Atrapando los últimos rayos de sol *LIBRE*

por **Leonor Daxmins** Vie Nov 09, 2012 8:46 am

Leonor salio disparada del bosque hacia puerto, sabia que estaba próximo a partir un barco, y le encanta el efecto que le daba el atardecer a ese momento, las despedidas, y como lograba ver el momento preciso en el cual la noche tomaba protagonismo en el lugar...

Solo cuando logro divisar el mar se detuvo y comenzó a caminar con mas calma, paso por entre la gente, mujeres, hombre y niños que seguramente iban a despedir a sus familias, que estarían próximas a partir, algunos se veían muy tristes, mayormente los menores, quizás su padre o madre era quien iba a embarcarse en aquel enorme barco, el temor de no verlos mas se hacia legible en sus dulces rostros.

Llego la posición que le encanta, el final del muelle, donde ya no podía dar un paso al frente sin caer al mar, decidió apoyarse con sus codos en la baranda, y de pronto el sonido del barco al zarpar la sobresalto, todos levantaron sus pañuelos blancos moviendolos en el aire, realizando la ultima despedida, Leonor solo observaba ya que no había nadie en esa maquina de quien pudiera despedirse.

Faltaban pocos minutos para el anochecer, el cielo ya se pintaba de colores anaranjados, mostrando sutilmente que la obscuridad se aproximaba, el lugar se fue silenciando de apoco, mientras la gente retomaba el regreso a sus hogares.

No se dio cuenta cuando quedo prácticamente sola en el lugar, solo pasaban algunas almas, parejas que disfrutaban de la ultima luz del día.
La joven se sentó en la orilla del muelle dejando que sus pies colgaran a una corta distancia del agua, la brisa jugueteaba con su cabello cubriéndole el rostro, tuvo que llevar una de sus manos para descubrir sus ojos, llevando su vista al horizonte, logro atrapar con su mirada el ultimo rayo solar, antes de que la noche cayera sobre París...

por **Leonard G. Oldman** Lun Nov 12, 2012 2:56 pm

El viaje en el navío se había hecho mucho más llevadero gracias a que había encontrado a una clienta en el, una muy generosa, aunque como normalmente algo mayor y de carnes colgantes. Pero si solo trabajara por la belleza ya estaría arruinado y a juzgar por el aspecto pulcro y elegante que lucia aquel atardecer no era ningún pobretón.

En Londres no me recibieron como creí, ningún matón del rey Jorge me esperaba en el lúgubre puerto, tan solo unos sonrientes padres, habían resultado ser unas semanas de lo mas tranquilas y reconfortantes, después de casi cinco años sin ver a mis progenitores. Como de costumbre les engañaba con mi profesión, diciéndoles que en Paris los carpinteros eran tratados como artistas del lienzo.

A pesar de la tranquilidad que se respiraba en el pueblo de Blackwater no me atreví a acercarme a la mansión de mi bella pelirroja, solo fue una noche, pero se llevo mi inocencia… y mi libertad.
Extrañaba la ciudad del amor más que nada en aquel mundo, el puerto estaba repleto de parisinos que se marchaban o como yo regresaban a la capital francesa, algunas parejas se abrazaban con lágrimas en los ojos y comprendí una vez más porque no se debe abrir el corazón, solo la alcoba.

A pesar de que el avisó de mi retorno debía haber llegado al burdel hacia días parecía ser que el carruaje se retrasaba y no pensaba cruzar la ciudad a pie en una noche oscura, ya sabia lo que se podía esconder entre las sombras y prefería volverme a acostar con aquella anciana mil años seguidos.
El sol se escondía con timidez tiñendo el cielo de tonos naranjas y rojos, como los cabellos de aquella dulce joven hacia ya muchos años, la gente se dispersaba volviendo ya sanos y salvos a sus hogares, para mi la jornada laboral debería estar empezando, pero no tendría tiempo de asistir a ninguna cliente si no llegaba mi trasporte.

Mis pasos me llevaron a al orilla donde una joven que se sentaba despreocupada mente era salpicada por las olas que chocaban contra la empalizada de piedra verdosa, una brisa marina le hizo revolotear algunos mechones de su cabello, como mariposas alrededor de una flor, los últimos rayos del sol reflejaron su rosada luz en ellos, por un momento pensé que era ella…

-¿Tiene frío mademoiselle?- le susurre cariñosamente mientras le cubría los delgados hombros con mi carísima chaqueta abotonada de fino hilo egipcio.

por **Leonor Daxmins** Miér Nov 14, 2012 4:56 pm

Sentir de pronto una voz hizo reaccionar a la chica, la cual había estaba divagando por sus pensamientos, se volteo para observar de donde provenía aquella voz, detrás de ella se encontraba un hombre, bastante alto, y muy bien vestido, el cual le puso su fino abrigo sobre sus hombros - Monsieur es usted muy amable, la verdad no me había percatado del frío hasta este momento - le respondió mientras acomoda la prenda en su espalda.

