El camino que llevará al conocimiento [Privado]

No hacía buen tiempo en la residencia Van Wijs, y es que Crystall desde el balcón de su alcoba mantenía sus brazos al cielo liberando una tormenta, estaba irritada, no que va, furiosa. La información que posiblemente la acercaría a las lágrimas de Dios habían resultado ser obsoletas, todo se remontaba a un callejón sin salida. La lluvia cayo junto con el llanto de la bruja, –¿acaso no podré conseguir al menos dar un paso hacía el tan deseado elixir?– Se preguntaba con desesperación, —¿dónde está la ayuda de la Orden?— reprochó, su voz se mezcló con el fuerte viento que azotaba el tejado y el enrejado de la residencia.

—Mi niña— de pronto escuchó como un susurró, era una voz tierna, arropadora y el corazón de Crystall se fue serenando hasta que la tormenta se transformó en brizna, la bruja se dio media vuelta, y caminó al interior ahí le esperaba Dalma, su amada fantasma que desde niña la había protegido, ahora era el contacto entre la orden y Crystall.

—Dime Dalma, ¿qué es lo que pasa?— preguntó ya calmada, como si nada hubiera pasado, la fantasma la miró con ternura, ella era la razón por la que Crystall había sosegado su espíritu, como una hermana mayor que te dice «todo está bien» después de un regaño. Dalma extendió los brazos y Crystall fue a ellos, a refugiarse en la figura corpórea de su fantasma. ]—Tienes que ir a buscar a alguien, su nombre es Ruslana del Mar— dijo con ternura, mas Crystall no reparo en el tono dulce de Dalma y sin chistar le rebatió —¿por qué yo, por qué siempre yo soy la que tiene que hacer cosas por los demás y nadie me da nada...? Quiero respuesta, quiero ayuda— pero Dalma no la dejó ir de sus brazos, le dio un beso en la frente y la acunó tarareando una tonada de cuna, los ojos de Crystall se cerraron, como si de un hechizo se tratara. —Ve a la Mansión Del Mar, ella busca respuestas sobre su padre y quizás tu obtengas algunas supe que el padre de ella conoció al tuyo e intercambiaron conocimientos, debes de ayudarla, debes de convencerla para asistir a la reunión y ambas colaborar para obtener el conocimiento necesario. Tienes que aliarte con ella mi niña, nunca a sido bueno entrar sola a una reunión—

Crystall se aferró a Dalma un tiempo más, —lo haré— dijo e hizo preparar su coche mientras se alistaba, cuando estaba todo listo salió con su cochero. —Por favor necesito que me lleve a la mansión Del Mar— pidió la bruja cruzando la pierna. Su cochero era un experto en el área del transporte, muy conocedor y sobre todo se codeaba con altas celebridades, por lo que Crystall confiaba que la tal Ruslana fuera una mujer de clase alta, —Del Mar, debe de ser española— citó Crystall para si, iba sola regularmente Dalma no la seguía en esos tipos de asuntos, quería que su niña confiara más en la gente, sobre todo en brujos. Además, Dalma ya había espiado a Ruslana y consideraba que ella le haría mucho bien a su niña, era una bruja buena y con sentimientos puros, un alma hacía era la que necesitaba Crystall para sanar de su dolor.

El tiempo transcurrió muy rápido, así como el viaje. Cuando Crystall abandonó su mansión era pasado el medio día, ahora en las cercanías de la mansión Del Mar el sol ya se ocultaba anunciándose el oscuro atardecer. Cuando el coche llegó hasta las puertas fueron recibidos antes de su ingreso, el cochero bajó anunciando a su ama —Madame Crystall Van Wijs, solicita hablar con su madame—, dijo pero antes de que se retirara el sirviente de la familia Del Mar, Crystall abrió la puerta del coche y bajó de éste ayudado de su mayordomo, le agradeció y se dirigió al hombre que los recibió. —No concreté con ella ninguna clase de cita, pero me gustaría que le dijera soy una Van Wijs, además de una Astrum— después de esas palabras sólo lo vio partir.

"Este es un viaje al corazón, y los viajes que van hacia adentro toman más tiempo".

Absorta entre numerosos volúmenes de diferentes grosores, a penas escuchó a su mayordomo tocar la puerta. Conociéndola, el hombre entró con una mirada amorosa y se aclaró la garganta ruidosamente para que le prestara atención. Avergonzada al descubrir que una vez más no había escuchado a Rembrant entrar, cerró el libro que estaba leyendo y le sonrió.- Lo lamento, monsieur Rembrant.- Se apartó un mechón de pelo de la cara, y esperó a que le explicara su interrupción.

