AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La Última Noche [Privado Tania, + 18]
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La Última Noche [Privado Tania, + 18]
Las monedas resonaron gustosas en el bolsillo de tela, uniéndose a las demás que formaban un ligero peso en aquel pantalón que le había costado unos cuantos pinchazos arreglar. Le había pedido a Jeanne que le enseñara a bordar, pero había aprendido primero a curarse los puntitos ensangrentados de sus dedos al entrar con el utensilio con demasiada fuerza en la ropa agujereada. Al final había resultado en un buen ejercicio de control, ya que el mantener la aguja firme sin partirla era todo un desafío; y al ser encima de plata, la tolerancia a aquel metal aumentó al menos un poco. Por eso sus manos estaban con pequeños brotes que asemejaban quemaduras, pero nada que no se solucionase con un par de días de regeneración que no se veían interrumpidos por aquel trabajo que estaba pronto a terminar.
Limpió la copa con la habilidad adquirida por la experiencia de tantos meses y la guardó aseada y seca junto a las demás, soltando un suspiro sin causa aparente. ¿Agotamiento? No, los lycans como ella no sabían de esa palabra. ¿Alguna chica del burdel? Para nada, ella no se fijaba en “esas que regalaban su dignidad a un cualquiera”, como decía siempre mental y verbalmente a quien le sacare el tema en cuestión. Habían jóvenes lindas, y eso no lo podía negar...pero los deseos sexuales se reprimían fuertemente y hasta desaparecían gracias a su fuerte sentido del honor y del sacrificio. Si hubiera sido débil de mente, se hubiera ido de cabeza al burdel. “Menos mal que soy cabeza dura” se decía muy a menudo para consolarse, y para convencerse siempre de que había tomado el camino más acorde a sus convicciones.
Esas mismas convicciones eran las que le habían permitido dar un pequeño vuelco en su escasa vida laboral y sacar la Casa de la Esperanza adelante, lugar que le robaría todo el tiempo posible, y por ende, las propinas de la barra del burdel ya no serían más su ganancia. Y a pesar de que esa noche era especial por ser la última allí, no parecía vivirla como tal. Parecía esperar que el burdel cerrara y ya, coger sus cosas y lanzarse a la vida de los callejones hasta la Corte en donde le esperaban. Con el jefe no tenía una gran relación, simplemente cumplía su trabajo y recibía la remuneración de sus manos, nada importante. Esta situación también se repetía con las cortesanas, a quienes de vez en cuando se quedaba observando desde su posición, ofreciéndose a varones insatisfechos e idiotas que gastaban fortunas en algo que ella consideraba algo hasta inhumano. Supo de muchos maltratos, pero no intervino. ¿Para qué? Se lo tenían bien merecido, por sacrificar más que sólo su virginidad por unas monedas. Era un costo demasiado grande, y prefería robar por ello. Al menos no tenía que abrirse de piernas para conseguir lo que quería. ¡Repugnante!
Un nuevo suspiro y se sentó en el taburete que pronto abandonaría, observando a tres mujeres que llevaban a cabo una coreografía con tintes obviamente eróticos, y a los enfermos que les miraban como animales. Negó con la cabeza y apoyó el codo en la barra, dejando descansar su cabeza en su palma. Ya le quedaba menos para irse de ese antro…
Limpió la copa con la habilidad adquirida por la experiencia de tantos meses y la guardó aseada y seca junto a las demás, soltando un suspiro sin causa aparente. ¿Agotamiento? No, los lycans como ella no sabían de esa palabra. ¿Alguna chica del burdel? Para nada, ella no se fijaba en “esas que regalaban su dignidad a un cualquiera”, como decía siempre mental y verbalmente a quien le sacare el tema en cuestión. Habían jóvenes lindas, y eso no lo podía negar...pero los deseos sexuales se reprimían fuertemente y hasta desaparecían gracias a su fuerte sentido del honor y del sacrificio. Si hubiera sido débil de mente, se hubiera ido de cabeza al burdel. “Menos mal que soy cabeza dura” se decía muy a menudo para consolarse, y para convencerse siempre de que había tomado el camino más acorde a sus convicciones.
Esas mismas convicciones eran las que le habían permitido dar un pequeño vuelco en su escasa vida laboral y sacar la Casa de la Esperanza adelante, lugar que le robaría todo el tiempo posible, y por ende, las propinas de la barra del burdel ya no serían más su ganancia. Y a pesar de que esa noche era especial por ser la última allí, no parecía vivirla como tal. Parecía esperar que el burdel cerrara y ya, coger sus cosas y lanzarse a la vida de los callejones hasta la Corte en donde le esperaban. Con el jefe no tenía una gran relación, simplemente cumplía su trabajo y recibía la remuneración de sus manos, nada importante. Esta situación también se repetía con las cortesanas, a quienes de vez en cuando se quedaba observando desde su posición, ofreciéndose a varones insatisfechos e idiotas que gastaban fortunas en algo que ella consideraba algo hasta inhumano. Supo de muchos maltratos, pero no intervino. ¿Para qué? Se lo tenían bien merecido, por sacrificar más que sólo su virginidad por unas monedas. Era un costo demasiado grande, y prefería robar por ello. Al menos no tenía que abrirse de piernas para conseguir lo que quería. ¡Repugnante!
Un nuevo suspiro y se sentó en el taburete que pronto abandonaría, observando a tres mujeres que llevaban a cabo una coreografía con tintes obviamente eróticos, y a los enfermos que les miraban como animales. Negó con la cabeza y apoyó el codo en la barra, dejando descansar su cabeza en su palma. Ya le quedaba menos para irse de ese antro…
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: La Última Noche [Privado Tania, + 18]
Las horas pasaban, los clientes parecían cada vez mas emocionados por los movimientos de caderas de aquellas tres chicas, Tania por otro lado solamente estaba tranquila mirando a los hombres, alborotándole las hormonas para luego dejar una sonrisa y tal vez un beso al aire para luego salir y dejarlos con ganas, muchas personas se preguntaban el porqué de que ella fuera tan engreída, nunca aceptaba clientes, muy pocas veces lo hacía, muchos hombres debían rogarle para que pudiera ser una de los afortunados, pero eso sí, los que eran los afortunados eran más que avenenados, la joven mujer en alta estima y al verlos corría a sus brazos, pero al ser muy pocos, muy poco trabajo tenia y no se aventuraba a con cualquiera.
Llego a la barra y se encontró con los ojos de la cantinera Gianella, sus ojos eran interesante, su porte varonil también, Tania nunca había encontrado una mujer que pudiera atraerla de esa manera, ya que era diferente a las otras, la mayoría de veces ella debía sacar ese lado masculino para poder llegar a satisfacer a las mujeres que la buscaran, pero aquella mujer era otra cosa distinta. Se sentó en un banco girando hacia la barra en donde ella estaba sentada, miro hacia su alrededor notando que ella también estaba pendiente del baile, pero no como espectadora, eso lo sabía muy bien –Te damos asco ¿verdad?- comento con una sonrisa en sus labios rojos, sus cabellos castaños, que en algunas veces los hombres veían como negro –por cuestiones de iluminación- se los recogió dejando su cuello expuesto, aquel cuello moreno limpio, sin rastro de ser mordisqueado o tocado por algún hombre (o mujer)
-Veo que la necesidad tiene cara de perro- aseguro riendo levemente, nada exagerado, algo tan natural como el mostrar carne en ese lugar, ladeo su rostro un poco notando la cercanía de algunos hombres, que miraban su piel tostada y su porte sugerente que tenia mientras cruzaba las piernas apoyándose a la barra con aquel vestido que dejaba ver más de lo recomendado. Era de un color suave, pero al mismo tiempo parecía que alzaba su belleza, al igual que aquellos labios rojos que siempre la identificaban. Les dio un reojo, una sonrisa para luego ignorarlos completamente, era más interesante la cantinera que ellos. –Así que te vas esta noche, de verdad espero que te vaya bien- dijo entrecerrando sus ojos para bajar su mirada y sonreír suavemente. –No te deseo mal… nunca lo hago- como segunda al mando debía estar pendiente de todo, siempre buscaba mantenerse lo suficientemente al tanto de todo como saber que suceda a cada hora del día en el burdel, de todos modos era su trabajo cuando su jefe no estaba.
Sonrió suavemente moviendo su pierna de un lado a otro –Oye Gianella- le llamo mientras la música de un piano medio desafinado sonaba al fondo -¿A qué hora sales querida?- pregunto mientras una risa aparecía al mismo tiempo que se apoyaba aun mas a la barra-Me gustaría darte una linda “despedida”… claro solamente por esta vez, ya que será la última vez que trabajes aquí ¿cierto?- dijo mientras movía su pie de un lado a otro con cierta picardía esperando una respuesta. Ya sabía que diría que no, aquella mujer era difícil de convencer, además la veía como alguien que no era fácil de acostarse, era como aquellos hombres que odiaba a las cortesanas por ser muy vulgares y acostarse con cualquiera, así que, estaba segura que su respuesta seria negativa, pero aun así, no debía negar que molestarla era muy divertido.
Llego a la barra y se encontró con los ojos de la cantinera Gianella, sus ojos eran interesante, su porte varonil también, Tania nunca había encontrado una mujer que pudiera atraerla de esa manera, ya que era diferente a las otras, la mayoría de veces ella debía sacar ese lado masculino para poder llegar a satisfacer a las mujeres que la buscaran, pero aquella mujer era otra cosa distinta. Se sentó en un banco girando hacia la barra en donde ella estaba sentada, miro hacia su alrededor notando que ella también estaba pendiente del baile, pero no como espectadora, eso lo sabía muy bien –Te damos asco ¿verdad?- comento con una sonrisa en sus labios rojos, sus cabellos castaños, que en algunas veces los hombres veían como negro –por cuestiones de iluminación- se los recogió dejando su cuello expuesto, aquel cuello moreno limpio, sin rastro de ser mordisqueado o tocado por algún hombre (o mujer)
-Veo que la necesidad tiene cara de perro- aseguro riendo levemente, nada exagerado, algo tan natural como el mostrar carne en ese lugar, ladeo su rostro un poco notando la cercanía de algunos hombres, que miraban su piel tostada y su porte sugerente que tenia mientras cruzaba las piernas apoyándose a la barra con aquel vestido que dejaba ver más de lo recomendado. Era de un color suave, pero al mismo tiempo parecía que alzaba su belleza, al igual que aquellos labios rojos que siempre la identificaban. Les dio un reojo, una sonrisa para luego ignorarlos completamente, era más interesante la cantinera que ellos. –Así que te vas esta noche, de verdad espero que te vaya bien- dijo entrecerrando sus ojos para bajar su mirada y sonreír suavemente. –No te deseo mal… nunca lo hago- como segunda al mando debía estar pendiente de todo, siempre buscaba mantenerse lo suficientemente al tanto de todo como saber que suceda a cada hora del día en el burdel, de todos modos era su trabajo cuando su jefe no estaba.
Sonrió suavemente moviendo su pierna de un lado a otro –Oye Gianella- le llamo mientras la música de un piano medio desafinado sonaba al fondo -¿A qué hora sales querida?- pregunto mientras una risa aparecía al mismo tiempo que se apoyaba aun mas a la barra-Me gustaría darte una linda “despedida”… claro solamente por esta vez, ya que será la última vez que trabajes aquí ¿cierto?- dijo mientras movía su pie de un lado a otro con cierta picardía esperando una respuesta. Ya sabía que diría que no, aquella mujer era difícil de convencer, además la veía como alguien que no era fácil de acostarse, era como aquellos hombres que odiaba a las cortesanas por ser muy vulgares y acostarse con cualquiera, así que, estaba segura que su respuesta seria negativa, pero aun así, no debía negar que molestarla era muy divertido.
Tania Fernandez- Prostituta Clase Baja
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Re: La Última Noche [Privado Tania, + 18]
Quedaba tan poco que le parecía una eternidad. Observar esa danza a su gusto indigna y repudiable no ayudaba en nada al deseo de que pasara el tiempo más rápido, y éste pareció estancarse cuando tuvo una visita indeseada en sus territorios de madera de roble y alcohol, lo que le hizo alzar las pupilas a mirar a un protector tan imaginario como falso pidiéndole paciencia para soportar a aquella mujer que, a pesar de su belleza tan poco común, tenía un carácter que le dejaba bastante que desear. Todo en el burdel le daba mucho que desear. Se replicó por enésima vez el por qué había pedido trabajar allí, y el sólido argumento de la desesperación se dejó caer como piedra acompañado del “ya no sirve de nada reclamar si ya te estás por ir”. Dura lógica.
Aquella mujer gustaba de molestarla, y por eso pronto endureció más aún su coraza y su tolerancia para no haberla matado antes de la primera semana de trabajo, aunque el crimen hubiera pasado desapercibido como un cliente descontrolado. Botó aire y apenas desgastó segundos para mirarle de reojo sin interés, conservando ese a veces poco utilizado silencio que ahora era utilizado como un amuleto, algo a lo que aferrarse para no arruinar ese último día que quería recordarlo como lo más normal posible. ¿Por qué no se iba con uno de esos degenerados que le miraban como buitre a carne muerta y la dejaba en paz? ¿Por qué era tan selectiva, si al final la base de todo era lo mismo: dejarse follar y recibir un saco de monedas? Hasta robar es más digno que entregar tu integridad a desconocidos.
- Salgo en tres horas – Respondió secamente, conteniendo a la bestia que quería callar esa sonrisita de maneras poco ortodoxas. ¿El instinto, actuando con ella? ¡Lo que le faltaba! ¿Y por qué ahora, si nunca antes había estado con una cortesana, y esperaba seguir esa costumbre? Realmente no lo entendía. No se entendía a sí misma. Incomprendida e incomprensible, igual que la proposición de una “despedida”, que una parte de ella recibió con gusto, pero que no iba a permitir que se impusiera. Oh no, eso sí que no. – Si, este es mi último día. Y no, no me interesa recibir algún tipo de despedida u homenaje. – Alzó una ceja mirándola – Hay moscas esperándote, ¿Por qué no vas a cazarlas y a conseguir tu alimento diario? – Ups, demasiado dura y directa, pero con gente tan orgullosa de su trabajo como aquella mujer, había que hacer malabares para hacerla sentir ofendida; pero como no lo interesaba, no lo haría. Sólo quería irse de allí. Y pronto.
