AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Caminante no hay camino [Privado]
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Caminante no hay camino [Privado]
Por primera vez en mucho tiempo habia logrado escaparse de la extrema vigilancia a la que era sometida en casa y habia podido salir a la calle sola, sin mas compañero que su mente y su bolso donde guardaba cosas mas bien sin importancia,las tipicas de una señorita de su clase.Andurreaba distraida sin rumbo ni lugar al que ir, simplemente disfrutando del ambiente fresco y humedo de aquel atardecer.Adoraba la humedad,la lluvia y el frio.No sabia muy bien por que pero era su clima favorito y no dudaba en salir a disfrutarlo cada vez que podia, aunque fuese con su escolta personal.
Llevaba un vestido sencillo pero a la vez elegante color marfil que contrastaba con su pelo rojizo y perlas adornaban su garganta y orejas.Ella era en si sencilla, pues a pesar de todas las parafernalias que poseia no le gustaba destacar, preferia la indiferencia de la gente, que no se fijasen en ella, el anonimato.Poca gente sabia de sus poderes y los que lo hacian habian prometido no compartirlo con nadie, por lo que se sentia segura, confiaba en ellos, y esperaba que no le fallasen.
La calle estaba medio vacia,apenas un alma caminaba por aquellas aceras humedas y peligrosas,aceras que podian trastocar un tobillo facilmente por la lluvia, que caia inocente sobre ellas.LLuvia.Adoraba la lluvia.Miro hacia el cielo preguntandose por que lloraba, que le causaba aquella tristeza al gran azul estelar.Pero afortunadamente era mujer de conocimientos por lo que conocia a la perfeccion lo que la causaba y no podia evitar sentir envidia de las nubes, esas que pueden volar,volar tan lejos como quisieran, deshacerse en agua y despues volverse a formar en cualquier otro lugar del mundo.Queria ser libre, como ellas,deseaba poder ir y venir a su merced y no sentirse encadenada al mundo, a su clase social,ella deseaba mas,mucho mas.
Una fria rasca hizo que se encogiese y apretase mas su cobertor contra los hombros, erizandole la piel, pero sin duda contenta pues preferia el frio al calor que la hacia sudar.Algunos mechones rebeldes de su recogido decidieron fugarse de las horquillas y alfileres que llevaba, callendo sobre su rostro palido.En un gesto pausado y elegante los coloco tras su oreja, algo desorganizado, pero bonito y elegante.Adoraba su pelo rebelde y sabia como colocarlo para no parecer una loca,aunque ¿que tenia de malo un poco de locura en la vida?Ademas era inutil, pues volverian a caer sin ton ni son, rizos alocados que le hacian sonreir y que sin embargo a su dama de compañia la traian por la calle de la amargura.Decidio dejarlos tal y como estaban,no le quedaban mal,le daban un aspecto mas natural y dulce.Ensimismada en sus pensamientos no el charco al que se aproximaba,el cual piso totalmente mojando todo el bajo del vestido.Cualquier otra dama se habria echado las manos a la cabeza, pero miro a su al rededor y al no contemplar a nadie empezo a patalearlo salpicandose entera, hasta mojarse aquellos mechones rebeldes.La risa florecio de su garganta, suave y fresca,como hacia mucho que no surgia.
Aparto el paraguas dejandolo caer a un lado y alzo el rostro mirando al cielo, dejando caer las gotitas de lluvia correr sobre los polvos que por obligacion utilizaba, lavandole la cara, dejandola natural.Volvio a sonreir y cerro los ojos disfrutando de aquella sensacion tan refrescante.
-Libertad....querida libertad...-Susurro para sus adentros.
Llevaba un vestido sencillo pero a la vez elegante color marfil que contrastaba con su pelo rojizo y perlas adornaban su garganta y orejas.Ella era en si sencilla, pues a pesar de todas las parafernalias que poseia no le gustaba destacar, preferia la indiferencia de la gente, que no se fijasen en ella, el anonimato.Poca gente sabia de sus poderes y los que lo hacian habian prometido no compartirlo con nadie, por lo que se sentia segura, confiaba en ellos, y esperaba que no le fallasen.
La calle estaba medio vacia,apenas un alma caminaba por aquellas aceras humedas y peligrosas,aceras que podian trastocar un tobillo facilmente por la lluvia, que caia inocente sobre ellas.LLuvia.Adoraba la lluvia.Miro hacia el cielo preguntandose por que lloraba, que le causaba aquella tristeza al gran azul estelar.Pero afortunadamente era mujer de conocimientos por lo que conocia a la perfeccion lo que la causaba y no podia evitar sentir envidia de las nubes, esas que pueden volar,volar tan lejos como quisieran, deshacerse en agua y despues volverse a formar en cualquier otro lugar del mundo.Queria ser libre, como ellas,deseaba poder ir y venir a su merced y no sentirse encadenada al mundo, a su clase social,ella deseaba mas,mucho mas.
Una fria rasca hizo que se encogiese y apretase mas su cobertor contra los hombros, erizandole la piel, pero sin duda contenta pues preferia el frio al calor que la hacia sudar.Algunos mechones rebeldes de su recogido decidieron fugarse de las horquillas y alfileres que llevaba, callendo sobre su rostro palido.En un gesto pausado y elegante los coloco tras su oreja, algo desorganizado, pero bonito y elegante.Adoraba su pelo rebelde y sabia como colocarlo para no parecer una loca,aunque ¿que tenia de malo un poco de locura en la vida?Ademas era inutil, pues volverian a caer sin ton ni son, rizos alocados que le hacian sonreir y que sin embargo a su dama de compañia la traian por la calle de la amargura.Decidio dejarlos tal y como estaban,no le quedaban mal,le daban un aspecto mas natural y dulce.Ensimismada en sus pensamientos no el charco al que se aproximaba,el cual piso totalmente mojando todo el bajo del vestido.Cualquier otra dama se habria echado las manos a la cabeza, pero miro a su al rededor y al no contemplar a nadie empezo a patalearlo salpicandose entera, hasta mojarse aquellos mechones rebeldes.La risa florecio de su garganta, suave y fresca,como hacia mucho que no surgia.
Aparto el paraguas dejandolo caer a un lado y alzo el rostro mirando al cielo, dejando caer las gotitas de lluvia correr sobre los polvos que por obligacion utilizaba, lavandole la cara, dejandola natural.Volvio a sonreir y cerro los ojos disfrutando de aquella sensacion tan refrescante.
-Libertad....querida libertad...-Susurro para sus adentros.
Mickaella Sunder- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/02/2015
Re: Caminante no hay camino [Privado]
Gato. Felino. Felidae. Lince, guepardo, tigre. Hombre. Cambiaformas. Cambiante. Lo han llamado de tantas formas que a veces la confusión era un problema., su propia naturaleza es un problema. No hay que hablar de ello con nadie, no hay que comentarlo. La clave de no ser atrapado es mantener el silencio. Pero el silencio a veces molestaba y no había pasado el tempo suficiente desde su último encuentro con un cazador para que buscara ya por otro. A veces dolían las heridas, a veces le escocia la piel, a veces caían en la cuenta de lo extraño que era todo esto. Un cambiante no se enferma, no sufre padecimientos humanos, ni siquiera el de una gripe sencilla. Pero el estrés es algo de lo que nadie puede escapar.
Y aunque tenía ya unos pocas semanas de vuelta con su rutina nocturna, con las noches de cacería por el bosque, con los paseos dónde el empresario y músico desaparecían, a veces, aún en su estado primitivo, instintivo, sufría de accesos de pánico que no parecían existir más allá de su cabeza. Y ahora, el trabajo, el trabajo excesivo. Para el punto actual se sentía si no fatigado y fastidiado, si estresado en exceso. Las idas y venidas, las sonrisas falsas y las constantes muestras de diplomacia de la clase alta habían acabado con sus escapadas nocturnas. A lo mucho llegaba a cenar algo a casa y subía pesadamente la escalinata hasta su alcoba para tumbarse en su diván o en su cama y quedarse dormido en el acto. Nada le hubiera preocupado sino es que de pronto hubo algo en su cuerpo que no acababa de funcionar bien.
