AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
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Nicolei Santillán
Ruggero Rosso
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Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
Recuerdo del primer mensaje :
Amanecía como todos los días, su esposa entre sus brazos y su mano en su vientre, así era como Ruggero despertaba, juguetearía con ella un poco y luego se levantaría. Pero ese día algo cambiaría, Ruggero Rosso iría a la zona comercial, estaba comprando propiedades en América, plantaciones y abriría una tienda.
Y aunque le gustaría llevarse a su esposa, ella recibiría visitas, su ahora amiga Crystall Van Wijs iría a verla. Ruggero ya se había acostumbrado a ver a la bruja en su casa, le costó trabajo pero su amor por su esposa era tan grande que hizo sumiso el resentimiento y la manía asesina, desapareciendo ésta última.
El corazón de Ruggero estaba purificado, Chiara era la responsable de que él fuera feliz después de tantos años, después de la muerte de Jade, un amor que creyó era insuperable, que equivocado estaba.
Ruggero recordó aquella mañana en el jardín botánico, la tarde y después la noche, la primer unión de ellos, el momento en el que supo que el amor de Jade no se asemejó al que unida a su esposa vivió.
Y ahora Chiara llevaba en su vientre un hijo de él, su felicidad no podría ser mayor, había encontrado el verdadero amor, había abandonado la vida del asesino que más tarde o más temprano lo guiarían a una muerte, se había enseñado a convivir con sobrenaturales, con aquellos seres que él mataba. Estaba en equilibrio y solo deseaba algo, tener a su amada junto a él, no perderla, envejecer junto a ella y ver a su hijo crecer.
En estado su amada dormía más fue por eso que Ruggero no la despertó, la dejó dormir. Se apresuró a vestirse y se fue, pues quería regresar pronto y de ser posible antes de que ella se levantase.
Bajó y montando a Gyarreth galopó a la zona comercial.
Amanecía como todos los días, su esposa entre sus brazos y su mano en su vientre, así era como Ruggero despertaba, juguetearía con ella un poco y luego se levantaría. Pero ese día algo cambiaría, Ruggero Rosso iría a la zona comercial, estaba comprando propiedades en América, plantaciones y abriría una tienda.
Y aunque le gustaría llevarse a su esposa, ella recibiría visitas, su ahora amiga Crystall Van Wijs iría a verla. Ruggero ya se había acostumbrado a ver a la bruja en su casa, le costó trabajo pero su amor por su esposa era tan grande que hizo sumiso el resentimiento y la manía asesina, desapareciendo ésta última.
El corazón de Ruggero estaba purificado, Chiara era la responsable de que él fuera feliz después de tantos años, después de la muerte de Jade, un amor que creyó era insuperable, que equivocado estaba.
Ruggero recordó aquella mañana en el jardín botánico, la tarde y después la noche, la primer unión de ellos, el momento en el que supo que el amor de Jade no se asemejó al que unida a su esposa vivió.
Y ahora Chiara llevaba en su vientre un hijo de él, su felicidad no podría ser mayor, había encontrado el verdadero amor, había abandonado la vida del asesino que más tarde o más temprano lo guiarían a una muerte, se había enseñado a convivir con sobrenaturales, con aquellos seres que él mataba. Estaba en equilibrio y solo deseaba algo, tener a su amada junto a él, no perderla, envejecer junto a ella y ver a su hijo crecer.
En estado su amada dormía más fue por eso que Ruggero no la despertó, la dejó dormir. Se apresuró a vestirse y se fue, pues quería regresar pronto y de ser posible antes de que ella se levantase.
Bajó y montando a Gyarreth galopó a la zona comercial.
Ruggero Rosso- Inquisidor Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
Saber de la muerte de su madre le había dolido a Ruggero demasiado, las palabras que acontecieron por labios de Nicolei eran ciertas, - ¿por qué nunca me di un tiempo para visitarla? - aunque era tarde para lamentaciones lo único que podía hacer era ir a verla a su tumba y llorarle disculpas.
Ruggero comenzó a asimilar las palabras de Nicolei, parecía sincero y el ex inquisidor no podía darse el lujo de desaprovechar la oportunidad que su hermano por muy desagradable que le pareciera, le ofrecía, - ¿pero qué gana él, no se ve que sea de las personas que dan algo sin recibir algo a cambio? - meditó Ruggero mientras seguía escuchando.
- ¿Te seriáis capaz de hacerte un inquisidor por nosotros? -
- Oh, no te confundáis, nunca sería un perro de la iglesia. Nuestra madre quiso que lo fuera y si no lo hice por ella menos por vosotros, no, será sólo un engaño para que cumpláis vuestros propósitos. Ya debisteis de comprender que me encantan los engaños, ¿y qué mejor reto que engañar a la iglesia?, si también lo haría por mi, no puedo negar el placer que me generará después - había regresado el sarcasmo en ese lenguaje y aunque Ruggero aún no confiaba en él, tenía que arriesgarse.
- De acuerdo, si me lo permites iré a ver a mi amada, tu has lo que queráis - y sin agregar algo más Ruggero pegó la carrera, subió los escalones de dos en dos y el pasillo lo recorrió en un pestañeo, llegó a la puerta y tocó.
Paso un tiempo que a Ruggero le pareció eterno y por fin escuchó la voz de su amada, - adelante – su voz aún se escuchaba débil, pero Ruggero se sintió aliviado de que fuera ella la que respondió. Abrió con calma la puerta y la vio, sentada en el lecho y con la joven que le disparó a Nicolei.
- Amor mío, ya estoy aquí - y fue a ella, la joven se apartó y Ruggero buscó esos labios adorados y los beso, luego sus manos y por último acarició con amor el vientre. - He despachado a aquel hombre, no nos volverá a molestar. ¿Cómo estáis que os dijo el doctor?, no me volveré a ir, no sin ti - se detuvo y rió con lágrimas en los ojos, por los bellos ojos grises de su amada estaba seguro de que bien, quiso decir más pero no quería asediarla con preguntas.
- Te amo - y besó sus labios, uniéndolos casta y amorosamente.
Ruggero comenzó a asimilar las palabras de Nicolei, parecía sincero y el ex inquisidor no podía darse el lujo de desaprovechar la oportunidad que su hermano por muy desagradable que le pareciera, le ofrecía, - ¿pero qué gana él, no se ve que sea de las personas que dan algo sin recibir algo a cambio? - meditó Ruggero mientras seguía escuchando.
- ¿Te seriáis capaz de hacerte un inquisidor por nosotros? -
- Oh, no te confundáis, nunca sería un perro de la iglesia. Nuestra madre quiso que lo fuera y si no lo hice por ella menos por vosotros, no, será sólo un engaño para que cumpláis vuestros propósitos. Ya debisteis de comprender que me encantan los engaños, ¿y qué mejor reto que engañar a la iglesia?, si también lo haría por mi, no puedo negar el placer que me generará después - había regresado el sarcasmo en ese lenguaje y aunque Ruggero aún no confiaba en él, tenía que arriesgarse.
- De acuerdo, si me lo permites iré a ver a mi amada, tu has lo que queráis - y sin agregar algo más Ruggero pegó la carrera, subió los escalones de dos en dos y el pasillo lo recorrió en un pestañeo, llegó a la puerta y tocó.
Paso un tiempo que a Ruggero le pareció eterno y por fin escuchó la voz de su amada, - adelante – su voz aún se escuchaba débil, pero Ruggero se sintió aliviado de que fuera ella la que respondió. Abrió con calma la puerta y la vio, sentada en el lecho y con la joven que le disparó a Nicolei.
- Amor mío, ya estoy aquí - y fue a ella, la joven se apartó y Ruggero buscó esos labios adorados y los beso, luego sus manos y por último acarició con amor el vientre. - He despachado a aquel hombre, no nos volverá a molestar. ¿Cómo estáis que os dijo el doctor?, no me volveré a ir, no sin ti - se detuvo y rió con lágrimas en los ojos, por los bellos ojos grises de su amada estaba seguro de que bien, quiso decir más pero no quería asediarla con preguntas.
- Te amo - y besó sus labios, uniéndolos casta y amorosamente.