Aquella mujer gustaba de molestarla, y por eso pronto endureció más aún su coraza y su tolerancia para no haberla matado antes de la primera semana de trabajo, aunque el crimen hubiera pasado desapercibido como un cliente descontrolado. Botó aire y apenas desgastó segundos para mirarle de reojo sin interés, conservando ese a veces poco utilizado silencio que ahora era utilizado como un amuleto, algo a lo que aferrarse para no arruinar ese último día que quería recordarlo como lo más normal posible. ¿Por qué no se iba con uno de esos degenerados que le miraban como buitre a carne muerta y la dejaba en paz? ¿Por qué era tan selectiva, si al final la base de todo era lo mismo: dejarse follar y recibir un saco de monedas? Hasta robar es más digno que entregar tu integridad a desconocidos.
- Salgo en tres horas – Respondió secamente, conteniendo a la bestia que quería callar esa sonrisita de maneras poco ortodoxas. ¿El instinto, actuando con ella? ¡Lo que le faltaba! ¿Y por qué ahora, si nunca antes había estado con una cortesana, y esperaba seguir esa costumbre? Realmente no lo entendía. No se entendía a sí misma. Incomprendida e incomprensible, igual que la proposición de una “despedida”, que una parte de ella recibió con gusto, pero que no iba a permitir que se impusiera. Oh no, eso sí que no. – Si, este es mi último día. Y no, no me interesa recibir algún tipo de despedida u homenaje. – Alzó una ceja mirándola – Hay moscas esperándote, ¿Por qué no vas a cazarlas y a conseguir tu alimento diario? – Ups, demasiado dura y directa, pero con gente tan orgullosa de su trabajo como aquella mujer, había que hacer malabares para hacerla sentir ofendida; pero como no lo interesaba, no lo haría. Sólo quería irse de allí. Y pronto.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: La Última Noche [Privado Tania, + 18]
-Que dura eres Gianella- dijo entre un leve puchero para luego reír ante la dureza de la mujer, que solamente la hacía aun más atractiva-muy pocas cosas me hacen cabrear, así que puedes insultarme todo lo que quiera Mon amur, solamente provocaras que quiera molestarte aun mas, pues para mi tus insultos son como susurros de amor- declaro con una amplia sonrisa en sus labios gustosa de poder molestar ella a aquella joven de cabellos cortos. Miro a su alrededor encontrando algunas miradas interesada en hombres, pero apenas ella desviaba la mirada las otras cortesanas encontraban la forma de llegar a ellos, algo que solamente le hacía sentir divertido a la joven Cortesana de sangre hispana. Volvió su rostro a Gianella sonriendo levemente –Te esperare- dijo dulcemente como niña caprichosa esperando un juguete nuevo.
En realidad no le molestaba, solamente se quería divertir con ella un rato en un lugar en donde sabia que las dos congeniaría muy bien, pero lo que estaba preguntándose desde hace un buen rato es que si ella se hacia la dura o era siempre de esa forma, bueno luego le preguntaría, pero no la dejaría escapar, era su ultimo día en ese lugar y debía despedirlo de la mejor manera-Bueno nos vemos al rato- dijo levantándose para irse a otro lugar esperando que las tres horas pasaran.
Y más rápido que un rio llegando al mar habían pasado las tres horas, pronto encontró los ojos conocidos del cantinero que remplazaría a Gianella, sintió un poco de tristeza al saber que esta sería la última vez que estaría ella detrás de esa cantina y no porque la quería o estimaba, o algo por el estilo, solamente porque sabía que Irvine le delegaría estar en las entrevistas de trabajo a ella, solamente por eso lo lamentaba.
Como minino deseando jugar con una bola de estambre comenzó su recorrido hasta la puerta de salida en donde ella debía aparecer, su cuerpo lo dejo caer en una pared quedaba a la puerta, alejando su mente de aquellos sonidos, encontrando un poco de paz en una jungla que nunca descansaba, pronto encontró la puerta abriéndose y sabia que solamente podía ser ella, alzo su mirada sonriendo de forma traviesa –Ya pasaron las tres horas…- susurro entre una leve risilla mientras entrelazaba sus manos en su cabellera marrón acomodándola hacia un lado de su rostro. –Ya sabía que no eras capaz de tener sexo conmigo- aseguro entrecerrando sus ojos con una leve sonrisa –toma tu último salario- saco de entre sus voluptuosos senos un saco de monedas entregándoselas mientras ella aun seguía arregostada en aquella pared –fue un gusto molestarte tu ultimo día- con un leve guiño de ojos y una sonrisa en sus labios pintados con aquel color carmesí, todo había terminado, un capitulo se había cerrado en la vida de Gianella Masone.
En realidad no le molestaba, solamente se quería divertir con ella un rato en un lugar en donde sabia que las dos congeniaría muy bien, pero lo que estaba preguntándose desde hace un buen rato es que si ella se hacia la dura o era siempre de esa forma, bueno luego le preguntaría, pero no la dejaría escapar, era su ultimo día en ese lugar y debía despedirlo de la mejor manera-Bueno nos vemos al rato- dijo levantándose para irse a otro lugar esperando que las tres horas pasaran.
Y más rápido que un rio llegando al mar habían pasado las tres horas, pronto encontró los ojos conocidos del cantinero que remplazaría a Gianella, sintió un poco de tristeza al saber que esta sería la última vez que estaría ella detrás de esa cantina y no porque la quería o estimaba, o algo por el estilo, solamente porque sabía que Irvine le delegaría estar en las entrevistas de trabajo a ella, solamente por eso lo lamentaba.
Como minino deseando jugar con una bola de estambre comenzó su recorrido hasta la puerta de salida en donde ella debía aparecer, su cuerpo lo dejo caer en una pared quedaba a la puerta, alejando su mente de aquellos sonidos, encontrando un poco de paz en una jungla que nunca descansaba, pronto encontró la puerta abriéndose y sabia que solamente podía ser ella, alzo su mirada sonriendo de forma traviesa –Ya pasaron las tres horas…- susurro entre una leve risilla mientras entrelazaba sus manos en su cabellera marrón acomodándola hacia un lado de su rostro. –Ya sabía que no eras capaz de tener sexo conmigo- aseguro entrecerrando sus ojos con una leve sonrisa –toma tu último salario- saco de entre sus voluptuosos senos un saco de monedas entregándoselas mientras ella aun seguía arregostada en aquella pared –fue un gusto molestarte tu ultimo día- con un leve guiño de ojos y una sonrisa en sus labios pintados con aquel color carmesí, todo había terminado, un capitulo se había cerrado en la vida de Gianella Masone.
Tania Fernandez- Prostituta Clase Baja
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Re: La Última Noche [Privado Tania, + 18]
“Lo que digas…” pensó Gianella junto con un movimiento rotativo de sus ojos, quitándole protagonismo e importancia a la irritante performance de esa mujer que parecía querer pegársele a ella como una garrapata. Muchas cortesanas habían intentado cortejarle durante el tiempo que estuvo allí (y, por qué no decirlo, cortesanos varones también), pero ninguna había conseguido otro resultado distinto a susurros secos y gruñidos de molestia acompañados de miradas intimidantes y llenas de decisión negativa. No lo haría, y punto. No estaba tan necesitada como para tener que buscar una puta para satisfacerse, y si lo estaba bien tenía un recurso gratuito que era su propio cuerpo. ¿Por qué molestarse en, más encima, gastar sus francos tan poco comunes en sus bolsillos en una mujer que podía secar tu fortuna en sólo una noche?
Oh, genial…le iba a esperar. Su partida se retrasaría un buen rato más a causa de la mujer que al fin se marchaba. La hubiera aguantado un poco más con tal de que la puerta de salida estuviera expedita en tres horas, pero para variar su suerte no le quería sonreír. Al menos al olvidarla el tiempo pasó relativamente rápido, terminando por ver las manecillas alineadas en la hora que tanto esperaba después de haber despachado otro cliente esporádico con dos vasos de vodka. ¡Los dos últimos vasos de su existencia en el burdel! ¡Al fin libre!...casi. Resopló un improperio en italiano y sacó las pocas pertenencias que tenía allí, pronto viendo venir a su reemplazante, a quien le estrechó la mano evitando su intento de beso en la mejilla, para luego marcharse a paso rápido, lo más rápido posible tratando de evitar también a esa mujer tan particular; pero su esfuerzo fue infructuoso: allí estaba esperándole contra la pared, con esa sonrisa altiva que causaba efectos dispares en su mente y en su no-mente, o instinto.
Su mirada se fijó en su rostro altanero y arrogante a su parecer, y alzó ambas cejas al escucharle tratar de herir su orgullo con una frase alusiva a su incapacidad sexual. Oh, si tan sólo Tania supiera qué fiera estaba tratando de tentar…se arrepentiría de decir algo así; pero no lo hacía, lo que para variar estaba fuera del interés de Gianella quien se limitó a responder con indiferencia mientras recibía de la suave y tersa mano la bolsa de monedas que culminaba su participación en ese antro de perdiciones. Rodó los ojos desviando su visión de aquel par de anatomías que distaban mucho de las suyas y le miró fijo a las orbes ajenas, aunque la Loba entrecerró los suyos, dando un par de pasos lo suficientemente largos para apegar su frente y su cuerpo contra los respectivos de la cortesana, agradeciendo su cuerpo la agradable sensación de calor que desprendía esa grandeza de pecho y esa escultura que era su abdomen – ¿Qué no soy capaz? No tengo ni motivos ni deseos de hacerlo. No me interesa. Y espero que no salgas persiguiéndome rogando que te la chupe en cuanto salga de esta pocilga…- Gruñidos de furia demasiado cercanos a la boca envuelta de lápiz labial, tanto que su poca bendecida delantera era casi tragada por la ajena por la presión entre sus cuerpos. – Así que…o dejas de molestarme…o te—
Sus pupilas se ampliaron notablemente, haciendo que el silencio reinara por largos segundos…
Oh, genial…le iba a esperar. Su partida se retrasaría un buen rato más a causa de la mujer que al fin se marchaba. La hubiera aguantado un poco más con tal de que la puerta de salida estuviera expedita en tres horas, pero para variar su suerte no le quería sonreír. Al menos al olvidarla el tiempo pasó relativamente rápido, terminando por ver las manecillas alineadas en la hora que tanto esperaba después de haber despachado otro cliente esporádico con dos vasos de vodka. ¡Los dos últimos vasos de su existencia en el burdel! ¡Al fin libre!...casi. Resopló un improperio en italiano y sacó las pocas pertenencias que tenía allí, pronto viendo venir a su reemplazante, a quien le estrechó la mano evitando su intento de beso en la mejilla, para luego marcharse a paso rápido, lo más rápido posible tratando de evitar también a esa mujer tan particular; pero su esfuerzo fue infructuoso: allí estaba esperándole contra la pared, con esa sonrisa altiva que causaba efectos dispares en su mente y en su no-mente, o instinto.
Su mirada se fijó en su rostro altanero y arrogante a su parecer, y alzó ambas cejas al escucharle tratar de herir su orgullo con una frase alusiva a su incapacidad sexual. Oh, si tan sólo Tania supiera qué fiera estaba tratando de tentar…se arrepentiría de decir algo así; pero no lo hacía, lo que para variar estaba fuera del interés de Gianella quien se limitó a responder con indiferencia mientras recibía de la suave y tersa mano la bolsa de monedas que culminaba su participación en ese antro de perdiciones. Rodó los ojos desviando su visión de aquel par de anatomías que distaban mucho de las suyas y le miró fijo a las orbes ajenas, aunque la Loba entrecerró los suyos, dando un par de pasos lo suficientemente largos para apegar su frente y su cuerpo contra los respectivos de la cortesana, agradeciendo su cuerpo la agradable sensación de calor que desprendía esa grandeza de pecho y esa escultura que era su abdomen – ¿Qué no soy capaz? No tengo ni motivos ni deseos de hacerlo. No me interesa. Y espero que no salgas persiguiéndome rogando que te la chupe en cuanto salga de esta pocilga…- Gruñidos de furia demasiado cercanos a la boca envuelta de lápiz labial, tanto que su poca bendecida delantera era casi tragada por la ajena por la presión entre sus cuerpos. – Así que…o dejas de molestarme…o te—
Sus pupilas se ampliaron notablemente, haciendo que el silencio reinara por largos segundos…
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: La Última Noche [Privado Tania, + 18]
-O…?- susurro suave, dejando que sus alientos chocaran entre sí, danzando juntos en el espacio -¿O qué Gianella?- pregunto con el mismo noto que había utilizado aquella mujer que se creía mucho por tan solo tener lo que ella no tenia: libertad. Frunció el ceño levemente, sin importarle en realidad que la espalda tocara la fría pared que alguna vez estuvo limpia, pero que ahora solamente era más y más negra con los años, apegada al cuerpo de aquella mujer de cabellos cortos que parecía susurrarle amenazas que sabía que no iba a cumplir. Sus pechos estaban siendo levemente apretados contra su cuerpo, Tania solamente sonrió levemente mientras sentía como la guardia de ella prácticamente se desvanecía como un cubo de hielo cerca del fuego.
-No lo entiendes…- susurro riendo mientras ladeaba su cabeza hacia un lado. Sus cabellos marrones, que en ocasiones se podían ver negros o castaños súper claros, se corrieron de su cuello dejando ver aquella piel exótica, entre morena y blanca, una piel perfecta, sin algún rasguño ni moretón, era la piel más perfecta que alguien podría ver, pues la sangre indígena, mezclada con otras más la hacían mixta. Una combinación de genes perfectamente seleccionados para crear a aquella amazona como muchos de sus clientes le llamaban, pues algunos les recordaban a aquellas mujeres fuertes llenas de valentía y testarudez humana. Pero lo que más le agradecían era la sensualidad que poseía, no era nada vulgar, nada estrambótico, no era una mujer desesperada por los francos o por el sexo, lo hacía porque ya estaba acostumbrada a ello y tenía pocas posibilidades de salir de aquel mundo.
-Te deseo suerte en lo que tengas planeado hacer- dijo con toda sinceridad mientras entrecerraba sus ojos buscando captar algún sonido de los viejos instrumentos que llegaban suave y débilmente hacia ellas, pues estaban en un área de servicio que muy pocas cortesanas estarían, ni menos clientes, pues a ellos les interesaba estar o arriba follando como animales o en el centro buscando jugar en una subasta que lo único que esperarían seria comprar los mejores senos y culos que su dinero puede comprar-Pero no tengo idea de cómo lo vas a hacer… si tienes tantos prejuicios ante nosotras… nosotros porque también hay hombres; tú lo sabes- quería llegar a algo y parecía que Gianella ya sabía por eso tal vez aun no se había ido, o solamente era imaginaciones suyas.
