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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Ruslana Del Mar Sáb Nov 03, 2012 9:08 am

Mientras andaba enfurecida entre la arboleda del bosque anexo a los terrenos de su Mansión con violín en mano y vestida como un hombre, salvo por el chaleco y el abrigo, decidió que adentrarse en el bosque para tocar un poco su Stradivarius sería el calmante perfecto para su enojo.

El que se hubiese vestido con unos pantalones que se abrazaban a sus piernas, junto con el corsé y una camisilla cubiertos por una camisa larga y masculina blanca, y las botas de cuero hasta las rodillas, era causa de su tía.

Ella había invitado a la Mansión a uno de los numerosos pretendientes con los que la había querido emparejar. A diferencia de los anteriores, este era apuesto, un joven con un hermoso rostro y buenos modales. Pero lamentablemente, lo único que tenía en mente era adquirir una joven con dinero suficiente como para vivir a su costa el resto de sus días.

Sin poder aguantar más la presencia de su tía, ávida por crear algún avance entre ellos, y él, que no paraba de mirarle el escote, había fingido un dolor de cabeza intenso y se había retirado, dejándolos a ambos en la sala. Para evitar que su tía pudiese encontrarla y obligarla a presentarse más tarde ante su pretendiente, decidió dar un largo paseo. Vestida de hombre, y con un sombrero ocultado su larga melena, salió por la puerta del servicio. Nadie había sospechado que aquel joven larguirucho y delgado era la señorita de la casa.

Sonriendo feliz, al saberse lejos de los intentos matrimoniales de su tía, colocó el violín en su cuello, y comenzó a entonar una suave melodía. Las notas comenzaron a adormecer su furia, haciéndola entrar en un mundo perfecto y melodioso. Tal era su concentración que no había escuchado los pasos del hombre que la estaba observando.

Cuando una rama crujió cerca, ella abrió los ojos asustada, dejando de tocar. Su mirada se encontró con la figura de un hombre. Sintiendo cómo su corazón se aceleraba, golpeando furiosamente su pecho, decidió presentarse ante aquel desconocido. Cogiendo con una mano el violín y con la otra quitándose el sombrero, hizo una reverencia femenina y elegante ante el desconocido. Mientras el viento mecía su largo cabello creando suaves ondas que acariciaban sus caderas, le sonrió tímidamente:

- Bonjour monsieur, mi nombre es Ruslana Del Mar. Espero no haberlo molestado con mi música, pero no me había percatado de su presencia.
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Mensaje por Brett C. Svensson Lun Nov 05, 2012 11:23 am

Me levante con los primeros rayos de la mañana, era una día precioso de estos que solo se ven una vez al año o si tienes mucha suerte podría ocurrir dos veces en el mismo año pero no era común. Los pájaros canturreaban mientras desplegaban sus alas para batirlas con la suave brisa. Realmente estaba haciendo un buen día, ni frío ni calor algo normalito para poder caminar por la calle sin la necesidad de mucho abrigo, no como en los días anteriores había pasado.

Hoy era mi día libre y como de costumbre en estos días no tenía mucha idea de que hacer pero lo que sí tenía pensado era visitar un poco los alrededores de la ciudad, el bosque, que aunque no siempre, era uno de mis lugares favoritos de la ciudad, principalmente por la paz que este representa. Me había vestido algo normal, unos vaqueros simples, unos "zapatos" que mas que zapatos parecían botas y una simple camiseta negra, por si acaso había cogido una chaqueta, nunca nadie sabe que puede pasar.

Estaba apunto de salir cuando por el rabillo del ojo pude visualizar la funda de mi Violín por lo que decidí cogerlo para intentar interpretar alguna melodía en medio bosque.

El bosque quedaba al lado de mi casa por lo que no tenía mucha dificultad en llegar ahí, la zona a la que solía ir en días así era un simple lago que descubrí al despertarme despues de a verme despertado de una noche de descontrol, es decir un día de luna llena... Estaba llegando a la zona cotidiana a la que solía cuando una melodía sembró mi cabeza, no paraba de oír una serie de notas constantes llegando a formar una bonita canción y lo mas curioso era que estaba interpretada por un Violín. El ritmo me hipnotizaba y me hacía dirigirme hacía el, ¿Quien seria la persona la cual esta interpretando esa melodía?.

Me acerque con cuidado, tampoco quería que se asustase de ver a una persona en el bosque pero de golpe pise un rama cuyo crujido le alerto con facilidad. Resulto ser una mujer que por las pintas que tenía por la espalda a partir de su ropa no era lo que yo esperaba, su nombre era Ruslana Del Mar, bastante bonito y poco peculiar. Su forma de hablar daba a notar que no se trataba de una simple campesina o civil corriente sino que había tenido una educación e incluso estaba seguro que su familia poseía dinero. - Bonjour Madame, no se preocupe solo estaba escuchando su melodía, no tendría que disculparse por nada en realidad tengo que ser yo quien se disculpe por haberla interrumpido. - Hablaba en un tono cortes. - ¿Que melodía interpretaba?, si me la puede decir claro... -
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Mensaje por Ruslana Del Mar Lun Nov 05, 2012 3:25 pm

El rubor acudió a sus mejillas con un movimiento rápido. Se avergonzaba de que aquel hombre pudiera verla vestida de hombre. Con las ropas masculinas su figura era destacada sin telas o volantes que la ocultaran o difuminaran su figura en un mar de sutiles curvas.

Además, aquel hombre la había escuchado tocar el violín, cosa que sólo habían hecho cuatro personas; Su profesor, quien había dejado claro que ella sólo sería considerada hábil, y no una intérprete completa. Su tía, y sus dos amigos músicos: Mikele y Zafiro. Le era terriblemente abrumador saber que él había escuchado la lucha de sus notas por intentar parecer una canción. Pobre Vivaldi, si me escuchase me condenaría a muerte.

Dirigiéndole una tímida sonrisa- Es usted muy amable, monsieur. Por favor, disculpe mi aspecto, le prometo que no siempre soy... tan masculina - Notando cómo él le dirigía una media sonrisa, se armó de valor, luchando con su timidez para evitar ser descortés- La melodía es "Summer" de Vivaldi. Sé que es un poco difícil, pero con este hermoso paisaje y tiempo, sería imposible tratar de interpretar otra cosa.

Me acerqué dos pasos a él, para observarlo mejor. Era un hombre bastante alto, y también muy bien parecido. Hombros anchos, postura cómoda y relajada, una media sonrisa contagiosa y.... ¿un estuche de violín?. Parpadeando varias veces, hacia la funda del instrumento, pensé que tal vez él habría acudido al bosque por el mismo motivo que ella...

- Alejarte de todo y dejar que por una vez tus sentimientos fluyan en el aire, interpretado por las notas que manaban de la sutil vibración del violín...- Sin saber que lo había pronunciado en voz alta, se sonrojó mortificada, al comprobar que el la observaba ahora diferente. Como si .. entendiese lo que ella misma ni siquiera sabía que había estado buscando cuando decidió ir al bosque.

- Creo, monsieur, que se le ha olvidado presentarse. Me sería agradable poder llamarlo de alguna manera- sacudiendo su cabeza graciosamente, le sonrió aún avergonzada, pero divertida a la vez, al saber que no era la única que al contemplar al otro había olvidado todo, salvo al desconocido que enfrentaba.
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Mensaje por Brett C. Svensson Mar Nov 06, 2012 12:08 pm

En un primer momento se había mostrado totalmente segura pero poco a poco se iba notando que la vergüenza común en todas las personas enrojecía su rostro, mas concretamente a sus mejillas, según como se miraba y se tocaba suavemente la ropa me hizo percatarme de que sentía un poco de malestar al ver que un Hombre la veía así vestida pero realmente no era algo de lo que preocuparme, cualquier persona es libre de ir como le da la gana y la apariencia física no era problema para mi, pero no podía culparla en los tiempos que corren no era muy habitual ver a una mujer vistiendo de esa manera he incluso llegaba a ser mal visto en la sociedad... Malditos hipócritas.

Su voz era bastante preciosa y se seguía notando su dominio sobre si misma ya que aunque ella estuviera avergonzada, por este encuentro tan repentino, su voz no tambaleaba en ningún instante y eso era muy curioso, tan curioso que llegaba a fascinarme.

- No hace falta que se disculpe por su aspecto, no me importa. - Respondí a su disculpa para que se diera cuenta de que no era algo que me disgusta. - ¿Summer?, ¿Qué melodía es esa?, No sabía que Vivaldi había terminado las cuatro estaciones... ¿Podría enseñarme la partitura o mucho mejor seria que usted la interpretase?. - Dije soltando una "tierna" sonrisa intentando romper un poco las distancias entre nosotros ya que yo soy músico, ella es músico... ¿Qué mas podríamos pedir en un día como este?.

