AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Cuervos y Calabazas [Leigh Lezarc]
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Cuervos y Calabazas [Leigh Lezarc]
Recuerdo del primer mensaje :
Asechar… como un tigre me camuflo en la hierba alta a la caza de mi presa, mi lomo naranja se mimetiza con el entorno otoñal. Avanzo en perfecto silencio cada vez más cerca, tenso mis patas con la vista fija en el blanco y salto arrojando todo mi peso directo al enorme montículo de hojas que vuelan y se dispersas a todas partes cuando me sumerjo en ellas. Me quedo allí un momento, inmóvil antes de saltar fuera, y luego dentro nuevamente hasta que todo el trabajo del jardinero queda destruido y las hojas demasiado dispersas para poder divertirme con ellas.
Pero esta época es mágica y la naturaleza provee más diversión, salto de un lado a otro, cada vez más alto mientras cazo al vuelo las hojas secas. Adoro ver su lenta danza en la leve brisa mientras se desprenden de las ramas. Dios! Estoy tan lleno de energías!
Me trepo corriendo por un tronco semi inclinado, acomodándome en una de sus ramas más alta mientras observo todo el jardín desde mi privilegiada posición y planeo mi siguiente travesura. De la cocina percibo el olor de algo recién horneado, también puedo ver a una de las mucamas cargando un bulto de sabanas recién lavadas ”¿Lavanda?” ¿a eso huele?, no estoy del todo seguro pero podría ir a averiguarlo aunque quizás mis patas estén algo sucias de tierra.
Estaba casi decidido a ir a ver la calidad del trabajo de la lavandera cuando un graznido me pone en alerta. Alas negras descendiendo furtivamente en el huerto de la vieja ama de llaves. ”Cretino emplumado”, solo un cuervo podría ser tan atrevido de invadir mi patio de juegos para picotear las calabazas que sólo permito que crezcan porque me agrada el sabor del dulce que prepararan con ellas.
En silencio me deslizo de regreso al suelo, siguiendo con el mismo sigilo hasta el huerto cultivado junto a uno de los muros del antiguo castillo. Me avalando sobre el intruso y cambio atrapándolo entre mis manos de hombre, aquella salvaje fiera se retuerce y grazna enloquecida mientras su pico intenta hacer blanco en cualquier parte de mi a su alcance, sin embargo lo inmovilizo.
- Insensato – me río y beso su cabeza de lisas plumas, se retuerce tratando de liberarse, pero lo tengo bien aferrado – ¿a donde piensas ir? Dime ¿Qué debería hacer contigo? ¿Arrancarte todas las plumas? Te ves muy bonitos con ellas, pero me da curiosidad ver como luces sin ellas – me encantaba esa idea, claro que iba a ser un gran trabajo, pero sólo de imaginarlo sentía deseos de reír.
Otros inquietantes graznidos me responden, demasiado tarde me doy cuenta que he sido emboscado. Pequeños ojos brillantes me miran con malicia desde ramas cercanas. Al menos una docena de diablos emplumados que se lanzan directo hacía mi.
Suelto mi presa y cambio con la esperanza de ser un blanco menos fácil, pero aun así siento unas garras rasgas mi lomo y el pico golpear mi nuca, salto hacia atrás repartiendo zarpazos y gruñidos logrando liberarme para seguir con la huida antes de que vuelvan a caer sobre mi.
Asechar… como un tigre me camuflo en la hierba alta a la caza de mi presa, mi lomo naranja se mimetiza con el entorno otoñal. Avanzo en perfecto silencio cada vez más cerca, tenso mis patas con la vista fija en el blanco y salto arrojando todo mi peso directo al enorme montículo de hojas que vuelan y se dispersas a todas partes cuando me sumerjo en ellas. Me quedo allí un momento, inmóvil antes de saltar fuera, y luego dentro nuevamente hasta que todo el trabajo del jardinero queda destruido y las hojas demasiado dispersas para poder divertirme con ellas.
Pero esta época es mágica y la naturaleza provee más diversión, salto de un lado a otro, cada vez más alto mientras cazo al vuelo las hojas secas. Adoro ver su lenta danza en la leve brisa mientras se desprenden de las ramas. Dios! Estoy tan lleno de energías!
Me trepo corriendo por un tronco semi inclinado, acomodándome en una de sus ramas más alta mientras observo todo el jardín desde mi privilegiada posición y planeo mi siguiente travesura. De la cocina percibo el olor de algo recién horneado, también puedo ver a una de las mucamas cargando un bulto de sabanas recién lavadas ”¿Lavanda?” ¿a eso huele?, no estoy del todo seguro pero podría ir a averiguarlo aunque quizás mis patas estén algo sucias de tierra.
Estaba casi decidido a ir a ver la calidad del trabajo de la lavandera cuando un graznido me pone en alerta. Alas negras descendiendo furtivamente en el huerto de la vieja ama de llaves. ”Cretino emplumado”, solo un cuervo podría ser tan atrevido de invadir mi patio de juegos para picotear las calabazas que sólo permito que crezcan porque me agrada el sabor del dulce que prepararan con ellas.
En silencio me deslizo de regreso al suelo, siguiendo con el mismo sigilo hasta el huerto cultivado junto a uno de los muros del antiguo castillo. Me avalando sobre el intruso y cambio atrapándolo entre mis manos de hombre, aquella salvaje fiera se retuerce y grazna enloquecida mientras su pico intenta hacer blanco en cualquier parte de mi a su alcance, sin embargo lo inmovilizo.
- Insensato – me río y beso su cabeza de lisas plumas, se retuerce tratando de liberarse, pero lo tengo bien aferrado – ¿a donde piensas ir? Dime ¿Qué debería hacer contigo? ¿Arrancarte todas las plumas? Te ves muy bonitos con ellas, pero me da curiosidad ver como luces sin ellas – me encantaba esa idea, claro que iba a ser un gran trabajo, pero sólo de imaginarlo sentía deseos de reír.
Otros inquietantes graznidos me responden, demasiado tarde me doy cuenta que he sido emboscado. Pequeños ojos brillantes me miran con malicia desde ramas cercanas. Al menos una docena de diablos emplumados que se lanzan directo hacía mi.
Suelto mi presa y cambio con la esperanza de ser un blanco menos fácil, pero aun así siento unas garras rasgas mi lomo y el pico golpear mi nuca, salto hacia atrás repartiendo zarpazos y gruñidos logrando liberarme para seguir con la huida antes de que vuelvan a caer sobre mi.
Última edición por Maurice Morgan el Lun Abr 15, 2013 10:41 pm, editado 1 vez
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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Re: Cuervos y Calabazas [Leigh Lezarc]
Aquella mirada llena de decisión y la manera en que empuñaba el cuchillo… Lauren sin duda no era una chica cualquiera, era mucho más valiente de lo que imaginaba, pero incluso mostrando aquel aire de amazona hubiese sido mejor si ella sólo corriese lejos y sin mirar atrás.
Aprovechando que toda su atención estaba dirigida en vigilar a la criatura que nos acechaba, le robe un beso, nada más que un fugaz roce de labios, si la noche tenía que terminar tan malamente para mi, al menos quería un recuerdo dulce.
