AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un alto en el camino [Privado]
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Un alto en el camino [Privado]
Los últimos rayos de sol desaparecían tras el horizonte con la llegada del ocaso, quedándose las húmedas calles de París inundadas por una leve oscuridad, mientras yo continuaba recorriendo éstas sobre mi caballo. En apenas dos noches la dama blanca coronaría el firmamento, y la misión que me ha sido encomendada de dar con mi alfa en aquel laberinto de callejuelas, tenía sin duda que haber sido resuelta antes de que esto sucediese.
No me desagradaba la idea de que mi transformación sucediese en el bosque, otorgándome la libertad de correr por éste durante dos noches, más no saber si podía encontrarme por accidente con algún incauto humano al que atacar durante esta fase lunar, me obligaba a apresurarme en la búsqueda de mi alfa.
Horas después de haber hecho los registros en el hotel donde me alojaría hasta que el hallazgo de éste, y tras la infructuosa batida llevada a cabo por el centro de la ciudad a últimas horas de la tarde, decidí tomarme un pequeño descanso con la mejor compañía, una botella de vodka en una mesa tranquila de la taberna más tosca de la ciudad. No tardé mucho en encontrar una que cumpliese todas mis expectativas, un lugar tranquilo donde ningún cazador osase con interrumpir mi momento de paz. Y tal vez, con un poco de suerte, encontraría información sobre mi alfa; al fin y al cabo, era costumbre en nuestra manada terminar el día con una buena cerveza negra entre las manos.
Pude sentir al entrar en ésta alguna que otra aura de un inmortal, más no era la única de seres sobrenaturales. Aquel antro parecía una especie de "taberna neutral" donde otros especímenes como yo solo buscaban su momento de tranquilidad, evitando los problemas y dejando a un lado nuestras diferencias. Un lugar donde no tener que fingir ser humanos corrientes, hecho que me pareció insólito por encontrarse en una localización tan céntrica.
Estaba demasiado cansado como para que me importase tener que compartir el mismo local con mis enemigos naturales, así que sin intención de buscar más problemas de los que sin duda irían surgiendo por sí solos, me acerqué hasta la barra para pedir una botella de vodka y un vaso bajo. Eché un vistazo al local, y tras encontrar lo que sin duda se convertiría en un buen asiento pues desde allí podía controlar la entrada y salida de la taberna, pagué al tabernero y cogiendo mi comanda me dirigí hasta la mesa para tomar asiento. Podía paladear por fin el merecido descanso después de semanas de viaje.
No me desagradaba la idea de que mi transformación sucediese en el bosque, otorgándome la libertad de correr por éste durante dos noches, más no saber si podía encontrarme por accidente con algún incauto humano al que atacar durante esta fase lunar, me obligaba a apresurarme en la búsqueda de mi alfa.
Horas después de haber hecho los registros en el hotel donde me alojaría hasta que el hallazgo de éste, y tras la infructuosa batida llevada a cabo por el centro de la ciudad a últimas horas de la tarde, decidí tomarme un pequeño descanso con la mejor compañía, una botella de vodka en una mesa tranquila de la taberna más tosca de la ciudad. No tardé mucho en encontrar una que cumpliese todas mis expectativas, un lugar tranquilo donde ningún cazador osase con interrumpir mi momento de paz. Y tal vez, con un poco de suerte, encontraría información sobre mi alfa; al fin y al cabo, era costumbre en nuestra manada terminar el día con una buena cerveza negra entre las manos.
Pude sentir al entrar en ésta alguna que otra aura de un inmortal, más no era la única de seres sobrenaturales. Aquel antro parecía una especie de "taberna neutral" donde otros especímenes como yo solo buscaban su momento de tranquilidad, evitando los problemas y dejando a un lado nuestras diferencias. Un lugar donde no tener que fingir ser humanos corrientes, hecho que me pareció insólito por encontrarse en una localización tan céntrica.
Estaba demasiado cansado como para que me importase tener que compartir el mismo local con mis enemigos naturales, así que sin intención de buscar más problemas de los que sin duda irían surgiendo por sí solos, me acerqué hasta la barra para pedir una botella de vodka y un vaso bajo. Eché un vistazo al local, y tras encontrar lo que sin duda se convertiría en un buen asiento pues desde allí podía controlar la entrada y salida de la taberna, pagué al tabernero y cogiendo mi comanda me dirigí hasta la mesa para tomar asiento. Podía paladear por fin el merecido descanso después de semanas de viaje.
Última edición por Branco Cafiero el Mar Nov 15, 2016 5:42 pm, editado 1 vez
Branco Cafiero- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 115
Fecha de inscripción : 18/10/2016
Localización : París
Re: Un alto en el camino [Privado]
Aquella noche se me apetecía un panorama diferente, normalmente en las noches salía al teatro o a veces nos juntábamos a jugar cartas con las amigas, mientras nos comentábamos los chismes del día a día o los panoramas que cada una de nosotras tenía. Les dije a mis sirvientas que me buscaran un vestido cómodo porque visitaría la taberna de la ciudad. Mis servidoras se sintieron sorprendidas, y abrieron los ojos enormemente al escuchar aquello, porque las tabernas eran lugares muy peligrosos a veces, pero era relativo porque normalmente uno salía a tomar unas cuántas copas y luego se iba, al menos las mujeres así lo hacían. Algunas más osadas se quedaban toda la noche…
De todas maneras, igual yo estaba un poco cansada por el trabajo en el hospital y todas las personas enfermas que tuve que atender durante el día, pensar aquello me hizo tomar mi abanico en ese momento, mientras esperaba recostada en el diván de mi habitación apenas con un camisón ligero y blanco y me abaniqué bastante rato. Me ponía a pensar en qué trago iba a tomar a la noche…. Al cabo de un rato, mis sirvientas llegaron con mi vestido listo y comenzaron a vestirme. Luego de ello mandé a llamar William, uno de mis guardias para que me acompañase a la taberna, yo siempre iba preparada ante todo por lo que de alguna u otra forma necesitaba la protección masculina, más si era en la taberna.
