The origin of evil

El poder había corrompido a Thanos. Ares había sigo testigo de los cambios bruscos en el comportamiento de su Sire a través de los años. Atrás había quedado aquél mítico ser que le instruyó sobre su nueva vida. Nadie que le conociera actualmente, podría reconocer al vampiro que una vez había sido. Era imposible imaginar a Thanos advirtiéndole que la venganza – si bien era necesaria – era la más vacía de las emociones. Él mismo había sentido cómo el poder se entretejía por el pasillo que andaba mientras se acercaba a recibirlo. En cuanto había llegado a Grecia – su lugar natal – había sentido su llamado. Ares se había acostumbrado a que Thanos siempre supiera dónde estaba y qué había hecho. La clarividencia era, después de todo, una de las habilidades que no había heredado de su padre. El olor de cuerpos en descomposición llegó hasta sus fosas nasales. Había visto las cabezas de sus víctimas en picas desde una gran distancia. Las cabelleras azabaches ondeaban como banderas. Al menos cinco mujeres habían encontrado la muerte en las manos de su creador. Thanos no se había molestado en limpiarse. Por el olor, podía decir que las cabezas llevaban alrededor de tres noches a la intemperie. No preguntó a qué se debía tan obscena presentación. Si su Sire quería, lo compartiría. Se dobló – como ya era costumbre – en una muestra de respeto. Le debía más que la inmortalidad a Thanos. Sin él, nunca se habría liberado de los persas. Sus hermanos realmente lo habían vendido a sus peores enemigos. Lo que éstos habían hecho a su cuerpo no se comparaba con las piezas que habían arrancado deliberadamente de su mente ante las torturas infligidas. Su Sire le había compartido su propio infierno. Bastaba con mirarlo para ver lo que la exposición al sol había hecho a su piel. – Basta de formalidades, Aidan. Una lenta sonrisa, que no llegó hasta sus orbes, curvó sus comisuras. – Te he traído aquí porque te necesito. Ven conmigo. Thanos movió una piedra, revelando un pasadizo. Había elegido asentarse en ese castillo precisamente por esa razón. Mientras Ares le seguía, agudizó los sentidos. Un corazón latía o apenas lo hacía, el humano estaba muriéndose. Cuando ingresó a la celda, hizo un rápido reconocimiento. La víctima de su Sire colgaba de unas cadenas que estaban clavadas al techo. Estaba inconsciente. La sangre encharcada bajo sus pies y las manchas sobre las paredes, era solo un indicio de cuánto había sufrido. Thanos debió leer la pregunta en su mente por que se adelantó a explicarle. – Mira el sello en su pecho. Todo lo que sé es que contiene al demonio lejos de él. ¿Habéis visto algo como esto? Tu afición por la Santa Inquisición quizás finalmente nos sea útil. No. Ares nunca había visto algo como aquello. En un borrón, Thanos había aparecido ante el humano y arrancado la piel con el símbolo. Hubo un grito silencioso y luego nada, el corazón se había detenido. No conforme con eso, su Sire arrancó su cabeza. – Es un obsequio. Explicó, lamiendo la sangre de sus dedos. – Está arreglado. Unas brujas se reunirán contigo a la media noche en el templo de Ares. Esa es la verdadera razón por la que te he traído. Ellas me darán las respuestas que busco. Él asintió. Mortales e inmortales temían a Thanos, las marcas por el sol no hacían que su frialdad fuese más fácil. El Sire mentía, sin embargo. Enviaba a Ares de vuelta al infierno. Habiéndose obsesionado con la esposa de aquél brujo, había decidido castigarle asesinando a todos los parientes que le sobrevivían al no aceptar ser suya. – Solo para que te asegures que hablen, entrega esto.

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