El corazón de la bestia.

...Corrí….Corrí veloz como un rayo por en medio del bosque. Atravesando los arbustos, saltando enormes troncos, deslizándome sigilosa por entre las sombras mientras tras de mí, a caballo, dos inquisidores me perseguían veloces, sin tener oportunidad aun a acercarse lo suficiente.
Me deslice bajo la forma del guepardo, cogiendo gran velocidad cuando comencé a visualizar el río en el horizonte. Tomando impulso para escalar uno de los gruesos arboles, saltando de una rama a otra hasta que encontré una posición en la que podía observar desde las alturas sin ser vista. Escuchando sigilosa -como el felino que era-, como el galope disminuía poco a poco, mientras ellos se bajaban de sus monturas iluminando el sendero con antorchas y armas en las manos…
Definitivamente había sido un día de mala suerte.
Me había desplazado hacia los Países Bajos hacia aproximadamente cuatro días junto a varios de mis asistentes. Ellos se habían movilizado antes que yo, trayendo información sobre los sujetos que tenía que investigar; y es que me habían enviado para realizar negociaciones con una de las familias más ricas de la zona. Una familia que se distinguía de tantas otras, por ser una ancestral familia de licántropos. Un añadido que invitaba a hacerlos aliados, y ¿porque no?, a reclutarles para nuestra causa.
Así que ahí estaba yo,como una enviada especial en función de diplomática aquellos días. Con misión de “tantear” el terreno, y analizar como negociar con el clan para convertirlos en aliados para los reyes.
Sin embargo, el clan de licántropos no estaba actuando precisamente de forma sigilosa aquella temporada…Ya que se habían desmadrado diversos miembros del clan, y habían comenzado a haber victimas en los poblados cercanos, cosa que había llamado la atención de los inquisidores. Hecho que a su ves, había entorpecido nuestros movimientos, y es que mientras investigábamos, nos habíamos topado con ellos, comenzando una pequeña lucha que había comenzado aquella misma noche, y en la que de forma inesperada, vi como mi grupo caía bajo su ataque, -no sin llevarse a unos cuantos con ellos.- Pero aun así gruñí, enrabiada y furiosa, no habíamos ido preparados para una lucha, menos aquella noche. Y ahora había perdido a mis asistentes, mientras que yo me veía obligada a huir. Y es que aun quedaban dos de ellos, los últimos que habían sobrevivido y que a hora se encontraban a pocos metros del árbol de donde les vigilaba.
Entrecerré los ojos cuando les observe acercarse, pensaba acabar con ellos de una buena vez, me sentía colérica y enrabiada porque habían entorpecido mi trabajo, me demorarían en mi labor, y encima me habían quitado a mis asistentes. Habían sido demasiados errores por una noche y tenia que empezar a eliminarlos , por lo que adopte la forma de tigre, sabiendo que así sería más fuerte para atacar y desgarrar sus carnes.
Me puse en posición agazapándose, esperando que estuvieran a pocos metros de mi, momento en que salte de la rama soltando un gran rugido y cayendo sobre espalda de uno de ellos, arañándole con las garras para escuchar como profería un sinfín de alaridos, por el dolor desgarrador de sentir mis zarpas y mis dientes clavándose en su cuello hasta arrancar parte de su cabeza con mis fauces. Pero entonces, el segundo inquisidor disparo contra mí, por lo que di un ágil salto a un lado, corriendo ahora hacia él, para forcejear con su arma entre mis fauces, momento en que esta se disparo en dirección a mi pata trasera, haciéndome soltar un gran rugido que resonó en aquel bosque, asustando a las aves nocturnas que escaparon de los arboles cercanos, antes de que yo destrozara el arma entre mis dientes, para desarmar a aquel hombre, procediendo a abalanzarme sobre su pecho, mordiendo su misma cara ante sus gritos, hasta que el dejo de moverse y los espasmos cesaron.

Me retire poco a poco de los cuerpos, notando la sangre de ellos en mi lengua. No me gustaba tener que matar a nadie, no me gustaba ensuciarme las manos, pero aquella noche se lo habían buscado y había tenido que responder.

