AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Premoniciones - Libre
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Premoniciones - Libre
Su primer día de trabajo en la biblioteca, estaba saliendo bastante complicado, le habían pedido que guardara unos treinta libros, en diferentes secciones, no eran gran cosa, pero al no tener todavía en claro donde debían ir cada uno de ellos le llevó más tiempo que el esperado, su jefe la miró con cara de pocos amigos y ella tragó saliva. Era cierto en su mansión había una biblioteca con más de 20.000 volúmenes, pero no le toco nunca limpiarlos, ni acomodarlos cuando los dejaban tirado.
Caminó con paso cansino hasta su escritorio, cuando otro montón de libros se fueron agrupando al lado de su silla – y no te olvides de anotar cuales son los que te están devolviendo – le dijo su compañera, mientras le guiñaba un ojo – calma, veraz que como de aquí a un mes, esto será un juego - la miró con sus ojos abiertos de par en par,- ¿un mes para acostumbrarme? – Suspiró mientras se acercaba una mujer a pedirle un libro – ¿un tratado de la vegetación de las zonas alpinas del norte de Francia? – Repitió mientras cerraba sus ojos y suplicaba que sus neuronas funcionaran lo suficiente para encontrar la sección indicada, su amiga se rió – es del segundo ventanal, la tercera biblioteca, quinto estante a mano derecha unos tomos grises – Emilia le sonrió y un silencioso “gracias” surgió de sus labios.
Recorrió, el pasillo llegando a los ventanales, y realizando los movimientos que su amiga le había indicado, tomó dos tomos, cuando quería sacar el tercero un libro que se encontraba algo oculto, cayó, rápidamente lo tomó y lo puso en el espacio vacío. Se apresuró a llegar a sus escritorio, la mujer miró los libros tomo uno y descartó los demás, dio las gracias y se sentó en una de las largas mesas de roble. El lugar era tan luminoso que por suerte casi toda el tiempo no se necesitaba otra cosa más que el bendito sol.
Se sentó un momento y su estómago se quejó, - dime que has desayunado, mujer – le dijo su nueva amiga – es que llegaría tarde si lo hacía – se sonrojó, - me dormí - dijo alzando sus hombros, ella sabía que no era del todo verdad, ya que se había dormido pasadas unas horas después de la media noche y que antes que los pájaros cantaran estaba sentada en el sillón abrazada a su almohada, mirando los leños arder y haciendo de cuenta que se encontraba junto a su mentor.
Suspiró, mientras otro gruñido de su vientre pedía atención – por favor, ve al café de la esquina y pide un desayuno, si no tienes para pagarlo que lo anoten a mi cuenta -. Emilia, se pudo pálida, - no, no te preocupes, tengo suficiente efectivo como para poder desayunar – le dijo marcando más su sonrisa, temía se fuera convirtiendo en una mueca de fastidio, - ¿acaso tenía aspecto de zaparrastrosa?- asintió con la cabeza, - iré a desayunar, espero que… ya sabes quien, no se enoje – dijo casi en un susurro, rieron las dos por el comentario, - ve, y no te preocupes, tomate un tiempito, relájate que todavía nos quedan cuatro horas más - , se despidió mientras llevaba los libros a la estantería y los acomodaba, sacó el libro que había caído. No pertenecía a esa sección, es mas era casi imposible pensar que un libro así estuviera en una biblioteca pública, - Tratado de las artes mágicas y sus funciones en beneficio de los seres – sus manos temblaron, un tratado así había pertenecido a su mentor pero él se lo había llevado. Miró para todos lados, fijándose que nadie la viera, lo tomó, y se lo guardó, Lo leería tranquila en su casa y luego le preguntaría a su compañera en que sección debía ir un libro así. Le habían explicado que podía llevarse algún libro mientras que los devolviera en iguales condiciones y así lo haría.
