AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La aventura de una dama y un encuentro inesperado || Privado
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La aventura de una dama y un encuentro inesperado || Privado
“La belleza es el misterio de la vida. No está en los ojos sino en la mente.”
Su vestido como siempre era de la mejor modista de parís, su cuerpo ya de jovencita madura se marcaba en el, haciendo que llovieran propuestas indecentes de hasta escaparse y vivir una vida de cuento de hadas, los hombres eran locos, ella solamente sonreía, queriendo retirarse de la presencia de esos seres, que para ella solamente eran pobres idiotas embelesados por su belleza, si, ella era vanidosa, pecaba por eso, tal iría al infierno por eso y el padre de la iglesia católica que asistían ella y sus padres, también parecía confirmarlo en sus predicas, aun así no le importaba, era hermosa para que negarlo, si eso era un pecado, moriría orgullosa de su pecado.
Cubría su cabeza con un hermoso y pomposo sombrero mientras sus ojos estaban cerrados rezando el ave maría, era domingo, su madre a un lado, estaba haciendo lo mismo, mientras su padre buscaba con sus ojos una bella jovencita que parecía jugar a las miradas con él, mujer resbalosa, ella se iría al infierno primero que Joséphine, le dio un hincapié a su padre y refunfuño suavemente, muy bajito para que su madre no se diera cuenta, eso era un beneficio para ella, se iría con un buen regalo por parte de su padre, por culpa de su terrible falta, ella reía en su interior, satisfecha, a lo mejor podría comprar las bellas joyas que encontró junto con sus compañeras de compras y su padre se opuso a comprarla, por falta de tiempo.
La ceremonia había terminado, que alivio fue para todos, cuando comenzaron a moverse hacia la salida, ella caminaba con un pasito algo ansioso, con su acompañante con sus pertenencias en un rincón, buscaba volver a estar a su lado, mientras sus padres se detenían a saludar a una que otra persona importante. — Apresúrate Dominique, que llegaremos tarde por su culpa — sentencio con una mirada despectiva, moviéndose con más prisa para dejarla atrás y hacerla apresurarse. La risa invadió su cuerpo cuando noto que ella llegaba exhausta por estar evadiendo las personas que se atravesaban, creando una muralla para no permitirle pasar, el carruaje ya estaba preparado, primero llego su padre, su madre y por último la pobre Dominique.
Suspiro largamente, todo estaba tardando tanto, no llegarían a tiempo, comenzaba a molestarse — Ya quiero llegar a casa, hace mucho calor…— se quejo, ando un gran zapateo, que altero a los presentes, su padre suspiro, ignorando su pataleo, pronto llegaron, Dominique se quedo en una parte de servicio que otorgaba el carruaje mientras los Earhardt tenían el lujoso interior para ellos solos. La ultima en entrar era Joséphine, quien de detuvo cuando miro pasar de reojo una presencia, al parecer era un joven que le parecía extrañamente familiar. Su corazón pareció dar un vuelco, su padre pareció llamarle la atención, no estaba subiendo al carruaje — Me quedare un rato más en la iglesia, deseo rezar un poco mas — se excuso cerrando rápidamente la puerta, los Earhardt quedaron sorprendidos, pero no extrañados, dejaron que la joven siguiera su camino de vuelta hacia la catedral y partieron cuando la vieron entrar.
Ella se las arreglo para escabullirse y volver a salir sin que se dieran cuenta, había ordenado a Dominique irse también, era la primera vez que salía sola, tenia cierto miedo, pero algo le decía que debía encontrar aquel hombre que había visto. Por suerte lo pudo encontrar a unos metros lejos de la catedral — Disculpe mi atrevimiento Monseuir — lo atrapo, aferrándose a su ropa para detenerlo, pero rápidamente lo solto, bajo la mirada, pero tomando un como de valentía la fijo en su rostro, si le parecía muy conocido — Siento que nos hemos visto en otra parte o en algún otro momento ¿Nos conocemos? Soy Joséphine Earhardt — añadió esperanzada de que todo esto no fuera una locura. Se sentiria omo una verdadera estúpida si nada de esto salía bien.
Joséphine Earhardt- Humano Clase Alta
- Mensajes : 30
Fecha de inscripción : 21/11/2013
Re: La aventura de una dama y un encuentro inesperado || Privado
La noche anterior divagaba en sueños taciturnos, dónde un encuentro inesperado opacaba la celebración de un fiesta infernal; Solía rehuir de aquellos premonitorios sueños, no contaba con la facultad de saber si eran o no certeros, a lo que dando paso, solía dejarles como tan solo un par de sueños sin motivo, razón o argumento contingente.
Había llegado hace tan sólo un par de días desde Londres, las calles lo esperaban con gozo, con esa elegancia que siempre detestó, pero que ahora, con una mirada diferente, les halagaba cómo si de el peor turista se tratase; Sí, era un extraño en su ciudad natal. Pero no le daba más que melancolía, había partido desde muy pequeño, dejando atrás una vida sin formar aún, sólo recuerdos desteñidos por el paso del tiempo y una familia que quizás pretendía buscar, pero no ahora, no era el momento, aún no estaba predispuesto a buscar entre las telarañas de recuerdos.
Emprendía todos los días paseos sin destino, de vez en cuando se detenía en uno de los cafe's donde tan sólo pasaba la tarde viendo personas ir y venir sin mayores problemas en su cabeza; Un libro se perdía siempre entre sus manos dónde devoraba cada hoja hasta que el atardecer le obligaba regresar a su aposentos, dónde la noche se daba paso a un luminoso amanecer para comenzar nuevamente con la rutina; Salidas, regresos y a los brazos de morfeo una vez más.
Aquella tarde era diferente, el clima jugaba a su favor, pero precisamente por favor propio, tenía que poner un poco de sus dotes para que así fuera; El sol pasaba a ser una capa de nubes,mientras el calor sofocante poco a poco se contrarrestaba con un frío sepulcral, digno de una noche invernal; Tomando en cuenta que era verano y las criaturas cercanas lo notarían intentando cambiarle, pero por ahora, lo aprovechaba así; Se encontraba frente a la iglesia, mientras el cambio climático se efectuaba, sintió la vista de una joven de cabellos dorados sobre él; Se tensó, presionó los labios y comenzó a caminar lejos de allí; Con franqueza, sabía que no debía hacer ese tipo de cambios en el exterior, no en un lugar público dónde una simple mujer pudiera descubrirlo, su tío muchas veces se lo advirtió pero aquel rebelado hombre jamás hacía caso de lo que se le ordenaba - Mierda...- Masculló a sus adentros cuando los pasos de aquella fémina le seguían los suyos, comenzó reunir mil escusas, diversas escapatorias de las que podrían servir a alguna pregunta impuesta pro ella.
Irguió su espalda y se quedo en seco, sintió una diminuta mano contra su antebrazo; Lo había pillado, era hora de negar todo antes de ser expuesto frente a personas de credibilidades que el no compartía, semejante en estupidez pensaba, en una iglesia- No es lo que cree- murmuró silenciando sus dichos ante los siguientes que serían pronunciados por ella; Se zafó de aquel agarre antes de que ella pudiese soltarle y enarco una de sus cejas al oír su nombre ¿Era posible? ¿Era ella? No, era un juego, sí, una trampa de mal gusto quizás por alguno de sus amigos, quizás su tío estaba de vuelta en la ciudad y le hacía ver cosas que no debería -Juegas con fuego...- Sentenció frunciendo el ceño, sus facciones endurecieron mientras una de sus manos se aferraba con fuerzas sobre el antebrazo femenino, el puente de su nariz se encontraba arrugado y al ver que las ilusiones seguían siendo tan reales cómo se les presentaba, la soltó; Dio un paso hacía atrás dejando caer sus brazos a cada costado, mitigó sus gestos mientras la mirada aún no dejaba de bañar el rostro de aquella fémina -No eres tú...- murmuró casi idiotizado, un poco alarmado.
Era la tranquilidad de que no lo habían descubierto haciendo brujería por las calles que le hizo romper ese escudo de fortaleza, pero el desconsuelo de encontrarla de aquellas condiciones; Se propuso algo en el instante, aún no sabría que era su hermano.
Había llegado hace tan sólo un par de días desde Londres, las calles lo esperaban con gozo, con esa elegancia que siempre detestó, pero que ahora, con una mirada diferente, les halagaba cómo si de el peor turista se tratase; Sí, era un extraño en su ciudad natal. Pero no le daba más que melancolía, había partido desde muy pequeño, dejando atrás una vida sin formar aún, sólo recuerdos desteñidos por el paso del tiempo y una familia que quizás pretendía buscar, pero no ahora, no era el momento, aún no estaba predispuesto a buscar entre las telarañas de recuerdos.
Emprendía todos los días paseos sin destino, de vez en cuando se detenía en uno de los cafe's donde tan sólo pasaba la tarde viendo personas ir y venir sin mayores problemas en su cabeza; Un libro se perdía siempre entre sus manos dónde devoraba cada hoja hasta que el atardecer le obligaba regresar a su aposentos, dónde la noche se daba paso a un luminoso amanecer para comenzar nuevamente con la rutina; Salidas, regresos y a los brazos de morfeo una vez más.
