AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Answers [Évani Rivoire]
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Answers [Évani Rivoire]
Tal vez el cambio había sido demasiado drástico, tal vez aún faltaba bastante por acostumbrarse en aquella enorme mansión llena de personas como ellos, con poco más que un nombre y un par de monedas para sobrevivir. Ayudar allí le llenaba de un modo diferente a lo que significaba proteger a su hermano, quizás porque siempre tenía esa pequeña alarma en la cabeza que decía que Will ya no iba a necesitarlo, que se quedaría aún más errante que esos primeros años en que no era nada.
Gabriel había intentado ayudar, contactarse con los inquilinos de la casa, pero no obtuvo más que alaridos y gente corriendo. Era un estorbo. Y a pesar de estar consciente de que en su estado intangible e invisible, evitaba cruzarse con la gente, o se escondía de ser necesario, pero no lo era. Nadie podía verlo, y probablemente nadie quería verlo, salvo su hermano y la viejecita que los había acogido.
Por eso decidió salir. Vagar como lo hacía cada vez que necesitaba sentirse solo, para no sentirse un obstáculo. Entonces no había nada mejor que los lugares apartados, donde la probabilidad de encontrarse con otra… con una persona era más escasa, dándole por lo tanto mayor libertad que tendría para juguetear por ahí y por allá.
Pero poco duró aquella anhelada tranquilidad, porque de la nada llegó a él, como si le hubieran lanzado un jarro de agua fría, el recuerdo de seres como él, seres que hace tiempo le habían hablado de cosas incomprensibles y de las que prácticamente se había olvidado. Bien podría ser la energía del lugar, aquello que parecían unas cuantas ruinas chamuscadas ¿Había estado ahí antes? Se paseó por el lugar, olisqueando, metafóricamente, para ver si le traía algún recuerdo a su desmemoriada cabeza.
Por unos minutos se desesperó, sentía la imperiosa necesidad de recordar, como a quien se desvive en la ansiedad de pensar que se dejó la chimenea o la leña encendida y teme encontrarse con su casa quemada. Eso hasta que su mente comenzó a susurrarle un nombre, al principio inteligible, y que entre más intentaba encontrar, más se alejaba de él, le rehuía.
Entonces el miedo. Si tuviese un cuerpo, una nuca, habría sentido erizarse los vellos, aunque tal vez la sensación se asemejara más bien a una punzada en el pecho ¿Acaso tenía pecho? Ni siquiera lo había tenido alguna vez, así que no sabía más que lo que le contaban, lo que leía, o lo que escuchaba casi involuntariamente. Por lo que de haber tenido un pecho, esa sensación era miedo, pero no supo por qué hasta que una presencia fría se cernió sobre el lugar.
- No puede verte, no puede verte, no puede verte – se repitió a sí mismo una y otra y otra vez, descuidadamente, porque al intentar sentirse seguro se delató. ¿Lo habría escuchado?
Aun no contaba con la habilidad para controlar las formas en que se podía manifestarse en el mundo exterior, por eso que sin querer asustaba a los humanos cuando hablando para si mismo se hacía escuchar por ellos, o cuando sin querer almacenaba demasiada energía y formaba los amagos de un cuerpo traslúcido. Eso ocurriría ahora si dejaba que el miedo se apoderara de él, se pondría en evidencia y comenzaría el caos.
Gabriel había intentado ayudar, contactarse con los inquilinos de la casa, pero no obtuvo más que alaridos y gente corriendo. Era un estorbo. Y a pesar de estar consciente de que en su estado intangible e invisible, evitaba cruzarse con la gente, o se escondía de ser necesario, pero no lo era. Nadie podía verlo, y probablemente nadie quería verlo, salvo su hermano y la viejecita que los había acogido.
Por eso decidió salir. Vagar como lo hacía cada vez que necesitaba sentirse solo, para no sentirse un obstáculo. Entonces no había nada mejor que los lugares apartados, donde la probabilidad de encontrarse con otra… con una persona era más escasa, dándole por lo tanto mayor libertad que tendría para juguetear por ahí y por allá.
Pero poco duró aquella anhelada tranquilidad, porque de la nada llegó a él, como si le hubieran lanzado un jarro de agua fría, el recuerdo de seres como él, seres que hace tiempo le habían hablado de cosas incomprensibles y de las que prácticamente se había olvidado. Bien podría ser la energía del lugar, aquello que parecían unas cuantas ruinas chamuscadas ¿Había estado ahí antes? Se paseó por el lugar, olisqueando, metafóricamente, para ver si le traía algún recuerdo a su desmemoriada cabeza.
Por unos minutos se desesperó, sentía la imperiosa necesidad de recordar, como a quien se desvive en la ansiedad de pensar que se dejó la chimenea o la leña encendida y teme encontrarse con su casa quemada. Eso hasta que su mente comenzó a susurrarle un nombre, al principio inteligible, y que entre más intentaba encontrar, más se alejaba de él, le rehuía.
