Cabalgando por el campo [Priv. Doreen Caracciolo]

por **Melanya Boyarskaya** Sáb Feb 16, 2013 2:16 pm

Una de las alegrías que había tenido de pequeña fue aprender a montar a caballo. Mi padre me prohibía tener animales en casa pues estos podrían distraerme de lo que realmente era importante para mi: convertirme en una esposa digna de un esposo más o menos bueno, pues mi padre nunca había tenido grandes expectativas conmigo.
Por suerte, los caballos no entraban en la lista de animales prohibidos y fueron los únicos que vi en mi vida y los que amé. Tuve una yegua. Un Trotón blanco precioso. En teoría esos caballos estaban destinados a cargas pesadas a la par que deportivo, pero yo únicamente lo utilizaba para pasear por los jardines de mi casa paterna o para pasear por los campos, cuando a mi padre le apetecía.
Ahora tenía otro caballo. Este era de la propiedad de mi señor marido y la mayor parte del tiempo me hacia caso, aunque a veces optaba por mostrarme su carácter y no me permitía domarlo o me dejaba subirme a lomos de él, pero se negaba a cabalgar.
Desde que me habían desposado tenía cierta libertad a la par que ciertas prohibiciones que no me inculcaba mi señor marido. El caso es que de camino a París, pues es donde vivía mi señor esposo, me vampiricé. Más bien, me vampirizaron. Nunca había culpado a nadie por ello, pero si que lo había lamentado.
Por otra parte, había tenido la posibilidad de conocer gente nueva lo que me agradaba sobremanera. Mi padre no me permitía tener muchos amigos, podía contar con unas dos como máximo pues creía que si tenía muchas amistades chicas estas me podrían meter ideas erróneas en la cabeza. Por otra parte, tener amigos barones era un tabú apenas que sean conocidos de mi padre o gente de alta cuna con los que podía hablar únicamente en los bailes. Solo se me permitía relacionarme con mi primo. Aunque cuando este se mudó a París perdí el contacto con él por lo que se me podría considerar como una completa antisocial.
Por suerte, esto estaba cambiando. No podía decir que había hecho un gran montón de amigos. Algunos apenas podrían llamarse conocidos, pero no perdía la esperanza. Les podría escribir alguna que otra carta, si mi señor marido me lo permitía.

-¡So! - Le dije al caballo para que este se detuviera y yo pudiera admirar los alrededores.

El campo era un lugar muy grande, parecía que llegaba al infinito y más allá. Estaba segura que de día las vacas paseaban pacíficamente por los prados, sin miedo. Jamás llegaría a poder ver aquello como tampoco podría tocar una vaca o verla de frente.

por **Doreen Jussieu** Dom Mar 03, 2013 9:10 pm

La vida de Doreen últimamente era muy buena, la joven sonreía la mayor parte del tiempo, estaba feliz porque el amor le sentaba muy bien. Por fin había conocido a alguien que le había entregado su corazón de la misma manera en que ella lo había hecho. Eso por supuesto que había logrado una paz interior en ella. Desde que había tenido aquel encuentro con el lobo blanco, ya no había dolores, ni pesares. Todos aquellos que se encontraban a su alrededor le trataban incluso mejor que a una princesa. Emerick se esforzaba por hacer sentir a su prometida como la mujer más valiosa sobre la faz de la tierra. Aunque extrañaba en ocasiones aquella vida con sus viejos amigos, que ahora estaban en una mejor vida, lo cierto era que no se podía quejar, y que más eran sus momentos de felicidad que los de añoranza. Quizás por eso sus recuerdos ya no la hundían, al contrario, la hacían sentir vida, completa, y plena, aunque claro, aun faltaban algunos pocos detalles para hacerla inmensamente feliz, por ejemplo, su boda, y poder llegar a tener hijos.

Aquella noche, su futuro esposo había tenido que salir de emergencia, algo había pasado mal en la alianza, y tuvo que dejarla sola por un rato, quizás porque aquel asunto era de suma importancia, de haber sido algo completamente superficial ella estaba segura aplazaría el compromiso sólo para poder estar un rato más juntos. Recordó entonces que sus padres irían a visitarlos la siguiente semana, tenían que tener todo listo para su llegada. Incluso el licántropo había propuesto cambiarse de residencia, todo eso con la finalidad de recibir a sus futuros suegros en un lugar digno. El saber que sus padres ahora formaban parte de su vida diaria, y que habían aceptado a su prometido sin ni siquiera haber pedido un franco, hacía que se sintiera aún mejor. Pensar, pensar, y más pensar era lo que comúnmente hacía al estar sola, y aunque los sirvientes de la casa eran sus amigos, muchos de ellos preferían no importunarla.

