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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Nicolás D' Lenfent Sáb Nov 24, 2012 7:55 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Un lapso se ha distorsionado en el templo de un ser desconocido que ni el mismo sabe si el cielo fue su reino.

Recuerda la noche cuando la luna había emitido su brillo por completo, fluyendo suavemente hacia abajo para unirse con las ondas del sonido, ellas habían controlado esta noche, pintando la oscuridad plateada, aquella piel congelada que relucía, sus manos estaban separadas como diciendo que estaba arriba, eran como dos manos hermosas y puras, sin pecado como la luna que brillo con su esplendor blanco y ahí pensó: “¿Entonces podría ser que la luna me dejo para irme a las manos de otro?” Se había aferrado a las palabras vagas, dejando sus lágrimas, haciendo suplicas entristecidas al ser tomado por el inalcanzable mar congelado, un alto cielo de invierno, extendido hacia lo lejano dejando descolorados sus pasos, sintiendo como si quizás hubiera algo por que seguir en ese lugar donde todo es perdonado, deambulando con los pies desnudos, dejando que por un momento se valla la soledad y ahí un ser le miro ¿Por qué deseo tomar su mano? Le ofrecía su mano y este sin pensarlo le cogió, se fue a su lado estando sus ojos dominados por los otros, estaba siendo llevado con mentiras, alguien disfrazado como la luna, bello, hermoso que con solo mirarlo lo hipnotizo, entregándose, sin luchar, dejándose vencer y perderse como había sucedido desde que se encontraba en los senderos de la perdición, cayendo en los brazos de aquel hombre, entregándole lo que tiene de vida, que hiciera lo que deseara, así sea matarlo y sus ojos se cerraron de repente, desapareciendo con el.

Había relucido la luz, sus ojos se abrieron y se encontró desnudo, recostado en el suelo de un lugar desconocido, luciendo como una rosa que florece en abundancia de dispersión de lujuria, su piel muestra de belleza se mostraba, encadenado del cuello como un siervo, sus manos con grilletes y sus piernas abiertas, mostrándose como la estrella que caerá en una cama, donde le quitaran su soledad esa noche, con su flor de fantasía deja añoranzas de que el mundo es hermoso, su falo quieren probar del bocado de la dulce miel y luego se tiñera amarga de un dolor que es invadido por la esencia de este rosal espinoso ¿Cómo podría ser regalado por solo el placer? Es como si nevara y ese descendiente copo cayera en las manos de un impostor que se dice ser nieve para prosperar juntos y ser solo uno solo. “Estoy girando, girando alrededor de la nieve, desnudo, llorando al compas de una sonata que dice ser la vida de un desolado ser que habita en lo profundo de las tinieblas, tratando de saltar para alejarme de la oscuridad” Alucinando, enfocando la mirada hacia arriba, sin dejar esos tristes ojos brillosos, moviéndose, permaneciendo preso de una droga que le estaba llevando al paraíso mientras en la realidad estaba siendo subastado, presenciando las miradas, miradas que solo son de vicio, de señores que se creen amos de la belleza absoluta.

Sus cabellos fueron dispersados en todo el rostro y alguien movió las cadenas, haciendo que se inclinara, su espalda era ahora vista y ese rectilíneo desflorado fue la diversión y el comienzo a elevarse cantidades de dinero por tenerlo y solo él seguía perdido en la nieve que era lo único que tenía en mente. Expuesto como la flor salvaje que pérdida esta mientras alguien le arranca las espinas para seducir y ser ultrajada de repente.
“Solo dejad que las miserias le tomen, desear seguir perdido, ser solo el olvido de un precio y volar a los brazos de la nieve mientras el sueño perdure y la realidad aseche”
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Mensaje por Nicolás D' Lenfent Mar Oct 29, 2013 3:45 pm

“Me tienen atado, mi templo parece ser frígido mientras que mi interior despierta, batallando contra el deseo, gritando quiero ser frígido”
 
Engañando como una asquerosa víbora que se revuelca de tal placer suministrado, estar ha tentado contra las lujurias más morbosas,  encadenado ante el peligro de caer en sus miserables caricias que no se detenían, jodidamente despreciaba el hecho de que le tocaran dulcemente, ese se descaraba con su suavidad, lo imaginable se avecinaba y ahí con la mente enferma pero sutil. Cruelmente mira como si existiese un veneno que le matara, sentía su nariz recorrerle la piel de la mejilla, su manera de percibir esencias era seductora mas no lo suficiente para que se mostrara seducido…-Entonces humillarle seria mi única arma, podrá hacer lo que se le plazca pero lo jugoso de esto es que solo obedezco ordenes, ¿Quiere educarme? Solo pídalo, le mostrare que tan instruido soy…-esperando esas absurdas peticiones, permaneciendo con descaro, sostenía la mirada estúpida en la que le miraba, se sentía realmente una joya valiosa y aquel le elevaba el valor por sus deseos.
 