- El beso de una doncella puede dar capacidades sobrehumanas a cualquier hombre – le guiñe un ojo y solté su mano para hacer que mis uñas crecieran, siempre dolía terriblemente, pero las necesitaría – vete Lauren, corre, no tengas miedo, no dejare que vaya detrás de ti – quizás era realmente un bastardo engreído como comentaban las mucamas a mis espaldas, pero no era del tipo que dejaba que una señorita peleara contra una bestia sin más que un pequeño cuchillo para defenderse.
La criatura finalmente se decidió emprendiendo una colérica carrera en nuestra dirección, corrí igualmente a su encuentro, saltando cuando estábamos sólo a unos pocos metros de distancia, embistiéndola y rodando con ella por el irregular terreno.
Sentí sus garras abrir surcos profundos en mi espalda, arrancando mi camisa junto con la piel que se llevo bajo las uñas. Sisee amenazadoramente hacía el golpeando su hocico en el momento que intento morderme, dejándole un rasguño en la nariz que sólo lo enfureció más. Se abalanzo sobre mi intentando darme alcance con sus peludas extremidades, pero hice buen uso de mi agilidad manteniendo la distancia. Aquel lycantropo, porque eso suponía que era, tenía mucha más fuerza que yo, y sus afilados dientes eran mucho más letales que mis garras o colmillos, una lucha cuerpo a cuerpo no era la mejor opción, si seguía moviéndome tenía oportunidad de hacer que se cansara, una vez estuviese exhausto era posible que pudiese derrotarlo.
Aprovechando que toda su atención estaba dirigida en vigilar a la criatura que nos acechaba, le robe un beso, nada más que un fugaz roce de labios, si la noche tenía que terminar tan malamente para mi, al menos quería un recuerdo dulce.
- El beso de una doncella puede dar capacidades sobrehumanas a cualquier hombre – le guiñe un ojo y solté su mano para hacer que mis uñas crecieran, siempre dolía terriblemente, pero las necesitaría – vete Lauren, corre, no tengas miedo, no dejare que vaya detrás de ti – quizás era realmente un bastardo engreído como comentaban las mucamas a mis espaldas, pero no era del tipo que dejaba que una señorita peleara contra una bestia sin más que un pequeño cuchillo para defenderse.
La criatura finalmente se decidió emprendiendo una colérica carrera en nuestra dirección, corrí igualmente a su encuentro, saltando cuando estábamos sólo a unos pocos metros de distancia, embistiéndola y rodando con ella por el irregular terreno.
Sentí sus garras abrir surcos profundos en mi espalda, arrancando mi camisa junto con la piel que se llevo bajo las uñas. Sisee amenazadoramente hacía el golpeando su hocico en el momento que intento morderme, dejándole un rasguño en la nariz que sólo lo enfureció más. Se abalanzo sobre mi intentando darme alcance con sus peludas extremidades, pero hice buen uso de mi agilidad manteniendo la distancia. Aquel lycantropo, porque eso suponía que era, tenía mucha más fuerza que yo, y sus afilados dientes eran mucho más letales que mis garras o colmillos, una lucha cuerpo a cuerpo no era la mejor opción, si seguía moviéndome tenía oportunidad de hacer que se cansara, una vez estuviese exhausto era posible que pudiese derrotarlo.
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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Re: Cuervos y Calabazas [Leigh Lezarc]
La criatura que se acercaba con pisadas fuertes y enormes fauces, parecía no querer dejarlos escapar. Miraba con una determinación impropia de un animal cualquiera y era de saberse que quién cayera bajo sus garras o sus afilados dientes, tal vez no sobreviviera para contarlo. Los sobrepasaba en tamaño, era un licántropo de enorme complexión, de eso no quedó duda en cuanto avanzó y se dejó ver un poco más con claridad. Había que ser rápido si se quería salir más o menos bien librado, como mínima esperanza.
Leigh estaba segura de algo y es que no saldría corriendo ¿Para qué? si esa cosa la perseguía, la atacaría por la espalda y su vida terminaría agónica pero rápidamente. Tampoco iba a dejar a Maurice, pese a ser un desconocido, ella tenía sus principios como cazadora. No escaparía como dama en apuros mientras creía que mataban al que, hasta hace unos segundos, compartía una charla con ella y la idea un futuro encuentro. Sin embargo, él hizo algo que ella jamás hubiese pensado. Un leve beso, un pequeño pero atrevido roce de los labios del joven con los de ella la había dejado estupefacta por una fracción de segundo. Pero ni con eso ella huiría, tenía suerte que esta fuera una situación de riesgo como para que la cazadora no terminara asestándole una buena bofetada por aquél extraño atrevimiento al que claro, ella no acostumbraba.
Mantuvo el silencio con un gesto de sorpresa asomado en su rostro y bajó la vista desde los ojos del muchacho hasta sus manos y entonces comprendió mejor la situación, él era un cambiaformas. Si bien ella no los cazaba, era mejor estar pendiente y sobre todo cuando ella había sospechado que algo había raro en él desde el principio. De pronto, la criatura avanzó con velocidad hacía ellos y Maurice sin dudarlo se avalanzó en una evidente lucha. El hecho que rodaran no le daba pie a Leigh a moverse porque podría herir al equivocado. Los movimientos eran rápidos y confusos pero un cazador debe aprender a ser ágil en situaciones como esas. Un cuchillo, parecía simple, pero una sola herida en un buen lugar, bastarían para reducir significativamente a un licántropo. La plata era letal para ellos y apuntar al corazón sería lo indicado, lo definitivo y ella, debía buscar la forma de acestarle tal golpe.
Las garras de la criatura en la espalda de Maurice dieron la impresión de destrozarla, pero ¿Porqué carajos no se transformaba? ya no había nada para ocultar de su parte, a un humano común no se salen garras de la nada y otra criatura no es capaz de cambiar a gusto como lo hacen los de su especie.
-¡Transfórmate, maldita sea!- Leigh no lo gritó, pero los agudos sentidos del cambiaformas seguro que lograrían detectarlo. Con ello el joven sabría dos cosas: Que ella permanecía allí y que además no ignoraba su verdadera naturaleza, tal vez ni siquiera la de su oponente.
Ella aguardó permaneciendo en guardia ante cualquier eventualidad, presta por si la criatura decidía cambiar de víctima y se dirigía a ella. No atacó esperando que Maurice pudiera transformarse con confianza en algo con mayor fuerza y resistencia y porque además todavía nada la delataba con absoluta evidencia como cazadora.
Pero los giros del destino son inciertos y todo, puede saberse en una noche.
Leigh estaba segura de algo y es que no saldría corriendo ¿Para qué? si esa cosa la perseguía, la atacaría por la espalda y su vida terminaría agónica pero rápidamente. Tampoco iba a dejar a Maurice, pese a ser un desconocido, ella tenía sus principios como cazadora. No escaparía como dama en apuros mientras creía que mataban al que, hasta hace unos segundos, compartía una charla con ella y la idea un futuro encuentro. Sin embargo, él hizo algo que ella jamás hubiese pensado. Un leve beso, un pequeño pero atrevido roce de los labios del joven con los de ella la había dejado estupefacta por una fracción de segundo. Pero ni con eso ella huiría, tenía suerte que esta fuera una situación de riesgo como para que la cazadora no terminara asestándole una buena bofetada por aquél extraño atrevimiento al que claro, ella no acostumbraba.