Tome aire, y parpadee, mi visión nocturna me dejo ver como mi pelaje blanco ahora se hallaba manchado de rojo, su sangre me había ensuciado y la mía propia también, estaba herida y sola en medio del bosque.
Comencé a alejarme de los cuerpos, y adopte la forma de una pantera para camuflarme en la misma noche, ya que así sería más fácil pasar desapercibida entre las sombras por si aun había alguien cerca. Sin embargo, la misma transformación se hizo dura y dolorosa, al parecer era una bala de plata, y estaba alojada en el muslo, podía notarla rozándome el hueso. Comencé a cojear y a alejarme del punto de ataque lo que más pude hasta llegar al río que había visualizado antes. Me acerque a la orilla y comencé a beber agua, reponiéndome un poco aunque aquella herida comenzaba a escocerme cada vez mas.
Necesitaba ayuda, tendría que pedir que me enviasen mas aliados y notificar de lo sucedido. Pero antes que nada tenía que recobrarme, tenía que encontrar algún lugar cercano, un pueblo, una posada, ¡lo que fuera!

Fue entonces, cuando alce la vista de aquel río, y mire al horizonte, visualizando a larga distancia algo que por un momento me pareció el pico de una edificación…
Comencé a seguir el mismo borde del río, comenzando a notar ciertos aromas en el aire, así que me centre en mi olfato, notando el aroma de los caballos y el de los tejidos de la ropa , por lo que entendí que habría pasado algún carruaje por allí cerca hacia pocas horas. Empecé a seguir el rastro, notando como aumentaban los olores, y así, de forma lenta y un tanto hastiosa, llegue hasta lo que se hallaba perdido en medio del bosque, observando con asombro como un enorme castillo, majestuoso e imponente, se alzaba en medio de la naturaleza, mostrándose como una espectacular fortaleza perdida en medio de aquel solitario lugar.

Comencé a acercarme con sigilo por uno de los jardines, deslizándome con cuidado, ya que quería ver que había allí, con suerte toparía con humanos a los que quizás podría acudir, pero podía tratarse quizás de otras criaturas, así que tenía que mantenerme alerta…
Sin embargo, mientras más avanzaba, menos ruido había, no sentía el aroma de los humanos, parecía que no habían guardias fuera, ¿habría poca gente dentro o estaría abandonado?...Llegue hasta una de las paredes y la reseguí hasta encontrar un ventanal por el que me adentre sin reparo, cayendo con sigilo y ahogando un gruñido por apoyar la pata. empece a mirar a todos lados, estaba en una habitación oscura. Parecía que había trastos antiguos en ella, algunos tapados con sabanas. Quizás estaban ventilando aquella estancia y por eso estaría abierta la ventana, fuese como fuese, me inmiscuí debajo de una robusta mesa, y escuche algunos pasos cercanos, aun no podía sentir sus aromas, por lo que no supe qué cosa era la que se acercaba.
sin embargo, cuando quise acercarme para olfatear silenciosamente, mi cola choco con un objeto del suelo, lanzandolo a un lado y haciendo que sonaran infinidad de cristales.

Cerré mis fauces y entrecerré mis ojos sin querer mirar que era lo que acababa de romper, definitivamente me sentía patosa y torpe y ahora un poco nerviosa, ya que los pasos que había escuchado habían frenado fuera de la puerta de aquella misma habitación.
En aquel momento, habría matado por una copa, o por un ovillo de lana...

- Oh, señorita Rozner, no empañe más su hermosa mirada esmeralda con esas lágrimas angustiadas y tan saladas que borran la belleza de su rostro. Míreme, así es, despegue esas largas pestañas azabaches y permítame que naufrague en su mirar. Oh, benditos sean sus carmesíes labios carnosos, tan húmedos y sensuales que me perdería en ellos sin anhelar jamás encontrar la salida. Venga, déjeme desnudar su rostro de éste velo negro que nubla la luz que irradia, deje que sus finos cabellos dorados caigan en tirabuzones por su espalda. Deshágase de éstos pendientes que le pesan y ahora acérquese más a mí, aquí, frente a ésta hoguera, yo la consolaré, yo le brindaré el calor que su marido no supo darle en vida... No me mire así, Bárbara, por todo el pueblo era bien conocido el microscópico tamaño de su ver... Ouch. Éste bofetón me ha dolido, señorita, más puedo perdonarla si... oiga, ¿dónde va? ¡Espere, el dormitorio no es por ahí! Hey, cuidado con ese ja.....rrón. ¿Por qué está rompiendo mi mobiliario? Vamos, ¿a qué viene éste escandalo? ¿Está enfadada? ¿O es una muda desquiciada por naturaleza? No, no, no.. ¡mi autorretrato no! ¡Nooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo! -grité, arrodillándome junto a los retales maltrechos de aquél fantástico lienzo de dos metros de altura y que con tanta facilidad, aquella viuda había destrozado con sus uñas.- Ahora me hizo enfadar, Bárbara. Ahora sí tendrá motivos para querer huír de mí...

