había estado su mujer en el embarazo.
Las angustias, que Chiara, había vivido en varias oportunidades, habían hecho mella en su salud y en el embarazo. A pesar de que él no era médico, conocía de lo que veía en la naturaleza, la gravidez que llevaba la señora no era común, y su volumen no tenía relación con la alimentación que llevaba, seguramente la razón radicaba en que, no era uno sino dos bebés los que se desarrollaban dentro de su vientre. Eso lo preocupó, tendría que confirmarlo el médico y si era así el Señor tendría que cuidar aún más de su mujer. Era de conocimiento general que más del treinta por ciento de los partos terminaban con la muerte de la madre si éstas, no eran lo bastante saludables y fuertes.
La miró de reojo y no quiso pensar, pero ¿qué haría un hombre como Ruggero si le tocaba la desgracia de un desenlace así? Su mujer lo miró a los ojos y no fue necesario que le dijera nada, -no pienses en eso, ella se pondrá bien y podrá dar a luz – no se sorprendió que también pensara en gemelos, pero sí en la posibilidad de un parto difícil, asintió con la cabeza en el momento que colocaba el cuerpo inconsciente de su Señora en el lecho.
Estella, se dirigió al cuarto de baño y buscó unas sales, las que hizo oler a la mujer. Chiara no tardó en reaccionar y tras darle agua y calmarla, Juan decidió que era momento de buscar el médico, las dejó en la alcoba. Al bajar por la escalera, observó la discusión y la expresión de angustia de Giulia, que lo miraba preguntando en silencio por el estado de su hermana, le produjo una cierta simpatía por la joven – bien – dijo en voz baja y le sonrió mientras salía por la puerta principal en busca de uno de los caballos que montó de un salto y espoleó para correr en busca del profesional.
No tardó en volver con el Doctor a la saga y subieron hasta el cuarto, ya no se los veía ni a los dos Ruggeros, ni a la señorita Giulia – ¿adónde habrían ido? – pensó traspasando la puerta de la alcoba. En el lecho, Chiara, esperaba paciente la llegada del facultativo, luego de una revisación y de comprobar cómo se encontraba el embarazo, le dijo a Chiara que debía tratar de descansar. Se dirigió a la puerta y el matrimonio lo siguió, la dejaron en el dormitorio, recorrieron unos metros del pasillo y el medico les informó – sería bueno que hagan todo lo posible para que se mantenga tranquila, es un embarazo de riesgo ya que cabe la posibilidad que no sea un niño sino dos los que vienen en camino - , con sus manos huesudas se mesó la barbilla, - sería bueno, que tomara un tónico y tal vez algunas sangrías para aligerar los humores – se encogió de hombros y prosiguió bajando las escaleras, - dígale al Señor Rosso que me gustaría hablar con él en privado – Estella lo acompaño a la biblioteca y lo dejó sentado, mientras Juan se apresuraba a buscar a Su señor.
Giulia apareció e informó donde estaban los caballeros y se dirigió sin más a ver a su hermana, Estella la acompaño y se quedaron viendo como Chiara dormía, el sueño no era del todo tranquilo, pero esperaban que Ruggero pudiera estar con ella en poco tiempo, la sola presencia de su esposo la hundía en una tranquilidad indispensable para su salud y la de los bebés.
Subió las escaleras lo más rápido que pudo y se arrodilló al lado de su mujer – ¿como esta? – la miró a los ojos sabía que fuera la respuesta que le diera, siempre se dirían la verdad – está muy débil, casi no le encuentro el pulso – dijo la mujer con el semblante marcado por la preocupación. Juan asintió y se hizo el lugar para cargar en sus brazos a la joven – no pesa casi nada – caviló pensando en lo gruesa y saludable que había estado su mujer en el embarazo.
Las angustias, que Chiara, había vivido en varias oportunidades, habían hecho mella en su salud y en el embarazo. A pesar de que él no era médico, conocía de lo que veía en la naturaleza, la gravidez que llevaba la señora no era común, y su volumen no tenía relación con la alimentación que llevaba, seguramente la razón radicaba en que, no era uno sino dos bebés los que se desarrollaban dentro de su vientre. Eso lo preocupó, tendría que confirmarlo el médico y si era así el Señor tendría que cuidar aún más de su mujer. Era de conocimiento general que más del treinta por ciento de los partos terminaban con la muerte de la madre si éstas, no eran lo bastante saludables y fuertes.
La miró de reojo y no quiso pensar, pero ¿qué haría un hombre como Ruggero si le tocaba la desgracia de un desenlace así? Su mujer lo miró a los ojos y no fue necesario que le dijera nada, -no pienses en eso, ella se pondrá bien y podrá dar a luz – no se sorprendió que también pensara en gemelos, pero sí en la posibilidad de un parto difícil, asintió con la cabeza en el momento que colocaba el cuerpo inconsciente de su Señora en el lecho.
Estella, se dirigió al cuarto de baño y buscó unas sales, las que hizo oler a la mujer. Chiara no tardó en reaccionar y tras darle agua y calmarla, Juan decidió que era momento de buscar el médico, las dejó en la alcoba. Al bajar por la escalera, observó la discusión y la expresión de angustia de Giulia, que lo miraba preguntando en silencio por el estado de su hermana, le produjo una cierta simpatía por la joven – bien – dijo en voz baja y le sonrió mientras salía por la puerta principal en busca de uno de los caballos que montó de un salto y espoleó para correr en busca del profesional.