Mantuvo el silencio con un gesto de sorpresa asomado en su rostro y bajó la vista desde los ojos del muchacho hasta sus manos y entonces comprendió mejor la situación, él era un cambiaformas. Si bien ella no los cazaba, era mejor estar pendiente y sobre todo cuando ella había sospechado que algo había raro en él desde el principio. De pronto, la criatura avanzó con velocidad hacía ellos y Maurice sin dudarlo se avalanzó en una evidente lucha. El hecho que rodaran no le daba pie a Leigh a moverse porque podría herir al equivocado. Los movimientos eran rápidos y confusos pero un cazador debe aprender a ser ágil en situaciones como esas. Un cuchillo, parecía simple, pero una sola herida en un buen lugar, bastarían para reducir significativamente a un licántropo. La plata era letal para ellos y apuntar al corazón sería lo indicado, lo definitivo y ella, debía buscar la forma de acestarle tal golpe.
Las garras de la criatura en la espalda de Maurice dieron la impresión de destrozarla, pero ¿Porqué carajos no se transformaba? ya no había nada para ocultar de su parte, a un humano común no se salen garras de la nada y otra criatura no es capaz de cambiar a gusto como lo hacen los de su especie.
-¡Transfórmate, maldita sea!- Leigh no lo gritó, pero los agudos sentidos del cambiaformas seguro que lograrían detectarlo. Con ello el joven sabría dos cosas: Que ella permanecía allí y que además no ignoraba su verdadera naturaleza, tal vez ni siquiera la de su oponente.
Ella aguardó permaneciendo en guardia ante cualquier eventualidad, presta por si la criatura decidía cambiar de víctima y se dirigía a ella. No atacó esperando que Maurice pudiera transformarse con confianza en algo con mayor fuerza y resistencia y porque además todavía nada la delataba con absoluta evidencia como cazadora.
Pero los giros del destino son inciertos y todo, puede saberse en una noche.
Leigh Lezarc- Cazador Clase Alta
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Re: Cuervos y Calabazas [Leigh Lezarc]
“Ella no debería estar aquí” era todo en lo que podía pensar mientras se hacia más evidente que mis posibilidades de salir airoso de esa pelea eran escasas, si bien yo era más rápido y mil veces más ágil, mis garras no cortaban su dura pies tan fácilmente como las del licantropo rasgaban la mía, músculos hinchados y macizos protegían sus órganos vitales, la luna en su plenitud le dotaba de fuerzas insospechadas y la inteligencia que brillaba a través de sus salvajes ojos dorados iba aprendiendo con rapidez, la criatura ya no se arrojaba alocadamente tratando de responder a cada una de mis provocaciones, su mirada ahora calculaba, media y elegía cuando intentar y cuando no darme alcance.
- ¡VETE LAUREN! – grite esperando infundirle algo de sentido común, por todos los cielos ¿ella creía realmente que yo podía derrotar a esa cosa?. Me halagaba que así fuera, sin duda tenía el aspecto de un príncipe de ensueño, de aquellos que matan dragones blandiendo su espada sin siquiera recibir un rasguño y luego se casan con la doncella en apuros, pero no estábamos en un cuento, ni yo tenía una espada, exceptuando aquella que cargamos todos los hombres por añadidura. - ¡Vete de una maldita vez! ¡No soy lo que crees, sólo soy un gato, tienes que irte! – ”Sólo un gato… no! No era un simple gato, era Maurice, la amada mascota de mi señor, el guardián de sus jardines, su consentido y el dueño del más sedoso y hermosos pelaje naranja” pero no era un rival adecuado para esa horrible bestia, me gustaba ser un gato, pero en este instante no me quejaría si fuese más bien un tigre o un león.
Me pareció ver algo que hizo que un escalofrío subiera por mi espalda, su horrible fauces parecía curvarse en una parodia de sonrisa, lo cual me inquieto, pero tarde comprendí lo que se fraguaba en su mente, sus ojos se desviaron hacia la frágil mujer que insistía en poner en riesgo su perfumado pellejo. Hice un intento desesperado por recobrar su atención, pero me hizo a un lado con apenas un manotazo y se arrojo en carrera en dirección a ella.
¡Dios mío! No quería ver aquello, de algún modo conseguí recobrar el equilibrio y correr tras la bestia arrojándome sobre su lomo y mordiéndole cerca del cuello sacándole unos alaridos espantosos poco antes de que la distancia que lo separaba de Lauren fuese nula.
El licantropo intento arrancarme de su espalda, pero estaba afianzado con mis garras, mordiendo con saña, una y otra vez, desesperado por conseguir dar con una arteria antes de que no pudiese sostenerme más, pero la criatura dio un salto hacia atrás, dejándose caer de espalda justo sobre mi cuerpo que quedo aplastado bajo su descomunal peso.
Sentí más de una cosa romperse en mi interior, por un instante todo fue negro e insonoro para acabar en un estallido de puro dolor. Lo solté y lo siguiente que supe es que era arrojado contra un árbol como un muñeco de trapo, y así exactamente me sentía, como si cada parte de mi estuviese rota.
- ¡VETE LAUREN! – grite esperando infundirle algo de sentido común, por todos los cielos ¿ella creía realmente que yo podía derrotar a esa cosa?. Me halagaba que así fuera, sin duda tenía el aspecto de un príncipe de ensueño, de aquellos que matan dragones blandiendo su espada sin siquiera recibir un rasguño y luego se casan con la doncella en apuros, pero no estábamos en un cuento, ni yo tenía una espada, exceptuando aquella que cargamos todos los hombres por añadidura. - ¡Vete de una maldita vez! ¡No soy lo que crees, sólo soy un gato, tienes que irte! – ”Sólo un gato… no! No era un simple gato, era Maurice, la amada mascota de mi señor, el guardián de sus jardines, su consentido y el dueño del más sedoso y hermosos pelaje naranja” pero no era un rival adecuado para esa horrible bestia, me gustaba ser un gato, pero en este instante no me quejaría si fuese más bien un tigre o un león.
Me pareció ver algo que hizo que un escalofrío subiera por mi espalda, su horrible fauces parecía curvarse en una parodia de sonrisa, lo cual me inquieto, pero tarde comprendí lo que se fraguaba en su mente, sus ojos se desviaron hacia la frágil mujer que insistía en poner en riesgo su perfumado pellejo. Hice un intento desesperado por recobrar su atención, pero me hizo a un lado con apenas un manotazo y se arrojo en carrera en dirección a ella.
¡Dios mío! No quería ver aquello, de algún modo conseguí recobrar el equilibrio y correr tras la bestia arrojándome sobre su lomo y mordiéndole cerca del cuello sacándole unos alaridos espantosos poco antes de que la distancia que lo separaba de Lauren fuese nula.