De pronto sentía que perdía pie, algo que iba más allá de un simple mareo, siendo necesario aferrarse a la pared para no trastabillar por accidente. Lo cual era extraño, demasiado. Recordaba a su madre contarle sobre su embarazo y mientras lo esperaba a él, llegó a sentir mareos como ese, pero el simple recuerdo se encargaba de descartarse como posibilidad. Y pasaron los días, y nada volvió a ocurrir. Lo olvidó, recuperando la rutina de esos meses con cierta rapidez. Por lo menos hasta ese día. Salía de una reunión cuando descubrió que el cielo antes encapotado ahora comenzaba a descargar su agua sobre la ciudad. Su ceño se arrugó de inmediato. Eso era lo único que le faltaba. Se despidió de algunos caballeros y se alejó del salón, tomando una calle poco concurrida. Entonces le sobrevino otro mareo. Sus uñas se aferraron a la pared con fuerza, evitando no caer en el suelo húmedo.
Lentamente, como si estuviera pensándolo mucho, se giró, recargando la espalda en la pared, cerrados los ojos por si acaso. Entonces fue cuando lo escuchó. Pareciera que su traje gris lo mimetizara contra la piedra de la pared pues ella pareció no notarlo. Pero él sí que la vio a ella. Fresca, avanzaba por la calle, moviendo el vuelo de su vestido al compás de sus pasos firmes pero femeninos. Y de pronto, hizo algo que no esperaría nunca ver. A pesar de lo mal que se sentía en esos momentos, la risa brotó natural al verla saltar sobre el charco, castigándolo con entusiasmo. Se unió a su voz, distrayendo su mente de su malestar, creyendo escuchar algo. Una dama haciendo eso en la calle, ensuciándose. Cerró los ojos y recargó la cabeza en el muro. Sentía el cuerpo caliente, a pesar del fresco que hacía. A pesar de la refrescante visión de aquella doncella.
Y aunque tenía ya unos pocas semanas de vuelta con su rutina nocturna, con las noches de cacería por el bosque, con los paseos dónde el empresario y músico desaparecían, a veces, aún en su estado primitivo, instintivo, sufría de accesos de pánico que no parecían existir más allá de su cabeza. Y ahora, el trabajo, el trabajo excesivo. Para el punto actual se sentía si no fatigado y fastidiado, si estresado en exceso. Las idas y venidas, las sonrisas falsas y las constantes muestras de diplomacia de la clase alta habían acabado con sus escapadas nocturnas. A lo mucho llegaba a cenar algo a casa y subía pesadamente la escalinata hasta su alcoba para tumbarse en su diván o en su cama y quedarse dormido en el acto. Nada le hubiera preocupado sino es que de pronto hubo algo en su cuerpo que no acababa de funcionar bien.
De pronto sentía que perdía pie, algo que iba más allá de un simple mareo, siendo necesario aferrarse a la pared para no trastabillar por accidente. Lo cual era extraño, demasiado. Recordaba a su madre contarle sobre su embarazo y mientras lo esperaba a él, llegó a sentir mareos como ese, pero el simple recuerdo se encargaba de descartarse como posibilidad. Y pasaron los días, y nada volvió a ocurrir. Lo olvidó, recuperando la rutina de esos meses con cierta rapidez. Por lo menos hasta ese día. Salía de una reunión cuando descubrió que el cielo antes encapotado ahora comenzaba a descargar su agua sobre la ciudad. Su ceño se arrugó de inmediato. Eso era lo único que le faltaba. Se despidió de algunos caballeros y se alejó del salón, tomando una calle poco concurrida. Entonces le sobrevino otro mareo. Sus uñas se aferraron a la pared con fuerza, evitando no caer en el suelo húmedo.
Lentamente, como si estuviera pensándolo mucho, se giró, recargando la espalda en la pared, cerrados los ojos por si acaso. Entonces fue cuando lo escuchó. Pareciera que su traje gris lo mimetizara contra la piedra de la pared pues ella pareció no notarlo. Pero él sí que la vio a ella. Fresca, avanzaba por la calle, moviendo el vuelo de su vestido al compás de sus pasos firmes pero femeninos. Y de pronto, hizo algo que no esperaría nunca ver. A pesar de lo mal que se sentía en esos momentos, la risa brotó natural al verla saltar sobre el charco, castigándolo con entusiasmo. Se unió a su voz, distrayendo su mente de su malestar, creyendo escuchar algo. Una dama haciendo eso en la calle, ensuciándose. Cerró los ojos y recargó la cabeza en el muro. Sentía el cuerpo caliente, a pesar del fresco que hacía. A pesar de la refrescante visión de aquella doncella.
Yranné Salvin- Cambiante Clase Alta
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Re: Caminante no hay camino [Privado]
Una gota milimetrica cayo justo en el medio de sus delicadas cejas negras,pero basto para que todo se desencadenase.Una vision,mil imagenes,un encuentro extraño, un desconocido sobrenatural.Un nuevo capitulo en su vida en el cual aprenderia mas aun sobre lo que tanto le gustaba,la medicina.
Abrio los ojos despacio y miro hacia el frente sin ver nada, pues no deseaba adelantar acontecimientos,pero sabia que habia alguien,o algo, mas cerca de lo que imaginaba.¿Malefico?¿Bondadoso?¿Neutral?No lo sabia, pero dudaba mucho de que la respuesta andase lejos de si misma,debia dejar las cosas pasar a su ritmo.Pero escucho su risa,casi ahogada por la suya propia y no dudo en que por su tono era la de un hombre.
Se recompuso como pudo y miro su bonito vestido,ahora manchado y embarrado hasta las mangas y sin quererlo volvio a reir observandose en el escaparate de una tienda,cuyo reflejo le era devuelto debilmente pues se trataba de un cristal oscuro,hecho que no evitaba que viese dichas manchas,mas grandes de lo que hubiese deseado.Intento sacudirse pero ante el estrepitoso fracaso,pues solo logro que se extendiese, paso a repasar su recogido.
-Al diablo.
Se quito todas las horquillas y alfileres, una por una, y dejo caer su frondosa melena negra, ahora empapada, hasta la cintura y lo sacudio para que al menos no se quedase pegado a su esbelta figura,cuya cintura era remarcada por aquel incomodo corset.Sopeso la idea de quitarselo,pero eso ya se escapaba de sus limites asique lo dejo tal y como estaba.Paso los dedos entre los mechones enredados hasta dejarlo libre de nudos y ondulado.
-Asi mejor...-Dijo satisfecha y con una leve sonrisa a su reflejo.
Fue entonces cuando se giro y vio a un hombre con un aura extraña,aquel que fue el causante de su vision.Erguida como una autentica dama lo miro de arriba a abajo repasando cada detalle que pudiese aportarle algun dato sobre que pudiese serle de ayuda y termino mirandolo directamente a los ojos.
-Asique te parece divertido ver a una señorita sucia de pies a cabeza ¿eh?. -Le pregunto con aire divertido
Abrio los ojos despacio y miro hacia el frente sin ver nada, pues no deseaba adelantar acontecimientos,pero sabia que habia alguien,o algo, mas cerca de lo que imaginaba.¿Malefico?¿Bondadoso?¿Neutral?No lo sabia, pero dudaba mucho de que la respuesta andase lejos de si misma,debia dejar las cosas pasar a su ritmo.Pero escucho su risa,casi ahogada por la suya propia y no dudo en que por su tono era la de un hombre.
Se recompuso como pudo y miro su bonito vestido,ahora manchado y embarrado hasta las mangas y sin quererlo volvio a reir observandose en el escaparate de una tienda,cuyo reflejo le era devuelto debilmente pues se trataba de un cristal oscuro,hecho que no evitaba que viese dichas manchas,mas grandes de lo que hubiese deseado.Intento sacudirse pero ante el estrepitoso fracaso,pues solo logro que se extendiese, paso a repasar su recogido.
-Al diablo.