No tardó en volver con el Doctor a la saga y subieron hasta el cuarto, ya no se los veía ni a los dos Ruggeros, ni a la señorita Giulia – ¿adónde habrían ido? – pensó traspasando la puerta de la alcoba. En el lecho, Chiara, esperaba paciente la llegada del facultativo, luego de una revisación y de comprobar cómo se encontraba el embarazo, le dijo a Chiara que debía tratar de descansar. Se dirigió a la puerta y el matrimonio lo siguió, la dejaron en el dormitorio, recorrieron unos metros del pasillo y el medico les informó – sería bueno que hagan todo lo posible para que se mantenga tranquila, es un embarazo de riesgo ya que cabe la posibilidad que no sea un niño sino dos los que vienen en camino - , con sus manos huesudas se mesó la barbilla, - sería bueno, que tomara un tónico y tal vez algunas sangrías para aligerar los humores – se encogió de hombros y prosiguió bajando las escaleras, - dígale al Señor Rosso que me gustaría hablar con él en privado – Estella lo acompaño a la biblioteca y lo dejó sentado, mientras Juan se apresuraba a buscar a Su señor.
Giulia apareció e informó donde estaban los caballeros y se dirigió sin más a ver a su hermana, Estella la acompaño y se quedaron viendo como Chiara dormía, el sueño no era del todo tranquilo, pero esperaban que Ruggero pudiera estar con ella en poco tiempo, la sola presencia de su esposo la hundía en una tranquilidad indispensable para su salud y la de los bebés.
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
”Si no esperas lo inesperado, no lo reconocerás cuando llegue”
Heráclito de Efeso
Heráclito de Efeso
En la mansión Van Wijs
Los Van Wijs habían despertado, Crystall iría a ver a la señora Rosso, Derek aún no se acostumbraba a la relación Van Wijs-Rosso, así como no perdonaba aún a Ruggero. Pese a que era lo que deseaba Derek antes de Crystall.
Ambos se bañaron juntos, coquetearon dentro de la bañera y él poseyó nuevamente su cuerpo, entre el agua y el vapor.
Gracias a que Derek la tomó en la bañera Crystall llegaría tarde, aunque a ella no le importaba mucho, después de todo no siempre Derek actuaba de esa forma, como el esposo amante que ella le exigía que fuera.
Cuando salieron y se vistieron, a Derek se le presentó una visión, el espejo le mostraba el futuro, pero no el suyo o de Crystall, era el de Chiara Di Rosso.
La vio discutiendo con Ruggero, éste le decía unas palabras que enfurecieron al mismo Derek, ¿cómo se atreve a decir eso a la mujer que supuestamente ama?, pero visión continúo y vio a dos Ruggeros, se confundió y aunque Derek quiso dominar la premonición para indagar mejor, no pudo y se lamentó por no haber practicado cuando se le presentó la oportunidad.
Vio la labor de parto de Chiara, una grieta en el futuro de ella se estaba abriendo, en este nuevo futuro daba luz a un pequeño y después a otro, eran gemelos, pero la felicidad de aquel momento para Ruggero se abrumó, ella no lo había conseguido, la energía no había sido lo suficientemente fuerte para resistir el parto. Y volvió a ver la escena que viera aquel día en la mansión de los Rosso, cuando Ruggero lloraba en una tumba, esta vez no fue una imagen. “Chiara Di Rosso, esposa y madre” era el mausoleo de ella, la escena cambió, Estella reclamaba a Ruggero cuidara de sus hijos pero el estaba tan dolido que bebió hasta perder el conocimiento. —Ellos me la arrebataron— decía Ruggero y lloraba.
Una nueva escena, Ruggero veía a sus hijos, esta vez de otra forma, con amor y no dolor.
Cuando la visión terminó, Crystall ya estaba a su lado.
—El futuro de Chiara está cambiando, será mejor que vayas o esa amistad terminará cuando ella dé a luz— anunció Derek y caminó hasta un mueble, sacó una botella y se la entregó a Crystall, —has que beba de ella, se recuperará— y la besó en la frente.
Derek Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
Vaya Giulia se lanzó sobre mí, al parecer la palabra bastardo le dolía, ¿será acaso que es una? Hahahaha, que interesante sería eso. Ruggero la detuvo, pero sí me di cuenta de algo, Giula se había contenido, ella era capaz de más así que me dirigí a ella con una sonrisa.
- No te confiéis que por ser mujer os trataré con sutileza, no consideréis que tenéis esa ventaja en un combate, es mejor estar preparado para las cosas inesperadas, y así como ataco a un hombre con fuerza, agilidad y habilidades, así lo hago con una mujer, me aseguró de que no vaya a existir una revancha... ¿sabes a lo que me refiero, cierto guapa? Tu tenéis mis ojos, los ojos de un asesino - dejé de verla y ahora me dirigí a mi hermano.
Sabía que aquella mujer estaba de acuerdo conmigo acerca del matrimonio y era tiempo de seguir hostigando a mi hermano, hahaha, - es tan triste, conoces las leyes de Dios y de la iglesia. Ya no gozas de los beneficios de la iglesia, lo que significa que tu matrimonio no será reconocido... Querido desertor - esperé una reacción pero no hubo, sabía que tenía razón y esa mujer tendría también una respuesta por si existían dudas del por qué Ruggero aún no contraía matrimonio con Chiara.
- Así que de esto se trata, trabajáis para la iglesia y vienes a arruinar nuestra vida, creí que Killer Bee se encargaría de... - y se calló, estaba confuso, por supuesto negué con la cabeza. -Por favor, no soy un perro de la iglesia - le aseguré.
Cogí el brazo de Ruggero y le dediqué una sonrisa, - Salgamos al jardín, conversemos yo os puedo dar una salida a vuestros problemas. Escuchame hermano, dame diez minutos de vuestro tiempo, no te arrepentiréis de lo que he de decirte y con el tiempo agradeceréis lo que he hecho hoy-.
- ¿Os agradeceré, acaso me creéis un estupido, por qué habría de dar las gracias a un desconocido que puso a mi amada en riesgo? - me gritó, pero sólo eso.
- Si no me escucháis no podréis averiguarlo - le volví a hacer la invitación para salir y comenzamos a caminar, - Nos vemos después bonita - dije dándole la espalda y arrojando su bala de plata al aire.