El licantropo intento arrancarme de su espalda, pero estaba afianzado con mis garras, mordiendo con saña, una y otra vez, desesperado por conseguir dar con una arteria antes de que no pudiese sostenerme más, pero la criatura dio un salto hacia atrás, dejándose caer de espalda justo sobre mi cuerpo que quedo aplastado bajo su descomunal peso.
Sentí más de una cosa romperse en mi interior, por un instante todo fue negro e insonoro para acabar en un estallido de puro dolor. Lo solté y lo siguiente que supe es que era arrojado contra un árbol como un muñeco de trapo, y así exactamente me sentía, como si cada parte de mi estuviese rota.
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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Re: Cuervos y Calabazas [Leigh Lezarc]
¿Qué tanto podía haber bajo las ropas de un cazador? Prácticamente de todo. Leigh, por ejemplo, se armaba como mejor podía; bajo el corset llevaba pequeños frascos con agua bendita –pues sus víctimas eran en mayor parte vampiros-; en la cintura y atado a las piernas, llevaba estacas y cuchillos de plata, al igual que en los brazos y, por sobre el busto, casi tocando las clavículas, llevaba dos dardos, también de punta de plata, que le servían para usar con rapidez en caso de emergencia y lograr así disminuir, aunque poco, la fuerza del oponente sobrenatural que enfrentara. Si bien era evidente que ellos le ganaban en fuerza a la cazadora, ella se había dado su tiempo practicando con su puntería. Esto, le permitía atacar guardando cierta distancia y sobre todo, dar en el punto que quería.
El grito inicial de Maurice diciéndole que se fuera, fue como el interruptor que faltaba activar en ella para atacar de una vez por todas. ¿Qué importaba que él supiera que realmente ella era una cazadora? Eso era lo de menos en ese momento y así lo había querido el destino o lo que sea; además, él se debatía como podía con esa cosa y sin embargo seguía pendiente si ella se había o no ido.
-Yo tampoco soy lo que crees- Soltó sin pensar ella y sin despegar la vista del licántropo; apenas lograba ver al cambiaformas de reojo. Pero, ¿Qué dijo? ¿Un gato? La imagen del felino que había acariciado hace más o menos una hora, volvió a su mente con la rapidez necesaria para atar cabos y casi que reconoció en Maurice la misma mirada de aquél felino que había yacido tan poco tiempo sobre sus piernas luego de haber “jugado” con los cuervos.
De pronto, la cosa de gran tamaño dejó de mirar a Maurice para centrar su atención en la cazadora. ¿Qué tanto podía entender uno de esos en estado lupino? No había tiempo ya, lo mejor era actuar pronto pues, a pesar de la agilidad de Leigh, la iluminación por aquella zona era mínima y complicaba el poder ver claridad para cualquier humano. Ella, necesitaba prestar el doble de atención para no terminar lastimando al equivocado. Ese joven intentaba salvarla y ella le debía lo mismo.
En un solo movimiento, Leigh se deshizo del abrigo que llevaba y las armas pequeñas sobre la piel de la cazadora se hicieron evidentes. En cuanto Maurice se abalanzó y mordió dolorosamente al licántropo que minutos antes lo había apartado de un golpe, ella sacó de la parte superior de su corset los dos dardos que lanzó al pecho del licántropo luego de inclinarse apenas un poco a especie de impulso. Entonces, la bestia se lanzó hacia atrás, con Maurice aún sujeto a su espalda y, muy seguramente ignorante de los últimos movimientos de Leigh a causa de su lucha.
Parecía ser el momento perfecto para terminar con él, sin embargo, la bestia se incorporó con rapidez y no conforme con eso, arrojó a Maurice de nuevo con absoluta facilidad, estampándolo contra un árbol. A ese paso, de seguro ya tenía un par de huesos rotos.
Sin pensarlo más veces, Leigh se abalanzó hacía el licántropo que la veía con odio y se agitaba por la plata clavada aún en su pecho. Ella, sostenía ahora el cuchillo que más bien era como una daga que debía clavarse con fuerza en el corazón del animal, para que el extremado filo del objeto de plata se abriera paso a través de la fuerte musculatura de la bestia. Pero, en un movimiento extravagante, la tumbó de golpe contra el suelo y ella apenas tuvo tiempo de poner de frente la daga para que, en el impacto, el licántropo se terminara casi que matando solo.
La bestia con las últimas fuerzas pasó sus garras por los brazos de Leigh intentando levantarse. Ardía, pero no parecía haber sido demasiado grave. La daga se había clavado, la cazadora sintió al animal desvanecerse y el calor de su sangre impregnó sus ropas. Ella se esforzaba por respirar pues en el impacto, el peso del licántropo contra sus pulmones y luego el cuerpo agonizante sobre su cuerpo empezaba a robarle el oxígeno. En la caída y al tiempo que la daga había penetrado el pecho de su oponente, también había impactado con la base en su propio pecho generando una molestia importante. ¿Cuánto más resistiría el enorme peso de ese otro? Cerró los ojos e intentó liberarse de él con un brazo herido y el otro casi inútil en términos de fuerza y, de repente, todo para ella se puso negro.
El grito inicial de Maurice diciéndole que se fuera, fue como el interruptor que faltaba activar en ella para atacar de una vez por todas. ¿Qué importaba que él supiera que realmente ella era una cazadora? Eso era lo de menos en ese momento y así lo había querido el destino o lo que sea; además, él se debatía como podía con esa cosa y sin embargo seguía pendiente si ella se había o no ido.
-Yo tampoco soy lo que crees- Soltó sin pensar ella y sin despegar la vista del licántropo; apenas lograba ver al cambiaformas de reojo. Pero, ¿Qué dijo? ¿Un gato? La imagen del felino que había acariciado hace más o menos una hora, volvió a su mente con la rapidez necesaria para atar cabos y casi que reconoció en Maurice la misma mirada de aquél felino que había yacido tan poco tiempo sobre sus piernas luego de haber “jugado” con los cuervos.
De pronto, la cosa de gran tamaño dejó de mirar a Maurice para centrar su atención en la cazadora. ¿Qué tanto podía entender uno de esos en estado lupino? No había tiempo ya, lo mejor era actuar pronto pues, a pesar de la agilidad de Leigh, la iluminación por aquella zona era mínima y complicaba el poder ver claridad para cualquier humano. Ella, necesitaba prestar el doble de atención para no terminar lastimando al equivocado. Ese joven intentaba salvarla y ella le debía lo mismo.
En un solo movimiento, Leigh se deshizo del abrigo que llevaba y las armas pequeñas sobre la piel de la cazadora se hicieron evidentes. En cuanto Maurice se abalanzó y mordió dolorosamente al licántropo que minutos antes lo había apartado de un golpe, ella sacó de la parte superior de su corset los dos dardos que lanzó al pecho del licántropo luego de inclinarse apenas un poco a especie de impulso. Entonces, la bestia se lanzó hacia atrás, con Maurice aún sujeto a su espalda y, muy seguramente ignorante de los últimos movimientos de Leigh a causa de su lucha.