Sin sorprenderse como un niño malcriado como ese pudiera saber excitar a un hombre mayor, quizás ese era el secreto por el cual se hallaba a su lado, que mantenía cierto libídine con su padre y al dejarlo buscaba un sustito, pero aun necesitaba más, aun no era experto en masajear, le había brindado el recuerdo de una pasión olvidada, frígido se creía por haber sido cadena de una decadencia por ello extraía las almas más puras, solo aquellos hermosos ángeles le daban el placer que todo una bestia acumula..Pero el frio lentamente se calentaba, la fragancia del aceite estaba haciendo el efecto o será ese ser candente que altera cualquier deseo, siendo abrazado sin sentir una pizca de deseo por él, aceptando seguir sin caer, al fin la jugada se había desnudado que era tiempo de atacar con la dureza de su falo, frio sin liberar algún gesto de ser excitado aunque enerve las ganas de ultrajarlo por atreverse a tocarle los dídimos de esa manera, callándose, tragándose las ganas de emitir un quejido que fueron más las fuerzas y se alzaba, desdeñándole con la intensa mirada de marfil, aceptando en la mente que le dio placer por ello.
 
-Joven tráguese sus palabras, podrá ser dueño de mi templo mas no de mi ser, carne quiere y aquí la tiene, existencia no es nada, cogerla pero ahora dígame, ¿No le da gracia saber que en nada será correspondido? –crujiendo de ira, alzando un poco la cadera para evitar que siguieran sus dedos, percibiendo el dolor que esto fue lo que había predicado, ser siervo, no de él si no del sexo, eso era lo que una jodida ramera era que desdeño en la profundidad sentir la carnosidad como se movía…- Aguantar esta blasfemia no es nada, ¿Quiere cogerme? Hágalo, para eso estoy, siga con esos dedos, pero lo estúpido es que no hay nada que sentir, no hay nada, no hay tal placer sin embargo, puedo percibir que solo usted está para que se lo cojan…-indiferente ante los roces, al menos esa era su máscara, desprendiendo totalidad de una recia actitud, forjándose su propia tumba donde esconde toda la locura, la excitación por el engendrado dolor que en su cavidad poseía, era placentero por el simple hecho de que le lastimaban, claramente se vislumbraba que no sabía hacer enloquecer por el éxtasis…-¿Caer por lo que hace? Ja! No me joda, ¡Maldita sea!..-abría más las piernas, ya el fragante líquido podía comérselo en sus entrañas, batallando por no emitir gemidos, no debía mostrar el semblante de una derrota…- Puedo enseñarle como es penetrar con los dedos….-musito con sequedad, se sentía descontrolado, sus labios los cuales no podrá confundir le hicieron dar un quejido suave, sin ser soltado que solo su garganta pudo detonar, manteniendo la mirada en el techo, esperando guardar las sensaciones que locamente se alborotaban, sus mordidas, su tacto iba a quejarse pero al ser liberado de esa tortura, observo, tratando de calmarse, desviando la mirada al falo que al verlo levantado junto con aquellas cintas negó y reto a que jalara mas de ellas…-Entonces ¿Seguirá con este absurdo juego? Dígame, porque me estoy cansando de ver esa estúpida sonrisa…-dando un ligero salto, ardía el cuero del falo, ya quemaba que la sensación de quemarse le fascino, tragando un poco de aquella saliva acumulada, ansias obtenía de todo…-Sigo esperando sus ordenes, si no me dará una entonces déjeme marchar…-la última palabra la desprendió con suavidad….-O dígame que actué al menos…-desviando la mirada, ya no deseaba permanecer en sus pupilas, caer o no caer ese era el juego, jugar con él mientras se pueda pero sintiendo repulsión por sí mismo, odiándose por permitir que llegara a este grado…
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Mensaje por Invitado Lun Nov 04, 2013 6:51 am

“Amargo tu existencia como una dulce gota de placer. Soy tu sueño enfermizo, nunca dejaré que me pares de ver, me jactaré en no cansarte, en seducirte hasta que cada parte de tu alma sea devorada por mí” 