Sus preciosos ojos se dirigieron a mi Violín, ella se había percatado perfectamente de que lo que llevaba en la espalda era una violín, aunque se encontrase tapado por una funda, no muy bien conservada de los años que llevaba con ella. Lo único malo de esto era que tenía un problema... No era capaz de tocar delante de las personas a no ser que fuera mi Maestro, por esto principalmente estaba en el bosque para que no pudieran escucharme y esto había sido por un lado un mal infortunio y por otro una oportunidad para "abrirme" un poco mas a las personas. - Por cierto, una pregunta que a veces no es muy bien recibida pero me a llamado la atención. ¿Su violín es un autentico de Stradivarius? -
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Mensaje por Ruslana Del Mar Mar Nov 06, 2012 6:57 pm

Al escuchar sus palabras, suaves y sinceras, marcadas por su voz ronca, entendió que aquel hombre no la juzgaba. Por el contrario, le habia ofrecido tocar junto a él. Teniendo en cuenta su aspecto, y su simplicidad, hubiera entendido que se alejara. El hecho de que aún se mantuviese en el mismo lugar, y que no le hubiese preguntado nada acerca de su estatus social, la hacía sentir... intrigada. Como si él fuese un expécimen raro. Y raro no por su aspecto, que era innegablemente atractivo, o por la calidez de su voz, que provocaba seguridad y tranquilidad en ella. Lo raro en aquel joven, era la simple confianza en sí mismo que poseía, la tranquilidad y sinceridad con la que tomaba los distintos cursos de la vida. Teniendo en cuenta los hombres que había conocido, pertenecientes a su clase social, había hecho que se negase rotundamente al matrimonio o la amistad, con cualquiera de ellos. Alguien que mintiese o persiguiera motivos innobles con ella, eran personas a las que no le merecía la pena gastar su tiempo con ellas.

Sintiéndose feliz, le sonrió abiertamente, acercándose hasta quedar a unos pasos de distancia. Observó sus ojos verdes, que, iluminados por los rayos del sol, podían apreciarse unas pequeñas manchas verdes en ellos. Aquellos ojos mostraban calidez, y su tonalidad era tan hermosa que podría mirarlo en silencio durante bastante tiempo.

Aturdida por el rumbo que estaban tomando sus pensamientos, frunció el ceño ligeramente, mientras sacudía su cabeza para despejar su mente. Sólo respóndele, Ruslana , me regañé a mi misma

Sonriendo abiertamente, aún con un poco de timidez, un sentimiento siempre arraigado a mí, le respondí:

- En realidad, monsieur, hace unos cuantos años atrás que han sido finalizadas. Lo que ocurre es que a pesar del gran talento que ha poseído y demostrado Vivaldi, no ha tenido la suficiente repercusión que se merece. Además, yo cuento con cierta ayuda, en lo que se refiere a conseguir partituras claro, porque soy dueña de un Conservatorio.- Riendo suavemente, le miré a los ojos- Entre usted y yo, todos esos jóvenes y viejos maestros son bastantes condescendientes conmigo, al fin y al cabo, toleran mi pésima forma de tocar.

Bajando la vista hacia el Stradivarius sonreí con cariño y tristeza. - Sí, este pequeño es un original de Stradivarius. Su magnífica estructura ha ayudado a suavizar mis errores.- Mirándolo de nuevo a los ojos, sonreí como una niña que acabase de recibir un caramelo- ¿Sabe que algunos comentan que el secreto del maestro Stradivarius, reside en el barniz. ¡Quién podría imaginarlo!, ¿no cree?.- Sacudiendo mi cabeza graciosamente, me reí- Aunque yo creo que el secreto se encuentra más, en el amor que le profesa Stradivarius a sus instrumentos, que en el misterioso barniz.

Notando la mirada intensa que aquel hombre me dirigía, pensé que lo había abrumado con tanta información. Haciendo un pequeño puchero con mis labios le dije:

- Discúlpeme, cuando se trata de un tema interesante, como el maestro Stradivarius, podría abrumar a cualquiera que me escuchase. Gracias por ser cortés e ignorar mi comportamiento parlanchín. Si lo desea puede tocar una pieza con él, sé que cualquier músico querría tener uno en sus manos.- Tendiéndole mi Stradivarius entre mis pequeñas y frágiles manos, con cariño y cuidado, le sonreí con confianza. Aunque hubiese impedido que cualquiera lo tocase, debido al alto contenido sentimental que poseía para mí, sabía que aquel hombre lo trataría con mayor cuidado que mis torpes manos.
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Mensaje por Brett C. Svensson Lun Nov 12, 2012 11:12 am

La distancia que había entre los dos se acorto, esto era necesario porque aunque estuviéramos hablando con tranquilidad se notaba que aun había algo de inquietud entre los dos. Su sonrisa era preciosa y a la vez algo risueña y sin darme cuenta como de costumbre la sonreí, esto era algo habitual en mi, era como un acto reflejo, al ver una sonrisa mi cara automáticamente sonreía, era gracioso. Aunque algo cambio en su expresión, como si algo le hubiera resultado raro por lo que mire un momento para atrás no vaya a ser que tuviera algo detrás de mi, tenia que decirlo, me había asustado por un momento pero aun así al volver mi cara hacía ella me volví a encontrar con su gran sonrisa.

La conversación fluía con facilidad, se notaba que la música era algo que la cautivaba y si algo te gusta y encima se te da bien... Todo lo que estaba diciendo estaba lleno de sentimientos y sueños, pero llego un momento en el que acabe perdiéndome por el exceso de información aunque me pareció gracioso por lo que volví a sonreír soltando una pequeña carcajada. - Un momento, me acabo de perder - Decía mientras utilizaba mi mano derecha para rascarme la cabeza.

Mi cabeza comenzó a reorganizar todo lo que ella había dicho y crear así un mapa mental. ¿De verdad me iba a dejar tocar su violín?... Estaba extrañado, todo músico tiene mucho apreció a su instrumento y no es algo que se deje a cualquiera pero aun así no quería rechazar una oferta como esa, me arrepentiría si dejara pasar esta gran oportunidad. Afirme con la cabeza. - Bueno... Si usted Madame me deja su Violín no voy a ser quien lo rechaze. - Sin darme cuenta me puse un poco rojo, solo los pómulos, no me había dado cuenta de que tocar delante de las personas no era algo habitual en mi, cogí el instrumento con algo de miedo, por un lado era el respeto que este daba y por otro los nervios que tenía. - Disculpe, no es por nada malo pero... - Me quede entre cortado, me daba algo de vergüenza decirlo por lo que me di la vuelta, dándola la espalda y a su vez cerrando los ojos, tenía que intentar superar esta tontería pero aun diciendo esto sabía que no lo iba a conseguir tan facilmente.

El viento soplaba cálido, me agitaba levemente de lado a lado. Lo apoye en el hombro, moví un poco el cuello para ajustarlo. En mi cabeza apareció una batuta que marcaba el compás de los instrumentos de la orquesta, la melodía sonaba y la comencé a trasmitir al violín, era una melodía suave y algo fría la cual siempre tocaba en su honor, la cual siempre me recordaba a ella.



Esta interpretación expresaba mis sentimientos, no era muy conocida, es mas, nadie la conocía ya que estaba escrita por el anhelo de mi ser y eso para mi siempre a sido personal. La ausencia de un ser querido, el vació que este supone... Toda la sinfonía agitaba mi alma, debía decir que tocar el violín era lo único que podía dejarme acercarme a ella, mi antigua amada. Nota tras nota, "silbido" tras "silbido". ¿Por qué la vida nos castiga tanto?... Miles de preguntas entraban en mi corazón y miles de ellas salían sin respuesta... Pero aun así, ¿Qué es la vida?, simplemente ... Un baño de lagrimas perdidas.
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Mensaje por Ruslana Del Mar Jue Nov 15, 2012 12:03 pm

Observando cómo sus grandes manos cogían mi Stradivarius, casi reverentemente. Le sonreí para insuflarle valor. Aunque siendo sincera, el verlo de pie, erguido en su amplia altura, con una mirada tímida y preocupada hacia el instrumento de mi abuelo, provocó que mi corazón doliese. Era algo extraño. Casi como una punzada de miedo. Y sabía a qué se debía. Darle el instrumento, era casi entregarle una parte de mí misma, por lo que verlo observar al instrumento de aquella forma, no la ayudaba.

Sacudiendo su cabeza con suavidad, para alejar aquellos pensamientos, vio cómo aquel hombre se daba la vuelta. ¿Le habría ofendido de alguna forma?, o ¿quizás aquel hombre compartiese la misma timidez que ella?.

Con un movimiento ágil, el desconocido colocó su violín en el cuello. Notó, cómo los músculos de su espalda se marcaban en su camisa negra, mostrándole el perfecto estado físico en que se encontraba. Definitivamente, era algo digno de ver, las líneas tensas de su camisa se endurecía y aflojaban con los movimientos suaves que comenzaba a trazar sobre las cuerdas del Stradivarius, sintiendo cómo se perdía en la cadencia de la desconocida melodía, entró en un estado de sopor, donde los sentimientos de aquel hombre se derramaban sobre ella.

Poco a poco, dejó de seguir el hechizante camino que creaba la línea de su camisa. Ahora seguía el hilo veloz de sus sentimientos. El dolor, la pérdida y la culpa estaban profundamente marcados en su interior. Y el amor con que tocaba aquella profunda melodía, hizo que las lágrimas acudiesen a ella.

Había comenzado a comprender de qué hablaba su melodía. Aquellas notas eran lágrimas dirigidas a un ser querido que había amado y perdido. Sus lágrimas comenzaron a derramarse de sus ojos, trazando un camino cálido por sus mejillas, hasta caer sobre su atenazado pecho.

