Di...versión? [Maia Roham]

por Invitado Vie Dic 14, 2012 5:00 pm

Recuerdo del primer mensaje :

"El que quiere interesar a los demás tiene que provocarlos"
Dalí, Salvador

Un parque? Un lugar de diversión? Qué era aquello con lo que me encontraba? Luces y fuegos de artificio. Ruidos extremos que hacían que mi piel se erice y tiemble de una extraña sensación. Saltaba hacia atrás al ver a la gente arrimada una con otra, grandes máquinas que iban girando como unos molinos y tiendas o mas bien carpas que tenían peluches y otros que tenían peceras o muñequitos alineados. No entendía para que se usaban, pero solo veía a la gente intentando agarrar los peces o a otros buscando embocar con unos dardos hacia un blanco. Colores por donde sea. Ni siquiera sabía donde me había metido, pero estaba solo entre medio de luces y gente, algo atontado por tantas cosas que ni siquiera conocía.

De repente ya era de noche y salí a cazar como de costumbre, buscando entre medio de las partes oscuras algún pobre diablo que sería mi cena; la mayor parte del tiempo no los mataba y otras veces como aquellas, me excedía y esas personas encontraban, lamentablemente, la muerte. Luego de eso, miré a mis lados con extrema curiosidad y vi a una pareja que iba de la mano, hablaban sobre un parque y mucha diversión y juegos; sobre subirse a una montaña Rusa y me pregunte si abría una montaña de Rusia cerca, pero eso era imposible y solo pude atinar a seguirles con la mirada fija en ellos, siendo sigiloso como nunca antes, les seguí durante varias cuadras hasta llegar a aquel extraño lugar.

"Que es eso, que es esa diversión, gente riendo. Unos disfrutando, comiendo; mareándose. Familias, parejas o grupos de amigos. Deseo probar esa satisfacción"

Me decía a mi mismo, pero aquellos ruidos eran terribles, con colores extravagantes en el cielo. Me recordaban a las tormentas a los rayos y truenos. Me cubrí los oídos y miré hacía abajo; empezaba a ir hacia atrás. Caminando torpe sobre mis pasos, hasta que al fin pararon un instante y me giré, para así poder correr. Pero torpeza fue la mía, que apenas unos cinco pasos habían pasado cuando choque con brusquedad con alguien. No sabía si era la espalda, el pecho o que. Pero revoloteé las manos y con los ojos medio entrecerrados empecé a vociferar.

-Que es ese ruido? Por que estallan colores? Es necesario que estén? Podéis quitarlos?!

Preguntaba exasperado, buscando la mirada de a quien había chocado. No sentía que le hubiese hecho daño; era torpe y algo grande, pero no había corrido tan rápido, mis pies estaban lentos y pesados por semejantes ruidos que de repente volvieron a empezar con desahogo, la gente reía, sonreía y quería mas. Por que querían mas?! Que gracia tenía todo aquel alboroto que solo provocaba querer alejarme mucho, alejarme hasta quedar en el completo silencio a muerte.

"Este sentimiento incomodo, quiero meterme en lo más profundo de la tierra. Y al llegar allí acunarme en medio de la soledad. No quiero escuchar mas este ruido. Estos colores que lo iluminan todo y saltan como si fuesen disparados hacía mi, buscando dañarme profundamente"

por Invitado Jue Feb 28, 2013 11:50 am

"Suave risa que me haces desprender con tu miedo. No dejaré que nada te suceda y si algo pasa lo arreglaré. No es que no pueda..."

La sujetaba fuertemente, escuchando que quería parar, que no quería saltar, pero era demasiado tarde, la acción ya había sido transmitida al cuerpo y empezaba el proceso. Ya estaba a mitad del salto y solo sus ojos pude cubrir con mi pecho, para que se imaginara otra cosa. Pero ella se movía estúpidamente, me hacía retrasar el leve planeo que forcejeaba. La sujetaba lo mejor que podía, pero no podía ser fuerte, sino preciso. Si era demasiado fuerte podía romperla. Y no era algo que tuviese en mente, mas bien buscaba arrullarla entre mis brazos. Hasta que al parar en el suelo, empezó a golpearme. Por que ella no se quedaba quieta?! No debía moverse siendo que se había quedado tan tensionada. Fruncía el entrecejo y le agarraba el brazo en tanto se la veía caer, la sujetaba en el gritillo de dolor que daba y suspirando le acariciaba los cabellos.

-Torpe... Calmaos un poco, por que me habéis empujado así. No os iba a hacer ningún daño, ahora ya veis. Os lastimaste sola!

Suspiraba resignado en tanto me sacaba el sobre-todo negro de gabardina, quedando con la fina camisa blanca de tela bordada en negro. Hacía un pequeño bollo con el traje y lo ponía cuidadosamente debajo de los pies ajenos, para mantenerlos medianamente altos. En tanto, me ponía de rodillas, apoyando la cabeza ajena sobre ellas. Pero un ruido me sacó del momento en el que estaba, mirando hacía arriba, pude ver como los pájaros salían volando para todos lados y un ruido potente se escuchaba del lugar donde estábamos. El aparato se había terminado de romper? Ciertamente había visto las cosas flojas, no parecían haber tenido mucho mantenimiento, pero no me había imaginado que tanto como para que se caigan. De no haber estado, probablemente la muchacha hubiese sufrido mas que una lesión. Pero tenía que ayudarle y negando para sacar mi atención del parque me volví a ella. Parecía perdida, mareada. Como si se fuese a desmayar, cosa que le pasaba a los vampiros cuando no bebían sangre por mucho tiempo o cuando bebían demasiada o cuando bebían de un humano borracho o envenenado. Eran varias las ocasiones y para mi desgracia, había sufrido algunas.

