Soberbia [Privado]

-No entiendo por que deseas al muchacho.

La piel pálida del vampiro parecía casi traslucida bajo el efecto de las velas, blanco, terso, como si estuviese esculpido en el mármol. Como una estatua que te observa con ojos vivaces, con la magia y la horrenda belleza de aquellos que están condenados a vivir en la penumbra. A vagar solo de noche como los monstruos con piel de ángel que podían llegar a ser... Oh, aunque eso no era del todo correcto, frente a el tenia a un vampiro mas antiguo a uno que había encontrado la manera de caminar entre los vivos aun cuando las horas marcaban el día. Sin embargo no bajo la luz del sol, no bajo este en ningún concepto.

-no es tu deber el saber mis motivos Kazu.

El vampiro frente a Kazu sonrió y su piel se extendió dibujando pequeñas líneas imperceptibles, anulando el efecto de la edad en un bello e indescifrable rostro. Aquel frente a Kazu era Yudea, el ser que le había inducido a la locura, el ser que había asesinado a uno de los seres que mas amaba y sin embargo el ser que significaba un todo tras aquellos desagradables sucesos. Había cometido mas de una atrocidad en su estado de locura y ahora que su cordura iba asentándose, cuando podía llegar a un acuerdo con sus recuerdos pasados y actuales sabia que lo único que le mantenía en aquella cordura aparente era poder culpar de todo al vampiro, como si este le librase de sus pecados.

Yudea le había inducido a la locura y nuevamente podría hacerlo, llevarlo a un estado en el que lo único que hacia era buscar la destrucción de todo aquel que le hubiese amado, no pensaba volver a caer en aquel abismo, no pensaba volver a dejarse influenciar de esa manera. Tendría el control completo sobre su cuerpo y la cabeza del vampiro antiguo frente a el, pero seria a su tiempo. Cuando pudiese liberarse de su control y mas importante, cuando pudiese liberar a jin, su “amante”, del mismo.

-¿que deseas que haga exactamente?

El tono de Kazu era arrogante, poco a poco volvia a ser el sujeto que habia brillado antes de que su camino se cruzare con aquel que era su tormento. Aquel que mas de uno deseaba poder eliminar del mapa.

-Encuéntralo y cuando lo hagas averigua si tiene una de las pinturas que deseo. Quiero que me traigas al muchacho y en el mejor de los casos al muchacho y la pintura juntos.

Kazu le observo, Yudea se veía tan tranquilo, como si no cargase culpa alguna como si nadie le deseare la extinción completa, sus manos entrelazadas se mantenían bajo su mentón y su espalda contra el mullido sillón, parecía relajado y la sonrisa que dibujo en sus labios le dijo que era consiente de sus pensamientos. Kazu se levanto y observo el cuadro completo; El enorme oso descansa aparentemente dormido a la derecha del cómodo sofá, la chimenea crepitaba tras Yudea, las sombras bailaban sobre el y aquellos ojos negros le escudriñaban con una profundidad que enfadaba. Las notas recorrían toda la habitación y a la izquierda de Yudea estaba su segunda mascota, el violinista perfecto. Un joven para el que solo existían dos cosas: Yudea y su violin. Podia ver lo enfermo del cuadro cuando teniendo a aquellos dos sujetos que vivian para él el vampiro aun buscaba mas que llenase su vida, como si el aburrimiento le pesara cada dia mas. Como si solo el apuro, como si solo las lagrimas y la desesperación ajena le divirtiesen. Cerró los ojos y dio la espalda al cuadro.

-Iré a buscarle.

Anuncio y con ello salió de la habitación, atrás quedo la calidez de la chimenea y el sonido prodigioso de las notas del violín. A varios metros del estudio se detuvo y contuvo la ira burbujeante en su interior. Lo que mas fastidiaba de aquella situación no era estar bajo las ordenes del vampiro junto al que era apenas un crio…no… lo que mas le enfadaba era haber sido salvado por el. Cuando la locura le había excedido, cuando había estado apunto de matar a la joven que solo le había ofrecido su lealtad, su sangre y su amor… cuando eso paso fue yudea quien arranco la vida de la joven. Fue precisamente su verdugo, quien le libero del peso del pecado, fue en aquel momento en que cometió el acto que había garantizado su odio y a la vez su agradecimiento.