Torcí una sonrisa demente y usando mi velocidad vampírica, seguí su aroma por los pasadizos de mi castillo hasta que en una de las salas, un sonido me alertó. Abrí la puerta bruscamente y busqué su figura entre las sábanas blancas que cubrían mis cuadros y piezas de coleccionista.

- La encontré, querida.- anuncié, frotándome las manos tras cerrar con pestillo tras de mí y caminar alrededor de las joyas ahí expuestas, gritando de nuevo cuando pisé los cristales de lo que había sido una magnífica estatuílla representándome fielmente vestido de atleta de la antigua Grecia clásica.- ¡Oh, maldita sea! ¡Adoraba ésta estatua! Si llego a saber que me iba a costar tan cara hubiera seducido a su hija, que por cierto, está mejor dotada que vos, debéis admitirlo...jejeje..

Y mientras rodeaba cada figura en la oscuridad de la sala, pisé algo blando y con vida propia, dando un brinco y retrocediendo unos pasos para fijar la mirada en aquél enorme animal de ojos claros y redondos que acababa de gruñir y que se hallaba bajo una mesa. Curioso me acuclillé y alcé una ceja, parpadeando por un momento antes de ensanchar una sonrisa triunfante.

- ¡Sois una gatita salvaje!- reí, no dudando en abalanzar mis manos hacia el animal para empezar así a jugar con sus bigotes, momento en el que alguien aporreó la puerta con ímpetu y la voz de Bárbara me desarmó.- Un momento... si ella está fuera de ésta sala... entonces... ¿quién sois vos...?

Fruncí el ceño y entrecerré los ojos, soltando sus bigotes aunque manteniendo la cercanía y la curiosidad en aquél animal, esperando una respuesta por su parte porque era obvio que era un metamorfo, pues no había pumas en aquellas tierras y menos aun que se comportaran como un niño asustadizo que se esconde bajo una mesa. Sonreí divertido por aquella extraña situación, no pude evitarlo.

Entrecerré los ojos y mire a aquel que se hallaba delante mio fijamente, ¡me había pisado la cola! ¿Como se atrevía a pisarme la cola!?
Eso era tan escandaloso, como que me hubiese pisado una mano….aunque bueno, yo le había roto una figurilla, se suponía que estábamos en paz.

Entonces comencé a fijarme en aquel individuo que se hallaba delante de mi, y que encima de pisarme me había tocado los bigotes.
¿Donde estaba la decencia?. En otra situación le habria mordido, pero lo cierto es que no podía ponerme quisquillosa, necesitaba ayuda y me había inmiscuido en aquel lugar. Además, con aquel gesto había podido olfatearle, y su aroma no era como el de los humanos, era mas dulce, mas atrayente. Asi como su tacto era a la vez frio, asi que muy posible se trataba de un inmortal.
Solté un resoplido, esperaba que no fuera de aquellos seres habituados a irse de caceria y a tener cabezas de animales exoticos en el salon o lo iba a pasar mal, sobretodo si no podía correr.

Entonces la puerta que alguien aporreaba se abrió y una mujer escandalosa entro alzando los brazos y mostrándose con gesto de indignación mientras el hombre que se hallaba a mi lado le miraba sereno, -casi podía afirmar que ciertamente aburrido-
Ladee la cabeza escuchando lo que decía la mujer, para enterarme de que aquel hombre era el dueño de casa, y algo de una visita, una cena de cortesía, no se que escándalo sobre su hija, ¿atributos? ¿Estaba hablando de que ella estaba mas dotada que la hija? Puse los ojos en blanco y seguí escuchando no se que de los modales y del talento de alguien…¿talento? La frase parecía tener connotaciones sexuales, pero lo cierto es que no quise saber de que hablaba...y asi, pasaron diversos minutos con un continuo blablabla. aquella mujer no se callaba, parecía escandalosa a más no poder, y yo también empecé a aburrirme, motivo que me hizo alzarme poco a poco, sin apoyar la pata trasera, temerosa del dolor. Comencé a salir y entonces la mujer me miro, y paro de hablar,-al fin- mirándome con ojos desorbitados.