Se quito todas las horquillas y alfileres, una por una, y dejo caer su frondosa melena negra, ahora empapada, hasta la cintura y lo sacudio para que al menos no se quedase pegado a su esbelta figura,cuya cintura era remarcada por aquel incomodo corset.Sopeso la idea de quitarselo,pero eso ya se escapaba de sus limites asique lo dejo tal y como estaba.Paso los dedos entre los mechones enredados hasta dejarlo libre de nudos y ondulado.
-Asi mejor...-Dijo satisfecha y con una leve sonrisa a su reflejo.
Fue entonces cuando se giro y vio a un hombre con un aura extraña,aquel que fue el causante de su vision.Erguida como una autentica dama lo miro de arriba a abajo repasando cada detalle que pudiese aportarle algun dato sobre que pudiese serle de ayuda y termino mirandolo directamente a los ojos.
-Asique te parece divertido ver a una señorita sucia de pies a cabeza ¿eh?. -Le pregunto con aire divertido
Mickaella Sunder- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/02/2015
Re: Caminante no hay camino [Privado]
Brotó de él el hombre descortés, despreocupado. Se había dado cuenta de lo mal que se sentía esa noche, del contraste magnifico que hacía con aquella mujer que parecía dispuesta a desafiar al mundo entero si se atrevían a perturbarla. Y allí estaba él, medio de pie, mirando sus espaldas, jactándose del poderío sobre sí misma. Con un leve susurro en su mente, agradeció aquella distracción de su propia situación que lo preocupaba cada vez más. Los cambiantes no se enferman… Y lasto, aquel pensamiento basta para que incluso ignore la procedencia de tan inusual dama.
Pero de pronto basta un vistazo, basta con ver el movimiento de la falda de su vestido. Sus palabras anti sonantes. Su risa al observarse en el escaparate. Intenta verse a sí mismo, de pronto guardo por la curiosidad, pero su reflejo está lejos de mostrarse desde su posición actual. Ella era la brisa nocturna en una noche fría bajo la luna, era el viento contra sus orejas mientras corría por el bosque. Sin pensar en el porqué, la vio con aquella imagen en el momento en que soltó su cabello y una amplia melena oscura cayó en sus hombros y espalda. Observó los mechones de su pelo, que se ondulaba mucho más que el suyo y se abstrajo en estos, en su forma, sin notar su extraña respiración. Sin notar que ella se giraba.
Su jovialidad también lo tomó por sorpresa y por primera vez, apenas se miraron, creyó que no estaba con una humana normal. Que la mujer tenía algo más que sus compañeros del salón de té no tenían. Más jovialidad, más frescura. Todo ella gritaba de pronto “libertad”, y la envidio, muy a pesar de que su vida en si misma era la envidiable. Se recordó lo que era y quien era y cerrando el puño, hizo fuerza contra la pared y se enderezó. Se había dejado ver en un mal momento, lo mínimo era responder como ella lo merecía.
— ¿Divertido? No. Más bien, refrescante, aunque admito que ha estado mal de mí parte reírme también, es algo que no he podido evitar. Le agradezco que no se haya molestado. — Separó su cuerpo de la pared, notando que el mareo parecía remitir poco a poco. — Que buena tarde hace hoy, madame. Aunque la lluvia no es mucho de mi agrado en este momento. — Pensó en irse a casa, pero el camino le pareció demasiado largo en ese instante. Levantó la mirada al cielo y la lluvia mojó su frente y cejas y resbalo alguna caprichosa gota por su mejilla y mentón. Bendita tarde con lluvia. Qué maravilla.
Pero de pronto basta un vistazo, basta con ver el movimiento de la falda de su vestido. Sus palabras anti sonantes. Su risa al observarse en el escaparate. Intenta verse a sí mismo, de pronto guardo por la curiosidad, pero su reflejo está lejos de mostrarse desde su posición actual. Ella era la brisa nocturna en una noche fría bajo la luna, era el viento contra sus orejas mientras corría por el bosque. Sin pensar en el porqué, la vio con aquella imagen en el momento en que soltó su cabello y una amplia melena oscura cayó en sus hombros y espalda. Observó los mechones de su pelo, que se ondulaba mucho más que el suyo y se abstrajo en estos, en su forma, sin notar su extraña respiración. Sin notar que ella se giraba.
Su jovialidad también lo tomó por sorpresa y por primera vez, apenas se miraron, creyó que no estaba con una humana normal. Que la mujer tenía algo más que sus compañeros del salón de té no tenían. Más jovialidad, más frescura. Todo ella gritaba de pronto “libertad”, y la envidio, muy a pesar de que su vida en si misma era la envidiable. Se recordó lo que era y quien era y cerrando el puño, hizo fuerza contra la pared y se enderezó. Se había dejado ver en un mal momento, lo mínimo era responder como ella lo merecía.
— ¿Divertido? No. Más bien, refrescante, aunque admito que ha estado mal de mí parte reírme también, es algo que no he podido evitar. Le agradezco que no se haya molestado. — Separó su cuerpo de la pared, notando que el mareo parecía remitir poco a poco. — Que buena tarde hace hoy, madame. Aunque la lluvia no es mucho de mi agrado en este momento. — Pensó en irse a casa, pero el camino le pareció demasiado largo en ese instante. Levantó la mirada al cielo y la lluvia mojó su frente y cejas y resbalo alguna caprichosa gota por su mejilla y mentón. Bendita tarde con lluvia. Qué maravilla.
Yranné Salvin- Cambiante Clase Alta
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Re: Caminante no hay camino [Privado]
-Siempre agrada saber que aporta un poco de alegria a la vida de alguien,aunque sea de forma inesperad.¿Cómo iba a molestarme?-Sonrei de nuevo y me acerque un poco mas.- Aunque discrepo con usted,pues para mi la lluvia es realmente...
Me quede callada al instante.Otra vision vino a mi,pero no de las que prevenian el futuro,sino una vision verdadera,la de su aura.Esta denotaba que no era un humano normal y corriente,que sangre animal corria por sus venas pero eso no era lo unico.Mis ojos se abrieron sorprendida al ver que,extrañamente pues los de su raza no solian estarlo,estaba enfermo.Algo le roia por dentro y hacia que su salud mermase y fuese muy delicada.
-...maravillosa.
Consegui acabar la frase y recomponerme lo mejor que pude de mi sorpresa,no era mi intencion meterme en la vida de nadie, pero descubrir que alguien como el podia enfermar sin duda se salia de lo poco comun que tenia.
Me quede callada al instante.Otra vision vino a mi,pero no de las que prevenian el futuro,sino una vision verdadera,la de su aura.Esta denotaba que no era un humano normal y corriente,que sangre animal corria por sus venas pero eso no era lo unico.Mis ojos se abrieron sorprendida al ver que,extrañamente pues los de su raza no solian estarlo,estaba enfermo.Algo le roia por dentro y hacia que su salud mermase y fuese muy delicada.
-...maravillosa.
Consegui acabar la frase y recomponerme lo mejor que pude de mi sorpresa,no era mi intencion meterme en la vida de nadie, pero descubrir que alguien como el podia enfermar sin duda se salia de lo poco comun que tenia.
Mickaella Sunder- Hechicero Clase Alta
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Re: Caminante no hay camino [Privado]
Era difícil decir si tenía o no frio. Su temperatura desvariaba constantemente pero sentía una fina capa de sudor sobre su frente que parecía completamente fuera del lugar ante el frescor de la lluvia. Permaneció inmóvil mientras la mujer se acercaba y con ello, un ligero nerviosismo lo recorría. Lo reconoció enseguida, el instinto sobreponiéndose, pidiendo que tuviera cuidado porque no se encontraba físicamente capacitado para defenderse como de costumbre. Pero, entre su estado y la molesta lluvia (que, curioso, sólo molestaba en este momento), pudo constatar que ella no era una amenaza. Impasible, la observó con el rostro lo más relajado que pudiera estar y sin embargo, no pudo quitar la tensión del malestar en su mirada.