Lentamente subió sus brazos para rodear el cuello de la Lycan, con cuidado de no asustarla o molestarla, acerco sus labios rojizos a su oído con cautela y sensualidad -¿Qué harás si alguno de mis chicos quiere refugiarse en tu casa? ¿Los echaras por ser antiguos putos?- pregunto mientras su mirada se centraba mas allá de ellas, observando algunas figuras que iban y venían del centro del lugar. Dio un paso hacia adelante apegándose más al cuerpo de la mujer, sin mostrar ninguna insinuación superficial y vulgar, todo era perfectamente sensual y erótico, cada palabra, cada movimiento, cada suspiro –Solamente me gustaría asegurarme de que ellos también tendrán oportunidades de salir de este lugar- confeso mirando hacia algunos de los más jóvenes que eran los que tenia esperanza, sintiendo que la tristeza le invadía completamente. Entrecerró sus ojos encontrándose vulnerable, queriendo llorar estúpidamente en el hombro de aquella mujer, pero solamente bajo la mirada refugiándose en su cuello con cierto melancolismo.
-No lo entiendes…- susurro riendo mientras ladeaba su cabeza hacia un lado. Sus cabellos marrones, que en ocasiones se podían ver negros o castaños súper claros, se corrieron de su cuello dejando ver aquella piel exótica, entre morena y blanca, una piel perfecta, sin algún rasguño ni moretón, era la piel más perfecta que alguien podría ver, pues la sangre indígena, mezclada con otras más la hacían mixta. Una combinación de genes perfectamente seleccionados para crear a aquella amazona como muchos de sus clientes le llamaban, pues algunos les recordaban a aquellas mujeres fuertes llenas de valentía y testarudez humana. Pero lo que más le agradecían era la sensualidad que poseía, no era nada vulgar, nada estrambótico, no era una mujer desesperada por los francos o por el sexo, lo hacía porque ya estaba acostumbrada a ello y tenía pocas posibilidades de salir de aquel mundo.
-Te deseo suerte en lo que tengas planeado hacer- dijo con toda sinceridad mientras entrecerraba sus ojos buscando captar algún sonido de los viejos instrumentos que llegaban suave y débilmente hacia ellas, pues estaban en un área de servicio que muy pocas cortesanas estarían, ni menos clientes, pues a ellos les interesaba estar o arriba follando como animales o en el centro buscando jugar en una subasta que lo único que esperarían seria comprar los mejores senos y culos que su dinero puede comprar-Pero no tengo idea de cómo lo vas a hacer… si tienes tantos prejuicios ante nosotras… nosotros porque también hay hombres; tú lo sabes- quería llegar a algo y parecía que Gianella ya sabía por eso tal vez aun no se había ido, o solamente era imaginaciones suyas.
Lentamente subió sus brazos para rodear el cuello de la Lycan, con cuidado de no asustarla o molestarla, acerco sus labios rojizos a su oído con cautela y sensualidad -¿Qué harás si alguno de mis chicos quiere refugiarse en tu casa? ¿Los echaras por ser antiguos putos?- pregunto mientras su mirada se centraba mas allá de ellas, observando algunas figuras que iban y venían del centro del lugar. Dio un paso hacia adelante apegándose más al cuerpo de la mujer, sin mostrar ninguna insinuación superficial y vulgar, todo era perfectamente sensual y erótico, cada palabra, cada movimiento, cada suspiro –Solamente me gustaría asegurarme de que ellos también tendrán oportunidades de salir de este lugar- confeso mirando hacia algunos de los más jóvenes que eran los que tenia esperanza, sintiendo que la tristeza le invadía completamente. Entrecerró sus ojos encontrándose vulnerable, queriendo llorar estúpidamente en el hombro de aquella mujer, pero solamente bajo la mirada refugiándose en su cuello con cierto melancolismo.
Tania Fernandez- Prostituta Clase Baja
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Re: La Última Noche [Privado Tania, + 18]
¿Por qué se había detenido? ¿Qué le había robado el aire? Se había quedado con la boca entreabierta con una enésima inspiración que parecía trivial, pero algo le cruzó por sus sentidos como una flecha que atraviesa el aire hasta clavarse en el centro de un blanco, llegando en el caso de la Loba hasta sus sienes por su finísimo sentido del olfato. Aquel particular aroma a salvajismo había desencadenado una reacción propia de la misma categoría en su cuerpo, y su mente le frenó a tiempo cual muralla, aunque el tener a menos de diez centímetros la respiración ajena tampoco ayudaba mucho. Se habían juntado en demasía, y su alta libido lo agradecía, pero la disputa entre cuerpo y mente recién daba comienzo.
Se sentía tensa, quizás demasiado tensa. ¿Tensión sexual? ¿Esa mujer era capaz de provocarle tanto sólo con estar casi pegadas? Recordaba haberle escuchado que no era de Francia, que ni siquiera era de Europa…sino que de las lejanas y desconocidas (más allá de los cuentos y cuchicheos de la gente del mercado y las calles) Américas, o el Nuevo Mundo como se le llamaba en un principio: una tierra con infinidad de enigmas que le hubiera encantado explorar si tuviera mayores recursos, pero eso significaba ser tratada como parte de las personas que odiaba. Y eso sí que no lo aceptaría, así que prefería quedarse tal y como estaba; de todos modos aventuras le sobraban aún por vivir entre los límites de aquel inmenso océano que se plantaba en los ya extensos límites del continente del cual era parte. Cultura distinta, sociedad distinta, y mujeres distintas, al parecer de la italiana.
Los movimientos de esa mujer eran atípicos, su sensualidad era absolutamente natural, como si hubiera nacido sabiéndolo todo sobre el erotismo. Repentinamente le dieron ganas de conocer más de la anatomía foránea, momento coincidente con el cuello que estaba a su merced pero que no procedió a tomar. No era vampira para tener tales impulsos, pero se estaba frenando gracias al muro de su cordura que seguía resistiendo los embates del instinto que quería nada más que dejarse llevar. Y prestándole atención a lo que decía fue que recobró en parte la compostura, subiendo poco a poco los escalones de lo que mencionaba, y cuya cúspide era una situación que no necesitaba ser reflexionada por ella para ser respondida, ya que lo tenía más que claro. Y menos mal que en su mente estaba claro, porque con su cuerpo siendo rodeado por los brazos ajenos poca y nada concentración podía tener - ¿Qué haré con ellos? – Sonrió como si la pregunta fuera demasiado estúpida y la respuesta demasiado obvia, y en efecto así eran a los ojos azules de la loba – Por supuesto que los voy a recibir, dejaré que se refugien todo el tiempo que necesiten, porque a mis ojos siguen siendo personas sin importar la profesión que tengan, por muy indigna que ésta sea. – Dijo con decisión, mostrándose tremendamente seria nuevamente, aunque sus caderas estuvieran pegadas y los roces de sus respiraciones hicieran que el calor lentamente creciera- Si de mí dependiera…los sacaría a todos de este antro y les daría trabajo y vida digna. Si hay una cosa que le queda de valor al pobre y al necesitado, es su dignidad. – Le explicó – Mírame, debo de ser tan pobre como tú o como muchos que ofrecen sus cuerpos y llevo veinticinco años sobreviviendo a punta de robos, sin abrirme de piernas una sola vez por necesidad. Prefiero pasar hambre y frío que andar entregando lo poco y nada que me queda de honor, y sé que muchos de aquí piensan como yo. Lo puedo notar en sus rostros – Se pegó más a ella, rodeando instintivamente la espalda de la mujer con uno de sus brazos separándose un poco de la pared para darle el apoyo que parecía necesitar tras sacar ese tema a la luz, y en verdad le comprendía. – Hay más oportunidades de las que crees allá afuera. Yo elegí una que no es demasiado…apreciada al principio, pero así se empieza. Y créeme, yo me esforzaría por darles un mejor futuro. A todos ustedes.
Y cuando abrió los ojos de nuevo, sus labios estaban sobre el cabello color chocolate, y sus cuerpos estaban fundidos en un abrazo fraterno atípico por las personas que lo integraban, pero no por los corazones. Al final, eran los mismos...
Se sentía tensa, quizás demasiado tensa. ¿Tensión sexual? ¿Esa mujer era capaz de provocarle tanto sólo con estar casi pegadas? Recordaba haberle escuchado que no era de Francia, que ni siquiera era de Europa…sino que de las lejanas y desconocidas (más allá de los cuentos y cuchicheos de la gente del mercado y las calles) Américas, o el Nuevo Mundo como se le llamaba en un principio: una tierra con infinidad de enigmas que le hubiera encantado explorar si tuviera mayores recursos, pero eso significaba ser tratada como parte de las personas que odiaba. Y eso sí que no lo aceptaría, así que prefería quedarse tal y como estaba; de todos modos aventuras le sobraban aún por vivir entre los límites de aquel inmenso océano que se plantaba en los ya extensos límites del continente del cual era parte. Cultura distinta, sociedad distinta, y mujeres distintas, al parecer de la italiana.
Los movimientos de esa mujer eran atípicos, su sensualidad era absolutamente natural, como si hubiera nacido sabiéndolo todo sobre el erotismo. Repentinamente le dieron ganas de conocer más de la anatomía foránea, momento coincidente con el cuello que estaba a su merced pero que no procedió a tomar. No era vampira para tener tales impulsos, pero se estaba frenando gracias al muro de su cordura que seguía resistiendo los embates del instinto que quería nada más que dejarse llevar. Y prestándole atención a lo que decía fue que recobró en parte la compostura, subiendo poco a poco los escalones de lo que mencionaba, y cuya cúspide era una situación que no necesitaba ser reflexionada por ella para ser respondida, ya que lo tenía más que claro. Y menos mal que en su mente estaba claro, porque con su cuerpo siendo rodeado por los brazos ajenos poca y nada concentración podía tener - ¿Qué haré con ellos? – Sonrió como si la pregunta fuera demasiado estúpida y la respuesta demasiado obvia, y en efecto así eran a los ojos azules de la loba – Por supuesto que los voy a recibir, dejaré que se refugien todo el tiempo que necesiten, porque a mis ojos siguen siendo personas sin importar la profesión que tengan, por muy indigna que ésta sea. – Dijo con decisión, mostrándose tremendamente seria nuevamente, aunque sus caderas estuvieran pegadas y los roces de sus respiraciones hicieran que el calor lentamente creciera- Si de mí dependiera…los sacaría a todos de este antro y les daría trabajo y vida digna. Si hay una cosa que le queda de valor al pobre y al necesitado, es su dignidad. – Le explicó – Mírame, debo de ser tan pobre como tú o como muchos que ofrecen sus cuerpos y llevo veinticinco años sobreviviendo a punta de robos, sin abrirme de piernas una sola vez por necesidad. Prefiero pasar hambre y frío que andar entregando lo poco y nada que me queda de honor, y sé que muchos de aquí piensan como yo. Lo puedo notar en sus rostros – Se pegó más a ella, rodeando instintivamente la espalda de la mujer con uno de sus brazos separándose un poco de la pared para darle el apoyo que parecía necesitar tras sacar ese tema a la luz, y en verdad le comprendía. – Hay más oportunidades de las que crees allá afuera. Yo elegí una que no es demasiado…apreciada al principio, pero así se empieza. Y créeme, yo me esforzaría por darles un mejor futuro. A todos ustedes.
Y cuando abrió los ojos de nuevo, sus labios estaban sobre el cabello color chocolate, y sus cuerpos estaban fundidos en un abrazo fraterno atípico por las personas que lo integraban, pero no por los corazones. Al final, eran los mismos...
- Spoiler:
- Creo que me puse cursi D:, ¡perdón! xD
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: La Última Noche [Privado Tania, + 18]
Era como haberse detenido en el tiempo a contemplar diferentes facetas de aquella mujer que estaba al frente de ella, los ojos de Tania se volvían pequeños y luego se agrandaban como los de un felino cuando su atención es máxima y nada puede romper aquella concentración que en esos momentos tiene. La pared sucia en donde estaba, la música resonando al fondo que perdía el poder en sus oídos y prácticamente dejaba de existir, ella estaba en un vacio en donde solamente la voz de aquella mujer retumbaba en su cabeza, haciéndola bajar la mirada hasta el punto de sentirse por unos segundos tan avergonzada de ella misma que podría haber salido corriendo y acabar con todo aquel peso que sentía en sus hombros, que aunque no parecieran muchos, eran demasiado para poder darle un poco a otra persona que no fuera ella. No se fue, no lo haría, alzo su mirada enfrentando a los ojos de la licántropo mientras seguía hablando.
Más oportunidades… deseo reírse en su cara pero sabía que era de mala educación así que solamente se quedo en aquel lugar escuchándola mientras seguía un poco apática con lo mencionado antes. Su mano rodeando la espalda, de reojo miro curiosa como ya no sentía el peso de la pared detrás de ella, se sentía bien, pero a la vez sentía que las dos comenzaban a estar en un momento de vulnerabilidad que ninguna de las dos deseaba estar. Tal vez por el orgullo que tenían o solamente porque podrían dejar muchas heridas al descubierto que podrían luego infectarse peligrosamente.
-Pero algunos no la tienes- susurro al sentir como sus brazos se apegaban mas a ella. Tania aprovecho rápidamente a rodearle la cintura para luego como ella ocultar su rostro en aquellos cabellos cortos mientras seguía hablando entre un leve susurro con suavidad para que ella pudiera llegar a entender –algunos ya han pasado por muchas cosas, cosas que están marcadas y aunque no quiera, ya no se puede hacer mas nada- se alzo los hombros. Ya estaba completamente resignada a lo que vendría, pero estaba dispuesta a disfrutar hasta el fin del mundo cada minuto de su profesión. Sacudió su rostro sonriendo ampliamente para acercarlo al de Gianella y así quedaran sus rostro tan juntos que a simple vista era inevitable un acercamiento mucho mayor entre las pieles que cubrían aquellos músculos de sus labios, pero Tania solamente sonrió ampliamente mirándole a los ojos mientras aun estaban abrazadas y sus cuerpos apegados buscando el calor del contrario con tanta necesidad que era casi increíble y admirable la abstinencia que la pelinegra tenia.