Aquella tarde era diferente, el clima jugaba a su favor, pero precisamente por favor propio, tenía que poner un poco de sus dotes para que así fuera; El sol pasaba a ser una capa de nubes,mientras el calor sofocante poco a poco se contrarrestaba con un frío sepulcral, digno de una noche invernal; Tomando en cuenta que era verano y las criaturas cercanas lo notarían intentando cambiarle, pero por ahora, lo aprovechaba así; Se encontraba frente a la iglesia, mientras el cambio climático se efectuaba, sintió la vista de una joven de cabellos dorados sobre él; Se tensó, presionó los labios y comenzó a caminar lejos de allí; Con franqueza, sabía que no debía hacer ese tipo de cambios en el exterior, no en un lugar público dónde una simple mujer pudiera descubrirlo, su tío muchas veces se lo advirtió pero aquel rebelado hombre jamás hacía caso de lo que se le ordenaba - Mierda...- Masculló a sus adentros cuando los pasos de aquella fémina le seguían los suyos, comenzó reunir mil escusas, diversas escapatorias de las que podrían servir a alguna pregunta impuesta pro ella.
Irguió su espalda y se quedo en seco, sintió una diminuta mano contra su antebrazo; Lo había pillado, era hora de negar todo antes de ser expuesto frente a personas de credibilidades que el no compartía, semejante en estupidez pensaba, en una iglesia- No es lo que cree- murmuró silenciando sus dichos ante los siguientes que serían pronunciados por ella; Se zafó de aquel agarre antes de que ella pudiese soltarle y enarco una de sus cejas al oír su nombre ¿Era posible? ¿Era ella? No, era un juego, sí, una trampa de mal gusto quizás por alguno de sus amigos, quizás su tío estaba de vuelta en la ciudad y le hacía ver cosas que no debería -Juegas con fuego...- Sentenció frunciendo el ceño, sus facciones endurecieron mientras una de sus manos se aferraba con fuerzas sobre el antebrazo femenino, el puente de su nariz se encontraba arrugado y al ver que las ilusiones seguían siendo tan reales cómo se les presentaba, la soltó; Dio un paso hacía atrás dejando caer sus brazos a cada costado, mitigó sus gestos mientras la mirada aún no dejaba de bañar el rostro de aquella fémina -No eres tú...- murmuró casi idiotizado, un poco alarmado.
Era la tranquilidad de que no lo habían descubierto haciendo brujería por las calles que le hizo romper ese escudo de fortaleza, pero el desconsuelo de encontrarla de aquellas condiciones; Se propuso algo en el instante, aún no sabría que era su hermano.
Ludovic Masoon- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/04/2014
Re: La aventura de una dama y un encuentro inesperado || Privado
La reacción del hombre logro sorprenderla, dio un paso hacia atrás, era como un cervatillo encontrándose con una bestia, poderosa y peligrosa, pero trato de no mostrar el miedo que había llegado a su cuerpo y desaparecido levemente cuando llego a sus piernas. No entendía aquel comportamiento, ella también frunció el ceño, sus fracciones se endurecieron y sus ojos no se apartaron de su vista — No entiendo lo que quiere decir — respondió, tratando de soltarse. El agarre era fuerte, comenzaba a sentir un leve dolor en donde la tenia sujetada, no estaba acostumbrada a ese tipo de tratos, su poca paciencia se le estaba acabando.
— Soltadme, me está lastimando ¿acaso no lo ve? — mascullo en voz baja, aunque era experta en hacer escándalos, no se quería ver metida en un lio así, por ahora no, el hombre pareció atender y la soltó. Ella suspiro aliviada y dio un paso hacia atrás, mientras su otra mano iba a consolar la parte enrojecida. — Claro que soy yo — dijo sin saber exactamente de qué se trataba — somos una familia distinguida, las confusiones son escasas; para no decir inexistentes — bufo suavemente. Entonces si la conocía o al menos a su familia, aunque por su mal humor hubiera podido dejar todo así como estaba, tenía muchas preguntas por responder, no lo dejaría en paz por un buen rato.
— ¿Quién es usted? Ha reconocido mi procedencia, aunque lo quiera negar — era ella como una avalancha, llena de preguntas e inquietudes, trataba de ser lo más educada posible, pero no podía en esa ocasión. — ¿Por qué quiere negar mi existencia? Usted sabe quién soy yo, pero no yo sé quién es usted — tal vez solamente era otro capricho de ella, pero quería saber porque aquella reacción tan extraña, aquello la llenaba de intriga, aunque también de una pizca de miedo.
— Soltadme, me está lastimando ¿acaso no lo ve? — mascullo en voz baja, aunque era experta en hacer escándalos, no se quería ver metida en un lio así, por ahora no, el hombre pareció atender y la soltó. Ella suspiro aliviada y dio un paso hacia atrás, mientras su otra mano iba a consolar la parte enrojecida. — Claro que soy yo — dijo sin saber exactamente de qué se trataba — somos una familia distinguida, las confusiones son escasas; para no decir inexistentes — bufo suavemente. Entonces si la conocía o al menos a su familia, aunque por su mal humor hubiera podido dejar todo así como estaba, tenía muchas preguntas por responder, no lo dejaría en paz por un buen rato.
— ¿Quién es usted? Ha reconocido mi procedencia, aunque lo quiera negar — era ella como una avalancha, llena de preguntas e inquietudes, trataba de ser lo más educada posible, pero no podía en esa ocasión. — ¿Por qué quiere negar mi existencia? Usted sabe quién soy yo, pero no yo sé quién es usted — tal vez solamente era otro capricho de ella, pero quería saber porque aquella reacción tan extraña, aquello la llenaba de intriga, aunque también de una pizca de miedo.
Joséphine Earhardt- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/11/2013
Re: La aventura de una dama y un encuentro inesperado || Privado
Su imagen le hacía volver a los días del pasado, jugaban como su mente cual titiritero maneja a sus muñecos al antojo deseado, estaba entre las cuerdas del destino, sentía como hasta la yema de sus dedos se entumecían tras las curiosas palabras que aquella fémina pronunciaba en su dirección, o mejor aún, que su hermana sentenciaba; Desvió la vista un par de veces intentando mantener un semblante circunspecto, algo prudente que no lo delatara en un instante, pero se le hacia engorroso, se sentía sentenciado a responder cada mínima pregunta de sus labios ¿Como era aquello posible? La había visto de pequeña, apenas pronunciando palabras, siguiendo sus pasos con pequeños pies que con suerte y se movían con ayuda de las paredes cercana a sus pequeñas manos; Volvió a sus ojos y la reconoció, quizás no habría sido necesario el que ella se halla presentado minutos atrás con el, pues la hubiera reconocido de inmediato, era ese sentido, el iris, sus pupilas dilatadas al reconocer en ella lo que tanto había buscado; Volvió a mirar a otro lado, no podía mantenerse firme aún.
Pero quizás su silencio lo delataba y la voz ajena lo presionaba a decir al menos lo más mínimo, algo, unas palabras para calmar las curiosidades que le agobiaban - Lo lamento, hmm... - su voz era hosca- Es demasiado peligroso acercarse a alguien que no conoce señorita y mucho menos dar tanta información como la que me está dando en estos cortos segundos que lleve aquí - Antes, ella había jugado con él, siempre que le veía de mal humor, siendo una infante de tan cortos recuerdos, lo hacía sacar sonrisas desde lo más interno de sus deseos, pero ahora, quizás sí quería sonreír, pero no frente a ella; No era correcto, no era el momento.
Su boca estaba fría y seca, sentía un nudo en su garganta que poco a poco divisaba con su imagen en los recuerdos; Era ahora toda una dama, digna belleza de las altas sociedad. Pero algo golpeó su centro y lo hizo recapacitar, si ella estaba cerca probablemente sus padres también lo estaban, arrugó el puente de su nariz mientras escondía sus manos en los bolsillos de su pantalón; Irguió su espalda ladeando su cabeza de lado a lado - No sé quien es usted, y si ahora sé su nombre, es precisamente porque usted acaba de presentarse ante mi... ¿Es suficiente eso para usted? -
Pero la propia fuerza de la joven lo sorprendía, inquiriendo en de quien se trataba ese castaño de comportamiento tan extraño frente a ella; Tomo un par de segundos mentales y mintió como si su vida se fuera en ello, quizás si recordaba su nombre, tal vez le habrían hablado de él en algún momento de su vida ¿Y todas esas cartas? Ahora se lamentaba de haber enviado cada mes una carta durante diez años, se cuestionaba ellas las había recibido, muchas hablaban de ella y de como el la extrañaba junto a su madre - Soy... Bradbury - le dijo con una voz suficientemente baja para que nadie más le oyera- Mesias Brasbury, señorita - Jamás se caracterizo por mentir bien, pero se suponía que ella desconocía sus gestos.
Y aunque sus señales daban por completo una notoria incomodidad, sus gestos indicaban lo contrario, pues seguía frente a ella, fulminando su efigie con la mirada, detallando sus movimientos, tomando notas mentales de su semblante; No podía, no lograba por más que quería y se lo proponía, ya no era capaz de alejarse de ella para perdela una vez más.
-Ah..- sentenció en un murmuro poco audible por ella; "No puedo contárselo nunca, jamás lo sabrá -Se prometió- No importa por lo que tenga que hacer. Impediré que ella se entere de la verdad".
Pero quizás su silencio lo delataba y la voz ajena lo presionaba a decir al menos lo más mínimo, algo, unas palabras para calmar las curiosidades que le agobiaban - Lo lamento, hmm... - su voz era hosca- Es demasiado peligroso acercarse a alguien que no conoce señorita y mucho menos dar tanta información como la que me está dando en estos cortos segundos que lleve aquí - Antes, ella había jugado con él, siempre que le veía de mal humor, siendo una infante de tan cortos recuerdos, lo hacía sacar sonrisas desde lo más interno de sus deseos, pero ahora, quizás sí quería sonreír, pero no frente a ella; No era correcto, no era el momento.