Ruggero Rosso- Inquisidor Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
La puerta se abrió y él entró, buscó sus ojos, aquellos océanos de calma que tantas veces le habían dado la paz que este mundo le arrebataba. No pudo contener las lágrimas, de pronto se daba cuenta que un día sin sus caricias, sin su amor, era como vivir un infierno y no estaba dispuesta a pasar por algo así.
Ruggero, le contó, escuetamente, que había hablado con aquel hombre, pero en ningún momento le reveló que era su hermano, no le importaba, ella aceptaría lo que él pensara que era lo más conveniente para los dos. Sonrió asintiendo y dejó que la siguiera conteniendo, sentado a su lado, fuertemente aferrado, en un abrazo que hubiera deseado no terminara nunca. Chiara, sentía que era pequeña abrazada a su pecho, volvió a clavar sus uñas en la espalda, como una forma de cobrarse la angustia y a la vez, tratando de aferrarse, para que nada pudiera separarlos más, mientras buscaba con desesperación sus labios.
Él le había preguntado por lo que le dijera el doctor, pero nada importante le había mencionado a ella, - Estoy mejor, ya no siento molestias, pero el medico no me ha dicho nada, solo me pidió que hiciera reposo y que tratara de estar tranquila- le sonrió buscando sus ojos y sus labios, - El doctor, dijo que luego hablaría contigo – tomó con su mano una de las de Ruggero y besó amorosamente la palma, luego la colocó en su mejilla buscando una nueva caricia, definitivamente él la había malacostumbrado, lo necesitaba como las flores al sol.
Le prometió que la llevaría a donde él fuera y eso la llenó de dicha. Aunque con esfuerzo se sentó arrodillada en el lecho, mirándolo, y dejó que los brazos de él la aferraran atrayéndola a su boca, ella pasó los suyos por los hombros y sus manos se aferraron en sus cabellos, - júrame que nunca más te iras sin decir a dónde vas – le dijo mordiendo su labio inferior – necesito, saber que volverás, así te demores, pero que me buscaras a pesar del tiempo y la distancia – le susurró en sus labios mientras cerraba sus ojos para disfrutar el beso.
Aquellos eran salados por las lágrimas, pero le parecieron los besos más dulces del mundo. Ruggero tomó sus manos y las besó, lo vio observar complacido, el vientre y lo acariciaba con infinita devoción. Chiara lo miró a los ojos, atrayendo su atención con su mano, delineando su mentón con su dedo índice, él se lo mordió, con picardía, con las pestañas todavía cuajadas en lágrimas – Amor, - dijo ella, casi en un susurro -¿te parece que estoy como una pelota? – Sus ojos buscaron los masculinos, que risueño la miraban, le acarició los cabellos mientras le besaba la frente, - no te rías, lo digo en serio – tomó la barbilla entre sus manos, mientras los brazos de él abarcaban su vientre – ¿te parezco todavía deseable? - no le contestó, pero la sonrisa en aquellos labios que tanto amaba le prometían muchos días de pasión y ternura.
Ruggero, le contó, escuetamente, que había hablado con aquel hombre, pero en ningún momento le reveló que era su hermano, no le importaba, ella aceptaría lo que él pensara que era lo más conveniente para los dos. Sonrió asintiendo y dejó que la siguiera conteniendo, sentado a su lado, fuertemente aferrado, en un abrazo que hubiera deseado no terminara nunca. Chiara, sentía que era pequeña abrazada a su pecho, volvió a clavar sus uñas en la espalda, como una forma de cobrarse la angustia y a la vez, tratando de aferrarse, para que nada pudiera separarlos más, mientras buscaba con desesperación sus labios.
Él le había preguntado por lo que le dijera el doctor, pero nada importante le había mencionado a ella, - Estoy mejor, ya no siento molestias, pero el medico no me ha dicho nada, solo me pidió que hiciera reposo y que tratara de estar tranquila- le sonrió buscando sus ojos y sus labios, - El doctor, dijo que luego hablaría contigo – tomó con su mano una de las de Ruggero y besó amorosamente la palma, luego la colocó en su mejilla buscando una nueva caricia, definitivamente él la había malacostumbrado, lo necesitaba como las flores al sol.
Le prometió que la llevaría a donde él fuera y eso la llenó de dicha. Aunque con esfuerzo se sentó arrodillada en el lecho, mirándolo, y dejó que los brazos de él la aferraran atrayéndola a su boca, ella pasó los suyos por los hombros y sus manos se aferraron en sus cabellos, - júrame que nunca más te iras sin decir a dónde vas – le dijo mordiendo su labio inferior – necesito, saber que volverás, así te demores, pero que me buscaras a pesar del tiempo y la distancia – le susurró en sus labios mientras cerraba sus ojos para disfrutar el beso.
Aquellos eran salados por las lágrimas, pero le parecieron los besos más dulces del mundo. Ruggero tomó sus manos y las besó, lo vio observar complacido, el vientre y lo acariciaba con infinita devoción. Chiara lo miró a los ojos, atrayendo su atención con su mano, delineando su mentón con su dedo índice, él se lo mordió, con picardía, con las pestañas todavía cuajadas en lágrimas – Amor, - dijo ella, casi en un susurro -¿te parece que estoy como una pelota? – Sus ojos buscaron los masculinos, que risueño la miraban, le acarició los cabellos mientras le besaba la frente, - no te rías, lo digo en serio – tomó la barbilla entre sus manos, mientras los brazos de él abarcaban su vientre – ¿te parezco todavía deseable? - no le contestó, pero la sonrisa en aquellos labios que tanto amaba le prometían muchos días de pasión y ternura.
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
A Ruggero le complació saber que su amada estaba bien y esperaba la conversación con el doctor. Por un momento pensó en salir y buscarlo, pero no quería abandonarla. - No me iré amor, y es porque quiero que estés junto a mi en todo momento - y la besó.
Se encerraron en intimidad a pesar de que se encontraba presente una joven de cabello negro en la alcoba de los Rosso, de pronto Chiara llamó la atención de Ruggero, su amado le sonreía -¿te parece que estoy como una pelota? – lo sorprendió, Ruggero no comprendía a que se debía, quizás era algo que había dicho Nicolei, - no te rías, lo digo en serio – prosiguió, el ex inquisidor no respondió quería saber a donde irían los comentarios de su amada, por supuesto no la había visto nunca de esa forma pero Ruggero sabía que diría algo más. – ¿Te parezco todavía deseable? - su amado mantuvo su sonrisa sin contestar.
Llevó su mano a las mejillas de su amor, acariciándola. - Yo nunca te he visto con esos ojos amor, no, no parecéis pelota - la besó en la mejilla y se sentó junto a ella, acercó sus labios al oído de Chiara y le susurró, - en momentos como estos siempre tengo que contener mi impulso, vuestra presencia hace que arda mi sangre, quiero tenerte en mi, acariciar vuestro cuerpo desnudo o mimarte en la bañera. Ahora si lo deseáis podemos pedir a la joven que se retire y os consentiré - besó el lóbulo de su oreja y buscó nuevamente sus labios.
El ex inquisidor se reincorporó y se dedicó a contemplar a la joven de cabello negro que lo miraba de forma inexpresiva, - muchas gracias signorina por venir a atender a mi amada - le sonreía de forma cortes mientras relacionaba algún parentesco con Chiara, - ¿serán hermanas? - hizo una reverencia y caminó hasta el balcón, Nicolei ya se había marchado y Ruggero se sintió aliviado, se giró y regresó al lecho con su amada.
- ¿Y bien? - le guiñó el ojo de forma coqueta y antes de que ella pudiera responder tocaron a la puerta.
- ¿Puedo pasar? - era una voz de mujer, joven y que Ruggero ya había escuchado muchas veces.
Se encerraron en intimidad a pesar de que se encontraba presente una joven de cabello negro en la alcoba de los Rosso, de pronto Chiara llamó la atención de Ruggero, su amado le sonreía -¿te parece que estoy como una pelota? – lo sorprendió, Ruggero no comprendía a que se debía, quizás era algo que había dicho Nicolei, - no te rías, lo digo en serio – prosiguió, el ex inquisidor no respondió quería saber a donde irían los comentarios de su amada, por supuesto no la había visto nunca de esa forma pero Ruggero sabía que diría algo más. – ¿Te parezco todavía deseable? - su amado mantuvo su sonrisa sin contestar.