Era más que sabido que Doreen era un espíritu libre, pero no precisamente por aquella soltería que había dejado atrás, más bien porque disfrutaba del salir, de sentirse en contacto con la naturaleza. Quizás por eso Emerick la tenía más que vigilada, solo por aquel miedo de perderla, o que se causara alguna especie de daño, pero la pintora, al ser completamente observadora, y astuta, había ideado un plan para poder salir sin ser descubierta. Aunque claro, recibiría un gran regaño de su prometido al regresar, pero estaba segura que él la entendería; sin pensarlo dos veces, escapó de aquella enorme casona, se subió a uno de los caballos que el joven le había dejado utilizar para practicar la equitación, y antes de ser descubierta, salió en dirección al bosque, solamente iba a dar un paseo corto.

- ¿Es muy hermoso, no lo cree? - Comentó la rubia al notar que no se encontraba sola por el lugar. Ante sus ojos, una hermosa mujer de cabellos de oro, como los de ella, se encontraba. - Yo también disfruto del paisaje, es uno de mis lugares preferidos, he de decirle - Doreen siempre se había caracterizado por su bondad incluso con desconocidos, sabiendo claro, que podía correr peligro, aunque en esa ocasión le parecía que todo estaba en orden, que quizás sus salías no la llevarían a la muerte - Lamento mucho importunarle, espero que no le moleste mi presencia - Su caballo se había emparejado con el ajeno.

por **Melanya Boyarskaya** Mar Mar 05, 2013 7:18 pm

La voz de una joven llamó mi atención. Había oído de que alguien cabalgaba por el campo, pero no me esperaba de que dicha persona llegase a acercarse. Era sabido que por la noche los desconocidos solitarios podrían ser los enemigos letales de los humanos, o, por ende ella podía ser mi enemiga letal: alguna cazadora o inquisidora pues había escuchado que muchas mujeres ejercían dichos oficios.
Sin embargo, al desviar mi vista hacia la joven que se acababa a dirigir a mi persona comprendí que de ninguna de las maneras tan dulce semblante podía albergar una arma letal para mi. Por otra parte, las nodrizas siempre me repetían, una y otra vez, de que las apariencias engañaban y que debía de ser cuidadosa con las amistades que entablara o con los simples desconocidos con los que me llegaría a topar en mi día a día.
Era curioso lo desobediente que llegaba a ser en ese aspecto, pues aunque me conocía bien el dicho de: “la curiosidad mato al gato” esta parecía dominar mi cuerpo y cuando veía a una persona que físicamente me parecía interesante o, por lo menos, veía que podríamos tener algunos puntos en común me dejaba llevar por mis instintos y me olvidaba de todo lo que un día temí.

-Tiene toda la razón, es demasiado hermoso – Le dije con una sonrisa.

La joven comentó que el lugar en donde nos hallábamos era uno de sus preferidos. Agradecí su sinceridad pues eso era como una muestra, aunque para muchos podría parecer una tontería o una frase vacía para despistar, de que la joven que tenía al lado era una simple humana que, como yo, había optado por dar un paseo por el lugar.

-Esta es la primera vez que decido cabalgar por aquí – Le comenté – Pero debo decir que sospecho que pronto este lugar también se convertirá en uno de mis favoritos.

La joven se disculpó por su espontánea aparición pues sospechaba que quizás estaba molestándome con su presencia, pero a decir verdad, me había dado cuenta desde hace poco que añoraba la compañía de alguna persona, sin importar si esta era una completa desconocida, pues la oscuridad del campo empezaba a parecerse a la habitación oscuro donde suelo pasar mi día a día, escondiéndome del sol, pues hoy no había luna.
Observé como nuestros caballos habían decidido relacionarse también lo que me sacó una tierna sonrisa. Los animales eran mi pequeña perdición y, quizás era una idea descabellada, pero me gustaría tener un lugar, abierto al público quizás, donde pudiera recolectar a muchos animales, cogidos de diferentes lugares del mundo hasta los exóticos del África y poder observarlos y cuidarlos, pero en el fondo sabía demasiado bien que ese deseo solo se quedaría en eso, en deseo.

-Para nada – Le dije con una sonrisa – Es una gran alegría para mi el haber encontrado a una joven que se deleite con las nocturnas cabalgatas como yo – Le comenté contenta - ¿Viene sola? - Pregunté aunque en cierto modo sabía la respuesta – Yo por mi parte sí.

por **Doreen Jussieu** Vie Abr 19, 2013 7:33 pm

Sus ojos se cerraron por unos momentos. Era la primera vez que salía de casa de esa manera. ¿Qué le diría su futuro marido? ¿Iría directo a la habitación que le había dado junto a la suya? ¿Se sorprendería al notar que no estaba? ¡Ya imaginaba la cara de susto del licántropo al no ver a su bella dama! Pero el debía de entender, debía ser consiente que cuando se conocieron, ella estaba en medio del bosque. Esta vez la situación era una muy diferente, ella no salía porque necesitaba un poco de aire para poder sobrevivir, en realidad se había escapado para poder observar la naturaleza. En aquella enorme mansión, la rubia sentía un vacío enorme cuando su prometido no se encontraba. Era todo tan extraño, ahora que tenía el amor le sabía mal pensar que podía perderlo. Esa absurda idea pasaba constantemente por su cabeza, tan fatalista, y él no le daba motivos por el contrario. ¿La iría a buscar en medio de la noche? ¿La iría a ver para asegurarse que no corriera ningún peligro? Pensar en él le arrancaban sonrisas únicas, de esas que jamás creyó podría mostrar: Las provenientes del alma, del corazón.

