Tres lunas llenas después de... {Flashback} - [Privado]

Llegó la luna llena, la tercera después de que Masha perdiera a su familia sufriera su problema de amnesia anterograda y sufriera de licantropía.

Hoy Masha bajo el poder de la luna llena, perdería su humanidad. Su cuerpo comenzó a hervir, cayó a cuatro extremidades, su cuerpo fue creciendo desgarrando la ropa, la piel se llenó de pelaje pardo y el rostro de la joven desapareció para mostrar a una bestia de cabeza lobuna... un licántropo. En toda la noche el bosque sármatico sucumbió a los aullidos y ferocidad de Masha. Pero así como llegó la luna, llegó el amanecer esfumándose la maldición, Masha recuperó su forma original, sin embargo, estaba desnuda en cuerpo y consciencia.

Despertó, ¿por qué estaba desnuda? Era la incognita de siempre, cualquier otro encontraría sospechoso despertar de esa forma después de una luna llena, la haría investigar y descubrir la verdad, sin embargo, Masha sufría de amnesia aterograda y no podía generar nuevos recuerdos. Eso no significaba que sus recuerdos después del inicio de su maldición se hubieran perdidos, porque no era así, recordaba su niñez y todo sus primaveras antes del ataque del lobo, después todo lo que se escribía en las hojas de su memoria se borraban al pasar la siguiente hoja, terminando de escribir una libreta en blanco. A pesar de ello, Masha no perdió el sentido del tiempo, sabía en que día vivía, mes como año, ¿qué hacía en esos días, en el transcurso de cada hora...? era algo que caiga en el olvido y en suma le frustraba odiando su condición. Aunque el tiempo lo recordaba, no sucedía lo mismo con los lugares, sufrían como el resto de sus acciones la misma tragedia lo que al final entristecía a Masha que después de un par de minutos perdía ese sentido de humor al no saber por qué estaba así, haciendola un tanto bipolar.

Caminó por el bosque desnuda, en busca de una villa. El suelo era cristalino por la reciente nevada y el viento frío hubiera congelado a cualquier humano, sin embargo, ella no era cualquier humano, su licantropía la hacía soportar ese frío pese a su desnudez. Ella era consciente de haber despertado sin explicación alguna desnuda y como objetivo se planteó conseguir ropa, de pronto, a lo lejos vio a una señorita.

—¡Hey, hey!— gritó con sus brazos extendidos liberando sus pechos del abrazo que su extremidades acogieron, —¡ayudeme!— suplicó con fuerza, una fuerza sobrehumana. La vio acercarse, hacía mucho frío pero ella no parecía notarlo. Cuando la joven estaba muy próxima, Masha corrió en un gesto desesperado —¡por favor ayudeme, yo... yo... yo...— y se silenció, lo había olvidado, aquel intentó de retener el hecho de haber despertado desnuda ya no se encontraba registrado en Masha, ahora simplemente sabía una cosa —Estoy desnuda— susurró con vergüenza y un rubor en las mejillas.

La aparición de aquella joven, desnuda y pidiendo ayuda a gritos me dejo en tal desconcierto, que mis palabras y acciones fueron anuladas. Lo único que podía hacer era mantenerme en puro asombro y parpadear constantemente. Probablemente tenía una cara de boba impresionante.
Sin embargo, creo que es más oportuno empezar este relato desde el principio. Había decidido que ese día de invierno me lo pasaría paseando por los alrededores pues una nevada había dado acto de presencia y siempre me había gustado dejar recientes pisadas sobre la nieve. Me parecía divertido, aunque para los demás podía parecer una chiquillada.
Como era de esperar una de las nodrizas tuvo que acompañarme pues no tenía la posibilidad de pasear en plena soledad ya que mi seguridad quizás correría peligro, aunque lo cierto es que yo lo dudaba de forma considerable. Así que después de pedir permiso a mi señor padre y que este lo aceptara a regañadientes, me vestí en mis ropajes más gruesos para no pasar frío y, en consecuencia, caer enferma pues mi salud no era de las mejores que una podía tener, no tenía que estar postrada día tras día en cama, pero poco me quedaba para ello.
Al salir a la calle el frío chocó contra mi cara lo que probablemente hizo que mis mejillas se enrojecieran un poco. Me coloqué mejor la capa para que me tapara bien y nos encaminamos, nodriza y yo, a dar un pequeño paseo cerca de casa. El día era soleado, muy soleado y por una parte era bello y agradable, pero por otra parte era ciertamente triste pues la nieve se derretiría pronto y el color blanco tan bello que esta poseía, se convertiría en uno marrón sucio pues se mezclaría con el barro, el polvo y la suciedad de las calles convirtiendo la nieve en un mejunje bastante desagradable.
En invierno las flores no florecían por lo que me veía obligada a buscar otro pasatiempo que podría entretenerme en los continuos días de soledad, por lo que pasear por las calles nevadas y hacer muñecos de nieve era como un regalo del cielo.
Le había pedido permiso a la nodriza de hacer uno, esta aceptó pero solo con la condición de que no me llenara demasiado de nieve pues este mojaría mis ropas y podría contraer frío y posteriormente un buen resfriado que tardaría semanas en curar. Acepté, aunque dude realmente si mi torpedad me permitiría cumplir mi palabra.
En ese momento, mientras estaba por ponerle el torso a mi muñeco de nieve y mi nodriza se mantenía algo alejada de mi, apareció la joven desnuda. Al principio me llamó la atención gritando y moviendo las manos enérgicamente. Al principio lo primero que me vino a la mente es que la pobre no estaba del todo bien mentalmente, pues con el frío que hacia caminar desnuda era un completo suicidio, pero cuando esta pidió ayuda a gritos comprendí que la pobre chica estaba en apuros.
A pesar de que mi nodriza intentó retenerme diciéndome que no me acercara a una pueblerina cualquiera con complejo de loca, pero yo no le hice caso y me empecé a acercar a la joven. Cuando me había acercado dejando unos cinco metros solo entre las dos, la joven se me acercó corriendo suplicándome ayuda y avergonzándose de su desnudez. Debía ayudar a la joven en cuanto antes pues si no me apresuraba alguien más vería su desnudez y a parte la joven caería muy enferma.
Desabroché la capa que tenía para cubrirme del frío y se la eche por los hombros a la joven que tenía en frente. Me acerqué a ella para atarle lo mejor posible la capa pues quería tapar lo máximo posible de su desnudez y después de abrazarla por los hombros para transmitirle calor me giré en dirección de mi nodriza.