Una hora más tarde, mi carruaje ya estaba listo para partir y en compañía de William llegamos al lugar. Hasta el exterior del recinto llegaban los olores a brebajes, traídos en la ropa de los asistentes, algunos ebrios, algunas prostitutas, gente de la alta y baja alcurnia. Todos se juntaban allí en un mismo lugar, y nada más importaba que beber y divertirse, yo simplemente fui para cambiar de aires, tampoco tenía intenciones ocultas más que beber y esperar a que el sueño me venza las energías que en algunas noches, a pesar de todo el trabajo parecieran incrementarse sólo por el placer de distraerse un rato.
Iba tomada del brazo junto a William a mi servicio, y él se encontró con algunos camaradas suyos que me saludaron cordialmente. Luego de ello nos fuimos a sentar a una mesa. Como buen servidor William era silencioso y muy ubicado a su lugar. Le confiaba toda mi protección a él, que llevaba años sirviéndome. Un joven apuesto debo decir, y el cual recibía a muchas pretendientes, pero hacía bien su trabajo que para eso le pagaba y con eso me bastaba. Y así entonces, William fue por nuestros tragos y yo me había pedido un brebaje de menta fuerte, y el la típica cerveza. Estuvimos conversando un poco de todo, mientras observábamos a los presentes, y él me hablaba de la gente que conocía y yo hacía lo mismo.
Tomé un sorbo de mi vaso cuando a lo lejos vi a un caballero que se me hacía muy familiar. El hombre estaba solo, sentado cerca de una entrada del recinto, era alto de cabellos ondulados y castaños de una contextura bastante maciza, corpulenta pero bien proporcionada. Una barba perfectamente alineada que iba acorde a la forma de su rostro… y entonces mi pecho retumbó al momento en que la menta pasaba por mi garganta, casi me atoré pero nada sucedió. Abrí mis ojos desviando la mirada de él, para que no me viera. Debo decir, que en aquellos momentos no sabía cómo reaccionar…
William tomó de mi brazo preocupado y le hice saber que todo iba bien, que el brebaje estaba algo fuerte… y me reincorporé en mi misma… Branco Cafiero, allí estaba en el mismo lugar que yo bebiendo un trago, lejos pero a la vez tan cerca como siempre ha sido de ese modo… no estaba segura de que si él se acordaba de mí pero yo de él me acuerdo perfectamente, porque lo pienso día a día…
Lo contemplé, creo que el tal vez no se había percatado de mi presencia o de mis miradas había mucho ruido, mucha gente, mucha oscuridad, tanta distracción y tanta distancia… Había pasado mucho tiempo desde la última vez que se fue… no entendía por qué, todavía no lo entendía… por qué lo hizo… tenía tantas dudas pasadas, que creí que pasaría mucho tiempo más antes de responder a mis interrogantes, no esperaba encontrármelo tan desprevenidamente… ¿Pero lo esperaba? Claro que sí, aun… todavía yo le esperaba. Pero qué recuerdos me traía… él no podría olvidarme, o tal vez si… ha pasado tanto tiempo que estoy muy confundida.
-Míralo William, aquél hombre… de seguro lo recuerdas escabullido muchas veces en mi mansión.- le mencioné a mi sirviente y bebí un sorbo de mi trago, cuando volví a mirarle esta vez con más tranquilidad, pero a fin de cuentas solo quería llamarle. William observó también y asintió silenciosamente con su cabeza.
De todas maneras, igual yo estaba un poco cansada por el trabajo en el hospital y todas las personas enfermas que tuve que atender durante el día, pensar aquello me hizo tomar mi abanico en ese momento, mientras esperaba recostada en el diván de mi habitación apenas con un camisón ligero y blanco y me abaniqué bastante rato. Me ponía a pensar en qué trago iba a tomar a la noche…. Al cabo de un rato, mis sirvientas llegaron con mi vestido listo y comenzaron a vestirme. Luego de ello mandé a llamar William, uno de mis guardias para que me acompañase a la taberna, yo siempre iba preparada ante todo por lo que de alguna u otra forma necesitaba la protección masculina, más si era en la taberna.
Una hora más tarde, mi carruaje ya estaba listo para partir y en compañía de William llegamos al lugar. Hasta el exterior del recinto llegaban los olores a brebajes, traídos en la ropa de los asistentes, algunos ebrios, algunas prostitutas, gente de la alta y baja alcurnia. Todos se juntaban allí en un mismo lugar, y nada más importaba que beber y divertirse, yo simplemente fui para cambiar de aires, tampoco tenía intenciones ocultas más que beber y esperar a que el sueño me venza las energías que en algunas noches, a pesar de todo el trabajo parecieran incrementarse sólo por el placer de distraerse un rato.
Iba tomada del brazo junto a William a mi servicio, y él se encontró con algunos camaradas suyos que me saludaron cordialmente. Luego de ello nos fuimos a sentar a una mesa. Como buen servidor William era silencioso y muy ubicado a su lugar. Le confiaba toda mi protección a él, que llevaba años sirviéndome. Un joven apuesto debo decir, y el cual recibía a muchas pretendientes, pero hacía bien su trabajo que para eso le pagaba y con eso me bastaba. Y así entonces, William fue por nuestros tragos y yo me había pedido un brebaje de menta fuerte, y el la típica cerveza. Estuvimos conversando un poco de todo, mientras observábamos a los presentes, y él me hablaba de la gente que conocía y yo hacía lo mismo.