-Bien quiero que cerréis los ojos y respiréis tranquila. Soy un sanador en mi trabajo, así que no debéis preocuparos...

Murmuraba mientras con una mano le cubría los ojos y la otra la llevaba a mi boca, la mordía y dejaba las diminutas gotas de sangre en la piel. Buscaba que la muchacha tuviera levemente abierto los labios y cuando tuve la oportunidad, dejé caer la sangre en aquella cavidad. No mucha, solo unas cuentas gotas haría que aquel músculo se reparara. Aunque quizá tardaría un día o dos. Pero al menos, era seguro que el dolor le pararía.

"Bebe pequeña querubín. Bebe con cuidado, te cuidaré, aún siendo que es la primera vez que nos vemos. No puedo evitar querer curar a todos los que me caen bien"

-Con cuidado... Es medicina, bebedla lentamente y se os pasará el dolor y en uno o dos días volveréis a caminar como antes... Pronto saldrá el sol. Solo tengo un poco mas para estar con vosotros. Queréis que nos quedemos aquí?

Preguntaba ya pasando a guardar mi mano, me ponía un guante, aunque la herida no tardaría en sanar y soltaba aquellos ojos. Les dejaba ver la realidad y no tanta. Pues con una sonrisa reluciente le esperaba. Complaciente de todo lo que estaba alrededor. Ladeaba la cabeza en una sonrisa y me disponía a acariciarle aquellos cabellos con una ternura inexplicable.

por **Yuna Rutledge** Jue Feb 28, 2013 3:01 pm

Poco a poco el cielo oscuro fue abrazándome y me nubló la vista. No había supuesto, al principio, que la caída hubiese sido tan desastrosa, pues el dolor era latente y superficial; sin embargo, tras algunos segundos, cuando tenía ahora a Hero frente a mi, un leve entumecimiento aplacó el dolor, el mareo se incrementó y apenas conseguía mantener los ojos abiertos. Levanté la mirada hacia su rostro, algo severo por mi falta de coordinación. En el fondo yo estaría también irritada de estar en su lugar, pues era obvio que no planeaba un aterrizaje tal; ¿donde había quedado exactamente mi agilidad? Me había dejado llevar por el instinto más básico y había olvidado donde poner los pies. Deseaba disculparme, pero mi lengua era como un trapo inservible y cada vez que intentaba hablar balbuceaba cosas indescifrables. No pude evitar sonreír ante su regaño. ¿Acaso se daría cuenta de cuan parecido podía ser a un hermano mayor?

Para mi desconcierto, él pareció poner su atención en la maquina de antes, si bien yo apenas podía escuchar algo que no fuese su voz. Suspiré y un segundo después me removí por el dolor que eso implicaba. Eso era bueno, quería pensar, pues mi sangre continuaba dentro de mi cuerpo lo suficiente para mantenerme consciente del dolor. No quería saber nada más de las atracciones de ese parque, ni quería saber de grandes alturas ni de grandes acrobacias por un tiempo. Pero había algo de lo que si quería saber pronto, y era de aquel músico. Me hizo cerrar los ojos y eso me dejó con una sensación de pánico, pero no me moví; algo en mí confiaba en sus métodos. Intenté respirar con más calma, hasta que las gotas de algo espeso y caliente me tocó los labios. ¿Licor o jarabe? No sabía a nada que hubiese probado antes, pero resultaba fuerte y apenas podía beberlo. Las escasas gotas me aclararon la garganta, y apenas unos momentos después, el dolor en la cabeza se esfumó.

— Sé que te lo he dicho un par de veces esta noche, pero... lo siento. — me apresuré a decir entre tosido y tosido. Pude respirar a fondo sin sentir demasiado dolor en el cuerpo. Lentamente me fui incorporando, lo suficiente para sentir mi sangre circular con más normalidad. Observé su rostro con una pequeña sonrisa de arrepentimiento. — Creo que no se me dan bien las alturas. Además, cada tanto me dan ciertas visiones y... es difícil mantenerme alerta cuando algo que parece tan real aparece de la nada. Al final no son nada más que farsas. —sacudí la cabeza con frustración. Era difícil no sonar como una demente al hablar de visiones. — Gracias por salvarme de allá arriba. Y por la comida... rayos, me has salvado ya bastante.

Sin quererlo, solté una carcajada que terminó convertida en un gruñido de dolor. Casi no sentía las heridas, si es que había alguna, pero podía imaginar los cardenales que tendría en la piel al día siguiente y... ¡Un momento! Miré a Hero, entre sorprendida y confundida. ¿Sería ya tan tarde que el amanecer dejaba poco tiempo para él? Se iría, y yo no estaba segura que más podría hacer aquella noche para no irme con el alma en pena. Lo pensé con seriedad, y finalmente se me ocurrió lo único con lo que podría finalizar la noche. Casi ronroneé cuando sentí sus dedos acariciar mi cabello.

— En realidad quisiera saber más de ti... es decir, leer tu mano pareció ser un poco descortés de mi parte, sin mencionar que no pude ver mucho. — me recargué contra el árbol, dejé una de las capas de mi falda (una de color rojo) sobre el suelo a mi lado y palmeé el acogedor espacio.— ¿Jugamos al juego de las 20 preguntas? Pero... quizás deberíamos reducirlas a cinco.

por Invitado Sáb Mar 02, 2013 1:08 pm

"Eres peor que un niño, tosco e infantil. Deseo abrazarte, pero al mismo tiempo golpearte"

Le acariciaba un poco la frente cuando escuchaba que quería hablar, pero mas bien, parecía el idioma de los bebes cuando intentan decir algo. Aquello me hizo gracia y solo pude esbozar una suave sonrisa, negando al tiempo que la ayudaba. Observando como mi sangre caía suavemente en sus labios, se notaba como la iba recomponiendo, pues no habían pasado ni dos segundos que la muchacha empezaba a hablar como antes. Y quizá aún con mas intensidad. Parecía tener muchas preguntas en la lengua y aquello me daba la pauta de que estaba mejor. Su disculpa me había conmovido de cierta manera, pero solo me hizo desviar la mirada, ladeando la cabeza como clara insignia de que no había problemas con ello. Al fin y al cabo había sido meramente mi culpa.