- No te confiéis que por ser mujer os trataré con sutileza, no consideréis que tenéis esa ventaja en un combate, es mejor estar preparado para las cosas inesperadas, y así como ataco a un hombre con fuerza, agilidad y habilidades, así lo hago con una mujer, me aseguró de que no vaya a existir una revancha... ¿sabes a lo que me refiero, cierto guapa? Tu tenéis mis ojos, los ojos de un asesino - dejé de verla y ahora me dirigí a mi hermano.
Sabía que aquella mujer estaba de acuerdo conmigo acerca del matrimonio y era tiempo de seguir hostigando a mi hermano, hahaha, - es tan triste, conoces las leyes de Dios y de la iglesia. Ya no gozas de los beneficios de la iglesia, lo que significa que tu matrimonio no será reconocido... Querido desertor - esperé una reacción pero no hubo, sabía que tenía razón y esa mujer tendría también una respuesta por si existían dudas del por qué Ruggero aún no contraía matrimonio con Chiara.
- Así que de esto se trata, trabajáis para la iglesia y vienes a arruinar nuestra vida, creí que Killer Bee se encargaría de... - y se calló, estaba confuso, por supuesto negué con la cabeza. -Por favor, no soy un perro de la iglesia - le aseguré.
Cogí el brazo de Ruggero y le dediqué una sonrisa, - Salgamos al jardín, conversemos yo os puedo dar una salida a vuestros problemas. Escuchame hermano, dame diez minutos de vuestro tiempo, no te arrepentiréis de lo que he de decirte y con el tiempo agradeceréis lo que he hecho hoy-.
- ¿Os agradeceré, acaso me creéis un estupido, por qué habría de dar las gracias a un desconocido que puso a mi amada en riesgo? - me gritó, pero sólo eso.
- Si no me escucháis no podréis averiguarlo - le volví a hacer la invitación para salir y comenzamos a caminar, - Nos vemos después bonita - dije dándole la espalda y arrojando su bala de plata al aire.
Nicolei Santillán- Cazador Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
Sintió las fuertes manos de Ruggero que la detenían – lo miró con asombro e incertidumbre, -¿acaso lo está defendiendo? O cree que yo no soy capaz de sacarme un bicho de encima – pensó enfurecida, pero comprendió que ésta era una discusión entre hermanos, que no se habían conocido nunca y que aquel extraño también tenía derecho a estar tan cabreado, pero no por eso debía poner en riesgo a su propia familia, ya que le gustara o no Chiara y su hijo, eran parte de su sangre.
Resopló mientras fulminaba con su mirada al impostor, quien todavía no se había presentado, solo sabía que era un supuesto hermano caído de una rama de algún árbol familiar de los Rosso. El que ese renacuajo le dijera que utilizaba su condición de mujer, para sacar ventajas a la hora de la lucha la sacó de las casillas, estiró su mano a centímetros del cuello de aquel sujeto y la daga apenas le rosó sin siquiera dejar marca, porque fue detenida otra vez por Ruggero, - ¿de que vamos? – le apuntó, dándose vuelta y enfrentando a su cuñado – déjame que termine con este cerdo – se zafó de los brazos del inquisidor y caminó maldiciendo en italiano hasta el pie de la escalera, tomó aire y volvía para escuchar como el tipo le insinuaba que ya se encontrarían y le tiró la bala de plata. Ella la cazo en el aire y mirándole la nuca, besó la bala – te prometo que te daré una muy buena lección y sabrás que a una mujer hay que respetarla, no existe peor enemigo que una ofendida – dijo en voz baja mientras la guardaba en el bolsillo, - un bonito recuerdo para cumplir una venganza – se prometió.
Se giró en dirección a la escalera y de allí a la recamara de Chiara, pero antes le gritó al intruso -ma vaffanculo va!- , si definitivamente ella no era lo que se dice una damisela refinada y menos si se encontraba con semejantes especímenes masculinos.
Se apresuró quería entregar la carta, pero tenía miedo de que lo escrito, pudiera alterar más la salud de su hermana. Se detuvo en lo alto de la escalera, contempló un segundo la esquela y sin pensar la abrió, quebrando el sello, leyó:
Querida Chiara:
Quisiera decirte que tengo excelentes noticias, pero no es así, sabes que a mí los rodeos no se me dan y que prefiero enfrentar los problemas lo antes posible. Estas al corriente que aun que no estoy del todo de acuerdo con la relación que tienes con ese hombre, no puedo más que pedir a Dios que os colme de felicidad, tal vez él es más hombre que tu hermano, o por lo menos, valiente, pues ha dejado todo por ti.
Detuvo la lectura, mientras pensaba, por qué su hermano insinuaba que Ruggero era más valiente, que no había hecho Girolamo, a que le había esquivado la responsabilidad. Recapacitó que hacía mas de cuatro meses que no sabía nada de Maryeva y que simplemente se había esfumado de la fas de la tierra, - ¿Que estaba pasando con esos dos? – se preguntó mientras retomaba la lectura.
Te preguntarás que ¿cómo lo sé?, debo poneros sobre aviso. Vino a buscarme no hace más de dos días atrás, una mujer, un perro de la Inquisición, el Papa pretendía que me uniera a sus filas como instructor de sus reclutas, ¿puedes creerlo? Por supuesto me negué y entonces me mostró un documento en el cual el Sumo Pontífice le daba la orden de darles caza, por ser traidores a los preceptos de la Santa Iglesia Católica. No te desesperes, dile a tu esposo, ponlo en aviso. Prometo estar lo antes posible en Paris, nada malo les sucederá.
-Una Inquisidora– pensó en todas las que conocía, cual podía ser tan letal para poder hacer caer a un inquisidor de la casa de los Rosso, ella conocía bien las historias de esa familia, como las de sus propios antepasados, no estaban unidos por lazos familiares pero sí eran dos grandes familias de tradición en lo que era el oficio de cada una. Su mente divagaba intentando asir en el aire a quién podía estar refiriéndose su hermano.