Sus palabras eran filosas armas que amenazaban con cortarme en trocitos, pero yo sabía, en lo profundo, que podría ganar si me lo proponía, quería invitarle a disfrutar de un placer que solo alguien como yo podía darle. Un alma impura que en el interior estaba de un color blanco, tan limpio que siquiera los mismos ángeles podía compararse. Esa era mi ‘bendición’, un alma podrida en el exterior, dulce en el interior. ¿Podía alguien contar con tal astucia? No lo creía posible, como eco grave me repasaba sobre su piel, cantando lo satisfactoriamente agradable que era estar en su lecho. Me hundía en su piel, le sonreía por sus palabras que sabía que aunque me daba un deje de dolor que se sosegara en ir contra mí, eso haría de la situación aún más agradable. — Se nota que habéis sido instruido…— Murmuraba irónicamente, suspirando contra su piel, bordeándola, buscando una imperfección para poder morderla, encontrando en sus costillas un placer indeseable, sintiendo mi cuerpo frenéticamente excitado, mareado por la longevidad del ajeno que hacía en mí, estragos incontrolables. Podía desear querer poseerlo de esta forma? El deseo del sexo y el deseo de dormir eran fuertes, ambos dos me dominaban pero al mismo tiempo, querían estar juntos, con él y solo con él. Con aquella ave negra, tediosa y modesta que tanto parecía desear carcomerme los ojos.

Sentí como la energía pasaba entre mis yemas, deseando jadear por él mismo, que aunque su mirada era la de un ser frío, no pensante y casi muerto, supe en mi interior que estaba por buen camino. Mordiendo mi labio, sonriéndole que a mitad de camino quise besarle nuevamente, probar esos labios de áspero sabor. Removiendo mis partes, al tiempo que volvía a encorvarme contra sus dídimos, escrutándolos unos con otros en un extraño nido de placer. —No me da gracia si eso queréis saber. — Seco y cortante le miré, enarcando una ceja; era más que obvio que eso no me daba ninguna gracia, no era causa de chiste alguno, de risa alguna. Hervía en la misma ira que él. ¡Pero que ser tan inesperado! Yo lo había comprado, era la primera vez que una compra me fallaba de esa forma, quería hacerle entender que luego de esa noche sería mío para siempre y le obligaría a caer, meterlo entre mis redes hasta que nada quede, envolverlo como una araña hasta terminar de tragarlo y morir junto a él. Quise golpearle cuando volvió a retar mi paciencia y como si eso lo tomara cual grito desesperado de empuñadura del deseo lo penetré. Sí, no esperé un segundo más, saqué mis dedos sin ninguna emoción y me encastré en su interior, apoyando mi cabeza frente a la suya que un gemido acallado salió de mis labios. Dolía, el raspón había sido mutuo pero no se lo hice saber, solo le miré, como quien busca algo en unos ojos desvelados.

—Cerraos vuestra puta boca y si queréis alguna orden esta será que jadeéis como el siervo que sois. — Susurré en sus labios, apoyando frente con frente, las manos a los costados de aquel ser que empezaba a abanicarme, apoyando los pies con fuerzas en la cama, hundiéndome a medida que entraba del todo en aquel cuerpo ajeno, sintiendo el rozar de su piel contra la mía, hacía un juego al apoyar mis testículos contra su piel, buscando una armonía especial, me movía horizontalmente, queriendo hacerlo gritar, buscando con mi mano derecha su hermoso tórax que no tardé un segundo en empezar a hacerlo sentir más, apretar aquel pezón, retorcerlo mientras mis embestidas no paraban, era la vida y la muerte cruzando la calle. Se sentía bien, demasiado bien. Negaba ante sus palabras que con la mano impuesta en molestia tomé su cuello, lo apreté mientras seguía penetrando su cavidad impura, moviéndome como un bendito deportista, jadeando sobre su oreja, la miraba, la mordía y estiraba de su lóbulo con la debida precaución. Mordisqueándole para luego meter la lengua en aquel orificio, bajando hacia su cuello que entre embestida y embestida le mordía, apretando su piel, subiendo que quería tomarle del rostro y así lo hice. — No necesito que me enseñéis nada, desde cuando un siervo… le enseña a su amo? — Pregunté con discordia, mi amabilidad había terminado, le tomaba la pierna y la subía y separaba más, dando un golpe nuevo en su interior, hacerle dolor y placer era lo que estaba buscando y no esperaba lograrlo a la primera, sino que me iba moviendo y moviendo a la izquierda, derecha, arriba y abajo, hasta que todo mi falo sintiera que estaba en el lugar correcto. Incrustando mis uñas en su piel, estirando mi cuello que el deseo divino era lo que florecía en mi pecho. Me gritaba el placer en mi falo hasta mis órganos muertos que de repente sentía como si vivos estuviesen. Era un placer oscuro, a mí no me engañaban, él era todo lo que yo necesitaba.