Tomé un sorbo de mi vaso cuando a lo lejos vi a un caballero que se me hacía muy familiar. El hombre estaba solo, sentado cerca de una entrada del recinto, era alto de cabellos ondulados y castaños de una contextura bastante maciza, corpulenta pero bien proporcionada. Una barba perfectamente alineada que iba acorde a la forma de su rostro… y entonces mi pecho retumbó al momento en que la menta pasaba por mi garganta, casi me atoré pero nada sucedió. Abrí mis ojos desviando la mirada de él, para que no me viera. Debo decir, que en aquellos momentos no sabía cómo reaccionar…
William tomó de mi brazo preocupado y le hice saber que todo iba bien, que el brebaje estaba algo fuerte… y me reincorporé en mi misma… Branco Cafiero, allí estaba en el mismo lugar que yo bebiendo un trago, lejos pero a la vez tan cerca como siempre ha sido de ese modo… no estaba segura de que si él se acordaba de mí pero yo de él me acuerdo perfectamente, porque lo pienso día a día…
Lo contemplé, creo que el tal vez no se había percatado de mi presencia o de mis miradas había mucho ruido, mucha gente, mucha oscuridad, tanta distracción y tanta distancia… Había pasado mucho tiempo desde la última vez que se fue… no entendía por qué, todavía no lo entendía… por qué lo hizo… tenía tantas dudas pasadas, que creí que pasaría mucho tiempo más antes de responder a mis interrogantes, no esperaba encontrármelo tan desprevenidamente… ¿Pero lo esperaba? Claro que sí, aun… todavía yo le esperaba. Pero qué recuerdos me traía… él no podría olvidarme, o tal vez si… ha pasado tanto tiempo que estoy muy confundida.
-Míralo William, aquél hombre… de seguro lo recuerdas escabullido muchas veces en mi mansión.- le mencioné a mi sirviente y bebí un sorbo de mi trago, cuando volví a mirarle esta vez con más tranquilidad, pero a fin de cuentas solo quería llamarle. William observó también y asintió silenciosamente con su cabeza.
Athénaïs Montespan- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/10/2016
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Re: Un alto en el camino [Privado]
Me serví la segunda copa de vodka de la noche, dejándome llevar por el bullicio de aquella taberna que comenzaba a llenarse de nuevos clientes y damiselas por momentos. Desde mi posición podía observar cada uno de los rincones de ese antro que había escogido aquella noche para terminar mi jornada con un trago, y en ello estaba cuando de pronto percibí un dulce olor que me resultó familiar.
Me enderecé de la silla hasta donde segundos antes estaba medio recostado, desconcertado por todos los recuerdos que me llegaron con él. Dando un último tiento a mi copa hasta vaciarla de una sola vez, cerré los ojos tratando de confirmar que ese maravilloso olor era de la mujer que no había dejado de copar mis pensamientos ni un solo día desde mi desaparición.
Giré la cabeza levemente, agudizando todos mis sentidos en lo que en esos momentos trataba de encontrar, olvidándome de toda misión que me había sido encomendada, y centrándome solo en encontrarla a ella. No tardé en dar con su rastro, y tratando de controlar el color de mis ojos que se tornaban ámbar al sentirla de nuevo tan cerca, abrí los párpados lentamente para encontrarme con su azulada mirada.
Un jadeo salió de mis labios y sentí como mi piel se erizaba por completo, y una sonrisa de medio lado se dibujó en mis labios. Estaba preciosa, tan perfecta como la última noche en que nos vimos. Llevaba un delicado vestido rojo que resaltaba sus labios junto a su tono de piel. Si no supiese que era humana, hubiese pensado que era la mismísima Gaïa la que me miraba fijamente. ¿Me odiaría por haber desaparecido sin darle una explicación? Era lo más probable. Reconozco que había sido un estúpido por no ser capaz de explicarle el por qué me marchaba, claro que ni yo lo tenía muy claro, y el inmenso ego de lobo me impedía reconocer mi culpa. Claro que también pensé que la olvidaría, que solo habría sido un capricho más que con el tiempo borraría de mi memoria, más después de tanto tiempo, sabía que no podría olvidarla ni aunque conociese a mil mujeres más. Porque si algo tenía claro, es que ninguna eran ella.
Me removí en mi asiento inquieto, pensando que debería hacer en esa situación. Tal vez acercarme a saludar fuese lo propio, pero estaba acompañada de otro hombre al que no tenía muy claro si conocía o no. Las penumbras del local difuminaban su rostro, y si mantenía alguna relación con ella, podría ponerla en un compromiso si me acercaba. Y de pronto una extraña sensación se apoderó de mi estómago y fue subiendo hasta mi pecho; una presión atroz que provocaba que mis ojos amenazasen con cambiar de color de nuevo. ¿Estaba sintiendo celos? Negué con la cabeza, no me lo podía creer. Un leve gesto con la cabeza acompañado de una sonrisa de medio lado es todo lo que era capaz de emitir por el momento. Ambos nos habíamos visto, más parecíamos paralizados por la situación.
Fue entonces cuando estando prácticamente decidido a levantarme de mi asiento y acercarme hasta ella, una mujer de cabellos dorados y voluptuosas curvas apoyó su mano sobre mi mesa. Era una mujer hermosa sin duda. Tendría que haber venido antes a París, pensé.
-Buenas noches, monsieur. ¿Me permite que le acompañe en esta velada? Tal vez así consiga que no se sienta tan solo.- preguntó con una dulce voz en la que su propuesta decía más que sus palabras, al tiempo que movía seductoramente su ondulada melena. Sonreí de medio lado, alargando mi tiempo de respuesta, dirigiendo en ese momento mi mirada de nuevo hacia Allison, que parecía atenta a lo que ocurría mi mesa.
