Eclipse total de la rosa y la luna (Le due maschere della notte Prt. III)

Aún podía escuchar el estruendo, la batalla y la sangre allí arriba, justo sobre mi cabeza...¡Cuan cerca estaba la muerte y su ángel a bajo salvando a un humano de sus garras! -Maldito seas Leviathán Sahdow, ¡maldito seas!- no me cansaba de repetir mil veces la misma oración esperando que con eso le llegara la muerte hasta el y Montserrat donde quiera que se hayan escondido -Pero ese éstupido me pagará con creces mi teatro y con su vida pagara lo que intento hacerle a Selena- mire detenidamente a ese inocente que se encontraba inconsciente entre mis brazos -Mientras que esa malagradecida de Montserrat, se arrepentirá del dia en que me conocio y querra que Dios o el diablo hubiese borrado esta noche de mi mente y el tiempo por que lo que yo hare será dejarle una marca que me recuerde para siempre- mire el fuego de las velas que se encontraban reposando en aquellos candiles en forma de brazos ligeramente doblados, esos brazos fmeninos dorados de autentico bronce que jamás habian visto bajar a su amo con alguién consigo -Estamos seguros- susurre jadeante, victima de la desesperación y el coraje, internandome cada vez más en el interior de mi adorado subtarraneo justo debajo del teatro, era por eso que aún escuchaba la guerra que no había terminado -Son unos ineptos, el inutil del cazador y yo nos hemos marchado mientras ellos se siguen matando- proteste mientras decendia paciente las escaleras que en conjunto terminaban en forma de caracol, los escalones hechos de piedra eran estrechos gracias a esos enormes ladrillos que les restrigían un crecimiento más amplio y aún por alli mi suela completamente oscura y desenmascarada baja despacio y cuidadosamente para que la mujer que llevaba en brazos no sufriera ningún percance del que yo pudiera arrepentirme.
A medida que bajaba la luz cual mi costumbre se iba extinguiendo hasta el punto que antes de llegar a aquel rio no se veía nada más que la cabellera castaña y larga de Selena y mis ojos rojos tratando ubicar la barca que todas las noches me llevaba mi recinto donde solo la música y yo pasabamos las horas limpiando mi alma maldita de toda sangre que hubiese derramado o tomado por capricho, suspire al recordar ese lugar que esperaba mi llegada pero no la de alguién más... con cuidado coloque a la joven dentro de ese enorme cisne de aspecto lugubre, un cisne de alas negras que aguardaba para que yo lo conduciese a casa.
Tome una antorcha, misma que ilumino los arcos y los escalones un poco inclinados por el primer sendero donde habiamos pasado, asi como las paredes de piedra que cada vez que las veía imaginaba eran partes de una gruta o una cueva, debido a las miles de formas que podías encontrar en cada una de esas rocas puntiagudas, de diferentes tamaños y completamente irregulares, al dirigirme al frente podía ver aún un largo camino por recorrer pero que mantendría a salvo a esa delicada rosa que llevaba casi marchita en mi peculiar transporte, también se veía ese largo canal de agua verdesina y grisasea que a partir de allí dominaba todo el lugar y más a lo lejos podía esuchar el golpeteo del agua que caía esmerandose por hacer más grande mi lago privado.
Asi tome el bote impulsandolo al principio despacio y después más rápido por el camino que seguia siendo iluminado aunque esta vez a media luz por esos brazos que se hayaban colcados en cada pilar fuerte y duro que aguantara el peso del bronce, todos sostenian el mismo candelabro de cinco velas casi gastadas y otras cuantas nuevas y sin encender, mientras que a medida que nos internabamos al lugar deseado para mi y para su seguridad el frio y la humedad iban en aumento, decidiendo despojarme de la capa algo quemada para cubrir ese cuerpo de musa que respetaba cada vez más, era el primero después de siglos que no pensaba en lastimarlo y si acaso llegaba a cruzar en el transcurso del camio una idea propia de mi instinto, sadico y cruel seguía causandome repulsión.
Continué remando hasta que finalmente aquellos atlantes que sostenían falsamente el techo de la cueva gracias a la manera en que las había esculpido me daban la bienvenida, mientras las máscaras labradas en la piedra que reían y lloraban veían detenidamente la barca pasar con Selena a bordo mientras la reja se abría y los telones de terciopelo negro que cuidaban celosamente de mi secreto dejaban ver la iluminación de cientos de velas reposadas sobre las rocas en gigantescos candelabros con formas más comunes y corrientes, mismo que iluminaban libros, pinturas, esculturas, partituras y el gran organo de oro que se hayaba justo en el centro de mi castillo, ese que también tenía velas en cada uno de los tubos por donde las notas eran emitidas.
Del desastre alli arriba ya no se escuchaba absolutamente nada estabamos muy abajo y alejados de mi destrozado y apostaba incinerado teatro, decidi bajar de la barca suspirando de alivio porque ella aún vivia, aún respiraba, esuchaba sus latidos aun en la distancia... se había salvado, entonces toque mi rostro, senti mis huesos, la carne viva y las cicatrices -La máscara- dije rápido y con sorpresa, por todo lo que habia pasado, lo que habia pensado, me olvide de mi eterno ropaje, pronto le quite a un busto de Destler aquel pedazo de tela que le cubria el ojo, poniendome la tela completamente oscura en mi rostro -No puedes verme así- volvi a mirarle y decidi llevarla a mi lecho cuya figura de cisne estaba bañanada en oro, mientras las cortinas eran negras pero que aún asi dejaban ver a los alrededores.
Despacio subi por aquellos escalones cuidadosamente tallados, lo único tallado de esa pequeña porción de tierra que el agua respetaba por que ya allí naci y residi hace siglos, su cuerpo fue acogido por las sabanas de satín rojo carmesi y por las almohadillas de plumas de ganzo, mis ojos contemplaron su silueta y su fino rostro que permanecia quieto y con sus orbes brillantes y llenos de luz completamente cerrados, por un momento refelexioné que era la primera vez que contemplaba a alguién dormir tranquilamente -Mi ángel- susurre -Solo mi música y mi noche morirán cuando mi pequeña flor y mi día deje de existir- timidamente mi mano acaricio su cabello mientras mi mente traía hasta mi las imgenes de nuestro primer beso que como ahora me hacia esconder mi mirada tras el poco parpado que poseía, sintiendo algo extraño dentro demi que aún no podía describir pero que provocaba más odio y acrecentaba la venganza contra Leviathán y Montserrat, mis puños se cerraban con más fuerza cada vez, entonces con tal de olvidar por el momento ese sentimiento y no sacar a la "luz aquella faz verdadera que poseía y que podía provocar su perdida decidi tomar un pañuelo de diminuta mesa de madera un pañuelo que moje con la poca agua que guardaba en un vaso para limpiar muy despacio y de la manera más timida las partes de su rostro que estaba lleno de cenizas -Que piel tan bella y lisa- hable en voz baja cuando termine de limpiarle -Descansa- dije mientras acariciaba con el guante de cuero su rosada mejilla.
Me puse en pie alejandome de allí, cerrando las cortinas -Mientras buscare una forma de destruirte Leviathán Shadow pero esta vez me asegurare de que sea para siempre- susurre agitadamente, con ls mirada perdida en el horizonte llena de odio, contemple por na vez más la cama cubierta de esas telas oscuras que me dejaban su rostro y regrese al organo de oro para seguir componiendo algunas piezas, eso siempre me da ideas y a veces demasiado terribles.

Tonos altos, medios y bajos eran los que se desorendían de las manos al tener contacto con las telas aperladas del organo de oro, pero por más extraño que pareciera, la música, mi música por primera vez no tenía sentido -¡Madita inspiración!- finalmente deje caer agresivamente las manos a las teclas al grado de que el eco impero en lo ancho y alto de mi hogar -¿A donde se ha ido ¡Mi maldita inspiración!?- la voz que de un rato a otro subio de tono habían hecno caer algunas imperfecciones del techo de la cueva a ese lago que era curiosamente el único espejo que poseía dentro de mis tierras.