Entonces el miedo. Si tuviese un cuerpo, una nuca, habría sentido erizarse los vellos, aunque tal vez la sensación se asemejara más bien a una punzada en el pecho ¿Acaso tenía pecho? Ni siquiera lo había tenido alguna vez, así que no sabía más que lo que le contaban, lo que leía, o lo que escuchaba casi involuntariamente. Por lo que de haber tenido un pecho, esa sensación era miedo, pero no supo por qué hasta que una presencia fría se cernió sobre el lugar.
- No puede verte, no puede verte, no puede verte – se repitió a sí mismo una y otra y otra vez, descuidadamente, porque al intentar sentirse seguro se delató. ¿Lo habría escuchado?
Aun no contaba con la habilidad para controlar las formas en que se podía manifestarse en el mundo exterior, por eso que sin querer asustaba a los humanos cuando hablando para si mismo se hacía escuchar por ellos, o cuando sin querer almacenaba demasiada energía y formaba los amagos de un cuerpo traslúcido. Eso ocurriría ahora si dejaba que el miedo se apoderara de él, se pondría en evidencia y comenzaría el caos.
William & Gabriel- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 29/06/2012
Re: Answers [Évani Rivoire]
Todo esto era muy nuevo para mi. La rapidez con que mi cuerpo se movía, la agudeza de mi visión, la sensibilidad de mi oido...en fin, todos mis sentidos parecían multiplicados por mil, Este cambio me había dejado muy desconcertada al principio, de ninguna imaginé que podía sentirse así, claro que no todo era perfecto. Para equilibrar un poco estas nuevas adquisiciones sensoriales, estaba esa ansiedad por la sangre, mi instinto me empujaba a buscarla para saciar esa sed que parecía nunca iba a satisfacer por completo. Los primeros días después del cambio, me había recluido a mi misma y esta era la primera vez en que me atrevía a salir de esa habitación en que me encerré por el temor de llegar a asesinar a alguien. No importaba que intentaran convencerme de que podía controlar esa ansia por sangre, que era posible alimentarme sin llegar realmente a terminar con la vida de esa persona; yo no iba a correr riesgo alguno, no podría vivir con ello. El problema era que no interesaba cuanto me enforzara por ignorar esos instintos que ahora parecían gobernarme, estos se volvían más fuertes con el transcurrir de los días y a pesar que la razón de ello era muy obvia, yo simplemente no podía relajarme lo suficiente como para beber sin matar a nadie. Evidentemente, solo era cuestión de tiempo para que me descontrolara y hasta entonces llevaría esta lucha interna hasta el límite ¿Así sería de ahora en más? La idea no me gustaba para nada.
A eso le agregaba que ya no necesitaba trabajar tan arduamente debido a mi benefactor. Ugh! eso tampoco me gustaba. Ya estaa acostumbrada a conseguir lo mio sin depender de nadie, y si bien ahora yo había cambiado tanto, en cuanto aprendiera a manejarme con normalidad iba a tomar las riendas de mi vida como antes...ah! acababa de recordar que ya no podía salir al sol. Ugh! eso me limitaba, y no me acostumbraba a no salir a disfrutar del sol...si...ese era el motivo por el que esta noche me encontraba vagando, visitando los lugares que una vez significaron algo para mi. Decir que no echaba de menos mi vida anterior sería mentir...
Con un suspiro recorrí lo que en otro tiempo fué mi hogar. Esa pequeña casa heredada por mi nana, esa que mis supuestos amigos despreciaron al estar muy lejos de los lujos y comodidades a las que estaban tan acostumbrados, esa que fue mi refugio cuando sentí que me quedaba sin nada, cuando lo único que deseaba era terminar con mi existencia. Ahora, mi vida estaba cambiada por completo y caminar por entre las cosas tan familiares, me hacían sentir extraña, como si fuera yo pero en el cuerpo de alguien más...ok, eso no era tan exacto, pero era confuso todo lo que experimentaba. Tras lanzar una última mirada a la casita, salí de ella con sigilo. No me apetecía luchar con el deseo de saltar sobre alguien para alimentarme.
Mis pasos me llevaron al lugar dónde mi vida humana dió un giro enorme. La casa de mis padres. O más bien sus ruinas. Antes de que me diera cuenta estaba caminando sobre los escombros, intentando recordar donde quedaba cada habitación y cómo se veía antes del incendio. Rápidamente giré mi cuerpo en dirección a un ruido, era una voz que sonaba muy suave. Genial! Me agazapé conteniendo la respiración, preparandome para salir pitando si me encontraba con un humano. Centrándome intenté oir su corazón, su respiración o un indicio de lo que estaba más adelante. Nada. Despacio me permití aspirar. Una vez más, nada. No había rastro de humanos allí, sin embargo podía sentir una presencia muy cerca. ¿Sería otro ser salido de la mitología? Dí unos pocos pasos en dirección a la voz, entornando los ojos me vi observando a un ser translúcido. ¿Era un hombre? De momento creía que estaba alucinando, producto del hambre tal vez...-Quién...quién está ahí?-Pregunté con voz temblorosa a aquella extraña figura.