Su boca estaba fría y seca, sentía un nudo en su garganta que poco a poco divisaba con su imagen en los recuerdos; Era ahora toda una dama, digna belleza de las altas sociedad. Pero algo golpeó su centro y lo hizo recapacitar, si ella estaba cerca probablemente sus padres también lo estaban, arrugó el puente de su nariz mientras escondía sus manos en los bolsillos de su pantalón; Irguió su espalda ladeando su cabeza de lado a lado - No sé quien es usted, y si ahora sé su nombre, es precisamente porque usted acaba de presentarse ante mi... ¿Es suficiente eso para usted? -
Pero la propia fuerza de la joven lo sorprendía, inquiriendo en de quien se trataba ese castaño de comportamiento tan extraño frente a ella; Tomo un par de segundos mentales y mintió como si su vida se fuera en ello, quizás si recordaba su nombre, tal vez le habrían hablado de él en algún momento de su vida ¿Y todas esas cartas? Ahora se lamentaba de haber enviado cada mes una carta durante diez años, se cuestionaba ellas las había recibido, muchas hablaban de ella y de como el la extrañaba junto a su madre - Soy... Bradbury - le dijo con una voz suficientemente baja para que nadie más le oyera- Mesias Brasbury, señorita - Jamás se caracterizo por mentir bien, pero se suponía que ella desconocía sus gestos.
Y aunque sus señales daban por completo una notoria incomodidad, sus gestos indicaban lo contrario, pues seguía frente a ella, fulminando su efigie con la mirada, detallando sus movimientos, tomando notas mentales de su semblante; No podía, no lograba por más que quería y se lo proponía, ya no era capaz de alejarse de ella para perdela una vez más.
-Ah..- sentenció en un murmuro poco audible por ella; "No puedo contárselo nunca, jamás lo sabrá -Se prometió- No importa por lo que tenga que hacer. Impediré que ella se entere de la verdad".
Ludovic Masoon- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 27/04/2014
Re: La aventura de una dama y un encuentro inesperado || Privado
Parecía no convencerla del todo, sentía que ocultaba algo importante, que debía saber, su estomago estaba revuelto, sentía que todo lo que había comido en el desayuno había desaparecido, ahora quedaba un gran vacío que le hacía provocar un gran malestar, pero no le importo tal sensación que parecía debilitar su cuerpo. El hombre comenzaba a tener puntos muy buenos a su favor, hacían duda a la joven de la razón exacta de todo aquel show que había montado, lo malo de tener una mente, es que siempre jugara y te hará dudar más de lo recomendado. Se quedo en silencio mientras analizaba con aun mas determinación las palabras del hombre, sintiéndose dudosa, tal vez todo había sido una escusa para disfrutar su soledad y encontrar una extraña aventura, pero Josephine no era de ese modo, siempre se había tratado de una jovencita recta, formar, educada, como le habían enseñado sus profesoral después que aprendió correctamente a caminar.
― Monseuir Brasbury ― se inclino amablemente ― Debo disculparme por mi imprudente actitud ― dijo en un tono bajo, con algo de reproche, pero con toda la clase posible — debo querer encontrar demonios del pasado en donde no los hay — susurro. Ya el carruaje de sus padres debía estar muy lejos, comenzaba a arrepentirse de no hacerse ido con ellos. Miro hacia los lados para suspirar levemente — Debí irme con mis padres — se lamento, bajando sus hombros, ya parecía no estar tan interesada en saber quien era aquel hombre, la lógica había opacado completamente al instinto natural, por eso llegaba solamente a ser una mujer común y corriente, como todas las demás, sin nada sumamente especial.
Estaba dispuesta irse, disculparse con el hombre y terminar separándose de él, pero antes de hacerlo sintió como su mundo comenzaba a girar, entrecerró sus ojos, un gran frio entraba a su cuerpo, haciendo que todo color se perdiera de sus rostro, estaba completamente blanca, sus labios se volvieron pálidos y tenia escasa humedad natural en ella, estaba yéndose perdía las luces y todo su cuerpo terminaba por fallecer en medio de la concurrida parís, sin alguien de la casa de sus padres cerca para auxiliarla, ni quiera la inútil de Dominique.
― Monseuir Brasbury ― se inclino amablemente ― Debo disculparme por mi imprudente actitud ― dijo en un tono bajo, con algo de reproche, pero con toda la clase posible — debo querer encontrar demonios del pasado en donde no los hay — susurro. Ya el carruaje de sus padres debía estar muy lejos, comenzaba a arrepentirse de no hacerse ido con ellos. Miro hacia los lados para suspirar levemente — Debí irme con mis padres — se lamento, bajando sus hombros, ya parecía no estar tan interesada en saber quien era aquel hombre, la lógica había opacado completamente al instinto natural, por eso llegaba solamente a ser una mujer común y corriente, como todas las demás, sin nada sumamente especial.
Estaba dispuesta irse, disculparse con el hombre y terminar separándose de él, pero antes de hacerlo sintió como su mundo comenzaba a girar, entrecerró sus ojos, un gran frio entraba a su cuerpo, haciendo que todo color se perdiera de sus rostro, estaba completamente blanca, sus labios se volvieron pálidos y tenia escasa humedad natural en ella, estaba yéndose perdía las luces y todo su cuerpo terminaba por fallecer en medio de la concurrida parís, sin alguien de la casa de sus padres cerca para auxiliarla, ni quiera la inútil de Dominique.
Joséphine Earhardt- Humano Clase Alta
- Mensajes : 30
Fecha de inscripción : 21/11/2013
Re: La aventura de una dama y un encuentro inesperado || Privado
Acababa de cumplir su cometido, al menos ella había creído con certeza en sus palabras y al oír su voz mencionar el falso apellido, irremediablemente quiso marcar una sonrisa entre sus labios. Pero resistió, lo máximo posible hasta poder corresponder a sus dichos con tranquilidad ejemplar — Sí, debería ir con sus padres, no es bueno que se encuentre sola por estos senderos — Una vez lanzado sus dichos, dio espalda a la joven y emprendió su camino de regreso.
En su cabeza giraba el pensamiento de verla una última vez, ya sabía que seguían en la ciudad, sus padres estaban allí, su madre lo estaba y aunque los años hallan pasado el sentimiento por la mujer seguía siendo siempre el mismo. Recordaba aquellas cartas que envió tantas veces para hacerles saber, sólo a la pequeña rubia y a su madre que estaba presente, estuviera o no junto a ellas.
La dejó atrás, a sus espaldas, no quería otro encuentro como que el que había vivido tan solo segundos antes.
— ¡Señor, señor, se ha desmayado! — Escuchó a una mujer siguiendo sus pasos. Apenas su hombro fue violado una vez más se giró. No vio a la extraña, estaba a centímetros de él y no logró ver su rostro, sólo detalló a lo lejos la diminuta figura de su hermana contra el suelo, rodeada de extrañas que intentaban tomarla entre sus brazos para llevarla quizás a quien sabe dónde.
Sintió cómo la sangre comenzaba a arderle, el ceño se frunció por completo y dando caso omiso de la mujer su lado dio grandes zancadas hasta donde se encontraba la anatomía de la rubia — ¡No la toquen... quien se atreva a hacerlo se arrepentirá! — Sentenció con la voz dura, sus músculos estaban tensos y la preocupación de verla en aquel estado hizo que aquellos terceros se alejaran de la escena murmurando a sus espaldas — Es mi hermana... yo me encargaré de ella, ¡Lárguense! — Siquiera agradeció la preocupación de aquellos curiosos, sólo sentenció sus miradas y espero a que se retiraran del lugar.
La cargó entre sus brazos, mientras un beso se depositaba contra la tersa piel ajena de su frente. Pasaron minutos hasta poder recargar el cuerpo de la fémina contra el sofá de su hogar, allí no había nadie, o eso parecía — ¿Tío? ¿Muchachos? — Murmuró por los rincones de la habitación, no había nadie, sólo estaban los dos.
Cuanto más tiempo la observaba, más tenía esa necesidad de sincerarse. Diríase que actuaba como un cobarde, pero prefería aquello a abrir viejas heridas para ambos. Anticipó sus pasos a por un pañuelo frío junto a una fuente de agua en el mismo estado, se inclinó frente a su compañera y depositó los mismos sobre su rostro — Despierte señorita... —.
En su cabeza giraba el pensamiento de verla una última vez, ya sabía que seguían en la ciudad, sus padres estaban allí, su madre lo estaba y aunque los años hallan pasado el sentimiento por la mujer seguía siendo siempre el mismo. Recordaba aquellas cartas que envió tantas veces para hacerles saber, sólo a la pequeña rubia y a su madre que estaba presente, estuviera o no junto a ellas.
La dejó atrás, a sus espaldas, no quería otro encuentro como que el que había vivido tan solo segundos antes.
— ¡Señor, señor, se ha desmayado! — Escuchó a una mujer siguiendo sus pasos. Apenas su hombro fue violado una vez más se giró. No vio a la extraña, estaba a centímetros de él y no logró ver su rostro, sólo detalló a lo lejos la diminuta figura de su hermana contra el suelo, rodeada de extrañas que intentaban tomarla entre sus brazos para llevarla quizás a quien sabe dónde.
