Enigmas [Libre]

Típico de aquel chiquillo, se la pasaba de un lado a otro quitándole dinero a le gente. Hasta esos días se había refugiado en su forma animal en un campamento gitano, afortunadamente había tenido suerte y estaba cobijado y lleno de alimento, vivía de a gratis, pero no debía quedarse para siempre de esa forma, recordó algo que su difunta madre le había dicho ‘nunca olvides como cambiar’ y no referente a la personalidad, si no a su naturaleza, debía acordarse de volver a ser humano, de no quedarse permanentemente así, sino jamás podría regresar, sin embargo las comodidades le gustaban y pasaba los días bajo un carpa, con un gitano que era un poco extraño, amable, pacifico pero sobre todo algo solo. No recordaba su nombre ‘Lian, Lionel, León, Leo, Lilian’, no, no lo recordaba y es que Luke era malo para eso, su cerebro no servía para cierto tipo de cosas. Esa mañana después de quedarse en la misma carpa y recibir un poco de queso, leche y carne, espero a que el gitano saliera a realizar sus labores, para poder escapar de los chiquillos que corrían por ahí, sin ropa y buscando tomarle de la cola. Lo que le llegaba a enfurecer. Salió con cautela, introduciéndose en el bosque para ir donde había dejado su ropa, y quizás, si el clima era favorable darse un baño. Hacía semanas que no lo hacía.

Camino con cautela, jugando con una que otra rama, hasta que encontró los arbustos donde había depositado sus propiedades y su cuerpo se transformó, viró los ojos, se sacudió el cabello y reviso su cuerpo, efectivamente seguía sucio, pero al ver el lago frente a él entro la duda,-Luke, Luke, como todo felino le temes al agua–Murmuró reprendiéndose, usando las palabras que François usaba cuando se bañaban juntos. Ese hombre había sido su padre, siempre lo fue y lo sería para él, a pesar del secreto que se le había sido revelado con anterioridad. Se acercó al agua, viendo su reflejo, cerró los ojos y se aventó, sintió el frío golpearle la piel, salió a la superficie jadeando y se quedó en medio del lago lavando su cuerpo, había encontrado un árbol como pomarrosas. Poca gente sabía de las propiedades de esa fruta, servía como jabón, era espumosa, así que había tomado unas cuantas para poder lavar su cabello y cuerpo, hasta que volvió a salir del agua oliendo según él a pura naturaleza, se vistió lo más rápido que pudo y entró sin pensarlo al campamento gitano.

Le observaban como intruso, un hombre que al parecer estaba cuidando a las mujeres y niños lo tomo del hombro y le apretó, Luke frunció el ceño, trato de quitar aquella mano, ancha, llena de cayos, morena y poco amistosa. –Me estás haciendo daño–Murmuró, pero observó a más hombres a su alrededor quienes le cuestionaban, lanzaron preguntas estúpidas y él dejo un suspiro escapar.–He venido del bosque, lamento haberme metido aquí, no sabía que había un campamento en esta área, solo soy un ‘niño’, no quiero hacer daño o algo, ha sido un error, déjenme marchar, ni siquiera vengo a robarles, matarlos o algo, no tengo esas capacidades, no deberían temer por una presencia tan insignificante como la mía–Murmuró, en parte en eso tenía razón, tenía en realidad diecinueve años, pero por su naturaleza aparentaba doce. Sus ropajes indicaban que era alguien de clase muy baja, demasiado, la ropa, las suelas que se despegaban del resto de los zapatos, dejando ver sus dedos desnudos, su camisa sucia, percudida, rasgada, aunque acababa de ducharse y sus cabellos castaños olían bien. Y aun así no se libraba de ello. Observó a una chiquilla llena de pintura y de pulseras que ofrecía una manzana a Luke cuando su estómago emitió un sonido ligero. El cambiaformas no pudo ocultar su pena, vergüenza y sonrojo cuando todos se quedaron en silencio mirándole, aquella mano había aminorado su agarré y lo habían invitado a pasar. No sin antes ver las miradas que los ancianos le echaban, como si fuera un enigma y ellos trataran de descubrir de qué iba.