Y entonces, sin poderlo reprimir, gruñí gravemente enseñándole los dientes y mirándole desafiante...

El grito de la mujer casi me dejo sorda, y simplemente escuché como se marchaba y sus pisadas dejaban de escucharse por el pasillo.

“JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
Ais…Pobrecilla.” Reí en mi yo interno. Lo cierto es que a veces era tentador asustar a otros, sobretodo si eran tan cargantes como la señora. Aunque entonces caí, en que debía comportarme. No estaba en mi casa, y ya estaba haciendo de las mías.
La reina iba a tener razón y yo iba a ser una cachorra revoltosa a mis siete decadas…

Entonces gire la cabeza y mire al hombre que aun seguía de cuclillas, aparentemente divertido con mis actos. Quise avanzar hacia el, pero apoyé inconcientemente la pata y un leve aullido escapo de mis fauces.
Baje la cabeza y gruñí gravemente, el solo peso de mi cuerpo sobre la pata me había dolido horrores, haciendo que tuviese que volver a echarme. Tenia que sacar ese trozo de plata de mi muslo como fuese.

Respire un tanto cansada y apoye la cabeza en el mismo suelo, mirando hacia arriba al hombre que me miraba curioso.

“Por favor…Ayúdame.”

No sabia si seria uno de aquellos inmortales con dones mentales, pero implore en mi interior que pudiese escucharme o entenderme, ya que la idea de transformarme en humana no parecía muy atrayente. Sobretodo porque era mas fuerte como animal que como humana ante el dolor, y también porque me sentía un poco menos vulnerable en una situación como aquella.

En cuanto el animal quedó tumbado sobre el suelo y de forma casi fetal, mis ojos se dirigieron primero a su vientre, sonriendo al ver que se trataba de una hembra en apuros. A continuación, me fijé en aquél olor a óxido y sal tan característico de la sangre y fruncí el ceño al ver la bala alojada en su pata trasera, escuchando entonces cómo me pedía ayuda mediante sus pensamientos. Asentí con seriedad y me alcé un momento para rasgar la tela blanca de una de las sábanas que ocultaba un enorme lienzo. Junto a mis pies aun se encontraban pedazos de cristal que antes formaban parte de aquella estatuílla, por lo que tomé un con cuidado y volví a acuclillarme junto al animal.

- Le dolerá un poco, lo siento. Así que la distraeré, ¿le parece?- anuncié con una sonrisa de disculpa antes de tomar aquél pedazo de cristal y con la punta más afilada, rasgar un poco más la piel del puma, siendo así más fácil extraer la bala con mis dedos vendados con aquella tela, pues no sabía qué clase de bala era y podía dañarme si fuera plata, por ejemplo, y más valía prevenir que alargar la agonía de aquella metamorfa.-¿Sabe? Bárbara y yo le estamos muy agradecidos por su majestuosa intervención; yo, por haberme librado de semejante incordio y ella... por haber evitado que yo prepara ésta noche guiso de Bárbara...- reí antes de tirar de aquella bala con decisisón y pulso firme.- Ya está.- concluí, percatándome que durante la extirpación de la bala había contenido el aliento.- Podría coser su herida, pero necesitaría que volviera a su forma humana para que los puntos no saltasen cuando se transformara.- comenté entre murmuros, evaluando el alcance de aquella herida profunda, depositando junto a una mesa auxiliar aquella bala cuyo olor me hizo fruncir la nariz.

Me levanté y envolví el cristal en la misma sábana manchada de sangre que había usado para la intervención.

- Puede quedarse ésta noche aquí. Está herida y si la encontré bajo la mesa es porque no tenía dónde ir. Mandaré preparar su habitación.- añadí, guiñándole el ojo a la espera que aceptara, pues no tenía en realidad otra opción.

Cuando su tacto frío dejo de urdir en mi carne, respire al fin aliviada, como si me hubiesen quitado un enorme peso de encima.
Sentí que mi corazón se calmaba y que mi cuerpo se relajaba un poco, por lo que de forma espontánea y sin poder evitarlo, alce mi cabeza para darle un pequeño lametón en la mejilla a modo de agradecimiento a aquel hombre. Y es que fui plenamente feliz cuando la plata salio de mi carne.