A eso le agregaba que ya no necesitaba trabajar tan arduamente debido a mi benefactor. Ugh! eso tampoco me gustaba. Ya estaa acostumbrada a conseguir lo mio sin depender de nadie, y si bien ahora yo había cambiado tanto, en cuanto aprendiera a manejarme con normalidad iba a tomar las riendas de mi vida como antes...ah! acababa de recordar que ya no podía salir al sol. Ugh! eso me limitaba, y no me acostumbraba a no salir a disfrutar del sol...si...ese era el motivo por el que esta noche me encontraba vagando, visitando los lugares que una vez significaron algo para mi. Decir que no echaba de menos mi vida anterior sería mentir...
Con un suspiro recorrí lo que en otro tiempo fué mi hogar. Esa pequeña casa heredada por mi nana, esa que mis supuestos amigos despreciaron al estar muy lejos de los lujos y comodidades a las que estaban tan acostumbrados, esa que fue mi refugio cuando sentí que me quedaba sin nada, cuando lo único que deseaba era terminar con mi existencia. Ahora, mi vida estaba cambiada por completo y caminar por entre las cosas tan familiares, me hacían sentir extraña, como si fuera yo pero en el cuerpo de alguien más...ok, eso no era tan exacto, pero era confuso todo lo que experimentaba. Tras lanzar una última mirada a la casita, salí de ella con sigilo. No me apetecía luchar con el deseo de saltar sobre alguien para alimentarme.
Mis pasos me llevaron al lugar dónde mi vida humana dió un giro enorme. La casa de mis padres. O más bien sus ruinas. Antes de que me diera cuenta estaba caminando sobre los escombros, intentando recordar donde quedaba cada habitación y cómo se veía antes del incendio. Rápidamente giré mi cuerpo en dirección a un ruido, era una voz que sonaba muy suave. Genial! Me agazapé conteniendo la respiración, preparandome para salir pitando si me encontraba con un humano. Centrándome intenté oir su corazón, su respiración o un indicio de lo que estaba más adelante. Nada. Despacio me permití aspirar. Una vez más, nada. No había rastro de humanos allí, sin embargo podía sentir una presencia muy cerca. ¿Sería otro ser salido de la mitología? Dí unos pocos pasos en dirección a la voz, entornando los ojos me vi observando a un ser translúcido. ¿Era un hombre? De momento creía que estaba alucinando, producto del hambre tal vez...-Quién...quién está ahí?-Pregunté con voz temblorosa a aquella extraña figura.
Évani Rivoire- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 29/03/2011
Re: Answers [Évani Rivoire]
Gabriel se alimentaba de la atención que le diesen el resto de los seres que existían, tanto de cuando le temían, como de cuando se le acercaban amistosamente, incluso de las ocasiones en que yo viendo ni creyendo le hablaban a un alguien que les respondía de manera telepática, pareciendo más bien un subconsciente. Por eso ahora, en que a pesar de que no había querido mostrarse, aquella mujer de ojos profundamente perturbadores lo estaba buscando, y con ello había hecho que el fantasma se aferrara a su energía, seca y muerta, abismalmente diferente a la de los humanos. Era por eso que supo de inmediato de qué tipo de ser se trataba, era de aquellos que vivían de la sangre, de la noche.
Ella lo miraba, fijamente y quizás con un poco de miedo. Lo que hizo que sin querer se comenzara a formar un cuerpo traslúcido que se volvía más opaco a cada segundo que pasaba, haciendo visibles las facciones de su rostro y unas simples ropas que su imaginación había tomado de referencia de aquellas que su hermano solía usar para realizar los quehaceres en aquella casa. Un pantalón de tela negro y una impoluta camisa blanca bajo un chaleco sin mangas.
No se dio cuenta hasta que ingenuamente miró sus propias manos, y las vio, así que ella también podría. El muchacho abrió los ojos de sobremanera, aterrado, y comenzó a desesperarse y patalear como quien está apunto quien ha perdido el equilibrio o quien lucha para no ahogarse en un río, pero no ocurría nada. No hubo una caída, ni un golpe, nada, porque levitaba como si fuese lo más normal del mundo.
- Y… yo… - fue lo único que pudo responder, con su mejor cara de idiota, antes de volar a esconderse detrás de lo que quedaba de una especie de chimenea, lo suficientemente grande como para ocultar gran parte de su cuerpo – Lo… lo lamento… - dijo a tropezones mientras sacaba la cabeza para mirar a la vampiresa – No quería molestarla… pero algo me dijo que tenía que venir aquí – agregó sin que nadie se lo hubiese preguntado.
¿Por qué rayos le estaba hablando? ¿Por qué no simplemente escapaba? William no vendría a salvarlo esta vez, así que no podía darse el lujo de ser osado, pero aun así, no pudo atravesar lo que parecían haber sido los deslindes de la casa, sus paredes, era como si estuviese atrapado por una especie de imán o fuerza indescriptible.