-Ahh.. Yah habéis tenido una visión ahora? Desde siempre habéis tenido esa clase de cosas? Visiones, leer las manos, no se que otras cosas podéis hacer, pero os pregunto. Es... Es interesante.

Ladeaba la cabeza ante su risa. Mis ojos negros y profundos se quedaron mirándola y cual espectador unánime solo me quede observando sus labios al estirarse, sus ojos que se volvían como medialunas. Era realmente una mujer muy bella y extraña. Lo que la había ver aún mas hermosa. Pero no terminaba de captar por que se reía, era quizá por vergüenza? De que la haya "salvado" Aunque claramente no me parecía que hubiese sido así, mas bien era un ida y vuelta, ella me había salvado desde un principio y merecía mi ayuda, como fuese, tenía que recompensarla por haberme sacado de aquel sinfín de ruidos, aquellos sonidos que me mareaban que se escuchaban demasiado fuertes en mi cabeza. Era como si me dieran con un caño en la cabeza.

-Callaos, parecéis un lorito parlanchin de tantas sandeces que decís. De mi... Ah! Esa clase de juegos, y si no deseo responder algunas cosas? Y si hay otras que no las sé? Jugaré con vosotros, pero no os prometo nada. Mmm Voy...

Susurraba al final yendo a su lado en lo que me apoyaba en su capa de falda, riendo suavemente por la situación, era tan extraño. Pero al fin y al cabo no estaba incómodo, de ser así me estaría yendo en rápidos saltos por el bosque, hasta llegar a la civilización. Pero por lo contrario deseaba quedarme. Conocerla un poco más, quizá podría convertirse en una amiga especial. Siempre estaba abierto a nuevas relaciones, aunque intentaba procurar que estas no supieran demasiado de mí. Solo Camila era quien mas sabía, pero ella trabajaba de lo mismo que yo, compartíamos la mayor parte del tiempo y aunque estábamos en diferentes áreas, ella en combate y yo en la parte de atrás. Igual podíamos confiarnos aquellos "miedos" el hecho de que las demás personas a nuestro alrededor puedan sufrir por nuestra culpa. Que los inquisidores los busquen, para hacernos daño a nosotros. Aquellos trucos oscuros y traicioneros, que eran los que mas miedo nos daban.

-Mmm Entonces, Roham, como es vuestra vida cotidiana, que hacéis para sobrevivir? Leéis la mano, robáis. Contadme, yo no os diré nada. Así que no os preocupéis. Y luego os toca a vosotros. No?

Le sonreía en lo que tomaba un poco de pasto del piso y lo hacía migas, jugaba con aquello, manteniendo mis piernas ligeramente flexionadas y abiertas a un lado y el otro. Apoyando los codos en las rodillas, mirándola de reojo con mi cabello que cubría un poco mi rostro. La noche estaba fría, pero veraniega. Era una temperatura amigable. Se podían ver a lo lejos las luciérnagas, la luna. El bosque, aunque estaba cercano a la civilización, siempre era demasiado bello. Perfecto en toda su armonía con la naturaleza.

"Tengo la ligera sensación que no querré irme de tu lado, el tiempo esta pasando y aún no me he alimentado. Tendré que retirarme a la soledad de la noche. Cazar e irme a dormir. Pero me quedaré pensando en que eres una dulce y amigable muchacha, que no deseo que se vaya de mi lado."

por **Yuna Rutledge** Sáb Mar 02, 2013 7:48 pm

Había mucho por entender de aquel hombre de cabello y ojos oscuros, pero muy poco tiempo; no pasaría mucho antes de que amaneciera y que él tuviese que volver a su hogar, seguramente un lugar cálido y refinado. Me abatía la idea de separarnos, causando estragos en mis sentimientos, pero no había más que resignarse por el momento y concentrarse en su dulce voz. ¡Que hombre tan amable era! Su paciencia me sorprendía y sus sonrisas aun más. Era una revelación, pero no paraba de mirarme y eso comenzaba a avergonzarme. Me sonrojaba cada tanto, creyendo que ahora no había retorno a mi vida como adulta solitaria; no, ahora sería una niña, una mujer infantil que dejaba ver sus hoyuelos al sonreír y que se sonrojaba por pequeños halagos... y lo peor del asunto, era que no me molestaba en absoluto. ¡Que dicha había sido encontrarlo aquella noche! Si bien, me había agotado.

- Realmente no es nada. No siempre me ocurre y la mayoría de las visiones no son de gran importancia.- lo miré con una sonrisa de oreja a oreja.- Solo pude ver el amanecer, pero marea un poco ver algo que no ha sucedido aun. Es como si tuvieses enfrente un retrato de las montañas nevadas mientras caminas por las costas de Francia. Uhm... es difícil explicar.- puse un dedo sobre mis labios y miré mis pies.

Escuché las palabras que el vampiro tenía que darme, sus advertencias sobre las desventajas que tendría en el juego, pero no dejé de sonreír. Era tierno, bastante para alguien que poseía semejante aura, y fue tan solo su ternura la que me abrió paso a una gran curiosidad sobre su vida. Por lo general no era tan insistente a la hora de hablar sobre la vida de otros; solía disfrutar el momento sin profundizar un encuentro, pero con Hero, había algo en mi que deseaba saber. "Cuentamelo todo -le diría-. Cuéntame tus penas, cuéntame las veces que te han roto el corazón, cuéntame tus peores temores y dime todo lo que has deseado hacer en la vida pero que nunca has hecho". Pero sabía que el tiempo no era el indicado, y yo no me sentía preparada para mostrar tanto interés en una persona. Sobraba decir, además, que nunca había tenido un sentimiento afectivo que no fuese el de la fraternidad, y no estaba muy segura que quisiera tenerlo.