Salió de la Biblioteca, caminó dos pasos y el día que hasta ese momento parecía que sería veraniego y con un intenso sol, se cubrió por completo. Las primeras gotas comenzaban a caer – o no – dijo, pensando en su vestido que aunque fuera de calidad, no la ayudaría a cubrirse mucho de un aguacero – ¿que debía hacer, volver al interior de la biblioteca o continuar su camino hasta el café? – miró al cielo y su estómago le dio la respuesta, corrió hasta la esquina y cruzó casi sin mirar la calle transitada, ya estaba por alcanzar la acera opuesta, cuando momento un hombre, llamó poderosamente su atención, caminaba en su dirección, sus ojos iban al frente, sin mirar más allá que el horizonte distante, tenía algo que lo hacía parecer conocido y ella le clavó los ojos, aunque él parecía no darse cuenta. Su corazón se fue deteniendo, el estómago se le volvió lívido, el perfume que emanaba aquel ser, llegó a sus fosas nasales y sus ojos se negaron a dejarlo partir, - no puede ser, es él – susurró. Se dio vuelta y volvería sobre sus pasos para encontrarlo, iba a gritar su nombre, cuando, unas manos fuertes la tomaron por un brazo y la sacaron de la trayectoria de un carruaje que veloz, cruzó la distancia que ahora los separaba, cuando logró vislumbrar el extremo de la acera del frente ya no estaba, había desaparecido, como un fantasma, como una premonición, ella lo sabía. Sonrió, estaba segura, lo encontraría.
Caminó con paso cansino hasta su escritorio, cuando otro montón de libros se fueron agrupando al lado de su silla – y no te olvides de anotar cuales son los que te están devolviendo – le dijo su compañera, mientras le guiñaba un ojo – calma, veraz que como de aquí a un mes, esto será un juego - la miró con sus ojos abiertos de par en par,- ¿un mes para acostumbrarme? – Suspiró mientras se acercaba una mujer a pedirle un libro – ¿un tratado de la vegetación de las zonas alpinas del norte de Francia? – Repitió mientras cerraba sus ojos y suplicaba que sus neuronas funcionaran lo suficiente para encontrar la sección indicada, su amiga se rió – es del segundo ventanal, la tercera biblioteca, quinto estante a mano derecha unos tomos grises – Emilia le sonrió y un silencioso “gracias” surgió de sus labios.
Recorrió, el pasillo llegando a los ventanales, y realizando los movimientos que su amiga le había indicado, tomó dos tomos, cuando quería sacar el tercero un libro que se encontraba algo oculto, cayó, rápidamente lo tomó y lo puso en el espacio vacío. Se apresuró a llegar a sus escritorio, la mujer miró los libros tomo uno y descartó los demás, dio las gracias y se sentó en una de las largas mesas de roble. El lugar era tan luminoso que por suerte casi toda el tiempo no se necesitaba otra cosa más que el bendito sol.
Se sentó un momento y su estómago se quejó, - dime que has desayunado, mujer – le dijo su nueva amiga – es que llegaría tarde si lo hacía – se sonrojó, - me dormí - dijo alzando sus hombros, ella sabía que no era del todo verdad, ya que se había dormido pasadas unas horas después de la media noche y que antes que los pájaros cantaran estaba sentada en el sillón abrazada a su almohada, mirando los leños arder y haciendo de cuenta que se encontraba junto a su mentor.
Suspiró, mientras otro gruñido de su vientre pedía atención – por favor, ve al café de la esquina y pide un desayuno, si no tienes para pagarlo que lo anoten a mi cuenta -. Emilia, se pudo pálida, - no, no te preocupes, tengo suficiente efectivo como para poder desayunar – le dijo marcando más su sonrisa, temía se fuera convirtiendo en una mueca de fastidio, - ¿acaso tenía aspecto de zaparrastrosa?- asintió con la cabeza, - iré a desayunar, espero que… ya sabes quien, no se enoje – dijo casi en un susurro, rieron las dos por el comentario, - ve, y no te preocupes, tomate un tiempito, relájate que todavía nos quedan cuatro horas más - , se despidió mientras llevaba los libros a la estantería y los acomodaba, sacó el libro que había caído. No pertenecía a esa sección, es mas era casi imposible pensar que un libro así estuviera en una biblioteca pública, - Tratado de las artes mágicas y sus funciones en beneficio de los seres – sus manos temblaron, un tratado así había pertenecido a su mentor pero él se lo había llevado. Miró para todos lados, fijándose que nadie la viera, lo tomó, y se lo guardó, Lo leería tranquila en su casa y luego le preguntaría a su compañera en que sección debía ir un libro así. Le habían explicado que podía llevarse algún libro mientras que los devolviera en iguales condiciones y así lo haría.