Pero entonces aquel amable anfitrión menciono que volviese a mi forma humana y yo alce la cabeza alerta, mirándole parpadeando y moviendo enérgicamente la cabeza de un lado a otro, negando a su petición.
Lo cierto es que aquella sugerencia me había alarmado bastante, no podía volver a mi forma humana, y que aunque me doliese en mi orgullo reconocerlo, estaba un poco asustada. Estaba herida y desamparada en aquel lugar, y podrían haber mas inmortales como él en aquel castillo, lo cual me dejaría vulnerable ante ellos. Tragué saliva, sabiendo que por el momento seria mas seguro continuar bajo mi forma de pantera.

Me moví ligeramente para mirarle y me quede un instante absorta con sus ojos grises, aquel hombre se había mostrado amable conmigo, y sus ojos me hicieron sentirme un poco mas en calma.

“Gracias.”

Mencione mentalmente, agradecida por su ayuda y alegre de que pudiese escucharme de ese modo, ya que escribir con las zarpas…como que no era muy práctico, no.
Entonces continúe allí, mirándole, lo cierto es que aquel hombre era muy atractivo, por lo que quizás me distraje mas de lo debido al observar aquel semblante, por lo que gire mi cabeza y solté el aire meneando mi cabeza, ¡no era momento de pensar en esas cosas!

Comencé a ponerme en pie, y apoye poco a poco la pata, vislumbrando que me dolía, pero que no era tanto como antes, por lo que podía caminar mejor, así que mire al dueño de casa y me dispuse a seguirle cuando él se puso en pie.

“Le agradezco su amabilidad y el cobijo que me ofrece, me temo que he tenido mala suerte esta noche…o mala pata, como quien dice” Comente sonriendo en mi interior.
No sabia si se podía llamar mala suerte al hecho de encontrarse en medio de una batalla contra inquisidores cuando se estaba realizando labores de espionaje y próxima negociación. Fuese como fuese, ya arreglaría mis errores, aun tendría mucho trabajo que hacer, había perdido a mis asistentes y también había perdido mis cosas, todas ellas, empezando por mi equipaje y terminando por mis informes.
Solté un suspiro.
“Os prometo que no os causare molestias y que marchare al amanecer mi señor”
Indique de forma sosegada, sentándome y mirándole un tanto curiosa cuando el paro su avance en aquel pasillo.
¿Había dicho algo malo?

- No se merecen las gracias y tranquila, me agrada tener compañía. En ocasiones, éste castillo me queda grande sólo para mí solo.- reí, avanzando por aquél pasillo guiando al puma, deteniéndome frente a una puerta que no era la de su habitación.- Dado que no me permite sanarle la herida como es debido, espero que no le importe que se la limpie al menos.

Volteé mi cuerpo con una radiante sonrisa, empujando la puerta blanca para mostrarle un amplio cuarto de baño, amueblado con una mesa de cristal con flores, un diván de color marfil y estampados plateados, dos espejos rectangulares con un marco de oro, dos salpicaderos con armarios bajo éstos, dos lámparas de araña de reducido tamaño y cuyas velas ya iluminaban tenuemente la estancia, una gran bañera blanca flanqueada con cortinas de color salmón a juego con las cortinas del gran ventanal alojado justo tras la misma bañera. Junto a ésta, otra mesita auxiliar tenía preparada ya una botella de champagne y dos copas de cristal.

Me adeltanté a ella y me acerqué a la bañera para dejar que el agua caliente empezara a llenarla, sonriendo cuando el vaho empañaba ya los cristales de la ventana y de los espejos, vertiendo unas sales aromáticas y jabón, mucho jabón, cuya espuma arañó la porcelana de la bañera hasta vertirse incluso por el suelo hasta llegar a mis rodillas, pues me encontraba arrodillado preparando aquél baño tan sumtuoso.

- Venga antes de que el agua se enfríe.- indiqué, girándome hacia el puma y estirando la mano hasta ella, sonriéndole para mostrar mi total bondad hacia ella.

Ella vaciló unos momentos, esperando su decisión con paciencia y ayudándola a meterse en su interior con cuidado para lo lastimar aquella pata malherida, riendo sonoramente cuando me salpicó y me llenó la nariz de espuma.

- ¡Vaya... estoy empapado!- reí, alzándome entonces y, mirando aun sus ojos felinos, empezando a desabrochar aquella camisa blanca de amplias mangas y abotonada sólo hasta la mitad de la prenda, lanzándola al diván que se encontraba tras de mí.- ¿Le importa si la acompaño, señorita...?- pedí, alargando la pregunta a la espera que de ése modo, ella respondiera con su nombre, todo un misterio para mí a esas alturas aun de la noche.