Chiara es importante que recuerdes, ten cuidado si una mujer se te acerca, tal vez diga su verdadero apellido White, sé que le llaman Killer Bee, y fue discípula de Ruggero. Mi consejo es que crucen lo antes posible a Inglaterra, allí no podrán tocarlos, sabes que la Iglesia Anglicana los apoyará, más si Ruggero lleva algún documento importante contra el Papa, Ponte a salvo y por favor, no le digas nada a Giulia, es muy pequeña y está sola.
- “Che due balle” – apostrofó mientras se enojaba por creerla pequeña, se miró en el reflejo de un espejo que decoraba el lugar, - donde me vez pequeña - , pero volvió a releer la parte en la que nombraba el apodo de la inquisidora - Abeja Asesina- dijo en voz baja, - esto si debe saberlo lo antes posible Ruggero- mientras decía esto continuó leyendo apresuradamente.
Debo pedirte un último favor, esa mujer robó documentación de mi mansión y creo que irá tras de Maryeva. Solo pido que mandes a una persona de tu estricta confianza y le digas que deje Francia, si puede que vaya a Londres y me espere allí. Dile que la amo, que no he dejado de hacerlo ni un solo minuto de mi vida desde que la conocí.
Me despido, hasta que nos encontremos, iré a verte, y debo conversar con Ruggero de ciertos temas que nos atañen solo a los dos. Besos de tu hermano que te adora. Girolamo Di Moncalieri.
Giulia, releyó la carta una vez más, tratando de comprender cuál era el verdadero peligro, - ¿una inquisidora? – no podía creer que Girolamo temiera por una sola perra de la Iglesia. Entendía lo de Inglaterra, pero -¿que con Maryeva?, si era una mujer común y corriente, ¿o no? – guardó apresuradamente la carta, ya había decidido que no se la mostraría a Chiara, pero si a su cuñado y que él decidiera a quien poner en aviso. Se arregló el vestido, golpeó levemente la puerta y entró.
Resopló mientras fulminaba con su mirada al impostor, quien todavía no se había presentado, solo sabía que era un supuesto hermano caído de una rama de algún árbol familiar de los Rosso. El que ese renacuajo le dijera que utilizaba su condición de mujer, para sacar ventajas a la hora de la lucha la sacó de las casillas, estiró su mano a centímetros del cuello de aquel sujeto y la daga apenas le rosó sin siquiera dejar marca, porque fue detenida otra vez por Ruggero, - ¿de que vamos? – le apuntó, dándose vuelta y enfrentando a su cuñado – déjame que termine con este cerdo – se zafó de los brazos del inquisidor y caminó maldiciendo en italiano hasta el pie de la escalera, tomó aire y volvía para escuchar como el tipo le insinuaba que ya se encontrarían y le tiró la bala de plata. Ella la cazo en el aire y mirándole la nuca, besó la bala – te prometo que te daré una muy buena lección y sabrás que a una mujer hay que respetarla, no existe peor enemigo que una ofendida – dijo en voz baja mientras la guardaba en el bolsillo, - un bonito recuerdo para cumplir una venganza – se prometió.
Se giró en dirección a la escalera y de allí a la recamara de Chiara, pero antes le gritó al intruso -ma vaffanculo va!- , si definitivamente ella no era lo que se dice una damisela refinada y menos si se encontraba con semejantes especímenes masculinos.
Se apresuró quería entregar la carta, pero tenía miedo de que lo escrito, pudiera alterar más la salud de su hermana. Se detuvo en lo alto de la escalera, contempló un segundo la esquela y sin pensar la abrió, quebrando el sello, leyó:
Querida Chiara:
Quisiera decirte que tengo excelentes noticias, pero no es así, sabes que a mí los rodeos no se me dan y que prefiero enfrentar los problemas lo antes posible. Estas al corriente que aun que no estoy del todo de acuerdo con la relación que tienes con ese hombre, no puedo más que pedir a Dios que os colme de felicidad, tal vez él es más hombre que tu hermano, o por lo menos, valiente, pues ha dejado todo por ti.
Detuvo la lectura, mientras pensaba, por qué su hermano insinuaba que Ruggero era más valiente, que no había hecho Girolamo, a que le había esquivado la responsabilidad. Recapacitó que hacía mas de cuatro meses que no sabía nada de Maryeva y que simplemente se había esfumado de la fas de la tierra, - ¿Que estaba pasando con esos dos? – se preguntó mientras retomaba la lectura.
Te preguntarás que ¿cómo lo sé?, debo poneros sobre aviso. Vino a buscarme no hace más de dos días atrás, una mujer, un perro de la Inquisición, el Papa pretendía que me uniera a sus filas como instructor de sus reclutas, ¿puedes creerlo? Por supuesto me negué y entonces me mostró un documento en el cual el Sumo Pontífice le daba la orden de darles caza, por ser traidores a los preceptos de la Santa Iglesia Católica. No te desesperes, dile a tu esposo, ponlo en aviso. Prometo estar lo antes posible en Paris, nada malo les sucederá.
-Una Inquisidora– pensó en todas las que conocía, cual podía ser tan letal para poder hacer caer a un inquisidor de la casa de los Rosso, ella conocía bien las historias de esa familia, como las de sus propios antepasados, no estaban unidos por lazos familiares pero sí eran dos grandes familias de tradición en lo que era el oficio de cada una. Su mente divagaba intentando asir en el aire a quién podía estar refiriéndose su hermano.
Chiara es importante que recuerdes, ten cuidado si una mujer se te acerca, tal vez diga su verdadero apellido White, sé que le llaman Killer Bee, y fue discípula de Ruggero. Mi consejo es que crucen lo antes posible a Inglaterra, allí no podrán tocarlos, sabes que la Iglesia Anglicana los apoyará, más si Ruggero lleva algún documento importante contra el Papa, Ponte a salvo y por favor, no le digas nada a Giulia, es muy pequeña y está sola.