La misma que ahora le hizo sentir el tacto áspero de los ladrillos de barro que formaban lo que quedaba de la estructura de la chimenea. Aquello era una mala señal, significaba que se estaba volviendo tangible, lo que lo dejaba susceptible al dolor físico, como si de un humano normal se tratara, en caso de que la mujer decidiera hacerle daño. Pero de cierto modo, los ojos de ella le eran familiares, y algo decía que no iba a dañarlo.
De a poco fue saliendo de aquel ridículo escondite, aun sin enfrentársele directamente pero atraído por un especial magnetismo que la mujer poseía. ¿Había sido así con todos los seres nocturnos? No se había encontrado con muchos, y cuando pasaba, no alcanzaba a pasar más que unos segundos cerca de ellos, así que si bien esto era completamente nuevo para él, también le dejaba cierto sabor familiar en los labios. ¿Qué era lo que tenía que recordar? Se preguntó de golpe, porque había olvidado lo que discutía consigo mismo antes de que la vampiresa hiciese acto de presencia ¿Podría ser que tuviese que ver con ella?
Ella lo miraba, fijamente y quizás con un poco de miedo. Lo que hizo que sin querer se comenzara a formar un cuerpo traslúcido que se volvía más opaco a cada segundo que pasaba, haciendo visibles las facciones de su rostro y unas simples ropas que su imaginación había tomado de referencia de aquellas que su hermano solía usar para realizar los quehaceres en aquella casa. Un pantalón de tela negro y una impoluta camisa blanca bajo un chaleco sin mangas.
No se dio cuenta hasta que ingenuamente miró sus propias manos, y las vio, así que ella también podría. El muchacho abrió los ojos de sobremanera, aterrado, y comenzó a desesperarse y patalear como quien está apunto quien ha perdido el equilibrio o quien lucha para no ahogarse en un río, pero no ocurría nada. No hubo una caída, ni un golpe, nada, porque levitaba como si fuese lo más normal del mundo.
- Y… yo… - fue lo único que pudo responder, con su mejor cara de idiota, antes de volar a esconderse detrás de lo que quedaba de una especie de chimenea, lo suficientemente grande como para ocultar gran parte de su cuerpo – Lo… lo lamento… - dijo a tropezones mientras sacaba la cabeza para mirar a la vampiresa – No quería molestarla… pero algo me dijo que tenía que venir aquí – agregó sin que nadie se lo hubiese preguntado.
¿Por qué rayos le estaba hablando? ¿Por qué no simplemente escapaba? William no vendría a salvarlo esta vez, así que no podía darse el lujo de ser osado, pero aun así, no pudo atravesar lo que parecían haber sido los deslindes de la casa, sus paredes, era como si estuviese atrapado por una especie de imán o fuerza indescriptible.
La misma que ahora le hizo sentir el tacto áspero de los ladrillos de barro que formaban lo que quedaba de la estructura de la chimenea. Aquello era una mala señal, significaba que se estaba volviendo tangible, lo que lo dejaba susceptible al dolor físico, como si de un humano normal se tratara, en caso de que la mujer decidiera hacerle daño. Pero de cierto modo, los ojos de ella le eran familiares, y algo decía que no iba a dañarlo.
De a poco fue saliendo de aquel ridículo escondite, aun sin enfrentársele directamente pero atraído por un especial magnetismo que la mujer poseía. ¿Había sido así con todos los seres nocturnos? No se había encontrado con muchos, y cuando pasaba, no alcanzaba a pasar más que unos segundos cerca de ellos, así que si bien esto era completamente nuevo para él, también le dejaba cierto sabor familiar en los labios. ¿Qué era lo que tenía que recordar? Se preguntó de golpe, porque había olvidado lo que discutía consigo mismo antes de que la vampiresa hiciese acto de presencia ¿Podría ser que tuviese que ver con ella?
William & Gabriel- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 29/06/2012
Re: Answers [Évani Rivoire]
Aún podía percibir en el aire el olor a quemado que impregnaba el lugar. Los recuerdos dolorosos de esa noche volvieron a mi mente de golpe. Alguien me sujetaba con fuerza cuando volví a casa aquella noche, había salido a..¿Recoger flores? ¿A ver a alguien? esa parte la tenía borrosa. Recordaba que se oian unos chillidos desesperados que más tarde descubrí eran mios, que intentaba liberarme de aquel agarre para poder correr al interior de mi hogar que ya se encontraba a esas alturas envuelto en llamas, para rescatar a mis padres, pues alguien se encargó de decirme que ellos estaban dentro. Lo peor de todo aquello es que nadie hacía el más mínimo intento por rescatarles, solo observaban como las lenguas de fuego consumían lo que alguna vez fué un hogar respetado, uno en que se realizaban las fiestas más concurridas de la ciudad. ¿Dónde estaban esos amigos que solían pasar temporadas alojados en nuestros aposentos? Aquello fué lo que más dolió y contribuyó a que me encerrara en mi misma, no podía soportar la idea de haber sobrevivido a esa catástrofe, yo debería haber muerto con ellos, no debería estar aqui...entre los escombros de lo que amé, de lo único que significó algo para mi en algún momento, lo que fuera mi mundo había sido convertido en cenizas y ahora, estaba aqui sin entender la razón de lo pasado esa noche...