Llevó su mano a las mejillas de su amor, acariciándola. - Yo nunca te he visto con esos ojos amor, no, no parecéis pelota - la besó en la mejilla y se sentó junto a ella, acercó sus labios al oído de Chiara y le susurró, - en momentos como estos siempre tengo que contener mi impulso, vuestra presencia hace que arda mi sangre, quiero tenerte en mi, acariciar vuestro cuerpo desnudo o mimarte en la bañera. Ahora si lo deseáis podemos pedir a la joven que se retire y os consentiré - besó el lóbulo de su oreja y buscó nuevamente sus labios.
El ex inquisidor se reincorporó y se dedicó a contemplar a la joven de cabello negro que lo miraba de forma inexpresiva, - muchas gracias signorina por venir a atender a mi amada - le sonreía de forma cortes mientras relacionaba algún parentesco con Chiara, - ¿serán hermanas? - hizo una reverencia y caminó hasta el balcón, Nicolei ya se había marchado y Ruggero se sintió aliviado, se giró y regresó al lecho con su amada.
- ¿Y bien? - le guiñó el ojo de forma coqueta y antes de que ella pudiera responder tocaron a la puerta.
- ¿Puedo pasar? - era una voz de mujer, joven y que Ruggero ya había escuchado muchas veces.
Ruggero Rosso- Inquisidor Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
Crystall apresuró al cochero. Ella no era una jinete por lo que tenía que disponer de un cochero para ir a un lado o a otro. Lo que en momentos como el que vivía era muy frustrante.
Lo poco que le había dicho su hermano la había preocupado, ya no pensaba ni en el sexo que había tenido con éste, las palabras de Derek se repetían con claridad y continuidad en su mente.
Media hora de viaje, media hora de incertidumbre cuando al fin vio la Mansión Rosso alzada en una colina. Aquellos muros cubiertos con enredaderas que tanto le gustaban contemplar, ahora, ni siquiera le dedicó una mirada, por muy fugas que ésta fuera.
Las puertas estaban abiertas por lo que el carruaje no se detuvo hasta que estuvo frente a las puertas de mármol. Las puertas se abrieron y Juan la recibió. —Bienvenida sra. Van Wijs— dijo y ofreciéndole el brazo la ayudo a bajar, Crystall no dijo nada, con un movimiento de cabeza afirmó y corrió al interior. La puerta se abrió y Estella le sonrió. —Hola Estella— dijo Crystall sin detenerse, ansiosa como una niña.
Llegó a las escaleras y las subió de dos en dos hasta que vio el pasillo que conducía a la habitación del Sr. y Sra. Rosso, agitada tocó la puerta. Las almas ya le habían dicho que Chiara estaba estable pero ella quería verlo por sus propios ojos, éstos eran más sinceros.
Escuchó la voz de Ruggero y éste le autorizó la entrada.
Crystall respiró para tranquilizarse, luego, abrió la puerta y entró. Encontró a su amiga sentada, el embarazo ya se manifestaba con una barriga grande, Crystall no era una experta ni mucho menos pero sabia que para tener pocos meses tenía que estar más pequeño, lo que significaban dos cosas... Bueno, realmente Crystall no sabía lo que significaba por lo que no opinó respecto a eso.
Caminó hasta sentarse junto a ella, la cogió de las manos y le sonrió. —¿Cómo estás?— le preguntó manteniendo su sonrisa, —Te traje algo...— sacó la botella que Derek le hubiera dado y se la entregó en las manos, ...bebe de ella y no digas que no lo necesitas que estás más pálida de los que eres...— soltó una risilla, —...te hará bien, recobrarás tus energías instantáneamente y no hagas cara de asco que no sabe mal— y Crystall esperó a que Chiara tomara de la poción.
Lo poco que le había dicho su hermano la había preocupado, ya no pensaba ni en el sexo que había tenido con éste, las palabras de Derek se repetían con claridad y continuidad en su mente.
Media hora de viaje, media hora de incertidumbre cuando al fin vio la Mansión Rosso alzada en una colina. Aquellos muros cubiertos con enredaderas que tanto le gustaban contemplar, ahora, ni siquiera le dedicó una mirada, por muy fugas que ésta fuera.
Las puertas estaban abiertas por lo que el carruaje no se detuvo hasta que estuvo frente a las puertas de mármol. Las puertas se abrieron y Juan la recibió. —Bienvenida sra. Van Wijs— dijo y ofreciéndole el brazo la ayudo a bajar, Crystall no dijo nada, con un movimiento de cabeza afirmó y corrió al interior. La puerta se abrió y Estella le sonrió. —Hola Estella— dijo Crystall sin detenerse, ansiosa como una niña.
Llegó a las escaleras y las subió de dos en dos hasta que vio el pasillo que conducía a la habitación del Sr. y Sra. Rosso, agitada tocó la puerta. Las almas ya le habían dicho que Chiara estaba estable pero ella quería verlo por sus propios ojos, éstos eran más sinceros.
Escuchó la voz de Ruggero y éste le autorizó la entrada.
Crystall respiró para tranquilizarse, luego, abrió la puerta y entró. Encontró a su amiga sentada, el embarazo ya se manifestaba con una barriga grande, Crystall no era una experta ni mucho menos pero sabia que para tener pocos meses tenía que estar más pequeño, lo que significaban dos cosas... Bueno, realmente Crystall no sabía lo que significaba por lo que no opinó respecto a eso.
Caminó hasta sentarse junto a ella, la cogió de las manos y le sonrió. —¿Cómo estás?— le preguntó manteniendo su sonrisa, —Te traje algo...— sacó la botella que Derek le hubiera dado y se la entregó en las manos, ...bebe de ella y no digas que no lo necesitas que estás más pálida de los que eres...— soltó una risilla, —...te hará bien, recobrarás tus energías instantáneamente y no hagas cara de asco que no sabe mal— y Crystall esperó a que Chiara tomara de la poción.
Crystall Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
Chiara miró a su amado mientras le acariciaba la mejilla, cerró los ojos y se dejó conquistar, lo amaba tanto que todo lo que sus labios decían lo creía a pie juntillas, por eso se sintió tan mal cuando ese hombre, el hermano de Ruggero, le decía esas frases que tanto la hirieron. Pero se sentía culpable, ¿acaso no debería haberse dado cuenta que no era su esposo?, ¿cómo podía ser que lo hubiera confundido así? Le sonrió avergonzada, él era un hombre de palabra, había dejado todo por ella y aun así, en el momento que debía haber demostrado cuanto lo conocía simplemente fallo. Tomó su mano y la besó, buscando luego sus ojos, para expresarle en silencio que la perdonara y que la amara siempre, a pesar de haber fallado.
Cuando Ruggero, se sentó a su lado y le dijo aquellas palabras al oído, se sonrojó, porque su hermana aún estaba presente, cerró sus ojos como si con ello pudieran encontrar mayor privacidad. – También ardo en deseos de vos, cada vez que rosáis mi piel – le dijo, en un susurro en los labios de su amado al acercarse a besarla.
Su esposo, se incorporó y acortó la distancia que lo separaba de la jovencita, contempló a Giulia, con ojos cargados de dulzura, como si viera a una pequeña niña. Chiara se volvió a sentir mal, ¿porque no había podido darse cuenta, que como se comportaba habitualmente su esposo era imposible que cometiera una falta de respeto, de aquella manera atroz, como el hombre del jardín? Cuando él le dio las gracias a la joven por cuidarla, ella se sentó mejor en el lecho, - Ella es Giulia, mi hermana – le dijo, sonriendo – vino a visitarme, pero aún no sé qué debías decirme, querida mía – le dijo mientras se quedaba mirando como Giulia se inclinaba en una leve reverencia, parecía otra persona, y no una mujer que supiera disparar un arma de fuego, eso la había sorprendido.