-Debo decir que te admiro… eres una mujer excelente y eso me agrada mucho- susurro de forma suave y lenta –no busco para mi alguna solución, pero si veo que alguien puede llegar a solicitar su ayuda y la ayuda de aquella casa…- bajo la mirada de forma lenta recorriendo la línea del cuello hasta encontrarse con sus manos que estaban acariciando la cintura de la mujer –estaré encantada de poder contactarte con ellos- su traviesa nariz llego para rozar el cuello del contrario mientras sonreía ampliamente –porque luego de contarle mi pasado, mi realidad, se darán cuenta de que es mejor ser otra cosa que un cortesano…- susurro para luego posar un beso en el cuello de la lycan con dulzura y suavidad, dejando que se estremeciera entre sus brazos –y pues mi interés por ti… es otra cosa personal, se puede decir que en ocasiones se necesita una mujer que tome el control de un acto, pero hay muy pocas que se atreven- añadió con pesar para luego alzar la mirada y mostrar una amplia sonrisa de aquellos labios carmesí. No era mujer de obligar, bueno si, pero eso era un pocas ocasiones cuando niñas tontas buscaban su servicio y a la mitad se arrepentían. -¿Qué dices? No gastaran ningún valioso franco de su bolsillo y te ayudare a relajarte…-
Más oportunidades… deseo reírse en su cara pero sabía que era de mala educación así que solamente se quedo en aquel lugar escuchándola mientras seguía un poco apática con lo mencionado antes. Su mano rodeando la espalda, de reojo miro curiosa como ya no sentía el peso de la pared detrás de ella, se sentía bien, pero a la vez sentía que las dos comenzaban a estar en un momento de vulnerabilidad que ninguna de las dos deseaba estar. Tal vez por el orgullo que tenían o solamente porque podrían dejar muchas heridas al descubierto que podrían luego infectarse peligrosamente.
-Pero algunos no la tienes- susurro al sentir como sus brazos se apegaban mas a ella. Tania aprovecho rápidamente a rodearle la cintura para luego como ella ocultar su rostro en aquellos cabellos cortos mientras seguía hablando entre un leve susurro con suavidad para que ella pudiera llegar a entender –algunos ya han pasado por muchas cosas, cosas que están marcadas y aunque no quiera, ya no se puede hacer mas nada- se alzo los hombros. Ya estaba completamente resignada a lo que vendría, pero estaba dispuesta a disfrutar hasta el fin del mundo cada minuto de su profesión. Sacudió su rostro sonriendo ampliamente para acercarlo al de Gianella y así quedaran sus rostro tan juntos que a simple vista era inevitable un acercamiento mucho mayor entre las pieles que cubrían aquellos músculos de sus labios, pero Tania solamente sonrió ampliamente mirándole a los ojos mientras aun estaban abrazadas y sus cuerpos apegados buscando el calor del contrario con tanta necesidad que era casi increíble y admirable la abstinencia que la pelinegra tenia.
-Debo decir que te admiro… eres una mujer excelente y eso me agrada mucho- susurro de forma suave y lenta –no busco para mi alguna solución, pero si veo que alguien puede llegar a solicitar su ayuda y la ayuda de aquella casa…- bajo la mirada de forma lenta recorriendo la línea del cuello hasta encontrarse con sus manos que estaban acariciando la cintura de la mujer –estaré encantada de poder contactarte con ellos- su traviesa nariz llego para rozar el cuello del contrario mientras sonreía ampliamente –porque luego de contarle mi pasado, mi realidad, se darán cuenta de que es mejor ser otra cosa que un cortesano…- susurro para luego posar un beso en el cuello de la lycan con dulzura y suavidad, dejando que se estremeciera entre sus brazos –y pues mi interés por ti… es otra cosa personal, se puede decir que en ocasiones se necesita una mujer que tome el control de un acto, pero hay muy pocas que se atreven- añadió con pesar para luego alzar la mirada y mostrar una amplia sonrisa de aquellos labios carmesí. No era mujer de obligar, bueno si, pero eso era un pocas ocasiones cuando niñas tontas buscaban su servicio y a la mitad se arrepentían. -¿Qué dices? No gastaran ningún valioso franco de su bolsillo y te ayudare a relajarte…-
Tania Fernandez- Prostituta Clase Baja
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Re: La Última Noche [Privado Tania, + 18]
¿Abstinencia? No, no era abstinencia; era mero autocontrol, y uno muy fuerte. ¿Quién podía abstenerse de yacer con una mujer así: seductora por naturaleza, y con un cuerpo y rasgos tan poco comunes? Cuando sus bocas estuvieron a centímetros de tocarse pensó que su agarre sobre sus cadenas iba a perderse, ya que su instinto se movía como potro salvaje desbocado por las ansias de poseer bajo su cuerpo a aquella fémina que había dejado ver sin querer una de sus facetas más sensibles. Ella también había enseñado una parte de sí que la cortesana no conocía: ese lado justiciero y solidario que se escondía detrás del mal humor y disgusto de trabajar por última opción en un lugar que había evitado tantas veces.
- Sólo juego las cartas que el destino me dio, no me considero la gran cosa – Le respondió a su halago quitándole importancia como siempre lo hacía, concentrándose más en ese roce de su cuello que levantaba y tensaba cada vello de sus brazos. Pero no se quedó atrás, y aprovechó que la pared no estaba impidiéndole el paso para acceder a nuevas zonas de su anatomía, bajando por su espalda y caderas, delineando esas esculpidas curvas imaginándolas ya como suyas, haciendo a ratos notables presiones que servían de descarga leve para todo lo que su pobre cuerpo estaba conteniendo.
Ese para nada inocente beso traicionó su posición estoica provocándole un jadeo, haciendo también que el agarre de sus cadenas internas cediera como si se le estuvieran deslizando por mantequilla – Y…y-yo…estaré encantada de…de ayudar a quien sea que lo necesite…-Tragó saliva tras haber hablado con extrema dificultad, y eso le sirvió para calmarse al menos por un rato más antes de obligarla a chocar su cuerpo contra el suyo – Y si cambias de opinión y quieres irte de aquí…no dudes en buscarme…- Le susurró cerca del oído aunque eso pareció excitarle más a ella que a la latina.
Segundos después, una explicación que esperaba oír hace mucho – o que asumió como tal, más bien – fue revelada: Tania le deseaba, y le deseaba como la dominante que prácticamente siempre era y que faltaba en el burdel por lo que había visto. Que no le fuera a cobrar le pareció un despropósito – nótese, tan lanzada ya que no iba a rechazar el estar con ella-, y eso fue lo primero que hizo saber mientras le cogía del mentón para volver a ver sus ojos y a respirar su aliento por la cercanía – Eres una cortesana, ¿No? Ustedes se abren de piernas para sobrevivir…Agradezco la oferta de la gratuidad, pero voy a pagarte quieras o no. – El muslo derecho se metió entre las piernas de la castaña, haciendo presión – Abre tus piernas para mí, como se debe…-El deseo por ella ya le hacía respirar más fuerte, llevando esas repeticiones excitadas al oído ajeno al tiempo que le cogía el trasero con fuerza y posesividad animales – Y no aceptaré un no por respuesta…porque me tienes tan caliente que no puedo seguir conteniéndome…
- Sólo juego las cartas que el destino me dio, no me considero la gran cosa – Le respondió a su halago quitándole importancia como siempre lo hacía, concentrándose más en ese roce de su cuello que levantaba y tensaba cada vello de sus brazos. Pero no se quedó atrás, y aprovechó que la pared no estaba impidiéndole el paso para acceder a nuevas zonas de su anatomía, bajando por su espalda y caderas, delineando esas esculpidas curvas imaginándolas ya como suyas, haciendo a ratos notables presiones que servían de descarga leve para todo lo que su pobre cuerpo estaba conteniendo.
Ese para nada inocente beso traicionó su posición estoica provocándole un jadeo, haciendo también que el agarre de sus cadenas internas cediera como si se le estuvieran deslizando por mantequilla – Y…y-yo…estaré encantada de…de ayudar a quien sea que lo necesite…-Tragó saliva tras haber hablado con extrema dificultad, y eso le sirvió para calmarse al menos por un rato más antes de obligarla a chocar su cuerpo contra el suyo – Y si cambias de opinión y quieres irte de aquí…no dudes en buscarme…- Le susurró cerca del oído aunque eso pareció excitarle más a ella que a la latina.
Segundos después, una explicación que esperaba oír hace mucho – o que asumió como tal, más bien – fue revelada: Tania le deseaba, y le deseaba como la dominante que prácticamente siempre era y que faltaba en el burdel por lo que había visto. Que no le fuera a cobrar le pareció un despropósito – nótese, tan lanzada ya que no iba a rechazar el estar con ella-, y eso fue lo primero que hizo saber mientras le cogía del mentón para volver a ver sus ojos y a respirar su aliento por la cercanía – Eres una cortesana, ¿No? Ustedes se abren de piernas para sobrevivir…Agradezco la oferta de la gratuidad, pero voy a pagarte quieras o no. – El muslo derecho se metió entre las piernas de la castaña, haciendo presión – Abre tus piernas para mí, como se debe…-El deseo por ella ya le hacía respirar más fuerte, llevando esas repeticiones excitadas al oído ajeno al tiempo que le cogía el trasero con fuerza y posesividad animales – Y no aceptaré un no por respuesta…porque me tienes tan caliente que no puedo seguir conteniéndome…
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: La Última Noche [Privado Tania, + 18]
¿Cambiar de opinión? Si eso fuera tan fácil ya lo hubiera hecho, su cuerpo ya estaba acostumbrado a los tratos que el burdel le daba, no podía buscar otra forma de vivir, moriría así, siendo cortesana. No le gustaba pensar cuando perdiera su belleza y sensualidad pues era lo único que tenía en realidad. Su juventud le permitía tener el amor de un hombre –o tal vez una mujer- por lo que durara el acto sexual. Sabía muy bien que a la final estaría sola, pero mientras poseyera juventud estaría encantada de tener sexo con cualquier jodido que se le atravesara. No le importaba mendigar amor como lo estaba haciendo en esos momentos, aquello ya había pasado a la historia, ella ya no sabía el significado de pudor, lo había perdido el día que simplemente la palabra sexo había comenzado a ser la palabra más escuchada por sus oídos
Dejo salir una leve risilla mientras sentía como su cuerpo comenzaba a ser calentado por aquella lican-No podría esperar Menos de Mansone- susurro con una sonrisa socarrona en sus dulces labios color carmesí. Pudo sentir como la pierna se deslizaba por el medio de las suyas como una serpiente en búsqueda de un refugio. La sensación de la piel entre sus muslos hizo que su piel se erizara completamente. El calor que provenía de su interior comenzaba a salir, sintiendo un leve flujo interrumpir su concentración en las palabras de Gianella. Un leve suspiro soltó cuando sintió el aliento chocar el su oído para luego sentir las suaves y femeninas manos de aquella mujer apretando su trasero con aquella esencia recia que podría caracterizarle solamente con verle a los ojos.
Sonrió de medio lado deslizando sus manos por su cuello mientras abría aun más las piernas y su culo instintivamente se alzaba por el tacto, buscando que aquellos dedos se atrevieran a explorar tierras aun desconocidas para ellos, pero que pronto conocerían y podrían notar que sin darse cuenta habían llegado al cielo. -Nunca me opondría a una persona como tu Gianella- le susurro buscando sus labios con cierta lentitud, por el simple hecho de desear molestarla y crear aun más tensión entre ellas. Su labio inferior rozo con su boca entreabierta, retirándola rápidamente antes de que la lican se atreviera a morder sus carnosos carmesí. Tania lamio de forma suave el labio inferior de la licántropo antes de sujetarlo con sus labios y dar el punto de partida de aquella carrera que tenía como objetivo recorrer cada centímetro del cuerpo de la otra.
El beso comenzó a ser más intenso cuando ella introdujo la lengua en su cavidad para comenzar a jugar con el contrario en una guerra de placer, que parecía buscar invadir un territorio contrario al acostumbrado, pero solamente con el propósito de calentar aun más a la otra. Los senos de Tania rozaron con los de Gianella, los de ella eran un poco mas voluptuosos, pero aun así ponía sentir la depresión de la contrario, una de sus manos llego hasta uno de ellos, sintiendo que el tamaño era más que perfecto, su mano cavia en todo su diámetro, eso le parecía más que hermoso y con atrevimiento por encima de la ropa busco los botoncitos de los senos para pellizcarlo juguetonamente.
Se separo del beso sintiendo como sus respiraciones comenzaban a agitarse cada vez más, dejo salir una leve sonrisa para luego sujetarla de la mano y caminar hacia el lado contrario de la salida. Subieron las escaleras, los cortesanos solamente sintieron la presencia de dos personas que subían como muchos lo hacían. Aunque le pareció raro que estuvieran en un lugar que no muchas veces era concurrido, no les importo y siguieron en su trabajo, mientras Tania llevaba aun mas lejos a Gianella, recorriendo paredes en donde los gemidos acostumbrados y algunos orgasmos fingidos no se escuchaban, la música parecía estar muy lejos. Sus dedos estaban entrelazando, el rostro de Tania era como el de una pequeña niña que comienza a cabo una travesura junto con su cómplice. Se habían detenido en una esquina del segundo piso, Tania rápidamente busco una escalera lo suficientemente grande como para alcanzar el techo y una puerta que se disimulaba bien. De forma ágil trepo par abrirlo y se adentro en aquel sótano oscuro pero extrañamente limpio; en ocasiones lo utilizaba para alguna reunión o juego entre cortesano, también era bueno para esconderse y dormir, por eso había una especie de colchoneta cerca del ventanal, ya que era más fresco y la luna siempre pegaba en ese lugar.
Tania espero que Gianella subiera para cerrar la puerta, no había ningún ruido parecía que nada del alboroto que estaba abajo se podría escuchar en ese lugar, por eso Tania le gustaba mucho, pues era una puerta a un lugar de tranquilidad en medio del caos –Estaremos bien aquí… me imagine que prefieres la calma antes que la jungla de gemidos en tus oídos- concluyo meneando sus caderas hasta caer en la colchoneta que estaba bañada por la luz de la luna
Dejo salir una leve risilla mientras sentía como su cuerpo comenzaba a ser calentado por aquella lican-No podría esperar Menos de Mansone- susurro con una sonrisa socarrona en sus dulces labios color carmesí. Pudo sentir como la pierna se deslizaba por el medio de las suyas como una serpiente en búsqueda de un refugio. La sensación de la piel entre sus muslos hizo que su piel se erizara completamente. El calor que provenía de su interior comenzaba a salir, sintiendo un leve flujo interrumpir su concentración en las palabras de Gianella. Un leve suspiro soltó cuando sintió el aliento chocar el su oído para luego sentir las suaves y femeninas manos de aquella mujer apretando su trasero con aquella esencia recia que podría caracterizarle solamente con verle a los ojos.
Sonrió de medio lado deslizando sus manos por su cuello mientras abría aun más las piernas y su culo instintivamente se alzaba por el tacto, buscando que aquellos dedos se atrevieran a explorar tierras aun desconocidas para ellos, pero que pronto conocerían y podrían notar que sin darse cuenta habían llegado al cielo. -Nunca me opondría a una persona como tu Gianella- le susurro buscando sus labios con cierta lentitud, por el simple hecho de desear molestarla y crear aun más tensión entre ellas. Su labio inferior rozo con su boca entreabierta, retirándola rápidamente antes de que la lican se atreviera a morder sus carnosos carmesí. Tania lamio de forma suave el labio inferior de la licántropo antes de sujetarlo con sus labios y dar el punto de partida de aquella carrera que tenía como objetivo recorrer cada centímetro del cuerpo de la otra.
