AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La aventura nos acompaña [Privado]
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La aventura nos acompaña [Privado]
Vuelven año tras año y a veces se convierten en amigos
Alice Munro
La situación para el gitano iba de mal en peor, todo gracias a la presencia de Loreena, la joven hechicera que apareciera de improviso en su hogar y le tratara como un juguete. Aquella bruja llegaba hasta él con la intensidad de un huracán, simplemente para poner la vida de Rylan de cabeza, literalmente. Siendo cargado cual costal de papas por los espíritus acompañantes de la bruja, el gitano no paraba de pensar en lo que había hecho para merecer todo eso. Si bien la bruja aquella no paraba de darle sus motivos para tratarlo de esa forma, para Rylan las cosas no eran suficientemente claras o al menos no del todo.
– ¿Falta mucho para llegar? – cuestionó de manera tranquila – Al menos deberías dejarme caminar, puedo seguirte perfectamente a pie– Llevaba siendo cargado demasiado tiempo para su gusto – No voy a escaparme así que diles a tus fantasmas que me bajen de una buena vez – Había tratado de escapar de ella cuando salieron de su tienda pero lo único que consiguió fue cansarse, así que para ese momento ya se había hecho a la idea de ir a la aventura que ella tuviese planeada.
Loreena no era precisamente la mejor compañía que pudiera tenerse, menos cuando Rylan aún no era capaz de entablar relaciones de amistad lo suficientemente decentes, aún así, agradecía a la bruja su compañía en aquellos momentos. Para el gitano las amistades eran algo que se daba muy ocasionalmente y pese a que se llevaran como un perro y un gato, Loreena era su amiga; una bastante peculiar y quizás demasiado loca, pero al fin y al cabo su amiga. La razón de que se llevaran tan mal no eran realmente aquellas que ellos profesaban, simplemente parecía ser que su relación era complicada y que a ambos les agradaba la manera tan diferente en que se llevaban, aun cuando ninguno lo aceptara de manera directa.
– Entonces… ¿Si vamos a los bosques?, ¿Qué se supone que haremos ahí? – habló al ver como comenzaba a rodearles la naturaleza. No tener idea de que planeaba aquella bruja era de hecho lo peor, de saberlo, Rylan podría estar de cierta manera tranquilo. Claro que el gitano no sabía que las aventuras con Loreena eran realmente en su mayoría, viajes llenos de sorpresas y sucesos fuera de lo común – ¿Podrías responderme de una maldita vez? Me molesta que me saques de mi carpa y me arrastres a donde te da tu gana sin decirme nada – reclamó molesto. Le parecía una injusticia que ella no se dignara a dirigirle la palabra a él, pero si fuera hablando plácidamente con sus fantasmas.
Alice Munro
La situación para el gitano iba de mal en peor, todo gracias a la presencia de Loreena, la joven hechicera que apareciera de improviso en su hogar y le tratara como un juguete. Aquella bruja llegaba hasta él con la intensidad de un huracán, simplemente para poner la vida de Rylan de cabeza, literalmente. Siendo cargado cual costal de papas por los espíritus acompañantes de la bruja, el gitano no paraba de pensar en lo que había hecho para merecer todo eso. Si bien la bruja aquella no paraba de darle sus motivos para tratarlo de esa forma, para Rylan las cosas no eran suficientemente claras o al menos no del todo.
– ¿Falta mucho para llegar? – cuestionó de manera tranquila – Al menos deberías dejarme caminar, puedo seguirte perfectamente a pie– Llevaba siendo cargado demasiado tiempo para su gusto – No voy a escaparme así que diles a tus fantasmas que me bajen de una buena vez – Había tratado de escapar de ella cuando salieron de su tienda pero lo único que consiguió fue cansarse, así que para ese momento ya se había hecho a la idea de ir a la aventura que ella tuviese planeada.
Loreena no era precisamente la mejor compañía que pudiera tenerse, menos cuando Rylan aún no era capaz de entablar relaciones de amistad lo suficientemente decentes, aún así, agradecía a la bruja su compañía en aquellos momentos. Para el gitano las amistades eran algo que se daba muy ocasionalmente y pese a que se llevaran como un perro y un gato, Loreena era su amiga; una bastante peculiar y quizás demasiado loca, pero al fin y al cabo su amiga. La razón de que se llevaran tan mal no eran realmente aquellas que ellos profesaban, simplemente parecía ser que su relación era complicada y que a ambos les agradaba la manera tan diferente en que se llevaban, aun cuando ninguno lo aceptara de manera directa.
– Entonces… ¿Si vamos a los bosques?, ¿Qué se supone que haremos ahí? – habló al ver como comenzaba a rodearles la naturaleza. No tener idea de que planeaba aquella bruja era de hecho lo peor, de saberlo, Rylan podría estar de cierta manera tranquilo. Claro que el gitano no sabía que las aventuras con Loreena eran realmente en su mayoría, viajes llenos de sorpresas y sucesos fuera de lo común – ¿Podrías responderme de una maldita vez? Me molesta que me saques de mi carpa y me arrastres a donde te da tu gana sin decirme nada – reclamó molesto. Le parecía una injusticia que ella no se dignara a dirigirle la palabra a él, pero si fuera hablando plácidamente con sus fantasmas.
Rylan Cerny- Gitano
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Fecha de inscripción : 19/04/2014
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Re: La aventura nos acompaña [Privado]
Loreena podía resultar ser la criatura más fastidiosa sobre la faz de la tierra cuando se lo proponía. No tenía vergüenza, ni límites para hacer sus travesuras; tampoco le importaba arrastrar a cualquiera a sus problemas; ella siempre le encontraba el lado positivo (y divertido) a todo. También, como era de esperarse, le encantaba sacar de quicio a otros y mientras más se enojaban, más bromas les hacía. Rylan no era la excepción, el mal genio del gitano era un blanco fácil para la hechicera, quien se empeñaba en hacerle la vida casi imposible a diario. Le causaba gracia ver como él perdía los estribos con facilidad por los comentarios sin sentido que solía hacer, y también, como se resignaba ante las inevitables bromas de la muchacha.
Aquel día sus objetivos cambiaron, no tenía pensado ir a dar un paseo por el bosque. Aunque, Loreena rara vez pensaba coherentemente lo que iba a hacer; solía dejarse llevar por su instinto y no tomaba en cuenta las consecuencias, se tomaba las cosas con demasiado humor. No valían los sermones de su abuelo y del mismo Vladmiri, y de nadie. Simplemente ordenó a sus fantasmas que cargaran con Rylan y avanzaron en dirección al bosque. No tenía idea de qué harían ahí, pero de seguro, algo se le ocurriría en el trayecto.
—Ya deja de quejarte, vieja lavandera. Vamos al bosque y el bosque es muy grande... o sea —dijo, entornando los ojos por las quejas del joven—. Y no sé qué haremos, lo que venga, lo que sea, no importa. La idea principal es entretenerse, ¿no? Así que deja de chillar.
Continuó avanzando sin ninguna intención de detenerse, no todavia, pues necesitaba una verdadera excusa para hacerlo, o al menos algo que llamara poderosamente su atención. Los espíritus la siguieron en silencio, pese a las quejas del gitano, no dijeron ni una sola palabra; estaban bajo las ordenes de Loreena y hasta que ella no les indicara qué hacer, sólo seguirían el largo trecho rodeado de abundante vegetación. Sólo se detuvo cuando creyó que ya había pasado tiempo suficiente.
—¡Momento! —Exclamó al pararse en seco—. Bueno, señores... ya pueden bajar a la vieja lavandera, quise decir, Rylan. —Ordenó a los espectros haciéndoles un ademán con la diestra, a lo que éstos respondieron, dejando caer sin ningún cuidado al muchacho—. Uh, eso debió doler. Que digo, chicos eso no se hace. Dije que lo soltaran, no que lo dejaran caer como un saco de papas.
Quiso hacer creer que de verdad estaba "regañando" a los seres abismales, pero sólo hacía el intento de no reír al ver a Rylan tirado en el suelo. Sólo se aclaró la garganta y antes que él empezara a gruñir, buscó alguna excusa para que olvidara que los espíritus lo dejaron caer a propósito. Y aunque Loreena los miró de mala manera, éstos continuaron riendo.
—Que brutos, aún tienen los modales arcaicos. Empiezo a pensar, sí, yo pienso, que ustedes no son de la Galia, sino de las cavernas, así como Rylan —observó al gitano y esbozó una sonrisa ladina—. Ah, no me digas, ¿te crees serpiente? —Rió entre los dientes con evidente sorna—. Ya, vamos... Conozco un sitio que quizás te guste.
Aquel día sus objetivos cambiaron, no tenía pensado ir a dar un paseo por el bosque. Aunque, Loreena rara vez pensaba coherentemente lo que iba a hacer; solía dejarse llevar por su instinto y no tomaba en cuenta las consecuencias, se tomaba las cosas con demasiado humor. No valían los sermones de su abuelo y del mismo Vladmiri, y de nadie. Simplemente ordenó a sus fantasmas que cargaran con Rylan y avanzaron en dirección al bosque. No tenía idea de qué harían ahí, pero de seguro, algo se le ocurriría en el trayecto.
—Ya deja de quejarte, vieja lavandera. Vamos al bosque y el bosque es muy grande... o sea —dijo, entornando los ojos por las quejas del joven—. Y no sé qué haremos, lo que venga, lo que sea, no importa. La idea principal es entretenerse, ¿no? Así que deja de chillar.
Continuó avanzando sin ninguna intención de detenerse, no todavia, pues necesitaba una verdadera excusa para hacerlo, o al menos algo que llamara poderosamente su atención. Los espíritus la siguieron en silencio, pese a las quejas del gitano, no dijeron ni una sola palabra; estaban bajo las ordenes de Loreena y hasta que ella no les indicara qué hacer, sólo seguirían el largo trecho rodeado de abundante vegetación. Sólo se detuvo cuando creyó que ya había pasado tiempo suficiente.
—¡Momento! —Exclamó al pararse en seco—. Bueno, señores... ya pueden bajar a la vieja lavandera, quise decir, Rylan. —Ordenó a los espectros haciéndoles un ademán con la diestra, a lo que éstos respondieron, dejando caer sin ningún cuidado al muchacho—. Uh, eso debió doler. Que digo, chicos eso no se hace. Dije que lo soltaran, no que lo dejaran caer como un saco de papas.
Quiso hacer creer que de verdad estaba "regañando" a los seres abismales, pero sólo hacía el intento de no reír al ver a Rylan tirado en el suelo. Sólo se aclaró la garganta y antes que él empezara a gruñir, buscó alguna excusa para que olvidara que los espíritus lo dejaron caer a propósito. Y aunque Loreena los miró de mala manera, éstos continuaron riendo.
—Que brutos, aún tienen los modales arcaicos. Empiezo a pensar, sí, yo pienso, que ustedes no son de la Galia, sino de las cavernas, así como Rylan —observó al gitano y esbozó una sonrisa ladina—. Ah, no me digas, ¿te crees serpiente? —Rió entre los dientes con evidente sorna—. Ya, vamos... Conozco un sitio que quizás te guste.
Loreena Mckennitt- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/06/2013
Localización : Por aquí, por allá... Por ajullá.
Re: La aventura nos acompaña [Privado]
Arrastrado a voluntad de Loreena y sin saber que era lo que le deparaba aquel viaje, Rylan no podía hacer nada más que cuestionar las acciones de la bruja, esperando que sus preguntas recibieran al menos la mínima respuesta de parte de aquella muchacha de cabellos rojizos que ese día (y todos en los que se aparecía frente al gitano) llevaba la batuta respecto a actividades.
– Estoy harto de que tus fantasmas me lleven, puedo caminar solo y por eso es que estoy quejándome – se removió en el aire, logrando como siempre que nada sucediera. Sabía él que aquellos espectros acompañantes eran muy importantes para la bruja y aunque respetaba ese hecho, no podía evitar no odiarlos la mayor parte del tiempo – ¿No sabes que haremos? ¿Entonces para que me trajiste? – Las preguntas sonaron más a ofensa que a sincera curiosidad y es que para el gitano lo primordial que debía hacerse cada día era conseguir comida y agua, además de unas cuantas monedas, ganadas de la manera más justa posible; las diversiones, los juegos y las perdidas de tiempo innecesarias eran algo que para él no existían.
Rylan había vivido demasiado tiempo en soledad como para saber que el tiempo apremiaba cuando debías encontrar todo lo necesario para sobrevivir, algo que evidentemente Loreena no comprendía. A diferencia del gitano ella siempre usaba ropas que delataban su clase, una que definitivamente no iba acorde con la del simple gitano sin hogar que era él; aún pese a eso y las miradas de extrañeza que las personas a su alrededor solían lanzarles, ella pasaba el tiempo a su lado, con todo y que ese tiempo solo lo dedicasen a pelear de esa manera tan peculiar en que solían hacerlo.
Aceptando el hecho de que recorrería el resto del camino cargado por los fantasmas, Rylan terminó por rendirse. El gitano ya se dejaba llevar como quien tomaba simplemente un descanso, siendo el momento donde finalmente confiaba en los espíritus cuando la bruja pronuncio las palabras que él tanto espero y que en esos segundos eran las más inapropiadas.
– ¡ESPEREN UN SEGUND… – aquel grito no acabó de salir de sus labios, pues su cuerpo cayó al suelo de una manera tan estrepitosa que incluso se quedo sin aire durante algunos segundos, lanzando una mirada molesta a la bruja ya que era lo único que podía hacer.
– Eres una… – susurró con lo que pudo de aire, sabiendo que aquello del regaño era meramente una actuación de parte de la bruja, ella disfrutaba de hacerle maldades como aquella y la verdad es que la hechicera no podía negarlo. Rylan permaneció en el suelo durante algunos minutos, tratando de recuperar el aire y olvidar el dolor que caer le ocasionó, al igual que trataba de omitir la mala intención de Loreena que sabía no le ayudaría para nada si es que debía permanecer toda la tarde a su lado – Nada de serpiente y de las cavernas serás tu, bruja loca – comentó mientras que se ponía de pie y observaba fijamente a la bruja – no estarás pensando en matarme ¿verdad? – preguntó mientras que se acercaba más a ella, dispuesto a seguirla a donde quiera que lo guiara, total, no tenía escapatoria y nada más que hacer.
– Estoy harto de que tus fantasmas me lleven, puedo caminar solo y por eso es que estoy quejándome – se removió en el aire, logrando como siempre que nada sucediera. Sabía él que aquellos espectros acompañantes eran muy importantes para la bruja y aunque respetaba ese hecho, no podía evitar no odiarlos la mayor parte del tiempo – ¿No sabes que haremos? ¿Entonces para que me trajiste? – Las preguntas sonaron más a ofensa que a sincera curiosidad y es que para el gitano lo primordial que debía hacerse cada día era conseguir comida y agua, además de unas cuantas monedas, ganadas de la manera más justa posible; las diversiones, los juegos y las perdidas de tiempo innecesarias eran algo que para él no existían.
Rylan había vivido demasiado tiempo en soledad como para saber que el tiempo apremiaba cuando debías encontrar todo lo necesario para sobrevivir, algo que evidentemente Loreena no comprendía. A diferencia del gitano ella siempre usaba ropas que delataban su clase, una que definitivamente no iba acorde con la del simple gitano sin hogar que era él; aún pese a eso y las miradas de extrañeza que las personas a su alrededor solían lanzarles, ella pasaba el tiempo a su lado, con todo y que ese tiempo solo lo dedicasen a pelear de esa manera tan peculiar en que solían hacerlo.