Juro que durante unos segundos la confirmación me tentó, que si ella no hubiese estado frente a mí seguramente hubiese aceptado, pero ahora ¿para qué? ¿Para pasarme el resto de la noche ignorando a la mujer que quería hacerme pasar un buen rato y centrar toda mi atención en esa dama de cabellos castaños que me miraba expectante desde la otra parte de la taberna? No me parecía justo para ninguno.
-Lo siento preciosa, tal vez en otra ocasión. En realidad estoy esperando a alguien.- mentí como un bellaco para no hacerle sentir mal, al tiempo que acariciaba su mano con mi pulgar. No tardó en marcharse con una sonrisa en los labios y una promesa de otra noche de encuentros, más ahora mi atención volvía a estar centrada de nuevo en ella, en la ladrona de mis pensamientos.
Me enderecé de la silla hasta donde segundos antes estaba medio recostado, desconcertado por todos los recuerdos que me llegaron con él. Dando un último tiento a mi copa hasta vaciarla de una sola vez, cerré los ojos tratando de confirmar que ese maravilloso olor era de la mujer que no había dejado de copar mis pensamientos ni un solo día desde mi desaparición.
Giré la cabeza levemente, agudizando todos mis sentidos en lo que en esos momentos trataba de encontrar, olvidándome de toda misión que me había sido encomendada, y centrándome solo en encontrarla a ella. No tardé en dar con su rastro, y tratando de controlar el color de mis ojos que se tornaban ámbar al sentirla de nuevo tan cerca, abrí los párpados lentamente para encontrarme con su azulada mirada.
Un jadeo salió de mis labios y sentí como mi piel se erizaba por completo, y una sonrisa de medio lado se dibujó en mis labios. Estaba preciosa, tan perfecta como la última noche en que nos vimos. Llevaba un delicado vestido rojo que resaltaba sus labios junto a su tono de piel. Si no supiese que era humana, hubiese pensado que era la mismísima Gaïa la que me miraba fijamente. ¿Me odiaría por haber desaparecido sin darle una explicación? Era lo más probable. Reconozco que había sido un estúpido por no ser capaz de explicarle el por qué me marchaba, claro que ni yo lo tenía muy claro, y el inmenso ego de lobo me impedía reconocer mi culpa. Claro que también pensé que la olvidaría, que solo habría sido un capricho más que con el tiempo borraría de mi memoria, más después de tanto tiempo, sabía que no podría olvidarla ni aunque conociese a mil mujeres más. Porque si algo tenía claro, es que ninguna eran ella.
Me removí en mi asiento inquieto, pensando que debería hacer en esa situación. Tal vez acercarme a saludar fuese lo propio, pero estaba acompañada de otro hombre al que no tenía muy claro si conocía o no. Las penumbras del local difuminaban su rostro, y si mantenía alguna relación con ella, podría ponerla en un compromiso si me acercaba. Y de pronto una extraña sensación se apoderó de mi estómago y fue subiendo hasta mi pecho; una presión atroz que provocaba que mis ojos amenazasen con cambiar de color de nuevo. ¿Estaba sintiendo celos? Negué con la cabeza, no me lo podía creer. Un leve gesto con la cabeza acompañado de una sonrisa de medio lado es todo lo que era capaz de emitir por el momento. Ambos nos habíamos visto, más parecíamos paralizados por la situación.
Fue entonces cuando estando prácticamente decidido a levantarme de mi asiento y acercarme hasta ella, una mujer de cabellos dorados y voluptuosas curvas apoyó su mano sobre mi mesa. Era una mujer hermosa sin duda. Tendría que haber venido antes a París, pensé.
-Buenas noches, monsieur. ¿Me permite que le acompañe en esta velada? Tal vez así consiga que no se sienta tan solo.- preguntó con una dulce voz en la que su propuesta decía más que sus palabras, al tiempo que movía seductoramente su ondulada melena. Sonreí de medio lado, alargando mi tiempo de respuesta, dirigiendo en ese momento mi mirada de nuevo hacia Allison, que parecía atenta a lo que ocurría mi mesa.
Juro que durante unos segundos la confirmación me tentó, que si ella no hubiese estado frente a mí seguramente hubiese aceptado, pero ahora ¿para qué? ¿Para pasarme el resto de la noche ignorando a la mujer que quería hacerme pasar un buen rato y centrar toda mi atención en esa dama de cabellos castaños que me miraba expectante desde la otra parte de la taberna? No me parecía justo para ninguno.
-Lo siento preciosa, tal vez en otra ocasión. En realidad estoy esperando a alguien.- mentí como un bellaco para no hacerle sentir mal, al tiempo que acariciaba su mano con mi pulgar. No tardó en marcharse con una sonrisa en los labios y una promesa de otra noche de encuentros, más ahora mi atención volvía a estar centrada de nuevo en ella, en la ladrona de mis pensamientos.
Branco Cafiero- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/10/2016
Localización : París
Re: Un alto en el camino [Privado]
Continuaba observando desde mi posición aquel acontecimiento que se presentaba frente a mí. Decidí desviar la mirada, a partir del momento en que una mujer se acercó hasta Branco. Yo no tenía nada que ver ahí en medio, el hombre nunca iba dejar de ser hombre. Esta vez, lentamente fui terminando mi vaso de menta fuerte. Y luego de ello, me levanté yo misma de mi asiento indicando a William que me dejara a solas, y me fui a pedir una cerveza. Luego volví a mi asiento, esta vez en solitario…
Observaba la noche, determinando por qué Branco estaría aquí en París…yo lo conocí una noche de lluvia en Italia, cuando fui a por unos estudios médicos allá y buscando un par de libros que ni donde yo venía, ni tampoco en París habían en ese entonces. Fue un encuentro bastante ameno, y desde esa vez que recuerdo la sonrisa de Branco como lo más valioso que mis ojos habían visualizado hasta ese entonces, él estaba lleno de vida, lleno de responsabilidades, lo conocí ya encaminándose hacia un cielo vasto y maduro…
Otro recuerdo que tengo acerca de él, es la confesión en que una noche de pasión me dio… su condición de hombre lobo, no lo podía creer... en aquél momento mi cuerpo se tensaba de a poco, y pude en algún momento llegar a sentir miedo por él… por el casi hombre con el cual había soñado noches en vela, enredándonos felices entre las sábanas… aun lo recuerdo.