Era una bruja empática, sabía qué sentían los demás. Incluso a veces, podía modificar sus sentimientos, cosa, que jamás había hecho con plena conciencia. Le sería imposible causar un mal ajeno precisamente por su poder. Y ahora, estar en presencia de tales sentimientos, hacían que su corazón doliese por alguien que no conocía. Sus ojos, lloraban una pérdida que no era suya. Y sus labios gemían por un dolor desconocido para ella.

Con suavidad, se acercó hacia él. Dejando que entonase las últimas notas se situó a un paso de distancia. Su cercanía le mostró la diferencia de tamaño que había entre ambos. Casi una cabeza por encima de ella, el autor de sus lágrimas,bajaba sus brazos, poniendo así fin a la melodía.

El silencio los cubrió a ambos, siendo roto sólo por el sonido envolvente de la naturaleza. Levantando su mano, dejó que uno de sus dedos recorriese con suavidad su espalda. Trazaba el hilo que sólo ella podía ver, el hilo del sentimiento de pérdida que el cargaba consigo. Y como si mis labios actuasen por voluntad propia le susurré:

- Lo siento.-

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Mensaje por Brett C. Svensson Sáb Nov 17, 2012 3:29 pm

Había pasado apenas dos año desde la perdida de su amada, realmente había pasado mucho tiempo desde la ultima vez que tocaba esa melodía principalmente porque intentaba no recordar esa noche, ese momento... Ese descontrol. ¿Por qué tuve que ser mordido por aquella criatura?, muchos recuerdos vinieron a mi mente y lo peor de todo era que no podía dejar de pensar en esto. La canción había acabado y todo se quedo muy tranquilo, la naturaleza nos envolvía, mis ojos aun cerrados estaban manchados de un par de lágrimas que corrieron por mi rostro hasta desprenderse, gotas llenas de recuerdos, recuerdos que intentaban ser olvidados por mi lo mas rápido posible. Siempre intentaba pasar de ellos, "superarlo", pero tenía que decir que era algo difícil...

Un dedo recorrió mi espalda produciéndome un escalofrío el cual me despertó de ese estado de pensamientos en el que me encontraba, di un pequeño paso hacía delante, desde lo ocurrido tenía algo de miedo a entablar amistades con la gente por el simple hecho de poder perderlos o mejor dicho hacerles daño. Sonreía, en mi rostro se resalto un poco el color rojizo de mis mejillas. Me dí la vuelta para mirarla, mis ojos estaban algo "mojados" por las minuciosas lagrimas que se desprendieron de mi rostro. - Je, aquí tienes. - Dije para intentar ignorar su comentario, no era una persona muy expresiva y hablar sobre mis sentimientos no era habitual en mi.

Mi cabeza estaba dando vueltas, intentaba no volver a pensarlo pero aun así caía de nuevo, maldita sea, ¿Quizás debía contárselo?, es decir, confiar en una total desconocido... No estaba muy seguro, como ya dije no era una persona que contara sus sentimientos a los demás pero esto era algo que jamas nadie a sabido. Estaba confundido, en mis rostro mostraba mi típica sonrisa para que no se diera cuenta de que realmente estaba preocupado, confuso y algo desilusionado... "¡MIERDA!"

- Por cierto, mi nombre es Brett, Brett C. Svensson. Encantado de conocerla. - Mi falsa sonrisa seguía mostrándose. De golpe me fije en su rostro, no me había dado cuenta pero su rostro mostraba el camino de las lágrimas, ¿Se había emocionado con mi interpretación?, era la primera vez que alguien lo oía y al parecer se había emocionado por esto, mejor dicho, era la primera vez que me oían tocar el Violín.

El tiempo había cambiado, el cielo había despertado sin ninguna nube pero poco a poco este se estaba nublando, los pájaros y el viento no había cambiado en comparación con esta mañana, los pájaros seguían cantando acompañados de la cálida brisa. Su pelo se movía al son de la brisa, aun no me había fijado pero tenía un cabello precioso, el corte que este tenía, la forma y la suavidad que desprendía era increíble. - No se muy bien que decir, pero... Supongo que es su turno. - Dije con algo de jugueteo, según como se había mostrado en un principio supuse que ella era alguien como yo, es decir, si yo intento superar mi vergüenza ella también debía superarla.
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Mensaje por Ruslana Del Mar Lun Nov 19, 2012 7:31 am

En cuanto aquel hombre se dio la vuelta, quedé atrapada en la increíble estela verde que formaba su mirada. Las largas pestañas estaban húmedas, muestras de las lágrimas que había intentado retener. Lo que realmente me preocupaba era el porqué no prestaba a penas atención a sus palabras, sino que, como una estúpida, seguía mirándole mientras asentía a sus palabras. Palabras que ni siquiera había procesado. Bien podría haberle pedido que le regalase el Stradivarius, que ella seguiría asintiendo.

Obligándose a bajar la mirada al objeto que le tendía, se sonrojó. Maldita sea Ruslana, él ha estado llorando por una pérdida importante en su vida, y tú sólo te fijas en el contraste de verdes que hay en su mirada.

Frunciendo el ceño hacia el Stradivarius, se gritó a sí misma las órdenes que debía seguir. Es simple. Estira las manos, coge el Stradivarius, y no lo sueltes. Por supuesto, no había contado con que, al estirar sus manos, la punta de sus dedos rozasen su mano. Una descarga la recorrió, con un movimiento rápido, por todo el cuerpo. La familiaridad de la descarga le hizo saber que debía actuar rápido, antes de que su poder de visión actuase entre ambos. Con un movimiento rápido y brusco separó el Stradivarius de las manos del hombre, y después lo apretó junto a su desbocado corazón. ¡Por muy poco!, se dijo exaltada. Si no lo hubiese hecho, podría haber visto algo de su futuro, y dudaba que siguiera sonriéndole si ella le decía su.."porvenir".

Sacudiendo ligeramente su cabeza, escuchó cómo se presentaba. Intentando aparentar normalidad, subió su mirada hasta su rostro, a tiempo de ver cómo una sonrisa tensa se dibujaba en su rostro. Ella sabía que realmente él no quería sonreír, y tal vez, si sus manos no estuvieran malditas con el toque de la visión, se habría arriesgado a tocarle el rostro para limpiar el pequeño e ínfimo rastro de lágrimas que brillaban en sus mejillas.

Es curiosa la forma que adoptaba su rostro cuando sonreía. Incluso cuando la sonrisa no era franca, su boca se deslizaba, curvándose y creando una línea cóncava que resaltaba sus pómulos. Sin darme cuenta de lo que hacía, comencé a sonreírle abiertamente, casi en respuesta de la suya. Siempre me habían gustado las personas con sonrisas agradables, y la del señor Svensson, era una sonrisa más que agradable.

- No se muy bien que decir, pero... Supongo que es su turno.- me dijo con voz divertida. ¿Mi turno?, pensé, ¿Turno para qué?. Confundida, le lancé una mirada interrogante, pero cuando vi que miraba hacia el violín pensativamente, y después volvía a mirarme, no pude evitar hacer una mueca. Sencillamente no podía tocar. Mi falta de talento, unida a mi vergüenza, eran elementos que no auguraban nada bueno.

- ¿No hay otra cosa que desee Señor Svensson, que no sea ver como arruino otra melodía?- con una mueca de desesperación, lo miré a los ojos con una súplica en ellos. Puse la expresión que siempre realizaba cuando quería pedir más pastel a mi cocinero. La única que sabía que me podía librar de los nervios que ya comenzaban a atenazarme el estómago. Con total intención, dejé que mi voz reflejara mi súplica- Sea magnánimo conmigo, Señor Svensson y discúlpeme. No me haga rogarle por evadirme de esto.

Nerviosa, me mordí el labio, mientras lo miraba intensamente a los ojos. ¡Por favor, por favor, no me hagas esto!, pensé. Y haciendo lo mismo que haría una niña pequeña, hice un puchero con mis labios, mientras unía mis pequeñas manos en gesto de súplica.

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Un  encuentro entre violines (privado) Empty Re: Un encuentro entre violines (privado)

Mensaje por Brett C. Svensson Miér Nov 21, 2012 3:26 am

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

Sus ojos penetraban mi mirada, eran preciosos y era algo que no me había fijado hasta ahora, ¿Quizás el efecto que se producía en ellos era producto del las lagrimas derramadas? o simplemente estuvieron ahí desde el principio pero como de costumbre no me había dado cuenta de un detalle así. Pero de lo que si que me había percatado era el hecho de que Ruslana del Mar era una persona tímida, al igual que yo aunque ella se notaba un poco mas cohibida, es decir, el simple roce de nuestras manos había despertado un extraño cosquilleo en ella pero no era la única persona la cual se había exaltado. Básicamente gire mi cabeza hacía otro lado aprovechando que ella había realizado un acto similar. ¿Por qué estaba haciendo esto?. Finalmente pudo arrancar el violín de mis manos con un rápido movimiento... "Menos mal."

Era extraño, hacía mucho tiempo que no me sentía tan cómodo y a la vez tan nervioso delante de una Mujer. La acababa de conocer apenas una hora aproximadamente y me había puesto algo vergonzoso en algunos momentos, he incluso había tocado el violín delante de ella, ¿Qué me estaba pasando?, tenía que intentar reaccionar o algo por el estilo pero me era bastante difícil. Su largo cabello, el cual se movía con el viento, me había hipnotizado, era raro, esto solo me había pasado en una ocasión y fue claramente con “Ella”, mi antigua amada.