- “Che due balle” – apostrofó mientras se enojaba por creerla pequeña, se miró en el reflejo de un espejo que decoraba el lugar, - donde me vez pequeña - , pero volvió a releer la parte en la que nombraba el apodo de la inquisidora - Abeja Asesina- dijo en voz baja, - esto si debe saberlo lo antes posible Ruggero- mientras decía esto continuó leyendo apresuradamente.
Debo pedirte un último favor, esa mujer robó documentación de mi mansión y creo que irá tras de Maryeva. Solo pido que mandes a una persona de tu estricta confianza y le digas que deje Francia, si puede que vaya a Londres y me espere allí. Dile que la amo, que no he dejado de hacerlo ni un solo minuto de mi vida desde que la conocí.
Me despido, hasta que nos encontremos, iré a verte, y debo conversar con Ruggero de ciertos temas que nos atañen solo a los dos. Besos de tu hermano que te adora. Girolamo Di Moncalieri.
Giulia, releyó la carta una vez más, tratando de comprender cuál era el verdadero peligro, - ¿una inquisidora? – no podía creer que Girolamo temiera por una sola perra de la Iglesia. Entendía lo de Inglaterra, pero -¿que con Maryeva?, si era una mujer común y corriente, ¿o no? – guardó apresuradamente la carta, ya había decidido que no se la mostraría a Chiara, pero si a su cuñado y que él decidiera a quien poner en aviso. Se arregló el vestido, golpeó levemente la puerta y entró.
Giulia Di Moncalieri- Cazador Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
Aquel hombre no dejaba de hostigar a Ruggero, soltó una amenaza a la mujer de cabello negro, ésta se lanzó pero fue detenida por Ruggero, era toda una aguerrida, con gran fuerza por lo que el ex inquisidor tuvo que sujetarla con fuerza.
El extraño se dirigió de nuevo a Ruggero, si, él tenía razón la iglesia no reconocería su matrimonio, al menos no en Francia, España y otros países Europeos, pero habían algunos en el que se podrían casar sin problemas. Ruggero viajaría con su amada y contraerían matrimonio en otro país, si, eso harían.
Con cada suceso y palabras provocadas por aquel extraño, Ruggero dedució algo, era un inquisidor, ¿pero por qué solamente no los mataban, ahora se trataba de arruinar sus vidas?
Cuando el extraño lo negó, llamándolos "perros de la inquisición", algo en Ruggero le dijo que decía la verdad. Pero después, un ataque más.
- ¿Os agradeceré, acaso me creéis un estúpido, por qué habría de dar las gracias a un desconocido que puso a mi amada en riesgo? - gritó Ruggero y sintió ganas de golpearle de nuevo, estaba irritado ¿qué se creía?, pero muy en el fondo sabía que tenía razón.
Aceptó la invitación y salieron a los jardines, tomaron el jardín empedrado, no se dijeron nada hasta que llegaron al escenario donde todo había comenzado.
- ¿Cuál es vuestro nombre y por qué afirmáis que somos hermanos? - le preguntó Ruggero sin verlo.
Soltó un sarcástico bufido y se adelantó unos pasos, dándole la espalda al ex inquisidor. - Mi nombre es Nicolei Rosso, como nuestro padre, Alfonse Nicolei Rosso, por qué afirmo que somos hermanos, por qué me lo dijo nuestra madre, María Santillán de Rosso y le creí... Además... - y Nicolei se dio la vuelta y arrojó a Ruggero un dije con la foto de sus padres y dos bebés en brazos de ella.
Ruggero se detuvo a contemplar la imagen, - somos nosotros, se supone que debéis de tener uno, pero por lo visto el señor Alfonse nunca os dijo la verdad -, la voz de Nicolei ya no se escuchaba sarcástica o burlona, era una voz seria y sincera. Ruggero le dio la vuelta al dije, "Nicolei & Ruggero, tuoi genitori ti amano" se leía en italiano.
Un par de lágrimas corrieron por las mejillas de Ruggero, ahora le creía, eran gemelos. - Dime ya que queréis, quiero ir a donde mi amada, el hecho de saber que está en mal estado por vuestra culpa y yo no esté junto a ella, desgarra mi corazón - y tomó asiento donde Chiara lo había hecho.
El extraño se dirigió de nuevo a Ruggero, si, él tenía razón la iglesia no reconocería su matrimonio, al menos no en Francia, España y otros países Europeos, pero habían algunos en el que se podrían casar sin problemas. Ruggero viajaría con su amada y contraerían matrimonio en otro país, si, eso harían.
Con cada suceso y palabras provocadas por aquel extraño, Ruggero dedució algo, era un inquisidor, ¿pero por qué solamente no los mataban, ahora se trataba de arruinar sus vidas?
Cuando el extraño lo negó, llamándolos "perros de la inquisición", algo en Ruggero le dijo que decía la verdad. Pero después, un ataque más.
- ¿Os agradeceré, acaso me creéis un estúpido, por qué habría de dar las gracias a un desconocido que puso a mi amada en riesgo? - gritó Ruggero y sintió ganas de golpearle de nuevo, estaba irritado ¿qué se creía?, pero muy en el fondo sabía que tenía razón.
Aceptó la invitación y salieron a los jardines, tomaron el jardín empedrado, no se dijeron nada hasta que llegaron al escenario donde todo había comenzado.
- ¿Cuál es vuestro nombre y por qué afirmáis que somos hermanos? - le preguntó Ruggero sin verlo.
Soltó un sarcástico bufido y se adelantó unos pasos, dándole la espalda al ex inquisidor. - Mi nombre es Nicolei Rosso, como nuestro padre, Alfonse Nicolei Rosso, por qué afirmo que somos hermanos, por qué me lo dijo nuestra madre, María Santillán de Rosso y le creí... Además... - y Nicolei se dio la vuelta y arrojó a Ruggero un dije con la foto de sus padres y dos bebés en brazos de ella.