Salió de la Biblioteca, caminó dos pasos y el día que hasta ese momento parecía que sería veraniego y con un intenso sol, se cubrió por completo. Las primeras gotas comenzaban a caer – o no – dijo, pensando en su vestido que aunque fuera de calidad, no la ayudaría a cubrirse mucho de un aguacero – ¿que debía hacer, volver al interior de la biblioteca o continuar su camino hasta el café? – miró al cielo y su estómago le dio la respuesta, corrió hasta la esquina y cruzó casi sin mirar la calle transitada, ya estaba por alcanzar la acera opuesta, cuando momento un hombre, llamó poderosamente su atención, caminaba en su dirección, sus ojos iban al frente, sin mirar más allá que el horizonte distante, tenía algo que lo hacía parecer conocido y ella le clavó los ojos, aunque él parecía no darse cuenta. Su corazón se fue deteniendo, el estómago se le volvió lívido, el perfume que emanaba aquel ser, llegó a sus fosas nasales y sus ojos se negaron a dejarlo partir, - no puede ser, es él – susurró. Se dio vuelta y volvería sobre sus pasos para encontrarlo, iba a gritar su nombre, cuando, unas manos fuertes la tomaron por un brazo y la sacaron de la trayectoria de un carruaje que veloz, cruzó la distancia que ahora los separaba, cuando logró vislumbrar el extremo de la acera del frente ya no estaba, había desaparecido, como un fantasma, como una premonición, ella lo sabía. Sonrió, estaba segura, lo encontraría.
Amalia De Leon- Hechicero Clase Media
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Re: Premoniciones - Libre
Porque simplemente no puedo ser como los demás brujos y brujas con premoniciones, siempre era lo mismo mal dormir noche tras noche; algunas veces por el hecho de que algo azotara mis sueños y me dejara con la incertidumbre de si sería aquello algo que pasaría o sería simplemente un sueño común y corriente. Descubrir aquello era tan complicado, y más cuando las cosas pasaban en sueños; de día y en la vida diaria es más fácil reconocer algo fuera de lugar que sería una premonición, pero en los sueños donde todo es posible… ahí radicaba lo complicado del asunto, yo era simplemente inútil para darme cuenta de esas cosas.
"Es perfectamente normal que no sepas diferenciarlas Maya, en los sueños las cosas son diferentes" escuchar eso de mi abuelo siempre me llenaba de consuelo, lastima que ahora él ya no estuviese conmigo y en cambio debiera pasar noches en vela, rompiendo mi cabeza en pensar en si lo que veía o simplemente evitando dormir por temor a que algo apareciera y perturbara mi descanso.
Claro que como todo, hay un limite y cuando lo alcanzó, caigo rendida a más no poder y lo bueno de eso es que nada azota ni atormenta mi mente en aquellos momentos.
Pero no es que fuera ese el momento de pensar en esas cosas, así que sacudí mi cabeza de un lado a otro y aleje aquellos pensamientos de mi ser, después de todo esa noche había sido de las mejores que había tenido en los últimos tiempos. Dormí absolutamente toda la noche y el amanecer se sintió tan bien que contrario a otras veces que no tengo la mínima energía para realizar algo, esta vez me decidía a salir a la calle desde temprano.
Tome un desayuno ligero, me aliste para salir, y pedí al cochero de la familia que me llevara al centro, algo interesante encontraría que hacer por allá lo tenía seguro.
El camino fue entretenido, quizás el hecho de ir más despierta de lo usual me hacia ver las cosas de manera diferente pero eso era bueno, muy bueno.
Cuando llegamos y baje de mi transporte indique al cochero que regresara por mi algunas horas después ya que quería pasear un buen rato por aquel lugar y luego ir a tomar un café.
Fui caminando de un lado a otro; incluso pase frente a la librería y aunque se me antojo detenerme y ver si conseguía un buen libro mis pasos me llevaron de largo directo a la zona de cafés. Era extraño como incluso mi cuerpo deseaba aquello con tanto afán, como para ignorar uno de mis deseos y llevarme de largo hasta otro sitio.
Al menos ya tenía el café al que quería ir y ya que mi cuerpo lo pedía no había nada más que hacer que seguirlo.
Estaba llegando justo a una esquina cuando unas gotas que anunciaban una tormenta me golpearon y de manera instintiva dirigí mi rostro al cielo; el sol que antes lucía agradable estaba siendo ocultado por las nubes, lo bueno del asunto es que mi café estaba cerca. Baje mi rostro para seguir el camino y fue entonces cuando cubrí mis labios con una de mis manos mientras una joven era casi golpeada por un carruaje pero para la fortuna de esta, un hombre alcanzo a salvarle de tan desdichado destino y yo sin poder contenerme mucho tiempo me acerque hasta ella, algo raro en mi.