Aquella noche en la taberna, todas esas memorias volvían a hacer temblar mi interior… pero no era por miedo, era el nerviosismo, y las potentes ganas de ir hasta sus brazos para calmar y proteger todas mis inseguridades… pero no podía hacer eso, yo ya no era una chiquilla tonta y enamoradiza. Después de la ausencia sin explicaciones de Branco, me volví más fría… y me regocijaba en el centro de mi corazón, porque lo que yo sentía por el licano era mío, y solamente mío.
Ya no quería mirarlo, me había puesto algo triste y nostálgica… pero sacando fuerzas de no se dónde, tal vez incluso de los brebajes, me levanté con entereza y caminé hasta su mesa. Mi caminar era un balanceo ligero, suave pero seductor. La esencia de querer algo más, comenzaba a renacer en mí… Me acerqué, solo una prostituta se acercaba a los hombres… pero yo sabía lo que era, era una mujer ya hecha y derecha y yo conocía a este hombre que me miraba con intensa llama en los ojos…
Sus ojos, se encontraron entonces a corta distancia de los míos y por fin pude articular palabra:
-Cavaliere Cafiero…- pronuncié en italiano, su idioma natal.- ¿Me permite sentarme aquí?- dije con mi voz casi como renovada de su fuerza interior, y exhalé profundo esperando su respuesta.
"¡Qué apuesto lucía esta noche!-pensé," este hombre siempre ha sido mi pequeña-gran obsesión… y pude notar el reflejo de mi misma en su mirada, al medio en sus pupilas. Quería más de aquello… quería permanecer a su lado un poco más, aunque en mí existía la incertidumbre y quizás la desafortunada acción que él desapareciera otra vez de mi vista… sin dejar más rastro…
Observaba la noche, determinando por qué Branco estaría aquí en París…yo lo conocí una noche de lluvia en Italia, cuando fui a por unos estudios médicos allá y buscando un par de libros que ni donde yo venía, ni tampoco en París habían en ese entonces. Fue un encuentro bastante ameno, y desde esa vez que recuerdo la sonrisa de Branco como lo más valioso que mis ojos habían visualizado hasta ese entonces, él estaba lleno de vida, lleno de responsabilidades, lo conocí ya encaminándose hacia un cielo vasto y maduro…
Otro recuerdo que tengo acerca de él, es la confesión en que una noche de pasión me dio… su condición de hombre lobo, no lo podía creer... en aquél momento mi cuerpo se tensaba de a poco, y pude en algún momento llegar a sentir miedo por él… por el casi hombre con el cual había soñado noches en vela, enredándonos felices entre las sábanas… aun lo recuerdo.
Aquella noche en la taberna, todas esas memorias volvían a hacer temblar mi interior… pero no era por miedo, era el nerviosismo, y las potentes ganas de ir hasta sus brazos para calmar y proteger todas mis inseguridades… pero no podía hacer eso, yo ya no era una chiquilla tonta y enamoradiza. Después de la ausencia sin explicaciones de Branco, me volví más fría… y me regocijaba en el centro de mi corazón, porque lo que yo sentía por el licano era mío, y solamente mío.
Ya no quería mirarlo, me había puesto algo triste y nostálgica… pero sacando fuerzas de no se dónde, tal vez incluso de los brebajes, me levanté con entereza y caminé hasta su mesa. Mi caminar era un balanceo ligero, suave pero seductor. La esencia de querer algo más, comenzaba a renacer en mí… Me acerqué, solo una prostituta se acercaba a los hombres… pero yo sabía lo que era, era una mujer ya hecha y derecha y yo conocía a este hombre que me miraba con intensa llama en los ojos…
Sus ojos, se encontraron entonces a corta distancia de los míos y por fin pude articular palabra:
-Cavaliere Cafiero…- pronuncié en italiano, su idioma natal.- ¿Me permite sentarme aquí?- dije con mi voz casi como renovada de su fuerza interior, y exhalé profundo esperando su respuesta.
"¡Qué apuesto lucía esta noche!-pensé," este hombre siempre ha sido mi pequeña-gran obsesión… y pude notar el reflejo de mi misma en su mirada, al medio en sus pupilas. Quería más de aquello… quería permanecer a su lado un poco más, aunque en mí existía la incertidumbre y quizás la desafortunada acción que él desapareciera otra vez de mi vista… sin dejar más rastro…
Athénaïs Montespan- Humano Clase Alta
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Re: Un alto en el camino [Privado]
Observé como Allison parecía tratar de evitar mi mirada a toda costa desde que la joven que se había aproximado a mi mesa se había marchado. ¿En serio pensaba que sería tan ruin como para perder la oportunidad de hablar con ella por el simple hecho de que una desconocida se me acercase? Es cierto que era un lobo, que mis instintos más primarios habituaban a ser los responsables de mi comportamiento, pero por encima de todo, estaba ella.
Bastante daño le habría causado como para no ser capaz de mostrarme como un caballero en esos momentos. Además de que quería hablar con ella de nuevo, sentir el calor de su cuerpo orillado al mío, besar esos labios que habían sido mi ambrosía.