El beso comenzó a ser más intenso cuando ella introdujo la lengua en su cavidad para comenzar a jugar con el contrario en una guerra de placer, que parecía buscar invadir un territorio contrario al acostumbrado, pero solamente con el propósito de calentar aun más a la otra. Los senos de Tania rozaron con los de Gianella, los de ella eran un poco mas voluptuosos, pero aun así ponía sentir la depresión de la contrario, una de sus manos llego hasta uno de ellos, sintiendo que el tamaño era más que perfecto, su mano cavia en todo su diámetro, eso le parecía más que hermoso y con atrevimiento por encima de la ropa busco los botoncitos de los senos para pellizcarlo juguetonamente.
Se separo del beso sintiendo como sus respiraciones comenzaban a agitarse cada vez más, dejo salir una leve sonrisa para luego sujetarla de la mano y caminar hacia el lado contrario de la salida. Subieron las escaleras, los cortesanos solamente sintieron la presencia de dos personas que subían como muchos lo hacían. Aunque le pareció raro que estuvieran en un lugar que no muchas veces era concurrido, no les importo y siguieron en su trabajo, mientras Tania llevaba aun mas lejos a Gianella, recorriendo paredes en donde los gemidos acostumbrados y algunos orgasmos fingidos no se escuchaban, la música parecía estar muy lejos. Sus dedos estaban entrelazando, el rostro de Tania era como el de una pequeña niña que comienza a cabo una travesura junto con su cómplice. Se habían detenido en una esquina del segundo piso, Tania rápidamente busco una escalera lo suficientemente grande como para alcanzar el techo y una puerta que se disimulaba bien. De forma ágil trepo par abrirlo y se adentro en aquel sótano oscuro pero extrañamente limpio; en ocasiones lo utilizaba para alguna reunión o juego entre cortesano, también era bueno para esconderse y dormir, por eso había una especie de colchoneta cerca del ventanal, ya que era más fresco y la luna siempre pegaba en ese lugar.
Tania espero que Gianella subiera para cerrar la puerta, no había ningún ruido parecía que nada del alboroto que estaba abajo se podría escuchar en ese lugar, por eso Tania le gustaba mucho, pues era una puerta a un lugar de tranquilidad en medio del caos –Estaremos bien aquí… me imagine que prefieres la calma antes que la jungla de gemidos en tus oídos- concluyo meneando sus caderas hasta caer en la colchoneta que estaba bañada por la luz de la luna
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Re: La Última Noche [Privado Tania, + 18]
Desde el primer instante en que la situación había dado tan particular giro, se imaginó los regaños que recibiría por parte de Jeanne por llegar, posiblemente, a altas horas de la noche, o madrugada…o incluso mañana. No le gustaba mentirle –ni a ella, ni a nadie, incluso a los que destrozaba de cuando en cuando en los callejones – pero iba a tener que inventar una excusa de camino mientras cruzaba casas y calles a costa de saltos. De cualquier forma, eso no era un problema, ya que se le ocurrían bastantes posibilidades para distraer a la anciana; y si no funcionaba, tenía su carta del triunfo: “No importa dónde estuve, lo que importa es que estoy aquí”. No tenía por qué saber que se había dado de besos con una cortesana por probablemente toda la noche.
Y por cómo iban las cosas, esa probabilidad se volvería una realidad efectiva. Ambos cuerpos se provocaban por la cercanía, siendo muy bien recibidas sus manos y pierna por el cuerpo ajeno. Las ganas de arrancarle las ropas de un tirón o la boca con un beso iban creciendo, y más aún con ese leve jugueteo previo a uno de los besos más deliciosos que recordaría después. La mujer sabía –por oficio, supuso con obviedad- cómo mover los labios de forma tan tentadora y excitante, haciéndole terminar de caer en el juego que la otra proponía. La pasión no tardó en aparecer incluida en el beso que había subido de tono mas no de velocidad, y esos sutiles toqueteos en aquel par de botones ya endurecidos hicieron gruñir a la bestia, apretando más la zona posterior que manoseaba ya desde antes, sabiéndose deseada por la cortesana. ¿Hace cuánto que no añoraba tanto a una mujer de esa forma tan vulgar, sexual e instintiva?
No lo recordaba, y con la latina pegada a ella no necesitaba hacerlo. Ahora sólo se enfocaba en ella y en las cosas que quería hacerle, ya que su lado salvaje pedía ser complacido con gemidos que se dirigieran a su persona. Sin embargo y sólo de momento, ese deseo ansioso no fue cumplido por el desconocido pero predecible plan de la cortesana, subiendo escaleras y evitando puertas aunque no sonidos, que a los oídos de la lycan resultaban más incómodos de lo que ya eran. De todos modos, aquel trasero que se movía cual serpiente al andar le tenía prendida y distraída a medias de lo demás. ¡Lo que hubiera dado por tener un miembro grande y duro en ese momento para saber lo que sentía hacerla pedazos! Aquella idea le encendió más pero la dejó de lado apenas un momento para ver y proceder ante lo que hacía Tania, subiendo hasta una especie de ático y notando de inmediato la diferencia con el resto del burdel: los ruidos ajenos se escuchaban apenas. Era un lugar ideal, aún con el hecho de que la luz de la luna diera de lleno en el improvisado suave lecho. Pensó en contenerse, pero la calentura era tal que en la oscuridad total en donde se encontraba dejó crecer sus colmillos y parte de sus uñas, suspirando silente con los ojos cerrados percibiendo el inicio de la transición del color de éstos. La mujer quería ser dominada: y ella le haría sentir sometida con todo el placer de una bestia hambrienta de sexo.
- Los únicos gemidos que me importan son los tuyos, pero debo reconocer que este lugar no está nada mal…-La hubiera hecho gritar en la pared misma o en la puerta de salida, o incluso en el suelo. Lo único que quería era poseerla y ya – Sólo espero que no te moleste…- Le dijo mientras se acercaba lentamente abriendo sus ojos azules a la luz de la luna, pero éstos tenían la pupila rasgada y un brillo peculiar – que te mire con otros ojos esta noche…-se arrodilló quedando en cuatro sobre ella, haciéndola testigo privilegiado del cambio de color a su amarillo brillante, fácilmente confundibles con los ojos de un depredador a mitad de la noche. Sonrió enseñando parte de su filosa dentadura, y sin decir nada más, tomó sus labios de una vez por todas. No iba a soltarlos en toda la noche.
Y por cómo iban las cosas, esa probabilidad se volvería una realidad efectiva. Ambos cuerpos se provocaban por la cercanía, siendo muy bien recibidas sus manos y pierna por el cuerpo ajeno. Las ganas de arrancarle las ropas de un tirón o la boca con un beso iban creciendo, y más aún con ese leve jugueteo previo a uno de los besos más deliciosos que recordaría después. La mujer sabía –por oficio, supuso con obviedad- cómo mover los labios de forma tan tentadora y excitante, haciéndole terminar de caer en el juego que la otra proponía. La pasión no tardó en aparecer incluida en el beso que había subido de tono mas no de velocidad, y esos sutiles toqueteos en aquel par de botones ya endurecidos hicieron gruñir a la bestia, apretando más la zona posterior que manoseaba ya desde antes, sabiéndose deseada por la cortesana. ¿Hace cuánto que no añoraba tanto a una mujer de esa forma tan vulgar, sexual e instintiva?
No lo recordaba, y con la latina pegada a ella no necesitaba hacerlo. Ahora sólo se enfocaba en ella y en las cosas que quería hacerle, ya que su lado salvaje pedía ser complacido con gemidos que se dirigieran a su persona. Sin embargo y sólo de momento, ese deseo ansioso no fue cumplido por el desconocido pero predecible plan de la cortesana, subiendo escaleras y evitando puertas aunque no sonidos, que a los oídos de la lycan resultaban más incómodos de lo que ya eran. De todos modos, aquel trasero que se movía cual serpiente al andar le tenía prendida y distraída a medias de lo demás. ¡Lo que hubiera dado por tener un miembro grande y duro en ese momento para saber lo que sentía hacerla pedazos! Aquella idea le encendió más pero la dejó de lado apenas un momento para ver y proceder ante lo que hacía Tania, subiendo hasta una especie de ático y notando de inmediato la diferencia con el resto del burdel: los ruidos ajenos se escuchaban apenas. Era un lugar ideal, aún con el hecho de que la luz de la luna diera de lleno en el improvisado suave lecho. Pensó en contenerse, pero la calentura era tal que en la oscuridad total en donde se encontraba dejó crecer sus colmillos y parte de sus uñas, suspirando silente con los ojos cerrados percibiendo el inicio de la transición del color de éstos. La mujer quería ser dominada: y ella le haría sentir sometida con todo el placer de una bestia hambrienta de sexo.
- Los únicos gemidos que me importan son los tuyos, pero debo reconocer que este lugar no está nada mal…-La hubiera hecho gritar en la pared misma o en la puerta de salida, o incluso en el suelo. Lo único que quería era poseerla y ya – Sólo espero que no te moleste…- Le dijo mientras se acercaba lentamente abriendo sus ojos azules a la luz de la luna, pero éstos tenían la pupila rasgada y un brillo peculiar – que te mire con otros ojos esta noche…-se arrodilló quedando en cuatro sobre ella, haciéndola testigo privilegiado del cambio de color a su amarillo brillante, fácilmente confundibles con los ojos de un depredador a mitad de la noche. Sonrió enseñando parte de su filosa dentadura, y sin decir nada más, tomó sus labios de una vez por todas. No iba a soltarlos en toda la noche.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: La Última Noche [Privado Tania, + 18]
Debía admitir que no sabía lo que hacía, en ocasiones solamente actuaba sin pensar, metiendo a una mujer, que se podría considerar su amante, pues no la consideraba como cliente, a un lugar como ese solamente que poder disfrutar y experimentar una delicia que se le había privado desde hace mucho tiempo. Solamente de dispuso a hacerlo, pues su cuerpo ya estaba caliente, los fluidos de su entrepierna comenzaba a salir, mojando aquella fina panty que la acompañaba. Su vestimenta no era del otro mundo, tenía un vestido negro provocativo por la desnudez de sus hombres, largo pero con una abertura lo suficientemente larga para ver las piernas tostadas de la latina. Sentía que sus senos comenzaban a hincharse y sus dos botones se ponían duros y comenzaban a tener un color rosado, tierno y dulzón.
Se sintió complacida, una sonrisa revelo mientras veía como la joven se acercaba cerca de ella. Fueron unos segundos extraños, tenía una imagen en su mente de cómo era la mujer que en la oscuridad se ocultaba pero que poco a poco salía de los brazos de la tiniebla para aparecer nuevamente ante sus ojos. -¿Gianella?- susurro al notar los rasgos de la Gianella común desaparecer, distorsionándose, eliminándose de aquel cuerpo que parecía sufrir una metamorfosis, quiso retroceder por aquella impresión al ver aquellos ojos diferentes, ya había estado acostumbrado al color suave y hermoso de la cantinera, pero ahora tenían un extraño brillo y no parecía nada humano. Encontró al final aquel cambio de ojos mientras ella no podría articular ni una sola palabra, estaba totalmente sorprendida. Pensaba que el calor que de su cuerpo emanaba era solamente algo peculiar en ella y mas por el coqueteo inicial que habían estado pasando minutos atrás.
Sintió sus labios ser atrapados por los de ella, entrecerró sus ojos, aprontándolo de forma casi temerosa, pero pronto comprendió que su lengua deseaba juguetear con la de ella, había cambiado su aspecto, pero era la misma Gianella Massone que había conocido meses atrás, pronto sus ojos comenzaron a suavizarse, su cuerpo dejo de tensarse y su rostro se volvió neutro, solamente con un poco de sangre subiendo a su rostro se podía apreciar. Abrió mas la boca para volver a sentir los labios dulces y simplemente adictivos de la mujer, pronto pudo sentir como sus piernas comenzaban a moverse, deseando aun mas de aquella mujer que parecía tener más de un secreto que contar.
Aun estaba de cierta forma con miedo a lo que pasara, sus manos se fueron deslizando como serpientes hasta la cintura de ella para acariciar la tersa piel de esta y seguir recorriendo hasta poder quitársela, prácticamente arrancársela de su cuerpo mientras los senos de ella quedaban al aire, pudo apreciar por su tacto que también estaban duros como los de ella, tuvo que contenerse para no aferrarse a ellos con sus labios, pero deseaba probar aquellas dos peras que estaban tentándola, se limito a acariciarlas moviéndolas con suavidad y dulzura, sin quitarle aquella rudeza, pues hincaba sus uñas de vez en cuando. Abrió las piernas para que la rodilla de ella tocara su entrepierna y pudiera sentir el calor que de esta salía.
Se sintió complacida, una sonrisa revelo mientras veía como la joven se acercaba cerca de ella. Fueron unos segundos extraños, tenía una imagen en su mente de cómo era la mujer que en la oscuridad se ocultaba pero que poco a poco salía de los brazos de la tiniebla para aparecer nuevamente ante sus ojos. -¿Gianella?- susurro al notar los rasgos de la Gianella común desaparecer, distorsionándose, eliminándose de aquel cuerpo que parecía sufrir una metamorfosis, quiso retroceder por aquella impresión al ver aquellos ojos diferentes, ya había estado acostumbrado al color suave y hermoso de la cantinera, pero ahora tenían un extraño brillo y no parecía nada humano. Encontró al final aquel cambio de ojos mientras ella no podría articular ni una sola palabra, estaba totalmente sorprendida. Pensaba que el calor que de su cuerpo emanaba era solamente algo peculiar en ella y mas por el coqueteo inicial que habían estado pasando minutos atrás.
Sintió sus labios ser atrapados por los de ella, entrecerró sus ojos, aprontándolo de forma casi temerosa, pero pronto comprendió que su lengua deseaba juguetear con la de ella, había cambiado su aspecto, pero era la misma Gianella Massone que había conocido meses atrás, pronto sus ojos comenzaron a suavizarse, su cuerpo dejo de tensarse y su rostro se volvió neutro, solamente con un poco de sangre subiendo a su rostro se podía apreciar. Abrió mas la boca para volver a sentir los labios dulces y simplemente adictivos de la mujer, pronto pudo sentir como sus piernas comenzaban a moverse, deseando aun mas de aquella mujer que parecía tener más de un secreto que contar.