Sintió cómo la sangre comenzaba a arderle, el ceño se frunció por completo y dando caso omiso de la mujer su lado dio grandes zancadas hasta donde se encontraba la anatomía de la rubia — ¡No la toquen... quien se atreva a hacerlo se arrepentirá! — Sentenció con la voz dura, sus músculos estaban tensos y la preocupación de verla en aquel estado hizo que aquellos terceros se alejaran de la escena murmurando a sus espaldas — Es mi hermana... yo me encargaré de ella, ¡Lárguense! — Siquiera agradeció la preocupación de aquellos curiosos, sólo sentenció sus miradas y espero a que se retiraran del lugar.
La cargó entre sus brazos, mientras un beso se depositaba contra la tersa piel ajena de su frente. Pasaron minutos hasta poder recargar el cuerpo de la fémina contra el sofá de su hogar, allí no había nadie, o eso parecía — ¿Tío? ¿Muchachos? — Murmuró por los rincones de la habitación, no había nadie, sólo estaban los dos.
Cuanto más tiempo la observaba, más tenía esa necesidad de sincerarse. Diríase que actuaba como un cobarde, pero prefería aquello a abrir viejas heridas para ambos. Anticipó sus pasos a por un pañuelo frío junto a una fuente de agua en el mismo estado, se inclinó frente a su compañera y depositó los mismos sobre su rostro — Despierte señorita... —.
Ludovic Masoon- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 27/04/2014
Re: La aventura de una dama y un encuentro inesperado || Privado
— ¿Dónde está mi hermano mamita?
— Se fue querida
— ¿A dónde mami?
— …
No veía el rostro de aquellas personas que parecían estar hablando, muy cerca de ella todo estaba oscuro, pero no era necesario ver sus rostros para saber que era ella de pequeña y su madre que la consolaba en silencio, recordaba muy bien esa escena. Aquel día se había levantado muy temprano, su nana no había terminado de arreglar sus lacitos cuando salió disparada de su habitación hacia la de su hermano mayor, ese día iban a jugar, como se lo había prometido el día anterior, pero no lo encontró, lo llamo y busco por todos lados, nadie quiso dar razón de él, fue hacia donde su madre quien entre dientes trato de explicarle lo sucedido, su hermano mayor se había ido y al parecer nunca más iba a volver.
¿Era lo mejor olvidarse él? Aunque lo quisiera no podía hacerlo. Pronto se dio cuenta que era un simple recuerdo, que venía vagando en su mente mientras esta estaba débil, navegaba por los recuerdos de su niñez, pero poco a poco comenzaba a recobrar una buena conciencia. Podía sentir su cuerpo acomodado en un lugar suave, no sabía exactamente donde estaba, pero la comodidad la incitaban a quedarse dormida, en su mente se imaginaba en su amplia habitación, en su cómoda cama, pero algo frio en su rostro comenzaba a ser una molestia para ella, frunció su rostro mientras débilmente trataba de quitar aquella que le parecía una interrupción en su placido sueño, lo intento con un leve manotazo, pero termino despertando encontrando al hombre frente a ella, atendiéndola, entrecerró nuevamente sus ojos, su cabeza aun daba vueltas.
Era raro que no hubiera pegado un grito al cielo, estaba muy cerca de un caballero que terminaba siendo aun un desconocido, estaba tan desorientada que no lo reconoció al momento, giro su rostro tratando de ver en donde estaba exactamente, habría jurado que sentía que estaba en su cálido hogar, pero parecía que no era así — ¿Dónde estoy? — no reconocía el lugar, aquello comenzaba a hacerla sentir incomoda, una dama de buena sociedad no podía darse aquel lujo. Trato de levantarse pero volvió a acostarse cuando sintió su cabeza aun dar vueltas — Agh… que mal, discúlpeme, debí ser una carga completa para usted— suspiro largamente mientras ponía una de sus manos en su frente— buscare a un niño que me busque un carruaje para no molestarlo más, es de mala educación que una jovencita como yo esté haciendo tanto revuelo…— desvió su mirada algo baja de ánimo — ¿podría creerme si le digo que me hace recordar a alguien? — alzo la mirada, quería reincorporarse, pero aun se sentía algo débil, aun así le dedico una leve sonrisa, se sentía protegida, aunque no debía ser así, le hacía recordar las veces que se caía y se hacía moretones en las rodillas y venia su hermano a auxiliarlo como si se tratara de un príncipe azul.
Joséphine Earhardt- Humano Clase Alta
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Re: La aventura de una dama y un encuentro inesperado || Privado
Recobraba poco a poco el sentido de sus propias acciones ¿Había hecho bien en llevarla a su hogar? En un solo momento de angustia había destruido años de aíslo, de ese intento de desvincularse por completo de su vida; No era buen ejemplo para ella, no era alguien que la fémina necesitara; La veía contra la comodidad mientras bajo la inquietud de que estuviera bien, admiraba la belleza que deslumbraba con el simple acto de estar presente. No evitaba acariciar sus mejillas cuando el paño frío se desenvolvía contra su frente; Aquella tersa piel, era una bella dama de finas costumbres ¿Por qué arruinar su vida?
Entre las ocupaciones de hacerla despertar, detuvo sus labios sobre su sien, mientras que un beso se depositaba contra esa cálida piel que lo absorbía, retomo el afán terco de alejarse; Hizo bien. En el mismo momento un manotazo de la muchacha lo hizo ponerse alerta, seguía siendo un desconocido para ella ¿Que cosas podría pensar? Se alejó, dio un par de pasos hacía atrás.
La vio despertar y como si un milagro hubiese ocurrido, se sintió con la obligación de sonreír feliz de verla bien; Años de no tenerla lo hacían preocuparse mucho más por su seguridad, ya estaba con él, ya se habían encontrado y aunque ese fuera el último instante en que la viera de frente, sabía que siempre tendría que estar bajo su cuidado, bajo el cuidado de su hermano. El interés, la obsesión por mantenerla a salvo lo hizo dar de nueva cuenta un par de pasos hasta ella, con la palma de su mano abierta, lentamente sujetando parte de su hombro la hizo recostarse una vez más — No diga eso, hice lo que cualquier caballero hubiera hecho por una dama en apuros — Mintió. — Está en mi hogar, y créame usted que si llamaré a ese niño, pero lo haré cuando esté completamente seguro de que estará bien. Si algo le llega a ocurrir, me culparán a mi de su accidente — Nuevamente mintió, injustamente no deseaba que viera en él la preocupación que se cargaba para con ella.
El castaño parpadeó un par de veces desconcertado ¿Era posible? Trago en seco, retomó su postura erguida y con las facciones duras, le dio la espalda para comenzar un camino a la cocina, en busca de agua para la muchacha —Diría que es una locura aquello que dice ¿A quien le podría recordar? Apenas la conozco desde hace un par de horas señorita, quizás se golpeó muy fuerte la cabeza, debería intentar dormir, está a salvo conmigo — Aquellas palabras afloraron sin previo aviso de entre sus labios, pero sin desmerecer el hecho de que eran complemente ciertas.
Regresó con un vaso de agua entre sus manos, se inclinó frente a ella; Se lo entregó en sus propias manos, sintiendo el roce de sus delicados dedos a los propios, no evitó estrecharlos un par de segundos, desafiando su mirada sin tapujos; Era hermosa, el tenerla cerca lo hacía divagar entre lo que estaba bien y lo que estaba mal. — Beba un poco, le hará bien—.
Entre las ocupaciones de hacerla despertar, detuvo sus labios sobre su sien, mientras que un beso se depositaba contra esa cálida piel que lo absorbía, retomo el afán terco de alejarse; Hizo bien. En el mismo momento un manotazo de la muchacha lo hizo ponerse alerta, seguía siendo un desconocido para ella ¿Que cosas podría pensar? Se alejó, dio un par de pasos hacía atrás.
La vio despertar y como si un milagro hubiese ocurrido, se sintió con la obligación de sonreír feliz de verla bien; Años de no tenerla lo hacían preocuparse mucho más por su seguridad, ya estaba con él, ya se habían encontrado y aunque ese fuera el último instante en que la viera de frente, sabía que siempre tendría que estar bajo su cuidado, bajo el cuidado de su hermano. El interés, la obsesión por mantenerla a salvo lo hizo dar de nueva cuenta un par de pasos hasta ella, con la palma de su mano abierta, lentamente sujetando parte de su hombro la hizo recostarse una vez más — No diga eso, hice lo que cualquier caballero hubiera hecho por una dama en apuros — Mintió. — Está en mi hogar, y créame usted que si llamaré a ese niño, pero lo haré cuando esté completamente seguro de que estará bien. Si algo le llega a ocurrir, me culparán a mi de su accidente — Nuevamente mintió, injustamente no deseaba que viera en él la preocupación que se cargaba para con ella.
El castaño parpadeó un par de veces desconcertado ¿Era posible? Trago en seco, retomó su postura erguida y con las facciones duras, le dio la espalda para comenzar un camino a la cocina, en busca de agua para la muchacha —Diría que es una locura aquello que dice ¿A quien le podría recordar? Apenas la conozco desde hace un par de horas señorita, quizás se golpeó muy fuerte la cabeza, debería intentar dormir, está a salvo conmigo — Aquellas palabras afloraron sin previo aviso de entre sus labios, pero sin desmerecer el hecho de que eran complemente ciertas.