Parecía ser el momento perfecto para terminar con él, sin embargo, la bestia se incorporó con rapidez y no conforme con eso, arrojó a Maurice de nuevo con absoluta facilidad, estampándolo contra un árbol. A ese paso, de seguro ya tenía un par de huesos rotos.
Sin pensarlo más veces, Leigh se abalanzó hacía el licántropo que la veía con odio y se agitaba por la plata clavada aún en su pecho. Ella, sostenía ahora el cuchillo que más bien era como una daga que debía clavarse con fuerza en el corazón del animal, para que el extremado filo del objeto de plata se abriera paso a través de la fuerte musculatura de la bestia. Pero, en un movimiento extravagante, la tumbó de golpe contra el suelo y ella apenas tuvo tiempo de poner de frente la daga para que, en el impacto, el licántropo se terminara casi que matando solo.
La bestia con las últimas fuerzas pasó sus garras por los brazos de Leigh intentando levantarse. Ardía, pero no parecía haber sido demasiado grave. La daga se había clavado, la cazadora sintió al animal desvanecerse y el calor de su sangre impregnó sus ropas. Ella se esforzaba por respirar pues en el impacto, el peso del licántropo contra sus pulmones y luego el cuerpo agonizante sobre su cuerpo empezaba a robarle el oxígeno. En la caída y al tiempo que la daga había penetrado el pecho de su oponente, también había impactado con la base en su propio pecho generando una molestia importante. ¿Cuánto más resistiría el enorme peso de ese otro? Cerró los ojos e intentó liberarse de él con un brazo herido y el otro casi inútil en términos de fuerza y, de repente, todo para ella se puso negro.
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Re: Cuervos y Calabazas [Leigh Lezarc]
Lauren desapareció bajo el cuerpo ahora inmóvil del licántropo, para verse como una educada señorita de sociedad, resulto que esa pequeña farsante era alguna clase de asesina o algo similar pues estaba armada con plata y poseía una agilidad imposible de obtener sin realizar entrenamientos diarios. Mientras luchaba con mi cuerpo para ponerme de pie fui atando cabos, era casi seguro que la razón de que estuviese merodeando en los jardines de mi amo no fuese porque estuviese perdida o admirando el paisaje.
Debería dejarla morir aplastado por el licántropo, se lo merecía por mentirosa, sin embargo me encontré empujando el enorme cadáver hasta hacerlo a un lado y levantando a la pequeña mujer para llevarla a recostarse contra un árbol.
- Mentirosa – le acuse mirándole con fijeza, mis pupilas verticales clavadas en su rostro. Ya no tenía caso el ocultarme, ella supo de mi autentica naturaleza cuando desplegué mis garras – Debería desgarrarte la garganta – deje que viera mis garras manchadas con la sangre y restos de piel del licántropo – ¿que estabas buscando por aquí? – dudaba que fuese a responderme con sinceridad, así que solo suspire mientras me ponía de pie - ¿estás bien? ¿Necesitas que te lleve a alguna parte? La herida de tu brazo no parece demasiado grave pero ustedes los humanos son tan débiles – arranque lo que quedaba de mi camisa y volví a arrodillarme a su lado estirando su brazo – tengo que improvisar – la advertí antes de estirar su brazo y lamer su herida esperando que eso ayudara, a mi me funcionaba magníficamente, pero los humanos eran visceralmente distintos, como el sangrado se detuvo imagine que no lo estaba haciendo tan mal – Te recomendaría desinfectar esto muy bien, no querrás convertirte en una mujer lobo – bromee mientras le vendaba la herida con el trozo más limpio de mi camisa.
Yo estaba bien a pesar de que el lycantropo me propino una autentica golpiza, mi cuerpo sanaba rápidamente y a pesar de las costillas rotas en unas horas estaría como nuevo, pero si Lauren mu hubiese herido con sus armas de plata la historia sería distinta.
- No creas que soy un blando, si te estoy ayudando es sólo para quedar a mano, ya que mataste al perro ese – señale distraídamente el cadáver del hombre lobo, el cual poco a poco perdía su aspecto bestial para revelar el hombre que fue- si te vuelvo a encontrar merodeando por la casa de mi amo esa herida va a parecer un pequeño rasguño.
Debería dejarla morir aplastado por el licántropo, se lo merecía por mentirosa, sin embargo me encontré empujando el enorme cadáver hasta hacerlo a un lado y levantando a la pequeña mujer para llevarla a recostarse contra un árbol.
- Mentirosa – le acuse mirándole con fijeza, mis pupilas verticales clavadas en su rostro. Ya no tenía caso el ocultarme, ella supo de mi autentica naturaleza cuando desplegué mis garras – Debería desgarrarte la garganta – deje que viera mis garras manchadas con la sangre y restos de piel del licántropo – ¿que estabas buscando por aquí? – dudaba que fuese a responderme con sinceridad, así que solo suspire mientras me ponía de pie - ¿estás bien? ¿Necesitas que te lleve a alguna parte? La herida de tu brazo no parece demasiado grave pero ustedes los humanos son tan débiles – arranque lo que quedaba de mi camisa y volví a arrodillarme a su lado estirando su brazo – tengo que improvisar – la advertí antes de estirar su brazo y lamer su herida esperando que eso ayudara, a mi me funcionaba magníficamente, pero los humanos eran visceralmente distintos, como el sangrado se detuvo imagine que no lo estaba haciendo tan mal – Te recomendaría desinfectar esto muy bien, no querrás convertirte en una mujer lobo – bromee mientras le vendaba la herida con el trozo más limpio de mi camisa.
Yo estaba bien a pesar de que el lycantropo me propino una autentica golpiza, mi cuerpo sanaba rápidamente y a pesar de las costillas rotas en unas horas estaría como nuevo, pero si Lauren mu hubiese herido con sus armas de plata la historia sería distinta.
- No creas que soy un blando, si te estoy ayudando es sólo para quedar a mano, ya que mataste al perro ese – señale distraídamente el cadáver del hombre lobo, el cual poco a poco perdía su aspecto bestial para revelar el hombre que fue- si te vuelvo a encontrar merodeando por la casa de mi amo esa herida va a parecer un pequeño rasguño.
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Re: Cuervos y Calabazas [Leigh Lezarc]
El aire volvió de golpe cuando el cuerpo de la enorme bestia fue retirado. Además, sin duda el hecho que Maurice la moviera en esa posición le permitía respirar con más facilidad y también restablecerse con mayor prontitud. Pero lo que vino a continuación indicaba que el asunto aún no terminaba. Maurice, quien hasta hace poco se mostraba amable, cambió de actitud de nuevo como ya venía haciendo.
Leigh le miró con frialdad absoluta cuando le llamó mentirosa porque no tenía motivos para hacerlo, él jamás preguntó nada específico como para buscar una verdad así; además, él tampoco había mencionado ser un cambiaformas porque sencillamente uno no se presenta así con un desconocido. -Pues entonces hágalo- respondió entre dientes a la amenaza que por supuesto no aceptaría sin responder con otro ataque.
