El bullicio de la noche {Privado}

por **M. Esprit Blorktenkwrock** Lun Ago 02, 2010 8:53 pm

{Esprit/Colette}

El crepúsculo lleno el fondo de aquella ciudad apestosa, de un color rosado, para pasar a un violáceo y terminar en aquel oscuro azul, iluminado por la luna llena. Algunos eran sabios, y observaban la luna con miedo, corriendo hasta sus moradas para resguardarse de todo peligro. A Esprit, en cambio, no le atemorizaba el hecho de aquella fase lunar. “Los pequeños niños crecerán pelo, mataran a algunos, y volverán a sus cuerpitos perfectos” se dijo, con aquel tono soberbio que su mente sabía usar. Los licántropos le asqueaban y no era para menos; eran alimañas que de poco servían. En cada fase, lo mejor que sabían hacer era liquidar el ganado de aquellos pobres humanos. Bueno… eso no era lo que más le importaba a Esprit, en cambio, sí lo hacía, el hecho de que las fauces acompañadas de un olor putrefacto, solían acercarse al vampiro con mucha frecuencia, cómo si tuviese un imán para aquellas bestias. Aquel llanto canino era un deleite.

Aun así, después de todo, aun se encontraban por las calles parisinas, el bullicio insoportable de París. Sus damiselas con vestidos inflados acompañadas casi siempre, de algún caballero haciendo ruido con su bastón, al cual siempre llevaban de adorno, obviamente. Dentro de aquel gran cuadro que eran las calles, se encontraban a las cortesanas, a algunos brujos y obviamente, a los vampiros, que con la elegancia que todos, aunque no quisieran, poseían, deslumbraban a cualquiera, incluso el más feo. “No es que sea… narcisista” se dijo, pero sí, si lo era, y lo era hasta con sus enemigos de misma raza. “Los vampiros son hermosos, y sin decir mucho de la vampiresas que deslumbran hasta al ojo más putrefacto” La poesía para Esprit era aquello, la blanca tez, los caninos afilados, los ojos violáceos y las uñas brillantes. De todas formas, los humanos sabían poseer un poco de belleza, había que admitirlo. Sus maquillajes y sus labios. Las mujeres solían ser un elixir prohibido para todos, hasta las cortesanas lo eran.

Observó silencioso cómo en una calleja, una elegante vampiresa seducía sin mucha importancia a un joven, un joven artista. Sí, estaba seguro de ello. “Veinte años…” Fresco. Sonrió para sí, con cierto dejo de picardía y volviendo a su caminar, llegó hacia una banca, que se encontraba frente a la taberna, y el flujo de personas era incesante. Aspiró la variedad de perfumes y observó, cómo alguien se sentaba a su lado.

por **Colette Broussard** Lun Ago 02, 2010 9:54 pm

Paris, el lugar de moda entre los de clase alta, innumerables ocasiones Colette habia escuchado que su familia y los amigos allegados a ellos hablaban de Francia como si se tartara del mismisimo epicentro del universo o algo parecido, por lo que ella aunque no queria admitirlo se sentia bastante emocionada con la idea de vivir alli finalmente, emocion que desaparecio en cuanto puso un pie en la ciudad y que fue borrandose del todo conforme pasaba mas tiempo en aquel lugar.

La noche habia logrado pillarle mientras se entretenia por las calles, sabia de las historias llenas de criaturas sobrenaturales y peligrosas que rondaban, especialmente en noches como esta, noches de luna llena pero a estas alturas no le importaba mucho caer presa de alguna de ellas, si algo acababa con su patetica y monotona existencia de hecho se sentiria agradecida.

Claro, si encontrase un licantropo le diria: Matame, pero sacame de Paris rodo los ojos en señal de sarcastico rechazo por las ideas que le venian a la mente cuendo se encontraba tan aburrida como en esa ocasion.

Mirando pasar rostros a ambos lados de su camino, caminando guiada por puro instinto y mortamente aburrida, ahora pensaba que seria buena idea regresar a Liverpool con su padre y sus abuelos, de cualquier modo nio estaba por completo segurs de que era lo que les habria traido hasta Paris, la cuna de la falta de higiene y de los burdeles a reventar.