Emerick, Emerick, Emerick… ¡Todo era él! ¿Y cómo no? Él era su sonrisa al dormir, y también esa traviesa al despertar. ¿Enamoramiento? Eso era más que simple enamoramiento de cuentos de hada. Se trataba de la más pura realidad. Incluso en medio de una discusión, en medio de una cena importante, para ella no había persona más importante ¿Habría algún problema en que su vida ahora estuviera girando alrededor de él? No, claro que no, quien se lo dijera seguramente tendría la envidia más grande. Así podría estar, segundos, minutos, horas, días enteros pensando solamente en él, con él corazón acelerado de sólo imaginar sus labios cerca de los ajenos, de sus manos enredadas en las masculinas, aquello de sólo pensarlo la hizo sonrojarse. ¿Estaba pensado demasiado alto sin tenerlo a un lado? Benditas añoranzas, benditos deseos de ser su mujer en todo el sentido de la palabra. Si, se sentía avergonzada, se reprendía completamente al tener sus pensamientos, que según la iglesia no eran correctos, pero no, no se arrepentía de ellos.

- Si, así pasa - Comentó, imaginando la curvada y picara sonrisa del muchacho - La primera vez que lo vez sientes que es imposible que exista algo más perfecto, después te vas acostumbrando y se vuelve tu imagen favorita, aunque no me confunda, que nos acostumbremos no quiere decir que sea menos asombroso cada vez que se ve, incluso se vuelve adictivo, y amas cada parte que aprendes a conocer de su paisaje, seguro le pasará, justo como a mi - Pero era totalmente evidente, la mujer hablaba del tremendo paisaje bajo la luz de la luna, y ella, seguía hundida entre el pensamiento de tener enfrente a su prometido. Apenas llevaban unas cuantas horas sin verse, y ella sentía que habían pasado demasiados días. No le importaba aceptarlo - Se ama con el alma lo que se ve delante de nosotros, ¿no lo cree? - Pestañeó, y volvió a la realidad dedicándole una sonrisa tímida a la joven.

- Seguramente quien nos espera con mucho afecto en casa debe estar echando un gran grito al cielo - Comentó con una sonrisa cómplice que iba totalmente dirigida a la mujer - Pero valen la pena los regaños por apreciar éste tipo de lugares ¿No lo cree mi señora? - Musitó de la manera más tranquila posible. Después dio una caricia amplia al caballo en el que iba montada, se bajó de forma grácil de él sin importar el pomposo vestido que ahora utilizaba, desde que ahora estaba comprometida con un Duque, y líder de un gran movimiento, la chica ahora buscaba verse de mejores maneras, que aquel licántropo se sintiera orgulloso de la mujer que tenía - Si baja por aquí, a pie, podrá apreciar unas florecillas que parecen iluminar el campo - Le comento señalando frente a ella.

por **Melanya Boyarskaya** Sáb Abr 20, 2013 9:21 pm

Estaba segura que probablemente los sembradíos se convertirían en uno de mis lugares más estimados de París, pues aunque frecuentase los callejones y las zonas comerciales de París, estas no resultaban ser de mi pleno agrado, más bien eran demasiado pobladas y necesitaba sitios más tranquilos por lo que el encuentro de este sembradio había solucionado ese pequeño problema.
La joven, de una forma bastante pasional, más que describir el paisaje que teníamos delante, que era precioso desde luego, parecía que se confesara a su persona amada. Desde luego que era muy bonito y precioso... pero, ¿esa descripción era acorde con este lugar? Quizás perdía algún detalle, quizás al ser vampira no sentía las cosas como las sentiría siendo humana... Observé el paisaje un poco triste, ¿estaba perdiendo mis cualidades humanas y me acabaría convirtiendo en un monstruo despiadado? Yo no quería aquello. La joven me comentó con una sonrisa que se amaba con el alma lo que uno veía frente nosotros asentí devolviendole la sonrisa. Quizás estaba dramatizando demasiado, quizás lo que pasaba es que simplemente la joven había visto más alla de este sembradío. Quiero decir, había logrado profundizar con él y que pronto quizás yo haría lo mismo, solo que al ser mi primera vez aquí, no era capaz de experimentar lo mismo que la joven que tenía a mi lado.
De pronto, la joven comentó que teniendo en cuenta las horas en las que estábamos paseando a caballo, nuestros familiares o por lo menos las personas con las que vivíamos estarían preocupadas por nosotras, pero que valía la pena por el paisaje. Asentí con una sonrisa mientras pensaba si realmente mi señor esposo se daría cuenta de mi ausencia. El hombre estaba bastante ocupado con sus negocios, más yo intentaba evitar cruzarme con él para no molestarle o no tener que intercambiar palabras con las que podría descubrir mi nueva raza y, posteriormente, matarme. Me había confesado que no mataba seres inocentes, pero no sabría si los vampiros, comportasen como se comportasen, se nos consideraba seres inocentes.
Mientras estaba divagando por mis pensamientos, la joven se bajó de su caballo repentinamente. La miré curiosa para comprender que iba a hacer a continuación. Me di cuenta en aquel momento de lo lustrosas que eran las ropas de la joven. Probablemente pertenecía a la realeza, y a pesar de la oscuridad, podria afirmar que tenía un vestido realmente bonito a mi parecer. La joven anunció que siguiendo un camino a pie, podríamos llegar a un campo lleno de flores.