Aceptando el hecho de que recorrería el resto del camino cargado por los fantasmas, Rylan terminó por rendirse. El gitano ya se dejaba llevar como quien tomaba simplemente un descanso, siendo el momento donde finalmente confiaba en los espíritus cuando la bruja pronuncio las palabras que él tanto espero y que en esos segundos eran las más inapropiadas.
– ¡ESPEREN UN SEGUND… – aquel grito no acabó de salir de sus labios, pues su cuerpo cayó al suelo de una manera tan estrepitosa que incluso se quedo sin aire durante algunos segundos, lanzando una mirada molesta a la bruja ya que era lo único que podía hacer.
– Eres una… – susurró con lo que pudo de aire, sabiendo que aquello del regaño era meramente una actuación de parte de la bruja, ella disfrutaba de hacerle maldades como aquella y la verdad es que la hechicera no podía negarlo. Rylan permaneció en el suelo durante algunos minutos, tratando de recuperar el aire y olvidar el dolor que caer le ocasionó, al igual que trataba de omitir la mala intención de Loreena que sabía no le ayudaría para nada si es que debía permanecer toda la tarde a su lado – Nada de serpiente y de las cavernas serás tu, bruja loca – comentó mientras que se ponía de pie y observaba fijamente a la bruja – no estarás pensando en matarme ¿verdad? – preguntó mientras que se acercaba más a ella, dispuesto a seguirla a donde quiera que lo guiara, total, no tenía escapatoria y nada más que hacer.
Rylan Cerny- Gitano
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Fecha de inscripción : 19/04/2014
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Re: La aventura nos acompaña [Privado]
—Estoy harto de esto, estoy harto de aquello. ¿No te aburres de estar harto todo el día? Eres un a-bu-rri-do-te —dijo con tono burlón, mientras avanzaba más hacia el interior del bosque, en donde el sol apenas se colaba entre las copas de los árboles—. ¿Y para qué voy a matarte? ¿Luego con quién me divierto? —Chasqueó la lengua—, que poco me conoces. Ese no es mi estilo; más bien me gusta matar… matar de fastidio y mal humor. O eso creo.
Se rascó la cabeza, aún pensativa por lo que había dicho. Uno de los defectos de Loreena era que no pensaba antes de decir las cosas; en realidad, no solía pensar mucho en sus futuras acciones o palabras. Todo dependía de la situación en la que estaba involucrada. Pero siendo ella como era, las excepciones eran bastante escasas.
Pudo escuchar los suspiros de los espectros y los miró de mala gana. Ya sabía que no había dicho nada lógico, pero no iba a disculparse o preocuparse demasiado por eso; su cabeza atolondrada no se lo permitía. Ahora sólo estaba empeñada en ir a uno de sus lugares favoritos y llevar a Rylan hasta ahí, pues ahora sentía la firme seguridad de que podía confiar en él, aunque todavía se dedicara a robar para poder sobrevivir. Algo que Loreena seguía viendo con malos ojos, pero ella no era quien para continuar juzgando la manera en que muchos intentaban ganarse la vida bajo una monarquía cada vez más caótica. Sólo se dedicó a continuar con su camino, haciendo caso omiso a pensamientos de ese estilo, para eso estaba su primo; Vladmiri era el astuto y el que pensaba en todo. En cambio ella… ella era la busca problemas.
—Oye, troglodita, ¿alguna vez has visto seres del bosque? Digo, luces, fuegos fatuos… Árboles que hablan. —Movió sus manos de manera extraña, empezando a caminar torpemente. Pero eso sólo era el dramatismo que quería agregarle a sus últimas palabras. Luego, simplemente, retomó su paso normal—. Eres gitano, puedes ver o percibir ciertas cosas. O al menos eso me ha contado una que otra persona. Deberías aprovechar esas virtudes, no perder el tiempo robando ancianitas —y volvió a mirarlo de mala manera, retándolo con la mirada—, ni tampoco otras personas. No es mi problema, pero ser pobre no significa ser ladrón. Aunque… Podrías actuar como Robin Hood y robarle a los millonarios egoístas y secos de corazón. Y luego repartirías el botín entre la gente pobre. Debe ser genial hacer eso.
Obviamente que no era genial, pero sólo quería probar los sentimientos de Rylan. Con un pésimo ejemplo, claro; pero intentándolo no perdería nada, sólo quería indagar un poco más en la naturaleza del muchacho. Quiso continuar con aquello, sin embargo, el sonido del agua cayendo la detuvo unos segundos, luego empezó a correr, internándose entre el follaje sin ningún problema. Ya estaba acostumbrada a estar metida en el bosque a todas horas.
—¡Bruto, ven aquí! —Exclamó desde la distancia, haciéndole señas para que se acercara hacia donde estaba ella—. Caray, aparte de bruto, ladrón, también es perezoso.
Murmuró para sí misma y contempló, con los ojos brillantes, la caída de agua que tenía en frente. Ésta se dividía, dejando ver en el medio una pequeña caverna, a la que Loreena conocía bastante bien. Esperó un poco más a su acompañante, sintiéndose impaciente por querer entrar en aquel enigmático lugar.
Se rascó la cabeza, aún pensativa por lo que había dicho. Uno de los defectos de Loreena era que no pensaba antes de decir las cosas; en realidad, no solía pensar mucho en sus futuras acciones o palabras. Todo dependía de la situación en la que estaba involucrada. Pero siendo ella como era, las excepciones eran bastante escasas.
Pudo escuchar los suspiros de los espectros y los miró de mala gana. Ya sabía que no había dicho nada lógico, pero no iba a disculparse o preocuparse demasiado por eso; su cabeza atolondrada no se lo permitía. Ahora sólo estaba empeñada en ir a uno de sus lugares favoritos y llevar a Rylan hasta ahí, pues ahora sentía la firme seguridad de que podía confiar en él, aunque todavía se dedicara a robar para poder sobrevivir. Algo que Loreena seguía viendo con malos ojos, pero ella no era quien para continuar juzgando la manera en que muchos intentaban ganarse la vida bajo una monarquía cada vez más caótica. Sólo se dedicó a continuar con su camino, haciendo caso omiso a pensamientos de ese estilo, para eso estaba su primo; Vladmiri era el astuto y el que pensaba en todo. En cambio ella… ella era la busca problemas.
—Oye, troglodita, ¿alguna vez has visto seres del bosque? Digo, luces, fuegos fatuos… Árboles que hablan. —Movió sus manos de manera extraña, empezando a caminar torpemente. Pero eso sólo era el dramatismo que quería agregarle a sus últimas palabras. Luego, simplemente, retomó su paso normal—. Eres gitano, puedes ver o percibir ciertas cosas. O al menos eso me ha contado una que otra persona. Deberías aprovechar esas virtudes, no perder el tiempo robando ancianitas —y volvió a mirarlo de mala manera, retándolo con la mirada—, ni tampoco otras personas. No es mi problema, pero ser pobre no significa ser ladrón. Aunque… Podrías actuar como Robin Hood y robarle a los millonarios egoístas y secos de corazón. Y luego repartirías el botín entre la gente pobre. Debe ser genial hacer eso.
Obviamente que no era genial, pero sólo quería probar los sentimientos de Rylan. Con un pésimo ejemplo, claro; pero intentándolo no perdería nada, sólo quería indagar un poco más en la naturaleza del muchacho. Quiso continuar con aquello, sin embargo, el sonido del agua cayendo la detuvo unos segundos, luego empezó a correr, internándose entre el follaje sin ningún problema. Ya estaba acostumbrada a estar metida en el bosque a todas horas.
—¡Bruto, ven aquí! —Exclamó desde la distancia, haciéndole señas para que se acercara hacia donde estaba ella—. Caray, aparte de bruto, ladrón, también es perezoso.
Murmuró para sí misma y contempló, con los ojos brillantes, la caída de agua que tenía en frente. Ésta se dividía, dejando ver en el medio una pequeña caverna, a la que Loreena conocía bastante bien. Esperó un poco más a su acompañante, sintiéndose impaciente por querer entrar en aquel enigmático lugar.
Loreena Mckennitt- Hechicero Clase Alta
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Localización : Por aquí, por allá... Por ajullá.
Re: La aventura nos acompaña [Privado]
Rylan no se consideraba aburrido, al menos no de la manera en que lo consideraba Loreena. Para el gitano, existían otras maneras de mantenerse entretenido aunque en su mayoría esas maneras lo llevaban a estar en soledad a ser una sombra entre las personas (incluidos los propios gitanos) algo que ya no era posible desde que la bruja irrumpiera en su vida.
– Me harto de estar contigo y de ser arrastrado por ti a hacer… – hizo una pausa, llevando las manos por encima de su cabeza, aun siendo cargado por los fantasmas, frustrado al recordar nuevamente que ella no tenía ni la menor idea de que era lo que harían – lo que sea que vamos a hacer hoy.
El gitano aseguraba estar enfadado de ser arrastrado por la bruja, de ser usado a su voluntad y pelear de aquella manera tan cansina en cada ocasión que estaban juntos, sin embargo, la realidad era que Loreena era su amiga y por extraña que fuera su relación, él estaría para acompañarle en sus locuras (aunque no siempre le acompañara de manera voluntaria).
Cuando el cuerpo de Rylan cayó al suelo y el aire abandono del todo sus pulmones, se arrepintió mil veces de haber retado como siempre a aquella bruja que no hacía más que hacerse la buena y torturarlo tanto como le era posible.
– ¿No tienes a nadie más para fastidiar? – preguntó una vez que el aire regresaba a sus pulmones y era capaz de lentamente incorporarse, quedando sentado en el suelo donde segundos atrás hubiera caído – Y luego dices que mi vida es muy triste, si la que no tiene a nadie que la acompañe eres tu– chasqueo la lengua, observando a cualquier lado. Loreena era fastidiosa y juguetona pero en el fondo no era una mala persona, era incapaz de matar a alguien, ni siquiera de fastidio y mal humor – Pues no lo creas, debes estar seguro de ello señorita fastidio.
Sentado de manera despreocupada, como si no debieran continuar andando, Rylan permanecía en su sitio. Los ojos del gitano recorrían con atención el bosque, pasando de vez en cuando a la figura de la bruja pero fijándose en ella una vez que fue interrogado. Cruzando los brazos a la altura del pecho, el gitano suspiro. De sus escasas habilidades para percibir el mundo sobrenatural hablaba en muy raras ocasiones.
– Los he visto – se encogió de hombros – pero nunca he interactuado con ellos y lamento no usar mis virtudes de la manera en que esperas pero tampoco es como que tengas poderes como los tuyos – enarco la ceja, sin dejar de cruzar los brazos y mirarla de manera solemne – Yo no puedo hacer hechizos como tú, tampoco puedo predecir el futuro como muchos otros gitanos, solo veo cosas y nada más – Quizás para Loreena que poseía muchas más habilidades que él era sencillo decir aquello, pero para alguien que sabía muy poco de lo que podía hacer y que se hallaba desinteresado por el resto del mundo, era perfectamente comprensible – No robó porque me guste hacerlo, solo obtengo lo necesario para vivir y nada más, tampoco soy tan vil – ofendido por las palabras ajenas, Rylan volvió a desviar la mirada. No se encontraba dispuesto a seguir escuchando a la bruja decirle todas aquellas cosas aunque para su suerte, tampoco era necesario que la oyera hablar de eso mucho más.
Con una facilidad tremenda, Loreena cambió su punto de atención y de la nada, comenzó a correr por el bosque.
– Bruja loca… – fue lo único que pudo gritarle el gitano, quien luchaba por incorporarse del todo y comenzar la carrera para dar alcance a la hechicera que le llevaba ya bastante ventaja. Siguiendo el llamativo color de su cabello, Rylan fue capaz de saber en que dirección era que corría, además de que el sonido del agua era inconfundible, tanto como la voz de la pelirroja que le apresuraba para llegar – ¡Aquí estoy! – gritó mientras se abría paso entre unas ramas y llegaba a una cascada. Los ojos del gitano se iluminaron ante aquella visión y dando algunos pasos más se situó a un lado de la bruja – Nunca antes estuve en este lugar… – susurró por lo bajo, observando aquel mágico lugar al que llegó contra su voluntad – ¿Habías estado aquí antes? – cuestionó, inmerso en el agradecimiento interno que tenía porque Loreena lo hubiera llevado hasta ahí.
– Me harto de estar contigo y de ser arrastrado por ti a hacer… – hizo una pausa, llevando las manos por encima de su cabeza, aun siendo cargado por los fantasmas, frustrado al recordar nuevamente que ella no tenía ni la menor idea de que era lo que harían – lo que sea que vamos a hacer hoy.
El gitano aseguraba estar enfadado de ser arrastrado por la bruja, de ser usado a su voluntad y pelear de aquella manera tan cansina en cada ocasión que estaban juntos, sin embargo, la realidad era que Loreena era su amiga y por extraña que fuera su relación, él estaría para acompañarle en sus locuras (aunque no siempre le acompañara de manera voluntaria).
Cuando el cuerpo de Rylan cayó al suelo y el aire abandono del todo sus pulmones, se arrepintió mil veces de haber retado como siempre a aquella bruja que no hacía más que hacerse la buena y torturarlo tanto como le era posible.
– ¿No tienes a nadie más para fastidiar? – preguntó una vez que el aire regresaba a sus pulmones y era capaz de lentamente incorporarse, quedando sentado en el suelo donde segundos atrás hubiera caído – Y luego dices que mi vida es muy triste, si la que no tiene a nadie que la acompañe eres tu– chasqueo la lengua, observando a cualquier lado. Loreena era fastidiosa y juguetona pero en el fondo no era una mala persona, era incapaz de matar a alguien, ni siquiera de fastidio y mal humor – Pues no lo creas, debes estar seguro de ello señorita fastidio.
Sentado de manera despreocupada, como si no debieran continuar andando, Rylan permanecía en su sitio. Los ojos del gitano recorrían con atención el bosque, pasando de vez en cuando a la figura de la bruja pero fijándose en ella una vez que fue interrogado. Cruzando los brazos a la altura del pecho, el gitano suspiro. De sus escasas habilidades para percibir el mundo sobrenatural hablaba en muy raras ocasiones.
– Los he visto – se encogió de hombros – pero nunca he interactuado con ellos y lamento no usar mis virtudes de la manera en que esperas pero tampoco es como que tengas poderes como los tuyos – enarco la ceja, sin dejar de cruzar los brazos y mirarla de manera solemne – Yo no puedo hacer hechizos como tú, tampoco puedo predecir el futuro como muchos otros gitanos, solo veo cosas y nada más – Quizás para Loreena que poseía muchas más habilidades que él era sencillo decir aquello, pero para alguien que sabía muy poco de lo que podía hacer y que se hallaba desinteresado por el resto del mundo, era perfectamente comprensible – No robó porque me guste hacerlo, solo obtengo lo necesario para vivir y nada más, tampoco soy tan vil – ofendido por las palabras ajenas, Rylan volvió a desviar la mirada. No se encontraba dispuesto a seguir escuchando a la bruja decirle todas aquellas cosas aunque para su suerte, tampoco era necesario que la oyera hablar de eso mucho más.
Con una facilidad tremenda, Loreena cambió su punto de atención y de la nada, comenzó a correr por el bosque.
– Bruja loca… – fue lo único que pudo gritarle el gitano, quien luchaba por incorporarse del todo y comenzar la carrera para dar alcance a la hechicera que le llevaba ya bastante ventaja. Siguiendo el llamativo color de su cabello, Rylan fue capaz de saber en que dirección era que corría, además de que el sonido del agua era inconfundible, tanto como la voz de la pelirroja que le apresuraba para llegar – ¡Aquí estoy! – gritó mientras se abría paso entre unas ramas y llegaba a una cascada. Los ojos del gitano se iluminaron ante aquella visión y dando algunos pasos más se situó a un lado de la bruja – Nunca antes estuve en este lugar… – susurró por lo bajo, observando aquel mágico lugar al que llegó contra su voluntad – ¿Habías estado aquí antes? – cuestionó, inmerso en el agradecimiento interno que tenía porque Loreena lo hubiera llevado hasta ahí.
