El sabor de la sangre, el elixir que hechiza [Privado] (+18)

Recuerdo del primer mensaje :


El vampiro no entró al restaurante como el príncipe que era, aunque su fama comenzaba a extenderse por París y no pudo evitar ser reconocido. La localidad era elegante, digna para él pero comenzaba a odiar tanta atención, sus intervenciones en Francia habían llamado mucho la atención por lo que ya pensaba seriamente en dejar el país y regresar a los Países Bajos. Mas la noche no era para pensar en un futuro más allá de la cena.

Su telepatía comenzó a invadir mentes para detectar a la mujer más atractiva, y no precisamente al físico, sino a lo intelectual, a las mujeres casadas o comprometidas que asistían sin su hombre, o las que renegaran del calor del sexo provocado por un hombre. Esas eran las mujeres que Violante buscaba.

A diferencia de otras noches, o eventos recurrentes, el lugar se encontraba en un equilibrio entre ambos sexos. Por lo que a Violante le parecería un poco más difícil encontrar lo que para otros vampiros llamarían presa y que él sólo consideraba fuentes de alimento y quizás, si ellas lo valían esclavas de sangre o hasta amantes. Por eso estaba Violante ahí, para alimentarse lo que era irónico y divertía al príncipe.

—Bonjour moniseur, ¿le puedo ofrecer algo?— dijo el mesero que lo había detectado desde la entrada y que desconocía de quién se trataba, –podría ser un buen cliente– había pensado antes de acercarse al vampiro que recién se había sentado. El vampiro a penas le dirigió la mirada, era un simple mortal de clase media con una suerte de trabajar en dicha localidad. —Traiga el mejor vino que tenga... Pero escucha con atención. El mejor, sabré si no es lo mejor que tienen en su cava— respondió con voz imperativa, sin mirarle pero mostrando su característica soberbia a esos ojos que no estaban dispuestos a ver al mortal y su vulgaridad. –Vaya es un Lord engreído– pensó el mesero y se fue, Violante sonrió.

Por supuesto, no bebería del vino sólo era para aparentar en el tiempo en que encontraba a quien sería su juguete. El mesero volvió hacer presencia. —Monsieur— bajó la copa y con un gesto ofreció servirle, Violante alzó la mano para ordenarle que no lo hiciera. —Abra la botella y la deja frente a la copa, ya te llamaré cuando desee beber— Violante mantenía ese tono imperativo, pero esta vez le inyectó soberbia, quería escuchar de nuevo una queja por parte del mortal y que para el vampiro, bien le caía como un cumplido.

—Como ordene Moniseur— dijo con cortesía, estaré pendiente a su llamado— continuó con una afirmación de cabeza. —Puedes retirarte— reprendió el vampiro fingiendo irritación por la presencia del mortal que comenzaba a divertirle. El mesero hizo una reverencia y cabizbajo se fue retirando. –Maldito engreído– rebatió en su mente. Al escuchar el pensamiento del mortal, el príncipe sonrió con malicia, aquellas palabras eran como un bálsamo para su ego, quiso reír pero se contuvo. –¿Por qué está sonriendo el patán?–se preguntó el mesero que a lo lejos no dejaba de verlo. Fue entonces que Violante le dedicó una mirada fulminante, el mortal palideció, tragó saliva y se perdió entre la gente congregada. Al príncipe dejó de darle importancia y comenzó a mirar a todos lados, a las damas como a las señoritas.

Las palabras de Ainara fueron música para sus oídos, los movimientos se hicieron más duros y rápidos. Su corazón comenzó a bombear sangre más rápido y sus gemidos no hacían más que distraer a Violante. Pronto perdió el ritmo, el control y bebió con avidez, la sangre le llegaba con mayor velocidad, a penas era capaz de beberla. Sin embargo, ella demostraba aún estar llena de energía, la cogió de la cintura y profundizo todavía más las envestidas. Ahora, aferrado al cuello de ella, él también gemía, esta mujer le estaba llevando a un placer como nunca.