Me puse en pie alejandome por un momento de mi instrumento, la mirada que ese único ojo expresaba era pensativa y de profundo enfado y misterio que no tardo en transformarse en una sonrisa placentera, la muerte de nuevo había albergado mi cabeza -Todos morirán ¡A The Phantom nadie lo traiciona y menos dos idiotas que hacen una jugada en mi contra!- murmure con la mirada fija y perdida -Ordenare al demonio que intensifique el calor de llamas del infierno... mientras yo reie viendo a Montserat seguir llorando mientras observa al cazador gritando del ardor- solte un par de carcajadas -Sí- entrelace las manos enfundadas -Ese es su castigo... por haber destruido mi teatro y por...-otra vez ella, ese joven que termino corriendo a la muerte de mi cabeza ¿Pero porque? -Selena- pronuncie casi en secreto mientras dirigi mi vista hacia el costado donde estaba la cama donde la había acomodado, no había movimiento de su parte, simplemente descansaba como si nada de lo que seguramente no había terminado allí arriba hubiera pasado -Selena... ¿Que magía haz utilizado con este maldecido demonio?- negue marcadamente dirigiendo mis pasos de nuevo al organo, mientras pensaba y preguntaba a la nada ¿Que sensación movió en mi interior para haberle permitido vivir y salvarle del fuego?, era más que claro que eso, lo que fuese iba más allá de mi obseción por la sangre, de mis deseos de contemplar la muerte haciendo su trabajo y de la noche que era hasta el momento la única a la que dejaba que siguiera mis pasos y que me acompañara para cometer mis asesinatos -¿Porque a pesar de su dulce aroma que me embriagaba por completo no iba vuelto un mounstruo a clavar en su cuello mis colmillos? ¿Porque la idea de verme bañado en su interno color carmesí me causaba tanta repugnacia? ¿Porque?- sin duda verme manchado era divertido pero si la sangre desprendía de alguién más pero la de ella jamás.
Regrese a sentarme en el mismo lugar donde había tratado de pensar, las llamas de aquellas velas algo gastadas bailaban de un lado a otro con la discreta rafaga de viento que venia de las entradas secretas más allá de donde estabamos -¿Y ustedes porque ¡bailan!?- grite a la pequeñas flamas que se extinguieron cuando las arroje a un lado dejando mi lugar en completa oscuridad -Estupidas flamas arruinaron mi vida, mi rostro- acaricie lentamente el lado que esta cubierto por completo -destruyeron mi teatro, y casi me arrebata a la única persona que ve algo que en mi no existe- suspire mientras calmaba mi enfado.
Las notas volvieron a ser desprendidas de los colores blancos y negros que ahora no podían distinguirse gracias a esa nueva oscuridad, esta más secreta e intima que las otras, esas que solo eran "Sombras"... en esta renovada incertidumbre donde los ojos humanos no podía profanar, una larga silueta transtornada volvia tocar hasta dar como resultado los acordes perfectos -Mis acordes- exclame con profundo placer, dsifrutaba de nuevo cada nota, mis orbes regresaban al tono café que fueron alguna vez mientras la música interpretaba la voz del amo de la oscuridad cuando una luz interrupio mi paz << Ángel >>, la palabra que salio de sus labios sono cual eco en mi memoria y entonces la sonata fue abruptamente interrumpida -¿Un ángel?, ¿Angel?, Selena... solo a tus ojos lo soy- comencé a escuchar movimientos más marcados y desesperados en lecho, podía escuchar como se quejaba y así subiendo poco a poco mi inqiuetud no tuve más que salir de mi oscuridad con el ojo nuevamente coloreado del rojo eterno.
Sigiloso me acerque al lugar donde le había colocado pero no fue necesario observar, las reacciones del cuerpo vivo de un humano en ella se hacían presentes, estaba tosiendo para sacar seguramente el humo que había inhalado -La lista se incrementa para ti Shadow... me deberás mucho y me lo cobraré con todo- pensé mientras por fin detuve mis pasos al costado del lecho -Estás en mi paraiso- respondí con voz suave a su pregunta mientras de una jarra de cristal puro y transparente le servi un poco de agua -Toma un poco de agua, eso aminorará la tos e impedirá que tu sangre siga siendo opacada por ese misareble humo de allí afuera- una de mis manos entreabrió la cortina de encaje negro que cubria la cama, recordé en ese momento que esta vez no había un escondite donde poder alojarme mientras hablaba con ella -No... recorrás la cortina te lo ruego, solo toma el agua- era lo único que podía separar sus ojos de mi fealdad -Aquí estarás a salvo- cambie de tema antes que ella comenzara a indagar en mis oscuras palabras -No sé porque estabas allí, debías huir Selena por mí debías haber corrido- ¿Corrido y a donde?, si yo mismo ordene que cerraran las puertas y las ventanas, pero no podía decirle aquello -Olvida lo que dije- negue mientras mi ojo le veía, estaba del todo seguro que esa cortina con su encaje dejaba ver un poco de mi silueta y el color de mi mirada descubierta -Lo importante es que estás viva y mientras lo estés yo se que no moriré- asentí -Las llamas por poco te consumen pero este ángel ha cumplido su promesa, te cubrio con sus alas ahora algo quemadas- pues ahora recordaba que no me había cambiado de ropas y que la gabardina además de sucia estaba carcomida -cuidando de que ninguna otra tragedía te pasará como...- me contuve de decir que yo fui victima del fuego y la causa de mi indescriptible faz -Como alguien que alguna vez conocí- al no escuchar de ella palabras me atrevi a preguntar -¿Te encuentras bien o necesitas más abrigo?, para ti este lugar debe ser muy frío- comente algo alterado -Te duele algo o te lastimaste? por favor contesta flor de mi oscuro éden- le exigí ¿Preocupado?.

Me resultaba curioso contemplar a un mortal despertando de un profundo sueño fallido provocado por la muerte en otra forma que no era mi silueta, su voz tan debil y dulce a la vez desperto en mi una tranquilidad que francamente desconocia, un sentir que por un momento corto logro que mi mano se acomodará hasta mi pecho -Sí, mi paraiso- le hable con voz comprensiva, oscura y sutil -Aquí en medio del frío y olvido se refugia el ángel de alas negras que tu conoces- mi ojo se dirigia a cada rincón de color marron que estaba en ese subterraneo, escuchando la música de fondo que las gotas producían al caer al gran lago que estaba dentro de mi palacio -En cada roca, rincón y gota de agua esta escrita mi historia, la vida de un...- ¿Demonio, mounstruo, vampiro? eso era lo que debía decir, pero no podía revelarle mi verdadera cara, la faz que iba más allá del pedazo de tela que traía por máscara, iba más allá del alma que ya no poseía... no podía decirle que todo este tiempo solo fue una ilusión, que en vez de ser pura era más negra que la noche misma y la pregunta retornaba a mi -¿Porque?-, en otras ocasiones lo había hecho, había alejado y matado con tal de no tener más compañia más que la música desprendida de una cuerda, una tecla, una nota o una voz -De un...solo olvidalo- dije a modo de suplica.
Le ofrecí el agua, estaba sedienta, no era para menos, casi muere asfixiada, pero más allá de la sed propia de los mortales algo más me había sorprendido: Su obediencia, cualquier otra en su lugar habría ignorado mis palabras y recorrido la cortina que separaba la vista de ambos... ¡Pobre de esas otras que lo hubiesen hecho pues con todo placer tendría que matarlas, las hubiera colocado en el escenario o en hall, en cualquier parte de mi teatro! ¡Ahora es cuando más debia mantener la compostura! -Gracias- dije tenue acompañado de una reverencia, quizás no me veía claramente pero si podía develar cada movimiento -Yo no...-emprendía un ataque de furia pero no tarde darme cuenta que no era la actitud adecuada,se iría si dejaba salir a ese hombre que se moria por sangre, pero no de ella si no de otros, que esta a la vez enojado, exigiendo venganza -No soy un ser que valga la pena que te hayas arriesgado de aquel modo, mi existencia no vale mucho acomparación de la tuya que vale más que todo lo que puedo poseer-suspiré reflexivamente -No te quites el valor que tienes por que si en mi vez un ángel yo en ti veo más que una simple mujer terrenal- finalmete mis pies se deslizaron hacia el otro extremo de la cama, eran tan lentos que bien podía ser confundido con un espectro que ronda los terreano en pena -Yo solo arriesgo mi vida- comente mientras caminaba -Por quién arriesga la suya para salvar a este en que tu confias ciegamente- quede postrado en el otro lado, le admiraba detenidamente, el ojo color carmín recorria su rostro sin parpadear, mis brazos permanecian escondidas en lo poco que sobraba de la capa, mis guantes estaban tan rotos como el reto de mis ropas -Al contrario ahora es cuando más debes permanecer bajo mi cuidado, un extraño quiere deshacer todo cuanto soy, matarme en la menor oportunidad... solo a eso vino al teatro- el rencor se asomo por cada letra que conformaban mis palabras al igual que la mentira de nueva cuenta, no era un extraño... sabía perfectamente quién era ese enmascarado más si le decía, si confesaba lo que en realidad paso años atrás, esa joven jamás me lo perdonaria, descubriria cuanta sangre hay en mis manos, era mejor convencerle que el villano de toda esta historia era Leviathán y nada más que él y porque no pensar en infundir odio hacia el y malagradecida de Montserrat, si después de todo ahora era la única que tenía como cofidente, peronunca como aliada, era demasiado para un alma que ha sufrido tanto y sufriria más si la enredaba en el plan que estaba pensando -Puede matarme pero no permitire que arranque del rosal la flor más bella de mi edén, por eso te he traído hasta aquí donde ninguno de tus petalos será arrancado por sus manos inmundas- la frase dicha en forma de promesa es lo único que podía ofrecer como garantía que aún permanecería a su lado, por lo menos hasta donde la verdad no viniera con su horrible luz a estropearlo todo -Maldito sea cualquier tipo de brillo que viniera a revelar la verdad de las mantiras que maquilla y embellece la oscuridad- repudie como siempre la estupida luz en silencio -Mis ropajes, no tienen importancia, puedo conseguir otra gabardina, otro traje, estoy acostumbrado a este tipo de incidentes más de lo que tu crees, mi ropa siempre ha pagado el precio, en cuanto al frío... he vivido mucho tiempo en este lugar ya me es familiar, además la oscuridad puede ser tan cálida o tan helada como la nieve que cubre de blanco hasta el último rincón de París- y aunque mi voz sonara sutilmente había algo que empezaba a hacerla distante, algo que lograba exitosamente separarla del mundo en el que estaba refugiada para introducirse a otro completamente distinto donde la frialdad era un más dura que entre mis sumbras, ¿Que error había cometido esta vez?, ¿Sería acaso que como Alice o Montserrat tarde que temprano detestaron este lugar o se había molestado por traerla aquí sin consentimiento suyo, pensando como toda mortal que le había raptado? o... ¿Había sido tan obvio para que cayera en la cuenta que todo esto del ángel caido de la nada no era más que un invento?.