- ¿Te encuentras bien?¿No te has hecho daño? - por unos momentos incluso parecía que me había olvidado completamente de las gotas que caían.
"Es perfectamente normal que no sepas diferenciarlas Maya, en los sueños las cosas son diferentes" escuchar eso de mi abuelo siempre me llenaba de consuelo, lastima que ahora él ya no estuviese conmigo y en cambio debiera pasar noches en vela, rompiendo mi cabeza en pensar en si lo que veía o simplemente evitando dormir por temor a que algo apareciera y perturbara mi descanso.
Claro que como todo, hay un limite y cuando lo alcanzó, caigo rendida a más no poder y lo bueno de eso es que nada azota ni atormenta mi mente en aquellos momentos.
Pero no es que fuera ese el momento de pensar en esas cosas, así que sacudí mi cabeza de un lado a otro y aleje aquellos pensamientos de mi ser, después de todo esa noche había sido de las mejores que había tenido en los últimos tiempos. Dormí absolutamente toda la noche y el amanecer se sintió tan bien que contrario a otras veces que no tengo la mínima energía para realizar algo, esta vez me decidía a salir a la calle desde temprano.
Tome un desayuno ligero, me aliste para salir, y pedí al cochero de la familia que me llevara al centro, algo interesante encontraría que hacer por allá lo tenía seguro.
El camino fue entretenido, quizás el hecho de ir más despierta de lo usual me hacia ver las cosas de manera diferente pero eso era bueno, muy bueno.
Cuando llegamos y baje de mi transporte indique al cochero que regresara por mi algunas horas después ya que quería pasear un buen rato por aquel lugar y luego ir a tomar un café.
Fui caminando de un lado a otro; incluso pase frente a la librería y aunque se me antojo detenerme y ver si conseguía un buen libro mis pasos me llevaron de largo directo a la zona de cafés. Era extraño como incluso mi cuerpo deseaba aquello con tanto afán, como para ignorar uno de mis deseos y llevarme de largo hasta otro sitio.
Al menos ya tenía el café al que quería ir y ya que mi cuerpo lo pedía no había nada más que hacer que seguirlo.
Estaba llegando justo a una esquina cuando unas gotas que anunciaban una tormenta me golpearon y de manera instintiva dirigí mi rostro al cielo; el sol que antes lucía agradable estaba siendo ocultado por las nubes, lo bueno del asunto es que mi café estaba cerca. Baje mi rostro para seguir el camino y fue entonces cuando cubrí mis labios con una de mis manos mientras una joven era casi golpeada por un carruaje pero para la fortuna de esta, un hombre alcanzo a salvarle de tan desdichado destino y yo sin poder contenerme mucho tiempo me acerque hasta ella, algo raro en mi.
- ¿Te encuentras bien?¿No te has hecho daño? - por unos momentos incluso parecía que me había olvidado completamente de las gotas que caían.
Virgile- Humano Clase Baja
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Re: Premoniciones - Libre
Emilia, aun sonreía embobada por la premonición que había tenido, si no fuera porque hubiera sido casi imposible que él, estuviera en ese momento cruzando una calle justo cuando ella lo hacía, podría haber jurado que era su mentor. Un hombre la zamarreaba, hablándole perentoriamente, ella entre nieblas, fue ubicándose en el espacio y tiempo. Aquel joven que al principio pensó que era un extraño, se encontraba disgustado, le preguntaba qué era lo que le pasaba, ella de los nervios no podía más que sonreír y pedir disculpas – lo ciento no vi que se aproximaba el carruaje – él soltó sus brazos y la miró a los ojos, con ceño fruncido y afligido – Criatura, has podido morir en ese lugar -, Emilia sintió mucha ternura por la preocupación de aquel muchacho, sabía que era un vecino del lago, que todos los fines de semana se sentaba a pescar y que varias veces habían pasado horas charlando juntos y disfrutando de la tranquilidad del lugar.
Su sonrisa se borró, mientras entornaba sus ojos y con el gesto compungido como una niña que sabe que cometió una imprudencia, sus manos estrujando su falta ahora un poco húmeda por la llovisna – en verdad te agradezco Leroy, no quise que corrieras peligro o que te preocuparas – dijo mientras una lágrima cruzaba su mejilla. El joven le sonrió y secó aquella lágrima con sus dedos – pues has de andar soñando menos, en tus bosques y tu rio Miño – le dijo mientras le sonreía.