Rylan Cerny- Gitano
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Re: La aventura nos acompaña [Privado]
Si había algo de lo que Loreena se sentía orgullosa, era, sin duda, de su capacidad para ignorar comentarios no interesantes. Los podía escuchar, más prefería fingir demencia y hacer como si aquello nunca hubiera sido mencionado. Era su modus operandi para cuando no le interesaba lo que podían decir de ella. Simplemente desvió su atención hacia lo que le interesaba, y eso hizo. Rylan no paraba de refutarle todo, y ya resignada con todo aquello, sólo se dirigió a lo único que si empezó a tener más valor en su mente.
Se conocía el bosque de norte a sur; se la pasaba recorriéndolo a diario, descubriéndolo cada vez. Era irlandesa, había nacido entre zonas boscosas y paisajes monumentales. A pesar de la excesiva educación de su tía Amalur, Loreena se las apañaba para poder fugarse. Se internaba en lugares fantásticos y, sin darse cuenta en un principio, su magia empezó a hacerse latente. Podía ver cosas que otros no; percibía energías de cualquier rincón; y luego iniciaba su contacto con el mundo de los espíritus. Sus tíos se aterraron en un principio, pues no querían que la jovencita tuviera la misma suerte que su hijo Quinn. Para Loreena era un orgullo haber descubierto todo eso; se sentía feliz con lo que era, y se empeñaba cada día en mejorar. La magia fue su refugio en el mundo cuando creyó haberlo perdido todo. Su madre estaba muerta, su padre se la pasaba viajando, y su abuela ya no estaba a su lado. Pero todo aquel malestar –que fue el causante de su empatía–, se dispersó lentamente cuando empezó su vida en París. La Loreena de ahora era tan diferente a la de antaño. Había dado un gran paso en la vida; y eso era motivo de felicidad.
—Escuché eso —refutó, mientras esperaba al muchacho frente a la caída de agua—. Ahm, sí. Siempre vengo aquí; lo hago junto con mi primo el estudioso. Pero ahora tiene un importante cargo y no quiero que se distraiga por mi culpa. —Empezó a saltar sobre las piedras que estaban en medio del pequeño pozo en donde caía el agua, para luego continuar su curso como un riachuelo. Parecía como si las piedras estuvieran ahí para avanzar hacia el interior de la caverna—. Hay más agua adentro, así que ten cuidado. No vaya a ser cosa que se arruine tu melena de ladronzuelo de viejitas. —Rió entre dientes—. ¿Qué esperas? Y no vayas a caerte. Alrededor de estas piedras, el suelo se hunde más, por lo que el pozo se hace más profundo. Bueno, el agua sólo alcanza a llegarte por la cintura; no es mucho, en realidad.
¡Y claro! Aquello le dio una idea grandiosa. Pero actuó con indiferencia, haciéndose que estaba muy centrada en su caminata, pero no. Apenas vio que Rylan empezó a seguirla, se giró, y con gran habilidad, lo empujó a un lado, para que cayera al agua, la cual era tibia.
—Ay, perdón. Es que casi se me dobla el tobillo y... pasó lo que tenía que pasar. —Frunció los labios para no reírse, a pesar de que sus espíritus la miraban con reproche—. ¿Qué? Ya le hacía falta bañarse —añadió—. Ya te has bañado mucho. Ven, vamos, que adentro hay cosas geniales y te las perderás. Suelen aparecer cuando el sol está en la posición que está.
En realidad estaban a todas horas, pero quería agregarlo un poco más de misticismo al momento. Rylan jamás olvidaría ese lugar, de eso estaba segura Loreena.
Se conocía el bosque de norte a sur; se la pasaba recorriéndolo a diario, descubriéndolo cada vez. Era irlandesa, había nacido entre zonas boscosas y paisajes monumentales. A pesar de la excesiva educación de su tía Amalur, Loreena se las apañaba para poder fugarse. Se internaba en lugares fantásticos y, sin darse cuenta en un principio, su magia empezó a hacerse latente. Podía ver cosas que otros no; percibía energías de cualquier rincón; y luego iniciaba su contacto con el mundo de los espíritus. Sus tíos se aterraron en un principio, pues no querían que la jovencita tuviera la misma suerte que su hijo Quinn. Para Loreena era un orgullo haber descubierto todo eso; se sentía feliz con lo que era, y se empeñaba cada día en mejorar. La magia fue su refugio en el mundo cuando creyó haberlo perdido todo. Su madre estaba muerta, su padre se la pasaba viajando, y su abuela ya no estaba a su lado. Pero todo aquel malestar –que fue el causante de su empatía–, se dispersó lentamente cuando empezó su vida en París. La Loreena de ahora era tan diferente a la de antaño. Había dado un gran paso en la vida; y eso era motivo de felicidad.
—Escuché eso —refutó, mientras esperaba al muchacho frente a la caída de agua—. Ahm, sí. Siempre vengo aquí; lo hago junto con mi primo el estudioso. Pero ahora tiene un importante cargo y no quiero que se distraiga por mi culpa. —Empezó a saltar sobre las piedras que estaban en medio del pequeño pozo en donde caía el agua, para luego continuar su curso como un riachuelo. Parecía como si las piedras estuvieran ahí para avanzar hacia el interior de la caverna—. Hay más agua adentro, así que ten cuidado. No vaya a ser cosa que se arruine tu melena de ladronzuelo de viejitas. —Rió entre dientes—. ¿Qué esperas? Y no vayas a caerte. Alrededor de estas piedras, el suelo se hunde más, por lo que el pozo se hace más profundo. Bueno, el agua sólo alcanza a llegarte por la cintura; no es mucho, en realidad.
¡Y claro! Aquello le dio una idea grandiosa. Pero actuó con indiferencia, haciéndose que estaba muy centrada en su caminata, pero no. Apenas vio que Rylan empezó a seguirla, se giró, y con gran habilidad, lo empujó a un lado, para que cayera al agua, la cual era tibia.
—Ay, perdón. Es que casi se me dobla el tobillo y... pasó lo que tenía que pasar. —Frunció los labios para no reírse, a pesar de que sus espíritus la miraban con reproche—. ¿Qué? Ya le hacía falta bañarse —añadió—. Ya te has bañado mucho. Ven, vamos, que adentro hay cosas geniales y te las perderás. Suelen aparecer cuando el sol está en la posición que está.
En realidad estaban a todas horas, pero quería agregarlo un poco más de misticismo al momento. Rylan jamás olvidaría ese lugar, de eso estaba segura Loreena.
Loreena Mckennitt- Hechicero Clase Alta
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Re: La aventura nos acompaña [Privado]
¿Dónde habían quedado sus tardes tranquilas? ¿Dónde estaba su libertad de vagar por los bosques a las zonas que él quería? Estaban, gracias a Loreena, en un lugar muy lejano del que seguramente nunca regresarían y se lo confirmaba al gitano el hecho de que, no importaba cuanto reclamara a la bruja y mucho menos importaba cuantas veces le pidiera que dejara de arrastrarlo a sus aventuras, ella simplemente lo ignoraba, continuando con sus planes sin importarle nada de lo que Rylan dijera (nada coherente y bueno) a menos claro que se tratase de los apodos o algo que la bruja realmente quisiera oír.
– ¿Sólo eso escuchaste? – se cruzó de brazos y suspiro – A veces de verdad me pregunto como es que logras ignorar todo lo que digo – la miro de reojo – Tienes un don – hizo una pausa – y no estoy halagándolo.
Después de aquella especie de queja, los ojos del gitano volvieron a la cascada que aparecí frente a ellos, esa que seguramente visitaría en ocasiones futuras, quizás de nuevo acompañado de Loreena. Ese deseo sin embargo, no se mantuvo dentro de él mucho tiempo, pues algo que nunca antes experimentará hizo su aparición dentro de él al escuchar a la bruja hablar sobre uno de sus familiares.
– Ya veo, solo soy el remplazo de tu primo a quien no quieres molestar – El gitano era incapaz de reconocer esa punzada que aparecía en su pecho cada vez que pensaba en Loreena con alguien más. A dicha punzada de hecho no le importaba si era un desconocido o un familiar de la bruja, simplemente incomodaba a Rylan, lo llevaba a desear ser el único con quien ella saliera pero al darse cuenta de lo que estaba pensando, desvió su atención. No tenía que pensar en esas cosas, tenía que sacarse esas ideas de la mente.
– Oye, mi cabello no te ha hecho nada así que no te metas con él – dijo, tratando entonces de concentrarse nuevamente en lo que la bruja le decía, ignorando sus pensamientos previos y observando con atención el camino que ahora tenían que seguir – No te preocupes por mi bruja loca, tengo muy buen equilibrio. Mejo cuídate tú, que no queremos que tus ropas caras se arruinen con el agua – rió también, mientras que sus pasos le guiaban de manera segura por sobre las rocas.
Se encontraba tan concentrado en su propia andanza que nunca hubiera podido intuir lo que la bruja estaba por hacer. Con un giro certero y un empujón bastante ligero de parte de la bruja, el cuerpo de Rylan perdió la estabilidad sobre las rocas cayendo estrepitosamente en el agua, empapándose de pies a cabeza por la manera en que cayó.
– Lo has hecho a propósito, no me engañas – se incorporo lento, lanzando después de eso un poco de agua en dirección a Loreena quien con dificultad se resistía a reírse. De no conocerla era probable que el gitano hubiera creído su mentira, pero conociéndola, no existía forma de que lo que le pasará a él fuera un accidente.
Imitando la voz de la bruja, Rylan salió del agua, adentrándose en una caverna oculta y yendo directamente a donde estaba Loreena sin prestar atención aún a todo lo que estaba adentro.
– Genial sería que te estuvieras quieta un minuto siquiera – con decisión tomo su larga cabellera y comenzó a sacudirla en un intento de secarla, pero claro, lo hacía con la intención de mojar a Loreena con el agua que quedaba en sus cabellos, todo antes de ver realmente la gran sorpresa que la bruja tenía para compartirle.
– ¿Sólo eso escuchaste? – se cruzó de brazos y suspiro – A veces de verdad me pregunto como es que logras ignorar todo lo que digo – la miro de reojo – Tienes un don – hizo una pausa – y no estoy halagándolo.
Después de aquella especie de queja, los ojos del gitano volvieron a la cascada que aparecí frente a ellos, esa que seguramente visitaría en ocasiones futuras, quizás de nuevo acompañado de Loreena. Ese deseo sin embargo, no se mantuvo dentro de él mucho tiempo, pues algo que nunca antes experimentará hizo su aparición dentro de él al escuchar a la bruja hablar sobre uno de sus familiares.
– Ya veo, solo soy el remplazo de tu primo a quien no quieres molestar – El gitano era incapaz de reconocer esa punzada que aparecía en su pecho cada vez que pensaba en Loreena con alguien más. A dicha punzada de hecho no le importaba si era un desconocido o un familiar de la bruja, simplemente incomodaba a Rylan, lo llevaba a desear ser el único con quien ella saliera pero al darse cuenta de lo que estaba pensando, desvió su atención. No tenía que pensar en esas cosas, tenía que sacarse esas ideas de la mente.
– Oye, mi cabello no te ha hecho nada así que no te metas con él – dijo, tratando entonces de concentrarse nuevamente en lo que la bruja le decía, ignorando sus pensamientos previos y observando con atención el camino que ahora tenían que seguir – No te preocupes por mi bruja loca, tengo muy buen equilibrio. Mejo cuídate tú, que no queremos que tus ropas caras se arruinen con el agua – rió también, mientras que sus pasos le guiaban de manera segura por sobre las rocas.
Se encontraba tan concentrado en su propia andanza que nunca hubiera podido intuir lo que la bruja estaba por hacer. Con un giro certero y un empujón bastante ligero de parte de la bruja, el cuerpo de Rylan perdió la estabilidad sobre las rocas cayendo estrepitosamente en el agua, empapándose de pies a cabeza por la manera en que cayó.
– Lo has hecho a propósito, no me engañas – se incorporo lento, lanzando después de eso un poco de agua en dirección a Loreena quien con dificultad se resistía a reírse. De no conocerla era probable que el gitano hubiera creído su mentira, pero conociéndola, no existía forma de que lo que le pasará a él fuera un accidente.
Imitando la voz de la bruja, Rylan salió del agua, adentrándose en una caverna oculta y yendo directamente a donde estaba Loreena sin prestar atención aún a todo lo que estaba adentro.
– Genial sería que te estuvieras quieta un minuto siquiera – con decisión tomo su larga cabellera y comenzó a sacudirla en un intento de secarla, pero claro, lo hacía con la intención de mojar a Loreena con el agua que quedaba en sus cabellos, todo antes de ver realmente la gran sorpresa que la bruja tenía para compartirle.
Rylan Cerny- Gitano
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Re: La aventura nos acompaña [Privado]
Hacer enojar a Rylan era uno de sus pasatiempos favoritos, no podía negarlo. Verlo quejarse y refunfuñar cual anciano era algo digno de contemplar para Loreena. No podía negar que ese ceño fruncido le causaba cierta gracia, incluso, ni siquiera podía tomárselo en serio. Por más que una vocecita en su cabeza le dijera que estaba obrando mal, ella no obedecía, creía que esa era una manera de entrar en verdadera confianza con alguien, de hacer que aflorara su esencia real. Aunque, en el caso de Rylan no era una novedad, el gitano ni hacía un esfuerzo para amargarse, parecía que ese era su estado natural. Por esa misma razón Loreena creyó conveniente hacerle ver algo nuevo, a que experimentara otro tipo de situaciones ajenas a él. Pero antes de eso debía ganarse la confianza de ella, y así ocurrió. Por más que se empeñara en llamarle ladrón de ancianitas, estafador, inmoral, y lo que se le ocurriera, no lo consideraba una mala persona. Comprendía a la perfección que no a todos les tocaba una vida fácil, y ganarse el alimento no siempre resultaba tan sencillo.
Loreena había madurado en muchos aspectos, sólo que intentaba tomarse la vida con calma y sin presión. Había tenido muchas limitaciones en su infancia, y acostumbraba a estar sola, todo por temor al rechazo. Pero ahora eso no resultaba ser así, aunque continuara desconfiando de medio mundo, controlar su empatía le resultó beneficioso, al punto de saber cuándo cuidarse de alguien y cuando no. En el caso de Rylan, sabía que podía estar bien con él, a pesar de su constante mal humor. Consideró, incluso, conectarlo con la magia, así fuera de manera indirecta. Algo en lo que sus espectros acompañantes estuvieron muy de acuerdo.
Sin embargo, hubo algo que logró detectar en él. Un cambio en su aura y emociones; algo que Loreena no precisó sino cuando lo había derribado. Por un momento fue algo que le sorprendió y la hizo fruncir el ceño. ¿Estuvo bien hablar sobre su primo? No lo comprendía. Vladmiri era de las personas más importantes en su vida y le agradaba hablar de él con otros, y con Rylan no quería hacer una excepción. Pero, al parecer, eso incomodó al muchacho, y a la vez a ella, pues, gracias a su empatía, logró detectar ese ligero cambio.
—Ay sí, mis ropas caras —murmuró luego de unos segundos, aún con la sensación extraña rondándole—. ¡Claro que no! Te resbalaste por torpe. Sí, señor —sentenció con seguridad, ignorando que el agua le salpicara—. Todavía que te saco a pasear y así me pagas...
