Meditación [Libre]

Esa mañana había decidido hacer un pequeño paseo deseaba recordar sus día en los bosques de su infancia y lo único parecido y cercano eran los bosques que se extendían a las afueras de Paris, aquellos que comenzaban apenas adentrarse a un enorme parque de estilo inglés algo poco común en Francia, poco a poco iba descubriendo lugares y personas que le fascinaban. Decidida como era, bajó las escaleras de la gran mansión con una sonrisa en los labios y la mirada cristalina, se había propuesto que el día de hoy sería memorable.

Cruzó las diferentes estancias hasta llegar a la cocina, donde la cocinera le preparó un buen desayuno, del que solo probó un zumo de frutas y comió un bocado de pan. Se había vestido con un amplio traje de montar de muselina marrón con una torera haciendo juego y un coqueto sombrerito que la ayudaría a soportar los rayos del sol, era otoño asi que el clima no se presentaba como para ir muy descubierta o muy abrigada, se miró en el espejo de estilo versallesco y poniéndose los guantes de cuero para poder llevar las riendas sin herir sus delicadas manos, se encaminó a las caballerizas. El cielo estaba teñido por un color rosado y auguraba un muy buen día. Lucius, el cochero de la mansión y su amigo desde que había llegado a ésta, salía de la construcción llevando de las riendas el caballo de Saskia, apenas la vio la detuvo – dime, ¿a donde crees que vas a estas horas? – la tomó suavemente de un brazo e intentó acercarla, su rostro hermoso y varonil la contemplaba con un gesto de preocupación y de embeleso, ella lo miró a los ojos, con un dejo de reproche - tenemos una buena amistad – le dijo con firmeza pero con cariño – no es bueno mezclar los sentimientos, no soy buena para el romance y lo sabes – se zafó suavemente de sus dedos - no puedo atarme a nadie, no deseo perder a mas seres amados – la caparazón que su alma siempre llevaba, por un segundo se resquebrajó y en su mirada la tristeza se hizo presente, tocó suavemente el pecho del hombre – por nuestro bien, solo podemos tener esto – sus palabras estaban cargadas de angustia, no quería romper en llanto delante de él, dio media vuelta y tomó las riendas del caballo, seguramente Lucius estaba por salir, pero ella no lo esperó, montó y salió de la propiedad como una exhalación.

En pocos minutos estuvo en el inmenso bosque, suspiró aliviada, deseaba ser capaz algún día de ser amada, pero por ahora, por hoy esa parte de su vida estaba vedada. En su paseo por el lugar, tomó un pequeño sendero que la condujo hasta un riachuelo que suave y cristalino alegraba y embellecía aún más el lugar, si eso era posible. Contempló los árboles, el paisaje y distinguió a la lejanía un bulto, se acercó un poco más, a unos metros de aquello, entonces se dio cuenta que se trataba de un joven que estaba sentado tranquilamente a la sombra de un árbol, parecía descansar – ¿será que está dormido? – se dijo algo curiosa, pero al ver que el muchacho no se movía se apresuró a llegar hasta él.

Bajó de su caballo, que instintivamente se dirigió hacia donde estaba otro animal, comiendo unos hierbajos, atado a las ramas bajas de un árbol cerca al riachuelo, mientras ella con paso sigiloso se aproximaba al hombre que, en una actitud algo extraña, parecía estar dormitando. Cuando estuvo a escasos centímetros se acuclilló y con uno de sus dedos tocó con miedo el brazo del joven, - oiga, ¿se encuentra bien? - dijo en voz baja observando con atención si el pecho del sujeto se expandía al respirar.