Una joven se acercó, corriendo y sin mediar un saludo, ni un simple hola, se abalanzó sobre Emilia y le preguntó si se sentía bien o si se había hecho daño, ella sonrió mientras negaba con la cabeza, - no, gracias a Leroy estoy muy bien – se ruborizó al percibir el alboroto que había causado con aquella premonición – pero en verdad es muy extraño que me suceda algo así – pensó mientras mantenía su mirada en la bella joven que tan gentil se había acercado.
El muchacho carraspeó - bueno, ya que te encuentras a salvo me voy, debo seguir con mi trabajo – Emilia giró su rostro para contemplarle y él se acercó a su mejilla y la besó – cuídate, te veré luego – Volvió a ruborizarse y asintió con la cabeza – sí, seguro, hasta pronto – le dedicó una sonrisa y al instante ya se había ido.
Suspiró y volvió su rostro a la joven, en ese instante, sintió que la lluvia comenzaba a caer más fuerte convirtiéndose en un chaparrón, pensó en el libro que en su bolso se estropearía y sin pensarlo mucho decidió que sería mejor entrar de una vez al café, - la lluvia se ha desatado, mejor sería entrar al café – dijo mirando a la joven a los ojos y tras hacerle un gesto se dirigió a la puerta del local - ¿vamos? – sonrió de forma aniñada, ella era así, recién conocía a esa mujer, no sabía quién era, si la acompañaría o si la mandaría a volar, pero siempre había sido abierta y feliz de tener nuevos amigos, - no se siga mojando, le invito un café – luego de decirlo se arrepintió un poquito, pues no tenía tanto dinero para gastar, pero estaba segura que aun usando casi todo lo que había traído podía alcanzarle para tomar un coche hasta su casa al salir de su trabajo, sonrió nuevamente aliviada.
Amalia De Leon- Hechicero Clase Media
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Re: Premoniciones - Libre
No podía estar segura de si la chica se encontraba bien o no pues en su rostro solo podía observar una sonrisa como si sus ojos hubieran divisado algo por lo que bien hubiera valido la pena el golpe llevado por un carruaje; parecía además no darse cuenta de lo que en realidad estaba pasando a su alrededor pues el hombre que momentos antes la había salvado le hablaba intentando recibir una respuesta que no fuera aquella peculiar sonrisa.
De un instante a otro, su mente parecío aterrizar en la realidad de lo sucedido o de lo que pudo suceder si no se le detiene a tiempo y me quede ahí mirando la escena; se notaba que solo había sido un susto momentáneo, igual y probablemente ella no había visto el carruaje por ir distraída en algún pensamiento importante así que mi presencia no era de ayuda.
Moví ligeramente un pie a manera de poder retomar mi camino hacía el café que deseaba ir, olvidando aquel incidente y alejando mi ser de la lluvia que con cada segundo que pasaba caía ligeramente más fuerte pero una voz me saco la aquella idea de la cabeza, pues la joven ahora estaba respondiendo a mi pregunta.
Sonreí mientras ladeaba un poco el rostro, ahora estaba completamente segura de que ella estaba bien así como de que quien le salvo la conocía por lo que estaría en excelentes manos con él; estaba por decirle que me alegraba de que estuviera bien y que tuviera más cuidado la próxima vez que cruzara una calle cuando el joven se despidió de ella dejando detrás a nuestras personas.
Las gotas aumentaron de intensidad, cosa que me hizo levantar las manos sobre mi cabeza en un inútil intento de detener algunas de ellas. Debía verme ridícula intentando detenerlas pues a pesar de aquel esfuerzo por frenarlas gran parte de mi cuerpo seguía mojandose con ellas.
Observe a la joven y asentí a sus palabras, lo mejor sería entrar al café que aunque no era al que planeaba ir era mucho mejor a seguir mi camino y entonces si, terminar toda completamente empapada.
- Gracias, nada mejor que un café para esta clase de climas - sonreí - aunque bueno, a mi me agrada el café con cualquier clase de clima - permanecí estática aún bajo la lluvia; la joven había estado a punto de ser golpeada y yo solo luciría como una completa aprovechada si aceptaba que pagara el café después de lo que estuvo a punto de sucederle - pero me gustaría poder invitarle yo, o al menos compartir los gastos ¿le parece? - camine por fin entonces a la entrada del local para que termináramos entrando juntas al lugar; esperaba dentro justo en la puerta su respuesta a mi propuesta.