Estaba tan absorto en mis pensamientos que no me estaba dando cuenta de las cosas que ella decía, hasta que logre escuchar la ultima palabra de toda la frase y pude mas o menos a partir de los acontecimientos ocurridos deducir que ella no quería tocar el violín, ¿Quizás por vergüenza? o quizás por alguna otra extraña razón pero yo no era quien para obligarla a realizar nada.

Sonreí, su cara me parecía muy graciosa tanto que solté una leve carcajada, nunca antes había visto una persona con esa cara de cachorrillo pidiendo que su amo le de una vuelta por la calle. ¿Cómo podía obligarla a nada?, estuve unos segundos algo indeciso pero finalmente lo pregunte. – Mmm, ¿Querrías dar un paseo por aquí o ir simplemente a algún lugar que a ti te guste?. No quiero que estemos anclados en el mismo lugar todo el día. – Seguía sonriendo aunque por dentro no me estaba dando cuenta de las cosas que estaba diciendo, ¿Acaso estaba pidiendo una cita con ella?, mierda... Y si me respondía que no...

Su mirada, su rostro, todo en ella me hipnotizaba tanto era así que no me había dado ni cuenta de que mi pie derecho estaba apunto de tropezar si nos poníamos a andar. Tanto fue así que para adelantarme un poco fui a dar un paso cuando como ya dije tropecé, aunque no quería por acto reflejo mi mano derecha se apoyo en lo mas próximo a él y fue claramente la mano con la cual no había agarrado el violín aunque de poco me había servido ya que igualmente había acabado sentado en el suelo y Ruslana apunto de caerse también, principalmente por mi peso. – Ah mierda, disculpa me tropecé. ¿Estas bien? – Dije sin soltarla la mano, no me había fijado cuando de golpe me subieron un poco los colores, solté la mano y me quede algo cortado en el suelo.

Cuando me fije en ella, estaba algo extraña, su mirada estaba perdida y no sabía exactamente que pasaba.
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Un  encuentro entre violines (privado) Empty Re: Un encuentro entre violines (privado)

Mensaje por Ruslana Del Mar Jue Nov 22, 2012 6:56 am

Aliviada, al saberme libre de la tortura que me suponía tocar el violín delante de un desconocido, le sonreí abiertamente. Sabía que debía parecerle una niña pequeña, pero no podía evitar mirarlo como si fuera un héroe. Más bien como si fuera SU héroe.

Indiscutiblemente, había algo en él, ya fuera su cabello rubio, o sus ojos verdes y profundos, quizás su sonrisa abierta y sincera, que le provocaba un sentimiento extraño. Cuando lo miraba sentía cómo todo su mundo se centraba en él. Casi como si todo lo que la rodeaba desapareciera y sólo quedara un mar verde. Un mar, del que siendo sincera, no quería escapar.

El sonido de su voz la sacó de sus divagaciones. - Mmm, ¿Querrías dar un paseo por aquí o ir simplemente a algún lugar que a ti te guste?. No quiero que estemos anclados en el mismo lugar todo el día- .

Con una sonrisa aún mayor, asintió. Sería agradable dar un paseo, podrían ir a sus tierras y visitar el hermoso prado que había allí. Las diferentes flores silvestres que crecían junto que la extensa extensión de tierra llena de vegetales, era un espectáculo hermoso, casi único cuando los rayos del sol la iluminaban. Aunque... observando su fuerte complexión, y la masculinidad que emanaba, quizás llevarlo a la pradera no sea tan buena idea...

Pensando precisamente en un lugar donde poder sorprenderlo, no se dio cuenta de que sus sentimientos se habían llenado de confusión y miedo. De que aquel hombre, estaba sintiendo tal vez, la misma conexión inexplicable que ella tenía cada vez que lo miraba a los ojos. Y en unos segundos su mundo se tambaleó.

El Señor Svensson había tropezado, y en un movimiento reflejo, había capturado su mano libre para poder recuperar el equilibrio. Aunque, como era de suponer, su escasa fuerza y la rapidez de la acción, habían evitado que ella lo hubiese sujeto a tiempo de evitar la caída.

Mirando al hombre que con sorpresa y vergüenza la miraba sonrió, quería reírse, y probablemente lo hubiera hecho si la visión no la hubiese golpeado. Su poder había acudido, raudo y veloz, a ella. Como siempre le ocurría, perdió toda conexión con el mundo real para adentrarse en las brumas que ahora comenzaban a solidificarse.

Una extensión de bosque salvaje, a penas iluminado por los rayos de la luna, la rodearon. No había nada a su alrededor, salvo la quietud de la noche, los árboles y la luna llena. Era sorprendente ver cómo la fuerza del satélite parecía vertirse sobre el bosque.

De repente, un ruido sordo y un gemido llegó hacia ella, quién observó cómo el señor Svensson caía al suelo del bosque apretándose el estómago. Retorciéndose de dolor, se arrastraba por el suelo hasta un árbol. Allí, luchando contra el dolor que le provocaba numerosos temblores, comenzó a desnudarse.
En movimientos rápidos y mecánicos se deshizo de toda su ropa, quedando completamente desnudo y de espaldas a ella. Y entonces, cuando parecía que su cuerpo había finalizado la agonía, Brett volvió a sacudirse. Esta vez, no eran meros temblores sino que su cuerpo había caído golpeando la tierra con fuerza. Pequeños gritos comenzaron a surgir de sus labios, mientras se retorcía en el suelo. El cuerpo completamente en tensión, todos sus músculos completamente destacados en esa piel blanca.

Incapaz de continuar con la visión, intentó moverse, pero aún no tenía la capacidad de cortar las visiones. Éstas llegaban a ella y duraban lo que la visión desease cada vez. Era difícil controlar un poder que evitabas, a toda costa, utilizar. La visión continuaba con los espasmos y el dolor de Brett, sólo que ahora, podía observar perfectamente su rostro.

El sudor que se resbalaba desde su rostro hasta el pecho de Monsieur Svensson, quién intentando mitigar el dolor había formado un ovillo con su cuerpo. Aún así, esto parecía no surtir efecto porque su rostro era una máscara de agonía. Todo parecía ir in crescendo.

Su cuerpo se sacudió tenso, y su cuerpo se curvó en un movimiento agónico, creando un ángulo seguramente doloroso. Sus piernas y pecho comenzaron a crujir, sus huesos y músculos expandiéndose, mientras que Brett gritaba ahora, entre movimientos desesperados e incontrolados, como si estuviese sintiendo cómo todos sus huesos se rompían. Poco a poco, sus gritos dejaron de ser humanos, casi al mismo tiempo que su cuerpo se cubría de pelo. Una profunda mata de pelo rubio, su rostro se alargaba, y crecía. Su mandíbula se convirtió en una faz voraz, numerosos dientes afilados en ella, la cual, abierta, le permitía observarla con sumo detalle.

Su figura cambió, rápidamente, en la de una criatura espeluznante. Su aspecto, sus ojos, su boca, las garras afiladas de sus extremidades, y su enorme tamaño, la convertían en un verdadero ser mortífero. Y como si aquel ser pudiera sentir su miedo, comenzó a olfatear el aire mientras que su cabeza se inclinaba y lanzaba un aullido capaz de helar la sangre.


Ahora lo sabía. Ése era el secreto de Brett. Él era un licántropo, un ser maldito que abandonaba su humanidad las noches de luna llena.

Volviendo en sí, escuchó como aquel hombre le preguntaba si estaba bien. Mirando sus ojos verdes, supo que era un hombre excepcional. A pesar de saber lo que le esperaba cada luna llena, él pasaba por el sufrimiento, una y otra vez, sólo preocupándose por los demás. Aquellos a los que podía herir mientras su conciencia le fallaba.

Soltando un gemido estrangulado, dejó que su cuerpo cayera exhausto al suelo, quedando de rodillas, frente a él. Con un movimiento rápido lo abrazo con fuerza, sintiendo unas ansias infinitas de protegerlo de todo el dolor que iba a sufrir. Mordiendo sus labios mientras intentaba controlar las lágrimas que se vertían de sus ojos, se aferró a él, apretujándolo todo lo que podía contra sí misma. Ella sabía que sus actos no tenían explicación plausible, al menos para él, pero no podía controlarse ahora que sabía lo que le ocurría.

Odiaba su poder. No quería ver las visiones que tenía del futuro de los demás. Era demasiado doloroso. Si ella no fuese empática, quizás fuese sobrellevable, aunque eso implicase usar guantes todo el tiempo. Pero para ella, lo peor no fue ver el secreto de Brett, o todo el dolor que reflejaba su rostro durante la transformación, sino sentir lo que él sentía mientras duraba. El dolor que sufría por la transformación, la incertidumbre y el miedo que le ocasionaban su condición, el temor que embargaba su cuerpo mientras se desnudaba. Todo los sentimientos que después, finalizada su transformación, desaparecían, dejando dos intensos sentimientos, las ansias de caza, y el hambre voraz.

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Un  encuentro entre violines (privado) Empty Re: Un encuentro entre violines (privado)

Mensaje por Brett C. Svensson Dom Nov 25, 2012 4:46 pm

Su mirada estaba perdida, parecía que iba a desmayarse es mas me había preocupado bastante cuando de golpe ella volvió en si y comenzó a abrazarme, sus pulmones se llenaban de aire con fuerza y su corazón latía a gran velocidad por lo que claramente se notaba que estaba retrayendo sus lagrimas.