Mis recuerdos pasaron a un segundo plano cuando mis ojos observaron a esa figura que a momentos se hacía más ¿Sólida? No podía atribuir todo lo que captaban mis ojos, a una simple alucinación, menos cuando era capaz de oir una voz extraña proviniendo de este. ¿Era mi impresión o el "chico" estaba asustado? Intentando reponerme de la sorpresa es que respiré profundamente y froté mis ojos -como si pudiera eliminar esa visión con ese gesto- dí un par de pasos en su dirección lentamente. Nada de lo que Máximus pudo contarme con anterioridad podía haberme preparado para esto. Yo misma no leí sobre esto cuando me propuse investigar más sobre los cambios que se podían efectuar en mi cuerpo al adoptar este modo de vida. Ciertamente no eran muchos los lugares en que podía buscar esa información, pero en definitiva ninguna de esas fuentes me prepararon para esto.
Tomando un poco más de valor, me acerqué hacia ese ser, alerta; lista para defenderme si se daba el caso aunque no tenía claro de lo que pudiera hacer para dañarme, ya que su consistencia no era tan firme o al menos eso creia.-No me molestas-Afirmé, orgullosa de que mi voz no me traicionara. ¿Por qué me molestaría por verle aqui? Para empezar no tenía de quien era ¿Qué podía hacer aqui? ¿Conoció a mi familia? ¿Murió en este lugar? Muchas preguntas...-¿Quién eres?-Inquirí, intentando asimilar todo esta extraña situación. No podía decir que era un sueño, la fría brisa que jugueteaba con mis cabellos, el olor de lugar, el sonido de su voz...mi imaginación nunca fué tan grande como para atribuirle todo eso...
Mis recuerdos pasaron a un segundo plano cuando mis ojos observaron a esa figura que a momentos se hacía más ¿Sólida? No podía atribuir todo lo que captaban mis ojos, a una simple alucinación, menos cuando era capaz de oir una voz extraña proviniendo de este. ¿Era mi impresión o el "chico" estaba asustado? Intentando reponerme de la sorpresa es que respiré profundamente y froté mis ojos -como si pudiera eliminar esa visión con ese gesto- dí un par de pasos en su dirección lentamente. Nada de lo que Máximus pudo contarme con anterioridad podía haberme preparado para esto. Yo misma no leí sobre esto cuando me propuse investigar más sobre los cambios que se podían efectuar en mi cuerpo al adoptar este modo de vida. Ciertamente no eran muchos los lugares en que podía buscar esa información, pero en definitiva ninguna de esas fuentes me prepararon para esto.
Tomando un poco más de valor, me acerqué hacia ese ser, alerta; lista para defenderme si se daba el caso aunque no tenía claro de lo que pudiera hacer para dañarme, ya que su consistencia no era tan firme o al menos eso creia.-No me molestas-Afirmé, orgullosa de que mi voz no me traicionara. ¿Por qué me molestaría por verle aqui? Para empezar no tenía de quien era ¿Qué podía hacer aqui? ¿Conoció a mi familia? ¿Murió en este lugar? Muchas preguntas...-¿Quién eres?-Inquirí, intentando asimilar todo esta extraña situación. No podía decir que era un sueño, la fría brisa que jugueteaba con mis cabellos, el olor de lugar, el sonido de su voz...mi imaginación nunca fué tan grande como para atribuirle todo eso...
Évani Rivoire- Vampiro Clase Media
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Re: Answers [Évani Rivoire]
Su mejor cara de idiota. Una tan típica en él que no faltaba mucho para que pusieran una fotografía ilustrando esa palabra en los diccionarios. Pero eran producto del nerviosismo así que no había mucho que pudiese hacer salvo ordenarle a los músculos de sus mejillas que esbozaran un intento de sonrisa que le demostrara a la vampiresa que no había ninguna mala intención de su parte. No es que fuese a rogar por su vida, porque de eso no tenía, pero tampoco quería sentir dolor, y sabía que en ese indetenible proceso que llevaba a que su cuerpo se transformara en una copia completa de la de un ser humano, bien podría abofetearlo y dolería.
¿Sería suficiente? No, seguramente no. Por eso es que cuando salió plenamente de su escondite detrás de lo que quedaba de la chimenea, solo atinó a levantar ambas manos, parte señal de paz, parte para que viera que no llevaba nada. Estaba tan aterrorizado que su cabeza se inventaba miles de finales, unos peores que otros, pero que terminaban con él en el suelo rogando o escapando.
- Solo estaba… alguien me llamó… para que viniera – dijo medio entrecortado, y torpe, eso fue lo que se repitió porque no había sido eso lo que le habían preguntado, quizás inconscientemente lo hizo porque esa sencilla interrogante de dos palabras tenía una pregunta demasiado compleja para su mente algo inmadura – Gabriel, me llamo Gabriel – se apresuró a corregir.