- Mon Dieu, señorita Ruslana, no debe pedir disculpas al servicio.- Le regañó con severidad mientras que, eficiente, le servía una taza de té y recogía los libros que había esparcido ella sobre la mesa.- Ha recibido una visita de madame Van Wijs.- Le dijo con tono de reproche. Siempre hacía lo mismo cuando alguien incumplía las normas de decoro o educación. Era muy estricto con el servicio, y a pesar de su avanzada edad, siempre hacía que la Mansión funcionase con una precisión militar. Todo en su sitio, limpio y perfecto. Sin él, la Mansión sería una batalla campal entre su tía y ella. - Ha mencionado que es un Astrum.- Frunció sus labios y la miró con fiereza.- En mis tiempos, siempre se pedía cita. ¿Cómo sino podré preparar una recepción adecuada?.- Sabía que el reproche se lo hacía más a sí mismo que a mi, así que esperé a que terminara de ordenar la habitación y se quejase de una suciedad y desorden inexistente.

Rió con suavidad, tapándose la boca con su mano enguantada, y observando al hombre continuar hablando sobre el té que debería servir y los pasteles adecuados para una recepción a hora tardía. - Monsieur Rembrant, estoy segura de que sabrá manejar la situación con su gallardía natural.- Ignoró la forma en la que las mejillas del hombre se ruborizaron por el cumplido, y se levantó dejando el libro en la mesa.- Bien, será mejor que acuda a recibir a madame Van Wijs. - Le dijo mientras salía de la biblioteca y se adentraba por el pasillo.

Van Wijs.... El apellido le sonaba, quizás porque pertenecía a alguien de alta clase con el que había coincidido en alguna fiesta. Pero la verdad es que, por más que pensara, no recordaba a ninguna mujer con la que hubiera entablado conversación y que portara tal apellido. Se encogió de hombros y se dirigió a la entrada, escuchando los pasos presurosos de varios de sus sirvientes detrás de ella. Al parecer Rembrant ya ha avisado al resto del servicio para que preparen el té, pensó con una sonrisa mientras esperaba a que uno de sus lacayos abriese la puerta e invitase a Madame Van Wijs entrar.

Durante unos escasos segundos, los sentimientos de la mujer la golpearon, haciendo que su sonrisa se tambalease, y volviera a su lugar a tiempo de presentarse y realizar una reverencia elegante. Demasiado sufrimiento para alguien tan joven, pensó con apatía mientras se enderezaba.- Disculpe, Madame Van Wijs, lo correcto habría sido que la invitasen a una taza de té mientras esperaba por mi.- Le sonrió abiertamente y le indicó con su mano que la siguiera.- Si es tan amable de seguirme, creo que podrá descansar mientras toma algún refrigerio.- Caminó con lentitud para permitir que su invitada no se perdiese, y entró en una salita de recepción.- Tome asiento madame, estoy segura que...- Antes de terminar la frase, Rembrandt entró con una bandeja de té y varios pasteles artesanales. - Siempre a tiempo, Rembrandt. Estaba a punto de decirle a madame Van Wijs, que pronto llegaría el té- Sentándose en un diván de color beige y costuras con hilo de oro que hablaban por sí solos de su clase social, sonrió a la joven que la había visitado y esperó a que Rembrandt terminase para continuar.- Bien, Madame. ¿Cuál es el motivo de su visita?.- Le preguntó sin abandonar la sonrisa inocente.

Dalma vio partir a Crystall, esperaba que Ruslana le ayudara. Sabía que no tendría información para el tan ansiado Elixir de las Lágrimas de Dios. Lo que Dalma esperaba era que le contagiara un poco de esa elegancia y paciencia. Dalma se encontraba muy apenada, una de las cosas que odiaba era espiar a otras personas pero ella odiaba ver triste a su niña y si a eso sumamos que ella recibe la información de esas almas distorsionadas que sirven a la orden, era de cierta forma necesario. Y aunque ella pudo haberse presentado a Ruslana evitando espiarla y darle la información, deseaba que ella como su niña se conocieran.

Pero Dalma pronto se inquietó, «¿qué estará pasando allá, cómo actuará Crystall?» eran la interrogantes, se había propuesto dejarla ir sola pero la inquietud de «¿cómo sería ese primer encuentro, que Crystall lo sepa manejar?» la obligaron a ir detrás de ella.

Para cuando llegó a la mansión del Mar, Crystall ya cruzaba la puerta. Dalma voló al salón principal y después fue al recinto donde ambas se encontraban. Crystall la reconoció, Dalma estaba detrás de la señorita Ruslana, aún seguía en el plano espiritual, pero ella nunca pudo ocultarse de los ojos de su niña, ojos que eran capaces de ver el plano espiritual. Crystall no dejó de mirar a Dalma, la había distraído totalmente. Se acercó a los oídos de Ruslana y le susurró, —Lo que tiene que decirte es para oídos de usted y de nadie más— fue obvio que ella se sobresaltó un poco, después de todo no siempre se escucha una voz proveniente de la nada, fue entonces que Dalma tomó forma corpórea para que sólo la viesen Crystall y Ruslana, pues no quería espantar al señor Rembrandt que tanto le había agradado.