Entrecerró la mirada, observándolo de mala gana, pero luego terminó alzando los hombros, mientras se dirigía fugazmente al interior de aquella cueva. El lugar poseía un encanto natural que atraía, incluso las paredes roca maciza parecían brillar en las escasas penumbras. Y el viento producía un sonido tranquilizador, como de alguien silbando a lo lejos.
—Ten cuidado, está resbaloso en algunas partes, y en otras hay pozos de agua —le advirtió mientras se internaba más en el lugar, que parecía una especie de corredor que guiaba a alguna parte—. Muy pocas personas han visto este lugar. Y honestamente, yo misma pensé que no lograrías verlo; está protegido por un hechizo antiguo. Pero ellos se aseguraron de que te dejaran entrar. —Señaló a los espíritus, quienes empezaron a seguirlos en silencio—. Eso significa que les agradas, con tu amargura incluida.
Avanzaron un rato más, la caverna aún parecía tener luz y oxígeno, como si el otro extremo fuera bastante espacioso, y así mismo era. Al llegar al final de aquel pasillo pedregoso el suelo se elevaba un poco más, y la salida tenía la forma de un enorme arco, el mismo que daba la salida a lo que parecía ser una salón circular que se hallaba en el fondo de lo que era una torre de arquitectura medieval, misma que se encontraba en el subsuelo, como si fuera un pozo. Ambos estaban en lo que hacía de primer piso. Y sí, también se podía llegar arriba, ascendiendo por largos corredores que circundaban la torre.
—¿Y qué te parece? Ah, esto es sólo el inicio. Si seguimos esos largos pasillos, llegaremos hasta arriba y te digo desde ahorita... Es genial —aseguró con una gran sonrisa—. Parece un lugar atrapado en el tiempo, ¿no crees? —Dirigió su mirada hacia lo alto, esperanzada de volver a encontrarse con aquella escena maravillosa—. ¡Vamos!
Y sin perder más tiempo inició el recorrido por aquellos corredores misteriosos, llevando a rastras a Rylan.
Loreena había madurado en muchos aspectos, sólo que intentaba tomarse la vida con calma y sin presión. Había tenido muchas limitaciones en su infancia, y acostumbraba a estar sola, todo por temor al rechazo. Pero ahora eso no resultaba ser así, aunque continuara desconfiando de medio mundo, controlar su empatía le resultó beneficioso, al punto de saber cuándo cuidarse de alguien y cuando no. En el caso de Rylan, sabía que podía estar bien con él, a pesar de su constante mal humor. Consideró, incluso, conectarlo con la magia, así fuera de manera indirecta. Algo en lo que sus espectros acompañantes estuvieron muy de acuerdo.
Sin embargo, hubo algo que logró detectar en él. Un cambio en su aura y emociones; algo que Loreena no precisó sino cuando lo había derribado. Por un momento fue algo que le sorprendió y la hizo fruncir el ceño. ¿Estuvo bien hablar sobre su primo? No lo comprendía. Vladmiri era de las personas más importantes en su vida y le agradaba hablar de él con otros, y con Rylan no quería hacer una excepción. Pero, al parecer, eso incomodó al muchacho, y a la vez a ella, pues, gracias a su empatía, logró detectar ese ligero cambio.
—Ay sí, mis ropas caras —murmuró luego de unos segundos, aún con la sensación extraña rondándole—. ¡Claro que no! Te resbalaste por torpe. Sí, señor —sentenció con seguridad, ignorando que el agua le salpicara—. Todavía que te saco a pasear y así me pagas...
Entrecerró la mirada, observándolo de mala gana, pero luego terminó alzando los hombros, mientras se dirigía fugazmente al interior de aquella cueva. El lugar poseía un encanto natural que atraía, incluso las paredes roca maciza parecían brillar en las escasas penumbras. Y el viento producía un sonido tranquilizador, como de alguien silbando a lo lejos.
—Ten cuidado, está resbaloso en algunas partes, y en otras hay pozos de agua —le advirtió mientras se internaba más en el lugar, que parecía una especie de corredor que guiaba a alguna parte—. Muy pocas personas han visto este lugar. Y honestamente, yo misma pensé que no lograrías verlo; está protegido por un hechizo antiguo. Pero ellos se aseguraron de que te dejaran entrar. —Señaló a los espíritus, quienes empezaron a seguirlos en silencio—. Eso significa que les agradas, con tu amargura incluida.
Avanzaron un rato más, la caverna aún parecía tener luz y oxígeno, como si el otro extremo fuera bastante espacioso, y así mismo era. Al llegar al final de aquel pasillo pedregoso el suelo se elevaba un poco más, y la salida tenía la forma de un enorme arco, el mismo que daba la salida a lo que parecía ser una salón circular que se hallaba en el fondo de lo que era una torre de arquitectura medieval, misma que se encontraba en el subsuelo, como si fuera un pozo. Ambos estaban en lo que hacía de primer piso. Y sí, también se podía llegar arriba, ascendiendo por largos corredores que circundaban la torre.
—¿Y qué te parece? Ah, esto es sólo el inicio. Si seguimos esos largos pasillos, llegaremos hasta arriba y te digo desde ahorita... Es genial —aseguró con una gran sonrisa—. Parece un lugar atrapado en el tiempo, ¿no crees? —Dirigió su mirada hacia lo alto, esperanzada de volver a encontrarse con aquella escena maravillosa—. ¡Vamos!
Y sin perder más tiempo inició el recorrido por aquellos corredores misteriosos, llevando a rastras a Rylan.
Loreena Mckennitt- Hechicero Clase Alta
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Re: La aventura nos acompaña [Privado]
Su amistad con la hechicera era por demás extraña. El gitano ya estaba acostumbrado a la presencia molesta de Loreena, a esa manera de irrumpir en su vida y armarle planes sin detenerse a preguntar si es que él tenía algo que hacer. La realidad – aunque se negara a ella - era que desde que la conociera, Rylan había dejado de hacer planes verdaderos, el gitano se pasaba los días esperando por ver que nueva aventura lo llevaba a vivir la bruja, claro que a ella siempre le decía que lo molestaba, que le alejaba de sus planes originales, todo mentiras para no lucir dependiente a ella y sus ocurrencias.
Rylan se sentía cercano a Loreena, tanto como para que la charla de su querido primo lo incomodara más de lo esperado. Era ridículo que se sintiera de esa manera, eso lo comprendía, pero era algo que no podía evitar y que encima lo hacía sentirse un idiota. Pensar en la bruja pasándola bien o molestando a alguien que no fuera él lo enfurecía. Irónico resultaba que en otros tiempos rogara porque ella molestase a otro. Sus pensamientos fueron afortunadamente interrumpidos por los actos de la bruja, que sin pensárselo dos veces termino por hacerlo caer al agua.
– Olvida mis ropas caras – le miro con el rostro cargado de seriedad – Arruinaras mi cabello – dijo sonriendo ligeramente y agitando algo su cabello para que el agua en el alcanzara a la hechicera – La torpe eres tú que me tiraste, bruja loca – con cuidado salió del agua ya que no quería volver a caerse por un descuido suyo, que de ocurrir, sería la burla eterna de aquella hechicera – ¿Me estas paseando? ¿Qué soy tu perro? – preguntó siguiendo los pasos de la bruja al interior de la cueva.
– Demasiado tarde para avisarme de los pozos de agua – sentenció tras la bruja – Ya estoy empapado y dudo que pueda mojarme más si es que caigo en algún pozo – en otras circunstancias que Loreena le hubiera lanzado al agua o alguna de esas cosas le habría puesto de verdadero mal humor, sin embargo, ese día se encontraba particularmente contento. El buen animo del gitano se incrementaba conforme sus ojos recorrían aquella mágica cueva – Gracias por tu sincero voto de confianza – susurró, observando la majestuosidad de aquel lugar y escuchando al tiempo como es que ella hablaba de los fantasmas que siempre la acompañaban y de cómo era que él les agradaba – ¿En serio? ¡Vaya! Eso es inesperado – se rio – pensé que me odiaban ya que siempre me están lanzando cosas y obligándome a ir contigo a donde te place – aunque no fuera siempre del todo forzado a acompañarla.
La caminata de ambos jóvenes les llevo hasta lo que parecía una escena congelada en el tiempo. Rylan entreabrió los labios, maravillado por el lugar que en esos segundos estaba pisando.
– ¡Esto es increíble! – Observó en dirección a la hechicera y sonrió – Es un lugar asombroso Loreena, ¿Cómo lo encontraste? – preguntó con curiosidad mientras que sus pies lo llevaban por ese primer piso donde se encontraban ellos – Lo parece… – respondió dando la razón a la hechicera a quien volvió a observar cuando le dijo que continuaran su camino – ¿Sabes que era este lugar o qué es? – parecía increíble que una construcción así se encontrara oculta en el interior de una cueva, de hecho, más que increíble, era imposible que hubiera sucedido por accidente – ¿Lo has recorrido ya todo? – caminaba muy cerca de Loreena y aunque miraba todo a su alrededor, de vez en cuando sus ojos se centraban en la figura de la hechicera y como parecía haber nacido para estar en lugares mágicos como aquel.
Rylan se sentía cercano a Loreena, tanto como para que la charla de su querido primo lo incomodara más de lo esperado. Era ridículo que se sintiera de esa manera, eso lo comprendía, pero era algo que no podía evitar y que encima lo hacía sentirse un idiota. Pensar en la bruja pasándola bien o molestando a alguien que no fuera él lo enfurecía. Irónico resultaba que en otros tiempos rogara porque ella molestase a otro. Sus pensamientos fueron afortunadamente interrumpidos por los actos de la bruja, que sin pensárselo dos veces termino por hacerlo caer al agua.
– Olvida mis ropas caras – le miro con el rostro cargado de seriedad – Arruinaras mi cabello – dijo sonriendo ligeramente y agitando algo su cabello para que el agua en el alcanzara a la hechicera – La torpe eres tú que me tiraste, bruja loca – con cuidado salió del agua ya que no quería volver a caerse por un descuido suyo, que de ocurrir, sería la burla eterna de aquella hechicera – ¿Me estas paseando? ¿Qué soy tu perro? – preguntó siguiendo los pasos de la bruja al interior de la cueva.
– Demasiado tarde para avisarme de los pozos de agua – sentenció tras la bruja – Ya estoy empapado y dudo que pueda mojarme más si es que caigo en algún pozo – en otras circunstancias que Loreena le hubiera lanzado al agua o alguna de esas cosas le habría puesto de verdadero mal humor, sin embargo, ese día se encontraba particularmente contento. El buen animo del gitano se incrementaba conforme sus ojos recorrían aquella mágica cueva – Gracias por tu sincero voto de confianza – susurró, observando la majestuosidad de aquel lugar y escuchando al tiempo como es que ella hablaba de los fantasmas que siempre la acompañaban y de cómo era que él les agradaba – ¿En serio? ¡Vaya! Eso es inesperado – se rio – pensé que me odiaban ya que siempre me están lanzando cosas y obligándome a ir contigo a donde te place – aunque no fuera siempre del todo forzado a acompañarla.
La caminata de ambos jóvenes les llevo hasta lo que parecía una escena congelada en el tiempo. Rylan entreabrió los labios, maravillado por el lugar que en esos segundos estaba pisando.
– ¡Esto es increíble! – Observó en dirección a la hechicera y sonrió – Es un lugar asombroso Loreena, ¿Cómo lo encontraste? – preguntó con curiosidad mientras que sus pies lo llevaban por ese primer piso donde se encontraban ellos – Lo parece… – respondió dando la razón a la hechicera a quien volvió a observar cuando le dijo que continuaran su camino – ¿Sabes que era este lugar o qué es? – parecía increíble que una construcción así se encontrara oculta en el interior de una cueva, de hecho, más que increíble, era imposible que hubiera sucedido por accidente – ¿Lo has recorrido ya todo? – caminaba muy cerca de Loreena y aunque miraba todo a su alrededor, de vez en cuando sus ojos se centraban en la figura de la hechicera y como parecía haber nacido para estar en lugares mágicos como aquel.
Rylan Cerny- Gitano
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Re: La aventura nos acompaña [Privado]
Loreena desde muy chica siempre había sido excesivamente inquieta, demasiado traviesa y con una imaginación fugaz; su tía no podía con tanto, a pesar de querer controlar esos impulsos propios de una niña tan intranquila, sus esfuerzos fueron en vano. Quizás su mejor lugar, el sitio en donde encajaría por completo, era al lado de su abuelo Hans. París, ciudad tan rimbombante, le recibió con un sinfín de interesantes sorpresas; estaba tan contaminada de criaturas sobrenaturales, como Londres, y eso era realmente interesante, aunque la Inquisición se encargara de importunar un poco, como siempre, pero eso no era problema para la menor de los Mckennitt. Solía apañárselas para salir ilesas de sus aventuras (o problemas, más bien), incluso, de esos descubrimientos que hacía. Y esa ciudadela oculta en el bosque, era una de sus tantas conquistas personales.
Había llegado ahí por accidente, justo en un día de lluvia. No podía olvidarlo y no lo haría jamás. Las ruinas le recordaron a las viejas ruinas medievales que se hallaban en varias partes de Irlanda; también a los asentamientos de los antiguos pobladores celtas. Tenía que reconocer que extrañaba a su país natal, ese que tantos hermosos recuerdos le brindaba. ¡Pero no era momento para andar con sentimentalismos! Tenía que seguir saltando de un lado a otro, como una liebre inquieta en una pradera. Sabía que todavía le faltaba mucho por descubrir de en ese lugar enigmático. De seguro se trataría de alguna fortaleza de hacía muchos siglos atrás, más propiamente, de principios de la Edad Media.
La naturaleza tenía esa capacidad de condenar la materia a derruirse con excesiva lentitud, como para perseverar las huellas del pasado para las generaciones futuras. Aquel santuario era una muestra de ello. Agradecía haberlo descubierto, y todo gracias al ingenio de esos traviesos fuegos fatuos que se aparecían en las rutas, guiándola a parajes como ese que contemplaba en silencio. ¡De seguro a Vladmiri le encantaría estar ahí! Claro, si tuviera tiempo; últimamente estaba muy ocupado en sus cosas. No podía negarlo, lo extrañaba, porque él era como su hermano mayor, ese hermano que necesito cuando era una niña.
—No me creerías si te digo que lo encontré por accidente —respondió finalmente, mientras ascendía a través de las escaleras de piedra—. Estaba lloviendo y necesitaba refugio y... luego pasaron cosas y aterricé aquí. Sólo que era muy tarde para dedicarme a recorrerlo por completo. Así que no, no lo conozco todo, salvo lo que te comenté —confesó, quedándose pensativa un momento—. Me parece que son construcciones del Medioevo, o quizás datan de antes. Los lores se empeñaban en hacer sus castillos en lugares como éste. Aunque... Creo que el antiguo dueño era más otra cosa que un simple terrateniente.
Ascendió con más entusiasmo los peldaños, manteniendo el debido cuidado de no resbalar debido a la humedad que se pegaba a la piedra. El trecho circular, parecía infinito, inalcanzable; era un espiral. ¡Claro! Justo recordaba que el espiral era el símbolo del eterno retorno. Cada vez que se adentraba más en ese lugar, más cosas interesantes descubría. Hasta quedó abstraída por unos segundos, olvidándose de Rylan.
—Ay, perdón... es que, este lugar es genial. Me recuerda mucho a las ruinas de una abadía que visité en Irlanda junto con un tío. Estos lugares son mágicos por sí solos —comentó, con la vista puesta en todas partes. Quizás tendría la dicha de hallar más cosas, aparte de descubrir lo del espiral—. ¿Nunca habías estado en sitios así? ¡Vamos! No me digas que sólo te has dedicado a robar a las pobres viejecitas del mercado...