- ¡Oh bueno! Lo que sucede es que yo no podría callarme ni debajo del agua. Soy un encanto de mujer, pero tengo el terrible defecto de hablar demasiado. Y bueno, no hay por qué responder nada que no pueda ser respondido. La gracia de un juego es divertirse un poco. -recargué mi cabeza contra el tronco del árbol, frotando mis manos entre si por la brisa fresca de verano que volaba de un lado a otro. Pensé seriamente lo que podría preguntarle, pero entonces él tomó el primer turno y lanzó su pregunta con gran curiosidad. Sonreí y saqué un juego de cartas de tarót de mi bolsillo.

- El trabajo que más plata me da es el de leer las cartas. ¡No creerás la cantidad de gente que muere por saber su futuro! Una breve predicción es todo lo que necesitan. Aunque... para algunos lujos, no es suficiente la adivinación. -mis labios se volvieron en una línea recta.- He robado, sí... pero casi siempre a viejos ricachones que despilfarran el dinero en visitas al burdel o disfrutan encender su abanos con billetes en llamas. -mi tono de voz cambió conforme los recuerdos volvían a mí.- Una vez, un hombre me contrató para adivinar su futuro con algo más que la lectura de cartas. Deseaba que utilizara mis visiones, pero yo le dije que no podía hacerlo a voluntad... y era doloroso intentarlo. Casi me mata pues tenía un pésimo carácter, pero nunca lo volví a ver.

La experiencia había sido dura, pero no tan mala como pudo haber sido de no haber escapado a tiempo. Miré a Hero y a su perfil prácticamente perfecto, y supe exactamente lo que debía preguntar.

- ¿Cómo es ser... vampiro? Es decir, nunca había visto uno, pero si había escuchado historias y descripciones de sus auras. No me lo imagino.

por Invitado Mar Mar 05, 2013 12:14 pm

“Un hermano, un amigo, a veces las personas no nos damos cuenta lo que significan los demás a nuestro alrededor. Deberíamos saber que aun siendo inmortales, ser solitario es lo que más inhumano nos hace”

La escuchaba con atención, perdido en sus palabras, me preguntaba cómo sería ver las como del futuro, ver lo que aún no sucedía. Me parecía mucho más emocionante que cualquier otra cosa, pero sabía que alguien como yo nunca podría ver eso. Y nuevamente recordaba… Aquello de mi familia, claro estaba que no tenía idea de que estaba hablando. Era tan desalentador el hecho de sentirme ligeramente vacío. Puesto que no era que me importase, en realidad no me interesaba saber mi pasado. Por alguna extraña razón, solo era el presente y el futuro lo que me importaba y más raro aún, me sentía muy a gusto de ese modo.
Una risita salía de mis labios ante sus palabras finales y me quedaba perplejo por aquella comparación, de algún modo la había entendido, pero era algo sumamente extraño y que me daba curiosidad por sobre todo. Apoyaba mis manos en las rodillas y luego la miraba de reojo, algo perplejo por sus palabras, eran algo profundas, pero puras, resplandecientes. Y básicamente estaba nervioso y eso conllevaba a que apriete mis manos y muerda mis labios ligeramente. Qué es lo que le diría de todo aquello, la verdad no me sentía seguro de contarle mis cosas, pero no era por ella, más bien era el miedo a no poder responderle algo. Que persona se olvidaba cosas tan personales? Sin decir que me ponía molesto y refunfuñaba cual niño llorón, cuando algo no me salía como yo quería.

“Yo solo le tengo miedo a la vida eterna y a la soledad. Soy un humano, inmortal y que esta privado de cosas… Pero sé que soy como vosotros, tengo sentimientos y no quiero estar solo y no quiero vivir eternamente. Estoy congelado en el tiempo y condenado a ver a la gente que amo morir. “

Una sonrisa se hacía presente en lo que mis dientes se mostraban por una impetuosa risa. Negando de forma divertida, dejando que una risa grave se vea aplacada por una de mis manos. Un encanto de mujer? Yo me preguntaba quien decía eso, era ella misma o se lo habían dicho. Era una muchacha encantadora, pero de mujer de la época tenía poco, más bien parecía sacada de un cuento infantil, en el cual la princesa es una pobre mucama o sirvienta o sencillamente de clase baja, que se encuentra en diferentes situaciones que la convierten en una hermosa y perfecta princesa. Sí, efectivamente amaba los cuentos infantiles, hubo un tiempo en el cual lo leía mucho o me los leía una vecina, pero ya era el pasado y todos me decían que tenía que olvidar ese tipo de cosas. Mis ojos se abrieron un poco al verla con frío… “Frío” Como era ello? Pocas veces lo había sentido, mi cuerpo siempre estaba tan congelado que no me daba cuenta de ello. Saqué mi abrigo y con cuidado lo apoyé en sus hombros, dedicándole una sonrisa apacible, dándole a entender que realmente no tenía frío.