Estuvo a nada de responderle, tomando aire para poder hablar de corrido, pero las palabras murieron en sus labios cuando sus ojos se encontraron. Ella lo supo de inmediato ¿Cómo no iba a saberlo? Pero él también la vio a ella y se dio cuenta. No era una chica normal, no era un humano normal. De principio no lo pudo ver. No, sus sentidos no funcionan bien, la fiebre, pues ahora cree que ya tiene fiebre, no lo dejaba pensar con claridad. Pero a pesar de haber descubierto eso, la sensación seguía allí. Como si ella no fuera un peligro, como si debiera de tratarla con deferencia. Lo extraño, es que no estaba seguro de lo que era. Antes, en un buen día, no hubiera tenido problema en descifrarlo.
- Sí, siempre suele serlo para mí también. Me pregunto por qué esta noche no lo es. Lo cual, admito, es una verdadera pena… — Comentó con un gesto cínico, con la voz fallándole. Tomó aire y se rindió, apoyando su espalda por completo en la pared para dejar de cargar peso. Si ella no era lo que aparentaba ¿Qué importaba ahora? Su estado no haría ninguna diferencia si la situación se volvía en su contra.
Estuvo a nada de responderle, tomando aire para poder hablar de corrido, pero las palabras murieron en sus labios cuando sus ojos se encontraron. Ella lo supo de inmediato ¿Cómo no iba a saberlo? Pero él también la vio a ella y se dio cuenta. No era una chica normal, no era un humano normal. De principio no lo pudo ver. No, sus sentidos no funcionan bien, la fiebre, pues ahora cree que ya tiene fiebre, no lo dejaba pensar con claridad. Pero a pesar de haber descubierto eso, la sensación seguía allí. Como si ella no fuera un peligro, como si debiera de tratarla con deferencia. Lo extraño, es que no estaba seguro de lo que era. Antes, en un buen día, no hubiera tenido problema en descifrarlo.
- Sí, siempre suele serlo para mí también. Me pregunto por qué esta noche no lo es. Lo cual, admito, es una verdadera pena… — Comentó con un gesto cínico, con la voz fallándole. Tomó aire y se rindió, apoyando su espalda por completo en la pared para dejar de cargar peso. Si ella no era lo que aparentaba ¿Qué importaba ahora? Su estado no haría ninguna diferencia si la situación se volvía en su contra.
Yranné Salvin- Cambiante Clase Alta
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Re: Caminante no hay camino [Privado]
El muchacho se dejo caer a la pared, apoyandose en ella como si no pudiese mantenerse en pie el solo.Su aspecto cansado y derrotado le asusto y corrio a el sujetandole por si caia al suelo ya que,aunque muchacha joven, estaba acostumbrada a manejar cuerpos mas pesados que ella.Su tacto no le auguro nada bueno, sentia la enfermedad y quiso saber algo mas sobre el, asique inundo su cabeza buceando en sus recuerdos,conectando con el no solo en cuerpo, sino tambien en mente.Pudo ver desde el dia que nacio hasta el dia de hoy, pero no logro evocar el momento en el que se le fue arrebatada su salud animal y eso la frustro,la frustro mucho.El no pudo ver la conexion que hubo momentaneamente pero si le dejo ver la preocupacion en su rostro cuando se aparto para mirarlo a los ojos.
-Ay querido....en que lio te habras metido.
Volvio a inundar su mente y esta vez si pudo captar algo mas, su naturaleza de sanadora le empujaba a la investigacion de una enfermedad que no habia visto nunca y de la cual no sabia nada.Pero le dejo marchar,salio de su mente y sus recuerdos sin dejar ni rastro de la invasion pacifica que habia provocado en el.Paso el brazo del muchacho por encima de sus hombros para ayudarlo a erguirse y poder cargarlo mejor en caso de fallo, ya su faceta de curandera habia salido por completo y la preocupacion la inundaba.
Aquella lluvia que antes habia adorado se volvio molesta pues sentia como las manos de aquel joven se resbalaban de las suyas,queriendo escapar,asique lo agarro mas fuerte y se puso recta.Antes de empezar a andar penso seriamente donde llevarlo, pues aquel sitio no era bueno para que los viesen y menos si a el le daba por transformarse en ese momento.Lo miro un largo rato y luego susurrandole le comento.
-Sera mejor que busquemos un sitio donde resguardarte de la humedad, no creo que te venga bien. -Despues se le acerco al oido y en un susurro que tan solo el podria escuchar le dijo .-No tengas miedo, no corres peligro conmigo.
-Ay querido....en que lio te habras metido.
Volvio a inundar su mente y esta vez si pudo captar algo mas, su naturaleza de sanadora le empujaba a la investigacion de una enfermedad que no habia visto nunca y de la cual no sabia nada.Pero le dejo marchar,salio de su mente y sus recuerdos sin dejar ni rastro de la invasion pacifica que habia provocado en el.Paso el brazo del muchacho por encima de sus hombros para ayudarlo a erguirse y poder cargarlo mejor en caso de fallo, ya su faceta de curandera habia salido por completo y la preocupacion la inundaba.
Aquella lluvia que antes habia adorado se volvio molesta pues sentia como las manos de aquel joven se resbalaban de las suyas,queriendo escapar,asique lo agarro mas fuerte y se puso recta.Antes de empezar a andar penso seriamente donde llevarlo, pues aquel sitio no era bueno para que los viesen y menos si a el le daba por transformarse en ese momento.Lo miro un largo rato y luego susurrandole le comento.
-Sera mejor que busquemos un sitio donde resguardarte de la humedad, no creo que te venga bien. -Despues se le acerco al oido y en un susurro que tan solo el podria escuchar le dijo .-No tengas miedo, no corres peligro conmigo.
Mickaella Sunder- Hechicero Clase Alta
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Re: Caminante no hay camino [Privado]
De nuevo ella lo toma por sorpresa, ya no es la libertad que vio en sus movimientos, no es el son de sus pasos en los charcos castigados, no es la cascada de cabellos oscuros cayendo desordenados y sueltos sobre su espalda. Es la carrera, el gesto del brazo rodeando el suyo, el sostén, el soporte. Se mantiene firme contra la pared, lo más firme que puede, pero su mente solo está concentrada en ella. Se encuentra desvariando pero la observa y es nítida contra el fondo lluvioso, contra el frío que de pronto se mete bajo su abrigo y le hace tiritar. Sin notar aquella intromisión, cierra los ojos y su mano se aferra a ese brazo. Ha tenido otro mareo. Muy molesto.
— Yo mismo me lo pregunto. — Pero lo sabe bien, sabe que la plata lo ha debilitado un poco y a pesar de la excelente curación al parecer ha dejado ciertos vestigios dentro de su cuerpo. Recuerda con claridad el miedo que sintió y que lo tuvo paralizado por casi un mes. Recuerda el dolor de aquel primer despertar después de haber sido herido. Las heridas aún se marcan en su piel, aun cortan la carne antes perfecta con sus feas marcas que al parecer nunca se irán. Su mente ha respondido al pensamiento conciliador de aquella dama, sin saber que le ha dado lo que quiere, quizá no con certeza, si con la facilidad para poder atar cabos.
El movimiento de pronto repentino lo saca de balance. La observa y su rostro se tiñe ligeramente con la vergüenza. Lo piensa por un segundo y se escandaliza. Ella, sosteniéndolo como si fuera un inválido. Se separa de la pared por el gesto de su mano y comienza a caminar, descubriendo que si bien por ahora el apoyo n oes necesariamente obligado, el viene bien con el piso húmedo y resbaloso. Percibe el perfume que emana de ella y de nuevo la intriga viaja por su mente. No sabe que es, pero de alguna manera, le cree. Está delirando seguro. Es una desconocida, ella no es humana tampoco. Se está volviendo loco eso es seguro, pero de igual manera, abre la boca, dando opciones. Hoy pudiera ser que salir de casa no fuera bueno.
— Podríamos ir a mi casa… Pero esta algo lejos, fuera… a orillas de la ciudad… — Comenta pero se queda callado cuando ella se acerca a su oído y puede oír su suave promesa, una promesa que le mueve el piso, algo en lo que en sí, no sabe si creer o no. — ¿Quién eres? — Pregunta con la voz amortiguada, olvidando lo que iba a decir sobre tomar un carruaje para llegar a su hogar. Añora las colchas cálidas de su amplia cama, un largo sueño y no pensar ni sentir dolor por un rato. No sentir enfermo como ahora.