De un instante a otro, su mente parecío aterrizar en la realidad de lo sucedido o de lo que pudo suceder si no se le detiene a tiempo y me quede ahí mirando la escena; se notaba que solo había sido un susto momentáneo, igual y probablemente ella no había visto el carruaje por ir distraída en algún pensamiento importante así que mi presencia no era de ayuda.
Moví ligeramente un pie a manera de poder retomar mi camino hacía el café que deseaba ir, olvidando aquel incidente y alejando mi ser de la lluvia que con cada segundo que pasaba caía ligeramente más fuerte pero una voz me saco la aquella idea de la cabeza, pues la joven ahora estaba respondiendo a mi pregunta.
Sonreí mientras ladeaba un poco el rostro, ahora estaba completamente segura de que ella estaba bien así como de que quien le salvo la conocía por lo que estaría en excelentes manos con él; estaba por decirle que me alegraba de que estuviera bien y que tuviera más cuidado la próxima vez que cruzara una calle cuando el joven se despidió de ella dejando detrás a nuestras personas.
Las gotas aumentaron de intensidad, cosa que me hizo levantar las manos sobre mi cabeza en un inútil intento de detener algunas de ellas. Debía verme ridícula intentando detenerlas pues a pesar de aquel esfuerzo por frenarlas gran parte de mi cuerpo seguía mojandose con ellas.
Observe a la joven y asentí a sus palabras, lo mejor sería entrar al café que aunque no era al que planeaba ir era mucho mejor a seguir mi camino y entonces si, terminar toda completamente empapada.
- Gracias, nada mejor que un café para esta clase de climas - sonreí - aunque bueno, a mi me agrada el café con cualquier clase de clima - permanecí estática aún bajo la lluvia; la joven había estado a punto de ser golpeada y yo solo luciría como una completa aprovechada si aceptaba que pagara el café después de lo que estuvo a punto de sucederle - pero me gustaría poder invitarle yo, o al menos compartir los gastos ¿le parece? - camine por fin entonces a la entrada del local para que termináramos entrando juntas al lugar; esperaba dentro justo en la puerta su respuesta a mi propuesta.
Virgile- Humano Clase Baja
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Re: Premoniciones - Libre
Asintió a todo lo expresado por la joven, - está bien, compartiremos gastos y tomaremos ese café tan apetecible para un clima tan bello – no lo decía tanto por la lluvia en sí, sino porque aquella premonición, aunque casi le había costado la vida, le regalaba la mejor de las noticias, Ichabod la encontraría, aun no sabía cómo, ni donde, pero volvería a ver esos ojos y a disfrutar de esa sonrisa.
Al entrar en el café el aroma a tabaco, café y cera de abeja le llegó como una dulce reminiscencia, se vio transportada a un pequeño y acogedor café en donde sabían desayunar con su amado y disfrutar de los días de lluvia, mirando por una de las pequeñas ventanas de madera que asemejaban las de los barcos llamadas ojo de buey, desde donde se apreciaba el puerto, la escollera y lejos tocando el horizonte, el faro, que como un ángel mostraba a los navegantes el camino para llegar hasta sus amados, con bien. Lo vio contemplando el paisaje por la ventana, con la mirada perdida en la lejanía, perdido con sus pensamientos en el mar que lo llamaba, en las voces de un pasado que ella no conocía y que él guardaba con recelo. De pronto pudo verlo como giraba su cabeza hacia ella y sonreía, la tristeza que le pesaba en el corazón siempre desaparecía cuando la tenía al lado, por eso él afirmaba que ella era su hogar - no te preocupes, nunca me iré sin ti- los labios amados pronunciaron, cada una de las palabras, regalándole una sonrisa, los bellos ojos azules la traspasaron con su mágica mirada que la desmadejaban y le daba todo el poder de su vida a ese hombre, pero la imagen se fue desdibujando, el rostro amado se evaporó y el café volvió a tener el sonido característico, lleno de personas y movimiento, de conversaciones amenas o discusiones encendidas.