Había llegado ahí por accidente, justo en un día de lluvia. No podía olvidarlo y no lo haría jamás. Las ruinas le recordaron a las viejas ruinas medievales que se hallaban en varias partes de Irlanda; también a los asentamientos de los antiguos pobladores celtas. Tenía que reconocer que extrañaba a su país natal, ese que tantos hermosos recuerdos le brindaba. ¡Pero no era momento para andar con sentimentalismos! Tenía que seguir saltando de un lado a otro, como una liebre inquieta en una pradera. Sabía que todavía le faltaba mucho por descubrir de en ese lugar enigmático. De seguro se trataría de alguna fortaleza de hacía muchos siglos atrás, más propiamente, de principios de la Edad Media.
La naturaleza tenía esa capacidad de condenar la materia a derruirse con excesiva lentitud, como para perseverar las huellas del pasado para las generaciones futuras. Aquel santuario era una muestra de ello. Agradecía haberlo descubierto, y todo gracias al ingenio de esos traviesos fuegos fatuos que se aparecían en las rutas, guiándola a parajes como ese que contemplaba en silencio. ¡De seguro a Vladmiri le encantaría estar ahí! Claro, si tuviera tiempo; últimamente estaba muy ocupado en sus cosas. No podía negarlo, lo extrañaba, porque él era como su hermano mayor, ese hermano que necesito cuando era una niña.
—No me creerías si te digo que lo encontré por accidente —respondió finalmente, mientras ascendía a través de las escaleras de piedra—. Estaba lloviendo y necesitaba refugio y... luego pasaron cosas y aterricé aquí. Sólo que era muy tarde para dedicarme a recorrerlo por completo. Así que no, no lo conozco todo, salvo lo que te comenté —confesó, quedándose pensativa un momento—. Me parece que son construcciones del Medioevo, o quizás datan de antes. Los lores se empeñaban en hacer sus castillos en lugares como éste. Aunque... Creo que el antiguo dueño era más otra cosa que un simple terrateniente.
Ascendió con más entusiasmo los peldaños, manteniendo el debido cuidado de no resbalar debido a la humedad que se pegaba a la piedra. El trecho circular, parecía infinito, inalcanzable; era un espiral. ¡Claro! Justo recordaba que el espiral era el símbolo del eterno retorno. Cada vez que se adentraba más en ese lugar, más cosas interesantes descubría. Hasta quedó abstraída por unos segundos, olvidándose de Rylan.
—Ay, perdón... es que, este lugar es genial. Me recuerda mucho a las ruinas de una abadía que visité en Irlanda junto con un tío. Estos lugares son mágicos por sí solos —comentó, con la vista puesta en todas partes. Quizás tendría la dicha de hallar más cosas, aparte de descubrir lo del espiral—. ¿Nunca habías estado en sitios así? ¡Vamos! No me digas que sólo te has dedicado a robar a las pobres viejecitas del mercado...
Loreena Mckennitt- Hechicero Clase Alta
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Re: La aventura nos acompaña [Privado]
Había pasado rápidamente de tener un día de diversión forzado por Loreena, a realmente estar disfrutando aquella travesía al lado de su única amiga. Rylan era malhumorado, un bruto al dirigirse a todos los que le rodeaban pero al lado de la hechicera algo en él solía tranquilizarse, aunque claro, aún no descubría a que se debía eso y poco le interesaba saberlo. El gitano prefería que todo siguiera su curso. Si era su destino descubrir lo que le sucedía estando con Loreena, tarde o temprano lo sabría.
Observando con atención aquel maravilloso lugar oculto hasta el que fue guiado por la hechicera, Rylan no pudo evitar interrogar a la hechicera con curiosidad, después de todo, era muy poco común dar con esa clase de sitios en París.
– ¿Cómo sabes que no voy a creerte si no me dices? – sonrió divertido, observando a Loreena de reojo y dándose cuenta de que ella realmente le conocía, porque si, el gitano solía poner en tela de juicio todo lo que salía de los labios de la hechicera pero más que nada lo hacía solamente por llevarle la contraria y no porque realmente dudara de ella – ¿Pasaron cosas? – enarco la ceja y desvió la mirada de todo lo que los rodeaba para centrar su atención en la hechicera – ósea que te metiste en problemas con alguien, ¿verdad? – no era complicado imaginar a Loreena enfrentándose a circunstancias adversas pues la muchacha tenía imán para esas cosas – Así que me trajiste para que sea tu acompañante en el descubrimiento de este sitio – cruzó los brazos y movió la cabeza de un lado a otro, su amiga no solía hacer nada sin motivos ocultos.
Con atención la escucho explicar lo que creía respecto a las ruinas que visitaban. Rylan no sabía mucho de historia, él, contrario a la hechicera, no tuvo educación alguna por lo que no podía opinar respecto a la historia de aquel lugar, él de hecho solo podía imaginarse las cosas. Entusiasmada en su historia y en descubrir los secretos de la construcción, Loreena comenzó a andar.
Antes de darse cuenta, Rylan seguía los pasos de Loreena en absoluto silencio, enfocando su entera atención a contemplarla y a descubrir cada una de esas muecas que hacía cuando veía algo que atrapaba su atención. Era de hecho aquel el primer momento donde se percataba de lo centrada que era la hechicera cuando encontraba algo que le fascinaba pues hasta su expresión cambiaba, haciéndole lucir no solamente más madura sino también más hermosa de lo que ya era.
En el instante que escuchó la voz de la hechicera, hizo a un lado cada uno de sus pensamientos y se encogió de hombros aunque ella no lo veía.
– Claro que no solo me dedico a robar. Antes de estar en París viajaba mucho y durante esas travesías vi lugares fuera de lo común, pero nunca uno como este y tampoco he visitado Irlanda – aquel era uno de los pocos lugares que no había conocido aún – ¿Cómo es? – y al preguntar eso avanzó hasta recargarse en una pared cercana que cedió ante su peso, haciéndolo caer de espaldas en lo que parecía ser un cuarto oculto.
Observando con atención aquel maravilloso lugar oculto hasta el que fue guiado por la hechicera, Rylan no pudo evitar interrogar a la hechicera con curiosidad, después de todo, era muy poco común dar con esa clase de sitios en París.
– ¿Cómo sabes que no voy a creerte si no me dices? – sonrió divertido, observando a Loreena de reojo y dándose cuenta de que ella realmente le conocía, porque si, el gitano solía poner en tela de juicio todo lo que salía de los labios de la hechicera pero más que nada lo hacía solamente por llevarle la contraria y no porque realmente dudara de ella – ¿Pasaron cosas? – enarco la ceja y desvió la mirada de todo lo que los rodeaba para centrar su atención en la hechicera – ósea que te metiste en problemas con alguien, ¿verdad? – no era complicado imaginar a Loreena enfrentándose a circunstancias adversas pues la muchacha tenía imán para esas cosas – Así que me trajiste para que sea tu acompañante en el descubrimiento de este sitio – cruzó los brazos y movió la cabeza de un lado a otro, su amiga no solía hacer nada sin motivos ocultos.
Con atención la escucho explicar lo que creía respecto a las ruinas que visitaban. Rylan no sabía mucho de historia, él, contrario a la hechicera, no tuvo educación alguna por lo que no podía opinar respecto a la historia de aquel lugar, él de hecho solo podía imaginarse las cosas. Entusiasmada en su historia y en descubrir los secretos de la construcción, Loreena comenzó a andar.
Antes de darse cuenta, Rylan seguía los pasos de Loreena en absoluto silencio, enfocando su entera atención a contemplarla y a descubrir cada una de esas muecas que hacía cuando veía algo que atrapaba su atención. Era de hecho aquel el primer momento donde se percataba de lo centrada que era la hechicera cuando encontraba algo que le fascinaba pues hasta su expresión cambiaba, haciéndole lucir no solamente más madura sino también más hermosa de lo que ya era.
En el instante que escuchó la voz de la hechicera, hizo a un lado cada uno de sus pensamientos y se encogió de hombros aunque ella no lo veía.
– Claro que no solo me dedico a robar. Antes de estar en París viajaba mucho y durante esas travesías vi lugares fuera de lo común, pero nunca uno como este y tampoco he visitado Irlanda – aquel era uno de los pocos lugares que no había conocido aún – ¿Cómo es? – y al preguntar eso avanzó hasta recargarse en una pared cercana que cedió ante su peso, haciéndolo caer de espaldas en lo que parecía ser un cuarto oculto.
Rylan Cerny- Gitano
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Re: La aventura nos acompaña [Privado]
Si algo tenía que reconocer, era, precisamente, haber llevado a Rylan hasta semejante lugar. Aunque en un principio sólo lo hacía para molestarlo (y esa había sido su intención desde que lo visitó en el campamento), ahora las cosas habían cambiado ligeramente, y todo por mostrarle uno de los lugares que tenía por favoritos, y que sólo su primo conocía, porque no se sentía en confianza suficiente para revelarle tal utopía a otros. Sin embargo, a pesar de que se la pasaran discutiendo por tonterías, Rylan si fue digno de que se le enseñara ese lugar tan perdido en el tiempo, como si los siglos no osaran en arruinar sus ruinas petrificadas en la eternidad. Eso sólo podía demostrar que la relación entre ambos podía mejorar, porque, aunque se la pasaran llevándose la contraria, había una conexión que, aún, no descubrían completamente.
Pero antes de seguir ahondando en aquellas cosas, Loreena continuó con su marcha, ascendiendo a través de esos peldaños roñosos, maravillada por la enigmática armonía del paraje. Le recordaba tanto a la primera vez que puso un pie en alguna abadía en ruinas de su querida Irlanda. ¡Claro! Ella, al ser una bruja, era capaz de percibir energías que un humano corriente no, y quizás eso convertía a aquellas ruinas tan especiales, aparte de toda la simbología que se hallaba grabada en la piedra. Porque sí, a pesar de que solía ser muy infantil la mayoría de las veces, Loreena era una jovencita inteligente, que aprendía bastante rápido de todo y conocía varias cosas; sólo que prefería fingir demencia y continuar en lo suyo. Sin embargo, en esa ocasión, no pudo ocultar todo eso que había aprendido durante sus largas horas de estudio.
—Oh, maso... ¡Oye! No siempre me meto en problemas con las personas, para tu información —se defendió, porque, curiosamente, esa vez tenía razón—. Estaba practicando algunas cosas, el tiempo pasó, metí la pata con el clima y terminé aquí. ¿Contento por mi brillante argumento? —reveló, alzando el mentón con demasiada dignidad, la que le faltaba en la mayoría de los casos—. Como decía... y, ¡ya deja ese ego! O te van a echar a patadas de aquí. Hay que ser humildes en estos lugares.
Mitad verdad, mitad tontería, porque, ¡vamos!, ella ya había dejado escapar un poco de su ego, pero terminó haciendo caso omiso a la idea y simplemente siguió escalando con auténtica emoción. Quería llegar al final, sólo para seguir descubriendo si aquella estructura pertenecería a un masón, dadas todas las simbologías que podía observar entre las paredes. Sin embargo, no tuvo que esforzarse demasiado, ya que, gracias a Rylan, terminaron hallando un peculiar túnel que, seguramente, conducía a otros puntos secretos de la construcción esa.
—Irlanda es... ¡Válgame los unicornios! Pero, ¿qué cosa has hecho? Mira nada más, apenas entras y ya andas derrumbando paredes. Eres terrible, gitanillo ladronzuelo de abuelitas —dijo con tono burlón, como para no perder la costumbre. Pero, más temprano que tarde, ya se encontraba en el sitio que había revelado Rylan por accidente—. Decía que Irlanda es un lugar grandioso, tiene muchas colinas siempre verdes, y ruinas, y montañas... castillos medievales. En fin, que es una tierra muy bonita.
Y sin esperar una respuesta inmediata del joven, se internó en esa cámara oculta, aunque apenas le entraba la luz del exterior (justo por donde habían ingresado al recinto), Loreena logró disipar todas sus dudas y casi da un salto de la emoción.
—¡Lo sabía! Esto tuvo que haber sido construido por un masón, o masones. No me queda la menor duda... ¡Es genial!
Pero antes de seguir ahondando en aquellas cosas, Loreena continuó con su marcha, ascendiendo a través de esos peldaños roñosos, maravillada por la enigmática armonía del paraje. Le recordaba tanto a la primera vez que puso un pie en alguna abadía en ruinas de su querida Irlanda. ¡Claro! Ella, al ser una bruja, era capaz de percibir energías que un humano corriente no, y quizás eso convertía a aquellas ruinas tan especiales, aparte de toda la simbología que se hallaba grabada en la piedra. Porque sí, a pesar de que solía ser muy infantil la mayoría de las veces, Loreena era una jovencita inteligente, que aprendía bastante rápido de todo y conocía varias cosas; sólo que prefería fingir demencia y continuar en lo suyo. Sin embargo, en esa ocasión, no pudo ocultar todo eso que había aprendido durante sus largas horas de estudio.
—Oh, maso... ¡Oye! No siempre me meto en problemas con las personas, para tu información —se defendió, porque, curiosamente, esa vez tenía razón—. Estaba practicando algunas cosas, el tiempo pasó, metí la pata con el clima y terminé aquí. ¿Contento por mi brillante argumento? —reveló, alzando el mentón con demasiada dignidad, la que le faltaba en la mayoría de los casos—. Como decía... y, ¡ya deja ese ego! O te van a echar a patadas de aquí. Hay que ser humildes en estos lugares.
Mitad verdad, mitad tontería, porque, ¡vamos!, ella ya había dejado escapar un poco de su ego, pero terminó haciendo caso omiso a la idea y simplemente siguió escalando con auténtica emoción. Quería llegar al final, sólo para seguir descubriendo si aquella estructura pertenecería a un masón, dadas todas las simbologías que podía observar entre las paredes. Sin embargo, no tuvo que esforzarse demasiado, ya que, gracias a Rylan, terminaron hallando un peculiar túnel que, seguramente, conducía a otros puntos secretos de la construcción esa.
—Irlanda es... ¡Válgame los unicornios! Pero, ¿qué cosa has hecho? Mira nada más, apenas entras y ya andas derrumbando paredes. Eres terrible, gitanillo ladronzuelo de abuelitas —dijo con tono burlón, como para no perder la costumbre. Pero, más temprano que tarde, ya se encontraba en el sitio que había revelado Rylan por accidente—. Decía que Irlanda es un lugar grandioso, tiene muchas colinas siempre verdes, y ruinas, y montañas... castillos medievales. En fin, que es una tierra muy bonita.
Y sin esperar una respuesta inmediata del joven, se internó en esa cámara oculta, aunque apenas le entraba la luz del exterior (justo por donde habían ingresado al recinto), Loreena logró disipar todas sus dudas y casi da un salto de la emoción.
—¡Lo sabía! Esto tuvo que haber sido construido por un masón, o masones. No me queda la menor duda... ¡Es genial!
Loreena Mckennitt- Hechicero Clase Alta
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Re: La aventura nos acompaña [Privado]
Decir que Loreena no siempre se metía en problemas era como creer que él nunca había robado en su vida. De hecho, pensar en la simple idea de ver a Loreena tranquila, provoco que Rylan terminara riendo.
– Vamos, puedes decirme a quien molestaste – pidió una vez dejó de reír – Yo, contrario a lo que creas no voy a juzgarte por tus actos – y sus palabras aunque sinceras, eran también una forma de molestarla, de decirle que ella se la pasaba juzgándolo y molestándolo solo por haberlo descubierto robando en tiempos de absoluta necesidad. Rylan era pues un gitano que prefería siempre estafar a robar. Solía mostrar trucos sencillos en los que pedía dinero a la gente, todo para hacer desaparecer el dinero frente a las narices de los que se acercaban hasta él pero en aquellos tiempos donde Loreena lo conoció, eran tiempos donde el dinero no le alcanzaba y se sentía con la responsabilidad de mantener viva a Monicke, ya fuera de maneras correctas o no.