-Ohh… Ya veo, no os preocupéis, ah! Vuestras palabras finas…”plata” Hahaha, Ohh tanto así quieren saber? No la verdad es que no puedo imaginarlo, cosas de “Brujería” Me dan terror. Qué?! Billetes en llamas? Hahahah, bueno debo decir que nuestra sociedad no cambiará jamás, los ricos tenemos demasiado, los pobres tienen muy poco, no hay término medio. Los que se dicen de clase media, es solo porque no tienen propiedades, pero igual tienen muchos lujos. Es algo complicado… Aparte, los que tenemos mucho, tampoco podemos ir desparramándolo, porque todos querrán. Es difícil…

Susurraba con calma, en lo que la miraba de reojo, no me podía imaginar en la pobreza, en realidad no era algo que podría sucederme, el hecho de no necesitar alimentos, lo hacía todo mucho más barato. Todo era más fácil siendo un inmortal, no se necesitaban médicos ni alimentos, tampoco ir al baño y solo me bañaba para tener un dulce aroma a jazmín y vainilla. Mi piel era mucho más suave que la de los vampiros comunes y tenía un leve color rosado por los baños de sales y cremas que usaba en los ratos libres. Cual muñeco de porcelana, parecía un simple juguete de tamaño real si me quedaba quieto. Mis ojos se abrieron ante sus últimas palabras y mi ceño fruncido la miró directo a los ojos. Enarcando una ceja con ligereza que hice una mueca de disgusto.

-Y decidme, sabéis el nombre de aquella persona? Ah… Me alegro que estéis bien ahora. Ah? Ser… Mmm Oh, como son las descripciones de nuestras auras? Yo nunca he escuchado mucho de ello. Y ser un inmortal de la noche no tiene mucha diferencia con un humano, dependiendo del grado de vejez… Yo soy uno joven y no puedo decir que mi vida sea rara. Lo único molesto es que tengo menos horas para salir.

Ladeaba la cabeza en lo que miraba hacia arriba, pestañeando, sintiendo mí piel suave con una mano, pasaba mis dedos por mi rostro y los bordes de los ojos. El hecho de tener tan poco tiempo, me privaba de casi todas las cosas que más me agradarían hacer. Pasear por el centro con los faroles apagados, poder ir a los locales y que todo este repleto de gente. Usualmente tenía que pedir que mantuvieran el local abierto para poder ver las cosas que deseaba. Todo aquello me sacó un suspiro molesto, pero luego miré a la muchacha y en una risita me quedé como tonto pensativo.

-Luego, lo de la comida, es, es algo horrible, no me agrada y solo bebo con cuidado y poco. Por ello me lleva más tiempo que los vampiros comunes. Al beber uno siente muchas cosas del humano, pero si bebes poco y rápido y de varios seguidos, eso se mezcla y no se entiende bien. Siempre busco gente que no conozco y que no me conoce. Así es mi vida, estoy conforme con ella, aunque me gustaría… Bueno y decidme vos, que os gusta hacer? Y por qué habéis sacado las cartas? No me hagáis salir corriendo!

"Cuando pararás de hacerme sentir tan confortable a tu lado? Eres como una hermana que siempre quise tener"

por **Yuna Rutledge** Miér Mar 06, 2013 2:24 pm

No había manera de negar cuanto me gustaba escucharlo reír, aunque fuese de aquella manera leve y decorosa; no había manera, tampoco, de ignorar sus expresiones. Era un bonito regalo de cumpleaños adelantado, su compañía, sus palabras, su manera de escuchar también. Pero había algo que me distraía constantemente, y era la profunda oscuridad del cielo, el parque desvaneciéndose entre sombras con el paso de las horas. Por supuesto, debían cerrar una vez que se acercara el amanecer, y eso era lo que más me preocupaba. ¿Cuanto faltaría realmente para que el sol saliera y bañara el inicio del bosque con su luz? ¿Habría alguna manera de evitarlo? Conocía la respuesta, pero no me agradaba. Apenas llevábamos una pregunta por turno, y supe que, por la hora, sería todo a lo que podríamos llegar. Un hombre al que había conocido por casualidad y del que ahora no podría olvidar una sola mirada o palabra. Suspiré, frustrada.

Hacía un gran esfuerzo por alejar esos pensamientos de mí, cuando el frío de la noche sobre mis hombros desapareció. En cambio, fue sustituido por el calor de un abrigo de hombre. Miré a Hero, quien a su vez no parecía tener problemas sin la prenda. Supuse que esa era otra característica de ser vampiro, pero me dio algo de vergüenza preguntar. Contuve una sonrisa a duras penas, cuando él definió como "finas" mis palabras, tal como la plata. Debido a los años que había pasado intercambiando ropa, comida e instrumentos musicales por monedas de plata, no encontraba diferencia entre el material y el dinero. Los billetes siempre serían un misterio para mi. El vampiro me explicaba, no sin cierta resignación, lo mal que iba la sociedad en cuanto a la equitación de bienes materiales. Yo creía firmemente que cada quien se hacía su fortuna, pero había gente que no lo hacía de muy buena manera, y amasaba sus millones a costa de la pobreza de otros.

— Hasta hace poco tenía una mala opinión de la gente de clase alta. Especialmente por los empresarios. Supongo que es más fácil culpar a alguien por su abundancia que aceptar la pobreza que uno mismo sufre. — me encogí de hombros, sin afectarme de mis propias palabras. — Aun si es poco, me alegra tener la energía y la salud necesaria para trabajar y ganar lo que deba ganar. Y... —solté una carcajada— De hecho no he conocido a fondo a ningún brujo, aunque les estimo. A su manera, y dependiendo si gusten de hacer el bien o no, pueden contribuir a crear medicinas. Más de un miembro de mi familia se salvó de morir gracias a ellos...