“Te grito para que sigas siendo mío. Te doy dolor para que sientas placer, te odio, para que me ames.”
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Mensaje por Nicolás D' Lenfent Miér Nov 06, 2013 4:34 pm

¿Cómo puede llamarse un Amo, si no está acompañado de dolor, placer y el chasquido de sus látigos?

Caricias penetrantes; le escuchaba gritar el deseo con intensidad por eso anhelos que eran claramente desnudados por ese malcriado, su forma provocativa de insinuarse sobre la piel que se debilita por la suavidad, tan solo un roce podría sentirse hambriento, sembrando huellas exquisitas que la humillación alumbraban en sus ojos, se mostraba desilusionado, odioso pero no por él, sino por sí mismo, estaba dejando que siguiera, siendo la boca una pleitesía en esa silueta de belleza externa, con un jodido homenaje de sus caprichos pero con el puñal de la garganta hondea la hoguera de las llamas, le recorrían la bóveda secreta, ese templo no poseído por ningún bordado que ahora percibe un volcán en llamas no antes experimentadas, sus mordidas le decían que sabía llevar el placer al extremo y permanecía inmóvil, perdido en el techo por no ver esos ojos que le perturban desearlo y cambiar de parecer...

Sosteniendo el aliento de sus labios, no responde a esa perdición, se muestra indiferente a sus provocaciones, a sus seducciones que tentaban verle sus labios e incrementar las ansias de morderlos como lo hace, maldijo por su sonrisa, detestándole por como los dídimos eran tocados- No deseo saber nada...-seco, las manos presionadas en forma de puño contra las sabanas que al ser abiertos los pétalos que guarnecen ocultos al ardor de esa penetración, no espero, uno de sus puños fue liberado contra ese rostro, no quería tenerlo cerca que por ello le golpeo, asesinándole con el filo de una especie de daga en la mirada que solo se mostraba como una caja a la cual le meten,  meten y sabe que solo para eso está ahí....

Pero no iba a mostrar tal falta que tiene, se contenía a liberar el dolor en su interior, manteniendo las piernas lo más abiertas que se pudieran para evitar que le dañara su delicado templo...Tomando las fuerzas necesarias  para no matarle, se muestra con los ojos rojos por la ira, sin dejar la reemisión del látigo de la boca, sin hablarle, eso pedía y por eso se traga las ganas de escupirle pero de inmediato nacen pequeños quejidos, distrayendo las manos en las sabanas presionadas, no podía impregnarse a la ambrosia del manjar que alienta entre ese roce, ahogando un gruñido siendo la primera nota de descaro...-No puedo gemir cuando apenas me está cogiendo, me da repugnancia, siga con esa caliente ocurrencia- murmuro al tenerlo en la oreja, sentir su órgano húmedo recorrerle, sus manos que alaban con redundancia, su excitante agarre del cuello le fascino que le provocaba más, quería darlo todo, dejándose devorar para dejar que le desee, que se obsesione para utilizarlo como se le plaza..."Deja que tu enemigo te humille, te coma, la venganza es más excitante y peor" Era un peligro pensar pero solo de esa manera se puede disfrutar.