Las preguntas parecían ser más claras y Leigh no iba a responder con la verdad, no iba a confesar que buscaba vampiros y los observaba desde una distancia prudente, no iba a confesar que a ellos era a quienes mataba; por lo mismo, le volteó el rostro ante tal pregunta, como si fuera presa de una completa indignación por la calumnia y, por suerte para ella, él cambió su indagación por algo que la sorprendió por completo.
¿Qué pasaba por la mente de aquél joven? Sus cambios dejaban anonadada a Leigh cada dos por tres e incluso el hecho de que luego de amenazarla se preocupara por su herida la dejó sin palabras. Intentó responder pero no pudo por estarlo viendo y luego su piel se erizo por las lamidas en la herida que por fortuna era una cosa superficial. Su lengua se sentía con la rasposidad típica de los gatos y no pudo evitar que un muy ligero sonroso se le asomara a las mejillas. La cazadora frunció el ceño por su propia reacción y se puso de pie sin dudar.
-No me convertiré en nada aunque tenga que sumergir el brazo en plata hirviendo- Murmuró de mala gana al tiempo que se miraba el brazo corroborando que no se sentía nada especial al respecto. Por supuesto su frase era una mera exageración, aunque útil para claro el asunto.
-Me amenaza porque que esperaba que le saludara diciendo: "Hola, soy Lauren y vengo armada en caso de seres sobrenaturales?" Pfff, vamos, ¿a quién engaña?- Le miró sin temor alguno tras responder con evidente ironía. -Si se atreve siquiera a tocarme lo mataré sin dudarlo, de acuerdo? Si maté a una bestia de este tamaño un gato no me será problema- La mujer dulce se había esfumado y la actitud de cazadora había hecho aparición sin ningún otro miramiento. -Me llama mentirosa cuando el que empezó mintiendo fue usted, que hipócrita de su parte- Farfulló molesta hasta que fue consciente de algo que dijo él y que, hasta ahora, había pasado por alto. ¿Acaso su amo era un vampiro? eso confirmaba todo. -Además, ¿Qué tiene que ver su amo aquí?- Se fingió desentendida para obtener algo más de información de su parte.
Leigh le miró con frialdad absoluta cuando le llamó mentirosa porque no tenía motivos para hacerlo, él jamás preguntó nada específico como para buscar una verdad así; además, él tampoco había mencionado ser un cambiaformas porque sencillamente uno no se presenta así con un desconocido. -Pues entonces hágalo- respondió entre dientes a la amenaza que por supuesto no aceptaría sin responder con otro ataque.
Las preguntas parecían ser más claras y Leigh no iba a responder con la verdad, no iba a confesar que buscaba vampiros y los observaba desde una distancia prudente, no iba a confesar que a ellos era a quienes mataba; por lo mismo, le volteó el rostro ante tal pregunta, como si fuera presa de una completa indignación por la calumnia y, por suerte para ella, él cambió su indagación por algo que la sorprendió por completo.
¿Qué pasaba por la mente de aquél joven? Sus cambios dejaban anonadada a Leigh cada dos por tres e incluso el hecho de que luego de amenazarla se preocupara por su herida la dejó sin palabras. Intentó responder pero no pudo por estarlo viendo y luego su piel se erizo por las lamidas en la herida que por fortuna era una cosa superficial. Su lengua se sentía con la rasposidad típica de los gatos y no pudo evitar que un muy ligero sonroso se le asomara a las mejillas. La cazadora frunció el ceño por su propia reacción y se puso de pie sin dudar.
-No me convertiré en nada aunque tenga que sumergir el brazo en plata hirviendo- Murmuró de mala gana al tiempo que se miraba el brazo corroborando que no se sentía nada especial al respecto. Por supuesto su frase era una mera exageración, aunque útil para claro el asunto.
-Me amenaza porque que esperaba que le saludara diciendo: "Hola, soy Lauren y vengo armada en caso de seres sobrenaturales?" Pfff, vamos, ¿a quién engaña?- Le miró sin temor alguno tras responder con evidente ironía. -Si se atreve siquiera a tocarme lo mataré sin dudarlo, de acuerdo? Si maté a una bestia de este tamaño un gato no me será problema- La mujer dulce se había esfumado y la actitud de cazadora había hecho aparición sin ningún otro miramiento. -Me llama mentirosa cuando el que empezó mintiendo fue usted, que hipócrita de su parte- Farfulló molesta hasta que fue consciente de algo que dijo él y que, hasta ahora, había pasado por alto. ¿Acaso su amo era un vampiro? eso confirmaba todo. -Además, ¿Qué tiene que ver su amo aquí?- Se fingió desentendida para obtener algo más de información de su parte.
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Re: Cuervos y Calabazas [Leigh Lezarc]
Mi rostro se enrojeció mientras la ira se acumulaba en mi interior por el modo despectivo en que se había referido a mi al compararme con aquel monstruo lupino que “AMBOS” habíamos matado. Si, era un gato, pequeño y anaranjado, de mi animal sólo tenía garras y colmillos con los que luchar, pero aun así no era tan insignificante como ella lo hizo sonar.
- ALEJATE DE MI AMO! – le grite y sisee arrugando la nariz, cielos, esa mujer realmente conseguía sacar lo peor de mi – No me importa que creas que eres alguna clase de súper mujer, eres humana, eres bajita y te ves fea con esa austera expresión que tienes todo el tiempo – empecé a inventarle defectos para vengar mi orgullo herido – sólo mataste a ese lycantropo porque yo lo heri previamente, ni siquiera se porque me molesto es discutir con un primate! – entrecerré mis ojos hacia ella – deberías estar buscando un marido en vez de andar por ahí con el vestido lleno de armas, a los hombres no les gustan las mujeres que se ven como si fueran capaces de cortarles las pelotas.
Aquello había sido un descargo impropio, si bien mi opinión sobre los humanos no era muy favorable era infantil poner todo ese desprecio sobre Lauren sólo porque tácitamente me llamo “debilucho”.
Me recompuse limpiando mi rostro con el dorso de la mano y enviando mi cabello hacia atrás, no iba a disculparme por lo dicho, no con palabras al menos, pero tampoco pretendía extender los agravios, ambos jugamos a ser quienes no éramos.
- Soy una mascota – un esclavo en realidad era más acertado pero el termino mascota parecía un poco menos chocante, además siendo un gato seguramente también le seria más viable – Me pongo un poco loco cuando los extraños se acercan a mi amo, en especial si son extraños que andan enfundados en vestidos satén y ocultan dagas bajo el corsé… así que te agradecería que no rondases más por los alrededores de la mansión – insistí.
- ALEJATE DE MI AMO! – le grite y sisee arrugando la nariz, cielos, esa mujer realmente conseguía sacar lo peor de mi – No me importa que creas que eres alguna clase de súper mujer, eres humana, eres bajita y te ves fea con esa austera expresión que tienes todo el tiempo – empecé a inventarle defectos para vengar mi orgullo herido – sólo mataste a ese lycantropo porque yo lo heri previamente, ni siquiera se porque me molesto es discutir con un primate! – entrecerré mis ojos hacia ella – deberías estar buscando un marido en vez de andar por ahí con el vestido lleno de armas, a los hombres no les gustan las mujeres que se ven como si fueran capaces de cortarles las pelotas.