Agobiada y desesperada por no tener alguien con quien intercambiar unas cuantas palabras fue a tomar asiento frente a una taberna al lado de un caballero que parecia estar entretenido por algun motivo que no logró descifrar, soltó un pequeño bufido de exasperacion y levanto la mirada fijandola en la luna llena dejandose poseer por su encanto

por **M. Esprit Blorktenkwrock** Miér Ago 04, 2010 8:48 am

No se puede decir que se sintió sorprendido por la ya reconocida presencia que rondaba cerca de él, y que se había sentado a su lado, soltando un bufido “Encantador” pensó él, a tal muestra de aburrimiento y hasta quizás asco. Pues, no se puede pedir mucho de Francia, no era el mejor lugar. El hambre ya había pasado y nadie mataba por un trozo de pan, pero Bonaparte ya había partido y el pueblo Francés parecía carecer de rumbo. Era un estado de anarquismo, quizás, visto desde otro punto de vista monárquico, gracias a las realezas. No le resultaba extraño que la clase baja y media odiase a las realezas extranjeras que habitaban en Francia, y solo ponían de su tesoro para sus mansiones. Pero todo esto a Esprit no le importaba, él iba a ser testigo de la muerte de todos ellos, de la muerte de Napoleón, de las creaciones divinas, de los cambios musicales, indumentarios y filosóficos. Iba a poder dar su opinión magistral en cualquier tabernáculo, como un pensador, y eso le llenaba de un poder más allá de cualquiera que tuviese. Era un monstruo, pero no por ello, debía alejarse de su más preciado poder; la sabiduría.

Perdió la concentración cuando un borracho luchaba con las puertas de la taberna y emitió una leve risa, que daría comienzo a su interacción con la recién llegada. –Qué ejemplo magistral dan estos vagabundos para con Francia – comentó, desbordando sarcasmo, que estaba seguro, sería captado por su acompañante de fácil manera. – Ojalá que el Imperio funcione, y todo esto cambie – musitó, con un dejo de tristeza en su voz, aun así, sus ojos felinos observaban por el rabillo a la dama, que provenía de la clase alta, y de seguro… no, estaba totalmente seguro que no le interesaba mucho el tema. - ¿Señorita? ¿A qué se debe su presencia en un lugar tan nauseabundo como es este? -

por **Colette Broussard** Vie Ago 06, 2010 8:56 pm

Las nubes paseaban danzando lentamente una y otra vez frente a la luna ocultandola de las miradas indiscretas de cualquiera que estuviese observandola, la señorita Yomond una de ellas se distrajo momentaneamente al escuchar bullicio preveniente de la pequeña y abarrotada taberna frente a ella "Patetico" pensó por la maravillosa muestra de inteligencia que daba el recien llegado mientras lo veia de reojo forcejear con las puertas y ser asistido por otros mas y unas cuantas camareras, escucho una risa agradable y fresca proveniente del caballero que se encontraba sentado a su lado e hizo algunos comentarios acerca del mismo hombre que acababa de dar su pequeño espectaculo.

-Asi parece- respondio brevemente al joven y dejo que una pequeña sonrisa pretenciosa se colara por sus labios -¿Son asi de adorables todo el tiempo?- inquirio levantando una ceja con marcado sarcasmo, dirigio la mirada hacia su interlocutor con renovado interes y se atrevio a ponerle un alto a las expectativas de este -Oh, Monsieur.. dudo bastante que las cosas logren cambiar.. o al menos que cambien demasido, la sociedad parisina esta acostumbrada a ciertas... costumbres- arrastro la ultima palabra mientras veia caminar frente a ellos a un caballero ladeado por dos cortesanas que parecian estar muy alegres al haber conseguido un cliente tan importante. El joven a su lado cambio de tema, dirigiendole unas palabras directamente hacia Colette, que le respondio con un aire de fastuidio -En Paris.. cosas de mi padre, a decir verdad no tengo ni idea, supongo que simplemente se aburrio de Inglaterra y extrañaba su.. hogar- la pelirroja ni se molesto en ocultar el marcado desprecio que sentia hacia el nuevo país. -.. y en esta calle- agrego, sabiendo que era a eso a lo que se referia el -nada, solo buscaba algo de entretenimiento... ¿Y usted Monsieur?-