No era muy buena en iniciar una conversación y la verdad no sabia el motivo por el cual el hombre se había acercado, quizás estaba perdido, porque claramente un ladrón no era.

Se levantó rápidamente de la orilla, y se paro al lado de el, ella se veía diminuta, escasamente llegaba hasta el hombro de el, parecía una niña - Le agradezco su hospitalidad monsieur, y dígame ¿que hace paseando tan solo? - le preguntó mirando a su alrededor buscando alguna persona que lo acompañara, no vio a nadie...

La verdad el lugar se veía bastante desolado, todos ya estaban refugiados en sus sacas, mientras ellos se exponían a la noche, Leonor se volteó para obtener la ultima visión del barco que había estado observando durante toda la tarde, hasta con cierta melancolía, como si dentro de aquella maquina se fuera alguien muy especial para ella.

Pero ese no era el caso, volvió a mirar al hombre aguardando su respuesta, quizás el tendría una historia bastante mas particular...

por **Leonard G. Oldman** Jue Nov 15, 2012 10:16 am

Incluso después de ayudarla a levantarse no le solté la mano hasta un rato después, su rostro era realmente dulce, parecía pedir a gritos alguien que la protegiera, claro que yo no era ese tipo de hombre, no era un héroe, pero me gustaba jugar.
-Es un placer, las noches de verano son frescas, tenia usted la piel de gallina mademoiselle…- le acaricie el antebrazo con ternura, sabia lo que les gustaba a este tipo de mujeres, dulzura fuera de la cama y fuerza dentro de ella…
Le pose la mano en la espalda, justo donde la curva se estrechaba dando paso al trasero, aunque esa muchacha estaba muy delgada comparada con lo que solía verse por Paris, por su ropas sencillas y su falta de joyas o complementos caros debía ser una ciudadana de clase media o baja.
-Acabo de llegar de un viaje a Londres, solo algunas semanas, en ese mismo barco que mira usted con tanta devoción… ¿acaso partía alguien especial en el?- una parte de mi, la seductora y conquistadora, quería que no fuera una pareja.
Le tendí mi otra mano libre para que la cogiera, era una forma muy aduladora de acompañar a las señoritas cuando paseaban, les proporcionabas seguridad y confort, nos alejamos prudencialmente de la orilla marina, un mal tropiezo podría suponer un chapuzón inesperado.
-Que modales los míos… permítame presentarme, soy Leonard Oldman, es un placer conocerla- bese su mano sin dejar de mirarla a los ojos.- ¿Desea que la acompañe a algún lugar? le aseguro que las noches Parisinas no son tan seguras como solían serlo…
Esperaba que de un momento a otro apareciera el carruaje que llevaba algún rato esperando, quizás no llegaría a recogerme, el navío que ya se había perdido en el horizonte había tardado mas de lo esperado en llegar a la costa.

por **Leonor Daxmins** Mar Nov 20, 2012 8:34 pm

La joven le escucho con mucha atención, aún sorprendida por el echo de que el se le haya acercado, mas aún a prestarle ayuda, la sostuvo mientras se levantaba y hasta un poco mas.

Se miro su propio brazo para confirmar las palabras del hombre, era cierto, ni si quiera ella misma lo había notado - Tiene usted razón monsieur, de nuevo gracias por su amabilidad - sintió la caricia de la mano ajena por su antebrazo, tenía las manos cálidas, por lo cual no era un roce desagradable.

Lo miro sorprendida al escuchar su comentario el había notado su interés por el barco, - Bueno siempre disfruto de ver cuando zarpan los barcos, ver las despedidas, aunque aveces son tristes, pero la verdad no iba nadie ahí que conociera, por suerte - decía por suerte, porque claramente se sentiría muy apenada de que alguien se alejara de su lado, a pesar de que sea por tiempo limitada, ella solo disfrutaba de mirar despedidas ajenas, la verdad odiaba despedirse...

Su nombre le pareció peculiar, como si lo hubiese escuchado antes, quizas estaba confundiendolo- Es un placer Monsieur Leonard, mi nombre es Leonor Daxmins - sintió como sostenía su mano para besarla y sostuvo su mirada un momento - La verdad ya debo retirarme, me dirijo al bosque - no pudo evitar sonreir ante lo que le dijo, no era normal quizás el vivir en el bosque, por todos los peligros que asechaban ahí, pero para ella no existía un lugar mas tranquilo y hermoso.

Comenzó a caminar de regreso a su hogar, para luego voltearse a mirarlo nuevamente - y digame Monsieur, que vino a hacer a Paris? -

Spoiler:

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