Aunque habían sido unos escasos segundos, temió que su nueva compañía se hubiera percatado que había huido lejos de allí. Siempre le pasaba con las reminiscencias, era algo lógico, en verdad no hacía tanto tiempo que manejaba ese don y le faltaba práctica,- como me gustaría encontrar a una persona que tuviera mis habilidades, sería tan bueno poder charlar y ayudarnos mutuamente – pensó mientras observaba a la joven que no se había percatado de su viaje en el tiempo. La sonrisa en su rostro había mudado a una leve mueca de tristeza, mientras pensaba lo mentirosos que podían ser los hombres.
Respiró profundo y recomponiendo la expresión, se dirigió a la joven, - ¿le parece ese pequeño rincón? – Dijo, señalando una mesa al lado de una ventana que le volvía a recordar su amado pueblo, - debe tener una hermosa vista para contemplar la lluvia caer – sonrió mientras se encaminaba para ese sector. Se frenó de golpe y se dio vuelta ruborizada y con los ojos cargados de vergüenza – disculpe, no le dejé elegir ¿le parece que ese lugar estará bien? – dijo esperando esta vez que le respondiera.
Al entrar en el café el aroma a tabaco, café y cera de abeja le llegó como una dulce reminiscencia, se vio transportada a un pequeño y acogedor café en donde sabían desayunar con su amado y disfrutar de los días de lluvia, mirando por una de las pequeñas ventanas de madera que asemejaban las de los barcos llamadas ojo de buey, desde donde se apreciaba el puerto, la escollera y lejos tocando el horizonte, el faro, que como un ángel mostraba a los navegantes el camino para llegar hasta sus amados, con bien. Lo vio contemplando el paisaje por la ventana, con la mirada perdida en la lejanía, perdido con sus pensamientos en el mar que lo llamaba, en las voces de un pasado que ella no conocía y que él guardaba con recelo. De pronto pudo verlo como giraba su cabeza hacia ella y sonreía, la tristeza que le pesaba en el corazón siempre desaparecía cuando la tenía al lado, por eso él afirmaba que ella era su hogar - no te preocupes, nunca me iré sin ti- los labios amados pronunciaron, cada una de las palabras, regalándole una sonrisa, los bellos ojos azules la traspasaron con su mágica mirada que la desmadejaban y le daba todo el poder de su vida a ese hombre, pero la imagen se fue desdibujando, el rostro amado se evaporó y el café volvió a tener el sonido característico, lleno de personas y movimiento, de conversaciones amenas o discusiones encendidas.
Aunque habían sido unos escasos segundos, temió que su nueva compañía se hubiera percatado que había huido lejos de allí. Siempre le pasaba con las reminiscencias, era algo lógico, en verdad no hacía tanto tiempo que manejaba ese don y le faltaba práctica,- como me gustaría encontrar a una persona que tuviera mis habilidades, sería tan bueno poder charlar y ayudarnos mutuamente – pensó mientras observaba a la joven que no se había percatado de su viaje en el tiempo. La sonrisa en su rostro había mudado a una leve mueca de tristeza, mientras pensaba lo mentirosos que podían ser los hombres.
Respiró profundo y recomponiendo la expresión, se dirigió a la joven, - ¿le parece ese pequeño rincón? – Dijo, señalando una mesa al lado de una ventana que le volvía a recordar su amado pueblo, - debe tener una hermosa vista para contemplar la lluvia caer – sonrió mientras se encaminaba para ese sector. Se frenó de golpe y se dio vuelta ruborizada y con los ojos cargados de vergüenza – disculpe, no le dejé elegir ¿le parece que ese lugar estará bien? – dijo esperando esta vez que le respondiera.
Amalia De Leon- Hechicero Clase Media
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Re: Premoniciones - Libre
Sonreí al escuchar que aceptaba una de mis propuestas; yo hubiera preferido pagar todo aquello pero ella dijo que compartiéramos. Tenía la esperanza de que mientras degustabamos el café y nos perdíamos en alguna clase de conversación vana, en la que de manera segura terminaría haciendo el ridículo por no saber que decir; podría acabar pagando todo lo que consumiéramos yo y no ella.
- Te diré que me has sacado un susto de muerte cuando te vi a punto de ser golpeada por ese carruaje, deberías andar con más precaución. Sé que en muchas ocasiones uno suele perderse en sus propios pensamientos pero cuando andamos por las calles lo mejor es dejar esos pensamientos para cuando se esta en un sitió más tranquilo como el hogar o… un café - mi mirada viajaba por el café, observando y oliendo todo; captando cada detalle posible. Prefería el café de Joao eso era sin dudas un hecho, pero salir de aquel café y ofrecerle ir a otro no era buena idea dado el clima que nos atormentaba. Cerré los ojos y di un paso al frente mientras lentamente los abría para girar el rostro hacía la chica.