Seguí bebiendo de mi copa mientras observaba como Allison se acercaba a la barra y su acompañante se marchaba, hecho que me hizo dibujar una sonrisa ladina en mi rostro. Estaba sola, y eso me otorgaba mayor posibilidad de acercarme sin preocuparme de el otro hombre. Cuando volvió a su mesa con la bebida en la mano, tomó asiento, dejando su mirada fija en el vacío.
Me deleité con cada uno de esos gestos que se hacían visibles cuando se ensimismaba en sus pensamientos; la forma en que se tocaba el pelo, como mordía su labio inferior cuando se ponía nerviosa. Gestos que me habían acompañado desde que me marché de su lado sin una sola explicación, pero ¿cómo le explicas a una mujer que te marchas porque crees que te estás enamorando de ella? Ni siquiera yo lo entendía, solo sabía que había muchos impedimentos entre nosotros para que pudiese salir bien nuestro amor.
Durante unos meses habíamos pasado noches en vela juntos, entre besos, juegos y caricias. Era la única mujer que no pertenecía a la manada que sabía de mi naturaleza porque yo se lo había confesado; necesitaba ser sincero con ella, necesitaba que no me rechazase cuando supiese la verdad. Y una vez más, no dejó de sorprenderme. Asumió lo que era, y siguió entregándose a mí como si ser un licántropo no tuviese mayor importancia. Adoraba esa parte de su carácter fuerte, aunque luego entre mis brazos temblase como una niña.
Sonreía de medio lado mientras seguía observándola, sintiendo al verla todos esos pensamientos que había tratado de mantener vivos en mi memoria, cuando su mirada se posó en mí, y nuestras miradas se encontraron. Unas miradas que en esos momentos podrían decir mucho más que nuestras palabras.
Me sorprendió que fuese ella quien decidiese tomar la iniciativa y acercarse hasta mi mesa, más era una mujer que mostraba confianza en sí misma con cada paso que daba, con cada movimiento de su cuerpo cincelado por algún dios y que captó toda mi atención.
-Mademoiselle Yasic.- contesté con una amplia sonrisa, poniéndome de pie a su lado, tomando su mano entre las mías y besando el dorso de esta. Era un salvaje, pero sabía cuando tenía que seguir ciertos protocolos. Busqué su mirada cuando mis labios se posaron despacio sobre su piel, antes de dejar de nuevo su mano libre.- Es un placer volver a veros, permítame que le retire la silla.- La rodeé para apartar la silla que se encontraba al lado de la que yo estaba usando, la quería cerca, la necesitaba cerca. Cerré los ojos durante unos segundos al volver a aspirar su olor; ese que durante semanas había permanecido en mi ropa. Con un gesto afirmativo a Allison, ésta tomó asiento, acercándole yo la silla al hacerlo, momento en el que su cuello se quedó tan próximo al mío que me costó la vida no besarlo. Tras recuperarme de su acercamiento, volví hasta mi silla, tomando asiendo junto a ella.. Estaba tan hermosa como la última vez que la vi, tal vez incluso más. Parecía más tranquila, más serena. Sus ojos mostraban la sabiduría aprendida a lo largo del tiempo y los contratiempos de la vida. ¿Se habría casado? Sentí como mis ojos tomaban color durante unos segundos, y respiré hondo para calmarme; estaba en su derecho de haber hecho lo que gustas, me gustase o no.- Ha pasado mucho tiempo.- apunté sin saber bien como llevar la conversación cuando lo que quería era besarla.- ¿Qué ha sido de vuestra vida desde entonces?
Aunque ¿deseaba realmente saber si había rehecho su vida después de mi marcha? Apoyé mi cuerpo en el respaldo del asiento esperando lo peor, mientras mis ojos se mantenían clavados en los suyos, haciendo gala de esa complicidad que siempre habíamos tenido y que parecía haber perdurado a lo largo del tiempo.
Bastante daño le habría causado como para no ser capaz de mostrarme como un caballero en esos momentos. Además de que quería hablar con ella de nuevo, sentir el calor de su cuerpo orillado al mío, besar esos labios que habían sido mi ambrosía.
Seguí bebiendo de mi copa mientras observaba como Allison se acercaba a la barra y su acompañante se marchaba, hecho que me hizo dibujar una sonrisa ladina en mi rostro. Estaba sola, y eso me otorgaba mayor posibilidad de acercarme sin preocuparme de el otro hombre. Cuando volvió a su mesa con la bebida en la mano, tomó asiento, dejando su mirada fija en el vacío.
Me deleité con cada uno de esos gestos que se hacían visibles cuando se ensimismaba en sus pensamientos; la forma en que se tocaba el pelo, como mordía su labio inferior cuando se ponía nerviosa. Gestos que me habían acompañado desde que me marché de su lado sin una sola explicación, pero ¿cómo le explicas a una mujer que te marchas porque crees que te estás enamorando de ella? Ni siquiera yo lo entendía, solo sabía que había muchos impedimentos entre nosotros para que pudiese salir bien nuestro amor.
Durante unos meses habíamos pasado noches en vela juntos, entre besos, juegos y caricias. Era la única mujer que no pertenecía a la manada que sabía de mi naturaleza porque yo se lo había confesado; necesitaba ser sincero con ella, necesitaba que no me rechazase cuando supiese la verdad. Y una vez más, no dejó de sorprenderme. Asumió lo que era, y siguió entregándose a mí como si ser un licántropo no tuviese mayor importancia. Adoraba esa parte de su carácter fuerte, aunque luego entre mis brazos temblase como una niña.
Sonreía de medio lado mientras seguía observándola, sintiendo al verla todos esos pensamientos que había tratado de mantener vivos en mi memoria, cuando su mirada se posó en mí, y nuestras miradas se encontraron. Unas miradas que en esos momentos podrían decir mucho más que nuestras palabras.