No tarde mucho en saber la razón que por desgracia ninguna de las que había maquilado en mi mente era la correcta, ahora recordaba con exactitud uno de los detalles más importantes antes de que ese malnacido arruinara la función -La proposición- murmure de manera tan baja que ni yo mismo pude escucharme, justo ahí en medio de mis pensamientos que mantenían presa en solo punto mi mirada y sus palbras que volvían a recordar con lujo de detalle todo cuanto paso en el escenario entre esa infeliz y yo que una sensación desesperante y asfixiante me invadio, sin poder contener más la furia que había dentro de mí instantes antes cuando las notas no podían salir libres al ambiente oscuro de mi hogar, la respiración comenzo a acelerarse y un silencio prolongado fue destruido por las exclamaciones que vinieron después -¡Montserrat jamás será mi amante!... ¡Esa vivora traidora!- no supe más de mis cinco sentidos, todos se dispersaron al igual que mis pasos de un lado hacía otro como una bestia tras la rejas que no podía hacer nada contra su encarcelador -¡Mujer enbustera, mentirosa Dalila!- siguieran las exclamaciones en contra de esa que seguro me vendio con aquel cazador -¡Ese pequeño demonio nunca podrá compararse contigo! ¡Nunca! ¡La odio, la maldigo!...¡Montserrat te repudio!- todo se detuvo de un minuto a otro, la respiración era la única que hacia eco de su presencia en cada exhalación desprendida de aquel arranque en que quizás pude haber asustado a la joven, podía ser por la pena de mi actitud que le dí la espalda, ahora alejada del lecho justo en la orilla de ese lago -Esa mujer no es nada mío- la voz volvio al tono quedo de momentos atrás, más solo para un alma como la suya podía ser visible la descepción en la que se ahogaba aquello que desconocia tenía en mis adentros -Yo le abrí las puertas de mi teatro, necesitaba una nueva voz, alguién que llevara mi música más allá de estas catacumbas donde el mundo jamás escucha... era.... era como mi proyecto en el que depositava las esperanzas de que el mundo me escuchará- guarde silencio, recordando ese pasado que de pronto parecía que hubiera sido ayer -Le ayude a ponerse en pie, le enseñe a amar la música como yo ¡Le di una voz! ¡La acogi en mi teatro! pero no con la intensión que tu crees... en mi edén hay escasas rosas y cada una es cultivada para algo en particular, excepto tú... tú brotaste de la nada sin que yo te plantara, la única que no repudio a su cuidador por ser una gargola solitaria que danza en el infierno pero que secretamente anhela el cielo... secretamente- asentí mientras aceptaba la realidad de la situación -Ella estaba siendo cuidada por mí para brindarle a París una música que no olvidaría, una voz que permaneceria allí, en el arte junto a los grandes compositores de nuestra historia, pero como todos en este mundo rechazan al hombre que puede haber detrás de este repulsivo cádaver con escasa piel- me vi en el reflejo que brindaba esa agua cristalina del lago, rompiendo la tela de la gabardina cubri mi rostro de nuevo en las partes que estaban al descubierto -El mundo es prejuicioso, en mi solo ven un monstruo... ni siquiera un ángel-.
Me puse en pie -Montserrat jamás podra ser igual a tí por que ella carece de todo cuanto posees, en ella solo vi arte y en ti vi...- negue -¡Que más da! todos terminan traicionandome-después de un momento aparentemente de rencor y quebranto recupere la compostura, volviendo a la parte más oscura del refugio sin antes decirle -Me disculpo contigo si mis reclamos llegaron a asustarte- comente en tono serio -A nadie tendría como amante sino solo a tí... porque no hay nada que me pidas que pueda negarte, excepto mostrarte mi rostro, Montserrat no pude ser comparada contigo, eres más bella, con más sabiduria que esa...mujer por el simple hecho de ver algo en mi que nadie nota, que nunca lo notan- comencé a subir escalón por escalón hacia el organo de oro -Puedes recorrer las cortinas si es que así lo deseas y...-mire hacía lo que era el techo de piedra -Y si deseas irte lo entenderé, cuando termine todo alli arriba puedo llevarte...al final todos lo hacen, todos se marchan de mi lado- llegue al organo, tome asiento adueñandome del las sombras y el silencio de todo el lugar, parecía que de un momento a otro me había desvanecido del lugar sin dejar rastro alguno.

-La oscuridad es la única realidad en la que debrían vivir los hombres- dijo esa voz que entre las sombras siempre surge de manera inesperada -Esta guarida no es un escondite para mí... es... es como mi propia versión del París perfecto- contemple las imperfecciones de las rocas, los contrastes que de un momento a otro tomaban debido a la media luz de las escalas velas que tenía alrededor de los terrenos donde ahora me escondían -Solo a ciegas... el hombre sería capaz de ver el interior, la verdadera belleza del alma, algo que el mundo de la luz siempre opaca por fisicos agraciados- quizás ella no entendería, estaba demasiado confundida como para entender con exactitud mi propia filosofia, probablemente para que alguién viera el mundo como yo lo contemplo necesitarian estar debajo de una máscara de por vida, para ella no quería esa condena, preferí callar.
Seguía escuchando mientras mis pasos iban de aqui a allá, no sabía que responder o como hacerlo de forma en que no se revelara mi verdadera faz -Mi sonrisa no es tan privilegiada- respondí serio -No quiero que lo idealices como algo perfecto porque algún día te lleves el susto de tu vida- el pasado me acosaba, como no recordar que en aquella jaula, en un principio intentaba sonreir para todo el que fuera a contemplar el espectaculo del miserable que me tenía como esclavo, mi sonrisa fue repudiada, rechazada y burlada, el idiota que espero este en el infierno me prohibio volver a sonreir -La sociedad es un espejo demasiado cruel y sincero, las pocas veces que sonreí el cristal se rompio en miles de pedazos pequeños- quería cambiar el tema, hablar de ese pasado no era algo de mi gusto para eso, para desahogarme tenía a todo París y sus miserables vidas mortales para saciar mi sed de sangre, sn embargo mis palabras seguian enredandome cada vez más en un laberinto del que jamás lograria escapar, un camino lleno luz y de sombra, parecia ver dentro de el al sol y la luna -Yo...-me quede sin habla ¿Que podia decir sobre aquello que me estaba quebrntando el alma, si ni yo mismo sabía lo que era? -Yo...- no podía y tampoco quería tomar riesgos, un solo error de mi parte y la perdería para siempre y todo ¿Porque me importa tanto perderla? -Siento que cuando yo...- y cada vez que intentaba hablar, me sumía más en mi oscuridad, solamente aquel ojo color carmín podia dar cuenta de la ubicación de mi sombra -Hay veces que me siento... más que irreal, me siento invisible... y entonces....te siento cerca- suspire lo más profundo que pudiese resistir, exhalando el aire muy despacio y discretamente -Todo desaparece hasta que te escucho hablar tan tierna y humanamente una vez y otra más- mi mirada se dirigia a una pintura que estaba allí justo a mis espaldas, era una pieza tan bella y tan fina, una obra que me hacia recordar a la musa que tenía en mi hogar, como mi invitada -Entonces mi palida sombra... no se siente sola...- silencios, pausas... me resultaba complicado contestar sus dudas y seguir manteniendo mi escencia que asusta e intriga con esa mujer, no entiendo que es lo que ta sucediendo conmigo, lo más grave es que solo es con ella... me duele...¿Me duele?.