Aquello había sido un descargo impropio, si bien mi opinión sobre los humanos no era muy favorable era infantil poner todo ese desprecio sobre Lauren sólo porque tácitamente me llamo “debilucho”.
Me recompuse limpiando mi rostro con el dorso de la mano y enviando mi cabello hacia atrás, no iba a disculparme por lo dicho, no con palabras al menos, pero tampoco pretendía extender los agravios, ambos jugamos a ser quienes no éramos.
- Soy una mascota – un esclavo en realidad era más acertado pero el termino mascota parecía un poco menos chocante, además siendo un gato seguramente también le seria más viable – Me pongo un poco loco cuando los extraños se acercan a mi amo, en especial si son extraños que andan enfundados en vestidos satén y ocultan dagas bajo el corsé… así que te agradecería que no rondases más por los alrededores de la mansión – insistí.
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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Re: Cuervos y Calabazas [Leigh Lezarc]
-Bla bla bla.- Dijo Leigh con aire soberbio. -¿Le han dicho alguna vez que es usted un completo paranóico, histérico, soberbio e infantil?- Respondió a los eufemismos del cambiaformas acentuándole la mirada e imprimiendo en ella la misma firmeza que le daba a su voz. Entrecerró los ojos molesta y no estuvo dispuesta a ceder. No importaba lo que él fuera, su transformación no la intimidaba y su obstinación no la dejaba mermar aquello en absoluto.
-Había podido matarlo yo sola.- Se cruzó de brazos y omitió el mencionar que aquél enorme licántropo lo había atacado a él y ella había podido ver la forma de irse, pero no, decidió quedarse por aquél desagradecido; aunque, a decir verdad, ambos parecían serlo a su modo. -Además, ¿qué le hace creer que busco marido? Tengo mejores cosas que hacer que impresionar a otros y, sí, me encanta demostrar que soy capaz de castrarlos sin que eso me represente problemas.- Parecían discutir como niños, pero es que aquél joven le discutía como no lo habían hecho otros.
Por lo general, la cazadora no discutía, hablaba poco pero atacaba mucho. No obstante, el hecho de no asesinar cambiaformas mezclado con la extraña forma de comportarse de Maurice lograba llamarle la atención de cierto modo a pesar de exasperarla. Ella se lo negaba a sí misma, por supuesto, pero en el fondo era consciente que por algo permanecía en aquél lugar aunque tuviera en mente el irse pronto.
Él se limpió gatunamente tras un silencio orgulloso y cuando volvió a hablar pareció usar un tono más tranquilo. -Pues vaya mascota...- dijo ella poniendo los ojos en blanco. -Ya le dije que no conozco a su amo y eso, obvio, significa que yo no caminaba por ahí buscándolo a ÉL. No interesa como voy, soy lo que soy, usted es lo que es, eso se lleva a todo lugar. Así que, caminaré por donde me plazca, total, por donde estaba no tocaba el territorio de su amo ni de su... posesiva mascota, si es que realmente ese es el término correcto para alguien que actúa como si hablaramos de buscar a su amante.- La última forma de llamarle tenía cierta ironía. Maurice parecía celoso de su amo, de su seguridad e incluso, Leigh se atrevía a pensar que él ni siquiera quería que nadie fijase los ojos en su señor.
Cada vez que hablaba la curiosidad de la cazadora crecía; sentía ganas de provocarlo y así sacar algo más de información. ¿El carácter de aquél extraño rubio lo vendería? era probable. Sin saberlo, la ira de Maurice podría ser capaz de vender a su amo, o eso creía ella.
-Había podido matarlo yo sola.- Se cruzó de brazos y omitió el mencionar que aquél enorme licántropo lo había atacado a él y ella había podido ver la forma de irse, pero no, decidió quedarse por aquél desagradecido; aunque, a decir verdad, ambos parecían serlo a su modo. -Además, ¿qué le hace creer que busco marido? Tengo mejores cosas que hacer que impresionar a otros y, sí, me encanta demostrar que soy capaz de castrarlos sin que eso me represente problemas.- Parecían discutir como niños, pero es que aquél joven le discutía como no lo habían hecho otros.
Por lo general, la cazadora no discutía, hablaba poco pero atacaba mucho. No obstante, el hecho de no asesinar cambiaformas mezclado con la extraña forma de comportarse de Maurice lograba llamarle la atención de cierto modo a pesar de exasperarla. Ella se lo negaba a sí misma, por supuesto, pero en el fondo era consciente que por algo permanecía en aquél lugar aunque tuviera en mente el irse pronto.
Él se limpió gatunamente tras un silencio orgulloso y cuando volvió a hablar pareció usar un tono más tranquilo. -Pues vaya mascota...- dijo ella poniendo los ojos en blanco. -Ya le dije que no conozco a su amo y eso, obvio, significa que yo no caminaba por ahí buscándolo a ÉL. No interesa como voy, soy lo que soy, usted es lo que es, eso se lleva a todo lugar. Así que, caminaré por donde me plazca, total, por donde estaba no tocaba el territorio de su amo ni de su... posesiva mascota, si es que realmente ese es el término correcto para alguien que actúa como si hablaramos de buscar a su amante.- La última forma de llamarle tenía cierta ironía. Maurice parecía celoso de su amo, de su seguridad e incluso, Leigh se atrevía a pensar que él ni siquiera quería que nadie fijase los ojos en su señor.
Cada vez que hablaba la curiosidad de la cazadora crecía; sentía ganas de provocarlo y así sacar algo más de información. ¿El carácter de aquél extraño rubio lo vendería? era probable. Sin saberlo, la ira de Maurice podría ser capaz de vender a su amo, o eso creía ella.
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Re: Cuervos y Calabazas [Leigh Lezarc]
- ¡Eso no es de tu incumbencia! – le grite ya completamente enfadado, si antes me molestaba su indiferencia, ahora que además me llamaba infantil, paranoico y otras cosas, me caía mucho menos que antes. A cada cosa que salía de sus labios más me arrepentía de haber enfrentado al lycantropo en lugar de usar mi agilidad y velocidad para desaparecer de allí, así la hubiese dejado a merced del peligro.- Sólo quiero cuidar de mi amo, eso no es algo malo, es lo que cualquier mascota hace por su dueño – Esa fidelidad era más propia de los perros, sin embargo aunque traicionaba mi naturaleza felina no podía evitar preocuparme del bienestar de Löwe, él era mucho más que mi dueño, era mi familia y mi protector.
Respire profundo y procure calmarme, era bastante tarde, tenía que regresar antes de que enviasen en mi búsqueda, más porque prefería no tener que explicar mi desastroso aspecto o él porque me hallaba en la compañía de una mujer tan lejos del hogar.
- Bien… digamos que creo toda esa patraña y sólo pasabas inocentemente cerca de la propiedad… créeme, no hay nada que sea de interés para ti allí, salvo mi amo, pero ya que has aclarado que tu sólo cazas monstruos y no candidatos a marido, deberías dejarlo fuera de tu lista – Prefería no tener que cumplir mis amenazas anteriores, Lauren era mejor de lo que quería admitir y sin duda enfrentarme a ella podría resultar bastante peligroso - Ahora debo regresar, supongo que con todas esas armas a cuestas podrás hacer el resto del camino perfectamente sola – sin esperar su respuesta me transforme ya que éramos los únicos allí.