off: una disculpa por la demora

por **M. Esprit Blorktenkwrock** Sáb Ago 07, 2010 10:49 pm

La pequeña actuación del hombre se vio finalizada gracias a la ayuda de los que trabajaban dentro de la taberna, Esprit, en cambio, aún seguía esbozando una pequeña sonrisa que fue decreciendo al paso de los segundos. La doncella habló y él, sin dirigirle la mirada, se tomó su tiempo razonable, teniendo una nueva frase de su acompañante, espero un poco para soltar una pequeña, diminuta, risa, algo ronca. - Me temo que sí, deslumbran los ojos de los presentes - dijo, con notorio sarcasmo. Se acomodó un poco, aun mirando hacia el frente. ¿Qué ocurría en Paris? Aquella bella ciudad se veía nauseabunda con la abundancia de tantos repugnantes hombres como el que habían estado observando. Él sabía bien, que hasta un buen tiempo debería de habitar aquella ciudad. Las personas en su totalidad no eran malas, pero cabía mencionar que, aquellas personas nobles no eran propias del lugar. Inglaterra, España, Grecia, América del Norte. Aquellos países sabían mantener a sus nativos en sus propios lugares, con un correcto arsenal de acciones dignas de un hombre moderno. Los franceses, en sí, eran bastante revolucionarios, y no le era algo extraño.

La respuesta de la muchacha le hizo mirarle, con una falsa tristeza en sus ojos. ¿Acaso había encontrado a su juguete de la noche? Aún no lo sabía, parecía ser bastante inteligente para las mujeres del lugar. Le asintió al notar sus miradas conectadas y volvió, de forma lenta, como si estuviese un poco tímido, la mirada hacia el frente.

Se notó en sus palabras lo tanto que deseaba salir de Paris. A Esprit ya no le sorprendía como tampoco le molestaba el hecho de que los padres acarreen con sus hijos hacia dónde ellos deseen, cómo si sus hijos fueran una de sus pertenencias. - Siento escuchar eso - musitó para esperar a la siguiente pregunta - Me temo que estoy aquí por la misma razón. Intenté entrar dentro de la Taberna, pero me repudió su olor - volvió la vista a la humana, con una mueca de conformidad. "No había nada mejor que conformarse con lo que había... Era muy fácil " pensó.

por **Colette Broussard** Miér Ago 11, 2010 8:58 pm

Asintio un vez al escucharlo con una pequeña sonrisa -Si, ya lo veo- comento en un murmullo mas para ella misma que para su acompañante, ladeo la cabeza aun observando al hombre ser calurosamente recibido por sus amigos que ya tenian las botellas dispuestas para la ocasion.

Le sostuvo la mirada unos segudos para despues reir por la expresion desconsolada en el rostro de aquel joven, el volvio a girarse hacia el frente unos segundos despues y ella de a poco fue apagando sus risas hasta terminar por completo -Lo lamento- se excuso aclarando su garganta en caso de que su comentario hubiese sido demasioado desconsiderado, bajo la mirada hacia su regazo donde descansaban sus manos y un poco apenada por ese tipo de comentarios "Sigue asi y te quedaras hablando sola" se acuso mentalmente.

"Siento escuchar eso" respondio el caballero como simple gesto de cortesia, ella suspiro pensando un poco si realmente le molestaba estar ahi, nego levemente con la cabeza -No importa realmente- solto como respuesta a su propia pregunta y se encogio de hombros mostrando desinteres. Francia, Inglaterra quiza era lo mismo despues de todo y lo que a ella le molestaba realmente era no encajar en Paris, o mejor dicho no destacar como solia hacerlo, ladeo la cabeza escuchandolo, dirigio la vista hacia la taberna y despues a el alternadamente un par de veces imaginando a aquel pulcro caballero en un lugar aquel, sacudio la cabeza para sacar esa idea de la mente -Su olor...no me imagino porque- puso los ojos en blanco y volvio a fijarse en las personas dentro del lugar ir de un lado hacia otro bailando, jugando o simplemente conversando -Sinceramente... no me lo imagino siendo parte de ello- señaló.

off: perdon por la tardanza, mi inspiracion vacaciona

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