Aventura inesperada - Privado

por **Claudine Millet - Doga** Sáb Jul 11, 2015 6:24 pm

Unas tres veces por semana, Mely, solía salir de paseo con una doncella, una institutriz que su padre había buscado para cuidarla, pues Estela no podía dejar todas las actividades que le correspondían, solo para acompañar a la niña a la plaza o algún parque cercano. A pesar de ello, eran pocas las veces que al final cumplían con la rutina de salir, ya que su padre temía que algo malo le pasara.

Aquella mañana, la pequeña se había encaprichado en salir y como su padre se encontraba en una misión que seguramente lo tendría alejado por un par de días. Había decidido ir a explorar un poco la ciudad. Por eso, acompañada de Clemence, una joven francesa que cumplía las funciones de doncella, se dirigieron a la Plaza Tertre, para luego terminar el recorrido en una de las tiendas en que la joven, debía comprar un encargo para Estela.

Mely estaba aburrida de tanto esperar a la joven y decidió observar los deferentes escaparates de las tiendas cercanas, - no me alejaré más que unos cuantos pasos – se dijo para sí misma. Pero pronto su entusiasmo, la variedad de colores y objetos, hizo que pronto se perdiera. Un poco asustada, volvió a la tienda en donde había quedado su acompañante. Pero ésta ya no se encontraba. Con la mirada cargada de angustia y comprendiendo que de no encontrarla, no podría volver a su casa, su papá se enojaría y de seguro echarían a su única amiga, se puso a llorar, pues al fin y al cabo, solo era una pequeña niña.

por **Hannah White** Sáb Jul 11, 2015 11:17 pm

Ese día salió con su padre, lo que en sí era una novedad. Mas aún fue cuando en el carruaje su papá le hablaba con cariño, sin fingir. Era como si tratara de conquistar el corazón de su hija. Posiblemente se había dado cuenta del error en su abandono y quería remediar las cosas. Como fuera, Thierry estaba allí con ella y eso le estaba gustando. Vivianè creyó realmente que no extrañaría al papá de antaño, ya no. Pero ahora veía lo equivocaba que estaba. Seguía amando a su padre, y sí éste no le estaba engañando, también a ella. Llegaron a la Plaza Tertre, tomándole de la mano caminaron por toda la plaza, a veces se soltaba y se echaba a correr y Thierry iba detrás de ella, la alcanzaba y la cargaba arrojándola al aire y abrazándola después, antes de bajarla le besaba la mejilla y le decía que la amaba, Vivianè reía y rodeaba con sus bracitos el cuello de su padre respondiéndole que ella a él también.

Se sentaron en una banca instalada en la acera frente a la plaza. Thierry sacó un cuaderno y empezó a escribir, a trabajar. Vivianè no se molestó, tenía un globo que su padre le había comprado y se dedicó a contemplarlo, era rojo y flotaba sin problema alguno. Lo soltó en varias ocasiones sosteniendo la cuerda antes de que subiera tanto que no lograra alcanzarlo. En una ocasión estuvo por perderlo, se subió a la banca y saltó alcanzando el cordón, su padre rió y ella se volteó a mirarlo para reír en su compañía. Pero entonces no muy lejos de ella vio a una niña perdida, sabía que estaba perdida porque movía su cabeza de un lado a otro y lo aseguró cuando empezó a llorar. —Papá regreso en un momento, voy a ir con esa niña de allá—dijo y su padre la dejó ir, conocía a Vivianè, si él se iba ella tomaría un coche para que la llevara a casa.

Vivianè corrió de prisa y se detuvo frente a la niña. —Hola pequeña—le sonrió inclinando su cabeza a la izquierda, hablándole como si ya fuera una mujer adulta y no lo que realmente era, una niña de ocho años—, ¿estás perdida verdad?, tranquilízate yo te voy ayudar. Mi nombre es Vivianè y soy una rescatadora—soltó una pequeña risa, de esas que nunca había tenido, una risa de niña jugando—. ¿Te gustan los globos?—preguntó—, ten, te regalo el mío—dijo y le extendió la mano que sostenía el globo para que ella lo tomara.

por **Claudine Millet - Doga** Lun Jul 27, 2015 9:00 am

Mely, dejó de llorar en cuanto aquella niña se acercó y le habló como si fuera una mujer mayor. –¿Una rescatadora? – repitió. Sus ojos parpadearon de asombro y aunque aún estaban cuajados de lágrimas, sonrió ante aquellas palabras y el regalo que le diera, aquella niña. Esperó paciente a que le atara el cordón del globo alrededor de su muñeca. Aquel objeto que volaba y resplandecía ante los rayos del sol, le asombraba. Hubiera querido correr y mostrárselo a su madre, como cuando en Escocia descubrieron a plumitas y con Ruggero, corrieron a contárselo. Un dejo de tristeza nubló su mirada. Pues de una forma u otra, todo lo que amaba, todas las personas que la amaban, terminaban desapareciendo.

-Gracias – dijo con su mirada aún cargada de tristeza, - es muy bonito, ¿no tienes miedo de que se escape? – Suspiró con tristeza, - es que al final todos se van… – era una reflexión más para ella que para Vivianè, la niña que solo intentaba hacerla sentir mejor. Sus mejillas se sonrosaron al percatarse de que no se había presentado. Tomó con ambas manos el cordón, aferrándolo fuerte, para que no se volara, - mi nombre es Mely… bueno, así me llamaba mi mamá… cuando papá se enoja me llama Melanie – bajó la mirada, - pero hace muchos días que ni siquiera tiene un momento para reprenderme - . De pronto se había dado cuenta que su padre, ya no era el mismo, no llegaba a casa con la urgencia de verla y darle cariño. No, ahora cuando llegaba, se encerraba en su despacho y no salía, sino cuando el sol despuntaba, solo para bañarse y volver a salir, a veces, sin siquiera saludarla. Pero eso era un problema que no podía decirle a nadie y menos a una niña que recién conocía, aunque le hubiera agradado desde el momento en que se acercó.

-¿Estás con tu mamá?- le preguntó, mientras pensaba en lo hermoso que sería que su padre tuviera tiempo para ella. Hizo un gran esfuerzo para sacar aquellos pensamientos de su cabeza y sonreír, - mi mamá, solía llevarme a la plaza… pero ya no… puede – su frase quedó trunca, porque en su cabeza, en su corazón, no entendía porque su madre la había dejado.

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