Ruggero se detuvo a contemplar la imagen, - somos nosotros, se supone que debéis de tener uno, pero por lo visto el señor Alfonse nunca os dijo la verdad -, la voz de Nicolei ya no se escuchaba sarcástica o burlona, era una voz seria y sincera. Ruggero le dio la vuelta al dije, "Nicolei & Ruggero, tuoi genitori ti amano" se leía en italiano.
Un par de lágrimas corrieron por las mejillas de Ruggero, ahora le creía, eran gemelos. - Dime ya que queréis, quiero ir a donde mi amada, el hecho de saber que está en mal estado por vuestra culpa y yo no esté junto a ella, desgarra mi corazón - y tomó asiento donde Chiara lo había hecho.
Ruggero Rosso- Inquisidor Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
Se quedó sola, el médico y sus fieles servidores se habían retirado sin decir ni una sola palabra, se quedó en silencio intentando entender que estaba pasando. Trataba de recordar los sucesos, su esposo no estaba en la mañana junto a ella, al despertar, después se le presentó en el jardín, frio, distante y luego llegó Giulia, se había enojado con ella por tratar de esa forma despectiva a su esposo y éste la intentó seducir delante de ella, un pequeño tirón en el vientre la hizo apretar los labios hasta que estuvieron blancos por la presión y el dolor fue aminorando. Respiró profundo mientras volvía a pensar en lo vivido.
Ruggero la había tratado de tonta y le había dicho que le podía hacer lo que se le viniera en ganas que ella lo aceptaría, recordó el bofetón y la frase de negarle el poder ver a su hijo, se arrepintió – quien era ella para negar que un padre conociera a su hijo – aun que ellos se separasen nunca dejaría que su hijo perdiera a su padre. Recordó que entró en la mansión y se encontró con Estella, que le pidió hiciera que Juan preparara el carruaje para ir a la mansión de su hermano y subió las escaleras hasta el descanso, luego aquel dolor intenso, una sensación de que su vientre se convertía en piedra o que lo apretaran hasta querer romperlo. Inspiró profundamente y acarició su estómago como lo había hecho, el alarido de dolor que había surgido de su garganta, eso si estaba fresco en su memoria y desde el cuarto había aparecido Ruggero para auxiliarla, - pero como, ¿no estaba en el jardín junto a Giulia? – luego su abrazo, la promesa de no abandonarla, sus ojos tranquilos y arrasados por las lágrimas y la voz de Giulia y el disparo, pero – ¿a quién disparó?– eran preguntas que surgían en su cabeza y no encontraban respuesta.
Siguió en silencio, pensando, entonces sintió la voz de su marido en el jardín y tras esta otra similar, pero cargada de sarcasmo – ¿qué sucede aquí? – se dijo mientras, se levantaba con mucha dificultad y se acercaba al balcón, abrió la puerta y el sonido de las voces se hizo más fuerte. Al salir, al principio no los vio, por el sol que la cegaba, luego conforme se acostumbraba a la luz los distinguió, era como ver a Ruggero y su reflejo, algo distorsionado pero su viva imagen. Agudizó su oído para entender lo que decían. El que parecía más frío dijo - Mi nombre es Nicolei Rosso… - no pudo entender que más decía porque el galopar de un caballo, la hizo perder el hilo de lo que hablaba, cuando se concentró nuevamente el sujeto decía - por qué afirmo que somos hermanos, por qué me lo dijo nuestra madre, María Santillán de Rosso y le creí...- unos golpes suaves en la puerta la volvieron a desconcentrar, se enojó por ello porque cada vez se alejaban más y ya le fue imposible escuchar lo que decían.
Suspiró mientras entraba nuevamente a la habitación, ver que su esposo no era el hombre frio que
la había despreciado la hizo sentirse mucho mejor, si hasta le parecía que tenía más energía. Sonrió complacida y un instante después, se sintió sumamente entristecida por haberlo apartado de ella, de ese modo, allí en las escaleras cuando, solo intentaba ayudarla y brindarle el amor de siempre.
Se sentó en el sillón junto al lecho, - adelante – dijo con su voz algo débil. Giulia entró, cabeza gacha, como un perrillo cuando sabe que cometió algo que sus dueños no quieren, a Chiara se le dibujó una sonrisa, no podía dejar de pensar que solo era una niña, que había sufrido mucho y que por momentos se volvía desquiciadamente malvada, esperaba que con el tiempo encontrara a alguien, que le diera la horma de su zapato y que le hiciera vivir un poco de lo que hasta ahora la vida le había negado. Aun así, cambió su expresión cuando ésta levantó la vista para mirarla.
- Perdóname, hermana – dijo Giulia, corriendo a sus pies y llorando en su regazo – no fue mi intención… bueno, solo enfadarte un poco - dijo mientras la miraba a los ojos – pero solo quería bromear y no era mi intención ni ser descortés con Ruggero y menos poner en peligro a “botoncito” - acarició el vientre de Chiara y le dio un beso, - ¿crees que me perdonara por asustarlo? -. No pudo más que mimar la cabeza de la joven y asentir con un gesto – no lo dudo – le dijo para tranquilizarla. Giulia la miró a los ojos - ¿te sientes mejor? – Su mirada era angustiosa, volvió a asentir y su hermana suspiró aliviada - ¿Qué dijo el doctor? – preguntó, Chiara esta vez levantó sus hombros en señal de ignorar y simplemente le sonrió.