-¡¿Flores en la noche?! - Exclamé curiosa a la vez que sorprendida – Pensaba que las flores solo se abrían de día... Siempre me había gustado ver un campo lleno de flores – Bajé del caballo quizás demasiado apresuradamente, pero realmente deseaba ver el campo florido - ¿Cree que si dejamos aquí nuestros caballos estos no se escaparan? - Desconocía el temperamento de mi corcel, pero a simple vista parecía tranquilo y no creía que huiría del sembradío en dirección desconocida... esperaba que la joven conocía más sobre caballos y podría afirmarme que ninguno de los dos se escaparía, pues tampoco quería que la joven volviese a pie a su casa.

por **Doreen Jussieu** Vie Mayo 10, 2013 9:52 pm

A Doreen le gustaba la naturalidad de la vida, de la tierra, todo aquello que saliera de una natural sin importar su estado. Ella no denigraba a una hierva sólo por ser menos bonita de una flor, para ella todos esos detalles salían sobrando, los colores, la iluminación de la luna, o incluso la luz, debía haber una igualdad, pero sobre todo una gran apreciación. Para ella incluso cada ruin detalle podía ser maravilloso dependiendo de la forma en que lo ven las personas, dependiendo de las situaciones, dependiendo de donde se crece, no pidas que una persona de la realeza disfruta de los campos llenos de colores, cuando sus jardines eran mejor que decorados. No quiso decir nada en un principio para dejar que la mujer apreciara a sus anchas, sin que las interrumpieran. A ella le gustaba por ejemplo pintar un cuadro sin que nadie cortara su inspiración, quizás podía relacionar ese detalle con eso. Con la inspiración que se ha interrumpido, por eso no quería arruinarle la situación. Suspiró por unos momentos para cruzarse de brazos al haber bajado del caballo.

- ¿El caballo le ha puesto resistencia? Es decir, ¿Le ha costado trabajo liberarlo del establo? ¿Le ha costado trabajo montarlo? ¿Andar con él hasta haber llegado a este lugar? Sino le cuesta trabajo entonces podemos amarrarlo alado del mío, ambos se harán compañía, ninguno se irá al menos el mío no, pero si se llega a escapar, yo puedo llevarla hasta dónde se le ofrezca - Le dedicó una sonrisa amplia, sincera, muy cálida, pues al menos era sincera. La rubia volteó a ver a la vampiro con retaco, sin total educación. Caminó un poco tirando de las cuerdas de su caballo, amaba a ese semental, su querido, y ahora difunto amigo Darcy Trudeau se lo había regalado antes de morir, quizás por eso lo cuidaba tanto, le alimentaba y en ocasiones lo sacaba a pasear. Cuando lo llevó a casa de Emerick pensó que su animal le haría alguna mala jugada, pero se portó bien, al igual que los demás.

- Para que su fiel caballo se porte con tranquilidad, usted debe darle amor, debe tratarlo bien, mucha agua, mucho alimento, he notado que aman las zanahorias, mucho, como que el sabor les parece muy agradable - Le comentó, mientras jalaba las riendas del animal ajeno, lo amarró a un lado de ella, después se giró para poder estar a la altura de la mujer de porcelana, de aquella que parecía que el tiempo jamás pasaría, porque en efecto, eso estaba sucediendo, pues poseía el don de la inmortalidad. - Vamos, que el campo nos está esperando - Terminó por decir casi en un susurró, avanzó por un camino de tierra bastante liso. La joven le volteaba a ver en ocasiones, pues no quería ser una grosera al adelantarse del todo - Algunas flores son tan perezosas como los humanos, y no, no les gusta cerrar, es lo bueno y curioso de este lugar, se encuentran detalles que jamás creímos - Le dedicó una sonrisa amplia sin dejar de avanzar.

por **Melanya Boyarskaya** Sáb Mayo 11, 2013 9:44 pm

La joven me comentó que si el caballo había sido dócil hasta llegar al campo, en ese caso dudaba de que se escapara o se molestara si le dejaba un rato junto al caballo de la otra joven. Más como bien dijo mi acompañante, estos se podrían hacer compañía y no pasaría nada.
Opté por hacerle caso a la joven pues parecía estár más entendida de caballos que yo, que solo me relacionaba con ellos para las clases de equitación y poco más. Decidí bajarme lentamente del caballo para situarme al mismo nivel que la otra joven. Mientras caminabamos hacia un lugar seguro donde poder amarrar a los caballos la joven me comentó que para que mi caballo tuviera más confianza en mi persona debía cuidarlo bien.
Cuando la joven cogió las riendas de mi corcel pensé que quizás el animal se negaría a abanzar o se quejaría, pero no lo hizo. Quizás le tenía más miedo del que debía... lo cierto es que tampoco era mío. Bueno... me lo había regalado mi marido, pero de todos modos no lo consideraba totalmente mío... no por ahora.