Cerré los ojos, y mi voz se fue apagando, al darme cuenta de lo que había dicho. ¿Por qué el dolor debía estar tan fresco aun? Habían pasado años desde que los había perdido, pero el recuerdo resultaba tan nítido como la primera noche que dormí sin ellos. Mientras miraba a Hero, volví a admirarme de su belleza, una completamente diferente a la que estaba acostumbrada. Bajo las luces de los faroles, su piel parecía resplandecer; ahora, entre penumbras y pequeños brillos de estrella, lucía irreal. Era tan... tan... no sabría decirlo. ¿Guapo? Pues si, pero no diría que lo miraba de esa forma. ¿Lindo? También, pero mi sentimiento iba por otros rumbos. ¿Perfecto? No, porque había algo en su mirada que destruían la ilusión de ser una estatua perfectamente pulida y sin sentimientos. Era un vampiro, y sin embargo, parecía más humano que muchos que realmente lo eran.

— Su nombre no importa... — me escuché decir, sorprendida de haber prestado atención. Su conversación era agradable, pero era un poco difícil concentrarse considerando que no me acostumbraba del todo a su imagen. Su manera de describir la inmortalidad me arrancó otra sonrisa.— Creo que entiendo un poco, aunque me imagino que quien más sabría sería un humano que ha vivido con un vampiro.Y es verdad, Hero, debe ser un poco frustrante tener una hora limite, así como Cenicienta.— bufé, alborotando mi cabello. Escuché con más atención cuando me di cuenta que hablaba sobre su alimentación. Sentí un cosquilleo en el cuello, como si quisiera cubrirlo de inmediato. — Debe ser difícil... y frustrante... ¿no? — me sentía algo cohibida, pues no había manera de comprender del todo el problema con la sangre siendo humana. Su mención de mis cartas me animó, desvaneciendo el nudo en la garganta que se me había formado. Quise decirle que solo era para dar enfasis a mis palabras, pero al volverlas a tocar, mi visión de nubló.

Sabía que estaba sucediendo, pero eso no disminuía el dolor y el pánico. Nada más acariciar la textura suave de las cartas, una visión llegó a mi. Sentía mi cuerpo pesado, como si fuese una muñeca de trapo... y luego nada. Debí haberme desmayado, porque solo podía sentir pesadez y oscuridad. Entre la bruma, pude divisarme a mi misma y a las cartas volando por todos lados, algunas envueltas en llamas; había algo atacando. ¿Un animal? ¿Hombres? No podía verlo con claridad, pero si que podía ver sangre, escuchar gritos y quejidos.

Cuando abrí los ojos, me encontraba con el rostro envuelto en sudor y, muy seguramente, la piel blanca y pálida. Solo quedaba decir... ¿Cuanto faltaba para el amanecer?

por Invitado Jue Mar 07, 2013 10:19 pm

“La infelicidad, la felicidad, todo es acuestas de alguien, nadie nace feliz, nadie nace triste. Somos un saco que va en busca de sentimientos y sensaciones. Todos, siempre nos encontramos con buenos y malos tragos”

Una sonrisa salía con dulzura de mis labios ante sus palabras, ciertamente los empresarios y algunas personas de clase alta eran realmente despreciables, gente que buscaba comprometer a sus hijas e hijos con lo mejor que encontraran sin importarle los sentimientos ajenos. O que les daban apenas uno o dos francos por día a los sirvientes, cosas que apenas hacían que una persona sobreviva en dos comidas. Sin contar que podrían tener hijos o algún familiar enfermo. La gente de la época era despreciable, pero no había forma de evitarlo… Con ello recordé mis tatuajes, marcas imborrables que me había hecho cuando vivía en la oscuridad de Corea, con mi padre. Él siempre me había consentido y ello no fue la excepción. Me había tatuado el mismo las frases que leía en libros, las notas musicales que aprendía. Mi cuerpo era lo que yo realmente era. Porque en él quería y quiero impregnar todo lo que es mi vida.

-“El placer de los poderosos son las lágrimas de los pobres”… Es la realidad, es lo que me llena y me hace pensar en el futuro, tengo esas palabras tatuadas en mi espalda. Pero no digáis nada, nadie puede saberlo! Hahaha, ohh sí, conozco a varios brujos, más bien brujas, siendo sincero. Pero aun los que son “oscuros”, pueden ser muy buenos… Tontos y dulces. La palabra magia negra, es solo porque se meten con cosas no vivas; con lo más desconocido para el hombre y aún para los inmortales o seres sobre naturales…

Sonreí con dulzura al recordar a Neru, ella siempre tan tosca, tan dulce, tan pequeña, pero aun así era una maga negra, tenía ese tipo de poderes y algunas veces se ponía mal por ello. Pensando que era una mala persona por tener esa clase de poderes, pero al contrario, ella era realmente muy útil con ello. Podía comunicarse con los muertos y eso me dejaba realmente boquiabierto. Mi mirada se posó en la gitana al verla algo perdida y solo la observé, pensativo, mirando hacia arriba algo ido, me preguntaba en que pensaba, que era eso que la tenía frustrada. Ciertamente ella parecía tener una gran carcasa, me recordaba a mí, solo que yo solía disimularlo muchísimo mejor, al punto que mi tristeza no se notaba en absoluto. Si ella lo podía notar, era probablemente por sus poderes, por su capacidad de ver “más allá”; pero confiaba en que realmente era un muy buen actor para esconder las cosas que sentía en cualquier lugar o momento, aunque claro, algunas veces podía tambalear.
Mi ceño se fruncía cuando ella no decía el nombre y miraba a un lado, deseoso por quitárselo a la fuerza. Es que me hubiese encantado poder disfrutar la sangre de aquel ser. Esa sangre de delincuente derramándose en mi garganta. Los asesinos eran los que más sabor tenían eran dulces, completamente dulces. La pureza o la oscuridad total, eran los dos extremos y los más deliciosos, no se podían comparar con ninguna otra sangre o tal vez… Tal vez se podían comparar con la sangre de un amante, del amor. Esa también era ciertamente deliciosa.