Dejando de lado la manera en que la hechicera le juzgaba y todo lo que él debió hacer por la cambiante que terminara por abandonarlo, Rylan se centró una vez más, en lo que la bruja loca tenía para decir.
– ¿Así que molestaste al clima? – cruzó los brazos a la altura del pecho, chasqueo la lengua y movió la cabeza de un lado a otro en negativa –Si ni el clima puede salvarse de tus locuras, tendré que resignarme a que me será imposible escapar a mi –dijo a modo de broma, ya que desde hacía algún tiempo se había resignado a estar cerca de la bruja y más que eso, estar con ella, no le molestaba ya.
Conforme avanzaban por aquellas ruinas, la curiosidad de Rylan aumentaba. Aquel lugar era un completo misterio para él, que no podía entender nada de lo que se encontraba grabado en las paredes, que no era capaz de sentir la energía que se encontraba en aquel lugar, pero que si era capaz de notar como estar ahí, ponía a Lorenna de buen humor, volviéndola una mujer más centrada y hermosa; que era, lo que realmente le daba curiosidad. Las ansias de conocer más de las ruinas y de la hechicera con quien las exploraba, llevó al gitano a preguntar sobre Irlanda, país natal de su acompañante; y fue tras realizar su pregunta que se dispuso a recargarse en una pared que terminaba cediendo ante su peso, llevando al gitano a caer de espaldas en el suelo.
– Gracias… por preocuparte por mi… – hizo una pausa, tomando algo del aire – eres una gran amiga… – finalizó, observando desde el suelo a Loreena que tras burlarse de él, retomaba la conversación de Irlanda sin siquiera preocuparse por el estado del gitano, algo que verdaderamente a él, no le sorprendía.
Rylan se quedó en el suelo durante un par de segundos, mismos que sirvieron para que la bruja se internara dentro del aquel lugar que él, accidentalmente descubría.
– ¿Cómo es que sabes eso? – preguntó mientras se sentaba en el suelo para poder observar un poco más de aquella zona que descubría y que para él, no era muy diferente al resto de la estructura que ya habían recorrido.
– Vamos, puedes decirme a quien molestaste – pidió una vez dejó de reír – Yo, contrario a lo que creas no voy a juzgarte por tus actos – y sus palabras aunque sinceras, eran también una forma de molestarla, de decirle que ella se la pasaba juzgándolo y molestándolo solo por haberlo descubierto robando en tiempos de absoluta necesidad. Rylan era pues un gitano que prefería siempre estafar a robar. Solía mostrar trucos sencillos en los que pedía dinero a la gente, todo para hacer desaparecer el dinero frente a las narices de los que se acercaban hasta él pero en aquellos tiempos donde Loreena lo conoció, eran tiempos donde el dinero no le alcanzaba y se sentía con la responsabilidad de mantener viva a Monicke, ya fuera de maneras correctas o no.
Dejando de lado la manera en que la hechicera le juzgaba y todo lo que él debió hacer por la cambiante que terminara por abandonarlo, Rylan se centró una vez más, en lo que la bruja loca tenía para decir.
– ¿Así que molestaste al clima? – cruzó los brazos a la altura del pecho, chasqueo la lengua y movió la cabeza de un lado a otro en negativa –Si ni el clima puede salvarse de tus locuras, tendré que resignarme a que me será imposible escapar a mi –dijo a modo de broma, ya que desde hacía algún tiempo se había resignado a estar cerca de la bruja y más que eso, estar con ella, no le molestaba ya.
Conforme avanzaban por aquellas ruinas, la curiosidad de Rylan aumentaba. Aquel lugar era un completo misterio para él, que no podía entender nada de lo que se encontraba grabado en las paredes, que no era capaz de sentir la energía que se encontraba en aquel lugar, pero que si era capaz de notar como estar ahí, ponía a Lorenna de buen humor, volviéndola una mujer más centrada y hermosa; que era, lo que realmente le daba curiosidad. Las ansias de conocer más de las ruinas y de la hechicera con quien las exploraba, llevó al gitano a preguntar sobre Irlanda, país natal de su acompañante; y fue tras realizar su pregunta que se dispuso a recargarse en una pared que terminaba cediendo ante su peso, llevando al gitano a caer de espaldas en el suelo.
– Gracias… por preocuparte por mi… – hizo una pausa, tomando algo del aire – eres una gran amiga… – finalizó, observando desde el suelo a Loreena que tras burlarse de él, retomaba la conversación de Irlanda sin siquiera preocuparse por el estado del gitano, algo que verdaderamente a él, no le sorprendía.
Rylan se quedó en el suelo durante un par de segundos, mismos que sirvieron para que la bruja se internara dentro del aquel lugar que él, accidentalmente descubría.
– ¿Cómo es que sabes eso? – preguntó mientras se sentaba en el suelo para poder observar un poco más de aquella zona que descubría y que para él, no era muy diferente al resto de la estructura que ya habían recorrido.
Rylan Cerny- Gitano
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Re: La aventura nos acompaña [Privado]
Pero ella era Loreena, y como era Loreena, entonces hacía lo que le daba en gana. No, bueno, tampoco así. Simplemente se dejó llevar por el grandioso descubrimiento que había hecho Rylan, porque claro, debía darle ese mérito a él, que no tenía ni la más parca idea de lo que hablaba la muchacha. Bien, era comprensible en su caso, pues, a diferencia de Loreena, él no tuvo educación más que aprender a valerse por su cuenta para poder sobrevivir al mundo. De cierto modo, ella podía considerarse afortunada por haber nacido en una buena familia, pero no por lo económico, sino por tener al lado a personas tan excelentes como su abuelo Hans y a su primo Vladmiri. Aunque, aquello fue algo que dejó pasar muy rápido, pues se encontraba más concentrada en recorrer esa cámara secreta.
—No lo molesté, sólo metí la pata con un hechizo —contestó finalmente, entornando la mirada—. Luego no supe cómo arreglarlo, soy novata con algunas cosas. Pero algún día seré tan buena como mi abuelo. Sí, señor.
Sus dedos recorrieron la piedra roñosa, siguiendo las formas de los ornamentos tallados en las paredes. Siempre le habían encantado esas cosas; desde muy chica se metía en cavernas y en las ruinas de algunas fortificaciones, sólo para saber si podría encontrar algo grandioso escondido entre tantas décadas de historia. Su tía solía molestarse con ella por esas cosas, porque llegaba a casa hecha un desastre, y no le importaba en lo más mínimo. Loreena era demasiado escurridiza y ociosa para el temperamento sosegado de Amalur Mckennitt, incluso para el de su mismo abuelo, quien no podía evitar tener que ponerse estricto en diversas ocasiones, para evitar que su nieta se metiera en un lío tremendo.
—Sé estas cosas porque mi abuelo tiene muchos libros que hablan de ello. También tiene amigos que se dedican a estas cosas. Es que mira —se detuvo frente a él, organizando las ideas de su mente, recordando inclusive las lecciones que había tenido de niña—, la magia tiene diferentes escalafones, es decir, se manifiesta de maneras múltiples. No siempre es abracadabra patas de cabra, ¡no! Mucho menos es ver a la típica bruja con verrugas y un gato negro. ¿Entiendes? Por ejemplo, mi familia se dedica a la magia folclórica, o sea, a aquella ligada a nuestras raíces culturales, a nuestras costumbres, y nosotros descendemos de los celtas, por eso me la llevo bien con las cosas del bosque y la naturaleza en general.
Explicó de una manera que hasta parecía contradictoria en ella. Pero luego se distrajo mirando la bóveda que tenían sobre sus cabezas; la cantidad de símbolos le parecían magníficos. ¡Tenía que contarle a su abuelo! No podía guardarse eso para ella sola. Quizás podrían saber quién era el fundador de aquel pequeño imperio.
—Ah, y los masones están algo ligados a la magia también. Pero ellos se basan en otros argumentos, muy parecidos a la alquimia, porque la alquimia también tiene una doctrina mágica. Y en fin, que te va a doler la cabeza con todo esto. Vamos a recorrer más este lugar, de seguro habrá más cámaras por descubrir —indicó, al momento en que prácticamente lo dejaba atrás y pasaba hacia otra sección, en donde se hallaban unas escalinatas—. ¡Ya deja la flojera! Apresúrate...
—No lo molesté, sólo metí la pata con un hechizo —contestó finalmente, entornando la mirada—. Luego no supe cómo arreglarlo, soy novata con algunas cosas. Pero algún día seré tan buena como mi abuelo. Sí, señor.
Sus dedos recorrieron la piedra roñosa, siguiendo las formas de los ornamentos tallados en las paredes. Siempre le habían encantado esas cosas; desde muy chica se metía en cavernas y en las ruinas de algunas fortificaciones, sólo para saber si podría encontrar algo grandioso escondido entre tantas décadas de historia. Su tía solía molestarse con ella por esas cosas, porque llegaba a casa hecha un desastre, y no le importaba en lo más mínimo. Loreena era demasiado escurridiza y ociosa para el temperamento sosegado de Amalur Mckennitt, incluso para el de su mismo abuelo, quien no podía evitar tener que ponerse estricto en diversas ocasiones, para evitar que su nieta se metiera en un lío tremendo.
—Sé estas cosas porque mi abuelo tiene muchos libros que hablan de ello. También tiene amigos que se dedican a estas cosas. Es que mira —se detuvo frente a él, organizando las ideas de su mente, recordando inclusive las lecciones que había tenido de niña—, la magia tiene diferentes escalafones, es decir, se manifiesta de maneras múltiples. No siempre es abracadabra patas de cabra, ¡no! Mucho menos es ver a la típica bruja con verrugas y un gato negro. ¿Entiendes? Por ejemplo, mi familia se dedica a la magia folclórica, o sea, a aquella ligada a nuestras raíces culturales, a nuestras costumbres, y nosotros descendemos de los celtas, por eso me la llevo bien con las cosas del bosque y la naturaleza en general.
Explicó de una manera que hasta parecía contradictoria en ella. Pero luego se distrajo mirando la bóveda que tenían sobre sus cabezas; la cantidad de símbolos le parecían magníficos. ¡Tenía que contarle a su abuelo! No podía guardarse eso para ella sola. Quizás podrían saber quién era el fundador de aquel pequeño imperio.
—Ah, y los masones están algo ligados a la magia también. Pero ellos se basan en otros argumentos, muy parecidos a la alquimia, porque la alquimia también tiene una doctrina mágica. Y en fin, que te va a doler la cabeza con todo esto. Vamos a recorrer más este lugar, de seguro habrá más cámaras por descubrir —indicó, al momento en que prácticamente lo dejaba atrás y pasaba hacia otra sección, en donde se hallaban unas escalinatas—. ¡Ya deja la flojera! Apresúrate...
Loreena Mckennitt- Hechicero Clase Alta
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Re: La aventura nos acompaña [Privado]
Sentado en el suelo, recuperándose aún del golpe de su descubrimiento, Rylan llevaba su mirada de la hechicera a los símbolos en las paredes, mismos que a él no le resultaban nada más que garabatos, o más bien, eran elementos mágicos que no comprendía y no quería comprender en aquellos momentos.
De cierta manera, Rylan se sentía más cómodo ignorando lo que sucedía con el mundo sobrenatural, mundo que desde hacía unos meses corría más peligro que nunca, y no era que quisiera sentirse así porque temiera por él, no, sino que temía por la bruja. Desde su lugar en el suelo, observo a Loreena y la manera en que ella se maravillaba con todo lo que sus ojos descubrían en esa sala. Aunque al gitano le gustaba verla de aquella manera tan natural, rodeada de luz y magia; también le aterraba verla tan rodeada de aquello que podía llevarla a una celda inquisitorial.
– Debes tener cuidado con los hechizos que haces – su voz al emitir aquellas palabras fue firme, precisamente porque su cuerpo entero se encontraba atacado por la preocupación, sin embargo, la bruja se limito a decirle que sus errores se debían a que era una novata y que algún día, sería tan buena como su abuelo, algo que Rylan deseo ocurriera pronto, pues consideraba que cuanto mejor fuera ella para controlar su magia, más sencillo le resultaría pasar desapercibida.
Tratando de dejar las preocupaciones momentáneas de lado, Rylan entonces decidió concentrarse en lo que la bruja tenía para contarle. Quizás no fuera algo que él deseara saber del todo pero no podía negar que probablemente le sirviera aquello en el futuro, después de todo, nunca se sabía que deparaba el mañana.
– Pensé que toda la magia era igual – respondió recordando sus encuentros con brujos y como el aura que rodeaba a todos era similar – no tenía idea de que eran diferentes los tipos de magia que podían existir pues para mi, todas las auras mágicas se leen igual, claro que – soltó una carcajada – no soy experto en leer auras así que debo estar completamente equivocado – guardo silencio unos segundos más, permitiendo así que Loreena continuara con otra parte de su explicación, tras la cual, Rylan soltó una carcajada, no porque fuera divertida la explicación de la bruja sino porque ella creía que no sería capaz de comprender lo que decía; y ella no estaba equivocada, pero él no pensaba ceder – Evidentemente me dolerá la cabeza si no me explicas bien como es que va el asunto de la magia – señalo al tiempo que veía alejarse a la bruja.
Tras soltar un suspiro y levantarse pesadamente del suelo donde se encontraba, el gitano siguió a paso veloz a la hechicera.
– Soy perfectamente capaz de comprender de magia si es que me explicas las cosas debidamente – aseguró antes de quedarse callado, pues una vez más, la inseguridad y el temor por la integridad de la bruja, le atacaban.
De cierta manera, Rylan se sentía más cómodo ignorando lo que sucedía con el mundo sobrenatural, mundo que desde hacía unos meses corría más peligro que nunca, y no era que quisiera sentirse así porque temiera por él, no, sino que temía por la bruja. Desde su lugar en el suelo, observo a Loreena y la manera en que ella se maravillaba con todo lo que sus ojos descubrían en esa sala. Aunque al gitano le gustaba verla de aquella manera tan natural, rodeada de luz y magia; también le aterraba verla tan rodeada de aquello que podía llevarla a una celda inquisitorial.
– Debes tener cuidado con los hechizos que haces – su voz al emitir aquellas palabras fue firme, precisamente porque su cuerpo entero se encontraba atacado por la preocupación, sin embargo, la bruja se limito a decirle que sus errores se debían a que era una novata y que algún día, sería tan buena como su abuelo, algo que Rylan deseo ocurriera pronto, pues consideraba que cuanto mejor fuera ella para controlar su magia, más sencillo le resultaría pasar desapercibida.
Tratando de dejar las preocupaciones momentáneas de lado, Rylan entonces decidió concentrarse en lo que la bruja tenía para contarle. Quizás no fuera algo que él deseara saber del todo pero no podía negar que probablemente le sirviera aquello en el futuro, después de todo, nunca se sabía que deparaba el mañana.
– Pensé que toda la magia era igual – respondió recordando sus encuentros con brujos y como el aura que rodeaba a todos era similar – no tenía idea de que eran diferentes los tipos de magia que podían existir pues para mi, todas las auras mágicas se leen igual, claro que – soltó una carcajada – no soy experto en leer auras así que debo estar completamente equivocado – guardo silencio unos segundos más, permitiendo así que Loreena continuara con otra parte de su explicación, tras la cual, Rylan soltó una carcajada, no porque fuera divertida la explicación de la bruja sino porque ella creía que no sería capaz de comprender lo que decía; y ella no estaba equivocada, pero él no pensaba ceder – Evidentemente me dolerá la cabeza si no me explicas bien como es que va el asunto de la magia – señalo al tiempo que veía alejarse a la bruja.