Moviéndose por la sensualidad morbosa del otro, los cabellos marchitos y la húmeda perla se deja a última batalla guardar las sensaciones, ejerciendo dominios que velaban los secretos, obligando la boca a permanecer cerrada, siendo vencido para ser rey de su joya más preciada...-No hay siervo alguno, solo veo a dos que se creen amos, así que termine de una vez...-sintiéndose penetrado hasta el último rincón, abriendo en cortesía la antesala faraónica para que dejen la leche de la vida... –mmmmm -mordiéndose con fuerzas los labios, sangrando, deslizándose en hilos y no soportar esa estúpida atracción, agonizando por no dejarse consumir pero se muestran los pezones endurecidos, el falo que destella por ser jodido a sufrir esa clase de placer que no había cogido, mordiscones, lametones, suciedades exquisitas.
Soy sumiso de mi propi mente
Enfermamente piensa en ser sumiso de sus deseos, ardiendo en esa antorcha, enjugando la boca con la brevedad de la saliva, arrancando el deseo que se mece, las pupilas se dilataban, el abdomen aleteaba en los adentros como mariposa y exóticos silencios se desploman, inusitado que quiere más de sus roces...-¿Le gusta como ahogo mis gemidos? ¿Quiere que siga babeando por las ansias de besarle? -quería jugar suciamente, deja la pasión asomarse en la cintura al moverlas para acompañar su ritmo, su pierna era subida que quería regresarle cada provocativa blasfemia- ¿Me permitiría dejar que me toque a mi manera? -alzando las manos al pecho, se acaricia con coqueteo hasta llegar al falo y con una mano lo aprisiona...-Gemiré para usted como desea...-masajeándose, sin dejar de mover la curva de la espalda medio arqueada, arriba y abajo sensualmente se agitaba, tirando del cuero del glande duro, puesto a que fuese chupado para calmarlo pero la mano hace ese favor, lo abraza con la palma, lo regocija y golpea la punta...-mmmmmmm...- sabroseandose los labios al pasar la lengua, fundiéndose entre marejadas de locuras que le envuelve la penetración- ¿Así joven? ¿O como prefiere que gima? -su voz gruesa, grave que vibraba con desdén- ¿O quizás sea mejor gemir así?...-con maldad se masturbaba, entre abriendo la boca que suelto esos alaridos como si fuese un puta.- aaahh…aaahh…aaahhhh….-sonoros consecutivos, suaves ritmos llenos del libido ardiente y farsante de su propio experimento, el reflejo está aquí, en carne y hueso, recostado, poseído por esas tibias manos, tan suave y trágico, como un matadero, sus penetraciones eran como un cuchillo hiriendo la cavidad… podía verlo, sentirlo contra su cuerpo, teniéndose en esta cama, sabanas manchadas de perfumes, así es donde todo comienza…”Te quemare y me comeré tus cenizas, sigue embistiéndome, lo haces bien pero no tan bien como te lo hubiera hecho”. Reconociendo que le sedujo este arte de sumisión, el de gozar y humillarse quizás no hay límite para la lujuria del placer….
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Mensaje por Invitado Lun Dic 16, 2013 2:08 pm

“¿Cómo puede llamarse un sumiso si no me regala sus gritos de dolor, su vergüenza engatusada y su forcejeo incesante?”


Con un pudor que no tenía caso explicar, donde mi espíritu eminente mercantil hacía una ausencia de plagio y despilfarro. Me encontraba en una increíble sucesión de placeres carnales, donde no encontraba un propio objetivo. ¿Era un simple deseo de sexo y angustia? Era la calvaría misma la que me hacía agotar todos mis medios para poder tener al maldito hombre bajo mi poder. Sus ojos de intenso celeste me hacían caer en un trágico sueño. Pero evadía caer en la hipnosis, aun cuando todo estaba girando en torno a él, me mantenía fuerte en mi posición, jadeando en deseos de tenerlo más apretado a mí, siento esa penetración dura y escocida un dolor para ambos, pero más para mí. Estaba apretado y antes de poder acostumbrarme su puño se incrustó en mi rostro, sentí el dolor recorriéndome y quise gritar, llorar de ser necesario. Pero me aguanté las ganas, me mordí la lengua, el periodo oscuro terminaría cuando solo el placer este en la mente de ambos.


Sujeté con dolor mi mentón y dejé salir un jadeo suave, volviendo a penetrar su cuerpo, moviendo incesante mis caderas, en tanto mi mirada de “no me importa lo que sientas o digas” se hacía presente. — N…no seré gentil ahora. — Le advertí con una calamidad engorrosa, gruñendo de la insatisfacción que eso me había provocado, mientras movía mi cuerpo excitado contra el otro, buscando alguna pequeña sensación de placer en su bajo vientre. Pero estaba escondida por la ira y la molestia. Su autocontrol era de envidiar, pero mis caprichos eran más fuertes, no había dudas de que yo siempre, de alguna forma, obtenía aquello que quería. Mi mejilla ardía, dolía como si me hubiesen dislocado el hueso, pero me mantenía en posición, acariciando esas piernas que tan abiertas y expuestas estaban, era evidente que él amaba su cuerpo tanto como yo. — Vuestra piel esta exquisitamente bien tallada. Me gustaría dejar aquí, marcas imborrables. — Entre gimoteos le hablaba, deseando tener un fierro caliente para marcar mi nombre en su piel y que este no se pueda borrar jamás. Sin embargo eso no estaba presente pero dejé que mis garras largas y pulidas renacieran y las empecé a clavar en su lienzo blanco. El color carmesí chorreaba y dejaba marcas en la sabana, mis ojos estaban rojos, mis colmillos querían despegar a su cuello y robarle todo lo que él me había quitado.