-Debo admitir que no soy muy entendida en caballos – Dije algo avergonzada – Este es el primero que tengo y que cuido. Tendré en cuenta todos sus consejos y si quiere añadir algo más a una neófita en el cuidado de sementales, puede sentirse libre de hacerlo.

La joven, por su parte, me indicó el camino por donde podríamos ver las flores nocturnas que me había prometido. Me resultaba eternamente curioso como era posible que existieran tantas flores, pues llenaban un campo entero, que se abrían por la noche. La joven que me acompañaba lo justificaba con que eran igual de perezosas que los humanos, lo que me sacó una sonrisa seguida por una débil risa, era una comparación muy graciosa a mi parecer.

-Disulpe, me ha hecho mucha gracia su comentario respecto las flores – Le comenté para que no se extrañara por mi comportamiento. Justo en ese momento me di cuenta que ni siquiera sabía como dirigirme a ella pues no nos habíamos presentado aún – Lamento mi mala conducta, me llamo Melanya, pero puede llamarme como quiere – Le dije con una amplia sonrisa mientras la seguía.

A decir verdad, debería investigar el significado de mi nombre. Ninguna de las nodrizas que me cuidó sabía de donde provenía, tan solo que parecía o bien ingles o bien de algún país norteño. Menos sabían el significado del nombre. Probablemente el único que lo sabe es mi padre, pero jamás se lo preguntaría pues evitaba hablar con mi padre... Siempre que lo hacia tenía la impresión de que cometía algún error capital a nivel estatal.

-¿Es usted francesa? - Pregunté – Posee un perfecto acento francés. Siento que mi acento es horrible en comparación del suyo. Me gustan los idiomas, permiten que una persona tenga diferentes maneras de ver el mundo. Doy gracias que mi señor padre me permitió aprender tanto inglés como francés a parte de mi lengua natal.

Me di cuenta que quizás estaba hablando demasiado y aburría a la joven, por lo que opté a callar o al menos a esperar su respuesta y comprender si le apetecía seguir hablando del tema o preferiría hablar de algo más llevadero o interesante.

por **Doreen Jussieu** Sáb Mayo 25, 2013 7:18 pm

La rubia adoraba a los animales, cualquier tipo de animal, por más "horrible" que se viera, pues la estética de aquellas criaturas podía ser tan distinta la una a la otra, pero no por eso su interior estaba marchito. Ella sabía mejor que nadie que cada uno se cuidaba y se criaba a su manera, pues al nacer en un pequeño pueblo, donde sus padres en un principio se hacían de dinero a base de ovejas, gallinas, cerdos y vacas. Quien te da productos alimenticios y también para vender, deben merecer respeto y buenos tratos, quienes te ayudan para poder transportarte, también necesitan buenos cuidados, por eso la actuación de la joven no le pareció apropiada a la jovencita humana, pero ¿quién era ella para juzgar las acciones ajenas? Evidentemente nadie. Quizás un par de consejos no le irían mal, eso depende de como se lo tomaría la otra joven, pero daba igual, por algo se empiezan dando los granitos de arena. Si con el tema de los animales empezaba, entonces no se detendría.

- Si tiene caballos en casa, aunque sea uno propio, debería saber las reglas básicas de ellos, señorita - Comentó con total tranquilidad, con cierto animo en sus palabras para alentar a la desconocida a hacer lo correcto. - Quizás le venga bien tomar algunas clases de equitación, los profesores de tan elegantes deportes siempre te dan la disciplina necesaria para poder tener trato con el corcel, sin duda usted tendría más practica con ellos, y no se sentía torpe o cohibida en situaciones como esta, pero es solo un consejo, si quiere puede no tomarlos, ya depende de cada quien, si le parecen palabras incorrectas e irrespetuosas, entonces no escuche, haga de oídos sordos - Le dedicó una sonrisa un poco más tímida, pero al fin de cuentas muy sincera. Terminó por observa a los animales, siempre tan tranquilos, siempre buscando darles sus servicios correctos, se sintió tranquila por ser un buen amo.