Tras soltar un suspiro y levantarse pesadamente del suelo donde se encontraba, el gitano siguió a paso veloz a la hechicera.
– Soy perfectamente capaz de comprender de magia si es que me explicas las cosas debidamente – aseguró antes de quedarse callado, pues una vez más, la inseguridad y el temor por la integridad de la bruja, le atacaban.
Rylan Cerny- Gitano
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Re: La aventura nos acompaña [Privado]
Descrubir, Descubrir y descubrir. Tal parecía que era la única palabra que se repetía de manera indefinida en su mente, aunque ésta iba asociada a una serie de palabras que más bien podían relacionarse con otras cosas, como con los problemas, por ejemplo. Sin embargo, era muy sencillo desechar aquella posibilidad como si nada, sobre todo porque Loreena era Loreena, así de simple y sencillo. Su capacidad para hacer caso omiso al peligro podía parecer impresionante, al menos para aquellos que realmente preferían cuidarse las espaldas. Quizá Rylan caia en ese grupo, especialmente por la postura que empezaba a tomar con respecto a la situación en la que se hallaban, pero también por las cosas que le contaba Loreena. Otra posibilidad era que estaba preocupado por ella, a su manera, a pesar de no revelarlo directamente.
El gitano podría estar tomando una posición adecuada, sabiendo que, al ser Loreena una bruja, también encajaba con los sobrenaturales, y éstos eran cazados, de manera fervorosa y demencial, por la Inquisición. No obstante, con lo que no contaba Rylan era con el detalle de que la bruja atolondrada pertenecía a una familia que bien sabía cuidarse, por ser, justamente, miembros de una hermandad que contrarrestaba el poder del Santo Oficio, y ya de eso llevaban milenios. Por eso es que a Loreena no se le hacía nada complicado entender la esencia misma de esas ruinas, porque asociaba su antigüedad, y escondite en el bosque, con algo arcano, como lo era Agartha en sí. Tal vez estaba fantaseando demasiado; tal vez no... ¿Y qué importaba? Su hallazgo era magnífico, y eso era lo único que importaba en ese instante, en el que se dedicaba a hallar con ansiedad algo más.
También le debía una pequeña plática a Rylan sobre magia, ya que había iniciado el tema, lo lógico era que lo hiciera de manera adecuada, y él no tardó en recriminárselo, sólo que ella se centró más en las escalinatas que ascendían hacia un nuevo misterio, que en seguir con la charla. Pero entonces su empatía hizo que se detuviera en seco, como si la petrificara en ese preciso lugar. ¿Hacía cuánto no sentía algo tan intenso? Desde hace tiempo, porque poco compartía con otras personas que no fueran cercanas. Por eso fue que tardó un momento en organizar mejor sus ideas, y en cuanto lo hizo, se giró para verlo con cierta extrañeza.
—Ya sé que debo tener cuidado, no eres el único que lo mencionas. Pero si no pongo en práctica mis poderes de esta manera, jamás podré entender del modo en que funcionan. La magia en cada quien es diferente, porque la energia de cada ser también lo es. Puede manifestarse y asociarse de diferentes maneras. A mí se me da mejor de este modo, que con una receta —explicó, y hasta parecía extraño que lo hiciera—. Las auras tampoco se aprecian de igual manera. Puedes asociarlas a estados de ánimo porque se perciben como colores, y cada uno está asociado a alguna sensación o emoción en particular; también a energías. Por ejemplo los vampiros poseen un color en su aura mucho más pálido, y dependiendo de sus estados emocionales, pueden ser fríos... Algo similar pasa con los hechiceros y otros sobrenaturales.
Exhaló y fue a sentarse en el borde de una de las escaleras, luego invitó a Rylan a sentarse a su lado. De alguna manera le agradó explicar algo que dominaba, y que pudiera servir de ayuda a otro. Algo asó como lo que hacía su abuelo, incluso Vladmiri, hasta se sintió tan ñoña como ellos.
—¿Qué más quieres saber? No soy tan adiestrada como quisiera, pero creo que puedo ayudar con lo de las auras, y quizá con la empatía... Si no aceptas la oferta, me dedicaré a recorrer de extremo a extremo este lugar.
El gitano podría estar tomando una posición adecuada, sabiendo que, al ser Loreena una bruja, también encajaba con los sobrenaturales, y éstos eran cazados, de manera fervorosa y demencial, por la Inquisición. No obstante, con lo que no contaba Rylan era con el detalle de que la bruja atolondrada pertenecía a una familia que bien sabía cuidarse, por ser, justamente, miembros de una hermandad que contrarrestaba el poder del Santo Oficio, y ya de eso llevaban milenios. Por eso es que a Loreena no se le hacía nada complicado entender la esencia misma de esas ruinas, porque asociaba su antigüedad, y escondite en el bosque, con algo arcano, como lo era Agartha en sí. Tal vez estaba fantaseando demasiado; tal vez no... ¿Y qué importaba? Su hallazgo era magnífico, y eso era lo único que importaba en ese instante, en el que se dedicaba a hallar con ansiedad algo más.
También le debía una pequeña plática a Rylan sobre magia, ya que había iniciado el tema, lo lógico era que lo hiciera de manera adecuada, y él no tardó en recriminárselo, sólo que ella se centró más en las escalinatas que ascendían hacia un nuevo misterio, que en seguir con la charla. Pero entonces su empatía hizo que se detuviera en seco, como si la petrificara en ese preciso lugar. ¿Hacía cuánto no sentía algo tan intenso? Desde hace tiempo, porque poco compartía con otras personas que no fueran cercanas. Por eso fue que tardó un momento en organizar mejor sus ideas, y en cuanto lo hizo, se giró para verlo con cierta extrañeza.
—Ya sé que debo tener cuidado, no eres el único que lo mencionas. Pero si no pongo en práctica mis poderes de esta manera, jamás podré entender del modo en que funcionan. La magia en cada quien es diferente, porque la energia de cada ser también lo es. Puede manifestarse y asociarse de diferentes maneras. A mí se me da mejor de este modo, que con una receta —explicó, y hasta parecía extraño que lo hiciera—. Las auras tampoco se aprecian de igual manera. Puedes asociarlas a estados de ánimo porque se perciben como colores, y cada uno está asociado a alguna sensación o emoción en particular; también a energías. Por ejemplo los vampiros poseen un color en su aura mucho más pálido, y dependiendo de sus estados emocionales, pueden ser fríos... Algo similar pasa con los hechiceros y otros sobrenaturales.
Exhaló y fue a sentarse en el borde de una de las escaleras, luego invitó a Rylan a sentarse a su lado. De alguna manera le agradó explicar algo que dominaba, y que pudiera servir de ayuda a otro. Algo asó como lo que hacía su abuelo, incluso Vladmiri, hasta se sintió tan ñoña como ellos.
—¿Qué más quieres saber? No soy tan adiestrada como quisiera, pero creo que puedo ayudar con lo de las auras, y quizá con la empatía... Si no aceptas la oferta, me dedicaré a recorrer de extremo a extremo este lugar.
Loreena Mckennitt- Hechicero Clase Alta
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Re: La aventura nos acompaña [Privado]
Ya le había tomado cariño a la hechicera, era difícil negarlo y sencillamente imposible no mostrarlo. Quizás para la bruja las quejas o las palabras de Rylan fueran meramente una forma en que el gitano buscaba su propia seguridad y aunque eso no estaba del todo fuera de la realidad, un detalle que probablemente no consideraba ella era que ahora eran una especie de equipo y que lo que afectara a uno, afectaría irremediablemente al otro. Casi todos dentro del campamento gitano ubicaban a Loreena como su compañera y se encontraba convencido de que era lo mismo fuera de aquel sitió que brindaba cierta protección, así que ya fuera por la magia de ella o las estafas de él, por eso era que Rylan estaba más tranquilo que de costumbre con lo concerniente a las estafas y estaba completamente calmado con los robos, pues no deseaba que la hechicera, acabara metida en líos por su culpa. ¿Significaba eso que esperaba de ella lo mismo? Por supuesto que no. Loreena era una hechicera desde la cuna y pedirle a alguien con tales dones que no los usara más sería una completa falta de respeto a su esencia; por eso era que lo que esperaba el gitano era simplemente que tuviera cuidado, después de todo ella era una mujer y seguramente si los capturaban haciendo algo indebido sería la hechicera quien más sufriría y algo así, él no podría soportarlo. Pero bastaba de tantas preocupaciones, de momento, lo mejor era disfrutar de aquel descubrimiento que mantenía la atención de la hechicera tan alejada de él.
Aquel asombroso sitió representaba para él todo un misterio. Las ruinas eran llamativas, poseían una belleza tan única como la de la hechicera pero al igual que con ella, al gitano le costaba comprenderlas por eso se limitaba a seguirla como una sombra y mientras lo hacía, observaba todo a su alrededor pero en especial se centraba en ella.
Al comenzar a subir unas escalinatas que a Rylan no le daban muy buena espina, la preocupación por la integridad de la hechicera volvió a golpearlo, solo que en esta ocasión el sentimiento era tan intenso que hasta pudo sentir como un sudor frío recorría su cuerpo. ¿Y si aquellas ruinas poseían un secreto que la pusiera en peligro? ¿Y si su accidental descubrimiento de aquel pasaje desencadenaba algo que no debía pasar?. Los pasos de ambos se detuvieron y sus miradas se encontraron. El gitano pudo percibir el desconcierto en los ojos de Loreena, siendo ese el momento en que supo que ella se daba cuenta de lo que le pasaba o al menos lo intuía y las palabras que salieron de los labios femeninos lo confirmaron.
– Sé que necesitas practicar para comprender y controlar mejor tu magia – sonrió ligeramente – Llevamos ya algo de conocernos y pasar tiempo juntos, así que lo he notado – aunque en ese momento la pregunta que debía hacerse era ¿Qué no notaba ya de ella? Ya que de manera inesperada, se descubría prestando más atención de la usual a ella, sus movimientos, expresiones, palabras y cualquier aspecto que lo llevara a entenderla un poco más. Y era el deseo tanto de comprenderla como de comprenderse más a si mismo lo que lo llevó a sentarse al lado de ella en la escalinata – Voy a aceptar la oferta – fue lo primero que pudo decir – Sé que como gitano no poseo tantas habilidades como tu, pero poseo algunas y la verdad es que no tengo ni idea de cómo usarlas – miró entonces a la hechicera – con respecto a las auras, puedo sospechar por similitud a que clase de raza pertenecen los que me rodean pero eso es todo dado que soy incapaz de ver algo más. ¿Cómo haces tú para ver en los demás y cómo es que haces uso de tu empatía? – No se encontraba del todo convencido de hablar de la empatía, después de todo, sabía que esa era una habilidad que a Loreena la afectaba demasiado aunque al mismo tiempo, era esa la habilidad que la llevó a interesarse en Monicke y a volverse después de mucho, amiga de él.
Aquel asombroso sitió representaba para él todo un misterio. Las ruinas eran llamativas, poseían una belleza tan única como la de la hechicera pero al igual que con ella, al gitano le costaba comprenderlas por eso se limitaba a seguirla como una sombra y mientras lo hacía, observaba todo a su alrededor pero en especial se centraba en ella.
Al comenzar a subir unas escalinatas que a Rylan no le daban muy buena espina, la preocupación por la integridad de la hechicera volvió a golpearlo, solo que en esta ocasión el sentimiento era tan intenso que hasta pudo sentir como un sudor frío recorría su cuerpo. ¿Y si aquellas ruinas poseían un secreto que la pusiera en peligro? ¿Y si su accidental descubrimiento de aquel pasaje desencadenaba algo que no debía pasar?. Los pasos de ambos se detuvieron y sus miradas se encontraron. El gitano pudo percibir el desconcierto en los ojos de Loreena, siendo ese el momento en que supo que ella se daba cuenta de lo que le pasaba o al menos lo intuía y las palabras que salieron de los labios femeninos lo confirmaron.
– Sé que necesitas practicar para comprender y controlar mejor tu magia – sonrió ligeramente – Llevamos ya algo de conocernos y pasar tiempo juntos, así que lo he notado – aunque en ese momento la pregunta que debía hacerse era ¿Qué no notaba ya de ella? Ya que de manera inesperada, se descubría prestando más atención de la usual a ella, sus movimientos, expresiones, palabras y cualquier aspecto que lo llevara a entenderla un poco más. Y era el deseo tanto de comprenderla como de comprenderse más a si mismo lo que lo llevó a sentarse al lado de ella en la escalinata – Voy a aceptar la oferta – fue lo primero que pudo decir – Sé que como gitano no poseo tantas habilidades como tu, pero poseo algunas y la verdad es que no tengo ni idea de cómo usarlas – miró entonces a la hechicera – con respecto a las auras, puedo sospechar por similitud a que clase de raza pertenecen los que me rodean pero eso es todo dado que soy incapaz de ver algo más. ¿Cómo haces tú para ver en los demás y cómo es que haces uso de tu empatía? – No se encontraba del todo convencido de hablar de la empatía, después de todo, sabía que esa era una habilidad que a Loreena la afectaba demasiado aunque al mismo tiempo, era esa la habilidad que la llevó a interesarse en Monicke y a volverse después de mucho, amiga de él.
Rylan Cerny- Gitano
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Re: La aventura nos acompaña [Privado]
Para Loreena era difícil lidiar con ciertas situaciones, sobre todo aquellas en donde tenía que comportarse como persona y no como el animal salvaje que se consideraba que era. Enfrentarse a esas cosas era parecido a tener que subir una cuesta intrincada y demasiado extensa, tanto, que su cima se perdía en la lejanía de espesas nubes; sus límites se disipaban entre la niebla; la arboleda que la circundaba se elevaba hasta perderse en el infinito... Y así hasta no tener más descripciones para decir lo complicado que resultaba ser, al menos para ella. ¿Y cómo no serlo? Cuando empezó a combatir su extraña empatía (que nada tenía que ver con ciertas teorías de aceptación social), algo no fue bien. La complejidad que significaba intentar entender a otros a través de sí mismo, ese acto tan difuso que era saber que se podía llegar a enfundar con las emociones de otros, ese acto mismo era, sin duda, aterrador, sobre todo para alguien al que no le gustaba relacionarse con los demás.
Pero la experiencia para Loreena no recaía sólo en no querer llevarse bien con otros, sino que podía, incluso, comprender que sentían con respecto a ella, y eso llegó a acomplejarla muchísimo. Por eso, en determinadas situaciones, no se detenía en pensar siquiera un poco en ello, sobre todo porque ya estaba al tanto de que, milagrosamente, creía que lo había superado con creces. Quizá sí era verdad. La menor de los Mckennitt tuvo que enfrentarse a sus propios monstruos, esos que se ocultan debajo de la cama durante la infancia, para así tener la oportunidad de abrirse al mundo mágico sin demasiadas complicaciones. Sin embargo, justo en ese momento, cuando tuvo que hacerle frente a ese gitano cascarrabias, se dio cuenta de que algunas cosas no habían cambiado mucho, sólo que ahora tenía una mente más lúcida para lograr enfrentarlas. Y eso era bueno...
Por eso, estando sentada al lado de Rylan, hablando de algo tan poco común como era la magia y las habilidades extrasensoriales, Loreena no pudo evadir la sensación de sentirse importante. ¡No era por ego! Es que nunca había tenido la oportunidad de hablarle a otros sobre esas cosas, o mejor dicho, de enseñarle un poco, así fuera parafraseando las palabras de su propio abuelo.
Se colocó las manos en las rodillas y se quedó viendo su propia línea del horizonte, trazando respuestas en su propia cabeza de alcornoque.