-Yo poco importo Selena, si me mata ese hombre que lo haga... el mundo no pierde nada, al fin y al cabo seres como yo abundan y en demacía, en cambio mujeres como tu... son escasas que puedo contarlas con los dedos de mis manos y aún así sobrarían- el color de mi voz cambió sin más a un tono serio y decido, tan rudo y torbo, sabía que parte del fantasma aún frente a ella estaba presente -Mientras yo viva... nadie te hará daño, los que me estorban son otros, tu nunca- ¿No me estorbaba?, ¡Todo el mundo me estorba, por eso los mato, por eso me divierto de su fe supersticiosa, me estorban hasta sus creencias y sus requisitos para ser aceptados dentro de un detestable circulo de desdichados y miserables!... menos Selena ¿Porque la excluyo de mis presas, porque?, a estas alturas yo estaría divirtiendome con su cuerpo que pendería de alguna viga, bebiendo su sangre y derramando algunas gotas por los pasillos, que cosas no hubiera hecho con el cadaver que al fin de cuentas es tan humano como cualquier otro pero algo en mi rechazaba la idea de generar en ella semejantes actos que con otros tenía las inmensas ganas de hacerlo, con cualquiera que quisiera, pero... -Ese miserable sabe todo de mí, me odia... no tolera la idea de que hay un ángel entre mortales ¡No escuchaste como te amenazo frente a todos por ocupar un palco que ni siquiera era suyo!-en realidad yo fui quién sin saber que era ella, le había sentenciado, pero confesarle sería asustarla ¿Como reaccionaria de solo enterarse que esa voz llena de rabia, tan oscura y con un gusto evidente por la victima y la muerte era yo -Sabe de más, seguro sabrá de tí-suspire cortamente -Ya te he dicho que eres tan o mayor importante que todos los demás, en todo caso ya te he dicho que el invisible soy yo- continue caminando, a paso lento que me alejaba de aquella pared donde la pintura era resguardada por mi oscuridad, aquella que estaba cerca del organo de oro -No- me negue friamente -Nadie puede curarme, mis heridas no tienen remedio, si lo tuvieran no estaria condenado a utilizar una tela en el rostro eternamente- explique en un tono más compresivo, mientras el eco hacia que mis palabras se oyeran en todos sitios sin que permitiera mi localización, sabía que ella vendría a tratar de curarme, no podía permitir que viera este adefecio de la naturaleza -¿Como crees que soy en realidad?, ¿como una pintura religiosa realizada por Da vinci o por Miguel Ángel?- de pronto la duda emergio de los mares de mi cordura ¿como veía en realidad dentro de su mente?, mientras algunos pedazos de vela era encendidos de manera misteriosa mostrandole algunas obras de ambos autores donde como protagonistas había angeles y querubines, ignorando por completo si tal habilidad de prender las flamas para ella le desconcertaba -Si, seguramente es así como me imaginas.. pero contempla que no hay angeles como yo en el mundo de los pintores, solo observa como ninguno ha retratado a alguién con las alas negras, algunos tenemos heridas que no se pueden curar, por eso nunca somos retratados- mi sombra se proyecto en el muro dende reposaban las pinturas, tan gigantesca era esa figura pero que sin embargo a su paso se iba haciendo más pequeña hasta desaparecer de la vista  de mi acompañante y junto con mi sombra el fuego también se marcho escondiendo tras ese velo hecho de oscuridad pura todo el arte que abergaba dentro de mis terrenos.
Quisé ocultar toda signo de maldad que albergara en mi ser, ¡Pero tenía que salir la maldita arpía de Montserrat y hechar todo a perder!, después de tanto descontrol, respire profundo y mientras me calmaba mi mente dictaba sangre, podía hacer las dos cosas planear, vengar y hablar amenamente con Selena, era dificil pero tenía que intentar -Disculpame- dijo la voz de la sombra arrepentido -Ya te he dicho que mi única amante es la música y nada más que ella, las notas son sus brazos que se extienden y acarician, mientras su sonido es la única voz que me susurra dulcemente al oido... mi música-termine en voz tan baja, apenas audible para ella -Es por que no me has visto aún- pensé -Soy incluso más que una gargola, un engendro mal parido- concluí, prefiriendo omitir alguna respuesta que diera señas de como soy en realidad, sin embargo creo que con las pinturas pudo haber entendido a lo que me refería.
-Después de tanto tiempo es dificil creer que alguién no me dará la espalda, no digo que me traiciones pequeña Selena, solo supongo que en cuanto veas que hay detras de esta tela terminaras alejandote... lo sé- no sabía si me referia al rostro o mi alma vendida por el resto de los siglos al demonio y entonces la duda me sobrecogio ¿Quién la alejaría más pronto de mi lado: mi rostro o mi alma ensangrentada?, después todo se hizo silencio absoluto, el piano se habia quedado mudo, la oscuridad no emitia frio ni humedad, las gotas habían dejado de caer a ese pequeño lago que parecía haberse secado, ni yo podía decir más, si en esta parte del momento me había costado el doble de explicar, de expresar, estaba siendo victima de la confusión que unos momentos antes mi tomo entre sus manos, me solto para poder respirar y ahora después de la furia y la calma llegaba de nuevo para tratar de ahogarme, algo me oprimia el pecho al escuchar hablar a la joven... algo que aceleraba la respiración, despertando en mi una clase de sensación en la que el interior se calcinaba, era como aquel fuego que termino con la belleza de mi rostro, como sentí mi cuerpo en cuanto entre a las llamas instantes antes para rescatarle ¿Era de verdad lo que me decía?, suspire discretamente, los parpados impedian que viera cualquier punto del recinto, allí en medio de esa inmensa oscuridad intentaba reflexionar para darle una respuesta, Alice había sido tan contraria a ella.. tan distinta, recordaba como ese estupido muchacho de segunda le hablaba con cariño y preguntaba con amargura a Alice ¿Que era lo que sentía por mi? -¡Siento horror!- le escuchaba en mi cabeza -¡Eso es terrible! Le tengo horror y no lo detesto- vaya eco ensordecerdor, doloroso -Horror- susurre -¡Oh Selena!- lleve mis manos con los guantes rotos -Aún siendo más extraño que tus sueños ¿Puedes incluso atreverte a mirarme o llevarme en tu pensamiento?-toque despacio cada parte en que aún con la tela podía sentir la carne completamente descubierta, otras llenas de cicatrices que tan solo con el tacto dolían y ardían, empece a caminar sin darme cuenta que poco a poco salía de mi oscuro rincón, dirigiendo mis pasos en dirección recta, con los ojos cerrados -Llevar a esta gárgola repugnante en tu mente, este adefecio que se quema en el infierno, pero en secreto anhela el cielo en secreto, secreto- senti como las imagenes oscuras proyectadas en mis parpados se llenaban de luz, quizá era debido a mi pensamiento tan intenso y profundo que llevaba en voz alta -¿Finalmente el miedo podrá transformas se en amor?- detuve mis pasos, las manos se entrelazaron, reflejando mi angustía, mi desesperación, temblaban y trataban de calmarse recargadas en mi pecho -¿Podrás encontrar al hombre detrás del monstruo?, esta carcasa repulsiva que parece una bestia pero en secreto sueña con la belleza, en secreto, secreto...Oh, Selena- susurre su nombre, abriendo los ojos lentamente, sin darme cuenta camine hacia ella, quedando frente a frente... la luz ilumino mi alta figura, las vestimentas quemadas y llenas de tierra, rota de una manga que servía como sustituto de la eterna que cubría más de la mitad de mi rostro, dejando ver el ojo que siempre esta descubierto y debajo de él cintos de cicatrices de piel mal regenerada, agrietada y en medio de ellas, el color escarlata de la sangre que bebía noche a noche, el cabello castaño cubierto de tisne, finalmente la luz vislumbraba el misterio detrás de la oscuridad -¿Realmente quieres esto que ves, gracias a la maldita luz?- acaricie mi brazo descubierto -¿Quieres saber que se sienten las caricias y el abrazo de esto?, ¿No sentirás por mi horror y lastima?- guarde silencio por un momento -Mirame bien Selena, ¿Aceptarías algo como yo? ¿Podrás ser tan benevolente y ver lo que ha visto la música en mí?- no dije más, la mirada se dirigio al suelo y los puños fueron cerrados violentamente.

Escuche sin replicar, sin contestar... no podía... no debía... pero que... ¿qué me está pasando?, salve su vida, me preocupo por mantenerla conmigo al grado que la traigo a este mi santuario donde nadie a excepción de Alice ha entrado y más allá porque le permito conservar su sangre y su vida.
Es inevitable que mi pensamiento me dicte en palabras casi calladas -Me hace sentir vivo- ¡Yo el ángel de la muerte me siento vivo!, cierro los ojos y sigo sin hablar, parece que ella se lleva de a poco el aliento que me sobra, es como si su mano apretara mi garganta de manera sutil, tan diferente a como yo acostumbro callar y someter... ya no sabía se alabar o maldecir la hora en que la encontré en aquel cementerio, con ella el demonio era domado y rabioso quería venganza por él y también por la joven.