No sabía que estaba pasando por su mente en esos momentos pero lo único que podía hacer era tranquilizarla, ¿Cómo?, no estaba muy seguro, estaba preocupado por ella, por lo que la estaba atormentando. La agarre por el costado para intentar mirarla a la cara. Sus ojos estaban conteniendo lagrimas, lagrimas reales que expresaban sentimientos reales. ¿Qué la había pasado?, ¿Por qué de pronto se había puesto a llorar? . Estaba algo bloqueado pero de mis labios solo salió una frase. – Tranquila, ya a pasado todo. – Seguido de una sonrisa sincera y algo tierna.

Levante mi mano derecha para pasarla por su moflete limpiando el camino que se había formado por las lágrimas que habían caído de sus preciosos ojos que tanto me hipnotizaban, a su vez pase su pelo por detrás de su oreja derecha, un cabello suave que con tan solo un movimiento podía cautivar a varios hombres a la vez. ¿Qué me estaba pasando?, mi corazón latía a gran velocidad, estaba nervioso, tímido… No quería alejarme de ella… Por mi cabeza paso un rápido pensamiento “Bésala”, este tipo de cosas no era normal en mi. Era un momento mágico, ese gran abismo que divide los labios de dos personas, ese sentimiento, electricidad que fluye en las miradas, ese gran miedo que sientes mientras los labios están separados. La incertidumbre acerca del beso correspondido, si, no. Todo se magnifica en estas situaciones pero hay veces en las que una persona debe arriesgarlo todo para no perder un nuevo futuro.

Mis ojos no dejaban de mirarla, mi respiración estaba acelerada. “Tres, dos, uno” Pensaba en mi cabeza para intentar mover mi cuerpo, estaba decidido pero llevarlo a la práctica no era tan fácil, tenia miedo. Mi mano seguía en su cuello, relajada cuando poco a poco fui acercándome a ella quedándome apunto de besar sus labios, aun no estaba seguro, tenía miedo pero estaba vez todo era diferente. Mi respiración seguía muy alterada y nuestros labios estaban apunto de rozarse, cogí aire y finalmente bese sus labios.

El viento soplaba fuerte, los pájaros despegaron su vuelo, el sol iluminaba toda la ciudad con su gran fuerza y majestuosidad. Después de un leve beso separe mis labios de ella, mirándola a los ojos, de pronto la timidez invadió mi cuerpo, hacía mucho desde mi último beso y no me acordaba de lo maravilloso que son cuando la persona indicada es la que los recibe. – Perdón, no debía a verlo hecho. – Dije con la cara algo enrojecida.
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Mensaje por Ruslana Del Mar Miér Nov 28, 2012 10:12 am

Dolorida por mi visión, me aferraba a Monsieur Svensson como si con mi abrazo pudiese protegerlo. Como si mi cuerpo unido y pegado al suyo fuera apoyo suficiente para el dolor que tendría que pasar las noches de luna llena. Como si mis lágrimas pudiesen lavar toda la marca que el lobo envenenaba.

Sintiendo sus amplias manos en mi cintura, noté como él tiraba de mi para poder separarme, cuando realmente lo único que deseaba era seguir perdida entre sus brazos. Su mano subió lentamente por mis costillas, pasando por mis hombros como el más breve contacto de una pluma, hasta llegar a mi mejilla. Sus ojos, fijos en los míos parecían estar llenos de incertidumbre. Como si el verde profundo de su mirada quisiera preguntarme algo.

Con un escalofrío separé mis labios, dejando que mi aliento se escapara de ellos suavemente. Sus dedos recorrían el camino de mis lágrimas, con tanto cuidado que parecía que estaba acariciando algo preciado. Sus dedos y su voz, suave, ronca. La mirada intensa de sus ojos mientras se acercaba como guerrero que acude a la batalla, temeroso de perder, pero con la esperanza de ganar la batalla, y el tesoro que ésta aseguraba. Todo él la hipnotizaba.

Mientras sus piernas rozaban sus muslos, y su rostro se acercaba al suyo, sintió cómo su corazón comenzaba a trotar, comenzando una danza peligrosa y ancestral,tan antigua como lo eran la noche y el día. Tan desconocida para ella como el propio hombre que, con su aliento candente acariciaba sus labios. El mundo, el bosque, Brett, y ella desaparecieron cuando sus labios rozaron los suyos. Ya no existía nada, salvo un todo del que ambos eran partícipes. Sin saberlo, Brett acababa de robarle su primer beso, abriéndose paso como fugaz y poderoso rayo, hasta su corazón.

¡Qué lejos había quedado su encuentro!. Ajenos al canto de los pájaros que sobre sus cabezas volaban en bandada, al ruido lejano del mar golpeando las rocas, de la marea acariciando la arena de la playa, de los animales que correteaban inocentes, como ellos, por el bosque, ambos saboreaban aquel suave y místico beso. La primera caricia masculina, la sorprendente calidez femenina, el recuerdo de lo que era,y el descubrimiento de lo que es.

Cuando Brett separó sus labios de los suyos, y avergonzado se disculpó de ella, apenas había regresado de su vuelo. Porque todo su cuerpo se sentía liviano, como si fuera capaz de escaparse entre la suave brisa que le mecía el pelo. Inconsciente, llevó su mano a la mejilla de él. Acariciando con determinada lentitud, su mejilla, poblada de una barba con brillos anaranjados y rubios.

Deslizó sus dedos, desde sus sonrosadas mejillas, hasta el suave satén de sus labios. Jamás había pensado que una boca masculina pudiera ser capaz de que perdiera toda concepción de sí misma, hasta el punto de no saber quién era ella. Lo único que le importaba era, ¿quién eres tú?.

Con una sonrisa llena de felicidad lo comprendió. Acercando su rostro al suyo, abandonó su timidez natural y le dio un beso en la frente:

- No...- bajando hasta su mejilla derecha volvió a besarle allí:
- Tengo...- moviendo su boca hasta su otra mejilla izquierda, volvió a besarlo:
- Nada...- girando de nuevo a la derecha, depositó un cuarto beso en el extremo de su nariz:
- Que....- Y deteniéndose sobre sus labios, sonrió mientras lo miraba intensamente a los ojos. Necesitaba tomar valor en ellos para hacer lo que iba a hacer. Y repitiendo la misma lucha que él había librado, acarició sus labios con los suyos. Suavemente, como si sus labios quisieran tocarlos para asegurarse de su existencia. Sintiendo el mismo toque mágico de antes, se retiró antes de que desease llenar más de ese anhelo que no sabía cómo llenar.

- Disculpar...- Terminó susurrándole, mientras avergonzada e incapaz de mirarle, ocultaba su rostro en su pecho.

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Mensaje por Ruslana Del Mar Miér Nov 28, 2012 10:36 am

Un día me miraste y yo me encontré, al siguiente día te miré y tú me encontraste y a partir de ese momento nos encontramos los dos y sellamos nuestro secreto con un beso que hizo que nos encontrásemos para siempre.
Dolorida por mi visión, me aferraba a Monsieur Svensson como si con mi abrazo pudiese protegerlo. Como si mi cuerpo unido y pegado al suyo fuera apoyo suficiente para el dolor que tendría que pasar las noches de luna llena. Como si mis lágrimas pudiesen lavar toda la marca que el lobo envenenaba.

Sintiendo sus amplias manos en mi cintura, noté como él tiraba de mi para poder separarme, cuando realmente lo único que deseaba era seguir perdida entre sus brazos. Su mano subió lentamente por mis costillas, pasando por mis hombros como el más breve contacto de una pluma, hasta llegar a mi mejilla. Sus ojos, fijos en los míos parecían estar llenos de incertidumbre. Como si el verde profundo de su mirada quisiera preguntarme algo.

Con un escalofrío separé mis labios, dejando que mi aliento se escapara de ellos suavemente. Sus dedos recorrían el camino de mis lágrimas, con tanto cuidado que parecía que estaba acariciando algo preciado. Sus dedos y su voz, suave, ronca. La mirada intensa de sus ojos mientras se acercaba como guerrero que acude a la batalla, temeroso de perder, pero con la esperanza de ganar la batalla, y el tesoro que ésta aseguraba. Todo él la hipnotizaba.

Mientras sus piernas rozaban sus muslos, y su rostro se acercaba al suyo, sintió cómo su corazón comenzaba a trotar, comenzando una danza peligrosa y ancestral,tan antigua como lo eran la noche y el día. Tan desconocida para ella como el propio hombre que, con su aliento candente acariciaba sus labios. El mundo, el bosque, Brett, y ella desaparecieron cuando sus labios rozaron los suyos. Ya no existía nada, salvo un todo del que ambos eran partícipes. Sin saberlo, Brett acababa de robarle su primer beso, abriéndose paso como fugaz y poderoso rayo, hasta su corazón.

¡Qué lejos había quedado su encuentro!. Ajenos al canto de los pájaros que sobre sus cabezas volaban en bandada, al ruido lejano del mar golpeando las rocas, de la marea acariciando la arena de la playa, de los animales que correteaban inocentes, como ellos, por el bosque, ambos saboreaban aquel suave y místico beso. La primera caricia masculina, la sorprendente calidez femenina, el recuerdo de lo que era,y el descubrimiento de lo que es.