—A ver, no es un tema sencillo. Además, y lo digo por experiencia propia, la magia y estas cosas no se manejan con un manual. Pueden existir miles de tratados, de manuscritos, etecé, pero todos están escritos desde la perspectiva personal de su autor, o de sus autores. No hay recetas, tampoco secretos, porque nosotros mismos sabemos la gran verdad, tenemos la llave al arcano mayor, de ahí donde deriva todo nuestro poder —empezó a hablar con fluidez, recordando algunas cosas dichas por el viejo Hans Mckennitt—. Las auras no siempre se manejan como te dicen. O sea, también van ligadas a las emociones de los demás, y aunque sean vampiros, éstas varían, sólo que sus colores son menos saturados y brillantes, y usualmente son gamas de colores, cómo decirlo, fríos o acromáticos, es decir, grises... Los cambiantes tienen una relación más compleja con las gamas de verdes, pero también con los colores fríos, y a veces depende de su raza animal, porque suele determinar su... —Guardó silencio cuando se dio cuenta de la mueca de asombra de Rylan, y estornudó para fingir que no ocurría nada—. Que sí, que las auras depende mucho de la persona y así.
Aún le quedaba otra cosa: la empatía. ¿Cómo explicar sobre algo que no alcanzaba a controlar y a entender del todo? Eso iba a ser realmente difícil.
—La empatía, bueno, la empatía... La empatía es complicada, punto, Vamos a seguir viendo este lugar antes de que anochezca —sentenció, poniéndose de pie de inmediato, mientras sacudía su ropa. Sí, algunas cosas no iban a cambiar nunca.
Pero la experiencia para Loreena no recaía sólo en no querer llevarse bien con otros, sino que podía, incluso, comprender que sentían con respecto a ella, y eso llegó a acomplejarla muchísimo. Por eso, en determinadas situaciones, no se detenía en pensar siquiera un poco en ello, sobre todo porque ya estaba al tanto de que, milagrosamente, creía que lo había superado con creces. Quizá sí era verdad. La menor de los Mckennitt tuvo que enfrentarse a sus propios monstruos, esos que se ocultan debajo de la cama durante la infancia, para así tener la oportunidad de abrirse al mundo mágico sin demasiadas complicaciones. Sin embargo, justo en ese momento, cuando tuvo que hacerle frente a ese gitano cascarrabias, se dio cuenta de que algunas cosas no habían cambiado mucho, sólo que ahora tenía una mente más lúcida para lograr enfrentarlas. Y eso era bueno...
Por eso, estando sentada al lado de Rylan, hablando de algo tan poco común como era la magia y las habilidades extrasensoriales, Loreena no pudo evadir la sensación de sentirse importante. ¡No era por ego! Es que nunca había tenido la oportunidad de hablarle a otros sobre esas cosas, o mejor dicho, de enseñarle un poco, así fuera parafraseando las palabras de su propio abuelo.
Se colocó las manos en las rodillas y se quedó viendo su propia línea del horizonte, trazando respuestas en su propia cabeza de alcornoque.
—A ver, no es un tema sencillo. Además, y lo digo por experiencia propia, la magia y estas cosas no se manejan con un manual. Pueden existir miles de tratados, de manuscritos, etecé, pero todos están escritos desde la perspectiva personal de su autor, o de sus autores. No hay recetas, tampoco secretos, porque nosotros mismos sabemos la gran verdad, tenemos la llave al arcano mayor, de ahí donde deriva todo nuestro poder —empezó a hablar con fluidez, recordando algunas cosas dichas por el viejo Hans Mckennitt—. Las auras no siempre se manejan como te dicen. O sea, también van ligadas a las emociones de los demás, y aunque sean vampiros, éstas varían, sólo que sus colores son menos saturados y brillantes, y usualmente son gamas de colores, cómo decirlo, fríos o acromáticos, es decir, grises... Los cambiantes tienen una relación más compleja con las gamas de verdes, pero también con los colores fríos, y a veces depende de su raza animal, porque suele determinar su... —Guardó silencio cuando se dio cuenta de la mueca de asombra de Rylan, y estornudó para fingir que no ocurría nada—. Que sí, que las auras depende mucho de la persona y así.
Aún le quedaba otra cosa: la empatía. ¿Cómo explicar sobre algo que no alcanzaba a controlar y a entender del todo? Eso iba a ser realmente difícil.
—La empatía, bueno, la empatía... La empatía es complicada, punto, Vamos a seguir viendo este lugar antes de que anochezca —sentenció, poniéndose de pie de inmediato, mientras sacudía su ropa. Sí, algunas cosas no iban a cambiar nunca.
Loreena Mckennitt- Hechicero Clase Alta
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Re: La aventura nos acompaña [Privado]
Las habilidades que el gitano poseía eran verdaderamente un misterio para él mismo, quizás más de lo que representaba para Loreena la empatía y la verdad, es que no era de sorprenderse.
Rylan era capaz de recordar situaciones de su infancia, momentos en los que sus habilidades de gitano emergieron, causando no sorpresa o fascinación en él, sino temor. Descubrir que el mundo se encontraba repleto de colores que eran más que solo lo que veía le atemorizo, aun a pesar de que al decírselo a su madre esta le contó historias bellas sobre lo que aquellos dones significaban entre los suyos. “Que puedas ver las auras es una bendición y sabes, yo también puedo verlas, así como puedo hacer que las personas cambien de estado de animo si están muy cerca de mi. Tú también puedes hacer eso, ¿Verdad?”. Su madre. Aquella inteligente mujer que trató de hacerlo ver lo mejor de la vida, había descubierto de manera terrible que no soló había fracasado en criar de una manera adecuada a todos sus hijos, sino que fue incapaz de transmitirle a Rylan, quizás el único que poseyera habilidades, todo lo que conocía sobre aquel mundo al que ambos pertenecían y no fue sino hasta que ella no existió más en aquel plano que el gitano trato de comprender los sueños de ella pero sobre todo, que trato de hacerlos realidad.
Sentados en aquel lugar solitario donde el tiempo parecía no transcurrir, el gitano tendría lo que podrían considerarse las primeras enseñanzas con respecto a lo que percibía, irónicamente las recibía de alguien a quien durante mucho tiempo rechazo pero que ahora, se convertía en su única compañía real.
Frunció el ceño. Siempre creyó que la magia era algo universal, que podía comprenderse fácilmente y las primeras palabras que recibía de parte de Loreena destruían por completo aquella ingenua creencia fundamentada más que nada en el desconocimiento.
– Así que cada quien tiene que forjar su propio camino, usar sus habilidades e ir aprendiendo de ellas según se presente la situación. Te seré sincero, esperaba realmente que existiera una manera de aprender pero supongo que como todo en la vida, las habilidades mágicas y extrasensoriales no son algo fácil – se encogió entonces de hombros, escuchando como es que Loreena le explicaba de las auras y como estas cambiaban dependiendo el humor de la persona y por supuesto la raza – Ahora toman sentido muchas cosas – su mirada se perdió, recordando una vez más todo lo enfrentado durante en los que creyó saber como era que funcionaban las auras. De un momento a otro, se giro a observar a la hechicera a su lado – Deberías enseñarme más sobre ellas ya que puedo verlas pero a diferencia de ti, no soy capaz de diferenciarlas con tal claridad.
La forma de proceder de Loreena cuando hablaban de empatía no le sorprendió en lo más mínimo así que no dijo más, se limitó a levantarse y a caminar tras ella.
– No terminaremos de ver este lugar hoy – aseguró tras alcanzar a la hechicera – para hacerlo deberíamos pasar toda la noche aquí y aunque yo no tengo problema en eso, tu familia quizás lo tenga – porque aunque ella hiciera lo que le placiera, aún tenía a quienes rendir cuentas.
Rylan era capaz de recordar situaciones de su infancia, momentos en los que sus habilidades de gitano emergieron, causando no sorpresa o fascinación en él, sino temor. Descubrir que el mundo se encontraba repleto de colores que eran más que solo lo que veía le atemorizo, aun a pesar de que al decírselo a su madre esta le contó historias bellas sobre lo que aquellos dones significaban entre los suyos. “Que puedas ver las auras es una bendición y sabes, yo también puedo verlas, así como puedo hacer que las personas cambien de estado de animo si están muy cerca de mi. Tú también puedes hacer eso, ¿Verdad?”. Su madre. Aquella inteligente mujer que trató de hacerlo ver lo mejor de la vida, había descubierto de manera terrible que no soló había fracasado en criar de una manera adecuada a todos sus hijos, sino que fue incapaz de transmitirle a Rylan, quizás el único que poseyera habilidades, todo lo que conocía sobre aquel mundo al que ambos pertenecían y no fue sino hasta que ella no existió más en aquel plano que el gitano trato de comprender los sueños de ella pero sobre todo, que trato de hacerlos realidad.
Sentados en aquel lugar solitario donde el tiempo parecía no transcurrir, el gitano tendría lo que podrían considerarse las primeras enseñanzas con respecto a lo que percibía, irónicamente las recibía de alguien a quien durante mucho tiempo rechazo pero que ahora, se convertía en su única compañía real.
Frunció el ceño. Siempre creyó que la magia era algo universal, que podía comprenderse fácilmente y las primeras palabras que recibía de parte de Loreena destruían por completo aquella ingenua creencia fundamentada más que nada en el desconocimiento.
– Así que cada quien tiene que forjar su propio camino, usar sus habilidades e ir aprendiendo de ellas según se presente la situación. Te seré sincero, esperaba realmente que existiera una manera de aprender pero supongo que como todo en la vida, las habilidades mágicas y extrasensoriales no son algo fácil – se encogió entonces de hombros, escuchando como es que Loreena le explicaba de las auras y como estas cambiaban dependiendo el humor de la persona y por supuesto la raza – Ahora toman sentido muchas cosas – su mirada se perdió, recordando una vez más todo lo enfrentado durante en los que creyó saber como era que funcionaban las auras. De un momento a otro, se giro a observar a la hechicera a su lado – Deberías enseñarme más sobre ellas ya que puedo verlas pero a diferencia de ti, no soy capaz de diferenciarlas con tal claridad.
La forma de proceder de Loreena cuando hablaban de empatía no le sorprendió en lo más mínimo así que no dijo más, se limitó a levantarse y a caminar tras ella.
– No terminaremos de ver este lugar hoy – aseguró tras alcanzar a la hechicera – para hacerlo deberíamos pasar toda la noche aquí y aunque yo no tengo problema en eso, tu familia quizás lo tenga – porque aunque ella hiciera lo que le placiera, aún tenía a quienes rendir cuentas.
Rylan Cerny- Gitano
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Re: La aventura nos acompaña [Privado]
Loreena no era tan buena explicando cosas, sobre todo si esas cosas tenían que ver con la magia, algo que ella, apenas, empezaba a comprender mucho mejor, aunque siguiera metiendo la pata pese a las advertencias de su abuelo. Tal vez porque se tomaba el aprendizaje a la ligera, cuando lo menos que debía hacer era eso, pero, ¿quién estaba dispuesto a llevarle la contraria a una cabezota de proporciones bíblicas como ella? Quizás le faltaba mucho por madurar, ya que en su cabeza roja sólo existía la única intención de explorar cada rincón "fantástico" que su habilidad pudiera mostrarle, sin embargo, no todo tenía que ser necesariamente negativo. Loreena había aprendido, gracias a la experiencia, a manejar ciertas partes de su poder, como la empatía, aunque no del todo, por eso evadía un tanto el tema, porque ni ella misma conseguía explicarlo con detalle.
Desde que era una niña aquello le había dado bastante problemas, y por eso terminaba aislándose, porque no comprendía exactamente lo que pasaba. Incluso no lo hacía aún estando más grande, y apenas conseguía entenderlo a esas alturas. Pero si que podía ponerse en el lugar de Rylan, y saber lo muy difícil que era estar en tinieblas con respecto a algo que, se supone, debía ser un talento bien entendido, como por ejemplo pintar, o dibujar, incluso tener oído musical. Al menos eso era lo que ella creía, aunque, tenía que reconocerlo, la magia resultaba ser muchísimo más complejo que cualquier habilidad en ciertas artes que se pudiera tener. Las artes arcanas eran un universo complejo, suponía...
—Sí, algo así. Al menos es lo que he ido aprendiendo con el tiempo. Los libros te orientan, muchísimo, cómo no, pero tú mismo eres quien, al final de cuentas, sabes lo que te funciona y tal. Es más, la mayoría de los sabios aprendían de ese modo —aseguró ella, sacudiéndose la ropa, dispuesta a seguir explorando su nuevo "lugar favorito"—. Sólo es cuestión de ser observador, porque al final la práctica es quien hace al maestro, ¿no? Hay que proponerse de corazón a encontrar el camino, y el universo te echará un empujoncito.
Se quedó observando el largo corredor que, de seguro, llevaría a otros lugares. Aquel sitio era como una fortaleza abandonada en las lejanías del misterio, bajo un bosque aún más arcaico que todas las civilizaciones que habían pisado ese suelo antes.
—No hay una receta con las auras, sólo es cuestión de ser observador. Éstas cambian con el carácter de la persona, aunque algunas pueden ser más pálidas, como por ejemplo las auras de los colmilludos. Pero igual encontrarán diferentes matices, dependiendo de la personalidad en cuestión. Si es muy oscura, huye —explicó, haciendo cálculo de sus propios conocimientos—. Y... Y... ¿Pero y si el lugar se va para el día siguiente? Bueeeeeno, supongo que tienes razón, porque no les dije nada de que estaría por aquí, y podrían preocuparse. Así que, por muy sorprendente que parezca, te haré caso esta vez.
Desde que era una niña aquello le había dado bastante problemas, y por eso terminaba aislándose, porque no comprendía exactamente lo que pasaba. Incluso no lo hacía aún estando más grande, y apenas conseguía entenderlo a esas alturas. Pero si que podía ponerse en el lugar de Rylan, y saber lo muy difícil que era estar en tinieblas con respecto a algo que, se supone, debía ser un talento bien entendido, como por ejemplo pintar, o dibujar, incluso tener oído musical. Al menos eso era lo que ella creía, aunque, tenía que reconocerlo, la magia resultaba ser muchísimo más complejo que cualquier habilidad en ciertas artes que se pudiera tener. Las artes arcanas eran un universo complejo, suponía...
—Sí, algo así. Al menos es lo que he ido aprendiendo con el tiempo. Los libros te orientan, muchísimo, cómo no, pero tú mismo eres quien, al final de cuentas, sabes lo que te funciona y tal. Es más, la mayoría de los sabios aprendían de ese modo —aseguró ella, sacudiéndose la ropa, dispuesta a seguir explorando su nuevo "lugar favorito"—. Sólo es cuestión de ser observador, porque al final la práctica es quien hace al maestro, ¿no? Hay que proponerse de corazón a encontrar el camino, y el universo te echará un empujoncito.
Se quedó observando el largo corredor que, de seguro, llevaría a otros lugares. Aquel sitio era como una fortaleza abandonada en las lejanías del misterio, bajo un bosque aún más arcaico que todas las civilizaciones que habían pisado ese suelo antes.
—No hay una receta con las auras, sólo es cuestión de ser observador. Éstas cambian con el carácter de la persona, aunque algunas pueden ser más pálidas, como por ejemplo las auras de los colmilludos. Pero igual encontrarán diferentes matices, dependiendo de la personalidad en cuestión. Si es muy oscura, huye —explicó, haciendo cálculo de sus propios conocimientos—. Y... Y... ¿Pero y si el lugar se va para el día siguiente? Bueeeeeno, supongo que tienes razón, porque no les dije nada de que estaría por aquí, y podrían preocuparse. Así que, por muy sorprendente que parezca, te haré caso esta vez.
Loreena Mckennitt- Hechicero Clase Alta
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