Una vez más..Operas [Libre]

por **Micaela Urtiaga Four** Mar Ene 08, 2013 8:44 pm

Cantando una de mis operas favoritas "El fantasma de la opera", recitaba cierta parte de la canción a la que consideraba la de mayor agrado para mi persona:

"Dormida me cantó y me embrujó
Su voz en mi se clavó, sin desearlo yo,
todo era tan real, era mentira o verdad?
El fantasma de la opera está aquí,
tatuado en mi".

Una vez terminando el dueto de esta gran obra me dirigí a mi camerino. Como era de suponerse las flores de una gran variedad de colores abundaban y coloreaban la habitación blanca. Al entrar pude divisar un ramo de claveles blancos, mi flor preferida yacía sobre mi tocador, envueltas con un lazo de color rojo carmesí; acercándome al ramo lo tome con delicadeza para contemplar su delicioso aroma, el cual llenaba cada espacio vacío de mi alma. El golpe de la puerta me distrajo de mi cruel mundo de fantasías ansiadas, al abrir la puerta me encontré con personas que venían como era de esperarse a felicitarme por mi brillante actuación.
Tenía que reconocer que por más humilde que fuera me gustaba mucho que me deleitaran con brillantes palabras como hacían los admiradores más importantes. Solía cantar para la realeza de París muy frecuentemente en sus grandes y lujosas mansiones. Una vez que los admiradores de la Divina Four la dejaron sola nuevamente en el camerino se dispuso a cambiarse el traje de la actuación, ya que comenzaba a sentirse un poco incómoda con el. Una vez vestida elegante y cómoda como siempre volvió a tener en sus manos ese ramo de claveles blancos que había recibido por alguien que sin darse cuenta toco su corazón en el momento que eligió esas bellas flores. -Ay mamá si tan solo estuvieses aquí para ver lo bien que me encuentro- se dijo así misma, anhelando la falta que le hacía de su madre, y finalmente un suspiró ahogado salió de su boca.

por **Klaus von Weissenburg** Jue Ene 10, 2013 3:18 pm

Tratando de alejarme de la rutina habitual decidí ir al teatro para deleitarme con la famosa voz de la conocida como la Divina Four, si bien no había ido nunca al teatro de París, esta era una ocasión perfecta para comprobar el por qué de su fama. Me presenté en el teatro con la ropa elegante que solía llevar siempre, solo que en lugar de mi querida gabardina era mas apropiado el ir con chaqueta para el teatro y por supuesto tampoco llevaba sombrero, por algún motivo no terminaban de convencerme.

La actuación terminó.... y había sido magnifica, sin duda la reputación obtenida por tan joven artista era ganada a pulso y me había gustado mas que casi todas las artistas que había escuchado en Bavaria y estaba al nivel de algunos grandes talentos de Viena, con esmero y paciencia seguro que llegaría muy lejos y se convertiría en una voz recordada por Europa.

Esperé un buen rato para ir a felicitarla por su gran actuación, no quería encontrarme con todo el tumulto de gente felicitándola, era muy agobiante aguantar tanto aristócrata, además así la pobre chica podría tomar un ligero respiro tras su actuación. Observé continuamente mi reloj desde una distancia suficiente como para ver cuando se marchaba esa pandilla de admiradores y una vez que vi que todos se habían marchado pude al fin ir hacía su camerino.

Me acerqué a la puerta a ritmo calmado observando en los alrededores por si algún admirador rezagado quería acercarse a saludarla, pero parecía que no, asi que con unas flores fui para felicitarla adecuadamente y toqué a la puerta con firmeza, esperando con tranquilidad junto a esta una respuesta de la joven que me invitase a entrar o bien que saliese a recibirme.