Cuando Brett separó sus labios de los suyos, y avergonzado se disculpó de ella, apenas había regresado de su vuelo. Porque todo su cuerpo se sentía liviano, como si fuera capaz de escaparse entre la suave brisa que le mecía el pelo. Inconsciente, llevó su mano a la mejilla de él. Acariciando con determinada lentitud, su mejilla, poblada de una barba con brillos anaranjados y rubios.

Deslizó sus dedos, desde sus sonrosadas mejillas, hasta el suave satén de sus labios. Jamás había pensado que una boca masculina pudiera ser capaz de que perdiera toda concepción de sí misma, hasta el punto de no saber quién era ella. Lo único que le importaba era, ¿quién eres tú?.

Con una sonrisa llena de felicidad lo comprendió. Acercando su rostro al suyo, abandonó su timidez natural y le dio un beso en la frente:

- No...- bajando hasta su mejilla derecha volvió a besarle allí:
- Tengo...- moviendo su boca hasta su otra mejilla izquierda, volvió a besarlo:
- Nada...- girando de nuevo a la derecha, depositó un cuarto beso en el extremo de su nariz:
- Que....- Y deteniéndose sobre sus labios, sonrió mientras lo miraba intensamente a los ojos. Necesitaba tomar valor en ellos para hacer lo que iba a hacer. Y repitiendo la misma lucha que él había librado, acarició sus labios con los suyos. Suavemente, como si sus labios quisieran tocarlos para asegurarse de su existencia. Sintiendo el mismo toque mágico de antes, se retiró antes de que desease llenar más de ese anhelo que aún no había llegado a comprender.

- Disculpar...- Terminó susurrándole, mientras avergonzada e incapaz de mirarle, ocultaba su rostro en su pecho.

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Mensaje por Brett C. Svensson Jue Nov 29, 2012 6:01 am

And if you go
I wanna go with you
And if you die
I wanna die with you
Take your hand and walk away.


Sus dedos recorrieron mis labios, esto era algo que me encantaba, era una sensación preciosa, su mirada la cual anhela el roce con mis labios, sus dedos juguetones. Mi corazón estaba latiendo a ritmo de jazz, poco a poco se acercaba mas a mi y realmente deseaba esto, era la primera vez en la vida que me pasaba algo así y tan repentino, un encuentro fortuito que da pie a un nuevo futuro, dos amantes de la música clásica.

Ella seguía jugando con mis labios, solo podía ver que movía los labios, mi mente estaba en otro mundo en otro lugar parecido a este, bueno lo único parecido es que estaba con ella cuando sentí el roce de sus labios en mi frente, no estaba muy seguro de lo que estaba pasando pero algo tan simple como un beso en la frente era se sentía increíble. De pronto pude deducir las palabras que me estaba diciendo aunque yo estuviera algo perplejo, inmóvil, estaba siguiendo un recorrido, sus besos se acercaban mas a mis labios hasta que por fin los beso, volví a sentir esos labios suaves, de terciopelo, esos labios que deseaban los míos...

La distancia volvió a aparecer entre nosotros, se había quedado un poco tímida por el juego que acababa de hacer, no me había fijado lo preciosa que era ella cuando su mofletes tornaban a colorearse de un rojo intenso, me hacía mucha gracia verla así porque era como mirarse a un espejo. Levante mi mano derecha para levantar su mirada, quería que me mirar a los ojos una vez mas, estaba sonriendo. Me fui acercando a ella para besarla, besarla intensamente, quería que notase mis sentimientos escondidos, pero esta vez no quería solo besarlos, fui echando mi cuerpo lentamente hacia delante, quería tumbarla en el suelo conmigo encima, mi lengua jugueteaba con algo de incertidumbre, con cuidado, no quería adelantar acontecimientos pero para mi eso era difícil. Sin querer deje de besar sus labios para soltar un leve gruñido, el típico gruñido que un lobo haría. Me aparte algo rápido de ella, era la primera vez que me pasaba algo así y no sabía el por que me acaba de pasar esto. "¿Qué cojones, por qué hice eso?", me repetía una y otra vez en la cabeza, no era algo habitual en mi pero lo pero de todo es que había sido involuntario.

Me levante del suelo y extendí mi mano para que ella la cogiera y se levantara. Aproveche esto para poder abrazarla cuando esta estuviera de pie. Con mi mano derecha volví a apartar su pelo colocando este detrás de su oreja. Me arrodille un momento, quería dramatizar un poco la escena y con cara juguetona. - Ruslana, hace mucho que no siento nada tan fuerte por una persona y lo que mas me extraña es que no hace apenas unas horas desde que nos conocimos pero siento la ardua necesidad de pedirte que salgas conmigo. El amor a llamado a mi puerta y lo que mas me gustaría es que tu abras esa puerta. - La miraba con una cara algo preocupada y juguetona.
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Mensaje por Ruslana Del Mar Jue Nov 29, 2012 5:56 pm

Mi corazón quería salir del pecho, golpeaba furioso en repetidas sucesiones para abandonar mi cuerpo y reunirse con el hombre que había logrado capturarlo. El mismo hombre que devoraba mis labios, enseñándome que el primer beso no siempre era el mejor. La intensidad con la que sus labios empujaban los míos, la suavidad de su lengua buscando la mía, que asustadiza no sabía cómo reaccionar ante tal atención. Manos fuertes pero suaves a la vez que cernían mi rostro, evitando cualquier vía de escape que pudiera alejarme de sus labios. Todo mi ser temblaba. La aguda necesidad de sentirlo aún más cerca de mi hizo que mis manos se cerraran en puños sobre su camisa, empujándole más cerca.

Incapaz de resistirme al duro muro de su pecho, dejé que mis manos bagaran hasta sus hombros, dejando que él siguiera saqueando mi boca. Sólo ahora entendía los diarios de mis antepasadas, aquellas que habían rendido su corazón a un pirata sin importar la dureza de sus acciones durante la pasión momentánea. Ignorante de mí, quien decía no entender lo que un hombre podría proporcionar a una mujer para someterse al calvario de la espera, las incesantes y tortuosas horas muertas a la espera de un hombre que se alzaba a la mar. Si pudiese tener la furia del mar, la misma poderosa atracción que la luna ejercía en las mareas, ¿por qué no rendirme a lo evidente?. Había perdido ante Brett, no importaba cuánto tuviera que pagar, pues el precio valdría la pena.

Cuando su boca se separó de la mia para emitir un gruñido grave, mi cuerpo se estremeció de placer. La misma posesividad que había sentido había penetrado en Brett hasta llegar al lobo que dormía dentro. Al parecer, hombre y bestia compartían un mismo deseo, y su mirada oscura le hacía pensar que la respuesta era más que evidente.

El vació que dejó Brett al separarse rápidamente de ella, confirmó su predicción. Él la deseaba, de la misma forma que la bestia ancestral que habitaba en su interior la requería. El gruñido sólo había sido la respuesta a su llamada, la respuesta agresiva ante los besos de Brett había sido el canto de sirena para el lobo dormido. Si alguien tenía la culpa era ella. Pero ahora, mientras sus manos picaban ante la necesidad de tocarle, cuando sus labios gemían abandonados y sus ojos suplicaban por su atención, poco le importaba lo que el lobo exigiese.

Con una sonrisa, aceptó la mano de Brett, y gimió sorprendida, cuando sus brazos la cerraron nuevamente sobre su pecho. ¿Se habría dado cuenta de la fuerza y seguridad que manaban de sus brazos?. No, seguramente Brett ignoraba la belleza masculina que emanaba. Apretó su frente en su pecho sintiendo que había encontrado a su igual.

Manteniendo su sonrisa observó como Brett se arrodilló frente a ella. Cuando sus ojos verdes observaron los suyos, su sonrisa se perdió. ¡Dios mío!, ¿El no iría a....? ¿O sí?. Ellos no habían hecho nada comprometedor, que le obligase a pedir matrimonio. ¿O sí?. Ella sabía que habían parejas que se besaban y eso no siempre llevaba al matrimonio. Nerviosa, se alisó la tela de sus pantalones mientras lo escuchaba. ¡Dios mío ella ni siquiera sabía besar, no podía ser una buena esposa!.

El pánico comenzó a embargarla cuando Brett comenzó a decirle que hacía tiempo que no sentía nada tan fuerte por otra persona. ¡Relájate y termina de escuchar!, se ordenó a sí misma. Con paciencia, ignoró los calambres que le recorrían el estómago, y cuando Brett le pidió ser su novia, se relajó considerablemente.

Riendo ante su propia estupidez, sacudió su rostro, provocando que su largo cabello se balanceara de un lado al otro. Arrojándose a Brett como la niña que era, siguió riendo mientras intentaba decirle que sí. Dejando numerosos y rápidos besos en su rostro se separó de él.

- No sabes dónde te has metido- le dijo con una enorme sonrisa de felicidad, mientras tomaba su mano y lo intentaba levantar. - Me gustaría enseñarte algo, es parte de mi historia así que será mejor que lo veas por ti mismo-.