Un poderoso rugido salio de mis fauces cuando alce mi cabeza hacia atrás, y es que aquella habría sido una sonora carcajada de haber estado en mi piel humana.
Lo cierto es que jamás me habría esperado que alguien quisiera hacerme compañía en un baño estando yo en forma de pantera, así que lo cierto es que esto era algo nuevo, y extraño a mas no poder.

“No habláis en serio…¿Verdad?” Pregunte divertida, ante mi anfitrión, que con los brazos en jarras y un torso admirable me miraba con una sonrisa de oreja a oreja.
Por lo que reí, soltando un resoplido que hizo que la espuma volase en forma de burbujas. Pero entonces caí en ello y arquee una ceja, quizás a aquel hombre le iban los animales…
“Madre del amor hermoso…”
lleve una de mis patas a mis ojos, como si quisiera limpiarlos, queriendo taparlos por un instante, aunque era absurdo, así que intente que aquella idea extravagante se fuera de mi mente tan rápido como vino. Los gustos del anfitrión no eran asunto mío.

Me adelante en la enorme bañera, sentándome y alzando las dos patas delanteras para apoyarme en el borde de la misma, contemplando al dueño de casa. Ladeando la cabeza.
"Soy Dermýscha. Evolett Ívidel Dermýscha." Indique corrigiendome, pues estaba acostumbrada a citar los apellidos antes que el nombre, debido a que era la forma en la que manipulaba la información en los expedientes. por lo que negué corrigiendo, moviendo instintivamente la cabeza hacia abajo como saludo.
“Mi señor, quiere jugar con una pantera o darle un baño? Porque le advierto que como mascota, soy un tanto salvaje y os estáis portando bien conmigo, no desearía arrancaros una mano…aunque por otro lado, necesito mas espuma, mas agua y que alguien me cepille, mantener este pelaje azabache tiene un precio, ¿sabe usted?” Indique bromeando con cierta confianza ante él, pues lo cierto es que aquello era absurdo por momentos. Y es que en la residencia de los reyes la hora del baño era todo un largo proceso de masajes, cremas, y relajación, que siempre procedía en mi forma humana, jamas como bestia.

“Adelante, es su residencia, su bañera, acompáñeme si gusta, ¿señor…? Pedí queriendo saber como se llamaba quien me ofrecía hospitalidad aquella noche.
Y es que le mire y espere en silencio, pues en verdad no espere que de veras se metiera a la bañera, estaba segura de que era una pequeña trampa.

- Jäeger, señorita Evolett, si me permite llamarla por su nombre de pila. Es demasiado hermoso como para no hacerlo.- añadí con un pícaro guiño de ojos.- ¡Hágame un hueco!- anuncié con una amplia sonrisa que iluminó mis ojos, riendo mientras me deshacía de aquellos pantalones negros de pana y los arrojaba lejos de mí, caminando ahora descalzo hasta la bañera, acomodándome en ella con las piernas a lado y lado de aquella pantera bestial.- Acérquese... no muerdo.- bromeé.- Le cepillaré el pelaje y limpiaré su herida.

De ese modo, tras unos momentos de calma y silencio rodeados por aquella espuma y la luz de las velas, tomé la esponja amarilla entre mis dedos y busqué su pata trasera para desinfectar, gracias al jabón, aquella herida.

- Sé que no es asunto mío, pero... ¿quién la disparó?- me pregunté entonces frunciendo la nariz, alzando la vista hacia sus ojos felinos en cuanto la herida fue ya limpiada.

Mientras aguardaba el volver a escuchar su hermosa voz mental, me dediqué a acariciar su pelaje mediante la esponja, llenando de espuma a la pantera, riendo cuando se convirtió en un enorche peluche compuesto por burbujas blanquecinas. Más que un terrorífico animal, yo sólo veía a una gatita juguetona. Y tras ella, se escondía una mujer por la que moría por conocer.

- Bonitos y bien cuidados dientes, señorita Evolett.- indiqué cuando cepillaba sus fauces con mi propio cepillo de dientes, riendo sin poderlo evitar, jugando en ocasiones con aquella pantera y su larga cola, pasando sin darme cuenta los minutos en aquél baño eterno y divertido cuya compañía empezaba a interesarme de veras.