—Estáis equivocado, quien tiene el papel aquí soy yo. — Inquirí de forma vengativa y con despecho altivo fui a uno de sus pezones, le mordí mientras mis caderas seguían la corriente de su entrada, escuchando el bello frufrú de su piel sensible y rosada, le estaba lastimando, pero lo estaba disfrutando más de lo habitual. Estiré mis manos y agarré su cabello, tironeándolo, mientras le obligaba a quedarse por unos instantes quietos, robándole un beso largo, profundo, succionando su lengua, esperanzado de que pronto, el cuervo se dejara llevar por las sensaciones que estaban tan sublimemente encarnadas en mi falo lubricado. Y como si ocurriese un milagro, el ave negra empezaba a estirarse, a desear algo de placer que se tocaba de una forma demasiado insinuante, que me llevó a buscar más adentro de su entrada, gimoteando bajo, que ver su falo ser tocado me daba envidia que le quise retener las manos. Dejarlo así sin que pueda correrse. Entumecerle aquel miembro mal formado, educarlo en castigos severos donde no pudiese correrse nunca. Dejarle el placer al límite y luego torturarlo para que se le baje y le suba una y otra vez. Ese era mi deseo. El de encarcelarlo en el placer doloroso por siempre. Pero eran sus ojos los que me hipnotizaban y me hacían caer en sus redes. Quería suplicar que haga lo que desee, pero me negaba a caer en el jueguito que yo mismo había empezado.


Sus jadeos, gemidos y gritos eran dignos de la mejor puta que pudiese existir y eso me decía que él las conocía bien. Y los celos me torturaban, tanto que empecé a moverme frenéticamente, mientras me acercaba a esa boca que no paraba de largar sonidos insinuantes, fornicando con su cuerpo incansablemente, viendo de reojo su glande ser digna de envidia que por ello acerqué una de mis manos y clavé un dedo en la punta, con el debido cuidado para no hacerle doler, moviendo en círculos que quería sentir la lubricada suavidad de su interior por todas las partes. Y fue tanta mi curiosidad, que cuando el gemido de puta salió me acerqué a sus labios y le besé nuevamente, pero esta vez era algo más demandante, necesitado de su oscuridad, disfrutando sus labios ensangrentados que nos hundíamos en el masoquismo. Disfrutando por ambos lados, sentía el pecho subir como aleteando en búsqueda de un oxigeno que no necesitaba. Succionando del aire del ajeno, mientras mis manos se hundían en su espalda, lo abrazaba mientras mis glúteos se movían en sube y baja. — Os llenaré enteramente, haré que vuestro interior, explote de mí. — Como una trituradora me movía incansable, sintiendo como desparramaba toda mi esencia en su interior. Llenándolo de mí, jadeando, mientras uno de mis dedos seguía dentro del otro y lo sacaba de un tirón esperando que aquel placer ajeno salga de su interior en forma de blanca leche. Sintiéndome mareado, casi anémico, deseaba dormir, descansar, pero aún mantenía mis ojos abiertos, en búsqueda de los ajenos.


“No puedo evitar pensar en cuantas cosas te haría en una sola noche y de una sola vez. Quédate por la eternidad para comprobarlo”
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Licitación de una ANÉMONA (Privado) - Página 2 Empty Re: Licitación de una ANÉMONA (Privado)

Mensaje por Nicolás D' Lenfent Dom Mar 16, 2014 12:28 am

[..]Clava la espada, duérmelo con el placer… ¡No te detengas! Porque al próximo orgasmo naciente, te matara…

Duro, ardiente y enfermizo se vestía la piel en movimientos candentes, avanzando como un jodido gusano que se arrastra por hambre, queriendo consumir su falo en la bóveda, lo succiona con fuerzas, sin saberlo el templo lo ordena, enloqueciendo con el sufrimiento que adquiría el recto con el desliz de ese falo y lo estrecho que estaba le era un martirio, le picaban y entre cada estocada se creaba un pulso agonizante. Sin embargo,  el gusano busca lo pegajoso, divertirse para ensuciar al menos y envenenar su interior, mofándose por brindar apneas roces en su templo pero la realidad era peor, rugían las caricias con desdén.