Me sorprendió que fuese ella quien decidiese tomar la iniciativa y acercarse hasta mi mesa, más era una mujer que mostraba confianza en sí misma con cada paso que daba, con cada movimiento de su cuerpo cincelado por algún dios y que captó toda mi atención.
-Mademoiselle Yasic.- contesté con una amplia sonrisa, poniéndome de pie a su lado, tomando su mano entre las mías y besando el dorso de esta. Era un salvaje, pero sabía cuando tenía que seguir ciertos protocolos. Busqué su mirada cuando mis labios se posaron despacio sobre su piel, antes de dejar de nuevo su mano libre.- Es un placer volver a veros, permítame que le retire la silla.- La rodeé para apartar la silla que se encontraba al lado de la que yo estaba usando, la quería cerca, la necesitaba cerca. Cerré los ojos durante unos segundos al volver a aspirar su olor; ese que durante semanas había permanecido en mi ropa. Con un gesto afirmativo a Allison, ésta tomó asiento, acercándole yo la silla al hacerlo, momento en el que su cuello se quedó tan próximo al mío que me costó la vida no besarlo. Tras recuperarme de su acercamiento, volví hasta mi silla, tomando asiendo junto a ella.. Estaba tan hermosa como la última vez que la vi, tal vez incluso más. Parecía más tranquila, más serena. Sus ojos mostraban la sabiduría aprendida a lo largo del tiempo y los contratiempos de la vida. ¿Se habría casado? Sentí como mis ojos tomaban color durante unos segundos, y respiré hondo para calmarme; estaba en su derecho de haber hecho lo que gustas, me gustase o no.- Ha pasado mucho tiempo.- apunté sin saber bien como llevar la conversación cuando lo que quería era besarla.- ¿Qué ha sido de vuestra vida desde entonces?
Aunque ¿deseaba realmente saber si había rehecho su vida después de mi marcha? Apoyé mi cuerpo en el respaldo del asiento esperando lo peor, mientras mis ojos se mantenían clavados en los suyos, haciendo gala de esa complicidad que siempre habíamos tenido y que parecía haber perdurado a lo largo del tiempo.
Branco Cafiero- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 115
Fecha de inscripción : 18/10/2016
Localización : París
Re: Un alto en el camino [Privado]
Era extraño y costaba que entrase en mi cabeza el hecho de que aquel galante hombre pudiese ser una bestia… un animal, una mitad hombre, una mitad lobo… Era como si me faltara conocer algo de sí mismo… no sabía cómo explicármelo, como desenredar mis pensamientos entre lo racional y lo mitólogico de su existencia. ¿Cómo podía ser posible?... aunque en alguna parte de mí, ya se había aceptado aquello de Branco, había otra parte de mí que estaba llena de dudas, ¿Cómo era su vida realmente, cuando no era humano, su apariencia, sus sentires? -si es que los poseía siendo un animal-, pero me era difícil, mi mente científica no daba vasto a una explicación de tal alcance para una humana tan simple como yo.
Mientras pensaba todo ello, no podía dejar de contemplarlo se veía hermoso, se veía humano, alguien común y corriente pero con una parte que desearía conocer… aunque era como estar frente a un asesino, al momento en que temes que tu vida sea quitada a manos de éste pero el no me quitaba la vida, el me quitaba el corazón… mis sentimientos acerca de él eran reales, y quería decirle de alguna manera, demostrarle de alguna manera concreta cómo es que después de tanto tiempo sin vernos, ni hablarnos, ni saber nada acerca del otro… mis sentimientos para con este hombre-lobo seguían intactos, iguales… Branco me hacía retumbar la cabeza, mi interior, su existencia era increíble para mí… yo lo quería en verdad.
En tan escasos minutos pude percibir sus gestos, la forma en que me miraba y sus ojos cuando me alcanzaban… sus palabras… me parecían tan cercanas, tan conocidas, tan verdaderas y hasta hace pocos días mi vida continuaba su curso, y Branco seguía en mis pensamientos, en mi imaginación de lo que pudo ser si….-si él se hubiese quedado a mi lado-… Y ahora, lo tenía frente a mí en carne y hueso.
Al corresponder mi saludo, Branco tomó mis manos… y con qué suavidad lo hizo, el contacto de sus labios dejaron marcada mi piel invisiblemente, su piel cálida… fuertemente cálida, casi como si en él existiera una llama que al momento de tocar mi piel se hubiese enfurecido ¿Acaso se sentía feliz de verme?... Luego miré sus ojos, los cuáles fulminaron… no entendía por qué pero suponía que es porque en su interior algo estaba pasando, me sobresalté un poco al observar aquello. Todo de él me mantuvo erizada y despierta, emocionada, algo nerviosa… y lo más importante, era que me traía momentos buenos y momentos malos vividos con él. Desde el momento en que lo vi por primera vez, hasta el momento en que ya no estaba…
-Así es… estimado Branco… mucho tiempo de silencio entre los dos.- dije respondiéndole, y sentándome en la silla que él había puesto a su lado donde en aquel momento, su perfume varonil inundó mis sentidos… su esencia estaba en el aire, allí tan cerca de mí…-Branco… ¿qué fue lo que sucedió?…- le dije con voz suave, pero quería ir directo al grano. Más dejé la pregunta en el aire, esperando el momento en que él estuviese preparado para respondérmela. Mi fuerza interior no podía desvanecerse ahora, no quería que eso sucediera pero inevitablemente bajé la mirada a sus labios y mi mano subió por su barbilla quedándose en ella por unos segundos...