Ladee la cabeza cuando le contemple desnudarse y meterse en la bañera conmigo. ¡y es que me costaba creerlo!...¡¡No bromeaba!!
Pero entonces mi asombro paso a segundo plano cuando comencé a visualizar cada palmo del agraciado y proporcionado cuerpo que estaba viendo... Y es que parecía mejorar por momentos cada vez que me fijaba, por lo que me distraje de mas, observando primero sus ojos hipnotizadores, luego aquella sonrisa encantadora, esos rasgos marcados...ese torso firme, ese abdomen esculpido...oh dios mío...definitivamente sonreí en mi interior cuando mi vista llego a su entrepierna para ver aquel talento digno de los dioses...seguro que tenia unas piernas muy bonitas, pero no las vi, seguía embobada con aquella parte de su cuerpo.

Pero mi embobamiento pasó cuando el entró en la bañera conmigo y llevo sus manos a mi pata trasera, pues el dolor me hizo volver a la realidad. y es que a pesar de que limpio con mucha sutileza y cuidado, aun escocia horrores. Por lo que decidí distraerme y entonces sus preguntas me hicieron centrarme en mis recuerdos haciéndome soltar un suave resoplido.

“He venido a estos lares en un viaje de negocios, y me temo que por el camino he tenido un desafortunado encuentro con algunos amables inquisidores, sin embargo no os preocupéis por ellos, tuve un cordial dialogo en el que ambas partes llegamos a un acuerdo productivo en el que las distintas facciones salieron ganando...” Entrecerré los ojos y Sonreí perversamente en mi interior. Pues esa era una de mis formas de decir; me han atacado, me encontraba en desventaja, pero me he vengado de todos y he ganado yo. –Y es que mi trabajo consistía en hacer que las cosas hostiles, fueran y sonaran diplomáticas. Mi entrenamiento se había basado en eso, cosa que me había vuelto un "poquito" perversa, pero solo un poquito claro esta- …

Las burbujas comenzaron a flotar a mi alrededor, y una de ellas estallo en mi nariz haciéndome parpadear, estaba cubierta de espuma y mi anfitrión parecía divertido al reseguir el pelaje de mi cabeza y cuello, por lo que me relajé, cerrando incluso un instante los ojos, mientras sentía su tacto delicado sobre mi, sabia que como siguiera así me iba a entrar sueño, sobretodo por la perdida de sangre, así que me dispuse a continuar la charla, no quería ofender a mi anfitrión: Jäeger… Aquel nombre me sonaba de algo, aunque ahora no recordaba de que, aunque me parecía curioso e interesante, tanto como su dueño.

"Dígame Jäeger, ¿Cómo es que un anfitrión tan agradable como vos se encuentra solo en este castillo tan grande?...Lo he visto a leguas de distancia y realmente pensé que habría muchísima…
Gente …
Aquí…”
Indique mientras él continuaba jugando con mi cuello al reseguirlo con aquella esponja, algo que de un modo u otro me hizo cosquillas, haciéndome mover inconcientemente la cabeza de forma un tanto brusca para que las gotas agua y espuma se escaparan de mi pelaje, algo que propició que empapase y cubriese de espuma a mi anfitrión hasta taparle la cabeza, haciéndome parpadear y ahogar un ligero gruñido.

“Ah! ¡Lo siento!” Me acerque hacia el queriendo quitar la espuma de su rostro, pero al hacerlo le rasguñe la mejilla con una de mis garras, percibiendo el aroma de su sangre que me hizo retroceder en la bañera de forma instintiva, definitivamente me costaba comportarme estando en una forma tan salvaje como aquella, pero seguia pensando que no era una buena idea del todo volver a mi aspecto humano, sin embargo no quería hacerle daño así que me apartarte y retrocedí lo que mas pude.

“-Oh por favor, tenéis que disculpadme. Será mejor que…" Comencé a mirar a ambos lados de la bañera, pensando en como salir de ella pues lo cierto es que si daba un salto le cubriría aun mas de espuma y haría saltar las aguas hasta desbordarlo todo, definitivamente no era muy productivo ser una bestia en algunos momentos…Y entonces, cuando pensé que las cosas no podrían empeorar, la bañera crujió...