Los recuerdos remolinaban en el y levantando el rostro decidido a no dejar que le afectara. No a el, sus pasos amortiguados no hacían ruido alguno a travez de los iluminados pasillos. Llevándolo al recibidor en el que Junno, el mayordomo de la casa, siempre eficiente coloco una capa negra sobre sus hombros, indicando que su carro estaba ya listo. Asintiendo se dirigió a este y subió dejando que le llevasen a su destino. Kendal, su viejo amigo y ahoro brujo al servicio de Yudea, había buscando en la adivinación la posición de cada una de las pinturas y Junno, acostumbrado a trabajar con menos información que esa le habia brindado los detalles de los sujetos que tendrían que visitar. El actual debía estar en el teatro aquella noche.

Cerro los ojos y sintió el avanzar de su vehículo, no miro en ningún momento fuera del carruaje pero fue consiente de que se alejaban de la mansión. Rose Red siempre olía a rosas; a rosas, tierra mojada y algo de sangre, un aroma exquisito para seres como ellos, el aroma favorito de Yudea. Los minutos pasaban y el sonido de las aves entre los arboles, de los roedores entre la hierva fue poco a poco remplazado por el sonido de humanos, por el aroma de la ciudad, de la cera quemada por lo avanzado de la noche, pero el carro no se detuvo ni el presto atención al exterior. Solo al estar frente al teatro, con el barullo de la gente en todo su esplendor el coche se detuvo, su paje abrió la puertezuela y el despendio del carro. Su mirada se paseo por el lugar lentamente, por cada uno de los rostros y no identifico en ninguno de ellos vampiro alguno, menos aun el vampiro que buscaba.

Entrego su abrigo en la entrada y sus pasos seguros le llevaron al palco que siempre ocupaba… el palco que había tenido olvidado durante los meses en que solo la lujuria de sangre, de sexo y muerte le habían nublado el juicio. Sonrió levemente, no es que ninguna de aquellas cosas le causare especial desagrado, solo no soportaba la idea de perder el control sobre si mismo, sobre su propio cuerpo. Tomo lugar en su palco y la sensación de familiaridad le inundo añadiendo una falsa sensación de calidez a su ser. Desde donde estaba podría ver a cada asistente al teatro aquella noche y si era cierto que el vampiro que buscaba estaría ahí, podría notarlo.

Las luces bajaron de tono y la función comenzó, el murmullo apagado de voces fue aplastado por el sonido de la orquesta. El teatro estaba lleno, los mismos viejos rostros, la misma vieja orquesta, el mismo adorable joven en escena, los cabellos rubios y las mejillas sonrosadas, llenas de vida bajo las luces del teatro. Los ojos vivos y brillantes. Sin importar los años siempre parecía lo mismo, vez tras vez en un ciclo sin termino.

No sentía la presencia de seres como el, no al principio. Sus sentidos estaban enfocados en la maravilla humana, solo unos minutos después de la función recordó el sentido de su visita y sus sentidos lo percibieron, la presencia de un joven neófito en el lugar, debía ser el destino que solo uno como es se presentara aquella noche. En efecto, incluso allí, donde las ceremonias eran tan complicadas y sensuales que quitaban la respiración, los vampiros, lejos de evitar el contacto con los humanos, no tenían ningún reparo en hacerse pasar por uno de ellos cuando convenía a sus intereses. Envueltos en capas negras, se mezclaban con el público de la ópera, deambulaban por los pasillos sombríos de las grandes mansiones durante bailes y banquetes, e incluso, en ocasiones, se sentaban entre el populacho en las tabernas de baja estofa, estudiando muy de cerca a los humanos que les rodeaban.

Era ya cercana la medianoche cuando la función termino, habia mantenido su atención completa el el joven vampiro muy a pesar de que sus orbitas no se alejaran del escenario. Las personas se tomaron su tiempo entre los aplausos retirándose con pasmosa lentitud, como si los movimientos lentos ensalzaran la elegancia, la clase de su origen. Origen de muchos no era mejor que el de los campesinos que araban el capo por unos cuantos francos. Muchos de aquellos humanos, ingenuos y adorables humanos burgueses y hacendados creían conocer una nobleza que jamás podrían siquiera tocar, pero era ese una de las cosas que les hacia lo que era, humanos, mortales, frágiles y por ello mismo hermosos en medio de toda su horrible imperfección.