Observaba mi reloj a la par que esperaba, si veía que tardaba demasiado me marcharía, quizás se estuviese tomando un descanso y no quisiese recibir a nadie mas.

por **Micaela Urtiaga Four** Jue Ene 10, 2013 3:36 pm

Pensamientos y más pensamientos inundaban aún más en mi mente. Ya no quería pensar en mi madre me agobiaba pensar en ella, por más necesidad que tuviese de ella no ganaba nada, solo traerme tristeza y era lo que menos quería.
Comencé a acomodar un poco mi camerino, había quedado echo un caos después de haberme estado cambiando y recibiendo a tantas personas. Era doloroso para los ojos ver la cantidad de finos trajes tirados por toda la habitación, decidí alzarlos uno por uno hasta acomodarlos en sus respectivas perchas, que estaban en el armario bastante alejado al fondo de la habitación. Para pasar el rato tarareaba canciones que eran de mi mayor agrado como la de "La Reina de la Noche" un clásico de estas operas. Esas melodías y esas notas tan precisas me recordaban a mi gira del año pasado por todo París.

Un golpe en la puerta me sacó torpemente de todos los pensamientos en mi cabeza, que por cierto estaba media desarreglada me había olvidado completamente de ella. Me acerqué al espejo y acomode un poco mi cabello tratando de que siguiera presentable, o por lo menos lo intenté. Me acerqué a la puerta rogando que no se haya ido la persona del otro lado, por que no había vuelto a tocar y me tome mi tiempo para arreglarme. Al llegar a la puerta, la abrí y un hombre de vestimenta elegante y un enorme ramo de flores estaba parado ahí esperando. -Hola, disculpe mi tardanza Señor...- Dije con una gran sonrisa y haciendo una pausa para que me dijera su nombre.

por **Klaus von Weissenburg** Jue Ene 10, 2013 4:00 pm

Cuando parecía que no iba a abrir la puerta y estaba a punto de pensar marcharme de allí se abrió la puerta, mostrando tras ella a la artista que momentos antes había encandilado a todo el teatro. Mi reloj ya no era necesario por lo que lo guardé nuevamente en el bolsillo de la chaqueta. Y recibí su saludo con una sonrisa.

Al tenerla tan de cerca podía notarse con mucho mayor detalle la belleza de la Divina Four, con unos cabellos dorados tan puros que se podria hacer monedas por mas valor de la recaudación de su función y con unos ojos celestes capaces de meterte en su canción sin tener que decir una sola palabra, lo cual era una cualidad casi inexistente en casi todas las personas.

-Weissenburg, Klaus von Weissenburg - me presenté con una leve inclinación de cabeza y tomando su mano para besarla educadamente. Acto seguido le ofrecí el ramo de flores - He venido para felicitarla por su extraordinaria interpretación, es la primera vez que la veo actuar, y sin duda, no será la ultima, tiene usted un talento excepcional - comenté de forma sincera y directa de la mejor forma que mi nivel de francés me permite expresarse, aunque no podía evitar tener acento.

por **Micaela Urtiaga Four** Jue Ene 10, 2013 4:14 pm

Al oír al hombre educadamente presentarse hizo que otra sonrisa saliera de mis labios, no era muy común que las personas fuesen educadas, ya que el teatro tras bambalinas era un circo y se oían cosas que no deberían. Además su acento alemán fue tan notorio que me alegro que alguien de tan lejos pudiese venir a ver mi obra. -Debo decir Sr. Klaus von Weissenburg que es muy amable de su parte haber llegado hasta aquí para decirme esas hermosas palabras - hice una pausa para sujetar con más fuerza las flores que me había obsequiado y continué: - Dedo aceptar que no es muy común que gente tan tranquila venga a felicitarme, que por cierto no le di las gracias. Muchas gracias Sr. von Weissenburg, por favor pase y disculpe el desorden - hablé haciéndole una mueca para invitarlo a pasar.
No había podido ordenar tanto, pero parecía estar presentable, por lo menos más que otras veces. Me aclaré la garganta y dije: - Es usted muy amable de haber venido, repito. No he podido evitar oír su acento que si no me equivoco es alemán ¿verdad? - pregunté lo último curiosa.

por **Klaus von Weissenburg** Jue Ene 10, 2013 4:30 pm

-Sin duda una hermosa joven como usted recibirá hermosas palabras a diario -contesté con una sonrisa agradable a la señorita Four - Y no se moleste en tener que decir mi nombre completo, puede llamarme Klaus, los apellidos germanos suelen dar dolor de cabeza al resto de europeos señorita Urtiaga.