Aun estaba de cierta forma con miedo a lo que pasara, sus manos se fueron deslizando como serpientes hasta la cintura de ella para acariciar la tersa piel de esta y seguir recorriendo hasta poder quitársela, prácticamente arrancársela de su cuerpo mientras los senos de ella quedaban al aire, pudo apreciar por su tacto que también estaban duros como los de ella, tuvo que contenerse para no aferrarse a ellos con sus labios, pero deseaba probar aquellas dos peras que estaban tentándola, se limito a acariciarlas moviéndolas con suavidad y dulzura, sin quitarle aquella rudeza, pues hincaba sus uñas de vez en cuando. Abrió las piernas para que la rodilla de ella tocara su entrepierna y pudiera sentir el calor que de esta salía.
Tania Fernandez- Prostituta Clase Baja
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Re: La Última Noche [Privado Tania, + 18]
Pudo percibir el miedo y el temor en sus ojos cuando le vio en aquella variación, todos reaccionaban frente a ello, aunque de distintas formas y no con tanta evidencia, según el caso. Algunos se quedaban en silencio, reflexionando para sus adentros, otros observaban boquiabiertos como si les hubieran robado el habla y la respiración; y también había un porcentaje que huía despavorido como si el mero cambio significase su muerte –lo que a veces era cierto, sobretodo con los ladrones y policías novatos más novatos-, y otro porcentaje más extraño que eran los que se quedaban viéndola como un proceso de metamorfosis de un insecto, lo que les deleitaba. Y por supuesto estaban los que no hacían nada, que generalmente eran los sobrenaturales. Al menos Tania había reaccionado dentro de su largo abanico de posibilidades, y lo mejor de todo es que empezó a responder bastante pronto, aparentemente dándose cuenta que las únicas cosas que habían cambiado eran parte de su cuerpo y su mente. El deseo por ella seguía allí, eso si, acrecentándose a cada segundo en que aquellas bocas danzaban pegadas como en un baile romántico.
Y como el preámbulo de una locomotora al acelerar, las manos de una y otra fueron trabajando en intenciones similares, siendo la primera “victima” la camisa de la Loba, la cual voló a un rincón de la habitación dejando al descubierto la mitad superior de ese cuerpo tan atípico para una mujer relativamente normal de la época, con la ya característica depresión en su pecho y con la musculatura tan marcada producto de los ya varios años con la maldición de la Luna en el cuerpo y por el ejercicio que nunca dejaba ni había dejado de hacer. Una blasfemia para el gusto masculino, pero un imán para las damas, quienes después de verla siempre terminaban dudando de sus preferencias sexuales. Era una atracción innegable, y que a Gianella incluso a veces le molestó, ya que las que más se le acercaban para una noche de pasión eran, precisamente, vampiras y cortesanas. De lo que más odiaba y que ahora tenía debajo suyo en ese improvisado colchón que les servía de cama, acariciándole los pezones con habilidad, arrancándole unos jadeos animalizados de la boca.
Al notar aquella sugerente y a la vez tentadora humedad con la rodilla, decidió que era hora de ir igualando la cuenta en cuanto a prendas y a la vez tomar la delantera en respuestas, separando para ello sus bocas que pedían contra sus voluntades un poco de aire. No podía esconder los colmillos aunque quisiera a causa de la luz lunar, pero eso al parecer no parecía molestar a la mujer que continuaba acariciándola incrementando su ya altísima líbido. Le sonrió con esa confianza-arrogancia tan propia de ella y bajó los labios al cuello, besándolo y lamiéndolo de tal forma que la latina no podía no ladear la cabeza para dejarle más espacio. Y en cuanto lo hizo comenzó con ese ritual que tanto le gustaba, degustando esa tersa y tostada piel a lo largo con lamidas de arriba abajo mientras su rodilla hacía algo más de presión y sus manos masajeaban aquellas bellas protuberancias que el escote poco dejaba a la imaginación, percibiendo esa “agradable” humedad crecer y haciéndole sentir más deseada aún e incrementando sus ya profundas respiraciones, las que detenía a ratos con leves mordiscos en la porción de piel que ya estaba atacando – Ya estás tan mojada…-le susurró subiendo lentamente hasta su oído, mordisqueando su lóbulo de manera coqueta, como lo haría alguien más “felino” – No sabes cuánto me pone eso…-suspiró en su piel y una idea pervertida –para variar- cruzó su mente. No tardó en ejecutarla.
Los papeles cambiaron con la rapidez de que los cuerpos fueron volteados, y ahora la cortesana de rasgos latinos era la que estaba encima de la italiana de tez blanca. Sin embargo, la presión de la rodilla continuaba al igual que la cercanía de sus cuerpos, sumándole a eso un auténtico manoseo a sus bondades traseras. Sus uñas apenas resistían las ganas de desgarrar su ropa de manera salvaje, pero deseaba que la fantasía fuera cumplida – Tú decides…o te desnudas bailando para mí...o te desgarro la ropa...-Dijo y besó su mentón lentamente, mirándole de reojo aún con los labios en esa zona. Era increíble el no verla como una bestia al acecho.
Y como el preámbulo de una locomotora al acelerar, las manos de una y otra fueron trabajando en intenciones similares, siendo la primera “victima” la camisa de la Loba, la cual voló a un rincón de la habitación dejando al descubierto la mitad superior de ese cuerpo tan atípico para una mujer relativamente normal de la época, con la ya característica depresión en su pecho y con la musculatura tan marcada producto de los ya varios años con la maldición de la Luna en el cuerpo y por el ejercicio que nunca dejaba ni había dejado de hacer. Una blasfemia para el gusto masculino, pero un imán para las damas, quienes después de verla siempre terminaban dudando de sus preferencias sexuales. Era una atracción innegable, y que a Gianella incluso a veces le molestó, ya que las que más se le acercaban para una noche de pasión eran, precisamente, vampiras y cortesanas. De lo que más odiaba y que ahora tenía debajo suyo en ese improvisado colchón que les servía de cama, acariciándole los pezones con habilidad, arrancándole unos jadeos animalizados de la boca.
Al notar aquella sugerente y a la vez tentadora humedad con la rodilla, decidió que era hora de ir igualando la cuenta en cuanto a prendas y a la vez tomar la delantera en respuestas, separando para ello sus bocas que pedían contra sus voluntades un poco de aire. No podía esconder los colmillos aunque quisiera a causa de la luz lunar, pero eso al parecer no parecía molestar a la mujer que continuaba acariciándola incrementando su ya altísima líbido. Le sonrió con esa confianza-arrogancia tan propia de ella y bajó los labios al cuello, besándolo y lamiéndolo de tal forma que la latina no podía no ladear la cabeza para dejarle más espacio. Y en cuanto lo hizo comenzó con ese ritual que tanto le gustaba, degustando esa tersa y tostada piel a lo largo con lamidas de arriba abajo mientras su rodilla hacía algo más de presión y sus manos masajeaban aquellas bellas protuberancias que el escote poco dejaba a la imaginación, percibiendo esa “agradable” humedad crecer y haciéndole sentir más deseada aún e incrementando sus ya profundas respiraciones, las que detenía a ratos con leves mordiscos en la porción de piel que ya estaba atacando – Ya estás tan mojada…-le susurró subiendo lentamente hasta su oído, mordisqueando su lóbulo de manera coqueta, como lo haría alguien más “felino” – No sabes cuánto me pone eso…-suspiró en su piel y una idea pervertida –para variar- cruzó su mente. No tardó en ejecutarla.
Los papeles cambiaron con la rapidez de que los cuerpos fueron volteados, y ahora la cortesana de rasgos latinos era la que estaba encima de la italiana de tez blanca. Sin embargo, la presión de la rodilla continuaba al igual que la cercanía de sus cuerpos, sumándole a eso un auténtico manoseo a sus bondades traseras. Sus uñas apenas resistían las ganas de desgarrar su ropa de manera salvaje, pero deseaba que la fantasía fuera cumplida – Tú decides…o te desnudas bailando para mí...o te desgarro la ropa...-Dijo y besó su mentón lentamente, mirándole de reojo aún con los labios en esa zona. Era increíble el no verla como una bestia al acecho.
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Re: La Última Noche [Privado Tania, + 18]
¿Quién la podía culpar por el miedo que sentía? Nadie, es más, tal vez la podrían catalogar como una persona valiente o loca, pero la verdad poco le importaba, las sensaciones de miedo o algo parecido comenzaban a desvanecerse cada vez mas mientras seguían en aquel proceso extraño que era el juego sexual, aquello solamente había vuelto a crear un nuevo condimento a aquella extraña situación, que ya hasta hace unos segundos era más que ridículo, pero ahora se volvía inexplicable. El cuerpo de Gianella era interesante, no era una piel practica y común de una dama, se veía marcada por los años, por las luchas que tuvo que sufrir, tal vez para ella era un recordatorio de sus batallas pasadas, de las ganadas y de las perdidas, en los hombres era excitante ver aquellos signos de madurez en los cuerpos, pero aun mas, verlos en una mujer, que se podría decir, que había ganado muchas cosas más que un hombre.
Siempre había un momento en todo acto sexual que las corrientes que recorrían todo su cuerpo le parecían insoportables y hasta vulgares, pues eran choques eléctricos de forma desordenada y con diferente intensidades, que ella quedaba perdida por unos segundos, pero luego se acostumbraba a aquella información que solamente provocaba que su humedad aumentara y su clítoris comenzara a hincharse cada vez mas. Ya podía sentir como su intimidad estaba tan humedad que los jugos salían, desliándose por sus muslos. Su pierna era presionada por la rodilla de la mujer, rozando descuidadamente el clítoris ya hincado y deseoso de atención, no pudo evitar que ya varios gemidos salieran de sus labios rozados y ya sin el color notable que siempre se ponía. Su cabellera desordenada caía como cascada de hojas marchitas. El calor de sus manos cubría sus senos aun cubiertos por aquella fina tela que comenzaba a estorbar cada vez más. Dejo salir una pequeña risilla mientras ella seguía en lo suyo.
Rápidamente la licántropo la volteo, quedando encima de ella, rápidamente se acomodo entre sus caderas con una sonrisilla picara y a la vez curiosa de saber que tenía en la mente aquella mujer, pues se veía en sus ojos que deseaba hacer algo, sonrió ampliamente dejándose hacer con todas aquellas caricias que la ponían cada vez más caliente, sujeto su rostro con aquella dos finas manos para acercarse y lamerle los labios, lenta y sensualmente, dejándolos abiertos, pero solamente saboreando el contorno de ellos –Esta bien- susurro haciendo que su aliento chocase con los labios húmedos de la mujer. Se levanto dándole la mano para que ella se sentara en aquella improvisada cama. Movió sus caderas al ritmo de una canción que resonaba en su cabeza, dio un pequeño giro que hizo que su cabellera se viera como un pequeño manto, rápidamente se quito algunos mechones que había quedado en la cara para luego mover sus pies hacia adelante, danzante, dando unos pequeños saltos acaricio el hombro de Gianella para luego recorrer su hombro hasta que sus manos se tocaron, pero así como fue, así se retiro rápidamente dándole la espalda mientras sus pies daban pequeños saltos y su caderas se movían de aquí y allá, mostrando la sensualidad total de todo aquel cuerpo. Luego de unos segundos, uno de sus tirantes fue bajado, para luego el otro también tener el mismo destino, camino tres pasos y rápidamente el vestido perdió contra la gravedad y cayó al piso, dejándola completamente desnuda.
Se alzo de hombros sonriendo con picardía mientras sus pasos se acercaban cada vez más a donde estaba Gianella esperándola con aquella mirada lasciva que tal vez ella también tenía en esos momentos. Acomodo sus cabellos hacia un lado, mientras se sentaba entre sus piernas, aferrándose a su cuello, como si ella fuera algún naufrago buscando refugio en algo que la pudiera mantener a flote. Debía admitir que podría estar agarrándole un poco de cariño, aunque Gianella solamente era otro capricho más de la latina, ahora ella comenzaba a sentir que era algo más que sexo, tal vez por la apariencia extraña de la joven, que lo volvía un acto totalmente diferente a lo acostumbrado.
Siempre había un momento en todo acto sexual que las corrientes que recorrían todo su cuerpo le parecían insoportables y hasta vulgares, pues eran choques eléctricos de forma desordenada y con diferente intensidades, que ella quedaba perdida por unos segundos, pero luego se acostumbraba a aquella información que solamente provocaba que su humedad aumentara y su clítoris comenzara a hincharse cada vez mas. Ya podía sentir como su intimidad estaba tan humedad que los jugos salían, desliándose por sus muslos. Su pierna era presionada por la rodilla de la mujer, rozando descuidadamente el clítoris ya hincado y deseoso de atención, no pudo evitar que ya varios gemidos salieran de sus labios rozados y ya sin el color notable que siempre se ponía. Su cabellera desordenada caía como cascada de hojas marchitas. El calor de sus manos cubría sus senos aun cubiertos por aquella fina tela que comenzaba a estorbar cada vez más. Dejo salir una pequeña risilla mientras ella seguía en lo suyo.
Rápidamente la licántropo la volteo, quedando encima de ella, rápidamente se acomodo entre sus caderas con una sonrisilla picara y a la vez curiosa de saber que tenía en la mente aquella mujer, pues se veía en sus ojos que deseaba hacer algo, sonrió ampliamente dejándose hacer con todas aquellas caricias que la ponían cada vez más caliente, sujeto su rostro con aquella dos finas manos para acercarse y lamerle los labios, lenta y sensualmente, dejándolos abiertos, pero solamente saboreando el contorno de ellos –Esta bien- susurro haciendo que su aliento chocase con los labios húmedos de la mujer. Se levanto dándole la mano para que ella se sentara en aquella improvisada cama. Movió sus caderas al ritmo de una canción que resonaba en su cabeza, dio un pequeño giro que hizo que su cabellera se viera como un pequeño manto, rápidamente se quito algunos mechones que había quedado en la cara para luego mover sus pies hacia adelante, danzante, dando unos pequeños saltos acaricio el hombro de Gianella para luego recorrer su hombro hasta que sus manos se tocaron, pero así como fue, así se retiro rápidamente dándole la espalda mientras sus pies daban pequeños saltos y su caderas se movían de aquí y allá, mostrando la sensualidad total de todo aquel cuerpo. Luego de unos segundos, uno de sus tirantes fue bajado, para luego el otro también tener el mismo destino, camino tres pasos y rápidamente el vestido perdió contra la gravedad y cayó al piso, dejándola completamente desnuda.