Regresó con un vaso de agua entre sus manos, se inclinó frente a ella; Se lo entregó en sus propias manos, sintiendo el roce de sus delicados dedos a los propios, no evitó estrecharlos un par de segundos, desafiando su mirada sin tapujos; Era hermosa, el tenerla cerca lo hacía divagar entre lo que estaba bien y lo que estaba mal. — Beba un poco, le hará bien—.
Ludovic Masoon- Hechicero Clase Alta
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Re: La aventura de una dama y un encuentro inesperado || Privado
Era la cueva del dragón solitario que buscaba huir de la realidad que azotaba a aquellas dos almas solitarias y llenas de penas internas. A Joséphine le molestaba pensar que era una demente al sentir tal atracción por un simple desconocido que parecía buscar negar todo y siempre subestimar las palabras de la jovencita. ― Tal vez usted tenga razón ― susurro suavemente. Su alma comenzaba a destrozarse al sentir que ella había creado todo, como una niña aburrida traza con ayuda de su imaginación la historia más fantástica jamás escrita. ― El daño puede ser más grave de lo que pensamos ― se alzo los hombros.
Había entrecerrado sus ojos, cuando los abrió encontró al caballero ofreciéndole un vaso de agua, sonrió levemente, sosteniéndole con sus dos delicadas manos, estos rozaron con los dedos de él, aquello produjo una corriente que recorrió todo su cuerpo. — Muchas Gracias ― aclaro su garganta antes de hablar, no quería sonar con la voz quebrada, sostuvo con más firmeza el vaso mientras lo llevaba a su boca para tomar unos sorbos de el ― Tal vez es cierto lo que usted me dice, es toda una locura ― rio suavemente, comenzaba a sentirse convencida de que él estaba en lo correcto y ella no.
Aun así prosiguió, la sangre era más espesa después de todo, ella llamaba aun si no era lo deseado. ― Me recuerda mucho a mi hermano ― termino diciendo mientras parecía hipnotizada por el liquido traslucido del vaso ― No puedo decir que físicamente llega a parecerse a él, hace mucho tiempo que no lo veo; siento que ha olvidado a su familia. ― eran los vagos recuerdos de él lo que en ocasiones llegaba a hacerla sonreír, envidiaba a sus años de infante cuando lo había podido tener tan cerca, si hubiera sabido que desaparecería de tal manera, se hubiera aferrado a él con toda su fuerza en el momento que pudo.
Noto que la mirada del hombre estaba muy fija a ella, se sintió avergonzada, sonrió levemente, mientras llevaba uno de sus mechones hacia atrás de su oreja ― siempre me he imaginado a mi querido hermano como alguien como usted; un hombre apuesto y caballeroso ― pero las fantasías no se habían realidad, eso comenzaba a comprenderlo, era momento de dejar ir a un fantasma que nunca regresaría.
¿Sería más fácil odiarlo?.
Había entrecerrado sus ojos, cuando los abrió encontró al caballero ofreciéndole un vaso de agua, sonrió levemente, sosteniéndole con sus dos delicadas manos, estos rozaron con los dedos de él, aquello produjo una corriente que recorrió todo su cuerpo. — Muchas Gracias ― aclaro su garganta antes de hablar, no quería sonar con la voz quebrada, sostuvo con más firmeza el vaso mientras lo llevaba a su boca para tomar unos sorbos de el ― Tal vez es cierto lo que usted me dice, es toda una locura ― rio suavemente, comenzaba a sentirse convencida de que él estaba en lo correcto y ella no.
Aun así prosiguió, la sangre era más espesa después de todo, ella llamaba aun si no era lo deseado. ― Me recuerda mucho a mi hermano ― termino diciendo mientras parecía hipnotizada por el liquido traslucido del vaso ― No puedo decir que físicamente llega a parecerse a él, hace mucho tiempo que no lo veo; siento que ha olvidado a su familia. ― eran los vagos recuerdos de él lo que en ocasiones llegaba a hacerla sonreír, envidiaba a sus años de infante cuando lo había podido tener tan cerca, si hubiera sabido que desaparecería de tal manera, se hubiera aferrado a él con toda su fuerza en el momento que pudo.
Noto que la mirada del hombre estaba muy fija a ella, se sintió avergonzada, sonrió levemente, mientras llevaba uno de sus mechones hacia atrás de su oreja ― siempre me he imaginado a mi querido hermano como alguien como usted; un hombre apuesto y caballeroso ― pero las fantasías no se habían realidad, eso comenzaba a comprenderlo, era momento de dejar ir a un fantasma que nunca regresaría.
¿Sería más fácil odiarlo?.
Joséphine Earhardt- Humano Clase Alta
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Re: La aventura de una dama y un encuentro inesperado || Privado
Hasta el centro de sus palabras mantuvo perfecto control de sus emociones, aquellas que afloraban como salvajes libertino en una habitación atestado de detalles que lo harían caer; Se sentía con la sangre hervir, tenerla frente a él, tan cerca pero obligado a mantener aquella jodida distancia que el mismo castaño imponía para no hacerle daño una vez más; Pues tenía claro que su ausencia de infante le había afectado ¿Que tal ahora? Sería peor el daño, ya que aún tenía las esperanzas de que la rubia lo olvidara, aunque jamás el lograría sacar su nueva imagen de su rostro; La efigie de belleza ante sus ojos, era imposible no querer estrecharla entre sus brazos.
Tensó sus músculos, se alejó de la cercanía que había implantado para sentarse en una mesa de madera solida que daba adorno a la sala de estar dónde se encontraban; Cargó sus codos contra sus muslos, desafió una vez más la mirada femenina y sin sentir la incomodidad de alejarla continuó sus dichos falto completo de movimiento; Escuchó con atención cada palabra que decía, cada mínima silaba y el como pronunciaba las letras, era admirador pro completo de aquella rubia, podría estar horas escuchando sus historias, lo hacía viajar una vez más en el tiempo, cuando con su frágil imaginación de pequeña le contaba las fantásticas historias que había pasado en el bosque, siendo la realidad que sólo jugaba con un par de muñecas y peluches sobre el césped.
Tronó sus dedos uno a uno, oír de sus labios hablar sobre su persona lo ponía alterado, negó con la cabeza bajando la mirada de inmediato; Al suelo, sólo miraba sus zapatos mientras sus palabras rasgaban a regañadientes su garganta para mentirle una vez más a una de las persona que más amaba en el mundo ― ¿Dónde está el ahora? Su hermano... ¿Por qué no está con usted y su familia? ― Inquirió sin saber que esperar, ¿Acaso era una locura lo que hacía? Abriría un herida que por años quiso cerrar; Pronto se arrepintió de su pregunta.
Sabía que tarde o temprano le contaría la verdad, el haber dado con ella era más que una señal para no perderle nuevamente; Y con el miedo constante de que se fuera, desafiando todos sus criterios, todo lo antes mencionado en su mente que divagaba entre presente y pasado, movió muy lentamente sus manos hasta cambiar el clima a su favor; Lluvia, truenos y una pequeña tormenta se asomaba por los ventanales del hogar; Y cómo tal cambió no le sorprendió, continuó con el semblante tranquilo ― Imagino que su hermano tiene una imagen exactamente igual a como usted es ahora, pues si como dice usted él no se encuentra con la familia, lo más seguro es que la piense cada día... ― ¿Que hacía? Se arrepentiría, pero era la oportunidad extraña de hacerle saber algunas cosas ― Es usted una idea perfecta de lo que algunos sueñan al imaginarse a una dama―
Tensó sus músculos, se alejó de la cercanía que había implantado para sentarse en una mesa de madera solida que daba adorno a la sala de estar dónde se encontraban; Cargó sus codos contra sus muslos, desafió una vez más la mirada femenina y sin sentir la incomodidad de alejarla continuó sus dichos falto completo de movimiento; Escuchó con atención cada palabra que decía, cada mínima silaba y el como pronunciaba las letras, era admirador pro completo de aquella rubia, podría estar horas escuchando sus historias, lo hacía viajar una vez más en el tiempo, cuando con su frágil imaginación de pequeña le contaba las fantásticas historias que había pasado en el bosque, siendo la realidad que sólo jugaba con un par de muñecas y peluches sobre el césped.
Tronó sus dedos uno a uno, oír de sus labios hablar sobre su persona lo ponía alterado, negó con la cabeza bajando la mirada de inmediato; Al suelo, sólo miraba sus zapatos mientras sus palabras rasgaban a regañadientes su garganta para mentirle una vez más a una de las persona que más amaba en el mundo ― ¿Dónde está el ahora? Su hermano... ¿Por qué no está con usted y su familia? ― Inquirió sin saber que esperar, ¿Acaso era una locura lo que hacía? Abriría un herida que por años quiso cerrar; Pronto se arrepintió de su pregunta.