Riendo ante la expresión dubitativa de su rostro, recogió su violín y lo guardó en el estuche hecho a medida que tenía. Un Del Mar siempre poseía tres cualidades innatas: Un terrible carácter contra aquellos que intentasen dañar o arrebatarles lo que era suyo, Fidelidad para sus ideales y seres queridos y amor por el mar. Descendiendo de piratas, ella había aprendido todo lo que tenía que ver con el mar. Tenía numerosos negocios referentes a la marina, dos barcos para su uso privado y cómo no, una playa y puertos privados. Su hogar no sería lo mismo sin el mar. La distancia que debía recorrer para llegar al centro de Francia valía la pena cuando alguien tenía la posibilidad de ver la puesta del sol en la playa.

Con una mirada burlona, decidió gastarle una broma a Brett:

- Es un sitio peligroso, muy pocos han podido lograr salir de él, pero ¿alguien fuerte y valiente como tú, que has sido capaz de pedirme noviazgo, no tendrá nada que temer, verdad?- Manteniendo una expresión vacía, miró desafiante a Brett. Sabía que le iba a chocar su expresión fría y severa, la que tantas veces había ensayado para sus negocios, pero temía que si la abandonaba comenzaría a reírse ante su propia broma. ¿Y eso no causaría el mismo efecto, no es cierto?.
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Mensaje por Brett C. Svensson Vie Nov 30, 2012 9:57 am

Desde el primer momento en el que me arrodille lo vi claro, sus ojos y su expresión cambiaban al son de mis palabras, era lógico como iba a pretender casarme con una persona que acababa de conocer y apenas habíamos sellado nuestra especie de amor con dos simples besos, poco a poco su expresión cambio, se había dado cuenta por donde iban los tiros y parecía que esto la alegraba bastante, tanto es así que incluso se me lanzo a mi con felicidad, dándome una serie de besitos en la mejilla, era muy gracioso parecía una niña pequeña el día de navidad cuando al desenvolver lo regalos descubre el juguete que ella había escrito en una carta con correspondencia al Polo Norte.

Sus siguientes palabras me extrañaron un poco, obviamente sabía donde me había metido o mejor dicho creía saberlo. Agarre su mano, no me había fijado mucho en sus manos, no eran muy grandes es mas las mías podrían esconderlas, sus manos eran bonitas, cuidadas y se notaba el duro trabajo que estas realizaban, eran bastante preciosas por lo que al levantarme decidí darla un beso en la mano para después agarrarla con un poco de fuerza, para que notara que estaba a su lado.

Cogí el estuche de mi violín y nos pusimos en marcha, no sabía muy bien donde me llevaba pero a su lado seguro que se convertiría en un lugar maravilloso donde podamos simplemente disfrutar de la brisa o mirarnos hasta que el crepúsculo nos bañe con su estupendo color. Mientras que caminábamos nos mirábamos constantemente era increíble haberla conocido. Me perdí de nuevo en sus ojos, su estupenda mirada. Sus palabras llegaron a mi con algo de dificultad tuve que procesarlas un poco para poder analizar la frase que me había dicho. “¿Cómo?, ¿Por qué estamos hiendo a un lugar peligroso, será a esto a lo que se refería?”. No podía mostrarme para nada indefenso, pero analizando un poco la situación, si se supone que al lugar donde vamos es parte de su historia claramente no puede ser un sitio peligroso… Aun que había llegado a deducir esto la situación claramente me ponía un poco nervioso, quien sabe si esto que había dicho era cierto… Bueno no importa.

- Claramente conmigo no tienes nada que temer, yo te puedo defender de todo lo que te asuste, atemorice o intente acerté daño. – Dije con total confianza, realmente pensaba eso pero en el fondo de mi corazón estaba algo inquieto por las claras circunstancias. Me pare un momento para ponerme delante de ella. La cogí de las dos manos y la mire durante un instante a los ojos. – Conmigo no tienes nada que temer. – Bese su frente como símbolo de protección.

Lo único malo de lo que acabab de decir era claramente que conmigo a su lado debería tener un poco de cuidado sobre todo las noches de luna llena. “Estaba vez ni si quiera se asemejara a lo ocurrido” Me dije para convencerme a mi mismo, como una motivación interior.
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Mensaje por Ruslana Del Mar Vie Nov 30, 2012 4:26 pm

Reía en mi interior mientras guiaba a Brett por mis tierras, hacía un par de metros que habíamos entrado en ellas. La maleza del bosque se fue atenuando poco a poco hasta llegar a una gran extensión de terrenos. A lo lejos se podía observar la mansión. Erguida orgullosa sobre un acantilado, pocos sabían el camino que descendía hasta la playa privada. Cuando construían la Mansión, mi tía se encargó de ocultar la entrada a la cala, sólo ella y yo conocíamos la entrada. De ahí que quisiera compartirlo con Brett. Aquel lugar era mi refugio, siempre acudía allí cuando quería estar sola.

Notando como Brett se interponía en mi camino fruncí el ceño mientras lo interrogaba con la mirada, la expresión seria de mi rostro y el nerviosismo y preocupación de sus sentimientos, unidos a....¿amor?. Mi corazón comenzó a golpear fuertemente mientras escuchaba la promesa que me ofrecía. ¿Es que acaso no se daba cuenta de lo que sus palabras y mi descubrimiento me provocaban?. ¿Acaso no entendía que su mera cercanía me hacía temblar?. Si él seguía siendo tan bueno y cariñoso temía que podría darle hasta mi propia sangre con tal de mantenerlo a mi lado. Realmente sentía miedo, jamás se había sentido así, tan.... ignorante, pero a la vez segura de que lo quería a él, todo lo que pudiera obtener de Brett sería suficiente.

Le sonrió tenuemente, adorándolo con los ojos. Pero por alguna razón su mirada se oscureció, perdiéndose en los fantasmas de algún recuerdo. Algo le había recordado algo peligroso para él. Peligroso porque lo alejaba de ella, haciendo que creciera un muro inbisible pero tangible por el dolor y el miedo de sus sentimientos. Sólo en estos momentos agradecía tener este don. Si es que lo puedo llamar así, pensó irónicamente.

Acariciándole el pecho con suavidad, se puso de puntillas para darle un suave beso en los labios. - Vuelve a mi Brett- le susurró sobre sus labios- No me abandones ahora-.

Volvienndo a descender sobre sus pies le sonrió, diciéndole con sus ojos todo lo que no podia decir aún con sus labios. Te quiero, Brett, pensó asustada, no sé cómo o porqué, pero lo hago.

Sintiendo cómo volvía a sonrojarse, ocultó su rostro de él. Lo apartó con suavidad para seguir caminando. Continuando su paseo le fue explicando todo lo que tenía que ver con sus terrenos. Desde la lejana entrada al este con la enorme verja de hierro que estaba custodiada por dos leones de piedra tallada, con las fauces abiertas y las garras en el aire. Pasando por la historia de sus antepasados piratas, aquellos que habían pintado un león con las garras sobre una calavera, y el hecho de que desde entonces todo lo relacionado con los Del Mar tuviese por emblema un león. Hasta la soledad que había sufrido al ser una bastarda que sólo contaba con el cuidado de su tía.

Brett la había escuchado atentamente, absorbiendo todo lo que le contaba como si fuera el cuento más hermoso que había escuchado. Rió con las aventuras de sus antepasados piratas, se sorprendió al saber que había nacido fuera del matrimonio, y me miró con dolor cuando le hablé de mi soledad. Mi tía no era mala persona, sólo......... no sabía cómo demostrar su amor por los demás. Yo sabía que me quería, pero era tan dura, exigente y aristocrática que jamás se rebajaría a mimar a un niño. Y no la culpaba, la sociedad dictaba que eso era natural, las madres o tutoras sólo miraban el bien futuro y las niñeras profesaban las caricias y los mimos.

- Aunque si algún día tengo hijos, jamás dejaré que una niñera le dé más cariño que yo. - Rió divertida, mientras lo miraba a los ojos- Espero que no sea tan tranquilo como yo de pequeña. Quiero un torbellino que corretee por los pasillos de la mansión y de grititos de felicidad cuando me vea.

Sintiendo que estábamos a punto de llegar comencé a reír mientras le intentaba tapar los ojos con las manos.

- ¡No mires, tiene que ser una sorpresa!- Sintiendo cómo la risa de él me acariciaba los brazos, supe que no estaba haciendo un buen trabajo. Suspirando, miré lo que tenía a mano para tapar sus ojos, y con una sonrisa traviesa le dije:

- ¡Ah, Ah!, ¡¡Estás mirando!!- Riendo divertida le empujo suavemente en el pecho. Pensando una forma de distraerlo, seguí caminando de espaldas intentando que no viese la entrada a la playa, casi estábamos pisando la arena cuando supe con qué distraerlo.

Sonriendo como el gato que observa un plato de nata, mordí mis labios intentando parecer sensual, al mismo tiempo que liberaba los ojos de Brett, y dándole la vuelta comencé a empujarle con la mano en su pecho.

- Ahora vas a tener que ser muy valiente Brett- Con mi empuje y la mirada intensa que le estaba dando, sentí como Brett seguía caminando al revés, casi hipnotizado, sin poner ninguna objeción. Cada paso que dábamos sentía como poco a poco él iba tomando el control de la situación. Sin abandonar sus ojos de los míos siguió caminando hacia atrás, hasta que mi mano tiró de él para detener sus pasos.