Se alzo de hombros sonriendo con picardía mientras sus pasos se acercaban cada vez más a donde estaba Gianella esperándola con aquella mirada lasciva que tal vez ella también tenía en esos momentos. Acomodo sus cabellos hacia un lado, mientras se sentaba entre sus piernas, aferrándose a su cuello, como si ella fuera algún naufrago buscando refugio en algo que la pudiera mantener a flote. Debía admitir que podría estar agarrándole un poco de cariño, aunque Gianella solamente era otro capricho más de la latina, ahora ella comenzaba a sentir que era algo más que sexo, tal vez por la apariencia extraña de la joven, que lo volvía un acto totalmente diferente a lo acostumbrado.
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Re: La Última Noche [Privado Tania, + 18]
No tenía la habilidad de leer mentes como sus rivales literalmente eternos, pero de alguna forma – intuición, o tal vez su tan odiado y a la vez amado instinto- supuso y acertó a lo que sucedió a continuación. Se sentó de piernas abiertas y flexionadas con ayuda de la latina como su manera ya inconsciente de desafiar la sutileza y elegancia femenina imperante y observó detenidamente cada movimiento y cada contorneo, cada roce que le hacía morderse el labio inferior con insistencia por el deseo que le costaba contener desde lo más profundo de su caliente instinto, ya que detrás de la tela del pantalón su propia humedad ya había salido sin permiso. Su rostro denotaba un disfrute inmenso, y a medida que tenía más piel a disposición de sus ojos amarillos, su lengua se revolvía alrededor de sus labios imaginando qué le haría a esa espalda y a ese trasero de infarto. Era una fantasía hecha realidad que bien hubiera deseado algún usuario más frecuente del burdel – aunque cualquiera era más frecuente que ella -, y ella lo estaba consiguiendo con el lujo que quizás podía pagar solamente alguna persona con mejores condiciones. Pero ahí estaba ella, con aquella bomba sexual aferrada a su cuello pudiendo hacerle lo que sus deseos más oscuros y lujuriosos le dictasen.
- Supuse que no querrías que te rompiera el vestido…-le dijo al oído aprovechando la cercanía, bajando las manos por su espalda disfrutando de los roces entre sus senos que por fin podían tocarse y besarse sin telas que pudieran obstruirles. – Aún así…- las nalgas ajenas fueron apresadas por sus manos engarradas, cuidando de que las uñas no dejaran marcas que durasen demasiado tiempo plasmadas en su piel, no podía “dañar la mercancía” por mucho que lo quisiera – Lo he disfrutado mucho, y deseo más de ti…- Un nuevo beso en el cuello y la mano derecha se metió por la zona baja de ambas hasta aquellos terrenos más húmedos pertenecientes a la cortesana, rozando aquella hinchada protuberancia delicadamente con dos dedos unos instantes, bajando luego hasta su entrepierna para tantearla con la habilidad que daba la experiencia, paseándolos de arriba abajo en toda su extensión con una lentitud que poco contribuía a controlar su ansiedad, porque de ser por su bestia interna ya le estaría sacando el cuarto orgasmo contra la pared del pasillo. Jadeó de pura impaciencia e introdujo apenas la mitad del dedo corazón dentro suyo, sintiéndose recibida con honores mojados y ardientes, moviéndolo con mucha rapidez pero sin aumentar o reducir el tamaño de esa intromisión – Deseo escucharte toda la noche, gimiendo mi nombre hasta que te quedes sin voz…- Gruñió posesiva y rozó sus labios con los de ella una vez más, lamiéndole el labio inferior antes de atraparlo entre los suyos en una succión tan sutil como insinuante que tenía intenciones mucho más profundas…igual que su dedo.
- Supuse que no querrías que te rompiera el vestido…-le dijo al oído aprovechando la cercanía, bajando las manos por su espalda disfrutando de los roces entre sus senos que por fin podían tocarse y besarse sin telas que pudieran obstruirles. – Aún así…- las nalgas ajenas fueron apresadas por sus manos engarradas, cuidando de que las uñas no dejaran marcas que durasen demasiado tiempo plasmadas en su piel, no podía “dañar la mercancía” por mucho que lo quisiera – Lo he disfrutado mucho, y deseo más de ti…- Un nuevo beso en el cuello y la mano derecha se metió por la zona baja de ambas hasta aquellos terrenos más húmedos pertenecientes a la cortesana, rozando aquella hinchada protuberancia delicadamente con dos dedos unos instantes, bajando luego hasta su entrepierna para tantearla con la habilidad que daba la experiencia, paseándolos de arriba abajo en toda su extensión con una lentitud que poco contribuía a controlar su ansiedad, porque de ser por su bestia interna ya le estaría sacando el cuarto orgasmo contra la pared del pasillo. Jadeó de pura impaciencia e introdujo apenas la mitad del dedo corazón dentro suyo, sintiéndose recibida con honores mojados y ardientes, moviéndolo con mucha rapidez pero sin aumentar o reducir el tamaño de esa intromisión – Deseo escucharte toda la noche, gimiendo mi nombre hasta que te quedes sin voz…- Gruñió posesiva y rozó sus labios con los de ella una vez más, lamiéndole el labio inferior antes de atraparlo entre los suyos en una succión tan sutil como insinuante que tenía intenciones mucho más profundas…igual que su dedo.
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Re: La Última Noche [Privado Tania, + 18]
¿Para qué tener ropa si no habíamos nacido con ella? Tania se estremeció con el simple roce de sus manos en la espalda, dejo salir una sonrisa, que era normal en ella cuando comenzaba a sentirse bien. Sus caricias eran rudas, estaba acostumbradas a ellas, pero aun así tenía la sensación de estar siendo tocada por una mujer, pues siempre esta sabia donde tocar a otra, eso era lo divertido de tener alguien de tu mismo sexo tan cerca te ti. Relamió sus labios mientras Gianella hablaba, una risilla se pronuncio mientras besaba el cuello de la cortesana. Su cuerpo se estremeció, sintió el calor emanado por la mano de aquella mujer entrar en su zona más intima. ¡Qué sensación más excitante! Su humedad creció solamente con sentir su mano cerca de ella y ni siquiera había comenzado realmente el juego.
Sintió una corriente correr por todo su cuerpo, dejo salir un leve gemido mientras sentía como aquellos dos dedos, se aferro más a su cuello mientras su rostro se ocultaba en este y comenzaba ella misma a mordisquear aquella piel, buscando algún lugar, aquel punto en donde la licántropo comenzara también a estremecerse. Ella parecía interesada mas en llegar completamente a la entrada de la cortesana en donde estaba naciendo los fluidos dulces de aquel cuerpo lujurioso que entre más tiempo pasaba mas estaba deseando poder saborear también los fluidos de aquella mujer. El dedo de Gianella fue introducido y las piernas de la cortesana se estremecieron y por poco cedieron sus rodillas pero se mantuvo en la misma posición disfrutando los movimientos de aquel dedo.
-ahh- su cabeza se fue hacia atrás mientras escuchaba aquellas palabras que comenzaban a excitarla aun mas salían de la boca de su amante por esa noche, sus caderas se comenzaban a mover de forma inconsciente mientras sus labios eran atrapados nuevamente por los otros labios que parecían estar deseosos de perderse entre la lujuriosa lengua de la cortesana –Ah.. Gianella- susurro de forma erótica, para complacer las demandas de la contraria mientras su cuerpo se movía de forma inconsciente hacia lo que mas quería que era sentir un gran placer explotando dentro de ella. ¿Lo estaba encontrando? A cada segundo que pasaba y sentía el roce de sus paredes estaba mas cerca de el.
Sintió una corriente correr por todo su cuerpo, dejo salir un leve gemido mientras sentía como aquellos dos dedos, se aferro más a su cuello mientras su rostro se ocultaba en este y comenzaba ella misma a mordisquear aquella piel, buscando algún lugar, aquel punto en donde la licántropo comenzara también a estremecerse. Ella parecía interesada mas en llegar completamente a la entrada de la cortesana en donde estaba naciendo los fluidos dulces de aquel cuerpo lujurioso que entre más tiempo pasaba mas estaba deseando poder saborear también los fluidos de aquella mujer. El dedo de Gianella fue introducido y las piernas de la cortesana se estremecieron y por poco cedieron sus rodillas pero se mantuvo en la misma posición disfrutando los movimientos de aquel dedo.
-ahh- su cabeza se fue hacia atrás mientras escuchaba aquellas palabras que comenzaban a excitarla aun mas salían de la boca de su amante por esa noche, sus caderas se comenzaban a mover de forma inconsciente mientras sus labios eran atrapados nuevamente por los otros labios que parecían estar deseosos de perderse entre la lujuriosa lengua de la cortesana –Ah.. Gianella- susurro de forma erótica, para complacer las demandas de la contraria mientras su cuerpo se movía de forma inconsciente hacia lo que mas quería que era sentir un gran placer explotando dentro de ella. ¿Lo estaba encontrando? A cada segundo que pasaba y sentía el roce de sus paredes estaba mas cerca de el.
Tania Fernandez- Prostituta Clase Baja
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Re: La Última Noche [Privado Tania, + 18]
Su corazón bombeaba con fuerza, y el aire se hacía esquivo a ratos a pesar de las bocanadas similares a quien hubiera estado mucho tiempo bajo el agua. Sin haber tomado plena consciencia de lo que hacía por el maravilloso gusto de dejarse llevar por el momento, su dedo se replegaba y se estiraba con autoridad en el interior de la cortesana completamente empapado por los fluidos que incluso manchaban parte de su mano, incrementando el hambre de aquella bestia que ya había salido a medias en la masculina figura de la licántropa y que sin embargo sería retenida allí con mucha más fuerza que antes. La calentura era enorme, pero no había necesidad de un exceso de sangre, ni mucho menos proveniente de un cuerpo muerto sobre el colchón. Sólo buscaba complacer a costa de su propio placer, y lo estaba consiguiendo con creces: la latina buscaba más contacto y profundidad de su dedo ayudándose de unos gemidos que liberarían los bajos instintos de cualquiera. Y lo bueno de todo aquello parecía ser que su sometida realmente lo disfrutaba, a juzgar por sus gemidos hipnotizantes y sus jadeos que daban cuenta de la falta de aire de la cortesana. No era algo fingido para conseguir más dinero o una tontería de ese tipo. ¿Qué motivación había en ser falsa en un momento así?
Los movimientos de la mujer de voluptuosa delantera se asemejaban a una cabalgata mucho más erótica y sexual que lo esperado, y eso fue retribuido con un segundo dedo que reseteó el ritmo y patrón de penetración, incrementando su propio placer pasivo por la mera –y excitante- visión que tenía de forma tan privilegiada. – Empiezo a entender…por qué cobras tan caro…- Le susurró antes de fundir sus labios con los de ella en un fogoso beso que sin embargo duró unos segundos, efímeros como los gemidos de ambas pero permanentes en sus recuerdos de corto y seguramente mediano y largo plazo. – Hubiera sido una idiota si te rechazaba – Se sinceró mientras la mano libre iba a la cintura para rodearla cual cuerda y haciendo gala de su fuerza superior se levantó sosteniéndola en cuclillas para redepositar su espalda en el colchón. – Y ahora voy a... aprovechar este momento…- terminó anunciando para luego amortiguar su inclinación con aquellas dos esferas cuyos contrastes causaban deliciosos roces al contacto con su torso, incitando al estímulo de su lengua. Reintrodujo los dedos en una arremetida tan posesiva como el beso que vino después, provocando el húmedo jugueteo entre sus lenguas que terminaba por encenderla al punto de pensar en cosas que sólo su forma más poderosa haría pero que de inmediato reprimía y dejaba sólo como una idea que reemplazaría por varios orgasmos a su manera. Su cuerpo se comenzó a mover de forma que pareció automática, y guiada por su instinto reproductivo la fricción tomó una morbosa dirección adelante-atrás, que de haber mediado una figura masculina entre sus piernas se hubiera multiplicado en intensidad.
¿Pero quién era el que aseguraba tal falacia?
Los movimientos de la mujer de voluptuosa delantera se asemejaban a una cabalgata mucho más erótica y sexual que lo esperado, y eso fue retribuido con un segundo dedo que reseteó el ritmo y patrón de penetración, incrementando su propio placer pasivo por la mera –y excitante- visión que tenía de forma tan privilegiada. – Empiezo a entender…por qué cobras tan caro…- Le susurró antes de fundir sus labios con los de ella en un fogoso beso que sin embargo duró unos segundos, efímeros como los gemidos de ambas pero permanentes en sus recuerdos de corto y seguramente mediano y largo plazo. – Hubiera sido una idiota si te rechazaba – Se sinceró mientras la mano libre iba a la cintura para rodearla cual cuerda y haciendo gala de su fuerza superior se levantó sosteniéndola en cuclillas para redepositar su espalda en el colchón. – Y ahora voy a... aprovechar este momento…- terminó anunciando para luego amortiguar su inclinación con aquellas dos esferas cuyos contrastes causaban deliciosos roces al contacto con su torso, incitando al estímulo de su lengua. Reintrodujo los dedos en una arremetida tan posesiva como el beso que vino después, provocando el húmedo jugueteo entre sus lenguas que terminaba por encenderla al punto de pensar en cosas que sólo su forma más poderosa haría pero que de inmediato reprimía y dejaba sólo como una idea que reemplazaría por varios orgasmos a su manera. Su cuerpo se comenzó a mover de forma que pareció automática, y guiada por su instinto reproductivo la fricción tomó una morbosa dirección adelante-atrás, que de haber mediado una figura masculina entre sus piernas se hubiera multiplicado en intensidad.
¿Pero quién era el que aseguraba tal falacia?
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: La Última Noche [Privado Tania, + 18]
Los dos cuerpos uniéndose, el calor de un contrario era lo que más llamaba su atención al momento de estar con alguien, su respiración era jadeante, se movía de forma un poco torpe mientras sentía como su cuerpo era llenado de tal excitación que dejaba su mente algo nublada, comenzaba a perderse entre la pasión recia que estaba naciendo entre las dos y la llegada de un posible orgasmo prematuro. Sus gemidos eran suaves, buscaba que solamente los disfrutara su compañera, no necesitaba que estos se mezclaran con los que estaban siendo fingidos más allá de las paredes. Sus caderas parecían moverse de forma instintiva, buscando profundidad, su cuerpo se estremecía al sentir como las yemas de los dedos del contrario llegaban a aquel punto exacto que le ayudaba a seguir lubricando, sus mejillas comenzaban a tener un color rojizo, sus senos duros, también tenía cierto color carmesí, era la sangre que subía y le daba un color distinto que pocos podían apreciar.