Recibiendo el mismo daño, aumenta la fuerza de sus empujes y ahí poco en poco está conociendo el animal encaprichado por coger…-Nunca he visto un amo que sea gentil con su siervo. –Sin guardar silencio, cuando libera  las palabras los hace como una vil serpiente, sosteniendo los pies en la cama con fuerza, quien diría que este esqueleto estaba realmente jugoso par que sea tomado. Escondiendo la excitación por esas uñas, curveándose como una estatua pulida en plena posición amatoria, retorciéndose del goce por ser herido de forma maravillosa, el dolor era la base de un orgasmo…

Cayendo en un sopor morboso, imposible dejar de alucinar con esos carnosos y carmesís labios, fluyendo el libido al paso de sus manos ¡Así, sigue mordiéndolos! Seducido, cayendo en espiral por morderlos, destrozarlos como lo haría con una manzana hasta adentrarle el gusano de la discordia…-Que manjar está disfrutando, lástima que no sea casto…-con la voz susurrada, germinando la sensualidad y seducción.-Nada podrá marcar lo que nunca será suyo…-aumentando el bailoteo, hace un cruce de piernas y lo aprisiona con intensidad, sintiendo al fin el falo solo suyo, llevando el ritmo a una locura, provocando que la mordida le despertara la excitación que se estaba durmiendo en el interior, sin aceptar que sea un amo, burlándose con los meneos, llevando la mano libre a su espalda que con las uñas filosas recorrió toda su piel, desprendiendo un pergamino de heridas, moviéndolo con las piernas para que se alejara de los labios, los cuales mantuvo cerrados pero fue inútil, la carne llamaba y dejo que tomara la lengua, respondiendo el beso con frenesí, presionando con la mano el miembro propio para provocar más, penetrando su mirada con la euforia del volcán explosivo,  desprendiendo una mordida sobre su labio inferior y asi lamiéndolo cual gato juguetón relucía con sus arañazos,  caricias que así mismo se daba.-mmm-cogiendo los alaridos más húmedos, apretándose contra él y las uñas llegaron a su glúteo, agarrándole con fuerzas al mismo instante que la punta del grande capturo el dolor, mordiendo nuevamente esos labios, por rechazar el beso que deseaba..

Negándose a sentir la calidez de ese abrazo, retirando la mano con la que se masturbaba y con ambas presiono sus glúteos, golpeando las caderas en su contra, yendo a su oreja para posar los gemidos en ella tras percibir la esencia, esa desnutrida nube que se desvaneció con la leche, dejando caer el cuerpo para sentir el recorrido del pegajoso líquido, aunque que tristeza, no era el éxtasis, extrañaba esa quemadura insensata, de empujar hasta ahorcar el falo, por ello necesitaba de mas, era un animal cundo se trataba de sexo, mas cuando se ha alimentado, la sangre le hace orar por un placer bizarro, lucir como un bastardo obsesionado con el delirio del fornicar…-mmm..-insinuándose como la ramera, pidiendo por mas, sin despegar la mirada de él, le hace girar y se coloca encima, mirándole con los ojos llorosos de querer correrse conteniendo la risa, estaba siendo un maldito mentiroso, poniendo las palmas de las manos en su pecho que seguía moviéndose…-¿El señor ya se cansó?  Ordéneme, ¿Debo quitarme? –delante y atrás llevaba ese miembro, tomando el propio qué masturbaba tal cual adicción provocada, reluciendo la uña filosa y hace un corte en la yugular, inclinándose a sus labios, dejando que bebiera en lo que gemía por anunciar el manantial desprendido…-aa..hhh..¿Lo hago bien? …-que le cosieran la boca, no tenía piedad estaba ofreciendo todo lo que un vampiro añora en sueños húmedos.-mmm, estoy…-golpeaba el glande, presionando la extremidad para moverlo en círculos, comenzando las secreciones, libera la esencia y con la mano captura el semen y lo eleva al rostro ajeno, alejándolo de la yugular para brindarle el festín de la lujuria.-pruebeme...-enfocando los ojos con suplicio, aferrándose a su falo como un anillo anunciando que ya era suyo.
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Licitación de una ANÉMONA (Privado) - Página 2 Empty Re: Licitación de una ANÉMONA (Privado)