Giulia, agradeció lo que su cuñado le decía, y acercándose a él le dijo – Sr Rosso, necesito tener unas palabras con usted – su rostro estaba algo serio. Desde su lugar, Chiara, no entendía muy bien que pasaba, pero se dio cuenta que su esposo había hecho una leve seña y se dirigía al balcón, - ¿qué sucede? – dijo algo preocupada, pero vio regresar a su esposo con una sonrisa, picara, ella lo miró y sonrió mientras observaba a su hermana. Le iba a pedir que se retirara cuando desde la puerta se oyeron unos pequeños golpes y luego la voz inconfundible de su amiga Crystall, pidiendo permiso para pasar. Ruggero le pidió que lo hiciera y dejó el lugar para que ésta se dirigiera hacia Chiara casi corriendo, como si intentara, mediante sus cinco sentidos, darse cuenta si estaba bien. Ella la miró risueña y preguntó con su mirada a Ruggero si la había puesto en aviso, pero el rostro de él también era de asombro, dio por sentado que seguramente Estela y Juan le habrían comentado.
Crystall, tomó sus manos y luego las soltó para buscar en su bolso algo, sacó una bella botella y le exigió que bebiera de ésta, Chiara, la miró a los ojos, - ¿qué es esto? – preguntó mientras lo tomaba con las dos manos y lo destapaba, sonrió mientras escuchaba la risilla y las explicaciones de su amiga y dio un trago, era cierto no tenía mal sabor y si eso le haría bien a su pequeño no lo dudaría en tomar.
Mientras tanto Giulia, se acercó más a Ruggero, esperando que la atención de su hermana no se centrara en ellos. – Sr. Rosso, por favor debo hablar con usted lo antes posible – lo miró a los ojos – debo entregarle una carta dirigida a Chiara, de parte de Girolamo y me parece que no es el momento de entregársela pero es indispensable que usted la lea y tome conocimiento -, no esperó contestación, se dio media vuelta y salió silenciosa por la puerta entre abierta. Chiara sonrió a Crystall, pero por sobre el hombro de ella pudo ver la escena y los rostros serios de los dos amados – Que está pasando – caviló.
Cuando Ruggero, se sentó a su lado y le dijo aquellas palabras al oído, se sonrojó, porque su hermana aún estaba presente, cerró sus ojos como si con ello pudieran encontrar mayor privacidad. – También ardo en deseos de vos, cada vez que rosáis mi piel – le dijo, en un susurro en los labios de su amado al acercarse a besarla.
Su esposo, se incorporó y acortó la distancia que lo separaba de la jovencita, contempló a Giulia, con ojos cargados de dulzura, como si viera a una pequeña niña. Chiara se volvió a sentir mal, ¿porque no había podido darse cuenta, que como se comportaba habitualmente su esposo era imposible que cometiera una falta de respeto, de aquella manera atroz, como el hombre del jardín? Cuando él le dio las gracias a la joven por cuidarla, ella se sentó mejor en el lecho, - Ella es Giulia, mi hermana – le dijo, sonriendo – vino a visitarme, pero aún no sé qué debías decirme, querida mía – le dijo mientras se quedaba mirando como Giulia se inclinaba en una leve reverencia, parecía otra persona, y no una mujer que supiera disparar un arma de fuego, eso la había sorprendido.
Giulia, agradeció lo que su cuñado le decía, y acercándose a él le dijo – Sr Rosso, necesito tener unas palabras con usted – su rostro estaba algo serio. Desde su lugar, Chiara, no entendía muy bien que pasaba, pero se dio cuenta que su esposo había hecho una leve seña y se dirigía al balcón, - ¿qué sucede? – dijo algo preocupada, pero vio regresar a su esposo con una sonrisa, picara, ella lo miró y sonrió mientras observaba a su hermana. Le iba a pedir que se retirara cuando desde la puerta se oyeron unos pequeños golpes y luego la voz inconfundible de su amiga Crystall, pidiendo permiso para pasar. Ruggero le pidió que lo hiciera y dejó el lugar para que ésta se dirigiera hacia Chiara casi corriendo, como si intentara, mediante sus cinco sentidos, darse cuenta si estaba bien. Ella la miró risueña y preguntó con su mirada a Ruggero si la había puesto en aviso, pero el rostro de él también era de asombro, dio por sentado que seguramente Estela y Juan le habrían comentado.
Crystall, tomó sus manos y luego las soltó para buscar en su bolso algo, sacó una bella botella y le exigió que bebiera de ésta, Chiara, la miró a los ojos, - ¿qué es esto? – preguntó mientras lo tomaba con las dos manos y lo destapaba, sonrió mientras escuchaba la risilla y las explicaciones de su amiga y dio un trago, era cierto no tenía mal sabor y si eso le haría bien a su pequeño no lo dudaría en tomar.
Mientras tanto Giulia, se acercó más a Ruggero, esperando que la atención de su hermana no se centrara en ellos. – Sr. Rosso, por favor debo hablar con usted lo antes posible – lo miró a los ojos – debo entregarle una carta dirigida a Chiara, de parte de Girolamo y me parece que no es el momento de entregársela pero es indispensable que usted la lea y tome conocimiento -, no esperó contestación, se dio media vuelta y salió silenciosa por la puerta entre abierta. Chiara sonrió a Crystall, pero por sobre el hombro de ella pudo ver la escena y los rostros serios de los dos amados – Que está pasando – caviló.
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
Mientras Chiara atendía a su amiga la bruja, Ruggero prestó atención a su cuñada, cuando Giulia insinuó seriedad, el ex inquisidor se apartó con ella hacía el balcón. Si hablaba en ese tono y seriedad, sólo significaba algo, un posible riesgo.
- Adelante - mientras aquellos ojos oscuros lo miraban. – Debo entregarle una carta dirigida a Chiara, de parte de Girolamo y me parece que no es el momento de entregársela pero es indispensable que usted la lea y tome conocimiento - dijo, Ruggero endureció sus gestos y la vio salir.
Ruggero suspiró y caminó hasta su amada, la besó en los labios y le sonrió con amor, - en un momento regreso amor, te dejo en buenas manos... cuando regrese jugaremos - le guiñó el ojo y se fue.
Cerró la puerta y vio a su cuñada en las escaleras, como esperándolo. Él se apresuró, - vayamos a mi estudio, ahí podrá decirme y mostrarme la carta - y se adelantó asegurándose que lo seguía.
Llegaron a la planta baja y caminaron opuestamente a la sala de estar, al ala este, entraron en un amplio pasillo con hermosos y grandes cuadros, en su mayoría religiosos y al final se pudo visualizar el estudio abierto. Ruggero no entró, se paró junto a la entrada y volteó hacía Giulia, le seguía de cercas y con un gesto de su mano la invitó a entrar.
Cuando lo hizo él la siguió y adelantándose le ofreció la silla frente a su escritorio, como un caballero esperó que se medio sentara para empujar la silla al frente.
El estudio era como una biblioteca, tenía varios libreros repletos de libros de toda clase, el escritorio era estilo Luis XVI de caoba cálida y pulcra. Tenía una lampara de aceite, unas velas en candelabro y junto a hojas en blanco tinta y pluma.
Ruggero rodeó el escritorio y se sentó frente a Giulia, a su espalda estaban lo ventanales de donde se contemplaba el hermoso jardín y la mesita de jardín donde el espectáculo provocado por Nicolei había ocurrido.
-¿De qué va, mi amada corre algún riesgo? - y entre lazó sus dedos.
- Adelante - mientras aquellos ojos oscuros lo miraban. – Debo entregarle una carta dirigida a Chiara, de parte de Girolamo y me parece que no es el momento de entregársela pero es indispensable que usted la lea y tome conocimiento - dijo, Ruggero endureció sus gestos y la vio salir.
Ruggero suspiró y caminó hasta su amada, la besó en los labios y le sonrió con amor, - en un momento regreso amor, te dejo en buenas manos... cuando regrese jugaremos - le guiñó el ojo y se fue.
Cerró la puerta y vio a su cuñada en las escaleras, como esperándolo. Él se apresuró, - vayamos a mi estudio, ahí podrá decirme y mostrarme la carta - y se adelantó asegurándose que lo seguía.