- Nunca se lamente de hablar mucho, dicen que las mentes más brillantes no saben como acomodar sus ideas, entonces hablar sin detenerse, por horas y horas, hasta que por fin su idea, lo que tienen en la cabeza se proyecta de manera correcta, cuando alguien les puede entender - Le dedicó una sonrisa amplia intentando tranquilizarle, a la rubia no le gusta que se alteren con su presencia, porque ella es muy frágil, delicada, y nunca haría daño a alguien más, no empezará sin duda en ese momento, para nada. Suspiró escuchando su nombre, lo cual le pareció bonito, agradable, igual que su portadora - Mucho gusto entonces, mi nombre es Doreen Caracciolo - Comentó con naturalidad, en esos tiempos los apellidos eran importantes, y aunque el suyo comenzaba a resonar ya no por la revolución, sino por su prometido, no le costaba nada decirlo.

por **Melanya Boyarskaya** Dom Jun 02, 2013 8:09 pm

Cuando la joven procedió a explicarme qué debía hacer para cuidar a mi palafrén. La escuchaba como si de una alumna fuera, más no pude evitar sonrojarme cuando la joven me comentó que con unas clases de equitación podría aprender lo básico del cuidado de los córceles.
Era cierto que mi padre había pedido a un reconocido maestro de equitación del país que me diera clases, pero conociendo la tendéncia de esconderme todo lo que pertenecía más allá de la música y las buenas maneras comprendí que probablemente, a aquel ilustre señor, le fueron dadas las indicaciones de, simplemente, enseñarme a montar a caballo y ya otra persona se encargaría del cuidado del caballo que usaría... era triste.
Ahora que tenía para dar y vender, podía entretenerme por las noches a cuidar el caballo con el que había llegado aquí... aunque quizás no era muy adecuado debido que el pobre caballo estaría durmiendo cuando yo llegaría a él. Lo cierto es que hoy me lo encontré despierto de casualidad... ¿qué se hacia en casos así?
Sin embargo, creí que las palabras de la joven que caminaba junto a mi eran sensatas. Podría tomar otra vez clases de equitación, o simples clases de cuidado de caballos y podría adiestrar a alguno de los corceles del establo a vivir de noche y dormir de día... ¿no pasaría nada a su salud si hacia aquello... no?

-¡No, no no! - Exclamé cuando la joven se disculpó por sus palabras comentando que quizás eran insultantes para mi – Estoy muy agradecida por su explicación. Tomaré todo lo que me ha dicho en cuenta. Probablemente hoy mismo busqué información sobre algún buen maestro de equitación... solo tengo una cuestión ¿los caballos pueden llevar una vida nocturna en vez de diurna? ¿no decaen, cierto?

La joven me incitó a hablar comentando que si necesitaba expresarme largo y tendido para expresarle mi idea, podía hacerlo. No pude esbozar una sonrisa. La joven parecía ser tan agradable y sincera. Me había dado tantos consejos y encima se había disculpado por si me sentía insultada, ¿como alguien se podía sentir insultado cuando le estaban aconsejando para su propia bien? Probablemente una persona que no quiere comprender y no quiera entender.
Al escuchar mi presentación la joven también optó por ofrecerme su nombre. Según su apellido algo me decía que la joven era italiana, más su perfecto francés me decía que lo más seguro es que fuese francesa... quizás sus padres la tuvieron en Francia mientras ambos era nativos de Italia.

-¿Es italiana? - No pude evitar preguntar llevada por mi curiosidad – Me parece curioso que su apellido parezca italiano más su francés es tan perfecto que me temo que estoy equivocada – Comenté sonrojandome un poco.

por **Doreen Jussieu** Jue Jun 20, 2013 4:30 pm

Que delicioso se sentía la brisa golpeando las mejillas y toda la figura de la muchacha, era algo distinto, sumamente especial. La naturaleza desde siempre le había llamado, incluso desde que se trataba de una pequeña, de una niña que apenas había aprendido a caminar. Las libertades, los grandes espacios abiertos que buscaba la caracterizaban, quizás por eso siempre se imaginó que terminaría con alguien distinto a la raza de los humanos, aunque en un principio no supiera que existieran. Sus ojos se cerraron por unos momentos para relajar su cuerpo, pero todo fue demasiado rápido, no dejaría que se perdiera la imagen del prado frente a ella, no todas las veces se puede escapar de casa, menos con la seguridad que su amado le ha puesto, así que debía tomar el momento para disfrutarlo, para hacerlo completamente suyo. Volteó a ver a la mujer, le era extraño ver en alguien tanta amabilidad.

- Bueno, creo que debe de tomar en cuenta una cosa, los caballos son aquellos que se han entrenado, son medios de transporte que no sólo llevan personas, algunos también llevan grandes cargas, o incluso transportan los carruajes, se habitúan a todo, incluso a sus horarios, solo depende del entrenamiento que le den sus dueños - Le sonrió ampliamente, y luego siguió caminando por aquel prado para hundirse entre las flores, entre la oscuridad y la tranquilidad. Muchos de los recuerdos azotaban su mente, su figura y su corazón, pero no tenía ganas de hablar al respecto, mejor buscaba otras manías, otras maneras para hacer que sus sentimientos salieran a relucir. Además poco conocía a la mujer y Emerick la había regado muchas veces para que no fuera tan confiada, porque la primera vez que se conocieron casi muere por eso mismo.