Disculpa la terrible tardanza. Tuve asuntos que atender. No pasará de nuevo ><
— Yo mismo me lo pregunto. — Pero lo sabe bien, sabe que la plata lo ha debilitado un poco y a pesar de la excelente curación al parecer ha dejado ciertos vestigios dentro de su cuerpo. Recuerda con claridad el miedo que sintió y que lo tuvo paralizado por casi un mes. Recuerda el dolor de aquel primer despertar después de haber sido herido. Las heridas aún se marcan en su piel, aun cortan la carne antes perfecta con sus feas marcas que al parecer nunca se irán. Su mente ha respondido al pensamiento conciliador de aquella dama, sin saber que le ha dado lo que quiere, quizá no con certeza, si con la facilidad para poder atar cabos.
El movimiento de pronto repentino lo saca de balance. La observa y su rostro se tiñe ligeramente con la vergüenza. Lo piensa por un segundo y se escandaliza. Ella, sosteniéndolo como si fuera un inválido. Se separa de la pared por el gesto de su mano y comienza a caminar, descubriendo que si bien por ahora el apoyo n oes necesariamente obligado, el viene bien con el piso húmedo y resbaloso. Percibe el perfume que emana de ella y de nuevo la intriga viaja por su mente. No sabe que es, pero de alguna manera, le cree. Está delirando seguro. Es una desconocida, ella no es humana tampoco. Se está volviendo loco eso es seguro, pero de igual manera, abre la boca, dando opciones. Hoy pudiera ser que salir de casa no fuera bueno.
— Podríamos ir a mi casa… Pero esta algo lejos, fuera… a orillas de la ciudad… — Comenta pero se queda callado cuando ella se acerca a su oído y puede oír su suave promesa, una promesa que le mueve el piso, algo en lo que en sí, no sabe si creer o no. — ¿Quién eres? — Pregunta con la voz amortiguada, olvidando lo que iba a decir sobre tomar un carruaje para llegar a su hogar. Añora las colchas cálidas de su amplia cama, un largo sueño y no pensar ni sentir dolor por un rato. No sentir enfermo como ahora.
Disculpa la terrible tardanza. Tuve asuntos que atender. No pasará de nuevo ><
Yranné Salvin- Cambiante Clase Alta
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Re: Caminante no hay camino [Privado]
El contacto con aquel joven, piel contra piel, le dejo conocer un poco mas del mal que le acechaba,aquello que le mantenia tan debil y le producia el sufrimiento que se notaba en los ojos cansados de una persona que a pesar de su fisico ha vivido mucho. La curiosidad pudo una vez mas con ella, haciendo que los suaves tentaculos invadiesen su mente sin daño ninguno, sin que el notase la presencia de su persona en aquel reducido espacio.
Gracias a ello pudo averiguar tambien el lugar donde residia y con el paso resuelto que le caracterizaba cuando acogia la posicion de sanadora, se dirigio con el hasta su montura, un precioso corcel al que habia domado a ella misma.Un grandioso ejemplar tordo cuyas crines se aclaraban hasta ser un blanco pajizo.El confiaba en ella,pero resoplo ante la presencia de su acompañante ante lo cual intento calmarlo con unas cuantas palmadas en el cuello y unas palabras tranquilizadoras susurradas en la oreja del equino.
-No tienes que preocuparte por mi,ya te lo he dicho, tan solo soy una joven que intenta ayudarte, pero si te sirve de consuelo, mi nombre es Mickaella.
Lo miro durante unos segundos dudando de como hacerlo.
-¿Crees que podras montar?¿o es mejor que llame a un carruaje?
Gracias a ello pudo averiguar tambien el lugar donde residia y con el paso resuelto que le caracterizaba cuando acogia la posicion de sanadora, se dirigio con el hasta su montura, un precioso corcel al que habia domado a ella misma.Un grandioso ejemplar tordo cuyas crines se aclaraban hasta ser un blanco pajizo.El confiaba en ella,pero resoplo ante la presencia de su acompañante ante lo cual intento calmarlo con unas cuantas palmadas en el cuello y unas palabras tranquilizadoras susurradas en la oreja del equino.
-No tienes que preocuparte por mi,ya te lo he dicho, tan solo soy una joven que intenta ayudarte, pero si te sirve de consuelo, mi nombre es Mickaella.
Lo miro durante unos segundos dudando de como hacerlo.
-¿Crees que podras montar?¿o es mejor que llame a un carruaje?
Mickaella Sunder- Hechicero Clase Alta
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Re: Caminante no hay camino [Privado]
Como si estuviera ingrávido pero al mismo tiempo con una pesadez que lo marea y confunde, se deja conducir por ella hasta el animal. Le gustan los caballos, tiene unos suyos para su carruaje y unos cuantos sueltos pero casi nunca los usa, aunque si les da una vida de reyes. No los necesita si es más rápido que ellos. Pero le gustan, le encantan, los ama. Entornó los ojos al animal, comprendiendo que lo había reconocido como un depredador peligroso, pero trató de que su ente viajara lejos, de que pudiera borrar de la criatura cualquier miedo que su presencia pudiera provocar.
— Que inteligente garañón… Sabe exactamente lo que soy… — Sonrió con un gesto mordaz, su boca torciéndose sutilmente antes de perder la expresividad por un momento. La observó de reojo de nuevo, dándose cuenta de pronto de su diferencia de estatura, del hecho de que ella estaba ayudándole a cargar su peso. Por poco se aparta pero logrando controlar el impulso se movió apenas. — Mickaella. Que buen nombre para mi nueva amiga. Un placer. Ya que esto es informal, dime Yranné… — Respondió, con la vista puesta en el animal nuevamente. Dudo sobre que decirle a ella, pensando las posibilidades, pero se sentía tan débil que poco podía hacer. Puede que montar no fuera una de esas cosas para hacer. — Creo que puedo montar, pero quizás sea mejor que me lleves, parece que sabes por dónde ir. Mi mayordomo sabe lo que soy… — Se interrumpió unos momentos. — Puede funcionar, soy un gato muy menudo, no pesare más de 13 kilos… Si te parece el plan, estoy dispuesto a tumbarme un rato en tu regazo, te ves cálida…
Apenas pone atención a lo que dice, pues en realidad su educación es mucho más. Pero se siente harto, harto de los dolores, de la fatiga, de los mareo, harto de sentirse débil todo el tiempo y fingir que no lo está. Con ella eso no tiene sentido, se ha dado cuenta sola, completamente por su cuenta. Maravilloso. Si puede hacer algo por él, no le pondrá trabas por una idiotez como la desconfianza. Seguro tendrán tiempo de hablar después y, quien sabe, hasta podría hacer algo por ella, algo más que dejarle su cuerpo a sus manos.
— Que inteligente garañón… Sabe exactamente lo que soy… — Sonrió con un gesto mordaz, su boca torciéndose sutilmente antes de perder la expresividad por un momento. La observó de reojo de nuevo, dándose cuenta de pronto de su diferencia de estatura, del hecho de que ella estaba ayudándole a cargar su peso. Por poco se aparta pero logrando controlar el impulso se movió apenas. — Mickaella. Que buen nombre para mi nueva amiga. Un placer. Ya que esto es informal, dime Yranné… — Respondió, con la vista puesta en el animal nuevamente. Dudo sobre que decirle a ella, pensando las posibilidades, pero se sentía tan débil que poco podía hacer. Puede que montar no fuera una de esas cosas para hacer. — Creo que puedo montar, pero quizás sea mejor que me lleves, parece que sabes por dónde ir. Mi mayordomo sabe lo que soy… — Se interrumpió unos momentos. — Puede funcionar, soy un gato muy menudo, no pesare más de 13 kilos… Si te parece el plan, estoy dispuesto a tumbarme un rato en tu regazo, te ves cálida…
Apenas pone atención a lo que dice, pues en realidad su educación es mucho más. Pero se siente harto, harto de los dolores, de la fatiga, de los mareo, harto de sentirse débil todo el tiempo y fingir que no lo está. Con ella eso no tiene sentido, se ha dado cuenta sola, completamente por su cuenta. Maravilloso. Si puede hacer algo por él, no le pondrá trabas por una idiotez como la desconfianza. Seguro tendrán tiempo de hablar después y, quien sabe, hasta podría hacer algo por ella, algo más que dejarle su cuerpo a sus manos.