Llegaron a la planta baja y caminaron opuestamente a la sala de estar, al ala este, entraron en un amplio pasillo con hermosos y grandes cuadros, en su mayoría religiosos y al final se pudo visualizar el estudio abierto. Ruggero no entró, se paró junto a la entrada y volteó hacía Giulia, le seguía de cercas y con un gesto de su mano la invitó a entrar.
Cuando lo hizo él la siguió y adelantándose le ofreció la silla frente a su escritorio, como un caballero esperó que se medio sentara para empujar la silla al frente.
El estudio era como una biblioteca, tenía varios libreros repletos de libros de toda clase, el escritorio era estilo Luis XVI de caoba cálida y pulcra. Tenía una lampara de aceite, unas velas en candelabro y junto a hojas en blanco tinta y pluma.
Ruggero rodeó el escritorio y se sentó frente a Giulia, a su espalda estaban lo ventanales de donde se contemplaba el hermoso jardín y la mesita de jardín donde el espectáculo provocado por Nicolei había ocurrido.
-¿De qué va, mi amada corre algún riesgo? - y entre lazó sus dedos.
Ruggero Rosso- Inquisidor Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
La mirada amante y tierna, que le daba Ruggero a su hermana, mientras le prometía volver enseguida, le hicieron entender a Giulia que no se debía prejuzgar a las personas, bueno en verdad nunca lo hacía, pero no sabía porque con Ruggero lo había hecho. Aun recordaba las palabras de su hermana cuando le recriminó que lo llamara asesino, haciéndole ver que aún dentro del circulo de esos seres que ella llamaba amigos, convivían individuos que eran verdaderos asesinos, fríos y sanguinarios. A pesar de ello, Chiara no estaba en contra de la organización.
Se acercó a la puerta entreabierta y miró hacia donde estaba Chiara, esa pareja se amaba, - él no es un descarado como su hermano – pensó, frunció el entrecejo, formándosele una pequeña arruga – ya me vengaré – se juró, ese hombre se las pagaría, todavía no se había encontrado con alguien de su talla y ella estaba segura de que por lo menos una pequeña lección le daría.
Salió de la habitación y lo esperó en las escaleras, él no se demoró, pronto lo siguió por sectores de la mansión que no conocía, hasta llegar a una hermosa sala, se notaba que era su lugar, su despacho. Giulia pensó por un momento en cuantos expedientes y secretos tendría Ruggero en ese estudio, - cuan beneficioso sería para la causa que ella apoyaba que se uniera a la Alianza – se dijo mientras cerraba la puerta tras de sí. Como el caballero que era esperó que se sentara y le acomodó la silla – gracias – dijo algo incomoda, no estaba acostumbrada a esas gentilezas de la alta sociedad.
Contempló el enorme ventanal que mostraba el jardín y el lugar predilecto de Chiara, - la vigila, sin que ella se dé cuenta - reflexionó – sabe que corren peligro pero no tiene claro desde donde vendrá el zarpazo – concluyó mientras su cuñado, se sentaba y le preguntó -¿De qué va, mi amada corre algún riesgo? -, se lo notaba algo nervioso, el gesto de entrelazar sus dedos demostraba que buscaba serenarse. Ella lo miró a los ojos, transmitiéndole toda la seriedad del asunto en su expresión,mientras le hablaba – Hace más de seis meses mi hermano, Girolamo Di Moncalieri, viajó a Italia, a los Estados Pontificios – cayó un segundo y siguió con su relato – seguramente estuvieron casi en el mismo sitio, solo que él, detesta la iglesia – sonrió maliciosa – pero eso no importa aquí, ¿verdad? -.
Dejó que si mirada huyera de aquel recinto y se posó en un pequeño pájaro que tomaba agua en un parterre de flores, suspiró, le costaría confiar en un ex inquisidor. Volvió su mirada a los ojos azules de Ruggero y continuó - La razón de su viaje además de ver los negocios de la familia y las propiedades con que cuenta, fue a buscar información – los ojos de Giulia se clavaban con insistencia y de forma escrutadora en los ajenos, aun no tenía toda la intimidad para contarle que la mujer de su hermano era una Cambia formas – la cuestión es que hace unos días llegó una carta de él dirigida a Chiara, esa fue la razón por la que hoy me presenté en su hogar. – Tal vez para su cuñado una trivialidad así no tendría sentido pero, viniendo de Girolamo, eso era algo muy particular y a tener en cuenta. -Tras lo ocurrido, decidí abrir la carta y leerla, pues es extraño que le escribiera solo a ella, salvo que su contenido fuera en extremo delicado, tuve miedo de que la noticia afectara aún más su delicada salud y por eso la leí – iba a seguir con su descripción pero decidió que lo mejor era entregársela y que él decidiera que debían hacer. Abrió su bolso, extrajo la misiva y se la extendió – es mejor que os la entregue y la leáis vos mismo, lo que decidáis, yo acataré y os ayudaré en lo que esté a mi alcance -. No dijo más, esperó a que Ruggero tomara la carta y cerrando su bolso se quedó con la vista fija en el papel mientras él leía.
Se acercó a la puerta entreabierta y miró hacia donde estaba Chiara, esa pareja se amaba, - él no es un descarado como su hermano – pensó, frunció el entrecejo, formándosele una pequeña arruga – ya me vengaré – se juró, ese hombre se las pagaría, todavía no se había encontrado con alguien de su talla y ella estaba segura de que por lo menos una pequeña lección le daría.
Salió de la habitación y lo esperó en las escaleras, él no se demoró, pronto lo siguió por sectores de la mansión que no conocía, hasta llegar a una hermosa sala, se notaba que era su lugar, su despacho. Giulia pensó por un momento en cuantos expedientes y secretos tendría Ruggero en ese estudio, - cuan beneficioso sería para la causa que ella apoyaba que se uniera a la Alianza – se dijo mientras cerraba la puerta tras de sí. Como el caballero que era esperó que se sentara y le acomodó la silla – gracias – dijo algo incomoda, no estaba acostumbrada a esas gentilezas de la alta sociedad.
Contempló el enorme ventanal que mostraba el jardín y el lugar predilecto de Chiara, - la vigila, sin que ella se dé cuenta - reflexionó – sabe que corren peligro pero no tiene claro desde donde vendrá el zarpazo – concluyó mientras su cuñado, se sentaba y le preguntó -¿De qué va, mi amada corre algún riesgo? -, se lo notaba algo nervioso, el gesto de entrelazar sus dedos demostraba que buscaba serenarse. Ella lo miró a los ojos, transmitiéndole toda la seriedad del asunto en su expresión,mientras le hablaba – Hace más de seis meses mi hermano, Girolamo Di Moncalieri, viajó a Italia, a los Estados Pontificios – cayó un segundo y siguió con su relato – seguramente estuvieron casi en el mismo sitio, solo que él, detesta la iglesia – sonrió maliciosa – pero eso no importa aquí, ¿verdad? -.
Dejó que si mirada huyera de aquel recinto y se posó en un pequeño pájaro que tomaba agua en un parterre de flores, suspiró, le costaría confiar en un ex inquisidor. Volvió su mirada a los ojos azules de Ruggero y continuó - La razón de su viaje además de ver los negocios de la familia y las propiedades con que cuenta, fue a buscar información – los ojos de Giulia se clavaban con insistencia y de forma escrutadora en los ajenos, aun no tenía toda la intimidad para contarle que la mujer de su hermano era una Cambia formas – la cuestión es que hace unos días llegó una carta de él dirigida a Chiara, esa fue la razón por la que hoy me presenté en su hogar. – Tal vez para su cuñado una trivialidad así no tendría sentido pero, viniendo de Girolamo, eso era algo muy particular y a tener en cuenta. -Tras lo ocurrido, decidí abrir la carta y leerla, pues es extraño que le escribiera solo a ella, salvo que su contenido fuera en extremo delicado, tuve miedo de que la noticia afectara aún más su delicada salud y por eso la leí – iba a seguir con su descripción pero decidió que lo mejor era entregársela y que él decidiera que debían hacer. Abrió su bolso, extrajo la misiva y se la extendió – es mejor que os la entregue y la leáis vos mismo, lo que decidáis, yo acataré y os ayudaré en lo que esté a mi alcance -. No dijo más, esperó a que Ruggero tomara la carta y cerrando su bolso se quedó con la vista fija en el papel mientras él leía.