-Tenemos que llevarla a casa en cuanto antes sino caerá enferma – Le dije.

Esta empezó a refunfuñar de que mi padre no estaría contento con mi decisión, pero quería ayudar a la joven que tenía entre mis brazos y no desistí en mi conducta por lo que la nodriza no tuvo más remedio que aceptar mi petición. Le indiqué a la joven de que debíamos avanzar para poderla llevar a mi casa mientras esperaba iniciativa por su parte.

Es como si la conociera, el rostro de la joven le brindó a Masha tranquilidad y olvidó que estaba desnuda. Cuando la capa de la joven arropó su cuerpo extrañamente caliente, Masha descubrió de nuevo su desnudez y se ruborizó. —Gracias— dijo escuchando como se imponía sobre la decisión acertada de su nodriza.

Masha recordó su pasado, su nodriza la reprendía muy seguido cuando se iba de cacería al bosque, —Eso no es algo que hagan las damas de su clase Masha— le decía pero Masha no hacía caso, nunca lo había hecho. Sintió las manos de la joven sobre su piel en caricias para calentar el cuerpo, sin embargo, el cuerpo ya estaba caliente lo que alertó a ambas y es que sólo podía significar una sola cosa... Fiebre y que en ese país significaba la muerte.

—Soy una Arkhipova, le agradecería si me brindara ropa y un coche— dijo y estornudó, no sabía en que parte de Rusia estaba, pero el acento de la joven le indicaba que pertenecía a un lugar cerca de Moscú y esperaba que el nombre de su familia le fuera conocido. Agachó la cabeza y ocultó su desnudez en la capa para comenzar a caminar hacía donde la joven estaba armando su muñeco de nieve.

Pero Masha se detuvo a medio camino, se había distraido en el cielo y no sabía que estaba haciendo, se vio en una capa y se aferró a ella, –¿dónde estoy, por qué estoy desnuda y de quién es está capa?– en estas la joven la alcanzó, Masha la miró como si fuera la primera vez en hacerlo y ladeó un poco la cabeza en gesto de incognita.

—Disculpe señorita, mi nombre es Masha Arkhipova por favor si me hace el favor de indicarme dónde estoy le agradeceré, así como si me presta un poco de ropa que esta capa a penas me es suficiente. Después me gustaría que me orientara para ir a Dolgoprudniy— le dijo con una sonrisa en su rostro.

Después de rodear a la joven con las manos, noté que de su cuerpo emanaba calor, mucha calor teniendo en cuenta que iba caminando desnuda por las calles invernales. Eso solo podía significar una cosa: la joven tenía fiebre lo que podría ser letal para ella. Debíamos volver a casa en cuanto antes para poder darle algún remedio para su fiebre.
¿Arkhipova?... ¿esa familia no había muerto en unas consecuencias muy sangrientas y terrible?... ¿la joven me decía la verdad o me estaba tomando el pelo? La observé otra vez, sería extraño que estando en su condición me engañara, estaba completamente desnuda y a juzgar por la temperatura de su cuerpo y los estornudos estaba ya enferma, sería estúpido por su parte salir desnuda a la calle solo para tomarme el pelo.

-Tranquila... - Le dije – En cuanto lleguemos a mi casa te ofreceré ropa y un carruaje para que te llevara a casa.

Quizás a parte de la familia Arkhipova que yo conocía, la que había perecido, existía otra, o dicha familia tenía más familiares y la joven que tenía a mi lado era parte de esa familia. De todos modos tendría que llevarla a su casa. Sin embargo, la joven no me había proporcionado la dirección de su domicilio así que debía preguntárselo.
Sin embargo, cuando estaba a punto de hacerlo, la joven se paró en seco y me vi obligada a volver a por ella. La joven se disculpo y se presentó como Masha Arkhipova y me pedía que le indicada su situación y me volvió a repetir que si le prestaba ropa para luego enviarla a Dolgoprudniy.
Al menos sabía donde vivía ahora. Por otra parte, la joven me confesó que se llamaba Masha... si no me equivocaba Masha era la hija de los Arkhipov, los que murieron en aquellas trágicas circunstancias. Quizás lo que pasaba es que tenía una prima que se llamaba igual que ella, al fin y al cabo el nombre de María era común. Además, el comportamiento de la joven era, por lo menos, extraño lo que me indicaba que la fiebre le estaba subiendo y empezaba la pobre a delirar.

-La llevaré a Dolgorpudniy, no está demasiado lejos de donde estamos ahora... - Le dije – Quizás si sale esta noche, podrá llegar a Dolgorpudniy por la mañana, o al mediodía – Le expliqué – Pero primero tendrá que venir conmigo para que le entregue ropa y algún remedio pues me temo que está resfriado.