- Ahora bien, no se preocupe tanto por el mejor de los maestros, busque quien se note ama a sus animales y les da buenos tratos - Comentó sonriendo, al poco tiempo ya se había sentado en una zona donde solo había pasto, así no arruinaría las hermosas flores que había a los lados. Le hizo un espacio para invitarla a sentarse a su lado - Recuerde que los mejores resultados son aquellos que una persona hace por completo amor, no simplemente por dinero, la madre naturaleza por ejemplo por amor nos da este tipo de paisajes ¿No lo había pensado acaso de esa manera? - Dibujó de nuevo otra sonrisa, siempre natural como ella, lo cierto es que estaba demasiado cómoda, peor no diría más. Era turno de la mujer para tomar las riendas de la conversación, Doreen nunca se había caracterizado por hacerlo.

por **Melanya Boyarskaya** Dom Jul 07, 2013 3:56 pm

Cuando le pregunté a la joven si los cambios de horario pueden matar a un córcel, esta me respondió que todo dependía del entrenamiento puesto que eran animales bastante dóciles que, gracias al entrenamiento, podían adaptarse a cualquier ambiente: diurno, nocturno. Transportar una persona o una carroza. Aquello ciertamente me calmó. Me gustaban los caballos, puesto que eran el único animal con el que pude contactar, no sabía si era mi animal favorito puesto que no conocía a más, pero desde luego que no quería la muerte de ellos solo porque quería lidiar y cuidarlos. Ni de los caballos ni de los demás animales.

-Me ha alegrado con esa nueva - Le comenté - Le comentaré mañana a mi señor esposo lo que tengo pensado. Espero que me dé el visto bueno - Le dije con una sonrisa a la joven.

La joven me comentó que tampoco necesitaba donar toda mi fortuna a un maestro que pudiera instruirme en el arte de la equitación y del cuidado del caballo puesto que lo importante en aquel arte es el buen trato y el amor hacia los animales, no hacia el dinero y las monedas. Lo tomé en cuenta en silencio. Tampoco quería comentar cada palabra que la joven me decía. Podría sonar demasiado osado y la joven se extrañaría por mi comportamiento.
Llegamos por fin al lugar que la joven me había prometido. El prado estaba lleno de flores. Estaban por todas partes me daba miedo incluso pisarlas y destrozarlas sin querer, pero mi joven guía me enseñaba el camino idoneo para que yo no hiciera aquel fatal error. Cuando nos acercamos en una zona donde solo era prado, sin flores, nos dimos el lujo de sentarnos y observar lo que nos rodeaba.
La joven comentó que las cosas más importantes se hacen por amor, como lo había hecho la madre Tierra regalandonos aquellos bellos y floridos prados, sin nada a cambio. Por simple amor. Ví entonces el prado con otros ojos. Mis nodrizas siempre me repetían una y otra vez que con el tiempo y el amor o con una intención amorosa, todo surje. En realidad me lo decían porque sabían que me iba a casar por un matrimonio arreglado, sin amor. Por lo que me infundían valor y esperanzas para que tratara a mi futuro marido con amor y así quizás surgía el sentimiento... más no siempre era así.

-Tiene un corazón muy puro - Le dije con total sinceridad - ¿Donde aprendió tantas cosas? Es muy sabia para su escasa edad. De seguro que posee mi edad apróximadamente, ¿es condesa o quizás princesa? - Le pregunté curiosa.

por **Doreen Jussieu** Sáb Ago 03, 2013 2:43 pm

Doreen observó la posición de la luna unos momentos, y se percató, que había pasado demasiado cabalgando por el bosque, desde aquel sitió, se podía notar a una luna que iba en descenso, y que seguramente, no faltaba mucho para que el amanecer se aproximara. Eso era lamentable, porque quería decir que quizás su prometido ya había vuelto a casa, y ella debía recibirlo como toda buena mujer. ¿Se enojaría con ella? ¿Qué le diría? ¿La regañaría? Quizás no, porque él era sin duda era muy bueno con ella, pero ella misma se estaba lamentando, estaba sufriendo, porque estaba siendo egoísta y malagradecida con su chico. Se tendría que despedir pronto, aunque no lo deseara, pero lo haría con tal de no lastimar el corazón de aquel que la esperaba entre sabanas cálidas. Aunque extrañara eso, no podía hacer nada al respecto, porque amaba más su vida en pareja.

- No se necesita ser princesa, ni condesa, mucho menos una reina para tener modales, o incluso un buen trato, o conocimientos, la vida misma te la da cuando la sabes tomar en cuenta ¿no lo ve? Creo, y discúlpeme que lo diga, pero englobar a alguien como una rango alto por conocer y aprender es muy… bajo y triste - Aclaró, con una mueca, ella había conocido gente que apenas tenía que comer e incluso se trataba de una criatura muchísimo más delicada que la misma reina, esas que están en tronos suelen ser más sanguinarios y crueles que cualquier otro. Los gobernantes de los pueblos en su mayoría sin malos, pero ¿Qué se le puede hacer? Así son las cosas. Doreen no se queja, porque cada quien tiene la educación que le han podido brindar con esfuerzos, pero sintió ligera rabia, de eso no puede negarse.