Su expresión de manera repentina me produjo una preocupación impresionante pues estaba estática ahí observando un punto fijo, pero a la ves parecía estar en un lugar muy lejano al café, a mi y a su propio cuerpo. A mi mente llegaron recuerdos entonces de mi abuelo; ¿Cuántas veces lo vi con una expresión similar? había perdido la cuenta en tanto tiempo, pero sin duda esa expresión era la misma que él solía tener cuando veía una reminiscencia.
Moví la cabeza de forma enérgica porque no era necesariamente que su expresión significara eso, era solo mi percepción por todo lo que había sido capaz de ver con mi abuelo. Mire a otro sitio entonces, esperando y sintiendo confusión dentro de mi; todo eso lo mande a un lado para poner de nuevo una sonrisa en mis labios cuando fui capaz de escuchar un suspiro de su parte. Era grosero de mi parte mostrar que me había dado cuenta de que algo le pasaba, así que no diría nada de eso.
Asentí a sus palabras mientras miraba la mesa que ella había señalado - Por mi esta excelente, lo único que quiero ahora es tomar un delicioso café - dije para que pudiera sentirse tranquila y no tuviera esa expresión apenada en el rostro - y permitame decir que además tiene una muy bella vista así que creo que es simplemente perfecta en estos momentos - mi caminar siguió hasta que llegue a la mesa y me senté de un lado, aguardando a que mi compañera se sentara también para poder presentarme como era debido, ya que en todo el ajetreo y la lluvia no me vi con el tiempo para hacerlo antes - Por cierto; mi nombre es Maya Doll; un placer conocerte… - la mire inquisitiva esperando a conocer su nombre a la vez que un mesero dirigía sus pasos a nuestra mesa.
- Te diré que me has sacado un susto de muerte cuando te vi a punto de ser golpeada por ese carruaje, deberías andar con más precaución. Sé que en muchas ocasiones uno suele perderse en sus propios pensamientos pero cuando andamos por las calles lo mejor es dejar esos pensamientos para cuando se esta en un sitió más tranquilo como el hogar o… un café - mi mirada viajaba por el café, observando y oliendo todo; captando cada detalle posible. Prefería el café de Joao eso era sin dudas un hecho, pero salir de aquel café y ofrecerle ir a otro no era buena idea dado el clima que nos atormentaba. Cerré los ojos y di un paso al frente mientras lentamente los abría para girar el rostro hacía la chica.
Su expresión de manera repentina me produjo una preocupación impresionante pues estaba estática ahí observando un punto fijo, pero a la ves parecía estar en un lugar muy lejano al café, a mi y a su propio cuerpo. A mi mente llegaron recuerdos entonces de mi abuelo; ¿Cuántas veces lo vi con una expresión similar? había perdido la cuenta en tanto tiempo, pero sin duda esa expresión era la misma que él solía tener cuando veía una reminiscencia.
Moví la cabeza de forma enérgica porque no era necesariamente que su expresión significara eso, era solo mi percepción por todo lo que había sido capaz de ver con mi abuelo. Mire a otro sitio entonces, esperando y sintiendo confusión dentro de mi; todo eso lo mande a un lado para poner de nuevo una sonrisa en mis labios cuando fui capaz de escuchar un suspiro de su parte. Era grosero de mi parte mostrar que me había dado cuenta de que algo le pasaba, así que no diría nada de eso.
Asentí a sus palabras mientras miraba la mesa que ella había señalado - Por mi esta excelente, lo único que quiero ahora es tomar un delicioso café - dije para que pudiera sentirse tranquila y no tuviera esa expresión apenada en el rostro - y permitame decir que además tiene una muy bella vista así que creo que es simplemente perfecta en estos momentos - mi caminar siguió hasta que llegue a la mesa y me senté de un lado, aguardando a que mi compañera se sentara también para poder presentarme como era debido, ya que en todo el ajetreo y la lluvia no me vi con el tiempo para hacerlo antes - Por cierto; mi nombre es Maya Doll; un placer conocerte… - la mire inquisitiva esperando a conocer su nombre a la vez que un mesero dirigía sus pasos a nuestra mesa.
Virgile- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 28/10/2012
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