Sabía que tarde o temprano le contaría la verdad, el haber dado con ella era más que una señal para no perderle nuevamente; Y con el miedo constante de que se fuera, desafiando todos sus criterios, todo lo antes mencionado en su mente que divagaba entre presente y pasado, movió muy lentamente sus manos hasta cambiar el clima a su favor; Lluvia, truenos y una pequeña tormenta se asomaba por los ventanales del hogar; Y cómo tal cambió no le sorprendió, continuó con el semblante tranquilo ― Imagino que su hermano tiene una imagen exactamente igual a como usted es ahora, pues si como dice usted él no se encuentra con la familia, lo más seguro es que la piense cada día... ― ¿Que hacía? Se arrepentiría, pero era la oportunidad extraña de hacerle saber algunas cosas ― Es usted una idea perfecta de lo que algunos sueñan al imaginarse a una dama―
Ludovic Masoon- Hechicero Clase Alta
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Re: La aventura de una dama y un encuentro inesperado || Privado
No era más que un cachorro de león, completamente indefenso. Sus padres eran los que realmente tenían el poder y la fuerza, mientras ella solamente era una niñita que trataba de tomar el rumbo de la vida de una mujer, que ya tenía trazada todas las líneas que debía seguir. Al escuchar la pregunta sobre el paradero de su hermano, dejo salir un leve gruñido desde sus entrañas. Con cuidado se acomodo en el sofá que le había servido de cama mientras había estado inconsciente. No sabía el lugar en donde se encontraba su hermano mayor, eso llegaba a enojarla, entristecerla, crearle una tormenta de sentimientos que llegaban a ser muy fugaces e intensas para su frágil cuerpo. Todo aquello la hacia temblar.
— Ohhh… Monsieur esa es la pregunta que mi queridísima madre y yo nos hacemos casi todos los días — respondió con cierta turbación en su voz. Parecía afligida por tal situación — ¿Usted cree? — su cabeza parecía estar muy pesada. Su mirada se clavo al suelo, mientras escuchaba como afuera parecía moverse lentamente las nubes que chocaban entre ellas, para formar una pequeña tormenta. Sacudió un poco su cabeza, sus manos se fueron a sus brazos para abrazarse a sí misma, su rostro se endurecía cada vez más, se podían ver los rasgos finos ser distorsionados por diferentes sentimientos.
Bufo suavemente, quiso retroceder, pero no había lugar para resguardarse, estaba sola con aquel hombre que comenzaba a tratar de alentarla. Frunció el ceño, signo de desagrado a sus palabras, pero no porque le molestara tal halago; a ella le encantaba ese tipo de halagos. Pero la desgarraba por dentro, era como si también estuviera desangrándose, porque cierta debilidad en su cuerpo se acentuaba cada vez mas — ¿Cómo sabe usted que no ha muerto aun?— alzo su cabeza en alto, mientras en sus ojos aparecían las primeras lagrimas que amenazaban por correr en aquellas blancas mejillas, trato de disimular mirando hacia la ventaba, la cual comenzaba a ser empañada por algunas gotas de lluvia.
— Todos los días rezo porque este bien; este donde este. Pero en ocasiones siento que tal vez mejor que este muerto, eso explicaría tal abandono absoluto de su familia— cerró sus ojos fuertemente. No pudo evitar romper a llorar, sus sollozos eran fuertes, trato de tapar su boca con la palma de la mano, como si eso permitiera que su pena se fuera a otro lugar. Suspiro suavemente, abriendo nuevamente sus ojos, llenos de una fina cama de lágrimas que aun amenazaban por seguir el mismo camino que las otras. Desvió su mirada hacia donde estaba la ventana, quien también parecía empañada de gotas de lluvia, se dirigió a este lugar, dándole la espalda al caballero, sin decir ninguna palabra. El frio comenzaba a notarse en su cuerpo, temblaba un poco, sus dientes tintineaban mientras leves sollozos parecían ser inevitables, ella trataba de evitarlo, pero era casi imposible, su cuerpo comenzaba a enfriarse, a causa de la noche parisina, una que no perdonaba a los indefensos.
— Ohhh… Monsieur esa es la pregunta que mi queridísima madre y yo nos hacemos casi todos los días — respondió con cierta turbación en su voz. Parecía afligida por tal situación — ¿Usted cree? — su cabeza parecía estar muy pesada. Su mirada se clavo al suelo, mientras escuchaba como afuera parecía moverse lentamente las nubes que chocaban entre ellas, para formar una pequeña tormenta. Sacudió un poco su cabeza, sus manos se fueron a sus brazos para abrazarse a sí misma, su rostro se endurecía cada vez más, se podían ver los rasgos finos ser distorsionados por diferentes sentimientos.
Bufo suavemente, quiso retroceder, pero no había lugar para resguardarse, estaba sola con aquel hombre que comenzaba a tratar de alentarla. Frunció el ceño, signo de desagrado a sus palabras, pero no porque le molestara tal halago; a ella le encantaba ese tipo de halagos. Pero la desgarraba por dentro, era como si también estuviera desangrándose, porque cierta debilidad en su cuerpo se acentuaba cada vez mas — ¿Cómo sabe usted que no ha muerto aun?— alzo su cabeza en alto, mientras en sus ojos aparecían las primeras lagrimas que amenazaban por correr en aquellas blancas mejillas, trato de disimular mirando hacia la ventaba, la cual comenzaba a ser empañada por algunas gotas de lluvia.
— Todos los días rezo porque este bien; este donde este. Pero en ocasiones siento que tal vez mejor que este muerto, eso explicaría tal abandono absoluto de su familia— cerró sus ojos fuertemente. No pudo evitar romper a llorar, sus sollozos eran fuertes, trato de tapar su boca con la palma de la mano, como si eso permitiera que su pena se fuera a otro lugar. Suspiro suavemente, abriendo nuevamente sus ojos, llenos de una fina cama de lágrimas que aun amenazaban por seguir el mismo camino que las otras. Desvió su mirada hacia donde estaba la ventana, quien también parecía empañada de gotas de lluvia, se dirigió a este lugar, dándole la espalda al caballero, sin decir ninguna palabra. El frio comenzaba a notarse en su cuerpo, temblaba un poco, sus dientes tintineaban mientras leves sollozos parecían ser inevitables, ella trataba de evitarlo, pero era casi imposible, su cuerpo comenzaba a enfriarse, a causa de la noche parisina, una que no perdonaba a los indefensos.
Joséphine Earhardt- Humano Clase Alta
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Re: La aventura de una dama y un encuentro inesperado || Privado
Así fue como el brujo sólo callaba sus dichos viendo como la belleza de la que era su hermana comenzaba a desmoronarse llevando consigo aquella luz única que irradiaba desde que tuvo memoria, desde que la vio siendo tan sólo infante, cargándola entre sus brazos protegiéndola de todo peligro inminente que pudiera hacer daño, aunque a tan corta edad no eran victimas de enemigos, el siendo tan joven creía que todo era un peligro para su pequeña princesa, aquella hermosa bebé rubia de ojos grandes pasaba a ser la parte más importante de su vida, sin tener aviso, o conocimiento que luego se tendría que alejar de forma propia de su lado; Optar por aquella soledad, ese vacío sepulcral que no lo dejaba dormir las primeras noches de tan sólo pensar como estarían, ella y su madre.
Parecía una razón egoísta, aquella por la cual huyó, quizás lo era, pero en ese entonces fue lo mejor que pudo decidir.
Su voz eran como punzadas que le daban con la daga más afiladas; Dagas por la espalda de las cuales no podía defenderse ni dar por asalto que vendrían en los momentos menos indicados; Intento guardar la calma entre lo que sus ojos parpadeaban con más agilidad, sin querer perder detalle de su rostro, de la forma en la cual gesticulaba o como se refería a el mismo de aquella forma que lo hacía dudar con certeza de que lo que hacía le haría bien de alguna forma. Desvió la vista a la tormenta que se venía próxima a golpear; Pensó un par de segundos, cortaran calles y pasarelas, sus amigos y su tío aquella noche no regresarían, no se expondrían a tales climas, mucho menos lo cambiarían de forma tan abrupta por conveniencia propia; Un alivio extraño lo recorrió, ¿Podría ella reconocer a su tío? Más que mal, ambos también eran parientes. Pues le hombre si la reconocería, y de ser así, el castaño se encontraría en severos problemas.
— No lo sé, sólo digo lo que quiere oír, pues a pesar de lo que me comenta, sé que no desea que esté muerto ¿No? Supongo que la esperanza cala en su interior por volver a verlo... — Aquella esperanza era la que guardaba el castaño de encontrarla, y la vida se había encargado de al menos saber que se encontraba bien.
Enarcó una de sus cejas, intento marcar duras facciones en su rostro, pero la diferencia clara de su hermana en cada gesto lo hizo romper estribos de cordura he intentar acercarlo lo máximo posible; Claro, de forma sigilosa, muy lentamente para no parecer un atarantado, que no pareciera un ataque de un desconocido que la tenía entre las paredes de su hogar.
Su diestra se extendió, dejando que la yema de su dedo pulgar deshiciera esa lagrima que amenazaba por correr por el borde de su mejilla; Pero a pesar de ese intento, otras agolparon sus ojos sin ser capaz de detener cada una de ellas. Allí cayo en cuenta de que no era la pequeña que había dejado años atrás junto a su madre.
Siguió su cuerpo con la mirada, cerró los ojos mientras cada paso contra el suelo lo hacía agitar más los palpitos en el centro de su pecho, estaba llorando, se sentía culpable de aquella escena; No lo pensó y si alguna vez le dijeron que era un impulsivo, daba la razón con todas sus palabras.
Se puso de pie, camino tras ella y extendiendo sus brazos la rodeo desde la cintura por su espalda, aferrando su frío cuerpo a la calidez que lo acompañaba, marcando la vista fija contra el cristal que se humedecía por las gotas de lluvia que cada vez se hacían más persistentes y menos inofensivas; La tormenta recién estaba iniciando, la noche era joven y sus actos lo comenzaban a delatar.