- Giulia, dime, ¿a qué viniste? - la muchacha se pudo algo incomoda, - bueno solo a ver como estabas y a conocer a mi cuñado – Chiara la seguía mirando no muy convencida – además estoy muy sola, en esa mansión – aseveró - ya ni siquiera vas y Girolamo que no vuelve y… y… ustedes son mi única familia – dijo con las lágrimas corriendo por sus mejillas. Chiara se sintió muy mal por haber dudado del porqué de la visita, pero en verdad pensó que le estaba ocultando algo. Le tendió sus brazos y se abrasaron, - está bien, tienes razón, estas muy sola, hablaré con Ruggero para que te quedes, necesito compañía, sé que él está tratando de hacer sus negocios y el cuidarme le resta tiempo, ¿me ayudaras?
Ruggero la había tratado de tonta y le había dicho que le podía hacer lo que se le viniera en ganas que ella lo aceptaría, recordó el bofetón y la frase de negarle el poder ver a su hijo, se arrepintió – quien era ella para negar que un padre conociera a su hijo – aun que ellos se separasen nunca dejaría que su hijo perdiera a su padre. Recordó que entró en la mansión y se encontró con Estella, que le pidió hiciera que Juan preparara el carruaje para ir a la mansión de su hermano y subió las escaleras hasta el descanso, luego aquel dolor intenso, una sensación de que su vientre se convertía en piedra o que lo apretaran hasta querer romperlo. Inspiró profundamente y acarició su estómago como lo había hecho, el alarido de dolor que había surgido de su garganta, eso si estaba fresco en su memoria y desde el cuarto había aparecido Ruggero para auxiliarla, - pero como, ¿no estaba en el jardín junto a Giulia? – luego su abrazo, la promesa de no abandonarla, sus ojos tranquilos y arrasados por las lágrimas y la voz de Giulia y el disparo, pero – ¿a quién disparó?– eran preguntas que surgían en su cabeza y no encontraban respuesta.
Siguió en silencio, pensando, entonces sintió la voz de su marido en el jardín y tras esta otra similar, pero cargada de sarcasmo – ¿qué sucede aquí? – se dijo mientras, se levantaba con mucha dificultad y se acercaba al balcón, abrió la puerta y el sonido de las voces se hizo más fuerte. Al salir, al principio no los vio, por el sol que la cegaba, luego conforme se acostumbraba a la luz los distinguió, era como ver a Ruggero y su reflejo, algo distorsionado pero su viva imagen. Agudizó su oído para entender lo que decían. El que parecía más frío dijo - Mi nombre es Nicolei Rosso… - no pudo entender que más decía porque el galopar de un caballo, la hizo perder el hilo de lo que hablaba, cuando se concentró nuevamente el sujeto decía - por qué afirmo que somos hermanos, por qué me lo dijo nuestra madre, María Santillán de Rosso y le creí...- unos golpes suaves en la puerta la volvieron a desconcentrar, se enojó por ello porque cada vez se alejaban más y ya le fue imposible escuchar lo que decían.
Suspiró mientras entraba nuevamente a la habitación, ver que su esposo no era el hombre frio que
la había despreciado la hizo sentirse mucho mejor, si hasta le parecía que tenía más energía. Sonrió complacida y un instante después, se sintió sumamente entristecida por haberlo apartado de ella, de ese modo, allí en las escaleras cuando, solo intentaba ayudarla y brindarle el amor de siempre.
Se sentó en el sillón junto al lecho, - adelante – dijo con su voz algo débil. Giulia entró, cabeza gacha, como un perrillo cuando sabe que cometió algo que sus dueños no quieren, a Chiara se le dibujó una sonrisa, no podía dejar de pensar que solo era una niña, que había sufrido mucho y que por momentos se volvía desquiciadamente malvada, esperaba que con el tiempo encontrara a alguien, que le diera la horma de su zapato y que le hiciera vivir un poco de lo que hasta ahora la vida le había negado. Aun así, cambió su expresión cuando ésta levantó la vista para mirarla.
- Perdóname, hermana – dijo Giulia, corriendo a sus pies y llorando en su regazo – no fue mi intención… bueno, solo enfadarte un poco - dijo mientras la miraba a los ojos – pero solo quería bromear y no era mi intención ni ser descortés con Ruggero y menos poner en peligro a “botoncito” - acarició el vientre de Chiara y le dio un beso, - ¿crees que me perdonara por asustarlo? -. No pudo más que mimar la cabeza de la joven y asentir con un gesto – no lo dudo – le dijo para tranquilizarla. Giulia la miró a los ojos - ¿te sientes mejor? – Su mirada era angustiosa, volvió a asentir y su hermana suspiró aliviada - ¿Qué dijo el doctor? – preguntó, Chiara esta vez levantó sus hombros en señal de ignorar y simplemente le sonrió.
- Giulia, dime, ¿a qué viniste? - la muchacha se pudo algo incomoda, - bueno solo a ver como estabas y a conocer a mi cuñado – Chiara la seguía mirando no muy convencida – además estoy muy sola, en esa mansión – aseveró - ya ni siquiera vas y Girolamo que no vuelve y… y… ustedes son mi única familia – dijo con las lágrimas corriendo por sus mejillas. Chiara se sintió muy mal por haber dudado del porqué de la visita, pero en verdad pensó que le estaba ocultando algo. Le tendió sus brazos y se abrasaron, - está bien, tienes razón, estas muy sola, hablaré con Ruggero para que te quedes, necesito compañía, sé que él está tratando de hacer sus negocios y el cuidarme le resta tiempo, ¿me ayudaras?
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
- Mi nombre es Nicolei Rosso, como vuestro jodido padre, Alfonse Nicolei, y por qué afirmo que somos hermanos, me lo dijo nuestra madre, María Santillán de Rosso y a diferencia de vuestro padre, ella si me contó la verdad y le creí - le dije un poco más serio, quería ocultar mi nombre un poco más pero ignorarlo cuando me lo pidió era descortés hasta para mí.
Pero en su rostro aún encontré dudas así que le arrojé el dije que resguarda la foto de la familia Rosso, el desgraciado de Alfonse, mi madre y los pequeños Ruggero y Nicolei, mi hermano contempló admirado el dije, y no era para menos, era obvio que era la primera vez que miraba ese retrato en miniatura.