Yranné Salvin- Cambiante Clase Alta
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Re: Caminante no hay camino [Privado]
Mi querido Bronco seguia nervioso, y eso me llevo a preguntarme que clase de criatura era la que sostenia entre mis brazos,pues aunque mi pequeño (ironia llamarlo asi cuando me sacaba mas de una cabeza solo de cruz) aceptaba todas mis decisiones no le veia del todo convencido. Volvi a acariciarle con ternura, la ternura de casi una madre, pues lo habia visto nacer, yo misma habia ayudado a la yegua a traerlo al mundo. Las palabras salian en susurros y el giraba sus lindas orejas para escucharme atentamente, prometiendole que no pasaria nada, hasta que al final acabo por aceptarlo.
Sabia que de vez en cuando el muchacho me miraba, intrigado tambien por saber que soy, y cuando pensaba una respuesta coherente me sugirio la idea de transformarse en gato.Mis ojos se abrieron como platos y trate de ocultar una sonrisa bonachona.
-Claro....un gato...sin duda sera menos sospechoso que llevar a un hombre medio moribundo. -Bromee.
Luego me volvi hacia el equino y le dije bien alto.
-¿De verdad temes a un lindo gatito, Bronco?
Aprovechaba cualquier momento para meterme con el, para intentar dejarlo en ridiculo, pues su orgullo era insaciable y a veces sacaba de quicio. Su respuesta no se hizo de rogar, resoplando enfadado y empujandome lo que el consideraba suavemente, lo que yo recibia como un empujon que me hizo tambalearme. Le reprimi recordandole que llevabamos un enfermo, que tenia que portarse bien.Luego me volvi hacia Yranné.
-Perdona sus modales,a veces no recuerdo que sigue siendo un potrillo malcriado. -Le sonrei con ternura quitandole el pelo de la frente.-Espero que no te haya causado daño alguno.
Sabia que de vez en cuando el muchacho me miraba, intrigado tambien por saber que soy, y cuando pensaba una respuesta coherente me sugirio la idea de transformarse en gato.Mis ojos se abrieron como platos y trate de ocultar una sonrisa bonachona.
-Claro....un gato...sin duda sera menos sospechoso que llevar a un hombre medio moribundo. -Bromee.
Luego me volvi hacia el equino y le dije bien alto.
-¿De verdad temes a un lindo gatito, Bronco?
Aprovechaba cualquier momento para meterme con el, para intentar dejarlo en ridiculo, pues su orgullo era insaciable y a veces sacaba de quicio. Su respuesta no se hizo de rogar, resoplando enfadado y empujandome lo que el consideraba suavemente, lo que yo recibia como un empujon que me hizo tambalearme. Le reprimi recordandole que llevabamos un enfermo, que tenia que portarse bien.Luego me volvi hacia Yranné.
-Perdona sus modales,a veces no recuerdo que sigue siendo un potrillo malcriado. -Le sonrei con ternura quitandole el pelo de la frente.-Espero que no te haya causado daño alguno.
Mickaella Sunder- Hechicero Clase Alta
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Re: Caminante no hay camino [Privado]
Lo creía así, que sería menos complicado que llevar a un hombre. También sería menos peso para el caballo, aunque ya no estaba seguro de si sería menos peligroso para él. Aunque creía que no soportaría mucho una caída desde ese animal. Estaba harto de sentirse enfermo, enfermo de sentirse débil, de no ser él, el de siempre. Cada vez era más difícil fingir con la gente. Se detuvo, observando a la mujer joven junto a él, mirándola siempre hacía abajo a pesar de estar algo encorvado. Posó su mano en el animal y entonces uf que se movió. Se tambaleó pero no soltó a la criatura, sus dedos se cerraron como garras y se amarraron a la silla, por suerte.
— Vaya, vaya… Pues estoy seguro de que será menos sospechoso que llevarme a mí. Sin duda. — La observó de reojo mientras charlaba con él y sonrío, negando. — No puede hacerme más daño del que ya tengo en el cuerpo. — Soltó a la dama y lentamente se movió aferrado aun al caballo, susurrando en voz muy baja, ronca. — Vamos chico, tengo caballos, son algo lentos pero tu tienes orgullo ¿No? No deberías preocuparte, no estás en mi dieta. — Se puso junto a él, sin quitar su mano, repodando lo más lento que podía. — ¿Podemos irnos ahora? — Preguntó en voz baja, enderezándose.
¿Podría transformarse sintiéndose tan mal? Su forma básica era la de un hombre, tendría que forzarse si quería mutar en la forma elegida. Se pasó la mano por los cabellos y estos se movieron algo crispado hacía atrás. No tenía el pelo de antes sin duda. Imposible, su cuerpo entero estaba afectado por ese mal. Volvió a respirar hondo, sintiendo la ligera vibración rodear su cuerpo. Pequeño. Sí. Se pequeño. De pronto lo tuvo, encontró lo que necesitaba.
— Espero que hayas deseado ver esto, madame. Hablamos al rato… — Musitó en voz baja, sin mirarle. Le costó y de una forma extraña, fue doloroso como relajante. Pronto se cubrió de pelo y quedó cubierto con las ropas que le iban grandes. El lince se recostó en el suelo empapado, sin fuerzas en las patas y miró fijamente a la mujer a pocos pasos de sí. Su cuerpo estaba muy caliente por producto de la fiebre, ardía. El animal se movió y se recostó sobre el sueño frío, esperando que eso bajara un poco su fiebre.
— Vaya, vaya… Pues estoy seguro de que será menos sospechoso que llevarme a mí. Sin duda. — La observó de reojo mientras charlaba con él y sonrío, negando. — No puede hacerme más daño del que ya tengo en el cuerpo. — Soltó a la dama y lentamente se movió aferrado aun al caballo, susurrando en voz muy baja, ronca. — Vamos chico, tengo caballos, son algo lentos pero tu tienes orgullo ¿No? No deberías preocuparte, no estás en mi dieta. — Se puso junto a él, sin quitar su mano, repodando lo más lento que podía. — ¿Podemos irnos ahora? — Preguntó en voz baja, enderezándose.
¿Podría transformarse sintiéndose tan mal? Su forma básica era la de un hombre, tendría que forzarse si quería mutar en la forma elegida. Se pasó la mano por los cabellos y estos se movieron algo crispado hacía atrás. No tenía el pelo de antes sin duda. Imposible, su cuerpo entero estaba afectado por ese mal. Volvió a respirar hondo, sintiendo la ligera vibración rodear su cuerpo. Pequeño. Sí. Se pequeño. De pronto lo tuvo, encontró lo que necesitaba.
— Espero que hayas deseado ver esto, madame. Hablamos al rato… — Musitó en voz baja, sin mirarle. Le costó y de una forma extraña, fue doloroso como relajante. Pronto se cubrió de pelo y quedó cubierto con las ropas que le iban grandes. El lince se recostó en el suelo empapado, sin fuerzas en las patas y miró fijamente a la mujer a pocos pasos de sí. Su cuerpo estaba muy caliente por producto de la fiebre, ardía. El animal se movió y se recostó sobre el sueño frío, esperando que eso bajara un poco su fiebre.
Yranné Salvin- Cambiante Clase Alta
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Re: Caminante no hay camino [Privado]
Sonrei con aceptacion mientras observaba como el joven intentaba tranquilizar a la bestia equina que tenia a mi lado, observando callada dejandolos interactuar. Bronco me miro y capte en su mirada el permiso de que podia montarlo, no estaba acostumbrado a llevar a nadie mas que a mi , pero sabia que me era necesario ahora mismo.