Se puso de pie y avanzo hasta quedar su vientre rozando el borde del palco. Sus ojos al frente observaron por ultima vez el escenario la falsa luna se mostraba inmensa por encima de los supuestos cipreses, en el resto de la edificación la luz de los candelabros temblaba más allá de las puertas abiertas. Los anchos pilares y las paredes de yeso de la casa habían sido blanqueados, los suelos de madera estaban limpios. El vampiro aun estaba ahí y deslizo sus ojos hacia el, buscando su rostro, buscando sus ojos. Si Kendal no se equivocaba era aquel joven quien dentro mismo mantenía descansando el peso de la soberbia, danzando con placer dentro de el, apoderándose de sus sentidos, de su percepción y su carácter. Lo miro, sus ojos grises absorbían por momento el azul de sus ropas y por instantes el brillo dorado de las luces. En gesto sereno bajo la cabeza con un saludo respetuoso y al volver la mirada al bello joven sus labios se movieron, hablando en un susurro que el mismo sonido del silencio parecia aplastar.

“Bebamos juntos”

Dijo simplemente y aunque se refería a el paso del licor encendiendo su muerta garganta aceptaría también la sangre. Se movió un paso atrás, a la derecha para que el joven vampiro pudiese tener una mejor visión de el. Se quedo quieto y cuando el sonido de los corazones humanos hubo abandonado la sala, alejando de el la tentación de la sangre se levanto por encima del palco, con la suavidad de una pluma pareció dar un salto y sus pies cayeron sin sonido alguno sobre el palco ajeno.

-Buenas noches monseur-el estudiado francés estaba apenas manchado por un viejo acento ingles, su origen siempre había dejado ese rasgo marcado como si no le permitiera olvidar el humano que había sido alguna vez, en aquel pasado tan lejano que era otra vida. En aquel pasado que ahora se sentía como si del ayer se tratase- Mi nombre es kazu Maek y quisiera, extenderle una invitación- Su sangre asiática daba a sus facciones un toque muy delicado, uno que su padre había osado comparar a la belleza de las mujeres, pero su mitad inglesa marcaba el acento, los modales y el mas mínimo movimiento que la inmortalidad vampírica no había podido borrar de él.

-saldremos en un momento, no hay ningún problema

Le hablo con imperativa confianza, usando por primera vez sus habilidades aquella noche, el hombre asintió y se marcho. Lo bueno después de los años es que el hombre ni siquiera notaria los juegos que su mente le aplicaría siguiendo cada indicación del vampiro. Kazu observo al hombre marcharse, la sed de sangre secaba su garganta, no la necesitaba tanto como la deseaba, su cuerpo era el de un vampiro acostumbrado a los pesares de aquella muerte siniestra pero su conciencia le sentía como un neófito cualquiera, con la sorpresa de los sentidos nuevos, la maravilla de sentirlo descubrir todo nuevamente, los colores, los sonidos un todo completo, un mundo nuevo frente a el, al mismo tiempo que el instinto y los recuerdos que a momentos le parecían ajenos le indicaban la confianza de un vampiro experimentado.

-Una persona quiere conocerle y he venido con la intención de servirle de escolta.

No supo la precisión con la que las palabras “exótico” podían aplicarse a él, sus ojos, su piel, sus rasgos, la mezcla de su sangre podía atraer algunas miradas pero el vampiro frente a el alguna vez había pertenecido al mismo tipo de raza de la que provenía su madre hace tantos siglos enterrada y seguramente polvo a la tierra desde otros tantos. Parecía ahora acaso mas atractivo? Mas interesante? Pues no cabe duda que el sufrimiento y el conocimiento del dolor podían profundizar a un hombre.

-mi edad ronda los seis siglos Joven Jaejoong

Le contesto con la voz suave, con el vibrato bajo y casi una caricia a los oídos, con aquella sutileza y sensualidad que solo caracterizaba a los de su clase, a las bestias vestidas de seda, a aquellos que con modales finísimos encantaban y asesinaban sin consideración. Pero que consideración podía tenerle el cazador a su presa? Acaso el de humano había dudado alguna vez en llevar los trozos de carne a los labios? Había rechazado alguna vez los festines que su “padre” destinaba para el? No…jamás lo había hecho. No comenzaría ahora.

-el hombre que desea conocerle no se encuentra en posibilidad de asistir al teatro esta noche, si me permite llevarlo, estará encantado de ofrecerle una buena bebida a cambio de su compañía.