Quedo inmóvil, petrificado me toma la mano y al mismo tiempo yo me aferro a ella, mis ojos le miran atentamente, el carmesí se ha ido puedo sentirlo, mis pupilas le ven ¿Afectuosamente? -Selena- trato de evitar su mirada, de dirigir mi rostro cubierto a otro lado, con tal de que no llegue hasta mi esa fragancia, ese sutil aroma que solo yo puedo descubrir y entonces tras sus palabras algo se enciende y no, no precisamente es odio, no... -¿Cómo es que sabes tanto sobre mí? ¿Acaso soy demasiado notorio?- me refería a sus últimas palabras, esas que aún viniendo de su voz dulce me herían, cada una, con su respectiva silaba, con su respectivo significado me hacían recordar a pedazos cada una de las huellas que marcaron un viejo pasado, una historia que no solo dejo marcas en mi rostro sino en mi oscura y vacía existencia... vacía completamente sin nada -Alguna vez como cualquier ser la luz alumbro mis días, alguna vez tuve alas blancas, alguna vez tuve las manos y el alma limpia, alguna vez tuve la esperanza de tocar el cielo... hasta que...-solté su mano, deje de mirarle, dándole la espalda e interrumpiendo mis palabras, había cosas que por el bien de la joven debía ignorar, aún no era el momento para decir que yo era una simple atracción de circo, que siempre estuve deforme, que me transformaron en contra de mi voluntad y que cuando me creí realmente amado terminaron traicionándome -Hasta que ese enmascarado se entrometió en mi vida y ahora en la tuya- tome una pausa mientras cerraba los puños -Maldito bastardo- pensé -Pero te juro que así como entro se ira de tu vida, pagando caro su ofensa contra mí..- algo en mi interior hizo detenerme -Contra ti- no dije más, al menos por unos minutos volví a ser el silencio personificado, cuantas ganas tenía de volver a las sombras pero este era mi castillo y ella lo desconocía, quizás para ella esto podía ser aterrador.
-Eres a única que no me odia- dije comprensivo, regresando mi mirada a la suya esta vez ya no se movería -No todos son como tú... la sociedad dice siempre tener fe, más no es cierto- mi mano se separaba del resto de mi cuerpo, se extendía casi por inercia, era una necesidad por aferrarme a ella -Si algo he aprendido en si... en años es que en hombre siempre habrá mala levadura- finalmente cobije su mano de nuevo entre las mías y esa sensación placentera regreso de inmediato y su sonrisa volvió a nacer de sus labios -La música...- me acerque cada vez más a ella, olvidándome por momentos de una de las cicatrices que llegaba hasta debajo de mis ojos, era la única que no podía cubrir o de lo contrario estaría completamente vendado sin poder ver la rosa que pedía que mis manos manchadas de carmesí y mis alas tan oscuras como la noche le cubrieran -La música soy yo..- lleve su muñeca mi rostro y de inmediato las mías se posaron en sus mejillas - Y solo tú puedes hacer que mi canción comience a volar- ya no pude resistir más, era inútil seguir luchando contra mí mismo, eso que me ahogaba era lo mismo o aún más fuerte que el sentimiento hacía Alice o Montserrat, era un sentir que me daba la fuerza para acabar con todo el maldecido París y acabar de una buena vez con el cazador -Para mí siempre has sido una mujer y no una pequeña, una semilla que se ha convertido en rosa- las palmas de mis manos recorrieron sus brazos y se detuvieron en su cadera, la respiración comenzó a subir de intensidad -La música quiere más que segundos contigo, si se pudiera querría la eternidad a tu lado- dije en tierno susurro y entonces acerque más mi cuerpo junto al suyo, sentía su calor emanando de ella y ese aroma envolvía de nuevo mis sentidos -La muerte conmigo jamás podrá tocarte porque mis alas y mi oscura esencia son tuyas desde aquella fría noche invernal, ganándote la protección de este ángel que se vuelve real cada vez que le nombras con esos labios que anhelo volver a besar- acerque mi rostro de manera lenta hacia el suyo -La luz venció a la sombra... y de ella ahora le pertenecen su música y todo cuanto posee- finalmente la tela rozo con sus labios que estaban llenos de vida, más al no saber su reacción el gesto fue rápido, separándome de ella al instante, esquivando su mirada y quitando de ella mis manos muertas, ¿Que había hecho?... el tétrico fantasma había dejado al descubierto una parte de su ser que nadie debía conocer, pero...ella, Selena sería la única que de este ángel maldito sabría más sin llegar a descubrir del todo su pasado y su misterio -Ayúdame a completar mi Sonata nocturna... sigue haciéndome real, la música, es decir... yo quiero ser el dueño de tus caricias y proporcionarte las mías, cambiar mi soledad por tu compañía y cambiar a la música por tí, convirtiendote en mi... mi... amante- susurre sin decir más, lo que hice fue algo más que una sonrisa pues hasta eso después de siglos se me había olvidado cómo era sonreír sin que hubiera muertes para mi beneficio de por medio.

Por un momento el tiempo se detuvo, solo se escuchaban los suspiros que venían de ambos, no podía huir de mi mismo porque sabía mejor que nadie que de no ceder a esto Selena terminaría muerta... muerta y seguramente por mis propias manos, si la dejaba vivir era porque sería para mí y si la dejaba morir era para que no fuera de nadie más y para que yo no me viera obligado a fingir pero... ¿a fingir que?, con ella esa parte oculta del fantasma, la más humana salía sin necesidad de forzarme más.
Sus palabras, esas tan dulces que parecían embriagarme e incluso bajar la tonalidad rojiza de mis ojos seguían torturándome, esquivaban su mirada e ignoraba sus preguntas que sabía perfectamente tenían respuesta, pero todas llevaban a desenmascararme sin necesidad de despojarme de las telas -¿Eternidad?- pensé -¿Había cometido la estupidez de confesarlo?- decidí ignorar, mantenerme frío y quieto hasta que el sonido de su voz cabizbaja -Yo... no...-hable entrecortadamente, no sabía que decir o como actuar, como enmendar el error, de inmediato y a la par de un impulso mis manos se posaron en sus mejillas, mientras uno de mis dedos tenía la osadía de acariciar sus labios, tibios y rosados -Tus labios no tienen nada- negué marcadamente -Quizás si tienen... tienen veneno, un elixir que mata, que  domina al demonio que en realidad vive y respira en mi-dije para mis adentros, mientras seguía contemplando en silencio su boca ansiosamente... debía reconocer que en mi existía una necesidad de besarle de manera tierna, lujuriosa y de tantas otras maneras que ambos ignorábamos, que solo me figuraba por lo que alguna vez soñé con Alice, con lo contemple en aquel pasado que fue el causante de todo cuanto soy hasta esta noche y que ahora tenía ganas de reflejar en ella más ¿Con que labios si los míos carecían de carne?, que importaba, solo estaba seguro de una cosa y ello era demostrarle con ansiaba resguardarla bajo mis alas -Debo ceder- me hable convencido -Debo ceder, antes de que esto termine consumiendo quién soy- arroje un gran suspiro y mis ojos resbalaron por el resto de sus facciones en el rostro hasta llegar a sus ojos, en los cuales me detuve, sentía como si allí hubiera la mirada que siempre y en silencio anhelaba durante tantos siglos -Son mis labios los que tienen algo, algo que podría ensuciar los tuyos o que podría provocar la repulsión...- retire mi dedo y mis manos, dejando que bajaran, rozando su piel hasta llegar a sus manos, donde las cubrí con las mías, las acariciaba con delicadeza -Si supieras lo que hay bajo estos harapos, quizás pocas ganas te quedarían de tocar o comprenderías porque me alejo tan pronto de tu esencia- tan pronto como nuevas palabras salían de su boca, nuevas heridas comenzaban a abrirse, el dolor me invadía y su mirada, sus caricias eran más que puñaladas, cuchillos que deseaba se siguieran clavando y resbalándose por mis telares del alma, desgarrándolos, destrozándolos por completo -Selena lo que yo quiero que seas para mí se perderá tan pronto me quite la tela como me pides- inclinaba mi cabeza hacia una de sus manos, me restregaba como un perro que es fiel y cariñoso con su amo, cerraba mis ojos y entonces la imágenes retornaban con la intención de atormentarme, pequeños fantasmas encadenados hacían un ruido insistente recordándome el porqué de su esclavitud, pocos eran los que se atrevieron a despojarme de la máscara y ninguno de ellos sobrevivió, excepto Alice, quién no soporto el horror que frente a ella y ante sus pies lloraba y sufría por su amor, la veía con su expresión de sorpresa, enmudeciendo sus gritos, ni siquiera cuando hice apenas un débil movimiento con el afán de acercarme, supongo que el espectáculo de la cosa que veía frente a sus ojos era tan horripilante que impedía el movimiento de sus cuerdas vocales -Selena- la nombre en medio de un suspiro, provocado por el recuerdo de esa escena -Quisiera que tú fueras... fueras... mi compañera... lo que complemente a este adefesio que lo único que anhela es un poco de paz, que espera en silencio la musa que se apiade de este saco de huesos viejos y olvidados... no solo de pan viven los hombres y los ángeles como yo- tome ambas manos y las coloque exactamente donde la tela se sujetaba a mi piel, pasaba saliva en búsqueda de que ese nudo en la garganta se deshiciera -Nadie ha vivido para contar que hay debajo de esto- sacudí la cabeza -Es decir... porque muchos no vuelven a hablar del susto y..- repare mis palabras, porque sabía perfectamente que la verdad de todo aquello era que yo había matado a cada uno y debo decir con demasiado placer -Será mejor que descubras por ti misma a lo que me refiero, prometo no lastimarte- dije solemnemente -Solo hazlo, quítalo y descubre la pesadilla que has creído amar todo este tiempo, verás que el amor se transformará en horror- cerré los ojos, sabía lo que estaba a punto de suceder pero debía conocer aunque sea una minúscula parte de mí... si comenzaba a gritar no tendría más remedio que matarle para silenciarla pero si ocurría algo inesperado la amaría por el resto de mi existencia.