- ¿A usted acaso la vida no le ha dado conocimiento? Yo creo que si, no todo viene de instructores o libros de texto - Se levantó, limpiando sus faldones, las hermosas telas de el pasto que pudo haberle quedado prensado. Acomodó sus ropajes y se dispuso poco a poco a caminar, con lentitud, sin tener prisa, arrancó algunas plantas que había a su paso, y así hizo un pequeño ramito, hasta que fuera una cantidad considerable. Se lo entregó a la mujer y luego caminó de vuelta a su caballo - Si usted quiere, puede comparar las flores de una florería a la del campo, y encontrara lo mejor de cada una, al igual que todo lo demás, relacionado a la vida de los seres humanos - Se empezó a reír. - Creo que debo irme - Comentó más para ella misma que en general.

por **Melanya Boyarskaya** Miér Ago 07, 2013 1:27 pm

Me quedé pensativa con las palabras que la joven me acababa de decir mientras me daba cuenta que lo que había dicho estaba fuera de lugar, pero lo cierto es que dichas creencias me las habían infundido mis nodrizas: siempre me decían que no debía relacionarme con las personas que no fueran de alta cuna puesto que los de clase baja no podían ofrecerme nada de provecho: ni conocimientos ni otro tipo de beneficio sin tener en cuenta el económico.
Sin embargo, después de rumiar y recordar las personas que había conocido después de llegar a París, me daba cuenta, poco a poco, que lo que me intentaban hacer ver las nodrizas no era la verdad, si no que era la verdad que mi señor padre quería que viera. Había conocido a personas muy humildes y que me proporcionaban un buen trato aún a pesar de tener que vivir prácticamente en la calle y trabajar de sol a sol.

-Tiene razón - Dije al fin - Me temo que me he dejado llevar por las palabras que tanto me repetían mis nodrizas, pero con el tiempo me dí cuenta que todas son mentira.

Observé como la joven se levantaba y se limpiaba los faldones dandome a entender que iba a marcharse, ¿la había ofendido con mis palabras? No era mi intención. Me levanté apresuradamente limpiando mi falda con rapidez para poder alcanzar a la joven y disculparme con ella.
Sin embargo, cuando conseguí acercarme a la joven esta me entregó un pequeño ramo de flores ante mi perpleja mirada. Cogí el ramo y lo miré curiosa para luego escuchar las palabras de la joven mientras le daba la razón mentalmente. Cuando la contraria anunció que debía irse, alcé la vista automáticamente al cielo. Me percaté en aquel preciso instante que si no me apresuraba, posiblemente el sol me alcanzaría y aquello sería fatal para mi.

-Yo también debería irme - Respondí a pesar de que las palabras de la chica no fueron formuladas como una pregunta - Ya deben esperarme - Le dije con una sonrisa - Ha sido un placer encontrarme con usted. Espero que algún día nos volvamos a ver.

por **Doreen Jussieu** Lun Sep 02, 2013 9:36 pm

La expresión de la chica se relajó. Disfrutando del ambiente natural que tenía a su alrededor. Aspiró del aroma con profundidad, hasta que sintió como sus pulmones se hinchaban de la cantidad de aire que le había metido, luego lo dejó reír. A veces incluso en casa no podía disfrutar de esos olores tan deliciosos por la cantidad de mescolanzas que habían en las casas. Decidió guardar silencio, dejó que la chica disfrutara del silencio acompañado de pensamientos sinceros. ¿A quién no le gusta reflexionar después de algunas bellas palabras? Se mordió los labios porque deseaba poder compartir más pensamientos, pero se dio cuenta que estaban bien sin hablar. Miró otro momento al cielo, después al frente para seguir su camino, se aseguró antes de andar que la mujer siguiera a su lado.

- Es extraño muy extraño, espero no se ofenda, y que perdone mi atrevimiento, pero jamás había conocido a una criatura distinta a la humana que se comportara tan noble y al mismo tiempo tan humano, muchos de ustedes terminan por olvidar sus raíces, eso si que es lamentable, me alegra saber que hay criaturas que aún sean bondadosas, que aprendan con humildad, y sin colmillos - Le miró de reojo, quizás ella le preguntaría como se había dado cuenta, pero la pregunta, o más bien la respuesta era lógica, evidente. se atrevió a acercarse para sostenerle del brazo, así avanzaban juntas, y eso le dejaba en claro a la mujer que no le tenía miedo, por el contrario, se sentía segura, apoya, y distinta, pues le estaba enseñando de igualdad de razas, algo que seguramente nadie más demostraría.

- ¿Qué como lo sé? Vivo rodeada de alguno que otro de su raza, y también de quienes supuestamente odian a los suyos, porque no soy ignorante al tema, pero sus colmillos parecen bondadosos ¿lo es, mi señora? ¿O quiere que tema? Porque no me gustaría hacerlo - Al llegar frente a su caballo, acarició al mismo y luego le dio un beso en la frente en seña de agradecimiento por esperar - Claro que nos volveremos a ver, seguramente cuando quiera venir aquí, yo también estaré, y muchas más platicas podremos compartir ¿qué me dice? - Con cuidado se impulsó para subir y montar a su caballo, quien parecía muy entusiasmado por querer llevar a su dueña a salvo, pues este sabia que el prometido de Doreen la cuidaba en demasía.

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