Asenti con energia cuando me pregunto si habia deseado ver eso alguna vez y obviamente la respuesta era totalmente afirmativa. Jamas habia visto un cambio y me moria de ganas de hacerlo, lo que no sabia era que iba a ser tan sumamente sorprendente. Mis ojos se abrieron de par en par para no perderse ni el mas minimo detalle, mientras desaparecia el hombre y aparecia aquel precioso lince.
-Interesante...
Recogi la ropa y la doble con cuidado para despues guardarla en mi bolso y me agache junto al animal. Lo toque y acaricie lentamente, sintiendo el calor que desprendia y el cansancio en sus ojos, estaba realmente preocupada. Me acerque a su orejilla peluda y le susurre.
-Te pido perdon de antemano si te causo dolor en el transporte, pero te prometo hacerlo con el mayor cuidado posible.
Dicho aquello recogi al animalillo y lo oculte bajo mi capa, junto a mi pecho, para asi protegerlo del frio y de la lluvia.Volvi a acariciarlo con ternura y darle un suave beso en la cabeza, los animales eran mi perdicion y no podia evitar darle amor a todos y cada uno de ellos.Volvi a pedirle perdon en un susurro y lo amarre a mi como pude, pues pesaba mas de lo que habia imaginado.
-Yranné, querido, mientras estes bajo mi cuidado vas a estar a dieta - Bromee.
Lentamente y con todo el cuidado que pude, me subi a Bronco, el cual parecio captar la gravedad del asunto pues se mantuvo lo mas quieto posible,hecho que agradeci con un par de palmadas y la promesa de un rico manjar cuando llegasemos a casa.Con cuidado acomode a mi paciente delante de mi, haciendo que quedase sentado con medio cuerpo sobre mi pecho y cerre la capa a su alrededor, dejandole la cabeza fuera para que pudiese respirar, pero lo suficientemente abrigado del mal clima. Le acaricie de nuevo y con un suspiro anime a Bronco a empezar nuestro viaje hasta la casa del cambiante.
Asenti con energia cuando me pregunto si habia deseado ver eso alguna vez y obviamente la respuesta era totalmente afirmativa. Jamas habia visto un cambio y me moria de ganas de hacerlo, lo que no sabia era que iba a ser tan sumamente sorprendente. Mis ojos se abrieron de par en par para no perderse ni el mas minimo detalle, mientras desaparecia el hombre y aparecia aquel precioso lince.
-Interesante...
Recogi la ropa y la doble con cuidado para despues guardarla en mi bolso y me agache junto al animal. Lo toque y acaricie lentamente, sintiendo el calor que desprendia y el cansancio en sus ojos, estaba realmente preocupada. Me acerque a su orejilla peluda y le susurre.
-Te pido perdon de antemano si te causo dolor en el transporte, pero te prometo hacerlo con el mayor cuidado posible.
Dicho aquello recogi al animalillo y lo oculte bajo mi capa, junto a mi pecho, para asi protegerlo del frio y de la lluvia.Volvi a acariciarlo con ternura y darle un suave beso en la cabeza, los animales eran mi perdicion y no podia evitar darle amor a todos y cada uno de ellos.Volvi a pedirle perdon en un susurro y lo amarre a mi como pude, pues pesaba mas de lo que habia imaginado.
-Yranné, querido, mientras estes bajo mi cuidado vas a estar a dieta - Bromee.
Lentamente y con todo el cuidado que pude, me subi a Bronco, el cual parecio captar la gravedad del asunto pues se mantuvo lo mas quieto posible,hecho que agradeci con un par de palmadas y la promesa de un rico manjar cuando llegasemos a casa.Con cuidado acomode a mi paciente delante de mi, haciendo que quedase sentado con medio cuerpo sobre mi pecho y cerre la capa a su alrededor, dejandole la cabeza fuera para que pudiese respirar, pero lo suficientemente abrigado del mal clima. Le acaricie de nuevo y con un suspiro anime a Bronco a empezar nuestro viaje hasta la casa del cambiante.
Mickaella Sunder- Hechicero Clase Alta
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Re: Caminante no hay camino [Privado]
Escuchó aquella palabra como el eco muerto de la lluvia en el suelo. Traspasó sus oídos y le provocó una escueta sonrisa que su parte animal no pudo representar en físico. La mano. La mano fresca contra el calor de fuego de su cuerpo, fue deliciosa. Ronroneó sin tapujo alguno, cerrando los ojos. Atento, sus orejas se movieron con atención y se levantaron, así como sus ojos se enfocaron en ella ante sus palabras. No. No le importaba el viaje en lo más mínimo. En un entendimiento humano, el lince se sentó y pareció asentir, dispuesto a soportar lo que estaba por venir en pos de un buen mejor.
Se sintió mejor en cuanto estuvo al abrigo de aquella capa, fuera de la lluvia y con los latidos de aquel fuerte pero sereno corazón contra su rostro. Intentó aferrarse por su cuenta a su cuerpo, pero cualquier posibilidad de hacerlo requería el uso de sus garras contra la piel suave y frágil de la mujer, se reprimió de hacerlo, moviendo sus patas en lugar de ello. Fue inevitable que volviera a ronronear en el instante en que ella lo acarició, cualquier toque parecía como un bálsamo relajante que ayudaba a sobrellevar sus malestares. Como animal, sus instintos eran muy básicos y los gestos de cariño eran fácilmente convertidos en gratitud.
Gruñó bajo, grave dentro de la garganta, usando sus patas para mantener el balance y darle tiempo a ella para que se acomodara. La miró fijamente mientras se acurrucaba al resguardo de la lluvia, considerando la idea de ponerse de verdad a dieta. Ya que había perdido unos kilos en estas semanas, la idea le hizo sentir algo incómodo. Al estar sobre Bronco su actitud cambió un poco, pero tenía sueño y estaba cansado, así que se acurrucó en ella y se mantuvo despierto, moviendo la cabeza a un lado u otro y así las orejas, escuchando la noche. Allí se sentía un poco mejor, más relajado, descansando un poco.
Le fue indicando el camino, las calles por las que debía de pasar y donde debía de doblar. Si se equivocaba gruñía, pero si pasó, fue solo un par de veces. Bronco se manejaba a la perfección bajó la guía de aquella doncella y a Yranné comenzó a ganarle el sueño cuando llegaban a la reja donde una “S” de metal con florituras unía ambos lados del hierro forjado. Los dejaron pasar hasta la casa, dónde se mostró a su mayordomo, esperando porque ella dijera lo que quisiera. Se apretó contra su pecho y ronroneo de nuevo. Un poco más y estaría en su cama y volvería a ser un hombre.
Se sintió mejor en cuanto estuvo al abrigo de aquella capa, fuera de la lluvia y con los latidos de aquel fuerte pero sereno corazón contra su rostro. Intentó aferrarse por su cuenta a su cuerpo, pero cualquier posibilidad de hacerlo requería el uso de sus garras contra la piel suave y frágil de la mujer, se reprimió de hacerlo, moviendo sus patas en lugar de ello. Fue inevitable que volviera a ronronear en el instante en que ella lo acarició, cualquier toque parecía como un bálsamo relajante que ayudaba a sobrellevar sus malestares. Como animal, sus instintos eran muy básicos y los gestos de cariño eran fácilmente convertidos en gratitud.
Gruñó bajo, grave dentro de la garganta, usando sus patas para mantener el balance y darle tiempo a ella para que se acomodara. La miró fijamente mientras se acurrucaba al resguardo de la lluvia, considerando la idea de ponerse de verdad a dieta. Ya que había perdido unos kilos en estas semanas, la idea le hizo sentir algo incómodo. Al estar sobre Bronco su actitud cambió un poco, pero tenía sueño y estaba cansado, así que se acurrucó en ella y se mantuvo despierto, moviendo la cabeza a un lado u otro y así las orejas, escuchando la noche. Allí se sentía un poco mejor, más relajado, descansando un poco.