Si tan solo supiera que decir en casos como esos, encontrar las palabras exactas para poder explicar que el problema era yo con mi cadavérico rostro, que eran mis labios carecientes de carne que les cubrieran los que me hacían huir no de ella, sino de mi mismo...
Suspiro sin decir nada, prefiero bajar la mirada mientras ella cuestiona si sus labios eran el problema -Tus labios son perfectos- digo en un tono de voz apenas audible para ella, mis ojos le buscan y mis manos se aferran a la suyas, mismas que empiezan a juguetear entre sí, supongo querían conocerse, podría jurar que aún tan maltratadas como las tenía y forradas en guantes de cuero eran más valientes que su amo... ¿Pero cómo me atrevía a tocar algo tan puro con las manos empapadas en sangre de gente como los suyos?, las dudas comenzaban a atacarme y ahora no sabía si estaba haciendo lo correcto al dejar que permanecería aquí, que conociera mi hogar y que quizás lo que hay más abajo de esta, que me deje acariciar por su piel impregnada de la radiante belleza y la juventud que yo ya no poseía... el hecho de que la dejará con vida comenzaba a inquietarme, sin embargo por más que mi instinto me dicta matarle por diversión, por sangre y por seguridad, otra parte, aquella que causaba una sensación extraña y mucho más fuerte que la que sentía por Alice, la que se conectaba con esa tibia y tierna mirada de la que emanaban palabras que no podían salir de sus labios me detenía de una forma tal que allí estaba diciéndome con el sonido de sus silencios que me amaba, mientras las palabras que articulaban frases armonizadas con esa voz tan sutil y tan embriagadamente dulce juraban que no se alejarían de mí -Si tan solo supieras que hay debajo de la tela, carne y huesos que cubren el alma del hijo del demonio- seguía insistente en mi pensamiento -Si tan solo supiera- vuelvo a repetirme -Nunca digas algo de lo que más adelante te puedas arrepentir- me dirijo a ella serio pero con la mirada perdida y pendiendo de la suya, ¿Arrepentir? ¿Y yo no me podía arrepentir de tenerla como mi compañera, eran muchos riesgos y una herida más que le provocaría el saber la verdad sobre el que llama ángel guardián y al parecer la razón por la que ese latido tan fuerte que puedo percibir emana de su pecho -¡Oh Selena!- exclamo su nombre en un suspiro -Ya es demasiado tarde para los dos- pienso para mí mismo -Solo espero que pueda sacarte del infierno en el que yo te he hundido- y llego a la conclusión que tanto quería evadir -Por amor-, si, amor era lo que sentía por Selena Scander, lo sé porque su presencia es como un fuego que me calcina y con él que ya no puedo más, el mismo que me dicta poner su mano en la tela y el que parece apagarse cuando están sus caricias y su calor sobre donde debía haber piel, las llamas temen ante la incertidumbre de lo que pueda ser su reacción.
Los restos de mi rostro siente el aire que yo les prohíbo desde hace siglos con la tela, los ojos se mantienen cubiertos con los parpados y la impaciencia por saber su reacción se apoderan de mí... o quizás lo que en realidad me posee es ¿el miedo al repudio, la lastima y el rechazo? -Lo prometo- digo tardíamente en respuesta a su petición, la voz suena quebrantada y transformada en especie extraña de sollozo, mientras las lagrimas están ausentes.
Su exclamo es evidente -¡Lo mismo de siglos atrás, se irá, escapara de mi lado como Alice lo hizo!- exclamo en mi interior -Pero antes de que se escape, yo le...- mis pensamientos atroces que atentaban contra su existir quedan interrumpidos y desarmados a lo que siento, el roce de sus labios en cada cicatriz, en cada pedazo donde no había piel que consentir provoco que algo extraño humedeciera mis mejillas, lágrimas que habían permanecido presas bajo el yugo del tiempo y del rencor fueron libres finalmente, mojaban mis pestañas a causa de que aún no tenía el suficiente valor para abrir los ojos y ver lo que acontecía justo al frente mío, esa agua era producto de un extraño regocijo, todo un río que alguna vez una criatura humana lloro todas las noches tras las rejas de una jaula de circo -Le has ganado- susurro mientras ella continúa tocando mi rostro, siento su respiración, su fragancia a que me enloquecía y que al mismo tiempo calmaba mi demencia, no podía decirle a quién le había ganado, pero era evidente que al monstruo que habitaba en mis adentros, ante ella estaba sin defensas, caía debilitado en sus labios que finalmente hicieron contacto con otros que esta vez eran realidad y no producto de un fatídico e inalcanzable sueño, respondo a su beso que era en gran medida inocente, suave y tierno, solo buscaban acoplarse con el compás que marcaban los suyos, mis brazos y mis manos retornan instintivamente a sus caderas, la estrechan y delicadamente acercan más su figura con la mía -¿Quién puede alejarse de esos labios tan hermosos y perfectos?- respondo rápidamente para regresar a ese instante donde no había mundo, no había Leviathán, Montserrat o Alice, donde no había un teatro y una tragedia encima de nosotros, donde por el momento más que un ángel o un demonio era...un humano -Me temo- lentamente me separe de sus labios, limpie mis lágrimas y las suyas con mis manos -Me temo que un te quiero es pequeño a que lo yo siento por ti Selena- retomo las palabras y el tono usado esta vez es dulce y a la vez es firme -Yo... yo... Te amo, Selena te amo- me resigno y finalmente me dejo llevar preso por el sentir que vence al malvado dentro de mí, los recuerdos vienen fugaces de la noche en que le conocí en el cementerio, esa extraña necesidad de tenerla junto a mí y de protegerla más que a ninguna otra, desde entonces creo que ella me dolía, como me enveneno el tiempo en que estaba ausente después de esa noche, dolía estar agonizando sin ella allí -Como me dolió hasta el alma en medio de muros fríos y ásperos como los de esta cueva- pienso mientras quedo pendiendo de su mirada, esperando que responda al inmenso amor que le he confesado.

Con su delicada mano por debajo de mi barbilla mantenía la mirada fija en la suya, esa mirada que aparentemente no se avergonzaba ni se aterrorizaba ante lo que veía y tocaba...
Me parecía un sueño de esos que solo en mis obras podía alcanzar con nombres y pasados diversos, finalmente era el propio destino el que esta componiendo mi tragedia, el que creaba todo este momento en que los violines pasaban de ecos mortuorios y estruendosos a unos dulces y lentos acordes cubiertos de dulzura y felicidad en el lugar de odio y sangre.
Sangre, por ahora no me era necesaria, bastaba con escucharla hablar, con sentir su respiración y verla sonrojarse mientras mi labios dictan en voz alta lo que el corazón me reclamaba  desde el instante en que cruzo en mi camino, ese inesperado momento en que buscaba una víctima más y vez de aquello encontré la entrada a un sendero que conduciría a este momento, donde la victima termino siendo el ángel de la muerte en manos del... del amor.
Un cadáver enamorado de una humana, un monstruo que mataba por  venganza y por placer termino amando a su víctima, regreso al momento y mientras sus labios se rozan delicadamente con los míos, una duda me asalta -¿Y si termino matándola?- un miedo indescriptible que no había sentido ni siquiera por mi mismo ante la amenaza de Leviathán comienza a estremecerme, recorre todo mi cuerpo, la respiración se agita ante la incertidumbre -No, yo sé que esta vez todo será diferente... tiene que ser así- di consuelo, respire profundo en afán de tranquilizar mi mente -Puedo ser un peligro para ella- volví a insistir, sin embargo logre convencerme a mí mismo que de ser esa amenaza hubiera terminado con la joven mucho antes de traerla hasta este lugar, era más aquel sentimiento que la fuerza abrazadora del demonio que reclamaba sangre y muerte para saciar su hambre de vidas inservibles de los inútiles mortales.