Tomo una calada de aire, ese perfume tan característico jamás lo había logrado olvidar, ahogo sus pulmones en el aroma femenino y contó los segundos para que lo corriera de su lado; Lo esperaba, sería la reacción correcta luego de lo ocurrido.
Parecía una razón egoísta, aquella por la cual huyó, quizás lo era, pero en ese entonces fue lo mejor que pudo decidir.
Su voz eran como punzadas que le daban con la daga más afiladas; Dagas por la espalda de las cuales no podía defenderse ni dar por asalto que vendrían en los momentos menos indicados; Intento guardar la calma entre lo que sus ojos parpadeaban con más agilidad, sin querer perder detalle de su rostro, de la forma en la cual gesticulaba o como se refería a el mismo de aquella forma que lo hacía dudar con certeza de que lo que hacía le haría bien de alguna forma. Desvió la vista a la tormenta que se venía próxima a golpear; Pensó un par de segundos, cortaran calles y pasarelas, sus amigos y su tío aquella noche no regresarían, no se expondrían a tales climas, mucho menos lo cambiarían de forma tan abrupta por conveniencia propia; Un alivio extraño lo recorrió, ¿Podría ella reconocer a su tío? Más que mal, ambos también eran parientes. Pues le hombre si la reconocería, y de ser así, el castaño se encontraría en severos problemas.
— No lo sé, sólo digo lo que quiere oír, pues a pesar de lo que me comenta, sé que no desea que esté muerto ¿No? Supongo que la esperanza cala en su interior por volver a verlo... — Aquella esperanza era la que guardaba el castaño de encontrarla, y la vida se había encargado de al menos saber que se encontraba bien.
Enarcó una de sus cejas, intento marcar duras facciones en su rostro, pero la diferencia clara de su hermana en cada gesto lo hizo romper estribos de cordura he intentar acercarlo lo máximo posible; Claro, de forma sigilosa, muy lentamente para no parecer un atarantado, que no pareciera un ataque de un desconocido que la tenía entre las paredes de su hogar.
Su diestra se extendió, dejando que la yema de su dedo pulgar deshiciera esa lagrima que amenazaba por correr por el borde de su mejilla; Pero a pesar de ese intento, otras agolparon sus ojos sin ser capaz de detener cada una de ellas. Allí cayo en cuenta de que no era la pequeña que había dejado años atrás junto a su madre.
Siguió su cuerpo con la mirada, cerró los ojos mientras cada paso contra el suelo lo hacía agitar más los palpitos en el centro de su pecho, estaba llorando, se sentía culpable de aquella escena; No lo pensó y si alguna vez le dijeron que era un impulsivo, daba la razón con todas sus palabras.
Se puso de pie, camino tras ella y extendiendo sus brazos la rodeo desde la cintura por su espalda, aferrando su frío cuerpo a la calidez que lo acompañaba, marcando la vista fija contra el cristal que se humedecía por las gotas de lluvia que cada vez se hacían más persistentes y menos inofensivas; La tormenta recién estaba iniciando, la noche era joven y sus actos lo comenzaban a delatar.
Tomo una calada de aire, ese perfume tan característico jamás lo había logrado olvidar, ahogo sus pulmones en el aroma femenino y contó los segundos para que lo corriera de su lado; Lo esperaba, sería la reacción correcta luego de lo ocurrido.
Ludovic Masoon- Hechicero Clase Alta
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Re: La aventura de una dama y un encuentro inesperado || Privado
Se sentía avergonzada por estar haciendo ese tipo de escándalo en los aposentos de un desconocido. No tenia alternativa, estaba atrapada en ese lugar hasta que la tormenta cesara y las mujeres siempre con un toque de sensibilidad mucho mayor que el de los hombres, no podía contener sus sentimientos que eran expresados de la manera que su cuerpo parecía decirle que era el indicado. ¿Por qué no seguía con su vida? Dejaba a su hermano en el pasado, se disponía a buscar pretendiente y hacer que todo ese sufrimiento sea un vano recuerdo del pasado. Se aterrorizaba con el simple hecho de pensar que podría darle la espalda al recuerdo de un familiar; era lo que su padre había querido hacer desde hace mucho tiempo. Ella no haría lo mismo. Todas las discusiones con su padre eran provocadas por el mismo tema, ella tenía la impresión que sabía su paradero y egoístamente lo ocultaba.
Trataba de calmarse, pero después de unos tres suspiros sin llorar, volvían sus ojos a humedecerse y volvía a sentir las lágrimas bajando por sus mejillas. — Monsieur…— susurro sorprendida. Fue un choque realmente sentir el cambio de temperatura invadir su cuerpo. Ella estando tan fría y el tan cálido, parecía que el calor de él se trasmitía para cubrirla completamente. Entrecerró sus ojos, sus mejillas estaban enrojecidas, era la primera vez que aceptaba tal trato de un hombre, en la actualidad solamente abrazaba su padre, cuando este le complacía algún capricho.
Aquel hombre no le trasmitía ningún tipo de maldad, tenía cierta afinación hacia él, aunque este mismo pareciera querer poner un muro entre ellos. El mismo había derrumbado tal barrera a dar aquel paso que a Joséphine misma le había sorprendido. Habían ya pasado cinco segundos y no había dicho nada más que aquel suave susurro, su cuerpo se había calentado aun más gracias a su vergüenza. Sabía que debía reprochar y alejarlo de ella; seria lo correcto para una dama de su sociedad. Pero se sentía sola y aquel abrazo la hacía sentir cómoda, como si realmente perteneciera a ese lugar.
Su mente se distorsionaba, se nublaba completamente. Olvidaba sus responsabilidades y se educación bien fundamentada que su madre le había otorgado junto con otras maestras privadas. Todo por la necesidad de ser consolada, aun si es por un desconocido. — Ohh… lo siento, no quise parecer tan emotiva — bajo la mirada. Estaba petrificada, no quería gritar, no estaba de ánimos para hacer un escándalo y darle una clase de ética. Simplemente llego su pequeña mano, que se encontró junto la de él, la estrecho dulcemente antes de retirarla y así poder separarse de él. Algo de ella odiaba tener que hacerlo, mientras su otra parte la aplaudía por tal decisión.
Volvió al asiento, tratando de quitarse las últimas lagrimas que estaban en sus ojos, alzo la mirada hacia el hombre y trato de sonreír un poco — creo que será un pequeño secreto entre los dos — así podía ver todo eso, como una simple travesura de una niña que estaba acostumbrada siempre a hacer todo el tiempo lo correcto — Usted trata de mostrarme a un hombre duro y tal vez malo, pero creo que no lo logra del todo — trato de reír, pero solamente sonrió. Le hecho un pequeño vistazo al lugar y con cierta timidez se rasgo su mejilla izquierda —Me está dando… un poco que hambre… no sé si podría…— ¿Cómo se le pedía cena a alguien? Se preguntaba — No sé mucho de la cocina, pero podría ayudarle, así no me sentiría que me estuviera aprovechando de usted— Naturalmente una mujer era la que servía y atendía a un hombre, pero Joséphine realmente no servía para eso, era una niñita rica que se la pasaba en deliciosos banquetes preparados por la servidumbre.
Trataba de calmarse, pero después de unos tres suspiros sin llorar, volvían sus ojos a humedecerse y volvía a sentir las lágrimas bajando por sus mejillas. — Monsieur…— susurro sorprendida. Fue un choque realmente sentir el cambio de temperatura invadir su cuerpo. Ella estando tan fría y el tan cálido, parecía que el calor de él se trasmitía para cubrirla completamente. Entrecerró sus ojos, sus mejillas estaban enrojecidas, era la primera vez que aceptaba tal trato de un hombre, en la actualidad solamente abrazaba su padre, cuando este le complacía algún capricho.
Aquel hombre no le trasmitía ningún tipo de maldad, tenía cierta afinación hacia él, aunque este mismo pareciera querer poner un muro entre ellos. El mismo había derrumbado tal barrera a dar aquel paso que a Joséphine misma le había sorprendido. Habían ya pasado cinco segundos y no había dicho nada más que aquel suave susurro, su cuerpo se había calentado aun más gracias a su vergüenza. Sabía que debía reprochar y alejarlo de ella; seria lo correcto para una dama de su sociedad. Pero se sentía sola y aquel abrazo la hacía sentir cómoda, como si realmente perteneciera a ese lugar.
Su mente se distorsionaba, se nublaba completamente. Olvidaba sus responsabilidades y se educación bien fundamentada que su madre le había otorgado junto con otras maestras privadas. Todo por la necesidad de ser consolada, aun si es por un desconocido. — Ohh… lo siento, no quise parecer tan emotiva — bajo la mirada. Estaba petrificada, no quería gritar, no estaba de ánimos para hacer un escándalo y darle una clase de ética. Simplemente llego su pequeña mano, que se encontró junto la de él, la estrecho dulcemente antes de retirarla y así poder separarse de él. Algo de ella odiaba tener que hacerlo, mientras su otra parte la aplaudía por tal decisión.