Le fue indicando el camino, las calles por las que debía de pasar y donde debía de doblar. Si se equivocaba gruñía, pero si pasó, fue solo un par de veces. Bronco se manejaba a la perfección bajó la guía de aquella doncella y a Yranné comenzó a ganarle el sueño cuando llegaban a la reja donde una “S” de metal con florituras unía ambos lados del hierro forjado. Los dejaron pasar hasta la casa, dónde se mostró a su mayordomo, esperando porque ella dijera lo que quisiera. Se apretó contra su pecho y ronroneo de nuevo. Un poco más y estaría en su cama y volvería a ser un hombre.
Yranné Salvin- Cambiante Clase Alta
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Re: Caminante no hay camino [Privado]
Atenta a las direcctrices del animal que descansaba sobre su regazo, comenzamos a andar por las calles mojadas hasta lo que parecia ser su hogar. El camino no fue del todo malo, pero la preocupacion emanaba en mi a cada minuto, su salud era fragil y me sentia responsable de su mejoria.
El ronroneo que producia su pequeña graganta me hacia sonreir, pensando que tal vez no lo estaba haciendo del todo mal, a lo que yo le contestaba con una suave caricia entre las orejillas del astuto felino que se resguardaba contra mi propio cuerpo, una caricia con un poco de magia mia, magia para sanarlo y ayudarlo.No sabia realmente que hacer con el, no hasta que no supiese que mal le afectaba, pero esperaba de todo corazon encontrar una cura para el.
Cuando llegamos al porton entramos directamente y de nuevo le susurre mis mas sinceras disculpas antes de moverme y bajarme de bronco con su cuerpecillo peludo entre mis brazos. Cuando mis pies pisaron tierra firme me volvi hacia mi equino y dandole una palmadita lo deje ir.
-Busca un refugio amigo mio, que te lo has ganado,te llamare si te necesito.- Le afloje la cincha y le quite el bocado para que su comodidad aumentase en la medida de lo posible y lo observe irse trotando hasta refugiarse bajo un arbol donde comenzo a pastar.Le sonrei y luego fije mi vista en el pequeño enfermo que aun arropaba con mi capa.- Espero que no te importe que me entrometa en tu hogar sin haber sido invitada, pero estoy segura de que se te antoja descansar en un lugar mas comodo que mis brazos.
Sin esperar respuesta, decidi abrir la puerta y entrar.
El ronroneo que producia su pequeña graganta me hacia sonreir, pensando que tal vez no lo estaba haciendo del todo mal, a lo que yo le contestaba con una suave caricia entre las orejillas del astuto felino que se resguardaba contra mi propio cuerpo, una caricia con un poco de magia mia, magia para sanarlo y ayudarlo.No sabia realmente que hacer con el, no hasta que no supiese que mal le afectaba, pero esperaba de todo corazon encontrar una cura para el.
Cuando llegamos al porton entramos directamente y de nuevo le susurre mis mas sinceras disculpas antes de moverme y bajarme de bronco con su cuerpecillo peludo entre mis brazos. Cuando mis pies pisaron tierra firme me volvi hacia mi equino y dandole una palmadita lo deje ir.
-Busca un refugio amigo mio, que te lo has ganado,te llamare si te necesito.- Le afloje la cincha y le quite el bocado para que su comodidad aumentase en la medida de lo posible y lo observe irse trotando hasta refugiarse bajo un arbol donde comenzo a pastar.Le sonrei y luego fije mi vista en el pequeño enfermo que aun arropaba con mi capa.- Espero que no te importe que me entrometa en tu hogar sin haber sido invitada, pero estoy segura de que se te antoja descansar en un lugar mas comodo que mis brazos.
Sin esperar respuesta, decidi abrir la puerta y entrar.
Mickaella Sunder- Hechicero Clase Alta
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Re: Caminante no hay camino [Privado]
Era un alivio que sólo ellos tres, porque había que incluir al aballo, se hubieran dado cuenta de las direcciones que ella seguía. Como fuera que las cosas pintaran, ella encontró satisfactoriamente el camino a su hogar. Gruñendo, bajo y ronco, se apretó contra su cuerpo cuando ella decidió bajar a tierra firme. Ni siquiera bufó está vez, permaneció inmóvil, medio dormido, acogido por el calor que rodeaba su cuerpo. Buen caballo sí, lo había ayudado trayéndolo aquí rápidamente. Asomó la cabeza, mirando un momento a bronco mientras se marchaba. Consciente de la pregunta, negó y dejó su cabeza afuera mientras ella abría la puerta e ingresaba a la muestra material del ego de cualquier humano: su mansión.
Hubiera sido tan sencillo que ella hubiera hablado con su mayordomo, que le hubiera explicado las cosas, mientras él se tendía sin hacer nada, durmiendo o simplemente tumbándose. Pero no lo hizo, no pudo hacerlo. Saltó al suelo y trastabilló, sentándose lentamente. Su mayordomo lo reconoció, tan sencillo como fue darle un simple vistazo. En un francés atropellado, pidió una manta, un mantel o lo que fuera... fue eso lo que le trajeron. Y lo hizo justo a tiempo. Volvió a su forma humana con la sensación de agarrotamiento y temblor, producto de la fiebre, cubierto con esa única manta improvisada en la que se envolvió. Se apoyó en su mayordomo pero se enderezó, poniéndose de pie y manteniéndose bien derecho. Trató de recordar lo que iba a decir.
— Ella me salvó… — Indicó en general y entonces se volteó su mayordomo, que no lo había soltado, y se dirigió a é expresamente. — Ayúdale con lo que ella te pida. No la cuestiones. — Comenzó a caminar, apoyado en su mayordomo y enseguida en el barandal. No iba a dejar que ella cargara más con su peso. Se detuvo y la esperó. — Madame, venga conmigo, por favor… — La esperó, invitando a ir adelante mientras la escalinata hacía esa curva elegante hacia el segundo piso. Al fondo del pasillo se encontraba esa única habitación amplia, con cama de postes y un guardarropa extenso a puertas cerradas.
Dejó el mantel cando se metió en la cama, desapareciendo por un instante bajo las sábanas por completo. El cuerpo le dolía, pero se giró y les dio la espalda a ambos por unos momentos. Su cama, el sitio más confortable hecho a su medida. Hundió el rostro en su almohada, aspirando profundamente su propio aroma. Y se dejó ir, agotado, harto de esforzarse, sólo unos momentos y ya. Un segundo.
Hubiera sido tan sencillo que ella hubiera hablado con su mayordomo, que le hubiera explicado las cosas, mientras él se tendía sin hacer nada, durmiendo o simplemente tumbándose. Pero no lo hizo, no pudo hacerlo. Saltó al suelo y trastabilló, sentándose lentamente. Su mayordomo lo reconoció, tan sencillo como fue darle un simple vistazo. En un francés atropellado, pidió una manta, un mantel o lo que fuera... fue eso lo que le trajeron. Y lo hizo justo a tiempo. Volvió a su forma humana con la sensación de agarrotamiento y temblor, producto de la fiebre, cubierto con esa única manta improvisada en la que se envolvió. Se apoyó en su mayordomo pero se enderezó, poniéndose de pie y manteniéndose bien derecho. Trató de recordar lo que iba a decir.
— Ella me salvó… — Indicó en general y entonces se volteó su mayordomo, que no lo había soltado, y se dirigió a é expresamente. — Ayúdale con lo que ella te pida. No la cuestiones. — Comenzó a caminar, apoyado en su mayordomo y enseguida en el barandal. No iba a dejar que ella cargara más con su peso. Se detuvo y la esperó. — Madame, venga conmigo, por favor… — La esperó, invitando a ir adelante mientras la escalinata hacía esa curva elegante hacia el segundo piso. Al fondo del pasillo se encontraba esa única habitación amplia, con cama de postes y un guardarropa extenso a puertas cerradas.
Dejó el mantel cando se metió en la cama, desapareciendo por un instante bajo las sábanas por completo. El cuerpo le dolía, pero se giró y les dio la espalda a ambos por unos momentos. Su cama, el sitio más confortable hecho a su medida. Hundió el rostro en su almohada, aspirando profundamente su propio aroma. Y se dejó ir, agotado, harto de esforzarse, sólo unos momentos y ya. Un segundo.
Yranné Salvin- Cambiante Clase Alta
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