Podía sentir las vibraciones de una mente accesible, el muchacho debía ser considerablemente mas joven, no usaría su habilidad con el, yudea podía ser un hombre completamente desprovisto de los elementos mas básicos de humanidad, compasión y empatía. Pero gustaba de aquella clase de juegos, de los actos consentidos y las lagrimas vivas un verdadero y espantoso jugador.

Hacer aquella clase de “diligencias” no eran las situaciones que volviesen loco de felicidad al vampiro, sin embargo el comentario del muchacho le hicieron soltar una pequeña risa divertida, el decía que le parecía aburrido vivir tanto tiempo? Tomo aire y volvió a recuperar su semblante tranquilo. Su mirada se poso sobre el muchacho, la piel blanca reflejaba la luz de forma casi irreal pero no le fascinaba como cuando había conocido a kei, había notado que tampoco sentía esa irresistible atracción con Yudea. Aquellos recuerdos que parecían ajenos aun, los recuerdos sobre aquellos seis siglos muerto le decían que era el efecto de ser vampiro, el mundo se veía diferente y los movimientos elegantes y refinados, la apariencias místicas de un vampiro ya no parecían tan maravillosos a sus sentidos, el “revoloteo” podía verse ahora claramente, cuando un vampiro se movía sus ojos podían seguirlo. De humano a veces sentía como si kei de repente estuviese en un lugar y después apareciere en otro, moviéndose con una velocidad y suavidad que no solo fascinaban, también asustaban. Esa ya no era mas su realidad.

“El hombre que me ha enviado por ti es un mas viejo que yo”

Pensó, era cierto, el podía tener seis siglos, pero Yudea estaba cerca de los seis milenios. Le gustaría ver el bonito rostro frente al cambiar cuando lo supiera. El muchacho era joven, que clase de conversión abría tenido? Sus rasgos, sus reacciones, le parecían casi humanas, con la belleza de la suave imperfección, sin la tranquilidad fría de los muertos, tan único y autentico, en verdad estaba aquel pecado alojado en su interior? Soberbia… no habría pensado jamás que un joven así la poseyera… tal vez el cuadro no se había hecho de su cuerpo aun, quizá aun seguía dentro del cuadro.

-tenemos Whisky.

Aseguro y al momento sintió el impulso de fruncir el ceño, se había referido inconscientemente a Rose Red como si de su propia casa se refiriera, “tenemos” había dicho, acaso el aun tenia algo en este mundo? Todo cuanto había tenido el vampiro se lo había arrebatado. Por un segundo se llevo la mano al pecho, no había latidos… miro al frente a pesar de no tener pulso ahora volvía a tener su alma, por que se la habían devuelto? Acaso solo para la retorcida diversión de su captor? Era difícil saber hasta donde era capaz de llegar aquel hombre simplemente por gusto. Volvió a dirigir la mirada al joven que escoltaba y se dijo que no era tiempo de pensar en “aquel” sujeto.

-el puede caminar, pero no podía venir aquí esta noche.

Era cierto, pero de explicarle los motivos de la “indisposición” de Yudea podían sin duda parecer ridículas al joven, de no conocer al vampiro a el también le parecería una especie de incluso insulto. Ahora, a pesar de su desprecio por aquel ser de alguna forma comprendía el porqué de quedarse en casa, independientemente de que no hiciera nada que pudiese lograr alguien mas hiciera por el. A menos que el asunto le causare alguna diversión o placer.

-Antes me he reido cuando haz mencionado lo aburrido de mi edad, si puedes comparar la edad con lo aburrido, de la misma forma en que se compara la cantidad de dinero en los bolsillos de un hombre con su fortuna, entonces debo advertirte que el hombre que ha mandado por ti es mucho mas aburrido que yo. Las circunstancias me han llevado a estar a su lado no son cosas que pueda decirte. Aquí esta nuestro coche.

Explico, y se detuvo frente al coche indicado, una carrosa negra de aspecto elegante, con la ostentosa apariencia de aquel que derrochaba en bienes. Le entregaron su abrigo y el cochero abrió la puertezuela, kazu volvió la mirada a su joven invitado y le indico que entrase primero.

-vámonos, ha sido una buena decisión acompañarme puedo asegurártelo.

Le hablo. Ir de buena gana era lo mejor que podía hacer, yudea podía ser bastante “normal” y complaciente con aquellos que seguían su corriente, para la piedra que se revelaba siempre encontraba la manera de arrastrarla, sumamente rencoroso y vengativo, siempre era mas seguro complacerle, mas no siempre lo mas deseado ni indicado.