- Ya hemos llegado- le dijo sumamente divertida mientras veía cómo Brett miraba sorprendido la playa- Eres uno de los pocos que tienen conocimiento de este lugar. Es mi regalo, Brett. Un lugar mágico por un momento mágico.

Sonriendo tímidamente se sentó en la arena y se acostó, colocando sus brazos sobre el rostro para evitar que el sol le golpease los ojos. Sintiendo la mirada de Brett sobre sí le preguntó preocupada:

- ¿Estoy tan horrible que no puedes dejar de mirarme?-

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Mensaje por Brett C. Svensson Sáb Dic 01, 2012 4:37 am

Tardé una hora en conocerte y solo un día en enamorarme. Pero me llevará toda una vida lograr olvidarte.


Su mirada me penetraba en los ojos, pero realmente no estaba atento a esta, estaba en mi cabeza, pensativo, no estaba seguro que nada en concreto pero a la vez sabía que sería todo totalmente distinto. Me desperté de nuevo volviendo en si justo cuando sus labios rozaron los míos y sus palabras llegaban mi corazón. “Sí, estoy aquí” Pensaba a la vez que agitaba mi cabeza intentado borrar todos esos amargos recuerdos, pero aunque no podía sentía que a su lado poco a poco podía dejarlos abandonados debajo de alguna vieja moqueta. Sonreí de nuevo mientras la miraba, tiene una maravillosa sonrisa llena de luz que como de costumbre me hacía sonreír a mi también.

Como debía ser continuábamos nuestro camino, aun no tenía conciencia de donde me iba a llevar pero igualmente me encantaba andar por lugares desconocidos para mi, era como una nueva aventura, un nuevo descubrimiento, siempre me había gustado este tipo de cosas y mas si le sumamos las historias que Ruslana tenía preparas para mi. Como es de costumbre cada familia tiene un sello, algo que los identifique como esa familia, para Ruslana ese sello era el León, un animal ancestral, dominante, el cual no posee miedo alguno, el cual es capaz de morir por salvar a las personas que el mas quiere y esto es realmente algo respetable y digno de admirar. Pero algo que si que me sorprendió de toda esta historia era acerca de los piratas, hacia mucho que no oía nada sobre ellos y eso que son un tema que desde niño me había gustado principalmente por las innumerables historias que estos poseen.

Mi corazón latió a un ritmo acelerado, algo que jamás me podría imaginar era que Ruslana fuera una bastarda, anteriormente había tenido algunos amigos de la infancia que eran llamados bastardos, siempre andaban solos, es mas yo era el único amigo de uno de ellos. Nunca pude lograr a entender porque una simple palabra puede definir a las personas, me daba rabia toda esta intolerancia que poseían los países, siempre llevando a chavales pequeños a una vida de soledad, miedo o incluso dolor constante por las palizas que mi amigo en cuestión recibía por los demás chicos de la clase. Burda incultura. No paraba de escucharla atentamente, quería apretarla entre mis brazos para que notara mi presencia pero no quería detener nuestro paso de nuevo por lo que simplemente agarre con una leve fuerza su mano.

Su frase sobre los hijos reboto en mi pecho, tanto que tuve que toser, no me esperaba algo así tan de repente, era tan inesperado pero a su vez algo comprensible, sobre esos temas me daba algo de reparo hablar, siempre estaba dudando, había hecho algunas investigaciones y quizás si yo como padre era una Hombre-Lobo mi hijo que se encuentra en el vientre de su madre podría ser un “Hombre-Lobo”, era siempre una duda que había tenido desde la marca, no tenía conocimiento sobre esto ni tampoco había conocido a mas hombres-lobos todavía pero no podía confiar en nada, ni tampoco quería probar suerte. – Niños, realmente son ellos los que alegran el lugar familiar. – Dije soltando una risita final, si que pensaba en lo que estaba diciendo, a mi me gustan los niños pero el miedo siempre estaba ahí, no quería que nadie mas compartiera mi maldición y menos un pequeñin recién nacido…

Me tapo de golpe los ojos, al ser mas alto que ella sus manos me tapaban levemente los ojos y era muy gracioso esta situación, estaba viendo mas o menos todo lo que ella intentaba ocultarme pero al darse cuenta decidió darme la vuelta, que caminara de espalda al lugar donde íbamos. El olor que tenía era nuevo para mi, nunca había estado en un sitio así, era tan cálido y frio a la vez que me hacía darle vueltas a la cabeza. Su mirada penetro en la mía, era gracioso, intentaba captar mi atención para que no me diera cuenta del lugar a donde íbamos, por lo que simplemente me quede observándola. Mis zapatos se iban hundiendo a cada paso que dabamos, “¿Dónde estábamos?”, nunca había sentido un lugar así por lo que al poder darme la vuelta fue como una explosión, mis ojos miraban al infinito, un infinito azul, las olas rompían en la playa, el olor, la textura que la arena tenía, todo era increíble y mas si mirabas al cielo, mostrándonos ese sol radiante que iluminaba todo el mar convirtiéndolo en un color espectacular. – Increíble – Era lo único que me pude decir.

Sentí su movimiento por lo que decidí mirarla, sonreía, nunca había ido a un lugar así y encima tenía un tesoro a mi derecha. Me senté en la arena, con mis manos contorneaba esta misma. Finalmente me tumbe, el sol deslumbro mis ojos, demasiada luz de golpe no era bueno. Mire a mi derecha estando tumbado. – Te quiero. – Solté por mis labios. – Es increíble este lugar, y que yo sea de los únicos que lo conoce me da a entender que realmente me quieres a mi también. Ahora mismo lo que mas quiero es abrazarte, sentirte junto a mi, pero… Pensándolo mejor… - Me levante con una sonrisa malévola y graciosa, la cogí en brazos. – Es hora de ir al agua, algo así no podemos perdérnoslo. – Salí corriendo para tirarnos a los dos al agua, obviamente los violines estaban en la arena.

El agua estaba fresquita, y se movía en todas las direcciones, era mi primera experiencia en este tipo de lugar, la mire a los ojos mientras el agua nos mecía lentamente, parecía que se había calmado la marea y aproveche este momento para poder volver a besar sus labios, delicadamente, disfrutando de la situación que nos rodeaba que convertían ese simple beso en algo muy especial. – Te quiero siempre junto a mi Ruslana. -
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Mensaje por Ruslana Del Mar Sáb Dic 01, 2012 10:35 pm

Los que de corazón se quieren sólo con el corazón se hablan.

Francisco de Quevedo


Una vez le dije a Zafiro qué era lo que buscaba en un hombre, y ambas coincidimos en que sería difícil encontrarlo. Pero, hallándome entre los brazos poderosos de Brett, con los labios hinchados por sus besos y el corazón trotando en mi pecho, supe que ambas habíamos tenido razón. Él era único. Tímido, sencillo, fuerte, protector, sincero y cálido. Y tan hermoso...

Separándome un poco de él para poderlo admirar, pero sin llegar a apartarme de su abrazo, miré cómo el Sol jugaba con su pelo. El brillo rubio de sus cortos cabellos, revueltos y húmedos por la lucha que había librado contra él y su “cariñosa forma de aprovechar el día”. Las poderosas, orgullosas y hambrientas gemas verdes de sus ojos. Tan misteriosas que me hipnotizaban. Los pómulos marcados y masculinos. Barbilla terca y sublime, muestra de que sería capaz de plantar cara a cualquier problema que se le presentara. Y sus labios.... seda exquisita entre los míos, capaces de provocarme tal necesidad de ellos, que sería capaz de derretirme por el mero roce de su caricia.
¿Podría alguien discutirme, al observarlo de pie entre las aguas del mar, que no había encontrado al mismísimo Poseidón?. Por supuesto que no, me respondí a mi misma.

Siempre. Él y yo, juntos. Yo, borracha de amor entre sus brazos y él, orgulloso de prestarme su abrazo. Asentí hacia él, mientras dejaba que la corriente de la marea pegase mi cuerpo al suyo. Aprovechándome del suave balanceo que creaba el agua del mar, dejé que mi cuerpo se equilibrara con el suyo, conectando cada uno de mis miembros a los de Brett. Pecho con pecho. Cadera con cadera. Muslo con muslo. Y la nada entre nosotros.

Enredando mi mano izquierda con la espesa masa de pelo rubio, acerqué mi rostro al suyo, deseando estar más cerca de aquel que me castigaba con su belleza y bondad, el único capaz de llevarme a un punto de descontrol.


- Siempre es un período demasiado escaso- le dije deslizando mi mano derecha hasta sus labios. Yo… nunca he querido a nadie de esta forma.

Acercando mis labios a los de Brett, permití que éstos rozaran los suyos con cada una de las palabras siguientes:

-Quizás sea demasiado joven e inexperta. Quizás no sepa definirte lo que siento por ti, por el desconocimiento de lo que es sentirse enamorada. Pero de algo estoy segura, querido.- Comencé a notar cómo el calor subía completamente a mi rostro, pero necesitaba decirle esto.- Si la forma en la que mi mirada se pierde en tu cuerpo, o la necesidad constante que me embarga al verte cerca y no tocarte,.....

Si el anhelo del roce de tus labios…o el deseo de tomar más de ti y saberme la única capaz de provocarte la misma respuesta que tú provocas en mi…………Es Amor.

Os juro, por todo lo que me es sagrado, que yo también os quiero.

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