También estaba siendo torpemente honesto. ¿Qué pasaría si volvía a preguntarle sobre eso? No sabía quién lo había llamado, ni para qué, de hecho ni siquiera estaba seguro de que no fuese más que un producto de su activa imaginación que de vez en cuando tejía historias de misterio y aventura para sacarle del aburrimiento que significaba el no tener con quien jugar, sobre todo cuando su hermano estaba demasiado ocupado.
- ¿Era tu casa, verdad? – dijo de la nada, sin timidez más que nada porque había hablado sin pensar. Si no adivinaba sería un alivio, pero si era al contrario… entonces sí que merecía una bofetada por meterse en asuntos que no le incumbían - ¿Cómo te llamas? – preguntó ya un poco más calmado, sin darse cuenta tampoco de que estaba tratándola con demasiado cercanía, tanto que podía molestarse con toda razón.
No alcanzó a darle más que unos segundos para que respondiera, porque se llevó las manos a las sienes, presionándolas para tratar de apaciguar un extraño zumbido que retumbaba en su cabeza. Incluso llegó a cerrar los ojos con fuerza debido al malestar, pero al parecer aquel remedio tan poco científico había funcionado, porque el zumbido había desaparecido. Exhaló un par de veces para reponerse antes de abrir los ojos, pero entonces no pudo dar crédito a lo que veía.
No era la primera vez que le pasaba algo así, pero nunca había sido tan nítido… A su alrededor podía ver las formas cosas que ya no estaban ahí, que probablemente habían sucumbido al embate del fuego, pero ahí estaban. Una hermosa chimenea y otros delicados sofás y sillas de salón. Gabriel sabía que no eran reales, sabía que eran producto de su imaginación, aquella viejecita que había estado cuidando de él estos últimos días le había comentado sobre ello…
Entonces recordó. Se alarmó. Y abrió los ojos de sobremanera. ¿Habría llegado su ilusión también a los ojos de ella? Trató de acercarse un poco más, para evitar que ella se alarmarla así como él, por eso es que insistió - ¿Cómo te llamas? – volvió a preguntar a modo de prueba. Si le contestaba con tranquilidad era porque no podía verlo, si no lo hacía o si notaba su voz extraña era seguramente porque podía verlo también. Y aun si tener respuesta aún se disculpó mentalmente mientras trataba de averiguar de dónde había sacado la escena que había recreado a modo de ilusión.
¿Sería suficiente? No, seguramente no. Por eso es que cuando salió plenamente de su escondite detrás de lo que quedaba de la chimenea, solo atinó a levantar ambas manos, parte señal de paz, parte para que viera que no llevaba nada. Estaba tan aterrorizado que su cabeza se inventaba miles de finales, unos peores que otros, pero que terminaban con él en el suelo rogando o escapando.
- Solo estaba… alguien me llamó… para que viniera – dijo medio entrecortado, y torpe, eso fue lo que se repitió porque no había sido eso lo que le habían preguntado, quizás inconscientemente lo hizo porque esa sencilla interrogante de dos palabras tenía una pregunta demasiado compleja para su mente algo inmadura – Gabriel, me llamo Gabriel – se apresuró a corregir.
También estaba siendo torpemente honesto. ¿Qué pasaría si volvía a preguntarle sobre eso? No sabía quién lo había llamado, ni para qué, de hecho ni siquiera estaba seguro de que no fuese más que un producto de su activa imaginación que de vez en cuando tejía historias de misterio y aventura para sacarle del aburrimiento que significaba el no tener con quien jugar, sobre todo cuando su hermano estaba demasiado ocupado.
- ¿Era tu casa, verdad? – dijo de la nada, sin timidez más que nada porque había hablado sin pensar. Si no adivinaba sería un alivio, pero si era al contrario… entonces sí que merecía una bofetada por meterse en asuntos que no le incumbían - ¿Cómo te llamas? – preguntó ya un poco más calmado, sin darse cuenta tampoco de que estaba tratándola con demasiado cercanía, tanto que podía molestarse con toda razón.
No alcanzó a darle más que unos segundos para que respondiera, porque se llevó las manos a las sienes, presionándolas para tratar de apaciguar un extraño zumbido que retumbaba en su cabeza. Incluso llegó a cerrar los ojos con fuerza debido al malestar, pero al parecer aquel remedio tan poco científico había funcionado, porque el zumbido había desaparecido. Exhaló un par de veces para reponerse antes de abrir los ojos, pero entonces no pudo dar crédito a lo que veía.
