Sexual [Zeth Kouzounis]

Los sueños en su funérea mente comienzan a crear majestuosas siluetas cuando el anochecer viene, cuando sus ojos de ese azul ultramarino comienzan a ver la oscuridad que envuelve la ciudad, duerme de día para jamás ver el oro tocar las tierras, es esa caminata lenta que perturba la quietud como una ráfaga en sus pensamientos, la muerte es lánguida, una selva encantada, una noche divina de claridades fantásticas, es la noche la que transforma todo el ambiente a su alrededor, todo cambia, se menea con el olor de un otoño que se apaga y se extingue, la luz límpida de la luna perla se apaga por momentos con esa coqueta nube que envuelve los cielos con sus colores grises, con su tristeza empapando el suelo, solo sus pasos resuenan en la imaginación, la quietud se desvanece con ese barullo en la ciudad, ¡escandalo, voces, pasos que no paran!, ¡gritos y el olor pútrido que emanan las calles!, son los olores y el tiempo denso los que marcan el sendero, los que no le dejan avanzar, ellos intoxican el alma de un ser tan sensible, de un ser que busca solo su sangre, esta cansado de caminar por esas calles, de tratar con humanos como si fuera uno ¿Dónde quedo el significado de aquella naturaleza muerta? La noche pavorosa se vuelve mientras sin rumbo sus pasos se envuelven, pero es ese letrero a medio colgar lo que llama su atención, son las callejuelas coquetas las que lo invitan a pasar por ahí, de nuevo ahí, otra vez aquí… <<’Me acuerdo muy bien, el olor de la impaciencia, de la lujuria y de aquel tiempo eterno bebiendo una copa mientras las miradas coquetas trataban de desvanecer el frío de mi piel que solo era dinero para ellas y ellos’>>… Su mente se acuerda, anida los recuerdos, el polvo se les cae como de viejos cuadros, esa voz tenue al cruzar las puertas de la casa y la Madame, adornada hasta las uñas de baratijas, quien da la bienvenida.

Siente la calma, las exclamaciones de un orgasmo, las peleas por el dinero robando, es su mente la que se turba de ideas, ¿Acaso acostarse con un mortal es más divertido que llegar a casa y hacerlo con el dueño de sus sentimientos?, y escucha con oídos anhelantes, las voces susurrantes, y el murmullo que hacen las damas cuando le ven cruzar con esa elegancia natural, con ese misticismo que sus ojos negros, que sus labios serios denotan al pedir una copa, un poco de vino, algo que distraiga sus sentidos y que lo calmen de la sed intensa que tiene por la sangre de las mujeres, de los muchachos que pasean su piel desnuda por aquí y por allá. Mira los espacios, explora las tinieblas, siente como se vuelve un vapor secreto, pálido e inquieto se mueve hasta golpear la barra, moviéndose lento en aquel taburete, buscando a quien le apetece, y la Madame se acerca <<’Caballero, ¿Cómo las prefiere?>> chaquea los dedos llamando a un ejercito de putas, que se revuelcan con cuanto hombre y los veneran como si fueran los mismísimos reyes, pero solo es un cuervo más que busca sangre fresca, carne fácilmente para desgarrar, algo que picotear, solo quiere abrir las alas, devorar y matar. Mira sonriente a cada una, con el escote mostrando sin vergüenza aquellos dulces melones que poco a poco se pudren de tanto ser manoseados y niega. <<’Tenemos de todo, morenas, extranjeras, pálidas, delgadas y gordas’>> y vuelve a negar, entonces ella hace llamar a los muchachos, rostros de ángeles, corazones ambiciosos, solo bebe aquel liquido, es como un lenguaje oculto, como un embrujo que no debe ser pronunciado, pero ninguna de esas imágenes grotescas y raras es de su sutileza, busca algo diferente que sea fácil de devorar que sea difícil de tomar.

Y escucha las risas, aquella imagen que se asoma entre todos esos bustos, con un nombre, con un susto, el cuervo de ojos azules ahora se siente capaz y vivas de pronunciar una palabra, una quietud secreta, ha visto un estribillo escondido, conservado, << ¡Aquel! >> Murmura el caballero, el vampiro relame sus labios sin que nadie le vea, la Madame se desconcertó y solo espera de frente, echando una mirada al cuerpo juvenil que aquel posee. Hoy de nuevo cuando caiga la noche va a escribir esos poemas, esas letras engañosas sobre el cuerpo del muchacho, quiere recorrer aquella piel, probar las mieles que han preparado en ese cuerpo bendito y maldito a su vez, sus pensamientos son como una maraña llamativa, el olor de su sangre como un perfume que fue exclusivamente hecho por dios. Mudo, trémulo, en la sombra espera, se queda como forjando sueños y fantasías eróticas, el vino en su boca se vuelve todo un pecado, en la alcoba una revolución, es esa adrenalina lo que le hace esperar con tanta gentileza, sin saber que debajo de ese traje negro se encuentra una bestia dispuesta a arrebatar una vida más, con su delicadeza espera entre miradas, entre murmullos, entre besos y obscenidades, esa danza que se vive en esos lugares, la melancolía sigue, ese chiquillo es un capricho para sus sentidos, tiene un rostro cincelado, un acento francés tan falso como el idioma que se desarrolla en sus pensamientos, finge que no sabe nada, pero al momento se da vuelta para dejar la copa. ¿A dónde se ha marchado? ¿Es que acaso no ha aceptado?, ¿Es que no quiere el dinero por el cual vende su piel?, apenas sigue la fragancia con sus sentidos y se acerca a la Madame. Sin embargo es ella la que sigue hablando con él. -¿Es que no quieres pasar una noche conmigo? –murmuró viéndole a los ojos apareciendo entre las sombras porque se le ha acabado la paciencia, porque sus colmillos están ansiosos y sus deseos tienen ese capricho de querer salir.