Meneé la cabeza cuál perro tras un baño que se sacude el agua de las orejas con movimientos bruscos, riendo aun a carcajadas para restar importancia al arañazo que había abierto una herida en mi mejilla de la que pronto brotó un hilo de sangre que culminó junto a la comisura de mis labios, relamiéndome para saborear mi propio elixir carmesí, degustándolo con calma y en silencio hasta que la pantera se distanció y la bañera crujió por el peso de ambos, viendo cómo algunas grietas empezaban a adornar aquella porcelana importada de China. Ante su gesto nervioso y ansioso alcé las manos hacia ella con las palmas al frente, como si pidiera calma.

- No, no, por Dios, no se preocupe. Soy yo quién se va, no se moleste. Aun tengo la cena pendiente, ¿sabe?- reí, alzándome entonces y quedando ante ella de pie, sintiendo cómo el jabón descendía por mi cuerpo desnudo hasta reencontrarse con el agua que me llegaba por la altura de las rodillas.- Le daré unos minutos de intimidad, pero la espero en el salón. No me falle, madame.

Acto seguido le guiñé el ojo con una sonrisa pícara y tras una reverencia muy formal y un tanto ridícula por la situación en la que nos encontrábamos, salí de la bañera y, tras tomar una toalla, también del baño, cerrando la puerta tras de mí. Suspiré y por un momento apoyé mi cuerpo contra aquella puerta, pensativo. ¿Quién sería ella? Si bien era cierto que cada mujer despertaba mi interés por su mundo particular, aquella mujer-pantera despertaba algo más que simple curiosidad.

Con la toalla en mano fui secando mis cabellos húmedos mientras me dirigía a mi habitación, dónde me probé más de doce trajes distintos antes de decidirme por uno de color beige y blanco con una corbata a conjunto. Repeiné mis cabellos hacia atrás y calcé mis pies con un par de buenos zapatos marrones, revisando mi apariencia en varios espejos, perfumándome incluso antes de salir con la cabeza bien alta y sintiéndome un triunfador.

- Brígida, hágame el favor de llevar a la señorita Pantera algo de ropa femenina, ya sabe dónde encontrarla, en la habitación de invitadas. Fíjese en el color, quisiera que fuera a conjunto conmigo, ¿sabe? Bien, gracias... oh, espere, dígame... ¿cree que es una mujer tímida y dulce? ¿o más bien... tozuda y salvaje? ... ¿Por qué me fulmina? Está bien, vaya, vaya... Y dígale que le espero aquí. Ah, y a los cocineros, dígales que preparen algo comestible para la invitada, algo como... ¿qué? ¿que no tenemos cocineros? ¿y entonces para qué tenemos cocina, Almudena? Oh, claro... porque venía incluida en el castillo... jeje... Bien, bien... entonces... ¿Sería tan amable de preparar algo? Tus manos indican que fueron tocadas por la gracia de... Está bien, ya me detengo. ¡Y gracias, Paloma! Digo... ¡Griselda!... ¿Tampoco..? ¿Macarena? ¿Celestina? ¿Ofelia? Jeje... ¡No me odies mucho, Elizabeth Romina Susana de todas las Mercedes! ¡Yo te quiero!

Reí por lo bajo meneando la cabeza, dejando que la pobre mujer subiera la escalera refunfuñando algo que ni me molesté en escuchar, encaminándome mientras hacia el salón, ya dispuesto para mi cena, pues en la larga mesa se encontraba el cuerpo desnudo de una de mis muchachas de la reserva, desnuda y tumbada a la espera de ser catada. Por ello no la hice esperar y llevé una servilleta al cuello de mi camisa para no mancharme de sangre, sentándome en la mesa y tomando su muñeca con delicadeza para beber de sus venas con calma, degustándola, sintiendo cómo sus pálpitos se debilitaban y mi hambre era saciada, momento en que la dejé a un lado y tras agradecerle su donación con un poco de mi cariño carnal, dejé que volviera a su celda con el resto de sus compañeras.

Un par de siervos recogieron la mesa y la dispusieron para mi invitada gatuna, la cuál no tardaría en bajar a cenar. Mientras la esperaba me acerqué a una de las ventanas del salón y empecé a fumar con calma, con la vista fija en la lejanía y mis pensamientos brotando en mi mente con formas y colores, hasta que los bípedos pasos de alguien que bajaba la escalinata me apartaron aquellos pensamientos y mi cuerpo se ladeó para verla entrar en el salón, robándome el aliento en cuanto la divisé.

- Espléndida, madame. Nada más que objetar.- sonreí antes de hacerle la reverencia y la invitaba a sentarse en la mesa dónde los manjares ya se encontraban dispuestos entre románticas velas.