No era la primera vez que le pasaba algo así, pero nunca había sido tan nítido… A su alrededor podía ver las formas cosas que ya no estaban ahí, que probablemente habían sucumbido al embate del fuego, pero ahí estaban. Una hermosa chimenea y otros delicados sofás y sillas de salón. Gabriel sabía que no eran reales, sabía que eran producto de su imaginación, aquella viejecita que había estado cuidando de él estos últimos días le había comentado sobre ello…
Entonces recordó. Se alarmó. Y abrió los ojos de sobremanera. ¿Habría llegado su ilusión también a los ojos de ella? Trató de acercarse un poco más, para evitar que ella se alarmarla así como él, por eso es que insistió - ¿Cómo te llamas? – volvió a preguntar a modo de prueba. Si le contestaba con tranquilidad era porque no podía verlo, si no lo hacía o si notaba su voz extraña era seguramente porque podía verlo también. Y aun si tener respuesta aún se disculpó mentalmente mientras trataba de averiguar de dónde había sacado la escena que había recreado a modo de ilusión.
William & Gabriel- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 29/06/2012
Re: Answers [Évani Rivoire]
Si bien llevaba poco en esta vida alimentándome de la esencia vital de otras personas, no dejaba de sorprenderme por la amplitud de seres sobrenaturales de quienes ignoraba su existencia hasta ahora. ¿Cómo es que nadie se daba cuenta de ello? Cada quien se enfrascaba en su vida y no se atrevían a mirar más allá, quizás por temor a encontrar algo más allá de su comprensión. Claro, siendo humana lo había experimentado en mi propia piel. Pero ahora se podía decir que tenía más tiempo para analizar lo que sucedía a mi alrededor, sin embargo la visión que tenía en frente no había cruzado por mi imaginación, que aún ahora era bastante pobre. La figura que se vislumbraba por momentos borrosa, me sonrió. La alarma se mantenía latente en mi, mientras intentaba asimilar lo que mis ojos veían. Aunque la sonrisa pretendía ser amigable, no terminaba de confiar en "él".
Mi postura no se relajó en lo más mínimo cuando estuvo expuesto ante mi, simplemente no podía estar tranquila mientras otro mito me saltaba a la cara. Claro que la expresión de miedo en su rostro, me hacía replantearme el hecho de que no sabía quien era la víctima ahora, o en todo caso el más débil entre los dos puesto que la figura parecía tan frágil, tan asustadiza. ¿Podía confiar en que él me temía más a mi, que yo a él? Existía la posibilidad, pero no quería pecar de optimisa ahora.El nombre que le confiaba no me era familiar, no lo recordaba de su pasado, así que seguía igual que antes; devanándome los cesos elaborando hipótesis de quien podía tratarse, sin ningún éxito.
-Si, es mi casa-Las palabras salieron automáticamente de mi boca. No quería rebelar mucho, ni dar explicaciones del porqué estaba aqui ahora, la respuesta simplemente dejo sus labios antes de poder contenerla. Mi mirada volvió a posarse sobre los escombros de lo que fué mi hogar en el pasado. Recordaba con exactitud los objetos familiares, los muebles y el lugar que ocupaban. Aquel sofá que era mi favorito,en el que me sentaba para ver por la ventana el ocaso, la alfombra en que me recostaba frente al fuego las tardes de invierno.
Cuando volví la mirada hacia él, noté el horror en su expresión. Una vez más mis sentidos se pusieron en alerta, y rápidamente miré a mi alrededor aguzando el oido para captar algún sonido fuera de lugar. Pero la noche seguía tan pasiva como hasta ahora. Sin responder a su pregunta sobre mi nombre me acerqué a él con cautela-¿Qué pasa?-Quise saber, lo que fuera no me daba muy buena espina. Algo pasaba, algo que yo no podía ver, algo malo.-¿Qué es lo que haces tu aqui?-Entecerré los ojos con desconfianza lo que sea que pasara, tenía que ver con él, de eso estaba segura.
Mi postura no se relajó en lo más mínimo cuando estuvo expuesto ante mi, simplemente no podía estar tranquila mientras otro mito me saltaba a la cara. Claro que la expresión de miedo en su rostro, me hacía replantearme el hecho de que no sabía quien era la víctima ahora, o en todo caso el más débil entre los dos puesto que la figura parecía tan frágil, tan asustadiza. ¿Podía confiar en que él me temía más a mi, que yo a él? Existía la posibilidad, pero no quería pecar de optimisa ahora.El nombre que le confiaba no me era familiar, no lo recordaba de su pasado, así que seguía igual que antes; devanándome los cesos elaborando hipótesis de quien podía tratarse, sin ningún éxito.
-Si, es mi casa-Las palabras salieron automáticamente de mi boca. No quería rebelar mucho, ni dar explicaciones del porqué estaba aqui ahora, la respuesta simplemente dejo sus labios antes de poder contenerla. Mi mirada volvió a posarse sobre los escombros de lo que fué mi hogar en el pasado. Recordaba con exactitud los objetos familiares, los muebles y el lugar que ocupaban. Aquel sofá que era mi favorito,en el que me sentaba para ver por la ventana el ocaso, la alfombra en que me recostaba frente al fuego las tardes de invierno.