No era una puta que buscaba cualquier cliente, tenía personas selectas, ella era la que elegía, pocas veces el cliente la seleccionaba a ella. Había vivido ya aquello, era notable en la cama lo sumisa que podría ser, como también aquel deseo de ser la que mandaba. Pero todo se decidía cuando las energías se encontraban, todo aquello decía quien era el que mandaría en aquel lugar, el más fuerte reinaría mientras el más débil aceptaría su posición. Sonrió suavemente, con sus ojos entrecerrados, buscando evitar gemir, manteniendo el labio inferior aprisionado por sus dientes, pero era casi imposible para ella, una tarea que no podría cumplir. Era algo simplemente reaccionario, los movimientos animales de cada persona en buscar un placer máximo, los humanos habían encontrado aquello tan placentero, tan adictivo que buscaron retorcerlo para así llegar a aquello en que habían estado comenzando desde el momento que Tania puso los ojos en aquella mujer de cabellos cortos y mirada misteriosa.
La fornicación, no le importaba si era un pecado mortal. Sentir el ardiente beso que hacía que sus labios se humedecieran y más abajo también, le decía que a la contraria tampoco le importaba mucho lo que alguna religión por allí digiera lo tan malo que hacían. Tal vez aquello la encendía aun mas, sentir que estaba en una situación que prohibían. Para ella era cotidiano, su trabajo, tranquilamente se acostumbraba a su vida, pero cada cliente tenía una forma de tener sexo y ella como artista corporal, en las sabanas debía amoldarse a la personalidad de cada uno. Se aferro a su cuello, sentía la necesidad de sentirse satisfecha, su piel estaba erizada, con todo lo que había llegado a tener en ese momento.
-Ahg…- gimió sintiéndose complacida con las palabras de la mujer. Podía percibir el colchón en su espalda, la suavidad de este abrazándola y manteniéndola segura, mientras Gianella seguía con su juego de dedos. Nuevamente sus bocas se encontraron y como si fuera la primera vez, se saludaron fogosamente, sin que ningún pensamiento de detener se les viniera a la mente, Tania se aferraba, como si fuera un naufrago a lo único que le mantenía a flote, apegándose a ella, mezclando sus fluidos corporales mientras sus caderas se movían al ritmo de la orquesta. Su mano se deslizo hasta poder llegar a la espalda de la contraria en donde busco hincar suavemente sus uñas hasta bajar y sentir como la carne de las nalgas llegaban a ser poseídas por sus uñas. Sus manos también buscaron adentrarse al interior de ella, abrió las piernas aun mas, dejando que la otra se introdujera entre ellas mientras su mano se deslizaba por la cintura y escalaba con facilidad el monte de Venus hasta llegar al cáliz humedecido de la contrario.
Se adentro a la humedad, sentía aun más excitación, se estremeció solo al sentir que el calor que emitía el sexo de Gianella, se aparto un poco de sus labios, para jadear suavemente, mientras un pequeño gemido salía de ella mientras que dos de sus dedos rasguñan aquel interior suave y rosado, con rapidez ella comenzó a marcar el ritmo y las caderas contrarias a responder, pronto sus dedos salieron de aquella cueva para poder atrapar entre sus dedos aquel pequeño botón que se veía entumecido por las corrientes eléctricas que llegaban por la excitación que mutuamente se daban.
No era una puta que buscaba cualquier cliente, tenía personas selectas, ella era la que elegía, pocas veces el cliente la seleccionaba a ella. Había vivido ya aquello, era notable en la cama lo sumisa que podría ser, como también aquel deseo de ser la que mandaba. Pero todo se decidía cuando las energías se encontraban, todo aquello decía quien era el que mandaría en aquel lugar, el más fuerte reinaría mientras el más débil aceptaría su posición. Sonrió suavemente, con sus ojos entrecerrados, buscando evitar gemir, manteniendo el labio inferior aprisionado por sus dientes, pero era casi imposible para ella, una tarea que no podría cumplir. Era algo simplemente reaccionario, los movimientos animales de cada persona en buscar un placer máximo, los humanos habían encontrado aquello tan placentero, tan adictivo que buscaron retorcerlo para así llegar a aquello en que habían estado comenzando desde el momento que Tania puso los ojos en aquella mujer de cabellos cortos y mirada misteriosa.
La fornicación, no le importaba si era un pecado mortal. Sentir el ardiente beso que hacía que sus labios se humedecieran y más abajo también, le decía que a la contraria tampoco le importaba mucho lo que alguna religión por allí digiera lo tan malo que hacían. Tal vez aquello la encendía aun mas, sentir que estaba en una situación que prohibían. Para ella era cotidiano, su trabajo, tranquilamente se acostumbraba a su vida, pero cada cliente tenía una forma de tener sexo y ella como artista corporal, en las sabanas debía amoldarse a la personalidad de cada uno. Se aferro a su cuello, sentía la necesidad de sentirse satisfecha, su piel estaba erizada, con todo lo que había llegado a tener en ese momento.
-Ahg…- gimió sintiéndose complacida con las palabras de la mujer. Podía percibir el colchón en su espalda, la suavidad de este abrazándola y manteniéndola segura, mientras Gianella seguía con su juego de dedos. Nuevamente sus bocas se encontraron y como si fuera la primera vez, se saludaron fogosamente, sin que ningún pensamiento de detener se les viniera a la mente, Tania se aferraba, como si fuera un naufrago a lo único que le mantenía a flote, apegándose a ella, mezclando sus fluidos corporales mientras sus caderas se movían al ritmo de la orquesta. Su mano se deslizo hasta poder llegar a la espalda de la contraria en donde busco hincar suavemente sus uñas hasta bajar y sentir como la carne de las nalgas llegaban a ser poseídas por sus uñas. Sus manos también buscaron adentrarse al interior de ella, abrió las piernas aun mas, dejando que la otra se introdujera entre ellas mientras su mano se deslizaba por la cintura y escalaba con facilidad el monte de Venus hasta llegar al cáliz humedecido de la contrario.
Se adentro a la humedad, sentía aun más excitación, se estremeció solo al sentir que el calor que emitía el sexo de Gianella, se aparto un poco de sus labios, para jadear suavemente, mientras un pequeño gemido salía de ella mientras que dos de sus dedos rasguñan aquel interior suave y rosado, con rapidez ella comenzó a marcar el ritmo y las caderas contrarias a responder, pronto sus dedos salieron de aquella cueva para poder atrapar entre sus dedos aquel pequeño botón que se veía entumecido por las corrientes eléctricas que llegaban por la excitación que mutuamente se daban.
Tania Fernandez- Prostituta Clase Baja
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Re: La Última Noche [Privado Tania, + 18]
La luna contemplaba gustosa el actuar de su hija, impulsada ésta por su propia influencia. Era un goce similar al ver cómo su plan ideado por ti y ejecutado por otros progresase mejor de lo esperado. Asomada parcialmente por la ventana de aquella solitaria habitación guardaba un secreto más que se producía ante ella, tal y como todas las noches. Traiciones y engaños desfilaban bajo su luz, así como también consagraciones y aventuras. Nada escapaba a su manto blanco brillante, y ella tampoco quería apartarse de aquel secreto con forma de pecado mortal del que era testigo. El sol tendría que arrastrarla a la fuerza a su lugar de ser necesario.
No quería dejar de ver a aquella mujer arder de placer, frotándose con morbo contra el cuerpo contrario mientras devoraba los carnosos labios a besos húmedos, que a ratos cambiaban a jugarretas húmedas y eróticas entre sus lenguas. A lo lejos podían parecer el tipo de pareja normalizada en la sociedad producto de las contexturas físicas, y más de una vez durante aquel encuentro lo deseó para que el placer se elevare a niveles poco imaginables con la cordura restante en sus cabezas. Sin embargo, no podía pedir más maravilla en quien tenía debajo, a quien no sólo halagaba silenciosamente con cada gesto que hacía; sino que también sintió sospechosamente en su propia zona púbica. Eso le valió un jadeo poco atribuible al humano que decía ser en ocasiones, aunque lo único para justificarlo fuera la tonalidad de su piel, y el hecho de que respirase.
La distancia entre ellas se agrandó por momentos en sus bocas, pero se volvió a reducir por aquellos traviesos dedos que ahora trabajaban junto con los ajenos. La Loba ya estaba húmeda, candente y palpitante, por lo que no hubo objeción alguna esta vez. Sólo gemidos roncos y jadeos ardientes que terminaron por romper su concentración en la entrepierna ajena con aquel agarre diestro en su zona más sensible – Agh…- Tuvo que cerrar los ojos y retirar la mano para apoyarse, planeado o no, en el criminal busto de la cortesana, humedeciendo el área con cada palpo de sus dedos. – E-Espera…. – dijo con esfuerzo entre aquellos jadeos que le secuestraban el aire con cada exhalación para luego quitarse lo que le quedaba de ropa en pos de una “contienda” más justa. Tomó un poco de aire aprovechando la situación, también aprovechando de inclinarse y dejar aquel pecho libre y limpio de fluidos vaginales pero lleno de su propia saliva, chasqueando los labios al terminar. – Haremos…las cosas más justas a partir de ahora… -Dijo arrodillándose y luego levantándose, aprovechando de mirar su cuerpo desnudo y sudado desde las alturas momentáneas en las que predominaba, descendiendo hasta quedar en una posición acorde a lo que la italiana quería, deseaba y necesitaba, mirándole de reojo desde su nueva ubicación. La luz de su cómplice le iluminó el rostro lleno de perversión, deseo y sed que emanaban desde ella, y por ello sonrió. Inspiró con fuerza llenándose del aroma de aquella fuente de líquido que tenía ante ella, y se relamió una vez más. El banquete estaba servido para las dos.
No quería dejar de ver a aquella mujer arder de placer, frotándose con morbo contra el cuerpo contrario mientras devoraba los carnosos labios a besos húmedos, que a ratos cambiaban a jugarretas húmedas y eróticas entre sus lenguas. A lo lejos podían parecer el tipo de pareja normalizada en la sociedad producto de las contexturas físicas, y más de una vez durante aquel encuentro lo deseó para que el placer se elevare a niveles poco imaginables con la cordura restante en sus cabezas. Sin embargo, no podía pedir más maravilla en quien tenía debajo, a quien no sólo halagaba silenciosamente con cada gesto que hacía; sino que también sintió sospechosamente en su propia zona púbica. Eso le valió un jadeo poco atribuible al humano que decía ser en ocasiones, aunque lo único para justificarlo fuera la tonalidad de su piel, y el hecho de que respirase.
La distancia entre ellas se agrandó por momentos en sus bocas, pero se volvió a reducir por aquellos traviesos dedos que ahora trabajaban junto con los ajenos. La Loba ya estaba húmeda, candente y palpitante, por lo que no hubo objeción alguna esta vez. Sólo gemidos roncos y jadeos ardientes que terminaron por romper su concentración en la entrepierna ajena con aquel agarre diestro en su zona más sensible – Agh…- Tuvo que cerrar los ojos y retirar la mano para apoyarse, planeado o no, en el criminal busto de la cortesana, humedeciendo el área con cada palpo de sus dedos. – E-Espera…. – dijo con esfuerzo entre aquellos jadeos que le secuestraban el aire con cada exhalación para luego quitarse lo que le quedaba de ropa en pos de una “contienda” más justa. Tomó un poco de aire aprovechando la situación, también aprovechando de inclinarse y dejar aquel pecho libre y limpio de fluidos vaginales pero lleno de su propia saliva, chasqueando los labios al terminar. – Haremos…las cosas más justas a partir de ahora… -Dijo arrodillándose y luego levantándose, aprovechando de mirar su cuerpo desnudo y sudado desde las alturas momentáneas en las que predominaba, descendiendo hasta quedar en una posición acorde a lo que la italiana quería, deseaba y necesitaba, mirándole de reojo desde su nueva ubicación. La luz de su cómplice le iluminó el rostro lleno de perversión, deseo y sed que emanaban desde ella, y por ello sonrió. Inspiró con fuerza llenándose del aroma de aquella fuente de líquido que tenía ante ella, y se relamió una vez más. El banquete estaba servido para las dos.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: La Última Noche [Privado Tania, + 18]
Nuestros cuerpos, tan parecidos, son sin embargo diferentes
Y resuena el pasado a través de nuestras venas
Cargado con lenguajes diferentes, sentidos diferentes,
Pero cualquier crónica del mundo compartida
Podría ser escrita con un sentido nuevo:
Éramos dos amantes del mismo género,
Éramos dos mujeres de la misma generación.
Y resuena el pasado a través de nuestras venas
Cargado con lenguajes diferentes, sentidos diferentes,
Pero cualquier crónica del mundo compartida
Podría ser escrita con un sentido nuevo:
Éramos dos amantes del mismo género,
Éramos dos mujeres de la misma generación.
El olor del sexo era lo que más le podría calentar, aquella humedad que se le presentaba ante sus ojos, se necesitaba guardar entre sus más íntimos y candentes recuerdos que le ayudaría en algún momento en donde su cliente, tal vez no llegara a excitarla lo necesario como para hacer un buen trabajo. Las nalgas firmes, bien trabajadas, por el esfuerzo físico que llegara a tener que enfrentarse, estaban tan cerca que se le hacia la boca más agua. Sus manos presionaban, cada muslo para tener un poco de apoyo. No le gustaba mucho lo justo, le encantaba tener cierta ventaja, cierto poder que la hacía ser más poderosa que los demás, pero en este casi no era así, estaba en un punto diferente, un punto que nunca antes había probado.
La diferencia era lo atractivo, aun no entendía porque no había corrido o alejado de ella cuando el secreto había salido gracias a la luz de la luna, que las bañaba con su luz perlada en espera de que el momento se calentara aun más de lo que ya estaba. Aun el sentimiento de frustración estaba en su interior, odiaba sentir que debía esperar, pero la espera fue buena. La vista que le dieron aun mejor, está bien, lo aceptaría, estaría boca arriba, sintiendo aquella colchoneta vieja en su espalda sudorosa, pues al frente de ella estaba lo que podría ser aun más divertido, se acomodo su abundante cabello para que no le molestara, llevándolo todo hacia un lado.
-Está bien…- dijo sonriente, como niña feliz por su regalo, llevo rápidamente su lengua hacia aquella cavidad húmeda, para poder saborear la esencia que ya había tenido la oportunidad de tener en sus manos, pero ahora estaba más cerca de ella. Sus labios saborearon el néctar de aquella flor, pero no era la única que lo estaba haciendo, se desconcentro y maldijo por dentro por aquello, pero sus caderas se movieron al sentir el calor de la boca de la contraria, dejo salir un leve gemido aun estando cerca de su coño. No podía evitarlo, era demasiada buena su lengua como para ocultarlo, pero ella no se quedaría atrás, busco acariciar aquel botón aun erecto, con su lengua, la libro de aquella fina capa de piel que le cubría, para dejarla completamente expuesta, para así poder darse algunos puntos a favor.
Tania Fernandez- Prostituta Clase Baja
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