¡Un malentendido! (LIBRE)

por **Cressida Anziélle** Sáb Dic 01, 2012 2:37 pm

Aquella noche el mercado ambulante estaba atestado de gente, lo cual ya era algo raro. Pero no importaba. Mejor que mejor. Necesitaba que hubiera gente que comprara lo que estaba vendiendo. Necesitaba el dinero, y cuanto antes. Claro que la suerte no te la garantizaría algo así. Pero...¿qué más me daba? Lo único que yo quería era conseguir venderlo todo. Daba igual lo que tardara.
Monté mi pequeño puesto y coloqué estratégigamente todos los pequeños trastos que debía de vender, junto a aquellos excedentes sacados de las últimas cosechas familiares, que habíamos plantado hacía mucho. No tenían mucha calidad, pero esperaba sacar un buen precio por ellos. Mi hija me ayudaba, a sus cinco años de edad podía hacer eso y más. Gracias a su mera presencia venía más gente...aunque por lo general la gente la miraba mucho por la calle, lo cual siempre me asustaba. Muchas veces había temido el día en el que se llevaran a mi hija a algún lugar horrible, por mucho que todos tratáramos de protegerla.
Esperaba que ahora en la casa de la esperanza, lugar en el que había conseguido trabajo como cocinera, lograra protegerla mejor. Parecía un lugar seguro.
Tirité un poco. Comenzaba a hacer frío a aquellas horas. Cuando al fin coloqué las cosas en su sitio correspondiente me aposté a esperar a que alguien viniera. Mi hija chillaba de vez en cuando para ayudar.
Pero aún no venía nadie. Esperé con paciencia. Hasta que en un momento determinado ocurrió algo.
Un hombre pasó y derribó nuestro pequeño puesto. Grité enfadada mientras escondía detrás de mí a mi hija, y el hombre se puso a decirme un montón de tonterías sobre que si era ilegal, que si no podía estar ahí o que si debía irme dónde todos los muertos de hambre, y varias cosas que no entendí, pues no entendía de leyes, no sabía qué podía haber hecho de malo. No le contestaba porque se suponía que una mujer no debe responderle un hombre, pero luego, cuando me cogió del brazo, no tuve más remedio que intentar darle un cachetazo. ¡No iba a dejar sola a mi hija! Ella era lo único que me impulsaba a gritar y a actuar según qué cosas.
Y le di el cachetazo. Pero él me golpeó y me tiró al suelo.
-¡IMBÉCIL!-grité. Intenté levantarme pero me volvió a tirar al suelo.

por **Fei Ouyang** Mar Dic 04, 2012 7:27 pm

La chica estaba hambrienta. ¿Hace cuánto no comía? ¿Dos días? Quizá más, o menos. No era demasiado buena midiendo el tiempo. Y menos cuando tenía hambre.

Por lo mismo, aquella cambiaformas panda vagaba por el mercado, buscando algo que robar cuando los vendedores se distraían. Hasta ahora, lo único que había podido sustraer era una cereza. Todos parecían más atentos que nunca a sus cosas. Qué molestia, pensó. ¿Por qué no la dejaban robar tranquila? ¡Había gente que vivía de eso, por dios! Ella era uno de ellos. Si no robaba, simplemente se moría de hambre.

Recorrió aquel lugar con la mirada, en busca de posibles víctimas, pero en vez de eso vio una trifulca que estaba en proceso. Al parecer, un hombre bastante grosero estaba amenazando a una mujer, a la que al parecer también le había tirado abajo el puesto de manzanas. Atrás de ella, una niña pequeña. La invadió la molestia. ¿Cómo podía un hombre que se preciara amenazar a una madre? ¿A una niña? Frunció los labios. Debía tomar cartas en el asunto.

Para suerte de aquella mujer- y desgracia de aquel hombre- la chica sabía artes marciales. De las peligrosas. Sin hacer demasiado ruido, se acercó levemente a aquella basofia de persona, y sin pensarlo dos veces, cuando volvió a tirar al suelo a la vendedora, le tomó el antebrazo y con un movimiento rápido lo dobló y lo lanzó al suelo, sin esfuerzo aparente. Lo miró con expreso desagrado y le dirigió una de las pocas frases en francés que realmente sabía decir bien.

-Métete con alguien de tu tamaño, mequetrefe. ¿Están bien?- preguntó a las afectadas, mientras ayudaba a la joven a pararse-. No... preocupen. Conmigo... a salvo.

Fei Ouyang no era partidaria de la violencia como solución a las cosas, pero... a veces simplemente era la única salida.

Spoiler:

por **Cressida Anziélle** Dom Dic 09, 2012 11:53 am

Cuando parecía que las cosas iban a ponerse peor, llegó la ayuda. Una milagrosa ayuda en forma de una joven de rostro asiático que parecía tener más o menos mi edad, que me rescató de aquel maldito hombre de una forma bastante original. Sí. Porque ver cómo una mujer machaca a un hombre de esa manera es algo bastante original. Contemplé aquello con los ojos muy abiertos en una mezcla de miedo, curiosidad y sorpresa mientras mi hija se posicionaba a mi lado y lo miraba todo con la emoción brillando en los ojos. Como es una niña a la que le gustan las cosas emocionantes, chilló y alzó los puños animando a la mujer que estaba machacando al hombre:
-¡Dele más duro! ¡Dele la lección que se merece!-gritaba la niña saltando de vez en cuando. Era evidente que le encantaba que hubiese sucedido algo semejante. Y a mi también, la verdad.
Cuando al fin terminó de machacarle dejé que la joven me ayudara a ponerme en pie mientras mi hija señalaba al hombre caído y se reía como una loca. Yo miré agradecida a la mujer.
--Sí...creo que estamos biendije mientras la niña seguía riéndose-No entiendo por qué nos quiso atacar ese imbécil...nosotras sólo estábamos vendiendo unas viejas pertenencias-comenté. Luego me di cuenta de que había un montón de cosas por el suelo, cosas que se podrían estropear, y me fui agachando para recoger algunas de esas cosas mientras iba diciendo-Muchas gracias por su ayuda. ¡Se lo agradecemos mucho! Y...-traté de encontrar las palabras más adecuadas.-Y es un placer conocerla. ¿Con quién tengo el placer de hablar?-era hora de presentarse.

por **Fei Ouyang** Mar Dic 25, 2012 9:41 pm

Fei pestañeó un par de veces, y luego cayó en la cuenta. Le estaban preguntando el nombre. El francés era un idioma demasiado rápido para ella, que había vivido toda su vida entre ideogramas. Las palabras formadas por fonemas eran un verdadero misterio ante sus frases preformadas. Se apresuró a responder, con una sonrisa.

-Fei Ouyang- se apuntó a sí misma, como una manera de entenderse más- ¿Quién era?- esta vez se volvió al abusón, el cual ya estaba poniendo los pies en polvorosa. Habría sido peor si se hubiera quedado. El escarmiento que la cambiaformas le habría dado no lo olvidaría en su vida.

Miró alternativamente al lado, y deseó nunca haberlo hecho. Esa joven vendía comida. Comida que ella habría podido robar con facilidad. Pero su honor era más fuerte, y no robaría a alguien en tanto apuro como ella. Aún así, una vocecilla hacía eco en su mente. “No has comido en dos días, Fei. Tendrás que robar algo de aquí para sobrevivir. ¿O piensas vivir de agua y una cereza? La inanición te atacará antes de que te des cuenta”.

Un gruñido acudió a su estómago, como apoyando las palabras de su yo mental. La chica se sonrojó. No quería dar lástima, pero ¡estaba hambrienta!

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