-Deberíais dejar de mirarme así, me ponéis nervioso. Ah! Cenicienta! Adoro aquel cuentillo! Bueno si lo es un poco, pero es algo a lo que uno se acostumbra. Mmm? Roham…? Q-qué os… Os pasa?

Mis ojos se aguaban suavemente al verla de ese modo, como una muñequita de porcelana, quieta y con los ojos muy abiertos. Realmente estaba entrando en pánico yo también. El hecho de haber saltado de muchos metros hacia arriba no me hacía ningún miedo, pero verla en aquel estado solo me daba pánico y frustración. Allí era cuando recordaba mi odio y miedo hacia los gitanos y gitanas. Pero no podía acobardarme con ella de ese modo. Tomaba una bocanada de aire y la agarraba, sacando su mano de las cartas, me la cargaba arriba como si de un bebe se tratase, le movía apenas el rostro, acariciándole un poco la mejilla, moviendo su cuerpo entre mis brazos. Me estaba realmente asustando, habría que hacer algo en esos momentos? Ella estaba teniendo una visión? Que era lo que veía? Mordía mis labios y sujetaba las cartas, guardándolas en su bolsillo. Me levantaba y miraba a los lados. Un médico, un médico quizá era lo que necesitaba. La sujetaba fuerte, mirando de reojo como las estrellas se iban. Faltaba solo una hora para el amanecer y me llevaba veinte minutos llegar a la casa. Tenía que apurarme. Una sonrisa se formó en tanto caminaba hacia algún lugar y la miré fijamente.

-Qué os ha pasado? Qué debo hacer? Me habéis mentido, me habéis dicho que no os sucedía nada más que una extraña sensación. Por qué estáis así? Un médico? Ah! Os llevaré a mi hogar, eso es lo que haré. Esperad un momento, agarraos de mí! El amanecer está detrás de nosotros… Y debo escaparle, pero me preocupáis. Así que os llevaré conmigo, allí donde no da el sol.

Corría, empezaba a correr con mi destreza sobre humana, esperando las respuestas ajenas. Con un miedo profundo a todo. Simplemente me había agarrado un ligero ataque de pánico, que solo lo podría evitar, gastando energías.

“Odio cuando me hacen preocupar!”

por **Yuna Rutledge** Vie Mar 08, 2013 2:00 pm

Al despertar, la noche era todavía más oscura. ¿Cómo podía ser? Estaba segura que no había permanecido mucho tiempo inconsciente. Tal vez era mi intenso deseo de que el sol no se asomara por el horizonte, pero me negaba a presenciar el amanecer con Hero ahí junto a mi, y verlo arder como lo haría cualquier otro vampiro bajo los rayos del sol. No, tendría que obligarlo a marcharse. Pero antes de poder elegir mis palabras y trazar un plan, ya me encontraba entre sus brazos, como si fuese una niña pequeña. Sentí que sus palabras, un poco más duras que antes, llegaban a mi como el regaño de un hermano mayor bastante malhumorado. Deseaba disculparme, llorar, patalear contra sus brazos de hierro y salir corriendo, pero en vez de eso, guardé la calma.

— ¿Hero? — me llevé una mano a la cabeza, sobrecogida por un mareo terriblemente humano. ¿Como podían moverse así los vampiros sin sentir ese mareo? Tal vez en realidad yo era una persona hipersensible y estaba actuando exageradamente. Me abracé a él con la mirada melancólica. — Lo lamento, pero es que no quería preocuparte. No pensaba que me volvería a suceder así. — admití en un susurro. Realmente mis visiones no ocurrían a menudo, y cuando lo hacían, eran tan relevantes como una galleta de la fortuna que lee "Tendrás buena suerte hoy". — Estas... tomando muchas atenciones para con una chica que apenas conoces, ¿no crees? — le reprendí suavemente.

Pensaba una y otra vez la manera de detenerlo y pedirle que me dejara sobre el suelo, que siguiera solo y se marchara a su casa. Que se ocultara tanto como pudiera del sol. Pero... ¿cómo pedirlo si no era lo que en verdad deseaba? Odiaba mi falta de voluntad, mi silencio a la hora de decir lo que era correcto. Por supuesto que tenía una vena egoísta. Sentía curiosidad de como sería la casa de ese vampiro, y de como pasaría las mañanas ahí dentro. ¿Estarían las cortinas corridas? ¿Tendría servidumbre, mayordomo y enormes candelabros como mostraban en las obras de teatro? No, no podía hacerlo. Estaba abusando de su amabilidad, y además, ya no había tiempo.

— Hero... — suspiré, encantada del olor de su cabello en la base de la nuca. — Debes marcharte a casa cuanto antes. El sol saldrá en cualquier momento y... ¿no sabes lo mal que le caerá a tu reputación que lleves a una gitana a tu hogar? Lo siento, estoy hablando boberías de nuevo, pero eso hago cuando tengo miedo o estoy nerviosa. ¡Eso fue tan vergonzoso! Lo de la visión, quiero decir... — me aferré más a él cuando creí que resbalaría de sus brazos, aunque algo me decía que era imposible que eso sucediera. Estaba alterado, podía notarlo, y aunque yo misma sentía miedo de lo que pudiera suceder, debía hacer algo de inmediato.— Hero... escúchame.

Mi voz se volvió ligeramente severa, y después no dije nada. Tomé su rostro entre mis manos y respiré con lentitud, transmitiéndole la misma calma que había querido darle la primera vez que lo toqué. Cuando lo encontré en estado de pánico por los estruendos del parque de diversiones, había contenido mi propio miedo por desconocer su naturaleza; ahora debía contenerme igual, por temor a verlo bajo la luz solar. Acaricié sus pómulos suaves y claros con la yema de los pulgares, sin retirar la mirada de los oscuros ojos del pelinegro.