Giulia Di Moncalieri- Cazador Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
Ruggero escucho con atención a su cuñada, mirándola a los ojos, con respeto y sin interrumpir todo lo que ella deseaba informarle. Tomo la carta con un gesto preocupado.
Querida Chiara:
Inicio de esa forma su lectura, en un principio nada altero al ex inquisidor. Y fue justo cuando en un susurro leyó - Killer Bee -, se detuvo y alejó la carta sin reparar en el estudio que podría Giulia hacer en la expresión de Ruggero. Volvió a mencionar el nombre de su querida discípula, la más mortal mujer que el admitía dentro de la orden inquisidora. Continuo la lectura.
Ruggero término su lectura, depósito la carta abierta en la mesa y se levantó, - gracias - dijo. - Debo de buscar a tu hermano - inicio su camino rodeando el escritorio y se paró frente a ella. - Dime, ¿qué sabes de esa mujer llamada Maryeva? - busco sus ojos, busco la verdad. - Te diré, Killer Bee fue mi discípula y si alguien la conoce en todas sus facetas y habilidades soy yo. No creo que exista dentro de la orden alguien con cimientos tan fuertes como ella sí busca a la Srta. Maryeva para matarla, debe de existir una única razón... Es una sobrenatural y la única opción para salvarla es...- Ruggero no aparto los ojos de ella, pero sin duda los ojos de el se entristecieron. - La muerte de Maryeva o Cammy - pensó pero no dijo nada aunque supo que Giulia lo había deducido. La pregunta que Ruggero se hizo fue, - ¿podría yo unirme en la cruzada que terminaría con la vida de mi querida Cammy? - Ruggero no estaba seguro, ni siquiera si Chiara se lo pedía.
Querida Chiara:
Inicio de esa forma su lectura, en un principio nada altero al ex inquisidor. Y fue justo cuando en un susurro leyó - Killer Bee -, se detuvo y alejó la carta sin reparar en el estudio que podría Giulia hacer en la expresión de Ruggero. Volvió a mencionar el nombre de su querida discípula, la más mortal mujer que el admitía dentro de la orden inquisidora. Continuo la lectura.
Ruggero término su lectura, depósito la carta abierta en la mesa y se levantó, - gracias - dijo. - Debo de buscar a tu hermano - inicio su camino rodeando el escritorio y se paró frente a ella. - Dime, ¿qué sabes de esa mujer llamada Maryeva? - busco sus ojos, busco la verdad. - Te diré, Killer Bee fue mi discípula y si alguien la conoce en todas sus facetas y habilidades soy yo. No creo que exista dentro de la orden alguien con cimientos tan fuertes como ella sí busca a la Srta. Maryeva para matarla, debe de existir una única razón... Es una sobrenatural y la única opción para salvarla es...- Ruggero no aparto los ojos de ella, pero sin duda los ojos de el se entristecieron. - La muerte de Maryeva o Cammy - pensó pero no dijo nada aunque supo que Giulia lo había deducido. La pregunta que Ruggero se hizo fue, - ¿podría yo unirme en la cruzada que terminaría con la vida de mi querida Cammy? - Ruggero no estaba seguro, ni siquiera si Chiara se lo pedía.
Ruggero Rosso- Inquisidor Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
Giulia, lo observó con el detenimiento crítico de la cazadora que era en realidad y supo apenas el primer movimiento en la lectura de la misiva que aquella había logrado preocupar a su cuñado, leyó los labios de él al pronunciar el nombre de la asesina, una sensación de intranquilidad y de disgusto se fue apoderando de ella – cuan segura estas de que él no tomará partido por esa mujer – se preguntó – en el fondo es un inquisidor y un perro nunca deja de serlo – se enfureció, pero contuvo sus sentimientos bajo una máscara de hielo.
Ruggero, le agradeció por entregarle la carta, de lo cual ella se arrepentía, lo vio levantarse y rodear el escritorio hasta pararse frente ella, no pudo disimular que eso la puso tensa, a la defensiva, más cuando le preguntó de la mujer de su hermano. Por sus nuevos contactos, por haber comenzado una relación más estrecha con ella sabía muchas cosas, pero no estaba segura si era buena idea contarle nada a ese hombre que, a la verdad era un completo desconocido. Lo miró a los ojos, mientras seguía escuchándolo, diciéndole lo genial asesina que era esa señorita Cammy, sus manos apoyadas en los costados del asiento apretaron la madera, sus uñas se clavaron en aquel material mientras sus ojos perforaban con desprecio a su cuñado.
Aquel hombre se quedó callado, y eso solo significaba que según él Maryeva estaba juzgada condenada y muerta, no había escapatoria, bajó la mirada a la carta que había quedado del otro lado del escritorio, suspiró con tristeza, ella sabía que las malditas luchas no acabarían hasta que seres como aquella mujer no cambiaran de opinión, si no comprendían que no se puede destruir a alguien solo por el hecho de ser diferente.
Se paró, le dio la espalda y se acercó a los libros, pasó sus delicados dedos por los lomos de aquellas ediciones de muy buena calidad, de genialidades y joyas de la literatura, descubrió algunos libros específicos de la caza de brujas y otras volúmenes que bien conocía, los miraba sin ver, pues en ese momento sus ojos veían a su hermano feliz con Maryeva, en su bella casa en el bosque cerca de la laguna, pensó en que ellos al igual que Chiara y Ruggero merecían ser felices.
Volvió su cuerpo y se apoyó en la biblioteca, levantó su vista y buscó la de su cuñado, tomó valor y comenzó a contar todo lo que sabía – Maryeva, proviene de las colonias españolas, ella vino buscando venganza, deseaba matar a todos los que como tu mataron a seres como ella. Esos que le arrebataron una vez la felicidad, le asesinaron a su prometido, y que por su tristeza también perdió a su hijo – tomo aire y prosiguió – al llegar aquí conoció a Girolamo y aunque al principio se odiaron, terminaron amándose, ella olvidó su ansias de venganza, para intentar vivir en paz - .
Volvió a caminar y terminó sentándose nuevamente en el sillón – ¿por qué la iglesia la persigue ahora? Por qué hizo lo que cualquiera hubiera hecho en su lugar – lo miró a los ojos y se sonrió maliciosa – seguramente descubrieron que antes de llegar a estas tierras, mato a todos los condenados inquisidores que asesinaron a su prometido – dirigió su vista nuevamente a las hojas de la carta – ¿acaso tu no lo habrías hecho si alguien hubiera matado a Chiara? – no lo miró, pero podía sentir el poder de esa mirada, se quedó en silencio un instante, luego se levantó, aun sin dirigirle la mirada se acercó hasta la puerta del despacho, se detuvo apoyando su mano en el marco de la puerta, - no sé cuál será la posición que usted decida tomar en esta lucha, pero recuerde que hoy por hoy, lo une aunque no quiera un lazo de familia con esa sobrenatural que con tanto desprecio se ha referido, pues en su vientre están creciendo los primos de sus hijos – sus ojos se arrasaron de lágrimas, ese secreto lo sabía desde hacía poco tiempo y ni a su hermano se lo había revelado – ¿acaso sus hijos tienen más derecho de disfrutar de su madre que aquellos a quienes la iglesia ya les quieren matar antes de nacer? –.
No esperó su respuesta, estaba cansada, deseaba irse, encontrar a Maryeva y arrastrarla hasta subirla a un barco rumbo a Inglaterra aunque esa cruzada la peleara ella sola, Cruzó la mansión, no se despidió de su hermana, llegó a la puerta de entrada y al abrirla pensó que todo lo dicho a su cuñado era la verdad, la dura realidad y que todo quedaría en sus manos, si él se decidía por la asesina, sería cómplice de la muerte de los pequeños que podrían haber jugado con sus hijos –¿crees acaso que eso le importe? – se dijo desilusionada.