Me ofreció pasar y entré sin dudarlo, agradeciendo con un gesto con la cabeza y entrando después de ella a su camerino, el cual no pude evitar observarlo casi todo. -No hay desorden ninguno, y aunque lo hubiese sería comprensible teniendo en cuenta que acaba de regresar de actuar.

Contestaba siendo lo mas correcto posible para evitar que se sintiese mal, pero al fin y al cabo tampoco era tan grande el desorden. -Efectivamente como ha dicho usted vengo del Sacro Imperio, concretamente soy Bávaro, pero supongo que ahora puedo considerarme de esta ciudad, pues me he mudado a ella -contesté antes de preguntar yo - ¿Usted es francesa señorita Urtiaga? -preguntaba a la par que esperaba a que la joven se sentase para tomar asiento yo.

por **Micaela Urtiaga Four** Jue Ene 10, 2013 4:50 pm

Asentí con la cabeza a cada una de sus contestaciones era asombroso que un alemán terminara en París y lo mejor, en mi Opera. - Ya veo, ¿y lleva mucho tiempo aquí Klaus? Por cierto dígame Micaela- pregunté y continué hablando - Si como vera Klaus yo vengo de Londres pero he terminado aquí por mi carrera, me va mejor que allá en mi tierra natal - dije torciendo los labios, ya que ciertamente era verdad.
Provenía de un lugar donde mi padre me hizo llevar hasta París, separándome de mi hermano y fue bastante doloroso, pero que hacía yo pensando en estas cosas con un hombre en frente. Sacudí la cabeza disimuladamente tratando de sacar esos pensamientos de mi cabeza que no me hacían nada bien.
Miré a Klaus el pobre no debía de entender nada de lo que yo pensaba, pues claro no tendría porque tampoco. Suspiré y luego hablé - Y dígame Klaus...¿qué razón es la que lo trae a la bella ciudad de París? Si no es molestia mi pregunta - y me quedé observándolo hasta que ¡Por Jesucristo Micaela! que despistada que eres - ¿No se le apetece tomar un té o algo Klaus? -

por **Klaus von Weissenburg** Jue Ene 10, 2013 5:13 pm

- Llegué hace bastante poco, demasiado poco para mi gusto, de haber podido hubiese viajado a esta ciudad hace años señ....Micaela - contesté con tranquilidad mientras la escuchaba - Ahhh....británica....you don't have any accent -comenté halagándola - Sin duda su carrera ha ido de forma formidable...he podido disfrutar de algunas obras en Viena, y creame, usted no tiene nada que envidiar a algunos talentos de allí, con los años será reconocida por toda Europa, tengalo claro.

La observaba moverse, parecía un poco pensativa, pero obviamente era una descortesía preguntar a una dama el que le rondaba por la cabeza, sobre todo si es una dama que alguien acaba de conocer.

-He venido a esta ciudad buscando mejorar la vida de todos cuantos me sea posible, después de haber dañado yo y mi pueblo las vidas de tantos en las recientes guerras - expliqué para después escuchar su ofrecimiento - Si no es molestia no me importaría un té, con tres terrones por favor -pedí amablemente, era bastante increíble lo simpática que era, normalmente los artistas se lo tenían creído.