Volvió al asiento, tratando de quitarse las últimas lagrimas que estaban en sus ojos, alzo la mirada hacia el hombre y trato de sonreír un poco — creo que será un pequeño secreto entre los dos — así podía ver todo eso, como una simple travesura de una niña que estaba acostumbrada siempre a hacer todo el tiempo lo correcto — Usted trata de mostrarme a un hombre duro y tal vez malo, pero creo que no lo logra del todo — trato de reír, pero solamente sonrió. Le hecho un pequeño vistazo al lugar y con cierta timidez se rasgo su mejilla izquierda —Me está dando… un poco que hambre… no sé si podría…— ¿Cómo se le pedía cena a alguien? Se preguntaba — No sé mucho de la cocina, pero podría ayudarle, así no me sentiría que me estuviera aprovechando de usted— Naturalmente una mujer era la que servía y atendía a un hombre, pero Joséphine realmente no servía para eso, era una niñita rica que se la pasaba en deliciosos banquetes preparados por la servidumbre.
Joséphine Earhardt- Humano Clase Alta
- Mensajes : 30
Fecha de inscripción : 21/11/2013
Re: La aventura de una dama y un encuentro inesperado || Privado
¿Que se suponía que debía experimentar? Ella tomó al iniciativa de alejarlo, no de la forma en la cual esperaba, fue mucho menos invasiva de lo que quería que fuese, más que mal, simplemente deseaba que al mínimo encuentro de un extraño, dónde este quisiera sobrepasarse con ella, esta tuviera las agallas, el tino de correrlo de forma inmediata, que no abusaran de ella por verla una simple jovencita de buena situación que no tiene mayor conocimiento de la vida de la que sus padres le dan. Pero por el contrario, lo corrió, hecho que hizo presión segura en el pecho del brujo, dónde con un nudo preso de sus palabras en el centro de su garganta, no dijo nada, simplemente retomo la distancia que jamás debió cortar para comenzar a ver cada movimiento de la que rubia que era su hermana, notando cómo su rostro dejaba de mostrar ese llanto que antes la acompañaba para mantener ahora un semblante más tranquilo.
Se encontraba en las respaldares del sofá, mismo dónde el cuerpo de la fémina volvía a tomar reposo ahora en una posición más digna de una señorita de su edad, de su corte social; Cómo la recordaba, una pequeña princesa que jugaba a ser grande, antaño, claro, hace muchos, varios años atrás. Fue ese instante dónde se desconecto de lo que estaba sucediendo, dónde el golpe de la lluvia resonar contra las ventanas lo hizo recordar tiempos dónde ambos no se separaban ni por las noches, dónde fingía ahuyentar a los monstruos que interrumpirían su sueño o dónde limpiaba sus rodillas luego de alguna pequeña caída; Pero era su pequeña hermana, hasta el más mínimo dolor, por superficial que fuera, sentía que le dolía a él también. Cuidar de ella era cuidar de él mismo, ambos eran una persona y ella había crecido por individual de forma perfecta, se veía bien, sana, risueña, hermosa; Joder, claro que estaba hermosa, una belleza que no se compararía a nada ni a nadie. Ladeo su cabeza de lado a lado, negando a sus propios absurdos pensamientos antes de que ella notara el corto trance al que había caído.
Enarcó una de sus cejas, una vez más su semblante se endureció y mientras la oía hablar, supo que era la misma pequeña que había dejar atrás. Evitó sonreír, buscaba complicidad entre ambos ¿Eso le propuso acaso? ¿Un secreto? Negó con la cabeza dando oído a sus siguientes comentarios — No tengo la necesidad en enseñarle quien no soy señorita, jamás mencioné el hecho de ser malo o duro, pero con una dama de su prestigio el respeto está ante todo, y bajo esa línea va la cordialidad — Mentía, una vez más lo hacía sin remordimiento — Además, el ayudarla le puede dar ciertas regalías a mi familia ¿No? — No deseaba que ella se encariñara con él, no buscaba tener que verla tan cercana, su tío en cualquier momento los vería juntos y ardería guerra dentro de ese hogar. Prefería hacerla creer que era un interesado por su dinero, a un interesado por su bienestar.
—No se preocupe, hay de comer en la cocina, antes de salir creo han dejado algo preparado — Comenzó a caminar por un gran pasillo, repletos de imágenes familiares, él y su tío, junto a algunos otros brujos de la comunidad con la cual suelen pasar tiempo de vez en cuando; Mismos retratos que olvidó por completo cuando caminaba a la cocina mascullando — Sígame, aquí podremos cenar — Mencionó a su hermana, deseando ser más atento con ella, pero reprimiéndose una vez más.
Se encontraba en las respaldares del sofá, mismo dónde el cuerpo de la fémina volvía a tomar reposo ahora en una posición más digna de una señorita de su edad, de su corte social; Cómo la recordaba, una pequeña princesa que jugaba a ser grande, antaño, claro, hace muchos, varios años atrás. Fue ese instante dónde se desconecto de lo que estaba sucediendo, dónde el golpe de la lluvia resonar contra las ventanas lo hizo recordar tiempos dónde ambos no se separaban ni por las noches, dónde fingía ahuyentar a los monstruos que interrumpirían su sueño o dónde limpiaba sus rodillas luego de alguna pequeña caída; Pero era su pequeña hermana, hasta el más mínimo dolor, por superficial que fuera, sentía que le dolía a él también. Cuidar de ella era cuidar de él mismo, ambos eran una persona y ella había crecido por individual de forma perfecta, se veía bien, sana, risueña, hermosa; Joder, claro que estaba hermosa, una belleza que no se compararía a nada ni a nadie. Ladeo su cabeza de lado a lado, negando a sus propios absurdos pensamientos antes de que ella notara el corto trance al que había caído.
Enarcó una de sus cejas, una vez más su semblante se endureció y mientras la oía hablar, supo que era la misma pequeña que había dejar atrás. Evitó sonreír, buscaba complicidad entre ambos ¿Eso le propuso acaso? ¿Un secreto? Negó con la cabeza dando oído a sus siguientes comentarios — No tengo la necesidad en enseñarle quien no soy señorita, jamás mencioné el hecho de ser malo o duro, pero con una dama de su prestigio el respeto está ante todo, y bajo esa línea va la cordialidad — Mentía, una vez más lo hacía sin remordimiento — Además, el ayudarla le puede dar ciertas regalías a mi familia ¿No? — No deseaba que ella se encariñara con él, no buscaba tener que verla tan cercana, su tío en cualquier momento los vería juntos y ardería guerra dentro de ese hogar. Prefería hacerla creer que era un interesado por su dinero, a un interesado por su bienestar.
—No se preocupe, hay de comer en la cocina, antes de salir creo han dejado algo preparado — Comenzó a caminar por un gran pasillo, repletos de imágenes familiares, él y su tío, junto a algunos otros brujos de la comunidad con la cual suelen pasar tiempo de vez en cuando; Mismos retratos que olvidó por completo cuando caminaba a la cocina mascullando — Sígame, aquí podremos cenar — Mencionó a su hermana, deseando ser más atento con ella, pero reprimiéndose una vez más.
Ludovic Masoon- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 27/04/2014
Re: La aventura de una dama y un encuentro inesperado || Privado
Tal vez era ella la que provocaba todo esto, aunque sería estúpido pensar que la lluvia la había provocado, sería imposible poder tener tales habilidades. Aunque entra mas lo pensaba parecía sumamente interesante tal posibilidad. El hombre la había llevado por un largo pasillo en donde diferentes rostros aparecían en cuadros colocados estratégicamente en aquel largo pasillo. Joséphine no podía evitar sentir cierto “Deja vu” mientras contemplaba los rostros de aquellas personas. No era como tal para ella aquella sensación de haber estado viviendo eso, en algún momento de su vida, era más bien, como si los rasgos de las personas. Algunas parecía no tener esa sensación, pero con dos sí.
Giro su rostro rápidamente, mientras veía con una mirada sorprendida, la habían sorprendido mirando muy fijamente uno de los retratos en donde el joven era muy joven. Se sintió por un momento como una niña atrapada, como si estuviera haciendo algo que no debería estar haciendo, pero dejo salir un leve suspiro y asintió — Perfecto — dijo dando pequeños salticos. Se apresuraba para estar a la par del otro. Quien sería tan amable como para brindarle un poco de alimento, que calmara las necesidades básicas del pequeño cuerpo de aquella dama.
— Prometo que se lo recompensare — sonrió ampliamente. Se sentía muy a gusto con aquel joven, como si se hubieran conocido desde muy temprana edad — ¿Qué tal con un almuerzo? ¿Estará s agenda disponible para mí? — pregunto dejando perder los modales de una dama. Si su madre la viera podría llegar a darle un infarto, pero nadie estaba con ellos, ninguna autoridad que pudiera corregirlos.
Giro su rostro rápidamente, mientras veía con una mirada sorprendida, la habían sorprendido mirando muy fijamente uno de los retratos en donde el joven era muy joven. Se sintió por un momento como una niña atrapada, como si estuviera haciendo algo que no debería estar haciendo, pero dejo salir un leve suspiro y asintió — Perfecto — dijo dando pequeños salticos. Se apresuraba para estar a la par del otro. Quien sería tan amable como para brindarle un poco de alimento, que calmara las necesidades básicas del pequeño cuerpo de aquella dama.
— Prometo que se lo recompensare — sonrió ampliamente. Se sentía muy a gusto con aquel joven, como si se hubieran conocido desde muy temprana edad — ¿Qué tal con un almuerzo? ¿Estará s agenda disponible para mí? — pregunto dejando perder los modales de una dama. Si su madre la viera podría llegar a darle un infarto, pero nadie estaba con ellos, ninguna autoridad que pudiera corregirlos.
Joséphine Earhardt- Humano Clase Alta
- Mensajes : 30
Fecha de inscripción : 21/11/2013
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