Cuando volví la mirada hacia él, noté el horror en su expresión. Una vez más mis sentidos se pusieron en alerta, y rápidamente miré a mi alrededor aguzando el oido para captar algún sonido fuera de lugar. Pero la noche seguía tan pasiva como hasta ahora. Sin responder a su pregunta sobre mi nombre me acerqué a él con cautela-¿Qué pasa?-Quise saber, lo que fuera no me daba muy buena espina. Algo pasaba, algo que yo no podía ver, algo malo.-¿Qué es lo que haces tu aqui?-Entecerré los ojos con desconfianza lo que sea que pasara, tenía que ver con él, de eso estaba segura.
Évani Rivoire- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 912
Fecha de inscripción : 29/03/2011
Re: Answers [Évani Rivoire]
No necesitaba confirmación de aquello sobre la propiedad de la casa, pero tal vez sí una respuesta la tácita pregunta del “¿Qué haces aquí?”. La gente podría tener millones de motivos, más aun considerando el contexto. Una casa devorada por el fuego, y una muchacha joven que la visitaba bajo el velo protector de la noche. ¿Sería nostalgia tal vez? Quería y no quería saber. Parte por la infantil curiosidad de saber quién era la extraña, pero sabía que si ella exteriorizaba algo de esa aparente melancolía inevitablemente absorbería energía de ella, y luego quedaría prendado de aquella casi insaciable necesidad de atención, tal y como creía que sucedía con su hermano.
Algo de esa tensión desapareció cuando la mujer dejó salir de sus labios dos liberadoras palabras “¿Qué pasa?”. Eso significaba que ella no podía ver aquella ilusión que se antojaba más un delirio o una mala jugarreta de su imaginación. Por eso se frotó los ojos con las yemas de los dedos, como si buscará despertar, cuando ella arremetió con otra pregunta, una que lo ponía en jaque.
- Yo… - alcanzó a murmurar, antes de darse cuenta de que no tenía mayor excusa que esos otros delirios que esta vez atribuía a sus sueños – Creo que solo vine a dar aquí – dijo encogiéndose de hombros y respondiendo de la forma más transparente posible, para evitar así hablar de más, aunque temía que en algún momento tendría que hacerlo, porque a pesar de entender que la mujer estaba en todo su derecho de estar ahí, él no podía irse tan fácilmente, no sin averiguar… recordar…
Si no lo lograba acabaría por obsesionarse, sustituyendo su amabilidad por un perpetuo malhumor, que hacía que las cosas a su alrededor se salieran de control, espantando a la gente, y ahora que vivía en aquella casa de acogida no podría, no se daría más bien, el lujo de arruinarlo todo.
- La verdad es que no sé qué hago aquí – confesó en un ataque de sinceridad, olvidándose de todo propósito - ¿Debo irme? – acabó por preguntar al tiempo que se llevaba la mano a la nuca, signo de que estaba nervioso.
¿¡Qué rayos estaba haciendo!? ¿¡Y qué otra cosa podía hacer!? ¿Espantarla con un “bú”? Gabriel se alejaba bastante de la caricaturizada figura de un fantasma, más ahora que casi llegaba a ser tangible, pero había algo en él que seguramente evocaba una sensación similar. La de un fantasmilla haciendo una que otra travesura a los vivos. Y probablemente era así, pero no esta vez.
Algo de esa tensión desapareció cuando la mujer dejó salir de sus labios dos liberadoras palabras “¿Qué pasa?”. Eso significaba que ella no podía ver aquella ilusión que se antojaba más un delirio o una mala jugarreta de su imaginación. Por eso se frotó los ojos con las yemas de los dedos, como si buscará despertar, cuando ella arremetió con otra pregunta, una que lo ponía en jaque.
- Yo… - alcanzó a murmurar, antes de darse cuenta de que no tenía mayor excusa que esos otros delirios que esta vez atribuía a sus sueños – Creo que solo vine a dar aquí – dijo encogiéndose de hombros y respondiendo de la forma más transparente posible, para evitar así hablar de más, aunque temía que en algún momento tendría que hacerlo, porque a pesar de entender que la mujer estaba en todo su derecho de estar ahí, él no podía irse tan fácilmente, no sin averiguar… recordar…
Si no lo lograba acabaría por obsesionarse, sustituyendo su amabilidad por un perpetuo malhumor, que hacía que las cosas a su alrededor se salieran de control, espantando a la gente, y ahora que vivía en aquella casa de acogida no podría, no se daría más bien, el lujo de arruinarlo todo.
- La verdad es que no sé qué hago aquí – confesó en un ataque de sinceridad, olvidándose de todo propósito - ¿Debo irme? – acabó por preguntar al tiempo que se llevaba la mano a la nuca, signo de que estaba nervioso.
¿¡Qué rayos estaba haciendo!? ¿¡Y qué otra cosa podía hacer!? ¿Espantarla con un “bú”? Gabriel se alejaba bastante de la caricaturizada figura de un fantasma, más ahora que casi llegaba a ser tangible, pero había algo en él que seguramente evocaba una sensación similar. La de un fantasmilla haciendo una que otra travesura a los vivos. Y probablemente era así, pero no esta vez.
William & Gabriel- Humano Clase Baja
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 29/06/2012
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