Zyra, la princesa egipcia

Zyra, hija de reyes egipcios y de gente adinerada e importante, es una joven orgullosa que siempre va con la cabeza bien alta. Sabe lo que quiere y como lo quiere, es directa y no tiene dudas, pues la han enseñado a ser deicida y concisa. Es fuerte y valiente, no le tiene miedo a las cosas y siempre las enfrentara con cabezonería y orgullo. Le cuesta cambiar de opinión, gran defecto, pues cuando se centra en algo no lo olvida hasta conseguirlo y jamás se dejará arrastrar por los demás, aunque la situación sea horriblemente mala.

Por otra parte, aparte de su gran porte como princesa, también es comprensiva con la gente y lo que le importa intenta mantenerlo como sea. Si un amigo la necesita siempre estará allí, nunca falla a la gente que quiere, aunque también hay que decir que no son muchos los que lo consiguen. Suele ser un poco calculadora e incluso fríbola, pero son solo máscaras para no mostrar a la Zyra dulce que a veces puede estar en su interior.


Zyra ha sido una chica alegre desde siempre, con unos valores bien marcados por sus padres. Era una niña mimada y querida por todos. Estudiaba y hacía todo lo que le mandaban sin rechistar, pues su familia esperaba mucho de ella. La historia la apasionaba, la cocina le resultaba entretenida, el lengua era sencillo y la danza era su pasión. Zyra se pasaba horas bailando y aprendiendo danza árabe o del vientre, amaba el sonido y las formas de moverse que la gente veía tan complejas y ella, un mero y simple arte.

Tenía un hermano mayor con el cual le gustaba pasar muchísimo tiempo, eran uña y carne y siempre se les veía juntos, aunque, durante un tiempo, ganaba la discusión en sus conversaciones. Ella ya era una adulta y debía estar prometida con alguien rico, con alguien que pudiera cuidarla. ¿Que si le gustaba? Era muy orgullosa y jamás aceptó semejantes palabras de su hermano aunque tuviera razón. Zyra se alejaba a su lugar secreto cuando estaba triste, una parte escondida del jardín donde había hermosos pájaros nadando tranquilamente. Le gustaba acariciar el agua del lago mientras se tranquilizaba y pensaba con coherencia. Allí conoció a varias personas, amigos que siempre le fueron leales aunque fueron pocos, uno en particular que siempre conseguía hacerla feliz hasta su prematuro fallecimiento. La dejó consternada y antes si quiera de que pudiera recuperarse su madre le trajo una triste noticia; su padre falleció poco después pero no antes de haber planeado su futura boda.

Zyra, por respeto a su difunto padre aguanto su opinión y se mordió los labios con fuerza evitando la protesta. Su hermano se sentía orgullosa lo que hizo que ella se distanciara del mundo y se encerrara en sus aposentos. Noches después del funeral y de la gran noticia, se celebró una gran fiesta para celebrar un matrimonio que jamás se llevaría acabo. La joven se puso sus mejores galas e intentó sonreír para su familia y amigos, pero podían notar la tristeza que desprendía. La noche siguió su curso, hasta que conoció a un joven y todo acabo de repente. Para ella la fiesta se esfumó, el mundo a su alrededor dejó de ser el mismo al igual que su corazón dejó de latir.

Después de abrir los ojos ya no estaba en su mundo ni era la misma. Se había recién convertido en una criatura de la noche, una criatura sedienta de sangre sin control, pero sin poder poseer lo que deseaba por culpa de aquel hombre. Por una parte veía el lado positivo, aunque debería vivir toda su existencia con la carga de aquellas dos muertes y la pérdida de su familia, se había librado del peor castigo de su vida: aquella boda que jamás deseó.


*Zyra adora los paisajes naturales como lagos, bosques, ríos...

*Odia a la gente hipócrita, le han enseñado a decir las cosas directas y a la cara, así que cualquier puñalada a la espalda la enerva.

*Le gustan mucho las joyas y las cosas hermosas, también los vestidos, en un poco materialista pero también generosa y no dudaría en dar alguna de sus pertenencias si alguien la necesitara de verdad.

* Le tiene pánico a los fantasmas, de niña vio uno y jamás podrá olvidarlo