— Todo está bien... ¿lo ves? Aun no amanece. — respiré profundamente, recuperada de la punzante jaqueca que me había taladrado la cabeza durante la visión. Aun seguía conmocionada por lo que había visto, pero de eso podría ocuparme después. — Ahora estoy bien, Hero. Lamento mis palabras de antes, tan tontas, pero tu también me preocupas. No hay doctor que entienda lo que sucede en mi cabeza, así que no se te ocurra llamar a uno. Y... — me di cuenta de lo lejos que estábamos ahora del parque. ¿Recordaba al menos hacia donde residía actualmente? En realidad no. — ¡Has pillado a una mujer orgullosa, Hero Jaejoong! Temo que de recibir más ayuda tuya me vuelva una perezosa y consentida chiquilla.

por Invitado Lun Mar 11, 2013 2:00 pm

“Las miradas son las puertas del alma. Las lágrimas son la sangre de ella. Un alma ensangrentada en lo que tienes frente a ti”

Mi mirada fue a la ajena al sentir mi nombre salir de sus labios, enarcaba una ceja sin entender que es lo que le sucedía. Iba rápido, realmente rápido, la sujetaba fuerte para que no se escapara de entre mis brazos, pero con la seguridad que no la haría explotar con mis toscas manos. Los humanos normales, siempre me habían provocado vértigo, el simple hecho de saber que podía quebrarlos en un mal agarre me hacía sentir realmente mal. Como si fuese un monstruo, alguien que simplemente no debería existir, aunque sabía que había muchos que eran peor que yo, peor al punto que yo tenía miedo que me quebrasen con un movimiento, pues llegaba a ser yo mismo una pluma para los viejos vampiros. Un movimiento en negativo salió de mi cabeza y con una mirada reprobadora desvié la vista hacia el camino de tierra y ramas.

-Yo… Yo hago lo que quiero, con quien quiero y cuando quiero. No me reprochéis, menos si os estoy haciendo un bien. Quizá una taza de té os calme, me habéis puesto de mal humor con sus cosas raras… Nada! Callaos de una vez u os tiraré desde la copa del árbol!

Me quejé y sin poder evitarlo, dejé entre ver mis afilados y pequeños colmillos, frunciendo levemente el rostro, en lo que corría aceleradamente del sol naciente. Simplemente no la escuchaba y ya cuando sus palabras me sacaron de quicio la moví de tal forma, que con una mano la sujetaba de la cintura y piernas y con la otra de la boca. Aplastándola contra mí pecho, le negaba la posibilidad de hablar más. Pero aún de ese modo pude sentir sus pequeñas manos sobre mi rostro y sus ojos fijos en los míos, de repente me sentía ligero y tranquilo, no sabía si eran sus hermosos y profundos ojos y si era que me estaba haciendo un nuevo truco. Como sea me estaba produciendo buenas sensaciones, pero mi instinto de supervivencia no me hacía parar la marcha, íbamos rápido, las ramas, algunas chocaban contra mi cuerpo, me daban pequeñas heridas que luego de unos momentos estaban perfectamente sanas. Asentía cuando ella me explicaba que las cosas estaban bien, ladeaba el rostro, dejando sus labios libres y volvía a cargarla como antes, mirando hacia otro lado, allí en lo más profundo del bosque, cerca de la laguna si se iba por el lugar indicado. Allí estaba la mansión en la cual vivía. Completamente decorada por mí. Con árboles y un jardín donde cualquier tipo de flor se podía encontrar. Malditas flores, odiaba las flores por su hermosura en vida y como se secaban en la muerte. Nos recordaba a nosotros, los vampiros. Solo que los inmortales, éramos eternamente bellos.

-Callaos mujer, en mi mansión solo hay una mujer, mi ama de llaves y dos sirvientes. Mi “reputación” no se verá “afectada” y en todo caso es mi problema. Si quiero llevar un cerdo, un niño, tres putas. Lo haré. Si quiero llevar a una gitana también. Estamos llegando, y créeme, soy más orgulloso que tú. Si digo que entrarás a esa casa, créeme que lo harás.

Mi mirada era la de la misma soberbia en vida, en su momento había sido exactamente la soberbia, el pecado me había poseído, pero ahora, era un simple vampirito caprichoso. Que si quería algo, haría lo que sea por tenerlo. Y en ese momento quería proteger a la muchacha de lo que sea que le había pasado y lo haría, no había dudas de lo que haría. Estábamos casi a diez metros de mi residencia, estaba tranquilo, mirar hacia arriba me había acelerado un poco, pero rápidamente volví a mis cabales y de una corrida ligera, empezaba a bajar el ritmo hasta estar a unos pasos de la mansión. Hermosa y con rejas, cubierta por espesos matorrales en lo que era toda la hectárea, menos en la parte de atrás, aquella parte, daba directo al bosque. Pero en el frente había una gran puerta, todo estaba adornado tan elegantemente. Llegar a mi hogar siempre era un paraíso para mi visión.

-Bajaréis, entraréis allí y no me discutiréis cuando os ofrezca una taza de té! Y-y … y… Vamos apuraos que tengo miedo, esta clarito!! Me quemo otra vez y creo que no querré volver a salir nunca más!

Mirar hacia atrás me asustó terriblemente y con torpeza pujaba las puertas, tembloroso a que el sol pudiese dañarme. Ya me había pasado una vez, cuando era un vampiro más joven había metido la mano para que el sol me diera. El grito había sido desgarrador, pero el dolor era aún peor, era un infierno. Sangre y más sangre tuve que tomar y echarme sobre la herida hasta que está sano. Las lágrimas y los gimoteos no habían sido nada a comparación del extremo dolor que había sentido.

"La princesa y la bestia"

CERRADO-

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