Mensaje por Invitado Sáb Mar 22, 2014 4:12 pm

“Famélico es el deseo que siento por tu carne. Desvirtúo las sensaciones, me divido en premoniciones, trato de sacarte de mi mente, pero mi cuerpo sigue pegado a ti por siempre.”
Me vibraba el pecho, las abdominales se contraían mientras el traqueteo de nuestros cuerpos se volvía una lujuriosa mezcla de fluidos. Era un cántico audaz el que mortificaba sus encantos y lo volvía como un ente paralelo a la realidad. Duro y apretado, me envolvía en un placer malvado y dañino. Me provocaba gemir como si fuese yo el que estuviese siendo penetrado. Aunque me aguantaba la calma, mientras apretaba su cuerpo, sin dejarlo ir. Lo martirizaba hasta que en su mente se tatuara el hecho de que era mío y nadie, siquiera él mismo podría arrebatármelo. Forcejeábamos, pero los besos terminaban siendo preciosos y duraderos. Mis mejillas se enrojecían y mis labios, hinchados se habrían dejando ver una dentadura fina y blanquecina, digna de un chico de clase alta como yo. Dejaba salir un pequeño chirrido cuando sus uñas se incrustaban en mi piel, se movían haciendo huecos que provocaban una mezcla indeseable de placer y dolor. Pero aún con ello, seguía penetrando, sintiendo como terminaba por correrme enteramente y descubría que él era ideal para mí. Aun con sus contestaciones, su falta de educación hacia la persona que lo había comprado “legalmente”, me lo quedaría por toda la eternidad en la que pensé que estaría solo. — Nunca pedí que fueseis casto, no es algo que me interese. —
Respondí secamente, aunque me molestaba y me hervía la sangre de saber que él no era mío desde siempre, no era algo que podría arreglar, pero mis ojos flamearon y le observé deleitado, jadeando ante los nuevos movimientos ajenos. Le tomé de los cabellos, tironeándolos hacía mí con cuidado. — Aun así te lo haré hasta que tu cuerpo solo me reconozca a mí y así olvidarás que antes no eras casto. — Murmuré como falacias crudas sobre su oreja, mordiéndola hasta hacerla sangrar, mientras mis caderas se iban movimiento insistentemente, observando como dolía aquel apretón, sin dejarle explotar, le apretaba con el semblante serio. Me sentía ligeramente ofendido por aquella mirada socarrona que el otro me dedicaba. Pero estaba sumido en mi placer, tanto que el dedo que mantenía en su interior se iba girando, como si revolviera un agujero en la tierra para hacerlo más grande, apretujando todo aquel líquido que estaría probablemente buscando salir. Y lo hice hasta terminar de llenarlo, hasta caer como si fuese una pluma en sus brazos. Y ver sus fluidos salir me dejaron satisfecho. Ya podía morir tranquilo. Cerré los ojos cuando me manchó el placer ajeno y me sonrojé. Observando la bestialidad con la que se movía, como me tomaba y seguía utilizándome como si fuese un consolador de carne. Gemí y me retorcí, abriendo la boca, observando borrosamente como me ofrecía de su sangre.
Mis colmillos salieron desesperados y me estiré para probarle. Abrazando su cuerpo con la misma fuerza que él lo hacía. Parecía que de repente estaba aceptando algo, quizá le había dado ese placer que buscaba. No lo sabía, tenía demasiada hambre como para poder entender sus razones. Pero aun así, mi mano se apretaba en el anillo, lo masturbaba con dedicación, quizá era inconsciente, ya que todo fluía con la suavidad perfecta, de un lado a otro como mantequilla derretida nos untábamos, y empecé a beber de él con ganas, estirando las piernas para arrollarlo junto a mí. Acariciaba su nuca y su espalda, sintiendo como mis heridas empezaban a sanarse. Mamaba de él sin querer separarme. La sangre caía por mi garganta y me daba fuerzas para seguir con vida. — Lo hacéis perfecto y s-si… Me cansé, creo que caeré dormido. No podéis iros, sois mío, os quiero para mí. — Repetí como un loro y mastiqué de su piel, tragando con cuidado, mientras mi rodilla se colaba entre sus piernas y golpeaba sus testículos acomodando uno a cada lado, aplastando el derecho contra la cama, así quedaría aprisionado y no podría escaparse. Mi mano se coló por su espalda y tomé sus cabellos con fuerzas, me agarraba de donde podía para que él no pudiese irse. Le cortaría las piernas de ser necesario, para no dejarlo escapar jamás.
— No podréis escapar jamás de mis brazos. Mmrg~ — Mientras terminaba de chupar y ahora lamía su herida para sanarla, seguía empujando, torturaba su saco con fuerzas, y mi mano libre le agarraba el miembro masajeándole con los fluidos que antes había largado, con la yema del dedo pulgar seguía frotando hasta quedarme dormido lentamente. Apretando todo lo que me pertenecía, dejándole atrapado entre mi cuerpo para nunca dejarle salir. Había encontrado a aquel que me acompañaría hasta las cenizas y lo doblegaría a enamorarse de mí, aún si tenía que usar la magia negra. Sus ojos, como el cielo, su cabello como el sol, me recordaban a la vida que había perdido y que nunca volvería a encontrar.
“Y el tiempo ha acabado para ti, porque ahora tienes una misión que cumplir.”
 

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