Mis manos tocan su cadera tierna y delicadamente, otra vez estoy de vuelta en el instante en que su beso había concluido, más no su cercanía con mi cuerpo, sus ojos estaban humedecidos, aún más que los míos que intentaban a marchas forzadas contener las lágrimas cautivas de mi ser, esas gotas de sangre que salían de la heridas abiertas en esta alma maldita, que con un simple puñal del más filo más suave, llamado Te amo habían provocado -Selena- pronunció en un susurro, no puedo decir más, nuestros labios desean jugar un poco más, desean bailar al compás del latido de un corazón vivo y otro completamente vacío y muerto, instintivamente los ojos se cierran y duramos así por un tiempo considerable, donde la marcha de los segundos parecía interrumpir su marcha.
Me separo de ella, solo un poco, quizás al distancia en que ella se encontraba mientras me hablaba y enterraba la última espada -Es... este ángel caído el que debe agradecer que hayas aparecido en su vida después de siglos repletos de oscuridad, eres la luna que con su luz ha llegado a iluminar mis noches, hacer de cada nota escrita e interpretada en mi viejo violín la sinfonía perfecta que opaca esta soledad que es como un fuego que consume y me calcina- su frente con la mía, su respiración dándome aliento que me hace falta cada vez que estoy con ella, logra calmar ese bestial apetito, esas inmensas ganas de ir a buscar al cazador y arrancarle cabeza -Nunca he sido correspondido, pero aquí desde estas tinieblas he visto que para amar nunca es pronto ni tampoco es tarde- mientras la estrecho los puños se cierran -Más se que bien que no todos lo merecen- concluyo, llevando su cabeza a mi pecho para que repose y deje salir esa dualidad que debe de permanecer viva para seguir siendo el Fantasma de ópera de París, el asesino debajo del ángel, el que no merece amor, por su putrefacto aspecto, el que sabe puede manchar a esa flor que tiene en sus manos cubiertas de carmesí, que tiene el suficiente poder y el poco control para lograr que su vida, su existencia se apague y sus pétalos se marchiten -No sabía que el amor doliera más que la propia soledad- el pensamiento fluye en medio de un profundo suspiro.
La palma finalmente queda abierta, traviesa y tímida a la vez recorre su espalda y llega hasta su cabello, que comienza a acariciar una y otra vez mientras determinaba mi propio camino y su suerte -¿Que hago ahora?- me pregunte -Es que en verdad yo... la amo, daría hasta mi propia existencia por ella, pero si la dejo conmigo, si permito que permanezca a mi lado corre peligro y si dejo que se marche... no, no puedo- un beso se desprendió de aquel pensamiento y se poso delicadamente entre sus cabellos, el silencio quizá formar parte de aquel momento en que finalmente había tomado la decisión que no haría felices o infelices a los dos.
Antes de pronunciar cualquier frase, tuve que hacerme a la idea de cuál sería mi camino y el suyo de ahora en adelante -Selena- pronunció entrecortadamente, en un intento por articular las palabras adecuadas de lo que intento expresar, lo que he decidido y repercutirá en el actuar de los dos -Yo...- bajo la cabeza y el sonido de mi voz  disminuye, como si de una confesión se tratase -Te prometo compartir conmigo un amor, una vida... estaré aquí, siempre a tu lado, donde quiera que vayas, déjenme ir contigo- la decisión ya estaba tomada, suyo solo sería el ángel que caía rendido, el hombre que también necesitaba amar y ser amado -Seré tu refugio, estás a salvo, nadie te va a encontrar bajo mis alas, estoy aquí, nada podrá hacerte daño, te protegeré incluso de mi propia sombra- le separé de mi, ignorando sus gestos, si tenía o no dudas sobre lo último pronunciado, la tomé de los hombros y sutilmente le acerque de nuevo hasta donde se supone una vez hubo labios, carne que rosar, que besar -Te amo- dije en tono firme y casi tiernamente -Yo solo te pido que ames también, Selena, es todo lo que pido de ti- finalmente aunque titubeantes mis labios se acercaron a los suyos, ahogaron sus palabras por instantes dulces -Te amo- volvi a insistir, sin deicir más nada, sin la necesidad de regresar a las sombras.

De pronto toda actitud mía me parecía ridícula, tonta... fuera de todo contexto, hasta el simple acto de esconderme debajo de las sombras era motivo para sentir esa sensación extraña que no dejaba de emitir punzadas a cada momento mientras la tenía frente de mí.
Todo era inútil, desviar la mirada, intentar pensar con claridad lo que debía hacer con Leviathán, ese cazador y todo su mundo ahora no eran más que simples vestigios de una pesadilla que ahora aún con todas sus fuerzas intentaba tortúrame, sin el mayor de los éxitos.
-Hay tiempo de sobra para el cazador, pero con ella dudo que al saber quién soy en realidad pueda permanecer a mi lado toda la vida- los ojos parecían expresar el pensamiento, enmudecido con las sutiles manos que provienen del pensamiento, de la razón, del verdugo secreto que al final podía derrumbar toda aquella ilusión celestial, era un ángel... pero de muerte.
Sus palabras no daban oportunidad a mis labios de emitir las mías, eran rápidas, eran demasiadas que ni siquiera podía mantener una idea fija cuando otra ya estaba ocupando su lugar en mi cabeza -No te menosprecies- finalmente la oración vino hacia nosotros impulsado por el susurro de mi tenue, rasposa y grave voz -Pocos son lo humanos que tienen la dicha de que un ángel dirija siquiera una mirada a ellos, la mayoría es un mundo condenado a la podredumbre del alma y al castigo de...-me vi interrumpido, era tan complicado mantener alejada a la fiera que de mi alma se alimenta y se refugia, ese ser montaraz que quería matarle de una vez y que sin embargo imploraba mantenerla con vida para no sentirse... solo -Olvida lo último que dije, te lo ruego- un suspiro se desprendió de mi boca, el tono de mi voz y la rabia con la que expresaba todo mi despecho a la humanidad debía ser suprimida, un error más y podía perderla.
Más la pregunta surge y vuelve a surgir mientras su voz, sus gestos y el contacto de su piel con la mía sigue su curso... ¿Porque me importa tanto que se quede a mi lado, porque intento cubrir la apariencias, porque no soy el monstruo que Leviathán odia tanto, porque con ella no soy el verdadero ángel de la muerte?, eran demasiadas interrogantes y pocas respuestas, dudar de lo que sentía era una opción, después de todo yo nunca supe que era el amor, sin embargo lo dije, lo pronuncie -¿Que demonios me pasa?- exclame para mí, en lo más profundo de mis adentros, mientras todo era opacado por un "te amo", que retumbaba en mi alma -¿Las otras mujeres?- reaccione al instante -Sí... las otras mujeres- asentí con tono cabizbajo y meditabundo, su recuerdo seguía tan vivo en mi cabeza como si hubiese sido unas noches atrás, Alice se aparecía ante mis ojos quemándose en la hoguera como las brujas condenadas por la inquisición, era atroz el recuerdo de su voz, la suplica y desesperación reflejada en la mirada de aquella dama que con un estúpido conde me traiciono y ella la gitana del circo de los fenómenos, aquella que pareció tenerme compasión y termino por venderme con la hija de un Zar, ella, esa traidora terminó hace unos siglos de la manera más horrible que nadie quisiese imaginar y mucho menos terminar así -Supongo que todas eran ciegas... hasta mi propia madre...cuando fui de carne y hueso como tú-la mirada carmesí se posaba en un punto distante como los recuerdos a los que me había sumergido, entonces sentí su mano llevar la mía a su pecho, regrese sorprendido, mis manos, mi carne no eran motivo de asco y horror para ella, mi palma se niega a detectar los latidos de un corazón vivo, la respiración aumentaba e instintivamente quite mi mano de allí de la suya -Selena no me hagas esto... tu corazón es humano y yo puedo...- no me atrevía a decir que yo tenía el suficiente poder para detenerlo, que tenía la mente de un asesino, de un estratega para terminar con él a placer de mi sadismo, no podía, no puedo hablar, la tomo entre mis brazos, no quiero más cuestiones, no por ahora que esa especie extraña de amor había llegado en el momento menos preciso -Yo...- sentí sus labios, sentí su aliento cerca del hueso descubierto y entonces sus labios rozaron esa parte que nadie quiso besar, seguí el jugueteo de que la sensación provocaba e incitaba a cada uno de mis movimientos y por vez primera mientras el momento se marcaba con el gesto que de mí venía, ese beso que daba con dulzura e inocencia y que a veces se tornaba intenso, la voz de mi pensamiento asalto, perturbándome con miles de dudas -¿Que pasará mañana, si ella se marcha, o si me yo me voy lejos a un lugar donde no podrá seguirme?, ¿Sí para terminar con Leviathán o el diablo a quién años atrás le vendí mi alma termina llevándome al infierno de manera definitiva?- el miedo se apodero de mi sin dar previo aviso -Selena... amor escúchame- me detuve y haciendo un esfuerzo por contener mis impulsos de seguir besándole tome entre mis manos su rostro, lo contemple con ternura -Debo darte algo- le tome de las manos, le lleve hasta el piano, tirando las partituras al suelo, deje ver una pequeña caja de mármol negro y cubierta de oro, con un pequeño rubí en medio, al abrirla podía notarse que el espejo estaba roto, más eso no importaba sino lo que contenía, ignoraba si Selena se volvería a desvanecer o si por el contrario estaba vislumbrada y extrañada tras mi impulsivo comportamiento que no llevo al trono mismo de mi música, al órgano de oro, a las partituras, el tintero y el sello de cera, di media vuelta, la lucha entre sentimientos seguía llevándose a cabo en mi mente -Selena, debo terminar con lo que el miserable cazador empezó- tome sus manos y las junte, convirtiéndolas en una pequeña cuna -No sé que pasará, siempre he estado seguro de mis victorias pero ahora...- en sus palmas puse una sortija, yo la fabrique siglos atrás, era para mí Alice y luego sería para quién tomará su lugar, era de oro con pequeños diamantes blancos incrustados en el centro, al verla por un momento allí, los recuerdos vinieron de nuevo << Yo no puedo aceptarla >> y entonces Alice la deposito en la rosa que le había regalado y desapareció a la distancia para irse con el imbécil de Raoul -No me rechaces- por más esfuerzos que hacía tal parecía que el momento sonaba a una despedida precipitada -Es el símbolo de mi promesa y de que pase lo que pase a partir de esta noche hasta que el cazador y yo nos veamos cara a cara de nuevo, estaré siempre cuidándote, sea en el cielo o en el infierno, pero... amándote- mientras finalizaba envolví la sortija en sus manos, esperando de esos ojos que inútilmente ocultaban la tristeza que mis palabras le provocaban una respuesta o un gesto que me hiciera disipar todo esto que esta matándome lentamente.