- Por vuestra expresión deduzco que nunca has visto ese retrato, ¿cómo fue que Alfonse nunca te lo revelo? Maldito cobarde - le grité como si él tuviera la culpa, y recordé mi pasado, él había crecido con las comodidades de un buen hogar, con un techo cálido y comida en su mesa, criados y lo que quisiese, en cambio yo, sólo gocé de eso hasta mi juventud, cuando mi madre fue a sacarme de la pocilga en la que me había criado, ¿por qué era como era, el hijo de puta de Alfonse era el responsable.
- Vaya, vuestro amor si es grande, no como el que Alfonse dedicó a nuestra madre. Mírame Ruggero, yo puedo hacerme pasar por ti, ir a la inquisición y retrasar vuestra sentencia, para que tengáis la oportunidad de casaros como es debido, no podéis traer al mundo a un niño no reconocido por la iglesia, por mucho que uno la niegue siempre será un pilar en la sociedad -
- ¿Por qué de pronto es tan importante para ti mi matrimonio, cuándo casi lo desmoronáis con las acciones que provocasteis, maldito hipócrita? - me recriminó, pero que se cree, le doy salida y me sigue ofendiendo, mal agradecido, esto se lo tengo que decir.
- Deja ya los insultos, os ofrezco un camino y aún así me refutáis todo. ¿Por qué mi importa?, porque, y a pesar de que esta es la primera vez que nos vemos, ella llevaba en su vientre mi sangre, es mi sobrino y no quiero que sea un bastardo de la sociedad, no te lo permitiré Ruggero, además es lo que hubiera querido nuestra madre si aún viviera - le respondí al malagradecido y aunque intenté que mis palabras sonaran burlonas o sarcásticas, no lo conseguí, que putada.
- ¿Sí aún viviera? -
Le había caído de peso, ¿cómo era posible qué no lo supiera ya?, maldito hijo de... su padre.
- Vaya, ¿nunca buscaste a nuestra madre, qué hiciste en toda vuestra puta vida maldito perro de la iglesia? - me había enfurecido, ahora sentí deseos yo de golpearle, quise gritar de la rabia pero me contuve y vaya que me costó trabajo.
- Hoy no me lo agradecerás, pero con el tiempo lo harás. Vuestra esposa se pondrá bien, pero de ahora en adelante se cuidará mejor, o no la veis, delgada y débil, apenas su cuerpesillo puede con aquel bombo que si... - me detuve, no podía terminar mi frase, se había cabreado cuando ¿hable mal? de su esposa en la mansión y temía que volviera a lanzarse en golpe, estaba vez no sólo daría también recibiría, no estaba tan contento con él, no cuando nunca estuvo al pendiente de nuestra madre, el infeliz.
Pero en su rostro aún encontré dudas así que le arrojé el dije que resguarda la foto de la familia Rosso, el desgraciado de Alfonse, mi madre y los pequeños Ruggero y Nicolei, mi hermano contempló admirado el dije, y no era para menos, era obvio que era la primera vez que miraba ese retrato en miniatura.
- Por vuestra expresión deduzco que nunca has visto ese retrato, ¿cómo fue que Alfonse nunca te lo revelo? Maldito cobarde - le grité como si él tuviera la culpa, y recordé mi pasado, él había crecido con las comodidades de un buen hogar, con un techo cálido y comida en su mesa, criados y lo que quisiese, en cambio yo, sólo gocé de eso hasta mi juventud, cuando mi madre fue a sacarme de la pocilga en la que me había criado, ¿por qué era como era, el hijo de puta de Alfonse era el responsable.
- Vaya, vuestro amor si es grande, no como el que Alfonse dedicó a nuestra madre. Mírame Ruggero, yo puedo hacerme pasar por ti, ir a la inquisición y retrasar vuestra sentencia, para que tengáis la oportunidad de casaros como es debido, no podéis traer al mundo a un niño no reconocido por la iglesia, por mucho que uno la niegue siempre será un pilar en la sociedad -
- ¿Por qué de pronto es tan importante para ti mi matrimonio, cuándo casi lo desmoronáis con las acciones que provocasteis, maldito hipócrita? - me recriminó, pero que se cree, le doy salida y me sigue ofendiendo, mal agradecido, esto se lo tengo que decir.
- Deja ya los insultos, os ofrezco un camino y aún así me refutáis todo. ¿Por qué mi importa?, porque, y a pesar de que esta es la primera vez que nos vemos, ella llevaba en su vientre mi sangre, es mi sobrino y no quiero que sea un bastardo de la sociedad, no te lo permitiré Ruggero, además es lo que hubiera querido nuestra madre si aún viviera - le respondí al malagradecido y aunque intenté que mis palabras sonaran burlonas o sarcásticas, no lo conseguí, que putada.
- ¿Sí aún viviera? -
Le había caído de peso, ¿cómo era posible qué no lo supiera ya?, maldito hijo de... su padre.
- Vaya, ¿nunca buscaste a nuestra madre, qué hiciste en toda vuestra puta vida maldito perro de la iglesia? - me había enfurecido, ahora sentí deseos yo de golpearle, quise gritar de la rabia pero me contuve y vaya que me costó trabajo.
- Hoy no me lo agradecerás, pero con el tiempo lo harás. Vuestra esposa se pondrá bien, pero de ahora en adelante se cuidará mejor, o no la veis, delgada y débil, apenas su cuerpesillo puede con aquel bombo que si... - me detuve, no podía terminar mi frase, se había cabreado cuando ¿hable mal? de su esposa en la mansión y temía que volviera a lanzarse en golpe, estaba vez no sólo daría también recibiría, no estaba tan contento con él, no cuando nunca estuvo al pendiente de nuestra madre, el infeliz.
Nicolei Santillán- Cazador Clase Alta
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