Sin embargo, comenzó a escuchar el corazón de ella latir con lentitud. Ya había bebido demasiada sangre, si continuaba ella perdería la vida y Violante que ya se había encaprichado con ella no tendría más remedio que volverla su vástago, su compañera. Que era lo último que el vampiro haría.

Fue deteniendo los movimientos haciéndose de las caderas femeninas, retiró sus colmillos y lamió la herida. Ainara estaba pálida, débil. Su frágil cuerpo cayó sobre el de Violante, que seguía dentro de ella. —Mi hermosa Ainara, sientete orgullosa que has sido la mejor amante que he tenido en siglos de existencia— el vampiro la tomó de sus flácidos brazos y la hizo que lo mirara a los ojos, después la besó y antes de que sus labios se separaran por centímetros, el príncipe le susurró. —No te puedo dar mi sangre ahora, estás muy débil, si me atrevo hacerlo perderás tu vida mortal convirtiéndote en una inmortal. Así que antes de regresar, pasaremos a que comas algo. Te llevaré a conocer mi palacio para que me visites cada que quieras hacerlo; después regresaremos al restaurante para que marches a tu casa, descanses y pueda volverte a ver mañana... ¿por qué me querrás ver cierto?— un nuevo beso para luego retirarla de su excitación, la sentó frente a él; levantó la prenda interior femenina y la ayudó a vestir, la arregló como su fuera una muñeca de porcelana.

Los ojos de Violante la miraron de una forma muy distinta a como miraba a todas sus víctimas, al resto de las que llegaron a ser sus amantes. El príncipe miraba a Ainara con cariño, como si la amara.

—Llevanos al palacio— transmitió directamente a la mente de su cochero, ansiaba llegar allá, alimentarla y quizás, volver a tomarla antes de regresar.

No podía dejar de gemir sintiendo las envestidas cada vez mas rápidas y profundas, todo mi cuerpo vibraba con cada caricia, cada beso, cada movimiento, sentía que mis energías no se iban a acabar nunca, mis uñas arañaban su espalda arqueandome a su cuerpo, mi respiración era acelerada, mi corazón latía a prisa el me estaba enseñando cosas...que nunca en mi vida creí sentir, sensaciones que nunca pensé que existieran, el seguía bebiendo de mi, y luego fue como si explotara en mil pedazos, mi cuerpo se consumió por el placer, temblaba entre sus brazos como una hoja, sintiéndome en el cielo, como en una gran explosión de energía y de pronto fue como si todas mis energías se esfumaran, ni siquiera podía mantenerme erguida.

Mire sus ojos cuando el me izo hacerlo, sonreí al oír sus palabras, y le correspondí el beso de manera dulce, suspire contra sus labios escuchando cada una de sus palabras, gemí un poco cuando me tomo apartándome de el, lo sentí ayudarme, ni siquiera podía mover un solo musculo era como si mi propio cuerpo pesara de pronto una tonelada -claro que querré volver a verlo...- Murmure incluso algo tan pequeño y básico me costaba mucho hacerlo, al final opte por sonreír mientras miraba sus ojos, queriendo demostrarle que estaba feliz de hacer todo lo que el me decía, en cierto modo, no quería alejarme, quería prolongar la velada mucho mucho mas.

Cuando pensaba en todo lo ocurrido, seguía sin poder creerlo era simplemente maravilloso, todo había ocurrido tan rápido, tan intenso, lo mejor de todo es que...había sido yo quien lo había decidido así y no me arrepentía, estaba feliz con mis decisiones, no podían haber sido mejores, no me arrepentía de nada, pensaba mientras sonreía, agotada, mis ojos se cerraban por si solos, pero no quería dejar de mirarlo, poco a poco mi respiración se calmo haciéndose lenta, en mi cuerpo aun tenia la sensación de sentirlo en mi interior, me sentía cansada, feliz, calmada...