Ruggero, le agradeció por entregarle la carta, de lo cual ella se arrepentía, lo vio levantarse y rodear el escritorio hasta pararse frente ella, no pudo disimular que eso la puso tensa, a la defensiva, más cuando le preguntó de la mujer de su hermano. Por sus nuevos contactos, por haber comenzado una relación más estrecha con ella sabía muchas cosas, pero no estaba segura si era buena idea contarle nada a ese hombre que, a la verdad era un completo desconocido. Lo miró a los ojos, mientras seguía escuchándolo, diciéndole lo genial asesina que era esa señorita Cammy, sus manos apoyadas en los costados del asiento apretaron la madera, sus uñas se clavaron en aquel material mientras sus ojos perforaban con desprecio a su cuñado.
Aquel hombre se quedó callado, y eso solo significaba que según él Maryeva estaba juzgada condenada y muerta, no había escapatoria, bajó la mirada a la carta que había quedado del otro lado del escritorio, suspiró con tristeza, ella sabía que las malditas luchas no acabarían hasta que seres como aquella mujer no cambiaran de opinión, si no comprendían que no se puede destruir a alguien solo por el hecho de ser diferente.
Se paró, le dio la espalda y se acercó a los libros, pasó sus delicados dedos por los lomos de aquellas ediciones de muy buena calidad, de genialidades y joyas de la literatura, descubrió algunos libros específicos de la caza de brujas y otras volúmenes que bien conocía, los miraba sin ver, pues en ese momento sus ojos veían a su hermano feliz con Maryeva, en su bella casa en el bosque cerca de la laguna, pensó en que ellos al igual que Chiara y Ruggero merecían ser felices.
Volvió su cuerpo y se apoyó en la biblioteca, levantó su vista y buscó la de su cuñado, tomó valor y comenzó a contar todo lo que sabía – Maryeva, proviene de las colonias españolas, ella vino buscando venganza, deseaba matar a todos los que como tu mataron a seres como ella. Esos que le arrebataron una vez la felicidad, le asesinaron a su prometido, y que por su tristeza también perdió a su hijo – tomo aire y prosiguió – al llegar aquí conoció a Girolamo y aunque al principio se odiaron, terminaron amándose, ella olvidó su ansias de venganza, para intentar vivir en paz - .
Volvió a caminar y terminó sentándose nuevamente en el sillón – ¿por qué la iglesia la persigue ahora? Por qué hizo lo que cualquiera hubiera hecho en su lugar – lo miró a los ojos y se sonrió maliciosa – seguramente descubrieron que antes de llegar a estas tierras, mato a todos los condenados inquisidores que asesinaron a su prometido – dirigió su vista nuevamente a las hojas de la carta – ¿acaso tu no lo habrías hecho si alguien hubiera matado a Chiara? – no lo miró, pero podía sentir el poder de esa mirada, se quedó en silencio un instante, luego se levantó, aun sin dirigirle la mirada se acercó hasta la puerta del despacho, se detuvo apoyando su mano en el marco de la puerta, - no sé cuál será la posición que usted decida tomar en esta lucha, pero recuerde que hoy por hoy, lo une aunque no quiera un lazo de familia con esa sobrenatural que con tanto desprecio se ha referido, pues en su vientre están creciendo los primos de sus hijos – sus ojos se arrasaron de lágrimas, ese secreto lo sabía desde hacía poco tiempo y ni a su hermano se lo había revelado – ¿acaso sus hijos tienen más derecho de disfrutar de su madre que aquellos a quienes la iglesia ya les quieren matar antes de nacer? –.
No esperó su respuesta, estaba cansada, deseaba irse, encontrar a Maryeva y arrastrarla hasta subirla a un barco rumbo a Inglaterra aunque esa cruzada la peleara ella sola, Cruzó la mansión, no se despidió de su hermana, llegó a la puerta de entrada y al abrirla pensó que todo lo dicho a su cuñado era la verdad, la dura realidad y que todo quedaría en sus manos, si él se decidía por la asesina, sería cómplice de la muerte de los pequeños que podrían haber jugado con sus hijos –¿crees acaso que eso le importe? – se dijo desilusionada.
Giulia Di Moncalieri- Cazador Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
- HAHAHAHAHAHAHA - me eché a reír cuando la guapa cuñada abandonó la sala, me partía de risa mientras que Ruggero reaccionaba y me dirigía una mirada, el tío aún estaba en shock, y no era para menos.
- Vaya, en que encrucijada estás hermano me eché otra risotada y es que, ¿acaso habrá pensado que me iría así sin más, sin despedirme o hacer otra fechoría?[/color] - menudo idiota si así lo había creído. Había escuchado absolutamente todo, para cuando ellos habían llegado yo ya me encontraba, lo único que tuve que hacer fue esconderme, pero ya no más.
- Dios amaré a esta familia, que drama me ahorraré el teatro con vosotros - Ruggero ya estaba cabreado y me miraba con ira, descargando su ¿impotencia? Sobre su carismático hermano.
- ¿Por qué sigues aquí y no me llaméis hermano? - dijo lo que me pareció algo inocente, no, más bien estúpido.
- Sois mi hermano te guste o no, por nuestras venas corre la misma sangre. Además no descargues tu enojo en mi, ambos sabemos que tienes que desahogarte con alguien sólo que no lo hagas conmigo ya demasiados golpes en mi rostro recibí luego entonces no podrás utilizar mi rostro para beneficios que en este momento no se te ocurren - le dije mientras caminaba hacía el escritorio y cogía la carta.
- Dime Ruggero, ¿serás capaz de dejar que tus hijos jueguen con los monstritos bastardos de tu cuñado? - reír con calma, sin dejarme llevar por la locura, las expresiones de confusión de mi hermano eran divertidas, la ironía por fin había tocado a su puerta, el perro tendría que convivir con el gato si quiere continuar su relación con la perr... bueno esa expresión no se escucha nada bien mi cuñada no es nada de eso.
Normalmente me encantaba ser el protagonista en las escenas dramáticas pero y a pesar de que con lo revelado por la cuñada de mi hermano que me prendía opacaba todo lo que había hecho, aceptaba que era lo mejor que pudo suceder esa tarde. ¿Por qué no se dio antes? Me hubiera ahorrado los golpes, ha.
- Dios quiero estar presente para cuando se enteré mi cuñada, oh, ya sé iré a contárselo - dije arrojando la carta al escritorio y dirigiéndome a la salida.
- No lo harás - me ordenó sujetándome de la chaqueta, estaba totalmente turbado, claramente la noticia había sido superior a su capacidad de aceptación y por un instante sentí lastima por él, ¿en serio? No, ni de coña.
- Como quieras, pero habladme de Killer Bee me parece que ella es la discordia en todo este asunto -
- Vaya, en que encrucijada estás hermano me eché otra risotada y es que, ¿acaso habrá pensado que me iría así sin más, sin despedirme o hacer otra fechoría?[/color] - menudo idiota si así lo había creído. Había escuchado absolutamente todo, para cuando ellos habían llegado yo ya me encontraba, lo único que tuve que hacer fue esconderme, pero ya no más.
- Dios amaré a esta familia, que drama me ahorraré el teatro con vosotros - Ruggero ya estaba cabreado y me miraba con ira, descargando su ¿impotencia? Sobre su carismático hermano.
- ¿Por qué sigues aquí y no me llaméis hermano? - dijo lo que me pareció algo inocente, no, más bien estúpido.
- Sois mi hermano te guste o no, por nuestras venas corre la misma sangre. Además no descargues tu enojo en mi, ambos sabemos que tienes que desahogarte con alguien sólo que no lo hagas conmigo ya demasiados golpes en mi rostro recibí luego entonces no podrás utilizar mi rostro para beneficios que en este momento no se te ocurren - le dije mientras caminaba hacía el escritorio y cogía la carta.
- Dime Ruggero, ¿serás capaz de dejar que tus hijos jueguen con los monstritos bastardos de tu cuñado? - reír con calma, sin dejarme llevar por la locura, las expresiones de confusión de mi hermano eran divertidas, la ironía por fin había tocado a su puerta, el perro tendría que convivir con el gato si quiere continuar su relación con la perr... bueno esa expresión no se escucha nada bien mi cuñada no es nada de eso.
Normalmente me encantaba ser el protagonista en las escenas dramáticas pero y a pesar de que con lo revelado por la cuñada de mi hermano que me prendía opacaba todo lo que había hecho, aceptaba que era lo mejor que pudo suceder esa tarde. ¿Por qué no se dio antes? Me hubiera ahorrado los golpes, ha.