Su sonrisa que quedo oculta tras el asombro hacía que el momento fuese aún más complicado de lo que yo imaginaba, quizás jamás considere que alguien logrará fijarse en mi de la manera en como ella lo hacía -¿No estaré aprovechando de más su inocencia?- me pregunte a mi mismo pero me negué a responder, preferí seguir contemplado cada parte de ella, su rostro... su cuerpo, su aroma que a la par que me embriagaba, me invitaba cordialmente a matarla para obtener su sangre... pero el corazón ahora era el que estaba al mando y la mente, el demonio pasaban a segundo término -Te mereces tantas cosas mi lady...- deje un suspiro al aire -Tanto te mereces hasta el mismo cielo por este terrible error de amar al desfigurado monstruo- pensé.
Quería alejarme, introducirme en las sombras para impedir que ella siguiera cuestionando, preocupándose por las frases que quedaban incompletas, mi historia es diferente a todas, mi vida es la más ideal para ahuyentar a quién te pone en el pedestal de su salvador, cuando en realidad la noche en que conocí a ese mujer era para divertirme un rato y cometer mis habituales atrocidades -Atrocidades- resonó la palabra en mi mente, ensordeciendo sus palabras, desapareciendo el mundo por breves instantes.
Negué con la cabeza -Por eso mismo calló, porque eres la única... mi silencio es la mejor manera de procurarte- dije reflexivamente -No tengas miedo, este ángel, sus alas y su miserable existencia son... tuyos... completamente tuyos- no quería asustarla y decirle que los ángeles no vivimos para siempre, no sé qué pasaba, siempre he sido el hombre que está seguro de obtener la victoria, de sentir a la muerte de su lado protegiéndolo siempre, el demonio dándole siempre el mejor lugar y la suerte y ahora ante ella... sentía que estaba en desventaja contra el infeliz de Leviathán. Contemple el anillo y después mire sus ojos tan cristalinos, con el brillo que jamás observe en la mirada de nadie que haya visto mi rostro completamente descubierto -¡No!- negué decididamente -Es decir, no...jamás me lo regreses, puede que algún día se quede para estar a tu lado en mi lugar- conocía bien a los humanos, conocía los signos de debilidad provenientes de sus patéticos sentimientos, podía percibir sus ganas de llorar, esas gotas de sangre que del alma siempre emanan, yo no tenía alma... yo no podía llorar, pero a pesar de todo en ella el sentimiento, sus sentimientos se convirtieron a mis ojos fragilidad, inocencia, pureza y por primera vez un extraña sensación invadía mi interior... algo que lograba hacerme compatible con ella, mientras me ofrecía lo que yo creía incapaz de tener o dar -¿Que más querías darme?- sujete su barbilla con una de mis manos -Para mí es suficiente... puedo tener oro, riquezas, todo cuanto ven tus ojos pero... aquello jamás me fue dado por alguien... Alma para siempre conquistarme, corazón para quererme y vida para... vivirla con o sin mi- sonreí apenas lo suficiente, pronto me di cuenta que esta mujer esta exponiéndose a mí, entregándome todo cuanto era y depositándolo en mis manos llenas de sangre, horror y muerte.
Asentí en silencio y tome el anillo entre mis manos, desvié mi mirada, contemple la perla y el rubí que estaban en el centro de la sortija, de la cual acariciaba el oro con el que estaba cubierta, miles de recuerdos vinieron como pesadillas, tantos rechazos y la muerte que marcaría el inicio de muchas más, quede suspendido en el tiempo y entonces bese el anillo con suma delicadeza, como si se tratase de los labios de ella, regrese mi mirada, que era tan distinta a otras que muchas veces he usado para intimidar a los suyos, tome su mano derecha y entonces poniéndome de rodillas coloque aquel preciado objeto que tantas veces espero un dueño, este acepto a Selena quedando justo y a la medida en su delgado y fino dedo -En esto anillo te entrego lo poco que me queda de alma- susurre, mientras besaba su mano -No entiendo lo que me pasa y tampoco estoy interesado en saberlo... no por ahora-.
Después de aquello me puse en pie, escuchando atentamente sus palabras, una furia interna recobro el dominio de mi consciencia -¿Dejarme matar?- pregunte para mí mismo, mi mirada se perdió fija en la nada-No le daré a todo el maldito París, perder su único verdugo existente, ni Leviathán ni la propia iglesia podrán contra mi ¡Porque yo soy el ángel de la muerte!- celebre en mis adentros -Debo dejarme de estupideces... la muerte siempre obtiene la victoria y yo no voy a ser la excepción- mi puño se cerraba de forma tal que quizás en algún momento podía romper la ajustada piel que ocultaba todo aquel forraje deforme y seco -Me verás esa noche y todas la que el destino quiera darnos, yo soy tu ángel... soy tuyo y nada ni nadie podrá arrebatártelo.. te lo prometo- poco a poco me acerque hacia ella, le tome por las caderas y aproxime su cuerpo junto al mío -Por ti me jugaré todas las cartas en esta última tirada- susurre sobre sus labios, que finalmente se unieron a los suyos -Ahora todo lo que quiero es que sepas cuanto amaría que mis manos y mis labios te cuenten, que se me sale el corazón del pecho cuando me abrazas, y todo lo que despiertas dentro de mí- su respiración sobre mi piel, logro estremecerme, sin más control sobre mi mismo la levante entre mis brazos y delicadamente la lleve hasta mi lecho, allí le deposite con sumo cuidado -Deseo que me ames, deseo estar contigo- quería volver a acercarme, pero entonces la duda me detuvo -Eres capaz, de mirarme a los ojos y decir que no sientes lo mismo, te dejaría en paz y me iría en este instante, si fuera así- dije inseguro -¿Y si era todo muy rápido y si todo cuanto a pasado son solo mentiras dictadas por la compasiónpensé, casi como si fuese un niño completamente aterrado -Respóndeme amor-dije casi en suplica, yo que jamás había pedido ni suplicado a nadie ahora lo hacía con ella, por el miedo de perderla.

Parecia contrariado con mis respuestas hacia él, quizas no esperaba que fueran a ser asi o quizas no eran de su agrado, de ser la primera me alegraria porque significaba que le habia sorprendido y eso me hacia destacar un poco entre las mujeres que habia conocido, de ser la segunda me apenaria enormemente, asique solo me quedaba estar a su lado y conocerle mas Lo que merezco ya lo tengo ante mis ojos, un ser al que amar y que me ama, no quiero nada mas porque no puedo pedir ni merecer nada mas grande y hermoso de lo que ya tengo estando a tu lado Era lo unico que necesitaba, lo unico que siempre ansiaria en mi vida sino lo tenia