Creí que me costaría más... pero no, no me costó tocarlo, sentir su piel aunque él había dado ya el primer paso con sus labios, mis manos deseaban sentirlo a voluntad. Alcé la mirada nuevamente, y le respondí entre un suspiro: -Mi vida… ha progresado, en el ámbito económico y profesional, sigo con la cabeza metida en los estudios, las manos en el hospital, y el corazón aferrado a mis recuerdos- dije con naturalidad, esperando a que él entendiese a lo que me refería realmente con mis recuerdos. –Cuando vives sola, no queda de otra que aceptar lo que se tiene… disfrutar de algún modo los triunfos, y en lo personal… seguir adelante.- dije aquello en un tono más reflexivo.
Me había olvidado por completo que estamos atrapados en una taberna, que de seguro no era el mejor lugar para conversar cosas más sólidas, así que llamé a William con una mirada, el cual se encontraba en la barra con algunos acompañantes y le pedí que me trajera un buen vino. Después de unos minutos William se acercó con dos copas de vino entregándole una de cortesía a Branco.
-Branco…te presento a mi sirviente William, a quien ordené que me acompañara a este lugar un tanto peligroso… trabaja como mi guardaespaldas.- le conté a Branco mientras tomaba un sorbo de vino tinto y lo miraba, con la intención de darle a entender que William sólo era un hombre que trabajaba para mí. William le saludó con cortesía y después de ello se alejó.
-Creo que fue una estrategia inteligente el traerlo conmigo, así no llamaría a las miradas e intenciones de otros… ¿y a la suya... Branco?- le pregunté con una mirada penetrante, con un tono de broma con un pedazo de verdad. Siempre con la franqueza que me caracterizaba.
Mientras pensaba todo ello, no podía dejar de contemplarlo se veía hermoso, se veía humano, alguien común y corriente pero con una parte que desearía conocer… aunque era como estar frente a un asesino, al momento en que temes que tu vida sea quitada a manos de éste pero el no me quitaba la vida, el me quitaba el corazón… mis sentimientos acerca de él eran reales, y quería decirle de alguna manera, demostrarle de alguna manera concreta cómo es que después de tanto tiempo sin vernos, ni hablarnos, ni saber nada acerca del otro… mis sentimientos para con este hombre-lobo seguían intactos, iguales… Branco me hacía retumbar la cabeza, mi interior, su existencia era increíble para mí… yo lo quería en verdad.
En tan escasos minutos pude percibir sus gestos, la forma en que me miraba y sus ojos cuando me alcanzaban… sus palabras… me parecían tan cercanas, tan conocidas, tan verdaderas y hasta hace pocos días mi vida continuaba su curso, y Branco seguía en mis pensamientos, en mi imaginación de lo que pudo ser si….-si él se hubiese quedado a mi lado-… Y ahora, lo tenía frente a mí en carne y hueso.
Al corresponder mi saludo, Branco tomó mis manos… y con qué suavidad lo hizo, el contacto de sus labios dejaron marcada mi piel invisiblemente, su piel cálida… fuertemente cálida, casi como si en él existiera una llama que al momento de tocar mi piel se hubiese enfurecido ¿Acaso se sentía feliz de verme?... Luego miré sus ojos, los cuáles fulminaron… no entendía por qué pero suponía que es porque en su interior algo estaba pasando, me sobresalté un poco al observar aquello. Todo de él me mantuvo erizada y despierta, emocionada, algo nerviosa… y lo más importante, era que me traía momentos buenos y momentos malos vividos con él. Desde el momento en que lo vi por primera vez, hasta el momento en que ya no estaba…
-Así es… estimado Branco… mucho tiempo de silencio entre los dos.- dije respondiéndole, y sentándome en la silla que él había puesto a su lado donde en aquel momento, su perfume varonil inundó mis sentidos… su esencia estaba en el aire, allí tan cerca de mí…-Branco… ¿qué fue lo que sucedió?…- le dije con voz suave, pero quería ir directo al grano. Más dejé la pregunta en el aire, esperando el momento en que él estuviese preparado para respondérmela. Mi fuerza interior no podía desvanecerse ahora, no quería que eso sucediera pero inevitablemente bajé la mirada a sus labios y mi mano subió por su barbilla quedándose en ella por unos segundos...
Creí que me costaría más... pero no, no me costó tocarlo, sentir su piel aunque él había dado ya el primer paso con sus labios, mis manos deseaban sentirlo a voluntad. Alcé la mirada nuevamente, y le respondí entre un suspiro: -Mi vida… ha progresado, en el ámbito económico y profesional, sigo con la cabeza metida en los estudios, las manos en el hospital, y el corazón aferrado a mis recuerdos- dije con naturalidad, esperando a que él entendiese a lo que me refería realmente con mis recuerdos. –Cuando vives sola, no queda de otra que aceptar lo que se tiene… disfrutar de algún modo los triunfos, y en lo personal… seguir adelante.- dije aquello en un tono más reflexivo.
Me había olvidado por completo que estamos atrapados en una taberna, que de seguro no era el mejor lugar para conversar cosas más sólidas, así que llamé a William con una mirada, el cual se encontraba en la barra con algunos acompañantes y le pedí que me trajera un buen vino. Después de unos minutos William se acercó con dos copas de vino entregándole una de cortesía a Branco.
-Branco…te presento a mi sirviente William, a quien ordené que me acompañara a este lugar un tanto peligroso… trabaja como mi guardaespaldas.- le conté a Branco mientras tomaba un sorbo de vino tinto y lo miraba, con la intención de darle a entender que William sólo era un hombre que trabajaba para mí. William le saludó con cortesía y después de ello se alejó.
-Creo que fue una estrategia inteligente el traerlo conmigo, así no llamaría a las miradas e intenciones de otros… ¿y a la suya... Branco?- le pregunté con una mirada penetrante, con un tono de broma con un pedazo de verdad. Siempre con la franqueza que me caracterizaba.
Athénaïs Montespan- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/10/2016
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