De pronto Crystall se sentía un tanto incomoda, Ruslana le intimidaba, pero no era por que la considerara una amenaza se trataba sólo de la forma tan correcta de su anfitriona. Su forma de caminar y expresarse, era elegante y casual a la vez, era esplendorosa y hermosa, era una dama en toda la extensión de la palabra y ella no podía competir con ella. Pese al dinero de su hermano y que ahora era de ella también, de su posición social no podía decirse que Crystall poseyera una educación tan refinada como la de su anfitriona, después de todo por muchos años fue una asesina sin escrúpulos.

Entonces ella se preguntó -¿qué clase de bruja era Ruslana, cuáles eran sus poderes, sus conocimientos, cuál era el rol dentro de la orden.. quién eres?- Crystall guardó en silencio cuando Rembrandt llegó con el té y el aperitivo, limitándose a sonreír un tanto nerviosa.

Cuando menos lo esperó Dalma se hizo presente en la habitación, entonces la bruja se sintió segura, era como si su fantasma le inyectara valor, un coraje que por unos momentos su anfitriona le arrebató con esa elegancia y porte de verdadera dama. Escuchó las palabras que a Ruslana le susurró, una insinuación de que despachara a su sirviente para quedar solas las tres.

—Antes que nada quiero disculparme por presentarme sin previo aviso; sin embargo, el mensaje que le traigo me obligó a hacerlo. No nos conocemos y no tengo el refinamiento suficiente para mantener un diálogo en usted por lo que le hablaré de tu esperando que no sea una molestia para ti señorita Ruslana— hizo una pausa y suspiró, vio de reojo a Rembrandt y luego a Dalma, luego respiró para continuar, estaba nerviosa y no sabía por que, tal vez porque seguía intimidada. —Represento a una orden no estoy segura de que seas miembro, tal vez si. Es la Cuspis Astrum, quizás nosotras no tenemos ningún trato pero la familia Van Wijs y los Del Mar pertenecieron a ella y fueron aliados según tengo entendido— le sonrió, olvidándose de lo que pensara Rembrandt aunque suponía que era de mucha confianza para Ruslana, como fuere Dalma estaba allí para asistirla, después de todo la información completa la tenía ella.

Estaba tan centrada en la joven que tenía frente a ella, que cuando las palabras suaves, susurradas con urgencia, llegaron a ella, se sobresaltó. Su cuerpo se sacudió sobre el sillón, mientras su sonrisa, antes firme y segura, se tambaleaba. ¡Por todos los santos, quién...!. Su mirada se agrandó al ver a la mujer materializarse de la nada, pero logró poner una cara inexpresiva, cuando la señora Van Wijs volvió a hablar. ¿Orden secreta?. ¿Cupis Astrum?. ¿De qué hablaba?.

Frunció sus labios, mirando a la mujer con seriedad. Había algo que la incomodaba, podía sentirlo sobre su piel. Sus sentimientos estaban agitados, no sabía cuál era el motivo, pero podía advertir que sus palabras eran ciertas. O al menos, ella creía que era así. - Rembrandt, déjanos solas. Asegúrate que nadie nos moleste.- Su voz salió con firmeza, dejando claro que no quería ningún comentario acerca del peligro de quedarse sola con una desnocida. Ambos se conocían desde que ella era un bebé, la había criado y por tanto tenía una posición privilegiada a sus ojos. Pero eso no significaba, que le permitiera saber todo sobre ella.

Esperó a escuchar el sonido de la puerta cerrarse, mientras pensaba en todo lo que había dicho la mujer que se sentaba frente a ella. - No se preocupe, madame Van Wijs. Puede tutearme, al fin y al cabo, creo que nos encontramos en una situación.... un tanto especial, si me permite decirlo.- Miró a la fantasma, y le dedicó una inclinación de su cabeza.- Espero que ahora podamos hablar abiertamente.-

Se irguió sobre el respaldo del asiento, pareciendo aún más alta de lo que era, y centró sus ojos en los de la bruja. Era alguien muy peculiar, directa y nerviosa. No se preocupaba de los formalismos, pero aún así, su cuerpo se tensaba bajo su escrutinio, más como un acto de autodefensa que de timidez. ¿Qué hay detrás de esa mirada sabia?. ¿Por qué alguien tan joven, tenía unos ojos cargados de historia?. Suspiró y le sonrió con incomodidad.-Mada... Crystall- Se corrigió mientras fruncía sus labios- Lamento decirle que no sé nada sobre la orden que ha mencionado. Ni soy miembro, ni conocía, hasta este momento, de su existencia.- Bajó su mirada hacia sus manos y se centró en ellas mientras hablaba.- Sé que mi familia es excéntrica. Yo misma, he sido denominada así por otros miembros de nuestra clase, pero jamás he tenido constancia de la pertenencia de mis antepasados a una Orden.

Suspiró y levantó la mirada de nuevo hacia ella, hablando con total sinceridad.- Aunque, poco sé de ello, mi abuelo murió cuando tenía cinco años. Mi madre falleció al darme a luz y no conocí a mi padre.- Sonrió ahora sin un atisbo de felicidad.- Como ve, soy la última Del Mar. Si había...un miembro en mi familia que buscase, probablemente esté muerto.-