Ya en mi forma de gato le sisee y di algunos zarpazos al aire sólo para dejar bien claro lo que pensaba de ella, una vez estuve satisfecho con mis amenazas eche a correr de regreso a casa, pensando atrapar algún animal pequeño en el camino de regreso, como un conejo para justificar mi ausencia con que estuve persiguiéndolo y perdí la noción del tiempo.
Respire profundo y procure calmarme, era bastante tarde, tenía que regresar antes de que enviasen en mi búsqueda, más porque prefería no tener que explicar mi desastroso aspecto o él porque me hallaba en la compañía de una mujer tan lejos del hogar.
- Bien… digamos que creo toda esa patraña y sólo pasabas inocentemente cerca de la propiedad… créeme, no hay nada que sea de interés para ti allí, salvo mi amo, pero ya que has aclarado que tu sólo cazas monstruos y no candidatos a marido, deberías dejarlo fuera de tu lista – Prefería no tener que cumplir mis amenazas anteriores, Lauren era mejor de lo que quería admitir y sin duda enfrentarme a ella podría resultar bastante peligroso - Ahora debo regresar, supongo que con todas esas armas a cuestas podrás hacer el resto del camino perfectamente sola – sin esperar su respuesta me transforme ya que éramos los únicos allí.
Ya en mi forma de gato le sisee y di algunos zarpazos al aire sólo para dejar bien claro lo que pensaba de ella, una vez estuve satisfecho con mis amenazas eche a correr de regreso a casa, pensando atrapar algún animal pequeño en el camino de regreso, como un conejo para justificar mi ausencia con que estuve persiguiéndolo y perdí la noción del tiempo.
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Re: Cuervos y Calabazas [Leigh Lezarc]
Maurice de verdad tenía mucha suerte de que Leigh no se riera de nada, o tal vez la de la suerte era ella, porque si había logrado hacerlo enojar a punta de sus palabras, no se imaginaba como se hubiera puesto si también hubiera en el medio burla.
-Ya, ya niño, no se ponga histérico, no pienso perder más tiempo con usted, así que, puede ir corriendo a los brazos de su amo si le place o a buscar un plato de leche si lo prefiere.- De nuevo actuaba en respuesta a los gritos del cambiaformas, se volvía respondona y no le importaba. Lo encontraba gracioso aunque debió haberse ido hace mucho en vez de ir cediendo a su propia personalidad por demás fría. -Claro que es propia de las mascotas, eso lo sé y no puedo decir nada para contrariarlo, sobre todo porque ya he sabido de gatos que se creen perros, pero en fin, es tema suyo.- Ella se burlaba con disimulo, pero mientras tanto pensaba que un vampiro no merecía una mascota fiel, no merecía a ningún sobrenatural a su servicio. Leigh en lo profundo sentía ganas de preguntar "¿Qué te pasa, porque le sirves a la muerte? anda, vete y haz lo tuyo" pero no era el momento, ni el lugar, ni la persona, ni nada. Muy a pesar de ver como era más o menos Maurice en la lucha, como gato o como niño enojón, no lo conocía como hacer apreciaciones de tal calibre; ella no entendía como alguien podía llegar a amar a un vampiro, de hecho, a duras penas entendía las emociones como para meterse a opinar en ese terreno.
-Es más terco de lo que creí...- Bufó levemente. -Su amo es para mí un vampiro como cualquier otro. Francia es mi país y París mi casa, así que, como no es tan grande, acostumbrese a verme pero no se moleste si quiera en dirigirme la mirada, la palabra, las garras o lo que sea ¿Estamos?- Avanzó unos tres pasos como quien se va sin despedirse, sin importarle nada, pero se detuvo y de nuevo regresó la mirada.
-¿Sabe qué? a veces estamos donde no deberíamos estar, es todo.- La cazadora fue bastante sutíl en su despedida ¿Entendería él a lo que ella se refería realmente? no se trataba de el encuentro de ellos, eso era algo que la cazadora siempre tenía en mente y para lo que estaba preparada; lo que quería decir es que probablemente aquél joven le servía a alguien equivocado. -He salido de peores lugares.- Afirmó mientras lo vio convertirse en gato. -Corre gatito, no sea que tu amo te castigue.- De nuevo el gato le causó gracia e incluso le habló distinto. Es más, las amenazas de aquél felino no le resultaron intimidantes, sino más bien todo lo contrario.
Lo observó irse apenas en segundos y tras voltear la vista retomó su camino de vuelta a casa.
-Ya, ya niño, no se ponga histérico, no pienso perder más tiempo con usted, así que, puede ir corriendo a los brazos de su amo si le place o a buscar un plato de leche si lo prefiere.- De nuevo actuaba en respuesta a los gritos del cambiaformas, se volvía respondona y no le importaba. Lo encontraba gracioso aunque debió haberse ido hace mucho en vez de ir cediendo a su propia personalidad por demás fría. -Claro que es propia de las mascotas, eso lo sé y no puedo decir nada para contrariarlo, sobre todo porque ya he sabido de gatos que se creen perros, pero en fin, es tema suyo.- Ella se burlaba con disimulo, pero mientras tanto pensaba que un vampiro no merecía una mascota fiel, no merecía a ningún sobrenatural a su servicio. Leigh en lo profundo sentía ganas de preguntar "¿Qué te pasa, porque le sirves a la muerte? anda, vete y haz lo tuyo" pero no era el momento, ni el lugar, ni la persona, ni nada. Muy a pesar de ver como era más o menos Maurice en la lucha, como gato o como niño enojón, no lo conocía como hacer apreciaciones de tal calibre; ella no entendía como alguien podía llegar a amar a un vampiro, de hecho, a duras penas entendía las emociones como para meterse a opinar en ese terreno.
-Es más terco de lo que creí...- Bufó levemente. -Su amo es para mí un vampiro como cualquier otro. Francia es mi país y París mi casa, así que, como no es tan grande, acostumbrese a verme pero no se moleste si quiera en dirigirme la mirada, la palabra, las garras o lo que sea ¿Estamos?- Avanzó unos tres pasos como quien se va sin despedirse, sin importarle nada, pero se detuvo y de nuevo regresó la mirada.
-¿Sabe qué? a veces estamos donde no deberíamos estar, es todo.- La cazadora fue bastante sutíl en su despedida ¿Entendería él a lo que ella se refería realmente? no se trataba de el encuentro de ellos, eso era algo que la cazadora siempre tenía en mente y para lo que estaba preparada; lo que quería decir es que probablemente aquél joven le servía a alguien equivocado. -He salido de peores lugares.- Afirmó mientras lo vio convertirse en gato. -Corre gatito, no sea que tu amo te castigue.- De nuevo el gato le causó gracia e incluso le habló distinto. Es más, las amenazas de aquél felino no le resultaron intimidantes, sino más bien todo lo contrario.
Lo observó irse apenas en segundos y tras voltear la vista retomó su camino de vuelta a casa.
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