- Dios quiero estar presente para cuando se enteré mi cuñada, oh, ya sé iré a contárselo - dije arrojando la carta al escritorio y dirigiéndome a la salida.
- No lo harás - me ordenó sujetándome de la chaqueta, estaba totalmente turbado, claramente la noticia había sido superior a su capacidad de aceptación y por un instante sentí lastima por él, ¿en serio? No, ni de coña.
- Como quieras, pero habladme de Killer Bee me parece que ella es la discordia en todo este asunto -
Nicolei Santillán- Cazador Clase Alta
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Re: Una inesperada visita, los dos Rosso [Privado]
Hacía más de media hora que su esposo y su hermana habían salido de la habitación y ella se entretenía con la charla amena y la exquisita compañía que le brindaba su amiga Crystall. Luego de devolverle la botella, volvió a preguntarle – dime, ¿cómo te enteraste que no estaba bien? – sonrió al recordar que ella era una bruja y que sus poderes podían ser los responsables de que se hubiera enterado, - muchísimas gracias, ya me siento mucho mejor, el dolor ya no molesta y estoy más calmada – sonrió a su amiga, - claro también te tengo aquí y Ruggero anda por la casa – se ruborizo por un instante – pensarás que soy una tonta, pero siento que si él está cerca nada malo me puede pasar -, agachó la cabeza mientras contemplaba sus manos y el vientre abultado, cerró los ojos y tiró la cabeza hacia atrás apoyándola en las almohadas que le habían acomodado para que estuviera más cómoda, - Tuve tanto miedo de que el bebé me abandonara – dijo con la voz en un hilo, la angustia contenida se desbordó en las lágrimas que se escaparon de los ojos mojando sus mejillas.
Se los secó con un pequeño pañuelito bordado, que llevaba en el escote del vestido, luego de suspirar y tomar aire, giró su cabeza para enfrentar la mirada de su amiga. Le contó despacio y calmado todo lo vivido en esas horas, cuando terminó dejo que su vista recorriera la habitación antes de seguir hablando – Crystall, ¿alguna vez te pasó, que no pudiste reconocer a tu marido? – Clavó sus ojos en los ajenos, - ¿alguna vez sentiste que te habías equivocado en darle tu corazón? ¿Que no era ese ser bueno y honesto del que te habías enamorado? – bajó nuevamente su mirada a sus manos, al anillo que Ruggero le había regalado, - pues yo hoy no pude darme cuenta que el hombre que decía esas frases horrendas, no era mi marido – se reprochó, - lo juzgué y condené, sin siquiera pensar que era extraño la forma en que se vestía, caminaba, o me miraba – suspiró mientras cerraba los ojos – de pronto se había convertido en un completo extraño, el ser que cada noche me abraza y me acaricia hasta que me quedo dormida en sus brazos, aquel que fue capaz de dejarlo todo por mí, por nuestro hijo se había esfumado y yo no fui capaz de entender que no estaba allí porque simplemente no era él. – Las lágrimas seguían fluyendo sin cesar. – ¿Qué clase de mujer soy que no reconoce a su esposo? – Se reprochó - ¿crees que soy una buena esposa?- Deseaba tanto que su amiga le dijera en que se había equivocado y que debía hacer para convertirse en una mujer ejemplar.
Chiara miró el reloj que en la repisa mostraba las horas que pasaban una detrás de la otra, Estela les había traído té, lo tomaron, mientras seguían charlando, tratando de tocar temas que la hicieran reír y distenderse, se dio cuenta que eran más del medio día y que seguramente Crystall debía encontrarse con Dereck. – Querida amiga, ¿puedo pedirte un favor? ¿Podrías buscar a Ruggero? Es que estoy algo inquieta, deseo saber qué era eso tan importante que Giulia debía hablar con él – el ceño se le frunció, algo no andaba bien y ella era una persona muy intuitiva, se daba cuenta que un problema se asomaba en el horizonte y que Girolamo estaba en él.
Había terminado de pedirle eso a su amiga cuando un sueño se fue apoderando de ella, de seguro en el té que le sirviera Estela habrían puesto alguna sustancia, para que se relajara y pudiera descansar, mal no le vendría ya que aunque no lo quisiera, las tenciones habían hecho estragos en su cuerpo. Solo se avergonzaba de quedarse dormida, estando todavía Crystall con ella, pero sabía que su amiga no se enojaría ya que se habían vuelto muy íntimas, casi como hermanas, o diría aún más que hermanas teniendo en cuenta que la relación con Giulia era bastante inestable. Crystall le estaba contando algo, cuando los ojos se le fueron cerrando y quedó plácidamente dormida con una expresión de paz y serenidad. Pronto cayó en un sueño en el que Ruggero y Girolamo debía tomar decisiones muy importantes que afectarían a la familia, tuvo miedo, pero su esposo le decía que todo saldría bien, y como si fuera un ensalmo la tranquilidad invadió su alma.
Se los secó con un pequeño pañuelito bordado, que llevaba en el escote del vestido, luego de suspirar y tomar aire, giró su cabeza para enfrentar la mirada de su amiga. Le contó despacio y calmado todo lo vivido en esas horas, cuando terminó dejo que su vista recorriera la habitación antes de seguir hablando – Crystall, ¿alguna vez te pasó, que no pudiste reconocer a tu marido? – Clavó sus ojos en los ajenos, - ¿alguna vez sentiste que te habías equivocado en darle tu corazón? ¿Que no era ese ser bueno y honesto del que te habías enamorado? – bajó nuevamente su mirada a sus manos, al anillo que Ruggero le había regalado, - pues yo hoy no pude darme cuenta que el hombre que decía esas frases horrendas, no era mi marido – se reprochó, - lo juzgué y condené, sin siquiera pensar que era extraño la forma en que se vestía, caminaba, o me miraba – suspiró mientras cerraba los ojos – de pronto se había convertido en un completo extraño, el ser que cada noche me abraza y me acaricia hasta que me quedo dormida en sus brazos, aquel que fue capaz de dejarlo todo por mí, por nuestro hijo se había esfumado y yo no fui capaz de entender que no estaba allí porque simplemente no era él. – Las lágrimas seguían fluyendo sin cesar. – ¿Qué clase de mujer soy que no reconoce a su esposo? – Se reprochó - ¿crees que soy una buena esposa?- Deseaba tanto que su amiga le dijera en que se había equivocado y que debía hacer para convertirse en una mujer ejemplar.
Chiara miró el reloj que en la repisa mostraba las horas que pasaban una detrás de la otra, Estela les había traído té, lo tomaron, mientras seguían charlando, tratando de tocar temas que la hicieran reír y distenderse, se dio cuenta que eran más del medio día y que seguramente Crystall debía encontrarse con Dereck. – Querida amiga, ¿puedo pedirte un favor? ¿Podrías buscar a Ruggero? Es que estoy algo inquieta, deseo saber qué era eso tan importante que Giulia debía hablar con él – el ceño se le frunció, algo no andaba bien y ella era una persona muy intuitiva, se daba cuenta que un problema se asomaba en el horizonte y que Girolamo estaba en él.
Había terminado de pedirle eso a su amiga cuando un sueño se fue apoderando de ella, de seguro en el té que le sirviera Estela habrían puesto alguna sustancia, para que se relajara y pudiera descansar, mal no le vendría ya que aunque no lo quisiera, las tenciones habían hecho estragos en su cuerpo. Solo se avergonzaba de quedarse dormida, estando todavía Crystall con ella, pero sabía que su amiga no se enojaría ya que se habían vuelto muy íntimas, casi como hermanas, o diría aún más que hermanas teniendo en cuenta que la relación con Giulia era bastante inestable. Crystall le estaba contando algo, cuando los ojos se le fueron cerrando y quedó plácidamente dormida con una expresión de paz y serenidad. Pronto cayó en un sueño en el que Ruggero y Girolamo debía tomar decisiones muy importantes que afectarían a la familia, tuvo miedo, pero su esposo le decía que todo saldría bien, y como si fuera un ensalmo la tranquilidad invadió su alma.
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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