por **Micaela Urtiaga Four** Sáb Ene 12, 2013 1:57 am

Asentí con la cabeza a las dulces palabras del Sr. Weissenburg sonriéndole al mismo tiempo. Si al pareces había perdido ese acento inglés que tanto añoraba, aunque solo me trae malos recuerdos. - Si bueno...usted vera hace unos cuatro largos años que he venido por mi carrera a París y lo he perdido al acento tan britanicamente especial, aunque no es algo que me preocupe mucho debo decir y por cierto muchas gracias de nuevo por sus halagadoras palabras Milord - me puse sería y escuché con atención lo que dijo a continuación, ciertamente era extraño ver a hombres tratando de recuperar la paz en sus tierras infiltrándose en territorio enemigo. Pero si es para traer paz seguramente eso es una muy buena razón para hacerlo.
- Es usted muy valiente por venir a tierras enemigas, por así decirle para traer la paz nuevamente con su pueblo - Lo miré con ternura ya que me agradaba que siguieran existiendo personas tan buenas, a excepción de mi maldito padre. Sacudiendo la cabeza para correr nuevamente a ese hombre de mi cabeza me dirigí a la entrada del camerino donde se hallaba una pequeña cocina donde frecuentaba hacer mi té después de cada actuación, a su lado en una pequeña mesa había un delicado y lujoso juego de té, de porcelana blanca, con detalles en dorado y rosado.
Puse la pava a calentar hasta que hirvió para luego agregarle unas hojas de hierbas naturales para té y servir el contenido finalmente en las tazas de tamaño mediano, a la taza del Sr. Klaus le puse tres terrones de azúcar como lo pidió y al mio solo dos. Acomode delicadamente todo en una bandeja y me acerque nuevamente a Klaus para entregarle su té. - Aquí tiene Milord - dije acercándole la bandeja de plata así podía agarrar la taza de té.

por **Klaus von Weissenburg** Sáb Ene 12, 2013 7:01 am

-Bueno, supongo que desde el punto de vista de los franceses soy un enemigo, si bien yo lo considero al contrario, los germanos son mas enemigo mio que los franceses -expliqué sin entrar en demasiados detalles pero tratando de no confundir a Micaela- Ojala tuviese tanto poder como para alcanzar la paz con mi pueblo, mientras tanto tendré que conformarme con buscar la paz conmigo mismo - sonreí y observé como Micaela marchaba a preparar el té, sin duda el camerino estaba equipado con todo tipo de cosas útiles.

Observaba como el tiempo pasaba en silencio mirando mi reloj de bolsillo mientras Micaela preparaba el té, no podía evitar la obsesión por medir el tiempo de las cosas, aunque fuesen tan mundanas como lo era el preparar un simple té, y una vez regresó y me ofreció la taza guardé el reloj y agradecido cogí la taza

- Muchas gracias, sabe señorita Micaela, es usted inusualmente simpática, normalmente los artistas de éxito son un tanto...engreídos, usted sin embargo no solo demuestra un amable carácter, si no que además aquí me hayo, tomando un té con usted - reí ligeramente tras elogiarla, pero decía la verdad.

por **Micaela Urtiaga Four** Dom Ene 20, 2013 4:41 pm

Al darle su taza de té me senté en una silla, del juego de mesa y sillas que estaba ubicada en el medio del camerino. - Tome asiento por favor Klaus - dije señalando la otra silla sobrante.
Al oír sus palabras esbocé una sonrisa abiertamente por que no solía escuchar esas cosas, solo cosas comunes de las zonas traseras del escenario. Asentí con la cabeza al oírlo todavía con la sonrisa en la boca. - Pues es usted muy amable Milord -.
Tomé un sorbo de mi taza de té, hasta oír un golpe brusco en la puerta. Me levanté rápidamente para abrirla, dejando la taza sobre la pequeña mesa blanca. Al acercarme a la puerta la abrí y era el que me organizaba la agenda, escuché su voz penetrante y aguda recordándome las cosas una y otra vez. - Señorita Micaela debe apresurarse su carruaje la espera afuera, ¿me oye Señorita? - Asentí con la cabeza, poniéndome seria de repente.
Cerré la puerta nuevamente y me dí la vuelta. Acercandome a la mesa comencé a hablar. - Si me disculpa Milord, tengo cosas que hacer y mi carruaje me está esperando, espero que me disculpe. Fue muy agradable hablar con usted - di media vuelta, tomé mi sombrero y salí de la habitación.

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